El Bien

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EL BIEN: UNA RESPUESTA

DEL AMOR
• La persona, como SUJETO LIBRE, ESPIRITUAL,
EN RELACIÓN CON LOS DEMÁS Y
RESPONSABLE DE SUS DECISIONES,
CONSTRUYE SU VIDA.
• En los actos humanos, conscientes y libres, se
expresa la dignidad de la persona, su
totalidad.
1.
TENEMOS LA DIGNIDAD DE LOS HIJOS DE
DIOS:
• Todos, al ser creados a imagen y semejanza
de Dios, compartimos la misma dignidad
dada por Él.
• Por ello, cualquier violación de los derechos
humanos es un mal grave, un atentado
contra la dignidad esencial de la persona.
• Para un cristiano, el fundamento supremo
de esta dignidad humana está en que
somos hijos de Dios.
• Ofender a cualquier persona es ofender a
Dios mismo.
2. SOMOS LIBRES Y RESPONSABLES:
• Solo somos libres de verdad cuando elegimos lo que es
bueno.
• Quienes ejercen violencia o realizan una acción injusta,
engañan o manipulan la verdad, causan mal al prójimo o
injurian a Dios no son libres, sino esclavos de sus ideas
erróneas.
• Para ejercer de verdad nuestra libertad, además de liberarnos
de toda coacción externa, tenemos que liberarnos de
nosotros mismos: no ser esclavos de nuestras pasiones, de la
moda o de las ideas predominantes.
3. EL BIEN
COMPROMETE:

• Todo sistema jurídico posee leyes de obligado cumplimiento.


A su vez, la moral cristiana compromete al ser humano en
toda su integridad: acciones, pensamientos y deseos.
• En muchas de nuestras acciones nos fijamos más en el fin u
objetivo que queremos conseguir que en las consecuencias
que pueden llegar a tener nuestros actos.
4. IGUALES DESDE LA DIFERENCIA, AUNQUE
DIFERENTES:

• La forma de pensar, vestir, color de piel... nos diferencia


unos de otros. Dios va más allá de nuestra apariencia, Él
va a lo profundo del ser humano para mostrarnos que
todos somos valiosos simplemente por el hecho de vivir
y de ser personas.
• Es Dios mismo el que desde el seno materno nos elige y nos
invita a vivir unidos a Él (“Antes de formarte en el vientre, te
elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te
constituí profeta de las naciones” Jeremías

• Todos somos iguales: disponemos de la


misma dignidad. Nadie es mejor o mayor
que nadie por su condición social, política,
religiosa o racial. No tiene sentido ningún
tipo de discriminación. Todos estamos
llamados a vivir nuestros derechos y
obligaciones respetando los de los demás.

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