Rosario de La Esperanza

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El Santo

Rosario
de la
Esperanza
Rosario de la Esperanza
El misterio del Sábado Santo nos conduce hacia el
Señor Jesús muerto que yace en el sepulcro.
Hoy toda la Iglesia se encuentra en silencio por el
dolor y la ausencia. Pero en medio de la tristeza
aparece la esperanza por la que podemos ver el
horizonte último: la Resurrección.
Al alzar la mirada reconocemos la presencia de
Santa María, Madre de la Esperanza y nos
acogemos a su invitación de acompañarla en esta
espera guardando en el corazón
las palabras de su Hijo.
Por la Señal de la Santa cruz de nuestros enemigos líbranos Señor
Dios nuestro.

En el nombre del Padre y del Hijo y


del Espíritu Santo.
Amén
Acto de Contrición
Jesús, mi Señor y Redentor,
yo me arrepiento de todos
los pecados que he cometido hasta hoy,
y me pesa de todo corazón,
porque con ellos ofendí
a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar


y confío que por tu infinita misericordia
me has de conceder el perdón de mis
culpas y me has de llevar
a la vida eterna. 
Amén
Credo
Creo en Dios Padre, Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios
Padre, Todopoderoso.
Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo
en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne
y en la vida eterna.
Amén.
Presentamos nuestras
intenciones
1° Meditación
La “Fe Preciosa”
de Santa María

La virtud de la esperanza no tendría sentido sin el


don tan precioso de la fe.
Esta fe que es confianza en Dios y en su palabra, la
vemos en María.
La fe en la Madre es preciosa porque Ella ha
aceptado, en la Anunciación, la invitación de Dios
acogiendo al Señor en su seno y entrando en la
Escuela de la Fe, en donde guiada por su Hijo, irá
madurando y ganando una consistencia que le
permitirán responder con generosidad al Plan de
Dios a lo largo de toda su vida, incluso en los
momentos difíciles.
Oh Jesús mío,
perdona nuestros pecados,
líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más
necesitadas de tu infinita
Misericordia.

María es Madre de Gracia,


Madre de Misericordia,
en la vida y en la muerte
ampáranos oh Gran Señora.
2° Meditación
La Esperanza en el dolor
Cuando muere el Señor, quienes lo siguen,
pasan por un momento intenso de prueba. Pocos
de ellos son conscientes de que detrás de la
muerte de Jesucristo está la victoria y el triunfo.
Para los discípulos, la muerte de Cristo es donde
su fe y esperanza se ve probada.
Cuando esto ocurre, María por su fe puede
permanecer firme en el momento de mayor
dolor. Sin embargo, su dolor no es cancelado, no
es anulado, éste se envuelve en una dimensión
nueva, la dimensión de la esperanza que hace
que su Amor permanezca vivo aún cuando todo
parece muerto.
Oh Jesús mío,
perdona nuestros pecados,
líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más
necesitadas de tu infinita
Misericordia.

María es Madre de Gracia,


Madre de Misericordia,
en la vida y en la muerte
ampáranos oh Gran Señora.
3° Meditación
La oración , escuela
de la esperanza
María ha visto el cumplimiento de las
promesas de Dios a lo largo de toda la
vida, es por esto que medita y espera con
confianza el cumplimiento de las
profecías:
“y al tercer día resucitará”.
La Madre espera, y nutre su esperanza de
la oración. Ella prevé confiadamente lo
que va a suceder y se pone en manos del
Padre, esperando la resurrección de su
Hijo el Señor Jesús, alentada por la fuerza
del Espíritu que la ilumina especialmente
en los momentos de oración.
Oh Jesús mío,
perdona nuestros pecados,
líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más
necesitadas de tu infinita
Misericordia.

María es Madre de Gracia,


Madre de Misericordia,
en la vida y en la muerte
ampáranos oh Gran Señora.
4° Meditación
Vivir la esperanza de María
Vana sería nuestra esperanza si es que no estuviera
fundamentada en el misterio más grande del Señor
Jesús, en su Resurrección.
En este misterio Santa María fundamenta su
existencia, porque en Él reconoce que Dios Padre
cumple todas sus promesas. En Santa María no cabe
duda ni desesperación porque en su corazón está
presente siempre Jesús, en quien confía plenamente
y a quien se ha ido conformando.
Así como María vive su esperanza estamos también
nosotros invitados a participar de la confianza en las
promesas de Dios, a poner a Jesús como el centro de
nuestra vida y a esperar junto con Ella la
Resurrección del Señor.
Oh Jesús mío,
perdona nuestros pecados,
líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más
necesitadas de tu infinita
Misericordia.

María es Madre de Gracia,


Madre de Misericordia,
en la vida y en la muerte
ampáranos oh Gran Señora.
5° Meditación
De la esperanza
a la caridad
La preciosa fe de María la conduce a confiar
plenamente en el cumplimiento de las promesas de
Dios.
Su esperanza fundada en ese encuentro profundo a
través de la oración, con Dios Padre y su Hijo,
Jesucristo, la conducen a vivir una fidelidad
inquebrantable y la auténtica caridad.
Estos han sido los motivos de su conformación
con Cristo, de su configuración plena con Él.
María aprende de Jesús a amar a sus hijos en la fe.
Oh Jesús mío,
perdona nuestros pecados,
líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más
necesitadas de tu infinita
Misericordia.

María es Madre de Gracia,


Madre de Misericordia,
en la vida y en la muerte
ampáranos oh Gran Señora.
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 
vida, dulzura y esperanza nuestra. 
Dios te salve, a ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo
y llorando en este valle de lágrimas. 
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, 
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, 
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh, clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María! 
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, 
para que seamos dignos de alcanzar las
Promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
Por las intenciones
del Papa

1 Padre Nuestro
1 Ave María
1 Gloria
Alentados por Santa María y dispuestos a seguir
acompañándola en su espera,
terminemos nuestro Rosario con esta oración.
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A Ti, celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco noche y día
alma, vida y corazón.
Míranos con compasión,
y no nos dejes Madre mía,
Y danos tu Santa Bendición,
que nosotros la recibimos en el
nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo.
Amén.
María Mírame
María mírame, María mírame
si tu me miras Él también me mirará
Madre mía mírame, de la mano llévame
Muy cerca de Él, ahí me quiero quedar.

María, cúbreme con tu manto


que tengo miedo no se rezar
Que con tus ojos misericordiosos
Tendré la fuerza tendré la paz.

María mírame…

Madre consuélame de mis penas


Es que no quiero, ofenderle más
Que por tus ojos misericordiosos
Quiero ir al cielo... ¡y verlos ya!

María mírame…

En tus brazos quiero, descansar.

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