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Agresividad PsicoPato 2022

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Agresividad

Psicopatología 2022
Introducción
La conducta agresiva de niños y adolescentes constituye un motivo de consulta frecuente en los servicios
ambulatorios de atención en salud mental, como así también de internación psiquiátrica. Pueden generar
consecuencias negativas en la vida del individuo y en su entorno.

¿Cómo explicar estas conductas?


¿Qué factores contribuyen a su aparición y mantenimiento?
¿Deben considerarse patológicas per se o son respuestas adaptativas del niño y del adolescente a su contexto?
¿Existe continuidad de ellas en el proceso de desarrollo desde la infancia hasta la edad adulta?
 

 
Definiciones

-Delimitaciones conceptuales: agresividad, agresión, violencia y conducta antisocial

Para Berkowitz (1996) la agresividad es la tendencia o disposición a comportarse agresivamente en distintas


situaciones; da cuenta de la capacidad humana para oponer resistencia a las influencias del medio y constituye un
recurso que, en su medida adecuada, está en función de la conservación de la vida.
En cambio, la agresión refiere a un acto, supone ir contra alguien con la intención de producirle daño.
Hace referencia a un acto caracterizado por la intención de hacer daño, expresado por una conducta puntual, reactiva
y efectiva, frente a situaciones concretas.
Por otro lado, a menudo la agresión, la agresividad y la violencia aparecen vinculadas a otro concepto, el de conducta
antisocial. La conducta antisocial refiere a actos que violan las normas sociales y los derechos de los demás,
incluyendo el robo deliberado, el vandalismo y la agresión física.
Definiciones

Por su parte, los conceptos de violencia y agresividad suelen también aparecer solapados.
El término violencia refiere etimológicamente a «un modo de proceder que ofende y perjudica a alguien mediante el
uso excesivo de la fuerza» y deriva del latín vis, que significa fuerza. Esto no quiere decir que la violencia se
circunscriba solamente a expresiones de fuerza física; el acto violento transgrede el orden de las relaciones humanas
y se impone como un comportamiento no reflexivo, como una estrategia de poder a través de la intimidación y la
imposición
Para Garaigordobil y Oñederra (2010) la violencia es un tipo de agresividad que carece de sentido adaptativo; tiene
como objetivo causar un daño. La violencia estaría relacionada con algunos tipos de agresión.

En síntesis, hablar de agresividad hace referencia a una tendencia presente en todos los seres humanos; la ejecución
de los comportamientos que pongan de manifiesto esta tendencia es lo que configuraría la agresión.
La agresión alude, por lo tanto, al componente comportamental de la agresividad.
Por su parte, la violencia es un tipo de agresión cuya intención es causar daño.
La conducta agresiva es un comportamiento básico y primario en la actividad de los seres vivos, que está
presente en la totalidad del reino animal.
Se trata de un fenómeno multidimensional en el que están implicados un gran número de factores de carácter
polimorfo, que puede manifestarse en cada uno de los niveles que integran al individuo: físico, emocional,
cognitivo y social.

Existe múltiples definiciones sobre la agresión, tres elementos se destacan en la mayoría de las definiciones:

a) Su carácter intencional, en busca de una meta concreta de muy diversa índole, en función de la cual se pueden
clasificar los distintos tipos de agresión.

b) Las consecuencias negativas que conlleva, sobre objetos u otras personas, incluido uno mismo.

c) Su variedad expresiva, pudiendo manifestarse de múltiples maneras, siendo las apuntadas con mayor
frecuencia por los diferentes autores, las de índole física y verbal.
AGRESIVIDAD - CLASIFICACION

Podemos distinguir los diferentes tipos de comportamiento agresivo en base a la finalidad de la agresividad:

(a) dirigida a repeler una amenaza o fuente de frustración percibida.


Define una agresión reactiva, afectiva, impulsiva o defensiva

(b) dirigida a adquirir algo deseable.


 Este se asocia a lo que se refiere como agresión proactiva o instrumental.
 
Un individuo puede mostrar comportamientos agresivos característicos de ambos tipos en diferentes momentos.
Agresión impulsiva, afectiva o reactiva

La agresión afectiva o impulsiva se refiere a las reacciones descontroladas, que tienen el potencial de lastimar a los
demás o a uno mismo, que ocurren cuando se exponen a eventos percibidos como nocivos.
 
Los desencadenantes son generalmente cosas que uno podría estar de acuerdo que son molestias, pero dentro de un
nivel de intensidad que la mayoría de los otros niños manejan con compostura. Pueden parecer bastante triviales,
como no obtener el cereal correcto para el desayuno, ante el pedido de cumplir con una solicitud de un adulto o la
solicitud de finalizar una actividad preferida son antecedentes muy frecuentes de los episodios de ira.
 
Agresión impulsiva, afectiva o reactiva

Se caracteriza por presentar episodios de agresividad física y verbal, dirigido a otro niño, adulto u objeto.
Como el comportamiento suele ser reactivo y casi instantáneo, tiende a ser manifiesto y no planificado.
También pueden presentar agresividad hacia ellos mismos.
Los NN y AA en su furia explosiva pueden terminar lastimándose, por ejemplo, golpeando paredes o dañando sus
propias pertenencias. Pueden atacar a personas mucho más grandes y fuertes que ellos.
Unos pocos niños se calman cuando se aplacan, pero también es común que estos arrebatos, una vez encendidos,
tengan que seguir su curso antes de que el niño recupere el control.
Los niños con estas dificultades típicamente cumplen con los criterios para el trastorno negativista desafiante.
Agresión proactiva - instrumental

La agresión proactiva o instrumental incluye la conducta agresiva o coercitiva utilizada a propósito para lograr una meta, como
bienes materiales o estatus social.
Entre los jóvenes cuyo comportamiento agresivo es principalmente del tipo proactivo / instrumental, también podemos
discriminar dos subgrupos importantes.

-Inicio en la adolescencia, agresión proactiva facilitada por los pares:

El inicio del comportamiento antisocial en los adolescentes se puede ver en jóvenes proactivamente agresivos. Los actos
agresivos en este contexto son en general menos violentos, dependen del apoyo de los compañeros y es probable que disminuyan
en la edad adulta.
Sin embargo, el límite entre las bromas desagradables y las violaciones graves que causan lesiones o daños graves está reforzado
por el sentido común y la moderación. Las dinámicas de grupo de adolescentes que se comportan de manera imprudente no
promueven estas cualidades, a menudo con resultados trágicos. En estas situaciones, un joven puede verse atrapado por las
consecuencias de una participación delictiva.
 La Expulsión de la escuela, aumento de la cautela de otros compañeros y el tener problemas con la ley puede promover una
mayor identificación y participación con los compañeros delincuentes.
 
Agresión proactiva, instrumental

Otro subgrupo importante de jóvenes proactivamente agresivos es profundamente indiferente a las consecuencias de
su mala conducta. Las muestras de remordimiento genuino son raras, y un descriptor actual de las características
destacadas de la personalidad de este grupo, "rasgos insensibles" es altamente evocativo de su falta de empatía,
egocentrismo y superficialidad.
En este sentido, se parecen a los adultos con rasgos de personalidad psicopática. Estos jóvenes son responsables de
una gran cantidad de delitos violentos, su comportamiento agresivo es a menudo persistente y el desarrollo de estos
puede ser en etapas tempranas de la infancia.
¿Normalidad o patología?
Tendencia evolutiva en la conducta agresiva

La conducta agresiva desde la perspectiva etológica se la ha señalado como una reacción originalmente adaptativa e
innata, presente en los seres humanos desde las primeras etapas del desarrollo.
Puede cumplir una función de defensa ante situaciones de riesgo (real o percibido), orientarse a la competencia y a la
consecución de logros.
La agresividad sería un mecanismo de adaptación que permitiría al hombre competir por recursos escasos y, en
última instancia, por su supervivencia.
En la actualidad, sin embargo, altos niveles de agresividad (física o verbal) pueden asociarse con un amplio rango de
problemas sociales. Por lo tanto, para determinar cuándo un comportamiento agresivo es clínicamente significativo o
expresa la presencia de un trastorno psicopatológico, debe ser evaluado cuidadosamente tomando en cuenta diversos
factores, entre los que podemos citar el tipo de conducta, sus consecuencias a nivel personal, social y académico, la
frecuencia, intensidad y duración, así como los contextos en los que tiene lugar. Junto a estos aspectos, también
deberá considerarse el momento del ciclo vital del sujeto, puesto que dentro del proceso normal del desarrollo se
observa variabilidad en esta conducta desde el nacimiento hasta la edad adulta.
Conductas agresivas a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo

Los comportamientos agresivos forman parte del repertorio de conductas previsibles en niños. En los primeros años,
estos comportamientos no tienen el objetivo de dañar al otro sino de conseguir algo deseado.
Más allá de que algún compañerito o compañerita del jardín pueda ser especialmente peleador, en esta edad lo que
encontramos con más frecuencia son intercambios «agresivos», que no tienen como objetivo dañar al otro sino
conseguir un objeto o una posición.
Mientras que algunas variables en la agresión de un niño, como su tolerancia básica a la frustración, pueden
depender en parte de la dotación genética y / o experiencia temprana, muchas otras se moldean según lo que él o ella
aprende de sus experiencias con padres y maestros.
Por lo menos, los comportamientos agresivos siempre expresan algunas necesidades y sentimientos del niño.
Los niños que ingresan en su segundo año de vida con pocas palabras a veces pueden exhibir mayores niveles de
agresión física que sus compañeros porque no tienen otros medios para expresar sus necesidades y frustraciones.
Conductas agresivas a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo

Para los niños muy pequeños, el comportamiento agresivo también es una forma de expresar independencia.
Los berrinches de los niños pequeños, aunque seguramente tempestuosos e irritantes para los padres, son
declaraciones de frustración. Estos niños pequeños a menudo se sienten pequeños, dependientes e impotentes, pero a
medida que crecen, su necesidad de independencia también crece.
Estudios transversales muestran que el 27% de los niños y 19% de las niñas de 3 años golpea, empuja, o muerde a
otros. La mayor parte de los niños comienza a usar la agresión física contra otros durante su edad preescolar, siendo
ésta la edad en que la agresividad alcanza su mayor intensidad. Al respecto, la literatura describe 3 grupos de
preescolares: aquellos que muestran ninguna o muy poca agresividad (28%); los que presentan una agresividad
moderada (58%); y un grupo menor que muestra conductas agresivas más intensas (14%).
Durante su desarrollo la mayor parte de los niños aprende a usar otras modalidades de resolución de conflictos y a
regular las agresiones físicas. Durante la edad escolar estas conductas disminuyen, y sólo un 12% de los niños y el
6% de las niñas aun las presentan.
Conductas agresivas a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo
Conductas disruptivas normativas versus conductas patológicas
Para diferenciar un cuadro de agresividad normativo de uno patológico se sugiere considerar algunos aspectos:

-Perspectiva de desarrollo:
La agresión a terceros aparece normativamente durante el primer año de vida, como expresión natural de rabia y
frustración, y aumenta gradualmente durante el segundo año. Con el desarrollo del control cognitivo y la subsecuente
modulación de las conductas; la adquisición de estrategias alternativas de resolución de conflictos; y la socialización,
la agresividad tiende a disminuir hacia los tres años.
Tremblay sugiere así que las conductas agresivas son desaprendidas más que aprendidas; y frente a una agresividad
crónica lo más adecuado sería preguntarse ¿por qué no ha aprendido a inhibir la agresión?, más que ¿por qué ha
aprendido a ser agresivo?
Las conductas agresivas que aparecen en edad escolar no son normativas y muestran cierta asociación a conductas
violentas durante la juventud. Éstas, a su vez, actúan como predictor de comportamientos delictivos y antisociales en
la adultez.
Conductas agresivas a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo
Conductas disruptivas normativas versus conductas patológicas:
-Desencadenante: La agresividad normativa se caracteriza por ser reactiva, es decir, aparecer como una reacción
descontrolada y desproporcionada frente a un estímulo percibido como amenazante.
Una agresividad patológica se presenta sin un estímulo capaz de explicar su aparición.

-Actitud del niño frente a la preocupación por los sentimientos o necesidades de otros:
La preocupación empática por otros aparece en el período de lactante: más del 50% de los niños de 17 meses
consuelan a sus pares angustiados.
La “insensibilidad” puede considerarse como normativa cuando se presenta de manera intermitente y aparece en
contextos apropiados, por ejemplo, no preocuparse por los sentimientos de otro al no querer compartir un juguete.
La manifestación problemática de esta “indiferencia” se traduce en un desprecio activo por las necesidades y
sentimientos de otros, por ejemplo, sentir placer con la angustia del otro, molestar a otros a propósito y sin causa
aparente, o no tratar de comportarse bien y agradar al adulto después de un castigo. Este tipo de “insensibilidad” o
“indiferencia” se ha asociado en jóvenes y adultos con conductas delictivas y psicopatología, toda vez que se vincula
a falta de empatía y ausencia de culpa.
Conductas agresivas a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo

Conductas disruptivas normativas versus conductas patológicas:

-Factores de riesgo para presentar comportamientos disruptivos patológicos:

Los factores de riesgo asociados al desarrollo de comportamientos disruptivos no normativos son:


Negligencia parental a edades tempranas (< 2 años),
Maltrato Psicológico,
Historia familiar de comportamiento agresivo o una disciplina parental que utiliza el castigo físico Exposición a
violencia en los medios de comunicación masiva (TV, Video-juegos, etc.)
Conductas agresivas a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo

Para la mayoría de los niños pequeños, la conducta físicamente agresiva (golpear, morder, empujar, patear) comienza a ceder en
su tercer cumpleaños o, como mínimo, en su cuarto cumpleaños. Por otro lado, la agresión verbal -gritar, insultos- aumenta entre
las edades de 2 y 4 años a medida que los niños adquieren más habilidades lingüísticas.
Con frecuencia, todo tipo de conductas hostiles, verbales y físicas, disminuyen en frecuencia a los 5 o 6 años cuando los niños
ingresan a primer y segundo grado.
Los niños más pequeños son más agresivos al afirmar sus necesidades y deseos físicos. Los niños mayores, por el contrario,
enfocan su agresión en las situaciones y necesidades sociales. Paradójicamente, a medida que los niños crecen, son mucho menos
agresivos, pero cuando lo son, sus acciones pueden con más frecuencia intentar dañar a otra persona, aparece la agresividad
instrumental.

Aunque los problemas de comportamiento significativos durante los primeros años suelen ser estables y predicen las dificultades
conductuales posteriores, no se garantiza que un preescolar agresivo se convierta en un niño agresivo en edad escolar. A pesar de
las preocupaciones de padres y maestros, no se garantiza que el niño de 3 años que golpea patea o muerde se convierta en un niño
agresivo en edad escolar. Lo que más importa es cómo los adultos entienden y se enfrentan al comportamiento agresivo en los
niños más pequeños. Al encontrar métodos para que los niños pequeños luchen por el dominio, la autoafirmación y la
autoprotección, los adultos apoyan estas importantes tareas de desarrollo sin alentar el comportamiento hostil o violento.
 
 
Conductas agresivas a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo

Niños en edad escolar (6 a 11 años):


Suele disminuir la frecuencia de interacciones agresivas, aunque aumenta la intensidad de las agresiones como
respuesta a las provocaciones o para hacer daño al provocador.
En esta etapa la agresión física da paso a otro tipo de agresiones, predominantemente las de tipo verbal, así como
también las de tipo indirecta y relacional. En esta etapa del desarrollo pueden empezar a presentarse insultos,
mentiras, robo de pertenencias a otras personas fuera de casa, infracción persistente de las normas, peleas físicas,
intimidación a otros niños, acoso escolar.

Preadolescentes y adolescentes (de los 12 hasta los 17 años): Nuevamente se produce un incremento de las conductas
agresivas. La agresividad física alcanza un punto álgido en los comienzos de la adolescencia y sus agresiones tienen
efectos más dañinos, en la medida en que se produce un aumento de la fuerza física.
Luego estas conductas agresivas tienden a decrecer. En esta etapa de la vida, por otra parte, se pueden añadir
comportamientos antisociales, tales como crueldad y daños a otras personas, asaltos, robos con uso de la fuerza,
vandalismo.
Etiología de la Conducta Agresiva

La etiología de la agresión se construye sobre la compleja interacción del desarrollo neurobiológico con factores
sociales y ambientales.
Hay que señalar que si bien existe una correlación entre los factores biológicos y la agresión, no existe una relación
causal directa
Etiología de la Conducta Agresiva
Neurotransmisores:

Varios neurotransmisores están implicados en ambos tipos de comportamiento agresivo, incluidos la dopamina, la
serotonina y GABA

Dopamina
Los estados hiper dopaminérgicos están estrechamente asociados con una agresión impulsiva/defensiva excesiva, así
como con una agresión premeditada.
En la agresión humana, la dopamina ha sido durante mucho tiempo un sustrato neural que media en los estados
hiperagresivos. La mayoría de las pruebas apuntan a la subfamilia de receptores D2 de la dopamina. Además, los
polimorfismos genéticos de 2 enzimas principales responsables de la descomposición de la dopamina, la
monoaminooxidasa y la catecol-O-metiltransferasa, contribuyen al estado hiper dopaminérgico que se correlaciona
con una mayor agresión.
Etiología de la Conducta Agresiva
Neurotransmisores:

Serotonina

Los estados hipo serotoninérgicos están asociados con la conducta agresiva.


Los receptores implicados en la conducta agresiva son los 5-HT1 y 5-HT2
La activación de los receptores 5-HT1A y 5-HT1B han demostrado disminuir la agresión impulsiva como la
premeditada.
Etiología de la Conducta Agresiva
Neurotransmisores:

GABA
GABA también juega un papel inhibitorio en la agresión. Específicamente, la activación del subtipo de receptor
GABA A disminuye la agresión tanto en animales como en seres humanos.
Fármacos que activan este subtipo de receptor -BZD- o bloquean la descomposición de GABA a través de GABA
transaminasa -Valproato- están asociados con la reducción de la agresión.
Además, la activación de GABA A influye en el tono serotoninérgico general a través de la inervación GABAergica
en los núcleos del rafe (área central de las neuronas serotoninérgicas) aumentando el tono serotoninérgico
globalmente, modulando así vías que reducen la agresión.
Etiología de la Conducta Agresiva
Correlato neuro anatómico:
Hay una interacción compleja entre múltiples componentes del SNC que afectan la conducta agresiva.
Las vías neuronales que están asociadas a la agresión incluyen: la vía dopaminérgica límbica mesocortical, donde se
encuentra mayoritariamente el receptor D2 y así como la corteza prefrontal.
El núcleo accumbens juega un papel importante en el procesamiento de estímulos gratificantes y está asociado con el
inicio de la agresión premeditada y la agresión impulsiva.
Existen hallazgos que demuestran que la corteza prefrontal orbital (inhibe regiones límbicas y subcorticales), la
corteza cingulada anterior (interpreta los estímulos entrantes) la corteza prefrontal medial ventral (procesamiento
emocional) y la amígdala (modulación de la memoria y aprendizaje emocional) están conectados y correlacionados
con la expresión o la inhibición de la agresión.
Es esta interacción entre la corteza prefrontal, que ejerce el control inhibitorio, y el sistema límbico que regulan la
expresión de la conducta agresiva. La interrupción de la conexión entre estos sistemas, como por ejemplo una lesión
traumática, puede estar asociado a una mayor agresión.
Etiología de la Conducta Agresiva

Hormonas:
Están implicadas tanto en la agresión impulsiva y la premeditada.
El eje hipotálamo pituitario suprarrenal es un mediador importante del comportamiento humano relacionado con el
manejo del estrés y la agresión.

GC:
Los glucocorticoides, sobre todo el cortisol, son esenciales para mediar tanto en la agresión impulsiva como en la
premeditada.
Existe una alta correlación entre una liberación rápida y exagerada del cortisol y las conductas agresivas
impulsivas/reactivas. Por el contrario, los niveles de cortisol plasmáticos basales crónicamente se asocian con la
agresión premeditada.
Etiología de la Conducta Agresiva

Los esteroides sexuales, sobre todo la testosterona, se han relacionado con la agresión reactiva.
Sin embargo, el papel de los esteroides sexuales es complejo. En humanos, la evidencia muestra que tanto la
testosterona como el estrógeno afectan la conectividad neuronal entre las áreas del cerebro subcortical, frontal y
temporal.
Los estudios demuestran que el aumento de los niveles de testosterona conduce a la interrupción en la conectividad
entre la corteza prefrontal y subcortical lo que conduce a una desinhibición del comportamiento agresivo.
La testosterona afecta la regulación de los receptores tanto en la transmisión serotoninérgica como en la GABAergica
dando como resultado niveles elevados de agresión.
La oxitocina y la vasopresina también tienen efectos moduladores de acción central sobre la agresión. La Activación
del receptor de oxitocina mejora los comportamientos de apego y reduce los comportamientos agresivos reactivos
mientras que la activación de los receptores de vasopresina puede inducir una elevada agresividad. En modelos
animales se ha demostrado que tanto la testosterona como la serotonina modulan la activación de estos receptores.
 
Etiología de la Conducta Agresiva

Factores genéticos

Muchos estudios han analizado la relación entre los síndromes genéticos y la agresión.
Múltiples síndromes genéticos se han correlacionado con altos niveles de agresión, incluso cuando se controlan los
desencadenantes ambientales. De estos, Cri du Chat tiene la correlación más alta, con aproximadamente el 90% de
los niños con este síndrome que muestran agresión severa.
Otros síndromes incluyen:
el síndrome de Smith-Maginnis,
el síndrome de X frágil,
el síndrome de Angelman,
el síndrome de Cornelia de Lange
el síndrome de Prader-Willi,
todos los cuales tenían tasas de prevalencia de alrededor del 70%. Esto contrasta con síndromes como el síndrome de
Williams o el síndrome de Down, que tienen tasas muy bajas de agresión.
Etiología de la Conducta Agresiva

En general, la discapacidad intelectual se correlaciona con una mayor prevalencia de conductas agresivas.
Aunque los síndromes genéticos asociados con agresión tienen diferentes etiologías, comparten características
comunes como:
Disminución de la capacidad para comunicar adecuadamente las necesidades
Baja tolerancia a la frustración
Inflexibilidad cognitiva y un alto grado de impulsividad.
Etiología de la Conducta Agresiva

La heredabilidad de la agresión se estima entre 50% y 60% para la agresión premeditada y aproximadamente 30%
para agresión impulsiva. Sin embargo, en un meta análisis sistemático que revisó datos de 185 estudios con más de
60 000 participantes, no se identificó una fuerte correlación directa para ninguno de los genes candidatos
serotoninérgicos o dopaminérgicos.
Es poco probable que unos pocos genes candidatos expliquen el comportamiento agresivo. Más bien, existe una
relación compleja entre las influencias genéticas y ambientales que predisponen a los individuos a la expresión
patológica de la agresión.
 
Etiología de la Conducta Agresiva
Psicosocial-ambiental:
La exposición a la cocaína en el útero, está relacionada con la conducta agresiva tanto en la infancia como en la
adolescencia.
La exposición prenatal al tabaco y al alcohol también parece estar relacionada con agresividad infantil
independientemente del sexo.  

Las alteraciones en las figuras de apego en la vida temprana también se relacionan con la agresión. El desarrollo
social depende en gran medida del modelado social de la vida temprana y de la Vinculación con las figuras de apego.
Cuando los bebés o niños pequeños experimentan negligencia o abuso, es menos probable que desarrollen
habilidades apropiadas de socialización, regulacion emocional o tolerancia al estrés, todo lo que los predispone a
aumentar las interacciones sociales hostiles percibidas de otros, lo que resulta en frecuentes actos de agresión.
Etiología de la Conducta Agresiva

Los eventos traumáticos en la infancia están altamente relacionados con la agresión posterior.
Es probable que los niños que muestran agresión crónica hayan sufrido violencia. Se ha demostrado que el trauma es
el factor más predictivo que contribuye a que los niños muestren violencia.
El trauma sufrido en la vida temprana tiene efectos psicológicos en el comportamiento posterior, así como cambios
epigenéticos en la expresión génica, que afectan la regulación dopaminérgica, serotoninérgica y del cortisol.

Factores psicológicos como el temperamento puede predisponer al sujeto a las conductas agresivas.
La resolución de conflictos a través de actos agresivos es más probable entre los niños que son impulsivos, tienen un
umbral sensorial bajo y tienen poca capacidad de adaptación.
Niños que presentan dificultades en ser consolados por su padre, baja adaptabilidad, e irritabilidad predicen la
agresión posterior Las reacciones de los padres a estas características difíciles pueden moderar el impacto final del
temperamento difícil.
Etiología de la Conducta Agresiva

Existen ciertas características en las familias que pueden actuar como factores de riesgo para violencia.
Los Factores parentales que se asocian con un aumento riesgo de agresión infantil incluyen:
Bajo nivel de Educación en los padres
comportamientos antisociales,
inicio temprano de la maternidad,
hogares monoparentales,
discordia familiar y mayor número de hermanos.
Los estilos de crianza también se correlacionan con el comportamiento del niño. El estilo de crianza inconsistente, el
castigo reactivo y autoritario es el estilo de crianza que se asocia con la agresión.
Los padres que muestran agresión o participar en actos delictivos suelen tener hijos con mayores tasas de
comportamiento antisocial.
Etiología de la Conducta Agresiva

La dinámica de los pares ejerce una influencia cada vez mayor en los comportamientos. En niños pequeños, el
rechazo o la victimización está relacionado con la agresión. Por el contrario, los niños pequeños que muestran
mayores niveles de agresión también experimentan tasas más altas de rechazo, lo que genera más conflictos
interpersonales y agresión hacia los pares.
 
En la adolescencia, los efectos de la dinámica de pares son muy influyentes en el desarrollo de la agresión y la
violencia.
Los adolescentes que experimentan lazos sociales débiles, victimización entre pares o asociación con compañeros
antisociales/delincuentes presentan mayor riesgo de agresión posterior. Un factor de riesgo independiente en la
dinámica de pares es pertenecer a una pandilla en el que la violencia es una forma aceptable de comportamiento
 
 
Etiología de la Conducta Agresiva

Salud mental
 
La relación entre la agresión y la enfermedad mental es incierta, ya que algunas enfermedades psiquiátricas
aumentan el riesgo de agresión mientras que otras enfermedades suelen disminuir el riesgo de agresión en la
juventud. Además, el abuso de sustancias, incluido el uso crónico, la intoxicación aguda y la abstinencia, está muy
asociado con la violencia y la agresión. De hecho, incluso en enfermedades mentales graves, las tasas de agresión
son elevadas en comparación con la población general solo en presencia de del consumo de sustancias activas. Sin
embargo, también es cierto que la agresión es más común en la población pediátrica que padece una enfermedad
mental comórbida con el abuso de sustancias en comparación con aquellos que abusan de sustancias y no tienen una
enfermedad mental comórbida.
Etiología de la Conducta Agresiva

Salud mental

En la población pediátrica, los trastornos de conducta disruptiva, es decir, el trastorno de conducta, el TDAH y el
trastorno negativista desafiante están asociados con el comportamiento agresivo.
Aunque la agresión premeditada está más estrechamente relacionado con el trastorno de conducta que, con el TND o
el TDAH, es importante tener en cuenta que tanto la agresión premeditada como la impulsiva ocurren en los tres
trastornos.
Aunque no es una característica central del TDAH, las tasas de agresión impulsiva asociadas con este trastorno son
altas. Cuando estos trastornos son comórbidos entre sí, como puede ocurrir hasta en un 40% de los casos, el riesgo de
presentar conductas agresivas aumenta sustancialmente.
 
Etiología de la Conducta Agresiva

Las dificultades en el autocontrol están asociadas con el comportamiento agresivo. Estas dificultades incluyen:
-Autocontrol débil de la conducta y con el nivel de actividad que a menudo dirige la acción hacia respuestas
desproporcionadamente físicas y perturbadoras a la mínima provocación (por ejemplo, mantener la atención, resolver
problemas, mediación verbal de conflictos, toma de perspectiva), que hacen problemática la selección deliberada de
respuestas alternativas.
 
La impulsividad se correlaciona con la agresión y el comportamiento auto lesivo.
La hiperactividad precoz predice la agresión posterior y junto con los problemas de conducta agresiva temprana,
predispone fuertemente al comportamiento antisocial persistente.
Etiología de la Conducta Agresiva

Afecto Negativo, Trastornos del Humor:

La ira, la irritabilidad y la hostilidad a menudo aumentan en los jóvenes con trastornos afectivos.
La regulación de las emociones se puede alterar episódicamente, con o sin problemas persistentes en el estado de
ánimo.
Los aspectos de la regulación de la emoción que son relevantes para la agresión incluyen una alta reactividad
emocional, una modulación deficiente de la emoción y una recuperación lenta del malestar.
El comportamiento agresivo también puede surgir en el contexto de la depresión mayor y el trastorno bipolar.
El aumento de la irritabilidad y la ira son aspectos frecuentes de ambos trastornos, por lo que un umbral reducido
para la agresividad no es sorprendente, y el riesgo de daño auto infligido entre las personas afectadas es alto. Entre
los adultos, el abuso de sustancias comórbido aumenta significativamente el riesgo de comportamiento violento y
suicida
Etiología de la Conducta Agresiva

La agresión es común en niños y adolescentes con Trastorno de estrés postraumático. En el trastorno de estrés
postraumático, los niños pueden mostrar mayor irritabilidad y agresión.
Niños que muestran cambios de comportamiento con agresión sin desencadenantes conocidos podrían ser evaluados
en la búsqueda de un evento traumático que no ha sido revelado previamente.
 
Comportamiento agresivo debido a la ansiedad:
Hay pruebas contradictorias sobre si la agresión se asocia con la ansiedad. Aunque muchos niños muestran menor
tasas de agresión, otros pueden, de hecho, mostrar una mayor
Los niños ansiosos a menudo muestran malas habilidades de afrontamiento, un sentido de retraimiento social y
rigidez. Estos rasgos pueden contribuir a una mayor agresión reactiva cuando los niños se enfrentan con
desencadenantes de ansiedad.
Por ejemplo, los esfuerzos para interrumpir rituales compulsivos para un niño con un trastorno obsesivo-compulsivo
o al exigir la asistencia escolar con un niño que tiene ansiedad por separación a veces pueden provocar una agresión
reactiva.
Etiología de la Conducta Agresiva
Los trastornos psicóticos:
Aunque los medios de comunicación y la cultura popular retratan la agresión como una característica común de los
trastornos psicóticos primarios, en realidad es una rara ocurrencia. Sin embargo, a diferencia de los trastornos
psicóticos primarios, la psicosis secundaria al abuso de sustancias o la abstinencia es frecuentemente asociado con la
agresión. Abuso de alucinógenos, alcohol, cocaína, metanfetamina y estimulantes se ha asociado con un aumento
comportamiento agresivo.
 
TEA
La irritabilidad y la agresión son características comunes de los trastornos del espectro autista.
Las características centrales del autismo pueden generar sentimientos de frustración, confusión, ansiedad o falta de
control que conducen a comportamientos agresivos. La irritabilidad y la agresividad pueden ser frecuentes y graves
Los Comportamientos agresivos puede deberse a la incapacidad del paciente para comunicar necesidades (síntomas
de una enfermedad / dolor ) o preocupaciones. Ante cualquier cambio agudo en el comportamiento de estos
pacientes, se debe realizar una evaluación de una posible causa médica.
Tratamiento

Psicopatología y contexto

Se le otorga gran importancia a la psicopatología "subyacente" específica y otras influencias en la aparición del
comportamiento agresivo, en gran parte porque el tratamiento exitoso del trastorno primario mejora la agresión.
Así como también la agresión, independientemente de un trastorno específico, puede ser susceptible a un
tratamiento, la práctica actual y las pautas combinan estos enfoques, especialmente con respecto a la farmacoterapia.
En general, el trastorno psiquiátrico primario debe ser el objetivo de las intervenciones iniciales. Luego, si el
comportamiento agresivo no disminuye adecuadamente, a menudo se prescriben otros fármacos en función de sus
efectos anti agresivo.
Tratamiento

Tratamientos psicosociales

La mayoría de los tratamientos psicosociales basados ​en la evidencia para problemas de conducta implican un
esfuerzo significativo de los padres para cambiar los patrones de interacción con el niño y para manejar los trastornos
de conducta de una manera firme pero tranquila.
Los problemas de conducta que incluyen la agresión a menudo han tenido un impacto corrosivo en la vida familiar, y
las relaciones se llenan de expectativas negativas, resentimiento o culpa. El psiquiatra infantil debe ser consciente de
estas tensiones y tratar de fomentar oportunidades para que los miembros de la familia puedan reconocer cálidamente
y apoyar el progreso de las situaciones problemáticas con mayor compostura.
 
Tratamiento

Farmacoterapia
 
Una opinión común es que la medicación solo afecta a la agresión reactiva o impulsiva. Sin embargo, los ensayos
que involucran a jóvenes impulsivos indican que el comportamiento agresivo
proactivo a menudo disminuye junto con las mejoras en la agresión reactiva. Sin embargo, entre las personas
agresivas proactivamente sin psicopatología contribuyente (como la impulsividad, los trastornos del estado de ánimo,
etc.), la farmacoterapia actualmente carece de justificación.
Tratamiento

Estimulantes y tratamientos no estimulantes cuando el TDAH está presente:

La mayoría de los ensayos controlados de medicamentos estimulantes para el TDAH muestran reducciones
relacionadas con el tratamiento en la agresión y otros problemas de conducta.
En dos ensayos que utilizaron Estimulantes en monoterapia, entre el 50% y el 62% de los niños, mostraron una
remisión de la agresión, lo que obvió la necesidad de tratamientos complementarios (Risperidona, Di valproato)
No se ha demostrado que otros tratamientos no estimulantes aprobados para el TDAH infantil, el bupropión y la
atomoxetina afecten el comportamiento agresivo.

Pacientes con TDAH + TEA:


Estos pacientes tienen respuestas más variables a la terapia estimulante, que a veces puede empeorar la agresión y la
irritabilidad.
Tratamiento

La combinación de estimulantes mas AA ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la agresividad,


cunado no ha tenido éxito los estimulantes por si solos.

Hay estudios que aprueban el uso de estimulantes en NN y AA con agresividad impulsiva y así como
también con irritabilidad sin TDAH con resultados positivos

Clonidina, solo o en combinación con estimulantes, han tenido un efecto positivo en el manejo de la
agresividad con un perfil de efectos adversos bajos
Tratamiento

Antipsicóticos. ​
Los antipsicóticos han ocupado un lugar destacado en el tratamiento de la agresión en individuos no psicóticos.
El advenimiento de los medicamentos antipsicóticos de segunda generación condujo a su amplio uso en parte porque
tienen un riesgo global menor de efectos adversos neuromotores.
Sin embargo, la obesidad, resistencia a la insulina, diabetes tipo II, hipertensión e índices de riesgo de aterosclerosis,
conocidos como efectos adversos cardio metabólicos, son elevados entre los jóvenes tratados con AA
 
La risperidona actualmente tiene los datos más extensos de ensayos controlados que respaldan su eficacia como
monoterapia entre niños con comportamiento agresivo
Tratamiento

Tiene la aprobación de la FDA para el tratamiento de la irritabilidad en el autismo.


Los ensayos de risperidona añadidos a la medicación estimulante para niños agresivos con TDAH (y sin TEA u otra
discapacidad del desarrollo) también muestran alguna ventaja sobre el placebo.
El aumento de peso y la hiperprolactinemia se informan con frecuencia.
Aripiprazol también está indicado para el manejo de la irritabilidad y agresividad entre los 6 y los 17 años con
trastorno autista. A pesar del uso clínico generalizado de la agresión fuera de la psicosis o el autismo, están
pendientes los ensayos controlados para otras poblaciones.
Tratamiento

Agentes Estabilizadores del Humor. ​


 
El uso de medicamentos de litio y anticonvulsivos que tienen indicaciones en la manía para el comportamiento
agresivo entre los jóvenes ha sido ampliamente superado por los AA.
Para algunos grupos de pacientes, sin embargo, el perfil de efectos adversos de estos tratamientos puede ser más
favorable que los AA.
 
Bibliografía

Melvin Lewis
Pediatrics in Review

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