Ficha 2do
Ficha 2do
Ficha 2do
II BIMESTRE
PROPÓSITOS DE APRENDIZAJE
Prof. Julio Sánchez R.
Construye su identidad como persona humana, amada por Dios, digna, libre y
trascendente, comprendiendo la doctrina de su propia religión, abierto al diálogo con
las que le son cercanas.
GÉNESIS 3, 1-25
¿Por que crees que Dios a pesar de lo hicieron Adán y Eva no los condenó a muerte?
3. PROFUNDIZAMOS
LA PUREZA EXIGE EL PUDOR
JUZGAR T. TARDE
La castidad o pureza es una virtud que orienta para el bien, orienta para el amor, el impuso genésicohumano- el impulso de la sexualidad humana- tanto en sus aspectos físicos como afectivos.
Y si no está orientado, ese impulso acaba siendo –como decíamos ayer- como una fiera suelta en casa. Es por esto que la virtud de la castidad implica un dominio de nosotros mismos, supone
lucha por la libertad, por conducir-te, así como la caridad respecto a los otros.
Un aspecto de la castidad es el pudor, que lo que hace es "ordenar esas miradas, los gestos, las conversaciones, los vestidos, el uso de los espectáculos… todo un conjunto de circunstancias que
están, más o menos, en relación con ese impulso sexual. Santo Tomas de Aquino, en la Summa Teologica" dice: "El pudor se ordena a la castidad, pero no como una virtud distinta de ella, sino
como una especie de circunstancia especial". Si recurrimos al Antiguo Testamento, cuando en el libro del Génesis se narra el primer pecado del hombre: Adán y Eva estaban desnudos y no se
avergonzaban, porque estaban creados a imagen y semejanza de Dios; no tenían nada de qué avergonzarse, eran ajenos a toda maldad y Vivian en perfecta armonía entre alma y cuerpo. No
tenían ningún problema de impureza. Es el pecado el que distorsiona aquella realidad, y se suscita una especie de vergüenza, un "pudor", para defenderse frente a esa distorsión que el pecado
había creado en ellos. Esa especie de vergüenza y de pudor es bueno porque les lleva a preservarse de la tendencia pecaminosa que se ha generado en ellos por el pecado. Y Dios mismo ve con
"buenos ojos", ese sentido
del pudor y dice el texto: "El Señor hizo para el hombre y para la mujer unas túnicas de pieles y los vistió". Eclesiástico 9, 7-8: 9:7 No vayas mirando por las calles de la ciudad ni rondes por
sus lugares solitarios. 9:8 Aparta tu vista de la mujer hermosa y no fijes los ojos en la belleza ajena: muchos se extraviaron por la belleza de una mujer, y por su causa el deseo arde como fuego.
Sin este sentido del pudor te acaba "entrampando". En el Nuevo Testamento está mucho más remarcado este valor del pudor. En San Pablo de una manera especial. Habla de una ceguera moral
que está ligada en negar a Dios y en negar la virtud de la pureza. En el mundo greco romano la impureza se había convertido casi un deporte nacional. Las infinidades conyugales eran muy
numerosas y curiosamente, en el imperio romano, había una tendencia; porque en sus primeros tiempos –por mucho que fuese pagano- se mantenían mucho mejor las costumbres naturales,
peor en la medida que se va corrompiendo el imperio romano por la vida fácil del "pan y circo" –tal y como ocurre hoy en dia-. Al principio del imperio romano no se permitía el divorcio
fácilmente, solamente se permitía el divorcio cuando había problemas graves, se reunía el consejo familiar y tenía que aprobarlo. Pero poco a poco según se va degenerando el imperio romano,
el divorcio se convirtió en algo corriente, y bastaba con el consentimiento mutuo para justificar el divorcio. Lo mismo que ocurre hoy en dia. En ese contexto, los primeros cristianos y San
Pablo proclamaron unos valores contracorriente. Los espectáculos pretendían sensaciones fuertes, donde había sexo real y de violencia real. En las representaciones teatrales se practicaban
relaciones sexuales reales, y las representaciones de violencia se hacían ejecuciones en directo. Es curioso el ver como la violencia y el sexo invaden el teatro y la literatura en la decadencia del
imperio romano. Es curioso cómo se repite la historia, y algunos aún se creen modernos….!!!. Situaciones que vivimos en medio de nosotros que son una copia de la decadencia del imperio
romano. Un occidente que se corrompe, en la abundancia, la comodidad…
Continuamos en la explicación teológica del pudor, en el sentido cristiano del vestido. En la catequesis del génesis, donde se ve que por el pecado de Adán y Eva, necesitaron del vestido,
porque se vieron desnudos, y necesitaron vestirse, porque la desnudez de uno es incitación para el otro. Según dice San Juan Crisostomo: "se vieron despojados del habito de la Gracia
sobrenatural que estaban revestidos por ella. La Gracia de Dios era su vestido; pero después que el pecado ha roto esa Gracia de Dios se sienten desnudos y tienen que vestirse. Es una
naturaleza humana despojada, cuya desnudez se traduce en sentir vergüenza, sentir pudor.. De tal manera que el vestido es una especie de "recordatorio" de que todos tenemos esa condición,
que ha sido herida por el pecado y necesitamos vestirnos. Por otro lado, el vestido es como una añoranza de recuperar el vestido primero de la Gracia de Dios, la nobleza perdida.
La pureza no es un no, es un sí al amor, es lo que le concede sentido, valor a nuestra manera de vivir.
Si la persona renuncia al empeño por mantener esta limpieza de cuerpo y de alma, se abandona a la tiranía de los sentidos y se rebaja a un nivel infrahumano: parecería como si el «espíritu»
se fuera reduciendo, empequeñeciendo, hasta quedar en un puntito… Y el cuerpo se agranda, se agiganta, hasta dominar.
Sigamos el consejo de todos los santos que cuando hay que combatir por la pureza nos animan a acudir a nuestra Madre, que Inmaculada. Para poder ver a Dios, vayamos a María, ella nos
enseñará a cuidar mejor la santa pureza. Esta meditación nos puede ayudar a conseguirlo.
ACTUAR
4. MI COMPROMISO CON DIOS
Señor Jesucristo, esposo de mi alma, delicia de mi corazón, más bien corazón mío y alma mía, frente a ti me postro de rodillas, rogándote y
suplicándote con todo mi fervor de concederme preservar la fe que me has dado de manera solemne. Por ello, Jesús dulcísimo, que yo rechace
cada impiedad, que sea siempre extraño a los deseos carnales y a las concupiscencias terrenas, que combaten contra el alma y que, con tu ayuda,
conserve íntegra la castidad. AMÉN