tramo 2 contestado
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Organización individual
La vida en el aula, al igual que la vida misma, está llena de retos inesperados y
complejos. Cada día nos presenta situaciones que demandan no solo nuestras
habilidades profesionales, sino también nuestra resiliencia, empatía y creatividad.
Reflexionar sobre cómo enfrentar estas circunstancias y la actitud que adoptamos
ante los desafíos nos ayuda a crecer como docentes y como seres humanos.
©MUNDODECARAMELO
1. Reconocer la vulnerabilidad como 2. Priorizar el trabajo colaborativo
fortaleza
El proyecto del metro destaca la importancia de
Uno de los aspectos más significativos del trabajar en equipo, integrando estudiantes de
relato es la aceptación de la vulnerabilidad diferentes niveles, docentes de distintas
personal. La docente reconoce que no lo sabe disciplinas y familias. Este enfoque colectivo
ni lo puede resolver todo, y en lugar de verlo permitió superar los retos y construir un
como una limitación, lo convierte en una aprendizaje significativo para todos.
oportunidad para aprender y crecer junto a sus
estudiantes. Forma de afrontarlo:
Fomentar la comunicación efectiva y la
Forma de afrontarlo: toma de acuerdos en el equipo docente.
Aceptar que no somos perfectos y que Diseñar proyectos interdisciplinarios que
está bien pedir ayuda cuando sea necesario. integren los intereses y talentos de los
Ver los desafíos como oportunidades de estudiantes.
aprendizaje y desarrollo profesional. Generar un ambiente de
Construir redes de apoyo con colegas y corresponsabilidad, donde cada participante
buscar recursos que potencien nuestras aporte desde sus fortalezas.
capacidades.
3. Centrarse en las necesidades e 4. Abordar los retos con creatividad e
intereses de los estudiantes innovación
La docente destacó cómo conocer El proyecto mostró cómo se puede transformar
profundamente a sus alumnos le permitió un interés común —como los medios de
generar aprendizajes significativos en espacios transporte— en una experiencia educativa
seguros y libres de violencia. Este enfoque integral. A través de la construcción del vagón y
centrado en el estudiante es esencial para las investigaciones, los estudiantes pudieron
responder a sus necesidades reales. aplicar diversos saberes de manera práctica.
• Tu primer acercamiento a un grupo, tu primer día como docente y las emociones que
tenías en ese momento.
• Obstáculos o retos que se te presentaron para ser docente y en tu práctica
profesional.
• Situaciones que viviste en tu comunidad educativa, cuya resolución haya sido
compleja..
Un Aula Bajo el Árbol
Cuando me asignaron mi primer trabajo como docente, imaginé que llegaría a un salón
lleno de colores, con mesas ordenadas, materiales a mi disposición y niños atentos
esperando aprender. Esa imagen idealizada me acompañó durante días, mientras
preparaba actividades, soñaba con decorar mi aula y planeaba cómo sería mi primera
clase. Sin embargo, al llegar, la realidad era completamente distinta.
No había un salón. Mi aula era un espacio bajo un árbol frondoso, con ramas que ofrecían
sombra y hojas que crujían con el viento. Los niños no estaban sentados en pupitres;
corrían de un lado a otro, riendo y jugando, sin prestar atención a mi presencia. Por un
momento, el contraste entre lo que imaginé y lo que encontré me abrumó. Sentí un nudo
en la garganta y un impulso casi incontrolable de sentarme a llorar.
"Vamos a jugar", dije con una sonrisa que ocultaba mi nerviosismo. Propuse rondas y
juegos que recordaba de mi infancia, actividades que me conectaran con ellos en su
propio ritmo. Poco a poco, los niños comenzaron a acercarse, intrigados por la propuesta.
Cantamos, reímos y, sin darse cuenta, empezaron a prestarme atención. Fue un primer
paso para construir confianza.
Ese día no enseñé nada del contenido académico que había planeado,
pero aprendí algo invaluable: para enseñar, primero hay que conectar.
Entendí que mi rol como docente no era imponer estructuras, sino
crear espacios donde los niños se sintieran seguros, escuchados y
dispuestos a participar. Bajo ese árbol, en medio de risas y juegos,
comencé a construir una relación con mis estudiantes, basada en la
empatía y el respeto.
Con un par, compartan una experiencia que les haya traído emociones positivas, una
sensación de satisfacción o de reconocimiento hacia la labor que realizan. A partir del
intercambio, enlisten los aprendizajes significativos que haya desarrollado.
Recuerdo bien a Diego, un niño de mi grupo de preescolar que, desde el inicio del ciclo
escolar, tenía frecuentes inasistencias. Los días que llegaba al aula, solía estar distraído,
tímido y poco participativo. Mientras el resto del grupo trabajaba en sus actividades,
Diego parecía ausente, como si una barrera invisible lo mantuviera distante del
aprendizaje y la convivencia.
Al principio, pensé que tal vez era cuestión de tiempo, que poco a poco se adaptaría al
entorno escolar. Sin embargo, las inasistencias persistieron, y cada vez que faltaba, me
preocupaba más por su progreso. Un día decidí hablar con su madre para entender qué
estaba sucediendo. Me contó que atravesaban una situación familiar difícil, que afectaba
la rutina de Diego y, sobre todo, su estado emocional. Me di cuenta de que necesitaba
un plan que fuera más allá de las actividades escolares, uno que pudiera ayudarlo a
sentirse seguro y motivado para asistir.
La solución: Crear un vínculo y un propósito
El primer paso fue construir una relación de confianza con Diego. En lugar de presionarlo
con actividades, lo invité a participar en juegos y dinámicas que sabía que le gustaban.
Descubrí que tenía un interés especial por los animales, así que decidí integrar este
tema en nuestras actividades. Por ejemplo, organizamos un "zoológico imaginario"
donde cada niño representaba a un animal. Diego eligió ser un león, y poco a poco
comenzó a involucrarse más.
También diseñé un sistema de "estrellas de asistencia", donde cada día que venía a
clase recibía una estrella para su mural personal. Esto no solo lo motivó a asistir, sino
que le dio un sentido de logro que compartía orgullosamente con sus compañeros.
La toma de decisiones: Incluir a la familia
Entendí que para apoyar a Diego necesitaba involucrar también a su familia. Sugerí a su
madre pequeñas estrategias para reforzar una rutina matutina que facilitara su
asistencia. Por ejemplo, le propuse que juntos eligieran una mochila especial o que
planificaran una actividad divertida al final del día escolar, como contarme algo
interesante sobre su jornada.
Al mismo tiempo, mantuve comunicación constante con ella, compartiendo los avances
de Diego y agradeciéndole su esfuerzo. La colaboración entre escuela y hogar resultó ser
clave para que Diego se sintiera respaldado.
El resultado: Un niño más seguro y feliz
Esta experiencia me enseñó que detrás de las inasistencias de un niño hay historias y
necesidades que debemos atender con empatía y sensibilidad. Aprendí que construir
vínculos, tanto con los estudiantes como con sus familias, es esencial para superar
desafíos. Y, sobre todo, comprendí que cada pequeño paso cuenta, que lo importante no
es avanzar rápido, sino avanzar juntos.
Organización individual
A partir de los textos que fuiste redactando en este tramo, articula el segundo relato que
hable sobre tu trayectoria profesional, intenta recuperar experiencias académicas y
laborales. Para su construcción puedes hacer uso de distintos recursos literarios que te
ayuden a expresar tu sentir.
Mi trayectoria como docente ha estado marcada por experiencias significativas que han
moldeado mi forma de enseñar y de entender la educación. Desde los primeros pasos
hasta los desafíos más recientes, cada momento ha sido una lección que me ha
permitido crecer profesionalmente.
Cuando comencé mi carrera, tenía una idea idealizada de lo que significaba ser maestra.
Pensaba en salones llenos de colores, niños atentos y actividades perfectamente
planificadas. Sin embargo, al llegar a mi primer trabajo, me encontré con una realidad
muy diferente. Mi "aula" era un espacio bajo un árbol, donde los niños corrían de un lado
a otro, sin seguir indicaciones ni prestar atención a mis intentos de comenzar la clase.
Fue un golpe a mis expectativas, pero también un momento de aprendizaje. Decidí
adaptarme, iniciar juegos y rondas que conectaran con ellos, y poco a poco construimos
un ambiente de confianza. Esa experiencia me enseñó que la flexibilidad y la empatía
son fundamentales para cualquier docente.
A lo largo de mi carrera, también he aprendido que los desafíos no solo vienen del aula.
Obtener mi plaza docente fue un logro significativo, pero también un recordatorio del
esfuerzo y la dedicación que exige esta profesión. La preparación constante y la
capacidad de adaptarme a contextos diversos son herramientas que sigo cultivando cada
día.
Estas experiencias, junto con muchas otras, me han enseñado que ser maestra es mucho
más que planificar clases o cumplir un currículo. Es conectar con los estudiantes,
construir relaciones significativas y ser una guía en su desarrollo integral. Cada
obstáculo, desde un aula sin paredes hasta un niño que necesita apoyo extra, se
convierte en una oportunidad para aprender y crecer.
Hoy, al reflexionar sobre mi trayectoria, me doy cuenta de que cada paso que he dado
ha sido una lección que me ha preparado para los retos futuros. Mi vocación sigue siendo
un camino en construcción, lleno de aprendizajes que me inspiran a seguir adelante,
transformando no solo mi práctica docente, sino también la vida de mis estudiantes.