Dos años pasó, si se puede decir así, con algún descanso; pero como estaba destinado sin duda para reparar las quiebras de la Monarquía, en el año de 1661 marchó a la recuperacion del Reyno de Portugal, y haciendo reseña de su Exército en Zafra, entró en este Reyno tomó á Arronches, conquistó á Jerumeña, saqueó á Veiros y Crato, rindió á Borbe, Monforte, Cabeza de Vide, Santa Olalla, Ouguela, demolió á Villabuin, ocupo á Alconchel, ganó á Ebora; y si hubiera correspondido el socorro de caudales y tropa al esfuerzo y capacidad del Infante, no hay duda que todo Portugal hubiera vuelto á reconocer vasallage al Monarca de España.
CASTUERA: Benquerencia de la Serena, Cabeza del Buey, Capilla, Castuera, Esparragosa de la Serena, Higuera de la Serena, Malpartida de la Serena, Monterrubio de la Serena, Peñalsordo, Quintana de la Serena, Valle de la Serena, Zalamea de la Serena, Zarza-Capilla. OLIVENZA: Alconchel, Cheles, Higuera de Vargas, Olivenza, Taliga, Valverde de Leganes, Villanueva del Fresno.
Luis se casó con su prima María de Zúñiga Manuel y Sotomayor, II Marquesa de Mirabel, hija de Fadrique de Zúñiga y Sotomayor, I Marqués de Mirabel, Señor de Alconchel, Mirabel y Berantevilla, miembro de la Casa de Zúñiga y de su segunda mujer Ana de Castro.
Para tal servicio de ayuda, el tambo de Mala estaba a cargo de Pedro de Alconchel y de su mujer, doña Maria de Aliaga. Antes de estas fechas, cuando en mayo de 1532 Francisco Pizarro desembarcaba en Túmbez en la costa peruana; los 167 españoles que le acompañaban, iniciaban la invasión del Imperio incaico.
El cometido de Pedro de Alconchel en la hueste de Pizarro era el de ser trompeta de la expedición peruana, pero Francisco Pizarro debería tenerle estima puesto que el tal Alconchel fue el soldado de confianza del caudillo trujillano durante esa campaña.
Aunque es difícil saber cual de los tres es el personaje correcto, lo que si se sabe por crónicas indianas, es que el tal Pedro de Alconchel casaba en Perú y se le adjudicaban dos encomiendas cerca de la ciudad de Lima, según se desprende de la referida crónica: «La provincia de Cañete fue sujeta en 1536 a la organización de las Encomiendas, siendo los partidarios de Pizarro los primeros favorecidos en este sistema de reparto de tierras e indígenas.
A finales de 1534 Francisco Pizarro se disponía a escoger el sitio adecuado para fundar la ciudad de Lima, y uno de sus asesores en este cometido era Pedro de Alconchel, de quien las crónicas recogen que fue ampliamente favorecido por Pizarro asignándole dos lucrativas encomiendas en la provincia de Cañete, que ya se han mencionado, las de Chilca y Mala.
Precisamente en Mala el 13 de noviembre de 1537, Francisco Pizarro y Diego de Almagro sostenían una entrevista con el fin de buscar un arreglo a la posesión de Cuzco. Esta entrevista posiblemente se realizó en el “tambo” que regentaba Alconchel.
No hubo acuerdo entre ambos caudillos y de esta desavenencia se derivaría la primera guerra civil entre los conquistadores. Alconchel se estableció en Mala donde pasaría el resto de sus días.
Uno de ellos fue Don Pedro de Alconchel, llamado el Trompeta, a quien le sería adjudicada la encomienda de Chilca y Mala. En estos asentamientos peruanos (a la manera de la usanza inca), se restablecieron los “tambos” por mandato del virrey para brindar sustento y posada a las fuerzas españolas que se vieran obligadas a desplazamientos.
Antonio se casó con su prima hermana Francisca de Zúñiga y Ávila, de la Casa de Zúñiga, III marquesa de Mirabel, hija de Jerónima de Zúñiga y Ávila, señora de Alconchel, y de su esposo Alonso de Ávila y Córdoba.
En la crónica La raíz india de Lima, el historiador peruano Raúl Porras Barrenechea, recoge algunos comentarios que hiciera Pedro de Alconchel sobre las transformaciones, tanto sociales como estructurales que sufrió el territorio después de que se fundó Lima.