bigotes

Traducciones

bigotes

vousy

bigotes

knurhår

bigotes

Barthaare

bigotes

kissan viikset

bigotes

moustaches

bigotes

brkovi

bigotes

baffi

bigotes

ひげ

bigotes

수염

bigotes

værhår

bigotes

wąsy

bigotes

morrhår

bigotes

เคราแข็งสองข้างปาก

bigotes

bıyık

bigotes

râu mèo

bigotes

腮须
Ejemplos ?
-Vamos a ver qué es pa lo que usté me quiere -decíale momentos después el de los Bigotes al Matraca ya a solas con él en la taberna de Frasquita la de Levante.
¡La Duquesa! ¡Oh, mis queridas patitas! ¡Oh, mi piel y mis bigotes! ¡Me hará ejecutar, tan seguro como que los grillos son grillos !
-exclamó Antoñuelo el Matraca al ver reunidos bajo el cobertizo del saladero del Viruta a los más caracterizados próceres de la guapeza de Pescadería, entre los que se destacaba por su arrogante actitud y por el desdén casi olímpico con que dignábase mirar de cuando en cuando a los demás héroes allí congregados, Currito el de los Bigotes.
Antoñuelo el Matraca arrojó una mirada sobre el grupo de hombres de pelo en pecho que presenciaba la subasta en casa del Viruta, y -Camará -dijo con acento un tantico malhumorado-, esto va a ser peor que la toma de los Castíllejos, y esto en que yo me voy a meter me va a salir por un ojo de la cara, porque lo que es el de los Bigotes en cuantito se entere de lo que yo quiero...
Y Antoñuelo el Matraca, haciendo un esfuerzo y casi como el que se decide a tirarse por un despeñadero, avanzó decidido hacia el grupo donde lucía el de los Bigotes su imponente actitud de hombre aguerrido y capaz de quitarle el resplandor de un metío a cualquiera de los luceros, y díjole llegando a él y mirándolo con heroica indiferencia: -¿Usté quisiera premitirme, señor Curro, que platiquemos dos minutos?
Lucía al verse en los brazos de su marido, dudaba de tanta dicha, y para convencerse de su felicidad, estrechaba su cabeza contra su seno, acariciaba su espesa barba, jugaba con sus sedosos bigotes, y entrelazando sus blancos y delicados dedos con sus ensortijados cabellos, le hacía mil amorosas preguntas.
Ese sí señor, precisamente señor, se lo repetí maquinalmente varias veces, pues en mi interior aún no quería abandonar la idea del iniciado, del maestro con túnica larga y barba blanca; pues un hombre con los bigotes a lo Kaiser no me cuadraba como un iniciado del Martinismo (Rama de los Rosa-Cruz poseedores del secreto de la piedra filosofal, que transmutan el plomo en oro), ocupado en cotizar acciones de bolsa; me era lo mismo que ver a un arzobispo repartir programas de la corrida de toros.
El de los Bigotes posó la imponente mirada en el recién llegado; un mohín de disgusto probó a Antonio una vez más las dificultades de su empresa, y -Oye, tú, Garabato -exclamó Currito encarándose con uno de sus amigos-, si viée el Tomatera dile que me aspere, que tengo que decirle una cosa que a dambos mos interesa; que yo voy a ver pa qué me quiere a mí este caballero.
Contemplaron sin dejar de sonreír los allí reunidos al Matraca, y -Si ya lo sabemos, si yo lo conozco a usted mucho de vista, porque me parece que lo he visto yo a usté retratao la mar de veces en las cajillas de misto -exclamó con grave y reposada actitud uno de los de la guardia pretoriana del de los Bigotes.
Era, al menos, una garantía; pero, al pasar y chocar con su mano me di cuenta de que era de cera, de cera como su cara rosa erizada de bigotes postizos, y tuve la horrible certeza de que el único ser cuya presencia me habría tranquilizado en aquel lugar de misterio era un simple maniquí...
Vete al plato y saca el vientre de penas. Pero ten cuidado de secarte los bigotes, no se te vaya a quedar nata pegada en ellos. Anda, vete, yo vigilaré.
-¡Pues ya estamos hablando! -respondió el Capitán, atusándose los bigotes en señal de miedo-. ¡Pídame usted la poca y mala sangre con que entré en esta casa y la mucha y rica que he criado en ella, y toda la derramaré con gusto!...