Ya te lo he dicho muchas veces: no te lo doy poique ese escapulario no lo bordaron las manos mías pa que seas tú el que se lo cuelgue al cuello.
De ahí la importancia que yo le doy a todas las acciones que podemos hacer conjuntamente con la ciudadanía." Fin del monólogo El C.
Al margen.—Una nota que dice.— Por orden del Gobierno de esta fecha se quedó el cadáver depositado en el Palacio del mismo.—Adulto.—Primera Clase.—Doy fe.
En 1814 di boletos de manumisión a mis esclavos María de los Santos Carrera y a un negro que me fue regalado por el obispo Guerrero, cuyo nombre no recuerdo por ahora: para su mayor firmeza lo declaro en este testamento, y si necesario fuere la doy de nuevo...
Pues si deste desisto y doy en otro mas bajo, ¿que será sino fenecer?” Con esto no me osaba menear, porque tenía por fe que todos los grados había de hallar mas ruines; y a abajar otro punto, no sonara Lázaro ni se oyera en el mundo.
Juntos estáis, y yo en vuestro poder: quien se juzgare indigno de la libertad que le doy, arrójeme su puñal, que a mí será doblada gloria morir por haber muerto al tirano.
Urbanidad Virtud indispensable es la urbanidad, si no se quiere ser un ogro en sociedad. - Ahí debe haber mucho fondo -observó el gallo-, pero no
doy con él, por mucho que trato de profundizar.
Hans Christian Andersen
Mientras pronunciaba estas frases corrió a abrir la ventana y su marido, que la amaba, gritó: -Detente mi querida esposa, te
doy permiso para que pidas lo que quieras.
Jeanne-Marie Leprince de Beaumont
-Lo que a mí me pasa es que quisiera yo que usté me dijiera si conoce usté a arguien que se atreva a darme una puñalá, si se la pago bien y además le doy propina.
-Como que pensé que no diba a poer vinir, poique por poquito si me doy de cara con el sargento Cariñena en la encrucijá de los Encinares.
Accedió el Totovías a los deseos del Tarumba, y algunos minutos más tarde, después de haber desocupado entre ambos una de la Pastora, decíale el último a su compadre con acento en que desbordaba la ira que le llenaba el corazón: -Pos verá usté: esta tarde, endispués de hacer como que comía, porque apenitas si pue tragar un bocao, me jateé como los mismísimos ángeles, y me fuí a la calle a probarle a la Rosarillo que, cuando yo digo que le doy a un hombre un guantazo, ese hombre debe encomenzar, al verme, por ponerse dambas manos en los carrillos.
Vamos, mujer, no seas tú asín, y si no te doy gusto, créelo, por tu salusita te juro que si no te lo doy es porque tengo empeñá mi palabra, y los hombres no faltan a su palabra.