Los dedos de la prendera se enlanguidecían en la operación, al par que preguntaba ávidamente: -¿Y usted en Cádiz tenía oficio? -¡Vaya! Mi buen taller de
ebanista. Pero están malos los tiempos, y se ganaba poco.
Emilia Pardo Bazán
El uno regresaba de dar una ojeada a sus viñas, que empezaban a brotar; el otro había asistido, más bien curioso, al suplicio de cierto Yesúa de Nazaret, y bajaba de la montañuela para entrar en la ciudad antes que los portones y cadenas se cerrasen. Se saludaron cortésmente, como vecinos que eran, y el viñador interrogó al
ebanista: -¿Qué hay de nuevo en la ciudad, Daniel?
Emilia Pardo Bazán
Yo estuve abonando mis tierras, que la primavera avanza, y he dormido en el chozo la noche anterior. -Lo que hay -respondió el
ebanista- no es muy bueno.
Emilia Pardo Bazán
Reunió en su armario trapos de lana, cera, barnices, cepillos; aprendió a manejarlos tan bien como un ebanista; tenía sus plumeros, sus rodillas; lustraba el suelo sin temor de hacerse daño; ¡era tan fuerte!
-¿Qué has aprendido, querido hijo?, le preguntó. -El oficio de
ebanista, padre mío. -Es un buen oficio, replicó el anciano, y ¿qué has traído de tus viajes?
los Hermanos Grimm
Ese es el traje del pescador; del que fabrica las casas de caña, con el techo de paja de arroz; del marino ligero, en su barca de dos puntas; del ebanista...
Pero Yesúa me parecía inocente, y fue abuso y demasía enviarle al patíbulo. -Pienso lo mismo que tú. Sabas -confirmó el
ebanista-. No hallo en él culpa, si no es culpa apiadarse de los hombres.
Emilia Pardo Bazán
El ebanista o el ajustador aprenden a trabajar el hierro o la madera con perfección, pero ignoran absolutamente por qué la pieza que sale de sus manos vale más o menos en el mercado; por qué de este precio recibe él una parte mayor o menor, y por qué esa parte es insuficiente o no, según el alquiler de la casa que habita, la baratura o carestía de los artículos que consume y lo moderado o excesivo de los tributos que paga.
Ese Dimas me quitó cabras y las asó en el monte. -Perdona a su alma -imploró el
ebanista-. Yesúa le perdonó y le prometió el Paraíso, porque Dimas, agonizante, lloró sus pecados y creyó en el Rabí.
Emilia Pardo Bazán
Y Kracson llenó de su puño las partidas en blanco desde el seis de agosto hasta los setenta años, es decir desde 1906 hasta 1942. –¿Edad?... –38 años. -¿Profesión?... –Ebanista. –¿Está resuelto firmemente a matarse? –Sí, señor. –¿Deja parientes?
Lo tinico comprobado «s que muri6 en Diciembre de 1770. 66 TRADICIONES Hizo un famoso ebanista un Santo-Cristo de pino; hizo un denionio muy fino y ambos los puso a la vista.
El mismo día en que la picantera y el oficial de ebanista decidieron quedarse con la chiquilla, en calidad de madrina, la llevó á confirmar, declarando que la ahijadita se llamaba María Abascal, adjudicación de paternidad que tal vez nunca llegó á oídos del virrey.