maestro

Al respecto, sobre esta misma materia, los de la Comisión del Distrito Federal, sabemos que hay un llamado Plan Maestro de Basura.

Un camarero mayor. Un caballerizo mayor. Un montero mayor. Un gran maestro de ceremonias. Art. 26. Los gentiles-hombres de Cámara, mayordomos de semana, capellanes de honor, maestros de ceremonias, caballerizos y ballesteros, son de la servidumbre de la Casa Real.

¿Queréis saber quién ha pintado ese cuadro? ¡Pues lo ha pintado ese mismo muerto que veis en él! - ¡Eh! Maestro.... ¡Vos os burláis!

Levantó aquél la cabeza y, soltando la garlopa y limpiándose el sudor, que inundaba su frente, con la manga de la chamarreta, -Pos ná tengo, maestro - repúsole, poniendo en sus labios una forzada sonrisa -, sino que me duele una miaja la cabeza.

-exclamó Rubens con desesperación. - ¡El maestro decía bien! (pronunció uno de los jóvenes.) Ese cuadro está pintado por un difunto....

Miró Joseíto a su maestro con expresión vacilante y después exclamó de modo brusco, mirándole de hito en hito: -¿Sería usté capaz, maestro, de prestarme a cuenta de mi jornal catorce o quince alfonsinos?

Quedó en silencio el señor Paco, y tras algunos instantes de vacilación, volvió la espalda y alejóse lentamente del Clavicordio, el cual murmuró, no sin hacer previamente una mueca de disgusto: -¡Cámara, y qué engurruñao que tiéen a veces el corazón jasta los que la pintan de tan garboso corno la pinta el maestro Trebujena!

Al fin dijo a sus hijos: -Marchaos a correr mundo, aprended cada uno un oficio, y cuando volváis heredará la casa el que tenga más habilidad. La proposición les agradó: el mayor resolvió ser herrador, el segundo barbero y el tercero maestro de esgrima.

Aquí recogeremos la declaración, la manifestación, la aclaración de lo que estaba escondido, de lo que fue iluminado por los Constructores, los Formadores, los Procreadores, los Engendradores; sus nombres: Maestro Mago del Alba, Maestro Mago del Día, Gran Tapir del Alba, Dominadores, Poderosos del Cielo, Espíritus de los Lagos, Espíritus del Mar, Los de la Verde Jadeita, Los de la Verde Copa; así decíase.

Él encantaba a los hombres con la potencia de los sonidos que su boca arrancaba a los instrumentos, que es lo que todavía hacen hoy quienes ejecutan los aires de este sátiro; en efecto, los que tocaba Olimpo pretendo que son de Marsyas, su maestro.

Por lo demás, el color, el dibujo, la composición, todo revelaba un genio de primer orden. - Maestro, ¿de quién puede ser esta magnífica obra?

Poco o nada encontró que admirar el ilustre artista en aquel pobre y desmantelado templo, y ya se marchaba renegando, como solía, del mal gusto de los frailes de Castilla la Nueva, cuando reparó en cierto cuadro medio oculto en las sombras de feísima capilla; acercóse a él, y lanzó una exclamación de asombro. Sus discípulos le rodearon al momento, preguntándole: - ¿Qué habéis encontrado, maestro?