-Yo no puedo decir a la gente sino la verdad -dijo-. De mí nadie hace caso, bastante tengo con coser mi
mortaja. Se presentó entonces la séptima y última.
Hans Christian Andersen
La desolación y la ruina envolvían el lugar como una mortaja; y en los aleros sin pájaros, y en los muros desnudos de yedra, veía Blake un toque siniestro imposible de definir.
-Pero vamos a ver, martirio -decíale, con acento vibrante de pasión, quince días después de la escena que acabamos de narrar, el Niño de la Tumbaga a la bellísima unigénita del Talabartero, que sentada tras la reja, bañada en sol y compitiendo triunfalmente en tintas y en perfumes y en gallardías con las flores que lucían en las macetas, contemplaba a aquél con melancólica expresión-; vamos a ver, por qué ese empeño de que yo, en la flor de mi edá, me vista la mortaja; porque si usté se va de la vera mía, sin darme su consentimiento, no voy a encontrar médico que me cure la puñalá que me voy a meter en el sitio que más me duela.
Al ver los celajes densos, que de la esfera borrones, del sol el descenso aguardan para ofuscarle, latiole el pecho agitado, y dijo: «Del mismo modo los hombres a que un rey decline esperan, para tragarlo feroces.» Se le figuró el gran astro cadáver que de vapores con la
mortaja se hundía en la tumba de los montes; y recordando que todo la muerte lo traga y rompe, retembló, de sudor frío su rostro seco bañose, y tornó la vista a Oriente, ya dominio de la noche, el espectáculo huyendo que el ocaso presentole.
Ángel de Saavedra
Don Gaspar lo cogió entre sus brazos, lo llevó a su cuarto, lo cubrió de besos, rasgó la
mortaja, lo vistió con un traje de raso carmesí, echole al cuello el collar de perlas y engarzó en sus orejas las arracadas de piedras preciosas.
Ricardo Palma
Me dijeron que no tenía derecho a nada, que bastante hacían con darnos el cuarto; pero, que si él moría fuera a buscar una orden para que en despacho me entregaran cuatro velas y una
mortaja.
Baldomero Lillo
Pues tiene una mortaja ese desafortunado como muy pocos pueden reclamar: en lo profundo, bajo el patio de una prisión, desnudo, para mayor vergüenza, yace con los pies aherrojados envuelto en una sábana de llamas.
¿No era yo, entonces?, grité desesperado. ¿No fui yo el que buscó entre los escombros, la ruina y la
mortaja de los marcos, un solo pedazo de mi María!
Horacio Quiroga
Con su báculo venía una vieja o espantajo, diciendo: -¿Quién está allá a las sepulturas?- con una cara hecha de un orejón; los ojos en dos cuévanos de vendimiar; la frente con tantas rayas y de tal color y hechura, que parecía planta de pie; la nariz en conversación con la barbilla, que casi juntándose hacían garra, y una cara de la impresión del grifo; la boca a la sombra de la nariz, de hechura de lamprea, sin diente ni muela, con sus pliegues de bolsa a lo jimio, y apuntándole ya el bozo de las calaveras en un mostacho erizado; la cabeza con temblor de sonajas y la habla danzante; unas tocas muy largas sobre el monjil negro, esmaltada de mortaja la tumba...
8 Ciudad, maraña de cables y azoteas, de postes y de pestes, de anuncios y de gentes, recinto de mis vidas y mis muertes... Ciudad, enredo de tristezas y alegrías, de cantos y de cuentos, de gritos y silencios,
mortaja de mi esencia y de mi cuerpo.
Antonio Domínguez Hidalgo
TREINTA Inacabable sed que no sacia ninguna agua, porque no hay agua para esa sed que no quiere agua, sino
mortaja, vasija que la dome y la evapore, aunque caiga después desperdiciada en otros surcos sin nada.
Antonio Domínguez Hidalgo
Y yo, señora, lo veo: podrá llevarme a casar; pero en vez de preparar las galas del himeneo, que a tenerme se limite una cruz y una mortaja; que esta gala y esta alhaja será lo que necesite.