plomo

La prora diligente No sólo dirigió a la opuesta orilla, Mas redujo la música barquilla, Que en dos cuernos del mar caló no breves Sus plomos graves y sus corchos leves.

¿No pudieran llegarse a desusar esos vidrios horribles, desiguales, pequeños, unidos por plomos, generalmente invertidos en las vidrieras?

Carlos Martín, tipógrafo de Lima, exhala su dolor en estas endechas que corren pareja con las heroicidades del músico: «En la oficina triste, donde el conflicto es sombra, sólo los plomos hablen pues son las lenguas y las cajas bocas.

A cuál sirven de tumba, después que del vital aliento privan, las losas que le arrojan; a cuál de vida y alma le despojan en medio del camino. No despide en oscuro remolino más balas tempestad de puro hielo que bajan plomos de la torre al suelo.

Volví a entregárselo, y ella, al recibirlo, interrogó sin osar mirarme: -¿Acaso conocéis ese libro? -Lo conozco porque mi padre espiritual lo leía cuando estuvo prisionero en los Plomos de Venecia.

Esta red va sostenida por las dos extremidades mediante cierto palo grueso que en uno de sus extremos tiene una piedra bastante grande, con cuyo contrapeso se mantiene en situación vertical y contribuye junto con los plomos del pie de la red y los corchos que están a la cabeza a mantenerla en una posición perpendicular a la superficie del agua.

Las prisiones, llamadas i Piombi ('los Plomos') a causa del revestimiento en ese material del tejado, conservaron su antigua función.

En el contexto intelectual de finales del siglo XVI, entre el manierismo y el barroco, propicio a la exageración y lo aparente, y contemporáneamente al descubrimiento de los famosos (y falsos) plomos del Sacromonte, Higuera redactó (1594) unos también famosos Cronicones que presentó como de origen paleocristiano, obra de Flavio Lucio Dextro, Luitprando, Marco Máximo, Heleca, Julián Pérez o Aulo Halo.

Cuando la tablada de agua es de bastante extensión, los pescadores redan con dos pequeños barcos llevando cada uno un cabo de la salmonera y al concluir el lance se reúnen para recogerla a bordo de uno de ellos, en cuya maniobra cobran la cuerda de los plomos a igual con la de los corchos, proporcionando así el natural árbol que forma la red, en el que se sujetan y sacan con más seguridad los peces.

Roberto ha cumplido su promesa. Además, Mario alcanzó a ese enemigo con dos plomos de su revólver”. El escritor añade: “Avanzan cinco héroes: Roberto, Mario, Eduardo, Molinari y Franco.

No combaten al dictador, sino a la dictadura. Hunden sus balas en las frentes de los enemigos como semillas en la tierra (...) En el otro campo sueltan plomos y gritos.

Gregorio Mayáns y Francisco Cerdá y Rico, en el siglo XVIII, dejaron claro que pertenecía al campo de la fantasía, como los plomos del Sacromonte o los cronicones del Padre Higuera, lo que les causó no pocos problemas.