Allí se había hecho una casa, tejida con un hilo oscuro, entre los huecos de un bajorrelieve. Yo entré un día en el claustro y desperté el eco de aquellas ruinas con el ruido de mis
tacones.
Gustavo Adolfo Bécquer
Los empleados dan prisa a su labor: rasgar de lápices, doblar de hojas, abrir y cerrar de archiveros, de escritorios. Ruido de sillas arrastradas.
Tacones que golpean su orgullo en el mosaico aparentemente limpio.
Antonio Domínguez Hidalgo
Cuando míster Micawber terminó de honrarme con aquel discurso, añadió: -Buenas noches, mistress Heep; soy su servidor. Y salió conmigo del modo más elegante, haciendo sonar el empedrado bajo sus tacones y tarareando una canción durante el camino.
Al hacer saltar la puerta de la alcoba que se deshizo al primer empujón brutal, y cedió rompiéndose, un doble grito de terror me sonó en los oídos y antes de que ninguna de las dos pudiera desenlazarse, había alzado con un impulso de loco duplicado por la ira, el grupo infame, lo había tirado al suelo, sobre la piel de oso negro que está al pie del lecho, y lo golpeaba furiosamente con todas mis fuerzas, arrancando gritos y blasfemias, con las manos violentas con los tacones de las botas, como quien aplasta una culebra.
No hay más que caballeros alumnos. Un joven toca el piano... con los tacones y las espuelas. »Me va gustando Guadalajara. Los paisanos me llaman ya el ingeniero, por mis relaciones con el elemento militar.
Así que, en lugar de galanes de ropilla y zanguilón, y de damas de brial y tocas, se ve1 frecuentada y concurrida por señores de casaca, peluca, chupa, vuelos de encaje, sombrero tricorne y espadín, y por petimetras de tontillo o caderilla, bufanda, polonesa, escofieta,
tacones y demás galas propias de Versalles, y que en mal hora nos trajo el duque de Anjou con sus gabachos y gabachadas.
Ángel de Saavedra
vamos a dejarnos de música... y dígame usté cómo andan mis zapatos. -¡Sin tacones entoavía! -No le saliera a usté un cangro en ca coyuntura, so ladrón...
No se olvide que en la polka primitiva había su poco de dislocación, mucho contoneo, y que hasta se exigían, para bailarla en regia, tacones de metal en las botas.
Y no era sólo con la voz, ni con las manos, despellejadas ya de aplaudir, con lo que Mario jaleaba a la Duchesini: era con el bastón, con los
tacones, con el cuerpo en incesante vértigo, y hasta con el alma, que, por decirlo así, se le salía boca afuera para aplaudir, requebrar y tortolear a la cantante.
Emilia Pardo Bazán
Le gustaba el granero y las caballerizas; quería al tío Rouault, que le daba palmaditas en la mano llamándole su salvador; le gustaban los pequeños zuecos de la señorita Emma sobre las baldosas bien lavadas de la cocina; sus altos tacones aumentaban su estatura, y, cuando caminaba delante de él, las suelas de madera, que se levantaban rápidamente, chasqueaban con un ruido seco contra el cuero de la botina.
Cosa de una hora después de la conferencia, Santiago se puso camisa limpia, sacó del fondo del arca la ropa dominguera, se calzó un par de botas nuevas chillonas y, metiendo mucho ruido con suela y
tacones, se dirigió desde su morada al cuartel de Borbón, situado detrás del Jardín.
Emilia Pardo Bazán
Sus
tacones torcidos golpeaban la alfombra espesa, y al correr, se prendían en el desgarrón interior de la bajera, pasada de tanto uso.
Emilia Pardo Bazán