Los hombres que fueron expatriados en tiempos del Gobierno del General Ibañez y desde el extranjero lo combatieron con la palabra y la acción y que fueron denigrados como traidores, fueron después dirigentes estimados en su tierra.
--Y que nadie ha tocado la corneta de llaves como V... --Y que lo oyeron en Palacio..., en
tiempos de Espartero... --Y que tiene V.
Pedro Antonio de Alarcón
En seguida miró el reloj, suspiró de nuevo, y dijo muy quedamente, como reservándose de sí propio: -¡Las once y cuarto, y todavía no la he visto, aunque estoy levantado desde las seis!... ¡Qué
tiempos aquellos, en que me traía el chocolate y jugábamos al tute!
Pedro Antonio de Alarcón
-pronunció Angustias con el triste reposo de la desesperación-. Usted no es, ni puede ser para mí otra cosa que un excelente amigo de los buenos
tiempos, a quien siempre recordaré con gusto.
Pedro Antonio de Alarcón
Ventiún años sin guerra mundial, en estos tiempos de confrontaciones incongruentas, de disparidad y de cambio, parecen muchos; pero, incluso sin tener en cuenta factores ajenos a esa paz -miseria, degradación, explotación-, cabe preguntarse si es real.
No sé si la enseñanza primaria sea mejor ahora de lo que fue en años atrás; ello es probable porque los maestros formados en nuestras escuelas pedagógicas adquieren conocimientos generales y profesionales más extensos, más completos y más científicos que los recibidos en otros tiempos.
Y es porque los tiranos indudablemente no quieren que entre sus súbditos surjan individuos de gran valor, ni amistades ni uniones vigorosas, que son las que forma el Amor. Los tiranos de Atenas hicieron la experiencia de ellos en otros tiempos.
Los que son fecundos según el cuerpo, aman a las mujeres y se dirigen con preferencia a ellas, creyendo asegurarse por la procreación de hijos la inmortalidad, la perpetuidad de su nombre y la felicidad en el transcurso de los tiempos.
Encima de su cabeza, los pájaros del bosque cantaban alegremente; las ardillas, castigando el aire con el esplendor de sus colas, chillaban y corrían de árbol en árbol, ignorando al niño lastimero; y en alguna parte, muy lejos, gruñía un trueno, extraño y sordo, como si las perdices redoblaran para celebrar la victoria de la naturaleza sobre el hijo de aquellos que, desde tiempos inmemoriales, la han reducido a la esclavitud.
Así era, poco más o menos, en los felices
tiempos de nuestros beatos abuelos que por desgracia vino a turbar la revolución de Mayo.
Esteban Echeverría
No me es difícil creer que la instrucción secundaria y superior se han generalizado considerablemente en los últimos tiempos; el número de personas ilustradas es más crecido ahora de lo que fue antes; se puede encontrar un bachiller hasta en las silenciosas espesuras de los bosques australes.
Qué requetebonita estaría ella con aquella falda de seda azul, con aquel mantón blanco y celeste ceñido de modo picaresco a su arrogante busto; con aquel collar en la redonda garganta, con aquellas arracadas de oro en lugar de los dos miserables aros de plata, cuya adquisición se remontaba a los tiempos en que casi andaba gateando.