Hace unos años publiqué este
vídeo. Es mi gato Ray durmiendo con los ojos abiertos, una costumbre suya que
siempre me ha llamado la atención. Ray tiene otras costumbres llamativas, como
cruzar sus patas delanteras en una pose muy elegante o subirse a lo más alto de
mis muebles para echarse la siesta. Ray solo come un tipo de pienso muy
especial (si no es esa marca, no come aunque tenga hambre) y jamón york a
veces. A Ray le encanta investigar sitios nuevos y extraños para dormir y creo
que le da bastante gusto escucharme mientras lo llamo, buscándolo por todas
partes y no lo veo, aunque lo tenga en mis narices, pero es que se camufla muy
bien, a pesar de ser enorme.
También le gusta dormir encima de mí y si no me
muevo mucho, acercar la almohadilla de su pata, que es de color rosado, y
acariciar mi cara. Tiene un maullido muy suave; cuando me voy a trabajar, casi
todas las mañanas sale a la puerta a despedirme con ese leve maullido. Ray
tiene un gesto un poco fiero y, créeme, no trates de acariciarlo si está debajo
de la mesa, pero por lo general, es un gato tranquilo, curioso y feliz.
Lleva un mes enfermo. Al
principio, creía que era por el calor, que siempre agobia a mis gatos. El
veterinario le recetó unas vitaminas y poco más. Pero la pérdida de peso era
sospechosa, así que le hicieron pruebas y pruebas y al final ha resultado que
tiene un tumor. Un tumor además en un lugar que no se puede operar, una cosa
muy poco usual, pero que a veces sucede. Y le ha tocado a él. Bueno, parece que
con pastillas y con control veterinario podía ir tirando. Lo importante es que
comiera y bebiera y visitara su arena al menos una vez al día. Esto ha sido más
o menos llevadero al principio, una vez encajada la situación. Había que darle
las pastillas y no era fácil, pero lo veía más o menos tranquilo y tenía
esperanza. Pero esta semana Ray ha dejado de comer paulatinamente. Cada vez era
más difícil que abriera la boca, pero ni jamón york ni nada. El que sí ha
comido ha sido Christmas, que se ha puesto como una bola, porque comía por los
dos. Pero Ray ha ido perdiendo peso poco a poco, consumiéndose. Ayer lo pesé y
... ¡madre mía! 4 kilos no es nada para un maine coon.
Este fin de semana ya me he
ido haciendo a la idea de que lo de Ray no se cura, es más, está empeorando,y
hay que tomar decisiones, según me sugirió el veterinario en la penúltima
visita. Pero Ray es tan joven ... solo tiene diez años. Nació el 15 de octubre
de 2006.
Finalmente, tras mucho
pensarlo (y llorarlo, esa es la verdad) esta tarde lo he metido en su
transportín y lo he llevado al veterinario. El pobre no ha tenido ni fuerzas
para quejarse. Aún por el camino oía comentarios de la gente: "Qué gato
más bonito" ... sí, es lo que todos dicen cuando lo ven por primera vez.
Hasta yo lo dije. Siempre me ha parecido que tenía un vago parecido a Fújur,
aquel dragón de la buena suerte que salía en "La historia
interminable". Y porque da buena suerte, me he encontrado con mi hermana
Susana por el camino, muy cerca del veterinario, y me ha acompañado. Me ha
venido muy bien porque al llegar no podía ni hablar, y eso que me había
mentalizado para estar serena. He hablado con Miguel, que es el veterinario que
lo ha estado atendiendo, y he tenido que reconocer que su situación es crítica
y que no se va a curar. La enfermedad lo va a ir consumiendo poco a poco,
quizás con dolor que no siempre expresan los gatos. Y con todo el dolor de mi
alma lo he dejado allí, durmiendo un sueño del que no se despertará. Es lo
último y más responsable que puedo hacer, evitarle sufrimiento.
El regreso a casa y ver su
cesto vacío ha sido duro. Me he encontrado a Christmas tumbado en mi cama, en
el lugar donde solía estar Ray. Y ahora mientras escribo me observa. Es el gato
de la casa. Tiene sobre el lomo los últimos rayos del atardecer. Ray era de un
color más crema y Christmas es de color rojizo. Ray era un león y este un
tigre. Cuando me despertaba solía tenerlos a mis pies, a los dos, sobre la
cama. Así comenzaban muchas mañanas para mí: era una sensación maravillosa
verse acompañada de felinos.
Cuando se me ha pasado el
llanto me he metido en "mi canal" de youtube y he visto vídeos de mis
gatos. No sé por qué me dió por hacer estos vídeos, pero ahora me agrada
verlos. Son buenos momentos que me quedan. Ahí están los tres: Ceni, Ray y
Christmas. Y Ray durmiendo con los ojos abiertos. Qué bonito era.
Me pregunto si Ceni y Ray
serán amigos, allá en la otra vida. Como dicen algunos, más allá del arco iris.
Espero que se reconozcan y estén juntos, ya que me han compartido durante estos
años. Y si no, al menos están juntos en mis recuerdos.
Este día he contemplado el amanecer junto a tí, pero al atardecer ya no estabas
conmigo. Cuánto te voy a echar de menos, Ray. Me parece irreal que no estés
aquí, a mi lado. Que ya nunca más te subirás al mueble ni saldrás al balcón a
mordisquear entre los pensamientos. Ni escucharé tu maullido suave ni tu
runruneo en las noches de tormenta. Qué sola se me hace la soledad sin tí esta
noche, mi querido gato color vainilla...