Papers by Jose Gayoso Velasquez
Víctor Hugo LOS MISERABLES ÍNDICE PRIMERA PARTE FANTINA LIBRO PRIMERO: Un justo I.
Durante la guerra de Secesión de los Estados Unidos, se estableció en Baltimore, ciudad del Estad... more Durante la guerra de Secesión de los Estados Unidos, se estableció en Baltimore, ciudad del Estado de Maryland, una nueva sociedad de mucha influencia. Conocida es la energía con que el instinto militar se desenvolvió en aquel pueblo de armadores, mercaderes y fabricantes Simples comerciantes y tenderos abandonaron su despacho y su mostrador para improvisarse capitanes, coroneles y hasta generales sin haber visto las aulas de West Point,(1) y no tardaron en rivalizar dignamente en el arte de la guerra con sus colegas del antiguo continente, alcanzando victorias, lo mismo que éstos, a fuerza de prodigar balas, millones y hombres.
d d o o o t t t . . . c c c o o o m m m Sófocles EDIPO REY PERSONAJES EDIPO. SACERDOTE. CREONTE. ... more d d o o o t t t . . . c c c o o o m m m Sófocles EDIPO REY PERSONAJES EDIPO. SACERDOTE. CREONTE. CORO DE ANCIANOS TEBANOS. TIRESIAS. YOCASTA. MENSAJERO. SERVIDOR DE LAYO. OTRO MENSAJERO. (Delante del palacio de Edipo, en Tebas. Un grupo de ancianos y de jóvenes están sentados en las gradas del altar, en actitud suplicante, portando ramas de olivo. El Sacerdote de Zeus se adelanta solo hacia el palacio. Edipo sale seguido de dos ayudantes y contempla al grupo en silencio. Después les dirige la palabra.)
Este primer libro contiene, en breves palabras, la exposición o asunto de todo el Poema: La Desob... more Este primer libro contiene, en breves palabras, la exposición o asunto de todo el Poema: La Desobediencia del Hombre; y como consecuencia de ella, la pérdida del Paraíso donde moraba. Indícase también que el primer móvil de su caída fue la Serpiente o más bien Satanás, personificado en ella; el cual, rebelándose contra Dios y atrayendo a su partido numerosas legiones de ángeles fue, por disposición divina, arrojado del cielo y precipitado con toda su hueste al profundo abismo.
Nací en 1632, en la ciudad de York, de una buena familia, aunque no de la región, pues mi padre e... more Nací en 1632, en la ciudad de York, de una buena familia, aunque no de la región, pues mi padre era un extranjero de Brema 1 que, inicialmente, se asentó en Hull 2 . Allí consiguió hacerse con una considerable fortuna como comerciante y, más tarde, abandonó sus negocios y se fue a vivir a York, donde se casó con mi madre, que pertenecía a la familia Robinson, una de las buenas familias del condado de la cual obtuve mi nombre, Robinson Kreutznaer. Mas, por la habitual alteración de las palabras que se hace en Inglaterra, ahora nos llaman y nosotros también nos llamamos y escribimos nuestro nombre Crusoe; y así me han llamado siempre mis compañeros.
Nostalgias inmemoriales de nomadismo brotan debilitando la esclavitud del hábito; de su sueño inv... more Nostalgias inmemoriales de nomadismo brotan debilitando la esclavitud del hábito; de su sueño invernal despierta otra vez, feroz, la tensión salvaje.
1 -Y que si hubiera sabido quedarse en casa, bien podía haberse muerto de puro viejocontestó Henr... more 1 -Y que si hubiera sabido quedarse en casa, bien podía haberse muerto de puro viejocontestó Henry, compartiendo la opinión del otro.
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Y él la miró con suma ternura, pues había sido ella la que cerrara los ojos de su madre cuando la... more Y él la miró con suma ternura, pues había sido ella la que cerrara los ojos de su madre cuando las blancas alas de la muerte la recogieron.
PRIMER PARTE PRÓLOGO Desocupado lector: Quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fue... more PRIMER PARTE PRÓLOGO Desocupado lector: Quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido contravenir la naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante. Y así, ¿qué podrá engendrar mi ingenio sino la historia de un hijo seco, avellanado y
Estuve contemplando esta noche a un grupo alegre de niños, reunidos en torno a un lindo juguete a... more Estuve contemplando esta noche a un grupo alegre de niños, reunidos en torno a un lindo juguete alemán: un árbol de Navidad. Estaba plantado en el centro de una mesa redonda muy grande, y se erguía muy por encima de las cabezas de aquéllos. Se hallaba iluminado con multitud de velitas, y centelleaba por todas partes, deslumbrante de objetos brillantes. Escondidas entre sus verdes hojas había muñecas de mejillas sonrosadas, y colgando de sus innumerables ramitas se veían auténticos relojes (por lo menos, sus manecillas podían moverse, y se les daba toda la cuerda que uno quería); sujetas entre las ramas, como para amueblar una casa de hadas, había mesas, sillas, camas, roperos, todos ellos barnizados a la francesa, y relojes con cuerda para ocho días, y otros utensilios domésticos maravillosamente fabricados de metal en Wolverhampton; se veían igualmente en el árbol hombrecitos alegres y de cara regordeta, mucho más atrayentes que bastantes hombres de carne y hueso (lo cual no debe maravillar, porque sus cabezas eran postizas y estaban atiborradas de confites); había violines y tambores, panderos, libros, cajas de herramientas, cajas de pinturas, cajas de dulces, cajas de estampas para mirar por un agujero; cajas, en fin, de todas clases; había, para las niñas grandecitas, diademas mucho más brillantes que las joyas y el oro de las personas mayores; había cestillos y alfileteros en gran variedad; había fusiles, espadas y banderas; y brujas, en pie dentro de un círculo mágico de cartón, dispuestas a decir la buenaventura; había perinolas, trompos zumbadores, estuches de agujas, seca-plumas, botellas de sales, pinturas de hombres ilustres, sujeta-ramilletes; frutas de verdad a las que se había dado un brillo deslumbrador bruñéndolas con oro en hojas; manzanas, peras y nueces artificiales, llenas de sorpresas; en una palabra, y para emplear la frase que una linda niña que estaba delante de mí pronunció, dirigiéndose a otra linda niña, su amiga del alma: «Hay de todo y más». Esta abigarrada colección de los objetos más diversos, que llenaba el árbol como con frutos de magia, y que reflejaba el brillo de las miradas que desde todas partes le dirigían (algunos de los ojos diamantinos que le admiraban, apenas si alcanzaban el nivel de la mesa, y otros languidecían poseídos de un asombro tímido en brazos de lindas mamás, tías y niñeras), plasmaba en realidad viva todas las fantasías de la niñez; y me hizo pensar a mí en que todos los árboles que crecen y cuantas cosas nacen sobre la tierra tienen para la época inolvidable de la niñez sus adornos naturales.
LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DíAS En el año 1872, la casa número 7 de Saville-Row, Burlington Gardens... more LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DíAS En el año 1872, la casa número 7 de Saville-Row, Burlington Gardens-donde murió Sheridan en 1814-estaba habitada por Phileas Fogg, quien a pesar de que parecía haber tomado el partido de no hacer nada que pudiese llamar la atención, era uno de los miembros más notables y singulares del ReformClub de Londres. Por consiguiente, Phileas Fogg, personaje enigmático y del cual sólo se sabía que era un hombre muy galante y de los más cumplidos gentlemen de la alta sociedad inglesa, sucedía a uno de los más grandes oradores que honran a Inglaterra. Decíase que se daba un aire a lo Byron-su cabeza, se entiende, porque, en cuanto a los pies, no tenía defecto alguno-, pero a un Byron de bigote y pastillas, a un Byron impasible, que hubiera vivido mil años sin envejecer. Phileas Fogg, era inglés de pura cepa; pero quizás no había nacido en Londres. Jamás se le había visto en la Bolsa ni en el Banco, ni en ninguno de los despachos mercantiles de la City. Ni las dársenas ni los docks de Londres recibieron nunca un navío cuyo armador fuese Phileas Fogg. Este gentleman no figuraba en ningún comité de administración. Su nombre nunca se había oído en un colegio de abogados, ni de en Gray's Inn. Nunca informó en la Audiencia del canciller, ni en el Banco de la Reina, ni en el Echequer, ni en los Tribunales Eclesiásticos. No era ni industrial, ni negociante, ni mercader, ni agricultor. No formaba parte ni del Instituto Real de la Gran Bretaña ni del Instituto de Londres, ni del Instituto de los Artistas, ni del Instituto Russel, ni del Instituto Literario del Oeste, ni del Instituto de Derecho, ni de ese Instituto de las Ciencias y las Artes Reunidas que está colocado bajo la protección de Su Graciosa Majestad. En fin, no pertenecía a ninguna de las numerosas Sociedades que pueblan la capital de Inglaterra, desde la Sociedad de la Armónica hasta la Sociedad Entoniológica, fundada principalmente con el fin de destruir los insectos nocivos. Phileas Fogg era miembro del Reform-Club, y nada más. Al que hubiese extrañado que un gentleman tan misterioso alternase con los miembros de esta digna asociación, se le podría haber respondido que entró en ella recomendado por los señores Baring Hermanos. De aquí cierta reputación debida a la regularidad con que sus cheques eran pagados a la vista por el saldo de su cuenta corriente, invariablemente acreedor. ¿Era rico Phileas Fogg? Indudablemente. Cómo había realizado su fortuna, es lo que los mejor informados no podían decir, y para saberlo, el último a quien convenía dirigirse era míster Fogg. En todo caso, aun cuando no se prodigaba mucho, no era tam-poco avaro, porque en cualquier parte donde faltase auxilio para una cosa noble, útil o generosa, solía prestarlo con sigilo y hasta con el velo del anónimo. En suma, encontrar algo que fuese menos comunicativo que este gentleman, era cosa difícil. Hablaba lo menos posible y parecía tanto más misterioso cuanto más silencioso era. Llevaba su vida al día; pero lo que hacía era siempre lo mismo, de tan matemático modo, que la imaginación descontenta buscaba algo más allá. ¿Había viajado? Era probable, porque poseía el inapamundi mejor que nadie. No había sitio, por oculto que pudiera hallarse del que no pareciese tener un especial conocimiento. A veces, pero siempre en pocas breves y claras palabras, rectificaba los mil propósitos falsos que solían circular en el club acerca de viajeros perdidos o extraviados, indicaba las probabilidades que tenían mayores visos de realidad y a menudo, sus palabras parecían haberse inspirado en una doble vista; de tal manera el suceso acababa siempre por justificarlas. Era un hombre que debía haber viajado por todas partes, a lo menos, de memoria.
El domingo 24 de mayo de 1863, mi tío, el profesor Lidenbrock, regresó precipitadamente a su casa... more El domingo 24 de mayo de 1863, mi tío, el profesor Lidenbrock, regresó precipitadamente a su casa, situada en el número 19 de la König-strasse, una de las calles más antiguas del barrio viejo de Hamburgo. Marta, su excelente criada, azaróse de un modo extraordinario, creyendo que se había retrasado, pues apenas si empezaba a cocer la comida en el hornillo. "Bueno" "pensé para mí" , si mi tío viene con hambre, se va a armar la de San Quintín; porque difïculto que haya un hombre de menos paciencia.-¡Tan temprano y ya está aquí el señor Lidenbrock!-exclamó la pobre Marta, llena de estupefacción, entreabriendo la puerta del comedor.-Sí, Maria; pero tú no tienes la culpa de que la comida no esté lista todavía, porque aún no son las dos. Acaba de dar la media en San Miguel.-¿Y por qué ha venido tan pronto el señor Lidenbrock?-El nos lo explicará, probablemente.-¡Ahí viene! Yo me escapo. Señor Axel, hágale entrar en razón. Y la excelente Marta marchóse presurosa a su laboratorio culinario, quedándome yo solo. Pero, como mi carácter tímido no es el más a propósito para hacer entrar en razón al más irascible de todos los catedráticos, disponíame a retirarme prudentemente a la pequeña habitación del piso alto que me servía de dormitorio, cuando giró sobre sus goznes la puerta de la calle, crujió la escalera de madera bajo el peso de sus pies fenomenales, y el dueño de la casa atravesó el comedor, entrando presuroso en su despacho, colocando, al pasar, el pesado bastón en un rincón, arrojando el mal cepillado sombrero encima de la mesa, y diciéndome con tono imperioso:-¡Ven, Axel! No había tenido aún tiempo material de moverme, cuando me gritó el profesor con acento descompuesto:-Pero, ¿qué haces que no estás aquí ya? Y me precipité en el despacho de mi irascible maestro. Otto Lidenbrock no es mala persona, lo confieso ingenuamente; pero, como no cambie mucho, lo cual creo improbable, morirá siendo el más original a impaciente de los hombres. Era profesor d el Johannaeum, donde explicaba la cátedra de mineralogía, enfureciéndose, por regla general, una o dos veces en cada clase. Y no porque le preocupase el deseo de tener discípulos aplicados, ni el grado de atención que éstos prestasen a sus explicaciones, n i el éxito que como consecuencia de ella, pudiesen obtener en sus estudios; semejantes detalles teníanle sin cuidado. Enseñaba subjuntivamente, según una expresión de la filosofía alemana; enseñaba para él, y no para los otros. Era un sabio egoísta; un pozo de ciencia cuya polea rechinaba cuando de él se quería sacar algo. Era, en una palabra, un avaro. En Alemania hay algunos profesores de este género.
INAUGURACION EL sol iba a desaparecer detrás de las colinas que limitaban el horizonte hacia el o... more INAUGURACION EL sol iba a desaparecer detrás de las colinas que limitaban el horizonte hacia el oeste. El tiempo era hermoso. Por el lado opuesto, algunas nubecillas reflejaban los último s rayos, que no tardarían en extinguirse en las sombras del crepúsculo, de bastante duración en el grado 55 del hemisferio austral. En el momento que el disco solar mostraba solamente su parte superior, un cañonazo resonó a bordo del "aviso" Santa Fe, y el pabellón de la República Argentina flameó. En el mismo instante resplandecía una vivísima luz en la cúspide del faro construido a un tiro de fusil de la bahía de Elgor, en la que el Santa Fe había fondeado. Dos de los torreros del faro, los obreros agrupados en la playa, la tripulación reunida en la proa del barco, saludaron con grandes aclamaciones la primera luz encendida en aquella costa lejana. Otros dos cañonazos siguieron al primero, repercutidos por los ruidosos ecos de los alrededores. La bandera fue luego arriada, según el reglamento de los barcos de guerra, y el silencio se hizo en aquella Isla de los Estados, situada en el punto de concurrencia del Atlántico con el Pacifico. Los obreros embarcaron a bordo del Santa Fe, y no quedaron en tierra más que los tres torreros, uno de ellos de servicio en la cámara de cuarto. Los otros dos paseaban, charlando, a la orilla del mar.-Y bien, Vázquez-dijo el más Joven de los dos-, ¿Es mañana cuando zarpa el "aviso"?-Si, Felipe, mañana mismo, y espero que no tendrá mala travesía para llegar al puerto, a menos que no cambie el viento. Después de todo, quinientas millas no es ninguna cosa extraordinaria, cuando el barco tiene buena máquina y sabe llevar la lona.-Y, además, que el comandante Lafayate conoce bie n la ruta.-Que es toda derecha. Proa al sur para venir, proa al norte para volver; y si la brisa continúa soplando de tierra, podrá mantenerse al abrigo de la costa y navegará como por un río.-Pero un río que no tendrá más que una orilla-repuso Felipe-. Y si el viento salta a otro cuadrante. ..-Eso sería mala suerte, y espero que no ha de tenerla el Santa Fe. En quince días puede haber ganado sus quinientas millas y fondear en la rada de Buenos Aires.-Sí, yo creo que el buen tiempo va a durar.-Así lo espero. Estamos en los comienzos de la primavera, y tres meses por delante son más que algo.
Cinco semanas en globo I El final de un discurso muy aplaudido.-Presentación del doctor Samuel Fe... more Cinco semanas en globo I El final de un discurso muy aplaudido.-Presentación del doctor Samuel Fergusson.-« Excelsior. »-Retrato de cuerpo entero del doctor.-Un fatalista convencido.-Comida en el Traveller's Club.-Numerosos brindis de circunstancias El día 14 de enero de 1862 había asistido un numeroso auditorio a la sesión de la Real Sociedad Geográfica de Londres, plaza de Waterloo, 3. El presidente, sir Francis M .... comunicaba a sus ilustres colegas un hecho importante en un discurso frecuentemente interrumpido por los aplausos. Aquella notable muestra de elocuencia finalizaba con unas cuantas frases rimbombantes en las que el patriotismo manaba a borbotones: «Inglaterra ha marchado siempre a la cabeza de las naciones (ya se sabe que las naciones marchan universalmente a la cabeza unas de otras) por la intrepidez con que sus viajeros acometen descubrimientos geográficos. (Numerosas muestras de aprobación.) El doctor Samuel Fergusson, uno de sus gloriosos hijos, no faltará a su origen. (Por doquier.¡No! ¡No!) Su tentativa, si la corona el éxito (gritos de: ¡La coronará!), enlazará, completándolas, las nociones dispersas de la cartografía africana (vehemente aprobación), y si fracasa (gritos de: ¡Imposible! ¡Imposible!), quedará consignada en la Historia como una de las más atrevidas concepciones del talento humano. (Entusiasmo frenético.)»-¡Hurra! ¡Hurra!-aclamó la asamblea, electrizada por tan conmovedoras palabras.-¡Hurra por el intrépido Fergusson!-exclamó uno de los oyentes más expansivos. Resonaron entusiastas gritos. El nombre de Fergusson salió de todas las bocas, y fundados motivos tenemos para creer que ganó mucho pasando por gaznates ingleses. El salón de sesiones se estremecio. Allí se hallaba, sin embargo, un sinfín de intrépidos viajeros, envejecidos y fatigados, a los que su temperamento inquieto había llevado a recorrer las cinco partes del mundo. Todos ellos, en mayor o menor medida, habían escapado física o moralmente a los naufragios, los incendios, los tomahawk de los indios, los rompecabezas de los salvajes, los horrores del suplicio o los estómagos de la Polinesia. Pero nada pudo contener los latidos de sus corazones durante el discurso de sir Francis M .... y la Real Sociedad Geográfica de Londres, sin duda, no recuerda otro triunfo oratorio tan completo. Pero en Inglaterra el entusiasmo no se reduce a vanas palabras. Acuña moneda con más rapidez aun que los volantes de la Royal Mint. Se abrió, antes de levantarse la sesión, una suscripción a favor del doctor Fergusson que alcanzó la suma de dos mil quinientas libras. La
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