Papers by Peniel San Justo
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A menos que se señale lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Vale... more A menos que se señale lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera 1960 Tipografía de la edición castellana: A&W Publishing Electronic Services, Inc. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial en cualquier forma, escrita o electrónica, sin la debida autorización de los editores. Reconocimientos Querido amigo: Cuando piensas en la cruz, ¿qué pensamientos vienen a tu mente? ¿Campanarios? ¿Collares de oro? ¿Iglesias? ¿O tus pensamientos son más intensos y vienen a tu mente palabras como estas: Jesús. Clavos. Sangre. Dolor. Muerte. Tumba. ¿Tumba? ¡Sí, vacía! Gozo. Promesa. Vida. ¡Salvador! Ah, las palabras de la cruz, están tan llenas de sufrimiento. Tan llenas de pasión. Tan llenas de promesas. Las promesas de Dios, sus promesas para ti. ¡Sus promesas de hacer lo que sea necesario para salvar tu alma! A propósito, allí es donde están sus pensamientos. Él está pensando en ti. Y mientras reflexionas en la cruz, Él quiere que sepas lo que hizo por ti. ¡ Lo hizo por ti ! Bendiciones, Max Lucado La Parábola EL ANHELO DE DIOS PARA TI «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él». ( Juan 3.16 , 17 ) La Parábola EL ANHELO DE DIOS PARA TI Madeline, de cinco años de edad, saltó a las rodillas de su padre. -¿Comiste lo suficiente? -le preguntó él. Ella sonrió y se golpeó suavemente la barriga. -No puedo comer más. -¿Te dieron pastel de la abuelita? -¡Un gran pedazo! Joe miró a su madre que estaba al otro lado de la mesa. -Parece que estamos todos satisfechos. No podremos hacer nada más esta noche que no sea irnos a la cama. Madeline puso sus pequeñas manitas a los lados de la cara de su padre. -Pero papi, hoy es Nochebuena. Dijiste que podríamos bailar. Joe fingió no acordarse. -¿Dije eso? Porque no recuerdo haber dicho nada sobre bailar. La abuelita sonrió y pasó su mano por la cabeza de la niña mientras empezaba a recoger las cosas de la mesa. -Pero papi -rogó Madeline-, nosotros siempre bailamos en Nochebuena. Solo tú y yo, ¿recuerdas? Una sonrisa se dibujó bajo el grueso bigote del padre. -Por supuesto que lo recuerdo, querida. ¿Cómo podría olvidarlo? Y diciendo eso, se puso en pie, tomo su manita en la suya y, por un momento, solo por un momento, su esposa estaba viva de nuevo y los dos entraban en el cuartito para pasar juntos otra Nochebuena como otras tantas que habían pasado, bailando hasta la madrugada. 1Lucado, M. 2000. Lo hizo por ti . Caribe-Betania Editores: Nashville
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