‘Histórica’, ‘estratégica’ y ‘amistosa’ visita de Xi Jinping a Rusia
Gabriel E. Merino1
IRI, 27 de marzo de 2023
Por si quedaba alguna duda sobre la importancia y el significado histórico
de la cumbre de máximo nivel en Moscú entre el gobierno de China y el de Rusia,
el diálogo de la despedida entre Xi Jinping y Vladimir Putin fue contundente:
Xi: "Ahora hay cambios que no se habían producido en 100 años. Cuando estamos
juntos, impulsamos estos cambios".
Putin: "Estoy de acuerdo".
Xi: "Cuídate, querido amigo".
Putin: "Buen viaje”.
El propio título del documento emitido al finalizar la reunión habla por sí
solo: Profundización de la Asociación Estratégica Integral de Coordinación para la
Nueva Era.2
Como recordó el propio Putin, ambos mandatarios tuvieron unas 40
reuniones en 14 años. Pero esta cumbre tuvo un tenor especial. Es primer viaje al
exterior del mandatario chino luego de su re-elección y su primer destino exterior
luego de la pandemia. A su vez, se produce en plena guerra en Ucrania, cuando
se especuló mucho sobre cómo iba a afectar la incursión directa de las fuerzas
armadas de Rusia en su vecino país en la relación entre ambas potencias. Y,
además, coincidió con los 20 años de guerra de Irak protagonizada por Estados
Unidos, el polo anglo-estadounidense y aliados, que marcó junto con la guerra en
Afganistán el inicio de apuestas militares por parte de Washington para “prevenir”
lo que finalmente sucedió: su declive relativo, la crisis de hegemonía y el ascenso
de nuevos polos de poder.
Los propios protagonistas de la cumbre se encargaron de reforzar esos tres
aspectos centrales de la relación entre ambas potencias euroasiáticas que se
señalan en el título de la nota: sus carácter histórico, estratégico y amistoso. A su
vez, destacaron tres ejes de la asociación euroasiática: el verdadero
multilateralismo frente a la imposición unilateral occidental, la promoción de la
recuperación post-pandemia frente a las estrategias emanadas de la mentalidad
de “guerra fría” que socavan el crecimiento y la cooperación, y la construcción de
un mundo multipolar frente al viejo orden unipolar.
La cumbre mostró que la confianza mutua de alto nivel y la coordinación
entre las dos potencias principales son sólidas y se elevarán a un nivel superior a
pesar de la “turbulencia en el mundo”. Xi también reforzó el carácter prioritario de
las relaciones con Moscú, así como el lugar de potencia de primer nivel de Rusia
—algo que los globalistas de Washington y Occidente suelen desconocer— y
sentenció que “somos potencias vecinas y socios estratégicos a todos los
niveles”. Es decir, para Beijing, como también para Moscú, la asociación es
estratégica y prioritaria ya que entienden que de no existir no podrían avanzar en
sus objetivos fundamentales.
Para Xi el viaje tenía una “lógica histórica”. Justamente, la dimensión
histórica fue puesta de relieve en varias ocaciones, como en la contundente
despedida citada al principio. Ello resalta que la asociación estratégica integral
está estrechamente relacionada con protagonizar cambios estructurales en el
sistema mundial, en una situación de transición histórica-espacial, como se
observó hace 100 años —cuando se produjo la revolución rusa y se desarrolló la
revolución nacional y social de China (1911-1949) en estrecha colaboración con el
comunismo soviético, transformando de forma permanente la realidad política
mundial. La asociación entre China y Rusia busca, en la visión de sus propios
protagonistas, impulsar nuevamente la historia.
El carácter histórico del vínculo y de la reunión fue también resaltado por
Putin, quien señaló que: “Durante este tiempo, el mundo ha visto muchos
cambios, a menudo no para mejor. Sin embargo, lo principal no ha cambiado: me
refiero a la firme amistad entre Rusia y China, que se fortalece constantemente en
beneficio y en interés de nuestros países y pueblos. Las relaciones Rusia-China
han alcanzado el nivel más alto de su historia y están ganando aún más fuerza;
superan en calidad a las alianzas político-militares de la época de la Guerra Fría,
sin nadie a quien ordenar constantemente y nadie a quien obedecer
constantemente, sin limitaciones ni tabúes.”
A su vez, el primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin, afirmó en este sentido
que: "En Rusia estamos sinceramente interesados en fortalecer aún más nuestra
asociación integral y compromiso estratégico con China. Nuestras relaciones
están al más alto nivel en toda la historia de muchos siglos e influyen en la
formación de la agenda global, en la lógica de la multipolaridad”.
Para la intelectualidad rusa y los cuadros del nacionalismo eurasianista, esto
forma parte de un movimiento secular, un giro hacia el Este que comienza a partir
de 2014 con el inicio de la guerra en Ucrania —cuando Moscú entiende que el
Euromaidán y el golpe pro-occiental en dicho país habían traspasado todas las
líneas rojas de seguridad. Para el Kremlin, el horizonte estratégico fundamental
pasaría por volcarse con más fuerza hacia Asia, proveer de energía y otras
materias primas a China, India y al sudeste asiático (las grandes plataformas
industriales en ascenso), aprovechar su ubicación como gran puente euroasiático
y próxima gran ruta marítima por Ártico y, sobre todo, tener capacidad para resistir
una década de declive agresivo de los Estados Unidos y de Occidente.3 Bajo esta
perspectiva analítica que domina en Moscú, China es el gran colchón estratégico
que haría posible resistir declive agresivo del atlantismo y desarrollar un bloque
alternativo en Eurasia.
El concepto de ‘amistad’ resulta clave y se insistió con el término en los
diferentes mensajes públicos. Ya había llamado la atención en febrero de 2022 —
pocos días antes de que el gobierno ruso decidiera la invasión denominada
“intervención militar especial” en Ucrania justo 8 años después de la destitución
del ex presidente ucraniano Victor Yanukóvich— la definición oficial de la relación
adoptada por ambas potencias como de “Amistad Sin Límites”. Lo cual fue
reforzado sistemáticamente por acento en la gran relación personal entre ambos
líderes. Xi ha llegado a describir a menudo a Putin como su mejor amigo, en un
claro sentido político del término. También se despidió ahora de Putin diciendo
“cuídate, querido amigo”. El propio Putin publicó antes de la visita un artículo en el
Diario del Pueblo de China, el cual comienza resaltando este carácter de la
relación:
Conocí al camarada Xi Jinping en marzo de 2010 cuando visitó Moscú como
jefe de una delegación china de alto nivel. Nuestra primera reunión se llevó a
cabo en un ambiente muy profesional y al mismo tiempo sincero y amistoso.
Me gusta mucho este estilo de comunicación. Sé que la gente en China
concede gran importancia a la amistad y las relaciones personales. No es
coincidencia que Confucio el Sabio dijera: ”¿No es una alegría tener amigos
que vienen de lejos?”. En Rusia compartimos este valor y tenemos verdaderos
amigos como hermanos. Nuestros dos pueblos tienen mucho en común aquí.
Lo que se resalta con ello es la cuestión de la confianza y la credibilidad
como elementos clave de las relaciones inter-estatales, lo que contrasta con la
relación de desconfianza con el “Occidente geopolítico”, cuestión
permanentemente remarcada por el Kremlin; así como también el hecho de
compartir valores comunes, lo que está en consonancia con la narrativa china de
proyectar “Una comunidad de destino común, un hogar compartido para la
humanidad”. Son palabras y gestos que procuran mostrar que la relación van más
allá de intereses inmediatos e involucra otras esferas además de la racional.
También se busca profundizar los lazos entre sus respectivas sociedades, lo cual
fue reforzado por los artículos publicados por ambos mandatarios en grandes
periódicos del otro país antes de la visita.
Sucintamente, resulta parece relevante destacar 4 cuestiones
fundamentales.
Primero, la relación entre Rusia y China es una asociación estratégica
estructural e integral, y resulta clave para entender la transición de poder actual.
Desde los 5 de Shanghai en 1997, primer paso clave posterior a la Guerra Fría,
que luego derivaría en la conformación de la Organización para la Cooperación de
Shanghái en 2001, hubieron 26 años de avances constantes en la asociación
estratégica entre ambas potencias. Y justamente comenzaron allá por 1997 y en
paralelo a la decisión de expandir la OTAN por parte las potencias atlantistas,
junto a otras decisiones consideradas unilaterales, proclamando la necesidad de
construir un mundo multipolar. Las grandes crisis y las políticas de “contención”
impulsadas por el Occidente geopolítico, no hicieron más que profundizar esa
asociación, como lo vemos ahora en la nueva visita de Xi.
Segundo, la cumbre claramente buscó mostrar y reforzar el vínculo entre
Rusia y China. El viaje de Xi fue todo un mensaje en sí mismo y dejó claro que la
guerra en Ucrania que enfrenta a Rusia con la OTAN no sólo no afecta el vínculo
entre ambas potencias y su estrategia de asociación a largo plazo, sino que la
profundiza, reforzando los principios comunes que impulsan para construir un
orden mundial multipolar. Putin aseguró que ambos países tienen "numerosos
objetivos en común", y alabó a China por su "posición justa y equilibrada sobre los
temas internacionales más urgentes”. De su parte, Xi declaró que China está
"dispuesta a mantenerse firmemente al lado de Rusia" en aras de un "verdadero
multilateralismo".
También esto es un mensaje que tiene que ver con la propia discusión
interna en China. Recordemos que un importante profesor y consejero de estado
chino, Hu Wei, publicó en marzo del año pasado un artículo en el que afirmaba
que Beijing debía alejarse de Rusia.4 No se trataba de cualquier intelectual sino del
vicepresidente del Centro de Investigación de Políticas Públicas de la Oficina del
Consejo de Estado, presidente de la Asociación de Investigación de Políticas
Públicas de Shanghai y presidente del Comité Académico del Instituto Chahar.
Claramente, se trata de un cuadro del ‘liberal’ grupo de Shanghái, ligados a la
burguesía china de la costa, más cercana a las fuerzas globalistas del occidente
geopolítico e impulsora de reformas pro-capitalistas. Esta es la línea que
claramente perdió posiciones como se pudo ver en el Congreso del Partido y en la
re-elección de Xi.
Tercero, la búsqueda de Beijing de posicionarse como un mediador central
para lograr la paz en Ucrania. Si hay algo que está claro es que el PCCh apuesta a
la paz. El análisis es que las tendencias históricas le son favorables al gigante
asiático, así como desfavorables para primacía de los grupos dominantes de
Estados Unidos y Occidente, por lo cual Washington apuesta a las políticas de
contención para frenar el ascenso chino, las cuales incluyen la guerra. Es decir, al
igual que Esparta cuando se vio desafiada por la ascendente Atenas, las fuerzas
dominantes de Estados Unidos buscan evitar ese proceso a través guerra
comercial, guerra tecnológica, provocaciones en Taiwán que deriven en un
conflicto bélico, giro militar hacia el Pacífico, alianzas estratégicas contra China en
el Indo-Pacífico —todo conjunto de estrategias que emanan de lo que se denuncia
como una mentalidad de “guerra fría”.
Este análisis lo dejaron muy en claro ambos países en esta ocasión. En el
artículo periodístico de Putin publicado en China puede leerse: “Apegándose más
tercamente que nunca a sus dogmas obsoletos y a su dominación que se
desvanece, el "Occidente colectivo" está apostando por el destino de estados y
pueblos enteros. La política de EE. UU. de contener simultáneamente a Rusia y
China, así como a todos aquellos que no se doblegan al dictado estadounidense,
se está volviendo cada vez más feroz y agresiva.”. Por su parte, el ministro chino
de Asuntos Exteriores, Qin Gang, hizo una declaración pública en la que afirmó:
"La principal contradicción en el mundo actual no es la llamada 'confrontación
entre democracia y autoritarismo' que un puñado de países han interpretado, sino
la lucha entre el desarrollo y la contención del desarrollo”. El propio Xi afirmó que
China y Rusia debían cooperar frente a los desafíos que enfrenta su propia
seguridad, debido a “los actos perjudiciales de hegemonía, dominación e
intimidación”.
La apuesta de Beijing sería a evitar un escalamiento de lo que denominamos
la actual Guerra Mundial Híbrida, intentando maniobrar para frustrar las estrategias
de contención en su contra y mostrar un creciente liderazgo mundial, pero a la vez
evitando verse involucrada en un conflicto bélico de forma directa.
El plan de paz de 12 puntos presentado por China para el conflicto en
Ucrania juega en ese sentido, buscando equilibrar el principio de integridad
territorial fundamental para China en relación a Taiwán, pero a la vez atender a las
“razones de seguridad” de Rusia amenazada por la expansiva OTAN. Tiene como
antecedente reciente el acuerdo entre Irán y Arabia Saudí bajo la mediación de
Beijing, que sacudió a las capitales occidentales. Si hay algo en común en ambos
conflictos es que los contendientes de cada caso tienen como socio comercial
principal a China. Un dato que resalta es que en 2020 el 46% de las exportaciones
y el 54% de las importaciones de Ucrania eran con el gigante asiático. Quizás ésta
sea una de las razones —a la que debemos sumar otras más— por lo cual el plan
de 12 puntos fuertemente criticado por Estados Unidos y la Unión Europea, no
fuera rechazado por Kiev. También Moscú se mostró dispuesta a avanzar en las
negociaciones en base a dicho plan.
Cuarto, la cumbre sirvió a profundizar la integración económica, los
proyectos de infraestructura y el trabajo conjunto en diversas áreas entre ambas
potencias, que se han acelerado profundamente desde 2014. Se busca ampliar la
cooperación en materia de comercio (que ya alcanza los 185.000 millones de
dólares), inversión, cadena de suministros, megaproyectos, energía y alta
tecnología. Esto incluye el diseño de una arquitectura financiera y monetaria más
allá de la hegemonía del dólar.
Un día antes del arribo de Xi a Rusia, más de 40 delegaciones africanas
llegaron a Moscú para participar en la conferencia parlamentaria "Rusia-África en
el mundo multipolar", que tiene entre sus finalidades preparar la segunda cumbre
Rusia-África que se desarrollará durante el mes de julio del corriente año. Por otro
lado, en una nota anterior mostramos la autonomía relativa de India frente a
Occidente en su relación con Rusia y la potenciación de los vínculos, el comercio
y los proyectos de infraestructura a partir de la escalada en el conflicto en
Ucrania.5 Como la visita de Xi a Rusia, son las imágenes de una nueva estructura
del poder mundial multipolar con ciertos rasgos bipolares.
Investigador del CONICET con lugar de trabajo en el IdIHCS (CISH-CIG). Profesor de la UNLP.
Co-coordinador del Grupo de Trabajo de CLACSO “China y el mapa del poder mundial”. Miembro
del IRI.
1
2
http://cl.china-embassy.gov.cn/esp/jrzg/202303/t20230322_11046126.htm
Merino, Gabriel Esteban (2022) La guerra en Ucrania, un conflicto mundial. Revista Estado y
Políticas Públicas, (19) : 113-140. Disponible en: https://revistaeypp.flacso.org.ar/files/revistas/
1666979769_113-140.pdf
3
Hu Wei, Xi Jinping could stop Putin’s war in Ukraine. Will he?, The New Statesman,15 de marzo
de 2022. https://www.newstatesman.com/world/europe/ukraine/2022/03/xi-jinping-could-stopputins-war-in-ukraine-will-he
4
La dinámica política de un mundo multipolar: https://avionnegro.com.ar/contextos/la-dinamicapolitica-de-un-mundo-multipolar/
5