Revista de Ciencias Sociales (Cr)
ISSN: 0482-5276
revista.cs@ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica
Kojève, Alexandre; Alfaro Vargas, Roy
¿QUÉ ES LA DIALÉCTICA?
Revista de Ciencias Sociales (Cr), vol. I, núm. 139, 2013, pp. 91-102
Universidad de Costa Rica
San José, Costa Rica
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15329873006
Cómo citar el artículo
Número completo
Más información del artículo
Página de la revista en redalyc.org
Sistema de Información Científica
Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Rev. Ciencias Sociales 139: 91-102 / 2013 (I)
ISSN: 0482-5276
TEORÍA SOCIAL
¿QUÉ ES LA DIALÉCTICA?1
WHAT’S THE DIALECTIC?
Alexandre Kojève
Traducción: Roy Alfaro Vargas*
RESUMEN
Este texto es una conferencia, cuyo nombre original es Was ist Dialektik?, dictada por
Alexandre Kojève (1902-1968) el 26 de junio de 1967, en la Universidad Libre de Berlín y
reproducida, por la Deutsche Zeitschrift für Philosophie, Berlín 50 (2002) 2, pp. 317-329.
Kojève aborda la dialéctica, a través del lenguaje. Con esto, él señala que la lengua misma
tiene una estructura dialéctica, ya que dos juicios contrarios en una misma situación
(la manzana de Kojève) no pueden ser válidos a la vez, en oposición a algunas corrientes
(post)estructuralistas que creen que ambos podrían ser válidos. Esta traducción llena
algunos vacíos con respecto a la dialéctica, en el contexto de un nuevo auge del marxismo.
Todas las notas en esta traducción son del traductor.
PALABRAS CLAVE: MARXISMO * FILOSOFÍA * LÓGICA * DIALÉCTICA * LENGUA
ABSTRACT
This text is a lecture, whose original name is Was ist Dialektik?, given by Alexandre Kojève
(1902-1968) at the Freien Universität Berlin, in June 26th, 1967, and reproduced by the
Deutsche Zeitschrift für Philosophie, Berlín 50 (2002) 2, pp. 317-329. Kojève deals with
dialectics through language. With this, he points out that language has a dialectical structure, since two opposite judgements in the same situation (the apple of Kojève) cannot be
true at the same time, contrary to some (post)structuralist approaches that believe that
both of them could be true. This translation fills some voids in relation to dialectics, in
the context of a new rise of Marxism. All the footnotes in this translation belong to the
translator.
KEYWORDS: MARXISM * PHILOSOPHY * LOGIC * DIALECTICS * LANGUAGE
1
Esta traducción complementa, de alguna manera, nuestra anterior traducción del texto de Lefebvre, “La noción de
totalidad en las ciencias sociales”, publicada en Telos 13 (1). Venezuela. 2011: 105-124, con el fin de diseminar el
pensamiento dialéctico, en el contexto del nuevo auge del pensamiento marxista.
*
Candidato a la Maestría Académica en Literatura latinoamericana de la Universidad de Costa Rica.
royalfarov@gmail.com
92
Alexandre Kojève
Traducción: Roy Alfaro Vargas
Hace algún tiempo, era una gran moda
hablar sobre “dialéctica”; hoy se habla más bien
sobre “estructuras”. Ahora bien, afortunadamente, es en este caso, lo mismo: la dialéctica
es una estructura y por cierto, es la estructura
de la lengua (es decir, la de otro artículo de
moda) —la lengua como tal y no quizás esta o
aquella lengua, este o aquel discurso o modo
de discursar. No es de ningún modo como si
uno pudiera hablar “dialécticamente” o “nodialécticamente”. En cuanto uno habla, se es
necesariamente dialéctico; de igual modo que lo
que se dice —y en cualquier lengua. (Al revés,
si uno quiere ser dialéctico, uno debe hablar. El
silencio —todo silencio— no es precisamente
dialéctico, es si ustedes así lo quieren, “nodialéctico”).
Ahora, si esto es así, entonces la palabra
“dialéctica” puede en el fondo solamente significar una cosa: la enseñanza de la estructura
de la lengua; pero, en un amplio sentido, como
discurso comprendido, el cual es consciente de
su propia estructura (si uno quiere, de su estructura dialéctica). El primer discurso consciente
de su propia estructura fue la filosofía hegeliana.
Así, puede uno también, si se quiere, comprender el discurso de Hegel bajo el término “dialéctico” o asimismo, los discursos de sus seguidores
directos o indirectos; por ejemplo, el discurso
marxiano o bien los discursos “marxistas”.
Sin embargo, yo no debo hoy hablar
aquí de Hegel, ni tampoco de Marx, sino exclusivamente sobre dialéctica, es decir, sobre la
estructura de la lengua como tal. Yo deseo que
ustedes, en esto que voy a decir, no reconozcan
ni a Hegel, ni a Marx, sino únicamente la lengua
misma. Además, quiero, antes de iniciar, confesar que personalmente estoy convencido que
todo lo que diré es hallado, al menos, en algún
sentido en Hegel. De por sí, yo lo he encontrado
en él. ¡Y ahora al grano!
En otras palabras, la lengua como tal
tiene una estructura dialéctica. Esta estructura dialéctica o dual de la lengua se basa en un
hecho (Tatsache) único; uno puede deducirla
—como dije antes— de este hecho, o lo que
es lo mismo, se puede atribuir a este hecho la
estructura total de la lengua. Este hecho es
muy simple, es por lo general conocido y ha
sido siempre sabido. Pero, las últimas consecuencias de este conocido hecho, en general,
desde siempre fueron mostradas, primeramente por Hegel, quien ha definitivamente agotado la cuestión. Y por cierto, se trata del simple
hecho que hay o puede haber para cada discurso un contra-discurso, que una proposición
positiva puede ser opuesta a una proposición
negativa del mismo contenido, que cada afirmación se deja negar.
Esta dualidad es esencial y específica de
la lengua. Solo la lengua es, en este sentido,
dual; cualquier otra cosa —el no-hablar, el
ruido— no lo es. Puede haber durante cada
discurso un contra-discurso, no hay para ningún ruido, un contra-ruido. La mejor formulación de este hecho fundamental de la lengua
es talvez la siguiente: “si la afirmación de algo
es racional, entonces la negación de la misma
también es racional”. De esto se sigue que es
imposible decidir, a través de lo puramente
discursivo, entre dos afirmaciones opuestas (si
ustedes quieren contra-dictorias) o sea, a través
de lo puramente lingüístico o solo mediante lo
expresivo. Es imposible con medios lingüísticos
discriminar a favor de una de estas afirmaciones, en relación con alguna otra de la lengua,
es decir, de la masa de todos los discursos;
una discusión exclusivamente lingüística (“dialógica”) es en principio infructuosa y podría
ser continuada de manera indeterminada por
mucho tiempo. La discriminación de una de
estas dos posibilidades lingüísticas opuestas
puede acontecer solamente a través de medios
extra-lingüísticos (taciturnos) y esto es así,
justamente cuando —y porque— uno las comprende mutuamente.
Esta consecuencia (en la cual se basa
todo el hegelianismo) es también hoy aún
no familiar a todo filosofar; por eso, la quiero intentar mostrar con un fácil ejemplo.
Supongamos que yo le digo a alguien que mi
pañuelo es verde; esto lo niego y lo afirmo,
mi pañuelo no es verde, sino blanco. Nosotros
podríamos discutirlo con él durante horas, mas
nunca lo podré convencer y él a mí tampoco
¡naturalmente! (y un eventual oyente podría
tomar partido del lado de mis oponentes, ya que
todos los pañuelos son en efecto blancos).
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
¿Qué es la dialéctica?
93
Cuánto durará este “diálogo”, dependerá
naturalmente del carácter de los interesados.
Ellos me dirán que, debido a que no soy lo suficientemente paciente (aunque locuaz), yo puedo
llevar la discusión a una decisión, mostrando
mi pañuelo ¡Bonito y bueno! ¿Pero qué debo
hacer si un hombre es ciego? Entonces deberé
probablemente utilizar otro —concluyente—
argumento si quiero llevar a mis oponentes a
la aprobación o al menos, a guardar silencio;
esto es claro. Menos llama la atención que el
mostrar el pañuelo es también un argumento
no-lingüístico, taciturno y callado; es decir, una
coacción, un acto violento. Si uno reflexiona
silenciosamente sobre este simple ejemplo, se
reconocerá que así es en todos los casos.
La estructura dialéctica (o sea dual) de
la lengua hace necesario que tarde o temprano
dos opiniones contradictorias sean formuladas
lingüísticamente y que una pueda ser excluida
solamente, a través de argumentos “silenciosos”, no-lingüísticos. Solo una, la contra-opinión de la opinión excluida se puede afirmar a
la larga, mediante la violencia (cuál violencia, si
no fue creada por el hombre, sino por la naturaleza; se llama “experiencia”).
Más tarde, vamos a ver comprobado
cómo se parece esto a la estructura dialéctica
de la lengua. Nosotros ya hemos visto que esta
estructura es dual, es decir, si hay una expresión (racional) “S es P ”, entonces también hay
otra expresión (asimismo racional) “S es no-P ”.
Uno puede decir entonces que S, o sea eso de
lo que se habla, es o P o no-P. Pero, donde hay
un o-o, debe haber también necesariamente
un tanto-como y asimismo, un ni-ni. Ahora
es, por otra parte, claro que fuera de estas
cuatro posibilidades, no hay y no puede haber
ninguna otra —quinta— posibilidad. Esto se
deja decir y comprobar axiomáticamente en
una forma matemática —o pseudo-matemática— (lo que hoy es muy popular). La fórmula
mágica, que se encierra en la estructura total
de la lengua en sí, uno puede aproximadamente escribirla así: N (NP) = P. La negación de la
negación es una afirmación: si uno niega que
S no es P, afirma que es P; si una manzana no
es no-verde, entonces es justamente verde y
ninguna otra cosa:
Apliquemos este axioma al esquema de
la lengua. Busquemos construir una quinta
posibilidad lingüística, que debe ser totalmente otra que la cuarta, o sea, debe ser no-ella.
Para construir una quinta posibilidad, uno
debe también primeramente, negar la cuarta. ¡Hagamos esto! ¿Ahora qué obtenemos?
Ninguna nueva quinta posibilidad, sino otra
disposición de la vieja cuarta posibilidad:
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
94
Alexandre Kojève
Traducción: Roy Alfaro Vargas
P y NP han cambiado su posición, por
lo demás no han transformado absolutamente nada. Y si negamos una vez más el total,
entonces incluso desaparecería esta distinción
en el orden y volveríamos al esquema inicial.
Ahora, ustedes han observado bien que esta es
el reflejo de la otra; una de estas variantes. Hay
también dos variantes de la cuadri-partición de
la lengua, la izquierda y la derecha. Un problema se posa en esto, el cual es por lo demás, el
problema fundamental de Platón, en realidad
su único problema. Platón ha propuesto una
solución discursiva del problema y esta solución
retórica (la cual no es ninguna solución) se ha
conservado salvo en Hegel. Hegel ha visto —e
implícitamente dicho— desde hace 160 años
que no hay ninguna solución del problema. Si
nosotros tenemos al final de la conferencia aún
algo de tiempo, yo regresaré al problema platónico del reflejo; pero ahora nosotros debemos
investigar más de cerca la estructura cuadripartida (doblemente-dual) de la lengua. “Ni-ni”,
“tanto-como” —¡las cuales sí son viejas conocidas! “Tanto-como”, que se halla en el principio
de contradicción; “ni-ni” en el principio del
tercero excluido.
Iniciemos con el principio del tercero
excluido. Normalmente, este principio lógico
se formula así: nada puede ser ni A , ni NA . Así
formulado, el principio no es correcto. Nosotros
no tenemos absolutamente ningún derecho
para afirmar que nada puede ser ni A ni NA ;
debemos decir solamente que si algo es ni A ni
NA , nosotros no podemos afirmar nada, decir
nada sobre eso. Cuando, en realidad, fue así, de
tal modo “evidente”, no a través del discurso (de
un Logos), sino por medio del silencio.
En otras palabras, el tercio, el tercero no
debe ser excluido del Ser, sino de lo más alto de
la lengua. Ahora, si fuera realmente verdadero
que no hubiera, fuera de la afirmación y negación, ninguna tercera posibilidad lingüística,
tendríamos en el principio del tercero excluido un modo de prueba discursiva de dios, la
cual sería sumamente extraña. Yo no quiero,
sin embargo, aceptar esto, porque esta tercera
posibilidad lingüística presuntamente excluida
existe realmente (aunque no la he visto durante
muchos años). Esta tercera posibilidad linguítica es a saber la pregunta: “¿Qué es S?”. Aquí
uno no expresa en efecto ni P, ni NP, sino solamente S y a pesar de esto, uno habla en un sentido verdadero, es decir, racional (sinn-voll)2.
Ya que tradicionalmente se llama a la
posibilidad lingüística “o”, tesis, y a la otra “o”,
antí-tesis; yo he llamado la posibilidad lingüística “ni-ni”, hipó-tesis. De hecho, esta posibilidad lingüística sirve de base tanto de lo tético,
como de lo anti-tético; ella es la primera posibilidad lingüística, en el sentido que ella es el
origen de todas las otras y ninguna pre-supone
la misma.
Dicho de otro modo, en el interior de la
lengua como un todo, cada expresión es una
respuesta a una pregunta, lo que no puede ser
puesto en pregunta; no se deja, por ello, discursar de otro modo. La mayoría de los hablantes,
no obstante, no son conscientes de ningún
modo de esto y el tradicional principio del tercero excluido, lo expresan completamente mal.
Pero, si uno observa la estructura gráfica de la
lengua, la cual está determinada por los tres
principios lógicos, entonces sería totalmente
claro el asunto:
2
Sinnvoll se ha traducido como racional: sin embargo, Kojève juega con la composición de la palabra
para expresar la idea de “lleno (voll) de sentido
(Sinn)”.
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
¿Qué es la dialéctica?
95
He mencionado precisamente ahora dos
principios lógicos. En efecto, hay, como cualquiera sabe, tres —y solo tres— axiomas, leyes
o principios, los cuales determinan y controlan
el todo de la lengua (a lo que estas tres leyes
obedecen es la lengua, que tiene, sobre la mesa,
una estructura esquemática y restituida; y al
revés, todo lo que esta estructura tiene es una
lengua que obedece a las tres leyes). Ahora,
nosotros vimos que el principio del tercero
excluido corresponde al “ni-ni” y dijimos, ya
antes, que el llamado “tanto-como” satisface el
principio de contradicción. También, el tercer y
último principio lógico llamado el principio de
identidad responde a “o-o”.
Usualmente, el principio de identidad
fue escrito así: A=A . Ahora, esto es en efecto
una identidad y el matemático no la escribe
con dos, sino con tres líneas paralelas: A≡A 3
y el matemático sabe también que uno no
puede iniciar nada con una identidad, sino
que solamente se deja deducir algo de las
igualdades. Por eso, yo propongo escribir no
A=A , sino A=N (NA); dicho en palabras, A es A y
no no-A . Si uno escribe el principio así, sería
mejor llamarlo el “principio de negación”. Pero
talvez es mejor conservar el nombre tradicional. Bien, entonces, uno debe invertir la
igualdad y escribir A=N (NA). La identidad sería
entonces definida, por cierto, como la negación de la negación. La negación misma sería
un concepto “primitivo” no-deducible, el cual
es definido implícitamente a través de la igualdad, a saber, como un “operador”, el cual primeramente es aplicable a todo, incluso a sí
mismo y en segundo lugar, lleva al punto de
partida, cuando fue aplicado por segunda vez
3
En realidad, cuando se usan dos rayas paralelas
(un igual) se asume un particular identificado consigo mismo, a manera de la imagen reflejada sobre
un espejo: es un único particular, lo que se refleja
y lo reflejado. Con tres rayas paralelas, no obstante, ya no se habla de igualdad, sino de congruencia,
o sea, ya no es un particular y su propio reflejo,
mas dos particulares; con lo cual se introduce en
la identidad, la diferencia (die Differenz) en sentido
hegeliano. Es decir, una identidad que en el tiempo
deviene lo no-idéntico, el cambio, el movimiento,
lo posible, lo utópico.
(todo esto tiene el suave aroma de los grupos
estructuralistas, el cual debió oler agradablemente a las narices modernas).
Expresado así, el principio de identidad
es a la vez una definición (de la posición tética
y de la negación anti-tética) y un axioma, el
cual determina la estructura total de la lengua.
Este principio dice que la lengua es dialéctica
o dual, porque en cada afirmación se halla una
negación (Verneinung), en cada posición, una
no-afirmación (Negation). Algo que no se deja
negar discursivamente, no se deja tampoco
afirmar igualmente de modo discursivo; todo
lo que es afirmado lingüística y racionalmente,
puede ser también negado lingüística y racionalmente. De otro modo, el principio de tercero
excluido dice que cada expresión es una respuesta a una pregunta; el principio de identidad
que no hay para cada pregunta una, sino dos
respuestas, las cuales son llamadas “opuestas”
o “contra-dictorias”.
Estas respuestas opuestas o contradictorias son lingüísticamente (o si ustedes quieren,
lógicamente) iguales, en el sentido que cada
una es la negación de la otra. Ahora, es además
claro que la afirmación discursiva precede la
negación discursiva —tanto “lógica” como temporalmente, pues esto está en su fundamento
mismo, como veremos pronto. Uno puede afirmar algo, sin interesarse en la negación misma,
pero uno solo puede negar aquello que fue afirmado. Mientras nada sea afirmado, no puede
uno negar nada (el silencio no admite ninguna
negación).
También, antes de que uno haya dicho
A o NA , uno no habría podido decir ni A , ni
NA ; entonces la hipó-tesis es lógica y temporalmente, la primera posibilidad lingüística.
Después de la hipó-tesis, viene entonces en
primer lugar, la tesis como segunda posibilidad
lingüística y luego la antí-tesis. Ahora, con esto,
nosotros hemos afirmado algo, hemos dicho
algo. Uno lo puede también negar, lo contrario
diría: “después de la hipó-tesis, viene en primer
lugar la antí-tesis y luego tan solo la tesis”.
Gráficamente, ambas expresiones se pueden
expresar aproximadamente así:
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
96
Alexandre Kojève
Traducción: Roy Alfaro Vargas
Y así tenemos de nuevo la izquierda y
la derecha, el afamado fenómeno del espejo,
el cual su descubridor, Platón, ha colocado
literalmente fuera de sí: ¡el noble señor ha
sido precisamente, por eso, trans-cendente!
Cuando hay un reflejo —se dice a sí mismo
Platón—, entonces también debe existir lo
verdadero (das Wirkliche), que fue reflejado.
Ya que uno de ambos posibles esquemas lingüísticos corresponde entonces a la realidad
objetiva (der objektiven Wirklichkeit), el kosmós noetós, al mundo de las ideas; entonces, el
otro, a la ilusión subjetiva, al kosmós aisthetós,
al mundo físico. La pregunta completa es para
decidir cuál esquema lingüístico de la realidad
le corresponde y cuál también es correcto o
verdadero (wahr), y cuál falso, correspondiendo a una ilusión. Cuando uno llena las cuatro
posibilidades lingüísticas en el marco de un
correcto esquema (filosófico), ha uno expresado la completa verdad discursiva (die ganze
diskursive Wahrheit). Cuando uno, sin embargo, llena las mismas cuatro posibilidades en
el marco de un esquema falso (sofista), entonces uno ha dicho solo cosas no-verdaderas
(Unwahres); uno ha dado a todas las preguntas,
falsas respuestas.
A primera vista, la decisión es muy fácil.
Esto debido a que es seguro que cada negación
o antí-tesis pre-supone una posición o tesis,
entonces el esquema del lado izquierdo de la
tabla es correcto y aquel del derecho, falso:
Pero, infortunadamente, esto nos es
absolutamente inútil, pues Platón ha —como
el primero en hacerlo— constatado que es del
todo imposible decidir, en lo puramente discursivo, si un concepto es tético o anti-tético. También, mientras uno no haga nada sino
hablar, no puede uno saber nada, si uno se
mueve en el esquema correcto o en el falso y
además, si se expresan o las más puras verdades (lauter Wahrheiten) o cosas no-verdaderas
(Unwahres). Un simple ejemplo puede mostrar
de qué se trata y por qué Platón fue así sacudido
por su descubrimiento de la naturaleza refleja
de la lengua.
Se ve fácilmente que uno, por ejemplo,
no puede decidir en lo puramente discursivo,
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
¿Qué es la dialéctica?
97
si el mal es no-bueno o el bien, no-malo (para
Platón mismo, no fue por lo demás del todo
un simple ejemplo, sino el verdadero e incluso
único problema). Uno no sabe tampoco si el
bien es tético y el mal anti-tético o al revés.
Ahora, las cosas se encuentran de modo que,
cuando el bien es tético y el mal anti-tético,
nosotros al inicio (en arché) tendríamos a dios
(berechid bara Elohim) y la historia sería la
serie del pecado original de la humanidad, el
cual niega su —por dios creada— bonita y
buena naturaleza. Cuando, no obstante, el mal
es tético y el bien anti-tético, entonces tendríamos en arché la no-racional y no-espiritual
hyle 4 , y todo lo que es bello y bueno (kalóskagatós) sería creado en el curso de la historia
a través de la trabajada y combativa negación de
la naturaleza, por parte de la humanidad. Que
uno no pueda decidirse discursivamente entre
estas dos posibilidades discursivas es, en efecto,
para todo el mundo, cuando no verdaderamente espantoso o conmovedor, si pues al menos
penoso. Que uno no se ha interesado mucho
por esto, se explica por medio de que esto fue
considerado como valedero desde la solución
propuesta por Platón hasta la de Hegel y también, hoy mismo, lo es para la mayoría de gente.
Como ya he dicho, si al final de la conferencia queda tiempo, trataré brevemente
la solución platónica y la crítica hegeliana de
ella; pero ahora debemos dejar el problema del
reflejo de la lengua como está y cuya estructura observaremos ulteriormente, la cual es
la misma, sí, en ambos esquemas del reflejo.
Volvamos, por tanto, a la representación gráfica
de la estructura de la lengua:
4
Las tres primeras posibilidades lingüísticas están agotadas: una pregunta ha sido
planteada (por ejemplo, una hipó-tesis hecha)
y ambas respuestas contra-dictorias fueron
dadas; con lo cual queda, en este gráfico, indeterminado si la respuesta era tética o anti-tética, cuál fue dada en primer lugar. Permanece
aún la cuarta (y última) posibilidad lingüística, la de “tanto-como”, que es regida por el
principio de contradicción. Esto debido a que
ella contiene tanto el elemento tético, como el
anti-tético, uno puede esta cuarta posibilidad
lingüística representarla gráficamente aproximadamente así:
Ustedes esperan desde luego que yo la
llame sín-tesis; sin embargo, prefiero denominar
la cuarta posibilidad lingüística con el término estoico “para-tesis”, para diferenciarla de la
síntesis en el verdadero sentido hegeliano. Y los
fundamentos, que indicaré en el acto, los represento no a través de un punto, sino mediante un
triángulo o propiamente, con un ángulo:
Materia en griego antiguo usada en contraste con
la forma (eidos).
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
98
Alexandre Kojève
Traducción: Roy Alfaro Vargas
El principio de contradicción no está a
menudo formulado correctamente, mientras
uno diga que “nada puede ser A y NA”. Para esto,
nosotros no tendríamos naturalmente en lo
absoluto ninguna razón: el principio de contradicción determina la estructura de la lengua
y no este del cual se habla, o sea, del Ser. El
principio de contradicción dice solamente que
uno mismo se contra-dice cuando uno habla
de manera que, uno niega esto que uno mismo
afirma o afirma esto que uno mismo ha negado. Ahora, uno puede fácilmente constatar que
un hablar que se contra-dice a sí mismo, es
equivalente al silencio.
Tomemos un ejemplo simple del dominio
de la lengua práctica. Entramos a un café y
decimos más o menos al camarero: “Traígame
una cerveza liviana, pero no me traiga ninguna
cerveza liviana”. Ahora, en vista de ello, puede
suceder todo lo posible, el camarero nos puede
responder toda clase de cosas (¡incluso algo
poco amigable!): “Ustedes no obtendrán cerveza alguna”. Nuestro discurso contradictorio
sobre la cerveza es completamente equivalente
al silencio: se contra-dicen o en general, no
hablan —esto es lo mismo; y por cierto, como
es fácil comprender, no solo en la práctica, sino
también en el dominio lingüístico teórico, es
decir, de la lengua como un todo.
Ahora prestemos atención, si no hubiera
ninguna cuarta posibilidad lingüística, si fuera
verdaderamente una contra-dicción atribuir a
un S tanto A como NA , entonces incluso el todo
de la lengua sería en sí mismo completamente contra-dictorio. Pues, para cada pregunta,
hay dos respuestas (la tesis y la antí-tesis), las
cuales se contradicen mutuamente y la tercera
respuesta (la para-tesis) estaría en sí llena de
contradicciones. Por tanto, el todo de la lengua
sería equivalente al silencio (comparada con
dios, que comprende el todo del discurso, la
humanidad habría sido acallada). Los llamados
discursos (Logoi) humanos no serían diferentes de los sonidos de la naturaleza: serían el
gorjeo del pájaro o los ruidos de las bestias (si
debiera darse un Logos, debería ser solamente
divino). Esto sería naturalmente —también
para un creyente— sumamente penoso. Pero
esto no es así, ¡gracias a dios!, el hombre puede
discursar racionalmente (y el Logos es humano). Pues el principio de contradicción no dice
en lo absoluto que uno se contradice a sí mismo
en todos los casos, cuando uno atribuye a la vez
y enteramente tanto P como NP; uno tras otro y
parcialmente, uno puede hacerlo sin al menos
contra-decirse uno mismo.
Esto es absolutamente asombroso, pero
uno solo puede admirarse de ello desde Hegel.
Pues, aunque toda la gente ha sabido siempre que algo, de lo cual habla racionalmente y
sin contradicción, por ejemplo una manzana,
puede ser tanto roja como no-roja sucesiva o
parcialmente; ningún ser humano antes de
Hegel (¿o Kant?) había notado que el principio
de contradicción de la estructura lingüística
añade un carácter espacio-temporal. Uno, para
hablar, necesita tiempo, lo cual no se nota bien
por lo general; aunque la consecuencia de esto
nunca fue mostrada por Hegel (o Kant). Pero
uno siempre necesita un espacio para hablar,
lo cual también se ha probablemente olvidado. Y con todo, es solamente así que pudo ser
acallada la esencia sin extensión y atemporal,
y que uno no puede decir nada racional y libre
de contradicciones sobre lo eterno y lo puntual:
sobre lo “trascendente” taciturno. También, el
hombre puede espacio-temporalmente callarse
(aquello que tan solo Kant ha comprendido).
En lo que respecta a la temporalidad de
la lengua, la cuestión es clara: “primero P y
luego NP ” —lo cual solo puede ser dicho en el
tiempo y sobre lo temporal. Yo volveré entonces
más tarde sobre la temporalidad de la lengua.
Ahora, debo mostrar que la estructura de la
lengua (a través de la cual se determinaron los
tres principios lógicos) no es solamente temporal, sino también espacial, al menos en su
elemento para-tético.
¿Qué es lo lógico, es decir, la determinación lingüísticamente expresable de lo espaciotemporal como tal? Nada más que la diferencia
de lo idéntico y como identidad de lo diferente.
Todos los puntos geométricos son absolutamente idénticos, dos puntos solo pueden ser
diferentes en el espacio y la cantidad de puntos
distintos (idénticos) es la extensión o la espacialidad misma. Dos puntos espaciales diferentes
pueden ser solamente idénticos en el tiempo
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
¿Qué es la dialéctica?
99
(por ejemplo, como dos posiciones en el movimiento de los mismos puntos) y en la cantidad
de todos los diferentes puntos identificados en
la duración o la temporalidad. Al menos ya que
lo idéntico distinto es también, de modo preciso, una diferencia identificada, la espacialidad y
la temporalidad están unidos inseparablemente
(lo que los físicos saben desde Einstein).
Nosotros, sin embargo, queremos de
momento separar lo espacial de lo temporal,
pues el elemento para-tético de la estructura
de la lengua es fundamentalmente espacial,
lo temporal es precisamente la sín-tesis, de la
cual hablaré más tarde. Todo lo para-tético en
la lengua es una afirmación o una negación
parcial; al revés, todo lo que lingüísticamente fue en parte afirmado y en parte negado,
es para-tético. Ahora, es lo mismo (la misma
manzana) lo cual no únicamente es A (verde),
sino también NA (roja); lo idéntico es por ende,
aquí diferente y de este modo, es precisamente
espacial. Solo espacialmente puede uno —en
el espacio— diferenciar lo para-tético de sí
mismo y enseguida, se ve que hay muchísimas
para-tesis (mientras que solo puede haber una
tesis y una antí-tesis). Habrían incluso muchas
para-tesis, si el llamado “juicio negativo”, S es
NP, fuera “infinitamente” verdadero, como se
ha dicho por largo tiempo y talvez, incluso, se
ha creído. Es, no obstante, claro que de hecho
solo hay finitamente muchas posibilidades lingüísticas —ya por la simple razón que todo lo
expresable puede también ser dicho por escrito
y por cierto, con una finita e incluso, pequeña
cifra de letras. Sin embargo, es también claro
que la cifra de posibles para-tesis es extremadamente grande.
Tomemos de nuevo nuestra manzana.
Ella puede, por ejemplo, ser 99% verde y 1% no
verde (roja) o 98% verde y 2% roja y así sucesivamente, y nada nos puede impedir dividir el
porcentaje en 10, 100, 1000 o más partes ¡Pues,
además, uno no debe naturalmente ir hacia lo
infinito! Como sea, el hecho es que diferentes
discursos para-téticos fueron definidos durante
miles de años; el todo de estos discursos se llama
precisamente historia universal (y si Hegel tiene
razón —y yo creo que la tiene— las posibilidades lingüísticas fueron incluso agotadas a duras
penas). Observemos ahora por qué uno debe
representar gráficamente la para-tesis, es decir,
el total de todas las posibles para-tesis a través
de un triángulo o de un ángulo. Ahora, si puede
ser afirmado racionalmente que una manzana
es 99% verde y 1% no-verde (algo roja), entonces uno lo puede también desmentir, negar; se
puede contra-decir y decir lo contrario, a saber:
“la manzana es 99% no-verde y 1% verde”. Por
tanto, aceptémoslo, la tesis dice: “la manzana
es totalmente verde”. La antí-tesis la contradice
y expresa: “la manzana es totalmente no-verde
(roja)”. Uno tiene entonces una gran cantidad
de para-tesis, las cuales se pueden denominar
téticas, que afirman que la manzana es parcialmente verde, aunque bien es más verde que
roja. Y cada una de estas téticas para-tesis se
encuentra de frente a unas anti-téticas paratesis, las cuales dicen que la manzana es más
roja que verde.
Uno puede colocar todas las para-tesis
téticas al lado izquierdo del ángulo —en un
determinado orden completamente inequívoco— y todas la anti-téticas a la derecha —ordenadas también claramente— y entonces se ve
enseguida que todas las para-tesis se contradicen en pares (exactamente como la tesis y
la antí-tesis). Por ende, ellas se abren camino
mutuamente hacia el silencio. Si yo debiera
decirlo así, también, el espacialmente extendido todo de la lengua para-tética sería, por
tanto, equivalente al silencio y absolutamente
“a-lógico”.
Yo les quisiera en efecto decir seguidamente que, sobre lo eterno y la eternidad, uno únicamente puede callar; ¡lo que
es eterno no tiene precisamente tiempo para
hablarse! Pero, durante muchos años, se
pensó poder eludir esta consecuencia, pues
al menos, a primera vista, no es el punto,
en la punta del ángulo para-tético, un doble
punto. Porque la afirmación para-tética “la
manzana es 50% verde y 50% no-verde” no
puede ser contradicha anti-téticamente, no
hay para esta expresión ninguna contraexpresión contra-dictoria, pues cuando uno niega
esta frase, no se transforma: la frase “50%
verde > 50% no-verde” es idéntica a la frase
“50% no-verde > 50% verde”.
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
100
Alexandre Kojève
Traducción: Roy Alfaro Vargas
No necesito explicar lo que esto significaría si fuera realmente verdad: la lengua entera, la totalidad de todos los discursos
racionales, sería reducida a una única posibilidad, a saber, a la “para-tética” para-tesis,
la cual supera (aufhebt) todas las contradicciones, de modo que ella trata igualmente las
opuestas tesis y antí-tesis; mientras las explica
como medio verdaderas y medio falsas; las
medio falsas serían, sin embargo, excluidas
de la lengua y solamente las medio verdaderas
serían conservadas para siempre.
Todo esto suena muy democrático, la
tesis y la antí-tesis, los extremos fascistas y
comunistas, se anulan mutuamente; también,
las para-tesis contradictorias, es decir, todas
las búsquedas de compromiso que no tratan de
igual modo lo opuesto de manera perfecta —a
saber justamente— se encaminan más tarde
o más temprano hacia el silencio y permanece
entonces, para todo tiempo venidero, solamente
la lengua racional y libre de contradicciones
del democrático fair compromise, del fifty-fifty
anglosajón.
Debo afrontar que, para mí, no fue personalmente muy simpática esta solución paratética de los problemas de la lengua —y con
esta también la de la verdad; la solución sintética hegeliana me cautivó mucho más. Pero,
durante largo tiempo, no encontré ninguna
objeción contra la privilegiada posición de la
paratesis para-tética, la cual no se quiso dejar
contradecir. Entonces, comprendí súbitamente
que esto era una ilusión. Ciertamente, la frase
tética “la manzana es medio verde y medio noverde” es idéntica a su anti-tética frase “la manzana es medio no-verde (roja) y medio verde”.
Pero, este coincidir de la última para-tesis tética con la última anti-tética (de la cual si uno
admite como verde menos del 50%, entonces se
está ya del lado anti-tético del triángulo y, así,
también para lo no-verde) —este aparente coincidir nace solamente por eso, porque ambas
frases son incompletas (uno tiene algo que es
semejante al familiar fenómeno de la “entropía”—Degenerierung— de la física moderna): para ser completas, uno debe indicar cuál
mitad de la manzana es verde o no-verde—
la izquierda o la derecha. Y tan pronto como
uno indica esto, la para-téticamente para-tética
frase 5 estuvo sin objeción, tanto como todas
las otras frases para-téticas. También aquí se
encuentra, por tanto, un fifty-fifty tético contra
uno anti-tético y ambos no pueden ser, a decir
verdad, anglosajones.
Naturalmente, la manzana es solamente
un ejemplo, pero lo dicho ahora mismo vale de
un modo completamente general. Pues, como
hemos visto anteriormente, la estructura de
la lengua es como tal espacial y hay en todo lo
espacial algo así como una contraexpresión —o
diferencia— “derecha-izquierda”. Ya que Platón,
a decir verdad primeramente, lo ha visto y él ha
reconocido en ello que los compromisos discursivos, “sincera” y “merecidamente”—los cuales
fueron propuestos ya en su tiempo, aunque no
por los anglosajones, sino por los sofistas griegos— no pueden absolutamente solucionar el
problema de la verdad. Platón mismo ha ideado,
para la solución de este problema, un método,
la diairesis, la cual debe permitir eliminar todo
lo “izquierdo”, malo, anti-tético. Las posibilidades lingüísticas eliminadas deben corresponder
a un ilusorio mundo físico, a lo conservado de
la verdadera realidad del mundo de las ideas,
al kosmós noetós. Platón, no obstante, cuenta
—con toda razón— que lo conservado, lo cual
sería la contra-dicción, la negación eliminada
y por tanto, no-dialéctica; no era más una lengua verdadera, sino un modo de aritmética (la
cual, a su discípulo Aristóteles, ha disgustado
sumamente): a cada “idea” no correspondía
un concepto, una palabra, sino un “número
ideal” (Ideal-zahl) (el cual al menos no era una
extensión, sino un orden: los números ideales
platónicos son cifras de orden, mas esto solo lo
puedo mencionar de paso).
Por tanto, si la estructura de la lengua no
fuera espacio-temporal, sino solamente espacial, entonces la llamada lengua humana sería
una variedad de los sonidos de la naturaleza.
Ya que todo puede ser dicho y contra-dicho,
entonces sería igualmente nulo el resultado
discursivo final de todas las posibles discusiones y diálogos. Si, no obstante, la estructura de
la lengua es espacio-temporal (y esto en efecto
5
En el original se lee: der para-thetisch para-thetische Satz.
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
¿Qué es la dialéctica?
101
es así porque uno de facto habla en el tiempo
y sobre lo temporal), entonces se encuentran las
cosas totalmente de otro modo: a saber, tan pronto como se temporaliza la estructura de la lengua
con sus cuatro posibilidades, lo que gráficamente
se puede aproximadamente expresar así:
Entonces se constata que fueron superadas (aufgehoben) todas las contradicciones de
acuerdo con el principio de contradicción; uno
ve que puede ser conservada cada posibilidad
lingüística, dentro del todo de la lengua, racionalmente y libre de contradicciones y por consiguiente, puede ser tenido por verdadero.
Esto puede uno verlo en nuestro ejemplo
de la manzana. Admitámoslo, nuestra manzana
primero fue totalmente verde; luego, dijimos
que ella tenía franjas verdes muy delgadas, que
serían cada vez más amplias; por algún tiempo,
la manzana fue mitad verde, mitad roja; luego
sería cada vez más roja hasta que ella sería —
por fin, como fue todo el tiempo— enteramente roja (y roja permaneció hasta que se pudrió).
Entonces, la tesis, la para-tesis y la antí-tesis
no se contradicen en lo absoluto, y cuando
todas ellas fueron temporalizadas, mientras
ellas indicaban el tiempo durante lo cual, esto
que fue afirmado, es válido —entonces incluso
todas ellas son igualmente verdaderas (y esto
por siempre, pues es verdadero que una manzana sea por largo tiempo verde y así sucesivamente; en cambio, todas son igualmente falsas
si cada una reclama una validez eterna). Y esta
es la famosa sín-tesis hegeliana. Ella expresa no
un estado de cosas de la manzana en un punto
del tiempo, sino la completa extensión temporal, la total duración misma —la cual al menos
es un desarrollo, el cual uno también puede
denominar “historia” (Geschichte).
No sé si existe tal manzana, no probablemente. Pero, nosotros no necesitamos preocuparnos por eso, pues nosotros nos ocupamos
de la estructura no de la manzana, sino de la
lengua. Y nuestra manzana imaginaria ha sido
como ejemplo claro en que la síntesis no es, en
lo absoluto, una quinta posibilidad lingüística
independiente: ella no es otra cosa que una disposición temporal (si ustedes quieren “lógica”
—¡qué es lo mismo!) de todas las respuestas
discursivas racionales, las cuales pueden ser
dadas a una pregunta discursiva racional. La
sín-tesis no es una parte de la lengua; es el
todo ordenado —lógica o temporalmente—
de la lengua. Este todo temporalizado o “sintetizado” no está solamemente en sí libre de
contradicciones, sino que tampoco puede ser
contradicho (precisamente porque abarca todas
las posibilidades lingüísticas). Así, este todo
discursivo, en sentido usual, puede ser denominado “verdadero”. Por eso dice Hegel: “lo
verdadero es el todo” —es decir, el todo temporalizado de todos los discursos racionales.
Y entonces el todo discursivo es temporal, ya
que lo meramente espacial, atemporal, es tanto
callado como impronunciable; dice también
Hegel: “el Espíritu es tiempo” —con lo cual él
quiso decir el Espíritu hablante, el Logos (lo
cual, dicho de paso, no fue tanto para él, sino
solamente para la humanidad).
Como sea, se está —según mi opinión—
completamente seguro, solamente cuando la
totalidad de respuestas a la proto-pregunta
(Urfrage) o hipó-tesis fueron todas dadas en el
curso de la historia universal. Dejándose ordenar, se presenta primero la tesis, luego todas las
para-tesis y por último la antí-tesis —solamente entonces tiene la historia tratada un sentido
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)
102
Alexandre Kojève
Traducción: Roy Alfaro Vargas
y puede ser repetida la historia (Historie) de
manera discursiva, racionalmente y libre de
contradicciones. O dicho de otra manera, solo
cuando la lengua tiene una estructura, la cual
es “dialéctica” en el sentido de ser “sin-tética”,
hay entonces algo así como una hermenéutica.
Con mucho gusto, habría yo terminado aquí mi conferencia, tanto más porque he
hablado por mucho tiempo —por lo cual pido
mil disculpas: ¡no tuve lastimosamente suficiente tiempo para preparar una “breve” conferencia! Pero, para evitar equivocaciones, debo,
aunque sucintamente, regresar al ya dos veces
mencionado, fenómeno del espejo. He dicho
que hay solo una tesis, es decir, solamente un
todo sin-tético de la lengua, lo cual es naturalmente falso. Como la estructura de alguna
molécula o cristal, la estructura dialéctica de
la lengua tiene también dos variantes de la
imagen, entre las cuales no se permite escoger
discursivamente.
Para volver aún una vez más a nuestra manzana, respecto a la cual una sín-tesis
está en la mitad izquierda de la manzana por
algún tiempo verde, la otra en la mitad derecha.
Uno pudo creer que esta dualidad existe solo
dentro de la para-tesis, lo cual no es así como
uno fácilmente puede probarlo. El resultado es
pues el mismo, de “derecha” o “rojo” en lugar
de “verde”. Cuando uno sustituye, no obstante, “verde” por “rojo”, entonces uno confunde
tesis y antí-tesis y se obtiene la imagen de la
estructura completa. Ahora, por cierto, en la
sín-tesis está la tesis antes que la antí-tesis;
pero (como ya dije, siguiendo a Platón) no se
deja en lo absoluto comprobar en lo puramente
discursivo, lo que es tético y lo que es antitético. En nuestro ejemplo, no se deja constatar
discursivamente, si es lo rojo no-verde o lo
verde no-rojo. Solamente, la experiencia material nos muestra que las manzanas primero son
verdes y luego, al final devienen rojas; entonces
sabemos que lo rojo es anti-tético y lo verde
tético. Como ya he dicho, todo puede al fin y al
cabo ser atribuido a la pregunta si el mal es un
no-bueno y el bien un no-malo. Ahora, Platón
mismo creyó (como se puede ver en Alcibíades
I, cuando lo comprende correctamente), que
hay algo en nosotros, lo cual nos permite diferenciar entre la imagen sofista de la lengua y la
verdadera, veraz y real lengua —y por cierto la
ruidosa y atónita voz de la conciencia moral, del
famoso daimonion socrático. Desde Aristóteles,
se ha agregado a esta “evidencia” ética otra, no
demoniaca, sino una evidencia “teórica”. Se
puede creer en todo esto, pues las evidencias se
dan a sí mismas como discursivamente indemostrables. Hegel, sin embargo, quiso remplazar la creencia (la cual fue, en su última forma,
kantiana) por el saber, y esto hoy podemos
hacerlo —¡más o menos!
Hegel pensó que no una evidencia íntima
e interna, sino la histórica, es decir una experiencia general y exterior, incluso hecha, puede
resolver esta pregunta: lo que sobra al final
de la historia universal debe ser anti-tético. Y
así sabremos al final de la historia universal lo
que es tético, lo que es anti-tético. Si el fin de
la historia es “bonito y bueno” (kalós-kagatós),
entonces lo bueno es anti-tético, o sea, un nomalo y el Logos es creado por el ser humano o
nacido de él. Si, no obstante, la historia toma
“un mal final”, entonces el Logos es y permanece por dios —totalmente igual si él se encarna
o no. Ahora, Hegel pensó que la historia universal había llegado, en el año 1806, a un final
feliz. Lo que nosotros pensemos sobre el fin de
la historia es, para cada uno de nosotros, una
pregunta; y para un filósofo es probablemente
la pregunta. Con esta pregunta debo cerrar mi
conferencia.
Fecha de ingreso: 05/07/2011
Fecha de aprobación: 26/08/2011
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 139: 91-102 / 2013 (I). (ISSN: 0482-5276)