Sensopercepción
espacio de investigación
-escritos-
Daniela Yutzis y Déborah Kalmar
-coordinadoras-
Sensopercepción,
espacio de investigación
-escritos-
Sensopercepción,
espacio de investigación
-escritosDaniela Yutzis y Déborah Kalmar
-coordinadorasTextos de:
Anabella Di pego
Ana Sabrina Mora
Anahí Acosta
Verónica Buzza
Julia Catalá
Helue Errandonea
Florencia Roig
Lucía Squillacioti
Diana Tessari
Eugenia Maldonado
Inés Rosetti
Carolina Di Palma
-recepción y corrección de textos-
Copyright© 2024 Sensopercepción, espacio de investigación
Ninguna parte de esta publicación podrá ser traducida, reproducida,
archivada en ningún sistema o transmitida de ninguna forma, electrónica,
mecánica, fotocopiada o de cualquier otra manera, sin el consentimiento
previo, por escrito de las editoras.
ISBN 9798322890935
Para más información:
Déborah Kalmar
Estudio Kalmar-Stokoe
kalmarstokoe@gmail.com
@estudio_kalmar_stokoe
CABA, Argentina
Daniela Yutzis
Amancay Educación del Movimiento
danielayutzis@gmail.com
@amancayeducaciondelmovimiento
La Plata, Argentina
Foto de cubierta:
Micaela Messera
Diagramación:
Enrique Peñas
Diseño de Cubierta:
Daniela Yutzis
Editorial Amancay Educación del Movimiento
Índice
Prólogo....................……………………………………………………………………......…...…..7
Sensopercepción, espacio de investigación
Daniela Yutzis y Déborah Kalmar………………………………………………............….......….9
Sensopercepción, políticas del cuerpo
Daniela Yutzis……………………………………….........…………………………….......…..….15
Cuerpo vivido y experiencia del dolor en Hannah Arendt
Anabella Di Pego…………………........…………………………………………………..........…21
Temporalidades y materialidades: algunas coordenadas para pensar el movimiento
Ana Sabrina Mora…………………………….......…………………………………………..........31
Corporalidad on-off line, digitalización y conectividad
Carolina Di Palma……………………………………………………........……...……….........…39
Enciende una danza (o la trinchera y el refugio menos pensado)
Anahí Acosta ………………………………………………………….........………….…..........…45
Cuerpo en vínculo con el territorio
Verónica Buzza…………………………………………………………………….......…..........…51
Algunos modos de escritura acerca y desde la Sensopercepción
Reflexiones para pensar la práctica
Julia Catalá……………………………………………………………………..….......…...........…61
Sensopercepción y verbalización, el tercero que aparece
Helue Errandonea …………………………………………………………….......………........…69
Acerca de recuperar el saber del cuerpo, desde la mirada de Suely Rolnik
Florencia Roig……………………………………………………………...……..........................73
La ausencia en la imagen. Sobre el vacío en el espacio-cuerpo
Lucía Squillacioti..…………………………………………………………………...................…79
Bitácora de una herida
Diana Tessari…………………………………………………………………….…...................…87
Explorando temporalidades; Sensopercepción y Educación Física
María Eugenia Maldonado…………………………………………………………...............…...93
La tensión como límite
Inés Rosetti …………………………………………………………………………...................…99
Prólogo
Este libro es tal vez el primer libro de una serie de Escritos que pretenden compartir
las búsquedas e inquietudes de quienes participamos semanalmente de los encuentros de
Sensopercepción-espacio de investigación cada viernes de 10 a 12 por una plataforma
virtual. Por eso comenzamos con un primer texto que cuenta de qué se trata nuestro
grupo. Luego se presentan artículos de dos investigadoras de la Universidad Nacional
de La Plata que fueron invitadas a un conversatorio en nuestro espacio y a continuación
se ofrece la recopilación de escritos de muchas de las participantes.
Las lecturas, las experiencias y los modos del decir son dispares, difieren en cada
una de nosotras, de eso se trata: de mostrar más que de explicar. De compartir desde lo
sensible y desde la conceptualización todo aquello que esta práctica comprende en el
ámbito del movimiento y en su visión del hombre en el mundo.
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Agradecimientos
A Guillermo Beilinson, Micaela Messera y Enrique Peñas. A cada una de las participantes
de los encuentros semanales, a las que escribieron, a quienes escribirán en los próximos libros
y a quienes no han escrito pero comparten y construyen con nosotras el decir, hacer y pensar
cada viernes en comunidad.
Con inmenso agradecimiento este libro está dedicado a Patricia, allí donde esté, porque
está siempre presente.
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Sensopercepción espacio de investigación
Daniela Yutzis
danielayutzis@gmail.com
Déborah Kalmar
kalmarstokoe@gmail.com
En los años 70, Patricia Stokoe comenzó a incorporar en sus clases de Expresión
Corporal un espacio que llamó “el momento de Sensopercepción, la pasión de investigar”.
El tiempo dedicado a esta tarea se fue extendiendo hasta que la Sensopercepción fue
tomando un lugar propio en su trabajo, devino un espacio de exploración en sí mismo.
Cada año, al finalizar el ciclo de clases, reunía a las docentes de su estudio y les
pedía que volvieran a pensar los modos de definir, de nombrar, de decir esa práctica
a la que se dedicaban. Ella misma volvía a repensar la disciplina. Aún con su gran
capacidad visionaria, ¿habrá vislumbrado el devenir de los temas, las preguntas y las
prácticas que suscitó desde entonces?
Quien investiga excava, “y sobre todo, no ha de tener reparo en volver una y otra
vez al mismo asunto, en irlo revolviendo y esparciendo como se revuelve y esparce
la tierra. Los contenidos no son sino esas capas que tan sólo tras una investigación
cuidadosa entregan todo aquello por lo que vale la pena excavar: imágenes que separadas
de su contexto, son joyas en los sobrios aposentos del conocimiento posterior, como
quebrados torsos en la galería del coleccionista” (Benjamin, IV/1: 350).
La multiplicidad de factores que se conjugan en la práctica de Sensopercepción
nos posiciona frente a un abismo que parece ser inabarcable y ciertamente lo es. De este
modo, cada viernes, docentes, investigadoras y estudiantes de todo el país, nos reunimos
en este encuadre que llamamos Sensopercepción espacio de investigación y nos
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abocamos en cada encuentro a la inexorable infinitud de investigar la sensopercepción.
De a momentos con una actitud contemplativa, pero mayormente con la mirada
atenta a la conciencia de una constelación crítica que nos permita avanzar y recorrer
de diferentes modos todas las áreas de interés que esta práctica nos convoca. Los
encuentros no pretenden concluir definiciones certeras y acabadas, más bien tienen la
pretensión de habitar ese abismo inconmensurable en que las preguntas van haciendo
la senda. Cuando la mirada frente al conocimiento incluye el saber de la imposibilidad
de conocerlo todo, el espacio se extiende y la reflexión nos invita a leer, a producir y a
hacer de este espacio un lugar de experiencia. Por eso una y otra vez rodeamos desde
la materialidad misma del conocimiento la potencia del hacer y el pensar.
Si entendemos la tradición como una forma de lectura y al mismo tiempo como
una actualización permanente de ese modo de leer, entonces la propuesta de Patricia
Stokoe está presente y entra a su vez en diálogo con los escenarios posibles y actuales
en los que cada una de las personas que concurre a estos encuentros está habitando.
La propuesta de Sensopercepción-investigación es una propuesta abierta, pero con
una dirección muy clara que convoca a estudiantes, docentes y directivos que de algún
modo tienen su foco puesto en el cuerpo y el movimiento. Eso incluye por ejemplo una
persona que trabaja en áreas de la comunicación y la infancia, docentes de Expresión
Corporal, del método Feldenkrais, eutonistas, artistas de la danza, la plástica y el teatro,
psicomotricistas, educadoras.
Nuestros encuentros semanales intentan pasar de la práctica a la teoría, la
reflexión, la lectura, el estudio y la escucha. La presentación y la exposición junto
con la exploración del movimiento. Hemos recorrido aquellas fuentes primarias que
hicieron posible el despertar de la sensopercepción y que hacen de su práctica una
continuidad que si bien no es unidireccional tiene una delimitación precisa; indagamos
y exploramos los principales ejes del movimiento que ellas se proponen.
Tal como se indicó, la complejidad de cada tema requiere ser abordado de múltiples
formas. Es así como los rodeos nos enfrentan a otras miradas sobre aparentes mismos
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temas. Es por ello, que se siguen sumando interesadas -hasta el día de hoy somos todas
mujeres- y el espacio está siempre abierto. Algunas de las integrantes pueden dedicar
una hora semanal de estudio a esta propuesta y otras toman apoyo aquí para la escritura
de sus proyectos. Cada una desde su lugar de estudio, desde sus preguntas.
Tal vez preguntar es uno de los impulsos hacia la investigación, puesta en
contacto con el propio deseo, puesta en movimiento hacia los propios centros de interés
y probablemente tramita una tensión que no se resuelva. Convive con la incerteza,
la apertura y reflexión hacia sucesivas, potenciales respuestas, o tal vez expande la
sensibilidad, como quien escucha atento los indicios de un movimiento en la dirección
anhelada; para poder reflexionar hay que deshacerse de ciertos apegos y moverse en un
espacio relacional sin expectativas ni demasiados prejuicios.
Así comenzamos la actividad este año, invitando a cada una a “venir hacia su
pregunta” para presentarla al grupo, aunque fuera un esbozo, un trazo vivo, incompleto.
La pregunta que se esboza, opera como flecha de sentido que no sofoca la inmediatez.
El preguntar deviene un cierto foco para cada quien, y a su vez abre diversidad de
caminos de investigación, aperturas y cierres para una disciplina que enlaza diversidad
de herramientas en la complejidad de nuestro vivir.
¿Qué preguntas tengo que hacer para generar la curiosidad, la inquietud por la
investigación y validar el tiempo de la contemplación de la vida, sin apuros, aquí y
ahora?
¿Qué prácticas nos conducen a habitar el cuerpo consciente?
¿Qué enlace y aporte puede realizar la Sensopercepción a la Danza y todos los
lenguajes artísticos?
¿Qué rol juega en habilitar el disfrute del movimiento y la danza al alcance de todos?
¿Qué es la conciencia? ¿Y la conciencia del cuerpo?
¿Dónde habita el pensamiento?
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¿Es la percepción una forma de conocimiento?
¿Dónde se entrelaza la palabra con la percepción?
¿Cuándo se separan?
¿Se aloja la memoria en todo el cuerpo?
¿Qué aporta el análisis minucioso del movimiento al despliegue de la poética?
¿Dónde y cómo se inicia un primer paso en el andar?
¿Qué dice y que informa el dolor?
¿Cómo se expresa el cuerpo en la relación con otro ser humano como
acompañante en situación de trauma?
Este año, impulsadas por las preguntas, entramos por algunos lugares puntuales de
la práctica como la exploración de diversidad de pasajes o recorridos del movimiento,
las calidades perceptuales y de organización del sistema que el explorar brinda a cada
quien, entendiendo que la percepción no es lineal, es un campo, es un territorio, una
experiencia y es multidimensional.
Retomamos la investigación de recursos clásicos, ya propuestos por nuestros
maestros hace tantos años, siempre vigentes, que invitan al análisis y descripción del
movimiento (y allí nos apoyamos en la magnífica tarea que Olga Nicosia desarrolla en
este ámbito) y sugerimos lecturas guiadas con espacio de reflexión que muchas veces
coordinamos desde nuestros recursos y otras, convocamos a docentes e investigadoras
de distintas áreas del conocimiento académico como la filosofía, la antropología, el arte.
Las clases son virtuales y en este caso estamos agradecidas de ello. Si bien festejamos
el encuentro, y de hecho nos hemos reunido de forma presencial en diciembre 2022 y
en febrero 2023 en La Plata para movernos en comunidad, la virtualidad nos regala la
posibilidad de encontrarnos semanalmente desde Tucumán, España, Estados Unidos,
La Plata, Neuquén, Mar del Plata, el Bolsón, Bariloche, Buenos Aires, Catamarca.
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La síntesis de este proceso puede realizarse en nuestro modo de movernos en la vida
cotidiana, en la danza, en los aportes en la formación artística en diversas disciplinas,
en la elaboración de clases de expresión corporal, en la reflexión sobre cada uno de
los temas abordados o emergentes y eventualmente en el campo del pensamiento, en
la escritura y la palabra hacia la elaboración poética para unos o la elaboración teórica
para otros.
“No cesaremos de explorar y el fin de nuestra exploración será llegar donde
empezamos y conocer el lugar por primera vez”, -escribe T.S.Eliot en Cuatro Cuartetos-.
Al decir de Patricia “el cuerpo se mete en todo”, Sensopercepción puede sin duda
realizar su aporte al arte, la salud, la educación, las casas, las calles, la vida.
Quien desee sumarse a esta propuesta abierta y continua, desde ya es bienvenido.
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Sensopercepción, políticas del cuerpo
Daniela Yutzis
danielayutzis@gmail.com
La Sensopercepción tiene la particularidad de ser una técnica de educación del
movimiento que se forja en nuestro país. Su crecimiento se constituye en diálogo con
otras prácticas afines que se despliegan en Dinamarca, Inglaterra e Israel, entre otros
países, unas décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Si bien el reconocimiento
de su tarea no siempre se encuentra del todo explicitado, su trabajo se cuela por los
intersticios de la danza, la educación física, el teatro, el arte, la salud y la educación en
diferentes espacios a lo largo de todo nuestro país, como un homenaje y agradecimiento
permanente a su creadora, Patricia Stokoe. Los conceptos y contenidos centrales se
mantienen y conforman una tradición en el ámbito de la educación del movimiento
y el soporte conceptual que la avala se renueva y se actualiza; es decir su tradición es
recibida como forma de lectura acorde a la singularidad de los pensamientos de cada
momento. De eso trata este artículo, de pensar algunos principios de la sensopercepción,
ligados a los modos del conocimiento, a los usos del tiempo y a la concepción de
cuerpo que habita esta práctica. Este relato se propone compartir nociones de su
práctica y pensamiento que van más allá de las clases y que al mismo tiempo devienen
constitutivas de las mismas. Como suele suceder, además de avanzar con la explicación
iré compartiendo las preguntas que eso despierta.
La Sensopercepción está particularmente mediada por la palabra. La clase es una
narrativa, una experiencia que pretende invitar a un trabajo de investigación con un
registro con valor testimonial para cada quien. Ese modo de atravesamiento implica
una pregnancia individual de la práctica, en un trabajo que a su vez es un consenso en
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comunidad. Partimos de un acuerdo preestablecido y en constante construcción, donde
cada alumna/o transita la clase de modo particular a partir de una propuesta precisa.
La clase obedece a un recorrido, a una organización de determinado movimiento, a
una invitación para tener la experiencia de cierta calidad de movimiento que resuena
de manera singular en cada quien. El acuerdo que se va instituyendo solicita que en
gran parte de las clases el trabajo se transite en silencio, con ojos cerrados, con la
escucha atenta. Intentar no copiar la forma de lo que hace el otro no siempre es sin
dificultad. Por eso, la contundencia del lenguaje intenta arremeter al menos por un
momento con la primacía de lo visual por sobre lo sonoro; “lo sonoro, arrebata la
forma. No la disuelve, más bien, la ensancha le da amplitud, un espesor y una vibración
a la que el dibujo nunca hace otra cosa que aproximarse” (Nancy, 2008:12). Mientras
que lo visual insiste en su permanencia incluso allí cuando se desvanece, lo sonoro
“aparece y desaparece aún en su permanencia” (Nancy, 2008: 13). Estar, tenderse a la
escucha es en este sentido habitar una tensión, prestar oídos con la curiosidad de dejarnos inquietar. Entender lo que dice, dar consistencia al valor de la palabra y dejarnos
resonar en aquello que perdura, sabiendo que su acceso no siempre es instantáneo ni
inmediato, sino que requiere ser anudado, decantar, descender y apropiarse.
Estar a la escucha es así permanecer en un margen y dejar que eso que escucho
suscite una inquietud, promueva un movimiento que se continúa en algunos otros,
no de manera infinita. Al escuchar dejo tender un puente con el otro, al menos con
quien dice.
La práctica de la clase apoya su metodología en el rodeo, es decir que no hay
una forma acabada a la cual llegar, sino que la clase consiste en la observación de
esos recorridos sin centrar la atención en un fin. Se pretende dejar ver la superposición
de capas que entraman el tejido de cada movimiento. Acostumbrados a las leyes del
progreso y el avance, la propuesta nos desorienta y se presenta a contrapelo, llevando el
interés hacia lo que sucede, hacia los estratos, las contingencias, las opciones múltiples
en los modos de hacer, en contraposición a la pretensión de un saber indiscutido y
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perfecto al cual acceder. La palabra no tiene pretensión de ser un estímulo, porque
el estímulo espera una respuesta determinada. La palabra aquí, es invitación, es
investigación. Por eso la gramática del lenguaje resulta tan significativa en la clase, qué
decir, cómo decir. Porque el lenguaje en esta propuesta no constituye una consigna que
sólo ordena y antecede la acción, sino que lenguaje y acción entrelazan su participación.
Cada palabra pliega, cada oración desdobla, expande en un ejercicio permanente de
los modos del decir. ¿Qué es pensar la experiencia del lenguaje? Resistirse a la palabra
como mero signo, ampliar el análisis y la percepción que liga a una palabra con un
movimiento exacto, alejarse de cierto convencionalismo del lenguaje y empujar su
aparente controlado mecanismo más allá de los límites; “el lenguaje es el lugar del ser;
es todo el topos del ser, ante todo porque es en el lenguaje donde se abre la relación
tangencial del ser y la significación se abre, como un despliegue intensivo del lenguaje”
(Oyarzun, 2020: 26). A su vez, el lenguaje es pensado en términos de diversidad de
lenguajes, entendiendo esta expresión como insignia de la imposibilidad de nombrar
la verdad única a través de la palabra; pues el propio lenguaje exhibe en sus palabras
su propio límite, la imposibilidad de decirlo todo. El problema de pensar el lenguaje
como puro medio que comunica no recae sólo en la concepción de puro medio, sino
en los supuestos que ello implica. De manera tal, que ante todo, la ruptura es con la
concepción del lenguaje como puro medio transparente, sin pliegues ni fracturas. Esta
crítica interfiere a su vez en la relación lineal lenguaje-acción; porque interrumpir esta
noción desata la causalidad que supone a la lengua como herramienta eficaz para la
comunicación que antecede a la acción. En este sentido, lenguaje y acción desenlazan
su ligazón de causalidad, anticipación y eficacia instrumental, para abrir el juego a una
multiplicidad de modos de relación. La comunicación de este modo no es a través del
lenguaje sino que es en él.
Existe un momento en la vida en la que nos enseñan y aprendemos movimientos
de múltiples maneras, para luego andar en el mundo y probar diferentes prácticas. Eso
nos permite una cierta funcionalidad que se instituye con innumerables hilos que tejen
una trama que está en constante cambio. Pero este recorrido nunca resulta del todo
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transparente. No sabemos muy bien cómo nos movemos. Y ese es uno de los ejes que
observamos en esta práctica. No para develarlos y explicitarlos, sólo para asomarnos en
cuerpo y palabra a la observación minuciosa, al detalle de lo nimio.
La pregunta por las formas en que abordamos el pensamiento acerca de cómo
nos movemos y de cómo indagamos las prácticas del cuerpo queda a veces atrapada
en la información tecnicista que ordena de manera insistente números, cuadros,
clasificaciones que homologan. Debemos pensar al movimiento también en su
adscripción a lo sensible, ligado a un entorno, constituido en una trama que incluye
una multiplicidad de factores y conocimientos. La facultad sensitiva no es un acto, sino
la posibilidad de una potencia.
Tal vez desistir de la permanencia en buscar ese lugar a alcanzar (además como si
eso fuera posible), objetivo a lograr, meta a superar que no es más que pura frustración
en sí misma hacia la apertura de lo contingente y con algún tipo de movilidad; que
habitar el movimiento sea preguntarnos por el movimiento. No hay posibilidad de vida
con la pura estabilidad.
Alejarnos de la pura mirada, al menos por un instante.
Demorarse, retrasarse, dejar que el encuentro con el cuerpo quede a veces del lado
de una artesanía en el sentido de la atención que requiere. Dejar avanzar la atención
por sobre la costumbre. Poder observar sin intervenir. Descubrir las posibilidades que
habilita el movimiento es a condición de que cada quien se torne sobre sí mismo y
difiere de ir a buscar aquellas “verdades” que quiero encontrar. La mirada de observador
requiere cierta humildad. La pregunta que surge entonces es cómo abordar esa práctica
más allá del puro gobierno sobre el cuerpo.
La mediación técnica que se apropia del cuerpo no es un hecho aislado. Al
contrario, asume su forma en la aceleración de una masa distraída y dispersa. El hábito,
la potencia de la mirada, la desatención.
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¿Cómo abordar algún conocimiento del cuerpo dejando que la información se
asome? Cuál es la relación entre sujeto y objeto, entre experiencia y conocimiento. Cómo
propiciar una experiencia y dejar que nos arremeta cierta posibilidad de desarticulación,
de dislocación? “La existencia de una relación objetiva entre consciencia empírica y
concepto objetivo de experiencia es sin más imposible” (Benjamin, Ob. II/1: 167).
Tal vez en el derrotero de la incesante cantidad de estímulos, de la proliferación
de las inagotables vivencias que pretenden ofrecer lo nuevo –que no es más que la pura
novedad vacua- sólo precisemos al menos un instante de silencio de imagen, un breve
llamado a dejar-nos confundir entre lo inteligible, lo sensible y lo espiritual.
Referencias bibliográficas
Benjamin, W. (2007). Obras II, Vol. 1.España: Abada.
Nancy, J.L. (2008). A la escucha. Trad. de Horacio Pons. Buenos Aires: Amorrortu.
Oyarzún P. (2020). Doing Justice. Three Essays on Walter Benjamin. Cambridge: Polity
Press.
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Cuerpo vivido y experiencia del dolor en Hannah Arendt
Anabella Di Pego
anadipego@gmail.com
En este trabajo reconstruiré la concepción del cuerpo vivido y de la experiencia del
dolor en Hannah Arendt basándome fundamentalmente en el prólogo de La condición
humana y en el parágrafo 15 del tercer capítulo del libro titulado en la edición alemana
“La abolición de la propiedad «muerta» en favor de la apropiación «viva»” (2007:129138)1. Para comenzar quisiera hacer algunos comentarios introductorios sobre la
cuestión del cuerpo en la perspectiva arendtiana.
La condición humana se encuentra históricamente forjada, es decir, las condiciones
bajo las que se da el modo que entendemos la vida humana y como comprendemos lo
humano es algo que se constituye históricamente. La mitad del siglo XX constituyó un
punto de inflexión al respecto y con las explosiones atómicas comenzó lo que traducen
como “mundo moderno” [modern world] pero es el mundo contemporáneo puesto que
“modern” en inglés refiere a lo contemporáneo. Las explosiones atómicas marcan el fin
de la época moderna y el comienzo del mundo contemporáneo, que está asignado por
el desarrollo de la ciencia y de la técnica y cómo impacta eso en lo que entendemos
por lo humano así como en las condiciones en que se da la vida. Tal vez el ejemplo
del primer satélite artificial puesto en órbita alrededor de la tierra con el que Arendt
abre el prólogo puede resultar un poco obsoleto, pero es interesante su análisis de este
hecho corriente hoy en día. Este suceso fue recibido con alivio por constituir el primer
1 En la edición en español el apartado se titula “Lo privado de la propiedad y riqueza” (2001: 120-127)
siguiendo la versión en inglés “The Privacy of Property and Wealth” (1998: 109-118).
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paso del hombre para librarse de la prisión terrena. Resulta llamativo que si bien en la
filosofía frecuentemente se ha visto el cuerpo como la prisión del alma es novedoso
que ahora se vea a la tierra como prisión de la humanidad. Esto marca una ruptura
que se da en el mundo contemporáneo humano respecto de la tierra y del cuerpo
propio como condiciones que configuran el modo en que se nos da la experiencia y
bajo las que reproducimos la vida.
La tierra no es solamente un objeto o un cuerpo, en el sentido de cuerpo físico,
ni nuestro cuerpo propio es un cuerpo en el sentido de algo que ocupa un lugar en
el espacio que no puede ser ocupado al mismo tiempo por otro cuerpo. Ambos son
de alguna manera lo que podríamos decir un suelo o sustrato (Husserl, 2006), esto
es, constituyen la base a partir de la cual, por ejemplo, se configura la posibilidad del
movimiento, esto es, de percibir el movimiento. En ese sentido, el cuerpo propio y la
tierra son los puntos de referencia de todo movimiento; el punto fijo que permite percibir
el movimiento de los otros cuerpos. Se está produciendo una ruptura respecto de esta
idea del cuerpo propio y de la tierra como suelos y sustratos de nuestra experiencia.
De alguna manera están deviniendo cuerpos físicos que ocupan un lugar en el espacio
cuando en realidad posibilitan nuestra experiencia y la vida tal como la conocemos
hasta ahora.
Si bien el libro no se ocupa del mundo contemporáneo en sentido estricto,
es interesante mostrar el análisis que hace de las condiciones de la época moderna
que permiten esclarecer la situación contemporánea y en ese marco quisiera abordar
específicamente el parágrafo 15. Más allá de las referencias históricas, constituye
una elucidación de lo que ocurre con el cuerpo en la época moderna en función
de entender los desafíos actuales. La particularidad de ese parágrafo es que aparece
la noción de cuerpo (body) con centralidad y en la traducción que ella misma hace
al alemán de su libro observamos que utiliza dos expresiones diferentes Körper y
Leibliche2. Mientras el primero remite al cuerpo físico, el segundo sería lo corporal
2 Sin lugar a dudas se evidencia la resonancia de la distinción de Husserl (2005) entre Körper y Leib así como
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en tanto cuerpo vivido o cuerpo sintiente. En castellano, como en inglés, tampoco
tenemos dos palabras distintas y por eso sería preciso adjetivar el segundo término para
marcar la distinción. Leibliche remite a la singularidad del cuerpo vivo, por lo que se
traduce como cuerpo sintiente o cuerpo vivido, sólo que como la traducción del libro
al español se ha realizado del inglés, se ha perdido este importante matiz.
Quiero proponer una lectura de este parágrafo 15 atendiendo a ese matiz
para discutir cierta lectura tradicional de que el cuerpo en Arendt está vinculado con la
labor y con las necesidades de la vida, es decir, al ámbito de lo biológico. En ese sentido
si consideramos las distinciones entre lo que ella considera el ámbito de la labor,
del trabajo y de la acción, el cuerpo sería lo inferior y lo que tenemos en común con
respecto a todo el resto de los seres vivos. Si recuperamos la distinción entre el cuerpo en
el sentido físico y un cuerpo que es un cuerpo sintiente, podremos apreciar que Arendt
hace referencia a una doble reducción del cuerpo en la época moderna. Por un lado,
una reducción del cuerpo en tanto cuerpo sintiente o cuerpo vivido a cuerpo físico, es
decir, una tendencia a concebir el cuerpo en términos de cuerpo físico que ocupa un
lugar en el espacio. Frente a ello el concepto de cuerpo sintiente muestra en qué sentido
ese cuerpo remite a la posibilidad de percibir, de sentir placer y dolor, es decir, que
el cuerpo es lo que nos abre en realidad al mundo, permitiéndonos percibir el mundo
justamente porque podemos ser afectados. Entonces el cuerpo es el anclaje de la
apertura al mundo y también una de las experiencias del cuerpo, la del dolor en general
es considerada como el punto de mayor cierre sobre sí mismo porque cuando tenemos
un dolor, pensemos en un dolor muy agudo, justamente el cuerpo se repliega sobre sí
mismo y desaparece el mundo exterior. De modo que el cuerpo es lo que nos abre al
mundo a la vez que también lo que en determinadas experiencias puede sustraernos
del mundo pero precisamente porque ese mundo nos afecta. El cuerpo vivido es así la
condición de posibilidad de la apertura y de la percepción del mundo, desarmando de
esta manera Arendt la reducción moderna del cuerpo sintiente a cuerpo físico.
su tematización del cuerpo vivido y la percepción. Véanse al respecto especialmente los parágrafos §§ 35-42
del libro II de Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica de Husserl (2005).
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La otra reducción que se opera en la época moderna y que Arendt quiere
desmontar es la reducción de las experiencias corporales vividas a vivencias privadas
independientes del mundo. Quisiera hacer una breve referencia a la distinción entre
vivencia y experiencia que resulta necesaria para entender esta cuestión y que tampoco
aparece en la edición española. Efectivamente en alemán Arendt utiliza las expresiones
Erlebnis (vivencia) y Erfahrung (experiencia) probablemente esté tomando la distinción
de Walter Benjamin (2012: 212 y 236), para quien las vivencias tienen que ver con
la dimensión subjetiva y son vivencias singulares o únicas e mientras que la experiencia
detenta una singularidad que siempre puede ser compartida con otros. Frente al carácter
subjetivo de la vivencia, la experiencia remite a los sentidos compartidos que emergen
en relación con el mundo y con el estar con los otros. Arendt se refiere a la “experiencia
del cuerpo” entendiéndola como una experiencia compartida e intersubjetiva que, sin
embargo, se ha ido reduciendo en la época moderna a una “vivencia del cuerpo” como
algo totalmente independiente del mundo. En este sentido, cuando señala que nuestra
idea del cuerpo y las vivencias del cuerpo son lo más privado, aquello que difícilmente
se puede compartir con los otros, está remitiendo a la concepción moderna dominante.
Arendt se posiciona críticamente respecto de la idea de raigambre moderna
del cuerpo como algo completamente individual y cuyas “experiencias” no pueden
ser compartidas puesto que siempre se pierde algo cuando se quiere comparte esa
singularidad irreductible de las vivencias propias. Desarmar esta concepción requiere
dos movimientos complementarios respecto de la tradición filosófica, por un lado,
criticar la concepción de Locke y por otro lado retomar los aportes de Wittgenstein
en relación con el argumento del lenguaje privado (1999: §§ 243-315). Este segundo
movimiento no lo encontramos explícitamente en Arendt, pero quisiera mostrar que se
encuentra insinuado y que el análisis wittgensteniano resuena en su lectura del dolor.
En relación con Locke3 es muy conocida su posición respecto de la justificación
3 Véase especialmente el capítulo quinto “De la propiedad” y remitimos especialmente al parágrafo 27:
“Cualquier cosa que él [hombre] saca del estado en que la naturaleza la produjo y la dejó, y la modifica
con su labor y añade a ella algo que es de sí mismo, es, por consiguiente, propiedad suya. Pues al sacarla
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de la propiedad privada a partir del trabajo de nuestras manos, es decir, en función de
las transformaciones que el trabajo introduce en la materia natural se encuentra fundada
su apropiación privada. Así, si labramos un campo, ese trabajo transformador justifica
la apropiación privado del mismo en la medida que hay un valor adicional en el campo
producto de nuestro trabajo. La justificación de la apropiación privada se ancla en el
cuerpo propio y más precisamente en el trabajo de nuestras cuerpo sobre algo natural
que lo transforma y le da un valor adicional. A partir de esto, se produce según Arendt
un cercamiento de lo común, en el sentido de una sustracción de lo común, puesto
que eso otrora común puede ser considerado privado por ese trabajo de nuestro propio
cuerpo. El cuerpo propio se vuelve entonces, advierte Arendt, el arquetipo de toda
propiedad privada porque es la única cosa que no se puede compartir con otros, nada
es menos común y menos comunicable que lo que ocurre en los confines de nuestro
cuerpo, erigiéndose en el más seguro escudo contra la visibilidad y audibilidad del
ámbito público. Locke se presenta así situando al cuerpo propio como fundamento de
la propiedad privada pero también como la experiencia más privada que nos sustrae
y se sustrae completamente del ámbito público y del ámbito compartido. Esta es la
visión dominante en la época moderna. Así como hay un cercamiento de lo común que
tiene que ver con el surgimiento de la propiedad privada, también podríamos decir que
hay un cercamiento del cuerpo propio, una especie de vallado que repliega al cuerpo
sobre sí mismo aislándolo del mundo. Por eso, Arendt conecta este movimiento de
la filosofía moderna con dos fenómenos concomitantes: el repliegue que concibe al
cuerpo como lo más privado y la idea de pérdida o alienación del mundo.
El modo en que la época moderna concibe el cuerpo como lo más privado y
aislado del mundo se encuentra a la base de dos fenómenos que Arendt procura indagar
críticamente, a saber, la pérdida del mundo común y la alienación del mundo4. Ahora
del estado común en el que la naturaleza la había puesto, agrega a ella algo con su trabajo, y ello hace
que no tengan ya derecho a ella los demás hombres” (2006: 37).
4 Aquí no profundizo en esta cuestión que he abordado en el trabajo “Crítica del humanismo, labor y
cuerpo en Hannah Arendt” (Di Pego, 2022).
25
quiero compartirles esta frase que está solamente en la edición alemana del libro, es
decir, no está en la edición en inglés y por tanto tampoco traducida al español. La idea
es que la crítica arendtiana da lugar a pensar de otra manera el cuerpo diferente de la
imperante en la época moderna.
La vivencia del cuerpo [Körpererlebnis], que toda filosofía sensualista da por
supuesto como una condición permanente [Dauerzustand], no es de ninguna manera
algo sobreentendido como dado; es por el contrario sólo alcanzable a través de una
en extremo aguda facultad de representación y de imaginación [Vorstellungs- und
Einbildungskraft]. (Arendt, 2007: 134).
Esta frase resulta especialmente iluminadora porque justamente en la filosofía
moderna aparece el cuerpo como lugar de la experiencia de mayor certeza, en tanto
una experiencia que es dada como sobreentendida. Pero Arendt nos dice que eso que
siempre se da por supuesto de manera permanente y como algo dado, solo puede ser
alcanzable como tal a través de la facultad de la imaginación y de la representación. La
concepción del cuerpo que la filosofía moderna presenta como dada independiente del
mundo, como una certeza previa a todo conocimiento del mundo exterior, en realidad
está constituida por la facultad de la imaginación que en alemán es una facultad de
hacer presente imágenes diversas, es decir, es al mismo tiempo una facultad de imaginar
y de representar a través de imágenes.
De manera que la imaginación no es entendida como mera fantasía o inventiva sino
como la capacidad de representarse distintas posiciones, distintas imágenes respecto
de alguna cuestión. Si entendemos al cuerpo como producto de esta facultad y las
experiencia que tenemos cuerpo como producto de la misma, entonces resulta
manifiesto que el cuerpo funciona como suelo, esto es, como un marco dado para
el modo en que percibimos el movimiento, el ordenamiento espacial y temporal. Sin
embargo este cuerpo que consideramos como dado y que opera como una evidencia en
nuestra cotidianidad, está construido históricamente. En Sobre la certeza, Wittgenstein
(1972: § 97) hace referencia al lecho de un río y ese lecho justamente es lo que permite
26
que el agua circule por un determinado canal pero el lecho mismo es lo que permanece
aunque el agua vaya corriendo, eso sería como lo dado. Pero cuando viene una crecida
del río parte del lecho se remueve y continúa con el agua aunque permanecen otros
sedimentos formando el lecho. Esa es un poco la idea de cómo eso que efectivamente
en nuestra experiencia cotidiana no es tematizado y opera como algo dado, puede al
mismo tiempo estar pero construido histórica y socialmente e incluso va cambiando en
distintas épocas.
A partir de esta referencia a Wittgenstein, vamos a remitir muy someramente a su
argumento del lenguaje privado para profundizar la crítica a la idea del cercamiento
del cuerpo, o sea al modo en que se ha entendido el cuerpo como lo más privado y lo
inaccesible a los otros en la modernidad; esa experiencia que no tiene nada en común
o que cuando es puesta en común necesariamente pierde parte de su singularidad. El
argumento del lenguaje privado se encuentra vinculado precisamente con el dolor en
tanto es considerada justamente la experiencia que resulta completamente intransferible.
¿Cómo podría otro saber cuál es mi dolor? Este es el problema dado que el dolor es
algo justamente individual y nadie puede acceder a mi sensación de dolor. Wittgenstein
advierte que si ese dolor es absolutamente privado, tendríamos que poder crear un
lenguaje privado que dé cuenta de la singularidad de esa sensación. En este caso,
podríamos cada vez que tenemos una sensación denominarla de determinada manera y
tomar nota cada vez que aparece de nuevo esa sensación de dolor. De manera que cada
vez que reaparece esa sensación de dolor, lo que hago es contrastar esa sensación de
dolor con el recuerdo de la sensación de dolor precedente, considerando en este caso
que hay una concordancia entre la sensación precedente y la actual. Wittgenstein se
pregunta cómo podría en ese caso determinar si es correcta o incorrecta mi adscripción
del dolor a la nueva sensación porque lo que tengo es el recuerdo de la sensación
precedente. En este sentido, considera que no hay forma de establecer que sea correcta
o incorrecta porque no hay ningún criterio externo. Necesariamente la corrección o
incorrección requiere de un criterio externo y ahí pone el ejemplo para hacerlo más
gráfico que sería como si quisiésemos que una mano le done dinero a la otra mano;
27
podríamos hacer todo, incluso redactar un contrato en una mano, pero igualmente no
sería una donación de una mano a la otra mano. Entonces la idea es que el criterio
externo es lo que posibilita el reconocimiento del significado de una palabra como
correcto e incorrecto. Y eso tiene que ver con el uso público del lenguaje, es decir, el
lenguaje requiere criterios externos por lo que no puede haber un lenguaje privado.
Incluso el reconocimiento del dolor como experiencia fundamental requiere del lenguaje
compartido. Así el denominado argumento del lenguaje privado en Wittgenstein lo que
viene a mostrar es que no puede haber un lenguaje privado porque el lenguaje tiene que
ver con comunicar y para comunicar tiene que haber sentidos que podamos establecer
si son usados de manera correcta o incorrecta es decir que siguen ciertas reglas
compartidas. En el caso del lenguaje privado no puede haber ningún tipo de reglas ni
criterio para determinar su uso.
Así lo que en la tradición filosófica aparecía como paradigma de la experiencia y de
un lenguaje inequívoco, lo privado en cuanto al dolor, se muestra como sólo concebible
y reconocible en relación con el lenguaje público y sus criterios externos. De modo
que la misma experiencia privada del dolor requiere del lenguaje compartido para ser
conceptualizada y para ser reconocida y en nosotros mismo y también en los otros. En
este sentido, la relación entre lenguaje y experiencia, por un lado, nos muestra en qué
sentido no es posible aislar o delimitar la experiencia del lenguaje porque el lenguaje
es constitutivo de esa experiencia. Por otro lado, pone de manifiesto en qué medida
el lenguaje también requiere de los otros y de las manifestaciones de los otros, es decir,
el dolor no sería meramente una sensación sino que remitiría a una gramática del dolor
que tiene que ver con el tipo de reacciones, el tipo de expresiones, la misma gestualidad.
La manera en que lo manifiesta el cuerpo y el modo en que reaccionamos es lo
que hace reconocible el dolor para los otros e incluso para nosotros mismos porque
nos permite saber que alguien tiene dolor a la vez que también ir reconociendo y
constituyendo las experiencias del dolor. Entonces esta idea de gramática expresiva
del dolor o de cualquier experiencia del cuerpo remite a una gramática compartida de
28
gestualidades y reacciones que constituyen el dolor, por lo que no se trata para conocer
el dolor de acceder a una interioridad exclusiva sino por el contrario comprender sus
manifestaciones exteriores. Esta exteriorización nos permite reconocer el dolor en el
otro y en nuestro propio cuerpo.
En el parágrafo 293 de las Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein remite a un
escarabajo en un una caja. La significatividad del lenguaje no remite a un vínculo
secreto entre la sensación o experiencia interna y el lenguaje externo, o entre la cosa y
la palabra. Esa interioridad es inaccesible para los otros y como analogía nos propone
pensar en esa interioridad como una caja. Cada uno puede ver adentro de su caja que
hay un escarabajo pero nadie puede ver la caja de los otros sino solamente su propia
caja. El escarabajo al interior de la caja puede pensarse en analogía con el dolor. La
filosofía se ha empeñado en entender el significado del dolor por su relación con esa
interioridad (o escarabajo). Así resulta inquietante que nunca podemos acceder a la
interioridad de los otros y por tanto, saber qué es lo que sienten respecto del dolor
puesto que solo podemos ver el escarabajo al interior de nuestra caja. Sin embargo,
entendemos y podemos distinguir cuando alguien siente dolor. En consecuencia, el
significado y la comprensión de lo que sea el dolor no depende de esa sensación interna
o en el acceso a los escarabajos. Así, Wittgenstein está desarmando el modo de entender
la significatividad del lenguaje que, no reside en un contenido de la conciencia, sino
en las manifestaciones y comportamientos externos. Esto no quiere decir que no haya
interioridad (o que no existan los escarabajos al interior de la caja) sino simplemente que
el significado del dolor y de la experiencia de nuestro propio cuerpo no reside en una
sensación interior sino en las manifestaciones, reacciones y gestualidades que vamos
compartiendo con los otros. De manera que el significado del lenguaje de nuestro
cuerpo y del dolor se ha desplazado desde la interioridad solo accesible al sujeto de la
vivencia para mostrarse inscripta y desplegada en una compleja gramática compartida
de manifestaciones externas diversas.
29
Referencias bibliográficas
Arendt, H. (1998). The Human Condition. Chicago: Chicago University Press.
Arendt, H. (2001). La condición humana. Trad. R. Gil Novales. Barcelona: Paidós.
Arendt, H. (2007). Vita activa oder Vom tätigen Leben. Münich: Piper.
Benjamin, W. (2008). Sobre algunos motivos en Baudelaire, en Obras, libro I/vol.2. Trad. A.
Brotons Muñoz. Madrid: Abada.
Di Pego, A. (2022). Crítica del humanismo, labor y cuerpo en Hannah Arendt, Differenz. Revista
internacional de estudios heideggerianos y sus derivas contemporáneas. Universidad de Sevilla,
año 9, nro. 8, pp. 35-53.
Husserl, E. (2005). Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica.
Libro Segundo: Investigaciones fenomenológicas sobre la constitución. Trad. A. Zirión Q.
México: Fondo de Cultura Económica.
Husserl, E. (2006). La tierra no se mueve. Trad. A. Serrano de Haro. Madrid: Editorial Complutense.
Locke, J. (2006). Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil. Un ensayo sobre el verdadero origen,
alcance y fin del Gobierno Civil. Trad. C. Mellizo. Madrid: Tecnos.
Wittgenstein, L. (1972): On Certainty. G. E. M. Anscombe y G. H. von Wright (Eds.). Trad. D.
Paul y G. E. M. Anscombe. Oxford: Basil Blackwell.
Wittgenstein, L. (1999): Investigaciones filosóficas. Trad. A. García Suárez y U. Moulines.
Madrid: Altaya.
30
Materialidades de los tiempos:
algunas coordenadas para pensar el movimiento
Ana Sabrina Mora
sabrimora@gmail.com
A mediados de los ‘90 María Victoria Díaz escribió un cuento que no mostró ni
leyó a nadie. En él aparecían personas con las que compartía la vida cotidiana en ese
momento: la amiga con la que convivía, otras amigas de nuestro grupo, estudiantes
universitarios conocidos de aquel momento, además de un taxista que una noche la
obligó a tirarse del auto al exhibir un arma. Dentro del cuento estas personas existían en
una realidad paralela, en la que un episodio puntual y concreto quedaba integrado en
un mundo ficcional ubicado en un futuro cercano donde diferentes planos de realidad
se confundían, aunque permanecía intacta la sensación de miedo, el desconcierto, la
necesidad de escapar y el impulso de actuar rápido ante un peligro inminente que
tuerce por completo la previsibilidad de un viaje en taxi. Escribió la historia y la guardó
en una caja junto con otras cosas. En el 2000 Victoria fue mamá y en 2013 murió. En
2023 Laureana, su hija, encontró ese cuento y filmó un corto inspirado en él. Gracias
a ella, la línea de tiempo dejó de ser tal. La linealidad, una vez más, se mostraba como
un recorte arbitrario de un transcurrir que sólo algunas veces es una línea recta que se
mueve a un ritmo regular, que tiene aceleraciones, desaceleraciones, quietudes, vueltas
atrás y proyecciones hacia adelante, que deja cosas guardadas en otros tiempos o las
hace parte del presente, que a veces tiene un final y otras veces tiene eternidades. La
línea del tiempo ahora, en el corto de Laureana y en el acto de filmarlo, es un circuito
infinito o un espiral o una cinta de Moebius; cualquier cosa menos algo que tiene un
inicio, unos fragmentos sucesivos y un final.
31
La tarde del miércoles 12 de abril de 2023, Déborah Kalmar, Daniela Yutzis y
yo nos preparábamos para tener una conversación por zoom para delinear una charla
con estudiantes y docentes del grupo de Sensopercepción, espacio de investigación,
que ocurriría unos días después, la mañana del viernes 21 de abril. Nada hacía pensar
que no sería un diálogo que comenzaría con la alegría de encontrarnos y seguiría
tratando temas, ideas, dinámicas, intereses, preguntas. Minutos antes llegó un mensaje,
Daniela no estaría en la reunión, había acontecido algo que interrumpió el tiempo,
que detuvo el mundo, que lo cambió por completo. Nos reunimos con Déborah, pero
la conversación fue totalmente diferente a lo previsto unos minutos antes (un mundo
anterior). Recordamos las palabras que inician Eclesiastés 3; sentimos cuán hondo llega
la certeza de que todo tiene su tiempo, su hora, su perpetuidad, su restauración, cuando
algo hace que el tiempo se detenga y que el mundo como se lo conoce parezca llegar
a su fin, cuando lo que se intuía previsible muestra no serlo, cuando todo cambia en
un instante, cuando las cosas no suceden como creemos que deberían, cuando pierde
sentido lo que parecía lo más cotidiano y a la vez parece ser lo único que puede seguir
existiendo o hacernos existir. Si lo que fue ya es y lo que ha de ser fue ya, quizás no
hay línea de tiempo sino enredos de todos los tiempos en torno a acontecimientos que
los organizan.
En aquel momento fugado de la línea cotidiana del tiempo, recordé también un
texto que escribimos cuando estaba sucediendo el período de aislamiento producto
de la pandemia por covid-19, mediante encuentros semanales por zoom, junto con
Julia Catalá, Elizabeth López, Lucía Merlos, Mariana Sáez, Juliana Verdenelli e Ignacio
Yuchark (Catalá et.al., 2020). De estos encuentros, donde poníamos en diálogo imágenes
fotográficas tomadas por Ignacio con nuestras experiencias de la vida en pandemia,
surgió una publicación textual y visual, seguida de otras publicaciones audiovisuales y
multimediales, con el título “Cielo adentro”. Allí, con cierta nostalgia de la vida afuera,
de caminar entre los árboles de un bosque o entre los edificios de una ciudad, pensando
sobre qué de nosotras había quedado allá afuera y qué de ese afuera había quedado
en nosotras, reflexionamos sobre cómo se conoce el mundo desde el cuerpo y sobre
32
cómo se relacionan los ritmos del cuerpo y los del resto del mundo, partiendo de qué
es lo que el aislamiento y la reclusión en el adentro nos permitían develar y comprender
respecto a esto. El mundo seguía viviendo sin nosotras allí afuera, las cosas mantenían
su propia coreografía, se movían con o sin nosotras, a veces con nuestra huella, a veces
a pesar de nosotras, a veces como si nunca hubiéramos existido, como si no fuéramos
necesarias, otras veces como si estuvieran en pausa esperando que volviéramos, para
que las hagamos volver a moverse.
En “Cielo adentro” nos preguntábamos si en esa contingencia donde el tiempo
parecía detenido, condensado, achatado, el mundo y cada cuerpo se estarían
acompasando en un nuevo tipo de ritmo; no sólo qué ritmo nos estaba marcando el
mundo, sino también: ¿qué ritmo les marco a otros/as, qué ritmo le marco al mundo,
qué ritmo propongo, qué ritmo me propongo? El tiempo extraño de la pandemia
formó una cotidianeidad extrañada, signada por la ajenidad y el dislocamiento, y ese
extrañamiento cotidianizado, esa sensación frecuente de existir dentro de una película
de ciencia ficción, transformaba nuestra percepción del tiempo y con él, de nuestras
propias temporalidades corporizadas. Ahora que la forma del tiempo marcaba un nuevo
ritmo, ahora que se cotidianizaba lo extraño, sentíamos que los nuevos nombres del
tiempo eran la confusión, la superposición, la detención, el vértigo. Así, escribimos: “no
dimos con el tiempo, él dio con nosotrxs, en una embestida intensa Igual, todo tiene
un ritmo. Nuestros pedazos de mundo cambiaron. Nuestros bordes se acentuaron. Las
cosas que tocamos y que nos rozan nos hablan de otra manera. (…) vamos armando
algo con pedazos del mundo” (Catalá et. al, 2020, p. 3). Cada cuerpo, en definitiva,
se seguía moviendo, no se detenían las corrientes sanguíneas, ni las vibraciones, ni
los temblores, ni los pensamientos que se les enredaban. En esa pausa extendida y
profunda, entonces, había movimientos por todos lados; pero con otros sentidos, por la
disrupción de la vida como la conocíamos y el extrañamiento que esto producía, pero
también por el curioso convencimiento de que lo que estaba ocurriendo había estado
esperando ocurrir y estaba esperando finalizar para armar algo distinto, porque es difícil
salir de la idea de la linealidad del tiempo.
33
Traer aquel 2020 al 12 de abril de 2023 llevaba todo a otro lugar. Antes del instante
que torció el mundo, ya éramos otras por aquellas experiencias de la pandemia, ya éstas
habían estado componiendo algo con la materialización de la compleja historia de
nuestros cuerpos, con las multilineales historias de nuestra sangre. Algo más habíamos
comprendido, algo más había sucedido, mucho permanecía incomprensible. De repente
todo tenía que volver a articularse. Salí del encuentro por zoom con Déborah con la
sensación de que crear algo con los fragmentos que dejaba la ruptura del mundo no
sería fácil, pero era, sin dudas, esperanzador. Si no apostábamos a eso, si no creíamos
en la posibilidad de rearmarnos, ¿cómo volveríamos a bailar, a jugar con los ritmos, con
los tiempos, con las historias? Al menos podíamos partir de una clave que habíamos
encontrado: el tiempo no es uno solo, no es una línea, no es continuo sino que se
suspende, golpea, sorprende, va y vuelve, no es estable, no es efímero ni es eterno, es
todo eso a la vez. Cuando las corrientes de un cuerpo se detienen, el mundo se detiene
y el mundo sigue. Y puede volver, porque la evocación lo hace parte de una vida y de
un mundo que siguen, porque la evocación lo reinstaura en un presente, porque algo
surge y devela que el tiempo es todo menos una sola línea que empieza y termina.
Llegado el día del seminario con Déborah, Daniela, las docentes y las estudiantes
del grupo de sensopercepción, presenté algo distinto de lo que había planeado
semanas antes. Ya no era solo una explicación de debates de la socio-antropología
sobre corporalidades, materialidades, movilidades y temporalidades, para pensar su
aplicación al movimiento de la danza. Al imbricarse estos mismos elementos con otros,
con los de los sucesos con todo aquello que el acontecimiento había sugerido, se trataba
de un agrupamiento distinto, con otras fuentes y, sobre todo, con otros efectos. Recordé
allí un texto que habíamos escrito hacía varios años (“Anfisbena desde adentro”, con el
Grupo de Estudio sobre Cuerpo, 2015), sobre la tarea de desarmar y volver a armar, sobre
universos que se entrelazan, sobre escrituras desde los cuerpos, sobre interacciones de
voces, sobre puntos de partida y de llegada, sobre puentes.
Ocurrió, finalmente, una conversación aquella mañana de viernes, en la cual
fuimos trazando caminos e itinerarios entre, por un lado, el movimiento corporal
34
y el ritmo en la danza y la sensopercepción, y por otro, las discusiones prometidas
sobre materialidad, corporalidad, movilidad y temporalidad en perspectiva socioantropológica. Caminamos por concepciones sobre el espacio desde las movilidades (con
la guía de María Julia Carozzi, 2015), revisando investigaciones sobre el desplazamiento
espacial y sobre los aspectos motrices de las prácticas sociales, partiendo de un
concepto de movilidades que “incluye tanto los movimientos en gran escala de gente,
objetos, capital e información a través del mundo, como los procesos más locales de
transporte diario, movimiento a través del espacio público y de objetos materiales en
la vida cotidiana” (Hannam y otros, 2006, p. 1), pasando por concepciones sobre las
movilidades en tanto canalizadas, encauzadas, ordenadas, limitadas o determinadas
por distintos condicionantes (Cresswell, 2010), o en tanto producto performático de
travesías y relatos de travesías (Turnbull, 2002). Luego circulamos por discusiones del
campo de los estudios sobre materialidades, siguiendo a Arjun Appadurai (1991) en
tanto entiende que los actores sociales son quienes codifican la significación de las
cosas y que indagando sobre las mismas cosas en movimiento es posible comprender los
contextos de relaciones sociales de las que forman parte y en cuyos entramados producen
interacciones específicas; y a Tim Ingold (2012 y 2013) y su invitación a enfocarse en
la potencia y las transformaciones de las materialidades en su circulación por distintos
espacios sociales y ensamblamientos particulares de relaciones sociales entre personas
y entre personas y cosas. Y finalmente cruzamos hacia conceptualizaciones sobre el
tiempo y las temporalidades como ámbitos de producción de la cultura, haciendo pie
en la propuesta del ritmoanálisis (Lefebvre y Régulier, 1985), en tanto parte del estudio
de la vida cotidiana que se ocupa de la interacción entre ésta y los ritmos, entendiendo
a éstos como “las modalidades concretas del tiempo social” (p. 222); según esta
propuesta de análisis ritmológico, la vida cotidiana en el capitalismo se regula “desde
el tiempo cuantitativo y homogéneo de los relojes”, pero “permanece recorrida y
atravesada por los grandes ritmos cósmicos y vitales”, resultando en que lo cotidiano es
“una interacción perpetua entre estos ritmos y los procesos repetitivos ligados al tiempo
homogéneo” (p. 222), interacción atravesada por múltiples tensiones y discordancias.
En este recorrido, buscamos articular estas lecturas con preguntas en torno a los cuerpos
35
y las corporalidades, el movimiento danzado y la sensopercepción, reintegrando esas
líneas conceptuales en los intereses y búsquedas individuales e interaccionales. En esta
búsqueda surgió la motivación de situar lo corporal en tanto materialidad, por ende
impregnada de movimiento y de tiempo, de movilidades y de temporalidades.
Más adelante emergió la invitación a transformar aquella charla en un breve
capítulo, agregando así más giros al espiral. Cuando, tras muchas idas y vueltas, este
texto comenzó a tomar su forma ¿definitiva?, se hizo puro presente un recuerdo mediado
por el paso de casi dos décadas, de un día terminando una clase de sensopercepción
dictada por Daniela, cuando le comenté con asombro que me iba de sus clases sintiendo
los ojos más abiertos y la mirada más amplia. “Y sí”, me respondió, sonriente y sin
asombro, como si hubiera estado esperando que eso sucediera, como si hubiera sabido
que eso sucedería. “Y sí”, quizás diría ella ahora, “es así, así tenías que escribir este
capítulo, tarde, después que pasó todo, con otra mirada”.
Referencias bibliográficas
Appadurai Arjun (1991). La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías,
México, Grijalbo/Conaculta.
Carozzi, María Julia, (2015). “El itinerario detrás del mapa: concepciones performáticas y
prácticas del espacio desde la perspectiva de las movilidades”. En AA.VV. Hacer espacio.
Circulaciones múltiples entre cuerpo y palabras. La Plata, Club Hem Editores. Pp. 353-361.
Catalá, Julia, Elizabeth López Betancourth, Lucía Merlos, Ana Sabrina Mora, Mariana Sáez,
Juliana Verdenelli e Ignacio Yuchark (2020). “Cielo adentro”. Proyecto (Re)-mover-(nos)
“Diálogos expansivos transdisciplinarios”. Revista Loie https://loie.com.ar/secciones/escenarioloie/removernos/, Bandcamp https://removernos.bandcamp.com/releases.
Cresswell, Tim (2010). “Towards a politics of mobility”. Environment and planning D: Society
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36
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Circulaciones múltiples entre cuerpo y palabras. La Plata, Club Hem Editores. Pp. 381-386.
Hannam Kevin, Mimi Sheller y John Urry (2006). “Mobilities, Immobilities and Moorings”.
Mobilities, 1 (1). Pp. 1-22.
Ingold, Tim (2012). “El diseño de ambientes para la vida”, en: Ambientes para la vida.
Conversaciones sobre humanidad, conocimiento y antropología. Montevideo, Ediciones Trilce.
Pp. 19-34.
Ingold, Tim (2013). Los Materiales contra la materialidad. Papeles de Trabajo, Año 7, N° 11.
Pp. 19-39.
Lefebvre, Henri y Catherine Régulier (1985). “Le project rythmanalytique”. Communications,
nº 41, pp. 191-199.
Lefebvre, Henri (2004). Rhythmanalysis: Space, Time and Everyday Life. Continuum, London.
[English translation by Stuart Elden y Gerald Moore of Elements of Rhythmanalysis originally
published as Éléments de rythmanalyse by Éditions Syllepse, Paris, 1992.]
Turnbull, David (2002). “Performanceand Narrative, Bodies and Movement in the Construction
of Places and Objects, Spaces and Knowledges: TheCaseof theMalteseMegaliths”, en: Theory,
Culture & Society, 19. Pp. 125-143.
37
Corporalidad on-off line,
digitalización y conectividad
Carolina Di Palma
carolina.dipalma@gmail.com
Nuestra ritualidad en la vida cotidiana se consolida mirando series hasta el infinito,
jugando videojuegos on line, scroleando en redes sociales o navegando por hipervínculos
en buscadores. Eso dentro de las pantallas. Fuera de las pantallas, caminamos por
ciudades cada vez más inteligentes (smart) portadoras de cámaras de vigilancia que
reconocen biometricamente rostros y geolocalizaciones que capturan los dispositivos
móviles que llevamos en nuestras manos. Cada vez más los requisitos para cualquier
gestión de acceso a servicios públicos o privados nos demanda algún logueo y, cuando
hacemos clic en Aceptar en las bases y condiciones, sumamos a nuestra identidad
metadatos. Esta digitalización de la vida con conectividad, produce transformaciones
de una nueva subjetividad que articula de manera novedosa la vida orgánica y la
vida virtual. Además, desde las pantallas se producen nuevos discursos interpeladores
que convocan a nuevos modos de ser y de estar en el mundo. La simulación virtual,
la interactividad, la narración no lineal de los hipervínculos, la inteligencia artificial,
son algunas de las potencialidades expresivas que habilitan las interfaces con las que
podemos narrar el mundo, narrarnos y narrar a los otros hoy. Estas nuevas narrativas
vinculadas a nuevos lenguajes y formatos transforman la espacialidad, temporalidad,
los modos de socialidad y los modos de encarnar y habitar los cuerpos.
Las pantallas a su vez, disputan hoy en día un nuevo sentido común vinculado al
juego sin fin, la vida sin límites, sin dolor ni muerte, el valor de la velocidad, el valor de la
optimización, la formas de participación acción-reacción y la automatización vinculada
39
a una desensibilización que puede acelerarse y miniaturizar hasta la molecularización,
sin rozamiento, a temperaturas bajo cero y la computación cuántica. Se instala un
nuevo deseo de jugar a ser dios, pero vinculado a número gúgol que tiene tantos ceros
hasta que un cuerpo se cansa. Y decimos que un número matemático puede cansarse
porque, hasta ahora, cada vez que entramos a las pantallas convertidos en metadatos,
nuestros cuerpos orgánicos siguen ahí, afuera de la pantalla, comandando la consola, un
celular, una computadora. Ese gasto de energía cognitiva que hacemos desde nuestros
comandos a las interfaces para ingresar a la vida virtual, se transforma en metadato
que sirve para una nueva gubernamentalidad algorítmica que modula la articulación
on-off line de nuestras nuevas formas de estar en el mundo. Estas nuevas formas de
producir subjetividad, modulan, no modelan como en la disciplina, nuevos modos de
ser a través de recomendaciones y segmentación de perfiles y gustos que se basan
en una combinación de grandes bases de datos o Big Data que hace la inteligencia
artificial sobre nuestros movimientos en la nube y en la tierra. Y digo en la tierra porque
modula nuestras prácticas en todos los casos, digitales y físicas orgánicas territoriales.
Las nuevas formas de gobierno son performativas de la articulación on-off line de la
vida en el marco de un modelo de negocios de extractivismo de la atención.
En términos de lo que fue pensado como sujeto cartesiano moderno, las nuevas
subjetividades producidas por un nuevo espíritu del capitalismo estarían siendo
convocadas a un modo de ser al extremo, alejado cada vez más del estar siendo
propuesto por Kush (2005), encarnados en avatares o nicknames. La sensibilidad que
produce habitar un espacio abstracto numérico digital no tiene registro de la muerte,
del dolor, ni de la finitud, más relacionadas con el estar siendo del cuerpo orgánico. Por
otro lado, en la virtualidad cualquier vulnerabilidad o fragilidad se suple con la compra
de más vida o energía a través de tarjetas de crédito.
Esta transformación cultural vinculada a la tecnología digital funciona porque estos
espacios simulados, tienen la potencia de crear mundos tales como los que habitamos
en los espacios físicos y construir otros nuevos. Siempre a condición de que el cuerpo
40
carnal, que está afuera, conectado a una interfaz, recargue energías y se detenga en
algún momento para sostener una duración de movimiento y reposo. Estos nuevos
modos de estar en la continuidad on-off line demandan un cuerpo post-orgánico es
decir, un cuerpo intervenido con tecnología que supla la finitud y el desgaste propio de
lo orgánico.
En tanto propuestas de interpelación que surgen desde las tramas de los consumos
culturales digitales, la creencia de que “todo es posible” y “a mi gusto” en ese estar sin
interrupción en la red, probablemente esté naturalizando ese gasto ilimitado y sin pausa
por voluntad propia.
La propuesta para reflexionar juntos las transformaciones de la sensibilidad
contemporánea, consiste en pensar a la tecnología digital como una nueva tecnicidad
y no de manera instrumental. Una tecnicidad quiere decir que algún nuevo dispositivo
aparece en un momento histórico determinado, en medio de transformaciones culturales
que habilitan nuevos procesos de subjetivación, o lo que es lo mismo, promueven
nuevos modos de ser y de estar en el mundo. Y si bien, las pantallas proponen algunos
modelos posibles de habitar el mundo, también los cuerpos de hoy entablan todo tipo
de diálogos donde intervienen resistencias, concesiones, negociaciones, según los
contextos de la vida cotidiana y las experiencias singulares y colectivas. Una de estas
experiencias que resisten es la investigación en sensopercepción para la que escribimos
este artículo.
En este contexto de digitalización, las industrias de las telecomunicaciones
proponen constantemente nuevos espacios supuestamente públicos y de acceso
gratuito, como Google, Youtube, Facebook, Twitter, que en realidad son privados, para
una participación regida dentro de las opciones predeterminadas del hardware y del
software. Las interfaces desde los formatos nos habilitan a movernos de determinada
manera y habilitan ciertas reglas de juego y participación que no pueden ser modificadas.
Lo mismo ocurre con los videojuegos y plataformas de streaming. Algunos consumos
culturales digitales tienen accesos y descargas gratuitas y otros son pagos porque brindan
41
beneficios, es decir, ganar más. Cuando el el modo de acceso es la gratuidad es por la
venta de metadatos de los usuarios. Es solo gratuito lo que monetiza nuestra energía
transformándola en metadato.
Cuando entramos en los espacios virtuales con la creencia de que todo es posible
en la red y que podemos jugar hasta el infinito, respondemos voluntariamente a la
demanda de las industrias de las redes sociales, series y videojuegos del consumo sin
interrupción, llamada por la industria de las telecomunicaciones, modelo de negocio
del Ocio Interactivo o extractivismo de la atención. La desaparición de la pausa en los
videojuegos actuales y las maratones de series son ejemplos de esta transformación en
la demanda que el cuerpo orgánico con energías limitadas no puede responder.
Una economía con una producción más automatizada requiere mucho menos
trabajo mecánico del cuerpo humano y más trabajo cognitivo para lo que queda afuera
de las fábricas. La producción industrial queda a cargo de las máquinas y los servicios
relegados al trabajo abstracto intelectual. En Silicon Valley las compañías vinculadas al
negocio de la nube y la producción de nuevos dispositivos digitales, (Google, Facebook,
Apple, Microsoft) se transforman en ciudades que son empresas, los empleados viven
en Facebook, Apple, Microsoft, los espacios físicos se vuelven flexibles, transparentes y
circulares. La externalización de la mano de obra se concreta en lugares geográficos por
especialidades y las starts ups funcionan en plataformas navales fuera de los territorios
continentales y de toda su reglamentación. Empresas como Uber, Rappi y Iunigo, no
tienen más que oficinas virtuales que se relacionan con sus trabajadores vía algoritmos.
La renta, la captura de la producción social, no se extrae de la producción ya que está
automatizada y externalizada, sino que se extrae del consumo. Los nuevos modelos
de negocios hacen posible la monetización del tiempo de ocio. Aproximarnos a la
extracción de las energías en la instancia de consumo cognitivo es posible sólo si
consideramos esta articulación de los cuerpos on-off line. Si pensáramos el cuerpo
orgánico por un lado y el cuerpo avatar virtual por otro, nunca llegaríamos a pensar el
problema político hoy del cuerpo que expresa a través del síntoma.
42
Estos espacios virtuales que transitamos a diario funcionan como espacios virtuales
de excepción porque no están regulados por el sistema de derecho. Al mismo tiempo,
discursos de la cultura digital convocan desde estos espacios a nuevos modos de ser y
de estar sin mediación del sistema de derecho.
Nuevos modos de control a través de la atención, modos de habitar la simultaneidad
y el instante presente, una nueva sensibilidad conectiva, la demanda de más velocidad
sin interrupción, los automatismos y el pensamiento computacional, la gamificación de
la vida cotidiana, autogobierno y gubernamentalidad algorítmica, la física cuántica y
la molecularización, el cálculo probabilístico, la monetización del tiempo de ocio, son
algunos de los significantes que nos llevan a pedirle a los saberes del cuerpo nociones
acerca de la piel, la sensopercepción, el toque, el contacto, el movimiento y la quietud,
el reposo, el tiempo para la respiración y la escucha.
Nunca tan vigentes las luchas de la expresión corporal, la sensopercepción, la
improvisación y todas las experiencias que se tomaron un tiempo de interrupción para
la escucha, deseos del cuerpo y el registro sensible.
Cuando sostener la vida es hoy un objetivo del biopoder contemporáneo, el
cuidado de la vida, en cambio, quizá nos demande prestar atención para ampliar los
horizontes de lo sensible.
43
Enciende una danza
(o la trinchera y el refugio menos pensado)
Anahí Acosta
anahineuquen@hotmail.com
Tal vez, en el comienzo de los tiempos, primero fue la curiosidad. Antes que la
nada. Antes que el cielo y la tierra. Fue la chispa que encendió el universo, potencia
que contenía todos los caminos, fuerza vital. Sin dudas, el cosmos danza antes de la
aparición del ser humano.
¿Cómo percibir la conexión sensible de mi humanidad a esa matriz que parece un
alma tan propia y a la vez universal?
Los cuerpos se mueven naturalmente desde su origen, integrándose a la vida y
siendo vida. El movimiento sin prisa y sin stop, es un tren que me lleva a los distintos
territorios que, yendo desde la piel hacia adentro, se replica creativamente en el cosmos,
como una fiesta interminable. Porque cada gesto forma parte de su contexto, es decir,
de la tierra en donde brota, y posee los ritmos del día y de la noche, de las geografías y
los climas, de los vínculos que los seres establecen.
¿Cómo crear intencionalmente algo único e irrepetible? Algo que narre mis días y
que sea presencia plena.
La danza nos sitúa en un aquí y ahora. Cada vez que sucede, de alguna forma
misteriosa nos conecta con aquella génesis del Universo, donde todo es alma. ¿Cómo
podría entonces definirla aun pudiendo reconocerla al instante? Puedo entrar en ella y
dejarla habitarme, ella y yo somos la misma.
45
Pensamos que para que exista la danza debe haber movimiento en cualquiera
de sus matices, organizado en torno a una melodía, o simplemente al ritmo de nuestra
respiración, pero ¿todo movimiento es danza? ¿y la quietud?
La quietud está habitada por innumerables movimientos, mientras más a fondo
queremos llegar para seleccionar solo uno, más se multiplican en infinidad de variables
que se combinan entre sí.
Mientras reflexiono sobre esto, mis neuronas se conectan y danzan intercambiando
señales, y mi piel, mis huesos solo aparentan inmovilidad. Puedo definir el movimiento
como el recorrido de un cuerpo (o de una parte de él) en el espacio desde el punto X
al Y. Si dentro de ese espacio busco recorrer el fragmento más pequeño posible del
espacio físico, y me dispongo a la paciente tarea de explorarlo, solo consigo multiplicar
infinitamente las posibilidades sensitivas y abrir en mí, un sinfín de territorios en
constante movimiento. Puedo llamar a esta tarea la búsqueda de la partícula mínima
de la danza. La imagino como una pequeña semilla que contiene dentro de sí un árbol,
que a su vez produce semillas. El ciclo se repetirá y multiplicará infinidad de veces.
Para las ciencias naturales, incluso lo sólido está en movimiento. Los físicos no
han logrado establecer en lo experimental el punto exacto de la quietud, no hay registro
de lo que le sucede a la materia en el cero absoluto5, tomado como valor hipotético
de la quietud total. En esta búsqueda se logró llegar a puntos cercanos a este cero, y
resulta que por ejemplo el helio, llevado hasta esa cercanía empieza a transformarse y
hacer cosas inusuales, y no se vuelve sólido, sino que se vuelve un superfluido, puede
atravesar cosas, puede trepar las paredes del contenedor en el que se encuentra.
Asombroso.
5 “Vale la pena aclarar que la mecánica cuántica, la rama de la física que describe los fenómenos a
escala atómica y molecular, predice que aún en el cero absoluto de temperatura habrá cierta energía
de movimiento de los componentes de un sistema que no podrá eliminarse, así es que esta energía se
denomina energía de punto cero de un sistema”, Nicolás Budini. Físico.
46
Usando una imagen metafórica accesible a mi comprensión, puedo agregar que
la física trata a los sólidos como un montón de pelotitas con masa; como resortes que
vibran, y mientras más calor se les proporciona, más vibran, hasta que en un momento
empiezan a desplazarse por el espacio, y pasan de sólido a líquido o a gas.
Danzan y se transforman.
Todo es movimiento, íntegramente.
Entonces, podría afirmar que la quietud absoluta no existe, que todo en todas
partes y a su tiempo, se mueve. Que la quietud sería, desaparecer por completo, ¿es
esto posible? El universo se transforma constantemente y cuando algo en él deja de
existir físicamente, continúa vivo a través de la memoria, de la palabra, de los rastros,
y se transforma. Permanece.
En sensopercepción indagamos en nuestro cuerpo a través del micro movimiento,
buscando la quietud, cada vez un poco más micro, consiguiendo abrir un sinfín de
sitios inexplorados en nuestro ser.
Si pudiéramos imaginar el momento de la quietud cero, ¿qué impulsó el primer
movimiento? Puedo pensar que fue el deseo, o la curiosidad; pero, acaso éstos últimos,
¿no son también movimiento? Son una pulsión de danza, nuestro cuerpo forma parte
activa de este universo de partículas deseantes y curiosas. En la sumatoria de sus microdesplazamientos genera huellas indelebles que van escribiendo nuestra historia.
Dice Michel Foucault “puede existir un «saber» del cuerpo, que no es exactamente
la ciencia de su funcionamiento, y un dominio de sus fuerzas que es más que la
capacidad de vencerlas: este saber y este dominio constituyen lo que podría llamarse
la tecnología política del cuerpo” (2008:158). Tal como dice Silvana Vignale6. “El
6 Silvana Vignale. Doctora en Filosofía. Investigadora de CONICET. Profesora Titular de Filosofía
y de Antropología Filosófica y Sociocultural, en la carrera de Licenciatura de Psicología, Facultad de
Psicología, Universidad del Aconcagua.
47
cuerpo es un campo de fuerzas, atravesado por la historia y por las relaciones de poder,
y así como es objeto y blanco de poder, es, al mismo tiempo, el lugar propio de las
resistencias” (2008).
Entonces baila
Baila para transformar mutar habitar
Baila para manifestar, para resistir
Baila la memoria colectiva
Baila para encontrar la belleza de la vida
Baila
Es inevitable.
Y de paso, te salvas un poco de las heridas del horror
del desamor
de la tristeza
y de la muerte, que tal vez no existe.
Bailando volvemos al origen, donde están todas las preguntas.
Por allí se sale, por donde entramos, aunque no seamos ya las mismas personas.
48
Referencias bibliográficas
Foucault, M. (2008). Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión. Buenos Aires, Siglo XXI.
Vignale, S. (2008). La disciplina: una tecnología política del cuerpo. Recuperado de https://
antropologiafiuda.wordpress.com/2018/05/20/la-disciplina-una-tecnologia-politica-delcuerpo/?frame-nonce=dc2bd419e6&preview=true&iframe=true&revision=3&calypso_
token=30756d4e-f690-4bd7-8a77-03b4d94899bc#_ftn3
Peñafiel,V. Miguel N., Ph.D. Cero absoluto, Cuestiones en la filosofía de la física. p. 44 https://
www.researchgate.net/publication/360978513_Cero_absoluto
Tipler, P. A. (1989). Física moderna. Ed. Revertè, SA. p. 68.
Universidad Nacional del Litoral (2017) De qué se trata el cero absoluto Recuperado de https://
web9.unl.edu.ar/noticias/news/view/de_qu%C3%A9_se_trata_el_cero_absoluto
Vinen, W.F. (2004). The physics of superfluid helium. Recuperado de https://cds.cern.ch/
record/808382/files/p363.pdf
49
Cuerpo en vínculo con el territorio
Verónica Buzza
verobuzza@gmail.com
“Hablar con las propias palabras significa colocarse en la lengua desde dentro, sentir que las
palabras que usamos tienen que ver con nosotros , que las podemos sentir como propias cuando la
decimos (…)Significa abandonar la seguridad de cualquier enunciado para exponerse a la inseguridad de
las propias palabras, en la incertidumbre de los propios pensamientos”
Gubbay y Kalmar, 2017
Devenires de la escritura
La palabra escrita para mí es un misterio, quizás porque es mía cuando la pienso
y deja de ser mía cuando la escribo.
De lo que quiero hablar en este inicio es de mi voz temblorosa, de mi diseño
espacio -temporal vacilante en torno a este escrito. No es como visualizar una cumbre y
“asaltarla” usando un vocabulario propio del montañismo. El devenir de esta escritura
es zigzagueante y tembloroso muy por fuera de ciertos ideales que creo jamás alcanzare.
Quizás quienes me lean puedan develar este misterio de mi recorrido (aunque
comprendo, hay misterios que no necesitan ser develados), que comenzó en torno a la
religiosidad y a lo sagrado, que intuyo ligado a lo que interpreto cómo Estado de Danza,
donde de alguna manera yo dejo de ser yo para habitar en comunión con un todo y es
justo ahí donde el tema trans-muta para preguntarme por lo propio. Qué es lo propio,
qué es la propia danza, la propia palabra, cuando lo propio está hecho de tantxs otrxs.
51
Y así, interpelada por cuestiones relativas a “lo sagrado” y a “lo propio”, decido salir
de mi (¿salgo de mi?) una fuga hacia otros territorios, a pensar mi territorio tucumano,
en realidad fue un pensamiento en voz alta que lo dije con tal pasión que mis oyentes
a su vez dijeron “este es el camino de tu escritura” ¿Este es el camino?
Cuerpo-Territorio
“Quiero ser clara y no puedo, mi mano derecha pellizca los pliegues de la piel de
mi mano izquierda, estoy inclinada con actitud de escucha… yo tenía una abuela con
piel arrugada que contaba historias… ¿Cuál es el vínculo entre mi abuela y la montaña?
¿Entre su piel y mi piel?”
La palabra cuerpo unida al territorio aparece con frecuencia en las voces de los
movimientos feministas. Entre los escritos sobre la temática rescato el relato de una
experiencia llamada “Cartografía corporal. Metodología del Mapeo del Cuerpo como
Territorio” (Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo, 2017:33).
La experiencia muestra a un grupo de mujeres acompañada con relatos, dibujos
del contorno de sus cuerpos y adentro de sus cuerpos dibujada la montaña; los ríos; su
casa; la laguna; la tierra; una calle; los bosques. La pregunta que se repite a lo largo de
la práctica es ¿dónde ubicamos esos lugares que habitamos en nuestros cuerpos?
La propuesta busca generar un proceso de entendimiento de “cómo nuestro
cuerpo es el territorio que habitamos y cómo el territorio que habitamos configura
nuestro cuerpo” (Colectivo Miradas Críticas, 2017:37).
Al leerlo me quedan resonando esas imágenes y relatos, me conmueven aun sin
comprender o quizás porque comprendo, que hay contextos, situaciones, en donde la
frontera entre el afuera y lo que habita de nuestra piel hacia adentro es difusa.
En el texto Cartografía Sentimental la autora señala que “Para los geógrafos, la
cartografía, a diferencia del mapa, que es una representación de un todo estático, es un
52
diseño que acompaña y se hace al mismo tiempo que los movimientos de transformación
del paisaje” (Rolnik, S, 1989:15). Cómo en aquellas mujeres, donde la cartografía de
sus cuerpos y territorios se transforman y reinventan cada día en un tejido vincular, la
piel se expande sobre los territorios, los territorios tras-pasan la piel con receptores
especializados para percibir el dolor; el toque frío o cálido de una mano; el roce de un
tejido.
De esta manera comprendo que los límites que en ciertos territorios tiene un trazo
preciso, milimétricamente medido por el ojo sagaz de algún/a terrateniente, en nuestro
territorio cuerpo se desdibujan ¿Cuál es el adentro y cuál es el afuera? para acercarme a
este interrogante traigo al relato una banda de Moebius (Escher, M, 1898-1972)
Relaciono esta imagen con palabras de Rolnik “un espacio sin anverso ni reverso,
sin dentro ni fuera, sin arriba ni abajo, sin izquierda y derecha” (Rolnik, S, 2019:36).
53
El estar siendo
Si entendemos que el territorio que habitamos configura nuestra corporalidad,
habría que despojarnos de una idea del Ser estable y universal, para pensarnos en un
estar siendo, en un existir en relación, en un estado o un modo de estar de la existencia
en los territorios sujeta a cualquier transformación. Estar siendo en relación al paisaje,
al tiempo y espacio que habitamos, a las existencias humanas y no humanas con las
que nos vinculamos.
Casalla nos dice en el prólogo del libro “Indios Porteños y Dioses” del pensador
argentino Rodolfo Kusch, que la americana es una cultura femenina, donde prima el
estar sobre el ser, donde el estar es estar abierto al juego de las fuerzas de lo real y este
es un juego dramático, sin certezas (Kush, R, 2000).
Es interesante que el texto, de alguna manera, nos lleve a pensar que nuestra
existencia busca de certezas. Quizás esta corporalidad porosa, frágil ante la existencia,
es más difícil en los tiempos y espacios que habitamos.
¿Es lo mismo estar siendo en las densas ciudades, en las húmedas yungas, o en
los valles, o montañas? ¿Permitimos que la gravidez del lugar nos afecte? ¿Qué nos
atraviese y deforme?
Aunque hablar de territorio es hacer referencia a un espacio geográfico y a un
desborde de la geografía, a ese “más allá… o a un más acá del territorio.
Tal como lo expresara Kusch en su relato sobre las antiguas calles del Cuzco7,
donde imperaba otro criterio de la vida, donde la magia y la religión convertían a una
calle en otra cosa.
(…) Ante todo el espacio que vivía el quichua no estaba vacío, sino que estaba
contaminado por la divinidad. Cuando una quichua salía de su casa no entraba en
7 Antigua capital del imperio Inca.
54
la calle cómo si esta estuviera vacía, sino que ingresaba a un lugar que era aún más
sagrado que su propio hogar(…) Siempre había en la calle un símbolo mágico: una
puerta, un paredón, alguna piedra que debía ser adorada. Por todos los lados espiaba
la divinidad. Indudablemente en el Cuzco antiguo la calle era más importante que el
hogar de cada uno. Entre aquel entonces y hoy en día (…) las cosas han cambiado (…)
La calle para nosotros es, en suma, la tierra de nadie (Kusch, 2000:168-169).
Esto me lleva a reflexionar sobre una frase tan tucumana “necesito verde, necesito
aire” ¿qué necesitamos realmente? Es ahí donde la selva, los valles y montañas se
transforman en algo más, quizás ese hilo que aún nos une a un sentipensar (Borda, F,
2009) ancestral que creíamos perdido.
Entonces, ¿Cómo reencantar nuestros espacios? ¿Cómo abrirse al misterio de la
existencia?
Guiada por estos interrogantes, mis pensamientos viajan al noroeste Tucumano,
hacia pueblos que han conservado su memoria ancestral: Amaicha del Valle, Colalao
del Valle, al pueblo de Talapazo donde la palabra es Sagrada y se nombra en lengua
Kakán (en un susurro casi inaudible) a “Etiéj el Gran Espíritu” que está conectado a tu
“mé (tu alma), que es quien eres” (Bixio y Cejas, 2020). A lo largo del camino al pueblo
de Talapazo espía la divinidad (Kusch, R, 2000), las apachetas8 símbolos mágicos
acompañan a lxs viajerxs ante un imponente paisaje, ante ese sol que lastima, ante la
mirada distante del cacique Antonio. De manera misteriosa, al recuperar estos territorios
desde la escritura, percibo en mi interior este principio de complementariedad de mi
estar siendo banda de moebius sin anverso ni reverso, sin dentro ni fuera, sin arriba ni
abajo, sin izquierda y derecha.
¿Puedo reconocer esa frontera que me separa de lxs habitantes de Talapazzo?
¿Puedo reconocer en mí el amanecer y el ocaso?
8 Montículo hecho de piedra de carácter religioso para nuestros pueblos originarios.
55
Kesselman diría, “será preciso un cuerpo vibrátil, sensible a lo imperceptible y que
resuene con lo humano en toda su complejidad” (Kesselman, S, 2023).
Porque abrirnos al juego de fuerzas de lo real, es abrirnos a un vínculo con la vida
misma en toda su magnitud y esplendor, pero también a su fragilidad y ocaso.
Sentimiento de inquietud ante el misterio
La práctica sensoperceptiva me permite establecer un vínculo con la complejidad
de la existencia, esa es mi forma de habitar (mé)9.
Desde la sensopercepción trazo un borde, una frontera que entiendo precaria
y frágil. Reconozco ciertos recorridos como propios: la atención a mi piel tocando el
aire, la madera, la ropa, el sonido; la atención a los apoyos organizando mi estructura
ósea, mis pensamientos divagantes ; la atención al gesto respiratorio, al in-conmovible
esternón, al suelo del paladar y al suelo pélvico; a las resonancias del movimiento. La
senso me invita a una escucha particular hacia la reverberancia, hacia el resto, a habitar
mis ausencias, mis caídas, mis contradicciones.
A buscar ese doble papel de la experiencia sensoperceptiva10 (Kalmar Gubbay,
2009), donde lo que se mantiene plegado se despliega, se expande hacia un más allá, (o
hacia un más acá), es ahí donde se suspende el sentido, es ahí donde puedo abrirme al
misterio de la existencia, encontrar al mundo un cielo, reencantar mi suelo, estar siendo
cuerpo vibrátil, sensible a lo imperceptible y que resuena con lo humano en toda su
complejidad. (Kesselman, S, 2023).
9 Este “Mé” con tilde se relaciona con el párrafo anterior. Los hablantes del kakán conciben que Mé es
tu alma, es quien eres en conexión con Etéj, el Gran espíritu.
10 La Sensopercepción juega un doble papel, tanto en recoger y evocar lo que recibimos por el aparato sensorial, en forma cada vez más detallada, clara y diferenciada; como en la estimulación de la asociación y producción de imágenes que van a dar lugar a la fantasía creadora, esenciales para alimentar
la vida sensible y artística de cada individuo” (Kalmar y Gubbay, 2009).
56
Así cómo en las prácticas sensoperceptivas leer a Kusch me despierta una
sensibilidad particular hacia lo sagrado, hacia el vínculo con el misterio de la
existencia. Mi cotidianidad muestra sus contradicciones, no creo (o no quiero creer) en
lo suprahumano ni lo ultrahumano, pero, una pulsera roja en las muñecas me delata;
una vela prendida a los ancestros cada tanto; la mirada que se escapa hacia el cielo
en el centro tucumano, tan ruidoso, tan sucio, “tan tierra de nadie” (Kusch, R, 2000).
Mientras escribo recuerdo a Carmencita cuando decía: “Escuchen ese pájaro, es porque
vienen visitas, escondan una escoba detrás de la puerta si quieren que se vayan rápido”
Me río de su ingenuidad, pero hace bastante que evito pasar debajo de una escalera,
poner el bolso en el suelo, y en este sentido, recupero las palabras del poeta “En un
mundo sin cielo, la tierra se convierte en abismo” (Mamush, D, 2005).
Conclusión de este recorrido
A raíz de esto que vengo pensando, de lo escrito en estas páginas, me pregunto
por la Expresión Corporal, esa forma de danza que practico, que vivo, que respiro; una
danza que valora los encuentros sutiles, que valora el demorarse; la presencia sensible
y despierta, que busca generar encuentros más amables con unx mismx y con lxs otrxs;
que intenta crear otras realidades posibles y soñadas.
57
Una cosa es danzar, y otra decir, diría Kusch, cuando digo algo lo expreso como
por una rendija, y atrás queda todo lo que además habría que decir y no alcanzo a
expresar (…) Detrás de lo que digo puede haber algo así como un río, un torrente o un
océano, y esto último sólo lo expresa la danza (Kush, R, 2000).
Referencias bibliográficas
Ahumada, M (2021) Módulo III-Clase 2 Espiritualidades populares en la perspectiva de Rodolfo
Kusch: Mánticas del sacrificio. 4ta cohorte de la Diplomatura universitaria en Filosofía de la
Liberación. Universidad de San Isidro Dr. Plácido Marín (USI). Buenos Aires.
Bixio, B y Cejas, R (2020) “Tiri Kakan: Recuerda Nuestra Lengua Ancestral”-1° ed- Córdoba:
Ecoval editorial.
Borda, F (2009) Una sociología sentipensante para América Latina .Bogotá: Siglo del Hombre
Editores CLACSO.
Bruce, B (2021). Módulo III-Clase 1 Intercambios inconclusos sobre la religiosidad en Abya
Yala. 4ta cohorte de la Diplomatura universitaria en Filosofía de la Liberación. Universidad de
San Isidro Dr. Plácido Marín (USI). Buenos Aires.
Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo (2017) Mapeando el
Cuerpo-territorio. Guía metodológica para mujeres que defienden sus territorios. https://
territorioyfeminismos.org/
Cullen, C A. (2014), El conocimiento “forma” cuando se sabe “deformado” por el suelo que
habitamos. Recuperado de: https://www.scielo.br/j/aval/a/6svvV3Pn6dHSdNTgKqzP8TN/?for
mat=pdf&lang=es
Darwish, Mahmud (2005, enero). “Contrepoint” (Homenaje a Edward Said), Le Monde
diplomatique, p. 28.traducido para Rebelión por Beatriz Morales Bastos. Recuperado de
https://rebelion.org/docs/9854.pdf
Escher, M C (1964) Franja de Moebius II. Publicado el 25 mayo, 2011 en https://www.
wikiart.org/en/m-c-escher/moebius-strip-ii
58
Gubbay M. & Kalmar D, (2017) El movimiento en la educación. Buenos Aires: Novedades
Educativas.
Kalmar D, & Gubbay M. (2009) Sensopercepción. Recuperado de: https://recursoscorporales.
blogspot.com/2009/12/sensopercepcion-por-deborah-khalmar-y.html
Kesselman, S (2023) El Paradigma Corporal y la Relajación Activa, publicado el 24 de Abril
de 2023 en
https://www.telam.com.ar/notas/202304/626417-pensamientos-corporales-kesselman-eutonia.
html
Kusch, R (2000), “Indios, porteños y dioses”. Tomo I. Obras Completas. Rosario: Fundación
Ross.
Kusch, R (2007), Geocultura del Hombre Americano. Tomo III. Obras Completas. Rosario:
Fundación Ross.
Rolnik, S (1989) Cartografia Sentimental: transformações contemporâneas do desejo”. São
Paulo: Estação Liberdade.
Rolnik, S (2019) Esferas de la insurrección - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Tinta
Limón.
Sierra Bonilla, A S (2020) Módulo I-Clase 5 Psicología de la Liberación en Abya Yala:
articulaciones otras entre y con los feminismos. 4ta cohorte de la Diplomatura universitaria
en Filosofía de la Liberación. Universidad de San Isidro Dr. Plácido Marín (USI). Buenos Aires.
59
Algunos modos de escritura acerca
y desde la Sensopercepción:
reflexiones para pensar la práctica
Julia Catalá
Juliacatala7@gmail.com
Lo que sigue son apuntes y reflexiones acerca de la Sensopercepción que surgen
a partir de una práctica de escritura muy particular que es la que circula en las redes
sociales, especialmente en Instagram. Una escritura que deviene de un entramado de
variables: la de querer explicar de qué se trata la Sensopercepción y por qué a alguien
le serviría desarrollarla; la de seleccionar una y otra vez las palabras adecuadas para
que no sean “demasiadas” -en una plataforma que privilegia la imagen- pero que al
mismo tiempo logren transmitir lo más fielmente posible la esencia de la disciplina; la
de necesitar yo misma la escritura en un proceso de retroalimentación constante con las
reflexiones que provienen de mi práctica docente.
Ese ensayo de explicación, entre la demanda y la inspiración, es muchas veces
contradictorio. En los últimos años Instagram se volvió un espacio de difusión casi
obligado y de sentido común para quienes trabajamos de manera “autogestiva”.
Pero no alcanza con hacer circular la información de un horario de clase, el formato
comunicacional demanda producir algún tipo de “contenido”, dar a conocer, explicar,
ofrecer verdades originales, tips para una “vida saludable”, más aún si del movimiento
se trata. Convencer. Vender. Al margen de las dificultades propias para hablar en
nombre del saber, nada está más lejos del marketing que la Sensopercepción. Su
trabajo no pretende establecer recetas estereotipadas de movimientos correctos, buenas
61
posturas o imágenes fijas de lo que es un cuerpo “saludable”. Tampoco asegura un
cuerpo “consciente”. Lo que propone la práctica es un despliegue artesanal a través
de una búsqueda corporal-de-movimiento que, abonada por la experiencia colectiva,
va construyendo sus propias preguntas y verdades, sus trayectorias singulares. No hay
lugares de llegada iguales para todos. No hay un modelo de cuerpo al que copiar,
ni siquiera un modelo “contrahegemónico”.11 Sin embargo, quienes estudiamos el
movimiento desde esta metodología elaboramos un modo de pensar, de decir y de
hacer que puede resultar valioso para construir un abordaje acerca del cuerpo desde
sus múltiples significaciones. Por lo tanto, algo hay para decir, y el uso de las redes
sociales es un medio privilegiado para ello.
Es desde esta contradicción y desde la necesidad de dar a conocer mi trabajo, que
fui desarrollando una especie de obsesión por desmenuzar cada vez más qué es eso
que la práctica propone y por buscar la forma adecuada para transmitirlo, tratando de
no perder la poética propia de la Sensopercepción.
En términos generales fui construyendo dos modos de escritura. Uno guiado por
la necesidad de crear imágenes -que son las protagonistas de la red social- pero con
palabras, otro guiado por la búsqueda de una explicación más objetiva.
En el modo “poético” escribo con imágenes que no puedo retratar en una foto o
en un vídeo para historias. Escribo sin esconder el registro singular. Escribo desde la
búsqueda misma a través del movimiento, todo aquello que no se puede ver mediante
una cámara, dado que no alcanza la imagen visual de una posición corporal determinada;
no es la posición lo que nos interesa. Es eso que está detrás.
11 Muchas veces hacia el interior de las técnicas corporales se genera cierto sentido común alrededor
del cuerpo que se suele contraponer a la construcción hegemónica como si esos cuerpos hubiesen
ya alcanzado un estatus diferente al del “común de la gente”. Se habla así de “cuerpo consciente”,
“cuerpo conectado”, “cuerpo-mente” “cuerpo sensible”, entre otros.
62
Podemos resumir diciendo que es un modo que no busca generar explicación de
causas y efectos; en todo caso provocar una invitación.
La Sensopercepción investiga el movimiento desde los detalles, valoriza lo sutil
que escapa a la mirada apurada de lo cotidiano. Prioriza una temporalidad ajustada al
devenir de un cuerpo que moviéndose se indaga y se crea a sí mismo.
Hacer zoom y detenerse, observar, preguntarse, dejarse mover por las palabras y
paisajes. Abrazar el movimiento como refugio y potencia
El recorrido es interno, único
vamos creando imágenes, pensando movimiento
armando camino abrimos nuestras más íntimas redes
lo pequeño se vuelve inmenso
lo sencillo, despliegue
Entre el cielo y la tierra
el arriba se volvió adelante, el abajo atrás
avanzo, prolongando una ofrenda
sé que puedo volver la espalda a la base
ir, sabiendo estar en la presencia del regreso
mínimo
el paisaje a veces
es más inmenso
es más frondoso
aunque los ojos
apenas divisen
“¿cómo se llaman esas cosas que ves cuando cerras los ojos?”
63
Ir al suelo
como acto de resistencia
de encuentro con la sensibilidad
de lo que soy, de lo que estoy
Ir al suelo y recibirme, reunirme
darme la energía aquí, ahora
no a la máquina, no al patrón, no al avatar
ir al suelo acompañada
en comunidad,
no sólo de todas mis versiones
ir, insistir, seguir yendo
con todes les que seguimos disfrutando tan hondamente de la humanidad que se
festeja,
que se recicla,
se rearma, se transita
Ir al suelo
como acto de amor, de contacto y de persistencia
Ir al suelo
una vez
cada vez
todas las veces.
Por otro lado, el modo “explicativo” deviene del intento de traducir las
singularidades de la experiencia a un lenguaje que pueda invitar también a aquellos
que se encuentran más alejados de la práctica. Explicar qué es, para qué y cómo se
desarrolla el trabajo corporal desde la Sensopercepción.
64
Algunos punteos:
Las secuencias de movimiento desarrolladas durante las clases se orientan
a brindar variados repertorios de acciones y gestos motrices y posturales.
Estas secuencias se incorporan a través de un método de indagación y experimentación
con el cuerpo, los elementos, el contacto, la palabra, la anatomía, la música y la
poética, valorando la particularidad de cada quien y la diversidad de puntos de partida
y de llegada.
La Sensopercepción es una metodología de educación somática, implica poner en
juego el sistema mismo de aprendizaje que tenemos instalado en el cuerpo, el cómo se
aprende al aprender, mediante el movimiento. No alcanza con copiar un movimiento
desde afuera, es preciso -para que haga sentido a quien lo realiza- construirlo desde las
propias referencias, desde adentro. Indagarlo, probar. En este proceso los movimientos
organizados en secuencias, así como la información anatómica, los objetos, las imágenes
poéticas, la música y la palabra son vías facilitadoras, disparadores, rutas posibles. Hay
tantas formas, posiciones y trayectorias como personas que investigan el movimiento.
Practicando Sensopercepción se pueden incorporar gestos de movimiento distintos
a los acostumbrados: desautomatizar patrones motrices y posturales, observando e
indagando los micromovimientos que los componen para probar nuevas relaciones
entre ellos.
Probar hacer de otro modo. Indagar. Dejarse estar en el espacio en blanco. Primero
hay que suspender algo del “yo”, cuestionarlo para que no vengan todas las costumbres
encima, para dejar aparecer el no saber. Esto que hago ‘así’ siempre sin dudar, como
por ejemplo el acto más cotidiano de caminar, ¿cómo lo hago? ¿Qué zonas del pie
entran en contacto con el piso, de qué manera? ¿Dónde está el peso? ¿Con qué parte
empujo? ¿Un pie hace lo mismo que el otro? Preguntar. Con la curiosidad de nunca
antes haber caminado.
Practicando Sensopercepción se suelen aliviar tensiones al integrar: nuevas zonas
de apoyo para descargar o empujar el peso, sitios de proyección hacia el espacio, el
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sostén desde la estructura ósea, la reorganización de las fuerzas musculares, el uso de
tiempos de movimiento y pausas de reorganización acordes, entre otros.
“Aliviar tensiones” parece a veces frase hecha, un modo marketinero de difundir
la práctica. Todos queremos un poco de alivio en esta actualidad llena de tecnología,
sedentarismo y presión por tener una vida saludable. Incluso es un automatismo que
adquirimos dentro de la práctica misma, un modo de decir rápido algo de lo que se puede
‘lograr’ haciendo Sensopercepción. Las tensiones son parte de nuestro andar cotidiano y
devienen de factores múltiples, por supuesto que no es suficiente una práctica corporal
para modificarlas y mucho menos quitarlas. Tampoco es el objetivo directo del trabajo.
Pero muchas veces sucede que en ciertos lugares del cuerpo que sentimos trabados o
bloqueados hacemos circular el movimiento y como consecuencia algo en el sistema
de tensiones se modifica. Quizás sea un espacio en una articulación que suena y la
contractura pesa menos, quizás sólo se exprese en un suspiro, en un bostezo, un dejar
de empujar con las lumbares para adelante. A veces es momentáneo, después de la clase
una vuelve a su cotidianeidad con sus hábitos y tensiones. A veces queda en el recursero
corporal para ser “activado” en la cola del supermercado, ¿dónde descargo el peso de la
cabeza? ¿Armo el arco de los pies o colapsa el tobillo para adentro?
Practicando Sensopercepción se va construyendo una mirada atenta al espacio
interno y al mismo tiempo al espacio circundante; trazar puentes entre el adentro y el
afuera.
En un presente cada vez más atravesado por la tecnología y la simultaneidad e
inmediatez que ésta conlleva, pareciera desarrollarse un doble repliegue del cuerpo,
enajenado de sí mismo y de los demás.
Absorbido en las pantallas el cuerpo pareciera aislarse del entorno, de los otros
cuerpos, de las personas e incluso de las propias sensaciones internas. Como un devenir
virtual paralelo con la emocionalidad generalmente desbordada. Abrir un momento de
escucha sin otro estímulo que el de la pregunta acerca de cómo está ese cuerpo que soy yo
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y que está ahí, podría convertirse en una herramienta de autogestión de cierto bienestar
personal - psíquico, físico y social. Sin embargo, esta importancia del “sí-mismo” y del
“espacio interior” se ha sobredimensionado para justificar el individualismo creciente.
Incluso se volvió una exigencia del mundo contemporáneo, “se vos misma/o”, “sueña,
ríe, ama”, etc. Pero ¿es posible ser sin los otros? ¿Cómo camina ese cuerpo en la calle?,
¿de qué manera la sensación del apoyo sucesivo de los pies construye mi andar en el
medio de los otros cuerpos? ¿Cómo compartir el espacio con los demás? ¿Cómo no
quedar encerrado en uno/a mismo/a?
Practicando Sensopercepción se explora el movimiento a través de su vínculo
con la palabra y la imagen, en un entramado anatómico-kinésico-poético que amplía
el lenguaje.
¿Cómo provocar al movimiento? Indagarlo, llamarlo, desafiar sus trazos
automáticos, ¿Cómo generar nuevos trazos que sorprendan, que despierten la curiosidad
y el interés por el movimiento? El lenguaje corporal no está escindido del pensamiento.
Las palabras pertenecen a ambas superficies, las que acostumbramos a pensar como
mundos separados: el cuerpo y el intelecto. Quien guía una clase de Sensopercepción
va hilvanando las palabras buscando entramar esas esferas con referencias anatómicas,
espaciales, sensoriales, imaginarias, cotidianas. Quien guía no muestra con su cuerpo
el movimiento para ser imitado, sino que ofrece -para que el otro lo genere y lo inventepalabras, tonos de la voz, silencios, preguntas. Busca generar estímulos para despertar
un interés en el mover. Este modo tan particular de entramar el decir, el mover, el
pensar, el sentir, el crear a través del cuerpo en movimiento es un modo de desarrollar
un lenguaje con más recursos en tanto se enriquece la expresividad y la comunicación
con los demás.
Para cerrar podría decir que ambos modos de escritura provienen de la misma
intención de hacer circular por uno de los circuitos sociales más utilizados actualmente
-Instagram- un modo de conocimiento que es la Sensopercepción. Una intención que
va en doble dirección, hacia los demás y hacia mí misma, en tanto que en el mismo acto
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de comunicar de qué se trata este “mundo”, voy integrando lo ya conocido con aquello
que deviene sorpresivamente en el saber en la medida que lo explico. Esta escritura es,
así, simultáneamente un medio de comunicación, de expresión y de aprendizaje. Ya sea
en su forma más poética o más explicativa esta escritura se volvió parte de la práctica
misma de la Sensopercepción, un modo muy particular de poner en movimiento el
pensamiento y la creatividad, un movimiento a través de las palabras.
Estas reflexiones acerca de una práctica de la que poco se escribe intentan también
compartir algunas ideas -inacabadas, desordenadas- no para definir la Sensopercepción
sino para aportar a seguir pensando los alcances de su práctica y los modos de enunciar
sus potencialidades.
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Sensopercepción y verbalización,
el tercero que aparece
Helue Errandonea
hmerrandonea@gmail.com
“...Si bien el mundo común es el lugar de reunión de todos, quienes están presentes
ocupan diferentes posiciones en él, y el puesto de uno puede no coincidir más
con el de otro que la posición de dos objetos. Ser visto y oído por otros deriva su
significado del hecho de que todos ven y oyen desde una posición diferente”
Hannah Arendt, La condición humana
Cada viernes hace un año y medio por la mañana, se activa el ritual de la reunión.
Desde distintos puntos del país y del mundo, vamos preparando espacios y cuerpos.
Vamos aguardando en la sala de espera virtual y así cada una a su tiempo pueda llegar
y disponerse. Hace un año y medio somos convocadas por el Espacio de Investigación
de Sensopercepción coordinado por Deborah Kalmar y Daniela Yutzis. Espacio que se
fue construyendo en torno a la presencia sostenida y curiosa. Convoca la propuesta y la
pregunta por la propuesta, ¿De qué hablamos cuando hablamos de Sensopercepción?
¿Cuáles son sus principios? ¿Cómo surge la Sensopercepción? ¿Qué disciplinas nutren
a la Sensopercepción? ¿Cuáles son los modos de hacer y decir de esta práctica? ¿Qué
vinculaciones vamos descubriendo en esta práctica que parece alimentarse de muchas
fuentes y nutrir los registros sensoriales de quienes la probamos?
Mucho de esto que se teje viene de la mirada profundamente pedagógica
y humanista de Patricia Stokoe. Su confianza en la danza al alcance de todxs y los
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modos de diseñar situaciones de enseñanza y de aprendizaje para que cada quien
pueda simbolizar a través del movimiento su propia subjetividad. Tocar los bordes de
la danza para ir dejando huella en el registro de lo que es susceptible de ser danzado, es
decir todo. Desde el gesto cotidiano de rascarse hasta el concepto más abstracto. Estos
encuentros configuraron a Patricia profundamente ligada a la tierra, a los territorios y
a todo lo que acontece en ellos. Una ética vinculada a estar parado sobre los pies y a
mirar desde lo común.
Cada una de las clases/itinerarios nos ponemos en contacto con los temas que
orbitan y alimentan a la Sensopercepción. Se trata de sensibilizar para emprender el
viaje del sensar, de estar a la escucha.
La práctica de la Sensopercepción se nos ofrece a partir de la verbalización de un
recorrido, de incentivaciones orientadas a ligar la atención en el cuerpo y la conciencia
del movimiento. La incentivación es a través de la palabra y el viaje está cuidadosamente
planeado con la coherencia metodológica de ir regando las preguntas que florecen con
la potencia porosa de la escucha. Siempre es hacia el movimiento pero la vinculación
con otros ámbitos nos muestra la posible red de relaciones que subyacen en la práctica.
Un péndulo entre lo íntimo de cada una y el mundo común que extiende la práctica.
Cada propuesta trae consigo el poner la palabra sobre la mesa, los modos de expresar
la sensación, de compartir esa experiencia que leuda en lo propio y se amasa con las
otras. Se materializa la práctica a través de la palabra, de la lengua común que adopta
diversas formas de expresar eso nuevo que surge cuando las palabras van al encuentro
de otras palabras que retornan y nos muestran otros modos de nombrar.
Termina cada encuentro y algo de tiempo/itinerario/investigación se funde en el
ritmo cotidiano y otro poco resiste dentro para recordarnos que otros modos de habitar
nuestros mundos son posibles: la escucha abierta, el oído que orienta hacia algún trinar
lejano, el pasar de una brisa que inclina la cabeza, el pasaje del peso al caminar, el aire
ensanchando las costillas, la lengua que recorre el paladar. Y vuelven las palabras que
provocan sinuosas danzas internas que despliegan posibles diálogos entre un afuera y un
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adentro que se torna cada vez más difuso, evocan las preguntas por el estar siendo y el
estar y convocan entre la potencia del afecto, desafíos y sonrisas, al próximo encuentro.
Quedan los ecos de la práctica: eso de abrir espacios internos, encontrar
vínculos, ir al encuentro de lo que quiere venir cuando se pone en relación una parte,
otra y el todo.
Los caminos de ese encuentro pueden ser variados y las sensaciones muchas,
múltiples, diversas. Hay pausas dentro de la práctica, hay descansos y retornos. También
hay un momento de reunirse y compartir desde la palabra. De encontrarse con las
miradas y los silencios ¿Cuál será la relación del tiempo y el encuentro con el decir? A
veces las palabras tardan en llegar, se demora el encuentro de lo múltiple/movimiento
con el sentido nunca unívoco de la palabra. Tal vez haya que balbucear, probar.
Rastrear en lo abierto y múltiple de la palabra algo de lo transitado. Experiencia,
sensación y palabra como ámbitos abiertos, plenos de posibilidad. Buscar, ensayar,
dejar que la lengua se ensanche, se pliegue, que sea conductora de esos sentidos
que desean ser nombrados para darle existencia y consistencia sonora a la práctica.
Buscar tal vez en la musicalidad de las palabras, en la memoria del cuerpo resonante.
Entramar con la sustancia de lo dicho ese registro que ya no es único y privado sino
que se encuentra con otras, otros, otres para, en el mejor de los casos ponerlo en
relación y construir nuevos sentidos. Nuevos, distintos/otros mundos comunes pasibles
de ser nombrados.
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Acerca de recuperar el saber del cuerpo,
desde la mirada de Suely Rolnik
12
Florencia Roig
mflorroig@gmail.com
Un cuerpo conectado consigo mismo y atravesado por las fuerzas del mundo. El
pensamiento y el arte como herramientas a través de las cuales recuperar la fuerza vital
y descolonizar el inconsciente, ligado desde hace tiempo a lógicas del sistema.
Un cuerpo conectado consigo mismo y atravesado por las fuerzas del mundo.
Capaz de sentir y habitarse en la afectación. El pensamiento y el arte como herramientas
a través de las cuales es posible recuperar la fuerza vital para “descolonizar el
inconsciente” (Rolnik, 2018) el cual se ha visto ligado desde hace tiempo, a las lógicas
del sistema capitalista.
Son las formas culturales existenciales engendradas en una relación viva con el
otro, las que desestabilizan continuamente las cartografías vigentes. Así se refiere a las
expresiones del cuerpo vibrátil. Tomando forma y fuerza como paradoja, y los efectos
del mundo como campo de fuerzas en el cuerpo. Podemos afirmar que el mundo vivo
es una experiencia viva en el cuerpo, con lo cual, los efectos del mundo están en
él. Rolnik sostiene que la experiencia de las fuerzas del mundo en el cuerpo es una
experiencia estética, esta oscila en la fricción entre el extrañamiento y lo familiar.
Para este trabajo comparte una serie de sugerencias con el fin desprogramar el
inconsciente colonial, las cuales son presentadas en el libro Esferas de la insurrección:
12 Suely Rolnik es psicoanalista, filósofa, crítica cultural y curadora nacida en Brasil en 1948.
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1. Desanestesiar la vulnerabilidad ante las fuerzas
2. Reactivar el saber del cuerpo
3. Desobstruir el acceso a la sensación
4. Sostenerse en la tensión de lo extraño-familiar hasta crear un decir que, por ser
portador de su pulsación, sea capaz de actualizarlo
5. No atropellar el tiempo propio de la creación
6. No renunciar al deseo
7. No negociar lo innegociable
8. Ejercer la función ética, política y clínica del pensamiento
Es aquí donde halla la conexión con el área de la Sensopercepción, que invita a la
escucha propioceptiva, a través de distintas técnicas y también a la educación a través
del arte.
Una política bajo la piel
Existe un Nuevo Activismo que propone el derecho a la vida en su esencia de
potencia creadora y no restringe su lucha a la ampliación de derechos. Su objetivo
está vinculado a la reapropiación de la fuerza vital que se ha visto secuestrada por el
régimen colonial capitalístico, llevando al deseo a una entrega a sus designios, este es
el principio micropolítico del régimen que hoy domina el planeta. La apropiación del
derecho a la vida está directamente encarnada en sus acciones.
La base de la economía capitalista es la explotación de la fuerza de trabajo y de la
cooperación inherente a la producción para extraer plusvalía de ellas. A esto llama ella,
proxenetización o cafisheo para designar más precisamente la frecuencia vibratoria de
sus efectos en nuestros cuerpos. En su actual versión, es de la propia vida que el capital
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se apropia, de su potencia de creación; es la propia pulsión de creación individual y
colectiva de nuevas formas de existencia que el capital explota, haciendo de ella su
motor. Es la propia fuerza vital de los elementos que forman la biósfera, la que el régimen
colonial-cafisheístico expropia y corrompe, secuestrando la fuerza creadora de mundos
en el propio nacimiento de su impulso. En él todo está estandarizado, dominado por los
medios de comunicación y el consumo.
Para combatirlo es necesario tomar una decisión micropolítica: resistir el régimen
dominante en nosotros mismos. Como un territorio a conquistar y construir día a día,
en cada existencia humana, en el universo relacional y en la construcción de lo común.
Sublevarse implica diagnosticar el modo de subjetivación vigente y el régimen
inconsciente que le es propio, a partir de ahí, investigar cómo y por dónde es posible
viabilizar un desplazamiento cualitativo del principio que rige. Ahora bien ¿Cómo
esquivar el régimen del inconsciente en nosotros mismos y en nuestro entorno?
La respuesta sólo puede darse en el terreno de la investigación de la propia
experiencia. Buscando vías de acceso a la potencia de creación en nosotros mismos.
En este sentido, es imprescindible encontrar herramientas para crear disponibilidad
a la información, a las resonancias de los afectos de las fuerzas del mundo. Pensar
y subjetivarse, aunque no aisladamente. Crear redes. Experimentar la potencia
micropolítica de las prácticas artísticas y permitirnos el cambio.
Es en esta instancia donde las herramientas que brinda la sensopercepción pueden
colaborar. Habilitando el espacio de escucha a las sensaciones físicas y emocionales,
creando confianza en la propia percepción, viabilizando el acceso a la sensación y
también dando lugar para que la actividad emerja. Investigando en la repetición de un
movimiento simple, para deasautomatizarlo y observar qué es lo que se activa cada vez,
probando diferentes maneras en el hacer. Abriendo la reflexión en varias direcciones.
Ahondando en la propiocepción y aumentando el conocimiento y la confianza en el
saber del cuerpo.
75
Reconectar con la propia voluntad más allá de las pautas socioculturalmente
instauradas, pondrá en marcha el movimiento hacia una dirección alineada con
nosotros mismos.
Hacer uso ético y clínico del pensamiento, enseñándonos a nosotros mismos
a pensar, a aprender de las experiencias, observando y actualizando, no repitiendo,
haciéndonos conscientes para guiarnos hacia el bien propio y común.
La sensopercepción como así también otras disciplinas artísticas nos pueden
ayudar a pensar, a vernos y expresarnos en dirección de aquello que pide paso, siendo
canales para elaborar y manifestar pensamiento crítico, creativo y nuevas formas de
mundo.
Rolnik cita aquí la obra plástica “Caminhando” de Ligia Clark, artista brasilera
cuyo trabajo se ubica dentro del Movimiento de los años 60’, ligado a la activación
ético clínica de la función del arte. Aquí el acontecimiento artístico es la propia
experiencia del sujeto, que mediante la acción de realizar un corte en una banda de
Moebius de papel, habilita una manera de sentir el tiempo y el espacio diferente y
generando reflexiones al respecto. Cuando el deseo es convocado a actuar se definirán
sus políticas, éstas corresponden a distintos regímenes de inconsciente pulsional.
El saber-de-lo-vivo sabernos constituidos por los efectos del flujo vital y sus
relaciones mutables lleva a otro sentido. Al entrar en nuestro cuerpo las fuerzas del
mundo, se integran con las fuerzas que lo animan y generan otros mundos en estado
virtual, los cuales producen sensación de extrañamiento. “Esta es la esfera micropolítica
de la existencia humana, habitarla es esencial para situarnos en relación con la vida y
hacer elecciones que la protejan y la potencien.” (Rolnik, 2018, 100)
“Tales fuerzas alcanzan todos los cuerpos que lo componen -humanos y no
humanos- haciendo de ellos un solo cuerpo, en variación continua, téngase o no
consciencia de esto. Podemos designar esos efectos como afectos. Se trata de una
experiencia extrapersonal, pues aquí no hay contorno personal, ya que somos los efectos
76
cambiantes de la fuerza de la biosfera: Saber-del-cuerpo, saber-de-lo-vivo, saber ecoetológico.” (Rolnik, 2018: 100).
Cuando el deseo logra responder activamente, en una temporalidad propia, busca
actuar teniendo en mira la descolonización del inconsciente, retomando el poder de
decidir el destino de la pulsión y reasumiendo la responsabilidad ética ante la vida.
Partiendo del principio de que esto implica al terreno de todas nuestras relaciones, de
las más íntimas a las más distantes, los efectos de cualquier gesto en esa dirección son
colectivos.
Aquí las respuestas pueden ser reactivas o creadoras.
La intención es liberarse de la opresión política, la explotación económica, del
silenciamiento, de la invisibilización para ocupar el lugar del habla, de la existencia.
Implicándose, reapropiándose del lenguaje y potenciando la vida, escuchándonos a
nosotros mismos.
La anatomía es una relación interna, es pensamiento, es experiencia. Los órganos
se relacionan, así como los tejidos y las superficies también. Las relaciones anatómicas
son relaciones emocionales. Lo que sucede en nuestro interior se manifiesta en nuestro
exterior y también al revés. Las relaciones humanas son interacciones somáticas de la
pulsación emocional y la forma conductual, dentro y fuera de nosotros.
Recuperar el saber del cuerpo, es ponerse en contacto con todos los tejidos
orgánicos, sentir y atender, para que emerja el espacio, para abrir la escucha a lo que
estos nos cuentan en forma de emoción, recuerdo, sensación, actividad. Para conocernos
y trabajar en reencontrar la vitalidad y la posibilidad de habitarnos de manera integral.
Este trabajo implica hacer consciente la desautomatización, como necesidad
socio-cultural y comenzar la transformación desde la propia corporalidad.
Por eso resulta inspirador para mí, encauzar las clases de arte con el concepto
de cuerpo vibrátil para la construcción de un lenguaje poético personal devenido de
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un lugar genuino. A través de la propuesta hacia los estudiantes de llevar la mirada
hacia sí mismos, desde sus sensaciones físicas y emocionales, darles valor y encontrar
ahí un decir, unos lineamientos que subyacen y organizan la creación de un discurso
que luego irá tomando forma mediante el uso de las herramientas propuestas por cada
disciplina artística.
Comencé a llevar adelante esta propuesta conscientemente, en clases de taller de
joyería online durante el año 2020, en la situación del aislamiento obligatorio por la
pandemia.
Durante esos días no había venta de insumos de materiales y tampoco entendíamos
bien qué estaba pasando. Frente a esa situación la propuesta fue: cerrar los ojos para
poder sentir la corporalidad en todas sus partes, respirar, y a modo de escaneo dejarlas
hablar. Al cabo de unos minutos, les invité a hacer un dibujo que pueda expresar el
estado interno del cuerpo según se haya percibido y teniendo en cuenta las fuerzas que
lo estaban atravesando. Luego de una conversación, les propuse que construyeran un
objeto que pueda subsanar una dificultad, de manera simbólica o real.
De entre ellos recuerdo unos tapaojos calados en bronce, que permitían descansar
los ojos del exceso de pantallas y relajarlos con el frío del metal, al colocarlos sobre los
mismos cerrando los párpados.
Referencias bibliográficas
Keleman,S. (1999). Anatomía emocional. La estructura de la experiencia somática. Desclée de
Brouwer.
Rolink, S. (2018). Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente.Tinta
Limón.
Rolnik, S. (2006). ¿El Arte cura? Cuaderns Portraits, MACBA.
Rolnik, S. - Guattari, F. (2014). Micropolítica. Cartografía del deseo. Tinta Limón.
78
La ausencia en la imagen.
Sobre el vacío en el espacio-cuerpo
Lucía Squillacioti
luciasqu@gmail.com
“Treinta radios se unen en el centro;
Gracias al agujero podemos usar la rueda.
El barro se modela en forma de vasija;
Gracias al hueco puede usarse la copa.
Se levantan muros en toda la tierra;
…Gracias a las puertas se puede usar la casa.
Así pues, la riqueza proviene de lo que existe,
Pero lo valioso proviene de lo que no existe”
La riqueza y lo valioso. Tao Te King
Una inquietante pregunta sobre el espacio y las imágenes viene a encontrarse con
mi corporeidad. Pienso en este conocimiento empírico: mi cuerpo, ¿Qué dice? ¿Cómo
aprender de él? ¿Con qué lenguaje? ¿Qué puede mi cuerpo?
Sabemos del misterio inherente que acerca Spinoza cuando dice: nadie sabe lo
que puede un cuerpo, pero más allá de la potencia, o de las potencias, intento descubrir
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qué dice un cuerpo. Qué dice mi cuerpo, cómo experimenta, qué imagen nombra esa
experiencia.
Quiero describir una curva, desde el suelo con los ojos cerrados armo una
parábola, una luz curvilínea aparece en mi cuerpo, ¿Aparece? ¿Existe en mi interior
una materia correspondiente? ¿De dónde proviene esa imagen? Sé muy bien que, al
codificarla, algo se perderá. Ha quedado inscripta, sin embargo, en algún lugar de mi
consciencia. Pegada a la madera del piso, la piel de mis manos recibe el suelo y otorga
presencia, a medida que voy habitando ese sitio, adentro mío. Los sentidos imaginan los
espacios internos, dan presencias simultáneas de ese estar me. Conservo una sensación,
se detienen unos segundos los pensamientos. Son instantes de pura presencia, busco
ver en el aparente vacío.
Lo que veo, no tiene una posición específica, ni en el tiempo, ni en el espacio.
Se parece más a un haz de luz que vi en sueños. La dimensión corporal se define en
un espacio atemporal, pasible a la observación, un servicio de los sentidos, incluso la
mente ¿Un espacio vacío? Desde aquí el tema del espacio conlleva a la búsqueda de
una poética capaz de significar desde la multidimensión. Se abre un tajo en el cual,
registro un sitio desde la apropiación y desde el acontecimiento. Un lugar se constituye
en dónde el espacio es habitado, un lugar es el espacio-tiempo interpelando un sentido.
Construyendo imágenes que desbordan lo visible.
Un lugar es donde podemos estar siendo. 13
Sobre la arquitectura corporal
Aquí se deja el territorio de la arquitectura como ciencia positiva para ingresar en
una tierra desconocida. (Caveri, 2001:83)
13 alusión al concepto acuñado por Rodolfo Kusch.
80
La arquitectura es un pensamiento sobre el espacio, que persigue un lenguaje,
siempre cambiante. Tanto como el habitar.
Y un camino que recorro desde el cuerpo, aprendiendo siempre a ampliar el
cuadro, a cambiar la imagen.
Sobre el encuadre/ fuera de cuadro
La palabra encuadre y el verbo encuadrar aparecieron con el cine para designar
ese proceso mental y material, presente ya en la imagen pictórica y fotográfica, y por el
cual se llega a una imagen que contiene un cierto campo visto desde un cierto ángulo,
con ciertos límites precisos. (Aumont, 1992: 162)
¿Un espacio puede realmente estar vacío?
¿Qué existencia tiene aquello que imagino, que figuro, que completo?
A través de estas preguntas intento relacionar el fuera de cuadro de la imagen
visual, el silencio en la armonía, la pausa en el movimiento. Si aquello que a priori
determinamos vacío de un recinto o cóncavo en nuestro cuerpo no está también pleno
de percepción, sentido; lleno de imagen.
En un cuarto colmado de evocaciones o en mi cuerpo al actuar, proyectando lo
que siento, invisible, confiada de la recepción de la mirada en la cuarta pared. Encuadrar
es el ejercicio consciente de la mirada. En todo encuadre hay una construcción y hay
sobre todo un adentro y un afuera del cuadro.
Lo velado, los sueños, la mirada que escapa a la cámara en la película. Acaso
será en ese vacío donde el sentido se crea, enriquece, posibilita una mirada subjetiva,
propia, siempre misteriosa.
81
Sobre la percepción
Finalmente, el descubrimiento de que la visión no era un registro mecánico de
elementos, sino la captación de estructuras significativas. (Arnheim, 1979: 20)
La percepción es una forma de conocimiento, que se sirve de todo lenguaje, sin
codificar previamente a qué estructura pertenece. Comprende la mirada exploradora,
abierta a un saber nuevo.
Percibir como actitud creativa y curiosa del mundo que me rodea tanto como
nuestra posibilidad de rodearlo, configurar nuevas capas de lo visible, lo audible, de
nuestro ser en relación. Hallar desde mi mirada singular la posibilidad de recoger y
configurar imágenes. Toda traducción será particular, validando lo propio, al mismo
tiempo que devela la polisemia intrínseca en la imagen, siempre desbordando la forma
e indispensable de ella.
Sobre percepción y observación/ tiempo corporal
La fotografía implica que sabemos algo del mundo si lo aceptamos tal como la
cámara lo registra. Pero esto es lo opuesto a la comprensión, que empieza cuando no
se acepta el mundo por su apariencia. (Sontag, 2006: 42)
Mi observación es también una forma del tiempo, una forma que quizá se
parece más a caminar el bosque, demorando en la espesura, escuchando los pasos. El
tiempo como una manera de estar, una observación presente, encontrando capas de
profundidad en lo visible.
Mi cuerpo es un caudal inagotable de imágenes, es también por tanto un misterio
y una fuente de conocimiento.
La mirada curiosa puede permanecer en el cuerpo con asombro, reconociendo
que aquello que la interpretación puede explicar no es suficiente para reconocer las
82
dimensiones y el tiempo corporal. Modificando el punto de vista, creando un nuevo
interés, ampliando el cuadro.
Ser nuestro observador, una atención particular que posibilita la transformación.
Aprehender tal vez, el interés como forma de conciencia.
Sobre propiocepción e imagen
(...) “en la eutonía no existen estereotipos de comportamiento y lo único verdaderamente
específico es la actitud de observación y propioceptividad que permite tener una vivencia
más profunda de las sensaciones corporales”. (Hemsy de Gainza, 1983: 13)
Nuestras imágenes internas nos permiten reconocer un espacio. En ocasiones,
la propiocepción se vale de imágenes visuales que muestran contrastes, texturas que
aluden distancias, formas. Así, puedo reconocerme también en el espacio exterior y
comprender mejor las relaciones adentro-afuera.
En sus estudios de la Eutonía Gerda Alexander hizo un especial énfasis en la
propiocepción y en el vínculo de ésta con la posibilidad de realizar dibujos o modelos
del propio cuerpo. La relación con el aumento de imágenes en la propiocepción modifica
en el tiempo la conciencia de espacio. Me parece un punto de especial conexión, en
el que podemos observar cómo percibimos, es decir, cuál grado de conciencia tenemos
de nosotros, del espacio de nuestro cuerpo, de mi cuerpo en el espacio.
Sobre la imaginación
Lo importante es la necesidad de las imágenes, no cómo son producidas. Cuando
imaginamos cosas, existimos: no pertenezco a este mundo si no puedo decir que lo
imagino a mi manera. (Evgen Bacvar, “el fotógrafo ciego”).
Es en nuestra mirada singular donde se halla la posibilidad de recoger y configurar
imágenes.
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Me pregunto por esas imágenes que no están lanzadas a futuros posibles, esas
imágenes que sirven a otras imágenes o que permanecen ocultas en mí durante un
tiempo, hasta que alguna evocación las trae de nuevo a la superficie, para decir algo,
para crear una imagen nueva.
Existen otras imágenes. Observaciones y sueños atemporales, que no persiguen
una linealidad a contrastar. Revelaciones de nuestra corporalidad. Posibilidades de
estar, junto a la ausencia. Tal vez para poder sentir la presencia. “Imaginar es ausentarse,
es lanzarse a una vida nueva”. (Bachelard, 1958:12)
Sobre la ausencia como información
El mundo no es abismal. Es sólo múltiple en sus manifestaciones. No es un ser,
sino un camino que se modifica permanentemente. (Han, 2019: 95)
La representación cuenta con dos expedientes para mostrar la cosa en su ausencia: la
imagen sensible y el concepto inteligible (ambos furtivamente enlazados). (Escobar, 2009:27)
Busco lo singular, lo sin nombre. La ausencia como escisión entre el lenguaje y lo
codificado de la experiencia.
Busco una poética del cuerpo, a través de la captación de imágenes singulares.
Los huecos. Mi experiencia busca el lenguaje para plasmar la percepción en expresión.
Una traducción posible, cargada de metáforas, mezcladas con sensaciones orgánicas,
caminos manifiestos, de actitud creativa, sensación compartida, vivencia singular,
expresión de imágenes, búsquedas de la palabra propia.
El acontecimiento busca un nuevo texto, en el que inscribir algo de esa traducción,
de lo no aprehendido totalmente. Imagina al mismo tiempo que busca.
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Soy mi sitio
Escucho una canción (veo una ciudad, una escena, luces). Vine a buscarla casi
convencida de conocer esa guitarra que apareció ayer en la película. Hace unos días
Albertina Carri dijo en una entrevista que hacemos películas para las conversaciones
que tendremos sobre éstas. O las pistas que encuentra mi cuerpo en las imágenes,
agrego.
¿Será precisamente íntimo de aquello que se despega por un momento del
pensamiento? También la creación y el silencio. Percepción de mis espacios internos,
ese suelo, esa voz.
¿Transitará el tiempo del cuerpo aquello que se sale del hábito? Un hiato en el
ritmo usual, una pista, una sugerencia, una lluvia, una guitarra, una película, un sueño.
Un espacio nuevo.
Yo soy mi sitio declama el título de un libro de Horacio Wainhaus, he convertido
esa frase en afirmación y pregunta, sembrando una pista sobre lo situado de ser. Mi
sitio está plagado de imágenes, pensamientos, traducciones, sensaciones sin nombre.
Mi sitio es este cuerpo, que habilita la convivencia de todo aquello, dando lugar a lo
propio, que tal vez sólo pueda provenir de la observación y del vacío.
Referencias bibliográficas
Aumont, Jacques (1992) La imagen. Buenos Aires: Paidós.
Arnheim, Rudolf (1979) Arte y percepción visual. Madrid: Alianza.
Bachelard, Gaston (1958) El aire y los sueños. Ensayo sobre la imaginación y el movimiento.
México: FCE.
85
Caveri, Claudio (2001) El hombre a través de la arquitectura. Buenos Aires: C. Lohé 1967.
Escobar, Ticio (2009) El arte fuera de sí. La irrepetible Aparición de la distancia. El marco
incompleto. Valencia: IVAM.
Han, Byung-Chul (2019) Ausencia. Acerca de la cultura y la filosofía del Lejano Oriente. Buenos
Aires: Caja Negra.
Heimsy de Gainza, Violeta (1983) Conversaciones con Gerda Alexander. Vida y pensamiento
de la creadora de la Eutonía. Buenos Aires: Paidós.
Sontag, Susan (2006) Sobre la fotografía. México: Alfaguara.
Wainhaus, Horacio (2017) Yo Soy mi Sitio. Del espacio según Gastón Breyer. Buenos aires:
Flanbé: Morphia.
Entrevista a Evgen Bavcar. Recuperado de: https://clubdefotografia.net/evgen-bavcar-elfotografo-ciego.
86
Bitácora de una herida
Diana Tessari
diangelatessari@gmail.com
“Una silla sigue siendo una silla, incluso cuando no hay nadie sentado allí.
Pero una silla no es una casa y una casa no es un hogar
cuando no hay nadie ahí para abrazarte fuerte
y no hay nadie allí a quien puedas dar un beso de buenas noches.
Vaya, oh, niña”
Hal David
Mi cuerpo no es una casa, tampoco es una silla. Mi cuerpo es mi hogar, porque
“yo”, ese ser único e irrepetible, lo habita. Hay lugares que visito con frecuencia y otros
a veces, pero algunos, a los que nunca voy, se llenan de telas de araña y por supuesto
de arañas y no apetece ir. Pero hay un lugar, que queda a la altura del pecho y es
redondo, central, es ahí donde viven los fantasmas. Hay fantasmas de todas las edades,
las que he vivido y las que no.
Por temporadas la habitación redonda está tranquila, en cambio hay otras épocas
en las que es muy difícil pasar cerca sin estremecerse. Es en esas ocasiones que tengo
que ir con cuidado por el resto de mi casa porque más de una vez algún fantasma se
cuela por la rendija inferior de la puerta y reptando por el suelo sale y se instala en otro
lugar de la casa.
Allí, cambia las cosas de lugar, pone algún cuadro del revés y cuando entro, los
relatos han cambiado, hablan de otras cosas. Dan miedo, tristeza, y muchas veces un
gran dolor que llega desde más abajo del lugar redondo.
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Más abajo parece que hubiese un horno que nadie cuida, del que nada se sabe.
A veces huele muy sabroso, pero otras, huele fétido.
Si en ese momento, me armo de valor y recorro los lugares a los que nunca voy y
quito las arañas y sus telas, los aromas se armonizan… Pero cuando no sé, no puedo,
hago de cuenta que no importa, ese horrible olor sube y sube hasta el lugar más alto
de mi cuerpo-casa y lo que allí habita, quizás lo más sagrado, se separa y se va afuera,
parece que flota a mi alrededor.
Y si llegamos a este punto, nuestro cuerpo-casa deja de ser un lugar seguro.
En situaciones de alto estrés es la corporalidad la que se trastoca, arrastrando
consigo a la vitalidad, las emociones y las capacidades cognitivas. Algo intangible se
separa.
Ese cuerpo-casa, vivenciado interiormente como un “lugar seguro” se desmorona
y trae un correlato físico y anímico, que, si bien a veces podemos acomodarlo, deja
huellas en el cuerpo y en el alma; tergiversa la comprensión, distorsiona el sentir y hace
su reflejo en una voluntad desorganizada.
De acuerdo a la neurofisiología, el cerebro reptiliano se pone al mando, ese cerebro
primitivo que se ocupa de nuestra supervivencia toma las riendas y como consecuencia
la corteza cerebral se desvincula del sistema. Nuestro pensar, aquello profundamente
humano, deja de estar a disposición.
Y aunque esto no lo podamos ver, se manifiesta a través de muchas expresiones
tanto físicas como emocionales. Y aunque son muy aparatosas y nos hacen pensar
en una patología, todo este grupo de síntomas son una “Reacción normal frente a un
evento anormal” (B. Ruf). Y esto es bueno dejarlo en claro ya que son manifestaciones
que tienen como búsqueda volver todo el sistema al equilibrio en un intento “fallido”
por recuperar la salud.
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Cuando esto ocurre podemos ver que se presentan rupturas en los ritmos, el
respiratorio y el cardíaco, trastornos entre el sueño y la vigilia, trastornos alimenticios,
miedo, ansiedad, ataques de pánico, híper e hipo actividad, vergüenza y culpa,
conductas agresivas y violentas, procesos de disociación, lagunas en la memoria, relatos
distorsionados y un sinfín de manifestaciones más.
Lo cierto es que el evento en sí mismo que desencadena el shock traumático y
que en ocasiones puede resultar devastador nos lleva más atrás en nuestra biografía y
suele despertar vivencias traumáticas ocurridas en la infancia. Se activa una memoria
sin palabra, una memoria que vive impresa en nuestra corporalidad.
Richard Tedeschi, que trabaja desde hace décadas con veteranos de guerra, contó
en una conferencia que las situaciones traumáticas de un alto porcentaje de las personas
que participan en sus programas están situadas en su primera infancia, lo que Cyrulnik
define como etapa pre-lingüística.
“Hay que golpear dos veces para producir una herida” (A. Freud) “El primer
golpe, el que se recibe en la realidad, provoca el dolor de la herida o el desgarro de la
carencia. Y el segundo, el que se encaja en la representación de la realidad, provoca el
sufrimiento de haber sido humillado, abandonado.” (Cyrulnik. p. 24)
Así quedan escritas las heridas en nuestra historia, grabadas en nuestra memoria,
en nuestro cuerpo.
También dice Cyrulnik: “Para curar el primer golpe, es preciso que mi cuerpo y
mi memoria consigan realizar una lenta cicatrización. Y para atenuar el sufrimiento del
segundo golpe, he de cambiar la idea de lo que ha sucedido, he de conseguir modificar
la representación de mi desgracia y su puesta en escena ante vuestros ojos.” (Ibíd.)
Para poder hacer esta metamorfosis, porque la cicatriz nunca es segura -es una
brecha en el desarrollo de la personalidad que en cualquier momento puede abrirse por
un golpe de azar-, trabajamos incesantemente. (Ibíd.)
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Hay varios caminos posibles y uno de ellos es el trabajo de Sensopercepción.
El trabajo sensoperceptivo produce un profundo vínculo con la propiocepción,
esa intuición global o conocimiento inmediato de nuestro cuerpo, como explica J. Le
Boulch.
Y a su vez pide una presencia despierta de la organización del Yo que permite
alinear las tres cualidades del alma humana: el pensar, el sentir y la voluntad a través
de la quietud y el movimiento, y con ello, es el vínculo con nuestro cuerpo que trae a
nuestro encuentro imágenes, emociones, descubrimientos de nuestra historia que han
quedado grabados en él y vuelven como un regalo. Esto nos permite reconstruir el
mundo interior, “mi cuerpo-casa”, para volver a conquistar ese lugar seguro donde
habitarme y sanarme.
La Sensopercepción tiene una cualidad remarcable: la objetividad. A través de
la observación consciente, del registro perceptivo del peso, de las distancias, de la
respiración, de los pequeños movimientos, que finalmente pueden llegar a ser un
movimiento más grande que involucra a todo el cuerpo, etc., esa objetividad permite
formar un cuenco que acoge a la subjetividad en el marco de un lugar seguro y allí
pueden realizarse procesos de sanación de las heridas. Es ahí, donde el binomio
interioridad-mundo exterior se vuelven a enlazar formando una cinta de Moebius,
como comentaba Daniela Yutzis.
En el encuentro con nuestra corporalidad, guardiana silenciosa de nuestras
memorias, tenemos pistas para procesar situaciones traumáticas. En su objetividad, la
Sensopercepción crea un espacio donde tu Ser puede expresarse en un lugar seguro.
Y en este proceso, como en todos los procesos relacionados con la resiliencia,
algo es fundamental: el encuentro con el otro, arquetípico y profundamente humano.
En el trabajo de Sensopercepción nunca estamos solos, siempre hay un “otro” que guía
la tarea, cual narrador del cuerpo y del alma, y acompaña con una presencia activa que
da pistas, que se ofrece desde su propio ser y nos envuelve con su voz, sus palabras,
90
sus metáforas y su poética. Además, a veces trabajamos en parejas y es ese con-tacto
del “otro” con nuestra piel el que nos permite percibir el límite de nuestro cuerpo y
reintegrarnos, y esta percepción nos devuelve la representación de nosotros mismos
como unidad.
Cuando lo más sagrado en nosotros se separa y parece que flota a nuestro alrededor,
la Sensopercepción es una gran aliada para reconstruir el camino de regreso y encontrar
una nueva forma de habitar nuestra interioridad como un lugar seguro.
Referencias bibliográficas
Cyrulnik, B., (2013). Los patitos feos. Barcelona, Pengüin Random House Grupo Editorial.
Le Boulch, J. (1979). La educación por el movimiento en la edad escolar. Barcelona, Paidós.
Ruf, B., (2017). Pedagogía de Emergencia. Madrid, editorial Tales & Tales.
91
Explorando temporalidades:
Sensopercepción en Educación Física
María Eugenia Maldonado
marieugemaldo3@gmail.com
La amplia gama de acepciones y manifestaciones que posee la dimensión temporal
y el ritmo como componente de la misma, toma presencia en el movimiento como
lenguaje y escenario tangible. En esta instancia realizo algunas aproximaciones teóricas
a partir de micro experiencias realizadas en las clases de Movimiento Expresivo en
la formación docente en Educación Física, en las que se aborda el conocimiento del
cuerpo explorando el vínculo con la dimensión temporal y el uso de las mismas desde
la perspectiva que ofrece la Sensopercepción.
Introducción
Abordar lo temporal, implica según Kalmar (2017: 80) poder considerarlo como un
“sistema de relaciones, un lapso entre emplazamiento y otro, entre una acción y otra: lo
cual evidencia acciones como: durar, suceder, trascurrir, anticipar, devenir, demorar”,
Puede decirse entonces, que el tiempo evidencia un suceder, y en este sentido el ritmo
(así como otros componentes) ocupa un espacio privilegiado y se constituye como
componente intrínseco de la misma.
De este modo, pensar la dimensión temporal respecto al movimiento, y a las
prácticas en general repercute en considerarla como factor regulador; “…la característica
93
fundamental de un movimiento es de orden temporal” (Lebouch, 1992: 201) es decir;
como aspecto que integra y ordena, manifestando de esta manera “una danza de los
opuestos en equilibrada cadencia” (Lucca, 1994: 4) reposo luego de la acción, pausa
luego del caos o del esfuerzo, como ejemplo.
Por tanto, pensar que es posible desvincularse del tiempo, o aislarse de la diversidad
de ritmos que nos rodean, es tarea incierta, porque, aunque estos no sean percibidos en
su totalidad, dichos ritmos coexisten y nos atraviesan íntegramente. Ejemplificando esto,
Lucca clasifica y agrupa la diversidad de ritmos en cronológicos, (medibles) orgánicos
y biológicos (ritmo circadiano, cardíaco, respiratorio) y ritmo kairológico como aquel
que está desprovisto de todo objetivo de producción y eficacia y responde a un tiempo
espacio subjetivo, vinculado al placer y a una mayor conciencia en tanto “un eterno
fluir del presente” (1994: 4).
El abordaje de la dimensión temporal alberga y converge infinitas posibilidades; en
referencia a la velocidad de la acción (rápido, lento, pausado, agitada, constante) y a su
duración (largo, corto, súbito, instantáneo, eterno), siendo de este modo, una referencia
implícita que se encuentra en toda investigación o exploración del movimiento.
Interesa remarcar, entonces, la potencia del uso de las diversas temporalidades desde el
encuadre sensoperceptivo en vínculo con la auto observación y la escucha del propio
cuerpo, las cuales constituyen un puente hacia formas más genuinas y conscientes de
la vivencia corporal.
¿Pero qué sucede con el ritmo en constante aceleración, cuando es organizado
desde lo externo se instala en el cuerpo? ¿Qué sucede con la escisión, la ruptura o la
desconexión de los propios ritmos aquellos que guían el andar, el fluir del movimiento,
el registro la postura o la respiración?
Y ante esto ¿cuáles son los significados sostenidos desde lo cultural asociados a
la velocidad que impactan en lo disciplinar y que inhibe otras posibilidades en torno a
la vivencia corporal?
94
La experiencia de ser humano implica llevar adelante la vida y contar con un
cuerpo en el que muchas veces escasean o son solapados los propios registros en tanto
estos, llegan por los senderos culturales más aceptados y conocidos como el dolor, el
límite y/o la exigencia extrema. Podría pensarse entonces, superficialmente, que este
registro del cuerpo subyace de manera inconsciente y persiste como ritual olvidado
potenciado por las condiciones de vida actuales.
En este sentido sortear la ajenidad del propio cuerpo recorriendo senderos
diferentes a lo anteriormente citado requiere un aprendizaje desde un marco pedagógico
y vincular.
Sensopercepción y experiencias en la formación docente
La sensopercepción en palabras de Kalmar (2005: 45) hace referencia a dos aspectos;
uno que se orienta a estimular la capacidad de observación y registro de estímulos, y el
otro como técnica y camino hacia la danza”. En tanto técnica colabora a profundizar y
retornar con mayor amplitud y agudeza a la percepción del propio cuerpo, siendo este
un aprendizaje que colabora para la vida en general, constituyéndose, además, como
una de las propuestas que abordamos en la formación específica en Educación Física.
En referencia a esto resulta significativo y altamente potenciador, la posibilidad
de integrar estas propuestas en formación docente, porque además de lo mencionado,
permite el desarrollo de imágenes internas; el desarrollo de la imagen de la forma del
movimiento, su trayectoria y dinámica.
Micro experiencias
Me interesa recuperar algunas experiencias que permitieron observar y
problematizar la dimensión temporal en vínculo con la conciencia corporal en el marco
de las propuestas de Sensopercepción en particular en la formación docente en EF.
95
Los emergentes que fueron observados durante las primeras clases evidenciaban
modos naturalizados en los estudiantes, en cuanto a los modos de responder desde el
movimiento, en los que aparecían respuestas en forma de resolución rápida y eficiente
ante lo planteado. Este modo de responder se replicaba luego a las propuestas de
Sensopercepción o las técnicas afines (Eutonía) repitiéndose lo anterior: la velocidad
constituía un modo de respuesta habitual.
Una segunda evidencia y arista resulta como consecuencia de lo anterior, en torno
al uso y apropiación personal del tiempo, ya que los estudiantes esperaban la voz de
mando o la señal que conducía el tiempo de duración y finalización de propuestas de
parte del docente. Esto podría entenderse, al mirar en perspectiva y como consecuencia
de la presencia que prevalece sobre algunos estilos de enseñanza en el campo específico
de la EF los cuales proveen una intervención precisa y basada en la directividad en
relación a este contenido.
El resultado de esto: apropiación interna del tiempo en el hacer como consecuencia
de la obediencia al tiempo exterior enmarcado por la voz docente.
Entonces:
¿Cuáles son los permisos posibles para abrirse hacia otros tiempos estipulados en
los aprendizajes hacia nuevos registros?
Y en las propuestas grupales; ¿Cómo co-construyo con otros un tiempo de
aprendizaje propicio que permita escuchar-me y escuchar al otro concertando lo propio
y lo ajeno?
Fue necesario intervenir para pensar y problematizar la dinámica de resolución
de las propuestas en torno al tiempo de cada una, al tiempo en que los estudiantes se
dejaban “comprometer recorrer y saborear” las mismas. Como si la única meta fuera
finalizar la tarea, cumplir obedientemente para quedar liberados de la “opresión” de
hacer, sin el registro consciente que sostiene la búsqueda, y a su vez tiempo que delimita
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y configura un modo de ser-estar en el cuerpo, moldeado por lo vigente y válido en la
cultura.
A modo de cierre
El abordaje o conciencia acerca de las diversas temporalidades es un aspecto
fundamental a tener en cuenta en los procesos de aprendizaje y en cuanto a los
propósitos que se persiguen desde la Sensopercepción para enriquecer las experiencias
y colaborar con el conocimiento del propio cuerpo.
En el marco de la Educación Física, la Sensopercepción como propuesta formativa
integra posicionamientos ideológicos y políticos evidenciando un método que recupera
conocimientos a partir del saber corporal, la escucha y registro corporal. Como camino
que se despliega a partir de la sensibilidad, permite el dialogo con nuestra naturaleza
corpórea donde la indagación y cuidado de si y los demás, construye puentes y
posibilidad de retorno infinitas por diferentes cauces. Cauces y recorridos que no
contienen trampas ni esquivas intelectuales, sino que priorizan la entrega y la confianza
en lo humano como dimensión en sí y en otros; a partir de lo que se es y se percibe, e
invita a dialogar con el cuerpo y lo que de él emerge.
En medio de un entorno cada vez más digitalizado y virtual en el que la presencia
corpórea y consciente se debate entre la fluidez de las imágenes de cuerpos creados
artificialmente y la experiencia inmediata de los sentidos especialmente el visual, la
Sensopercepción constituye un camino ondulante, (o un recorrido lineal ) direccionando
el impulso consciente hacia espacios no tangibles y desconocidos del propio cuerpo
y que habilita diálogos con lo que somos en el aquí y ahora desde la subjetividad.
Referencias bibliográficas
Lucca Kossana (1994). Ritmos y repetición, de la biología a la música” Ponencia en XI Jornadas
de Ciencia y Musicoterapia. Universidad Renee Descartes: Paris.
97
Lebouch J (1992). Hacia una ciencia del movimiento humano: Introducción a la psicokinetica.
Paidós: Barcelona.
Kalmar D, (2005). Que es la Expresión Corporal. A partir de la corriente de trabajo creada por
Patricia Stokoe. Lumen: Buenos Aires.
98
La tensión como límite
Ines Rosetti
inerossettitango@gmail.com
Este trabajo se propone recorrer diferentes usos del concepto de tensión en las
clases de Sensopercepción. Para eso partimos de una experiencia durante una clase.
Frente al pedido frecuente de trabajar con un esfuerzo muscular mínimo, consideramos
de interés volver a indagar la tensión, el movimiento y la regulación del tono muscular,
ante todo entendiendo la potencia de la pregunta y el desarrollo de la multiplicidad de
respuestas que ofrecen diferentes usos y apreciaciones. En ese sentido Feldenkrais toma
la noción de transformar la tensión en movimiento (habría que buscarlo eso) y desde
la Eutonía se indaga el tono muscular. Las preguntas que organizan mi trabajo refieren
a ¿Qué es la tensión? ¿Por qué quiero evitarla? ¿Puedo usarla a favor de mi trabajo
corporal? ¿Hay un sólo tipo de tensión muscular? ¿Puedo evitar todo tipo de tensión?
¿Para qué me serviría lograrlo? ¿Cómo influyen estas nociones en mi vida cotidiana,
cuando termina la clase?
Introducción
Me encuentro en la clase de Sensopercepción, como todos los viernes, trabajando
en una secuencia de movimientos en extremo sutiles. La propuesta me lleva a expandir
minuciosamente mi propiocepción. En determinado momento, mientras investigo la
dirección de movimiento que escucho que me proponen (estoy con ojos cerrados,
mirando sensiblemente mi mundo interno) la docente sugiere que desarrolle el gesto
indicado pero sin tensión. Si siento tensión debo volver, retroceder hasta un punto
anterior en donde no aparezca esa sensación. En ese momento reviso mi registro
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corporal, me aseguro de no estar sintiendo tensión, ajusto el gesto, acomodo el devenir
del movimiento a dicha indicación y sigo con el ejercicio, atenta a las consignas que se
van detallando paulatinamente, casi susurradas.
A partir de ese momento, en el mar de sensaciones y pensamientos que me
envuelven, surgen las siguientes indagaciones ¿A dónde me lleva la tensión? ¿Debo
evitarla siempre? ¿Necesito la tensión en el uso diario de mi cuerpo? ¿Podría buscar
la sensación de tensión en lugar de evitarla? ¿Es inherente aplicarle una connotación
negativa? Durante ese devenir de preguntas, se me presenta una reformulación posible
¿Puedo usar la tensión a favor del trabajo de sensopercepción?
Me interesó esta última pregunta, en dirección a una búsqueda proveniente del
ámbito de la enseñanza, de convertir todas las premisas en enunciados afirmativos y no
negativos. Mientras sigo acostada en el piso, con ojos cerrados, y desarrollando esos
mínimos movimientos microperceptivos, se despliega mi pensamiento como un fractal
de interrogantes y matices. Me aborda entonces la siguiente metáfora:
La tensión como una sensación semáforo. Si tomo la sensación de tensión como
advertencia, aviso de no avanzar, uso esta sensación como guía dentro del ejercicio,
para saber qué caminos del movimiento discontinuar. Una brújula, una pauta dentro del
movimiento. Registrar esa tensión me permite recalcular y retroceder en el desarrollo
del ejercicio hasta el punto previo a esa sensación. Esta hipótesis me invita a adueñarme
de la gestión del ejercicio, a sentirme segura en el desarrollo de mi propia experiencia
sensoperceptiva, a fin de apropiarme del trabajo realizado para nutrirme en el devenir
de mi uso corporal.
La tensión ¿un mal necesario?
Una vez terminada la clase, el fractal de pensamientos e interrogantes continúa
allí, y no puedo evitar el movimiento de preguntas que se ha desatado durante la
exploración de Sensopercepción. ¿Qué es la tensión? ¿Por qué apareció en la clase
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de sensopercepción con una connotación negativa? ¿Qué dicen los autores sobre este
tema? ¿Tiene alguna función sentir tensión? ¿Siempre deseo evitarla? ¿Puedo usarla a
favor de mi trabajo corporal? ¿Hay un sólo tipo de tensión muscular? ¿Es posible evitar
todo tipo de tensión? ¿De qué me serviría lograrlo? ¿Cómo influyen estas nociones en
mi vida cotidiana una vez que terminó la clase?
Me vuelco a investigar sobre estos interrogantes, a través de los autores que solemos
nombrar en las clases. Moshé Feldenkrais hace constante referencia a la tensión como
una sensación indeseable, y se la asocia con el siguiente campo conceptual: Excesiva,
interna, remanente, continua, obstaculiza el logro, el músculo se acorta, el ejercicio
libera de tensión, la tensión interrumpe el movimiento. Llega a decir “Esta tensión no
sólo obstaculiza el logro de lo que se desea; incluso puede poner en peligro la vida.”
(1985: 91)
Gerda Alexander en cambio se refiere constantemente a las tensiones (en
plural), pareciera utilizar de forma indistinta los términos tensiones y tono y asocia
estos conceptos con la siguiente red de significados: regular, equilibrar, liberar, justas,
armoniosas, inadecuadas, defectuosas, emocionales, inhibiciones de la infancia, sentir
tensiones. El término eu-tonía refiere a una tensión armoniosa y sobre todo necesaria
para cada tipo de actividad corporal. Aquí no existe per-se una connotación negativa
del concepto, sino que se presentan las tensiones como una variable necesaria que se
desea ajustar, adecuar, equilibrar.
Estudios de kinesiología y fisiatría han investigado la capacidad de estiramiento
activo que tienen los músculos. Allí reconocen la posibilidad del tejido muscular de
trabajar activamente desarrollando fuerza excéntrica. Esta dirección de fuerza muestra
que el entrenamiento corporal y la rehabilitación, trabajados propioceptivamente hacia
la activación descompresiva de los tejidos elásticos, ofrece resultados efectivos de
recuperación de funcionalidad y mejoras en el rendimiento físico. Se trata de trabajar
en contra del acortamiento y la atrofia, y de la hiper-compresión articular a través de un
estiramiento activo de la fibra.
101
Este paradigma fisiológico se vincula con el concepto arquitectónico de
tensión integrada o tensegridad. Se propone que hay estructuras tenségricas que son
mecánicamente estables no por la resistencia de sus partes individuales, sino debido
a que la estructura completa redistribuye y balancea las tensiones mecánicas (Ingber,
1997). El equilibrio de las formas y estructuras se debe a una tensión global excéntrica
de elementos elásticos, que permiten que la discontinuidad de elementos rígidos
no haga colapsar las estructuras. Donald Ingber observa esta mecánica en diversas
estructuras de la naturaleza, y propone observar el cuerpo humano bajo este paradigma.
Dentro del cuerpo, es el tejido conectivo el encargado de transportar de forma global la
información, para permitir entender la estructura corporal a través de esta perspectiva
tenségrica.
Estas asociaciones devienen en un cambio de perspectiva en tratamientos
kinesiológicos y en el entrenamiento de la fuerza y la flexibilidad en público general y
para el alto rendimiento. Se opta por un abordaje propioceptivo sobre estos mecanismos,
que permiten equilibrar el funcionamiento de los gestos corporales y lograr una conexión
tónica de cadena global, que contribuya a aliviar la hipertonicidad concéntrica que
se acumula en torno a las articulaciones, y mejorar el rendimiento físico. La tensión
(excéntrica, multidireccional y descompresiva) del sistema mio-fascial aquí se utiliza
como un medio, parte de la búsqueda kinésica para conseguir cuerpos más flexibles,
saludables, funcionales.
De esta triangulación conceptual llegamos a la tensión como un término
polisémico, contenedor de atributos que se mueven en direcciones opuestas.
La tensión como el punto de partida de líneas divergentes. Sensación buscadaindeseable, saludable-insalubre, lineal-multidireccional, excesiva-necesaria,
compresiva-descompresiva, activa-pasiva, funcional-disfuncional, equilibradadesmedida, concéntrica-excéntrica, acumulada-liberada, muscular-emocional.
Una tensión terminológica con el cuerpo como escenario de debate. Fuerzas
opuestas que en su límite, su punto de partida, se encuentran con su antítesis. Una
102
definición que no existe sin un conjunto de oposiciones. Acepciones que sólo valen en
tanto contienen a su contrario, a la negación de sí mismas.
Vuelvo a preguntarme, a indagar: ¿Puedo, entonces, buscar la tensión, para
lograr la distensión? ¿Cuál es el punto de partida para esos términos que se mueven en
direcciones opuestas? ¿Es posible pensar la tensión quizás entonces como si fuera una
malla, una red que filtra, retiene y contiene elementos aparentemente contrarios en
medio de este oleaje de valoraciones que parecen repelerse mutuamente? ¿Podríamos
pensar en la palabra tensión como umbral, como un lugar de transición: permanecer en
el límite entre dos lugares, pero sin dejar de estar en ninguno? Un límite pero al mismo
tiempo un espacio de flujo entre el adentro y el afuera. Un pasaje, una transformación,
una experiencia, una zona de movimiento.
Referencias bibliográficas
Alexander, G. (1979). La Eutonía. Un camino hacia la experiencia total del cuerpo. Paidos:
Buenos Aires.
Benjamin, W. (2005). Libro de los pasajes. Ed. Akal: Buenos Aires.
Benjamin, W. (2010). Obras, libro IV, vol.1. Madrid: Abada.
Feldenkrais, M. (1985) Autoconciencia por el movimiento. Paidos: Barcelona.
Hemzy de Gainza, V. (1996) Aproximación a la eutonía, conversaciones con Gerda Alexander.
Paidos: Buenos Aires.
Ingber Donald E. (1997) Tensegridad: la base arquitectónica de la mecanotransducción celular.
En Revisión anual de fisiología, vol. 59, páginas 575–599.
Naishtat, F. (2017). Tiempo, ruina y salvación en Martín Heidegger y Walter Benjamin. XI
Jornadas de Investigación del Departamento de Filosofía FaHCE-UNLP, 8 al 11 de agosto
de 2017, Ensenada, Argentina. EN: Actas publicadas. : Universidad Nacional de La Plata.
103
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Filosofía. En Memoria
Académica. Disponible En: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.13764/
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Nishikawa et al. (2011) ¿Es la titina un filamento enrollado? Un nuevo giro en contracción
muscular. En Proceedings of the Royal Society.
Pilat, A. (2000). Acerca de las terapias miofasciales - Clase Magistral. En Terapia Manual
Venezolana, Número 4, Vol. 1. Caracas.
104
Epílogo
Este trabajo forma parte de un proyecto conjunto que denominamos Sensopercepción,
espacio de investigación. Además de los textos de quienes coordinamos esta tarea,
hemos tenido el inmenso gusto de contar con artículos de Anabella Di Pego y Ana
Sabrina Mora basados en los respectivos encuentros que hemos tenido con cada una de
ellas en el espacio de nuestras reuniones semanales.
Los escritos que componen este ejemplar son fiel muestra de los modos y recorridos
singulares de cada una de quienes participan en esta comunidad de estudio, práctica e
investigación.
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