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Jóvenes de Brasil

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Ventana Central: Trayectorias y travesías juveniles en el Cono Sur Autores: Juárez Dayrell y Paulo César R. Carrano Título: Jóvenes de Brasil JOVENes, Revista de Estudios sobre Juventud Edición: Nueva Época, año 6, núm. 17 México, D.F., julio-diciembre 2002 pp. 160-203 Jóvenes de Brasil DIFICULTADES DE FINALES DEL SIGLO Y PROMESAS DE UN 160 MUNDO DIFERENTE( *) JUAREZ DAYRELL Y PAULO CÉSAR R. CARRANO( **) (*) Agradecemos a la Socióloga Maria Carla Corrochano por el diálogo que estableció con nosotros durante el proceso de elaboración de este artículo. Traducción del texto: Sorel Scarlet Contreras Meyemberg y Grigory Gazarian. Resumen Abstract En el contexto de Estado mínimo y de desigualdades maximizadas, a los jóvenes, principalmente a los de bajos recursos, se les penalizó en extremo mediante la reducción de las oportunidades y ausencias de redes públicas de protección social. Dicho escenario dio origen a lo que fuera denominado como una inclusión precaria y marginal en la sociedad capitalista brasileña. En este artículo, se pone de manifiesto la falta de énfasis específico de las políticas públicas nacionales de juventud. Las pocas acciones existentes se sobreponen sectorialmente y se desintegran en un escenario crónico de inconsistencia de acciones y, en una transferencia progresiva de responsabilidades para las organizaciones sociales y entidades de carácter asistencial, que asumen funciones de gobierno en la realización de proyectos y programas sociales. Within a context of minimal State and maximized inequity, youngsters, mainly those who belong to a low class, were extremely penalized through a decrease in opportunities and a lack of public networks of social protection. This scene brought into being the so-called precarious and marginal inclusion in the capitalist Brazilian society. The article stresses out the need for particular emphasis on national public policies of youth. The few current actions are placed over into sectors and are broken up in a chronic scene of weakness of actions, as well as in a progressive transference of responsibilities to the social and welfare organizations, which take government responsibilities in the carrying out of social projects and programs. JOVEN es I NTRODUCCIÓN El objetivo principal de este artículo es presentar la situación social de los jóvenes en el Brasil contemporáneo. El texto está organizado en torno de tres ejes de análisis: los indicadores sociales; las políticas públicas y la participación social y cultural de los jóvenes de la clase baja que habitan en las periferias de las ciudades brasileñas. Partimos de la hipótesis de que conjuntamente con una grave perspectiva social dentro de la cual se desarrollan la vivencia de los ciclos de las vidas juveniles, se despliegan nuevas formas y temas relacionados con los intereses y prácticas colectivas de la juventud urbana. La participación juvenil, no reducida a los parámetros éticos, estéticos y políticos de los movimientos sociales de la década de los sesenta, permite anticipar las acciones sociales colectivas de la juventud, las cuales, situadas justamente en la intersección entre los mercados del consumo y la producción cultural autónoma, contribuyen a la prolongación del proceso de construcción de una democracia participativa en el país. 161 I. DEFINICIÓN DEL CONCEPTO DE JUVENTUD QUE MANEJAMOS Antes que nada, es importante señalar que el concepto de juventud no se puede encerrar en esquemas modulares con tendencia a la homogenización. La pluralidad y las circunstancias típicas de la vida juvenil exigen que los estudios se realicen considerando la diversidad y las posibilidades múltiples de la noción de ser joven. Esta diversidad, presente en lo cotidiano, no siempre encuentra un equivalente en las representaciones de la juventud ya existentes en la sociedad; es común que éstas estén basadas en los estereotipos sobre lo que sería un joven típico o ideal. Dichos estereotipos o modelos casi siempre se reflejan en los jóvenes de la clase media y alta: los anuncios comerciales no dejan de recurrir a este patrón seductor para el consumo, reforzando los estereotipos sobre las relaciones entre las clases sociales. Un análisis de los estudios juveniles en Brasil de las últimas décadas indica que la mayor parte de la reflexión académica se concentra en el debate sobre los temas y las instituciones en la vida de los jóvenes; aún es limitado el número de investigaciones dedicadas al estudio acerca de cómo los jóvenes viven y enfrentan distintas situaciones en su vida. Sólo recientemente ha crecido, de alguna manera, el número de estudios dirigidos hacia la consideración de los jóvenes y sus experiencias, así como las formas de sociabilidad y actuación.1 Por un lado, está la preocupación ○ 1 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Helena Abramo, “Considerações sobre a tematização social da juventude no Brasil”, Revista Brasileira de Educação, núm. 5/6, ANPED, Sao Paulo, 1997. Marilia Spósito, Políticas metropolitanas de juventud: projeto temático, Sao Paulo, mimeo, 2002. JOVEN es ○ ○ (**) Profesor Dr. Adjunto I de la Facultad de Educación de la Federal de Minas Gerais y Profesor Dr. Adjunto II de la Facultad de Educación de la Universidade Federal Fluminense. Investigador de CNPq. E-Mail: pcrcarrano@uol.com.br, respectivamente. Ambos autores integran el grupo de trabajo sobre Movimientos Sociales y Educación en la Asociación Nacional de Investigación en Educación (ANPED). 162 por el hecho de que la juventud ocupa una parte significativa de los noticiarios, en gran medida en un contexto de violencia; por otro, las publicaciones académicas aún no reflejan ni cuantitativa ni cualitativamente la demanda real de un análisis de la vida juvenil en nuestras urbes. A pesar de que los jóvenes constituyen un segmento importante de población, sus necesidades y prácticas colectivas, así como las políticas destinadas a ellos todavía son prácticamente desconocidas. En nuestra vida diaria nos encontramos con una serie de imágenes con respecto a los jóvenes que interfieren con nuestros intentos de comprenderlos. Una de las imágenes más arraigadas es la que representa a la juventud en su condición de transitoriedad, en la cual el joven es un “llegar a ser”, que tiene, en un futuro, en su transición a la vida adulta, la confirmación del sentido de sus acciones en un presente. Aparte de esta perspectiva, existe un tendencia a considerar a la juventud en términos de negatividad, como alguien quien “todavía no ha llegado a ser”,2 negando su presente vivido. Esta concepción tiene mayor presencia en la escuela: en el nombre de “llegar a ser” del alumno, traducido en el diploma y los posibles proyectos en el futuro, se tiende a negar el presente vivido del joven como un espacio válido de formación, ya sea como las cuestiones existenciales que exponen, ya más allá de las que el futuro apenas engloba. Otra imagen existente se refiere a una visión romántica de la juventud: cristalizada a partir de los años sesenta, resultado, entre otras cosas, del florecimiento de la industria cultural y de un mercado de consumo dirigido a los jóvenes, reflejado en la moda, bisutería, lugares de tiempo libre, música, revistas, etcétera.3 De acuerdo con esta visión, la juventud se reduce a un periodo de libertad, placer y expresión de comportamientos exóticos. A esta idea se le une la noción de la moratoria, entendida como un espacio para la prueba y error, para experimentar, un periodo marcado por el hedonismo y la irresponsabilidad, durante el cual la aplicación de sanciones por el comportamiento juvenil es relativa. Más tarde, se añadió otra tendencia: percibir al joven reducido solamente al campo cultural, como si los jóvenes sólo expresaran su condición juvenil en los fines de semana o al participar en las actividades culturales. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 2 3 - ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Tânia Salem, “Filhos do Milagre”, Ciência Hoje, vol. 5, núm. 25, SBPC, 1986. Carles Feixa, De jóvenes, bandas y tribus, Ariel, Barcelona, 1998. Carmen Leccardi, Orizzonte del tempo: esperienza del tempo e mutamento sociale, Franco Angeli, Milán, 1991. Helena Abramo, Cenas juvenis; punks e darks no espectáulo urbano, Escrita, Sao Paulo, 1994. JOVEN es Todas estas imágenes conviven con una más, la juventud percibida como un momento de crisis, un etapa difícil, dominado por los conflictos con la autoestima y/o la personalidad. Unida a esta idea, existe una tendencia por considerar a la juventud como un momento de distanciamiento de la familia, lo que indica una posible crisis familiar como institución socializadora. Algunos autores destacan el hecho de que la familia, junto con el trabajo y la escuela, gradualmente perderá su papel central de orientadora y proveedora de valores para las nuevas generaciones.4 Así, se vuelve necesario poner en tela de juicio estas imágenes, pues ellas, arraigadas en esos “modelos” o estereotipos socialmente construidos, hacen posible correr el riesgo de analizar a los jóvenes de forma negativa, enfatizando las características que les faltan para corresponder a un determinado modelo de “ser joven”. De esta forma no conseguimos comprender los modos de acuerdo con los cuales los jóvenes reales, principalmente aquellos de las clases populares, construyen su experiencia como tales. No es sencillo dar una definición de la categoría de juventud, principalmente debido a que los criterios que la constituyen son históricos y culturales. Si bien muchos autores ya habían estudiado el tema y han hecho contribuciones importantes, no es nuestro propósito recuperar esta discusión.5 En este artículo solamente nos limitaremos a exponer nuestra postura, resaltando la dimensión de la diversidad presente en ella. Coincidimos con Peralva6 en que la juventud es a la vez una condición social y un tipo de representación. Aunque posee un carácter universal que le proporcionan las transformaciones del individuo en una determinada etapa de su vida, durante la cual se completa su desarrollo físico y el joven se enfrenta a cambios psicológicos, la forma varía en gran medida de acuerdo con cada sociedad, el tiempo histórico determinado y, en su interior, con cada grupo social representativo en el cual participa en ese momento. Esta diversidad se materializa en la condición social (clases sociales), la cultura (etnias, identidades religiosas, valores), el género y, además, con las regiones geográficas, por mencionar algunos aspectos. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 4 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Mario Morcellini, Passagio al futuro; formazione e sociallizzazione tra vecchi e nouvi media, Franco Angeli, Milán, 1997. Miriam Abromavay, et al., Gangues, galeras, cegados e rappers; juventude, violência e cidadania nas cidades da periferia de Brasilia, Garamond, Río de Janeiro, 1999. Alba Zaluar, “Gangues, galeras e quadrilhas: globalização, juventude e violência”, en Hermana Vianna, Galeras cariocas, territorios de conflitos encontros culturais, UFRJ, Río de Janeiro, 1997. 5 Para una discusión más a fondo al respecto de la noción de juventud, ver Carles Feixa¸ op. cit. Juarez Dayrell, “Juventude, grupos de estilo e identidade”, Educação em Revista, núm. 30, Belo Horizonte, diciembre 1999, pp. 25-39. Juarez Dayrell, A música entra em cena: funk e o rap na socializção da juventude em Belo Horizonte, Faculdade de Educação, tesis de doctorado, Sao Paulo, 2001. José Machado Pais, Culturas juvenis, Impresa Nacional Casa da Moeda, Lisboa, 1993. Angelina Peralva, “O jovem como modelo cultural”, Revista Brasileida de Educação, anped, núm. 5/6, Sao Paulo, 1987. Marilia Spósito, “A sociabilidade juvenil e a rua; novos conflitos e ação coletiva na cidade”, Tempo Social. Revista Sociología de la USP, vol. 5, núm. 1, e. 2, Sao Paulo, 1983, pp. 161-178. Marilia Spósito, Juventude e Escolarição – Estado do Conhecimineto (19841998), INEP, Brasilia, 2001; entre otros. 6 Angelina Peralva, op. cit. JOVEN es ○ No es sencillo dar una definición de la categoría de juventud, principalmente debido a que los criterios que la constituyen son históricos y culturales 163 164 Construir la noción de juventud desde la perspectiva de la diversidad implica, en primer lugar, considerarla no tanto como sujeto a los criterios establecidos, sino como parte de un proceso de crecimiento visto a partir de una perspectiva de totalidad, que adquiere rasgos específicos en el conjunto de las experiencias vividas por los individuos en su contexto social determinado. Esto no significa entender a la juventud como una etapa con un fin predeterminado, y mucho menos como un momento de preparación que acaba una vez que comienza la vida adulta. Melucci7 nos propone una manera de comprender la adolescencia y la juventud. Para ello, introduce la noción de la secuencia temporal en curso de la vida, cuando la saturación biológica hace que surjan determinadas potencialidades. En este sentido, resulta imposible marcar el comienzo de la juventud, cuando físicamente se adquiere el poder de procrear, cuando la persona muestra señales de tener menor necesidad de protección por parte de la familia, cuando comienza a asumir responsabilidad, a buscar independencia y a dar pruebas de autosuficiencia, entre otras señales físicas y psicológicas. Sin embargo, para el autor, una secuencia temporal no necesariamente implica una evolución consecutiva, en la cual la complejidad va aumentando, pasando de las fases primitivas por las más maduras; de tal forma, las experiencias precedentes quedan canceladas. Melucci, por el contrario, defiende la idea de que los fenómenos evolutivos presentes en los cambios de los ciclos vitales, son hechos que se refieren a cada momento de la existencia, haciendo de los cambios o transformaciones una característica estable de la vida del individuo. Así, la adolescencia no puede ser comprendida como un periodo que termina, como una etapa de crisis o de transición entre la infancia y la vida adulta, entendida ésta como el objetivo último de maduración. Además, la adolescencia representa el momento de inicio de la juventud, un momento cuyo núcleo central lo constituyen los cambios corporales, las afecciones, así como las referencias sociales y relaciones afectivas; un momento en el cual se vive de forma más intensa un conjunto de transformaciones que de algún modo van a estar presentes a lo largo de la vida. ○ 7 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ A. Melucci e Anna Fabbrini, L’età dell’oro: adolescenti tra sogno ed esperienza, Feltrinelli, Milán, 1992. JOVEN es A raíz de esta discusión entendemos a la juventud como parte de un proceso más amplio de constitución de sujetos, cuyas especificidades marcan la vida de cada uno. La juventud constituye un periodo determinado, pero que no se reduce a un pasaje que adquiere importancia en sí mismo. Todo este proceso se ve influido por el medio social concreto en el cual se desarrolla y por la cualidad de los cambios que éste le proporciona. Así, los jóvenes a los que nos referimos en este artículo crean determinados modos de ser joven con algunas peculiaridades, lo que, sin embargo, no quiere decir que haya una única manera de ser joven en las clases populares. Es en este sentido que enfatizamos la noción de juventudes, en plural, para destacar la diversidad de maneras de ser un joven existente. Comprendida de este modo la noción de juventud, se vuelve necesario vincularla al sujeto inmerso en una determinada realidad social e histórica. Enfatizamos la noción de juventudes, en II. JÓVENES EN BRASIL: MENOS ESTADO, MÁS DESIGUALDADES plural, para destacar la diversidad de En lo que se refiere a la distribución de las ganancias en los años noventa, aunque muchos estudios concuerdan en que no ha ocurrido empobrecimientos significativos en un cuadro social históricamente excluyente, Quadros y Antunes,8 tras analizar los datos de censos realizados en este periodo, presentan resultados de investigación que indican que en promedio solamente en unos pocos segmentos sociales la situación ha mejorado, en algunos otros se ha mantenido igual y en los demás ha empeorado. Los datos que se obtuvieron durante el último Censo Brasileño,9 así como indicadores sociales diversos muestran claramente el cuadro global de las desigualdades sociales. En este contexto encontramos la particularidad de la problemática juvenil, cuya característica principal se vincula al empobrecimiento de las condiciones sociales de los jóvenes marginados que viven en centros urbanos. En el siguiente apartado presentamos aspectos demográficos de la juventud brasileña, así como los indicadores sociales relacionados con la mortalidad en este sector de población –en especial a causas externas–, la educación escolar y el trabajo. Dentro del cuadro global de desigualdades sociales, los jóvenes sobresalen como un sector de población particularmente vulnerable que demanda la puesta en práctica de las políticas públicas que puedan garantizar los derechos sociales, negados sistemáticamente a este sector a lo largo de la historia de Brasil. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 8 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ José de Waldir Quadros & Davi José Nardy Antunes, Classes sociais e distribuição de renda no Brasil dos anos noventa, Cadernos do CESIT, núm. 30, Campinas, octubre 2001. 9 IBGE, Censo 2000, internet: www.ibge.gov.br JOVEN es ○ maneras de ser un joven existente. Comprendida de este modo la noción de juventud, se vuelve necesario vincularla al sujeto inmerso en una determinada realidad social e histórica 165 166 1. Síntesis demográfica e indicadores sociales La población joven (personas entre 14 y 24 años de edad) está conformada por 33 millones de brasileños, un número que se encuentra dentro del intervalo de variación histórica que oscila entre 19% y 21% en relación con la población total del país. Si bien los censos demográficos brasileños apuntan hacia una tendencia de crecimiento absoluto del sector juvenil, a partir de la década de los setenta se observa un gradual proceso de desaceleración. Las generaciones nacidas a partir de los años ochenta son ejemplo, del efecto de la fecundidad en declive que inició en los sesenta, junto con la introducción de los métodos de anticoncepción orales y, más recientemente, con la confirmación de la existencia de un elevado número de mujeres estériles. Son los adolescentes y jóvenes los que tienen la mayor capacidad migratoria, a tal grado que cerca de 80% de ellos (27.75567 millones) viven en áreas urbanas que en gran medida no cuentan con la infraestructura social necesaria para satisfacer sus múltiples necesidades de desarrollo. Los estudios demográficos indican que a partir de los años ochenta la población de menos de 15 años de edad, está sistemáticamente disminuyendo en relación con la población brasileña total. De acuerdo con Cunha,10 lo mismo sucede con aquellos que tienen entre 15 y 18 años, aunque no tan rápido, debido al hecho de que este grupo incluye cohortes nacidas en periodos cuando la fecundidad apenas empezaba a disminuir. Igual ocurre con el grupo de edades de 19 a 24 años, que sólo sentirá el impacto de la caída de la fecundidad después del año 2001, cuando aparecerán nuevas cohortes nacidas durante la década de los ochenta. En diferentes grupos de edades de los jóvenes brasileños, principalmente para aquellos de los sectores populares que todavía no muestran significativas caídas demográficas, persisten pronósticos muy pesimistas sobre la accesibilidad del derecho a la educación pública de calidad. ○ 10 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ José Marcos Pinto da Cunha, “A dinâmica demográfica e seus impactos na trajetória da população em idade escolar”, en Maria Helena Guimarães de Castro, Aurea Maria Queiroz Davanzo, Situaceo da Educacao Básica no Brasil, Instituto Naiconal de Estudos e Pesquisas Educacionais, Brasilia, 1999, pp. 130-118. JOVEN es 2. Educación escolar El Censo de 2000 trajo una buena noticia estadística: entre los jóvenes de 15 a 17 años de edad, la tasa de escolaridad ha subido de 55.3% a 78.8 por ciento. De acuerdo con los datos, hoy en día los jóvenes tienen un mayor acceso a los estudios formales y continúan en ellos por más tiempo; sin embargo, esta tendencia se caracteriza, en gran escala, por rechazos sistemáticos que crean distorsiones graves entre la edad ideal y el año escolar. En cuanto a las personas de 18 ó 19 años de edad, la proporción es menor: apenas 50.3% de los jóvenes de este grupo tiene estudios. Entre los jóvenes de 20 a 24 años, la proporción es de 26.5%, lo que indica el peso de la necesidad de trabajar y el bajo número de jóvenes que cursan niveles escolares superiores.11 Al considerar la distribución de la población de 10 años o más, se observa que 34.1% tiene hasta tres años de estudios. En los estados de Piauí y Maranhão se conservan las tasas más altas de escolaridad (56.3% y 53.2%, respectivamente) y en el Distrito Federal, la más baja (16.1 por ciento); 15% de la población tiene de 8 a 10 años de estudios concluidos, mientras que otro 14.9% tiene de 11 a 14 años. En 1991, estas proporciones eran de 11% y 10%, respectivamente. Hubo una baja en la proporción de los menos instruidos (19% contra 10%) y un aumento en la proporción de los que tienen 11 o más años de estudios (13.8% contra 19 por ciento). En lo que atañe a una mayor accesibilidad de los sistemas formales de enseñanza, cabe mencionar que los problemas de la consolidación del sistema escolar público y de la calidad, todavía están lejos de ser resueltos. La mayoría de los jóvenes en el sistema escolar público aún están cursando los primeros ocho grados de la enseñanza básica. El mismo Censo de 2000 que apuntó una ampliación del acceso a la escolaridad para un mayor número de los jóvenes brasileños, también reveló datos preocupantes sobre un atraso escolar en la enseñanza pública. De acuerdo con la información obtenida, en el grupo de edad de 15 a 17 años, más de la mitad de los jóvenes estudiantes matriculados (52.6%) se encuentran en la etapa de la educación básica, destinada a los niños de siete a 14 años de edad. Mello12 denominó con acierto la enseñanza secundaria en Brasil como aquella destinada a las minorías sobrevivientes, frente al acceso limitado que tienen los jóvenes a los grados de la escuela posobligatorios en el país. Si son pocos los que “sobreviven”, son todavía menos quienes logran llegar a esta cúspide de la pirámide ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 11 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ En las tasas de escolaridad que muestran la frecuencia con la que los niños van a la escuela, hubo progreso en todos los grupos de edades. En el periodo de 1991 a 2000, la frecuencia subió de 37.2% hasta 71.9 por ciento. La tasa de analfabetismo disminuyó en 24.4% durante el mismo periodo y el porcentaje de personas que terminan 15 años de estudios, lo cual incluye los estudios superiores, aumentó de 3.6% hasta 4.1% de la población. Es probable que los datos que indican una mejora en el acceso de los brasileños de edad escolar (entre siete y 14 años) a la educación, no sólo revelen avances significativos en las políticas de universalización hacia la educación escolar –una prioridad de la década de los noventa en relación con otros niveles del sistema educativo– sino también, indican una fuerte tendencia a declive en la tasa de fecundidad de este sector, que se refleja de manera significativa en la pirámide de edades en Brasil. 12 Namo Guiomar Mello, Para que servem as estadísticas educacionais, Cadernos INEP, INEP, Brasilia, 1999. JOVEN es 167 En lo que atañe a una mayor accesibilidad de los sistemas formales de enseñanza, cabe mencionar que los problemas de la consolidación del sistema escolar público y de la calidad, todavía están lejos de ser resueltos 168 En lo que atañe a una mayor accesibilidad de los sistemas formales de enseñanza, cabe mencionar que los problemas de la consolidación del sistema escolar público y de la calidad, todavía están lejos de ser resueltos educativa sin accidentes durante los ocho años de la educación básica. En 1996, el número de alumnos que mantuvieron una correspondencia ideal entre la edad y el año escolar, alcanzaba 2.5 millones, lo cual es menor a un cuarto de los más de 10 millones de brasileños entre 15 y 17 años de edad. A pesar de un gradual aumento en el número de jóvenes matriculados en la enseñanza básica, los índices de reprobación y repetición siguen elevándose y profundizando la distorsión edadalumno-año escolar. De acuerdo con las estadísticas sobre la educación, los alumnos de enseñanza básica en promedio permanecen en la escuela durante 11 años. La cantidad que se deriva de esta distorsión, sumada al número de ciudadanos que nunca han asistido a la escuela, causó una enorme presión para una mayor cobertura en la educación de jóvenes y adultos. No obstante, los recursos públicos destinados a este sector, en vez de aumentarse en respuesta a la demanda, se han reducido y entrado en un círculo vicioso que sólo puede explicarse a través de la percepción de quienes quedaron excluidos y “se les fue el tren” en cuanto a la regularización escolar. El Gobierno Federal, al no calcular las matrículas en los programas de Educación para Jóvenes y Adultos (EJA), con la finalidad de contar el número de alumnos que repitieron las asignaturas, comprobó “la incongruencia de los funcionarios de gobierno, quienes en sus discursos dan valor a la educación pero delegan las responsabilidades a los gobiernos municipales y a la sociedad civil.”13 El Gobierno Federal hizo del discurso de asociación con la sociedad civil, una coartada para la crisis de financiamiento que el propio gobierno generó y que se desarrolla en un vacío de políticas nacionales efectivas para el sector, que todavía cae en los viejos vicios de las campañas de alfabetización de jóvenes y adultos, caracterizadas por poco profesionalismo, uso de profesores legos y no capacitados, así como por una insuficiente institucionalización de las iniciativas, proyectos y programas.14 Lo mismo sucede con la mejora relativa en los índices de escolaridad, revelada en el transcurso del Censo de 2000: la gran mayoría de los jóvenes brasileños no logran llegar a la educación media ni a la enseñanza superior. Aunque la tasa de analfabetismo en las personas mayores de 10 años ha disminuido desde 19.7% en 1991 hasta 12.8% en 2000, muchos adolescentes y jóvenes se ven obligados a abandonar los estudios para poder mantener o, al menos, ayudar a mantener sus familias. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 13 Discurso pronunciado por el profesor Jamil Cury durante el 3er Encuentro sobre la Enseñanza de Jóvenes y Adultos, que se llevó a cabo en Anhembi, San Paolo, 5-6 de octubre de 2001. 14 Puesto que el objetivo del presente artículo no es discutir la historia de la educación en jóvenes y adultos, remitimos a nuestro lector al artículo de Sérgio Haddad y Maria Clara Di Pierro, “Escolarização de jovens e adultos”, Revista Brasileira de Educação, núm. 14, ANPED, 2000, pp. 108-130; donde se trata el tema de la trayectoria de la escolaridad de jóvenes y adultos en diferentes momentos de la historia de Brasil. JOVEN es 3. Trabajo y desempleo entre los jóvenes Los indicadores sociales que miden el desempleo de la fuerza laboral, sugieren que dicho desempleo tiene como causa primordial, la concentración de las ganancias. En lo referente a la distribución de desempleo por edades, las tasas más bajas se hallan en el segmento joven de la población. De acuerdo con Pochmann,15 el desempleo juvenil aumentó en la década de los noventa en una proporción mayor a la del desempleo total. Así, en 1996, 52.9% de los desempleados tenían entre 10 y 24 años de edad. El hecho de que la tasa de desempleo (0.4%) no acompañó a la expansión de la fuerza laboral (1.1%) indica una falta de empleos para quienes los buscan, fenómeno que muestra las dificultades de crecimiento de la economía nacional. Los jóvenes representan 62.2% del número creciente –total– de las personas que pierden trabajos remunerados. Otro rasgo característico de los años noventa, fue el crecimiento de los puestos de trabajo poco seguros, así como la contratación de eventuales y de baja preparación profesional. En términos generales, las puertas de un primer trabajo se cerraron para los jóvenes de Brasil, en especial para la mayoría de los jóvenes provenientes de los estratos populares con estudios limitados. Durante este periodo, cuatro categorías caracterizan al desempleo: a) desempleo de inserción, en el cual se da una búsqueda del primer trabajo durante un largo tiempo; b) desempleo recurrente, caracterizado por una ocupación temporal; c) desempleo proveniente de la desestructuración productiva en las empresas y, d) desempleo de exclusión, marcado principalmente por una falta de empleo durante largo tiempo y subsiguiente ausencia de estímulos para buscar trabajo. El sentimiento de fracaso que acompaña al joven que busca trabajo remunerado sin poder conseguirlo, es una puerta abierta para la frustración, el desánimo y, además, la posibilidad de la vida criminal.16 Los efectos del desempleo para los jóvenes, se ven en gran medida subrayados en quienes se encuentran en un momento de intensa organización personal y social. Depresión, ansiedad, apatía y una baja autoestima, son manifestaciones recurrentes en los jóvenes frustrados por sus fracasos en la búsqueda de empleo. De este modo, la socialización de los jóvenes se da en este marco de escasez de opciones económicas para satisfacer las necesidades personales y colectivas, en ambientes urbano-industriales saturados por signos y relaciones ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 15 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Marcio Pochmann, “Emprego e desemprego juvenil no Brasil: as trasformações nos anos 1990”, en Osmar Fávero, Paulo Carrano e Sonia M. Rummert (organizadores), “Juventude, Educação e Sociedade”, Movimiento, Revista de da Faculdade de Educação, Universidade Federal Fulmínense, DP&A, núm. 1, Rio de Janeiro, mayo 2000, pp. 52-72. 16 De acuerdo con el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el número de adolescentes entre 12 y 18 años en este país alcanza 21.2 millones. Entre ellos, alrededor de 30.7 mil cumplen penas socioeducativas por haber cometido delitos. Aproximadamente 10 mil se encuentran internados en correccionales para menores (Jornal do Brasil, 13 de junio de 2002, p. A2; reportaje de Luciana Navarro). Los técnicos de la Secretaría de Justicia estiman que los presos entre 18 y 25 años constituyen casi 60% de los encarcelados en el país. Así pues, sumados a los adolescentes internados a las instituciones correctivas o sometidos a otros castigos previstos por el Estatuto sobre el Niño y Adolescente, el número de jóvenes infractores en Brasil alcanza 143 mil personas (datos de la revista O Globo, 2 de septiembre de 2001, p. 3). JOVEN es 169 El sentimiento de fracaso que acompaña al joven que busca trabajo remunerado sin poder conseguirlo, es una puerta abierta para la frustración, el desánimo y, además, la posibilidad de la vida criminal generados por la sociedad de consumo; todo lo cual es tierra fértil para la flexibilización de la ética del trabajo honesto. 170 4. Mortalidad entre los jóvenes en Brasil. Una epidemia de homicidios Se estima que cada año en Brasil casi 26 mil niños y jóvenes entre 10 y 19 años de edad pierden la vida debido a causas diversas, tales como accidentes, suicidios, enfermedades relacionadas con el embarazo y otros factores; además de problemas crónicos de salud o deficiencias que persiguen a las personas no sólo durante la juventud, sino también durante toda la vida.17 En su trabajo sobre la mortalidad de los jóvenes en Brasil, Araújo18 llegó a la conclusión de que la mortalidad entre las mujeres jóvenes ha aumentado, principalmente a causa de enfermedades relacionadas con el sistema endocrino, nutrición, metabolismo y trastornos inmunológicos. En cuanto a los homicidios, en los hombres jóvenes se ha dado un aumento de la mortalidad más intenso por esta causa, aparte de las mencionadas para el caso de las mujeres. Aproximadamente 70% de muertes en los jóvenes se debe a causas externas, principalmente, homicidios, accidentes automovilísticos y suicidios. Los homicidios, en especial, se han vuelto una verdadera epidemia de violencia que afecta directamente a la población joven de los sectores más marginados social y económicamente de la sociedad brasileña. Los datos estadísticos muestran que Brasil ocupa el tercer lugar en el mundo en lo que se refiere a homicidios de jóvenes entre 15 y 24 años de edad, de acuerdo con el estudio realizado por UNESCO en agosto de 2000 y titulado Mapa de violencia III. Río de Janeiro se ha vuelto la tercera ciudad brasileña más peligrosa para los jóvenes de 15 a 24 años. De 1989 a 1998, el porcentaje de jóvenes en la capital brasileña que perecieron a causa de homicidio se incrementó en 217.3 por ciento. Durante el mismo periodo, el número de asesinados por cada 100 mil de habitantes subió de 44.5 a 141.1. En 1998, se registró 1.3 mil homicidios de jóvenes en la capital, que hace 10 años ocupaba el 11o lugar en la lista de las ciudades brasileñas más peligrosas para los jóvenes. Hoy día, sólo Recife y Vitoria –dos ciudades que sobrepasan la tasa de 200 homicidios por cada 100 mil de habitantes –19 dejan atrás a la capital de Brasil. Según los datos de la Secretaría de Salud, las tasas de mortalidad en varones brasileños de 15 a 24 años de edad casi superan a las de los Estados Unidos en 50%, y a los de Canadá, Francia e Italia, en 100 por ciento. La tasa de muertes por homicidio, en el mismo grupo, se incrementó en 130% durante el periodo de 1980 a 1995. En las ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 17 Ver la página de la Secretaría de Salud http://www.saude.gov.br/sps/areastecnicas/ adolescente/homicidios.htm 18 Herton Elley Araujo, A mortalidade entre os jovens adultos brasilerios –por quê e quais morrem mais?, XI Encontro Nacional de Estudos Popilacionais da ABEP, Caxambu, 1998, pp. 1911-1928. 19 Marcelo Freitas, Río de Janeiro ocupa el tercer lugar en violencia contra jóvenes, JB Quinta-feira, Río de Janeiro, 17 de agosto de 2000. JOVEN es regiones de sureste y centro oeste, los índices subieron de 150% a 180%, respectivamente. Estos números muestran que los homicidios de los jóvenes no sólo ocurren en grandes metrópolis, lo cual sugiere que el crecimiento de la población en el Norte y Oeste, regiones de yacimientos de diamantes y conflictos de tierras, sea un factor que facilite las situaciones de violencia. En la última década, el número de jóvenes brasileños entre 15 y 24 años de edad asesinados incrementó en 77 por ciento. De 1991 al 2000 la tasa de homicidios en los jóvenes subió de 66.5 a 98.8 por cada 100 mil muertos. Estos indicadores exceden a los países que se encuentran en estado de guerra declarada. El narcotráfico y consumo de drogas ha contribuido de manera drástica a la participación de la juventud brasileña en el ciclo perverso de homicidios, ya sea como agresores o como víctimas de la violencia.20 Los narcotraficantes encuentran en los jóvenes de los barrios populares una mano de obra barata y disponible para sus negocios que se sitúan en un contexto de una red de acciones criminales que incluyen, además del tráfico de drogas, el robo, los juegos de azar, la exploración sexual, la extorsión y la venta ilegal de armas. En la última década, el número de jóvenes brasileños entre 15 y 24 años de edad asesinados incrementó en 77 por 5. Qué muestran los indicadores sociales El crecimiento del sector de jóvenes y adolescentes, fenómeno que ya recibió el nombre de la onda joven,21 alcanzará su apogeo aproximadamente en el año 2005, cuando el número de personas en este sector llegue entre 30 a 43 millones. En este momento la proporción de los jóvenes comenzará a mostrar un declive significativo. Hasta este momento, se necesitará un cambio de prioridad en las políticas públicas, en caso de que se quiera poner fin al perverso y explosivo proceso de aumento de las desigualdades sociales que produce tan desconsoladores índices sociales de vida para enormes cantidades de jóvenes brasileños. El Estado brasileño se ha comportado como un padrastro cruel con respecto a grandes cantidades de sus generaciones jóvenes. La preocupación casi exclusiva por la estabilidad monetaria, representada principalmente por el Plano Real, la asistencia financiera a los bancos particulares y a la privatización de los estatales, resultó en el descuido, ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 20 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ La presidencia de la República, en conjunto con los Consejos Nacionales de Drogas de todo el país, lanzó en junio de 2002 la Campaña Nacional Antidrogas, destinada a los niños y adolescentes. El primer estudio domiciliario sobre el uso de estupefacientes en Brasil, una investigación nacional sobre el consumo de drogas en ciudades brasileñas, llevada a cabo por el Gobierno Federal en 2002, constató que 19.4% de la población, esto es, uno de cada cinco brasileños, de 12 a 67 años, ha consumido sustancias como marihuana, solventes, estimulantes de apetito o cocaína por lo menos una vez en su vida. Tomando en cuenta la población total en el país, esto equivale a más de 32 millones de personas. El estudio mostró, además, que 11.2% de la población son dependientes de las bebidas alcohólicas, 9% del tabaco y 1%, de la cocaína. Asimismo, los datos de la investigación muestran que 587 mil niños y adolescentes entre 12 y 17 años de edad se pueden considerar como alcohólicos y, aproximadamente 49 mil niños y adolescentes del mismo grupo son dependientes de la marihuana (revista O Globo, p. 15, 18 de junio de 2002). 21 Felicia Reicher Madeira & Eliana Monteriro Rodrigues, “Recado dos jovens: mais qualificação”, en Jovens acontecnedo na trilha das políticas públicas, CNPD, Brasilia, 1998, vol. 2, pp. 427-496. JOVEN es ciento 171 172 en una profundización de la crisis social y en la creciente división entre los más ricos y los más pobres. Por ende, es necesario romper con el círculo de desarrollo caracterizado por excesivas ganancias del capital especulativo, reducido crecimiento económico y amplia exclusión social que ya adquiere forma de endeudamiento de la clase media en la sociedad brasileña. Lejos de este festejo de ganancias del capital la globalización económica, se encuentra la juventud de la periferia, tanto espacial como simbólicamente, de las grandes ciudades del país y de las regiones menos desarrolladas del nordeste de Brasil. Nueve millones de jóvenes tratan de sobrevivir en condiciones de extrema pobreza (61 reales per cápita). Los indicadores sociales relacionados con la situación de los jóvenes, representan una elocuente base empírica para confirmar la idea de que la juventud no sólo es un sector grande en términos numéricos, sino que, fundamentalmente, está constituido por múltiples dimensiones existenciales que condicionan un abanico de oportunidades de vida. La situación de exclusión y el riesgo social de amplios sectores de la juventud brasileña, exigen medidas radicales y efectivas que muestren un cambio de prioridades en el desarrollo económico. Se vuelve necesario el desarrollo, conjuntamente con la descentralización de la burocracia, de las políticas integradoras en diferentes esferas gubernamentales y las acciones tomadas en el ámbito de la sociedad civil, en un esfuerzo que debe potenciar el Estado, con una capacidad de inversión y coordinación de las políticas públicas. JOVEN es III. JÓVENES POBRES Y VULNERABILIDAD SOCIAL: POLÍTICAS PÚBLICAS Y ACCIONES SOCIALES 22 Reflexionar sobre los jóvenes en Brasil implica tener en cuenta las enormes disparidades socioculturales existentes, así como los diferentes contextos en los cuales los jóvenes se construyen como sujetos. Esta diversidad se hace más patente en el contexto de la crisis23 que atraviesa la sociedad brasileña y que se refleja en las instituciones tradicionalmente responsables de la socialización, tales como el trabajo o la escuela. Una de las caras de esta crisis son las transformaciones profundas del mundo laboral: tanto en Brasil como en el extranjero, se hace constar una permutación en los patrones de organización del trabajo que altera las formas de inserción de los jóvenes al mercado laboral. Al igual que en el trabajo, la escuela para este sector no parece constituir una referencia de valores en su construcción como sujetos. La situación de estos sectores se ve agravada por la reducción de la participación del Estado en la esfera pública, lo que no ofrece soluciones de políticas que contemplen a la juventud. Esto produce una privatización y despolitización de las condiciones de vida. En este contexto, las familias son cada vez más responsables de garantizar la reproducción de sus miembros, sin contar con quién las pueda “ayudar a ayudarse”. Tanto Castel24 como Martins25 nos advierten contra una imprecisión en caracterizar a los jóvenes pobres como “excluidos”, y critican un cierto fetichismo de la idea de exclusión que tiende a suprimir las intervenciones existentes entre la economía y otros niveles y dimensiones de la realidad social. Para Martins, el modelo económico brasileño instrumenta: Una intencional inclusión poco estable, precaria y marginal. Son las políticas de inclusión de personas en los procesos económicos, en la producción y circulación de bienes y servicios, estrictamente en términos de lo que es racionalmente conveniente y necesario para una reproducción del capital más eficaz.26 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 22 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Consideramos la situación de vulnerabilidad social de la juventud como un complejo y variable conjunto de factores que provocan que los jóvenes se vuelvan susceptibles a los procesos de exclusión social y, al enfrentamiento de graves situaciones de violencia física y simbólica. Partimos del supuesto de que la vulnerabilidad se origina en los procesos de la desigualdad social y global y que, a su vez, conduce a desventajas sociales específicas. En esta condición de vulnerabilidad se concentran los obstáculos y riesgos que enfrentan ciertos grupos sociales que emplean tácticas cotidianas –que no siempre se dan en situaciones legítimas– con el fin de buscar superar estas dificultades relacionadas con la sobrevivencia. 23 No empleamos la noción de crisis en el sentido de una ruptura o caos, sino, siguiendo la propuesta de Melucci, en el sentido de mutaciones o reconfiguraciones profundas en las relaciones sociales, donde ya no funcionan los modelos anteriores y todavía no se ha propuesto los nuevos. A. Melucci, L’invenzione del presente: movimenti sociali nelle società complesse, II Mulino, Bologna, 1991. 24 Robert Castel, As armadilhas da exclusão, mimeo, 1995. 25 José de Souza Martins, Exclusão social e a nova desigualdade, Paulus, Sao Paulo, 1997. 26 Idem., p. 20. JOVEN es 173 Tanto en Brasil como en el extranjero, se hace constar una permutación en los patrones de organización del trabajo que altera las formas de inserción de los jóvenes al mercado laboral 174 Las consecuencias de la debilidad del Estado y la privatización de la esfera pública, han sido acciones gubernamentales fragmentarias en el ámbito de las secretarías de gobierno a nivel del país, sus diferentes estados y municipios Así, optamos por caracterizarlos como jóvenes pobres que viven formas de inclusión frágiles e insuficientes en el contexto de una nueva desigualdad social, desigualdad que implica el agotamiento de las posibilidades de movilidad social para la mayoría de la población, en la cual han cambiado las formas, los ámbitos y las consecuencias de la pobreza. Si para las generaciones anteriores existía, acaso remotamente, una perspectiva de movilidad a través de la escuela y/o del trabajo, para los jóvenes de hoy esta opción ya no existe. En este sentido adquiere forma el marco de las crisis: los antiguos modelos, en donde las instituciones tenían un lugar socialmente definido, ya no corresponden a la realidad. El trabajo ya no constituye un tipo de regulación de la sociedad, la escuela no cumple la función de una institución moralizadora y de movilidad social, mientras que los nuevos modelos aún no están definidos. Lo que antes se caracterizaba como una posibilidad de transición del momento de exclusión al de inclusión, hoy en día, para el sector de los jóvenes pobres, se ha transformado en un medio de vida. Durante toda la década de los noventa y los primeros dos años del presente siglo, no se registró la existencia de políticas nacionales integrales destinadas a la juventud. Para los jóvenes brasileños, en especial para aquellos que, principales víctimas del desempleo personal y familiar y, de la muerte por violencia, se encuentran en una situación de vulnerabilidad social y, por consiguiente, en menor medida cuentan con el apoyo de las redes sociales de protección. Las consecuencias de la debilidad del Estado y la privatización de la esfera pública, han sido acciones gubernamentales fragmentarias en el ámbito de las secretarías de gobierno a nivel del país, sus diferentes estados y municipios. Todo esto a pesar de que en muchas ciudades han surgido iniciativas novedosas que buscaron contar con la participación de los jóvenes en la formulación e instrumentación de las acciones. Las políticas públicas dirigidas a la juventud se desarrollaron en conjunto con una amplia y variada red de iniciativas de apoyo privado a cargo del llamado tercer sector, “constituido por un gran número de intervenciones educativas y de apoyo, promovidas por las organizaciones no gubernamentales, iglesias, asociaciones, etc., con financiamiento en parte público, en parte privado, proveniente de fundaciones empresariales o directamente de las empresas privada”.27 En seguida, presentaremos algunas consideraciones sobre la situación de los derechos sociales en el Brasil contemporáneo, así como un balance analítico de las políticas públicas destinadas a la juventud en los años noventa en el ámbito nacional. Asimismo, destacaremos el lugar de las iniciativas provenientes de la sociedad civil para el desarrollo de proyectos y acciones sociales dirigidas a los adolescentes y jóvenes. ○ 27 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Paulo Singer, “Evolução da economia e vinculação internacional”, en Ignacy Sachs, Jorge Wilheim e Paulo Sérgio Pinheiro, Brasil: um século de trasformações, Companhia das Letras, Sao Paulo, 2001, p. 122. JOVEN es 1. Derechos sociales en la experiencia democrática reciente Después de la dictadura civil-militar en Brasil (1964-1984), la sociedad brasileña reapareció en un escenario con alto grado de complejidad, alargando los procesos sociales que ya se anunciaban en el contexto de lucha por la ampliación de las libertades democráticas y garantías de derechos sociales, y formando otro tipo de asociaciones y movilizaciones antagónicas; todo en un panorama de una relativa libertad democrática asegurada por la ley de amnistía política. El sociólogo Moacyr Guilherme dos Santos denominó la intensificación del movimiento asociativo en Brasil después de la dictadura como posrevolución brasileña. El periodo de la dictadura se caracterizó también por la hegemonía del gran capital que modernizó las fuerzas de producción e hizo posible el desarrollo de los fundamentos objetivos de la sociedad civil brasileña. En este contexto, surgieron y se fortalecieron los movimientos sindicalistas, asociativos y partidarios, tales como el Partido de los Trabajadores o el Movimiento de los Sin Tierras (MST); durante toda la década de los noventa se presentaron como fuerzas sociales antagónicas a las élites políticas y económicas que siempre han tenido la supremacía en las organizaciones gubernamentales y ideológicas del Estado. El caso de Brasil fue, en gran medida, similar a lo que ha ocurrido en muchos países de América Latina, donde los movimientos sociales fueron un factor decisivo para redefinir el sentido de la política y el papel del Estado. La descentralización causada por la caída del poder militar ocasionó difusión de un sinfín de centralidades políticas por los diferentes espacios del territorio nacional. Las luchas populares urbanas se destacaron por la búsqueda de mejoras en la reproducción social de la fuerza laboral y en derechos sociales. Las contradicciones sociales en las ciudades, causadas por el desigual desarrollo capitalista y anteriormente reprimidas por la dictadura, aparecieron como obstáculos en el camino de numerosos movimientos sociales –de varias grados de politización y organización social–, que en la práctica social combatieron la lógica perversa de la combinación histórica entre el crecimiento económico y la producción de la pobreza. En la década de los ochenta, surgió una nueva noción de ciudadanía. Según Davignino,28 esta noción tenía dos dimensiones: la primera consiste en estar intrínsicamente vinculada a la experiencia concreta de los movimientos sociales, tanto del tipo urbano como de los movimientos de mujeres, negros, homosexuales, movimientos ecológicos, etctera; cabe incluir los diferentes movimientos sociales de la juventud, tanto los del carácter estrictamente político como aquellos relacionados más directamente con la expresión cultural. En la organización de estos movimientos sociales se evidenció la lucha por los derechos: tanto el derecho a la igualdad como el derecho a la diferencia y las formas de expresión, que practicaron los nuevos sujetos socialmente activos y no sólo los ciudadanos consumidores. ○ 28 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Evalina Davignino, “Os movimentos socieais e a emergência de uma nova noção de cidadania”, en Evalina Davignino, Anos 90, políticas e sociedade no Brasil/org, Brasiliense, Sao Paulo, 1994. JOVEN es ○ ○ 175 La descentralización causada por la caída del poder militar ocasionó difusión de un sinfín de centralidades políticas por los diferentes espacios del territorio nacional 176 El largo y continuo proceso de redemocratización de la sociedad brasileña puede caracterizarse como un aprendizaje social a una escala amplia y diversa, en el cual se ha evidenciado que la garantía formal de los derechos por el Estado, no contiene los sentidos múltiples de la Paoli y Teles29 también compartieron la percepción de que el patrimonio significativo de los años ochenta consistió en el hecho de que las luchas sociales han extendido el campo de lo político por vía de una noción ampliada y redefinida de derechos y ciudadanía, creando un espacio público informal. La nueva dinámica asociativa y organizacional en la sociedad, alteró la jerarquía autoritaria presente en las formas y contenidos de hacer política, que imperó durante los veinte años de la dictadura civil-militar en Brasil. El proceso constitucional de 1988, aparte de alterar las bases constitucionales de los derechos sociales, civiles y políticos, causó un verdadero “efecto dominó” en las constituciones de cada estado y en las leyes orgánicas de los municipios. El nuevo ordenamiento jurídico de la Constitución de 1988, además de incorporar un enfoque universalista de derechos y protección social, trajo las exigencias legales de participación en la administración de los asuntos públicos, atrayendo las posibilidades de una construcción repartida y negociada de una legitimidad capaz de reconciliar la democracia con la ciudadanía. El largo y continuo proceso de redemocratización de la sociedad brasileña puede caracterizarse como un aprendizaje social a una escala amplia y diversa, en el cual se ha evidenciado que la garantía formal de los derechos por el Estado, no contiene los sentidos múltiples de la noción de ciudadanía. El movimiento para las elecciones directas del presidente (conocido como “Diretas Já!”)30 en 1984, si bien no alcanzó sus objetivos y terminó en la elección de Tancredo Neves para el Colegio Electoral de Deputados y Senadores,31 y las movilizaciones populares para el derrocamiento del presidente de la república en 1992, son eventos característicos de este proceso que duró dos décadas, en el transcurso del cual grandes segmentos de la población recuperaron, tras salir a las calles, el derecho de participar directamente en determinar los rumbos del sistema social brasileño. Este nuevo protagonismo de la sociedad civil tuvo consecuencias profundas para la constitución y difusión de una nueva cultura democrática en el país, surgida pese a la tendencia dominante extendida en los años noventa, y a pesar del “regreso de la subjetividad a esfera de la vida privada, contexto en el que el mercado reorganiza el mundo público como un ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ noción de ciudadanía 29 Maria Célia Paoli & Vera da Silva Telles, “Direitos sociais: conflitos e negociações nos anos 1990”, en Osmar Fávero, Paulo Carrano e Sonia M. Rummert (organizadores), Movimento, Revista da Faculdade de Educação, Universidade Federal Fulmínense, DP&A, núm. 1, Rio de Janeiro, mayo de 2000, pp. 52-72. 30 Nota de la traducción: Manifestación brasileña por elecciones libres y directas del presidente 31 Nota de la traducción: Institución creada por el régimen militar con el fin de elegir al presidente de la república. Compuesto inicialmente sólo por los miembros de Cámara de Diputados y los senadores, el Colegio simplemente confirmaba la elección del candidato indicado por el comando de las Fuerzas Armadas; no obstante, durante las elecciones de 1985, tras incluir en esta institución a seis miembros del partido mayoritario de la Asamblea Legislativa de cada estado, el Colegio Electoral, después de una campaña realmente competitiva entre el candidato oficial, Paolo Salim Maluf, y el de la oposición, Tancredo de Almeida Neves, eligió a éste último, lo que dio inicio a un nuevo régimen civil. JOVEN es escenario de consumo y dramatización de los signos de status”.32 De esta forma, el carácter educativo de la participación en las ciudades, se contrapone a la despolitización de las prácticas sociales urbanas que ocurre con la autorización del pragmatismo del mercado. La conquista del poder local en muchas ciudades brasileñas demostró la falsedad del dilema presente en la polarización entre el Estado sin la sociedad y, la responsabilidad absoluta de la sociedad civil que niega los vicios del Estado burocrático en lo que se refiere a la búsqueda de garantía de los derechos sociales. En el ámbito de los municipios, experiencias como una elaboración participativa del presupuesto público, demostraron la viabilidad de la realización de políticas públicas instrumentadas como acciones gubernamentales, en muchas ocasiones inclusive, contando con el apoyo de las organizaciones no gubernamentales y los movimientos sociales. Sin embargo, el aspecto principal es la orientación vertical para responder a numerosas demandas y satisfacer las necesidades emergentes de la sociedad civil.33 En el ámbito de los municipios, experiencias como una elaboración participativa del 2. Políticas públicas fuera de enfoque En el contexto de mencionada ampliación de la conciencia de los derechos, la sociedad brasileña reconsideró la precariedad histórica de los niños y adolescentes, especialmente de las clases populares. El Estatuto sobre el Niño y Adolescente (ECA, por sus siglas en portugués), promulgado en 1990, constituye un marco legal del proceso prácticoreflexivo dirigido a la transformación de la situación de la minoría brasileña, especialmente, en lo que atañe a quienes se encuentran en un proceso de exclusión social o en conflicto con la ley.34 En lo que se ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ presupuesto público, demostraron la viabilidad de la realización de políticas públicas instrumentadas como acciones 32 Néstor García Canclini, Culturas Híbridas. Estratégias para entrar e sair da modernidade, Editora da Universidade de São Paulo, Sao Paulo, 1998, p. 288. 33 Sobre la experiencia del presupuesto participativo en Porto Alegre ver Sérgio Gregório Baierle, “A explosão da experiência: emergência de um novo princípio ético-político nos movimentos populares urbanos”, en Sonia E. Alvarez, Evelina Davignino, Arturo Escobar (organizadores), Cultura e política nos movimentos sociais latino-americanos: novas leituras, UFMG, Belo Horizonte, 2000, pp. 185-220. 34 En 2002 el ECA cumplió 12 años. Durante este periodo, el país vivió intensos debates sobre la cuestión de derechos sociales del niño (antes de los 12 años) y del adolescente (de 12 a 18 años). Sin duda alguna, el tema que causó mayor discusión fue el que dividió a los defensores de la reducción de las penas y nosotros, quienes juzgamos que es de fundamental importancia mantener la integridad de la doctrina de protección integral y sus instrumentos de medidas socioeducativas para los adolescentes en conflicto con la ley. Se realizaron estudios científicos, se instituyeron organismos judiciales, centros de investigación, protección y asistencia, siguiendo los preceptos de la llamada doctrina de protección integral al niño y adolescente, que substituyó a la doctrina de irregularidad del antiguo Estatuto sobre el Menor. De acuerdo con Irene Rizzini (“Do risco à oportunidade: políticas e práticas sociais voltadas para população infaltil e juvenil em trasformação”, I Encontro de Educação Social- Educação Social: “uma outra história épossível?”, Sao Paulo, 13-16 de junio de 2001,), en Brasil surgieron propuestas innovadoras de programas, que proponían alternativas para la asistencia para los segmentos más vulnerables de población; además, ha aparecido una multiplicidad de publicaciones que examinaban los derechos de este grupo. Al mismo tiempo, se observa la persistencia de ideas y prácticas que durante siglos han prevalecido en Brasil; éstas, lejos de garantizar los derechos básicos del niño, continúan enfocándose en las situaciones de emergencia. La mencionada investigadora alerta que la búsqueda de acciones preventivas adoptadas a la vida de los niños y jóvenes en sus familias y comunidades es reciente y todavía poco clara. Asimismo, se dirige a la protección, defensa y garantía de sus derechos. JOVEN es gubernamentales 177 refiere al enfoque de atención de las políticas públicas para la juventud, Spósito35 advierte, que a pesar del doble recorte del ECA, por edades (adolescentes) y por lo socioeconómico, se puede operar con selecciones que acaban por imponer modos propios de concebir las acciones públicas. En palabras de Spósito: […] si se toman exclusivamente por la edad cronológica y por los límites de la mayoría legal, una parte de las políticas acaba por excluir a un amplio segmento de individuos que alcanzan la mayoría, pero permanecen en el campo posible de acciones, pues todavía viven la condición juvenil. Por otra parte, en el conjunto de perspectivas no se toma en cuenta que, aparte de los segmentos excluidos, hay un determinado grupo de jóvenes pobres, hijos de trabajadores rurales y urbanos, los llamados sectores populares y segmentos de la clase media urbana empobrecida, que forman parte de la amplia mayoría juvenil de la sociedad brasileña y que puede o no estar en el horizonte de las acciones públicas a consecuencia de un modo peculiar de concebirlos como sujetos de derechos.36 178 Un determinado sector de la juventud brasileña, particularmente mayores de 18 años de edad, vive en un vacío de políticas dirigidas a su situación especial de ya no ser adolescentes. Al mismo tiempo no cuentan con las prerrogativas de la doctrina de protección integral del ECA, y tampoco se encuentran en situación de asistencia socioeconómica, familiar y personal que pueda protegerlos por medio de las políticas específicas de seguridad y acceso a los derechos universales de ciudadanía. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 35 Marilia Spósito, Políicas metropolitanas..., op. cit. 36 Idem., p. 8. JOVEN es En Brasil no existen políticas nacionales integrales y concebidas para una eficaz inclusión social, cultural y política de los jóvenes. Esta ausencia de un proyecto global de desarrollo de los que solemos llamar “el futuro de la nación”, es sustituida por las decisiones del gobierno que, en líneas generales, intenta responder a las demandas específicas urgentes y casi siempre bajo presión de la opinión pública (que se trata invariablemente de la mediación de los grandes canales de comunicación) y que reacciona cuando los indicadores de la seguridad pública alcanzan niveles alarmantes o cuando algún suceso que involucra a los jóvenes, generalmente de carácter trágico, se vuelve una noticia importante a escala nacional o internacional. La ausencia de producción del conocimiento científico continuo sobre la situación de la juventud en un país tan grande, también puede considerarse como un elemento que dificulta la toma de decisiones y que hace que las políticas sean orientadas hacia lo que podríamos llamar, la administración de problemas por medio de solución y crisis. Es posible afirmar que vivimos una valorización retórica de la juventud, en la cual la proclamación de buenas intenciones políticas se disocia de prácticas efectivas al combate real de los procesos sociales, culturales y económicos que incluyen las distintas situaciones de las vivencias de la juventud en Brasil. Abramo,37 al considerar la poblematización de la juventud en Brasil, reconoce que es reciente la preocupación de los responsables por la formulación de políticas gubernamentales con los jóvenes, y que, a pesar de haber entrado en la categoría de “problemas sociales”, los jóvenes no han ocupado el mismo espacio en la formulación de las políticas públicas. De acuerdo con Rua,38 los rasgos característicos de las políticas públicas brasileñas se dan más por los aspectos relacionados con la fragmentación y las superposiciones, por la discontinuidad ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 37 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Helena Abramo, “Considerações sobre a tematização..., op. cit. 38 Maria das Graças Rua, As políticas públicas e a juventude nos anos 90. In Jovens acontecendo na trilha das políticas públicas, CNPD, Brasilia, 1998. JOVEN es ○ ○ ○ ○ 179 180 administrativa y el enfoque en la oferta, que por la demanda efectiva de los sujetos, además de las formas de evaluación y control inadecuados e ineficaces. Dichos rasgos muestran patrones de autoritarismo y centralización típicos de nuestra formación histórica y de los legados de un pasado reciente marcado por el autoritarismo. De este modo, hay una separación significativa entre los mecanismos de decisión-formulación e instrumentación de la política, una desarticulación entre la política económica y la política social, así como dificultades para la elaboración de políticas centrales, elementos que constituyen parte fundamental en un país, cuyas necesidades sociales, sectoriales, locales y regionales son bastante heterogéneas. En Brasil, se pueden encontrar, incluso, acciones destinadas al sector juvenil en el interior de varias acciones gubernamentales. No obstante, en su gran mayoría, tales acciones están incluidas en políticas que atañen a diversas secretarías. Las políticas públicas sobre jóvenes en Brasil incurren en el grave error de la falta de enfoque, pues se formulan sin la definición de destinatarios prioritarios. Hasta la fecha, y de acuerdo con Rua,39 sería pertinente que los derechos que sean recursos universales fueran redistribuidos, según las necesidades sociales, sectoriales, locales y regionales. Mientras que, en los programas del gobierno federal, la regla cambiaría. La información que la autora analiza sobre las políticas a finales de los años noventa indica que, en principio, ninguna de las políticas en las áreas relacionadas con los jóvenes excluidos de las oportunidades de empleo, y en otras situaciones de riesgo social, está específicamente dirigida a los jóvenes; ni siquiera a la educación para ○ 39 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Idem. JOVEN es niños y adultos. Así, como regla general, es raro que en Brasil las políticas contemplen las necesidades específicas de la juventud. Y, si dicha regla representa una forma de vida caracterizada por situaciones de gran vulnerabilidad debido a comportamientos y actividades de alto riesgo, ni siquiera en el ámbito de seguridad y salud las políticas se crean de tal manera que contemplen las necesidades específicas de los jóvenes y que se contemplen en acciones genéricas destinadas a todas las secretarías existentes. De este modo, las demandas por políticas públicas para la juventud figuran como asuntos precariamente resueltos en el ámbito de las políticas destinadas a un público más amplio, con el cual los jóvenes tienen que competir por el espacio de atención, sin llegar a considerarse como problemas políticos.40 Así, aquello que se podría denominar como una desorientación política por falta de enfoque tendría, hasta el momento, una característica de desarrollo de políticas sociales desprovistas de formulación a profundidad de las necesidades específicas de los ciclos de vida. Grosso modo, es posible afirmar que los proyectos especiales destinados a los jóvenes se dirigen, de forma prioritaria, a quienes se consideran en una situación de riesgo social. Sin embargo, tales proyectos surgen a partir de características de disolución interna entre los órganos ejecutivos y los demás niveles gubernamentales de intervención. La perspectiva compensatoria y de salvación, adquiere mayor importancia respecto a la mayoría de las iniciativas que asumen un carácter profiláctico o correctivo de las posibles distorsiones ○ ○ 40 JOVEN es ○ ○ ○ ○ ○ ○ Idem., p. 739. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 181 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 182 causadas por la inmersión de aquellos jóvenes en contextos de desventajas sociales. Partiendo de esa perspectiva, es común encontrarse con el discurso de la aplicación de las artes, la práctica de deportes o la realización de las actividades del trabajo como una forma de distracción para no caer en el consumo de drogas, de otros vicios o la participación en actos delictivos. Tal empleo funcionalista de la cultura y del trabajo se contrapone con algunas iniciativas –la mayoría de las veces localizada en el ámbito de las ciudades administradas por gobiernos y algunas organizaciones no gubernamentales de orientación progresista– que arremeten contra la participación de la juventud en la elaboración y aplicación de las políticas. En esos casos, a los jóvenes se les considera como colaboradores y partícipes de los procesos y, difícilmente, como una población invisible, tal como en las políticas y acciones sociales conservadoras que, en general, se preocupan menos por la ciudadanía activa y más por el control del tiempo libre de los jóvenes que pertenecen a clases bajas y, por la búsqueda de la integración de la juventud excluida del orden social. Con el propósito de analizar la situación demográfica de los adolescentes en Brasil, Madeira y Rodrigues41 alertan al lector sobre la necesidad de que las políticas sociales, contemplen el porcentaje de demandas, así como su distribución en el espacio geográfico, además de estar atentos a las necesidades específicas y a la heterogeneidad de los espacios. Del mismo modo, tomando en cuenta que esa preocupación puede ser un asunto común, alertan al lector sobre el predominio de las políticas de la naturaleza compensatoria, enfocadas en determinados públicos invisibles y, en general, instrumentadas por las organizaciones no gubernamentales en sectores, sin incluir a los gobiernos. Las propuestas de intervención de esa naturaleza, siempre y cuando se plantearan adecuadamente, podrían incluso obtener un resultado positivo en el destino de algunos individuos. No obstante, todavía faltaría mucho para enfrentar la cuestión social que persiste en las mismas dimensiones. ○ 41 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Felicia Reicher Madeira & Eliana Monteiro Rodrigues, op. cit. JOVEN es En este sentido, el punto débil de las políticas nacionales se muestra mediante la combinación de la incapacidad del Estado de formular políticas públicas con un enfoque puntual y, la tendencia de transferir el presupuesto asignado, así como responsabilidades ejecutivas para el llamado tercer sector. Por tanto, una conclusión común para muchos especialistas brasileños es que existe una crisis real de formulación e instrumentación de políticas de carácter universal enfocadas, especialmente, en la juventud con una mayor vulnerabilidad social. Además de eso, como afirma Abramo,42 en su gran mayoría son raras las experiencias que consideran a los jóvenes como interlocutores significativos, tanto para la formulación como para la instrumentación de políticas. En general, las políticas se construyen para los jóvenes desde el punto de vista de los problemas definidos por el mundo de los adultos, y no desde los derechos de la juventud. En lo que atañe al limitado cuadro nacional de las políticas relacionadas con la juventud, es posible afirmar que en Brasil, se produjo la década de los noventa, el surgimiento de nuevas experiencias locales en innumerables ciudades brasileñas, que instrumentaron políticas globales de orientación para la participación popular en la definición de las prioridades políticas municipales. Los jóvenes fueron actores clave de esa verdadera revolución social que surge de la simplicidad de la urbe brasileña. Si se considera que es el conflicto el que crea al autor colectivo, entonces se puede afirmar que las ciudades, con la creación de canales de participación popular, también harán posible la consolidación de nuevas identidades colectivas que participen. Uno de los desafíos más importantes para las políticas públicas orientadas a los jóvenes, es la capacidad con la que los planificadores cuentan para establecer condiciones favorables para la participación de los jóvenes en el ramo de la investigación sobre su propia situación, en la elaboración de propuestas, aplicación de acciones y evaluaciones de procesos relacionados con las políticas sectoriales para la juventud o, de políticas globales que necesiten contar con una amplia participación juvenil. Por ello es de vital importancia reconocer y analizar los múltiples significados de la realidad concreta de las prácticas de participación juvenil que ocurrieron durante los años noventa. ○ 42 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Helena Abramo, “Considerações sobre a tematização..., op. cit. JOVEN es ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 183 IV. PARTICIPACIÓN SOCIAL Y CULTURAL DE LOS JÓVENES BRASILEÑOS 184 Una primera imagen que se tiene que superar es la que restringe la idea de participación de las formas de militar en los partidos políticos o en el movimiento estudiantil: dos espacios tradicionales de inserción de los jóvenes en la vida política Antes de abordar el tema de la participación juvenil, es fundamental realizar un primer movimiento de deconstrucción del conjunto de imágenes y evidencias que se han elaborado socialmente y dificultan la percepción de la dinámica propia, a través de la cual los jóvenes se presentaron en un escenario público a lo largo de la década de los noventa. Así, el propósito de este artículo es buscar comprender las formas y temas en torno a los cuales los jóvenes se vieran y se ven incluidos, con una participación activa en la esfera pública, forzando su visibilidad en un contexto adverso que tiende a negarles la condición de sujetos de derecho. Una primera imagen por superar es la que restringe la idea de participación a las formas de militar en los partidos políticos o en el movimiento estudiantil: dos espacios tradicionales de inserción de los jóvenes en la vida política. Además, en este enfoque se valora, casi siempre, el grado de participación de las nuevas generaciones, a través de investigaciones y encuestas, cuyos resultados tienden a ser negativos. Por ejemplo, la investigación “Los jóvenes y el consumo sustentable”,43 revela que apenas 10% de los entrevistados muestran interés por la política, porcentaje menor al de quienes están interesados en los video juegos (11 por ciento). Esa misma investigación muestra que los adolescentes entre 16 y 17 años, a pesar de que representan 3% de la población que tiene derecho a votar, apenas constituyen 1% del electorado.44 Tales resultados se ven reforzados por la encuesta “Juventud: cultura y ciudadanía”45 que constató la baja participación en actividades políticas y afines. Cuando se preguntó por los temas que más interesan a los jóvenes, la política apareció en séptimo lugar, con 11%, los temas que le anteceden son: empleo (37%), educación (30%), cultura y tiempo libre (27%), familia (25%), relaciones afectivas/amistades (22%) y deportes (20 por ciento). Este marco se refuerza cuando se constata un rompimiento entre las instituciones políticas y el mundo cotidiano de los jóvenes, lo que los lleva a ver la política como algo distante, mas no inalcanzable. Menos de la mitad (39%) acepta tener influencia sobre la política, mientras que 56% acepta no tenerla. Los jóvenes entrevistados expresan tener el mismo distanciamiento cuando concuerdan en que la política es importante, pero para que otros se involucren en ella: concuerdan en su totalidad (25%) o en parte (18%) que la política es algo que “sólo los profesionales, como diputados y senadores” pueden hacer. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 43 Investigación realizada por el Instituto Akatu y publicada en el Folhateen, Jornal Folha de São Paulo, 29 de abril de 2002, p. 3. 44 Gabarito, Correio Brasiliense, 17 de junio, de 2002, pp. 14-16. 45 Encuesta realizada por la Fundación Perseu Abramo en 1999, llegó a 9 millones de jóvenes de 15 a 24 años en nuevas regiones metropolitanas brasileñas. Gustavo Venturi e Helena Abramo, “Candidatos a cidadãos”, en: Um ano de juventude. Exposición de la Comisión Extraordinaria Permanente de la Juventud, Presidencia Municipal de San Pablo, 2001. JOVEN es Cuando encuestas como estas se analizan de forma descontextualizada, se refuerzan estereotipos que se crean socialmente sobre la juventud brasileña a finales de este siglo; muy bien representada en un artículo de Manfredini, en el cual comenta la actual encuesta realizada por el Instituto Akatu: “es el retrato devastador de una juventud individualista, consumidora, pegada a la televisión, que odia los libros y la política, que no se siente responsable por las transformaciones sociales, y piensa en obtener un diploma sólo para tener una profesión”.46 Dichas representaciones, cuyo modelo simbólico es la idealizada juventud del 68, reafirman la poblematización de la juventud como una “complicación social”, tanto en la opinión pública como en las corrientes de pensamiento académico.47 Al mismo tiempo, refuerzan un cierto escepticismo, en el cual los jóvenes apenas constituirían la expresión radical de una sociedad que se vuelca sobre sí misma, en una exacerbación de la esfera íntima y de los intereses de naturaleza individualista. Pero ¿será esa toda la realidad de la juventud de los años noventa en Brasil, o estaremos ante problemas de observación e investigación que no consiguen ni conseguirán percibir nuevas formas ni espacios de acción colectiva de los jóvenes? No se puede ignorar la existencia, en los jóvenes, de una negación de las formas tradicionales de participación como los partidos y sindicatos, principalmente cuando los vicios de la protección a clientes48 y el nepotismo dominan dichas formas. Sin embargo, este no es un fenómeno típicamente nacional, pues también se constata en Europa: algunas encuestas muestran el distanciamiento de los jóvenes de los sindicatos, mas no de la negación de su existencia; la desconfianza en relación con los partidos, pero el reconocimiento de un interés difuso sin la participación correspondiente; así como la búsqueda de una política sin propuestas tradicionales que designan posiciones de derecha e izquierda.49 De esta manera, afirmamos que, al contrario de los estereotipos existentes, la juventud brasileña aportó formas de participación social, muchas de las cuales pasaron desapercibidas o no se tomaron en cuenta debido a su carácter discontinuo. Las nuevas formas y temas a través de los cuales los jóvenes se ven ubicados en un escenario público, pueden ser el indicador de un cuadro de crisis de las formas tradicionales de participación, lo que apunta a procesos de mutación en el campo de la política, en el cual la acción colectiva de los jóvenes, así como los movimientos sociales, ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 46 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Texto obtenido de la página: http:/www.vermelho.org.br/colunas/manfredini 0329.asp Helena Abramo, “Considerações sobre a tematização..., op. cit. Nota de la traducción: Protección que se proporciona a los clientes de manera ilegítima. 49 Marilia Spósito, “Algumas hipótesis sobre as relações entre movimentos sociais, juventude e educação”, Revista Brasuleira de Educação, núm. 13, ANPED, 2000. René Bendit, “Particiáción social y política de los jóvenes en países de la Unión Europea”, en Sergio Balardini (comp.), La participación social y política de los jóvenes el horizonte del nuevo siglo, CLACSO, Buenos Aires, 2000, pp. 19-58. 47 48 JOVEN es Las nuevas formas y temas a través de los cuales los jóvenes se ven ubicados en un escenario público, pueden ser el indicador de un cuadro de crisis de las formas tradicionales de participación 185 pueden estar ocurriendo de formas múltiples, variables y con niveles diversos de intervención en lo social, muchas veces de forma fluida y poco estructurada. 186 1. Nuevas formas de participación Durante las décadas de los ochenta y noventa, los jóvenes tomaron las calles en varios momentos; así, se convirtieron en parte activa en decisiones nacionales como la campaña por las “Diretas Já”, y la destitución del presidente Fernando Collor de Mello. Después de esas movilizaciones de grupos juveniles, más o menos numerosos, en diferentes momentos se enfrentaran en público por diversos motivos: desde la demanda de boletos gratuitos de trasporte público, hasta las cuestiones más generales como el repudio, al Acuerdo de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). No obstante, la mayoría de dichas movilizaciones ocurrieron mediante una trascendental independencia de las organizaciones juveniles tradicionales y siempre con un carácter discontinuo, en el que a momentos de recesión sucedieron los de visibilidad, los cuales no se consideraron como expresiones válidas de acciones políticas. Otras modalidades de acciones colectivas, a pesar de que se estudiaron poco, surgieron como asociaciones en torno a las actividades voluntarias, comunitarias o de solidaridad.Estas formas de movilización y organización son de los más diverso, pues van desde campañas precisas como recolección de alimentos contra el hambre o movilizaciones relacionadas a la calidad de vida y del medio ambiente, hasta el surgimiento de organizaciones no gubernamentales (ONG), creadas y dirigidas por jóvenes, con acciones más continuas en diferentes direcciones. Cabe mencionar la importancia que cobra el carácter local de dichas acciones, pues tienen como base los espacios de estancia y de cuestiones relacionadas con la urbanidad para posicionarse en la ciudad en primer lugar, como espacio y tema referencial de la participación juvenil. Tales formas novedosas de participación quedarían asentadas en el Foro Social Mundial, realizado en febrero de 2002 en Portto Alegre. Entre los 60 000 participantes de América Latina y Europa, había más de 20 000 jóvenes de todo Brasil. El Campamento de la Juventud se convirtió en una inversión de la Torre de Babel, en el que la diversidad no impidió la convivencia afectuosa y creativa de lenguas, costumbres, afiliaciones políticas, expresiones culturales y estilos muy diferentes, donde las más diversas tribus pudieron vivenciar la práctica de la consigna del Foro: “Otro mundo es posible”. Esto significó un verdadero ritual, un espacio de encuentro, de celebración y revivificación JOVEN es de utopías, un contrapunto en el clima de incertidumbres de la globalización neoliberal. Una dimensión innovadora constatada en varias investigaciones sobre la juventud en la década de los noventa,50 es la expansión de los intereses y prácticas colectivas juveniles, con énfasis en la importancia de la esfera cultural que fomenta mecanismos de aglutinación de sociabilidades, de prácticas colectivas y de intereses comunes, principalmente relacionadas con los diferentes estilos musicales. El mundo de la cultura aparece como un espacio privilegiado de prácticas, representaciones, símbolos y rituales en el cual los jóvenes buscan delimitar una identidad juvenil. Lejos de la vista de los padres, los profesores o jefes jóvenes asumen una función de protagonistas al actuar, sobre el medio y creación de una determinada imagen sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodea. En este contexto, la música es la actividad que más los envuelve y moviliza. Muchos de ellos dejan de ser simples consumidores y se convierten también en creadores y forman así, grupos musicales de diversas tendencias: componen, se presentan en fiestas y eventos, crean nuevas formas de mover los recursos culturales de la sociedad actual, además de la lógica estricta del mercado.51 Si en la década de los sesenta hablar de juventud constituía referirse a los jóvenes estudiantes de clase media y al movimiento estudiantil, en los años noventa implica incorporar a los jóvenes de las clases populares y a la diversidad de estilos culturales existentes, protagonizados por los punks, darketos, rockeros, clubers, raperos, funkeros, etcétera. Muchos de esos grupos culturales presentan propuestas de intervención social, como los raperos, mediante la realización de acciones comunitarias en sus lugares de origen. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 50 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Marilia Spósito, “A sociabilidade juvenil e a rua..., op. cit. Helena Abramo, Cenas juvenis... op. cit. Elaine Nuenes Andrade, Movimento negro juvenil; um estudo de caso sobre jovens rappers de São Bernardo do Campo, Faculdade de Educação da USP, Sao Paulo, 1996 (Dissertação Mestrado). Paulo Carrano, Os jovens e a cidade, Relume Dumará, Rio de Janeiro, 2002. Maria Regina Costa, Os carecas de suburbio: caminhos de um nomadismo moderno, Vozez, Petrópolis, 1993. Juarez Dayrell, “Juventude, grupos de estilo... op. cit. Juarez Dayrell, “Juventude e escola”, en Marilia Spósito, Estado da conhecimento: juventude, INEP, Brasilia, 2000. Micael Herschmann (org.), Abalando os anos 90: funk e hip hop, globalização, violencia e estilo cultural, Rocco, Río de Janerio, 1997. Hermano Vianna, Galeras cariocas; territórios de conflitos e encontros culturais, Editora da UFRJ, Río de Janerio, 1997. 51 Juárez Dayrell, A musica entra em cena... op. cit. JOVEN es 187 188 El punto central de la dimensión de la cultura en la vida de los jóvenes, asociada con el tiempo libre, se confirma en la investigación de la Fundación Perseu Abramo, a la cual nos referimos con anterioridad. En las respuestas sobre lo que hacen los jóvenes en su tiempo libre, resalta la importancia por la realización de actividades de diversión, paseo, gozo de los bienes de la industria cultural y de los medios de comunicación masiva, en contraste con los bajos grados de gozar las formas de expresión de la cultura erudita y no industrializada (como los museos, el teatro, las exposiciones, los espectáculos de danza, etcétera). Cabe destacar el basto número de jóvenes que conoce y está relacionado con las actividades que llevan a cabo otros jóvenes y/o que se organizan en grupos relacionados con actividades culturales y pasatiempos. 56% de los jóvenes entrevistados afirma conocer algún “grupo cultural joven en su colonia o comunidad, sobre todo grupos de música (33%), así como de danza (15%), patinaje o patineta (13%), de teatro (12%), ciclistas (11%), jóvenes que escriben mensajes en las paredes (11%), grafiteros (9%) y de radios comunitarias (5%), entre otros menos frecuentes. 11% de los jóvenes son miembros de algún grupo de esa naturaleza y 6% de ellos no es miembro, pero participa en esas actividades (como espectador o acompañante)”. De acuerdo con Abramo: [...] se trata de un nivel de autoorganización y movilización en cuanto a las actividades culturales y pasatiempos que, en buena medida se refiere a una minoría, supera la participación en actividades de índole política, a través de los diferentes canales institucionales disponibles.52 Dicho cuadro indica que las dimensiones de consumo y producción cultural tienden a mostrarse como campo social aglutinador de los sentidos existenciales de la juventud, al proporcionar también la formación de nuevas identidades colectivas. Sin embargo, es preciso poner atención al hecho de que las prácticas colectivas juveniles no son homogéneas. Cabe mencionar que las configuraciones sociales en cuanto a las identidades culturales, no se constituyen de manera abstracta, sino que se orientan conforme a los objetivos que los agrupamientos juveniles son capaces de procesar en un contexto de múltiples influencias externas y, de intereses producidos en el interior de cada grupo específico. En lo relacionado al estilo cultural, pueden ocurrir prácticas de delincuencia, intolerancia y agresividad, así como otras actividades relacionadas con el aprovechamiento de forma saludable del tiempo libre, o incluso, para la movilización del ciudadano en cuanto a la realización de acciones solidarias. La movilización relacionada con las expresiones culturales puede estar apuntando hacia las cuestiones centrales en la sociedad contemporánea. Tales expresiones pueden ser expresiones de proceso de transformaciones profundas, que atraviesan la sociedad brasileña y mundial; me inclino por la información en el campo simbólico y en la ○ 52 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Helena Abramo, Cenas juvenis... op. cit., p. 24. JOVEN es disputa por el control de los recursos igualmente simbólicos o por el eje que, alrededor de los cuales, se caracteriza la llamada sociedad compleja. Por lo tanto, es preciso que se reconozca también al campo de consumo como un espacio social de riesgos y posibilidades. El surgimiento de un mercado dirigido específicamente a los jóvenes a partir de la década de los cincuenta, que no sólo trajo consigo la industrialización de las opiniones, sino de los riesgos y posibilidades en cuanto a un nuevo concepto de ciudadanía cultural, mediada por los mercados de consumo.53 En los diferentes contextos de producción cultural, los jóvenes pueden estar articulando nuevas formas de organización. Los grupos musicales, primordialmente los integrados por jóvenes de escasos recursos, que pertenecen a los estilos más diversos,54 son ejemplos trascendentales de esas nuevas formas de agregación. Tomando como ejemplo los estudios realizados55 sobre los grupos musicales antes mencionados, con especial énfasis en los estilos rap y funk, se puede constatar una multiplicidad de significados que dichos grupos desempeñan junto a los jóvenes de bajos recursos económicos. Este primer aspecto se refiere al ejercicio de la creatividad. Los estilos musicales tienden a hacer posible que los jóvenes se introduzcan en el escenario público más allá de la figura de espectador pasivo, para así colocarse como creadores activos contra todos los límites de un contexto social que les niega la condición de creadores. De esta forma, las experiencias con los grupos musicales asumen un valor en sí, como ejercicio de las potencialidades humanas. La música que crean, las presentaciones que realizan y los eventos culturales en los que participan, aparecen como una forma de afirmación personal, más allá del reconocimiento en el medio en el que viven y, esto contribuye para reforzar su autoestima. Al mismo tiempo, mediante la producción cultural que realizan, principalmente el rap y su carácter de denuncia, posiciona al joven de bajos recursos dentro del escenario social. El segundo aspecto se relaciona con la dimensión de la escuela. Los estilos musicales se colocan como uno de los pocos espacios donde los jóvenes pueden ejercer el derecho de las escuelas, pues esto da pie a modos de vida distintos y al margen de las experiencias vividas. Dicha ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 53 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Néstor García Canclini, Consumidores e cidadãos: conflitos multiculturais da globalização, Ed. UFRJ, Río de Janerio, 1996. 54 Aquí, estilo se define como una manifestación simbólica de las culturas juveniles, expresada en un conjunto más o menos coherente de elementos materiales e inmateriales, que los jóvenes consideran representativos de su identidad individual y colectiva. En la construcción de un estilo, los jóvenes escogen determinado género musical que consumen, crean un tipo de visión y espacios propios de diversión y actuación. Así, el estilo presupone la unificación de los campos de tiempo libre, de consumo, de medio y de creación cultural. Juarez Dayrell, “Juventude, grupos de estilo..., op. cit. Juarez Dayrell, “Juventude e escola..., op. cit. 55 Para más detalles sobre el funk, ver Paulo Carrano, op. cit. Juarez Dayrell, “Juventude e escola..., op. cit. Micael Herschamann, O funk e o hip hop... op. cit. Livio Sansone, “Funk baiano; uma versão local de um fenómeno global?, en Micael Herschamann (org.), Abalando os anos 90..., op. cit. Hermano Vianna, O mundo funk carioca, Jorge Zahar, Río de Janeiro, 1987. Hermano Vianna, (org.) Galeras cariocas... op. cit.; entre otros. Sobre el hip hop, ver Juárez Dayrell, “Juventude, grupos de estilo... op. cit. Marilia Sposito, “A sociabilidade juvenil e a rua... op. cit. JOVEN es La música que crean, las presentaciones que realizan y los eventos culturales en los que participan, aparecen como una forma de afirmación personal, más allá del reconocimiento en el medio en el que viven y, esto contribuye para reforzar su autoestima 189 190 Los jóvenes enfatizan que la afiliación a los estilos genera una ampliación de los circuitos y redes de sustitución, por lo que se muestra que los estilos musicales, tales como los grupos de producción cultural, se constituían como productores de sociabilidades dimensión se vuelve más importante cuando se toma en cuenta que el ejercicio de la escuela, junto con la responsabilidad de las decisiones tomadas, es una de las condiciones para la construcción de la autonomía. Tanto la escuela como la autonomía son frutos de aprendizaje en los que se puede indagar: ¿cuáles son los espacios que los jóvenes encuentran en el mundo adulto en el que pueden ejercer la práctica de las escuelas responsables y crecer como sujetos autónomos? Otra dimensión presente en tales espacios y tiempos de sociabilidad, es la alternativa de vivencia de la condición juvenil que los estilos musicales proporcionan. Para la mayoría de esos jóvenes, los estilos funcionan como un rito de transición, fortaleciendo elementos simbólicos, estilos en la ropa, en lo visual o en la danza, para la elaboración de una identidad juvenil. Esos estilos musicales son referencia para la escuela de los amigos, así como para las formas de distribución del tiempo libre ambas dimensiones constitutivas de la condición juvenil: el grupo de parejas y el tiempo libre. La convivencia continua en grupos o en parejas posibilita la creación de relaciones de confianza, el aprendizaje de relaciones colectivas y también sirven de espejo para la construcción de identidades individuales. Así, los grupos de estilos diferentes también constituyen grupos de actitudes compartidas.56 Los jóvenes enfatizan que la afiliación a los estilos genera una ampliación de los circuitos y redes de sustitución, por lo que se muestra que los estilos musicales, como los grupos de producción cultural, se constituyen como productores de sociabilidades. La dinámica de las relaciones existentes o el ejercicio de la razón comunicativa, la existencia de confianza, la gratitud de las relaciones, más allá de la propia relación, son aspectos que apuntan hacia la centralidad de la sociabilidad en el proceso de construcción social de esos jóvenes. En ese sentido, los estilos pueden considerarse como respuestas posibles a la despersonalización y a la fragmentación del sistema social, lo que hace posible que existan relaciones solidarias y la riqueza de la información recabada y del encuentro con los otros. La observación de esa realidad permite comprender que, de manera general, los grupos de producción cultural, incluso con las percepciones diferenciadas, pueden significar una referencia en la elaboración y vivencia de la condición juvenil. Así, de cierta manera, se contribuye, a dar un sentido a la vida de cada quien, en un contexto donde se ven relegados a una vida sin sentido. Al mismo tiempo, puede facilitar a muchos jóvenes una ampliación significativa del campo de posibilidades para abrir espacios y darles la oportunidad de soñar con otras alternativas de vida, diferentes a aquellas restringidas y ofrecidas por la sociedad. Quieren que los reconozcan, quieren una visibilidad, quieren ser alguien en un contexto que los vuelve invisibles y no alguien dentro de una multitud. Quieren ocupar un lugar en la ciudad, ○ 56 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Paulo Carrano, Os jovens e a cidade... op. cit. JOVEN es disfrutarla y transformar el espacio urbano en valor de uso. En fin, ellos quieren ser jóvenes y ciudadanos con derecho a vivir plenamente su juventud. Éste parece ser un aspecto central: para los grupos de producción cultural, los jóvenes están reivindicando el derecho a la ciudad y a la juventud. Por otra parte, no se puede dejar de lado que la producción cultural de esos grupos, en su mayoría, se muestra débil y limitada por la precariedad y por la falta de profesionalismo. Cabe resaltar que si en el mundo de la cultura se muestra un espacio más democrático para esos jóvenes, éstos construirían un estilo propio, pero esto no sucede cuando ellos pretenden disputar un nicho y sobrevivir por las actividades culturales. Las barreras son muchas; entre ellas, se encuentra el acceso restringido a los bienes materiales y simbólicos, y a la falta de espacios que posibiliten un conocimiento más amplio y profesional del funcionamiento del mercado cultural. Las escuelas públicas, poco o nada, invierten en la formación cultural; en las ciudades, casi no existen instituciones públicas en el área cultural que hagan posible el acceso a los conocimientos específicos. Al mismo tiempo, los jóvenes de escasos recursos se ven obligados a dividirse entre el tiempo de trabajo y el de las actividades culturales, lo cual dificulta la inversión en el propio perfeccionamiento cultural. Viven en un dilema: están motivados con la producción cultural, sueñan en poder dedicarse íntegramente a estas actividades, pero en la vida cotidiana necesitan invertir buena parte de su tiempo en trabajos o chambas que facilitan su sobrevivencia, cuando los tienen. Esos jóvenes consiguen mantener un escenario cultural vivo y, de alguna forma, activo, o lo hacen de la manera como les es posible y de acuerdo con los recursos materiales y simbólicos a los que tienen acceso. 191 Las escuelas públicas, poco o nada, invierten en la formación cultural; en las ciudades, casi no existen instituciones públicas en el área cultural que hagan posible el acceso a los conocimientos específicos del área 2. Algunas hipótesis relacionadas con las acciones colectivas juveniles Esa visión panorámica sobre los nuevos sentidos de la participación nos lleva a preguntar por los significados posibles de esa ampliación del campo de las acciones colectivas juveniles, tanto en su diversificación y en las nuevas características que asumen. ¿Qué es lo que esos procesos participativos pueden revelarnos en cuanto a las acciones colectivas juveniles en Brasil? Un punto de partida es definir la forma de tratarlas, dado el carácter diverso de sus formas de organización, de los estilos de intervención, así como de sus contenidos. Spósito57 sugiere abordarlas como redes conflictivas que serían “formas de producción cultural; es decir, activación de conductas relacionadas con conflictos, al igual que con prácticas resultantes”, como es el caso del movimiento hip hop y buena parte de las acciones de los grupos juveniles en el campo cultural. ○ 57 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Marilia Spósito, Algumas hipótesis sobre as relações entre movimentos sociais... op. cit., p. 82. JOVEN es 192 Gracias a la ampliación sustancial de los horizontes dentro de los cuales las poblaciones locales miden sus realizaciones, tal vez tenga intensificado el sentimiento de privación relativa Considerar las acciones colectivas juveniles como redes conflictivas significa tomar en cuenta una multiplicidad oculta de grupos, de puntos de encuentro, de circuitos de solidaridad, que asumen una estructura fragmentada, en redes polifacéticas, lo que forma una red de comunicación y se mezclan entre los diversos núcleos que la constituyen. Se trata, según Melucci,58 de una estructura “oculta” o de “hechos latentes” que en los momentos de movilización, se den o no, resultan explícitas las conexiones existentes entre los diferentes núcleos. Es ese carácter de red oculta el que hace que las acciones colectivas juveniles muchas veces pasen desapercibidas. Comprender las acciones colectivas juveniles como redes también es provechoso, en la medida que permite enfatizar las prácticas culturales y redes interpersonales de la vida cotidiana que las sustentan, en los momentos de hechos latentes y de movilización, con el fin de buscar los significados culturales en las prácticas políticas y en la acción colectiva.59 De este modo, permite avalar la extensión en que los discursos y las prácticas circulan en espacios institucionales y culturales más amplios. Las acciones colectivas juveniles comprendidas como redes sociales nos colocan al frente de la tensión existente entre la dimensión local y la dimensión global, tanto desde punto de vista de la producción cultural como espacial. Dicha discusión se presenta en el contexto del proceso de las transformaciones socioculturales que alteran el perfil de la producción social en el ámbito mundial. La producción social provocó que resurgieran las poblaciones locales informadas sobre mercancías, estilos de vida, símbolos y culturas remotas, como nunca antes. No obstante, gracias a la ampliación sustancial de los horizontes dentro de los cuales las poblaciones locales miden sus realizaciones, tal vez tengan intensificado el sentimiento de privación relativa. Se volvió indispensable pensar en términos de “heterogenización global”. Sansone60 utiliza el ejemplo de intercambio simbólico entre la gente de color en los diferentes continentes, por medio de estilos y tipos de música de jóvenes como el funk y el hip hop. Muestra que el proceso de creación de esos nuevos estilos negros, en parte como reacción a la falta de status y oportunidades, parece semejante en diferentes países. Al mismo tiempo, el intercambio favorece a la redefinición de la “diferencia” negra en las sociedades occidentales, mediante un análisis desde el punto de vista estético sobre la condición de la gente de color, a través de dichos estilos de alta visibilidad y de la música pop. En este caso, afirma el autor, existe una tendencia convergente entre la cultura negra local y el surgimiento de una cultura negra internacional. Se puede afirmar que la misma situación puede estar presentándose en relación a las “culturas juveniles”: existen culturas jóvenes locales y ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 58 A. Melluci, L’invenzione del presente... op. cit. 59 Sonia Alvarez, Evelina Davignino, Arturo Escobar, op. cit., p. 35. 60 Livio Sansone, op. cit. JOVEN es convergentes con culturas similares internacionales. En ese sentido, concordamos con Abramo61 al afirmar la existencia de una cultura juvenil que se comunica por encima de las más variadas distinciones sociales, entre ellas la geográfica y la nacional, lo cual no significa que se deba pensar en la condición juvenil como universal, en la que permanecen ausentes las diferencias sociales. Así, la adopción de un estilo que se produjo originalmente en otro país, como es el caso del rap o del funk, puede considerarse como el fruto del reconocimiento de experiencias similares que resultan en la adopción de las mismas referencias. Simultáneamente, ese estilo, al ser adoptado, tiene sus elementos recodificados, lo que provoca que se desarrolle una constelación propia de signos, actividades, temas y valores de forma de expresar el contexto social y las cuestiones propias del grupo. Éstos son los procesos de reterritorialización en el mundo contemporáneo a los que hace referencia Herschmann.62 En suma, un estilo expresa tanto el proceso de globalización con cuestiones universales, como las relaciones locales y la lectura propia del contexto en el que se ubican. Finalmente, apuntan hacia la importancia atribuida por los jóvenes a la convivencia con un grupo similar, el compartir sentimientos de pertenencia y experiencias cotidianas proporcionadas por la vivencia mediada por el estilo. En este sentido, la ciudad –esa red de redes–, se puede percibir como el lugar privilegiado de articulación de acciones colectivas. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 61 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Helena Abramo, Cenas juvenis... op. cit., p. 95. 62 Micael Hershmann, O funk e o hip hop... op. cit. JOVEN es ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 193 194 Al mismo tiempo, vivir en la periferia implica lidiar con los estigmas presentes en un imaginario común, que relaciona los barrios pobres con la violencia, el tráfico de drogas, la criminalidad, las edificaciones en ruinas o el lugar de ocio, descanso, etcétera La tensión entre lo global y lo local no se reduce a la producción cultural, implica también una reflexión en la dimensión espacial. Las acciones colectivas juveniles conllevan una fuerte connotación con la dimensión local. Dicha dimensión es evidente entre los raperos, por ejemplo, en la forma que conciben el sentido del término “periferia”. Queda de manifiesto que para los jóvenes de escasos recursos, el lugar donde viven no aparece recién como espacio funcional de residencia o de socialización, sino como espacio de interacciones afectivas y simbólicas, principalmente, cargado de sentidos. Vivir en la periferia implica compartir, de cierta forma, los problemas relacionados con la ausencia de equipo básico de infraestructura, de servicios públicos (entre ellos el transporte), además de poder contar con opciones restringidas de tiempo libre. Al mismo tiempo, vivir en la periferia implica lidiar con los estigmas presentes en un imaginario común, que relaciona los barrios pobres con la violencia, el tráfico de drogas, la criminalidad, las edificaciones en ruinas o el lugar de ocio, descanso, etcétera. Es decir, vinculan la idea de la periferia con la idea de pobreza siempre en una perspectiva de descalificación. La vivencia de esas experiencias va acompañada de un enfoque simbólico, de un conjunto de informaciones e interpretaciones más o menos comunes, que sí son punto clave en la elaboración de una visión de sí mismos y de la ciudad.63 Pertenecer a la periferia significa un elemento de identidad entre los raperos que representan la experiencia vivida de la juventud como los pobres, negros o blancos, pero todos se encuentran viviendo una experiencia de inclusión precaria en la sociedad. Asimismo, revela una característica más amplia de la propia cultura juvenil que se proyecta en las acciones colectivas que desarrollan, que tiende a transformar los espacios físicos en espacios sociales, por la producción de estructuras particulares de significado. Esto lo podemos ver en el sentido que atribuyen a la calle; a las compañías que, muchas veces, aparecen como palco para la expresión de la cultura que elaboran, en una reinvensión del espacio. Concordamos con Pais64 al afirmar que “las culturas juveniles, además de estar socialmente construidas, también tienen una configuración espacial”. Al mismo tiempo, las acciones colectivas juveniles se reapropian de espacios públicos y hacen de ellos espacios importantes para la producción de significados y donde los intereses alternativos se pueden re-construir.65 De esta manera, los grupos culturales pueden hacer posible que los jóvenes representen la experiencia social inmediata en términos culturales, traducida en forma de autoconciencia frente al proceso de segregación espacial y de los preconceptos sociales y raciales que se hacen crecientes en los grandes centros brasileños y facilitan, así, la construcción de una identidad positiva como pobres y negros. Como ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 63 Teresa Pires Caldeira, A política dos outros; o cotidiano dos moradores da periferia e o que pensam do poder e dos poderosos, Brasiliense, Brasilia, 1984. 64 José Machado Pais, op. cit., p. 96. 65 Sonia Alvarez, Evelina Davignino, Arturo Escobar, op. cit. JOVEN es sugiere Santos: “el orden global busca establecer, en todos los lugares, una racionalidad única. Y los lugares responden al mundo según las diversas formas de su propia racionalidad”.66 En este sentido, se percibe que las acciones colectivas juveniles pueden ser un espacio potencial de construcción de pautas de significados alternativos a las interpretaciones dominantes. Esa dimensión está presente en la importancia de la palabra para los raperos, en la circulación de ideas en los medios de comunicación alternativos,67 como las publicaciones alternativas y estaciones de radio comunitarias, o en algún otro significado para el juego del cuerpo por el baile de los jóvenes de la música funk. Desde esta perspectiva, Alvarez68 afirma que los movimientos sociales en América Latina, entre ellos los juveniles, “cuando presentan concepciones alternativas de mujer, de naturaleza, raza, economía, democracia o ciudadanía, que desestabilizan los significados culturales dominantes”, ponen en marcha una política cultural. Ésta es resultado de articulaciones discursivas que se originan en prácticas culturales existentes –nunca puras, siempre híbridas–, mostrando siempre contrastes con las culturas dominantes. Así, concluye la autora, las políticas culturales de los movimientos sociales pueden ser también clave para fomentar las “modernidades alternativas”. Otro aspecto se refiere a la dimensión de la temporalidad que envuelve las acciones colectivas juveniles. Contrario a la década de los sesenta en la que dominó una concepción de futuro –una nueva sociedad a construir– la juventud contemporánea parece rescatar el presente como el momento de articular proyectos y utopías de nuevas relaciones. Este cambio, refleja las transformaciones más amplias introducidas en el contexto de las sociedades complejas como la velocidad de las transformaciones tecnológicas que amplían las incertidumbres características de nuestro tiempo. Frente a dichas incertidumbres, la búsqueda del sentido se transfiere al presente, en un eje temporal limitado que facilita su control. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 66 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Milton Santos, A natureza do espaço, Hucitec, Sao Paulo, 1997. 67 Nota de la traducción: Es decir, que adoptan una posición independiente en relación con tendencias dominantes. 68 Sonia Alvarez, Evelina Davignino, Arturo Escobar, op. cit. JOVEN es ○ 195 196 Para Leccardi,69 el presente de hoy no es más que la ocasión y el lugar, el cuándo y el dónde se formulan las preguntas a las que se responde interrogando el pasado y el futuro, pero también es la única dimensión del tiempo que se vive sin mayores incomodidades, y sobre la cual es posible concentrar la atención. Esa perspectiva temporal trae consigo el riesgo de la ausencia de perspectivas, y disminuye una dimensión fundamental del humano que es la memoria y el proyecto. En ese espacio es donde las acciones colectivas juveniles pueden desempeñar una función importante. De acuerdo con Spósito, en las acciones protagonizadas por la juventud puede haber una especie de anticipación de la utopía, principalmente en el ámbito de las acciones voluntarias que anuncien hoy en día, y de forma profética, alguna otra posibilidad de vida en conjunto. Para la autora: “Esa motivación que emerge en las sociedades complejas y que encuentra en los segmentos juveniles una disponibilidad, igual de confusa, contendría elementos antagonistas, pues desafiaría el poder al invertir la lógica dominante instrumental al construir alternativas de sentido”.70 Se puede percibir que las redes que tienen caracterizadas a las acciones colectivas juveniles están marcadas por los intercambios sociales que propician la elaboración de identidades comunes, de sentimientos de pertenencia y de canales de expresión. Las formas de adición son puntuales, y ocurren dentro de un objetivo determinado; casi siempre en el presente y sin perseguir objetivos distantes e inalcanzables. Además de eso, la adición tiende a existir cuando se presenta una coincidencia entre los objetivos colectivos y las necesidades afectivas, comunicativas y de solidaridad de sus miembros y, así, hacer que cualquier aspecto de la vida que envuelva la acción colectiva no se desligue de una búsqueda de realización personal. Tanto la dimensión colectiva como la individual se integran en una misma configuración que incide sobre individualidades; por lo tanto, el actor colectivo y el sujeto se construyen juntos.71 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 69 Carmen Leccardi, op. cit. 70 Marilia Spósito, Algumas hipótesis sobre as relações entre movimentos sociais..., op. cit., p. 87. 71 Idem. JOVEN es Los momentos de visibilidad son esporádicos y responden a problemas específicos, por lo que no hay indicios de una unificación en cuanto a un actor privilegiado o a una dimensión única del sujeto. Tal multiplicidad de formas puede ganar visibilidad en algunas situaciones o experiencias de organización de redes articuladas, cuando se preserva la identidad y autonomía de los grupos. No obstante, las dificultades de constitución de la acción colectiva juvenil son muchas y tienden a atenuarse cuando encuentran una red de protección y apoyo, ya de ONG, ya de políticas públicas; lo que apunta como la importancia crucial pero la sociedad es reconocer a la juventud como la que detonadora de los derechos y hace que las colectividades juveniles sean actores en la innovación política y social de la sociedad contemporánea. V. CONCLUSIÓN En la década de los noventa, Brasil experimentó un incremento neoliberal caracterizado por una intensiva privatización que suprimió los límites de las políticas de desarrollo y debilitó significativamente las capacidades de acción social del Estado. El precio del relativo control inflacionario y del frágil equilibrio monetario conquistado en el periodo fue el mercantilismo de la sociedad, la destrucción del Estado y la casi anulación de su capacidad de formulación política a la altura de aquello que sería necesario para el enfrentamiento de las graves contradicciones del desarrollo periférico brasileño. 72 La ideología política vendida a la población fue que la reducción del tamaño y alcance de la acción del Estado sería el mejor remedio para los problemas de la vida nacional. Las clases dominantes que construirían los condicionantes políticos y económicos de un Estado socialmente ineficiente y privatizado en sus acciones pública,s fortalecían el coro de aquellos que anunciaban la muerte del propio Estado. ○ 72 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Sobre el impacto del neoliberalismo en la organización del Estado brasileño ver Franciso Oliveira, “Uma alternativa democrática ao liberalismo”, en Democracia como proposta, IBASE, Río de Janerio, 2000. Franciso Oliveira, Exterminio do Futuro: a hipoteca do Estado, UERJ, Laboratório de Políticas Públicas, internet: www2.uerj.br/~lpp/htm/ artigo2.htm, 20 de junio de 2002. Emir Sader, O Estado entre o público e o privado, UERJ, Laboratório de Políticas Públicas, internet: www2.uerj.br/~lpp/htm/artigo4.htm, 20 de junio de 2002. Paulo Singer, op. cit. JOVEN es 197 198 Entonces, la minimización de lo público aparece como la alternativa neoliberal de libertad de los agentes económicos del peso fiscal y de aquel que consideran una hipertrofia de encargos sociales, el llamado “Costo Brasil” que, en otras palabras, estaría representado por los derechos sociales que producirían, de manera inhábil, el flujo de acumulación capitalista. El discurso dominante indicó durante la última década que la sobrecarga de atribuciones del Estado necesitaría una disminución tanto en el plano del desarrollo económico, como en la instrumentación de políticas de protección social; es decir, que no dejan que el país retrocediera al ciclo contemporáneo del desarrollo global capitalista. Los gobiernos brasileños de la última década, llevaarón a las últimas consecuencias el principio básico del neoliberalismo: privatizaron empresas estatales productivas y redujeron inversiones demandadas por innumerables problemas sociales en las diferentes regiones del país. Los datos del censo de población73 hacen notar mejoras globales en algunos indicadores sociales estadísticos, principalmente los relacionados con el acceso a la salud y educación escolar. Hoy por hoy, la población posee un mayor acceso a los productos y servicios (sobretodo a la telefonía) del que tenían en 1991 (año en el que se realizó el último Censo en Brasil). Entre cinco y seis millones de habitantes dejaron la línea de la miseria, lo que demuestra cierta movilidad social en la década de los noventa. Mientras tanto, todavía persiste una gran desigualdad en la distribución tanto de remuneraciones como de oportunidades en el país. Las pequeñas mejoras que alardea el Gobierno Federal, como señal de acierto en los rumbos de desarrollo nacional, representan una gota en el océano de desigualdades que separa a los más ricos de los más pobres de la población. ○ 73 ○ ○ IBGE, ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ op. cit. JOVEN es 199 En los objetivos de este artículo, pasó por desapercibido tocar más a fondo la situación educacional de los jóvenes brasileños. Cabe señalar que, más allá de la exclusiva selección que caracteriza el acceso a la enseñanza superior y a la escolaridad obligatoria, la realidad de los estudios medios y superiores se presentan con fuertes segmentaciones internas y disparidades, en cuanto a la calidad de los estudios ofrecidos en diferentes regiones del país –incluso dentro de una misma región– en lo que se refiere al origen social de los alumnos matriculados. En suma, se podría definir al sistema brasileño de educación como la supremacía de la lógica de las escuelas ricas para los ricos y escuelas pobres para los pobres. O hasta ahora, como comentó el economista Luiz Gonzaga Belluzo, opositor de la teoría del capital humano, en Brasil los pobres no son pobres porque no tienen educación de calidad, sino que no la tienen justamente por ser pobres. La tendencia brasileña de las últimas décadas fue la de desacelerar la expansión del sistema de educación. Brasil presenta, en términos de educación, una década de atraso en relación con países con modelos de desarrollo similar. Al expandir de forma lenta su sistema de educación en las últimas décadas, acabó “aprisionando” a la población entre barreras que fungían como obstáculo para obtener una mejor escolaridad. Eso contribuyó al aumento de la escasez de trabajadores calificados e influyó en el nivel de desigualdad salarial. 74 Cabe afirmar la imposibilidad de que haya democracia política sin igualdad económica sustanciosa. En este sentido, en el análisis de los indicadores sociales brasileños, es evidente la interrupción del flujo de democratización plena en el país iniciado por la movilización política de la sociedad civil desde el comienzo del fin de la dictadura militar. ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 74 ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Eso es lo que muestra la investigación Por el fin de las décadas perdidas: Eduación y desarrollo sustentado en Brasil (Pelo Fim das Décadas Perdidas: Educação e Desenvolvimento Sustentado no Brasil), del Instituto de Investigación Económica Aplicada. Ricardo Paes de Barros, Ricardo Henriques y Rosane Mendonça (El Estado de S. Paulo, 23 de abril 4 de 2002 - Luciana Garbin). JOVEN es ○ 200 En un contexto de Estado mínimo y de desigualdades maximizadas, a los jóvenes, principalmente a los de bajos recursos, se les penalizó en extremo mediante la reducción de las oportunidades y ausencias de redes públicas de protección social. Dicho escenario dio origen a lo que fuera denominado como una inclusión precaria y marginal en la sociedad capitalista brasileña. En este artículo, procuramos poner de manifiesto la falta de énfasis específico de las políticas públicas nacionales en la juventud. Las pocas acciones existentes se sobreponen sectorialmente y se desintegran en un escenario crónico de inconsistencia de las acciones y una transferencia progresiva de responsabilidades para las organizaciones sociales y entidades de carácter asistencia, que asumen funciones de gobierno en la realización de proyectos y programas sociales. De forma simultánea, el vacío que dejaron las políticas públicas destinadas a los jóvenes de escasos recursos de nuestras ciudades, se observó en el periodo, el surgimiento de nuevas formas de participación social juvenil. Los movimientos juveniles crearon nuevos espacios y temas alternativos de construcción de la ciudadanía. Así, contribuyeron con el proceso de consolidación de la democracia en el país. En la década de los noventa, el hip hop y el funk fueron pruebas empíricas de prácticas colectivas juveniles de participación social y vivencias culturales, posibilidades como parte de una sociedad en recomposición de vínculos con bandas en territorios de exclusión y violencia de las periferias de las ciudades. JOVEN es Cabe señalar que las formulaciones políticas públicas para la juventud demandan ampliar nuestra compresión de los jóvenes, principalmente de aquellos en la periferia de los núcleos hegemónicos de la producción material y simbólica de la sociedad. No podemos dejar de lado lo que es aparentemente obvio: ellos son seres humanos, aman, sufren, se divierten, hacen protestas, y piensan en sus condiciones y sus experiencias de vida, se posicionan frente a ésta, expresan deseos y propuestas de mejoras de vida. Se vuelve imprescindible escucharlos, ver en las prácticas culturales y en las formas de sociabilidad que desarrollan trazos de una lucha por su humanización, ante una realidad que insiste en deshumanizarlos. Desde la perspectiva del protagonismo juvenil, los toma como paralelos a la definición de acciones que puedan potenciar lo que ahora traen como experiencias de vida. BIBLIOGRAFÍA ABRAMO, Helena, Cenas juvenis; punks e darks no espetáculo urbano, Escrita, São Paulo, 1994. ______, “Considerações sobre a tematização social da juventude no Brasil” Revista Brasileira de Educação, ANPED, núms. 5/6, São Paulo, 1997. ABROMAVAY, Miriam, et al., Gangues, galeras, chegados e rappers; juventude, violência e cidadania nas cidades da periferia de Brasilia, Garamond, Rio de Janeiro, 1999. ANDRADE, Elaine Nunes, Movimento negro juvenil; um estudo de caso sobre jovens rappers de São Bernardo do Campo, Faculdade de Educação da USP, São Paulo, 1996. (Dissertação, Mestrado). 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