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Círculo y centro de Antonio Colinas

2020, La obra poética de Antonio Colinas

En la obra de Antonio Colinas, ‘círculo’ y ‘centro’ son términos dilectos y tan reiteradamente expresados que constituyen verdaderos símbolos de su lírica.

CÍRCULO Y CENTRO DE ANTONIO COLINAS Luis Miguel Alonso Gutiérrez 〔 26 ❳ «Un círculo que se cierra, un círculo que se abre”. Así intituló Antonio Colinas el prólogo-epílogo con que remató su obra poética completa en la edición de Siruela del año 2010. Lo llamo ‘prólogo’ porque aparece al principio del volumen como preámbulo del mismo. Lo denomino ‘epílogo’ porque fue escrito en último lugar, antes de dar el libro a la imprenta. «Cierro las páginas de esta edición que estoy preparando, cierro tantos años de poesía”, leemos en el último párrafo del mismo. ¿Y dónde ultima Colinas esa edición monumental de su obra poética? En la casa de sus abuelos maternos, en ese ámbito entrañable raigalmente unido a lo que fue su infancia. De modo recurrente ha representado Colinas su vuelta a los orígenes con la imagen de un círculo que se cierra. En el Preliminar de su obra Tres tratados de armonía escribe: «Se cerraba entonces un círculo en mi vida con el regreso a mis raíces, a mis tierras del noroeste». En el centro del libro puede leerse: «Intentando vivir cuanto viví en la infancia, ahora cierro un círculo». Y casi al final de la obra: “Comprender ahora, al final, que todo lo que esencialmente soy se lo debo a la soledad de estos campos. Quizá por eso he venido a reconocerme en ellos (…) He venido a cerrar un círculo y hasta que no lo cierre no descansaré». En la obra coliniana, ‘círculo’ y ‘centro’ son términos dilectos y tan reiteradamente expresados que constituyen verdaderos símbolos de su lírica. En su Obra poética completa, ‘círculo’ comparece en 36 ocasiones y ‘centro’, en 53. Por su parte, en Tres tratados de armonía, ‘círculo’ se menciona 15 veces y ‘centro’, 28. El centro representa en Colinas el lugar de los orígenes. «A medida que voy llegando a la casa y al valle de mi infancia se aceleran mis pulsaciones. Es como si el corazón deseara llegar antes que yo a ese lugar en donde ahora (¿y siempre?) parece estar mi centro». Y en El sentido primero de la palabra poética, leemos: “Ya está de nuevo reclamándonos su centro, su origen, sus raíces, pues sabe que «todo lo que he sido por ahí lejos, no ha servido más que para arraigarme más en mis raíces».” 〔 27 ❳ La obra poética de Antonio Colinas No son infrecuentes enunciados en que ambos vocablos coexisten, incluso con sentidos muy próximos, de significado metafísico. Del “Canto XXXV” del poemario Noche más allá de la noche entresaco estos versos: «Me he sentado en el centro del bosque a respirar (…) Inspirar, espirar, respirar: la fusión de contrarios, el círculo de perfecta consciencia». Versos más tarde glosados por el autor en el pasaje Sobre el respirar de Tres tratados de armonía: “«Inspirar, espirar, respirar: la fusión / de contrarios, el círculo de perfecta consciencia». Cuando escribí estos dos versos no sabía que Luis Moliner escribiría un ensayo sobre ellos. Tampoco sabía que en estos versos había una metafísica. También pueden ser una especie de mantra que —repetido en voz alta o interiormente, acompasado con el respirar—, revelan la totalidad, la plenitud de la Unidad.” Se cumplen en estos días 33 años de mi primer encuentro personal con Colinas. En una calcinante jornada de agosto de 1987, me desplacé en automóvil a su aldea natal. La Bañeza, casi desierta en aquellas primeras horas vespertinas, había hecho un parón en su menguada actividad veraniega para protegerse del ardor del sol. Yo era de aquella un licenciado novel que pretendía defender una memoria de licenciatura en la que venía trabajando desde hacía meses; Colinas, un poeta consagrado y ya laureado con el Premio de la Crítica y el Nacional de Literatura. Conocí entonces la proverbial hospitalidad, la dedicación y el afecto de un poeta cordial, accesible a mis preguntas, dispuesto a satisfacer la curiosidad insaciable de un joven investigador. La generosidad en el tiempo dedicado y en la atención dispensada por este gran lírico facilitó considerablemente mis trabajos. Exitosamente defendida en 1988, la memoria de licenciatura sufrió varios cambios de formato y estilo para atenuar su aspecto de trabajo académico, a tenor de las recomendaciones de Antonio Gamoneda -que entonces dirigía el Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial-. Dos años después apareció publicada con el título El corazón desmemoriado. Claves poéticas 〔 28 ❳ Curso de Verano. Universidad de León. 2020 de Antonio Colinas, la que sería primera monografía extensa en lengua castellana sobre la obra lírica del bañezano. Ese año de 1990 yo ya había concluido los cursos de doctorado y maduraba la idea de llevar a cabo la tesis doctoral. No me fue difícil convencer a mi antiguo profesor de Crítica Literaria, D. Francisco Martínez García, para que acogiera el proyecto de dirigírmela. Paco, como quería que le llamase, era un entusiasta de la poesía de Colinas y uno de sus más tempranos y lúcidos estudiosos. Me impuso unas lecturas y un método de trabajo, pero me concedió amplia libertad para enfocarlo como mejor me pareciese y para conducirlo, imprimiéndole el ritmo que mis ocupaciones profesionales me permitieran. En junio de 1993 defendí una tesis, cuyo unánime apto cum laude no logró evitar una espera de siete largos años hasta que la Universidad de León atendió mi propuesta de publicar un amplio extracto de la misma. En el año 2000, Antonio Colinas, un clásico del siglo XXI se constituyó así en la primera tesis doctoral publicada sobre el poeta leonés, tras cinco o seis tesis doctorales inéditas. Este libro gravita en torno al plurisignificativo concepto de ‘armonía’ que preside su obra y su pensamiento y lo configura como un acendrado clásico de nuestros días. La armonía dialéctica, según queda atestiguado en este estudio y en su quizá desmesurada bibliografía, es núcleo vertebrador de la obra entera de Colinas: la poética, la narrativa y la ensayística. La armonía dialéctica es una ideación de carácter poético (aunque con claros antecedentes en el pensamiento presocrático), que permite al sujeto lírico sobreponerse a la acción destructora del paso del tiempo. Este último constituye en la obra literaria de Colinas, el principal agente que atenta contra la armonía cósmica, además del marchamo específico y revelador de su lirismo elegiaco. Ahora bien, el flujo temporal introduce en la Naturaleza el devenir cíclico, es decir, el continuo retorno de las estaciones. 〔 29 ❳ La obra poética de Antonio Colinas Esto mismo implica para el mundo vegetal una serie ininterrumpida de ciclos, una alternada sucesión de procesos contrapuestos, de corrupción y de florecimiento. La observación de los ritmos biocósmicos y de la periódica regeneración de la vida constituye uno de los fundamentos de la ideación mítica del eterno retorno. Esa ideación (y su corolario de cosmogonías cíclicas) es, por lo mismo, una salvaguarda de la armonía originaria que, imaginativamente, anhela recuperar la poesía de Antonio Colinas. La huella de ese anhelo se puede rastrear en el empleo lírico de ciertas estructuras que subrayan la circularidad del tiempo. En tal sentido, Colinas utiliza con cierta frecuencia la reiteración, al final de una sección o de un poema, de los mismos versos con que se habían iniciado. Si repaso mis contribuciones críticas al estudio de la obra de Colinas, hallo nexos frecuentes e insospechados con los conceptos de ‘círculo’ y ‘centro’ antes descritos. Una de esas contribuciones fue la que escribí para el libro de significativo título El viaje hacia el centro, compilación de análisis críticos que publicó la Editorial Calambur y que presentaron en el Círculo de Bellas Artes de Madrid Francisco Umbral y Diego Doncel. “La originalidad creadora de Antonio Colinas”, como rotulé mi aportación, venía a defender que la calidad estética de su poesía tiene un pilar fundamental en la originalidad de su dicción y esta última se concreta en tres aspectos: a) como síntesis armónica de fuentes literarias muy diversas; b) como centro de referencias intertextuales que evocan un caudal considerable de lecturas clásicas y contemporáneas, y c) como fusión de componentes vitales o espacios líricos muy variados: La Bañeza, Córdoba, Italia, Madrid, Ibiza, Salamanca... En el artículo “Renovación y retorno de Antonio Colinas”, publicado en Ínsula, analicé el significativo cambio de rumbo experimentado en la dicción lírica del leonés a partir de la publicación del poemario Los silencios de fuego, donde hallamos depuración formal y una reflexión escéptica sobre la realidad 〔 30 ❳ Curso de Verano. Universidad de León. 2020 contemporánea. Libro de renovación por su precisa referencia a determinados sucesos contemporáneos. Libro de retorno también, porque en sus versos se apuntan motivos y temas consustanciales a su poesía y a su obra ensayística anterior: la preocupación por el deterioro del medio ambiente o por el belicismo, el estigma de caducidad que pesa sobre los vivientes, la concepción de la realidad como constituida por fuerzas antagónicas que se debaten en el seno del ser, el carácter cíclico del devenir temporal... Con la coordinación de Francisco Aroca, el Centro de Estudios Hispánicos de Amiens (Francia) publicó en 2014 un libro de homenaje a la obra coliniana. En tal ocasión mi contribución fue el estudio “La simbología última de Antonio Colinas”, un análisis de la constelación simbólica que orbita en su obra El soñador de espigas lejanas, breve poemario que fue fruto de un viaje del poeta a Cartagena de Indias y que había sido publicado en noviembre de 2013. La tesis central del artículo es que la poesía última de Colinas conecta en sus puntos neurálgicos con la que nos ha venido legando desde el principio. Aunque algunos estudiosos han descrito la trayectoria del poeta leonés como un itinerario que progresa desde el lirismo hacia la reflexión, lo cierto es que en todos los poemarios de Colinas se conjugan ambos ingredientes. Aunque la reflexión se adense y adquiera mayor hondura en los últimos libros, su presencia es ya significativa en los primeros, en tanto que el lirismo, la carga emotiva y estética de los poemas, no se debilita o aminora con el paso del tiempo. Por derroteros de corte más divulgativo, progresó una breve monografía mía, con el título Seis poemas de Antonio Colinas comentados, que apareció en la colección “El escritor en el aula” del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua en 2003. Se trataba, sin mayores pretensiones, de una breve antología comentada e ilustrada, que reúne media docena de composiciones líricas representativas de su trayectoria. De los seis poemas analizados, 〔 31 ❳ La obra poética de Antonio Colinas tres, a saber, “Simonetta Vespucci”, “Canto X” y “Zamira ama los lobos”, responden a una estructura circular. Una invocación a la musa florentina del Renacimiento, Simonetta, abre y cierra el primero de los poemas mencionados. “Zamira ama los lobos” es, además del título del poema, el primer verso de la composición y uno de los versos finales. También hay “circularidad” en el Canto X: “Mientras Virgilio muere en Bríndisi no sabe / que en el norte de Hispania alguien manda grabar / en piedra un verso suyo esperando la muerte”, versos iniciales del poema, esbozan el cuadro agónico de un legionario herido de muerte en el Norte de Hispania; la última voluntad del moribundo, anticipada en ese deseo de que un verso del autor de la Eneida sea su epitafio, se concreta y declara en la estrofa final: “Al fin cae la cabeza hacia un lado y sus ojos / se clavan en los ojos de otro herido que escucha: / Grabad sobre mi tumba un verso de Virgilio”. En julio de 2004, las universidades de León y Carlos III de Madrid, llevaron a cabo en coordinación un curso de verano centrado en la semblanza literaria de Antonio Colinas. El curso tuvo lugar en Villablino y sus ponentes fueron José Enrique Martínez, Natalia Álvarez Méndez y quien suscribe estas palabras, sin olvidar al propio autor estudiado, que reflexionó en torno a su obra poética, pero también sobre los libros publicados en otros géneros. El año 2015, cuadragésimo aniversario de la publicación de Sepulcro en Tarquinia, uno de los poemarios colinianos más intensos y plenos, se prodigó en homenajes conmemorando a su autor. El IES Legio VII de León, donde trabajo como docente, se sumó a esos homenajes con una exposición de libros del poeta, la filmación de una entrevista, un recital con presencia del autor y la publicación de una revista, Llamas hubo en tus álamos, que acogió múltiples colaboraciones, tanto textuales como gráficas, tanto creativas como críticas. En su intervención ante un concurrido auditorio -ochenta 〔 32 ❳ Curso de Verano. Universidad de León. 2020 alumnos de 2º de Bachillerato- Colinas fue desgranando, a la vez que recitaba algunos de sus poemas mejores, los componentes estéticos y vitales de su obra lírica, incidiendo, como no podía ser de otra manera, en la trascendencia de su tierra natal, una tierra, según sus palabras, “demasiado hermosa para que la veamos tan solo con los ojos de la desatención”. Concluyo subrayando la pertinencia de que este curso de verano sobre “La obra poética de Antonio Colinas, su origen y universalidad”, se celebre en La Bañeza. En efecto; esa obra lírica aquí tuvo su origen y centro; y desde aquí irradia su universalidad. Por mi parte, treinta y tres años después de mi primer encuentro personal con Colinas, regreso a La Bañeza con la sensación de haber vuelto a los orígenes, al centro, también con la impresión de que un círculo se cierra. Este retorno me permite de alguna manera volver a la época beatífica de los comienzos y evocarla de modo nostálgico. Sin olvidar que un círculo mucho más amplio se ha abierto ahora: el de tantos amigos de Colinas y especialistas en su obra entera que se han dado cita en este homenaje, tan necesario como entrañable. 〔 33 ❳