C
Un profundo
paseo por
la manigua
redentora…
Luis Fidel Acosta Machado
Profesor. Facultad de Filosofía e Historia,
Universidad de La Habana.
iento cincuenta años después de haberse
iniciado las gestas independentistas en
Cuba, tras el alzamiento del 10 de Octubre,
muchos han sido los que han ahondado en
los arcanos fuertemente protegidos por la Historia,
para arrancar a las tres guerras libertadoras sus más
profundos secretos. Una rápida mirada a la producción
historiográfica relativa a tales hechos muestra que,
desde el mismo inicio, diversas figuras, ya fuesen
historiadores o no, comenzaron a estudiar el fenómeno
y a emitir sus consideraciones y análisis respecto a los
procesos bélicos insulares. El primer nombre que viene
a la mente del autor de estas páginas es el de Antonio
Zambrana (1969) y su obra La República de Cuba,
publicada en la temprana fecha de 1873, cuando aún se
batía el acero en los campos de Cuba Libre. Igualmente
se podría citar in extenso todo un caudal de obras y
autores que han aportado, desde el siglo xix hasta
la centuria actual, nuevas certezas en torno al ciclo
libertario cubano.
No obstante, no es ese el objetivo de estas páginas,
sino llamar la atención respecto a la obra La nación
insurrecta, compilación de textos del desaparecido
investigador y profesor universitario Oscar Antonio
Loyola Vega (2018), realizada por Fabio E. Fernández
Batista y David Domínguez Cabrera, que resulta, junto
a su ensayo en Dos miradas a Martí (2017), en la que
aparece junto a Francisca López Civeira, el más extenso
compendio de la obra escrita por Loyola.
No es nuestro autor un neófito en las lides
historiográficas referidas al mambisado cubano. Textos
en coautoría como Historia de Cuba II. La Guerra de
los Diez Años (Loyola Vega y Abad, 2002), e Historia
de Cuba 1492-1898. Formación y liberación de la
nación, con Eduardo Torres Cuevas, donde aparece su
ensayo «Liberación nacional y cambio social» (Loyola
Vega, 2001) así lo demuestran. Súmese a ello una
extensísima labor como profesor en la Facultad de
Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de
La Habana, donde impartía la asignatura de Historia
de Cuba II, referida al proceso nacional-liberador de
la nación. Cartas de referencia todas, que lo colocan
como un especialista de obligada consulta sobre tales
temas. Ello quedó ampliamente demostrado en la obra
que aquí se reseña.
Según sus compiladores y prologuistas:
La mirada que Oscar Loyola dirigió al universo
del mambisado se caracterizó por la continua
problematización. Sus textos resultan expresión
de un acto reflexivo inconforme con las verdades
establecidas. En ellos corporiza una visión del decurso
histórico cuestionadora de interpretaciones simplistas y
Oscar Antonio Loyola Vega, La nación insurrecta, La Habana:
Editorial de Ciencias Sociales, 2018.
112
Luis Fidel Acosta
Machado
n. 99: 112-114,
julio-septiembre de 2019
unilaterales. A partir del andamiaje teórico del marxismo
y los Annales, Loyola hizo suya la idea de la historiaproblema como fórmula de indagación frente al acontecer
social […] No se encontrará en sus escritos la búsqueda
quisquillosa del dato. Ante todo, el lector hallará siempre
una indagación de hondo contenido analítico, donde
el historiador aparece como sujeto que interroga a
esa realidad cuyas claves esenciales pretende elucidar.
(Fernández Batista y Domínguez Cabrera, 2018: VIII)
El libro que se reseña, que recoge casi una
veintena de textos aparecidos en publicaciones de
relevancia académica e investigativa como Revista de
la Universidad de La Habana, Honda, Santiago, así
como otros inéditos, le ofrece al lector la posibilidad
de realizar un paseo historiográfico por la manigua
irredenta, de la mano de uno de sus más apasionados
y enjundiosos investigadores. En efecto, a través de la
pluma de Loyola Vega, el historiador, el estudiante,
profesor, investigador o sencillamente el interesado
en tales materias, puede conocer la atmósfera que
se respiraba en el Bayamo del 9 de octubre de 1868;
las causas que llevaron a los patriotas reunidos en
Guáimaro a firmar una petición de corte anexionista
al gobierno de los Estados Unidos; las avenencias y
desencuentros de la dirección revolucionaria durante
la Guerra Chiquita; o sencillamente, sobre la utilidad
para el investigador del Fondo de Bienes Embargados,
del Archivo Nacional de Cuba.
Analiza Loyola Vega temas escasamente tratados
dentro de la historiografía sobre las guerras de
independencia, o que han salido a la luz y desempolvados
en tiempos muy recientes. Así resultan dos artículos
de innegable novedad y pertinencia como son:
«El anexionismo en el primer año de la Guerra
Grande» (Loyola Vega, 2018: 45-90) y «La dirección
revolucionaria en la Guerra Chiquita» (127-55).
El primero aborda uno de los más espinosos asuntos
dentro de los que conforman el proceso de la Guerra
de los Diez Años. El hecho de que los independentistas
reunidos en Guáimaro, muchos de los cuales resultaban
los principales jefes de los alzamientos ocurridos en
Oriente (Carlos Manuel de Céspedes), Camagüey
(Salvador Cisneros Betancourt) y Las Villas (Miguel
Jerónimo Gutiérrez), y que recién habían rubricado
la primera Constitución libertaria cubana, dirigieran
«manifestaciones en sentido anexionista a la República
de los E.U.» (73), aún es asunto discutido por más de
un historiador. Loyola Vega realiza un pormenorizado
recuento de los acontecimientos previos, durante las
sesiones, y los posteriores a Guáimaro, en busca de los
antecedentes y causas que provocaron el paso dado por
estos hombres del 68 y el 69.
Así, a través de los acápites «Carlos Manuel de
Céspedes: del 10 de Octubre a la Asamblea de Guáimaro»
(49), «El Camagüey: del Comité Revolucionario a
la Asamblea de Representantes del Centro» (61), y
finalmente «El Gobierno de la República en Armas:
de la Asamblea de Guáimaro a julio de 1869» (72),
el autor conduce al lector a descifrar los intereses, las
ideologías, los idearios, en fin, las formas de pensar de
aquellos que, un día después de haber organizado la
República de Cuba en Armas, realizaban la «blasfemia»
anexionista, la cual sería rechazada rápidamente, una
vez iniciado el combate nacional-liberador, tal como
diría el propio autor:
Poco menos de un año llevaría el superar las vacilaciones
anexionistas en el seno del aparato gubernamental
insurrecto. La blanca estrella del estandarte patrio
seguiría brillando, al decir de Bonifacio Byrne muchos
años después, en aciagas circunstancias, «con más luz,
cuanto más solitaria». (90)
El otro artículo que se desea resaltar en estas
páginas, referido a la dirigencia de la Guerra Chiquita,
tiene el mérito de ser uno de los pocos que se ocupa
del segundo intento libertario cubano, muchas veces
obviado o disminuido por no pocos historiadores
del patio. Aquella contienda, desde una proyección
amplia, no guarda tal vez la significación histórica
que la Guerra Grande, o el carácter, definitorio para
Cuba como nación, de la de 1895, pero al encontrarse
en el centro de ambos conflictos bélicos, arrastró los
errores y problemas que llevaron al fracaso a la primera,
mientras que engendró en su seno los nuevos elementos
que serían el motor de arranque de la segunda.
Pocas monografías se refieren a esa conflagración,
por lo que este autor solo puede mencionar una,
La Guerra Chiquita: una experiencia necesaria, de
Francisco Pérez Guzmán y Rodolfo Sarracino (1982),
texto por demás imprescindible si se pretende realizar
un estudio totalizador del elemento socioclasista y
su influencia en el ciclo independentista cubano.1
Lo anterior llama la atención, cuanto más porque,
desde hace algún tiempo, ya vio la luz una obra
como Bibliografía de la Guerra Chiquita 1879-1880
(Hernández Soler, 1975), que ofrece detalladamente
cuánto hay y dónde encontrar lo referido al más
corto de los conflictos independentistas cubanos en
el siglo xix.
Pero de vuelta al texto de Oscar Loyola, este deviene
suma fundamental de la guerra dirigida por Calixto
García. El autor expone con claridad meridiana
las causas y elementos que derivaron en un nuevo
estallido insurreccional en la Isla, sus características,
especialmente referidas a la dirección y los problemas y
defectos que heredó de la contienda anterior, demasiado
latentes aún en el campo revolucionario cubano. Sin
embargo, Loyola resalta, más que las causas del fracaso,
los elementos que aportó a la que, organizada por José
Martí, estallaría en febrero de 1895, y su trascendencia
dentro del proceso nacional-liberador cubano en su
conjunto. Así, escribe:
113
De ahí el mérito de la Guerra Chiquita: los elementos más
populares de la sociedad cubana, tanto en la Isla como
fuera de ella, niegan cualquier tipo de avenencia con la
situación colonial. La Patria será libre. La creación del
Estado cubano, con la experiencia acumulada, es solo una
cuestión de tiempo. (Loyola Vega, 2018: 155)
Debe resaltarse de La nación insurrecta, además
del valor historiográfico que encierran sus textos,
la exquisita prosa que caracterizó a su autor. El
arte de escribir no puede separarse, bajo ninguna
circunstancia, del de historiar. Literatura e Historia
son dos disciplinas que han marchado siempre de
la mano, fundamentalmente porque ambas utilizan
el mismo medio para llegar al receptor: la palabra.
Así pues, la Historia siempre ha echado mano de los
recursos expresivos del lenguaje literario, tales como
la metáfora, el epíteto, el símil, o el sencillo adjetivo.
Y fue el autor que se distingue en estas páginas un
maestro en el maridaje de ambas disciplinas. La prosa
de Loyola, depurada hasta el detalle, se inserta en la
larguísima tradición cubana del buen escribir, como
señalan los prologuistas del libro, que lo inscriben
dentro de la pléyade de nombres paradigmáticos
dentro de la historiografía nacional, como Fernando
Ortiz, Sergio Aguirre, Raúl Cepero Bonilla y Manuel
Moreno Fraginals.
Ello queda demostrado en varios de los textos que
componen el libro que se reseña, entre los que se puede
destacar «Imaginar a Agramonte» (Loyola Vega, 2018:
219), o especialmente «Ficcionando a Bayamo» (15). En
este último, una deliciosa descripción de la hoy capital
granmense, en vísperas del estallido revolucionario de
octubre, podemos encontrar un ejemplo magnífico
de esta naturaleza literaria en su arrancada escritural:
«Ha sido un año de mucho calor, este de 1868», hasta
un remate del texto como: «Y con tantos rumores, y
con tantos decires, y con tantas noticias, y con tanto
calor, hasta las piedras que adoquinan las calles de la
cubanísima villa se preguntan: ¿Qué sucederá mañana,
Santísimo Señor, el 10 de octubre de 1868?» (23).
Otros de los elementos que convierten el texto
en obligada lectura para todo aquel interesado en el
proceso insurreccional cubano decimonónico, resultan
las referencias, cuantiosas por demás, que ofrece el
autor en cada uno de los artículos que se compilan. En
efecto, muchas de estas devienen pequeños resúmenes
que complementan el tema de que se habla, o señalan
la múltiple bibliografía que puede encontrarse sobre
él. No resulta exagerado decir que, de compilarse estas,
daría para realizar un segundo tomo, complementario
del primero.
Para cerrar estas breves páginas, debe significarse
el ensayo introductorio que, a modo de prólogo,
acompaña la selección de textos realizada, brotado de la
pluma de Fabio Fernández y David Domínguez. Baste
señalar que este, a la vez de brindar una pormenorizada
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Luis Fidel Acosta Machado
explicación de la estructura y los valores del libro,
atrapa y convence al lector de su utilidad y necesidad,
lo que sirve como primera incitación al repaso de las
páginas debidas a Oscar Loyola.
Finalmente, no queda más que invitar al disfrute, más
que a la lectura, de una obra que, como se ha intentado
establecer, ya resulta integrante principalísima de
esa pléyade de textos que forman la historiografía
relacionada con el proceso independentista cubano,
uno de los más hermosos, a no dudarlo, de los que
forman el devenir histórico de esta Isla.
Nota
1. Un análisis de tal naturaleza debería partir del texto de Jorge
Ibarra Cuesta Encrucijadas de la Guerra Prolongada (2008) y
continuar hasta Revolución, hegemonía y poder. Cuba 1895-1898
(2012) de Antonio Álvarez Pitaluga.
Referencias
Álvarez Pitaluga, A. (2012) Revolución, hegemonía y poder. Cuba
1895-1898. La Habana: Fundación Fernando Ortiz.
Fernández Batista, F. E. y Domínguez Cabrera, D. (2018) «Oscar
Loyola: la recreación del universo mambí». [Ensayo introductorio].
En: La nación insurrecta. Loyola Vega, O., La Habana: Editorial de
Ciencias Sociales, VIII.
Hernández Soler, M. (comp.) (1975) Bibliografía de la Guerra
Chiquita 1879-1880. La Habana: Biblioteca Nacional José Martí/
Editorial Orbe/ Instituto Cubano del Libro.
Ibarra Cuesta, J. (2008) Encrucijadas de la guerra prolongada.
Santiago de Cuba: Editorial Oriente.
Loyola Vega, O. (2001) «Libración nacional y cambio social» En:
Historia de Cuba 1492-1898. Formación y liberación de la nación.
Torres-Cuevas, E. y Loyola Vega, O., La Habana: Editorial Pueblo
y Educación, 231-404.
______ (2018) La nación insurrecta. Ob. cit.
Loyola Vega, O. y Abad, D. (2002) Historia de Cuba II. La Guerra
de los Diez Años. La Habana: Editorial Félix Varela.
Loyola Vega, O. y López Civeira, F. (2017) Dos miradas a Martí. La
Habana: Centro de Estudios Martianos.
Pérez Guzmán, F. y Sarracino, R. (1982) La Guerra Chiquita: una
experiencia necesaria. La Habana: Editorial Letras Cubanas.
Zambrana, A. (1969) La República de Cuba. Universidad de La
Habana.
, 2019