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Un profundo paseo por la manigua redentora

2019, Revista Temas

En el texto se reseña el libro de Oscar Antonio Loyola Vega, La nación insurrecta, texto fundamental para entender aspectos poco conocidos del ciclo independentista cubano

C Un profundo paseo por la manigua redentora… Luis Fidel Acosta Machado Profesor. Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de La Habana. iento cincuenta años después de haberse iniciado las gestas independentistas en Cuba, tras el alzamiento del 10 de Octubre, muchos han sido los que han ahondado en los arcanos fuertemente protegidos por la Historia, para arrancar a las tres guerras libertadoras sus más profundos secretos. Una rápida mirada a la producción historiográfica relativa a tales hechos muestra que, desde el mismo inicio, diversas figuras, ya fuesen historiadores o no, comenzaron a estudiar el fenómeno y a emitir sus consideraciones y análisis respecto a los procesos bélicos insulares. El primer nombre que viene a la mente del autor de estas páginas es el de Antonio Zambrana (1969) y su obra La República de Cuba, publicada en la temprana fecha de 1873, cuando aún se batía el acero en los campos de Cuba Libre. Igualmente se podría citar in extenso todo un caudal de obras y autores que han aportado, desde el siglo xix hasta la centuria actual, nuevas certezas en torno al ciclo libertario cubano. No obstante, no es ese el objetivo de estas páginas, sino llamar la atención respecto a la obra La nación insurrecta, compilación de textos del desaparecido investigador y profesor universitario Oscar Antonio Loyola Vega (2018), realizada por Fabio E. Fernández Batista y David Domínguez Cabrera, que resulta, junto a su ensayo en Dos miradas a Martí (2017), en la que aparece junto a Francisca López Civeira, el más extenso compendio de la obra escrita por Loyola. No es nuestro autor un neófito en las lides historiográficas referidas al mambisado cubano. Textos en coautoría como Historia de Cuba II. La Guerra de los Diez Años (Loyola Vega y Abad, 2002), e Historia de Cuba 1492-1898. Formación y liberación de la nación, con Eduardo Torres Cuevas, donde aparece su ensayo «Liberación nacional y cambio social» (Loyola Vega, 2001) así lo demuestran. Súmese a ello una extensísima labor como profesor en la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana, donde impartía la asignatura de Historia de Cuba II, referida al proceso nacional-liberador de la nación. Cartas de referencia todas, que lo colocan como un especialista de obligada consulta sobre tales temas. Ello quedó ampliamente demostrado en la obra que aquí se reseña. Según sus compiladores y prologuistas: La mirada que Oscar Loyola dirigió al universo del mambisado se caracterizó por la continua problematización. Sus textos resultan expresión de un acto reflexivo inconforme con las verdades establecidas. En ellos corporiza una visión del decurso histórico cuestionadora de interpretaciones simplistas y Oscar Antonio Loyola Vega, La nación insurrecta, La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2018. 112 Luis Fidel Acosta Machado n. 99: 112-114, julio-septiembre de 2019 unilaterales. A partir del andamiaje teórico del marxismo y los Annales, Loyola hizo suya la idea de la historiaproblema como fórmula de indagación frente al acontecer social […] No se encontrará en sus escritos la búsqueda quisquillosa del dato. Ante todo, el lector hallará siempre una indagación de hondo contenido analítico, donde el historiador aparece como sujeto que interroga a esa realidad cuyas claves esenciales pretende elucidar. (Fernández Batista y Domínguez Cabrera, 2018: VIII) El libro que se reseña, que recoge casi una veintena de textos aparecidos en publicaciones de relevancia académica e investigativa como Revista de la Universidad de La Habana, Honda, Santiago, así como otros inéditos, le ofrece al lector la posibilidad de realizar un paseo historiográfico por la manigua irredenta, de la mano de uno de sus más apasionados y enjundiosos investigadores. En efecto, a través de la pluma de Loyola Vega, el historiador, el estudiante, profesor, investigador o sencillamente el interesado en tales materias, puede conocer la atmósfera que se respiraba en el Bayamo del 9 de octubre de 1868; las causas que llevaron a los patriotas reunidos en Guáimaro a firmar una petición de corte anexionista al gobierno de los Estados Unidos; las avenencias y desencuentros de la dirección revolucionaria durante la Guerra Chiquita; o sencillamente, sobre la utilidad para el investigador del Fondo de Bienes Embargados, del Archivo Nacional de Cuba. Analiza Loyola Vega temas escasamente tratados dentro de la historiografía sobre las guerras de independencia, o que han salido a la luz y desempolvados en tiempos muy recientes. Así resultan dos artículos de innegable novedad y pertinencia como son: «El anexionismo en el primer año de la Guerra Grande» (Loyola Vega, 2018: 45-90) y «La dirección revolucionaria en la Guerra Chiquita» (127-55). El primero aborda uno de los más espinosos asuntos dentro de los que conforman el proceso de la Guerra de los Diez Años. El hecho de que los independentistas reunidos en Guáimaro, muchos de los cuales resultaban los principales jefes de los alzamientos ocurridos en Oriente (Carlos Manuel de Céspedes), Camagüey (Salvador Cisneros Betancourt) y Las Villas (Miguel Jerónimo Gutiérrez), y que recién habían rubricado la primera Constitución libertaria cubana, dirigieran «manifestaciones en sentido anexionista a la República de los E.U.» (73), aún es asunto discutido por más de un historiador. Loyola Vega realiza un pormenorizado recuento de los acontecimientos previos, durante las sesiones, y los posteriores a Guáimaro, en busca de los antecedentes y causas que provocaron el paso dado por estos hombres del 68 y el 69. Así, a través de los acápites «Carlos Manuel de Céspedes: del 10 de Octubre a la Asamblea de Guáimaro» (49), «El Camagüey: del Comité Revolucionario a la Asamblea de Representantes del Centro» (61), y finalmente «El Gobierno de la República en Armas: de la Asamblea de Guáimaro a julio de 1869» (72), el autor conduce al lector a descifrar los intereses, las ideologías, los idearios, en fin, las formas de pensar de aquellos que, un día después de haber organizado la República de Cuba en Armas, realizaban la «blasfemia» anexionista, la cual sería rechazada rápidamente, una vez iniciado el combate nacional-liberador, tal como diría el propio autor: Poco menos de un año llevaría el superar las vacilaciones anexionistas en el seno del aparato gubernamental insurrecto. La blanca estrella del estandarte patrio seguiría brillando, al decir de Bonifacio Byrne muchos años después, en aciagas circunstancias, «con más luz, cuanto más solitaria». (90) El otro artículo que se desea resaltar en estas páginas, referido a la dirigencia de la Guerra Chiquita, tiene el mérito de ser uno de los pocos que se ocupa del segundo intento libertario cubano, muchas veces obviado o disminuido por no pocos historiadores del patio. Aquella contienda, desde una proyección amplia, no guarda tal vez la significación histórica que la Guerra Grande, o el carácter, definitorio para Cuba como nación, de la de 1895, pero al encontrarse en el centro de ambos conflictos bélicos, arrastró los errores y problemas que llevaron al fracaso a la primera, mientras que engendró en su seno los nuevos elementos que serían el motor de arranque de la segunda. Pocas monografías se refieren a esa conflagración, por lo que este autor solo puede mencionar una, La Guerra Chiquita: una experiencia necesaria, de Francisco Pérez Guzmán y Rodolfo Sarracino (1982), texto por demás imprescindible si se pretende realizar un estudio totalizador del elemento socioclasista y su influencia en el ciclo independentista cubano.1 Lo anterior llama la atención, cuanto más porque, desde hace algún tiempo, ya vio la luz una obra como Bibliografía de la Guerra Chiquita 1879-1880 (Hernández Soler, 1975), que ofrece detalladamente cuánto hay y dónde encontrar lo referido al más corto de los conflictos independentistas cubanos en el siglo xix. Pero de vuelta al texto de Oscar Loyola, este deviene suma fundamental de la guerra dirigida por Calixto García. El autor expone con claridad meridiana las causas y elementos que derivaron en un nuevo estallido insurreccional en la Isla, sus características, especialmente referidas a la dirección y los problemas y defectos que heredó de la contienda anterior, demasiado latentes aún en el campo revolucionario cubano. Sin embargo, Loyola resalta, más que las causas del fracaso, los elementos que aportó a la que, organizada por José Martí, estallaría en febrero de 1895, y su trascendencia dentro del proceso nacional-liberador cubano en su conjunto. Así, escribe: 113 De ahí el mérito de la Guerra Chiquita: los elementos más populares de la sociedad cubana, tanto en la Isla como fuera de ella, niegan cualquier tipo de avenencia con la situación colonial. La Patria será libre. La creación del Estado cubano, con la experiencia acumulada, es solo una cuestión de tiempo. (Loyola Vega, 2018: 155) Debe resaltarse de La nación insurrecta, además del valor historiográfico que encierran sus textos, la exquisita prosa que caracterizó a su autor. El arte de escribir no puede separarse, bajo ninguna circunstancia, del de historiar. Literatura e Historia son dos disciplinas que han marchado siempre de la mano, fundamentalmente porque ambas utilizan el mismo medio para llegar al receptor: la palabra. Así pues, la Historia siempre ha echado mano de los recursos expresivos del lenguaje literario, tales como la metáfora, el epíteto, el símil, o el sencillo adjetivo. Y fue el autor que se distingue en estas páginas un maestro en el maridaje de ambas disciplinas. La prosa de Loyola, depurada hasta el detalle, se inserta en la larguísima tradición cubana del buen escribir, como señalan los prologuistas del libro, que lo inscriben dentro de la pléyade de nombres paradigmáticos dentro de la historiografía nacional, como Fernando Ortiz, Sergio Aguirre, Raúl Cepero Bonilla y Manuel Moreno Fraginals. Ello queda demostrado en varios de los textos que componen el libro que se reseña, entre los que se puede destacar «Imaginar a Agramonte» (Loyola Vega, 2018: 219), o especialmente «Ficcionando a Bayamo» (15). En este último, una deliciosa descripción de la hoy capital granmense, en vísperas del estallido revolucionario de octubre, podemos encontrar un ejemplo magnífico de esta naturaleza literaria en su arrancada escritural: «Ha sido un año de mucho calor, este de 1868», hasta un remate del texto como: «Y con tantos rumores, y con tantos decires, y con tantas noticias, y con tanto calor, hasta las piedras que adoquinan las calles de la cubanísima villa se preguntan: ¿Qué sucederá mañana, Santísimo Señor, el 10 de octubre de 1868?» (23). Otros de los elementos que convierten el texto en obligada lectura para todo aquel interesado en el proceso insurreccional cubano decimonónico, resultan las referencias, cuantiosas por demás, que ofrece el autor en cada uno de los artículos que se compilan. En efecto, muchas de estas devienen pequeños resúmenes que complementan el tema de que se habla, o señalan la múltiple bibliografía que puede encontrarse sobre él. No resulta exagerado decir que, de compilarse estas, daría para realizar un segundo tomo, complementario del primero. Para cerrar estas breves páginas, debe significarse el ensayo introductorio que, a modo de prólogo, acompaña la selección de textos realizada, brotado de la pluma de Fabio Fernández y David Domínguez. Baste señalar que este, a la vez de brindar una pormenorizada 114 Luis Fidel Acosta Machado explicación de la estructura y los valores del libro, atrapa y convence al lector de su utilidad y necesidad, lo que sirve como primera incitación al repaso de las páginas debidas a Oscar Loyola. Finalmente, no queda más que invitar al disfrute, más que a la lectura, de una obra que, como se ha intentado establecer, ya resulta integrante principalísima de esa pléyade de textos que forman la historiografía relacionada con el proceso independentista cubano, uno de los más hermosos, a no dudarlo, de los que forman el devenir histórico de esta Isla. Nota 1. Un análisis de tal naturaleza debería partir del texto de Jorge Ibarra Cuesta Encrucijadas de la Guerra Prolongada (2008) y continuar hasta Revolución, hegemonía y poder. Cuba 1895-1898 (2012) de Antonio Álvarez Pitaluga. Referencias Álvarez Pitaluga, A. (2012) Revolución, hegemonía y poder. Cuba 1895-1898. La Habana: Fundación Fernando Ortiz. Fernández Batista, F. E. y Domínguez Cabrera, D. (2018) «Oscar Loyola: la recreación del universo mambí». [Ensayo introductorio]. En: La nación insurrecta. Loyola Vega, O., La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, VIII. Hernández Soler, M. (comp.) (1975) Bibliografía de la Guerra Chiquita 1879-1880. La Habana: Biblioteca Nacional José Martí/ Editorial Orbe/ Instituto Cubano del Libro. Ibarra Cuesta, J. (2008) Encrucijadas de la guerra prolongada. Santiago de Cuba: Editorial Oriente. Loyola Vega, O. (2001) «Libración nacional y cambio social» En: Historia de Cuba 1492-1898. Formación y liberación de la nación. Torres-Cuevas, E. y Loyola Vega, O., La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 231-404. ______ (2018) La nación insurrecta. Ob. cit. Loyola Vega, O. y Abad, D. (2002) Historia de Cuba II. La Guerra de los Diez Años. La Habana: Editorial Félix Varela. Loyola Vega, O. y López Civeira, F. (2017) Dos miradas a Martí. La Habana: Centro de Estudios Martianos. Pérez Guzmán, F. y Sarracino, R. (1982) La Guerra Chiquita: una experiencia necesaria. La Habana: Editorial Letras Cubanas. Zambrana, A. (1969) La República de Cuba. Universidad de La Habana. , 2019