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Augusto Aguirre Morales - La justicia de Hvaina Ccapac (1918)

PQ 8497 5K ฀ VS HIZA TICI A D HVN NA- CA PAC Cuento in . caico, porR AUGUSTO AGUIRRE MORALES ILVSTRA J.D.PEÑA CIONES DE $@ xx LA JUSTICIA DE HVAINA CCAPAC Obras de AGUIRRE MORALES FLOR DF - - - ENSUEÑO . — Arequipa DEVOCIONARIO LA MEDUSA Lima Lima . — 1906. 1916 1916 . LA JUSTICIA DE HVAINA CCAPAC . PROXIMAMENTE LOS CUENTOS DE - : LA RAZA- ( lleva inclusos los anunciados Cuentos de la Noche . VILLASANTA LOS UNICOS - Novela . Crítica . EL PUEBLO DEL SOL - Novela Incaica. T -JVS VIVA D' T BU TICIA HVN NA- CA PAC CUENTO in caico , por AUGUSTO ар AD TUND AGUIRRE MORALES . ILVSTRA CIONES -DE $.J. D. PEN D. PQ8417 A5J9 A LA INMORTAL CIUDAD DEL CUZCO NIDO DE CONDORES I CUNA DE LA RAZA , DEDICO ESTAS PAGINAS VIVIDAS AL CA LOR DE SUS MUROS I EN LA SOMBRA EVOCADORA DE LAS ANGOSTAS CALLEJAS IMPERIALES EN LAS QUE VAGAN -PARA LOS OJOS QUE SABEN VER- LAS SOMBRAS DE UN PUEBLO QUE A TRAVES MUERTE DE LA VIVE UN SUEÑO ETERNO DE GLORIA MODAS . Con el airón de mis abuelos en el alma -mui mia , mui americana- i la alti vez de mi raza milenaria , planto mi tienda mi lírico pendón en los i viejos tiempos imperiales que son míos , porque palpitan gloriosos en mi recio espíritu de indio ame ricano . Estas páginas en las que he vertido mi amor por lo que es propio , por lo único fuerte i sonoro dentro del in vertebrado organismo vida nacional de nuestra , tienen más bien la dulce irresponsabilidad de la le yenda que no la severidad encan tadora de la reconstrucción , sin que por ello no sea la seriedad his tórica la escencia de su base es tructural . Como consecuencia de estas leyendas que ahora escribo , unicas en la litera tura de mi patria , vendrá sí , la reconstrucción histórica : he senta do mis reales en la suntuosa i tur bulenta historia de nuestro Impe rio desde allí , portador de un gonfalón , señal de renovaciones i literarias , trazaré para el Perú la legitima orientación demoledora de literaturas reflejas bastardas i que en nosotros son barnizamien to ridículo sobre epidermis recia tostada por cielo tropical. En tanto i mientras me acerco a esa ho definitiva , dejo abierto a los ojos europeizantes de nuestros in genuos literatos criollos , este sua ve deslumbrante miraje , único ra i digno en nuestra patria de quien ojos tiene bien templada péñola de sabio mirar las cosas bellas . i A. A. M. 1 EL LIBRO DE "LA JUSTICIA DE HVAINA CCAPAC " Lo dirige su autor a las cumbres acérri mas de la intelectualidad peruana Dn . Mariano H. Prada . Cornejo . - -- Dn . Dn . Ricardo Palma . i Ugarteche .-- Dn . rón . Manuel Gonzalez Dn . Javier Prado Francisco Garcia Calde don José S. Chocano. EPISTOLA Merced fué de incipientes épocas literarias , que los más esforzados pala dines i magníficos señores figuraran en los liminares de los libros de ingenio , dando a estos el valimiento i fama de los merecimientos de aquellos . Por no ser menos que esos varones renombrados , huélgome sobremanera de seguir en esta epístola los pasos por donde ellos fueron ; i por ende -desapa recidos en esta edad solapada i artima ñosa los fieros paladines i ardientes rraganes que tan jugosamente poblaran las primitivas edades de la literatura castellana- dirigiros este libro para que ba en gran manera le honreis con vuestros nombres , así como yo os hago presente i obseguio de mi ingenio , señalado prez para quien como vosotros sabe estimar deveras el talento . No a guisa de lisonja , que todas las apurasteis ya de mercenarias almas , van vuestros nombres en esta página , sino a título de derecho por vosotros con quistado , ya que es justo que los que habeis llegado a ser los Altos i los meros en este país de abundantes rima dores adocenados i prosadores entecos , seais asimismo los llamados al homena je de la más alta i la primera obra de ascendrado quechuismo , que delinea ya los elementos reconstructivos del Pueblo del Sol . Pri Por la forma , mismamente que en antañeros tiempos va esta carta a voso tros ; aunque difiere de aquellas epísto las en poquedades de bien sentido orgu lloi se aparta tambien de las ostentosi dades anímicas de hoi , porque no me maño al desapacible son de quienes se sienten impudícamente urgidos de ha cerse llamar i llamarse a voces " talen tos " para sentir que lo son . a Por ello va mi libro a vosotros más paladines que los que Embraçant los escudos delant los coraçones abaxan las lanzas abuestas de los pendones en los que es más fiera la leyenda que el fiero barragan ; porque vosotros , con la única sustentación del talento habeis medrado como los fuertes árboles de nuestra selva , sin atambores ni timbales i si más bien al rudo gol pe del carácter , hasta ser en la América como las cumbres de los montes Andes , que yo he de cantar en próximo libro pa ra mayor gloria de la Raza i mía . Desalmados folloncicos o eruditos cadémicos criollos sin más ideas que las del vecino se sientan hoi a la mesa inte lectual en el Perú . I aquien le sobra temperamento artístico le falta fortaleza espiritual i la serena gracia pensativa de quien sabe sentir el arte . Cuatro poetas jóvenes i tres prosadores de la generación de hoi , si no nos consuelan ni nos redimen , son al menos jugoso i abrileño descanso para el espíritu que sumido en este pais , se embrolla en un mentiroso i redomado escándalo verva a lista . de Guardeos vuestra estrella ni con una sonrisa este fomentar desborde de bellaqueria i a mí de caer en él . A. A. M. LA JUSTICIA DE HVAINA CCAPAC A I Huaronka trepaba por las del Munaysenka sin vis lumbrar todavía la cumbre del cerro , la primera trasparencia de la mañana co menzó a dibujar la evolución procesio nal de los escuadrones en la inmensa plaza del Kosco i el movimiento de la abigarrada i brillante multitud . Cuando fragosidades El pronto capitán interrumpió de su ascención ; cerró los ojos i a acérrimo largando solemne los brazos desgarra 18 dos por las asperezas del camino , mo chó mentalmente a la huaca tutelar de su pueblo , por haberle protegido duran te toda la noche en su fuga . Luego vol vió hacia su compañera : Kenti , señora destas fatigada ? La princesa le miró con la mirada fiera i arrogante de su raza : ¿ Cómo podía estar fatigada al lado suvo ? Kenti cin Huaronka volvió a enlazarle la tura i continuó la interrumpida marcha . Se cogía de las zarzas i de las salientes de las rocas . Bajo la túnica desgarrada descubríanse a cada esfuerzo para as cender los músculos poderosos . Abajo en el llano comenzaba a pre cisarse el apagado movimiento de la multitud que se desenvolvía solemne . ¡Huaronka ! -pronunció en ritmo inquieta Kenti- habremos de llegar a la cumbre antes que aclare el día i comience la fiesta . 19 -Si , es preciso estar en la cumbre que nos sorprenda tu Padre el Sol antes Kenti : hemos ascendido casi toda la noche no veo la cumbre . Yo i creo que tu Padre alarga el cerro ........ ¡ Kenti , Kenti , yo tengo miedo de tu Pa dre el Sol ; yo nunca lo moché con mi corazón ! Un supersticioso temor invadió el corazón de los fugitivos . Volvió la Nusta los ojos hacia el le vante i extendiendo por sobre el hombro de Huaronka el regordete brazo moreno , sobre el cual la noche hacía dormir el oro del brazalete las esmeraldas sumisas : , i el intenso verde musitó de raras palabras -Apupunchao , padre de mi raza : acerca la cumbre , trae la cumbre hasta nosotros .... Huaronka comenzó a marchar a sa . Las anchas narices dilatadas parecían oler guerra , respiraban violencia . Kenti por él sostenida pri que con era 20 fragil dulce carga para el guerrero que rompía en esos instantes su cautiverio , marchando a las lejanas tierras del llorado señorio que otrora , sobre sus huestes rotas su macana i musculoso i vencida , le arrebatara el Huaina Ccapac Rei del Kosco . Desde la altura , vagamente vislum brado , era como una pesadilla el movi miento de la gran plaza , en aquel ama necer de fiesta en el imperio quechua . Mil sombras se agitaban confusas en torno a los doceles de las huacas , dioses tutelares de cien pueblos conquistados , que comenzaban a llegar ya i se empla zaban en simétrico alineamiento , pre parándose a la magna fiesta del Padre de los Incas i Señor de las cosas . Se apoyaban dable los solemnes tronos al formi palacio de Pachacutec el i viejo monarca conquistador i acerbo , frente a frente del otro lienzo de la plaza , en cu ya lejanía la real mansión de Huaina Ccapac abría su pórtico grandioso , de 21 culminar por sobre sus muros re cios la gran mole del Korikancha , el Templo del Sol , que tras el palacio del Inca alzaba la soberbia de su granito jando , imperecedero , más alto que todos los mo numentos de la imperial ciudad . Angostos i culebrantes , los escua drones que bajaban de la fortaleza de situada a tiro de honda de la cumbre del Munaysenka , se desli zaban por una amplia ladera del cerro tutelar , entrando en la plaza por el cos tado del palacio de Pachacutec ; corrían por entre el palacio i los primeros tro Sacsahuaman nos i de desenvolvían en el llano . Huaronka exhaló un suspiro de sa tisfacción . Acababa de dar la vuelta a una gran roca ; i ahora , por suave cami no de tranquilo paso oculto a la ciudad , miró por fin la ansiada cumbre . El hui dor pronunció tres voces iguales hen chidas de emoción . Elevó los brazos al cielo : - Uiracocha . Viracocha , Uiracocha ! 22 en algunos instantes Permaneció actitud de clamor i reconocimiento al Ser Supremo que les salvaba i luego , con resuelto paso , marchó hacia la cum bre por la cuestecilla que se abría ante ellos . La silenciosa multitud de la plaza por instantes . Había se inmovilizaba cierta rigidez mecánica en el inmenso alineamiento de hombres i de cosas que la luz tímida del amanecer iba pintando tenuemente con los más abigarrados co lores . Algunas sombras deambulaban todavía inciertas entre la fuerte sereni dad del conjunto . Ni una voz ni un ru mor . Hasta la altura sobre la cual ca minaba la que olvidada de su estirpe huía con un prisionero , no llegó ni el ruido de las ojotas de los escuadrones en marcha . En el lechoso azul del amanecer co menzaron a marcarse primeramente los plumeros brillantes empenachados los que estuvieran guerreros de Nazca , de 23 en triple columna se alineaban tras los doceles , inmóviles i rígidos , a todo lo largo de los muros del palacio de que Pa chacutec . Limitando la inmensa planicie i mando escuadra con los soldados for de Nazca , los belicosos chinchas desenvol vían su línea de tonos menos pintores . cos que los primeros , pero de relieves fuertes i graves . Los aimaraes de tuni cas claras i dibujos geométricos conti nuaban la linea chincha , haciendo duro contraste con la severidad de ésta i ex tendiéndose hasta tocar el lejano extre mo del palacio imperial . Tres largas calles formaban los tro nos . Colocados a distancias iguales jaban entre ellos espacios amplios i de rec tangulares . En la tenue suavidad del crepúsculo que despertaba empezó a vivir el tono tibio i acariciador del plumón de finas aves de que estuvieran terciopela dos : rosaceos , azules , de azul brillante tornasol , amarillos verdes .. ..... La fres i 24 frá cura matutina soplaba agitando las giles cortinas i haciendo bailar una on dulada danza de oro a los flecos cuyo brillo comenzaba a amanecer . En el in terior las huacas permanecían sagrada mente ocultas , veladas por sacerdotes i criados que se inmovilizaban en torno a ellas . Los dos tronos centrales a cuyos lados se extendía la primera linea de dioses , lucían los más complicados ricos doceles : guardaban seguramente i las huacas de los chimús i los de Quito : la riqueza ornamental del uno i la radio sa magestad del otro así lo denunciaban . En la claridad francamente azulina del amanecer se adivinaban las suntuo sas columnas del docel del Gran Chimú , sobre el cual orfebres i alfareros habían tejido maravillas de dibujo i de relieve , cruzadas por mil paralelas que se apre en haces vermiculares sobre las columnas . Menos alegría en el color pe ro más copia de solemne i deslumbrante brillo comenzaba al florecer en el docel taban 25 de de los de Quito . Venía luego la huaca los aimaraes de tenue rosa , más allá el dios más los yos de los temidos chancas de trono fuerte i severo que gracioso , luego chumbivilcas , los fieros allkas cu sacerdotes eran más guerreros que servidores sumisos del dios tutelar . Ha cia la izquierda i seguidamente a los de Quito , se alineaban los chinchas sobre cuyo docel estallaban los más enérgicos colores , los huilcas luego , más allá los chancas , los de Cajamarca ; i así en se rie interminable quinientos pueblos con quistados . Señoreaba silencio de muerte en el extenso llano , pues hasta las pisadas de los hombres eran cautelosas i dulces . Las siluetas más próximas a los do celes tenían algo de frágil , ondulante i misterioso . Las túnicas largas de aque llas sombras marcaban suave pincelada clara en torno a las huacas i de aquella espuma viento , que flotaba a merced del suave emergían graciosamente los tro 26 nos estallando en deslumbrante nia de colores . pirotéc De pronto , en la estrecha calle que separa el Palacio de la casa de las Ac llas , frente a la recogida multitud , e mergen cuatro nobles guerreros que vie nen desde el Korikancha . Los vomita la oscura calleja , solemnes i erguidos . So bre el casco de cuero brilla tenuemente el condor imperial i fulge el oro , soño liento aún , desde los pechos i en los bra zaletes . Sus pisadas sobre la sagrada arena de la plaza son tibias i parsimo niosas . Vienen a colocarse junto a los cuatro ángulos de la Taza del Sol que en el centro mismo de la plaza permanece aun cubierta por el fino tapiz de cuychi cuychi-ylla flecado de oro . Desde la altura Huaronka extreme cido vió a los sacerdotes que en aquel instante corrían sobre la fachada del templo i , agitarse caer prosternados . Sobre la urbe del misterio pareció des cender un silencio respetuoso i hondo ; 27 i en aquel preciso momento fuertes ale tazos rompieron la quietud de la sacra ciudad : dos cóndores emergieron de lo alto del Korikancha , aturdidos dardea ron sobre el real palacio i el refu gio de las vírgenes , mientras la multitud seguía el vuelo desorientado . Demoráronse siglos algunos minutos de ansiosa ansiedad . Los Ministros en la plaza ten dieron los brazos clamorosos hacia e llas ......... ¡ gloria , gloria ! El gran pue blo respiró . Los cóndores marchaban hacia el sol . Volaban las aves sagradas a anunciar a Huaina Punchao , al joven dics que amanece , que su pueblo del Kosco le esperaba . comenzó entonces el desfile pro cesional que iniciaba la fiesta . Vino desde el lejano templo i atravesan I la Calle del Sol , la de los sua irrumpió magestuosa en muros , la plaza . La multitud se extremeció de religioso respeto . Miles de cabezas se do ves inclinaron , alargáronse los brazos more 28 nos en tenue rebrillar de piedras i de oros ; las armas en lo alto , macanas , chuquis , huaracas , simulaban formida ble bosque ......... Y apareció la guardia negra con paso reposado : la túnica os cura azotada de luz ; alto el brazo dere cho balanceaba al caminar la pesada ma cana . Tras ellos entraron en doble los ágiles taki- colla cubiertos fila sedo sas pieles de puma , cuyas fieras cabezas desbordaban desde las fauces flequería de multicolor , mientras las garras de oro , en suave abrazo , se abrochaban so bre el pecho de los divinos danzantes . Luego , en apretada fila interminable , los Tarpuntaes : la vista baja , humildes i so lemnes , la actitud duramente sacerdotal , la veste larga de extraños dibujos sobre los cuales corría el llama i la vicuña ; geras diferencias ornamentales señala ban las diversas parcialidades que li procedían la de sacra calleja , en proce sión interminable , salieron cuatrocientos de ellos i como iba llegando la columna ; de 29 a la altura de la pila sagrada custodia da por los cuatro guerreros de bronce , que en doble hilera se fué ex se abría tendiendo ante la primera linea de hua cas frente al Palacio de Huaina Ccapac i a la Calle del Sol , de donde seguía i brotando la luminosa procesión en ma gestuoso derroche de colores aun amor tiguados por las ultimas sombras de noche fugitiva . En aquel instante apareció el Puru puro . Sobre la gruesa hasta de colores violentos culebreaba sutilmente el oro i adivinábase ya el brillo de las esmeral la das ; lo coronaban grandes plumeros de rojo detonante simulando la sangrienta esplendidez del sol . A los lados plume menores le hacían graciosa corte . I la nobleza del Imperio portadora de las reales insignias de Manco I apareció en la plaza en magnificente deslumbramien ros to de piedras i metales . Sobre los dora dos llautos que sujetaban graciosamen te la melena , dos plumas que arranca 30 de la frente se agitaban airosas . Los brazaletes i las rodilleras de oro ban mostraban las cabezas de puma que ace chaban con sus ojos de brillantes pedre zuelas ; irrumpieron en la plaza solemnes i erguidos ; sus pasos sobre la arena sa grada eran tranquilos i recios . Exami naban la multitud i el ceremonial con de expertos cambiando lige ras frases en voz baja . Tras ellos i con ducido por un joven príncipe de la sar gre , venía el Tupac Huanacuy del sagra do cuerpo de Manco Ccapac : sobre la curiosidad blancura del animal detonaba un rojo tapiz i brillaba sobre la testa el alcón apareció la bri de oro . Seguidamente llante masa de los Huaca Camayoc de claras i sandalias de plata . Tras ellos las princesas servidoras del sagrado cuerpo : alba la túnica i la fina lliclla cayendo en graciosos pliegues so vestiduras bre la espalda . I entró luego en la plaza el anda de oro recamada de finísimas telas cuajadas de argentería i frágiles 31 cortinillas flecadas de oro . Dentro , en su inmovilidad de siglos , se mostraba el cuerpo de Manco I padre i fundador del imperio bajo un enorme abultamiento de plumas i colchados . La claridad ca da vez más radiosa de la mañana se agi taba sobre el oro de los vasos sagrados de que estuviera repleto el interior del docel . La grave multitud se inclinó en silencio con grandes muestras de ado ración i respeto . Con la misma magnificencia las huillcas de los antiguos reyes que en grandecieran la imperial ciudad del Kos co , fueron entrando en la plaza i ali neándose a derecha e izquierda de la sa cra pila . Los Huaca Camayoc i los Tar puntaes las rodearon solícitos preparan do los sacrificios . i ¡ Silencio ..... gran silencio temeroso hondo cavó sobre el orbe ! chao! Huaina Punchao ...... Huaina La multitud se extremeció . Pun Pasó 32 por toda ella temblor de respeto i es panto . Villac Uma acababa de aparecer en el recinto sobre su magnífica i gra anda de airosos gallardetes rojos . Gran Sacerdote en cuyo pecho bri llaba tenazmente la imagen del Sol , a ciosa El vanzaba magestuoso , gacha la fiera ca beza i los ojos de acero fijos en la mul titud . La nariz de guacamayo dábale fiereza singular i el labio inferior se es tiraba en un gran gesto desdeñoso . La mano apoyaba el largo Tupac punta metálica i se destacaba sobre los finos pañetes de la lanza el astro brillante constelado de siniestra Yauri de agudísima piedras . Cuentas i esmeraldas en raros sartales le recorrían el cuerpo i la borla amarilla de los principes caía magestuo sa i tranquila sobre su frente . Copia de servidores i sacerdotes rodeaban el do cel solemne tras el cual apareció por fin , en deslumbrante pirotecnia de colo res i de luces , el trono de Apu Punchao , el Dios Sol , padre i señor de la raza ..... it re 33 Apagado rumor corrió entre la multitud . Desde la alta cumbre del Sacsahuaman descendió una honda de admiración i respeto ; los centinelas de aquella forta leza se prosternaron poniendo en alto las armas ; desde el llano se vió abatirse las siluetas marciales de los guerreros que caminaban sobre el fuerte . Nadie osó mirar hacia las andas ; los ojos se apar taron deslumbrados . La sagrada luz que fluia de todo el docel se esparramaba en la mañana friolenta . Sobre las cuatro columnas de oro airosos gallardetes blancos de suave pluma se mecían i el condor imperial , con su clara mirada de esmeralda , abría sus alas protectoras en la base de las brillantes columnatas . ¡Apu Punchao , Señor , Señor ....... sé benigno con nosotros ! ....... Todos los corazones oraron conmovidos i ate rrados ante la grandiosa magestad del Padre Sol , que avanzó pausado hasta colocarse ante la pila sacra donde que dó inmovil frente a la multitud que per 34 manecía humilde , religiosa i callada . las colgaduras del palacio impe rial que hasta entonces había permane I se descorrieron . Nume rosos hombres de armas aparecieron so bre la real mansión de Huayna Ccapac ; cido silencioso , alineáronse , alzaron alto las armas i mudos , solemnes dejaron anvanzar an te ellos las real trompetería que embo cando las hailliy - kepas hacia la plaza , hizo ademán de entonar la marcha triun fal , sin atreverse no obstante a romper el religioso silencio de la ciudad . Un es cuadrón de la guardia real salió de pa lacio marchando hacia el centro del lla alto las flexibles lanzas rematadas en agudo punzón de oro . La abundancia de metales i la uniformidad del brillante traje de tunica corta i recia no ; llevaban en puso la nota de más vigoroso i deslum brante colorido en la plaza . Los pies de los soldados hollaban la arena con ritmo pausado i solemne . Tras ellos , con lige ras túnicas claras recamadas de plata i 35 sujeta la melena en fino llauto de argen tería , como una alborada en la alborada , aparecieron los ágiles i suaves garzones de Huailas de sedosa piel i rasgados o jos ; iban limpiando el regio camino , re cogiendo la menor brizna de paja que lo maculase . Marchaban los infantes con paso suave poseidos de jugosa i sacra alegría ; i aun la mirada de la multitud se fijaba en ellos cuando irrumpieron los Incas en triple columna , con la tranqui la insolencia de su señorío . Alto el to rax , la mirada Las tunicas fiera , poderoso el biceps de alpaca ocultaban el seve . bajo suntuosa pedrería . Sobre desde los brazos miraban vigilantes las grandes caras de los pumas ro color las rodillas i reales , que parecían brillar más que de costumbre bajo el copioso reflejo de los oros i la suave claridad de las esmeral das . principes Trescientos desfilaron hacia el centro balanceando sus tumis con el ritmo de su andar solemne ; el úl timo de ellos portaba el Suntur Pauccar , 36 la gloriosa insignia soberana sobre cuya tela irisada se trenzaba en bordados ma ravillosos la más suave fibra del plumón del korekenke , rematando en tres gallar das plumas rojas sobre las que señorea ba el imperial halcón . Inúmeros plume ros lo rodeaban i emergían de entre ellos los dos enormes champis de oro , solem nes masas , símbolo del poderío real . La Napa , la precursora del vi monarca , la cuña más alba que la nieve del Vilcanota pasó luego ; i llenan do por fin la e puerta . norme del palacio apa reció el trono real . Avanzaba de la gran can cancela oscura , triunfal como una sali da de sol , portado por los ágiles i mue 37 lles lucanas que sabían caminar con on dulación tan suave , que jamas movi alguno empañó la brusco miento tranquila magestad del Hijo del Sol . prodigaba to El oro das sus suntuosi dades en las an das i magníficas el docel mul ticolor . So bre el brillo purísimo de los tales me se destaca ba la po derosa si lueta de bronce Inca , tan parecida a la de su her mano el Uillac Uma que habríasele crei do él mismo a no diferenciarlos la vi gorosa musculatura del Emperador . del El oro de todo el docel aparecía ve 38 ri lado tenuemente bajo prolija labor de cas plumas i telas finísimas que se en roscaban muellemente sobre toda la ar quitectura del trono . Portaba el Rey en ļa diestra mano el gran cetro de oro i serpenteaba el metal en sutiles fibras so bre la túnica vaporosa regada de esme raldas . Brillaba poderoso el sol desde su pecho ; i en la frente , cogidas en el llauto fulgurante , las dos grandes plu mas imperiales de encendida púrpura le coronaban gallardamente . En torno a las andas se agrupaban las Ñustas i las Mamaconas con sus vestes blancas i azu les , de un azul de amanecer , constelado el suave i moreno cuello de esmeraldas que en sartales caian sobre los pechos túigidos . Tras ellas vino copia de ser vidores i cerando la comitiva aparecie ron los chumbivilcas . Todas las mira das se volvieron hacia los divinos bai ladores . Con sus túnicas leonadas , cogidos de la gran huasca , uno a uno desfilaron envolviendo con la enorme 39 cuerda , cular , llada . gran movimiento vermi a la multitud que permanecía ca en un Luego todo quedó inmovil . La ma ñana era una gran flor pálida en espera de un beso de luz . El Emperador , puestas sus andas ante la pila sagrada , mui cerca a las de su padre el Sol , descendió solemne . La amplia capa purpurea desbordó de sus hombros hasta rozar la arena , Se acer có al trono de su padre i lo adoró . llac Uma Ui tambien de su trono se aproximó al Inca , le reverenció i juntos se acercaron a la sacra pila don de el Sol bebería durante la fiesta , la alegre i burbujeante chicha preparada por las vírgenes de su templo , El Empera dor i1 el Sumo Sacerdote descubrieron la que descendía taza de piedra , hecho lo cual vol Ccapac a su trono mientras Huayna vió las Mamaconas , las hacedoras del licor sagrado , se aproximaron ligeras a la gran pila llevando en las sagradas ánforas re 40 Ui pletas el rubio licor de los dioses . llac Uma ayudado silen iosamente por los otros sacerdotes , levantó la delgada tapa de oro que cubría la taza i las Vír geres vertieron el acja que traían en los graciosos cántaros , mientras el Gran Sacerdote bendecía e invocaba a Uira cocha .... i los pasos sobre la discreta arena morían sin ruido . Era la inmen sa planicie un campo de sombras , una fantasía de colores i silencio . El portador del Condor sagrado se adelantó hacía el trono del Inca i mochó con gran reverencia , casi hasta tocar con las plumas del llauto los pies del Monar ca. Huayna Ccapac se puso en pié i re → cibió el ave de manos del mancebo . Mi les de ojos se volvieron hacia el trono . Terrible ansiedad comenzó a palpitar en los corazones . Uillac Uma alzó los bra zos tendiéndolos hacía el levante . Los Los brazos cla morosos trazaban invisible ruta hacia el Tarpuntaes le imitaron . 4-I sol cuyos rayos se adivinaban ya . El Emperador puso en alto al condor im primiéndole leve movimiento vigoroso : -Vé a mi Padre , vé a mi Padre que dirás sus hijos le aguardan . : le Permaneció de pié sobre la mages tuosa gloria multicolor de su trono , guiendo el vuelo del ave que comenzó a dardear espantada sobre las cabezas de la multitud . La angustia oprimió todos si los pechos . Miles de ojos perseguían anhelantes al sacro animal que comenzó de pronto a ascender en lentas espirales empequeñeciéndose por instantes . Huay na Ccapac , la vista en lo alto i la sinies tra mano sobre el pecho , fijaba mudo los grandes ojos de acero sobre el ave . Con los sacerdotes en actitud cla morosa hacia el Sol . De pronto , en rau tinuaban abiertas las gran águila sagrada voló hacia el oriente en cuya radiosa claridad se fué perdiendo . do giro , plenamente des alas magestuosas , el 42 Palpi taron con violencia los corazo nes un ins tante sus pendidos por la an gustia ; di latáronse los pechos i por sobre los labios mu clamorosa oración de dos el , humo gracias se elevó como de los sacrificios , hasta el cielo . dulce I fué i en aquel instante de emoción suprema , cuando Huaronka se detuvo presa de terrible inquietud al sentir el condor imperial pasar raudo por sobre sus cabezas . -¡Kenti ! el águila de tu padre . Ma la hora es ya para nosotros , mala ho ra Arribaban en ese momento a la an 43 siada cumbre mientras el condor se per día a lo lejos , entre los dorados rayos del Sol que fiel a sus hijos se elevaba magestuoso sobre la tierra . Kenti cayó prosternada , vencida por la sagrada emoción de la hora , fiel à la leyenda de sus dioses i su ra za : -Apupunchao Inca inti yayay .... La oración brotó como un gemido de graciosos los labios morenos ; en su voz había adoración i pena infinita por el abandono de su padre i de su patria ...... ...... Los negros ojos de Kenti lloraban . Huaronka extremecido trató de a rrancar de su éxtasis a la princesa : -Kenti , astro mío , luz de mis ojos , aprisa , bajemos al valle . marchemos sitio veo los centinelas del de Manco i los soldados de la fortaleza . Kenti , hermana mía , levanta i huyamos antes que el sol nos aprisio Desde este palacio ne por completo en su luz . Ella parecía no escuchar entrega 44 da por completo a su adoración , como presa ya por los rayos divinos del Sol . Huaronka volvió la vista hacia el Kosco verles desde el llano tambien podían i quedó deslumbrado . Sobre el suave granito de los palacios de la ciu dad sagrada , brillaban como grandes ojos inquietos los ricos metales i era la planicie sobre la cual se desenvolvía la fiesta como rica tela de mil colores empedrada de oros i de gemas . El mer rayo de sol sobre la plaza encendió pri en gloriosa epifanía los colores e hizo estallar en haces de luz las esmeraldas , las pulidas conchas , los suaves metales i la reluciente arena del llano . Miles de haces brillantes for , se entrecruzaban , mando en la lujosa multitud que ro deaba al Inca como un día más claro , cuyo sol era el gran docel glorioso que se destacaba triunfal sobre todos los demas . Puesto en pié Huayna Ccapac al re del sol , en al cibir el primer rayo pálido 45 ฀ ฀ 1. ฀ J ฀฀ . 46 to la mano que marcaba el ritmo , inició la sagrada canción triunfal al Dios del Día : -Casilla - -Casilla quispilla gimieron el i lento plumón -Casilla quispilla Punchao Inca ..... la sordina los Iniciaron el canto a , del korekenke tan suaves como : quenas ...... en son melodioso I las ……… quispilla Punchao Inca .... Su voz fué grave , lenta , salmodio sa . Uillac Uma moduló tambien : , : , , luego los sacerdotes las mamaconas incas la enorme multitud toda -Punchao Inca .... Punchao Inca .... ! , , li a . ¡ el el i Tibio acariciador como un gran canto que brotaba de to murmullo era llano Oh Sol oh Sol oh Sol do Las zampoñas negras se unieron : la . el las quenas Hasta Huaronka llegó gero rumor hormigueante de multi tud ! se el I ¡ Casilla quispilla Punchao Inca ...... sol elevaba magnífico junto 47 con la plegaria que una marea . iba creciendo como Kenti , Kenti , señora , luz mía : estamos perdidos si no huimos a prisa ! Permaneció impasible la ñusta ven cida por la sagrada emoción de la hora . Entonces la cogió el guerrero i llevando la en alto comenzó a descender ligero por el camino opuesto I . como el sol encendía la magnifi cencia de la opulenta fiesta , iba desen volviéndose la canción cada vez más so nora , desflorando la mañana en opulen de luces , de colores i de mú to derroche sicas . Comenzaron a redoblar las tinyas . Sordamente clamaban diez mil almas : -Casilla quispilla Punchao Inca .... Diez mil almas ponían su alma en Dios : Casilla quispilla Punchao Inca ..... Uillac Uma inclinó el disco de oro de la taza i los rayos amorosos del sol convergieron sobre la plancha metálica 48 fuego al suave i vaporoso algo yacía ante el tro.io , en graciosa i ágil columna de Nazca . La ondulante canción fué creciendo como una lejana tempestad que se acer ca. dando dón que ¡ Oh Sol , oh Sol padre nuestro , padre de los Incas , ! astro se elevaba ya sobre las al tas cumbres . Sonaron las hailliy -kepas , las más suaves i sonoras primera , luego radiante las más agudas i por ultimo El el sol desde lo alto del palacio del Em perador i desde las alturas del Sacsa huaman , las reales trompeterías emboca del ron hacia la plaza los clarines vi triunfo que unieron su voz clara i brante a la gran sonoridad que crecía como un torrente elevándose a los cie los , fecunda i fuerte como la humareda de los sacrificios . Hasta la altura sobre la cual cami naban los fugitivos llegó el rumor de vibrante trompetería . la 49 De ma no en ma no desde las andas reales , i en vuelto en finos paños a fin de no manchar la clara pidez lim del llegó oro , hasta Uillac Uma el esbelto vaso que una vez lleno de chicha marchó a ofrendarlo el , mis mo Gran Sacerdote al Hijo del Sol . Huayna Ccapac lo acercó parsimonioso a sus labios . Con ágil paso un mensajero de la guardia de palacio cruzaba por entre la multitud , sin dejar de reverenciar a to das las huacas i llegado por fin ante el 50 se inclinó grande parla mente i habló : su fué rápida i ex presiva . Parecía sorprendido i confuso . La cara del Gran Capitan se contrajo en Gran Capitan Manco un gesto de puma en acecho . Despidió al soldado con lento ademán i avanzó hasta el trono real . Puesta la mano bre la base del docel : -Sapan Inca gran manera . en , so dijo reverenciándole Huayna Сcapac volvió la vista cla vándola por breves instantes en su ca pitan : -Habla , respondió -Apu ......... tu mana , . hija i nuestra her Nusta Kenti , la hija del Sol , a bandonó el palacio con tu prisionero Huaronka . Les vieron descender el Mu i a estas horas deben de an dar camino del Collasuyo . naysenka El nervioso vaso de oro en manos tuvo leve temblor Huayna Ccapac . de 51 El duro entrecejo se recogió dando ex presión aun mas fiera a su fisonomía . ¿ Porqué oh padre Sol se desquiciaban así los cimientos del Imperio ? Su acti tud era rencorosa e iracunda . Se volvió hacia el sol i quedó inmovil . En torno al trono del Emperador el canto se durmió aterrado en las gargan tas . Uillac Uma se acercó a su herma no : Inca , hermano no ... -Sapan es tá delante de la multitud tan largamente pongas tus ojos en El ......... Huayna Ccapac volvió hacía Man bien que : ; co temblaban sus labios -Con tu vida me respondes de éllos Manda que les sigan mis más ágiles guaraqueros fortaleza . la de . Capitan el . la ; Calló un instante parecía meditar una tal represalia capaz de apagar tremenda ira de que se hallaba poseido Luego volvió rápido hacia sacer 52 dote : mos -Villac Uma , mañana quebrare sus cuerpos para aplacar la irrita ción de Apu Punchao . Manco se alejaba presuroso -Capitan : me da . La : respondes con tu ceremonia prosiguió . Levantó el sacerdote el tierno vi rai minapa de la fiesta más blanco que la nieve del invierno i le volvió la cabeza hacia el sol ; el animal lanzó un debil ba hasta el altar lido i avanzó el Pontífice de Apu Punchao : ficios comenzaban los sacri . Los ágiles danzarines de las pieles de puma iniciaron el taki colla ejecutan do los más hábiles trenzados en torno a la multitud . Las músicas i las voces eran ya un torrente , un himno formidable que as cendía de la gran plaza , se abria como 53 un ramillete sobre la ciudad se espa recibía sagra , en las alturas i damente la magestad del sol que mar chaba triunfal hacia el zenit . rramaba II Al co los anochecer se acercaban al Kos fugitivos custodiados por doble fila de los más hábiles guaraqueros del Hijo del Sol . Todavía en los ojos i en el espíritu de Kenti ardía la sagrada lumbre que dejara la opulenta fiesta del a No sentía ni el punzar de los frágiles pies doloridos . La blanca tú nica desgarrada mostraba el duro casti en ellos manecer . go de las zarzas sobre la fina piel more r 56 na . A Huaronka amoroso la sostenía posei Marchaban . dos del oscuro destino que les aguardaba . No pocían ignorar que la muerte les esperaba en el Kosco ; i sus miradas parecían per derse más allá de la sombra , en un ignora do repliegue de la da donde sus espíritus para siempre queda vi rían juntos , fuera de todas las ansiedades i todos los rencores humanos . Dando voz a un súbito temor , pro nunció Huaronka baja : en voz - Tal olvidarás En esta vez me Kenti . tierra ex traña nadie vela 57 rá en mi sepulcro . -Mi padre Huayna Ccapac dará servidores para mi tumba . Kenti no te olvidará , respondió la princesa . En las tu sepulcro i te lleva ré de lo en el mío depositen los siervos de mi padre . La voz de la ñusta , tranquila i sua ve acarició la dura excitación de Hua noches yo velaré que ronka . a lo alto del cerro . Ago el sol i los ojos de los prisione ros se durmieron por un instante sobre la magestuosa gloria de la imperial ciu Llegaron nizaba dad . Allá a lo lejos sobre el muro circu lar del Korikancha , Uillac Uma recogía la ultima lumbre del Sol en el gran disco de oro bruñido como una linfa . Pudieron ver los ilusos desde la altura cómo apri sionaba el Gran Sacerdote el último fue go del día para guardarlo devotamente en el templo . En torno al Pontífice ondu laban ágiles plumeros de mil colores en sangrentados por el reflejo de un tra 58 monto de fuego . En la plaza el canto que desde el medio día comenzara a descender de so noridad , terminaba ya , llegaba apenas hasta la altura como un rumor hormi gueante ; se apagaba en las gargantas cansadas i en los pechos embriagados de fiesta i de luz . El sol al ocultarse co menzó a suavizar los colores i adorme- ció la canción que se fué desvaneciendo en las tintas del crepúsculo ..... I aun gemían las quenas la sagrada cántiga : -Casilla quispilla Punchao Inca . Las gemas , las luces i los oros ago nizaban en una borrachera sangrienta . Las ailliy -kepas habían cesado . Quenas i zampoñas cantaban al redoble de las tinyas . Los taki kolla descansa ban bajo la purpurea suavidad de sus pieles los ojos de los pumas parecían adormecerse con el lento clamor de la i canción desfalleciente Un . último haz de rayos purpureos 59 coloreaba reflejamente la ciudad impe cesó el redoble de las rial . De pronto tinyas . A poco se durmieron las zampo ñas , Desde la altura vió Huaronka apa garse la fiesta que él viera prender en la mañana . En los extremos del llano cesaba el himno . Ascendió como una última i suave humareda en torno a las andas del Emperador Inca ..... . Casilla quispilla Punchao Las quenas más suaves que el plu món del korekenke , suspiraron : ...... casilla quispilla Punchao Inca .casilla quispilla Punchao Inca ........ la noche comenzó a devorar la ciudad . I Andas , tronos , vas ; en la sombra procesiones de lar se deslizaron las sombras , más silenciosas bes ........ I que las nu los dos fugitivos aprisionados por los divinos brazos de luz del Sol , mar charon en el seno de la oscura noche ha 60 cia la fortaleza de Sacsahuaman , cuyos formidables cercos de piedra se destaca ban trágicos i amenazadores , más gros que la acerada dureza del cielo en ne el que comenzaban a parpadear las trellas . es III Sobre el alto cerro a cuyos pies duerme la ciudad , la fortaleza de Sacsa huaman levanta la sobervia de sus mu grises , firme sosten del imperio ros Veinte metros más a de los Andes . bajo el antiguo palacio de Manco se ex tiende ante una plazoleta que domina el Kosco . El muro exterior del palacio , i fuerte , corre sobre un anden de metros de alto ; i en aquel muro a trechos iguales se abren angostos ni pesado dos 62 chos desde donde vigi inmó lan viles los centinelas i es : cada soldado , dentro del largo hue CO rectan gular , con alegre su indumentaria , una detonante pincelada sobre el gris uniforme i duro del grani to . Desde la altura de aquella plazo leta puede observarse la paz augus ta de la ciudad . Bajo la radiosa lum bre del sol , templos i palacios de seve gris duermen su mages piedra tuoso sueño de . Sacerdotes i no bles discurren con tranquilo paso por las calles angostas . Ninguna planta se po ra uniformidad sa sobre la arena de la plaza en cuyo 63 centro la sagrada pila permanece oculta por finísimo tapiz cuya dorada flequería destella suave radiosidad bajo la caricia ardiente del sol . Sobre la dura pesa dez de los grandes palacios , se vé co rrer a trechos la gracia ondulante de las serpientes ornamentales o destacarse las hieráticas cabezas de puma . Allí en la alta plazoleta que aun permanece desierta , se alinean clavadas en el suelo las cuatro chatas piedras del tormento . Allí , solamente ante nobles de la sangre , el traidor , el robador de la honra imperial iba a expiar trágicamen te su delito i a desagraviar la irritación del Padre Sol con el tributo de su vida . Mediaba el día cuando soldados del Kosco que descendian de la fortaleza fue ron a cuadrar la plazoleta en apretada la ; brillaron oros i plumas al sol i las al · tas lanzas de radiosa punta formaron re fi cio cuadro , firmes en la diestra mano . aquel instante viose a Uillac En ma ascender desde la ciudad . Corta co U 64 mitiva de sacerdotes le seguía . Su trono ondulaba sobre los hombros de los luca nas i devolvía tenazmente al sol sus ra yos brillantes desde las múltiples gemas i la superficie clara del oro . En gracioso ritmo las andas ascendieron hasta dete nerse en la plaza . el anden de palacio i descan sando en abundantes tapices que des bordaban a la plaza , se había colocado la silla imperial . Suave viento agitaba los vaporosos tegidos i las finas plumas Sobre que daban sombra al trono . De pronto aparecieron en la puerta de la real man sión cuatro hombres de la guardia que avanzaron con rigidez mecánica hasta colocarse tras la silla real . Salieron tras ellos los fragiles garzones de Huailas * limpiando el camino ; luego la brillante comitiva de Incas que fueron alineándo se a los lados del trono i llenando todo el largo anden ; portaba el ultimo el es tandarte del Hijo del Sol . En aquel instante rasgaron el silen 65 cio las trompetas del triun zampoñas , quenas , fo ; tinyas entonaron la solem i ne marcha i de los Empera dores en la amplia puerta se destacó la vigorosa si lueta de Huana Ccapac , marcando el duro contraste de su trágica lividez de bronce sobre la brillante túnica tan fragil i tan sua ve como la flor del texado . Con paso magestuoso i portando el pesado cetro H de oro avanzó gallardo i tomó asiento en la silla de granito abundante en oros . Villac Uma vino hacia el trono . Hizo gran reve rencia ante el anden sobre el cual Huayna Ccapac i su acompañamiento posaban . Una armonía de claras telas brotó en aquel instan 66 te de la puerta de palacio . Tras el Gran Capitan Manco que fué a colocarse a la derecha del Inca , salieron las ñustas rodeando a Kenti la divina , la traidora su sangre i de las leyes del Imperio , la de la piel de flor , más suave que la suave tela de cuychicuychi - illa , mas brillantes los ojos negros que las esme raldas de su cuello , más gallarda que su nombre . Todos los ojos se volvieron de hacia la gran delincuente . Las prince sas se detuvieron junto a la muchedum bre palaciega . Kenti parecía no ver lo que en su redor pasaba . Poseida del misterio de la muerte , miraba allá de las cosas i de los palacios de su padre , allí donde para siempre quedaría unida a su Huaronka . oscuro más Un escalofrío recorrió la multitud . Todos los ojos se volvieron hacia uno de los ángulos de la plazoleta . Solo el Em perador permaneció impasible : Huaron- . ka el terrible , el poseido de Supay aca 67 de aparecer i se adelanta por el ca mino de los soldados que viene de la for taleza . Marcha erguido entre los más ágiles guaraqueros que el día anterior le prendieran . Su actitud es tan resuel ba ta como el día en que el Ccapac Inca Huayna le arrebatara su señorío sobre sus huestes rotas i su macana vencida . Firme el gesto , el cuerpo a plomo , el mismo andar magestuoso del tiempo en que como jefe señoreara en la lejana i perdida tierra . A los ojos de los mismos Incas en cuyos regocijos i amorosas aventuras más de una vez se mezclara , apareció como nuevo i extraño el audaz i muscu loso guerrero que tan terrible hazaña cabara de realizar , Mirábanle los hom bres con gesto avieso i las ñustas lo en a contraron bello como un hijo del sol. Huaronka avanzó hasta el centro de la plaza en medio de su guardia . Sin armas , sin plumas , al sol la sobervia cabeza erguida , cuya negra melena bri 68 llaba bajo los rayos ardientes ; despoja do de sus brazaletes , sin más que la os cura i desgarrada túnica de vicuña que cubría el cuerpo vigoroso . Los sacerdotes presentaron al Pon tifice el huanaco del desagravio . El Su mo Sacerdote levantó al frágil animali llo i le volvió la cabeza hacia el sol . Los tímidos ojos de la bestezuela se ce rraron cegados por la luz : aquello era de que Apunchao aceptaba el sa crificio i daba por bueno el tormento . Los tarpuntaes rodearon al Gran Sacer dote ; entre sus manos el pequeño ani señal mal herido de muerte por la asfixia dejó caer la cabeza . A los pocos momentos el humo del sacrificio se elevaba de la gra ciosa pila de Nazca ante la cual oraban hieráticos los ministros . Uillac Uma tornó solemne a su tro Los sacerdotes se alinearon a los lados del docel . De la columne seguía ascendiendo un hilillo de humo . Cesaron las músicas . Reinó trágico no . 69 silencio . Huayna Ccapac alzó la mano i rodeado de su guardia mar chó hacia la piedra del suplicio más próxima al anden real , Por primera vez desde que saliera Huaronka a la plaza pareció Kenti extremecerse . Por sus ojos pasó una sombra de an gustia i alzó los brazos clamorosos que caer vencida por lo irreme Su'orgullo diable . ardiente de Hija del Sol enmudeció sus labios i recogió su dejó luego actitud . Antes que los soldados le tendieran en el suelo , Huaronka mochó hacia el norte , en dirección a la perdida tierra i que nunca más volvería a ver ; sin per mitir que los verdugos le cogieran , se extendió sobre la arena boca abajo e in trodujo hasta el cuello la gallarda cabe za el círculo qua a ras de tierra orada ba de un lado a otro la chata i alta pie dra cuadrangular . El círculo sobre el cual la garganta de Huaronka reposaba se abría hacia arriba en un hueco verti 70 cal que se partía en cruz , de cuyos bra zos al círculo se espaciaban apenas vein te centímetros . Descansaba el cuello moreno del orgulloso gueriero sobre el -con la faz re posando casi en tierra- salía por el la do opuesto . Despojaronle de las ojotas ; luego le tomaron de los muslos i de las tibio granitoi su cabeza rodillas cuatro hombres vigorosos i co menzaron a doblar el musculoso i recio cuerpo hacia atras , llevando los pies a la misma piedra que aprisionaba la ca beza . La multitud miraba anhelante . Los negros ojos enloquecides de Kenti se cerraron . El cuerpo del ajusticiado cediendo a la presión iba doblándose en arco . No se oía más rumor que el pro ducido por las sandalias de los verdu gos . Una sola respiración se elevaba ansiosa de todos los pechos . Los mús culos del hombre atormentado dieron de si todo lo posible sin que los pies llega sen a tocar la piedra . Entonces los sol dados pusieron los hombros bajo las ro 71 dillas del martir i empujaron reciamen te . Un violento golpe de aire se escapó de las narices dilatadas de Huaronka levantando el polvo del suelo junto a su Los soldados renovaron el empuje . musculosos brazos del supliciado se abrazaron con desesperación a la pie dra : los pies tocaban ya . De la parte opuesta dos fuertes guerreros introduje ron las manos por los brazos de la cruz i cogiendo los pies del hombre doblado faz . Los en arco , tiraron con violencia mientras los otros empujaban del lado opuesto . Huaronka detuvo a medias un quejido en que parecía querer escaparse el alma . Kenti se irguió extremecida . Los gue rreros sudaban tratando de introducir los pies en la cruz , imprimiendo la vio lencia de una elipse al cuerpo que se re sistía convulso . Huaronka exaló un gri to ronco ; un pié acaba de entrar en la . Kenti enlo ranura , luego el otro ...……… quecida atropelló per entre las ñustas i los Incas i cayó a los pies de Huayna 72 Ccapac : -¡Perdón , perdón Sapan Inca , pa padre , perdón perdón ………… .. El Emperador , la barbilla apoyada en la siniestra mano , no la miró siquie ra ; hizo un gesto i cien manos cayeron sobre Kenti volviéndola al lado de las princesas . La frágil paloma estalló en sollozos . Entretanto el violentado cuerpo de Huaronka palpitaba doloroso . Los sol dados comenzaron a empujar los pies hacia abajo , hacia la cabeza . Dos de ellos se echaron violentamente sobre las . Un grito más que rugido ronco el de un puma brotó del destrozado pecho : los pies comenzaban a descender bajo la enérgica presión . Los rodillas del ajusticiado soldados renovaron el vigoroso empuje : se desgranó un horrendo crac de huesos rotos i nervios que se arrancan . De la piedra bó un aullido que degeneró en un trémulo vagido de niño enfermo . Los pies resbalaron definitivamente ha 73 i el cuerpo que comenzaba a besar la muerte palpitaba aun dobla do en dos . Breves momentos todavía cia la cabeza a lentó aquella carne trágica i dolorosa ; despues los sol dados lo aran caron de allí i arrojaron en la pla za el gui 2. I entonces ña po des trozado sangrante i . ocurrió una espantable i nunca vista escena . Kenti embrabecida de dolor se lanza al trono , tan cerca que puede coger la sagrada veste del Rey ; su voz es ronca como un trágico clarín : -Supay , demonio , supay, mal es 74 píritu , no eres mi padre ni eres mi rei , supay ......supay!!! Sacrilego horror corrió entre la mul titud . Huayna Ccapac se alzó violento , enrojecido de emoción . La Supay , supay , no eres mi padre ! voz del Emperador vibró como una trompeta : -¡Mátala Manco , mátala ! capitan levantó su gran macana de piedra , brillaron al sol las puntas de oro i cayó violenta como un rayo sobre la cabeza de Kenti . El craneo se abrió El en mil pedazos ; pelos i cesos volaron en revuelta confusión manchando las ves tiduras imperiales ; i el cuerpo de la ñusta tinto en sangre , cayó misterioso del anden a la plaza rodando cerca de la piedra fatal con los brazos tendidos hacia los restos informes del amante ...... La multitud comenzó a disolverse . Bajó ha ia el Kosco brillante i gracioso el trono de Uillac Uma . Huayna Cca pac despidió a los Incas ; desaparecie 75 ron las princesas , los escuadrones desfi laron i el Emperador seguido de Manco penetró a palacio i marchó a encerrarse en la fortaleza . Los dos cadáveres que daron solos en la plaza . El sol brilla ba . IV Más negra que el ala de los cóndo res , la noche lo envolvía todo . La fortaleza más dura que la noche velaba en el alto cerro con la trágica du reza de sus recios cercos . La Ciudad Sagrada dormía . Una sombra magestuosa i pensati va en cuya frente gallardeaban dos gran des plumas erguidas , emergió de pronto lo alto del fuerte , hacia el lado del Kosco . Trágicos augurios pesaban so en 78 bre la amada ciudad Otra sombra . ... se acercó a la primera gran i la mocho con reverencia . -Sapan Inca ........ señor , que tie nes que estas pensativo La sombra magestuosa se inclinó inquieta sobre . ? le . el -¿Qué compañero fuerte muro de piedra preguntó su ves señor , el Veo que por la primera vez veo respondió en las tinieblas Manco . Emperador Las dos sombras a Una suave estrellita cemenzó en la altura . llar la permanecieron . calladas . i la ? —-I qué ves señor plaza los ojos de -Veo sobre ñusta de Huaronka bri Este libro comenzó a imprimirse antes la América perdiera , en don Ma nuel Gonzáles Prada , esa cumbre altísima de recia contextura moral . Nunca , mientras vivió , solicité de el - co mo de nadie - complacientes alabanzas para de que mis obras . Su nombre en el liminar de mi libro sigue siendo uno de los más merecidos ho menajes que haya rendido en mi vida par ca siempre en homenajes . Si el viviera , esta laudatoria -no obstan te ser justa - no la habría escrito . para evi suya de una alabanza tar la recompensa que todos los nuevos escritores de mi pa tria mendigaron afanosamente . Queda así tambien esplicado porqué mis obras no llevan el hoi inevitablecapítu lo de loas al final . Aunque si yo las pidiese -- !Oh Mi guel de Cervantes ! dos o tres oficiales amigos , yo sé que me las darian i tales que no las igualasen .... " -a BIBLIOTECA HISPANO AMERICANA VALENCIA Publicará las obras más selectas de autores americanos . Tip. Lit. Hispano Americana - Valenc CIRCULATION 198 Main Stack RETURN TO : LOAN PERIOD Home Use 1 2 4 5 ALL BOOKS MAY BE RECALLED AF Renewals and Recharges may be made 4 da Books may be renewed by calling 642-3405 DUE AS STAMPED BELOW MAR 15 . . 2002 UNIVERSITY OF Berkeley