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8497
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VS
HIZA
TICI A D
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NA- CA
PAC
Cuento in .
caico, porR
AUGUSTO
AGUIRRE
MORALES
ILVSTRA
J.D.PEÑA
CIONES
DE $@
xx
LA JUSTICIA DE HVAINA CCAPAC
Obras de AGUIRRE MORALES
FLOR
DF
- - -
ENSUEÑO . — Arequipa
DEVOCIONARIO
LA MEDUSA
Lima
Lima
.
— 1906.
1916
1916 .
LA JUSTICIA DE HVAINA CCAPAC .
PROXIMAMENTE
LOS CUENTOS DE
-
:
LA RAZA-
( lleva
inclusos los anunciados Cuentos de la Noche .
VILLASANTA
LOS UNICOS
-
Novela .
Crítica .
EL PUEBLO DEL SOL
-
Novela Incaica.
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VIVA
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A5J9
A
LA
INMORTAL
CIUDAD
DEL CUZCO
NIDO DE CONDORES
I
CUNA DE LA
RAZA ,
DEDICO ESTAS PAGINAS VIVIDAS AL
CA
LOR DE SUS MUROS I EN LA SOMBRA
EVOCADORA
DE LAS ANGOSTAS
CALLEJAS IMPERIALES
EN LAS QUE VAGAN -PARA LOS OJOS QUE
SABEN
VER- LAS SOMBRAS DE UN
PUEBLO QUE A TRAVES
MUERTE
DE LA
VIVE UN SUEÑO
ETERNO DE GLORIA
MODAS
.
Con el airón de
mis abuelos en el alma
-mui mia , mui americana- i la alti
vez de mi raza milenaria , planto
mi tienda mi lírico pendón en los
i
viejos tiempos imperiales que son
míos , porque palpitan gloriosos
en mi recio espíritu de indio ame
ricano .
Estas páginas en las que he vertido mi
amor por lo que es propio , por lo
único fuerte i sonoro dentro del in
vertebrado
organismo
vida nacional
de nuestra
, tienen más bien la
dulce irresponsabilidad
de la le
yenda que no la severidad encan
tadora de la reconstrucción , sin
que por ello no sea la seriedad his
tórica la escencia de su base es
tructural .
Como consecuencia
de estas leyendas que
ahora escribo , unicas en la litera
tura de mi patria , vendrá sí , la
reconstrucción histórica : he senta
do mis reales en la suntuosa
i tur
bulenta historia de nuestro Impe
rio
desde allí , portador de un
gonfalón , señal de renovaciones
i
literarias , trazaré para
el
Perú la
legitima orientación demoledora de
literaturas reflejas
bastardas
i
que en nosotros son barnizamien
to ridículo sobre epidermis recia
tostada por cielo tropical.
En tanto
i mientras
me acerco a esa
ho
definitiva , dejo abierto a los
ojos europeizantes de nuestros in
genuos literatos criollos , este sua
ve
deslumbrante miraje , único
ra
i
digno
en nuestra patria de quien
ojos
tiene bien templada péñola
de sabio mirar las cosas bellas .
i
A. A. M.
1
EL LIBRO DE
"LA JUSTICIA
DE
HVAINA CCAPAC "
Lo dirige su autor a las cumbres acérri
mas de la intelectualidad
peruana
Dn . Mariano H.
Prada .
Cornejo .
-
--
Dn .
Dn . Ricardo Palma .
i Ugarteche .-- Dn .
rón .
Manuel
Gonzalez
Dn . Javier Prado
Francisco Garcia Calde
don José S. Chocano.
EPISTOLA
Merced fué de incipientes épocas
literarias , que los más esforzados pala
dines i magníficos señores figuraran en
los liminares de los libros de ingenio ,
dando a estos el valimiento i fama de
los merecimientos de aquellos .
Por no ser menos que esos varones
renombrados , huélgome sobremanera de
seguir en esta epístola los pasos por
donde ellos fueron ; i por ende -desapa
recidos en esta edad solapada i artima
ñosa los fieros paladines i ardientes
rraganes que tan jugosamente poblaran
las primitivas edades de la literatura
castellana- dirigiros este libro para que
ba
en gran manera le honreis con vuestros
nombres , así como yo os hago presente
i obseguio de mi ingenio , señalado prez
para quien como vosotros sabe estimar
deveras el talento .
No a guisa de lisonja , que todas las
apurasteis ya de mercenarias almas , van
vuestros nombres en esta página , sino
a título de derecho por vosotros con
quistado , ya que es justo que los que
habeis llegado a ser los Altos i los
meros en este país de abundantes rima
dores adocenados i prosadores entecos ,
seais asimismo los llamados al homena
je de la más alta i la primera obra de
ascendrado quechuismo , que delinea ya
los elementos reconstructivos del Pueblo
del Sol .
Pri
Por la forma , mismamente que en
antañeros tiempos va esta carta a voso
tros ; aunque difiere de aquellas epísto
las en poquedades de bien sentido orgu
lloi se aparta tambien de las ostentosi
dades anímicas de hoi , porque no me
maño al desapacible son de quienes se
sienten impudícamente urgidos de ha
cerse llamar i llamarse a voces " talen
tos " para sentir que lo son .
a
Por ello va mi libro a vosotros más
paladines que los que
Embraçant los escudos delant los coraçones
abaxan las lanzas abuestas de los pendones
en los que es más fiera la leyenda
que el fiero barragan ; porque vosotros ,
con la única sustentación del talento
habeis
medrado
como
los fuertes
árboles de nuestra selva , sin atambores
ni timbales i si más bien al rudo gol
pe del carácter , hasta ser en la América
como las cumbres de los montes Andes ,
que yo he de cantar en próximo libro pa
ra mayor gloria de la Raza i mía .
Desalmados folloncicos o eruditos
cadémicos criollos sin más ideas que las
del vecino se sientan hoi a la mesa inte
lectual en el Perú . I aquien le sobra
temperamento artístico le falta fortaleza
espiritual i la serena gracia pensativa
de quien sabe sentir el arte . Cuatro
poetas jóvenes i tres prosadores de la
generación de hoi , si no nos consuelan
ni nos redimen , son al menos jugoso i
abrileño descanso para el espíritu que
sumido en este pais , se embrolla en un
mentiroso i redomado escándalo verva
a
lista .
de
Guardeos
vuestra estrella
ni con una sonrisa este
fomentar
desborde de bellaqueria i a mí de caer
en él .
A. A. M.
LA JUSTICIA DE HVAINA CCAPAC
A
I
Huaronka trepaba por las
del Munaysenka sin vis
lumbrar todavía la cumbre del cerro , la
primera trasparencia
de la mañana co
menzó a dibujar la evolución procesio
nal de los escuadrones en la inmensa
plaza del Kosco i el movimiento de la
abigarrada i brillante multitud .
Cuando
fragosidades
El
pronto
capitán interrumpió de
su ascención ; cerró los ojos i a
acérrimo
largando
solemne los brazos
desgarra
18
dos por las asperezas del camino , mo
chó mentalmente a la huaca tutelar de
su pueblo , por haberle protegido duran
te toda la noche en su fuga . Luego vol
vió hacia su compañera :
Kenti , señora destas fatigada ?
La princesa le miró con la mirada
fiera i arrogante de su raza :
¿ Cómo podía estar fatigada
al lado suvo ?
Kenti
cin
Huaronka volvió a enlazarle la
tura i continuó la interrumpida marcha .
Se cogía de las zarzas i de las salientes
de las rocas . Bajo la túnica desgarrada
descubríanse a cada esfuerzo para as
cender los músculos poderosos .
Abajo en el llano comenzaba a pre
cisarse el apagado movimiento de la
multitud que se desenvolvía
solemne .
¡Huaronka
!
-pronunció
en ritmo
inquieta
Kenti- habremos de llegar a la cumbre
antes que aclare el día i comience la
fiesta .
19
-Si ,
es preciso estar en la cumbre
que
nos sorprenda tu Padre el Sol
antes
Kenti : hemos ascendido casi
toda la noche
no veo la cumbre . Yo
i
creo que tu Padre alarga el cerro ........
¡ Kenti , Kenti , yo tengo miedo de tu Pa
dre el Sol ; yo nunca lo moché con mi
corazón !
Un
supersticioso
temor invadió el
corazón de los fugitivos .
Volvió la Nusta los ojos hacia el le
vante i extendiendo por sobre el hombro
de Huaronka el regordete brazo moreno ,
sobre el cual la noche hacía dormir el
oro del brazalete
las esmeraldas
sumisas :
,
i el intenso verde
musitó
de
raras palabras
-Apupunchao , padre de mi raza :
acerca la cumbre , trae la cumbre hasta
nosotros ....
Huaronka comenzó a marchar a
sa . Las anchas narices dilatadas
parecían oler
guerra , respiraban
violencia . Kenti por él sostenida
pri
que
con
era
20
fragil
dulce carga para el guerrero
que rompía en esos instantes
su cautiverio , marchando a las lejanas
tierras del llorado señorio que otrora ,
sobre sus huestes rotas
su macana
i
musculoso
i
vencida , le arrebatara el Huaina Ccapac
Rei del Kosco .
Desde la altura , vagamente vislum
brado , era como una pesadilla el movi
miento de la gran plaza , en aquel ama
necer de fiesta en el imperio quechua .
Mil sombras se agitaban confusas en
torno a los doceles de las huacas , dioses
tutelares de cien pueblos conquistados ,
que comenzaban a llegar ya i se empla
zaban en simétrico alineamiento , pre
parándose a la magna fiesta del Padre
de
los Incas i Señor de las cosas . Se
apoyaban
dable
los solemnes tronos al formi
palacio de Pachacutec el
i viejo
monarca conquistador i acerbo , frente a
frente del otro lienzo de la plaza , en cu
ya lejanía la real mansión de Huaina
Ccapac
abría
su
pórtico grandioso
,
de
21
culminar por sobre sus muros re
cios la gran mole del Korikancha , el
Templo del Sol , que tras el palacio del
Inca alzaba la soberbia de su granito
jando
,
imperecedero , más alto que todos los mo
numentos de la imperial ciudad .
Angostos i culebrantes , los escua
drones que bajaban de la fortaleza de
situada a tiro de honda
de la cumbre del Munaysenka , se desli
zaban por una amplia ladera del cerro
tutelar , entrando en la plaza por el cos
tado del palacio de Pachacutec ; corrían
por entre el palacio i los primeros tro
Sacsahuaman
nos
i
de desenvolvían
en el llano .
Huaronka exhaló un suspiro de sa
tisfacción . Acababa de dar la vuelta a
una gran roca ; i ahora , por suave cami
no de tranquilo paso oculto a la ciudad ,
miró por fin la ansiada cumbre . El hui
dor pronunció tres voces iguales hen
chidas de emoción . Elevó los brazos al
cielo :
-
Uiracocha
.
Viracocha
,
Uiracocha !
22
en
algunos instantes
Permaneció
actitud de clamor i reconocimiento
al
Ser Supremo que les salvaba i luego ,
con resuelto paso , marchó hacia la cum
bre por la cuestecilla que se abría ante
ellos .
La silenciosa multitud de la plaza
por instantes . Había
se inmovilizaba
cierta rigidez mecánica en el inmenso
alineamiento de hombres i de cosas que
la luz tímida del amanecer iba pintando
tenuemente con los más abigarrados co
lores . Algunas sombras deambulaban
todavía inciertas entre la fuerte sereni
dad del conjunto . Ni una voz ni un ru
mor . Hasta la altura sobre la cual ca
minaba la que olvidada de su estirpe
huía con un prisionero , no llegó ni el
ruido de las ojotas de los escuadrones
en marcha .
En
el lechoso azul del amanecer co
menzaron a marcarse primeramente los
plumeros
brillantes
empenachados
los
que estuvieran
guerreros de Nazca ,
de
23
en triple columna se alineaban tras
los doceles , inmóviles i rígidos , a todo
lo largo de los muros del palacio de
que
Pa
chacutec .
Limitando la inmensa planicie i
mando
escuadra
con los
soldados
for
de
Nazca , los belicosos chinchas desenvol
vían su línea de tonos menos pintores .
cos que los primeros , pero de relieves
fuertes i graves . Los aimaraes de tuni
cas claras i dibujos geométricos conti
nuaban la linea chincha , haciendo duro
contraste con la severidad de ésta i ex
tendiéndose hasta tocar el lejano extre
mo del palacio imperial .
Tres largas calles formaban los tro
nos . Colocados a distancias iguales
jaban entre ellos espacios amplios i
de
rec
tangulares . En la tenue suavidad del
crepúsculo que despertaba empezó a vivir
el tono tibio i acariciador del plumón de
finas aves de que estuvieran terciopela
dos : rosaceos , azules , de azul brillante
tornasol
,
amarillos verdes ..
..... La fres
i
24
frá
cura matutina soplaba agitando las
giles cortinas i haciendo bailar una on
dulada danza de oro a los flecos cuyo
brillo comenzaba a amanecer . En el
in
terior las huacas permanecían sagrada
mente ocultas , veladas por sacerdotes i
criados que se inmovilizaban en torno a
ellas . Los dos tronos centrales a cuyos
lados se extendía la primera linea de
dioses , lucían los más complicados
ricos
doceles :
guardaban
seguramente
i
las huacas de los chimús i los de Quito :
la riqueza ornamental del uno i la radio
sa magestad del otro así lo denunciaban .
En la claridad francamente azulina
del amanecer se adivinaban las suntuo
sas columnas del docel del Gran Chimú ,
sobre el cual orfebres i alfareros habían
tejido maravillas de dibujo i de relieve ,
cruzadas por mil paralelas que se apre
en haces vermiculares sobre las
columnas . Menos alegría en el color pe
ro más copia de solemne i deslumbrante
brillo comenzaba al florecer en el docel
taban
25
de
de
los de Quito . Venía luego la huaca
los aimaraes de tenue rosa , más allá
el dios
más
los
yos
de los temidos
chancas
de trono
fuerte i severo que gracioso , luego
chumbivilcas , los fieros allkas cu
sacerdotes eran más guerreros que
servidores sumisos del dios tutelar . Ha
cia la izquierda i seguidamente a los de
Quito , se alineaban los chinchas sobre
cuyo docel estallaban los más enérgicos
colores , los huilcas luego , más allá los
chancas , los de Cajamarca ; i así en se
rie interminable quinientos pueblos con
quistados .
Señoreaba silencio de muerte en el
extenso llano , pues hasta las pisadas de
los hombres eran cautelosas i dulces .
Las siluetas más próximas a los do
celes tenían algo de frágil , ondulante i
misterioso . Las túnicas largas de aque
llas sombras marcaban suave pincelada
clara en torno a las huacas i de aquella
espuma
viento
,
que flotaba a merced del suave
emergían graciosamente los tro
26
nos estallando en deslumbrante
nia de colores .
pirotéc
De pronto , en la estrecha calle que
separa el Palacio de la casa de las Ac
llas , frente a la recogida multitud , e
mergen cuatro nobles guerreros que vie
nen desde el Korikancha . Los vomita la
oscura calleja , solemnes i erguidos . So
bre el casco de cuero brilla tenuemente
el condor imperial i fulge el oro , soño
liento aún , desde los pechos i en los bra
zaletes . Sus pisadas sobre la sagrada
arena de la plaza son tibias i parsimo
niosas . Vienen a colocarse junto a los
cuatro ángulos de la Taza del Sol que en
el centro mismo de la plaza permanece
aun cubierta por el fino tapiz de cuychi
cuychi-ylla flecado de oro .
Desde la altura Huaronka
extreme
cido vió a los sacerdotes que en aquel
instante corrían sobre la fachada del
templo
i
, agitarse
caer prosternados .
Sobre la urbe del misterio pareció des
cender un silencio respetuoso i hondo ;
27
i en aquel preciso momento fuertes ale
tazos rompieron la quietud de la sacra
ciudad : dos cóndores emergieron de lo
alto del Korikancha , aturdidos dardea
ron sobre el real palacio i el refu
gio de las vírgenes , mientras la multitud
seguía el vuelo desorientado .
Demoráronse siglos algunos minutos de
ansiosa
ansiedad . Los Ministros en la plaza ten
dieron los brazos clamorosos hacia e
llas ......... ¡ gloria , gloria ! El gran pue
blo respiró . Los cóndores marchaban
hacia el sol . Volaban las aves sagradas
a anunciar a Huaina Punchao , al joven
dics que amanece , que su pueblo del
Kosco le esperaba .
comenzó entonces el desfile pro
cesional que iniciaba la fiesta . Vino
desde el lejano templo i atravesan
I
la
Calle
del Sol , la de los sua
irrumpió magestuosa en
muros ,
la plaza . La multitud se extremeció de
religioso respeto . Miles de cabezas se
do
ves
inclinaron , alargáronse
los brazos more
28
nos en tenue rebrillar de piedras
i de
oros ; las armas en lo alto ,
macanas ,
chuquis , huaracas , simulaban formida
ble bosque ......... Y apareció la guardia
negra con paso reposado : la túnica os
cura azotada de luz ; alto el brazo dere
cho balanceaba al caminar la pesada
ma
cana .
Tras
ellos
entraron en doble
los ágiles taki- colla cubiertos
fila
sedo
sas pieles de puma , cuyas fieras cabezas
desbordaban desde las fauces flequería
de
multicolor ,
mientras las
garras
de
oro , en suave abrazo , se abrochaban so
bre el pecho de los divinos danzantes .
Luego , en apretada fila interminable , los
Tarpuntaes : la vista baja , humildes i so
lemnes , la actitud duramente sacerdotal ,
la veste larga de extraños dibujos sobre
los cuales corría el llama i la vicuña ;
geras diferencias ornamentales señala
ban las diversas parcialidades
que
li
procedían
la
de
sacra calleja , en proce
sión interminable , salieron cuatrocientos
de ellos i como iba llegando la
columna
;
de
29
a
la
altura de la pila
sagrada custodia
da por los cuatro guerreros
de bronce ,
que
en doble hilera
se fué ex
se abría
tendiendo ante la primera linea de hua
cas frente al Palacio de Huaina Ccapac
i a la Calle del Sol , de donde seguía
i
brotando la luminosa procesión en ma
gestuoso derroche de colores aun amor
tiguados por las ultimas sombras de
noche fugitiva .
En aquel instante apareció el Puru
puro . Sobre la gruesa hasta de colores
violentos culebreaba sutilmente el oro i
adivinábase ya el brillo de las esmeral
la
das ;
lo
coronaban grandes plumeros de
rojo detonante simulando la sangrienta
esplendidez del sol . A los lados plume
menores le hacían graciosa corte .
I la nobleza del Imperio portadora de las
reales insignias de Manco I apareció en
la plaza en magnificente deslumbramien
ros
to
de piedras
i
metales . Sobre los dora
dos llautos que sujetaban graciosamen
te la melena , dos plumas que arranca
30
de la frente se agitaban airosas .
Los brazaletes i las rodilleras de oro
ban
mostraban las cabezas de puma que ace
chaban con sus ojos de brillantes pedre
zuelas ; irrumpieron en la plaza solemnes
i erguidos ; sus pasos sobre la arena sa
grada eran tranquilos i recios . Exami
naban la multitud i el ceremonial con
de expertos cambiando lige
ras frases en voz baja . Tras ellos i con
ducido por un joven príncipe de la sar
gre , venía el Tupac Huanacuy del sagra
do cuerpo de Manco Ccapac : sobre la
curiosidad
blancura del animal detonaba un rojo
tapiz i brillaba sobre la testa el alcón
apareció la bri
de oro . Seguidamente
llante
masa de los Huaca Camayoc
de
claras i sandalias de plata .
Tras ellos las princesas servidoras del
sagrado cuerpo : alba la túnica i la fina
lliclla cayendo en graciosos pliegues so
vestiduras
bre la espalda . I entró luego en la plaza
el anda de oro recamada de finísimas
telas cuajadas de argentería i frágiles
31
cortinillas flecadas de oro . Dentro , en
su inmovilidad de siglos , se mostraba el
cuerpo de Manco I padre i fundador del
imperio bajo un enorme abultamiento
de plumas i colchados . La claridad ca
da vez más radiosa de la mañana se agi
taba sobre el oro de los vasos sagrados
de que estuviera repleto el interior del
docel . La grave multitud se inclinó en
silencio con grandes muestras de ado
ración i respeto .
Con la misma magnificencia
las
huillcas de los antiguos reyes que en
grandecieran la imperial ciudad del Kos
co , fueron entrando en la plaza i ali
neándose a derecha e izquierda de la sa
cra pila . Los Huaca Camayoc i los Tar
puntaes las rodearon solícitos preparan
do los sacrificios .
i
¡ Silencio ..... gran silencio temeroso
hondo cavó sobre el orbe !
chao!
Huaina Punchao ...... Huaina
La
multitud se extremeció
.
Pun
Pasó
32
por toda ella temblor de respeto i es
panto . Villac Uma acababa de aparecer
en el recinto sobre su magnífica i gra
anda de airosos gallardetes rojos .
Gran Sacerdote en cuyo pecho bri
llaba tenazmente la imagen del Sol , a
ciosa
El
vanzaba
magestuoso
,
gacha la fiera
ca
beza i los ojos de acero fijos en la mul
titud . La nariz de guacamayo dábale
fiereza singular i el labio inferior se es
tiraba en un gran gesto desdeñoso . La
mano apoyaba el largo Tupac
punta metálica i se
destacaba sobre los finos pañetes de la
lanza el astro brillante constelado de
siniestra
Yauri
de agudísima
piedras . Cuentas i esmeraldas en raros
sartales le recorrían el cuerpo i la borla
amarilla de los principes caía magestuo
sa i tranquila sobre su frente . Copia de
servidores i sacerdotes rodeaban el do
cel solemne tras el cual apareció por
fin , en deslumbrante pirotecnia de colo
res i de luces , el trono de Apu Punchao ,
el Dios Sol , padre i señor de la raza .....
it
re
33
Apagado rumor corrió
entre la multitud .
Desde la alta cumbre del
Sacsahuaman
descendió una honda de
admiración i
respeto ; los centinelas
de aquella forta
leza se prosternaron poniendo
en alto las
armas ; desde el llano se vió
abatirse las
siluetas marciales de
los guerreros que
caminaban sobre el fuerte .
Nadie osó
mirar hacia las andas ;
los ojos se apar
taron deslumbrados . La sagrada
luz que
fluia de todo el docel se
esparramaba en
la mañana friolenta .
Sobre las cuatro
columnas
de
oro airosos gallardetes
blancos de suave pluma
se mecían i el
condor imperial , con su
clara mirada de
esmeralda , abría sus alas
protectoras en
la base de las
brillantes columnatas .
¡Apu Punchao , Señor , Señor
.......
sé benigno con
nosotros ! ....... Todos
los corazones oraron
conmovidos i ate
rrados ante la grandiosa
magestad del
Padre Sol , que avanzó pausado
hasta
colocarse ante la pila
sacra donde que
dó inmovil frente
a la multitud que per
34
manecía humilde , religiosa i callada .
las colgaduras del palacio impe
rial que hasta entonces había permane
I
se descorrieron . Nume
rosos hombres de armas aparecieron so
bre la real mansión de Huayna Ccapac ;
cido silencioso
,
alineáronse , alzaron alto las armas i
mudos , solemnes dejaron anvanzar an
te ellos las real trompetería que embo
cando las hailliy - kepas hacia la plaza ,
hizo ademán de entonar la marcha triun
fal , sin atreverse no obstante a romper
el religioso silencio de la ciudad . Un es
cuadrón de la guardia real salió de pa
lacio marchando hacia el centro del
lla
alto las flexibles lanzas
rematadas en agudo punzón de oro . La
abundancia de metales i la uniformidad
del brillante traje de tunica corta i recia
no ; llevaban
en
puso la nota de más vigoroso i deslum
brante colorido en la plaza . Los pies de
los soldados hollaban la arena con ritmo
pausado i solemne . Tras ellos , con lige
ras túnicas claras recamadas de plata i
35
sujeta la melena en fino llauto de argen
tería , como una alborada en la alborada ,
aparecieron los ágiles i suaves garzones
de Huailas de sedosa piel i rasgados o
jos ; iban limpiando el regio camino , re
cogiendo la menor brizna de paja que lo
maculase . Marchaban los infantes con
paso suave poseidos de jugosa i sacra
alegría ; i aun la mirada de la multitud
se fijaba en ellos cuando irrumpieron los
Incas en triple columna , con la tranqui
la insolencia de su señorío . Alto el to
rax , la mirada
Las tunicas
fiera , poderoso el biceps
de alpaca ocultaban el seve
.
bajo suntuosa pedrería . Sobre
desde los brazos miraban
vigilantes las grandes caras de los pumas
ro color
las rodillas i
reales , que parecían brillar más que de
costumbre bajo el copioso reflejo de los
oros i la suave claridad de las esmeral
das .
principes
Trescientos
desfilaron
hacia el centro balanceando sus tumis
con el ritmo de su andar solemne ; el úl
timo de ellos portaba el Suntur Pauccar ,
36
la gloriosa insignia soberana sobre cuya
tela irisada se trenzaba en bordados ma
ravillosos
la más suave fibra del plumón
del korekenke , rematando en tres gallar
das plumas rojas sobre las que señorea
ba el imperial halcón . Inúmeros plume
ros lo rodeaban i emergían de entre ellos
los dos enormes champis de oro , solem
nes masas , símbolo del poderío real .
La
Napa
,
la precursora del
vi
monarca , la
cuña más alba
que la nieve del
Vilcanota pasó
luego ;
i
llenan
do por fin la
e
puerta .
norme
del palacio apa
reció
el trono
real .
Avanzaba
de la gran can
cancela oscura , triunfal como una sali
da de sol , portado por los ágiles i mue
37
lles lucanas que sabían caminar con on
dulación tan suave , que jamas movi
alguno
empañó la
brusco
miento
tranquila
magestad
del Hijo del Sol .
prodigaba to
El oro
das sus suntuosi
dades en las an
das
i
magníficas
el docel mul
ticolor .
So
bre el brillo
purísimo de
los
tales
me
se
destaca
ba la po
derosa si
lueta
de
bronce
Inca , tan parecida a la de su her
mano el Uillac Uma que habríasele crei
do él mismo a no diferenciarlos la vi
gorosa musculatura del Emperador .
del
El
oro de todo el docel aparecía ve
38
ri
lado tenuemente bajo prolija labor de
cas plumas i telas finísimas que se en
roscaban muellemente sobre toda la ar
quitectura del trono . Portaba el Rey en
ļa diestra mano el gran cetro de oro i
serpenteaba el metal en sutiles fibras so
bre la túnica vaporosa regada de esme
raldas . Brillaba poderoso el sol desde
su pecho ; i en la frente , cogidas en el
llauto fulgurante , las dos grandes plu
mas imperiales de encendida púrpura le
coronaban gallardamente . En torno a
las andas se agrupaban las Ñustas i las
Mamaconas con sus vestes blancas i azu
les , de un azul de amanecer , constelado
el suave i moreno cuello de esmeraldas
que en sartales caian sobre los pechos
túigidos . Tras ellas vino copia de ser
vidores i cerando la comitiva aparecie
ron los chumbivilcas . Todas las mira
das se volvieron hacia los divinos bai
ladores . Con sus túnicas leonadas ,
cogidos de la gran huasca , uno a uno
desfilaron envolviendo
con la enorme
39
cuerda ,
cular ,
llada
.
gran movimiento vermi
a la multitud que permanecía ca
en un
Luego todo quedó inmovil . La ma
ñana era una gran flor pálida en espera
de un beso de luz .
El
Emperador , puestas sus andas
ante la pila sagrada , mui cerca a las de
su padre el Sol , descendió solemne . La
amplia capa purpurea desbordó de sus
hombros hasta rozar la arena , Se acer
có al trono de su padre i lo adoró .
llac Uma
Ui
tambien de su
trono se aproximó al Inca , le reverenció
i juntos se acercaron a la sacra pila don
de el Sol bebería durante la fiesta , la
alegre i burbujeante chicha preparada por
las vírgenes de su templo , El Empera
dor i1 el Sumo Sacerdote descubrieron la
que descendía
taza de piedra , hecho lo cual vol
Ccapac a su trono mientras
Huayna
vió
las Mamaconas , las hacedoras del licor
sagrado , se aproximaron ligeras a la
gran
pila llevando
en las sagradas ánforas re
40
Ui
pletas el rubio licor de los dioses .
llac Uma ayudado silen iosamente por
los otros sacerdotes , levantó la delgada
tapa de oro que cubría la taza i las Vír
geres vertieron el acja que traían en los
graciosos cántaros , mientras el Gran
Sacerdote bendecía e invocaba a Uira
cocha ....
i los pasos sobre la discreta
arena morían sin ruido . Era la inmen
sa planicie un campo de sombras , una
fantasía de colores i silencio .
El portador del Condor sagrado se
adelantó hacía el trono del Inca i mochó
con gran reverencia , casi hasta tocar con
las plumas del llauto los pies del Monar
ca. Huayna Ccapac se puso en pié i re →
cibió el ave de manos del mancebo . Mi
les de ojos se volvieron hacia el trono .
Terrible ansiedad comenzó a palpitar en
los corazones . Uillac Uma alzó los bra
zos tendiéndolos
hacía el levante .
Los
Los brazos cla
morosos trazaban invisible ruta hacia el
Tarpuntaes
le imitaron .
4-I
sol cuyos rayos se adivinaban ya . El
Emperador puso en alto al condor im
primiéndole leve movimiento vigoroso :
-Vé a
mi Padre , vé a mi Padre
que
dirás
sus hijos le aguardan .
:
le
Permaneció de pié sobre la mages
tuosa gloria multicolor de su trono ,
guiendo el vuelo del ave que comenzó a
dardear espantada sobre las cabezas de
la multitud . La angustia oprimió todos
si
los pechos . Miles
de ojos perseguían
anhelantes al sacro animal que comenzó
de pronto a ascender en lentas espirales
empequeñeciéndose por instantes . Huay
na Ccapac , la vista en lo alto i la sinies
tra mano sobre el pecho , fijaba mudo los
grandes ojos de acero sobre el ave . Con
los sacerdotes en actitud cla
morosa hacia el Sol . De pronto , en rau
tinuaban
abiertas las gran
águila sagrada
voló hacia el oriente en cuya radiosa
claridad se fué perdiendo .
do giro , plenamente
des alas magestuosas
, el
42
Palpi
taron
con
violencia
los corazo
nes un ins
tante sus
pendidos
por la an
gustia ; di
latáronse
los pechos
i por sobre los labios mu
clamorosa
oración
de
dos
el
,
humo
gracias se elevó como
de
los sacrificios , hasta el cielo .
dulce
I
fué
i
en aquel instante de emoción
suprema , cuando Huaronka se detuvo
presa de terrible inquietud al sentir el
condor imperial pasar raudo por sobre
sus cabezas .
-¡Kenti ! el águila de tu padre . Ma
la hora es ya para nosotros , mala ho
ra
Arribaban en ese momento a la an
43
siada cumbre mientras el condor se per
día a lo lejos , entre los dorados rayos
del Sol que fiel a sus hijos se elevaba
magestuoso sobre la tierra .
Kenti cayó prosternada , vencida
por la sagrada emoción de la hora , fiel
à la leyenda de sus dioses i su ra
za :
-Apupunchao Inca inti yayay ....
La
oración brotó como un gemido de
graciosos
los
labios morenos ; en su voz
había adoración i pena infinita por el
abandono de su padre i de su patria ......
...... Los negros ojos de Kenti lloraban .
Huaronka
extremecido
trató
de
a
rrancar de su éxtasis a la princesa :
-Kenti , astro mío , luz de mis ojos ,
aprisa , bajemos al valle .
marchemos
sitio veo los centinelas del
de Manco i los soldados de la
fortaleza . Kenti , hermana mía , levanta
i huyamos antes que el sol nos aprisio
Desde este
palacio
ne por completo en su luz .
Ella parecía no escuchar
entrega
44
da por completo a su adoración , como
presa ya por los rayos divinos del Sol .
Huaronka volvió la vista hacia el
Kosco
verles
desde el llano tambien podían
i quedó deslumbrado . Sobre el
suave granito de los palacios de la ciu
dad sagrada , brillaban como grandes
ojos inquietos los ricos metales i era la
planicie sobre la cual se desenvolvía la
fiesta como rica tela de mil colores
empedrada de oros i de gemas . El
mer rayo de sol sobre la plaza encendió
pri
en gloriosa epifanía los colores e hizo
estallar en haces de luz las esmeraldas ,
las pulidas conchas , los suaves metales
i la reluciente arena del llano . Miles de
haces brillantes
for
, se entrecruzaban ,
mando en la lujosa multitud que ro
deaba al Inca como un día más claro ,
cuyo sol era el gran docel glorioso que
se destacaba triunfal sobre todos los
demas .
Puesto en pié Huayna Ccapac al re
del sol , en al
cibir el primer rayo pálido
45
1.
J
.
46
to la mano que marcaba el ritmo , inició
la sagrada canción triunfal al Dios del
Día :
-Casilla
-
-Casilla quispilla
gimieron
el
i
lento
plumón
-Casilla
quispilla Punchao Inca .....
la sordina los
Iniciaron el canto
a
,
del korekenke
tan suaves como
:
quenas
......
en son melodioso
I
las
………
quispilla Punchao Inca ....
Su voz fué grave , lenta , salmodio
sa . Uillac Uma moduló tambien :
,
:
,
,
luego
los
sacerdotes las mamaconas
incas la enorme multitud toda
-Punchao Inca .... Punchao Inca ....
!
,
,
li
a
.
¡
el
el
i
Tibio
acariciador como un gran
canto que brotaba de to
murmullo era
llano
Oh Sol oh Sol oh Sol
do
Las zampoñas negras se unieron
:
la
.
el
las quenas Hasta Huaronka llegó
gero rumor hormigueante de
multi
tud
!
se
el
I ¡
Casilla quispilla Punchao Inca ......
sol
elevaba magnífico junto
47
con la plegaria que
una marea .
iba creciendo como
Kenti , Kenti , señora , luz mía :
estamos perdidos si no huimos a prisa !
Permaneció impasible la ñusta ven
cida por la sagrada emoción de la hora .
Entonces la cogió el guerrero i llevando
la en alto comenzó a descender ligero
por el camino opuesto
I
.
como el sol encendía la magnifi
cencia de la opulenta fiesta , iba desen
volviéndose la canción cada vez más so
nora ,
desflorando la mañana en opulen
de luces , de colores i de mú
to derroche
sicas
.
Comenzaron a redoblar las tinyas .
Sordamente clamaban diez mil almas :
-Casilla quispilla Punchao Inca ....
Diez mil almas ponían su alma en
Dios :
Casilla quispilla Punchao Inca .....
Uillac Uma inclinó el disco de oro
de la taza i los rayos amorosos del sol
convergieron
sobre la plancha metálica
48
fuego
al suave i vaporoso algo
yacía ante el tro.io , en graciosa
i ágil columna de Nazca .
La ondulante canción fué creciendo
como una lejana tempestad que se acer
ca.
dando
dón que
¡ Oh Sol , oh Sol
padre nuestro
,
padre de los Incas
,
!
astro se elevaba ya sobre las al
tas cumbres . Sonaron las hailliy -kepas ,
las más suaves i sonoras primera , luego
radiante
las más agudas i por ultimo
El
el sol
desde lo alto del palacio del Em
perador i desde las alturas del Sacsa
huaman , las reales trompeterías emboca
del
ron hacia la plaza los clarines
vi
triunfo que unieron su voz clara i
brante a la gran sonoridad que crecía
como un torrente elevándose a los cie
los , fecunda i fuerte como la humareda
de los sacrificios .
Hasta la altura sobre la cual cami
naban los fugitivos llegó el rumor de
vibrante trompetería .
la
49
De ma
no en ma
no
desde
las
andas
reales , i en
vuelto
en
finos paños
a fin de no
manchar la
clara
pidez
lim
del
llegó
oro ,
hasta Uillac Uma
el esbelto vaso
que una vez lleno
de chicha
marchó a ofrendarlo el
,
mis
mo Gran Sacerdote al Hijo del Sol .
Huayna Ccapac lo acercó parsimonioso
a sus labios
.
Con ágil paso un mensajero
de la
guardia de palacio cruzaba por entre la
multitud , sin dejar de reverenciar a to
das las huacas i llegado por fin ante el
50
se inclinó grande
parla
mente i habló : su
fué rápida i ex
presiva . Parecía sorprendido i confuso .
La cara del Gran Capitan se contrajo en
Gran Capitan Manco
un gesto de puma en acecho . Despidió
al soldado con lento ademán i avanzó
hasta el trono real . Puesta la mano
bre la base del docel :
-Sapan Inca
gran
manera .
en
,
so
dijo reverenciándole
Huayna Сcapac volvió la vista cla
vándola por breves instantes en su ca
pitan :
-Habla ,
respondió
-Apu ......... tu
mana ,
.
hija
i nuestra her
Nusta Kenti , la hija del Sol , a
bandonó el palacio con tu prisionero
Huaronka . Les vieron descender el Mu
i a estas horas deben de an
dar camino del Collasuyo .
naysenka
El
nervioso
vaso
de oro
en manos
tuvo leve temblor
Huayna Ccapac .
de
51
El duro entrecejo se recogió dando ex
presión aun mas fiera a su fisonomía .
¿ Porqué oh padre Sol se desquiciaban
así los cimientos del Imperio ? Su acti
tud era rencorosa e iracunda . Se volvió
hacia el sol i quedó inmovil .
En torno al trono del Emperador el
canto se durmió aterrado en las gargan
tas . Uillac Uma se acercó a su herma
no :
Inca
,
hermano
no
...
-Sapan
es
tá
delante de la multitud tan
largamente pongas tus ojos en El .........
Huayna Ccapac volvió hacía Man
bien que
:
;
co temblaban sus labios
-Con tu
vida me respondes de éllos
Manda que les sigan mis más
ágiles guaraqueros
fortaleza
.
la
de
.
Capitan
el
.
la
;
Calló un instante parecía meditar
una tal represalia capaz de apagar
tremenda ira de que se hallaba poseido
Luego volvió rápido hacia
sacer
52
dote :
mos
-Villac
Uma , mañana quebrare
sus cuerpos para aplacar la irrita
ción de Apu Punchao .
Manco se alejaba presuroso
-Capitan
: me
da .
La
:
respondes con tu
ceremonia prosiguió .
Levantó
el sacerdote el tierno
vi
rai
minapa de la fiesta más blanco que la
nieve del invierno i le volvió la cabeza
hacia el sol ; el animal lanzó un debil ba
hasta el altar
lido i avanzó el Pontífice
de Apu Punchao :
ficios
comenzaban los sacri
.
Los ágiles
danzarines de las pieles
de puma iniciaron el taki colla ejecutan
do los más hábiles trenzados en torno a
la multitud .
Las músicas i las voces eran ya un
torrente , un himno formidable que as
cendía de la gran plaza , se abria como
53
un
ramillete
sobre la ciudad
se espa
recibía sagra
,
en las alturas i
damente la magestad del sol que mar
chaba triunfal hacia el zenit .
rramaba
II
Al
co los
anochecer se acercaban al
Kos
fugitivos custodiados por doble
fila de los más hábiles guaraqueros del
Hijo del Sol .
Todavía en los ojos i en el espíritu
de Kenti ardía la sagrada lumbre que
dejara la opulenta fiesta del a
No sentía ni el punzar de los
frágiles pies doloridos . La blanca tú
nica desgarrada mostraba el duro casti
en ellos
manecer
.
go de las zarzas sobre la fina piel more
r
56
na .
A
Huaronka
amoroso
la
sostenía
posei
Marchaban
.
dos del oscuro destino que
les aguardaba . No pocían
ignorar que la muerte les
esperaba en el Kosco ; i
sus miradas parecían per
derse más allá
de
la
sombra , en un ignora
do repliegue de la
da donde sus espíritus
para siempre queda
vi
rían juntos , fuera de
todas las ansiedades
i todos
los rencores
humanos
.
Dando voz a un
súbito temor , pro
nunció
Huaronka
baja
:
en voz
- Tal
olvidarás
En esta
vez me
Kenti .
tierra ex
traña nadie vela
57
rá
en mi sepulcro .
-Mi
padre Huayna Ccapac dará
servidores para mi tumba . Kenti no te
olvidará , respondió la princesa . En las
tu sepulcro i te lleva
ré de lo
en el mío depositen los
siervos de mi padre .
La voz de la ñusta , tranquila i sua
ve acarició la dura excitación de Hua
noches yo velaré
que
ronka
.
a lo alto del cerro . Ago
el sol i los ojos de los prisione
ros se durmieron por un instante sobre
la magestuosa gloria de la imperial ciu
Llegaron
nizaba
dad . Allá a lo lejos sobre el muro circu
lar del Korikancha , Uillac Uma recogía
la ultima lumbre del Sol en el gran disco
de oro bruñido como una linfa . Pudieron
ver los ilusos desde la altura cómo apri
sionaba el Gran Sacerdote el último fue
go del día para guardarlo devotamente
en el templo . En torno al Pontífice ondu
laban ágiles plumeros de mil colores en
sangrentados
por el reflejo de
un
tra
58
monto de fuego .
En la plaza el canto que desde el
medio día comenzara a descender de so
noridad , terminaba ya , llegaba apenas
hasta la altura como un rumor
hormi
gueante ; se apagaba en las gargantas
cansadas i en los pechos embriagados
de fiesta i de luz . El sol al ocultarse co
menzó a
suavizar los colores i adorme-
ció la canción que se fué desvaneciendo
en las tintas del crepúsculo .....
I aun gemían las quenas la sagrada
cántiga :
-Casilla quispilla Punchao Inca .
Las gemas , las luces i los oros ago
nizaban en una borrachera sangrienta .
Las ailliy -kepas habían cesado .
Quenas i zampoñas cantaban al redoble
de las tinyas . Los taki kolla descansa
ban bajo la purpurea suavidad de sus
pieles
los ojos de los pumas parecían
adormecerse con el lento clamor de la
i
canción desfalleciente
Un
.
último haz de rayos purpureos
59
coloreaba
reflejamente la ciudad impe
cesó el redoble de las
rial . De pronto
tinyas . A poco
se durmieron las zampo
ñas , Desde la altura vió Huaronka apa
garse la fiesta que él viera prender en
la mañana . En los extremos del llano
cesaba el himno . Ascendió como una
última
i
suave humareda en torno a las
andas del Emperador
Inca .....
.
Casilla quispilla Punchao
Las quenas más suaves que el plu
món del korekenke , suspiraron :
...... casilla quispilla Punchao Inca
.casilla quispilla Punchao Inca ........
la noche comenzó a devorar la
ciudad .
I
Andas , tronos ,
vas ; en la sombra
procesiones de lar
se deslizaron las
sombras , más silenciosas
bes ........
I
que las
nu
los dos fugitivos aprisionados por
los divinos brazos de luz del Sol , mar
charon en el seno de la oscura noche ha
60
cia la fortaleza de Sacsahuaman , cuyos
formidables cercos de piedra se destaca
ban trágicos i amenazadores , más
gros que la acerada dureza del cielo en
ne
el que comenzaban a parpadear las
trellas .
es
III
Sobre el alto cerro a cuyos pies
duerme la ciudad , la fortaleza de Sacsa
huaman levanta la sobervia de sus mu
grises , firme sosten del imperio
ros
Veinte metros más a
de los Andes .
bajo el antiguo
palacio de Manco se ex
tiende ante una plazoleta que domina el
Kosco . El muro exterior del palacio ,
i fuerte , corre sobre un anden de
metros de alto ; i en aquel muro a
trechos iguales se abren angostos ni
pesado
dos
62
chos desde
donde vigi
inmó
lan
viles
los
centinelas
i
es
:
cada
soldado ,
dentro del
largo hue
CO
rectan
gular , con
alegre
su
indumentaria , una detonante pincelada
sobre el gris uniforme i duro del grani
to .
Desde la altura de aquella plazo
leta puede observarse la paz augus
ta de la ciudad . Bajo la radiosa lum
bre del sol , templos i palacios de seve
gris duermen su mages
piedra
tuoso sueño de
. Sacerdotes i no
bles discurren con tranquilo paso por las
calles angostas . Ninguna planta se po
ra uniformidad
sa sobre
la
arena de
la
plaza en cuyo
63
centro la sagrada pila permanece oculta
por finísimo tapiz cuya dorada flequería
destella suave radiosidad bajo la caricia
ardiente del sol . Sobre la dura pesa
dez de los grandes palacios , se vé co
rrer a trechos la gracia ondulante de las
serpientes ornamentales o destacarse las
hieráticas cabezas de puma .
Allí en la alta plazoleta que aun
permanece desierta , se alinean clavadas
en el suelo las cuatro chatas piedras del
tormento . Allí , solamente ante nobles
de la sangre , el traidor , el robador de la
honra imperial iba a expiar trágicamen
te su delito i a desagraviar la irritación
del Padre Sol con el tributo de su vida .
Mediaba el día cuando soldados del
Kosco que descendian de la fortaleza fue
ron a cuadrar la plazoleta en apretada
la ; brillaron oros i plumas al sol i las al ·
tas lanzas de radiosa punta formaron re
fi
cio cuadro
, firmes en la diestra mano .
aquel
instante viose a Uillac
En
ma ascender desde la ciudad . Corta co
U
64
mitiva de sacerdotes le seguía . Su trono
ondulaba sobre los hombros de los luca
nas i devolvía tenazmente al sol sus ra
yos brillantes desde las múltiples gemas
i la superficie clara del oro . En gracioso
ritmo las andas ascendieron hasta dete
nerse en la plaza .
el anden de palacio i descan
sando en abundantes tapices que des
bordaban a la plaza , se había colocado
la silla imperial . Suave viento agitaba
los vaporosos tegidos i las finas plumas
Sobre
que daban sombra al trono . De pronto
aparecieron en la puerta de la real man
sión cuatro hombres de la guardia que
avanzaron con rigidez mecánica hasta
colocarse tras la silla real . Salieron tras
ellos los fragiles garzones de Huailas
*
limpiando
el camino ; luego
la brillante
comitiva de Incas que fueron alineándo
se a los lados del trono i llenando todo
el largo anden ; portaba el ultimo el es
tandarte del Hijo del Sol .
En aquel instante rasgaron el silen
65
cio las trompetas del triun
zampoñas , quenas ,
fo ;
tinyas entonaron la solem
i
ne marcha
i
de los
Empera
dores en la amplia puerta
se destacó la vigorosa
si
lueta de Huana Ccapac ,
marcando el duro contraste
de su trágica lividez de
bronce sobre la brillante
túnica tan fragil i tan sua
ve como la flor del texado .
Con paso magestuoso i
portando el pesado cetro
H
de oro avanzó gallardo i
tomó asiento en la silla de
granito abundante en oros .
Villac Uma vino hacia
el trono . Hizo gran reve
rencia
ante el anden sobre
el cual Huayna Ccapac i su
acompañamiento posaban .
Una armonía de claras
telas brotó en aquel instan
66
te de la puerta de palacio . Tras el Gran
Capitan Manco que fué a colocarse a la
derecha del Inca , salieron las ñustas
rodeando a Kenti la divina , la traidora
su sangre i de las leyes del Imperio ,
la de la piel de flor , más suave que la
suave tela de cuychicuychi - illa , mas
brillantes los ojos negros que las esme
raldas de su cuello , más gallarda que
su nombre . Todos los ojos se volvieron
de
hacia la gran
delincuente
.
Las prince
sas se detuvieron junto a la muchedum
bre palaciega .
Kenti parecía no ver
lo que en su redor pasaba . Poseida del
misterio de la muerte , miraba
allá de las cosas i de los palacios
de su padre , allí donde para siempre
quedaría unida a su Huaronka .
oscuro
más
Un escalofrío recorrió la multitud .
Todos los ojos se volvieron hacia uno de
los ángulos de la plazoleta . Solo el Em
perador permaneció impasible : Huaron- .
ka el terrible
, el
poseido de Supay
aca
67
de aparecer i se adelanta por el ca
mino de los soldados que viene de la for
taleza . Marcha erguido entre los más
ágiles guaraqueros que el día anterior
le prendieran . Su actitud es tan resuel
ba
ta como el día
en que el
Ccapac
Inca Huayna
le arrebatara su señorío sobre
sus huestes rotas i su macana vencida .
Firme el gesto , el cuerpo a plomo
, el
mismo andar magestuoso del tiempo en
que como jefe señoreara en la lejana i
perdida tierra .
A los ojos de los mismos Incas en
cuyos regocijos i amorosas aventuras
más de una vez se mezclara , apareció
como nuevo i extraño el audaz i muscu
loso guerrero que tan terrible hazaña
cabara de realizar , Mirábanle los hom
bres con gesto avieso i las ñustas lo en
a
contraron bello como un hijo del sol.
Huaronka avanzó hasta el centro
de la plaza en medio de su guardia . Sin
armas , sin plumas , al sol la sobervia
cabeza
erguida
,
cuya negra melena bri
68
llaba bajo los rayos ardientes
;
despoja
do de sus brazaletes , sin más que la os
cura i desgarrada túnica de vicuña que
cubría el cuerpo vigoroso .
Los sacerdotes presentaron al Pon
tifice el huanaco del desagravio . El Su
mo Sacerdote levantó al frágil animali
llo i le volvió la cabeza hacia el sol .
Los tímidos ojos de la bestezuela se ce
rraron cegados por la luz : aquello era
de que Apunchao aceptaba el sa
crificio i daba por bueno el tormento .
Los tarpuntaes rodearon al Gran Sacer
dote ; entre sus manos el pequeño ani
señal
mal herido de muerte por la asfixia dejó
caer la cabeza . A los pocos momentos el
humo del sacrificio se elevaba de la gra
ciosa pila de Nazca ante la cual oraban
hieráticos los ministros .
Uillac Uma tornó solemne a su tro
Los sacerdotes se alinearon a los
lados del docel . De la columne seguía
ascendiendo un hilillo de humo .
Cesaron las músicas . Reinó trágico
no .
69
silencio
.
Huayna Ccapac alzó la mano i
rodeado de su guardia mar
chó hacia la piedra del suplicio más
próxima al anden real ,
Por primera vez desde que saliera
Huaronka
a la plaza pareció Kenti extremecerse .
Por sus ojos pasó una sombra de an
gustia i alzó los brazos clamorosos que
caer vencida por lo irreme
Su'orgullo
diable .
ardiente de Hija del
Sol enmudeció sus labios i recogió su
dejó luego
actitud
.
Antes que los soldados le tendieran
en el suelo , Huaronka mochó hacia el
norte , en dirección a la perdida tierra
i
que nunca más volvería a ver ; sin per
mitir que los verdugos le cogieran , se
extendió sobre la arena boca abajo e
in
trodujo hasta el cuello la gallarda cabe
za
el círculo qua a ras de tierra orada
ba de un lado a otro la chata i alta pie
dra cuadrangular . El círculo sobre el
cual la garganta de Huaronka reposaba
se abría hacia arriba en un hueco verti
70
cal que se partía en cruz , de cuyos bra
zos al círculo se espaciaban apenas vein
te centímetros . Descansaba
el cuello
moreno del orgulloso gueriero sobre el
-con la faz re
posando casi en tierra- salía por el la
do opuesto . Despojaronle de las ojotas ;
luego le tomaron de los muslos i de las
tibio granitoi su cabeza
rodillas cuatro hombres vigorosos i co
menzaron a doblar el musculoso i recio
cuerpo hacia atras , llevando los pies a
la misma piedra que aprisionaba la ca
beza . La multitud miraba anhelante .
Los negros ojos enloquecides de Kenti
se cerraron . El cuerpo del ajusticiado
cediendo a la presión iba doblándose en
arco . No se oía más rumor que el pro
ducido por las sandalias de los verdu
gos . Una sola respiración se elevaba
ansiosa de todos los pechos . Los mús
culos del hombre atormentado dieron de
si todo lo posible sin que los pies llega
sen a tocar la piedra . Entonces los sol
dados pusieron los hombros bajo las ro
71
dillas del martir i empujaron reciamen
te . Un violento golpe de aire se escapó
de las narices dilatadas de Huaronka
levantando el polvo del suelo junto a su
Los soldados renovaron
el empuje .
musculosos brazos del supliciado
se abrazaron con desesperación a la pie
dra : los pies tocaban ya . De la parte
opuesta dos fuertes guerreros introduje
ron las manos por los brazos de la cruz
i cogiendo los pies del hombre doblado
faz
.
Los
en arco , tiraron con violencia mientras
los otros empujaban del lado opuesto .
Huaronka detuvo a medias un quejido
en que parecía querer escaparse el alma .
Kenti se irguió extremecida . Los gue
rreros sudaban tratando de introducir
los pies en la cruz , imprimiendo la vio
lencia de una elipse al cuerpo que se re
sistía convulso . Huaronka exaló un gri
to ronco ; un pié acaba de entrar en la
. Kenti enlo
ranura , luego el otro ...………
quecida atropelló
per entre las ñustas i
los Incas i cayó a los pies
de
Huayna
72
Ccapac :
-¡Perdón , perdón Sapan Inca , pa
padre , perdón perdón …………
..
El Emperador , la barbilla apoyada
en la siniestra mano , no la miró siquie
ra ; hizo un gesto i cien manos cayeron
sobre Kenti volviéndola al lado de las
princesas . La frágil paloma estalló en
sollozos .
Entretanto el violentado cuerpo de
Huaronka palpitaba doloroso . Los sol
dados comenzaron a empujar los pies
hacia abajo , hacia la cabeza . Dos de
ellos se echaron violentamente sobre las
.
Un grito más
que
rugido
ronco
el
de un puma brotó
del destrozado pecho : los pies comenzaban
a descender bajo la enérgica presión . Los
rodillas del ajusticiado
soldados renovaron el vigoroso empuje :
se desgranó un horrendo crac de huesos
rotos i nervios que se arrancan . De la
piedra
bó
un aullido que degeneró
en un trémulo vagido de niño enfermo .
Los pies resbalaron definitivamente ha
73
i el cuerpo que comenzaba
a besar la muerte palpitaba aun dobla
do en dos . Breves momentos todavía
cia la cabeza
a
lentó aquella carne
trágica i dolorosa ;
despues los sol
dados lo aran
caron de allí
i arrojaron
en la pla
za el
gui
2.
I entonces
ña
po des
trozado
sangrante
i
.
ocurrió una espantable i
nunca vista escena . Kenti embrabecida
de dolor se lanza al trono , tan cerca que
puede coger la sagrada veste del Rey ;
su voz es ronca como un trágico clarín :
-Supay ,
demonio
,
supay, mal
es
74
píritu , no eres mi padre ni eres mi rei ,
supay ......supay!!!
Sacrilego horror corrió entre la mul
titud . Huayna Ccapac se alzó violento ,
enrojecido de emoción .
La
Supay , supay , no eres mi padre !
voz del Emperador vibró como
una trompeta
:
-¡Mátala
Manco , mátala !
capitan levantó su gran macana
de piedra , brillaron al sol las puntas de
oro i cayó violenta como un rayo sobre
la cabeza de Kenti . El craneo se abrió
El
en mil pedazos ; pelos i cesos volaron en
revuelta confusión manchando las ves
tiduras imperiales ; i el cuerpo de la
ñusta tinto en sangre , cayó misterioso
del anden a la plaza rodando
cerca de
la piedra fatal con los brazos tendidos
hacia los restos informes del amante ......
La multitud comenzó a disolverse .
Bajó ha ia el Kosco brillante i gracioso
el trono de Uillac Uma . Huayna Cca
pac despidió a los Incas ; desaparecie
75
ron las princesas , los escuadrones desfi
laron i el Emperador seguido de Manco
penetró a palacio i marchó a encerrarse
en la fortaleza . Los dos cadáveres que
daron solos en la plaza . El sol brilla
ba .
IV
Más negra que el ala de los cóndo
res , la noche lo envolvía todo .
La fortaleza más dura que la noche
velaba en el alto cerro con la trágica du
reza de sus recios cercos .
La Ciudad Sagrada dormía
.
Una sombra magestuosa i pensati
va en cuya frente gallardeaban dos gran
des plumas erguidas , emergió de pronto
lo alto del fuerte , hacia el lado del
Kosco . Trágicos augurios pesaban so
en
78
bre la amada ciudad
Otra sombra
.
...
se acercó a la primera
gran
i la mocho con
reverencia .
-Sapan Inca ........ señor , que tie
nes que estas pensativo
La sombra magestuosa se inclinó
inquieta sobre
.
?
le
.
el
-¿Qué
compañero
fuerte muro de piedra
preguntó su
ves señor
,
el
Veo que por la primera vez veo
respondió
en las tinieblas
Manco
.
Emperador
Las
dos
sombras
a
Una suave estrellita cemenzó
en la altura
.
llar
la
permanecieron
.
calladas
.
i
la
?
—-I qué ves señor
plaza los ojos de
-Veo sobre
ñusta de Huaronka
bri
Este libro comenzó a imprimirse antes
la América perdiera , en don Ma
nuel Gonzáles Prada , esa cumbre altísima
de recia contextura moral .
Nunca , mientras vivió , solicité de el - co
mo de nadie - complacientes alabanzas para
de que
mis obras .
Su nombre en el liminar de mi libro
sigue siendo uno de los más merecidos ho
menajes que haya rendido en mi vida par
ca siempre en homenajes .
Si el viviera , esta laudatoria -no obstan
te ser justa - no la habría escrito . para evi
suya
de una alabanza
tar la recompensa
que todos los nuevos escritores de mi pa
tria mendigaron afanosamente .
Queda así tambien esplicado porqué
mis obras no llevan el hoi inevitablecapítu
lo de loas al final .
Aunque si yo las pidiese -- !Oh Mi
guel de Cervantes !
dos o tres oficiales
amigos , yo sé que me las darian i tales
que no las igualasen ....
"
-a
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