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Símbolos de vida

Un artículo divulgativo que aporta algunas claves para entender el fenómeno de las estelas discoideas

Por Koldo Colomo koldocolomo@yahoo.com Museo San Telmo (Donostia) “Es inevitable que cada cultura haga con la muerte cualquier cosa que considere necesaria para lograr su propia tranquilidad”. Carl Becker ¿Qué es una estela discoidea? La estela discoidea o discoidal es un monumento funerario conmemorativo pétreo y monolítico, que se dispone en posición vertical. Está compuesta por un disco y por un pie para hincar en tierra y casi siempre porta decoración simbólica en las dos caras del disco, o en una, y en ocasiones, en el canto del disco o en la parte superior frontal del pie. Su funcionalidad principal es la de señalización de una tumba pero también, si la muerte es repentina o accidental, señala, a la vera de un camino, el lugar cercano a un óbito. Desde antiguo la estela recuerda al difunto y representa de forma simbólica la vida en el más allá, y el paso de esta vida a la otra. Además la estela identifica al difunto, sirve de referencia para las oraciones y ofrendas y protege la tumba. En definitiva, podemos decir que es un símbolo de vida futura, interpretado y tallado por los vivos, un símbolo de vida. Junto a las primeras estelas discoideas, de época prerromana y romana, se enterraban las cenizas de los difuntos. Las estelas medievales, en cambio, se ubican en el contexto exterior de un templo cristiano señalando una inhumación y generalmente en la cabecera de la tumba, orientadas hacia la salida del sol. Pueden marcar un enterramiento individual o uno colectivo o familiar y aparecen tanto en fosas como en cestas. Existen otras estelas de formas tabulares, rectangulares y triangulares, pero en este artículo hablaremos exclusivamente del fenómeno de las estelas con forma de disco. Somos conscientes de que, para lograr una mejor compresión del fenómeno, es necesario estudiarlo en todo su contexto. Sin embargo, nuestro objetivo en este artículo es acercarnos de una manera divulgativa a la estela discoidea y, especialmente, a través de ella, entender la forma de pensamiento o cosmovisión de las sociedades que las han utilizado en sus ritos funerarios. Rada (Nafarroa) CEEN 65 Tabar Sarrias ¿Qué significa y cuál es su origen simbólico? Los debates sobre el origen de la estela discoidea se han centrado tradicionalmente en su forma externa y han oscilado entorno a dos posturas clásicas. Etnógrafos como el vasco Michel Duvert han relacionado la estela con el simbolismo astral, es decir, con el culto a los astros, debido a su forma circular semejante al sol, a los astros y a su orientación solar en el cementerio. Sin embargo, y a modo de crítica, es cierto que aunque existen estelas con temática geométrica-astral en su mayor parte no todas lo son. En otra línea argumentativa autores como Colas, Barandiaran, Frankowski o De la Casa la han relacionado con un origen antropomórfico, a modo de representación del difunto. Así pues, en este sentido, la estela podría emparentar con las estatuas menhir de la Edad del Bronce y posteriores. Sin embargo, en los últimos años las interpretaciones sobre la funcionalidad de las estelas o estatuas-menhir de esa época, están derivando a cuestiones relacionadas con temas ideológicos, como la representación del poder en un territorio, alejándose así del contexto funerario. La escasez de representaciones antropomórficas en las estelas tampoco ayuda a confirmar esta línea interpretativa, a pesar de la existencia de ejemplos realmente llamativos como el aportado por Miró i Rosinach (1986) de la Segarra Catalana. Sin embargo, y como argumento favorable, es cierto que en muchas culturas del mundo existe la idea elemental de proporcionar al muerto su imagen. Superando esta dicotomía el etnógrafo vasco Antxon Agirre, recientemente fallecido, aúna las dos posturas clásicas, definiendo la estela como un monumento antropomorfo-astral. Por otro lado, y como una cuarta interpretación, el navarro Ukar Muruzabal opina que la forma del monumento es un mero soporte, poniendo una mayor atención a la decoración simbólica interior de la estela. Gares (Nafarroa) Iglesia de Santiago En nuestra opinión, para comprender el simbolismo de la estela es necesario valorar tres aspectos: el material -la piedra-, el formal -el círculo-, y el iconográfico -los motivos esculpidos-. Somos conscientes de que el simbolismo es un terreno muy resbaladizo debido a que el significado varía en el tiempo, en el espacio, en el grupo cultural e incluso en el nivel de conocimiento de cada sujeto, sin obviar además que, en ocasiones, el pretendido simbolismo puede ser una cuestión puramente estética. Por lo tanto, conocer con seguridad cuál ha sido la interpretación que se ha dado en cada momento a la estela discoidal es una tarea prácticamente imposible. En cuanto al material, la piedra, el gran conocedor de las religiones comparadas, Mircea Eliade, nos remite a conceptos como la dureza y la permanencia en el tiempo, e incluso a la fijación del alma del difunto en ella. En este sentido cabe decir que a pesar de que se especula con la existencia de estelas en madera, ha sido la piedra la que ha acompañado a los restos del difunto en la Península Ibérica al menos desde el XIII a.C. Sorakoitz (Nafarroa) Simbología solar Gares (Nafarroa) Motivo astral La forma circular de la estela es, a nuestro entender, eminentemente simbólica ya que, si fuera un puro soporte elegido al azar, las estelas rectangulares serían las más frecuentes debido a una menor complejidad en la elaboración del cuerpo de la pieza. No en vano, los canteros saben que la parte más difícil de tallar es la unión entre el cuello y el disco, donde hay siempre riesgo de rotura de la pieza. Continuando con la idea circular, en el “diccionario de los símbolos” de Jean Chevalier, podemos encontrar diversos significados relacionados con el círculo, entre otros, la perfección, el universo, la espiritualidad -como mandala que es- la temporalidad o la protección. Particularmente, nos resulta atractiva y poco estudiada la simbología del círculo asociada al concepto circular del tiempo –nacer, morir, nacer- el concepto denominado “eterno retorno” en el vocabulario de Mircea Eliade, especialmente en una sociedad cuya base económica se fundamenta en la agricultura influenciada por la rotación de los astros- sol, luna- y dependiente del devenir de las estaciones y su climatología. Otros autores también ven relaciones de la forma circular con el mundo funerario antiguo, por ejemplo, en la planta de los dólmenes de la Edad del Bronce y del Eneolítico, o con el crómlech pirenaico de la Edad del Hierro, ya que también es un círculo conformado por piedras de mediano tamaño, semejantes a las estelas prismáticas de necrópolis de la misma época, y en cuyo centro se inhumaban las cenizas del difunto, en urnas también circulares. Por supuesto en época romana también hay formaciones de piedras individuales en círculo, colocadas a modo de cista, en las que se realizaban inhumaciones. Por ultimo, hay que recordar que las estelas no sólo son simbólicas por su material y por su forma exterior, sino que también presentan diferentes motivos iconográficos cargados de simbolismo. Creemos que hay que contemplar las tres fuentes simbólicas de la estela como una unidad para poder entender su significado global. Estela antropomorfa, Iturgoien (Nafarroa) en P. Zarrabeitia Cruz con laurea, museo arqueológico Valencia ¿Desde cuándo conocemos estelas discoideas y cuál ha sido su ubicación geográfica? A nivel peninsular las estelas discoidales más antiguas están encuadradas en época pre-romana y romana, en concreto entre los siglos IV a.C. al IV d.C.. De esta época conocemos estelas en Alava (VI a.C), Bizkaia (II a.C.), Gipuzkoa (II a. C.), Burgos (desde el II a.C), Valladolid (II d.C), Soria (desde el II d.C), y León (discoidea gigante de Crímenes), siendo especialmente llamativas las estelas discoideas gigantes de Cantabria y Asturias (entre el II a. C. y el II d.C.), precisamente por su gran tamaño ya que en ocasiones llega a los 2 metros de diámetro. Una de ellas, la estela de Barros, se ha convertido en parte del escudo y de la bandera de la comunidad Cántabra. ermita de Argiñeta en Elorrio (Bizkaia) datado entre los siglos VII-XI aunque recientes hallazgos parecen reubicarlo en el siglo VI. Por su parte Ucla (Soria, 1993) cataloga 3 piezas de esta época en regiones próximas a París (Francia). Hay que mencionar que durante los siglos VIVIII aparecen en la Península Ibérica algunas “cruces con laurea y pie para hincar” de tipología denominada “visigótica”, -del tipo de cruz con ventanas de cuadrantes vaciados- en Extremadura, Toledo, Cuenca, Ávila, Beja – Portugal-, Tarragona, Valencia, Córdoba y Sevilla. Sin embargo, y teniendo en cuenta la escasa longitud del vástago, algunas de ellas pudieron haber sido elementos arquitectónicos. Así ocurre, por ejemplo, con la estela que se expone en el museo arqueológico de Valencia. En otros casos, estas curiosas piezas pudieron tener una función funeraria, aunque todavía este hecho no se ha podido constatar “in situ”. Es a partir del siglo XI cuando la discoidea eclosiona extendiéndose, con una mayor densidad en zonas circumpirenaicas, de ambas vertientes, y por gran parte de la mitad septentrional peninsular. En Navarra se contabilizan más de 1300 piezas de época medieval y en Cataluña podrían llegar actualmente a las 1000 piezas. El otro punto peninsular de gran densidad discoidal es Portugal, en el que también hace su aparición la estela en época medieval. En el año 1990 se contabilizaban 1200 piezas. Conforme nos alejamos de las dos zonas con mayor densidad de estelas, el número de piezas va disminuyendo. Una imagen cuantitativa aproximada en la actual España arrojaría los siguientes datos aproximados y que hemos intentado actualizar, aunque no en todos los casos. Por ejemplo en Soria se han catalogado 295, en Valencia se conocen más de 206, en Cantabria 135, en Burgos al menos 106, en Aragón más de 76, en La Rioja unas 58, en Guipúzcoa 56, en Ávila unas 50, también en Segovia hay un número importante, en Guadalajara se han catalogado 37, en Badajoz 13, en Zamora alrededor de unas 12, en Cuenca unas 10, en León, Valladolid, Madrid En el arte clásico romano no se ha documentado la existencia de estelas funerarias discoidales, fuera de los lugares mencionados, a excepción de dos estelas en Lattes, Francia-, una en Herault –Francia- ( Languedoc, 1980) otra en La Coruña (Lisboa, 2006) y las estelas Villanovienses y etruscas de Bolonia, que señalaban el emplazamiento de urnas de cremación, y fueron publicadas por el profesor polaco Frankowski en su gran obra de 1920 sobre estelas discoideas de la Península Ibérica, todavía vigente. Por esta inexistencia de piezas en otros lugares del imperio romano, Peralta Labrador (Santander, 2002) afirma que, el fenómeno discoidal, es pre-romano y propio de la cultura indígena y que, posteriormente, se va enriqueciendo iconográficamente con motivos de origen oriental, danubiano y mediterráneo, traídos a través de la cultura romana. Durante la Alta edad Media se conocen estelas discoideas en Burgos (V-VII), La Rioja (VI-VII), Bizkaia (VII-VIII), Cantabria (VII-X), Álava y al menos 1 en Navarra, existiendo un conjunto particularmente interesante en la Museo etnográfico de Cantabria, reproducción estela gigante de tema astral y Palencia entre 1 y 5 estelas en el año 1990, en Ciudad Real al menos 2, en Albacete 2 recogidas en el museo arqueológico de la capital, en Toledo al menos 2, en Murcia 1 recogida en Cartagena y también 1 en Andalucía, en el museo arqueológico cordobés. Como explicación hipotética a esta época expansiva de la discoidal, Pedro Zarrabeitia ve una relación con la primera oleada de fervor religioso que convulsiona Europa occidental, a través de la implantación de monasterios, la lucha contra el avance musulmán y la intensificación de la Ruta Jacobea. A cerca de la extensión mundial de la estela discoidea en época medieval y moderna, el experto más reconocido en este campo fue Pierre Ucla (Soria, 1993), quien en el año 1990 abordaba datos sobre la presencia del fenómeno en gran parte de Europa occidental; Alemania (134 estelas), Austria (5), Bulgaria (unas cuantas decenas), Francia (635), Gran Bretaña (50), Hungría (12 en piedra y madera), Luxemburgo (21), Grecia (1), Noruega (6), Polonia, Suecia (30), antigua Checoslovaquia (40), Turquía y Rusia. También hay similares en Túnez, Argelia, Siria, Líbano y Turquía, sin olvidar la existencia de algunas piezas en regiones de América del Norte- Nuevo Brunswick y California- y México, probablemente llevadas hasta allí por europeos emigrados. Desgraciadamente no disponemos de datos más actualizados sobre este tema. Aunque la decadencia de la estela comienza en los siglos XIII y XIV, en algunas regiones su uso todavía continúa durante la época barroca, en concreto, en el sur-este de Teruel, en Cataluña y en Portugal, siendo un núcleo referencial la región norte de Euskal Herria o País Vasco-Francés, con unas 2000 piezas, todas ellas barrocas. Así, sin lugar a equivocación, es en las dos Navarras, la Altasobre todo en época medieval- y la Baja- durante el barroco-, donde el fenómeno discoidal está presente con mayor intensidad en todo el mundo. No en vano, Pedro Zarrabeitia calcula actualmente que en Euskal Herria existen unas 5000 piezas. A pesar de lo que ya conocemos, todavía quedan demasiados interrogantes sin respuesta sobre el fenómeno discoideo. ¿Dónde surge el fenómeno?, ¿qué relación y qué continuidad hay entre las estelas discoideas de época pre-romana y romana y las de la Alta y Baja Edad Media?, ¿por qué en un mismo espacio no se da una continuidad de uso en el tiempo?, ¿qué relación hay entre las estelas cristianas y las pre-cristianas?, ¿por qué en un misma región las poblaciones cristianas no se comportan de la misma manera respecto al uso de la discoidal?, ¿cómo y a través de qué o quién se realiza su difusión?, ¿qué función social cumple la estela discoidal?, ¿por qué conviven diferentes tipologías de estelas en un mismo contexto cementerial?, ¿qué simbolismo tienen en cada momento histórico?. La estela discoidal continúa siendo un misterio para los investigadores. Guerrero de Borobia, estela ecuestre museo arqueológico Soria Y los canteros las tallaban… El material habitual sobre el que se tallan las estelas es la piedra, caliza, arenisca o granítica, según el tipo de roca predominante en la zona. Cada tipología conlleva una textura y una dureza determinada, y en consecuencia, un trabajo y un resultado diferente. Por ejemplo, la piedra arenisca es más fácil de tallar pero sufre una mayor erosión, y la caliza, en cambio, es más dura para trabajar, pero los motivos y detalles están más definidos y, en general, se conservan mejor en el tiempo. Sobre su significado social podemos decir que, a nivel científico, está bastante admitida la relación del uso funerario de la estela con la posición socioeconómica del difunto. De esta manera se pueden explicar las diferencias entre piezas de tallado exquisito y de tallado muy tosco, incluso la de algunas piedras, con una forma natural similar, que apenas han sido talladas con para que obtengan una forma discoidea reconocible. En este sentido, y relacionado con las clases más humildes, tampoco se descarta la existencia de estelas realizadas en otros materiales más económicos, siendo probable que en época medieval hayan existido estelas de madera tal y como se testimonia en Hungría, aunque en la Península Ibérica, no conozcamos ningún ejemplar. Unido al tema socioeconómico debió de estar la decoración policromada que algunas piezas han conservado sobre su disco, aunque, en general, el tema está muy poco estudiado ya que, las escasas piezas que han conservado algún resto de pintura, han llegado en muy mal estado debido a su exposición a la intemperie. En lo que respecta a las técnicas de labra, predomina el bajo relieve, pero también aparece la incisión y en menor medida la inscultura- que se trata de un relieve en “negativo”, realizado por debajo del plano-, pudiendo estar las distintas técnicas mezcladas en una misa pieza. Cabe destacar en algunas decoraciones la técnica del biselado, técnica que realza los contrastes de luz y sombra y que es muy habitual en las tallas en la madera. En este sentido se han escrito algunos trabajos que ponen en relación a maestros tallistas de la madera y a canteros. En referencia a la realización de la estela, el etnógrafo vasco Michel Duvert planteó en 1976 una visión simbólica-estructuralista. La estela en sí es un eje que se eleva de la tierra hacia el cielo, a modo de “axis mundi” y está compuesta por una serie de ejes, principales y secundarios. Por ejemplo, la parte central del disco es la zona más importante de la estela y conforma un punto de irradiación. Otra punto importante es la intersección entre el disco y el pie, por eso es un zona que los canteros aprovechan para dar fuerza a ciertos motivos. El reparto del espacio circular y la colocación de los elementos iconográficos reflejan un equilibrio y una jerarquía con la que los canteros juegan con simetrías y asimetrías. Pero también Duvert reflexiona sobre un posible mundo de interpretaciones a través de los juegos de luces y sombras que surgen en los motivos iconográficos labrados en la piedra, siempre diferentes según el momento del día o la estación, y que nos remiten al ciclo de la vida, la muerte y la resurrección. Museo del Bardo, Tunez Abaurregaina, Nafarroa– Estela de oficio aves que frente a la repugnancia que nos pueda dar actualmente, ayudaban a ascender el alma del guerrero al cielo. En época medieval, ya desaparecidas las temáticas de jinetes y caballos, perviven en las estelas elementos geométrico-astrales conviviendo con otros motivos iconográficos de tradición romana y cristiana. En esta época las estelas reflejan un claro sincretismo entre los ritos paganos y cristianos, en especial durante los primeros tiempos, siendo finalmente la cruz el símbolo principal y más habitual que aparece en las estelas discoideas. Como curiosidad algunas discoidales no portan cruz en ninguna de sus caras, y por ello, es razonable pensar que pueden tener una mayor antigüedad. Entre los diferentes tipos de cruces de época medieval las más habituales suelen ser las cruces griegas de brazos rectos o curvilíneos, ya que se adaptan con facilidad al marco circular del disco. La discoidea medieval en la península está relacionada con el cristianismo aunque existen algunas pocas piezas de estas características y realizadas en cerámica de filiación musulmana (Cantabria, 2002). Además de la temática crucífera en la iconografía discoidea medieval encontramos como ya hemos citado, motivos geométrico-astrales (especialmente la hexapétala, estrellas de cinco, seis, ocho, nueve y doce puntas, radiales, círculos concéntricos...), y en menor medida herramientas que representan el oficio o el gremio del difunto La decoración simbólica en las estelas. En las primeras estelas discoidales conocidas, de época pre-romana y romana, los elementos iconográficos reflejados se relacionan con temáticas geométrico-astrales, y con temáticas ecuestres. Las temáticas geométricoastrales, en general, vienen representadas por discos, radiales, círculos concéntricos, dientes de sierra y svásticas, apareciendo su distribución geográfica en Cantabria, Bizkaia, Alava y Gipuzkoa. Estas temáticas parecen poseer una mezcla entre substratos indígenas pre-célticos y el célticos, ya que en otros lugares de Europa, de substrato cultural celta, aparecen motivos similares. Posteriormente, estos simbolismos se mezclarán en las estelas romanas a modo de sincretismo religioso. Hay que destacar que la imaginería geométrica-astral continuará con fuerza en el arte prerománico de estas regiones. Por otro lado, las temáticas ecuestres están formadas por figuras de héroes o guerreros a caballo representándose también escenas cinegéticas e imágenes de serpientes. Su extensión geográfica en la discoidal abarca las regiones de Soria, Burgos, Alava y Gipuzkoa. Toda esta iconografía se relaciona, eminentemente, con los pueblos pre-romanos indígenas del norte peninsular y con sus creencias religiosas. Por ejemplo, en estas culturas, el caballo es un psicopompo que ayuda a realizar la transición del mundo terrenal al de las almas. En otras estelas, como en la de Zurita, aparecen escenas de rituales funerarios que se practicaban con los caídos en batalla, prácticas que también fueron recogidos por escritores romanos. En concreto la rapiña del cuerpo del guerrero caído en combate, Añorbe, Nafarroa, hexapétala (agricultor, zapatero, herrero, herrador, cantero, carnicero, religioso, carretero-tonelero, carpintero, noble, cazador, hilandera, cerrajero, guerrero, ama de llaves…), motivos vegetales o fitomorfos, de animales o zoomorfos, de personas o antropomórfos, heráldicos e iconografía religiosa cristiana distinta de la cruz. Por supuesto también existen motivos enigmáticos de difícil interpretación. Así pues se puede hablar de una continuidad en el tiempo de la iconografía, desde la época prerromana conlos motivos geométricos y astrales; romana con nuevas temáticas geométricos-astrales, herramientas, zoomorfos, fitomorfos, antropomorfos... Estas temáticas continuarán en el barroco. Por supuesto muchas de las figuras iconográficas de las estelas aparecen también en el arte popular mobiliario e inmobiliario. Además de iconografía, las estelas pueden aportar epigrafía o escritura. Así en época romana aparece en regiones como Burgos, Asturias, Cantabria y Soria donde se mezclan onomásticas prerromanas y romanas, y en época Alto Medieval, en Cantabria, Vizkaia, Álava y Burgos. En la Baja Edad Media es muy poco habitual que aparezca, al menos hasta el gótico. La epigrafía y el fenómeno de fechado de la estela se generaliza a partir del siglo XVI. Aunque el tema comparativo no se ha estudiado en profundidad, existen diferencias entre regiones. Por ejemplo en tierras catalanas y del País Valenciano la variedad de tipologías de cruces es mayor que la que aparece en Navarra, y en muchas ocasiones aparecen como motivo único, manteniendo además grandes similitudes estéticas con las estelas de la vertiente norte del Pirineo oriental. En Navarra, en cambio, los motivos de origen pagano son más abundantes, al igual que ocurre en otras regiones del norte peninsular. Las herramientas u oficio del difunto, en la iconografía medieval, aparece en Portugal, Cataluña, País Valenciano y en Navarra, probablemente con más profusión en esta última, pero apenas las encontramos, o no las hay, en Gipuzkoa, Cantabria, La Rioja o Soria. Por último hay que diferenciar la iconografía barroca de la medieval, que como es de esperar, comporta también una continuación de la imaginería medieval discoidea, añadiendo una creatividad diferente, más típica del barroco, en las composiciones y en la imaginería. Como ejemplos de esta época están las estelas vascofrancesas y en particular las de la región del Adour, con un estilo de gran personalidad que usa el biselado de forma habitual. Otro ejemplo a destacar es el de las aragonesas de la población de Fuentespalda (Teruel) con iconografía de época moderna que se plasma en gorros religiosos, y esqueletos con guadaña típicos de la época. Respecto a este último icono del mundo moderno funerario podemos afirmar que apenas se da en la temática de las discoidales, manteniéndose en general, la simbología tradicional. No nos extenderemos más en el simbolismo iconográfico, aunque es un tema tan apasionante y rico en connotaciones como complejo y resbaladizo. Bargota-Mañeru (Nafarroa) estela con decoración enigmática Morella, Valencia instrumental de herrero Musée Basque, Baiona, JHS con serpiente No nos extenderemos más en el simbolismo iconográfico, aunque es un tema tan apasionante y rico en connotaciones como complejo y resbaladizo. Para profundizar en este tema recomendamos los trabajos de Miró i Rosinach (1986), De la Casa (1983), Ukar Muruzabal (1994), Zarrabeitia, P (2011), los diccionarios de símbolos de Cirlot y de Chevalier , el libro de los símbolos (the archive for research in archetypal simbolism), el tratado de las religiones de Mircea Eliade, el libro “Simbología mágico tradicional” de Álvarez Peña (2002) o el diccionario de arqueología cristiana y de liturgia de Fernand Cabrol. ¿Cómo podemos saber de qué época es una estela? La mayor parte de las estelas discoideas, y en consecuencia del fenómeno discoideo, están comprendidas entre los siglos XI y XV, siendo la cronología más habitual la ubicada entre los siglos XII y XIV. Lógicamente, conforme nos dirigimos hacia el sur de la península, su cronología varía dependiendo de la época de conquista y cristianización del territorio. Determinar la datación exacta de las estelas no es una tarea fácil pero citaremos los criterios manejados por los expertos. La datación más segura se obtiene a través del estudio del contexto arqueológico en el que se encuentra la pieza, en particular del contexto cementerial “in situ”. A veces, es la epigrafía o escritura, e incluso la fecha inscrita en la pieza, la que nos ofrece una datación directa. En otras ocasiones, pero sólo gracias a un conocimiento profundo de la temática de estudio, el tamaño de la estela, el material, la técnica de labra y los motivos iconográficos - especialmente los de época gótica - pueden ayudar a ubicar la pieza en un espacio de tiempo razonable. Sin embrago, la realidad es que la mayor parte de las piezas aparecen fuera de su contexto, en un marco de reaprovechamiento y cambio de función original, como por ejemplo, la delimitación cementerial o los rellenos y reutilizaciones constructivas, visibles y ocultas, en edificios religiosos y civiles. Así el ejercicio de realizar una datación aproximada, nos obliga a reubicar la pieza en el marco arqueológico probable más cercano, por ejemplo, en el cementerio de una iglesia medieval. Algunas creencias erróneas sobre las estelas: cátaros y templarios Hay una creencia moderna, bastante extendida, que relaciona el fenómeno de expansión discoideo con la doctrina cátara -siglos X-XIII-. Otra creencia tiende a relacionar algunos tipos de cruces griegas, en especial las denominadas patadas o de brazos curvilíneos, con la Orden del Temple -1118-1314-. Sin excluir excepciones, en las que pudiera ser así, en general los autores que han estudiado el tema rechazan toda relación directa de las discoideas con estos fenómenos. A continuación exponemos las líneas argumentativas que se han utilizado y con las que estamos de acuerdo. En el caso de los cátaros no se puede afirmar que la región en la que se practicó el catarismo sea más rica en estelas que otras. Hay que añadir que en los casos en que las estelas de estas regiones se han podido datar, la cronología siempre ha sido posterior al fenómeno cátaro. Por otra parte debemos tener presente que existen estelas en muchos lugares a los que el fenómeno cátaro nunca llegó, e incluso anteriores en el tiempo. Cabría pensar también que si los monumentos hubieran sido identificados como cátaros, con mucha probabilidad habrían sido destruidos por el clero, debido a la persecución que sufrieron. Por último añadir el dato de que en localidades como Puylaurens, con cementerio cátaro documentado, no se han encontrado discoideas. Tampoco existe una relación entre la orden del Temple y las cruces patadas o de brazos curvilíneos ensanchados. La cultura popular tiende a relacionar este tipo de iconografía, muy habitual en las estelas, con los templarios. Siendo rigurosos, se desconoce qué tipo de cruz o cruces portaban los caballeros templarios medievales debido a una falta de documentación gráfica. Las cruces que aparecen en las estelas, no tienen porqué representar a órdenes religiosas, aunque en ocasiones, dentro de contextos muy determinados, puedan hacerlo. En realidad, la utilización de cruces de diversas formas sirve para identificar al difunto o a la tumba familiar, ya que la gran mayoría de las estelas medievales son anepigráficas y por tanto anónimas. La desaparición de la estela Durante los siglos finales de la Edad Media la estela cae en desuso debido el cambio de ubicación de los enterramientos que se trasladan del exterior de la iglesia a su interior. En un comienzo, excepto para la alta nobleza, el enterramiento se realiza en el exterior de los templos, generalmente alrededor de la iglesia y junto a su cabecera. Posteriormente a partir del siglo XIV, los enterramientos pasan al interior de los templos, y por normativa eclesial, no se pueden colocar bultos que obstaculicen el tránsito dentro del templo. Así la estela queda relegada a los cementerios exteriores que continúan vigentes y a los caminos, fenómeno que explicaremos más adelante. Por otro lado en el siglo XVI el Concilio de Trento sienta las bases para hacer frente al protestantismo. La contrarreforma es un momento de necesaria clarificación en la simbología, y todo aquello con reminiscencias paganas debe modificarse o eliminarse. Las estelas discoideas, por su trayectoria histórica, poseen un sincretismo de antiguos cultos paganos y es muy probable que por ese motivo cayeran en desuso. A pesar de todo hay una continuación de la estela en época barroca, de forma residual en comarcas como la turolense de Matarranya (XVII) y en otros conjuntos de estelas en tierras de Cataluña. Sin embargo, no ocurre lo mismo en el País Vasco-Francés y al norte de la Alta Navarra (Bera, Etxalar…) donde la fabricación de la estela, de forma generalizada, se da desde el siglo XVI hasta el XVIII, alargándose su uso hasta el siglo XIX cuando finalmente se sustituye por la cruz, en lo que podríamos denominar “un cambio de moda”. Gares, Nafarroa instrumentos de molinero Musée basque Baiona, 1658 No queremos olvidar otro factor de tipo técnico, favorecedor de la desaparición de la discoidal. Ukar Muruzabal argumenta que la generalización del epigrafiado en las estelas a partir del XVI- que por cierto, como dato relevante, trae consigo la desaparición del anonimato clásico del difunto que se da en época medieval- hace que los canteros se sientan más cómodos sobre superficies rectangulares o tabulares para escribir un texto, una fecha o un nombre. Así en Navarra, desde el siglo XVIII y hasta el XX, encontramos que la estela discoidal de camino retrocede en favor de la tabular, aunque en algunas se aúnan las dos formas, a modo de sincretismo. Zirauki, Nafarroa, estela de camino En Navarra las estelas de camino son fáciles de distinguir y suelen llevar, generalmente, cruces latinas y epigrafía con leyendas del tipo: “aquí murio…”, “aquí mataron…”, “año de…”, “soy de…” y otras que anteceden al nombre del difunto, o acompañan a la fecha del óbito. Este tipo de piezas, junto con otras estelas que han sido reaprovechadas como material de construcción o decorativo, son las que generan una serie de leyendas en las que, para explicar la causa de la muerte, se mezcla realidad e imaginación. En ocasiones estas discoideas de camino, también cumplen otras funcionalidades, entre las cuales, una verdaderamente curiosa ha sido recogida tanto en Navarra -Aguirre y Argandoña, 1991- como en Cataluña -Menchon i Bés-, y consiste en la recogida de aguas lustrales, gracias a una pequeña cazoleta horadada en la parte superior, con la finalidad de bendecir los campos. Otras funcionalidades pueden consultarse en Ukar Muruzabal para Navarra y en Menchon i Bes para tierras catalanas Las estelas de camino La estela de camino es un fenómeno que ha favorecido la permanencia de la discoidea, al margen de su función principal de señalización de un enterramiento. Estas estelas las encontramos junto a las vías de tránsito, en un lugar cercano a un óbito accidental, violento o repentino. Pueden ser discoidales, pero conforme avanzamos en el tiempo, las modas varían y las estelas de camino se convierten en tabulares o en cruces. Nos atreveríamos a aseverar que las estelas de carretera, que hemos conocido durante la segunda mitad del XX, son una reminiscencia de este mismo fenómeno. La estela de camino es una realidad datada, al menos, desde el siglo XVI, aunque probablemente sea anterior, y que en la Alta Navarra tiene vigencia hasta comienzos del XX, incluso en su forma discoidal. Aparece también, al menos, en Burgos, Gipuzkoa y Cataluña. El motivo de su divulgación está relacionado en gran medida con el dogma del purgatorio, ya que la muerte de estas características, no permite que el difunto reciba los Santos Sacramentos, por lo que su alma necesita de la oración para transitar por el purgatorio. Así, hasta los años 70 del siglo XX ha sido habitual que, cuando los caminantes pasaban junto a la estela, realizaran alguna oración por el alma del difunto. Girgilao, Nafarroa Aquí murió Joaquina Echauri, 1801 Larzabal, Centro de interpretación de las estelas La estela discoidea resurge En la segunda mitad del siglo XX vuelve a despertarse el fenómeno de la discoidea en Cataluña, a través de varios casos excepcionales en Lleida y Tarragona; en Portugal también se da en algunos casos concretos. Sin embargo, en Euskal Herria, su reaparición se produce de forma generalizada. El resurgir de la estela está relacionado, en un comienzo, con el nacionalismo y con la búsqueda identitaria del pueblo vasco. Orientada su recuperación por los estudios etnográficos de Frankowski (1920), L. Colás (1923) y JM. Barandiarán (1970) y alentada por las nuevas corrientes de arte moderno vascas que buscan su proyección universal a través de las raíces - Oteiza, Txillida, Basterretxea…- la discoidea vuelve a ser habitual en muchos cementerios, incluso en algunos de ellos bajo regulación de una ordenanza municipal, con una temática iconográfica que bebe de la tradición, pero que está adaptada plenamente a los nuevas necesidades sociales y personales. Santa Grazi (Zuberoa), Parque de las estelas de Abaurregaina (Navarra), Iglesia de Etxalar (Navarra), Cementerio de Aurizberri (Navarra), Cementerio de Xabier (Navarra), Museo Arqueológico de Bilbao, Necrópolis de Argiñeta en Elorrio (Bizkaia), Museo San Telmo de Donostia-San Sebastián, Museo Arqueológico de Cantabria, Museo arqueológico de Burgos, Museo Arqueológico de Lliria (Valencia), Necrópolis medieval de Xilxes (Castellón), Cementerio de Fuentespaldas (Teruel), Para saber más Monasterio de Poblet (Tarragona), Museo de Donapaleu (Baja Navarra) Dónde visitar colecciones de estelas Monasterio de las Huelgas ( Burgos) Centro de Interpretación de las Estelas en Larzabal (Baja Navarra), ¿Qué leer? Península Ibérica -Frankowski, E.(1920) “Estelas discoideas de la Península ibérica” Reedición en Ed. Istmo:1989. Euskal Herria -Colas, L. (1923) “La tombe basque. Recueil d’inscriptions funeraires et domestiques du Pays Basque français 1906-1924” Bayonne et Paris. -Barandiarán, J.M.(1970)”Estelas funerarias del País Vasco” Txertoa -Agirre, A. (1991) “Estelas discoideas de Gipuzkoa. Origen y significado” Donostia -Tabar Sarrias, M I.(1993) “La colección de estelas discoideas del Museo de Navarra” en internet. -Ukar Muruzabal, J. (1994) “Ayer y hoy de las estelas discoideas de Navarra” Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra nº 64. -Lauburu (2004) “Les Stèles discoïdales et l’art funéraire basque. Hil harriak” Elkarlanean -Zarrabeitia Miñaur, P. (2011) “Estelas discoidales de Euskal Herria” Pamiela -Colomo, K. (2012) “Bizitza sinboloak. Symbols of life. Símbolos de vida” en internet. Paisos Catalans -Miro i Rosinach, J.M. (1986) “Esteles funeraires discoïdals de la Segarra; aproximacio a un significat simbolic” Generalitat de Catalunya. -Menchon i Bes (1991) “ Les esteles discoïdals dels Paisos Catalans; Estat de la qüestio”. Carrutxa Cantabria -Martín Guitierrez, C. (2000) “Estelas funerarias medievales de Cantabria” Sautuola VII Congresos internacionales Actas de los congresos internacionales de estelas funerarias: Lodéve (1980), Bayonne (1982), Carcassonne (1987) Donostia (1991) en internet, Soria (1993), Pamplona (1995) en internet, Santander (2002), Lisboa (2005). DVD -Gobierno de Navarra Museo Caro Baroja y Pyrene (2007) “Estelas discoideas” DVD 27,43’’ Pello Iraizoz cantero navarro. Fabricación artesanal y tradicional en Navarra de la estela discoideas. Adquirible a través de Internet en Pyrene. Revistas especializadas Soria -Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra (en internet) -De la Casa Martínez, C. y Domenech Esteban, M. (1983) “Estelas medievales de la provincia de Soria”Diputación de Soria.Temas sorianos nº6. -Boletín informativo sobre las estelas discoideas (en internet) Languedoc Blocs de interés -Ucla, P. 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