Protección social y lucha contra la
pobreza en Brasil, Colombia y Chile:
¿graduarse de los PTC o salir de la
pobreza?
Carlo Tassara (editor), Antonio Ibarra y Luis Hernán Vargas
Faulbaum, Programa EUROsociAL, en colaboración con el Instituto
Ítalo-Latinoamericano (IILA) y el Comitato Internazionale per lo
Sviluppo dei Popoli, Madrid, 2015.
ISBN: 978-88-99592-00-4. 212 páginas.
Fabio Sánchez Cabarcas*
Disponible en línea: 30 de junio de 2016
Bogotá, 07/02/2016
Cómo citar esta reseña:
Sánchez Cabarcas, F. (2016). Reseña del libro
doi:10.11144/Javeriana.papo21-1.pslc
Protección social y lucha contra la pobreza en
Brasil, Colombia y Chile: ¿graduarse de los PTC
o salir de la pobreza? Carlo Tassara (editor),
Antonio Ibarra y Luis Hernán Vargas Faulbaum. Papel Político, 21(1), 287-292. http://
dx.doi.org/10.11144/Javeriana.papo21-1.pslc
El trabajo elaborado por Carlo Tassara1 (editor), Antonio Ibarra y Luis Hernán Vargas
Faulbaum constituye una obra novedosa y pertinente para el público interesado en comprender y analizar la eficacia de los programas de protección social en América Latina.
La obra parte con un interesante cuestionamiento: ¿cómo aumentar la eficacia de los
Programas de Transferencias Condicionadas (PTC) en la lucha contra la pobreza, para
garantizar a la población una salida de la marginalidad y la exclusión social? Al respecto,
los autores también se cuestionan sobre las dificultades de articular los PTC con políticas
Profesor de la Universidad de Roma La Sapienza. Tassara dicta clase de posgrado en ciencias políticas, relaciones
internacionales y cooperación para el desarrollo en la Universidad Externado de Colombia, la Universidad de los
Andes, la Pontificia Universidad Javeriana y otros prestigiosos claustros colombianos. Es también experto de
políticas públicas del Consejo Internacional de Seguridad y Protección. Página web: https://uniroma1.academia.
edu/CarloTassara
1
Director de Investigación, Escuela de Política y Relaciones Internacionales Universidad Sergio Arboleda, Bogotá.
fabio.sanchez@usa.edu.co
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de Estado a mediano y largo plazo, sin que dependan de los giros políticos tan comunes
en América Latina y, además, son críticos con los periodos máximos de permanencia en
los PTC, cuando la evidencia señala que salir de la pobreza no se puede medir en pocos
años y que las personas necesitan acompañamiento para no recaer en dicha situación.
La superación de la pobreza en América Latina es un tema que atraviesa el debate
político y académico desde hace varias décadas, y esta obra constituye un referente para
su estudio, dado su soporte empírico y nivel de análisis. Lo consignado es producto del
“Estudio regional sobre reglas de graduación y estrategias de egreso de los beneficiarios
de los PTC”, a cargo del Comitato Internazionale per lo Sviluppo dei Popoli y dirigido
por el editor del libro. Este estudio fue realizado en paralelo a la “Investigación sobre
inclusión productiva de los beneficiarios del PTC”, a cargo de la División de Desarrollo
Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Lo anterior dentro
del Programa EUROsociAL de la Unión Europea y, en particular, del Área de Políticas
Sociales, coordinado por el Instituto Ítalo-Latinoamericano.
La organización de la obra2* es uno de sus puntos fuertes, dada su utilidad como
material de consulta para académicos y el público en general. En el primer capítulo,
se encuentra un análisis histórico de las diversas estrategias que se han aplicado en la
lucha contra la pobreza en América Latina, los objetivos e impactos de los PTC. Los
tres capítulos siguientes contienen los estudios de caso de Brasil, Colombia y Chile,
respectivamente. Finalmente, el último capítulo contiene una valoración de la evidencia
empírica hallada, que nos lleva a cuestionarnos sobre las dificultades que aún persisten
para reducir la desigualdad y superar la pobreza en América Latina.
En este marco, el primer capítulo del libro presenta un análisis completo sobre la
situación económica y social de América Latina. Una región que ha mejorado su perfil
económico y comercial, pero en la que persiste una alta desigualdad en el nivel del ingreso, limitada efectividad en las políticas públicas de inclusión social, insuficiente calidad
en los servicios de salud y educación, centralismo político, escaso avance en las políticas
fiscales y pobre infraestructura. Este panorama nos lleva a unas cifras alarmantes: de
acuerdo con el coeficiente de Gini, América Latina y el Caribe presentan la desigualdad
más alta y persistente, lo cual se traduce en una pobreza cercana a 28 % de la población y
una indigencia en 12 %, lo que arroja 167 millones de pobres y 71 millones de indigentes.
Este complejo panorama se presenta en medio de un cambio de tendencias políticas en
la región, un giro hacia Gobiernos de izquierda y centroizquierda, que desde la primera década del siglo XXI favorecieron la implementación de políticas sociales. Es en este contexto
que los PTC se conciben para detener la continuidad de la pobreza entre generaciones y
2
El libro es una edición no venal, está libremente disponible para la consulta y se puede descargar en el siguiente
enlace https://www.academia.edu/16840419/Protecci%C3%B3n_social_y_lucha_contra_la_pobreza_en_Brasil_Colombia_y_Chile._Graduarse_de_los_PTC_o_salir_de_la_pobreza
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promover el desarrollo en los sectores más vulnerables. Al respecto, los autores identifican
las bondades de estos programas: van más allá del esquema tradicional de los seguros
sociales y establecen la corresponsabilidad de los beneficiarios para mejorar los niveles
de educación, salud y alimentación, todo esto aumentando el capital humano.
Los PTC irrumpen en el escenario social en la década de 1990, y son pioneros
en Brasil (1995), México (1997) y Ecuador (1998). Ya para 2013, según la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe , operaban en 21 países y cubrían más de
30 millones de familias. Los programas más conocidos son Bolsa Familia de Brasil y
Progresa (definido Oportunidades entre 2001 y 2014) en México. El estudio destaca la
capacidad de estos programas de sacar de la pobreza a millones de latinoamericanos, a
pesar de que no han servido para encarar algunos temas de fondo, como una reforma
sustantiva del mercado laboral, la redistribución equitativa del ingreso y la creación
de sistemas de protección social más incluyentes.
Con relación a la medición del impacto de los PTC, los autores señalan dos métodos:
evaluaciones experimentales y cuasiexperimentales, a las que también han acompañado
metodologías cualitativas. Ha sido evidente un efecto positivo donde se presenta una
amplia cobertura y el monto de las transferencias es más alto, pero donde se cuenta
con menos recursos, por lo que los resultados han sido ínfimos. Esta lógica, que resulta
simple, esconde un complejo universo de variables sociales, culturales y económicas
que, en los estudios de caso, se identifican y analizan con rigurosidad.
El segundo capítulo estudia las estrategias que han adoptado en Brasil para superar
la pobreza. Encontramos un punto de partida interesante con el programa Hambre Cero,
que inició durante el mandato del presidente Lula da Silva en 2003, el cual preparó el
camino para el famoso Bolsa Familia en 2004, que para 2014 beneficiaba a 14 millones
de familias. Estos programas han sido posibles gracias a una planeación integral, que
incluyó una amplia capacitación de los funcionarios públicos a través de la Escuela
Nacional de Administración Pública. Asimismo, se elaboró un Catastro Único para
Programas Sociales, que complementó a los Centros de Referencia de la Asistencia
Social, los Centros de Referencia Especializados de la Asistencia Social, las Unidades
Básicas de Salud y las importantes guarderías para niños.
Lo anterior es solo una muestra de la compleja red de instrumentos con los que
Brasil ha logrado mejorar las condiciones de salud, educación, el mercado de trabajo y
la agricultura familiar. También ha promovido el microempresariado familiar y la economía solidaria, aspectos con los que ha logrado sacar de la pobreza a más de 28 millones
de personas y crear una clase media de 36 millones. No obstante, existen problemas y
debilidades, por ejemplo, los autores explican cómo los resultados de los programas son
altamente variables entre las zonas rurales y urbanas y es persistente una alta rotación
de la mano de obra con bajos salarios.
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En el tercer capítulo se analiza a Colombia. Se trata de un caso especial, ya que el
conflicto interno del país ha empobrecido a grandes sectores urbanos y rurales del país, lo
cual ha complicado la respuesta ante las necesidades sociales. Al igual que en el capítulo
anterior, los autores analizan los antecedentes y elaboran un contexto de referencia. Tienen
como punto de partida la Constitución Política de 1991, con la que se estableció la seguridad
social como una obligación del Estado. Ello llevó a varios cambios que se identificaron
a través del Consejo Nacional de Política Económica y Social, que sentó los criterios de
focalización del gasto público. Asimismo, se creó la controvertida Ley 100 de 1993, con
la que nació el sistema de seguridad social integral y sus dos principales componentes: el
Sistema General de Seguridad Social en Salud y el Sistema General de Pensiones, a lo que se
unió en 1994 la Ley 115, que introdujo el derecho universal de la educación y el Sistema de
Selección e Identificación de Beneficiarios de Programas Sociales. Estas medidas crearon
redes de protección para los más necesitados, y así el gasto social pasó de 6 % en 1990 a
14.5 % en 1996; no obstante, la recesión económica originada en Asia afectó la economía,
y la recuperación tardó casi diez años, para en 2010 llegar a 13.6 % en gasto social.
En este capítulo, los autores también hacen un estudio cronológico de las diversas
estrategias que Colombia ha adoptado para superar la pobreza: Sistema Nacional de
Atención Integral a Población Desplazada en 1997, Red de Apoyo Social en 2000, Acción Social en 2005, Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 “Prosperidad para todos”,
hasta llegar al nuevo Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 “Todos por un nuevo país:
paz, equidad, educación”, con el cual la Administración de Juan Manuel Santos busca
mejorar las condiciones para un posconflicto que está ad portas, si se concretan los
actuales diálogos de paz que se adelantan en La Habana desde 2012 con las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia. Asimismo, señalan los autores que para el caso
colombiano la promoción social ha sido el eje sobre el cual se articulan los PTC, y las
entidades más involucradas en dicha labor son el Departamento para la Prosperidad
Social y la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema, ambas creadas
en 2011. En la parte final, analizan las reglas de graduación del programa Más Familias
en Acción y de la Red Unidos, tras lo cual encuentran una evidencia importante sobre
las dificultades que se interponen para salir de la pobreza.
El capítulo siguiente analiza el caso chileno, donde se cambió de un enfoque guiado
de necesidades básicas hacia uno universalista. Durante la dictadura (1973-1990) el
asunto de la pobreza fue estudiado según el análisis de la población de bajos ingresos,
un punto de partida es la Encuesta de Presupuestos Familiares de 1987. Posteriormente,
el eje de la política pública en la reducción de la pobreza se basó en las transferencias
monetarias focalizadas, cuyos hitos son la introducción del Subsidio Único Familiar,
las Pensiones Asistenciales y las asignaciones familiares para asalariados pobres, y con
el fin de implementar estas transferencias se crea la ficha CAS, que tiene sus orígenes
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en los Comités de Asistencia Social. Ya en 1990, con la recuperación de la democracia,
se desveló un nivel de pobreza de 38.4 %, déficit en viviendas y una baja cobertura en
salud y educación. Para atender el asunto de las viviendas, Chile ha desarrollado un sistema de subsidios, exigiendo un ahorro mínimo o la posesión de un crédito hipotecario.
Asimismo, se dio prioridad a un plan para mejorar el funcionamiento de la red de
salud pública. Paradójicamente, la estrategia para la educación elaborada durante la
dictadura se mantuvo en los posteriores Gobiernos democráticos, ya entre 1990 y 1995
aumentó la inversión y se implementó una reforma educacional.
En cuanto a la lucha contra la pobreza, se mantuvo la lógica basada en las transferencias monetarias focalizadas, y la creación del Fondo de Solidaridad e Inversión
Social. Este permitió introducir componentes orientados a la generación de capacidades
y actividades de promoción y desarrollo social. Posteriormente, el enfoque basado en la
garantía de derechos se presenta durante la Administración de Ricardo Lagos (20002006) cuando se lanza un nuevo seguro de desempleo y el programa Chile Solidario,
que utilizó la infraestructura jurídica e institucional del programa Puente. En 2004, se
reformó la salud a través del Plan Atención Universal de Garantías Explícitas. Posteriormente, durante el primer mandato de Michelle Bachelet (2006-2010), se creó Chile
Crece Contigo, con el cual se buscó extender la cobertura de educación preescolar. En
2012, se puso en acción el programa Ingreso Ético Familiar con un elevado presupuesto
y, en 2014, se calculó la pobreza monetaria con una nueva metodología.
Tal y como hemos visto, el trabajo contiene un análisis robusto de las estrategias que
los países seleccionados han utilizado para reducir los niveles de pobreza. Simplemente
he destacado aspectos que son de interés para quienes desean conocer las dificultades
que aún enfrenta una América Latina en desarrollo. En las conclusiones de la obra, los
autores señalan cómo, de forma errónea, en los PTC se ha hecho mayor énfasis en las
reglas para graduarse de los programas que en las estrategias de salida de la pobreza, lo
cual nos lleva a la siguiente alerta: la reducción de la pobreza no es igual a la reducción
de la vulnerabilidad, que concuerda con las actuales cifras de marginalidad social que
crecen o se mantienen en diversas regiones urbanas y rurales de América Latina.
Se trata de una obra obligada para quienes estudian las políticas púbicas de lucha
contra la pobreza en América Latina y sus interrelaciones con la agenda de gobernanza
mundial del desarrollo, que se ha ido consolidando en el ámbito internacional desde
que fue planteada, en 2008, en el G20 y desde la creación de la Alianza de Busan para
una cooperación eficaz al desarrollo en 2011.
Finalmente, el trabajo nos ilustra con evidencia empírica y nos advierte sobre la
grave vulnerabilidad que un alto porcentaje de la población tiene en la región, y que es
susceptible de marginalizarse nuevamente. Estos sectores pobres tienen expectativas en
cuanto a la mejora de los servicios de salud, educación y empleo, y para ello es necesaria
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la consolidación de políticas de Estado a largo plazo con sistemas de protección social
sólidos y efectivos. Lo mejor que le puede pasar a este trabajo es caer en manos de los
decisores políticos, que pueden evitar la continuidad del drama de millones de ciudadanos latinoamericanos y caribeños.
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