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Cap 19 Ballenas y delfines

CORONADITO RESERVA DE LA BIOSFERA BAHÍA DE LOS ÁNGELES, CANALES DE BALLENA Y DE SALSIPUEDES PU E PUNTA L A ASAMBLEA RT OR E FU ISLA CORONADO MITLÁN GIO ISLA CALAVERA ISLA PIOJO ÁREA DE PROTECCIÓN DE FLORA Y FAUNA ISLAS DEL GOLFO DE CALIFORNIA (TODAS LAS ISLAS) ISLA VENTANA CERRO ÁNGEL ISLA CABEZA DE CABALLO GEMELITO O GEMELITO E ISL A ÁN GOLFO PUNTA ROCOSA N A LD GE CA DE EL L D A BAHÍA CALIFORNIA GU E DE GUADALUPE ENSENADA LOS MACHOS AR LL DA BA EN A S ISLA CORONADO PUNTA L A VÍBORA PUNTA L A GRINGA POBLADO BAHÍA DE LOS ÁNGELES AGUAJE DE LOS ÁNGELES ISLA VENTANA BAHÍA DE LOS ÁNGELES PUNTA COLORADA PUNTA EL PESCADOR BAHÍA LAS ÁNIMAS PUNTA COLORADA PARQUE NACIONAL ZONA MARINA ARCHIPIÉLAGO DE SAN LORENZO LOS CHOROS ISLA R ASA ÁREA DE PROTECCIÓN DE FLORA Y FAUNA VALLE DE LOS CIRIOS CA N A L ISL A SA SA NZ ED RE U LO IP N LS * SAN FRANCISCO DE BORJA ADAC O ES BAHÍA DE SAN RAFAEL PUNTA SAN FRANCISQUITO Mapa de la página anterior: Socorro Muñoz, Centro Pronatura de Información para la Conservación, Pronatura Noroeste AC Bahía de los Á ngeles Bahía de Los ÁngeLes: recursos naturales y comunidad Línea base 2007 Gustavo D. Danemann y Exequiel Ezcurra (editores) Pronatura Noroeste AC Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales Instituto Nacional de Ecología San Diego Natural History Museum La edición de este libro no hubiera sido posible sin el apoyo de he David and Lucile Packard Foundation, he Sandler Family Supporting Foundation, he Marisla Foundation, he International Community Foundation, y he Pew Fellows Program in Marine Conservation. A todos ellos queremos manifestarles nuestro más profundo agradecimiento. Primera edición: marzo de 2008 D.R. © Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) Blvd. Adolfo Ruiz Cortines 4209. Col. Jardines de la Montaña C.P. 14210. Delegación Tlalpan, México, D.F. www.semarnat.gob.mx Pronatura Noroeste A.C. Calle Décima Nº 60, Zona Centro Ensenada, Baja California. CP 22800, México Tel. (646) 175 7160 www.pronatura-noroeste.org San Diego Natural History Museum 1788 El Prado. San Diego, California 92101, EUA www.sdnhm.org Instituto Nacional de Ecología (INE-Semarnat) Periférico sur 5000, colonia Insurgentes Cuicuilco, C.P. 04530. México, D.F. www.ine.gob.mx Traducción, revisión y preparación de originales: Manuel Gardea Ojeda Diseño portada: Álvaro Figueroa Foto de la portada: Inés Aramburo Edición para internet: Susana Escobar Maravillas ISBN: 978-968-817-891-1 Impreso en México d Printed in Mexico Dedicado a la memoria de Benjamín Casillas López Índice Presentación 13 Exequiel Ezcurra y Gustavo D Danemann Primera parte. Aspectos físicos 1 Geología 19 Luis A Delgado-Argote 2 Oceanografía 45 Saúl Alvarez-Borrego 3 Clima 67 Tereza Cavazos Segunda parte. Aspectos históricos 4 Paisajes culturales 93 Patricia Aceves-Calderón y Hugo Riemann 5 Arqueología homas Bowen, Eric W Ritter y Julia Bendímez-Patterson 119 6 Reseña histórica 147 Carolina Shepard-Espinoza y Gustavo D Danemann Tercera parte. Aspectos bioecológicos 7 Macroalgas 181 I Pacheco-Ruíz, JA Zertuche-González, J Espinoza-Ávalos, R Riosmena-Rodríguez, L Galindo-Bect, A Gálvez-Télles, AE Meling-López y J Orduña-Rojas 8 Vegetación terrestre 215 Hem Nalini Morzaria-Luna y Sergio A Barocio-León 9 Humedales 243 Hem Nalini Morzaria-Luna y Gustavo D Danemann 10 Corales pétreos 291 Héctor Reyes-Bonilla, Saúl González-Romero, Gabriela Cruz-Piñón y Luís E Calderón-Aguilera 11 Opistobranquios 319 Hans Bertsch 12 Equinodermos María Dinorah Herrero-Pérezrul, Héctor Reyes-Bonilla, Adriana González-Azcárraga, Carlos E Cintra-Buenrostro y Aracely Rojas-Sierra 339 13 Tiburón ballena 363 Natalie Rodríguez-Dowdell, Roberto Enríquez-Andrade y Nirari Cárdenas-Torres 14 Peces arrecifales Carlos Viesca-Lobatón, Eduardo F Balart, Alonso González-Cabello, Ismael Mascareñas Osorio, Octavio Aburto-Oropeza, Héctor Reyes-Bonilla y Esteban Torreblanca 385 15 Recursos pesqueros 429 Víctor M Valdez-Ornelas, Octavio Aburto-Oropeza, Esteban Torreblanca-Ramirez, Gustavo D Danemann y Ricardo Vidal-Talamantes 16 Tortugas marinas 457 Jefrey A Seminof, Antonio Reséndiz, Beatriz Jiménez de Reséndiz, Wallace J. Nichols y T Todd Jones 17 Herpetofauna terrestre 495 Robert Lovich y Clark R Mahrdt 18 Aves acuáticas 523 Daniel W Anderson y Eduardo Palacios 19 Ballenas y delfines 563 Gisela Heckel, Paloma Ladrón de Guevara y Lorenzo Rojas-Bracho Cuarta parte. Aspectos socioeconómicos 20 Pesca ribereña 603 Gustavo D Danemann, Esteban Torreblanca–Ramírez y Fermín Smith-Guerra 21 Pesca deportiva 631 Esteban Torreblanca, Socorro Muñoz, Gustavo D Danemann y Fermín Smith-Guerra 22 Servicios turísticos 657 Benjamín Casillas-López y Gustavo D Danemann 23 Tenencia de la tierra y conservación de tierras privadas 679 Miguel Á Vargas, Fernando Ochoa y Gustavo D Danemann 24 Conservación ecológica Gustavo D Danemann, Exequiel Ezcurra y Enriqueta Velarde 695 Los autores 731 Revisores científicos 737 I 13 Presentación D esde allá arriba, el Cerro de la Libertad vigila la península. Difícilmente le quedaría un nombre mejor; parece tener el más apropiado que nadie pudiera imaginar. Con sus 1600 metros de altura, se alza imponente sobre la Bahía de los Ángeles. Desde allá arriba podemos sentir la altura y la brisa como si estuviéramos volando, libres, exultantes. Nos podemos parar sobre la divisoria de aguas y otear al mismo tiempo el Pacíico y el Golfo de California. En una cuestión de unos pocos metros, la cumbre más alta divide dos cuencas tajantemente distintas: Al oriente, el abrupto cantil que desciende vertiginoso hacia la región de las Grandes Islas en el Golfo de California; al occidente, una pendiente más suave desciende gradualmente hacia las planicies costeras del Pacíico. Entre estos chaparrales de altura, uno no puede dejar de pensar en el destino de las tempestades de invierno y los chubascos de verano que traen precipitación a la sierra. Unos pocos centímetros hacia el sol naciente, y la gota de lluvia engrosará con su diminuta contribución los caudales que bajan, tumultuosos y efímeros, hacia la costa del golfo. Unos pocos centímetros hacia el poniente, y la gota descenderá por arroyos y cauces, entre palmares y rocas, hasta hundirse en los sedimentos del desierto central, alimentando el precioso tesoro de agua de los acuíferos peninsulares. Algo similar ocurre con las sociedades humanas; una pequeña variación en decisiones cruciales puede llevar el camino de la historia por avenidas 14 B   Á totalmente distintas. La clave del éxito y del bienestar futuro para cualquier grupo humano radica en su capacidad para ver anticipadamente esas disyuntivas, de entender esas bifurcaciones, de captar en todo su peso la gravedad futura de decisiones aparentemente insigniicantes. Porque hay momentos críticos en los que una comunidad, una sociedad, o un país entero deben tomar decisiones que pueden cambiar su futuro para siempre; son los momentos en los que vemos frente a nosotros una bifurcación, una especie de y-griega dibujada en el espacio de las determinaciones y los valores. Son los momentos en los que los grupos humanos deben elegir entre una cómoda mediocridad o una difícil aventura, entre el dejar hacer o el convertirse en protagonistas y artíices de su propio destino. Un momento así está transcurriendo en estos instantes en Bahía de los Ángeles, y también en todas las costas de la Baja California. Por un lado, la comunidad y la gente de Bahía de los Ángeles representan uno de los grupos humanos en la península más arraigados en el uso apropiado de sus recursos naturales, más asentados en una tradición de vida de cara al golfo, a las islas, a los elementos. Arraigados a la vida que obtienen del mar y del desierto, vinculados por décadas a conservacionistas, cientíicos y exploradores de naturaleza, los pobladores de Bahía de los Ángeles forman una comunidad única, un modelo mundial de desarrollo en armonía con el ambiente. Pero por otro lado, las mismas presiones del desarrollo que se hacen sentir en toda la península se hacen sentir también, y con particular fuerza, en esta hermosa bahía. Las demandas para la compra de tierras ejidales, la construcción de grandes hoteles y el desarrollo de instalaciones orientadas al turismo masivo, ya han impactado a la región con toda su crudeza. La globalización económica ha llegado. Junto con ella, la promesa de riquezas fáciles y rápidas para aquellos que venden sus parcelas aparece, amenazadora, en el horizonte como una tentación de inmensa gravitación para todos los habitantes tradicionales de la bahía. Y en estos dos modelos está planteada la dolorosa disyuntiva que se presenta frente a los habitantes de la región: ¿Qué futuro desean los pobladores de la bahía? ¿Un futuro modesto, a veces económicamente estrecho, pero en el que los pobladores locales mantienen el control de su propio destino y su relación con la naturaleza? ¿O un futuro de riquezas adminis- I 15 tradas por desarrolladores e inversionistas, en el los recursos inancieros luyen en mayor cantidad pero bajo el control de terceros, y donde el espléndido medio ambiente de la región corre el riesgo de verse rápidamente deteriorado para siempre? La interrogación no es retórica ni ociosa; basta ver los cambios que han ocurrido en el corredor costero entre Tijuana y Ensenada, o en Puerto Peñasco, Sonora, y compararlos con el todavía tradicional trazado y el transcurrir tranquilo del poblado de Bahía de los Ángeles, para darse cuenta que la pregunta es de la mayor trascendencia. No es nuestra intención contestar esta pregunta, la cual en última instancia debe ser discutida y respondida por los propios habitantes de la región, pero sí deseamos resaltar lo que parece ser el mayor desafío para los pobladores de esta hermosísima bahía, y que es también la pregunta fundamental de todas los sociedades humanas: ¿Cómo desarrollarse en armonía con los recursos naturales? ¿Cómo crecer sin perder el capital natural que forma la base del sustento regional? ¿Cómo tener un presente digno sin sacriicar las posibilidades de un futuro igualmente digno para los hijos y sus descendientes? Este libro compila el conocimiento cientíico sobre los recursos naturales de Bahía de los Ángeles. Los capítulos fueron escritos por un destacado y brillante grupo de investigadores que regalaron sus ideas y sus datos para edición del texto. El esfuerzo fue hecho para crear una línea de base que resuma el conocimiento más actual sobre la naturaleza y los recursos de la región como una contribución de la comunidad cientíica al establecimiento de la Reserva de la Biosfera de Bahía de los Ángeles y canales de Ballenas y Salsipuedes. Como motivo de orgullo para todos los autores, ésta será la primera reserva de México que cuente desde su creación con una línea de base completa que permitirá en el futuro el monitoreo cientíico riguroso del área protegida. Por encima del trabajo de los cientíicos y conservacionistas, la creación de esta importantísima reserva mexicana no hubiera sido posible sin al apoyo de los habitantes de la región, quienes dieron con todo entusiasmo aprobación y sustento al proyecto. Al hacerlo, la gente de Bahía de los Ángeles se conirma, una vez más, como parte de una vanguardia cultural en México, la de aquellas comunidades que buscan conciliar su desarrollo social con la conservación del maravilloso ambiente que los vio nacer. Con esta acción, 16 B   Á los pobladores de Bahía de los Ángeles nos enseñan que es posible soñar con un futuro lleno de opciones y de riquezas naturales, y, al mismo tiempo, ser artíices de nuestro propio presente y dueños de nuestras propias opciones. Exequiel Ezcurra Gustavo D Danemann Ba   19 563 Ballenas y delfines Gisela Heckel, Paloma Ladrón de Guevara y Lorenzo Rojas–Bracho Introducción Una zona rica en nutrientes y con constante productividad primaria conduce al desarrollo de redes tróicas complejas y dinámicas. El Golfo de California en general presenta condiciones hidrográicas únicas que permiten una alta productividad biológica, desde los productores primarios hasta los consumidores secundarios y terciarios. Además, por sus características subtropicales, propicia una gran diversidad de especies en todos los niveles tróicos (Alvarez-Borrego 1983). También se puede encontrar una cantidad relativamente grande de especies pertenecientes al orden Cetacea (las ballenas, los delines y las marsopas), las que según sus hábitos alimentarios, ocupan diferentes niveles tróicos y aprovechan el amplio espectro de presas que se distribuyen en las ricas aguas del Golfo de California (Vidal et al. 1993, Urbán-Ramírez et al. 2005). El Canal de Ballenas se considera una de las regiones con mayor productividad biológica del Golfo de California (Alvarez-Borrego y Lara-Lara 1991). Aunque en el resto del golfo se presenta una clara estacionalidad en la productividad primaria, esto no ocurre en el Canal de Ballenas (Santamaría-del Ángel 1995). Hay una fuerte mezcla de la columna de agua que se ha atribuido a la interacción de corrientes de mareas fuertes con una batimetría com- 564 A  pleja (Badan-Dangon et al. 1985, Paden et al. 1991). También se ha atribuido a las surgencias de verano y eventos locales de fuertes vientos (Cortés-Lara et al. 1999, Marinone y Lavín 2003). Sin embargo, estudios recientes han mostrado que la circulación profunda a través de los umbrales al sur de Isla San Lorenzo y en el norte del Canal de Ballenas propician un lujo de aguas profundas hacia adentro del canal (convergencia) y un lujo hacia afuera en la supericie (divergencia) en ambos extremos. Esta circulación implica una surgencia constante de aguas profundas en el canal a una velocidad comparable con las de otras regiones costeras de surgencias en el mundo (López et al. 2006). Por lo tanto, esta surgencia podría ser responsable de la temperatura supericial relativamente baja y el aporte de nutrientes a la supericie durante todo el año; de ahí que se observe que la productividad primaria en el Canal de Ballenas no presente cambios estacionales tan marcados como en el resto del Golfo de California (Santamaría-del Ángel, 1995). Aún así, la variación espacial y temporal de las condiciones oceanográicas ejerce una inluencia en la productividad biológica y, por lo tanto, en la distribución de las especies de ballenas y delines (Ballance 2002). El Canal de Ballenas es un área importante para los cetáceos, con las 16 especies allí que se han reportado a lo largo del año (Anexo 1), es decir, 52% de las 31 especies registradas en el Golfo de California (Urbán-Ramírez et al. 2005). La mayoría de estos registros son resultados de cruceros que se realizaron en todo el Golfo de California y abarcaron por un breve período el Canal de Ballenas y Bahía de los Ángeles (BLA; Wells et al. 1981, Rojas-Bracho 1984, Vidal et al. 1987, Gendron 1993, Mangels y Gerrodette 1994, Gerrodette y Palacios 1996), navegaciones en panga (Enríquez-Paredes 1996, Urbán-Ramírez 1996), o bien recopilaciones de observaciones y varamientos (Leatherwood et al. 1979, Vidal et al. 1993, Guerrero-Ruiz et al. 1998, Urbán-Ramírez et al. 2005). Solamente se han realizado dos estudios enfocados en la zona: el primero fue de 1983 a 1986 (Tershy et al. 1990, 1991, 1993a, 1993b; Tershy y Breese 1991; Tershy 1992; Breese y Tershy 1993), y el segundo de 2003 a 2004 (Ladrón de Guevara y Heckel 2004, Ladrón de Guevara et al. 2005, Barbosa-Devéze 2006, Heckel 2006). Ambos estudios se realizaron mediante navegaciones en panga y durante las cuatro estaciones del año (primavera, verano, otoño e invierno), aunque diirieron en horas de esfuerzo de búsqueda (1378 hs de 1983–1986 vs. 964 hs de 2003–2004). En cuanto el área cubierta, ambos estudios abarcaron B   565 BLA, pero en el estudio reciente se recorrió todo el Canal de Ballenas (Barbosa-Devéze 2006), mientras que en el anterior solamente se navegó en la parte sur de este canal (Breese y Tershy 1993). Especies de cetáceos Las especies registradas en esta rica zona del Golfo de California pertenecen a dos subórdenes, Mysticeti (cetáceos con barbas) y Odontoceti (cetáceos con dientes), y a seis familias (Anexo 1): Balaenopteridae (rorcuales como la ballena de aleta, azul, jorobada, de Bryde), Eschrichtiidae (ballena gris), Physeteridae (cachalote), Kogiidae (cachalote enano y pigmeo), Ziphiidae (zíidos) y Delphinidae (delines). Debido a la gran capacidad de desplazamiento que tienen estos animales, y a la ausencia de información sobre su abundancia en la región de BLA y Canal de Ballenas, hacemos referencia a las poblaciones de todo el Golfo de California. Probablemente el misticeto más importante en la región de BLA por su abundancia y presencia en el año, es el rorcual común (Balaenoptera physalus, ig. 1). Mide de 19 a 20 m de longitud y es la segunda especie de mamífero más grande del mundo después de la ballena azul. Durante decenas de años, se sospechó que en el Golfo de California habita una población residente (Gilmore 1957, Leatherwood et al. 1982, Rojas-Bracho 1984, Gambell 1985, Silber et al. 1994, hompson et al. 1992, Tershy et al. 1993a). Investigaciones recientes han conirmado que no solamente es una población residente, sino que también está genéticamente aislada de la del Pacíico Nororiental (Bérubé et al. 2002, Urbán-Ramírez et al. 2005). Esto signiica un reto importante en la conservación de los recursos que representan los mamíferos marinos en aguas de México. Tershy et al. (1990) estimaron el tamaño de la población del rorcual común entre 1983 y 1986 para el Canal de Ballenas en 546 individuos. Gerrodette y Palacios (1996) realizaron dos cruceros en verano y otoño de 1992 y 1993 que abarcaron todo el Golfo de California, y estimaron mediante transectos lineales una población de 820 ballenas (intervalo de conianza, IC, al 95%: 594–3229). Entre 1993 y 1995, Enríquez-Paredes (1996) y Urbán-Ramírez (1996) estimaron una población de 386 ballenas igualmente para todo el golfo (IC 95%: 282–488), mediante el método de captura-recaptura con fotoidentiicación. 566 A  Otra especie muy importante para la región de BLA es el rorcual tropical o ballena de Bryde (Balaenoptera edeni, ig. 2). Esta especie se encuentra ampliamente distribuida en aguas tropicales y subtropicales de todo el mundo. Entre las ballenas es una de las más pequeñas, con un promedio de longitud de 12 a 13 m. Estudios morfométricos y genéticos apuntan a la existencia de dos taxa diferentes: una forma mayor, la “común o típica”, que es de hábitos oceánicos, y otra menor o “pigmea”, más costera (Dizon et al. 1995, Rice 1998, Kato 2002). Aunque Rice (1998) propuso la probable existencia de dos especies (B. edeni para la forma costera y B. brydei para la oceánica), existen algunos aspectos taxonómicos que no se han resuelto (Kato y Fujise 2000, Kato 2002). Hasta ahora, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN 2003) y la Comisión Ballenera Internacional (IWC 2006) sólo reconocen una especie (B. edeni). Dados los resultados preliminares de estudios genéticos, cabe la posibilidad de que existan dos poblaciones en aguas del Golfo de California, una residente y otra relacionada con la población del Pacíico Oriental Tropical (Dizon et al. 1995, Urbán-Ramírez y Flores-Ramírez 1996). Posiblemente sea la forma menor la que se encuentra en el Canal de Ballenas y BLA, ya que ésta tiene hábitos costeros, no presenta las cicatrices características de la forma oceánica (Best 1977); a diferencia la oceánica que presenta una temporada reproductiva deinida, la costera no presenta una temporada reproductiva restringida (en Canal de Ballenas se han observado crías de diferentes tamaños al mismo tiempo a lo largo del año), y generalmente son piscívoras (Tershy et al. 1990), tal como ha sido discutido por otros autores para otras zonas (Best 1977, Urbán-Ramírez y Flores-Ramírez 1996, Kato y Fujise 2000, Gallo-Reynoso et al. 2004). Tershy et al. (1990) estimaron el tamaño de la población del rorcual tropical en la región de BLA en 454 animales, basándose en la fotoidentiicación de 160 individuos; para todo el golfo, ésta se ha estimado en 952 individuos (IC 95%: 435–2085; Gerrodette y Palacios 1996). Los reportes sobre otras especies de ballenas son menos frecuentes que para los rorcuales común y tropical. De acuerdo con Gendron (2002), Baja California se considera como una zona de crianza, alimentación y probablemente de reproducción para la ballena azul (Balaenoptera musculus, ig. 3), que se presenta en el Golfo de California desde ines de otoño hasta primavera. Tershy et al. (1990) fotoidentiicaron nueve individuos de ballena azul B   567 durante los cuatro años que trabajaron en el Canal de Ballenas, principalmente en abril y mayo. Gendron (2002) reportó ocho avistamientos entre 1993 y 1999 en Bahía de los Ángeles, Canal de Ballenas y sus aguas adyacentes, incluidas madres con crías. Esta autora estimó el tamaño de la población de ballena azul en el golfo en 283 individuos (IC 95%: 114–703), para febrero de 1997. La ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) también ha sido reportada en la zona, aunque su presencia en la región de BLA es esporádica. UrbánRamírez y Aguayo (1987) entre 1983 y 1986 encontraron 24 individuos de este rorcual en las aguas adyacentes a Isla Rasa, y tres avistamientos más en el Canal de Ballenas. En ese lugar, Ladrón de Guevara y Heckel (2004) reportaron dos avistamientos en 2003. Urbán-Ramírez et al. (1999) estimaron el tamaño de la población en el Pacíico Mexicano durante invierno/primavera en 1,813 individuos (IC 95%: 918–2,505). El balaenoptérido más pequeño de todos, la ballena minke (Balaenoptera acutorostrata), es un visitante regular del Golfo de California. Es frecuente observarla a lo largo del año, pero sus patrones migratorios no son bien conocidos. Tershy et al. (1990) fotoidentiicaron 6 de 17 individuos observados en el Canal de Ballenas entre 1983 y 1986 durante todas las estaciones del año. No se cuenta con una estimación de abundancia para el Golfo de California. La ballena gris del Pacíico Oriental (Eschrichtius robustus) migra desde los mares de Bering, Beaufort y Chukotka, donde se alimenta en verano, hasta las áreas de reproducción en la costa occidental de la Península de Baja California (Rice et al. 1984) , y hasta hace algunos años, en el sur del Golfo de California (Findley y Vidal 2002). Los avistamientos en el norte del Golfo de California son ocasionales (Wells et al. 1981, Vidal et al. 1993, Silber et al. 1994). En BLA, sólo en cinco ocasiones se ha registrado ballenas grises (Tershy y Breese 1991, Sánchez-Pacheco et al. 2001, Ladrón de Guevara et al. 2005). En cuanto a odontocetos, el delfín común (Delphinus spp.) es sin duda el cetáceo más abundante en el Golfo de California. Este género estuvo sujeto a controversias durante muchos años, en términos del número de especies que lo constituyen (Aguayo et al. 1986, Vidal et al. 1993, Pérez-Cortés et al. 2000). Estudios de morfometría (Heyning y Perrin 1994) y genética molecular (Rosel et al. 1994) reconocieron dos especies: el delfín común de rostro 568 A  largo, D. capensis (ig. 4), y el de rostro corto, D. delphis. Aunque ambos coinciden en porciones de su distribución en el Pacíico Oriental, únicamente D. capensis se encuentra en todo el Golfo de California, mientras que D. delphis se distribuye en la parte sur y la entrada de este golfo (Mangels y Gerrodette 1994, Gerrodette y Palacios 1996, Pérez-Cortés et al. 2000). Breese y Tershy (1993) reportaron a D. delphis como la especie más abundante en el Canal de Ballenas, pero debido a que este trabajo es previo a la deinición actual de las dos especies, suponemos que en realidad se trataba de D. capensis. Se le ha reportado en todas las estaciones del año y llega a formar manadas de cientos o miles de individuos. (Breese y Tershy 1993, Barbosa-Devéze 2006). La única estimación de abundancia que existe para D. capensis es para el Golfo de California y asciende a 61,976 individuos (IC 95%: 31,295–154,153; Gerrodette y Palacios 1996). Los tursiones (Tursiops truncatus, ig. 5) tienen una amplia distribución en el Golfo de California, y son la segunda especie de cetáceo más abundante en la región de BLA (Breese y Tershy 1993, Barbosa-Devéze 2006). Forman grupos mucho más pequeños que el delfín común, desde unos pocos individuos hasta algunas decenas. Se han hecho estudios relativamente locales en el Golfo de California (Acevedo-Gutiérrez 1991a, 1991b; Ballance 1992; Silber y Fertl 1995; Marcín-Medina 1997; Pérez-Cortés et al. 2000; DíazGamboa 2001; Orozco-Meyer 2001; Carrillo y Mellink 2004; Salinas-Zacarías 2005). Mediante análisis de isótopos estables se ha conirmado que aquí coexisten dos ecotipos: el costero y el oceánico (Díaz-Gamboa 2003). Con observaciones en avistamientos y medición de proporciones en fotografías, Díaz-Gamboa (2003) propone una descripción morfológica externa para diferenciar a estas dos formas: El costero es más grande y robusto que el oceánico, su color dorsal es más claro y con una evidente capa dorsal más obscura que las capas lateral y ventral, mientras que el oceánico no presenta estas diferencias dorsales y laterales en la coloración. El rostro del costero es más corto, sus aletas pectorales más cortas y amplias. El costero generalmente se encuentra en grupos de 20 o menos individuos, mientras que el oceánico forma grupos más grandes (Díaz-Gamboa 2003). Según análisis con técnicas moleculares, las poblaciones costeras tienen un lujo genético más restringido a lo largo del Golfo de California y con poblaciones oceánicas (Segura 2004, Segura et al., en prensa). Además, los tursiones oceánicos muestreados B   569 en la región de las Grandes Islas (incluyendo BLA), fueron signiicativamente diferentes de los del sur y del norte del golfo, aunque mantienen cierto nivel de lujo genético (Segura 2004). Se ha estimado que la población de tursiones en el Golfo de California es de 33,799 individuos (IC 95%: 20,500–58,358; Gerrodette y Palacios 1996). En el Canal de Ballenas se han registrado con poca frecuencia otros odontocetos: el cachalote (Physeter macrocephalus), el cachalote enano (Kogia sima), el calderón de aletas cortas (Globicephala macrorhynchus), la orca (Orcinus orca), la orca falsa (Pseudorca crassidens), el delfín de Risso (Grampus griseus), y el zíido de Cuvier (Ziphius cavirostris; Anexo 1). El odontoceto de mayor tamaño es el cachalote (longitud media: 10.4– 11.0 m en hembras, 15.2–16.1 m en machos; Rice 1989). Aunque los registros eran poco frecuentes en el Golfo de California (Vidal et al. 1993), aparentemente los avistamientos aumentaron durante la década de 1990, probablemente asociados al regreso del calamar gigante, Dosidicus gigas (Gendron 2000a). En el Canal de Ballenas se le ha observado con poca frecuencia, pues entre 1983 y 1986 (1378 horas de esfuerzo de búsqueda), Breese y Tershy (1993) solamente registraron 11 individuos en 5 avistamientos. Barbosa-Devéze (2006) realizó 3 avistamientos con un total de 60 individuos en 2003 y 2004. La abundancia del cachalote en todo el Golfo de California se ha estimado en 417 individuos (IC 95%: 164–1144; Gerrodette y Palacios 1996). El cachalote enano, mucho más pequeño que el cachalote (longitud media = 2.7 m; Caldwell y Caldwell 1989, Rice 1998), es difícil de observar en vida libre por su comportamiento en supericie, ya que se mantiene lotando, sin movimiento aparente (Gendron 2000b). En el Canal de Ballenas, Breese y Tershy (1993) observaron un individuo en noviembre de 1986, y en BLA se registró el varamiento de un individuo en verano de 2004 (Barbosa-Devéze 2006, Fuentes, com. pers.; ig. 6). No se ha estimado el tamaño de su población en el Golfo de California. Tampoco se ha podido estimar la población de la orca falsa en el Golfo de California, debido a los escasos avistamientos y varamientos registrados (Pérez-Cortés et al. 2000, Urbán-Ramírez et al. 2005). En el Canal de Ballenas se le ha observado muy poco: 100 individuos en 11 avistamientos entre 1983 y 1986 (Breese y Tershy 1993) y un solo avistamiento con 80 individuos en 2004 (Barbosa-Devéze 2006). 570 A  El calderón de aletas cortas (Globicephala macrorhynchus, ig. 7) se confundió durante mucho tiempo con el calderón de aletas largas (G. melas), pero actualmente ambas especies están bien deinidas (Rice 1998). El de aletas cortas se distribuye en aguas tropicales y subtropicales, mientras que el de aletas largas es bipolar en aguas templadas (Rice 1998). Por lo anterior, consideramos que el avistamiento de G. melas reportado por Wells et al. (1981) en el Canal de Ballenas en realidad debe adjudicarse a G. macrorhynchus (Anexo 1). Aunque se le considera relativamente común en el Golfo de California, en el Canal de Ballenas se le ha observado con mucha menor frecuencia que en otras partes del golfo. Breese y Tershy (1993) registraron 8 grupos de entre 2 y 9 individuos, mientras que Barbosa-Devéze (2006) tuvo 6 avistamientos (416 individuos en total) entre 2003 y 2004. Vázquez-Morquecho (1997) estimó que en la Bahía de la Paz hubo 652 individuos (± 2584) en 1993 y 416 (± 121) en 1994. La abundancia para todo el Golfo de California en verano y otoño de 1992 y 1993 se estimó en 3,923 (IC 95%: 1,591–9,829; Gerrodette y Palacios 1996). En contraste, la orca se ha observado en el Canal de Ballenas durante todos los meses del año. Breese y Tershy (1993) tuvieron 27 avistamientos, aunque Barbosa-Devéze (2006) solamente tuvo dos. Se le considera una especie poco frecuente en el Golfo de California, ya que con una recopilación de 15 años (1972–1997) de fotografías de aletas dorsales (Guerrero-Ruiz et al. 1998), se reportaron 843 individuos en 156 avistamientos y 86 individuos fotoidentiicados. No se cuenta con una estimación del tamaño de la población en el golfo. En cuanto al delfín gris o de Risso (ig. 8), casi todos los reportes de avistamientos y varamientos se han localizado del golfo central hacia el sur, con excepción de dos varamientos, uno en Bahía San Luis Gonzaga, Baja California (Leatherwood et al. 1979), y otro en Bahía San Francisco, Guaymas, Sonora (Guerrero-Martínez et al. 2001). En el Canal de Ballenas fue reportado por primera vez en octubre de 2003 (Barbosa-Devéze et al. 2004) y se tuvo un total de 6 avistamientos con 93 individuos (Barbosa-Devéze 2006). Es relativamente abundante en el Golfo de California, pues se estimó su población en 16,918 individuos (IC 95%: 9,027–33,205; Gerrodette y Palacios 1996) durante 1992 y 1993. Por último, el zíido de Cuvier es, dentro de la familia Ziphiidae, la especie de la que se han registrado más avistamientos en el noroeste de México, B   571 excepto en el norte del Golfo de California (Urbán-Ramírez y Pérez-Cortés 2000). En el Canal de Ballenas solamente se cuenta con un registro, y éste está basado en un cráneo hallado en la Isla Coronado o Smith (Orr 1967). Nichos ecológicos de los cetáceos en la región de Bahía de los Ángeles La gran productividad biológica del Canal de Ballenas y BLA propicia la presencia de especies de cetáceos que ocupan los más variados nichos ecológicos. La composición de las dietas de los mamíferos marinos puede ser altamente especializada, como la de la ballena azul, que se alimenta exclusivamente de eufáusidos (Croll et al. 1998, Gendron 2002, Mejía-Acosta, 2003), o muy generalizada, como la del tursión (Leatherwood y Reeves 1990, Hanson y Defran 1993). Los eufáusidos también son cosumidos por el rorcual común (Del Ángel-Rodríguez 1997), aunque se ha visto que en la mayoría de los lugares que habita en el mundo (incluyendo el Golfo de California) éste combina este crustáceo con peces pelágicos menores, como la sardina del Pacíico (Sardinops sagax) y la sardina crinuda (Opisthonema libertate, Gambell 1985). En el Golfo de California, el rorcual común cambia estacionalmente de dieta, pues se alimenta de eufáusidos en la temporada fría y de pelágicos menores en la temporada cálida (Jaume-Schinkel 2004). Sin embargo, en el Canal de Ballenas este rorcual aparentemente sólo se alimenta de eufáusidos (Tershy 1992, Tershy et al. 1993), a pesar de que las sardinas también son abundantes en la zona (Hammann et al. 1998). Asimismo, no es extraño que el rorcual tropical que aparentemente preiere a los pelágicos menores (Tershy 1992, Tershy et al. 1993b, Gendron et al. 2001), también se encuentre ahí. Aún así, hay variación estacional en la presencia de los rorcuales en el Canal de Ballenas. Las observaciones de Tershy et al. (1990) durante cuatro años mostraron que los rorcuales comunes y tropicales estuvieron presentes durante todos los meses del año, pero los comunes fueron más abundantes en el invierno y la primavera, y sus números estuvieron correlacionados negativamente con la temperatura del agua. En contraste, la abundancia de rorcuales tropicales estuvo correlacionada positivamente con la temperatura y fue mayor en el verano y el otoño. Recientemente, Gallo-Reynoso et al. (2004) también encontraron un mayor número de individuos de B. physalus que de B. edeni 572 A  durante los meses de invierno, y gran número de especímenes de ambas especies en invierno y primavera. Es probable que la ballena azul en sus ocasionales visitas a la región de BLA aproveche los eufáusidos (Nyctiphanes simplex) de los que se alimenta el rorcual común en la zona (Gendron 2002, Ladrón de Guevara et al. 2005). De los otros visitantes esporádicos, las ballenas jorobada y gris, se ha observado a esta última alimentándose en la parte sur de BLA, donde ha encontrado sus presas preferidas, los anfípodos bentónicos (Tershy y Breese 1991, Sánchez-Pacheco et al. 2001, Ladrón de Guevara et al. 2005). Esto implica que algunas ballenas grises visitan el norte del Golfo de California en búsqueda de concentraciones de alimento, e incluso dejan de participar en la migración al Océano Pacíico Norte (Tershy y Breese 1991, Vidal et al. 1993, Sánchez-Pacheco 2001). En cuanto a los odontocetos, los registros muestran que en el Canal de Ballenas se pueden encontrar especies que se alimentan principalmente de calamar gigante, el cual es relativamente abundante en la zona de este canal (Markaida y Sosa-Nishizaki 2001). Tal es el caso del cachalote y probablemente el zíido de Cuvier (Anexo 1). El cachalote enano, el calderón de aletas cortas y el delfín de Risso también se alimentan de calamares, pero de tallas pequeñas de D. gigas y probablemente de otras especies como Loliolopsis diomedeae, Lolliguncula argus y Lolliguncula panamensis (Fischer et al. 1995). Además, también se encuentran cetáceos esencialmente piscívoros. El delfín común (Breese y Tershy 1993, Barbosa-Devéze 2006) aprovecha la abundancia de sardinas y otros pelágicos menores. Otro piscívoro es el tursión o tonina (Breese y Tershy 1993, Barbosa-Devéze 2006). Mediante análisis de isótopos estables, se demostró que los dos ecotipos se alimentan en diferentes ecosistemas (el costero y el oceánico), aunque en el mismo nivel tróico (DíazGamboa 2003). El costero es más oportunista y captura tanto peces pelágicos como demersales, mientras que el oceánico aprovecha los pelágicos y tallas pequeñas de calamares (Urbán-Ramírez et al. 1997, Díaz-Gamboa 2003). Aunque estos reportes se reieren al centro y al sur del Golfo de California, es probable que los tursiones de ambos ecotipos tengan hábitos alimentarios similares en BLA, pero aún no se han hecho estudios especíicos en la zona. Por último, la orca es un depredador tope y, por lo tanto, se alimenta de otros mamíferos marinos (Ballance 2002). En el Golfo de California se le ha observado atacando ballenas azules (Tarpy 1979), rorcuales comunes y tro- B   573 picales (Vidal y Pechter 1989, Silber et al. 1990) y probablemente es un importante depredador de cetáceos. En el Canal de Ballenas, el 17 de octubre de 2005 se observó la persecución y probable muerte de una ballena de aleta por un grupo de 18 orcas (Heckel, datos no publicados; ig. 9). La orca falsa también se ha observado atacando a delines comunes de rostro largo en la costa de Sonora (Gallo-Reynoso y Niño 2003), aunque esto no se puede considerar un comportamiento habitual en esta especie, ya que usualmente se alimenta de peces y ocasionalmente de calamares. Interacción con actividades humanas Los cetáceos, como toda fauna, tienen que lidiar en su entorno natural con factores que propicien su viabilidad, tales como la búsqueda del alimento y de áreas óptimas para la reproducción, así como escapar de depredadores. Aunados a esto está la constante presencia de los humanos y los problemas que la interacción con sus actividades puede conllevar. Aunque en general se considera que el Golfo de California es uno de los lugares más prístinos del mundo, los humanos han habitado las islas y costas del Golfo de California desde hace aproximadamente 10,000 años (Bahre y Bourillón 2002). Por lo tanto, es evidente que siempre ha existido la interacción entre humanos y cetáceos en la zona, de una u otra forma, y en la actualidad los problemas antropogénicos son múltiples y complejos. Turismo El megaproyecto turístico “Escalera Náutica” fue propuesto por el gobierno de México durante el sexenio 2000–2006 (FONATUR 2001), y contemplaba aumentar el número de embarcaciones de 8,000 que anualmente arriban al Golfo de California a 61,500–76,400 en 2014. Es probable que este proyecto se vuelva a retomar durante el próximo sexenio. Consiste en un nuevo sistema de puertos, marinas, hoteles, restaurantes, campos de golf, aeropuertos y pistas de aterrizaje, que conectarían 2,500 millas de ambas costas de la Península de Baja California. En BLA aún no existen grandes construcciones portuarias; la infraestructura actual consiste apenas de algunas rampas en el poblado. Sin embargo, en vista de que BLA será un parador náutico que 574 A  conectará con el Océano Pacíico a través de un puente terrestre, es de esperarse que ahí se concentre mucho movimiento de embarcaciones. Si este proyecto no se planea cuidadosamente para un desarrollo de bajo impacto, representará una amenaza importante para la vida marina en general. Entre los problemas que representa actualmente el turismo náutico para los cetáceos se cuentan la colisión con embarcaciones, actividades de observación de ballenas no reguladas, ruido, y pérdida de hábitat. Colisión con embarcaciones Ésta es una causa importante de mortalidad para al menos 11 especies de ballenas en el mundo (Laist et al. 2001). Excepto por las ballenas francas del norte (Eubalaena glacialis), todas las demás especies que frecuentemente mueren en colisiones comúnmente se encuentran en el Golfo de California (Rojas-Bracho et al. 2003). Las propelas de las embarcaciones pueden producir heridas graves e incluso causar la muerte. Entre 0.8% y 2.0% de las fotografías de dorsos y aletas de ballenas de aleta, grises y jorobadas muestran signos de colisiones (Guerrero-Ruiz 2005). En BLA no existen registros, aunque ocasionalmente las pangas, al navegar a velocidades mayores a 40 km h-1, pasan por encima de ballenas (J Arce-Smith com. pers.). Actividades de observación de ballenas no reguladas La observación de ballenas está regulada por la NOM-131-ECOL-1998 (SEMARNAT 2000a) en Baja California, Baja California Sur y Jalisco-Nayarit. Aunque las embarcaciones que se dedican a la observación comercial portan permisos, reciben capacitación y en general se adhieren a la norma, se han registrado efectos en el comportamiento de los cetáceos (Heckel et al. 2001, Ollervides 2001, Ollervides 2002, Rodríguez-Vázquez 2000). El turismo náutico privado es el que menos acata las recomendaciones para evitar estos efectos, y esto no sólo ocurre en México, sino en otras partes del mundo (Zimmermann 1989, Heckel et al. 2003). En BLA se desarrolla una incipiente actividad de observación de ballenas, tanto comercial como privada, que aún no está regulada. Es urgente que se declare como área de observación de ballenas para que la norma se aplique ahí y los prestadores de servicios turís- B   575 ticos reciban capacitación para minimizar los efectos que pudiera causar en las ballenas (Heckel 2006). Ruido Las embarcaciones producen sonidos, la mayoría de baja frecuencia, que pueden interferir con la emisión de los sonidos producidos por los cetáceos (Richardson et al. 1995). En algunas especies de ballenas, se ha comprobado que estos sonidos tienen propósitos de comunicación, como en el rorcual común del Golfo de California. Los machos emiten sonidos de baja frecuencia que utilizan para atraer a las hembras hacia las agregaciones de alimento (Croll et al. 2002). Es probable que el aumento en la emisión de sonidos de baja frecuencia de las embarcaciones disminuya la posibilidad de encuentro de los animales e interiera con la búsqueda del alimento, y por lo tanto la recuperación de las especies previamente explotadas esté en riesgo (Croll et al. 2001, Croll et al. 2002). Se ha visto que los delines asociados a la pesca del atún (principalmente Stenella attenuata) en el Pacíico Oriental Tropical incluyendo el Golfo de California, reaccionan a distancias de 10 km o más de los barcos que los utilizan para localizar cardúmenes y posteriormente lanzar la red (Au y Perryman 1982). En otras situaciones, al menos algunos delines parecen distinguir embarcaciones de acuerdo a los sonidos y reaccionan diferente ante las lanchas que habitualmente persiguen a los animales (como las de operadores turísticos agresivos), en contraste con lanchas que se acercan lenta y cuidadosamente (Würsig y Anderson 2002). En Sarasota, Florida, se observó que los tursiones aumentaron la frecuencia y duración de sus silbidos cuando embarcaciones menores pasaban a alta velocidad a menos de 100 m de distancia, lo cual probablemente funciona para promover la reunión de los animales o para compensar el enmascaramiento de las señales y mantener la comunicación en un ambiente ruidoso (Buckstaf 2004). Aunque en BLA aún no se han realizado investigaciones sobre el efecto del ruido de embarcaciones en los cetáceos, es de suponerse que las reacciones serían similares a las que se han observado en estudios en otros lugares. Por lo tanto, sería importante tomar medidas precautorias como la implementación de la ya citada norma para observación de ballenas (SEMARNAT 2000a). 576 A  Pérdida de hábitat La construcción de marinas provoca la disminución de estuarios y manglares que son muy importantes para la reproducción de invertebrados y peces, y a su vez áreas de alimentación para cetáceos. Algunos lugares cercanos a BLA, como la costa entre San Felipe y Puertecitos, Baja California, han sido modiicados por las actividades humanas y el uso de la zona costera (Brusca et al. 2005). En caso de realizarse el proyecto “Escalera Náutica”, en BLA se construiría una marina terrestre totalmente nueva, en una bahía conocida como Ensenada La Gringa. La terminal naútica tendría 100 espacios, y requerirá ediicaciones de protección, lo que implica una modiicación en la geomorfología y dinámica de la costa (CONANP 2003). Por lo tanto, es factible que al menos durante la construcción, y probablemente durante la operación, los cetáceos que suelen utilizar la Ensenada La Gringa para alimentarse reduzcan su presencia. Tal podría ser, de acuerdo a los registros, el caso de los rorcuales común y tropical (Ladrón de Guevara et al. 2005), el tursión y el delfín común de rostro largo (Barbosa-Devéze 2006). Contaminación En el Golfo de California hay tráico marítimo que emite contaminantes de los derivados de hidrocarburos (gasolina, diesel y aceite), los cuales, aunados a las descargas de pesticidas en zonas agrícolas, podrían representar una amenaza para la salud de los cetáceos. Estos compuestos químicos, conocidos como organoclorados (o hidrocarburos clorados, HCs), se acumulan a través de la cadena tróica en la grasa de los mamíferos, y se les ha relacionado con pérdida de capacidad reproductiva y disminución del sistema inmune (Tanabe et al. 1994). Existen muy pocos estudios sobre concentración de HCs en el Golfo de California: uno sobre la vaquita marina (Árcega-Cabrera 1996) y otro sobre la ballena azul (Valdez-Márquez 2001, Valdez-Márquez et al. 2004). Este último concluyó que la concentración de HCs en la grasa de las ballenas azules que visitan el golfo es signiicativamente menor que la encontrada en las del Atlántico Norte. Aunque puede considerarse que los organoclorados actualmente no representan un riesgo de salud importante B   577 Figura 1. Rorcual común o ballena de aleta, Balaenoptera physalus. Foto: Gisela Heckel, 11/10/05 Figura 2. Rorcual tropical, Balaenoptera edeni. Foto: Gisela Heckel, 4/06/04 578 A  Figura 3. Ballena azul, Balaenoptera musculus. Foto: Gisela Heckel, 14/05/05 Figura 4. Delfín común de rostro largo, Delphinus capensis. Foto: María Eugenia Rodríguez, 20/05/05 B   579 Figura 5. Tursión o tonina, Tursiops truncatus. Foto: Gisela Heckel, 26/07/05 Figura 6. Cachalote enano, Kogia sima, varado en BLA Foto: Isabel Fuentes, 07/04 580 A  Figura 7. Calderón de aletas cortas, Globicephala macrorhynchus. Foto: Guadalupe Espinosa de los Reyes, 14/05/05 Figura 8. Delfín gris o de Risso, Grampus griseus. Foto: Oscar Guzón, 11/03/04 Figura 9. Orcas, Orcinus orca, en persecución de un rorcual común en el Canal de Ballenas. Foto: Alejandra Báez, 17/10/05 B   581 para la vaquita (Rojas-Bracho y Taylor 1999), ni probablemente para otros mamíferos marinos en el Golfo de California, es importante monitorear los niveles de estos contaminantes y así poder tomar medidas preventivas para la conservación de la diversidad biológica de la región. Los desechos sólidos también son una posible causa de muerte de cetáceos por su ingestión (Laist et al. 1999). Toneladas de este tipo de contaminante se vierten cada año desde embarcaciones, en las poblaciones y en los campamentos de pescadores en las costas e islas (Bahre y Bourillón 2002). Los vientos locales en BLA arrastran una gran cantidad de desechos al mar, sobre todo durante eventos breves e intensos con viento de tierra a mar. El Área de Protección de Flora y Fauna “Islas del Golfo de California” instituyó un programa de empleo temporal en el que los pobladores de BLA recorren las islas de la bahía y del Archipiélago San Lorenzo. Recogen toneladas de basura durante aproximadamente dos meses al año, pero desafortunadamente el problema continúa (CONANP 2003). Interacción con pesquerías Durante las operaciones de pesca, los mamíferos marinos a veces son capturados y mueren o quedan con restos de redes en su cuerpo. A esto se denomina captura incidental y enmallamiento, y ha sido un problema para muchas especies de cetáceos en todo el mundo (Northridge 2002). La principal pesquería en el Golfo de California es la de sardina (principalmente Sardinops sagax), que utiliza redes de cerco y constituye 30% del volumen de la producción nacional. La lota del estado de Sonora captura 50% de esta producción (Guerrero-Ruiz 2005), y los barcos de Guaymas, Sonora, suelen aprovechar el recurso en la región de BLA (CONANP 2003). Por otro lado, la pesca artesanal o ribereña a baja escala es sustento económico de muchas comunidades costeras y utilizan diferentes artes de pesca para capturar peces, moluscos y crustáceos. Hasta la fecha es difícil hacer una estimación del riesgo de enmallamiento para cetáceos en el Golfo de California y en BLA, ya que no se conoce exactamente el número pangas que se utilizan en la pesca artesanal. Se estima que en el Golfo de California existen alrededor de 9,000 a 18,000 pangas que utilizan diferentes artes de pesca (palangres, atarrayas, líneas, trampas, redes agalleras, entre otras; Guerrero-Ruiz 2005). Se ha cal- 582 A  culado que entre 4,000 y 5,500 pangas se dedican sólo a la pesca de tiburón y especies aines en el golfo. Sin embargo, este número es conservador. Al considerar el potencial del esfuerzo pesquero de las lotas industrial y artesanal del Golfo de California, el impacto potencial podría ser signiicativo para algunas especies de pequeños cetáceos, en el orden de decenas o miles de individuos al año (Guzón 2006). Alrededor del 70% de las familias de la comunidad local de BLA vive de la pesca. Hasta 1998 la lota estaba compuesta por 90 pangas, también aprovechan este recurso algunos pescadores de la costa sonorense (alrededor de 25 a 30 embarcaciones de Bahía Kino, Puerto Libertad, Punta Lobos y Guaymas, Sonora) y de Guerrero Negro, BCS, así como 70 a 100 pangas provenientes de Chiapas (CONANP 2003). Es sumamente escasa la información sobre enmallamientos de cetáceos en el Golfo de California (Vidal et al. 1994). Se han reportado para la vaquita (Phocoena sinus) en el norte del Golfo de California, y parece ser el mayor riesgo para su extinción (Rojas-Bracho y Taylor 1999). En Sonora, el cachalote parece ser una especie muy afectada por el chinchorro tiburonero que se deja a la deriva, además de la ballena azul, el rorcual tropical, el delfín común de rostro largo, el zíido de Cuvier y el tursión (Gallo-Reynoso 2004). También se han reportado enmallamientos de ballena gris en diferentes localidades del golfo (Vidal et al. 1994, Guerrero-Ruiz 2005). Para la región de BLA, sin embargo, es poca la información que hasta el momento se tiene sobre el enmallamiento de cetáceos (O Guzón com. pers.). En 2003 hubo un varamiento de aproximadamente 40 delines comunes en Bahía San Rafael, 40 km al sur de BLA (O Santillán com. pers.). Es probable que estos delines murieran en redes de pesca de más de un tipo (de deriva para tiburón y de cerco para sardina) a lo largo de varias semanas, y que se vararon paulatinamente en esa costa. De acuerdo con los reportes de enmallamiento en el Golfo de California (Vidal et al. 1994, Zavala-González et al. 1994, Gallo-Reynoso 2004), las especies que podrían ser afectadas en BLA y el Canal de Ballenas por coincidir su distribución con el uso de la red de deriva (CONANP 2003), son el rorcual tropical, la ballena gris, el cachalote, el delfín común de rostro largo y el tursión (Ladrón de Guevara et al. 2005, Barbosa-Devéze 2006). B   583 Efectos de eventos El Niño-Oscilación del Sur en la población de cetáceos de BLA Durante los eventos El Niño-Oscilación del Sur (ENSO), la productividad del sistema de la Corriente de California y del sur del Golfo de California disminuye considerablemente. Sin embargo, durante El Niño 1982–1983, la productividad en el Canal de Ballenas se mantuvo debido a los procesos de mezcla de nutrientes (Alvarez-Borrego y Lara-Lara, 1991). Tershy et al. (1991) propusieron que durante el ENSO, cuando la productividad en todo el Golfo de California baja sensiblemente, el Canal de Ballenas es una zona de refugio para cetáceos y aves marinas. Esto se basó en un aumento de la abundancia relativa de diversas especies de aves y cetáceos observada durante 1982–1983, en relación con otros años donde no ocurrió El Niño. Lo anterior se vio reforzado por las observaciones de Flores-Ramírez et al. (1997) sobre la relación entre la temperatura del mar y la distribución del rorcual tropical en la Bahía de La Paz. Estos autores propusieron que en años de El Niño los rorcuales tropicales migran hacia el norte del golfo para evitar las zonas cálidas y poco productivas, y se agrupan en áreas con mayor disponibilidad de alimento como la región de las Grandes Islas y el Canal de Ballenas. Medidas de conservación Desde 1949 México ha sido miembro de la Comisión Ballenera Internacional, organismo encargado de la conservación y administración de las poblaciones de ballenas a nivel mundial, y se ha ubicado entre los países con visión conservacionista de las poblaciones de ballenas. Por lo tanto, nuestro país se ha manifestado por detener la caza de ballenas y crear santuarios balleneros en el mundo. Además, México es signatario de la Convención Internacional para el Tráico de Especies de Flora y Fauna Silvestres (CITES, por su acrónimo en inglés), donde los cetáceos están incluidos en los apéndices I y II y, por lo tanto, el comercio o transporte internacional de los organismos o sus partes están bajo estricto control (CITES 2003). En concordancia con los esfuerzos internacionales para la conservación de la vida silvestre, y en particular de los cetáceos, México ha incluido en su legislación ambiental una serie de instrumentos. La Ley General del Equilibrio Eco- 584 A  lógico y la Protección al Ambiente (LGEEPA, Poder Ejecutivo Federal 2001), la Ley General de Vida Silvestre (Poder Ejecutivo Federal 2000) y la Ley de Pesca (Poder Ejecutivo Federal 1992) están relacionadas en términos generales con la conservación y el manejo de cetáceos. De manera especíica, en la Norma Oicial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2001 “Protección ambiental-Especies nativas de México de lora y fauna silvestres-Categorías de riesgo y especiicaciones para su inclusión, exclusión o cambio-Lista de especies en riesgo” (SEMARNAT 2002a), todos los cetáceos que se distribuyen en México están bajo alguna categoría de riesgo. En cuanto a las especies reportadas en la región de BLA, todas están clasiicadas en la categoría “bajo protección especial”, lo cual signiica que son especies o poblaciones que podrían llegar a encontrarse amenazadas por factores que inciden negativamente en su viabilidad, por lo que se determina la necesidad de propiciar su recuperación y conservación, o la recuperación y conservación de poblaciones de especies asociadas. Aunado a esto, el Código Penal Federal (publicado el 14 de agosto de 1931, última reforma del 26 mayo de 2004; Poder Ejecutivo Federal 2004), en su artículo 420 establece que “se impondrá pena de uno a nueve años de prisión y por el equivalente de trescientos a tres mil días de salario mínimo de multa, a quien ilícitamente capture, dañe o prive de la vida a algún mamífero marino, o recolecte o almacene de cualquier forma sus productos y subproductos”. Existen otras normas oiciales mexicanas que tienen o podrían tener en el futuro injerencia en diversos aspectos relacionados con los cetáceos de la región de BLA: la colecta cientíica (NOM-126-SEMARNAT-2000, SEMARNAT 2001), la actividad turística de observación de ballenas (NOM-131ECOL-1998, SEMARNAT 2000a) y la captura, transporte y mantenimiento en cautiverio de mamíferos marinos (NOM-135-SEMARNAT-2004, SEMARNAT 2004). Además, el 24 de mayo de 2002 se publicó en el Diario Oicial de la Federación un acuerdo de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en el que se estableció que las grandes ballenas se consideran protegidas en todas las aguas territoriales y patrimoniales mexicanas (SEMARNAT 2002b). Por otro lado, tal y como se deinen en la LGEEPA, las áreas naturales protegidas (ANPs) son un instrumento de política ambiental para la conservación de la biodiversidad (Poder Ejecutivo Federal 2001). La ventaja de este instrumento sobre los mencionados anteriormente es que su enfoque es para B   585 la conservación de ecosistemas. La región de BLA cuenta ya con dos áreas de protección de lora y fauna silvestre (APFF): “Islas del Golfo de California” (Poder Ejecutivo Federal 1978, SEMARNAT 2000b) y “Valle de los Cirios” (Poder Ejecutivo Federal 1980, SEMARNAT 2000b), las cuales se avocan principalmente a la conservación de la porción terrestre, y de manera indirecta tienen un efecto en la conservación de cetáceos. Esto se debe a que la administración regional en Baja California del APPFF Islas del Golfo de California tiene una oicina local en BLA, la cual ha implementado el monitoreo de cetáceos en las zonas marinas cercanas al archipiélago de las islas de la bahía. Además, controla el acceso de turistas a estas islas, y de esta manera tiene cierto control y la oportunidad de informar a los visitantes sobre medidas básicas pero importantes para evitar algunos impactos negativos sobre el medio, como por ejemplo la dispersión de desechos sólidos (I Fuentes com. pers.). Sin embargo, estas APFF han tenido poca injerencia directa en la porción marina de la zona, por lo que con el decreto de la recién creada Reserva de la Biosfera Bahía de los Ángeles y Canales de Ballenas y Salsipuedes” (Poder Ejecutivo Federal 2007) es de esperarse una mejor coordinación y eicacia de las acciones de conservación, redundando en la necesaria protección integral del medio ambiente, que por sus especiales características hidrográicas constituye un hábitat muy importante para los cetáceos. Resumen Debido a sus características oceanográicas particulares y su alta productividad biológica, en la región de Bahía de los Ángeles (BLA) y el Canal de Ballenas se han registrado 16 especies de ballenas y delines, pertenecientes a las familias Balaenopteridae, Eschrichtiidae, Physeteridae, Kogiidae, Ziphiidae y Delphinidae. Estas especies tienen dietas variadas y ocupan niveles tróicos diferentes. Pueden tener dietas muy especializadas, como la ballena azul, que se alimenta exclusivamente de zooplancton (eufáusidos), o generalistas, como la tonina o tursión. El rorcual común, aunque puede tener una dieta de zooplancton y sardinas, en esta región aparentemente sólo consume eufáusidos. Los peces pelágicos menores en esta zona son presa de la ballena jorobada, el rorcual tropical y el rorcual minke, así como de delines (delfín común de rostro largo, tursión y orca falsa). Se ha observado también a la ballena 586 A  gris alimentándose de anfípodos bentónicos en la parte sur de BLA. Además, se han registrado odontocetos que se alimentan de calamares, como el cachalote y el zíido de Cuvier, el cachalote enano, el calderón de aletas cortas y el delfín de Risso. La orca, uno de los mamíferos marinos de más alto nivel tróico, es depredador de los cetáceos mencionados. Los cetáceos, como toda fauna, tienen que lidiar en su entorno natural con factores que propicien su viabilidad, tales como encontrar el alimento y áreas óptimas para la reproducción, así como escapar de sus depredadores. Adicionalmente, deben enfrentar problemas causados por las interacciones con las actividades humanas, como la pérdida de hábitat debido a construcciones marítimas, el turismo de embarcaciones, las pesquerías y la contaminación. La creación de la Reserva de la Biosfera de Bahía de los Ángeles y canales de Ballenas y de Salsipuedes será, entre otros instrumentos legales, una estrategia que ayudará a la conservación de los mamíferos marinos y de su ambiente. Abstract he oceanographic characteristics and high biological production of the region of Bahía de los Ángeles (BLA) and the Ballenas Channel attract a variety of cetacean species. To date, 16 species of whales and dolphins have been recorded in the region, pertaining to the families of Balaenopteridae, Eschrichtiidae, Physeteridae, Kogiidae, Ziphiidae and Delphinidae. hese species have varied diets and occupy diferent trophic levels. hey may have very specialized diets, like blue whales, which feed exclusively on zooplankton (euphausids), or they may have generalized diets, like boto and bottlenose dolphins. Some species may also switch diets while in the region, as does the in whale, trading a diet of zooplankton and sardines for one composed exclusively of euphausids. Minor pelagic ishes in this zone are the primary contributors to the diets of humpback whales, Bryde´s whales and minke whales, along with the long-beaked common dolphin and the false killer whale. Some odontocetes, such as the sperm whale, Cuvier´s beaked whale, the dwarf sperm whale, the short inned pilot whale and Risso´s dolphin have been recorded eating squid. Additionally, in the south part of BLA, grey whales have been seen feeding on benthic amphipods. he orca, a marine mammal occupying the top trophic level, is a predator of the aforementioned cetaceans. Cetaceans, like all fauna, must B   587 struggle in their environments with diferent natural factors to promote their own viability, such as inding food and optimal areas for reproduction, as well as escaping from predators. In addition, cetaceans must confront problems resulting from interactions with humans, such as habitat loss due to maritime construction, boat tourism, isheries and pollution. he creation the new Biosphere Reserve of Bahía de los Ángeles and the Ballenas and Salsipuedes channels combined with the application of other legal instruments is a conservation strategy that would further promote the protection of these marine mammals and their environment. Referencias Acevedo-Gutiérrez A. 1991a. Interactions between boats and bottlenose dolphins, Tursiops truncatus, in the entrance to Ensenada de La Paz, Mexico. Aquat. Mamm. 17(3): 120–124. Acevedo-Gutiérrez A. 1991b. Behaviour and movements of bottlenose dolphins, Tursiops truncatus, in the entrance to Ensenada De La Paz, Mexico. Aquat. Mamm. 17(3): 137–147. Aguayo A, Sánchez RE, Urbán-Ramírez J. 1986. Avistamientos del género Delphinus en el Pacíico mexicano durante 24 campañas oceanográicas realizadas entre 1981 y 1985. 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Comunicaciones personales Fuentes Isabel, oicina local del Area de Protección de Flora y Fauna-Islas del Golfo de California en Bahía de los Ángeles. Arce-Smith José, Güero’s Sportishing, Bahía de los Ángeles. Guzón Oscar, CICESE, BC. Santillán Oswaldo, Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, Ensenada, BC. 600 A  Anexo 1. Cetáceos registrados en el Canal de Ballenas y Bahía de los Ángeles por mes del año Especie Eschrichtius robustus (Ballena gris) Megaptera novaeangliae (Rorcual jorobado o ballena jorobada) Balaenoptera acutorostrata (Rorcual o ballena minke) Balaenoptera edeni (Rorcual tropical o ballena de Bryde) Balaenoptera physalus (Rorcual común o ballena de aleta) Mes E F M A M J J A S ON D × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × Balaenoptera musculus (Ballena azul) Physeter macrocephalus (Cachalote) Kogia sima (Cachalote enano) Ziphius cavirostris (Zíido de Cuvier) Tursiops truncatus (Tursión o Tonina) Delphinus delphis (Delfín común de rostro corto) Delphinus capensis (Delfín común de rostro largo)* Grampus griseus (Delfín gris o de Risso) Pseudorca crassidens (Orca falsa) Orcinus orca (Orca) Globicephala melas (Calderón de aletas largas)** Globicephala acrorhynchus (Calderón de aletas cortas) × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × × * En los primeros estudios no se distinguía entre D. delphis y D. capensis por lo que en teoría D. capensis está todo el año. ** Probable identiicación errónea; de acuerdo a la descripción de Globicephala spp. más actual de Rice (1998), debe considerarse como G. macrorhynchus. B   601 Fuente Tershy y Breese 1991, Breese y Tershy 1993, Sánchez-Pacheco et al. 2001. Urbán y Aguayo 1987, Breese y Tershy 1993, Mangels y Gerrodette 1994, Papastravou y Van Waerebeek 1997, Ladrón de Guevara y Heckel 2004. Tershy 1992; Tershy et al. 1990, 1993; Breese y Tershy, 1993. Tershy 1992, Tershy et al. 1990, 1993b, Breese y Tershy 1993, Gendron 1993, UrbánRamírez y Flores-Ramírez 1996, Ladrón de Guevara y Heckel 2004. Wells et al. 1981; Rojas-Bracho 1984; Vidal et al. 1987, 1993; Tershy 1992; Tershy et al. 1990, 1993b; Breese y Tershy 1993; Gendron 1993; Mangels y Gerrodette 1994; Enríquez-Paredes 1996; Urbán-Ramírez 1996; Ladrón de Guevara y Heckel 2004. Wells et al. 1981; Sears 1987, 1990; Tershy 1992; Tershy et al. 1990, 1993b; Breese y Tershy 1993; Gendron 1993; Gendron 2002. Wells et al. 1981, Breese y Tershy 1993, Jaquet y Gendron 2002, Jaquet et al. 2003, Barbosa-Devéze 2006. Breese y Tershy 1993, Barbosa-Devéze 2006. Orr 1967. 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