Núm. 25. Carmona Marzo 2017
Boletín Informativo de la Hermandad de la Esperanza
Núm. 25. Carmona Marzo 2017
BOLETÍN INFORMATIVO DE LA HERMANDAD DE LA ESPERANZA
Boletín Informativo de la Hermandad de la Esperanza
NÚMERO 25 - CARMONA, Marzo 2017
SUMARIO
- 450 AÑOS SEMBRANDO ESPERANZA EN
CARMONA .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5
- “EL DISCIPULADO DE CRISTO”. . . . . . . . . . . . .
7
- PEREGRINACIÓN A LOURDES .. . . . . . . . . . . . . 10
- QUINARIO A NTRO. PADRE JESÚS
DE LA CORONACIÓN DE ESPINAS. . . . . . . . . . 12
- VÍA CRUCIS SANTÍSIMO CRISTO
DE LOS DESAMPARADOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
- ESTACIONES DE PENITENCIA . . . . . . . . . . . . . . 14
- REPARTO DE TÚNICAS Y PAPELETAS DE SITIO 15
- ESTRENOS Y RESTAURACIONES. . . . . . . . . . . . 16
- MEMORIAS 2015-2016 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
- A PROPÓSITO DEL CARTEL DEL 450
ANIVERSARIO HDAD. DE LA ESPERANZA.. . 29
- UN SUEÑO MARCADO PARA LA HISTORIA . 32
- SALIDA EXTRAORDINARIA 450 ANIVERSARIO
FUNDACIONAL MARÍA SANTÍSIMA DE LA
ESPERANZA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
- TODA UNA VIDA DE HERMANDAD . . . . . . . . 37
- ICONOGRAFÍA Y SÍMBOLO DE LA ESPERANZA
DE CARMONA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
- ORIGEN, ANTIGÜEDAD Y PRIVILEGIOS
DE LA HERMANDAD DE LA ESPERANZA
DE CARMONA... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
La Dirección del Boletín no se hace responsable de las opiniones y datos
vertidos en este número, cuya responsabilidad es exclusiva de sus autores.
EDITA:
Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad del
Santísimo Cristo de los Desamparados y
Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús
de la Coronación de Espinas, María Santísima
de la Esperanza y San Juan Evangelista.
HERMANA MAYOR:
María Salud Ortiz Fuentes.
REDACCIÓN, DISEÑO Y DIRECCIÓN:
Marta García Montero.
Mª Belén Fernández Barrera.
Pablo Sheahan Rodríguez.
José María Galván Martínez.
Juan José García Puerto.
ARTICULISTAS:
María Salud Ortiz Fuentes.
José Ignacio Arias García.
José Antonio Sanromán Gavira
Marta García Montero.
Mª Belén Fernández Barrera.
María Luisa Rodríguez Caballos.
Fernando García García
PORTADA:
Fernando García García
CONTRAPORTADA:
José Antonio Ballesteros
FOTOGRAFÍAS:
Vicente de la Ossa.
José Antonio Ballesteros.
Jesús García Fotografía.
Marta García Montero.
José Carlos Rodríguez.
María de Gracia Sanromán.
COLABORA:
ÁREA DE CULTURA
IMPRIME:
artigama
42
ICONOGRAFÍA Y SÍMBOLO DE LA
ESPERANZA DE CARMONA
Antonio García Baeza. Doctor en Historia del Arte y Museólogo
L
a hermandad de la Esperanza fue fundada el 15 de junio de 1566 en el seno
del primitivo templo de San Salvador,
cuando el gremio de laborantes de paño decidió o cializar una cofradía letí ca dedicada al titular parroquiali que, de seguro, recogía el relevo de otra institución anteriorii.
No en vano la onomástica del templo, el 6
de agosto, coincidía con el pasaje evangélico de la Transfiguración del Señor, adoptado
como propio por los pañeros dada la familiaridad del milagro con el o cioiii. Nada conocemos de la primitiva imagen del Salvator Mundi que presidiría el templo, pero, sin
duda, la cofradía tuvo un importante papel
en la ejecución de la actual realizada en
1696 por Agustín de Perea. Una interesante imagen de Cristo en majestad revestido
con una túnica blanca recorrida por ores
doradas –como lo habían contemplado los
apóstoles en el monte Tabor– y un manto
azul cielo, y sosteniendo el Orbe mientras
bendice a la humanidad.
Para aprobar estas primeras normas
las autoridades eclesiásticas obligaron a los
pañeros a asumir el culto de dos imágenes
marianas que venían siendo objeto de
veneración esporádica dentro del templo.
Una gloriosa y la otra dolorosa. A saber.
La Reina de los Ángeles Madre de Dios
de la Esperanza, que sería acogida desde
el inicio por la institución como parte
esencial, haciéndose cargo de su ajuar,
capilla, altar y lámpara. Y la Virgen del
Socorro, que no llegaría a ser reconocida ni
en el título: Cofradía de la Transfiguración de
Nuestro Señor Jesucristo y de la Fe y Esperanza
de Nuestra Señora.
El resultado de este ejercicio fue una
entidad altamente dependiente del gremio,
dedicada a la devoción taumatúrgica de
sus titulares y destinada a predicar dos
virtudes teologales: la fe y la esperanza.
Principios que –según san Pablov–
llevan aparejados el ejercicio del amor
fraterno. Dos conceptos abstractos que se
concretaban en la gura de María, pues su
respuesta positiva al arcángel Gabriel se
suponía fruto de una creencia profunda y
punto de partida de la salvación. María de
la Esperanza es una terminología creada en
el X concilio de Toledo (656). Si bien fue san
Ildefonso quien estableció de nitivamente
la Fiesta de la expectación del parto de la
santísima Virgen, apocopada como Fiesta
de la O porque las antífonas latinas de las
vísperas de la semana que precede a la
Navidad comienzan con esta exclamación.
Utilizándose esta letra, por analogía, como
apócope grá co de la Virgen en cinta.
Llegando a representarse como una joven
Virgen de la Expectación, Francisco de Ocampo, 1616.
Iglesia de Santiago (Castilleja de la Cuesta)
43
doncella embarazada y orante, con un
círculo en su vientre donde se vislumbra el
Niño bendiciendo g. . Tal y como debió
ser la primitiva imagen carmonense.
Así se mantuvo la cofradía un siglo,
hasta que el 25 de junio de 1657 asumió en
su seno a los devotos del Dulce Nombre
de María procedentes de la parroquia de
san Bartolomévi. Una unión que sirvió para
que la Esperanza se adaptase a la realidad
Contrarreformista, sufriendo una drástica
metamorfosis que le llevaría a recorrer las
calles de Carmona el siguiente Jueves Santo
en su primera estación de penitencia.
Más allá de esta realidad nada se
conoce. El resto de proposiciones al
respecto son meras conjeturasvii pues, hasta
el momento, carecemos de documentación.
Y el único dato able que se conserva, si
bien lejano, es el prólogo de las reglas de
la cofradía de 1818, donde se repasa con
puntualidad la vida de la corporación
y en el que se especi ca que en
se
“determinó sacar procesión de penitencia el
jueves de la semana santa o mayor, para lo que
hizo una peregrina imagen del Ecce Homo o de
Jesucristo coronado de espinas”viii. Debiéndose
entender por ‘peregrina’ una primera
imagen que, pronto, sería sustituida. De
modo que resulta aventurado plantear
que Nuestro Padre Jesús de la Coronación
de Espinas fuese realizado en el momento
de la fusión, pues formalmente encaja
con un periodo posterior –como ya había
observado Hernández Díazix y ha recalcado
recientemente Romero Torres–. Teniéndose
que concretar su ejecución en las décadas
de 1670 y 1680 por un autor en la órbita del
obrador de Pedro Roldán y que es profundo
conocedor de la obra de José de Arcex.
Más allá de su autoría, esta
nueva devoción encaja con la piedad
contrarreformista sevillana, especialmente
afectada tras la peste de 1649. Para entonces
el pintor y tratadista Francisco Pacheco
describió el ideal plástico de la escena de
la Presentación del siguiente modo: «Salió
Cristo, señor nuestro, desnudo, cubierto con
la clámide o manto roxo que le cubría las
espaldas hasta el pecho y, como no era cerrado,
manifestaba su sagrado cuerpo todo herido y
sangriento, y su ánimo encogido con el horror
de la vergüenza. Y haciendo demostración
pública les dixo por ventura hablando con
menosprecio: Ecce Homo , Mirad qué hombre
[…] Y, aunque el sagrado texto no haga
mención de más insignias que la corona y la
purpura, es de creer que salió con su caña en
la mano derecha en lugar de cetro»xi. Siendo
así como, literalmente, se presentaba el
Señor de la Coronación cada Semana Santa,
mostrándose como Dios, rey y reo a través
de sus atributos iconográ cosxii.
El carácter divino venía marcado por
las leyes neoplatónicas de la kalokagathia en
las que el Bien se iguala a la Belleza. Ésta se
contemplaba en el decoro de las facciones,
la dulzura apolínea del rostro, la elegancia
compositiva y la blandura del cuerpo de
Cristo. Así como en su pálida policromía y
en la luz que irradiaba gracias al pulimento
del barniz y el efecto de las velas. De modo
que divinidad, luz y verdad se convierten
en un mismo elementoxiii. Una irradiación
simbólica que se concreta físicamente en
las potencias doradas dispuestas sobre
la imagen y que vienen a signi car la
plenitud de gracia, la omnipotencia y la
omnisciencia del representado. En segundo
lugar, la majestad de Cristo se mani esta
en los símbolos dispuestos de manera
burlesca por la soldadesca. El principal
es la corona de espinas, vaticinada en
Génesis como condena divinaxiv y sucesora
de la presea del rey David, pues, como
indica el propio salmista, “sobre su frente
brillará mi diadema”xv. Al igual que ocurre
con la caña que porta en la mano a modo
de cetro: “tu diestra está llena de justicia”xvi.
Mientras que su desnudez se cubre con
una clámide púrpura, color reservado a las
grandes personalidades de la antigüedad,
debiéndose identi car con el manto
empapado en sangre” del “rey de reyes, señor
de señores” descrito en el Apocalipsisxvii. Por
último, el Salvador se aproxima al devoto
como reo o cordero esperando el sacri cio,
según pre guraba en el sacri cio de Isaac.
Así lo indican las sogas y amarras de manos
y cuello. Así como su disposición tras una
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barandilla del palacio de Pilatos. Elemento
que no es fortuito si no que forma parte
intrínseca de la escena y que acompañaba
a la imagen tanto en el retablo como en
la procesiónxviii. De este ideal simbólico y
estético barroco aún guarda la hermandad
la corona, las potencias, la caña y la clámide,
transformada en una saya.
Más aún. El Cristo de la Coronación
fue concebido como parte de un conjunto
iconográ co más complejo. La escena de
la presentación había sido codi cada por
Alberto Durero en 1507 dentro de la Pasión
Grande, donde su autor resume toda la
iconografía medieval expandiéndola a lo
largo del continente a través de la imprenta
g. . En ella se distinguen dos zonas.
La estampa tuvo un éxito inusitado entre
devotos y pintores, dando lugar a nuevas
obras, como el grabado abierto por Gerome
David siguiendo el original de Il Guercino
(1660) donde el exterior desaparece y la
escena queda reducida al preso y sus dos
acompañantes ante la barandilla. Imagen que
se repite en el cuadro que preside el refectorio
de las clarisas carmonenses, donde podemos
hacernos una idea de cómo se dispondría la
escena durante la procesión g. .
Ecce Homo, anónimo, último cuarto s. XVII. Santa Clara
(Carmona) (Fot. Rafael Morales, Adarve)
Presentación al pueblo, Alberto Durero, 1507
De un lado el palacio de Pilatos y del otro
Jerusalén. Entre las dos el Hijo del Hombre,
centro compositivo al que convergen todos
los gestos y miradas. Tras él se asoman un
miembro del sanedrín señalándolo –ecce
homo– y un soldado romano que lo apresa.
Ambos presentes como colaboradores
necesarios de las condenas religiosa y civil.
Tras el esfuerzo de la fusión la entidad
entró en quiebra. “ n de revitalizarla, en
1732 el gremio dispone nuevas ordenanzas
con las que obliga a sus miembros a
pertenecer a la hermandad. Para entonces
la denominada Cofradía de la Transfiguración
de Nuestro Señor Jesucristo, su Sagrada
Coronación, y de la Fe y Esperanza de María
Santísima se había transformado, de facto,
en una hermandad de sangre. Si bien
las desgracias se sucedieron. En 1755 el
45
terremoto de Lisboa dejó la fábrica de san
Salvador gravemente dañada, llegando
al colapso en 1779, cuando la parroquia
hubo de trasladarse a Madre de Dios y,
nalmente, al ex colegio de san Teodomiro,
rebautizado como Divino Salvador. “ nes
de la centuria sabemos que la corporación
contaba con un retablo donde se veneraban
el Ecce Homo, la Virgen de la Fe y la
Esperanza en su visión dolorosa y un san
Juan Evangelista.
Tanto la Esperanza como el apóstol el
deben de fecharse en torno a 1755 y 1779, en
el lapso de tiempo habido entre el seísmo y
el traslado a las dominicas, y atribuirse a
labores cercanas a la obra de Benito Hita del
Castillo, si no a su propia mano g. xix. En
San Juan Evangelista, B. Hita del Castillo (atrib.), ca. 1770
Nuestra Señora de la Esperanza, B. Hita del Castillo (atrib.),
ca. 1770 (Fot. Archivo de la Hdad. de la Esperanza)
el caso de la imagen mariana contamos en
la ciudad con el precedente de la Virgen del
Mayor Dolor, cuyo contrato está fechado en
1762xx. Con ella comparte las contundentes
facciones óseas de mejillas, pómulos y
cuencas oculares, remarcados por rubores
pronunciados sobre una encarnadura
pálida. “sí como los rasgos a lados, la
barbilla pronunciada, la boca entreabierta
que muestra los dientes enmarcados por
unos labios de na comisura, la nariz
recta y pronunciada y, sobre todo, el ceño
fruncido y las cejas arcadas que indican la
crudeza del dolor.
Por su parte san Juan está tratado como
una pieza complementaria a la anterior,
con la que contrasta tanto por la oscuridad
de su tez como por la mayor rudeza de sus
rasgos g. . Esta imagen debe ponerse
en relación, entre otras, con el Cristo
atado a la Columna de la hermandad de
los Aceituneros de Utrera, recientemente
restaurada y atribuida a Hitaxxi. Y es
que –si bien entre ambas existe una gran
distancia de calidades debido a que la pieza
carmonense es una imagen pieza en la que
se vislumbra mayor mano de taller– ambas
comparten la rudeza de las gestualidades,
el entrecejo fruncido en forma de ‘V’, el
arqueamiento de las cejas, la disposición de
una nariz pronunciada, los ojos hundidos
y almendrados, el pronunciamiento de
la barbilla y el arco que enmarca la zona
46
maxilar. Pero, sobre todo, el tratamiento de
las melenas, reducida a mechones tratados
de manera cerúlea. Del mismo modo
que –volviendo a marcar las distancias
oportunas– se vislumbra ciertos elementos
comunes con el san Juan de la hermandad
sevillana de la Amargura, pues en ambas
la melena se dispone simétricamente por
medio de una raya central y dos mechones
de pelo que dejan entrever las orejas,
y el rostro se viste con un bigote no y
perilla como rasgo juvenil. En todo caso,
es evidente que ambas piezas siguen el
modelo codi cado por Juan de Mesa para
la imagen homónima de la cofradía del
Gran Poder.
Con estos mimbres se organizaba la
procesión barroca, de deambular teatral
y catequético, y llena de símbolos. En ella
san Juan ejerce el papel primordial de hacer
de nexo entre Cristo y María, haciendo
partícipes a ambos de todo lo que va
aconteciendo. Mientras la Esperanza hacía
las veces de madre, reina y sacerdotisa, con
sus respectivos atributos.
La hermandad también conserva en
su sala de cabildos el busto del sanedrita
que acompañaba al titular g. . Una
Sanedrita, anónimo sevillano, último tercio del s. XVIII
obra fechable a nes del siglo flVIII y de
clara factura local, en la que se siguen los
cánones propuestos para el personaje en
el grabado de Il Guercino: tapado por un
turbante morisco, con barba, bigote largo
y rasgos poco agraciados y rudos. Como
marcan los cánones de la kalokagathia.
En 1818 la hermandad aprobó nuevas
reglas apartándose de nitivamente de
su carácter gremial, dando paso a un
discurrir más introvertido que daba
comienzo cada Jueves Santo a las 3 de la
tarde: “Primeramente, irán dos hermanos con
túnicas y capuz tocando trompetas o bocinas
clamorosamente. Después, seis de la misma
vestidura con hachas en las manos, llevando en
medio el guion […] Siguiéndose los dos alcaldes
con bastones en las manos para dirigir la cofradía
[…] Seguidamente, el estandarte, con que dará
principio el cuerpo de la hermandad […] en
cuyo centro irá el paso de Nuestro Señor en su
Doloroso Misterio de la Sagrada Coronación de
Espinas, que acompañarán dos hermanos con
túnicas y hachas. En seguida, irán otros cuatro
hermanos acompañando el paso del amado
evangelista san Juan. Finalizando el cuerpo de
hermandad con el simpecado. En seguida, irán
las señoras mujeres, según costumbre, la cruz
parroquial y su clero, llevando en medio el paso
de Nuestra Señora […]. Las túnicas han de ser
negras con cola, ceñidos con soga y cubiertos
con capuz”xxii.
Con el siglo la procesión fue
recuperando ciertos elementos alegóricos
–ahora con un sentido anacrónico y
pintoresco– que se pueden distinguir en
la primera fotografía conocida de una
hermandad en Carmona, obra de un recién
llegado Jorge E. Bonsor fechada el Jueves
Santo de
g. xxiii. En ella se observa
todo el cortejo procesional recorriendo la
calle san Pedro antes de su ensanche, con
el telón de fondo de la Puerta de Sevilla
precedida por el arco renacentista de Felipe
II. El orden del cortejo se acerca mucho al
indicado en
. Comienza con una la de
nazarenos con túnicas de cola quemando
cera entre los que se intercalan la bandera
corporativa, el senatus y un conjunto de
mujeres de luto y de blanco que podrían
47
Procesión de la Esperanza el Jueves Santo, Jorge E. Bonsor, 1881.
© Ayuntamiento de Mairena del Alcor, Casa-Museo Bonsor
Castillo de Luna (Mairena del Alcor)
entenderse como guras alegóricas, quizás
las tres virtudes teologales. A continuación,
aparece el misterio, cargado por portadores
con el rostro descubierto, cuya composición
sigue los cánones propuestos por Durero
para la escena. En el centro, aupado por
un escalón, se dispone el Salvador con la
clámide y sus atributos, y antecedido por
la barandilla. Lo acompañan el sanedrita y
el romano. Todos ellos enmarcados por un
templete a lo ‘morisco’ que hace las veces
de balconada del palacio jerosilimitano.
Ante esta escena, y en un estadio inferior,
se vislumbran dos judíos a los que,
simbólicamente, se unen todos los que
observan la procesión. Tras el misterio se
dispone la centuria romana que, con sus
plumeros e instrumentos, gestualizan el
prendimiento del reo y dan movimiento
a la escena. Seguidamente aparece el
simpecado dando inicio a un corto tramo
de palio. La parihuela de san Juan vestido
a la ‘romana’, con una mano en el pecho y
otra señalando a Cristo. Un parco grupo
de monaguillos con ciriales y el sacristán
con la manguilla parroquial revestida de
luto. Finalmente aparece la Virgen de la
Esperanza vestida de blanco y manto negro,
bajo un palio de cajón con guarniciones de
plata y ocho varales.
En tono general podemos hablar de un
cortejo colorista que sigue la moda de la corte
chica sevillana. Debiéndose tratar de una de
los últimos grandes cortejos de la hermandad
hasta bien entrado el siglo XX. Pues la
entidad, como todas las carmonenses, sufrió
varios envites económicos y no siempre
pudo procesionar, o lo hizo a medias. Como
en 1896, cuando salió el Viernes Santo con
“la Virgen en soledad”xxiv.
Para nalizar el siglo, en
, la
cofradía aprobó el reglamento con el
que recupera la labor del enterramiento,
autodenominándose como Real Hermandad
de Nuestro Padre Jesús de la Coronación y María
Santísima de la Esperanza. Dejando atrás todo
el sentido gremial originario a cambio de un
nuevo matiz, el protectorado de la realeza.
Una realidad que repercute en lo simbólico.
Así el propio folleto se imprime sobre papel
verde –color asimilado a la Esperanza– y,
si bien la imagen principal corresponde a
un Ecce Homo, la contracubierta se centra
en el escudo de armas de Alfonso XII.
Idea que se ha venido repitiendo hasta la
actualidad en el escudo o cial donde a los
espinos y la caña se le añadió el ancla de
la alegoría teológica de la esperanza. A los
que se superponen los castillos y leones, y
la corona del real.
En los años 40 del siglo XX la
hermandad volvió recuperar cierta
continuidad, haciéndolo bajo las ideas
estéticas regionalistas inventadas por el
diseñador Juan Manuel Rodríguez Ojeda
para la Esperanza Macarena. Desde este
momento la procesión se trasladó al
Domingo de Ramos y perdió el luto de
sus nazarenos por túnicas y capas blancas
con capuz morados y verdes. En un primer
momento los hermanos hicieron uso de los
elementos heredados, como da cuenta el
detalle de la panorámica general del testero
del Divino Salvador que Gonzalez Nandín
tomó en 1940, donde se vislumbra el palio a
48
Vista del Divino Salvador (detalle), J. M. González Nandín, 1940.
© Universidad de Sevilla, Fototeca del Laboratorio de Arte
Cristo de los desamparados, anónimo sevillano,
segundo cuarto s. XVII
medio desmontar g. . Entre los varales
se aprecia a la Esperanza vestida de blanco
con un manto negro con estrellas metálicas
acompañada por san Juan con las manos
entrelazadas y revestido de sacerdote con
sotana, capa y estola luctuosa.
En esta renovación de la cofradía
tendría mucho que aportar Antonio
Eslava Rubio, a quien le fue encargado
en 1946 la realización de la canastilla
y los respiraderos, realizados bajo una
particular estética barroco-regionalista.
Siendo también el responsable de la
renovación de la escena con nuevas guras
secundarias lejos de la buscada fealdad
de las anteriores. En los últimos años la
hermandad ha recuperado la prestancia
del pasado y, entrado el nuevo milenio,
decidió realizar otro paso neobarroco
diseñado por José Manuel Bonilla bajo un
complicado esquema iconográ co. Una
nube de luz que, como marcan los cánones
de Pseudo Dionisio Areopagita, envuelve
a la escena divina y la sobreleva al terreno
metafísico.
Recientemente la corporación ha incorporado como titular al Cristo de los Desamparados g. . Una imagen procedente
del colegio de san Teodomiro que ha contado con una vida azarosa, llegando a ser
adaptado como Cristo del Descendimiento
a principios del siglo XX, procesionando
con la Hermandad de la Quinta Angustia.
Este cruci cado debe fecharse al segundo
cuarto del siglo XVIIxxv y en él su anónimo
autor sigue los cánones propuestos por
Juan Martínez Montañés en el Cristo la Clemencia (1603).
49
LERÍA, A. “Seis de agosto y patronato”, Ecce Homo, 10. Carmona, 2002, pp. 42-43.
A comienzos del siglo XVI sobrevivían corporaciones de legos dedicadas a titulares en san Blas, san Bartolomé,
san Felipe, santa María, san Pedro y san Sebastián. Todas ellas de origen medieval. Véase al respecto LERÍA, A.
Cofradías de Carmona: De los orígenes a la Ilustración. Carmona: S&C ediciones, 1998.
iii
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus
vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante (Lc. 9: 28-29).
iv
GONZÁLEZ ISIDORO, J. II. Memoria de los edi cios , en Carmona: Ciudad y monumentos. Carmona: S&C
ediciones, 1993, p. 152.
v
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor (Cor. 1: 12-13).
vi
GARCÍA BAEZA, Antonio. “Cabildo de fusión entre las cofradías de la Esperanza y del Dulce Nombre de
María”, Ecce Homo, 10. Carmona, 2012, pp. 30-33.
vii
MIRA CABALLOS, E. y VILLA NOGALES, F. “El Ecce Homo de la hermandad de la Esperanza de
Carmona: obra de Pedro Roldán (1657)”. Ecce Homo, 8. Carmona, 2000, pp. 47-52. Opinión contradicha en
MIRA CABALLOS, E. “La hermandad de la esperanza en el siglo XVII: algunas valoraciones”. Ecce Homo, 11.
Carmona, 2003, pp. 35-36.
viii
[1818, Sevilla.] Regla de la hermandad de la Esperanza. - Fotocopia, ACE, ss. copia certi cada por Félix
Álvarez Lamillar, notario apostólico, Sevilla, 15 de abril de 1818: AGAS, ordinario de justicia: hermandades, leg.
123). Recogido en LERÍA, A. Hermandades de Carmona: Del Romanticismo al tercer milenio. Carmona: Consejo de
Hermandades y Cofradías de Carmona, 2017, p. 66 (en prensa).
ix
HERNÁNDEZ DÍAZ, J., SANCHO CORBACHO, A. y COLLANTES DE TERÁN, H. Carmona: Catálogo
arqueológico y artístico. Sevilla: [Universidad de Sevilla], 1948, p. 170.
x
ROMERO TORRES, J. L. “Nuestro Padre Jesús de la Coronación de Espinas”, Anuario
6: Consejo General de
Hermandades y Cofradías de la ciudad de Carmona. Carmona, 2016.
xi
PACHECO, F. Arte de la pintura. Sevilla: Simón Fajardo impresor de libros, 1649, p. 537.
xii
Al respecto de la iconografía de Cristo véase GONZÁLEZ ISIDORO, J. “Aproximación a un estudio
iconológico de las representaciones de Cristo en la ciudad de Carmona”, CAREL: Carmona Revista de Estudios
Locales, 1. Carmona, 2003, pp. 247-266.
xiii
“Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero” (Credo del Pueblo de Dios).
xiv
“Te dará espinas y abrojos, y comerás las hierbas del campo” (Gén. 3: 18)
xv
Sal. 131: 18.
xvi
Sal. 68, 11.
xvii
Así lo observa GONZÁLEZ ISIDORO, J. “Aproximación…”, op. cit., p. 254.
xviii
Sirva de ejemplo el Ecce Homo del ático del retablo de la Virgen del Mayor Dolor que se encuentra en la
epístola del templo de san Dionisio de Jerez de la Frontera. Una obra de hacia 1760 y que, según José Manuel
Moreno Arana al que agradecemos la información, debe atribuirse a Andrés Benítez.
xix
Desgraciadamente la visión actual de la imagen no permite realizar un estudio sionómico exhaustivo. Por
ello hemos usado fotografías del archivo de la hermandad.
xx
HERNÁNDEZ DÍAZ, J., SANCHO CORBACHO, A. y COLLANTES DE TERÁN, H. Carmona: Catálogo…,
op. cit., p. 198, nota 310.
xxi
AA. VV. Proceso de restauración de Nuestro Padre Jesús atado a la columna de los Aceituneros de Utrera. Utrera:
Hermandad de los Aceituneros, 2016.
xxii
[1818, Sevilla.] Regla…, doc. cit. Recogido en LERÍA, A. Hermandades…, p. 73.
xxiii
Agradecemos a Ana Gómez, directora de la Casa-Museo Bonsor de Mairena del Alcor, la cesión de la imagen.
Esta fotografía se encuentra bajo los derechos de copyright y reproducción pertinentes, siendo pertenecientes
al excelentísimo Ayuntamiento de Mairena del Alcor
xxiv
LERÍA, A. Hermandades…, p. 157.
xxv
PRADO ROMERA, F. “Santísimo Cristo de los Desamparados”, Anuario
6: Consejo General de Hermandades
y Cofradías de la ciudad de Carmona. Carmona, 2016.
i
ii