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Iconografía y símbolo de la Esperanza de Carmona

Estudio devocional e iconográfico de la Hermandad de la Esperanza de Carmona (Sevilla) en su 450 aniversario fundacional.

Núm. 25. Carmona Marzo 2017 Boletín Informativo de la Hermandad de la Esperanza Núm. 25. Carmona Marzo 2017 BOLETÍN INFORMATIVO DE LA HERMANDAD DE LA ESPERANZA Boletín Informativo de la Hermandad de la Esperanza NÚMERO 25 - CARMONA, Marzo 2017 SUMARIO - 450 AÑOS SEMBRANDO ESPERANZA EN CARMONA .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 - “EL DISCIPULADO DE CRISTO”. . . . . . . . . . . . . 7 - PEREGRINACIÓN A LOURDES .. . . . . . . . . . . . . 10 - QUINARIO A NTRO. PADRE JESÚS DE LA CORONACIÓN DE ESPINAS. . . . . . . . . . 12 - VÍA CRUCIS SANTÍSIMO CRISTO DE LOS DESAMPARADOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 - ESTACIONES DE PENITENCIA . . . . . . . . . . . . . . 14 - REPARTO DE TÚNICAS Y PAPELETAS DE SITIO 15 - ESTRENOS Y RESTAURACIONES. . . . . . . . . . . . 16 - MEMORIAS 2015-2016 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 - A PROPÓSITO DEL CARTEL DEL 450 ANIVERSARIO HDAD. DE LA ESPERANZA.. . 29 - UN SUEÑO MARCADO PARA LA HISTORIA . 32 - SALIDA EXTRAORDINARIA 450 ANIVERSARIO FUNDACIONAL MARÍA SANTÍSIMA DE LA ESPERANZA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 - TODA UNA VIDA DE HERMANDAD . . . . . . . . 37 - ICONOGRAFÍA Y SÍMBOLO DE LA ESPERANZA DE CARMONA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 - ORIGEN, ANTIGÜEDAD Y PRIVILEGIOS DE LA HERMANDAD DE LA ESPERANZA DE CARMONA... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 La Dirección del Boletín no se hace responsable de las opiniones y datos vertidos en este número, cuya responsabilidad es exclusiva de sus autores. EDITA: Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Cristo de los Desamparados y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Coronación de Espinas, María Santísima de la Esperanza y San Juan Evangelista. HERMANA MAYOR: María Salud Ortiz Fuentes. REDACCIÓN, DISEÑO Y DIRECCIÓN: Marta García Montero. Mª Belén Fernández Barrera. Pablo Sheahan Rodríguez. José María Galván Martínez. Juan José García Puerto. ARTICULISTAS: María Salud Ortiz Fuentes. José Ignacio Arias García. José Antonio Sanromán Gavira Marta García Montero. Mª Belén Fernández Barrera. María Luisa Rodríguez Caballos. Fernando García García PORTADA: Fernando García García CONTRAPORTADA: José Antonio Ballesteros FOTOGRAFÍAS: Vicente de la Ossa. José Antonio Ballesteros. Jesús García Fotografía. Marta García Montero. José Carlos Rodríguez. María de Gracia Sanromán. COLABORA: ÁREA DE CULTURA IMPRIME: artigama 42 ICONOGRAFÍA Y SÍMBOLO DE LA ESPERANZA DE CARMONA Antonio García Baeza. Doctor en Historia del Arte y Museólogo L a hermandad de la Esperanza fue fundada el 15 de junio de 1566 en el seno del primitivo templo de San Salvador, cuando el gremio de laborantes de paño decidió o cializar una cofradía letí ca dedicada al titular parroquiali que, de seguro, recogía el relevo de otra institución anteriorii. No en vano la onomástica del templo, el 6 de agosto, coincidía con el pasaje evangélico de la Transfiguración del Señor, adoptado como propio por los pañeros dada la familiaridad del milagro con el o cioiii. Nada conocemos de la primitiva imagen del Salvator Mundi que presidiría el templo, pero, sin duda, la cofradía tuvo un importante papel en la ejecución de la actual realizada en 1696 por Agustín de Perea. Una interesante imagen de Cristo en majestad revestido con una túnica blanca recorrida por ores doradas –como lo habían contemplado los apóstoles en el monte Tabor– y un manto azul cielo, y sosteniendo el Orbe mientras bendice a la humanidad. Para aprobar estas primeras normas las autoridades eclesiásticas obligaron a los pañeros a asumir el culto de dos imágenes marianas que venían siendo objeto de veneración esporádica dentro del templo. Una gloriosa y la otra dolorosa. A saber. La Reina de los Ángeles Madre de Dios de la Esperanza, que sería acogida desde el inicio por la institución como parte esencial, haciéndose cargo de su ajuar, capilla, altar y lámpara. Y la Virgen del Socorro, que no llegaría a ser reconocida ni en el título: Cofradía de la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo y de la Fe y Esperanza de Nuestra Señora. El resultado de este ejercicio fue una entidad altamente dependiente del gremio, dedicada a la devoción taumatúrgica de sus titulares y destinada a predicar dos virtudes teologales: la fe y la esperanza. Principios que –según san Pablov– llevan aparejados el ejercicio del amor fraterno. Dos conceptos abstractos que se concretaban en la gura de María, pues su respuesta positiva al arcángel Gabriel se suponía fruto de una creencia profunda y punto de partida de la salvación. María de la Esperanza es una terminología creada en el X concilio de Toledo (656). Si bien fue san Ildefonso quien estableció de nitivamente la Fiesta de la expectación del parto de la santísima Virgen, apocopada como Fiesta de la O porque las antífonas latinas de las vísperas de la semana que precede a la Navidad comienzan con esta exclamación. Utilizándose esta letra, por analogía, como apócope grá co de la Virgen en cinta. Llegando a representarse como una joven Virgen de la Expectación, Francisco de Ocampo, 1616. Iglesia de Santiago (Castilleja de la Cuesta) 43 doncella embarazada y orante, con un círculo en su vientre donde se vislumbra el Niño bendiciendo g. . Tal y como debió ser la primitiva imagen carmonense. Así se mantuvo la cofradía un siglo, hasta que el 25 de junio de 1657 asumió en su seno a los devotos del Dulce Nombre de María procedentes de la parroquia de san Bartolomévi. Una unión que sirvió para que la Esperanza se adaptase a la realidad Contrarreformista, sufriendo una drástica metamorfosis que le llevaría a recorrer las calles de Carmona el siguiente Jueves Santo en su primera estación de penitencia. Más allá de esta realidad nada se conoce. El resto de proposiciones al respecto son meras conjeturasvii pues, hasta el momento, carecemos de documentación. Y el único dato able que se conserva, si bien lejano, es el prólogo de las reglas de la cofradía de 1818, donde se repasa con puntualidad la vida de la corporación y en el que se especi ca que en se “determinó sacar procesión de penitencia el jueves de la semana santa o mayor, para lo que hizo una peregrina imagen del Ecce Homo o de Jesucristo coronado de espinas”viii. Debiéndose entender por ‘peregrina’ una primera imagen que, pronto, sería sustituida. De modo que resulta aventurado plantear que Nuestro Padre Jesús de la Coronación de Espinas fuese realizado en el momento de la fusión, pues formalmente encaja con un periodo posterior –como ya había observado Hernández Díazix y ha recalcado recientemente Romero Torres–. Teniéndose que concretar su ejecución en las décadas de 1670 y 1680 por un autor en la órbita del obrador de Pedro Roldán y que es profundo conocedor de la obra de José de Arcex. Más allá de su autoría, esta nueva devoción encaja con la piedad contrarreformista sevillana, especialmente afectada tras la peste de 1649. Para entonces el pintor y tratadista Francisco Pacheco describió el ideal plástico de la escena de la Presentación del siguiente modo: «Salió Cristo, señor nuestro, desnudo, cubierto con la clámide o manto roxo que le cubría las espaldas hasta el pecho y, como no era cerrado, manifestaba su sagrado cuerpo todo herido y sangriento, y su ánimo encogido con el horror de la vergüenza. Y haciendo demostración pública les dixo por ventura hablando con menosprecio: Ecce Homo , Mirad qué hombre […] Y, aunque el sagrado texto no haga mención de más insignias que la corona y la purpura, es de creer que salió con su caña en la mano derecha en lugar de cetro»xi. Siendo así como, literalmente, se presentaba el Señor de la Coronación cada Semana Santa, mostrándose como Dios, rey y reo a través de sus atributos iconográ cosxii. El carácter divino venía marcado por las leyes neoplatónicas de la kalokagathia en las que el Bien se iguala a la Belleza. Ésta se contemplaba en el decoro de las facciones, la dulzura apolínea del rostro, la elegancia compositiva y la blandura del cuerpo de Cristo. Así como en su pálida policromía y en la luz que irradiaba gracias al pulimento del barniz y el efecto de las velas. De modo que divinidad, luz y verdad se convierten en un mismo elementoxiii. Una irradiación simbólica que se concreta físicamente en las potencias doradas dispuestas sobre la imagen y que vienen a signi car la plenitud de gracia, la omnipotencia y la omnisciencia del representado. En segundo lugar, la majestad de Cristo se mani esta en los símbolos dispuestos de manera burlesca por la soldadesca. El principal es la corona de espinas, vaticinada en Génesis como condena divinaxiv y sucesora de la presea del rey David, pues, como indica el propio salmista, “sobre su frente brillará mi diadema”xv. Al igual que ocurre con la caña que porta en la mano a modo de cetro: “tu diestra está llena de justicia”xvi. Mientras que su desnudez se cubre con una clámide púrpura, color reservado a las grandes personalidades de la antigüedad, debiéndose identi car con el manto empapado en sangre” del “rey de reyes, señor de señores” descrito en el Apocalipsisxvii. Por último, el Salvador se aproxima al devoto como reo o cordero esperando el sacri cio, según pre guraba en el sacri cio de Isaac. Así lo indican las sogas y amarras de manos y cuello. Así como su disposición tras una 44 barandilla del palacio de Pilatos. Elemento que no es fortuito si no que forma parte intrínseca de la escena y que acompañaba a la imagen tanto en el retablo como en la procesiónxviii. De este ideal simbólico y estético barroco aún guarda la hermandad la corona, las potencias, la caña y la clámide, transformada en una saya. Más aún. El Cristo de la Coronación fue concebido como parte de un conjunto iconográ co más complejo. La escena de la presentación había sido codi cada por Alberto Durero en 1507 dentro de la Pasión Grande, donde su autor resume toda la iconografía medieval expandiéndola a lo largo del continente a través de la imprenta g. . En ella se distinguen dos zonas. La estampa tuvo un éxito inusitado entre devotos y pintores, dando lugar a nuevas obras, como el grabado abierto por Gerome David siguiendo el original de Il Guercino (1660) donde el exterior desaparece y la escena queda reducida al preso y sus dos acompañantes ante la barandilla. Imagen que se repite en el cuadro que preside el refectorio de las clarisas carmonenses, donde podemos hacernos una idea de cómo se dispondría la escena durante la procesión g. . Ecce Homo, anónimo, último cuarto s. XVII. Santa Clara (Carmona) (Fot. Rafael Morales, Adarve) Presentación al pueblo, Alberto Durero, 1507 De un lado el palacio de Pilatos y del otro Jerusalén. Entre las dos el Hijo del Hombre, centro compositivo al que convergen todos los gestos y miradas. Tras él se asoman un miembro del sanedrín señalándolo –ecce homo– y un soldado romano que lo apresa. Ambos presentes como colaboradores necesarios de las condenas religiosa y civil. Tras el esfuerzo de la fusión la entidad entró en quiebra. “ n de revitalizarla, en 1732 el gremio dispone nuevas ordenanzas con las que obliga a sus miembros a pertenecer a la hermandad. Para entonces la denominada Cofradía de la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo, su Sagrada Coronación, y de la Fe y Esperanza de María Santísima se había transformado, de facto, en una hermandad de sangre. Si bien las desgracias se sucedieron. En 1755 el 45 terremoto de Lisboa dejó la fábrica de san Salvador gravemente dañada, llegando al colapso en 1779, cuando la parroquia hubo de trasladarse a Madre de Dios y, nalmente, al ex colegio de san Teodomiro, rebautizado como Divino Salvador. “ nes de la centuria sabemos que la corporación contaba con un retablo donde se veneraban el Ecce Homo, la Virgen de la Fe y la Esperanza en su visión dolorosa y un san Juan Evangelista. Tanto la Esperanza como el apóstol el deben de fecharse en torno a 1755 y 1779, en el lapso de tiempo habido entre el seísmo y el traslado a las dominicas, y atribuirse a labores cercanas a la obra de Benito Hita del Castillo, si no a su propia mano g. xix. En San Juan Evangelista, B. Hita del Castillo (atrib.), ca. 1770 Nuestra Señora de la Esperanza, B. Hita del Castillo (atrib.), ca. 1770 (Fot. Archivo de la Hdad. de la Esperanza) el caso de la imagen mariana contamos en la ciudad con el precedente de la Virgen del Mayor Dolor, cuyo contrato está fechado en 1762xx. Con ella comparte las contundentes facciones óseas de mejillas, pómulos y cuencas oculares, remarcados por rubores pronunciados sobre una encarnadura pálida. “sí como los rasgos a lados, la barbilla pronunciada, la boca entreabierta que muestra los dientes enmarcados por unos labios de na comisura, la nariz recta y pronunciada y, sobre todo, el ceño fruncido y las cejas arcadas que indican la crudeza del dolor. Por su parte san Juan está tratado como una pieza complementaria a la anterior, con la que contrasta tanto por la oscuridad de su tez como por la mayor rudeza de sus rasgos g. . Esta imagen debe ponerse en relación, entre otras, con el Cristo atado a la Columna de la hermandad de los Aceituneros de Utrera, recientemente restaurada y atribuida a Hitaxxi. Y es que –si bien entre ambas existe una gran distancia de calidades debido a que la pieza carmonense es una imagen pieza en la que se vislumbra mayor mano de taller– ambas comparten la rudeza de las gestualidades, el entrecejo fruncido en forma de ‘V’, el arqueamiento de las cejas, la disposición de una nariz pronunciada, los ojos hundidos y almendrados, el pronunciamiento de la barbilla y el arco que enmarca la zona 46 maxilar. Pero, sobre todo, el tratamiento de las melenas, reducida a mechones tratados de manera cerúlea. Del mismo modo que –volviendo a marcar las distancias oportunas– se vislumbra ciertos elementos comunes con el san Juan de la hermandad sevillana de la Amargura, pues en ambas la melena se dispone simétricamente por medio de una raya central y dos mechones de pelo que dejan entrever las orejas, y el rostro se viste con un bigote no y perilla como rasgo juvenil. En todo caso, es evidente que ambas piezas siguen el modelo codi cado por Juan de Mesa para la imagen homónima de la cofradía del Gran Poder. Con estos mimbres se organizaba la procesión barroca, de deambular teatral y catequético, y llena de símbolos. En ella san Juan ejerce el papel primordial de hacer de nexo entre Cristo y María, haciendo partícipes a ambos de todo lo que va aconteciendo. Mientras la Esperanza hacía las veces de madre, reina y sacerdotisa, con sus respectivos atributos. La hermandad también conserva en su sala de cabildos el busto del sanedrita que acompañaba al titular g. . Una Sanedrita, anónimo sevillano, último tercio del s. XVIII obra fechable a nes del siglo flVIII y de clara factura local, en la que se siguen los cánones propuestos para el personaje en el grabado de Il Guercino: tapado por un turbante morisco, con barba, bigote largo y rasgos poco agraciados y rudos. Como marcan los cánones de la kalokagathia. En 1818 la hermandad aprobó nuevas reglas apartándose de nitivamente de su carácter gremial, dando paso a un discurrir más introvertido que daba comienzo cada Jueves Santo a las 3 de la tarde: “Primeramente, irán dos hermanos con túnicas y capuz tocando trompetas o bocinas clamorosamente. Después, seis de la misma vestidura con hachas en las manos, llevando en medio el guion […] Siguiéndose los dos alcaldes con bastones en las manos para dirigir la cofradía […] Seguidamente, el estandarte, con que dará principio el cuerpo de la hermandad […] en cuyo centro irá el paso de Nuestro Señor en su Doloroso Misterio de la Sagrada Coronación de Espinas, que acompañarán dos hermanos con túnicas y hachas. En seguida, irán otros cuatro hermanos acompañando el paso del amado evangelista san Juan. Finalizando el cuerpo de hermandad con el simpecado. En seguida, irán las señoras mujeres, según costumbre, la cruz parroquial y su clero, llevando en medio el paso de Nuestra Señora […]. Las túnicas han de ser negras con cola, ceñidos con soga y cubiertos con capuz”xxii. Con el siglo la procesión fue recuperando ciertos elementos alegóricos –ahora con un sentido anacrónico y pintoresco– que se pueden distinguir en la primera fotografía conocida de una hermandad en Carmona, obra de un recién llegado Jorge E. Bonsor fechada el Jueves Santo de g. xxiii. En ella se observa todo el cortejo procesional recorriendo la calle san Pedro antes de su ensanche, con el telón de fondo de la Puerta de Sevilla precedida por el arco renacentista de Felipe II. El orden del cortejo se acerca mucho al indicado en . Comienza con una la de nazarenos con túnicas de cola quemando cera entre los que se intercalan la bandera corporativa, el senatus y un conjunto de mujeres de luto y de blanco que podrían 47 Procesión de la Esperanza el Jueves Santo, Jorge E. Bonsor, 1881. © Ayuntamiento de Mairena del Alcor, Casa-Museo Bonsor Castillo de Luna (Mairena del Alcor) entenderse como guras alegóricas, quizás las tres virtudes teologales. A continuación, aparece el misterio, cargado por portadores con el rostro descubierto, cuya composición sigue los cánones propuestos por Durero para la escena. En el centro, aupado por un escalón, se dispone el Salvador con la clámide y sus atributos, y antecedido por la barandilla. Lo acompañan el sanedrita y el romano. Todos ellos enmarcados por un templete a lo ‘morisco’ que hace las veces de balconada del palacio jerosilimitano. Ante esta escena, y en un estadio inferior, se vislumbran dos judíos a los que, simbólicamente, se unen todos los que observan la procesión. Tras el misterio se dispone la centuria romana que, con sus plumeros e instrumentos, gestualizan el prendimiento del reo y dan movimiento a la escena. Seguidamente aparece el simpecado dando inicio a un corto tramo de palio. La parihuela de san Juan vestido a la ‘romana’, con una mano en el pecho y otra señalando a Cristo. Un parco grupo de monaguillos con ciriales y el sacristán con la manguilla parroquial revestida de luto. Finalmente aparece la Virgen de la Esperanza vestida de blanco y manto negro, bajo un palio de cajón con guarniciones de plata y ocho varales. En tono general podemos hablar de un cortejo colorista que sigue la moda de la corte chica sevillana. Debiéndose tratar de una de los últimos grandes cortejos de la hermandad hasta bien entrado el siglo XX. Pues la entidad, como todas las carmonenses, sufrió varios envites económicos y no siempre pudo procesionar, o lo hizo a medias. Como en 1896, cuando salió el Viernes Santo con “la Virgen en soledad”xxiv. Para nalizar el siglo, en , la cofradía aprobó el reglamento con el que recupera la labor del enterramiento, autodenominándose como Real Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Coronación y María Santísima de la Esperanza. Dejando atrás todo el sentido gremial originario a cambio de un nuevo matiz, el protectorado de la realeza. Una realidad que repercute en lo simbólico. Así el propio folleto se imprime sobre papel verde –color asimilado a la Esperanza– y, si bien la imagen principal corresponde a un Ecce Homo, la contracubierta se centra en el escudo de armas de Alfonso XII. Idea que se ha venido repitiendo hasta la actualidad en el escudo o cial donde a los espinos y la caña se le añadió el ancla de la alegoría teológica de la esperanza. A los que se superponen los castillos y leones, y la corona del real. En los años 40 del siglo XX la hermandad volvió recuperar cierta continuidad, haciéndolo bajo las ideas estéticas regionalistas inventadas por el diseñador Juan Manuel Rodríguez Ojeda para la Esperanza Macarena. Desde este momento la procesión se trasladó al Domingo de Ramos y perdió el luto de sus nazarenos por túnicas y capas blancas con capuz morados y verdes. En un primer momento los hermanos hicieron uso de los elementos heredados, como da cuenta el detalle de la panorámica general del testero del Divino Salvador que Gonzalez Nandín tomó en 1940, donde se vislumbra el palio a 48 Vista del Divino Salvador (detalle), J. M. González Nandín, 1940. © Universidad de Sevilla, Fototeca del Laboratorio de Arte Cristo de los desamparados, anónimo sevillano, segundo cuarto s. XVII medio desmontar g. . Entre los varales se aprecia a la Esperanza vestida de blanco con un manto negro con estrellas metálicas acompañada por san Juan con las manos entrelazadas y revestido de sacerdote con sotana, capa y estola luctuosa. En esta renovación de la cofradía tendría mucho que aportar Antonio Eslava Rubio, a quien le fue encargado en 1946 la realización de la canastilla y los respiraderos, realizados bajo una particular estética barroco-regionalista. Siendo también el responsable de la renovación de la escena con nuevas guras secundarias lejos de la buscada fealdad de las anteriores. En los últimos años la hermandad ha recuperado la prestancia del pasado y, entrado el nuevo milenio, decidió realizar otro paso neobarroco diseñado por José Manuel Bonilla bajo un complicado esquema iconográ co. Una nube de luz que, como marcan los cánones de Pseudo Dionisio Areopagita, envuelve a la escena divina y la sobreleva al terreno metafísico. Recientemente la corporación ha incorporado como titular al Cristo de los Desamparados g. . Una imagen procedente del colegio de san Teodomiro que ha contado con una vida azarosa, llegando a ser adaptado como Cristo del Descendimiento a principios del siglo XX, procesionando con la Hermandad de la Quinta Angustia. Este cruci cado debe fecharse al segundo cuarto del siglo XVIIxxv y en él su anónimo autor sigue los cánones propuestos por Juan Martínez Montañés en el Cristo la Clemencia (1603). 49 LERÍA, A. “Seis de agosto y patronato”, Ecce Homo, 10. Carmona, 2002, pp. 42-43. A comienzos del siglo XVI sobrevivían corporaciones de legos dedicadas a titulares en san Blas, san Bartolomé, san Felipe, santa María, san Pedro y san Sebastián. Todas ellas de origen medieval. Véase al respecto LERÍA, A. Cofradías de Carmona: De los orígenes a la Ilustración. Carmona: S&C ediciones, 1998. iii Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante (Lc. 9: 28-29). iv GONZÁLEZ ISIDORO, J. II. Memoria de los edi cios , en Carmona: Ciudad y monumentos. Carmona: S&C ediciones, 1993, p. 152. v En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor (Cor. 1: 12-13). vi GARCÍA BAEZA, Antonio. “Cabildo de fusión entre las cofradías de la Esperanza y del Dulce Nombre de María”, Ecce Homo, 10. Carmona, 2012, pp. 30-33. vii MIRA CABALLOS, E. y VILLA NOGALES, F. “El Ecce Homo de la hermandad de la Esperanza de Carmona: obra de Pedro Roldán (1657)”. Ecce Homo, 8. Carmona, 2000, pp. 47-52. Opinión contradicha en MIRA CABALLOS, E. “La hermandad de la esperanza en el siglo XVII: algunas valoraciones”. Ecce Homo, 11. Carmona, 2003, pp. 35-36. viii [1818, Sevilla.] Regla de la hermandad de la Esperanza. - Fotocopia, ACE, ss. copia certi cada por Félix Álvarez Lamillar, notario apostólico, Sevilla, 15 de abril de 1818: AGAS, ordinario de justicia: hermandades, leg. 123). Recogido en LERÍA, A. Hermandades de Carmona: Del Romanticismo al tercer milenio. Carmona: Consejo de Hermandades y Cofradías de Carmona, 2017, p. 66 (en prensa). ix HERNÁNDEZ DÍAZ, J., SANCHO CORBACHO, A. y COLLANTES DE TERÁN, H. Carmona: Catálogo arqueológico y artístico. Sevilla: [Universidad de Sevilla], 1948, p. 170. x ROMERO TORRES, J. L. “Nuestro Padre Jesús de la Coronación de Espinas”, Anuario 6: Consejo General de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Carmona. Carmona, 2016. xi PACHECO, F. Arte de la pintura. Sevilla: Simón Fajardo impresor de libros, 1649, p. 537. xii Al respecto de la iconografía de Cristo véase GONZÁLEZ ISIDORO, J. “Aproximación a un estudio iconológico de las representaciones de Cristo en la ciudad de Carmona”, CAREL: Carmona Revista de Estudios Locales, 1. Carmona, 2003, pp. 247-266. xiii “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero” (Credo del Pueblo de Dios). xiv “Te dará espinas y abrojos, y comerás las hierbas del campo” (Gén. 3: 18) xv Sal. 131: 18. xvi Sal. 68, 11. xvii Así lo observa GONZÁLEZ ISIDORO, J. “Aproximación…”, op. cit., p. 254. xviii Sirva de ejemplo el Ecce Homo del ático del retablo de la Virgen del Mayor Dolor que se encuentra en la epístola del templo de san Dionisio de Jerez de la Frontera. Una obra de hacia 1760 y que, según José Manuel Moreno Arana al que agradecemos la información, debe atribuirse a Andrés Benítez. xix Desgraciadamente la visión actual de la imagen no permite realizar un estudio sionómico exhaustivo. Por ello hemos usado fotografías del archivo de la hermandad. xx HERNÁNDEZ DÍAZ, J., SANCHO CORBACHO, A. y COLLANTES DE TERÁN, H. Carmona: Catálogo…, op. cit., p. 198, nota 310. xxi AA. VV. Proceso de restauración de Nuestro Padre Jesús atado a la columna de los Aceituneros de Utrera. Utrera: Hermandad de los Aceituneros, 2016. xxii [1818, Sevilla.] Regla…, doc. cit. Recogido en LERÍA, A. Hermandades…, p. 73. xxiii Agradecemos a Ana Gómez, directora de la Casa-Museo Bonsor de Mairena del Alcor, la cesión de la imagen. Esta fotografía se encuentra bajo los derechos de copyright y reproducción pertinentes, siendo pertenecientes al excelentísimo Ayuntamiento de Mairena del Alcor xxiv LERÍA, A. Hermandades…, p. 157. xxv PRADO ROMERA, F. “Santísimo Cristo de los Desamparados”, Anuario 6: Consejo General de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Carmona. Carmona, 2016. i ii