Boletín de la Sociedad Botánica de México
Sociedad Botánica de México, A.C.
jamdc@fciencias.unam.mx
ISSN (Versión impresa): 0366-2128
MÉXICO
2006
Eduardo Cuevas García / César A. Abarca García
ORIGEN, MANTENIMIENTO Y EVOLUCIÓN DEL GINODIOICISMO
Boletín de la Sociedad Botánica de México, junio, número 078
Sociedad Botánica de México, A.C.
Distrito Federal, México
pp. 33-42
Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal
Universidad Autónoma del Estado de México
http://redalyc.uaemex.mx
ECOLOGÍA Y EVOLUCIÓN
Bol.Soc.Bot.Méx. 78: 33-42 (2006)
ORIGEN,
MANTENIMIENTO Y EVOLUCIÓN
DEL GINODIOICISMO
EDUARDO CUEVAS-GARCÍA1 Y CÉSAR A. ABARCA-GARCÍA2
1
Departamento de Ecología de la Biodiversidad, Instituto de Ecología, Unidad Hermosillo,
Universidad Nacional Autónoma de México, Blvd. Luis Donaldo Colosio y Sahuaripa s/n, Apdo.
Postal 1354, C.P. 83000 Hermosillo, Sonora, México.
Correo-e: ecuevas@ecologia.unam.mx
2
Departamento de Ecología Evolutiva, Instituto de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de
México, Apdo. Postal 70-275, Delegación Coyoacán, México 04510, D.F., México.
Correo-e: abarca_cesar@hotmail.com
Resumen: Uno de los rasgos más característicos de las Angiospermas es la gran diversidad de sistemas reproductivos que presentan. Un ejemplo de ello es el ginodioicismo, caracterizado por la coexistencia de plantas hembra (estériles para la función
masculina) y herm a f roditas en la misma población. En este trabajo se presentan las principales características de las especies
ginodioicas, tales como la gran variación de hembras que existe entre las poblaciones. Se explican las tres formas por las que se
puede originar y transmitir la esterilidad masculina y sus consecuencias en la dinámica evolutiva. Asimismo, se presentan y discuten las hipótesis que explicarían la permanencia de las hembras en las poblaciones, ya que al carecer de la función masculina,
necesitan producir más o mejores semillas para no estar en desventaja respecto a una hermafrodita. Se analizan las principales
rutas evolutivas a partir de una condición hermafrodita y las evidencias actuales que sugieren que el ginodioicismo es la principal vía por la que se podría evolucionar a la dioecia. Finalmente, se hace una reflexión acerca del estado actual de la investigación
de los sistemas reproductivos en México, poniendo para ello como ejemplo el estudio del ginodioicismo.
Palabras clave: Angiospermas, esterilidad masculina, sistema reproductivo.
Abstract: One of the main characteristics of Angiosperms is the gre at diversity of reproductive systems they present.
Gynodioecy, namely the coexistence of hermaphrodite and female plants in the same population, is an example of such diversity. In this study we present the main characteristics of gynodioecious species, such as the large variation in female frequency
among populations. We examine the three forms by which male sterility can be originated and transmitted, and their consequences for the evolutionary dynamics. We present and discuss the hypothesis that would explain the maintenance of females in
populations, since due to the lack of male function, they need to produce more or better seeds than hermaphrodites to avoid a disadvantage. We analyze the main evolutionary routes beginning from a hermaphroditic condition, and the existing evidences that
suggest gynodioecy as the main path in the evolution of dioecy. Finally, we analyze the present state of the investigation of reproductive systems in Mexico, using as an example the study of the gynodioecy.
Key words: Angiosperms, male sterility, reproductive system.
E
n el caso particular de las angi o s p e rmas, el herm a f roditismo está considerado como la condición
ancestral (Frohlich, 2003) a partir de la cual ha evolucionado el mayor repertorio de sistemas reproductivos que se
conoce en la naturaleza. En el continuo de sistemas reproductivos podemos considerar en un extremo a las plantas
hermafroditas, en las que las estructuras rep roductivas
masculinas y femeninas se encuentran en la misma flor, y
las cuales representan entre 75% y 90% del total de las
especies (Richards, 1986). En el otro extremo hallamos a
las plantas dioicas, en las que las flores de un individuo son
masculinas o femeninas, y las cuales representan entre
3.9% y 6% de las especies (Sakai y Weller, 1999). Entre
estos dos extremos podemos encontrar prácticamente
cualquier combinación en cuanto a las estructuras reproductivas se refiere; por ejemplo, poblaciones de plantas
hermafroditas y de plantas masculinas (androdioicas;
Pannell, 2002), poblaciones en donde los individuos presentan tanto flores hermafroditas como flores pistiladas
(ginomonoicas; Collin y Shykoff, 2003), o poblaciones en
las cuales hay individuos hermafroditas, hembras y machos
(trioicas; Fleming et al., 1998), por mencionar algunos. Es
33
EDUARDO CUEVAS-GARCÍA Y CÉSAR A. ABARCA-GARCÍA
decir, los sistemas reproductivos son entidades muy
dinámicas que pueden sufrir modificaciones en escalas de
tiempo ecológico y evolutivo (Barrett y Eckert, 1990). El
estudio de la evolución de los sistemas reproductivos en las
plantas nos ha ayudado a entender qué cambios han ocurrido en las características florales que intervienen directa o
indirectamente en la reproducción, y posteriormente, qué
repercusiones tienen estas características a nivel genético y
ecológico en las especies (Sun, 1999; Schemske y
Bradshaw, 1999). Uno de los objetivos principales del estudio de los sistemas reproductivos es intentar determinar el
papel de las fuerzas evolutivas que están detrás de dichos
cambios (Barrett y Eckert, 1990). Además, estos cambios
pueden estar relacionados directa o indirectamente con el
origen de nuevas especies, lo cual es un aspecto central de
la teoría evolutiva (Darwin, 1859; Futuyma, 1998). En este
artículo trataremos el origen, el mantenimiento y la posible
transición de un sistema ginodioico para ilustrar el potencial que tiene el estudio de los sistemas reproductivos.
El caso del ginodioicismo
El ginodioicismo, definido como la coexistencia de plantas
hembra y hermafroditas, ha evolucionado de manera independiente en al menos 71 familias y más de 500 especies,
las que representan aproximadamente 0.6% del total de las
angiospermas (Dem’yanova, 1985; Kaul, 1988). Al no producir polen, las plantas hembra deben forzosamente
recibirlo de los hermafroditas, mientras que estos últimos
pueden autofe c u n d a rs e, y recibir polen de otras hermafroditas (Richards, 1986). Una de las características más
notorias de las especies ginodioicas es la gran variación en
la frecuencia de plantas hembra entre distintas poblaciones
y/o especies (figura 1). Mientras que la mayoría de las
especies tienen poblaciones hermafroditas, en otras la fre-
cuencia de hembras puede ser tan alta como 98% (Domme
et al., 1978; cuadro 1). Además, es común observar que
e n t re las fl o res pistiladas (o femeninas) la expresión
fenotípica de la esterilidad masculina no es igual. Por lo
tanto, en estas flores podemos observar desde órganos masculinos aparentemente bien desarrollados, sus reminiscencias (como filamentos cortos y/o anteras contraídas), o su
ausencia total (cuadro 1). Otra característica sobresaliente
es que en la mayoría de las especies ginodioicas las hembras presentan flores más pequeñas que los hermafroditas
(Delph, 1996; cuadro 1). En relación con el ciclo de vida,
existen tanto especies anuales como perennes, de las cuales
la mayoría son de ciclo de vida corto (cuadro 1). Por último, se puede apreciar que salvo en contadas excepciones,
la mayoría de las especies ginodioicas son autocompatibles
(cuadro 1).
Herencia de la esterilidad masculina
Se ha propuesto que la esterilidad masculina que da lugar a
las plantas hembra se podría originar de tres maneras. El
caso en que el o los genes responsables de la esterilidad
masculina se encuentran en el núcleo es conocido como
esterilidad masculina nuclear (Lewis, 1941). Cuando los
genes que afectan la producción de polen se localizan en
las mitocondrias se reconoce un caso de esterilidad masculina citoplasmática (Lewis, 1941). Por último, la falta de
polen viable puede ser producto de la interacción del
núcleo y el citoplasma (esterilidad masculina núcleo-citoplasmática; Frank, 1989). En los dos primeros casos, las
mutaciones afectan directamente la producción de polen.
En la esterilidad masculina núcleo-citoplasmática los genes
citoplasmáticos (mitocondriales) interrumpen la producción de polen y los nucleares son los encargados de restaurar la fertilidad masculina (Frank, 1989).
9
N = 23 especies
8
7
6
5
4
3
2
1
0
0-0.20
0.21-0.40
0.41-0.60
0.61-0.80
0.81-1.00
Proporción de hembras
Figura 1. Variación en la frecuencia de hembras en 23 especies ginodioicas. Se presentan los valores más altos de hembras reportados
para cada especie en el cuadro 1.
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ORIGEN, MANTENIMIENTO Y EVOLUCIÓN DEL GINODIOICISMO
Cuadro 1. Principales características de las especies ginodioicas más estudiadas. %Hembras = ámbito de variación en el porcentaje de hembras
entre distintas poblaciones. ‡ Los valores de depresión endogámica se calcularon a partir de la fórmula δ = 1-(Wa/We), donde Wa es la adecuación promedio de la progenie derivada de la autofecundación y We es la adecuación promedio de la progenie derivada de la entrecruza. Los
valores de adecuación se obtuvieron para la germinación de las semillas, en ocasiones supervivencia de plántulas y etapa reproductiva.
* Protándrica: término que define la exposición anticipada de los granos de polen en relación a la receptividad del estigma de una flor.
+ Protogínica: término que define la receptividad anticipada del estigma en relación a la liberación del polen en una flor.
† Sólo se conoce una población de esta especie, y por lo tanto únicamente se reporta un valor del porcentaje de hembras.
Especie y Familia
Ciclo de %Hembras Autocomvida
patibilidad
Compensación
reproductiva en
plantas hembra
Valores estimados
de depresión
endogámica ‡
Observaciones
Referencia
——————
———–––––
Williams y Fenster
(1998)
0.71
Las plantas
“hermafroditas” son
plantas monoicas con
flores unisexuales
Kohn (1989)
Kohn y Biardi (1995)
Alonso y Herrera (2001)
Medrano et al. (2005)
Chamaecrista fasciculata Anual
(Fabaceae)
0-6
Sí
No
Cucurbita foetidissima
(Cucurbitaceae)
Perenne
0-32
Sí
Sí, 1.5 veces
más semillas
Daphne laureola
(Thymelaeaceae)
Perenne
20-56
Sí
No
Infieren valores
altos en etapas
tardías del ciclo
de vida
Flores pistiladas con
estambres vestigiales y
corolas más pequeñas
Fragaria virginiana
(Rosaceae)
Perenne
0-75
Sí
Sí, más frutos
————————
Herencia probablemente Ashman (1999)
nuclear de la esterilidad
masculina
Geranium sylvaticum
(Geraniaceae)
Perenne
0.4-27
Sí
Sí, 1.4 veces
más frutos
————————
Propagación vegetativa
Asikainen y Mutikainen
(2003)
Gypsophila repens
(Caryophyllaceae)
Perenne
14 †
Sí
Sí, más frutos
————————
Poblaciones ginodioicas
y ginomonoicas
López-Villavicencio
et al. (2005)
(M. López-Villavicencio,
com.pers)
Hebe strictissima
(Scrophulareaceae)
Perenne
1-34
Sí
Sí, 3 veces
más frutos
————————
——————————
Delph (1990)
Kallstroemia grandiflora
(Zygophyllaceae)
Anual
0-44
Sí
No
————————
Dos tipos de flores
hembra
Cuevas et al. (2005)
Lobelia siphilitica
(Lobeliaceae o
Campanulaceae)
Perenne
0-90
Sí
———————
Protándrica *herencia
núcleo-citoplasmática
Dudle et al. (2001)
Mutikainen et al. (1998)
Nemophila menziesii
(Hidrophyllaceae)
Anual
0-53
Sí
———————
————————
Protándrica, flores
hembra más pequeñas
y sin anteras
Ganders (1978)
Orchradenus baccatus
(Resedaceae)
Perenne
23-57
Sí
Sí, 9 a 20 veces
más semillas
————————
Hay individuos machos
Wolfe y Shmida (1997)
Origanum vulgare
(Labiatae o Lamiaceae)
Perenne
1-62
Sí
1.2 veces más
semillas
————————
10 a 60% de plantas
parcialmente estériles
Kheyr-Pour (1980)
Phacelia dubia
(Hidrophyllaceae)
Anual
0-11
Sí
No
——————————
Del Castillo (1993),
(1998)
Phacelia linearis
(Hidrophyllaceae)
Anual de
verano
2-16
Sí
Sí, de 1.3 a 2.5
veces más frutos
————————
Protándrica
Eckhart (1992)
Plantago coronopus
(Plantaginaceae)
Perenne
2-31
de vida corta
No
1.5 veces más
semillas
————————
Dos tipos de flores
hembra protogínica+
Koelewijn (1996)
0.54
0.7
35
EDUARDO CUEVAS-GARCÍA Y CÉSAR A. ABARCA-GARCÍA
Cuadro 1. Continua
Especie y Familia
Ciclo de %Hembras Autocomvida
patibilidad
Compensación
reproductiva en
plantas hembra
Valores estimados
de depresión
endogámica ‡
Observaciones
Referencia
Plantago lanceolata
(Plantaginaceae)
Perenne
4-30
No
Sí, más semillas
————————
Polinización por viento,
herencia núcleocitoplasmática
Van Damme y
Van Delden (1984)
Schiedea adamantis
(Caryophyllaceae)
Perenne
39†
Sí
Sí, 2.3 veces
más semillas
0.6
Herencia nuclear de
la esterilidad masculina
Sakai et al. (1997)
Schiedea salicaria
(Caryophyllaceae)
Perenne
12-13
Sí
No
0.82
Herencia nuclear de la
esterilidad masculina
Weller y Sakai (2005)
Sidalcea hendersonii
(Malvaceae)
Perenne
14-54
Sí
No
————————
Especie protándrica
Marshall y Ganders
(2001)
Sidalcea oregana
(Malvaceae)
Perenne
0-50
Sí
———————— ————————
Protándrica
Ashman y Stanton
(1991)
Silene acaulis
(Caryophyllaceae)
Perenne
23-25
Sí
Sí, 3 veces más
frutos y 2.9 veces
más semillas
Menor supervivencia Especie protándrica
de plántulas
autofecundadas
Shykoff (1988)
Silene vulgaris
(Caryophyllaceae)
Perenne de
vida corta
0-75
Sí
Sí, 1.2 veces
más semillas
Menor germinación Herencia
y supervivencia de núcleo-citoplasmática
hermafroditas
autofecundadas
Olson et al. (2005)
Thymus vulgaris
(Labiatae o Lamiaceae)
Perenne de
vida corta
5-98
Sí
Sí, hasta 8 veces
más semillas
0.6
Las hembras no
presentan estambres
Domme et al. (1978)
Trifolium hirtum
(Leguminosae o
Fabaceae)
Anual
0-40
Sí
No
0.36
Diferencias sólo en
anteras: estériles más
claras y contraídas
Molina-Freaner y
Jain (1992, 1993)
De manera general, se infiere que cuando la progenie
producto de las cruzas entre hembras y hermafroditas se
aproxima a las proporciones mendelianas esperadas, la
herencia de la esterilidad masculina es nuclear (Weller y
Sakai, 1991). Dichas proporciones dependen del número de
genes e interacciones entre éstos (dominancia, epistasis,
etc.). Si la esterilidad masculina es citoplasmática, no hay
segregación y por lo tanto una planta hermafrodita producirá únicamente hermafroditas y una planta hembra sólo
hembras (Lewis, 1941). Por último, cuando la segregación
de las cruzas toma cualquier valor alejándose de las predicciones mendelianas, se interpreta como herencia núcleocitoplasmática; se ha propuesto que estos resultados se
deben al número de genes citoplasmáticos y nucleares
involucrados en la determinación del sexo (Charlesworth y
Laporte, 1998). En la actualidad, la mayoría de los estudios
indican que la esterilidad masculina de origen núcleo-citoplasmático es la más común (Charlesworth y Laporte,
1998; Dudle et al., 2001). En una población ginodioica
podemos tener individuos hermafroditas que no han sufrido cambio alguno, individuos estériles para la función masculina (hembras) e individuos hermafroditas restaurados
36
(los cuales a simple vista no se pueden diferenciar de los
demás hermafroditas; Murayama et al., 2004). Es decir, la
ex p resión sexual está controlada por la interacción de va ri o s
genes que se encuentran en el núcleo y en el citoplasma.
Una vez establecido el polimorfismo núcleo-citoplasmático, se ha propuesto que su dinámica dependerá de la
migración o del surgimiento de alelos esterilizadores y sus
respectivos restauradores (Frank, 1989). La migración o
aparición de un alelo esterilizador hará que aumente la frecuencia de hembras y, por el contrario, el surgimiento o
migración de un gen restaurador de la fertilidad hará que
disminuya. Además, se espera que esta dinámica sea propia
de cada población, por lo que es muy probable que exista
heterogeneidad espacial y temporal en la frecuencia de los
genes esterilizadores y restauradores y por lo tanto, en la
frecuencia de hembras entre las poblaciones y especies
(figura 1, cuadro 1; Frank, 1989).
¿Cómo se mantienen las hembras en las poblaciones?
En una población ginodioica, las plantas hermafroditas
dejan hijos a través tanto de la vía masculina (al producir
ORIGEN, MANTENIMIENTO Y EVOLUCIÓN DEL GINODIOICISMO
polen) como de la vía femenina (al producir semillas),
mientras que las hembras, que son estériles para la función
masculina, sólo dejan hijos a través de la vía femenina
(McCauley y Brock, 1998). Un individuo que deja menos
hijos se encuentra en desventaja y por ello se considera que
debe existir algún mecanismo que haga que las hembras no
sean eliminadas por la selección natural. Al respecto se han
postulado dos hipótesis no excluyentes y ambas tienen que
ver con un incremento en la cantidad y/o la calidad de las
semillas de las hembras. La hipótesis de la compensación
plantea que una planta hembra, al dejar de asignar recursos
a la producción de polen, podría reasignar esos recursos a
la vía femenina y producir un mayor número de semillas o
de mejor calidad que una planta hermafrodita (Shykoff et
a l ., 2003). Existen numerosos estudios en donde se ha documentado una mayor producción de frutos y/o semillas en
las hembras de especies ginodioicas (ver revisión Shykoff
et al., 2003; cuadro 1). En algunos casos como los de Silene
acaulis (Shikoff, 1988) y Thymus vulgaris (Dommee et al.,
1978), las hembras son capaces de producir entre tres y
ocho veces más semillas, respectivamente, que los hermafroditas (cuadro 1). Sin embargo, en otros casos como
en Daphne laureola (Alonso y Herrera, 2001), Sidalcea
hendersonii (Marshall y Ganders, 2001) o Kallstroemia
grandiflora (Cuevas et al., 2005) no se ha encontrado evidencia alguna de compensación (cuadro 1). Aunque no
existe evidencia empírica, es relevante mencionar que entre
más temprana sea la etapa en la que se detiene la producción de polen en las hembras, más recursos se podrían
reasignar a la producción de óvulos y semillas. Por tanto, si
la esterilidad masculina no se expresa igual entre las hembras, la selección natural podría favorecer a aquellas plantas en las que la esterilidad se exprese más tempranamente.
La hipótesis de la depresión por endogamia plantea que
las hembras pueden aumentar su ventaja reproductiva si la
progenie de los hermafroditas se ve afectada por una alta
tasa de autofecundación y de depresión endogámica. Hace
tiempo (Darwin, 1877) se demostró que los apareamientos
entre parientes, que se conocen como endogamia
biparental, y la autofecundación (endogamia uniparental,
que es la forma más extrema de endogamia) pueden tener
efectos negativos para las plantas. Una forma sencilla en la
que se ha probado este supuesto ha sido comparando el
desempeño de la progenie producto de cruzas endogámicas
y no endogámicas en una misma planta. En muchas
especies se ha observado que el desempeño de la progenie
proveniente de las cruzas endogámicas es menor
(Schemske y Lande, 1985; Husband y Schemske, 1996).
Esta disminución en la adecuación debida a los
apareamientos endogámicos es lo que se conoce como
depresión por endogamia (Charlesworth, 1987). En el caso
de las especies ginodioicas, los hijos de las hembras necesariamente son producto de fecundación cruzada, mientras
que los hermafroditas pueden autofecundarse y sufrir los
efectos negativos de la endogamia. Una hembra tendrá más
ventaja conforme aumente la tasa de autofecundación y la
depresión por endogamia en los hermafroditas (la cual se
representa por δ y puede tomar valores de cero a uno). A
diferencia de los numerosos estudios de compensación, en
pocas especies se han evaluado el papel de la tasa de autofecundación y la depresión por endogamia, y existen aun
menos especies en las que se haya explorado la compensación, la tasa de autofecundación y los niveles de depresión endogámica. El género Schiedea tiene varias especies
ginodioicas y se tiene evidencia de que la depresión
endogámica es un evento común (Sakai et al., 1997;
Rankin et al., 2002). En el caso de Schiedea salicaria, por
ejemplo, no se detectó compensación en las hembras, y sin
embargo se encontró que los valores de la depresión
endogámica y la tasa de autofecundación son lo suficientemente altos como para mantener las frecuencias de hembras observadas en las poblaciones (12-13%) (Weller y
Sakai, 2005). Además, debido a que la frecuencia de hembras es relativamente baja puede suponerse que la esterilidad en esta especie es un fenómeno evolutivamente
reciente. Por lo tanto, es posible que cuando aparecen las
hembras, éstas no presenten mecanismos compensatorios,
de modo que lo que favorezca su presencia sean los altos
valores de autofecundación y de depresión endogámica de
los hermafroditas. Evidentemente, tanto la compensación
como la depresión endogámica no son mutuamente
excluyentes y ambos factores pueden favorecer la permanencia y/o el aumento en la frecuencia de hembras en una
población ginodioica. Tal es el caso de Schiedea adaman tis, para la cual el coeficiente de depresión por endogamia
reportado fue muy alto (0.6) y además cuyas hembras produjeron más del d o ble de semillas que los hermafroditas
(Sakai et al., 1997). Por lo tanto, es pro b able que en la
mayo r í a de las especies ginodioicas ambos mecanismos
estén involucrados en el mantenimiento de las hembra s ,
p e ro debido a que pocos estudios han ex p l o rado ambas
hipótesis, en ocasiones parecería que la compensación es el
mecanismo más frecuente.
Una excepción a la propuesta anterior es el caso del
género Plantago, en el que algunas especies ginodioicas
son autoincompatibles (cuadro 1), por lo que la depresión
endogámica uniparental no juega un papel relevante en el
mantenimiento de las hembras (Koelewijn, 1996).
Modelos teóricos y mantenimiento de las hembras
Existen diversos modelos evolutivos que han tratado de
predecir los valores de compensación necesarios para la
permanencia de las hembras en las poblaciones, y se ha
encontrado que la magnitud de la compensación depende
principalmente del tipo de herencia de la esterilidad masculina. Suponiendo que existe una herencia nuclear de la
esterilidad, las hembras requieren una fertilidad del doble
37
EDUARDO CUEVAS-GARCÍA Y CÉSAR A. ABARCA-GARCÍA
que la de los hermafroditas para poder permanecer en las
poblaciones, ya que necesitan compensar la pérdida en adecuación al dejar de producir hijos por una de las dos vías
(Lewis, 1941). Además, si la herencia es nuclear, el porcentaje de hembras en las poblaciones no debería ser mayor
a 50%, pues tanto hembras como hermafroditas producen
en promedio la mitad de hembras y de hermafroditas. En
cambio, bajo una herencia citoplasmática de la esterilidad,
las hembras aun con una pequeña ventaja en la fertilidad no
sólo pueden permanecer en las poblaciones, sino que incluso pueden alcanzar un porcentaje muy alto (debido a que
una hembra produce únicamente hembras; Lewis, 1941).
Posteriormente, al incorporar en los modelos nucleares los
efectos de la depresión por endogamia y la autofecundación, se encontró que incluso sin la compensación, las
hembras pueden permanecer en las poblaciones si la tasa de
autofecundación es alta y la magnitud de la depresión por
endogamia es fuerte (Charlesworth y Charlesworth, 1978;
Weller y Sakai, 2005).
El ginodioicismo y la evolución a la dioecia
Se han postulado dos rutas principales a partir de las cuales
se podría evolucionar a la dioecia desde una condición her-
mafrodita: la vía del ginodioicismo y la del monoicismo
(figura 2; aunque se han propuesto otras menos exploradas,
ver Webb, 1999). En la pri m e ra vía (figura 2a) una
mutación esteriliza la función masculina de algunas plantas, dando como resultado una población ginodioica (individuos hembra y hermafroditas) (Barrett, 2002). La segunda mutación tendría que ocurrir en los individuos hermafroditas y esterilizar la función femenina para tener una
población dioica (figura 2a). En la segunda vía (figura 2b)
se requieren al menos dos mutaciones en una misma planta herm a f rodita para llegar a una condición monoica
(Barrett, 2002). Una mutación que afecte la producción de
polen, dando lugar a las flores hembra (ginomonoicismo,
Webb, 1999) y una más que afecte la función femenina de
otras flores hermafroditas en la misma planta. La transición
del monoicismo al dioicismo (figura 2b) puede darse por
medio de cambios en la asignación de re c u rsos que
favorezcan la especialización de las funciones sexuales en
cada planta y la acción de la selección diversificadora
(Webb, 1999). Hasta hace algunos años se pensaba que la
mayoría de las especies dioicas se habían originado por la
vía del monoicismo (Renner y Ricklefs, 1995). Sin embargo, un estudio filogenético de la evolución de la dioecia en
las monocotiledóneas mostró que la mayoría de los grupos
(b)
(a)
(c)
Figura 2. Principales rutas evolutivas a partir de un ancestro hermafrodita. Por ambas rutas se podría llegar a una condición dioica; sin
embargo, la ruta del ginodioicismo (a) es la más explorada y con mayor evidencia empírica. (b) Vía del monoicismo y (c) reversión a
partir de una condición dioica en donde las hembras restablecen la producción de polen, dando lugar al androdioicismo (presencia de
plantas macho y hermafroditas). Modificado de Barrett (2002).
38
ORIGEN, MANTENIMIENTO Y EVOLUCIÓN DEL GINODIOICISMO
hermanos de los linajes dioicos presentan fl o res hermafroditas y no monoicas, como se esperaría si éstos
hubieran sido los ancestros (Weiblen et al., 2000).
Actualmente existen pocos estudios fi l ogenéticos que
sugi e re n el origen de las especies dioicas a partir del
monoicismo, como en el caso de la familia Siparunaceae
(Renner y Won, 2001).
En cambio, uno de los argumentos que apoya la hipótesis de que el ginodioicismo es uno de los estados intermedios más probables en la evolución a la dioecia es la fuerte
asociación existente entre familias que presentan especies
ginodioicas y dioicas. Se sabe que de 35 familias que presentan especies ginodioicas, 89% tiene además especies
dioicas (Maurice et al., 1993). Además, existen estudios
filogenéticos bien detallados como los del género Schiedea,
que sugieren que las especies dioicas se originaron a partir
de especies ginodioicas (Weller et al., 1995). Sin embargo,
en otros casos el ginodioicismo parece ser un sistema
estable, como en varias especies del género Thymus, en
donde a pesar de la alta frecuencia de hembras en algunas
especies (cuadro 1), no se conoce ninguna población o
especie dioica. Por ello, al referirnos a las especies ginodioicas, no podemos verlas como especies que se encuentran
en un estado evolutivo transitorio hacia la dioecia. Por otro
lado, un hecho que llama la atención es que entre las
especies ginodioicas existan tanto especies de ciclo de vida
anual como perenne (cuadro 1), mientras que la gran mayoría de las especias dioicas son perennes. Por lo tanto, es
probable que exista alguna restricción en el caso de las
especies ginodioicas anuales para evolucionar hacia la
dioecia, o si este evento ha ocurrido, al parecer no ha sido
exitoso, ya que en la actualidad se conocen muy pocos
ejemplos. Un dato que podría apoyar parcialmente esta
hipótesis es la alta tasa de extinción en especies dioicas en
general (Helibuth, 2000), pues cabe la posibilidad de que
muchas de las especies extintas fueran anuales.
Finalmente, es posible que las hembras de especies
dioicas recobren la producción de polen dando lugar al
androdioicismo, situación en la que coexisten plantas
macho y hermafroditas (figura 2c). Hasta hace algunos
años se pensaba que las especies androdioicas se originaban a partir de especies hermafroditas de una manera similar a como se origina el ginodioicismo, pero a través de la
esterilización de la función femenina de los hermafroditas.
El androdioicismo es una situación muy poco frecuente en
la naturaleza y se ha reportado en alrededor de 10 especies
(Panell, 2002). Esto se debe a que la autofecundación de los
hermafroditas disminuye el éxito de los machos, ya que
pierden oportunidades de aparearse (Sato, 2002). Además,
se ha estimado que los machos, para poder permanecer en
las poblaciones, requieren producir más del doble de polen
que los hermafroditas (Panell, 2002) y exportarlo exitosamente (Fritsch y Rieseberg, 1992).
Por otra parte, teóricamente es posible proponer que un
sistema reproductivo que promueve una estrategia reproductiva mixta como el ginodioicismo, en donde una proporción de la progenie en una población es producto de
fecundación cruzada y otra de autofecundación, tendría
más ventajas que una población en donde los individuos se
entrecruzan o se autofecundan predominantemente. Por lo
tanto, si el ginodioicismo tiene esas ventajas, ¿por qué se
conocen tan pocas especies ginodioicas? y ¿qué condiciones podrían favorecer su evolución a la dioecia? Para
tratar de responder a la primera pregunta, debemos tener en
cuenta que en muchas ocasiones la esterilidad masculina no
es evidente y se requiere de estudios embriológicos detallados (Domínguez et al., 1997), por lo que en la actualidad
seguimos conociendo nuevas especies ginodioicas (Cuevas
et al., 2005). Por otro lado, aunque en muchas especies hermafroditas surjan las mutaciones que den origen a poblaciones ginodioicas, las hembras serán eliminadas si no presentan una ventaja reproductiva. Otra posibilidad es que un
restaurador de la fertilidad se fije en una población, restituyendo así la fertilidad de todas las hembras, y de no surgir otro esterilizador, no podríamos detectar en ese momento que se trata de la dinámica núcleo-citoplasmática del
ginodioicismo (Maniacacci et al., 1996). Para responder a
la segunda pregunta debemos recordar que en la mayoría de
las angiospermas las mitocondrias se heredan por la vía
materna, es decir, a través de los óvulos. Por lo tanto,
cualquier mutación mitocondrial que afecte la producción
de polen será favorecida si los recursos que se asignaban a
producir polen y óvulos ahora sólo se asignan para producir
óvulos, aumentando el número de genes citoplasmáticos en
cada generación (Hurst, 1996). Sin embargo, los genes
nucleares se heredan biparentalmente; es decir, están representados tanto en los óvulos como en el polen. De esta
forma, al detenerse la producción de polen, bajaría la adecuación de algunos genes nucleares, los cuales serían transmitidos únicamente en los óvulos. Así, el control núcleocitoplasmático del sexo, presente en la mayoría de las
especies ginodioicas, puede originar conflictos de carácter
genético entre el núcleo y las mitocondrias y la separación
de los sexos resolvería esos conflictos, pues tanto el polen
como los óvulos se producirían en diferentes individuos
(Hurst, 1996).
El hecho de que en mu chas especies ginodioicas la
esterilidad masculina esté determinada de una manera
núcleo-citoplasmática ha modificado las predicciones evolutivas y los mecanismos por los cuales se puede evolucionar hacia la dioecia (Maurice et al., 1994). Por un lado,
en los modelos teóricos se ha encontrado que la herencia
núcleo-citoplasmática de la esterilidad masculina presenta
situaciones menos restrictivas para la evolución hacia la
dioecia. Por otro lado, debido a que en la mayoría de las
especies dioicas la determinación sexual está controlada
nuclearmente, es necesario proponer nuevos mecanismos
por los que se podría pasar de una herencia núcleo-citoplas39
EDUARDO CUEVAS-GARCÍA Y CÉSAR A. ABARCA-GARCÍA
mática a un control nuclear (como la migración de genes
citoplasmáticos al núcleo y su posterior control nuclear en
la expresión de estos genes).
Comentarios finales
Como se puede apreciar en esta revisión, un hecho
aparentemente sencillo como la presencia de las hembras
en las poblaciones hermafroditas, puede tener implicaciones relevantes en el ámbito ecológico y evolutivo.
Probablemente esto ha motivado la creciente detección de
este polimorfismo y por ello actualmente existen cada vez
más reportes de especies ginodioicas en el mundo. En
México contamos con una gran riqueza de plantas con flor
(entre 26,000 y 30,000 especies; González-Medrano,
2003). Sin embargo , hasta ahora existen muy pocos
reportes y aun menos estudios con especies ginodioicas.
Bullock (1985), en lo que es la clasificación más extensa de
sistemas reproductivos para la reserva de Chamela, Jalisco,
encontró que de 708 especies estudiadas, cuatro presentaron un sistema ginodioico. Además, existen reportes aislados como el de Bursera fagaroides que en Sonora presenta al menos una población ginodioica (F. Molina-Freaner,
com.pers.), o el de Kallstroemia grandiflora, en la que la
mayoría de las poblaciones son ginodioicas (Cuevas et al.,
2005). Debido al gran potencial que nos brindan los sistemas reproductivos, pensamos que es necesario que los
botánicos y ecólogos presten mayor atención a la determinación y estudio de los sistemas reproductivos de las plantas. Si bien en ocasiones la determinación de los sistemas
reproductivos requiere de observaciones detalladas en el
campo, este esfuerzo bien vale la pena, ya que indudablemente se trata de un tema fascinante de estudio.
Agradecimientos
Queremos ex p resar nuestro sincero agradecimiento a
nu e s t ro s compañeros de laboratorio, especialmente a
Fe rnando Rosas y Jéssica Pérez, quienes enri q u e c i e ron este
t rabajo a través de va rios seminarios. Raúl Alcalá, Ju a n
A rroyo, Amadeo Estrada, Celia Oliver y tres revisores anónimos leye ron y mejora ron con sus comentarios versiones
previas. Agradecemos a CONACyT por las becas de doctorado recibidas durante la realización de este trabajo.
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