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PIEDRA FILOSOFAL

1997, Ketty Alejandrina LIS

Abstract

Ketty Alejandrina LIS tiene publicados los poemarios Imaginaciones (1987) y Cartas para Adriana (1992), ambos en Marymar Ediciones, y un opúsculo sobre Mozart, los que merecieron críticas favorables tanto en el país como en el extranjero. Figura en distintas antologías y en los diccionarios: Biográfico Internacional (25ª Edición) y Quién es Quién Internacional de Intelectuales (12ª edición), ambos del International Biographical Centre, Cambridge, Inglaterra y Quién es Ella en Santa Fe, Argentina. Le han publicado plaquetas, poemas y artículos sobre poesía en diarios y revistas del país y del exterior. Le han traducido poemas al inglés, francés e italiano. Ha participado en recitales poéticos en Rosario y Buenos Aires. De 1990 a 1995 ha participado como panelista en la Feria Internacional de Libro de Buenos Aires, en congresos y festivales internacionales realizados en la Argentina, y en el Encuentro "Las vanguardias Literarias en Iberoamérica. Centenario de Manuel Navarro Luna" en Manzanillo, Cuba. Le han efectuado entrevistas radiales, televisivas y en revistas literarias y de interés general. En 1993 le otorgaron la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) por Cartas para Adriana, cuyo jurado estuvo integrado por Joaquín Giannuzzi, Víctor Redondo y Carlos Penelas. Obtuvo la mención de Honor por un cuento en un concurso organizado por la SADE Filial Oeste, y también por un poema ilustrado otorgado por la Fundación El Libro. Ha resultado finalista en la XXXV edición del premio literario que para el año 1994 organizó la Casa de las Américas, Cuba, por el presente libro. Ha sido distinguida por su labor cultural en la ciudad de Rosario con la plaqueta "Dr. Carlos J. Corbella" otorgada por la Fundación Héctor I. Astengo. Es cofundadora de la Fundación Mozart y miembro del Consejo Directivo del Mozarteum Argentino, filial Rosario, Institución que también ha sido distinguida por la Fundación Héctor I. Astengo, en 1993, por su tarea cultural.

PIEDRA FILOSOFAL Ketty Alejandrina Lis Ediciones Ultimo Reino junio de 1997  Vamos hacia el poniente, lugar donde todas las excusas finalizan. *** LOS SONIDOS Y LOS SILENCIOS A Lina Macho Vidal Sonidos de la voz pueden continuar la marcha forzada hasta sus límites da lo mismo. El espacio absoluto se bebe con los labios hinchados jugando en un mar ahíto de diamantes sin encontrar las palabras amadas porque ellas se deslizan libres dentro del lenguaje y el lenguaje es un inmenso palacio pero también una celda. Silencios de la voz entrecortados por la jauría de sílabas aprisionadas ¿sabrán alguna vez qué hacer con sus fragmentos? Si al menos no hubiesen olvidado el amor primigenio que les fue negado el que les fue dado las ideas que se aplastan hasta ahogarse y todas las que hacen una reverencia y terminan respirando cabeza abajo desconfiando de sus gestos de sus actos desgastándose entre pasadizos donde la única señal permitida es el avieso rostro de la duda. A modo de consuelo bien podrían refugiarse en la intensa intimidad de una hoja no escrita para tumbar la costumbre de sacar medio cuerpo fuera de la ventana pues por ahí se cuelan los ensueños y los ensueños pesan más que la Pirámide más alta del Valle de los Reyes. Cansa oirles festejar lo que aún no ha llegado como si no supieran que esa fiesta de muertos y fantasmas se acerca demasiado a la certeza de no alcanzarlos jamás. No sólo las arenas que rodean la montaña son ciegas en su cúspide reina un pájaro de muselina morada y en sus ojos se ahonda la oscuridad del día. Pobrecitos sonidos pobrecitos silencios no potencien las fuerzas del espacio sus apretados planos negros. Ellos alguna vez mojaron sus cuerpos en el río supieron de la odiosa victoria de la muerte supieron la presencia del odio en el amor. Ellos, como nosotros no escucharon el trotar del ciego guardador del tiempo se abrigaron con los cantos rodados esperando encontrar la flauta de Pan entre las peñas. El sonido no cabe en el silencio y el silencio perfecto aquel en cuyos ojos nacen y crecen los jardines colgantes se aleja un paso a cada paso y no importa si los canteros de octubre invitan siempre a una olorosa fiesta de colores si las Cuatro Estaciones las escribió Vivaldi si mañana lloviznarán las flores azul - liláceas de los paraísos suene el toque de diana o siga enmudeciendo el cielo con lágrimas o sin lágrimas con la palabra atroz o la palabra bella con los labios abiertos o cerrados con las manos apretando la cabeza henos solos aquí rodando. *** VIDA ¿La vida es mucho más que el don circunstancial de un segundo luminoso breve, tormentoso y lábil? No impedirá la súbita alegría de la muerte. El cántaro ha caído en el estanco donde los labios se deslíen vuelan y se espantan. Mi vida o tu vida no puede alterar el verdor de los helechos. El dado se ha echado sobre un grito espeso las gaviotas picotean los desechos del dulce mar y el río imaginado. La vida. Un fugaz fuego entre la rústica copa del ardid y el miedo. *** LOS CAMINANTES Me dices que a veces parecemos los esbozos de planes herrumbrados dispersos en el tiempo. Náufragos buscando bitácoras ajenas mirando las idénticas sandalias de algún caminante igual a nuestra sombra. Bien, es cierto. ¿Pero puede el ser ser sin extraviarse en el centro más sórdido y temible del desierto? *** A VECES HABLO DEL AMOR A Lilián Al sol, un día, no le importará no verme está habituado a este vertiginoso saca y pon inaprensible. Aún así, en ocasiones hablo del amor como si me hallara en un lugar preciso aún así, en ocasiones hablo del dolor desde este lado de la puerta umbría. Y siendo todo ser tanto ser no soy que a veces pienso que mi yo no existe. Pienso, a veces, si no habré imaginado un quebradizo espacio tridimensional nada más que el temblor se afirma en el vértice opuesto de mi mesa sobre un gesto de tristeza desmedida. En algún cajón seguro que he guardado aquellas largas tardes de verano el sol golpeando a maza en Guadalupe las noches calurosas esparcidas en los vasos de cerveza helada Lilián Lassaga y su desván y yo charlando en el patio de la vieja Escuela de Comercio y el cansino andar del reloj en Santa Fe. Aún así, aunque en verdad no pese demasiado a veces hablo del amor. *** LA CLASE DE FILOSOFÍA Fue nuestro por completo aquel anfiteatro oscuro oliendo a vestimenta ácida. Eramos ¿recuerdas? potros bellos e indecentes a fuerza de ser jóvenes. Afuera la calle Entre Ríos se extendía en el frente enloquecido de graffitis de los edificios en el aire intoxicado por el paso interminable de los colectivos en los hombros bajos y el rostro casi siempre amargo de la gente. Las palabras como uvas pulidas y sensuales bajaban del estrado. -- “ Hoy, señores ( existíamos sólo en el ‘señores’) hablaremos de Sócrates y los dos momentos de su método la refutación y la mayéutica. Por ejemplo ¿alguno de ustedes sabría decir en qué consiste en esencia, la Belleza? Me refiero a aquello que es común a todos los casos singulares a lo que hace que algo sea lo que es y no otra cosa.” (Hasta hoy resuena viva las inflexiones de la hermosa voz de Adolfo Carpio.) Los recuerdos si nostálgicos suelen ser malos consejeros sin embargo desearía tener por un momento el poder que dicen es propio de los dioses para traer al filósofo en su cuerpo no hay sitio en la mesa hoy para Jantipas y seguramente aceptaría emplear su ironía con nosotras. Quizá por esto mismo no tejeríamos guirnaldas de laurel o eneldo al ateniense. Más bien le haríamos beber de nuevo la inhumana pócima o utilizaríamos con él algunos clavos para que lento agonice en una cruz como ocurrió en el Gólgota. Nuestro pozo de negrura pozo es y es negro y configura una postal sin márgenes ni orilla. Ayer, querida amiga, al salir de la Facultad de Humanidades pensé que en el viejo anfiteatro no estábamos ni vos ni yo ni los apuntes. La clase de filosofía tendrá otra voz y otros oyentes bajo la hermosa cita de Tácito. El resto sigue igual. Respiré el aire intoxicado por el paso interminable de los colectivos y sentí pena por los frentes manchados de los edificios los hombros bajos y el rostro amargo de la gente. *** EN EL VACÍO Toda vez que camino por la vereda interna de la plaza miro al suelo y pienso si lo aparente no será una paradoja de lo real. Las baldosas gris-marrón, aunque gastadas, parecen ser las que aguantan el peso de nuestros pasos pero sucede que ellas también se aferran a lo que ocultan. La tierra es un compuesto de materia desmenuzable dice el diccionario o, lo que es igual, una finitud de incontables átomos. Si ahora nos fuese posible dividirlos, verías que entre protón y electrón hay una soberbia dimensión de vacío. Por eso digo que al marchar por la vereda interna o externa de la plaza mirando al suelo, al cielo, o donde quieras, caminamos sobre nuestra propia vacuidad alterando el principio de no contradicción inconscientes de ser y no ser al mismo tiempo amigo mío. *** LA ESPERA Día a día esperar sin saber qué es aquello que se espera sin saber si la noche es una amiga natural o sólo tensa, solitaria madrugada. La espera anida un capullo tormentoso donde su cáliz guarda un ámbito precario la permanencia cabe en una taza de café mientras a sus costados reina la informe forma de la ausencia. Este es un camino excedido de tropiezos casi siempre sujeto a la obsesión de desear lo que ha huido o lo que nunca llega. Sin embargo en ocasiones podemos estar tranquilos aún sabiendo que alguien, alguna vez, ordenará de un modo diferente la música que amamos, nuestros libros. La espera es en verdad un suceso escurridizo. Quizá todo se reduzca a eso. *** EN ESTA NOCHE, EL MAR A Any Lagos Lejos como estás de aquí, amiga, lejos del aroma a sándalo que expande la fina vara del sahumerio no puedes tener esta arco preciso de belleza. El sosiego cubre el espigón separa el apretado manto de sedales y aparta del súbito camino de la muerte al giro acuático en su danza leve. Está sereno. Sobre un farol que recuerda el mástil de otro Barco Ebrio cae la andadura del amanecer formando hacia el borde de la costa un claro y transparente espejo de agua. Es posible que mañana soplen más cristales de sal. Se vuelque más olvido en el olvido. Pero esta noche, la quietud, alisando su rumor y su rompiente rodea al mar y lo envuelve en el humo entre acre y maderoso del sahumerio. *** LA PUERTA EN EL MURO A Ana María Cué El hombre de raído saco se apoya en el Muro, contra un vano. Atrapa el aire lo guarda a pequeños sorbos abraza contra sí un bolso abierto. “-Qué habrá sucedido con la entrada de aquel sendero de lilas y magnolias -piensa- los árboles el polvo levantado por los autos la ventana liberada de candados el patio empujando a la aventura de ser príncipe y corcel y golondrina inmóvil. Dónde estará Madre lirio sereno bajo la sombra de los robles moldeada en el aroma de la taza humeante.” El Muro es áspero la Puerta, leve, fin y principio de un camino errante Máscara-sopor Puerta en el Muro dibujada apenas con un trazo. “-Regresar -piensa- alterar los rictus de mi gente, bajar el sol, suspenderlo a mi costado. Desatar los objetos desarmar los jardines atestados de palabras y no crecer que crecer no es crecer sino correr a ciegas hacia la Puerta.” El hombre de raído saco de pie ante la Máscara la mira abraza más aún su bolso sabiendo la certeza de lo incierto. Un paso corto otro más tembloroso y su mitad es piedra. Sin embargo, bastante más allá la tarde recién nace los amigos tal vez estén sentados entre el café y las quejas una joven tal vez vuelva el perfil ahondado en la nostalgia. La Puerta completamente abierta en el Muro ahora sólo la Puerta un bolso abierto como un cráter el interior vacío junto a una llorosa piedra detenida en la planicie. *** ¿POR QUÉ NO? La verdad última o la última verdad quizá florezca en algún camino ciego que va regresa y vuelve a ir a lo insondable. Entonces ¿por qué no un corto canto de amor aquí profundo y breve? *** LA CANOA DE PAPEL Temblor subido a una canoa de papel regresando al mismo puerto temblor partiendo la pared de prolijas guardas verticales desde donde observan las órbitas vacías dorado-plata-blanco de la máscara traída de Venecia. El camino es una absoluta recta pero lo absoluto de la recta no se encuentra en el trazo lineal entre dos puntos porque la noche tempestuosa es y es luz en el doble mensaje de los cielos. Dormita el corazón en los escombros para que los latidos en perfecto orden se cuelguen del karma acenizado de la luna boguen en los remansos del río Paraná y partan. *** EL DELFÍN A Paulina Vinderman Me parece que estoy llenándome de sueños o de ensueños porque hoy quité porque sí la llave que lleva al cuarto de la abuela donde se vela y eleva la llama de un gen que no vive sobrevive entre soplos de volcán y cardos cortados por el huracán feroz y Norte. No hay belleza ni tan siquiera oblicua en la cápsula que esperan los gránulos que sedan. ¿Pero a dónde iría el dulce y débil delfín sin su ración? Sin su ración no podría odiar a la razón no podría saltar no, no podría saltar ni ensartar el juego de aros sostener la pelota de gajos blanquecino- rojo- azul ni cumplir con el ritual de girar según la orden convenida para que se oigan bien vivos los aplausos. Seguramente hoy tampoco habrá de calentar el sol. *** APENAS VIVO, APENAS MÓVIL A Dora Norma Filiau Qué puedo decirte que no conozcas si el sol negro sigue donde está aunque mudo, como siempre. Se me caen los párpados mientras las iguanas salen a recorrer el universo en su breve paseo por debajo de las piedras calcinadas por la ilusión del mediodía. Son las tres de la madrugada yo no vengo hacia mí y mi nombre sigue resistiéndose a juntar ramas vivas. La pequeña corza se ha perdido y en su lugar repta un punto apenas móvil. ¿Era necesario crecer así? *** EL VIEJO BARCO La línea ligeramente curva separa lo líquido del aire y en su juntura se hunde sin hundirse un barco. Parece un pequeño punto blanquecino una pincelada en el horizonte. A dónde irá luego de llegar a puerto y descargar su carga de bultos y personas en la dársena. De todos modos cada objeto se desintegrará igual que cada uno de nosotros mientras él seguirá aún por cierto tiempo colmando su bodega y sus camarotes hasta encallar mansamente. Desde la orilla no puede verse ya a los cormoranes dibujar con una luz a buril en la cubierta la majestuosa sombra de sus alas. *** CONTRALUCES Dentro de la palabra late el silencio. Sobre su música se eleva un halo y ahí en él un código de vida separa la luz del contraluz. No es la palabra la que contiene al árbol o limita la extensión que expresa la envolvente simpleza de las dalias. Su savia es esa extraña y primordial distancia. *** IMÁGENES NOCTURNAS A pesar de las puertas de acero sus candados de las largas charlas en la calma fluidez del mediodía se despliega como un águila al atisbo el temor. Es presencia ancestral sujeta a una soga que agita las ramas y tiembla en las hojas de cidros obscenos de azahares. En el llano en las grietas en el seno voraz de lagartos va sembrando en lenguaje disperso su aura de espinas. De un golpe certero golpea la frente deposita larvas dibuja cubiles que se multiplican en el vientre helado. Si extiende su manto no vale esconderse correr alcanzar el lábil corazón del alba. De una orilla a otra su abismo y en el fin del piso la copa de áloe sin uvas maduras ni almendras sin dátiles frescos que alivie la imagen. Sólo las espinas girando girando en una vasija encendida incendiada partida vaciada de miel. *** POEMA EN TINTA CHINA A Estanislao Mijalichen Una puerta de penas apenas entreabierta dos postigos ardiendo entre los leños ceden paso a una anciana que zurce y Mijalichen volviendo mudos y atados del páramo cercano donde mueren de sed y soledad los muertos. Por la puerta de penas apenas entreabierta un ojo zarco lilamente los tiñe y me señala el esfumado dintel y una ventana oscura. *** SAFO La espuma salitrosa dibujó el perímetro de Lesbos tensando la luminosidad del arco. Transparencias, curvas, remolinos, anunciados en el color del aire. Soledad bulliciosa de la pradera, júbilo de Hécate jugando entre las hierbas por un breve soplo nacido en los Infiernos. Y Artemisa, mirándola desde los pliegues que resguardan el fondo del Egeo ordenó su protección a las Musas. Safo, saeta perfumada ungida con bálsamo de mirra. Muchacha eterna coronada de violetas. El andar de tus pies se multiplica en el sitio donde nace la delicada flor del azafrán y la azarosa presencia de la Poesía. *** GRECIA Grecia grácil doncella habitante del Alfa y el Omega. Rostro sabio y sereno seduciendo a las bigas cayendo en fina lluvia de oro sobre la loba etrusca. Muchacha alada sosteniendo el velo de la tragedia hasta llegar a Andrinópolis donde se levantó la sangre tibia y dolida de los muertos. A tus pies el corindón y el ébano enmudecen. *** NOMBRES SONOROS La belleza del potus y el cordatum no se curva en sus nombres sí en el giro de las guías descendiendo por el nervio de la hoja, sobre el aire. El retumbo del mar es más sonoro pero suena lejos y no sabe del extremo verdor con que hoy lucen tus macetas colgantes en el patio. *** ELEGÍA A Susana Valenti I Dobla la lluvia las hojitas de ciprés hundiendo en la tibieza unos pocos pinceles detenidos. El lamento piadoso del viento toma de la mano a un anciano ciego que se sabe desnudo y se pierde en el son rumoroso de los inocentes. Un juglar sin canto caído entre sus voces olvidó su llavero y el cuaderno de tapas roja aquí el cofre de dolor quién sabe dónde. El abuelo de Gigi y su cordón son un instante trágico la costumbre de amar porque sí luce tierna y erguida en las gotas de vida de sus filamentos. El no hablará más con Susana en las tardes ha devuelto su tiempo ilusorio a la esfera inmutable de la ilusión del tiempo deslizando detrás de la vieja Señora por la extraña pradera en que al nombre lo nombran los coros de bocas cerradas y lleva en su cuello la rama de olivo para ornar un altar esfumado en el rito final del silencio. II El sesgo en la llovizna desata el aire y dispersa el vacío de unos pomos desleídos y un frugal y lejano candor se hace luz en las manos sin luz de don Carlos. No podrá el andar del reloj abatir la voz del Juglar ni dejará su corazón de expandir en los paisajes solos de paisajes. (la presencia del hombre -decía- altera siempre su visión serena). Vibran aún los filamentos del cordón y la ausencia en el piano es su presencia el ingenuo trazo en sus dibujos los velados sillones y el llavero. Acaso quiera el soñador el solitario aquel en cuya ropa se impregnaba el frescor de la huerta y el mercado mirar cada mañana renaciendo en el ático violáceo de los edificios desde su silla de hierro en el balcón. *** Vi ¿Por qué habrías de creerme? Sin embargo vi dentro de mí el cementerio espacial donde los gestos se cincelan solos. De vez en vez levantaban un ojo anaranjando el jardín petrificado. Algunos miran -me miran- con cautela desde su cáustica tonalidad azul. Enfrenté con idéntica dureza ese pasado lejano tan cercano tan vital. *** La soledad es temible por el volcán que contiene. *** ENTONCES, ¿ERA ÉSTO? A Arthur Rimbaud Debo decirte que el Angel de la Noche ha depositado la temible Rosa de los Pantanos en el centro de mesa donde se acomodan las palabras para iluminar sus matices. Supongo que el engaño de las caedizas hojas de las hayas curvando el otoño de Marsella o Charleville sobre tu bellísimo rostro adolescente muerden la piel con una contenida violencia de espaldas a la nimiedad de sentirme viva por ahora o de ocupar un sitio tan frágil como la porcelana. ¡Cuánto de vulnerable se esconde en el lecho de hierbas de acero y esmeralda y en la altísima Torre de la Poesía! No hay más que memoria de la especie en la libertad del colibrí o en los cálices impulsando sus bordes hacia la ilusión tan ingenua como corta de sobrevivir a los objetos que nos aman. La casa continúa aflojándose en sus cimientos y el sendero se hunde cada vez peor en tanto más se angosta. Hace falta valor para seguir nadando a contracorriente sin las suelas al viento y no cerrar los ojos ante el encanto de las ciudades a las que imaginamos para vestirnos con algas para que hoy las algas se desprendan de sus cristales. ¿Será esa la sal que se nos adhiere para deshacer la mejor de nuestras máscaras? *** DECIR ADIÓS Busqué el amor total en el amor sin advertir lo precario de los límites aún cuando atravesaba a diario los andenes de la Estación Terminal donde los rostros eran menos que una fugacidad oscura y fantasmal. Busqué la belleza en las buenas formas de las cosas poseídas pero más mucho más en las deseadas sin pensar que lo extenso y lo profundo no se tocan. Un paseo por el Rhin con sus torres y almenas reflejando sobre el agua la injusticia feudal o una noche en góndola bordeando los palacios venecianos jamás alcanzarán a Mozart y la mágica completud del Lacrimosa. Busqué lo absoluto en el amor y me hundí en el cieno bautismal del desamparo sin poder inventar una sola palabra que sirviera de comienzo del principio para decir adiós al candor irreverente de la infancia luz y bruma en el origen (¿dónde habrá escondido su nuclear vivencia más allá de retazos dispersos que se han ido después más o menos uniendo?) Adiós a la esencial idea de belleza (¿cuándo y dónde su valor absoluto se nos muestra?) y adiós al amor en la ambigüedad e intermitencia del amor (¿cuánta es la crueldad que en su intimidad se esconde?) Las rejas de lejos fascinan. Parecen tirillas pintadas con algas bordadas en hilos de fino platino y coral sólo que por dentro el acero es brutal por su misma dureza, es salvaje hurgar en el musgo mustio en las altas paredes y estar sola muy sola ante mí. *** EL GRAN INFINITO Seguro es que aún no has visto un mar circular. Ni siquiera un círculo de arena en el mar más allá de las ruinas que leímos juntas. La llama portentosa de El Aleph alcanza una espuma ciertamente alta. Y te pregunto ¿quién viene del envés a preguntar? ¿Quién puede repetir el nombre amado sin caer por el costado liso del abismo donde todo es igual y nada es nuevo? *** EL DIAMANTE He bajado hasta el suelo del vacío pero el diamante en su continuidad roza la idea de lo eterno labrándose en la soledad de su propio y fino polvo. Por eso casi siempre me gusta andar descalza por las calles pues así protejo un sueño que es enteramente universal y bellamente mío y lo escondo en el desamparo de los brazos bajo este cielo donde siempre viro a contramano. Las personas me miran cuando creen que voy hablando sola aunque ciertamente voy charlando de sonetos y elegías con Rilke y le recuerdo que me adeuda una carta. Me obligo entonces a no cruzar con el semáforo en luz roja. *** ¿COMO SABER? ¿Cómo saber del ser y su existencia cómo saber del tiempo, esa entelequia? Sospecho a veces que somos espejo de un espejo. Imago. Fisura sin sostén alguno mirando hacia el pasado. La coartada, sin embargo, es elegir un pollo tierno para la cena de esta noche. Mañana será el idéntico té del desayuno de hoy, pero más viejo. Se estará más cerca de preguntar por qué, pero a los gritos. El cuerpo ¿es algo más que una serie ordenada de momentos? Mi cuerpo es el placer del otro y mi placer ¿por cuánto tiempo? Otra vez surge, implacable, el dador de nueces y salpicador de barro el que ocupa el estante más alto del armario donde guardo dos o tres florecillas que alguna vez robé. ¿Tendrá también esencia una entelequia? Destino, podrías apiadarte. *** EL PEQUEÑO PARQUE La conciencia de ser es bien extraña. Las plantas trepadoras verdean el fondo de los cinco viejos árboles y yo ahí debajo de los rayos no del sol, precisamente. Sin embargo una paz impalpable y esquiva como la misma conciencia del ser, en su esencia, salta burbujeante en el pequeño parque se sienta conmigo en el blanco banco de hierro y madera para regalarme la única rosa que huele a jazmín y renace de sí en su cáliz. *** ¿POR QUE ASÍ? a Elena Cabrejas Debajo del oleaje puede el pez deformarse o transformarse en flor manchada en cuyo centro la mora reina y se demora la hora última. Entre el cardumen también avanza mutando, como si nada, una anémona de mar. Y danza danza con su vestido torcido raído y seco. ¿Por qué así misterio te esmeras en esconder la llave? ¿Por qué, sí, etéreo velas de violeta intenso la mansedumbre del estornino y su trino de arena y agua? *** EL GRITO a Marilor Statsch Muda mueca en la boca púrpura marcada a ruego a lágrima. Es un pez mágico de lirio y barro sobre una calle sesgada rota donde tropieza se tambalea cae se expande. Su forma estalla sube se estrella en negro fuego en cieno en mármol. Dónde el temblor dónde el dolor por qué es el miedo aquí tan cerca. *** EL SITIO DEL ANGEL Oh, Sol desolación de ser en sí sesgo solitario en el espacio inmenso. Es nunca sol de sol es siempre no llegar sólo sol de luna cerca. Oh, Madre hace tanto frío entre las esmeraldas del jardín. El tiempo es uno solo como el sol de luna pero múltiple con un manantial de oscuridad y dentro sólo un sol vagando en las pupilas y esta pesada levedad. *** EL POEMA Brota el poema por el aire o por el suelo sobre hojas nuevas en los viejos parterres para conjurar el temido haz de la existencia. En algún momento deja de pensarse y extiende sus alas como águila en vuelo, así de libre. Por eso no hay nada en esencia que importe, nada salvo el pensamiento. Sentirlo tan directo como el perfume de una rosa, decía Eliot. Pero qué es la palabra sino el temblor de aquellos deseos de ser en el otro que el silencio ofrece. La verdad es esa gran dama de ropaje áureo que defiende siempre su círculo hermético es rica en costados como las espumas que parecen dormir en la playa pero cambia en el constante regresar a su eco. Sin embargo el recuerdo tenaz de trencitas sujetas con cintas y una expresión ingenua sigue flotando entre el agua y los desechos. Entonces cuál será el sentido de este andar obligado por un mundo que nos es extraño siempre a contrapelo de un proyectil débil que equivoca el blanco si la primavera se ha roto en mitad de su eje y las palabras ¡ay! las palabras que enlaza el poema no alcanzan. *** NACIMIENTOS En los jardines del tiempo detenido nace el tiempo aleve de tan breve volátil como el polen tan poco sutil como los saltos de los gorriones buscando su alimento cerca de la fuentecita de la plaza Pringles volcada en los canteros de una calle Córdoba aturdida en la superficie ruidosa de sus madrugadas. Las mañanas pasan en el marrón pesado del café y las siestas parecen subirse a bandejas de plata para llevar a esta Rosario de sol y ala de cielo negro hasta el pasto adormecido en el fondo del asfalto. Todo inicio nace de morir y el mal y el bien y el turbador enigma de la eternidad anidan apretados pliegues ocultos como están en la hondura de las sombras. Por eso a veces es buen refugio la verde sustancia de una hoja hojas de pino hojas de fresno hojas de paraíso olvidado impulsadas por el manso canto de la alondra. Deslizan las ausencias en el libro sin memoria y la memoria perdida en la tersa piel que alguna vez lucieron los ancianos. La elegía mece al lejano ser que se fue y en la breva que vendrá para también irse. No obstante me sostiene la serenidad de tu mirada pues una de estas tardes tendré que ir a modelar el nuevo rostro disperso en los elementos primordiales de la tierra perfilándolo en las hora de los días. Todo final es inicio regreso y otra vez final nada es lo que parece ser con vacíos ahítos de ilusiones y los ensueños no sólo no son son humo son densos dialéctica de uno guerra de opuestos entre los dos. Por eso a veces es bueno refugiarse en la simple sustancia de las hojas. *** EN LA PENUMBRA En los días de enero a diciembre sola ante mí sola de mí el equilibrio suele ser una manzana rota un viento helado donde el placer de los pequeños dioses busca quebrar la luz de los seis diáfanos vértices sujeta al costado adherido a mi costado. La rueda entonces se evade de su círculo y sostiene la persistente penumbra de mi cuarto. *** Misterio es la absoluta imposibilidad de conocer lo absoluto. Sin embargo, ¿habrá en el Universo un misterio mayor que el estar yo sentada esta noche, en esta habitación, a esta hora? *** INTERROGANTES Qué es lo que es -me digo-. Luchar. Luchar contra qué. Contra quién. Con qué ganancia. Ver avanzar los días el tiempo cada vez más corto. y no saber si me he puesto en el andén correcto. Correcto para quién. Para qué. Para ir a dónde. Qué me espera. Quién. Si es que espera algo o alguien. Hay más trampas. Más de un millón. Pero son menores. *** ¿COMO NO CREER? Una barca ciega nos ha conducido hasta cerca de aquí pero la dársena ha mudado y mira hacia el costado fiel del horizonte donde las habichuelas crecen. Entonces ¿cómo no creer si la baja niebla que cubre el hielo de la taiga puede abandonarse? El Dante no nos vio, y sin embargo, una lámpara bellamente encendida entre las dunas suavizó su mirada y nos sostuvo. *** EL GORRIÓN Qué más da si fue una piedra a la medida de una honda o una pequeña bala. Su ala se ha encogido igual de frágil igual de roja. Por entre las hojas baja un eco agudo cayéndose de un vuelo interrumpido que pudo haber sosegado el corazón del hombre hasta ablandar sus saturadas horas tan vacías tan solas tan ausentes de altura. *** OLVIDOS Si nos nos contiene la memoria nos derramará el olvido. En la Casa han sido talados sus árboles jóvenes yo me miro y callo yo escucho y olvido. El siego a la vida recién comenzada se extiende en galpones y el agua puede ser goteo de lluvia en los huesos o humo y dolor de picanas. Yo escucho y no hablo. Pienso -por algo habrá sido-. El paso de ganso brutal de la botas esconde en sus fauces el hosco dolido estupor de la sangre silencia las fosas comunes en islas tumbas N.N. y el vuelo de aviones que tiran al río el miedo atontado de seres humanos. Los ojos sin cuerpo se asoman sin pausa a los ojos nuestros para recordarnos sus niños robados y aquí estamos mansos mirando un paisaje que se nos disgrega más acá del mar donde negra cae la luz del poniente sin la razón con olvido la palabra sediciente el tiempo agrandando llagas el afecto indiferente la justicia andando entre escombros inclinada doblegada derrotada olvidando la tortura con indultos como insultos vergonzantes. En la Casa han sido talados sus árboles jóvenes yo me miro y callo yo escucho y olvido. A Rodolfo Walsh i.m *** ATONALIDAD Aguarda un volcán debajo de la hierba. Es el mismo tono ajustado. Encordado. Todos. Todos tropezando por ahí entre la vacuidad y la angustiosa sensación donde florece el hambre. En tanto la razón pura burbuja aislada sigue sin poder crecer. *** EL JUEGO DEL DOMINÓ A pesar de los cambios poco cambia tanto en el complejo libro de los cielos como en el suelo de humedad y asfalto. Y lo poco que cambia empobrece peor nuestra rutina diaria. Te sigues negando, me parece, a mirar el juego que se juega en el viejo tablero universal del Dominó donde un anciano y un niño a manera de fichas obran. Con un joven perdido en la asfixiante hiel de sus murallas. Con un glaciar en el sitio natural del sentimiento. En la oscuridad ocupando el inocente lugar de la inocencia. Jano, amiga mía, sigue siendo el dueño original de este planeta y le place ofrecer objetos que lucen deliciosos para así ocultar la puerta envuelta en niebla abriéndose al abismo. En algún momento es posible que descubras la indócil doblez del Dominó aunque su hábito sea alterar sus largas vestiduras la envoltura parezca transformarse y el contenido quede como está. Si tal develamiento te ocurriera verías que un anciano sin rumbo y un niño mendigo a manera de fichas obran que un muchacho intercambia su sexo por sida que las mesas sin mantel se multiplican que valen más las formas no el fondo y hemos tirado por la borda la búsqueda sutil de las esencias. El juego destruye el dulce candor de la decencia para ampliar su poder en progresión geométrica. Con la muerte blanca velando su rostro. En la oscuridad. *** MUTACIÓN Jean François se esconde en el gesto aciago de una prostituta erguida en la desnudez de sus tacos contra el sucio vaho de puertas abiertas labios y ojos rojos mojados de ajenjo cafetín de muelles Schubert entre el humo del tabaco rubio marineros ebrios y el Ave María. —La paz se ha perdido no sé dónde y yo aquí acuérdate de mí acuérdate de mí cuando te vayas— La luz mortecina se acorta en callejas las sombras nocturnas reemplazan al día y en los días de seres dormidos suele no haber dioses ni voces angélicas. Jean François es bruma es humo que esfuma armonía de gesto violento en el blanco llamador del manto. El paño levanta en los muelles el candor el ajenjo la noche y el día. —La luz tan lejos y yo aquí no te olvides de mí no te olvides de mí cuando me vaya— En el rito agónico las ojeras son pájaros negros que vivan entre infierno y cielo hondura y altura de atmósfera mágica la voz de la muerte. Mujer y María serena pureza en la paz inefable han mutado en Una. *** EN ALGÚN LUGAR, TAL VEZ A Rubén Vela Habrá tal vez en algún lugar una luz sin andenes una voz embarcada en la honda fusión de ser en otro dentro de la ciudad idéntica a sí misma. Habrá tal vez en algún sitio la absoluta igualdad la libertad constante y absoluta. ¿Habrá? Mientras camino entre la quieta gente igual a mí. *** SIN MATICES Sombra en el asombro contorno sinuoso sembrado de astillas y juncos jaspeados. Borde. Cima. Centro. Umbral tendencioso del agua gastada por piedras que pulen la esbelta dureza de la gran montaña. Así, sin matices abarca se suelta en el vasto rumiar de las horas lo opuesto a las cosas posibles amadas en vano. *** Qué hermosos y reales son los copos que estoy viendo. Semejan a la nieve, pero vibran. *** Y ELLOS, AQUÍ A Yayo Lis Si un reflejo de voces levanta si un brillo impalpable se posa en tus dedos y suaviza la loca impaciencia es un soplo volcando el pasado de vidas esquivas perdidas y ciertas. Son ellos, aquí. Desde un punto lejano observa el Verbo en la implacable mirada hacia el sí mismo en levantar y caerse caer y levantarse y seguir con los dientes apretados. Y ellos aquí. Aire del aire luz constante. *** LA PALABRA Es un tramo de tiempo inapresable un lamento que busca la mirada del otro y otras manos. Es silencio vibrando en su esencia sutil y vigorosa. Me seducen sus cuentas redondas o alargadas vocal o consonante. Sólido son de música silábica luxando la cresta de una ola para caer y abrirse, perla perfecta y única en el único verso que esplende en el poema. *** CREACIÓN Si por sentirme hoy serena con el sereno encanto de la noche te hablara acerca de la luz inalcanzable del lucero si hoy te asegurara que puedo ver los múltiples matices de la luna y oir cómo un ópalo perfectamente claro se mece y adormece sobre la superficie órfica del mar sé bien que volvería sobre notas repetidas y no sería éste un tema original. Pero es incuestionable que ha sido necesaria una armonía más alta que la alta cima de un coihue más calma que un atardecer en las laderas para crear la belleza que despliega la luz lunar que espeja en el lucero y brinca sobre el mar. ***