PIEDRA FILOSOFAL
Ketty Alejandrina Lis
Ediciones Ultimo Reino
junio de 1997
Vamos hacia el poniente,
lugar
donde todas las excusas finalizan.
***
LOS SONIDOS Y LOS SILENCIOS
A Lina Macho Vidal
Sonidos de la voz
pueden continuar la marcha forzada hasta sus límites
da lo mismo.
El espacio absoluto se bebe
con los labios hinchados jugando
en un mar ahíto de diamantes
sin encontrar las palabras amadas
porque ellas se deslizan libres dentro del lenguaje
y el lenguaje
es un inmenso palacio pero también una celda.
Silencios de la voz
entrecortados por la jauría de sílabas aprisionadas
¿sabrán alguna vez qué hacer con sus fragmentos?
Si al menos no hubiesen olvidado el amor primigenio
que les fue negado
el que les fue dado
las ideas que se aplastan hasta ahogarse
y todas las que hacen una reverencia
y terminan respirando cabeza abajo
desconfiando de sus gestos
de sus actos
desgastándose entre pasadizos
donde la única señal permitida
es el avieso rostro de la duda.
A modo de consuelo bien podrían refugiarse
en la intensa intimidad de una hoja no escrita
para tumbar la costumbre
de sacar medio cuerpo fuera de la ventana
pues por ahí se cuelan los ensueños
y los ensueños pesan más
que la Pirámide más alta del Valle de los Reyes.
Cansa oirles festejar lo que aún no ha llegado
como si no supieran que esa fiesta de muertos
y fantasmas
se acerca demasiado a la certeza de no alcanzarlos jamás.
No sólo las arenas que rodean la montaña son ciegas
en su cúspide reina un pájaro de muselina morada
y en sus ojos se ahonda la oscuridad del día.
Pobrecitos sonidos pobrecitos silencios
no potencien las fuerzas del espacio
sus apretados planos negros.
Ellos alguna vez mojaron sus cuerpos en el río
supieron de la odiosa victoria de la muerte
supieron la presencia del odio en el amor.
Ellos, como nosotros
no escucharon el trotar del ciego guardador del tiempo
se abrigaron con los cantos rodados
esperando encontrar la flauta de Pan entre las peñas.
El sonido no cabe en el silencio
y el silencio perfecto
aquel en cuyos ojos nacen
y crecen los jardines colgantes
se aleja un paso a cada paso y no importa
si los canteros de octubre invitan siempre
a una olorosa fiesta de colores
si las Cuatro Estaciones las escribió Vivaldi
si mañana lloviznarán las flores azul - liláceas
de los paraísos
suene el toque de diana o siga enmudeciendo el cielo
con lágrimas o sin lágrimas
con la palabra atroz o la palabra bella
con los labios abiertos o cerrados
con las manos apretando la cabeza
henos solos aquí
rodando.
***
VIDA
¿La vida es mucho más
que el don circunstancial de un segundo luminoso
breve, tormentoso y lábil?
No impedirá
la súbita alegría de la muerte.
El cántaro ha caído en el estanco
donde los labios se deslíen
vuelan
y se espantan.
Mi vida o tu vida no puede alterar
el verdor de los helechos.
El dado se ha echado sobre un grito espeso
las gaviotas picotean los desechos
del dulce mar
y el río imaginado.
La vida. Un fugaz fuego
entre la rústica copa del ardid
y el miedo.
***
LOS CAMINANTES
Me dices
que a veces parecemos los esbozos
de planes herrumbrados dispersos en el tiempo.
Náufragos
buscando bitácoras ajenas
mirando las idénticas sandalias
de algún caminante igual a nuestra sombra.
Bien, es cierto.
¿Pero puede el ser
ser
sin extraviarse
en el centro más sórdido y temible
del desierto?
***
A VECES HABLO DEL AMOR
A Lilián
Al sol, un día, no le importará no verme
está habituado a este vertiginoso saca y pon
inaprensible.
Aún así, en ocasiones hablo del amor
como si me hallara en un lugar preciso
aún así, en ocasiones hablo del dolor
desde este lado de la puerta umbría.
Y siendo todo ser tanto ser no soy
que a veces pienso que mi yo no existe.
Pienso, a veces, si no habré imaginado
un quebradizo espacio tridimensional
nada más que el temblor se afirma
en el vértice opuesto de mi mesa
sobre un gesto de tristeza desmedida.
En algún cajón seguro que he guardado
aquellas largas tardes de verano
el sol golpeando a maza en Guadalupe
las noches calurosas
esparcidas en los vasos de cerveza helada
Lilián Lassaga y su desván y yo
charlando en el patio de la vieja Escuela de Comercio
y el cansino andar del reloj en Santa Fe.
Aún así, aunque en verdad no pese demasiado
a veces hablo del amor.
***
LA CLASE DE FILOSOFÍA
Fue nuestro por completo aquel anfiteatro oscuro
oliendo a vestimenta ácida.
Eramos ¿recuerdas? potros bellos e indecentes
a fuerza de ser jóvenes.
Afuera
la calle Entre Ríos se extendía
en el frente enloquecido de graffitis de los edificios
en el aire intoxicado
por el paso interminable de los colectivos
en los hombros bajos
y el rostro casi siempre amargo de la gente.
Las palabras
como uvas pulidas y sensuales bajaban del estrado.
-- “ Hoy, señores ( existíamos sólo en el ‘señores’)
hablaremos de Sócrates
y los dos momentos de su método
la refutación y la mayéutica. Por ejemplo
¿alguno de ustedes sabría decir en qué consiste
en esencia, la Belleza? Me refiero
a aquello que es común a todos los casos singulares
a lo que hace que algo sea lo que es y no otra cosa.”
(Hasta hoy resuena viva
las inflexiones de la hermosa voz de Adolfo Carpio.)
Los recuerdos si nostálgicos
suelen ser malos consejeros
sin embargo
desearía tener por un momento
el poder que dicen es propio de los dioses
para traer al filósofo en su cuerpo
no hay sitio en la mesa hoy para Jantipas
y seguramente
aceptaría emplear su ironía con nosotras.
Quizá por esto mismo
no tejeríamos guirnaldas de laurel o eneldo
al ateniense. Más bien
le haríamos beber de nuevo la inhumana pócima
o utilizaríamos con él algunos clavos
para que lento agonice en una cruz
como ocurrió en el Gólgota.
Nuestro pozo de negrura pozo es y es negro
y configura
una postal sin márgenes ni orilla.
Ayer, querida amiga,
al salir de la Facultad de Humanidades
pensé que en el viejo anfiteatro
no estábamos ni vos ni yo
ni los apuntes. La clase de filosofía
tendrá otra voz y otros oyentes bajo la hermosa cita
de Tácito.
El resto sigue igual.
Respiré
el aire intoxicado
por el paso interminable de los colectivos
y sentí pena
por los frentes manchados de los edificios
los hombros bajos
y el rostro amargo de la gente.
***
EN EL VACÍO
Toda vez que camino por la vereda interna de la plaza
miro al suelo y pienso
si lo aparente no será una paradoja de lo real.
Las baldosas gris-marrón, aunque gastadas,
parecen ser las que aguantan
el peso de nuestros pasos
pero sucede que ellas también se aferran
a lo que ocultan.
La tierra es un compuesto de materia desmenuzable
dice el diccionario
o, lo que es igual,
una finitud de incontables átomos.
Si ahora nos fuese posible dividirlos,
verías que entre protón y electrón
hay una soberbia dimensión de vacío.
Por eso digo que al marchar
por la vereda interna o externa de la plaza
mirando al suelo, al cielo, o donde quieras,
caminamos sobre nuestra propia vacuidad
alterando el principio de no contradicción
inconscientes de ser y no ser al mismo tiempo
amigo mío.
***
LA ESPERA
Día a día esperar
sin saber qué es aquello que se espera
sin saber si la noche es una amiga natural
o sólo tensa, solitaria madrugada.
La espera anida un capullo tormentoso
donde su cáliz guarda un ámbito precario
la permanencia cabe en una taza de café
mientras a sus costados
reina la informe forma de la ausencia.
Este es un camino excedido de tropiezos
casi siempre sujeto a la obsesión
de desear lo que ha huido
o lo que nunca llega.
Sin embargo
en ocasiones podemos estar tranquilos aún sabiendo
que alguien, alguna vez,
ordenará de un modo diferente
la música que amamos, nuestros libros.
La espera es en verdad un suceso escurridizo.
Quizá todo se reduzca a eso.
***
EN ESTA NOCHE, EL MAR
A Any Lagos
Lejos como estás de aquí, amiga,
lejos del aroma a sándalo que expande
la fina vara del sahumerio
no puedes tener esta arco preciso de belleza.
El sosiego cubre el espigón
separa el apretado manto de sedales
y aparta del súbito camino de la muerte
al giro acuático en su danza leve.
Está sereno. Sobre un farol
que recuerda el mástil de otro Barco Ebrio
cae la andadura del amanecer
formando hacia el borde de la costa
un claro y transparente espejo de agua.
Es posible que mañana soplen más cristales de sal.
Se vuelque más olvido en el olvido.
Pero esta noche, la quietud,
alisando su rumor y su rompiente
rodea al mar y lo envuelve
en el humo entre acre y maderoso
del sahumerio.
***
LA PUERTA EN EL MURO
A Ana María Cué
El hombre de raído saco
se apoya en el Muro, contra un vano.
Atrapa el aire
lo guarda a pequeños sorbos
abraza contra sí un bolso abierto.
“-Qué habrá sucedido con la entrada
de aquel sendero de lilas y magnolias
-piensa-
los árboles
el polvo levantado por los autos
la ventana liberada de candados
el patio empujando a la aventura
de ser príncipe y corcel y golondrina inmóvil.
Dónde estará Madre
lirio sereno bajo la sombra de los robles
moldeada en el aroma de la taza humeante.”
El Muro es áspero
la Puerta, leve,
fin y principio de un camino errante
Máscara-sopor
Puerta en el Muro
dibujada apenas con un trazo.
“-Regresar -piensa-
alterar los rictus de mi gente,
bajar el sol, suspenderlo a mi costado.
Desatar los objetos
desarmar los jardines atestados de palabras
y no crecer
que crecer no es crecer sino correr a ciegas
hacia la Puerta.”
El hombre de raído saco
de pie ante la Máscara la mira
abraza más aún su bolso
sabiendo la certeza de lo incierto.
Un paso corto
otro más tembloroso y su mitad es piedra.
Sin embargo,
bastante más allá la tarde recién nace
los amigos tal vez estén sentados
entre el café y las quejas
una joven tal vez vuelva el perfil
ahondado en la nostalgia.
La Puerta
completamente abierta en el Muro ahora
sólo la Puerta
un bolso abierto como un cráter
el interior vacío
junto a una llorosa piedra detenida
en la planicie.
***
¿POR QUÉ NO?
La verdad última
o la última verdad
quizá florezca
en algún camino ciego
que va
regresa
y vuelve a ir a lo insondable.
Entonces
¿por qué no
un corto canto de amor
aquí
profundo y breve?
***
LA CANOA DE PAPEL
Temblor subido a una canoa de papel
regresando al mismo puerto
temblor partiendo la pared
de prolijas guardas verticales
desde donde observan
las órbitas vacías dorado-plata-blanco
de la máscara traída de Venecia.
El camino es una absoluta recta
pero lo absoluto de la recta no se encuentra
en el trazo lineal entre dos puntos
porque la noche tempestuosa es y es luz
en el doble mensaje de los cielos.
Dormita el corazón en los escombros
para que los latidos en perfecto orden
se cuelguen del karma acenizado de la luna
boguen en los remansos del río Paraná
y partan.
***
EL DELFÍN
A Paulina Vinderman
Me parece que estoy llenándome de sueños
o de ensueños
porque hoy quité porque sí
la llave que lleva al cuarto de la abuela
donde se vela y eleva
la llama de un gen que no vive
sobrevive entre soplos de volcán
y cardos cortados por el huracán feroz y Norte.
No hay belleza ni tan siquiera oblicua
en la cápsula que esperan
los gránulos que sedan.
¿Pero a dónde iría el dulce y débil delfín
sin su ración?
Sin su ración no podría odiar a la razón
no podría saltar
no, no podría saltar ni ensartar el juego de aros
sostener la pelota de gajos blanquecino- rojo- azul
ni cumplir con el ritual
de girar según la orden convenida
para que se oigan bien vivos los aplausos.
Seguramente
hoy tampoco habrá de calentar el sol.
***
APENAS VIVO, APENAS MÓVIL
A Dora Norma Filiau
Qué puedo decirte que no conozcas
si el sol negro sigue donde está
aunque mudo, como siempre.
Se me caen los párpados
mientras las iguanas salen a recorrer el universo
en su breve paseo por debajo de las piedras
calcinadas por la ilusión del mediodía.
Son las tres de la madrugada
yo no vengo hacia mí
y mi nombre sigue resistiéndose
a juntar ramas vivas.
La pequeña corza se ha perdido
y en su lugar repta un punto apenas móvil.
¿Era necesario crecer así?
***
EL VIEJO BARCO
La línea ligeramente curva
separa lo líquido del aire
y en su juntura
se hunde sin hundirse un barco.
Parece un pequeño punto blanquecino
una pincelada en el horizonte.
A dónde irá luego de llegar a puerto
y descargar su carga de bultos y personas
en la dársena.
De todos modos cada objeto
se desintegrará igual que cada uno de nosotros
mientras él seguirá aún por cierto tiempo
colmando su bodega y sus camarotes
hasta encallar mansamente.
Desde la orilla no puede verse ya a los cormoranes
dibujar con una luz a buril en la cubierta
la majestuosa sombra de sus alas.
***
CONTRALUCES
Dentro de la palabra late
el silencio.
Sobre su música se eleva un halo
y ahí
en él
un código de vida separa
la luz
del contraluz.
No es la palabra la que contiene al árbol
o limita la extensión que expresa
la envolvente simpleza de las dalias.
Su savia es esa extraña y primordial distancia.
***
IMÁGENES NOCTURNAS
A pesar de las puertas de acero
sus candados
de las largas charlas en la calma fluidez del mediodía
se despliega como un águila al atisbo
el temor.
Es presencia ancestral sujeta a una soga
que agita las ramas y tiembla en las hojas
de cidros obscenos de azahares.
En el llano
en las grietas
en el seno voraz de lagartos
va sembrando en lenguaje disperso
su aura de espinas.
De un golpe certero golpea la frente
deposita larvas
dibuja cubiles que se multiplican
en el vientre helado.
Si extiende su manto no vale esconderse
correr
alcanzar el lábil corazón del alba.
De una orilla a otra su abismo
y en el fin del piso la copa de áloe
sin uvas maduras ni almendras
sin dátiles frescos que alivie la imagen.
Sólo las espinas girando girando
en una vasija encendida
incendiada
partida
vaciada
de miel.
***
POEMA EN TINTA CHINA
A Estanislao Mijalichen
Una puerta de penas
apenas
entreabierta
dos postigos ardiendo entre los leños
ceden paso a una anciana que zurce y Mijalichen
volviendo mudos y atados
del páramo cercano
donde mueren de sed y soledad los muertos.
Por la puerta de penas
apenas
entreabierta
un ojo zarco lilamente los tiñe
y me señala
el esfumado dintel y una ventana oscura.
***
SAFO
La espuma salitrosa
dibujó el perímetro de Lesbos
tensando la luminosidad del arco.
Transparencias, curvas, remolinos,
anunciados en el color del aire.
Soledad bulliciosa de la pradera,
júbilo de Hécate jugando entre las hierbas
por un breve soplo nacido en los Infiernos.
Y Artemisa, mirándola desde los pliegues
que resguardan el fondo del Egeo
ordenó su protección a las Musas.
Safo, saeta perfumada
ungida con bálsamo de mirra.
Muchacha eterna coronada de violetas.
El andar de tus pies se multiplica
en el sitio donde nace la delicada flor del azafrán
y la azarosa presencia de la Poesía.
***
GRECIA
Grecia
grácil doncella habitante del Alfa y el Omega.
Rostro sabio y sereno seduciendo a las bigas
cayendo en fina lluvia de oro sobre la loba etrusca.
Muchacha alada sosteniendo el velo de la tragedia
hasta llegar a Andrinópolis
donde se levantó la sangre tibia y dolida de los muertos.
A tus pies
el corindón y el ébano enmudecen.
***
NOMBRES SONOROS
La belleza del potus y el cordatum
no se curva en sus nombres
sí en el giro de las guías descendiendo
por el nervio de la hoja, sobre el aire.
El retumbo del mar es más sonoro
pero suena lejos
y no sabe
del extremo verdor con que hoy lucen
tus macetas colgantes
en el patio.
***
ELEGÍA
A Susana Valenti
I
Dobla la lluvia las hojitas de ciprés
hundiendo en la tibieza unos pocos pinceles detenidos.
El lamento piadoso del viento
toma de la mano a un anciano ciego
que se sabe desnudo y se pierde
en el son rumoroso de los inocentes.
Un juglar sin canto caído entre sus voces
olvidó su llavero
y el cuaderno de tapas roja aquí
el cofre de dolor quién sabe dónde.
El abuelo de Gigi y su cordón
son un instante trágico
la costumbre de amar porque sí
luce tierna y erguida en las gotas de vida de sus filamentos.
El
no hablará más con Susana en las tardes
ha devuelto su tiempo ilusorio
a la esfera inmutable de la ilusión del tiempo
deslizando detrás de la vieja Señora
por la extraña pradera en que al nombre lo nombran
los coros de bocas cerradas
y lleva en su cuello la rama de olivo
para ornar un altar esfumado
en el rito final del silencio.
II
El sesgo en la llovizna desata el aire y dispersa
el vacío de unos pomos desleídos
y un frugal y lejano candor
se hace luz en las manos sin luz de don Carlos.
No podrá el andar del reloj
abatir la voz del Juglar
ni dejará su corazón de expandir
en los paisajes solos de paisajes.
(la presencia del hombre
-decía-
altera siempre su visión serena).
Vibran aún los filamentos del cordón
y la ausencia en el piano es su presencia
el ingenuo trazo en sus dibujos
los velados sillones
y el llavero.
Acaso quiera el soñador
el solitario aquel en cuya ropa se impregnaba
el frescor de la huerta y el mercado
mirar cada mañana
renaciendo en el ático violáceo de los edificios
desde su silla de hierro en el balcón.
***
Vi
¿Por qué habrías de creerme?
Sin embargo vi dentro de mí
el cementerio espacial
donde los gestos se cincelan solos.
De vez en vez levantaban un ojo anaranjando
el jardín petrificado.
Algunos miran
-me miran-
con cautela
desde su cáustica tonalidad azul.
Enfrenté con idéntica dureza
ese pasado lejano
tan cercano
tan vital.
***
La soledad es temible
por el volcán que contiene.
***
ENTONCES, ¿ERA ÉSTO?
A Arthur Rimbaud
Debo decirte que el Angel de la Noche
ha depositado la temible Rosa de los Pantanos
en el centro de mesa donde se acomodan las palabras
para iluminar sus matices.
Supongo que el engaño de las caedizas hojas de las hayas
curvando el otoño de Marsella o Charleville
sobre tu bellísimo rostro adolescente
muerden la piel con una contenida violencia
de espaldas a la nimiedad de sentirme viva
por ahora
o de ocupar un sitio tan frágil como la porcelana.
¡Cuánto de vulnerable se esconde
en el lecho de hierbas de acero y esmeralda
y en la altísima Torre de la Poesía!
No hay más que memoria de la especie
en la libertad del colibrí
o en los cálices impulsando sus bordes
hacia la ilusión tan ingenua como corta
de sobrevivir a los objetos que nos aman.
La casa continúa aflojándose en sus cimientos
y el sendero se hunde cada vez peor en tanto más se angosta.
Hace falta valor para seguir nadando a contracorriente
sin las suelas al viento
y no cerrar los ojos ante el encanto de las ciudades
a las que imaginamos para vestirnos con algas
para que hoy las algas se desprendan de sus cristales.
¿Será esa la sal que se nos adhiere
para deshacer la mejor de nuestras máscaras?
***
DECIR ADIÓS
Busqué el amor total en el amor
sin advertir lo precario de los límites
aún cuando atravesaba a diario los andenes
de la Estación Terminal donde los rostros
eran menos que una fugacidad oscura y fantasmal.
Busqué la belleza
en las buenas formas de las cosas poseídas
pero más mucho más en las deseadas
sin pensar que lo extenso y lo profundo no se tocan.
Un paseo por el Rhin con sus torres y almenas
reflejando sobre el agua la injusticia feudal
o una noche en góndola bordeando
los palacios venecianos
jamás alcanzarán a Mozart
y la mágica completud del Lacrimosa.
Busqué lo absoluto en el amor
y me hundí en el cieno bautismal del desamparo
sin poder inventar una sola palabra
que sirviera de comienzo del principio
para decir adiós al candor irreverente de la infancia
luz y bruma en el origen
(¿dónde habrá escondido su nuclear vivencia
más allá de retazos dispersos
que se han ido después más o menos uniendo?)
Adiós a la esencial idea de belleza
(¿cuándo y dónde su valor absoluto se nos muestra?)
y adiós al amor
en la ambigüedad e intermitencia del amor
(¿cuánta es la crueldad
que en su intimidad se esconde?)
Las rejas de lejos fascinan. Parecen tirillas pintadas
con algas bordadas en hilos de fino platino y coral
sólo que por dentro el acero es brutal
por su misma dureza, es salvaje hurgar
en el musgo mustio en las altas paredes
y estar sola
muy sola ante mí.
***
EL GRAN INFINITO
Seguro es que aún no has visto
un mar circular. Ni siquiera
un círculo de arena en el mar
más allá de las ruinas que leímos juntas.
La llama portentosa de El Aleph alcanza
una espuma ciertamente alta.
Y te pregunto ¿quién viene del envés
a preguntar?
¿Quién puede repetir el nombre amado
sin caer por el costado liso del abismo
donde todo es igual y nada es nuevo?
***
EL DIAMANTE
He bajado hasta el suelo del vacío
pero el diamante en su continuidad
roza la idea de lo eterno
labrándose en la soledad de su propio y fino polvo.
Por eso
casi siempre me gusta andar descalza por las calles
pues así protejo un sueño
que es enteramente universal y bellamente mío
y lo escondo en el desamparo de los brazos
bajo este cielo donde siempre viro a contramano.
Las personas me miran
cuando creen que voy hablando sola
aunque ciertamente
voy charlando de sonetos y elegías con Rilke
y le recuerdo que me adeuda una carta.
Me obligo entonces
a no cruzar con el semáforo en luz roja.
***
¿COMO SABER?
¿Cómo saber del ser y su existencia
cómo saber del tiempo, esa entelequia?
Sospecho a veces que somos espejo de un espejo.
Imago. Fisura sin sostén alguno
mirando hacia el pasado.
La coartada, sin embargo,
es elegir un pollo tierno para la cena de esta noche.
Mañana
será el idéntico té del desayuno de hoy,
pero más viejo.
Se estará más cerca de preguntar por qué,
pero a los gritos.
El cuerpo
¿es algo más que una serie ordenada de momentos?
Mi cuerpo es el placer del otro y mi placer
¿por cuánto tiempo?
Otra vez surge, implacable,
el dador de nueces y salpicador de barro
el que ocupa el estante más alto del armario
donde guardo dos o tres florecillas
que alguna vez robé.
¿Tendrá también esencia una entelequia?
Destino, podrías apiadarte.
***
EL PEQUEÑO PARQUE
La conciencia de ser es bien extraña.
Las plantas trepadoras verdean
el fondo de los cinco viejos árboles
y yo ahí
debajo de los rayos
no del sol, precisamente.
Sin embargo una paz impalpable y esquiva
como la misma conciencia del ser, en su esencia,
salta burbujeante en el pequeño parque
se sienta conmigo en el blanco banco
de hierro y madera
para regalarme la única rosa que huele a jazmín
y renace de sí
en su cáliz.
***
¿POR QUE ASÍ?
a Elena Cabrejas
Debajo del oleaje puede el pez deformarse
o transformarse en flor manchada
en cuyo centro la mora reina
y se demora la hora última.
Entre el cardumen también avanza
mutando, como si nada, una anémona de mar.
Y danza
danza
con su vestido torcido
raído
y seco.
¿Por qué así
misterio
te esmeras en esconder la llave?
¿Por qué, sí, etéreo
velas de violeta intenso
la mansedumbre del estornino
y su trino
de arena y agua?
***
EL GRITO
a Marilor Statsch
Muda mueca en la boca púrpura marcada
a ruego
a lágrima.
Es un pez mágico de lirio y barro
sobre una calle sesgada
rota
donde tropieza
se tambalea
cae
se expande.
Su forma estalla
sube
se estrella
en negro fuego
en cieno
en mármol.
Dónde el temblor
dónde el dolor
por qué es el miedo
aquí
tan cerca.
***
EL SITIO DEL ANGEL
Oh, Sol
desolación de ser en sí
sesgo solitario en el espacio inmenso.
Es nunca sol de sol
es siempre no llegar
sólo sol de luna cerca.
Oh, Madre
hace tanto frío
entre las esmeraldas del jardín.
El tiempo es uno solo como el sol de luna
pero múltiple
con un manantial de oscuridad y dentro
sólo un sol vagando en las pupilas
y esta pesada levedad.
***
EL POEMA
Brota el poema por el aire o por el suelo
sobre hojas nuevas en los viejos parterres
para conjurar el temido haz de la existencia.
En algún momento deja de pensarse
y extiende sus alas como águila en vuelo, así de libre.
Por eso no hay nada en esencia que importe, nada
salvo el pensamiento. Sentirlo
tan directo como el perfume de una rosa, decía Eliot.
Pero qué es la palabra
sino el temblor de aquellos deseos de ser en el otro
que el silencio ofrece.
La verdad es esa gran dama de ropaje áureo
que defiende siempre su círculo hermético
es rica en costados como las espumas
que parecen dormir en la playa
pero cambia en el constante regresar a su eco.
Sin embargo
el recuerdo tenaz de trencitas sujetas con cintas
y una expresión ingenua
sigue flotando entre el agua y los desechos.
Entonces cuál será el sentido
de este andar obligado por un mundo que nos es extraño
siempre a contrapelo de un proyectil débil
que equivoca el blanco
si la primavera se ha roto en mitad de su eje
y las palabras
¡ay!
las palabras que enlaza el poema
no alcanzan.
***
NACIMIENTOS
En los jardines del tiempo detenido
nace el tiempo aleve
de tan breve
volátil como el polen
tan poco sutil como los saltos de los gorriones
buscando su alimento
cerca de la fuentecita de la plaza Pringles
volcada en los canteros de una calle Córdoba
aturdida
en la superficie ruidosa de sus madrugadas.
Las mañanas pasan en el marrón pesado del café
y las siestas parecen subirse a bandejas de plata
para llevar a esta Rosario de sol y ala de cielo negro
hasta el pasto adormecido en el fondo del asfalto.
Todo inicio nace de morir
y el mal y el bien
y el turbador enigma de la eternidad
anidan apretados pliegues
ocultos como están en la hondura de las sombras.
Por eso a veces es buen refugio la verde sustancia
de una hoja
hojas de pino
hojas de fresno
hojas de paraíso olvidado
impulsadas por el manso canto de la alondra.
Deslizan las ausencias en el libro sin memoria
y la memoria perdida en la tersa piel
que alguna vez lucieron los ancianos.
La elegía mece al lejano ser que se fue
y en la breva que vendrá para también irse.
No obstante
me sostiene la serenidad de tu mirada
pues una de estas tardes tendré que ir a modelar
el nuevo rostro
disperso en los elementos primordiales de la tierra
perfilándolo en las hora de los días.
Todo final es inicio
regreso
y otra vez final
nada es lo que parece ser
con vacíos ahítos de ilusiones
y los ensueños no sólo no son
son humo
son densos
dialéctica de uno
guerra de opuestos entre los dos.
Por eso a veces es bueno refugiarse
en la simple sustancia de las hojas.
***
EN LA PENUMBRA
En los días de enero a diciembre
sola ante mí
sola de mí
el equilibrio suele ser una manzana rota
un viento helado
donde el placer de los pequeños dioses
busca quebrar la luz de los seis diáfanos vértices
sujeta al costado adherido a mi costado.
La rueda
entonces
se evade de su círculo y sostiene
la persistente penumbra
de mi cuarto.
***
Misterio es la absoluta imposibilidad
de conocer lo absoluto.
Sin embargo, ¿habrá en el Universo
un misterio mayor
que el estar yo sentada esta noche,
en esta habitación, a esta hora?
***
INTERROGANTES
Qué es lo que es
-me digo-.
Luchar.
Luchar contra qué.
Contra quién.
Con qué ganancia.
Ver avanzar los días
el tiempo
cada vez más
corto.
y no saber si me he puesto
en el andén correcto.
Correcto para quién.
Para qué.
Para ir a dónde.
Qué me espera.
Quién.
Si es que espera algo o alguien.
Hay más trampas.
Más
de un millón.
Pero son
menores.
***
¿COMO NO CREER?
Una barca ciega
nos ha conducido hasta cerca de aquí
pero la dársena ha mudado
y mira hacia el costado fiel del horizonte
donde las habichuelas crecen.
Entonces ¿cómo no creer
si la baja niebla que cubre el hielo de la taiga
puede abandonarse?
El Dante no nos vio, y sin embargo,
una lámpara bellamente encendida entre las dunas
suavizó su mirada
y nos sostuvo.
***
EL GORRIÓN
Qué más da si fue una piedra
a la medida de una honda
o una pequeña bala.
Su ala
se ha encogido igual de frágil
igual de roja.
Por entre las hojas baja
un eco agudo
cayéndose de un vuelo interrumpido
que pudo haber sosegado el corazón del hombre
hasta ablandar sus saturadas horas
tan vacías
tan solas
tan ausentes de altura.
***
OLVIDOS
Si nos nos contiene la memoria
nos derramará el olvido.
En la Casa han sido talados sus árboles jóvenes
yo me miro y callo
yo escucho y olvido.
El siego a la vida recién comenzada
se extiende en galpones y el agua
puede ser goteo de lluvia en los huesos
o humo y dolor de picanas.
Yo escucho y no hablo. Pienso
-por algo habrá sido-.
El paso de ganso brutal de la botas
esconde en sus fauces el hosco
dolido estupor de la sangre
silencia las fosas comunes en islas
tumbas N.N.
y el vuelo de aviones que tiran al río
el miedo atontado de seres humanos.
Los ojos sin cuerpo
se asoman sin pausa a los ojos nuestros
para recordarnos sus niños robados
y aquí estamos mansos
mirando un paisaje
que se nos disgrega más acá del mar
donde negra cae la luz del poniente
sin la razón
con olvido
la palabra sediciente
el tiempo agrandando llagas
el afecto indiferente
la justicia andando entre escombros
inclinada
doblegada
derrotada
olvidando la tortura
con indultos como insultos vergonzantes.
En la Casa han sido talados sus árboles jóvenes
yo me miro y callo
yo escucho y olvido.
A Rodolfo Walsh i.m
***
ATONALIDAD
Aguarda un volcán
debajo de la hierba.
Es el mismo tono ajustado.
Encordado.
Todos.
Todos tropezando por ahí
entre la vacuidad
y la angustiosa sensación
donde florece el hambre.
En tanto la razón
pura burbuja aislada
sigue
sin poder
crecer.
***
EL JUEGO DEL DOMINÓ
A pesar de los cambios poco cambia
tanto en el complejo libro de los cielos
como en el suelo de humedad y asfalto.
Y lo poco que cambia
empobrece peor nuestra rutina diaria.
Te sigues negando, me parece,
a mirar el juego que se juega
en el viejo tablero universal del Dominó
donde un anciano y un niño
a manera de fichas
obran.
Con un joven perdido
en la asfixiante hiel de sus murallas.
Con un glaciar en el sitio natural del sentimiento.
En la oscuridad
ocupando el inocente lugar de la inocencia.
Jano, amiga mía,
sigue siendo el dueño original de este planeta
y le place ofrecer objetos que lucen deliciosos
para así ocultar
la puerta envuelta en niebla abriéndose al abismo.
En algún momento es posible que descubras
la indócil doblez del Dominó
aunque su hábito sea alterar sus largas vestiduras
la envoltura parezca transformarse
y el contenido quede como está.
Si tal develamiento te ocurriera
verías que un anciano sin rumbo y un niño mendigo
a manera de fichas
obran
que un muchacho intercambia su sexo por sida
que las mesas sin mantel se multiplican
que valen más las formas no el fondo
y hemos tirado por la borda
la búsqueda sutil de las esencias.
El juego destruye el dulce candor de la decencia
para ampliar su poder en progresión geométrica.
Con la muerte blanca velando su rostro.
En la oscuridad.
***
MUTACIÓN
Jean François
se esconde en el gesto aciago de una prostituta
erguida en la desnudez de sus tacos
contra el sucio vaho de puertas abiertas
labios y ojos rojos mojados de ajenjo
cafetín de muelles
Schubert entre el humo del tabaco rubio
marineros ebrios
y el Ave María.
—La paz se ha perdido no sé dónde y yo aquí
acuérdate de mí
acuérdate de mí cuando te vayas—
La luz mortecina se acorta en callejas
las sombras nocturnas reemplazan al día
y en los días de seres dormidos
suele no haber dioses ni voces angélicas.
Jean François es bruma
es humo que esfuma armonía de gesto violento
en el blanco llamador del manto.
El paño levanta en los muelles
el candor
el ajenjo
la noche y el día.
—La luz tan lejos y yo aquí
no te olvides de mí
no te olvides de mí cuando me vaya—
En el rito agónico
las ojeras son pájaros negros que vivan
entre infierno y cielo
hondura y altura de atmósfera mágica
la voz de la muerte.
Mujer
y María
serena pureza en la paz inefable
han mutado en Una.
***
EN ALGÚN LUGAR, TAL VEZ
A Rubén Vela
Habrá
tal vez
en algún lugar
una luz sin andenes
una voz
embarcada en la honda fusión
de ser
en otro
dentro de la ciudad idéntica a sí misma.
Habrá
tal vez
en algún sitio
la absoluta igualdad
la libertad constante y absoluta.
¿Habrá?
Mientras camino entre la quieta
gente
igual a mí.
***
SIN MATICES
Sombra en el asombro
contorno sinuoso sembrado
de astillas y juncos jaspeados.
Borde.
Cima.
Centro.
Umbral tendencioso del agua
gastada
por piedras que pulen
la esbelta dureza de la gran montaña.
Así, sin matices
abarca
se suelta en el vasto rumiar de las horas
lo opuesto a las cosas posibles
amadas en vano.
***
Qué hermosos y reales son los copos
que estoy viendo.
Semejan a la nieve, pero vibran.
***
Y ELLOS, AQUÍ
A Yayo Lis
Si un reflejo de voces levanta
si un brillo impalpable se posa en tus dedos
y suaviza la loca impaciencia
es un soplo volcando el pasado de vidas esquivas
perdidas
y ciertas.
Son ellos, aquí.
Desde un punto lejano observa el Verbo
en la implacable mirada hacia el sí mismo
en levantar y caerse
caer y levantarse y seguir
con los dientes apretados.
Y ellos aquí.
Aire del aire
luz constante.
***
LA PALABRA
Es un tramo de tiempo inapresable
un lamento que busca
la mirada del otro y otras manos.
Es silencio vibrando
en su esencia sutil y vigorosa.
Me seducen sus cuentas redondas o alargadas
vocal o consonante.
Sólido son de música silábica
luxando la cresta de una ola
para caer y abrirse, perla perfecta y única
en el único verso que esplende en el poema.
***
CREACIÓN
Si por sentirme hoy serena
con el sereno encanto de la noche
te hablara acerca de la luz inalcanzable del lucero
si hoy te asegurara
que puedo ver los múltiples matices de la luna
y oir cómo un ópalo perfectamente claro
se mece y adormece
sobre la superficie órfica del mar
sé bien que volvería sobre notas repetidas
y no sería éste un tema original.
Pero es incuestionable
que ha sido necesaria una armonía
más alta que la alta cima de un coihue
más calma que un atardecer en las laderas
para crear la belleza que despliega
la luz lunar que espeja en el lucero
y brinca sobre el mar.
***