Diccionario Biográfico Español XXXVI Montoya a Muñoz.- Madrid: Real
Academia de la Historia, 2012.
MOZO DE ROSALES, BERNARDO
BIBL.: W. Jaramillo Mejía (dir.), Real Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé, nobleza e hidalguía: colegiales de 1605
a 1620, Bogotá, Instituto colombiano de cultura Hispánica,
1996, pág. 471; M. Domínguez Ortega, El virrey Solís y las
reformas borbónicas, tesis doctoral, Madrid, Dep. de Historia
Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, 2005
(inéd.), págs. 245-247.
MONTSERRAT DOMÍNGUEZ ORTEGA
Mozo, José. Sos del Rey Católico (Zaragoza), 1784 –
?, s. xix. Militar y caballero Laureado de San Fernando.
Sentó plaza de soldado en 1802 en el Regimiento
de Mallorca, con el que luchó en la Guerra de la
Independencia, enfrentándose a los franceses en la
batalla de Medina de Rioseco (Valladolid), cayendo
prisionero en 1809 y consiguiendo fugarse, tras lo
cual se incorporó en Cuenca al Regimiento de Voluntarios de dicha ciudad, con el que se encontró en
la batalla de Ocaña, volviendo poco después a caer
prisionero y consiguiendo fugarse por segunda vez;
presentado a El Empecinado, éste le destinó al Regimiento de Tiradores de Sigüenza. A lo largo de 1809
obtuvo los empleos de sargento segundo y primero.
Tras luchar en diversas acciones y encuentros con
el enemigo, fue en 1811 hecho prisionero por tercera
vez, siendo llevado a Francia y no pudiendo regresar a
España hasta la firma de la paz, no siéndole reconocido
el empleo de subteniente, que decía haber recibido.
En 1818 fue destinado al Regimiento de América,
con cuyo 2.º batallón intervino en la defensa de Cádiz en el mes de enero de 1820 contra los constitucionalistas, siendo apresado y encerrado en las Cuatro
Torres de La Carraca.
Puesto en libertad, en 1824 se le concedió como
recompensa el empleo de subteniente por su constante y decidida adhesión a Fernando VII, y la Cruz
de San Fernando de 2.ª Clase, Laureada. En el Real
Decreto de concesión de la Cruz se decía: “El Rey
nuestro Señor se ha enterado del extraordinario y
particular mérito contraído por el general, jefes, oficiales y soldados que de los muros de Cádiz se propusieron derramar su última gota de sangre sosteniendo heroicamente sus soberanos derechos en los
memorables días 24 de enero y 10 de marzo de 1820,
y de la horrorosa prisión que sufrieron, siendo muchos condenados a varias penas y último suplicio por
los satélites del pretendido gobierno revolucionario;
y queriendo S.M. darles un público testimonio del
singular aprecio que le han merecido tan distinguidos
servicios, conformándose con lo que sobre el particu-
lar le ha propuesto el Consejo Supremo de la Guerra,
a consecuencia de lo manifestado por la Junta de Clasificación, creada en Sevilla a este efecto, ha tenido a
bien resolver: 1ª. Que a todos los individuos militares cuya relación nominal dirigió la misma Junta, se
les expida por el Consejo las correspondientes Reales
Cédulas de Caballeros de la Real y Militar Orden de
San Fernando del mismo modo que los propone”.
FUENTES
Y BIBL.: Archivo General Militar (Segovia),
Secc. 1.ª, leg. M-4702.
A. de Ceballos-Escalera y Gila, J. L. Isabel Sánchez y
L. Ceballos-Escalera y Gila, La Real y Militar Orden de San
Fernando, Madrid, Palafox & Pezuela, 2003.
JOSÉ LUIS ISABEL SÁNCHEZ
Mozo de Rosales, Bernardo. Marqués de Mataflorida (I). Sevilla, 20.VIII.1762 – Agen (Francia),
4.VII.1832. Ministro y jurista.
Nacido en Sevilla, fue bautizado como Bernardo
Manuel Josef María del Rosario; sus padres fueron
Juan Mozo y Josefa Rosales. Su apellido ha sido utilizado bajo formas diversas: Mozo Rosales, Mozo y
Rosales, Mozo-Rosales y Mozo de Rosales.
Contrajo matrimonio con Teresa Enebra y Morago,
natural de Almonacid de Zorita (Guadalajara).
Durante su infancia y juventud residió en su ciudad
natal, en cuya Universidad obtuvo el título de bachiller en Filosofía (5 de mayo de 1778) y ese mismo año
inició la carrera de Leyes. El 19 de mayo de 1781 obtuvo la licenciatura en dicha materia, tras lo que continuó estudiando Cánones. Durante todo este tiempo
de formación realizó prácticas con diversos profesionales en Derecho Práctico Real y Cánones.
El 7 de marzo de 1783, solicitó la dispensa de las
prácticas obligatorias para poder realizar los exámenes de abogado de los Reales Consejos, objetivo en el
que fracasó por ser contrario a las leyes del Reino (3
de mayo de 1783).
Completadas dichas prácticas en el despacho de
Josef Morales Gallego, abogado de Sevilla, fiscal de
los Reales Alcázares, durante cuatro años, realizó una
nueva solicitud para acceder a los exámenes de abogado de los Reales Consejos, que logró superar sin
dificultad (9 de enero de 1787).
Una vez obtenido el título se trasladó a Madrid a
ejercer la abogacía, en cuyo Colegio de Abogados estuvo inscrito hasta el inicio de la Guerra de la Independencia. Entre sus clientes se encontraba la casa de
Osuna. Según su testimonio, su casa, sita en la Puerta
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MOZO DE ROSALES, BERNARDO
del Sol, sirvió para luchar contra los franceses en las
jornadas del 2 de mayo, razón por la que se vio obligado a esconderse durante unos días y a continuación
a llevar a su familia a La Alcarria, e inició su colaboración con la resistencia a los franceses. En primer
lugar en Vallecas, posteriormente en Méntrida (8 de
diciembre de 1808).
A finales de 1809 se trasladó a Andalucía, en primer lugar residió en un poblado de Sierra Morena,
y ante la presión de franceses y bandoleros, se instaló
en Córdoba.
En las elecciones de diputados celebradas en 1813
obtuvo el respaldo de su tierra natal. El 15 de enero de
1814 juró su cargo. No consta ninguna intervención
suya, figuró en tres comisiones ordinarias (Archivos,
Hacienda y Crédito Público) y en la extraordinaria
sobre las ocurrencias con el diputado conde de Vigo
(5 de abril de 1814), y fue elegido en el puesto octavo
para integrar el Tribunal de Cortes (2 de marzo de
1814). El último testimonio de su presencia parlamentaria fue su nombramiento para la comisión sobre el conde de Vigo, y casi inmediatamente debió salir hacia Valencia con el texto del Manifiesto.
Sin duda alguna, el momento más importante de
la biografía política de Mozo tuvo lugar en 1814, ya
que tuvo un importante papel en la anulación de las
reformas realizadas en Cádiz. Desde febrero de 1814
se tiene constancia de la existencia de reuniones de
diputados destinadas a crear un frente común contra las reformas liberales. En ellas se encontraban el
conde del Abisbal, Mozo de Rosales, Antonio Gómez
Calderón, etc. Fruto de ella fue la elaboración de un
escrito, que fue denominado posteriormente Manifiesto de los Persas, y cuyo autor fue Mozo de Rosales.
Dicha propuesta coincidía plenamente con la opinión
de Fernando VII, como se puede observar en la correspondencia del embajador La Forest.
El escrito, como señala el conde de Toreno, es “una
reseña de todo lo ocurrido en España desde 1808,
como también un elogio de la Monarquía absoluta”,
que en opinión de los firmantes debía ser repuesta por
el Monarca. El texto fue entregado a Fernando VII en
Valencia, y poco después se utilizó como uno de los
argumentos a favor de la restauración absolutista.
Tras la Guerra, inició una importante carrera en
la Administración. Primero, al restablecerse el Consejo de Hacienda obtuvo (11 de agosto de 1814) una
plaza de fiscal del Consejo Real y Supremo de Hacienda, y al mismo tiempo se integró en calidad de tal
en la Real Junta que autorizó los actos de extracción
[loterías] que se ejecutaban en la Sala de Gobierno del
Supremo Consejo de Hacienda. Dos años más tarde
pasó a ocupar un puesto de ministro de la Sala Segunda de Justicia del Consejo de Hacienda y de fiscal
en la Junta de Represalias, de dicho Consejo.
Se trataba de una persona de la confianza de Fernando VII, de quien solicitó informaciones confidenciales sobre sus compañeros parlamentarios. Al mismo
tiempo recibió una demostración del agradecimiento
por sus servicios en defensa de los derechos absolutos
en forma de concesión del título de marqués de Mataflorida (16 de diciembre de 1817).
El 1 de noviembre de 1819 fue nombrado secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia.
Poco se puede mencionar de su labor como ministro,
salvo algunas medidas racionalizadoras de la Administración (Junta de Competencias 25 de noviembre
de 1819), traspaso al Consejo de los expedientes pendientes de afrancesados (1 de enero de 1819), puesta
en marcha de un nuevo Código Criminal (2 de diciembre de 1819), y restablecimiento de la Secretaría
de la Cámara y del Real Patronato de Aragón (12 de
diciembre de 1819).
Tras la jura de la Constitución (7 de marzo de 1820),
los liberales exigieron la salida del Ministerio de Mataflorida, lo que tuvo lugar dos días más tarde. Para
evitar persecuciones se escondió en Madrid mientras
preparaba su salida de España. Las Cortes habían iniciado un expediente destinado a depurar las responsabilidades sobre la abolición del sistema constitucional, y aunque la Comisión propuso que el peso de la
responsabilidad recayese en Mataflorida, exonerando
a los restantes, el decreto aprobado (26 de octubre de
1820) no hacía distinciones.
A principio de 1821 se encontraba en Bayona, en
compañía de sus dos hijos, mientras su mujer e hijas
se mantenían escondidas en un convento, en donde
con un grupo de notables realistas (Carlos O’Donnell,
Joaquín Javier Uriz, obispo de Pamplona, etc.), creó la
Junta de Amigos del Orden, que ante las presiones del
Gobierno español se vio obligada a disolverse (marzo
de 1821). Mientras que Eguía se dirigió a Burdeos,
Mataflorida fijó su residencia en Toulouse. Desde esa
posición entró en contacto con las partidas realistas
de Cataluña, a las que ayudó y dirigió. El éxito de estas partidas, que iniciaron sus operaciones en abril de
1822, acrecentó las tensiones con el núcleo de Eguía.
Pirala le atribuye la autoría del Manifiesto que los
amantes de la Monarquía […], que fue dirigido a distintos Soberanos para exponer la situación española.
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MOZO DE ROSALES, BERNARDO
El 15 de agosto quedaba constituida la dirección del
movimiento realista que, bajo la denominación de
Regencia de Urgell, quedó integrada, además de por
Mataflorida, por el barón de Eroles y por Jaime Creus
Martí, arzobispo de Tarragona.
La actuación de la Regencia generó mayores tensiones con otros grupos realistas, logró cierta proyección
inicial ante las potencias de la Santa Alianza, aunque
sus solicitudes de ayuda no tuvieron eco. Las luchas
internas y la presión de las tropas liberales acabaron
obligándoles a huir en noviembre de 1822, primero a
Puigcerdá y posteriormente a Llivia. Algunos autores
achacan a la intransigencia de Mataflorida una responsabilidad importante en el fracaso. Tras salir de
Cataluña regresó a Toulouse (10 de diciembre de
1822), en donde se mantuvo aislado, sin querer contactar con las autoridades franceses, con las que se
mostraba especialmente resentido.
A mediados de febrero, los integrantes de la Regencia se reunieron en Perpiñán para intentar reactivar sus
actividades, al tiempo que algunas autoridades francesas trataban de integrar los distintos sectores de exiliados españoles. El distanciamiento del Gobierno francés
(había optado por la carta del barón de Eroles) respecto
a Mataflorida queda patente en la orden (9 de marzo
de 1823) del ministro del Interior de que se trasladase
a España o fijase su residencia en el centro de Francia
(Limoges). A mediados de dicho mes se trasladaron a
Toulouse, a fin de reunirse con el duque de Angulema.
Desde esta plaza marchó a Orthez, y el 2 de mayo,
junto con el arzobispo de Tarragona, se dirigió a París, por indicación de las autoridades francesas. Tres
semanas más tarde (23 de mayo de 1823) ambos solicitaron fijar su residencia en Tours, hasta que la situación les permitiese entrar en España. Una vez en
Tours (31 de mayo de 1823) fueron sometidos a una
estrecha vigilancia por parte de la Policía francesa.
A finales de agosto Mataflorida, sin la compañía del
arzobispo, que ya se había dirigido a España, solicitó
pasaportes para fijar su residencia en Burdeos; a pesar
de las seguridades del prefecto de que se encontraba
alejado de las intrigas políticas, el ministro fue inflexible y le obligó a optar entre mantenerse en Tours o
dirigirse a España, opción ésta por la que acabó inclinándose (10 de octubre de 1823).
Las tensiones existentes entre los realistas fueron
manejadas por Fernando VII de acuerdo con su habitual talante: nombramientos, concesión de honores
y residencias forzadas, destinos alejados, etc. Esta última solución es la que se adoptó con Mozo. El 28 de
diciembre de 1823 fue nombrado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Turín. Los episodios posteriores clarifican la finalidad de este nombramiento. Mozo agradeció el honor (30 de diciembre de
1823), pero señaló que debía resolver antes diversos
asuntos pendientes. No menciona expresamente pero
sus instancias inmediatas pueden aclararlo.
El 3 de enero elevó al Monarca un escrito reclamando su reposición como consejero de Estado jubilado. Además de señalar sus derechos, argumentaba
que la posición social (honores) del representante era
uno de los signos de la importancia que se concedía
a las relaciones con un país determinado. Aunque no
se accedió a ello se le concedieron honores del Consejo de Estado (21 de enero de 1824). Unos días más
tarde se nombró a su hijo agregado a la Embajada y se
le instó a emprender el viaje cuanto antes.
Tras diversos retrasos, finalmente el 26 de marzo se
le entregaron los pasaportes para Turín. A mediados
de abril llegó a Bayona, en donde se paró en espera de
las instrucciones y las credenciales, habiendo previsto
inicialmente una estancia de un mes. Desde el primer momento fue sometido a vigilancia por la Policía
francesa. El 24 de mayo se cruzaron dos comunicaciones: desde el Ministerio se le urgía a trasladarse a Italia, mientras que él solicitaba ampliar su estancia por
motivos de salud. En respuesta a esta última misiva el
Gobierno procedió a cesarle, ya que parecía evidente
que se trataba de maniobras dilatorias, y escribió al
Gobierno francés para que no le permitiera moverse,
en tanto se tomaba una decisión sobre su residencia.
En un oficio del sub-prefecto se señalaba (5 de junio
de 1824) que vivía de forma retirada en los alrededores
de Bayona, y unos meses más tarde (20 de noviembre
de 1824) que Mataflorida había comunicado que su
actitud se debía a que Fernando VII no había concedido a los españoles las instituciones que deseaban.
Durante los primeros meses de 1825 la situación política española seguía sin consolidarse. Los elementos
más absolutistas trataban de imponerse a Fernando VII
(altercados en Madrid el mes de junio, sublevación de
Bessières, ejecución de El Empecinado, etc.), por lo que
en el mes de agosto se decretó la expulsión de Madrid
de algunos miembros de dicho grupo.
En este contexto la llegada desde Navarra de un elevado número de cartas a Mataflorida en septiembre de
1825 y los rumores de existencia de un numeroso grupo
de cortesanos que le apoyaban disparó las alarmas. Inmediatamente, a instancias del Gobierno español (6
de septiembre de 1825), se ordenó su alejamiento a
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MOZOS MUñOZ, JOSé DE LOS
Laval o Bourges. Contra dicha decisión trató de objetar, argumentando la delicada situación de su salud,
que le obligaba a residir cerca de las aguas de Cambó,
y problemas familiares y económicos. Antes de que se
ejecutase la orden de traslado se produjo un cambio
de gobierno en España, que comportó la salida de Cea
Bermúdez, contra quien centraba sus críticas.
Poco después recibió autorización para entrar en España (noviembre de 1825), con cuyo permiso se trasladó a Irún, y unos días más tarde (6 de diciembre de
1825) se le conminó a abandonar inmediatamente el
territorio español. Las autoridades francesas le permitieron residir inicialmente en Bayona.
A finales de 1826 la Policía francesa informó de envíos de uniformes a Navarra y de viajes de personas
de su entorno. Por dicha razón el Gobierno francés le
planteó la necesidad de que escogiese entre trasladarse
a España o fijar su residencia en Tours. Ante dicha
medida, Mataflorida realizó toda una declaración de
principios en la que señalaba que no se mezclaba en
asuntos políticos de España y que no tenía intención
de regresar a ese país. Finalmente y tras achacar a su
secretario Rubio de estar mezclado en conspiraciones,
optó por ir a Zugarramurdi (25 de enero de 1827) a
fin de evitar el viaje a Tours.
Un mes más tarde estaba de nuevo de regreso en
Francia, pero tuvo que aceptar fijar su residencia en
un lugar alejado de la frontera, optando por Agen,
adonde se dirigió el 26 de febrero. El 8 de marzo llegó
a su nuevo destino. Al mismo tiempo el Gobierno español le había concedido un permiso ilimitado para
viajar por el extranjero y se mencionaba expresamente
Italia, territorio al que, al parecer, había mostrado deseos de visitar (16 de febrero de 1827).
El inicio de la Guerra de los Agraviados hizo recaer
nuevamente sospechas sobre su conexión con los hechos, por lo que el Gobierno español (28 de julio de
1827) pidió su expulsión de Francia y su traslado a
Florencia, Roma o Nápoles. Mataflorida salió al paso
de dichas acusaciones y de las aparecidas en la prensa
parisina con una carta publicada en el Journal de Lotet-Garonne (1 de septiembre de 1827). A pesar de ello
el ministro del Interior francés ordenó someterle a
una estrecha vigilancia, que incluía partes semanales
de su actividad, cuyo único resultado fue dar constancia de la vida anodina y retirada de la familia. A pesar
de ello, algunas declaraciones de los condenados por
la revuelta le relacionaban con los hechos.
El Gobierno español insistió en diversas ocasiones
en su alejamiento.
Hay ligeras discrepancias sobre la fecha de fallecimiento. En la placa de su tumba se dice que fue el 3
de julio de 1832, mientras que en la carta de la Embajada Española en París se menciona un certificado
señalando que se produjo el día 4.
OBRAS DE ~: Manifiesto que los amantes de la Monarquía hacen a
la Nación española, a las demás potencias y a sus soberanos, s. l., s. f.
FUENTES Y BIBL.: Archives Nationales (Paris), F7 11.982;
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exp. 18, 11.776 año 1817, exp. 4, 12.146, exp. n.º 33, libro
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97, 878 caja 2, exps. 95 y 5.308; Archivo del Ministerio de
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625, n.º 348-349; VV. AA., Actas del Consejo de Ministros, Madrid, Ministerio de las Relaciones con las Cortes y de la Secretaría
del Gobierno, 1989-1996, vols. 1, 3, 4, 6 y 7; A. Gil Novales
(dir. y coord.), Diccionario biográfico del Trienio Liberal, Madrid,
El Museo Universal, 1991; A. M.ª García Terrel y Mozo de
Rosales, “Bernardo Mozo de Rosales, marqués de Mataflorida,
un político sevillano de la primera mitad del siglo xix”, en Archivo Hispalense, LXXIX, n.º 240 (1996), págs. 11-50.
JOSÉ RAMÓN URQUIJO GOITIA
Mozos Muñoz, José de los. Melilla, 30.IV.1894 – ?,
1968 post. Militar, ayudante de campo del presidente
Azaña.
Ingresó en la Academia de Ingenieros en 1909, el
año del desastre del Barranco del Lobo en Melilla, su
tierra natal. Tan pronto como fue promovido a primer
teniente, tras finalizar el plan de estudios correspondiente, tuvo una destacada actuación en la campaña
iniciada con aquel suceso, que le valió la concesión de
dos Cruces del Mérito Militar con distintivo rojo.
Durante aquellas operaciones, formó parte de la columna del entonces coronel Sanjurjo, que luego encabezaría el bando contrario al principio de la guerra.
Al ascender a capitán, fue destinado al 2.º Regimiento de Zapadores-Minadores, de guarnición en
Madrid, ciudad y unidad a las que quedaría ligado el
resto de su vida militar. Su competencia profesional
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