índice
Introducción.
•
Objetivo general.
i
•
Objetivos particulares.
i
•
Propuesta.
ii
•
Justificación.
ii
•
Estructura.
iv
CAPÍTULO I
RETÓRICA
I. 1
Origen y evolución histórica.
1
I. 2
El sentido figurado y la persuasión.
6
I. 3
Operaciones y figuras retóricas.
11
I. 4
Retórica de la imagen.
29
I. 5
Hacia una retórica fílmica.
31
II. 1
Origen y evolución histórica.
33
II. 2
Concepto.
36
II. 3
Tipos de metáfora.
39
II. 4
Grados de presentación.
45
II. 5
La metáfora y el proceso cognitivo.
46
II. 6
La metáfora y el símbolo.
48
II. 7
La metáfora cinematográfica.
50
CAPÍTULO II
METÁFORA
CAPÍTULO III
LENGUAJE CINEMATOGRÁFICO
III. 1
El cine, medio de comunicación.
52
III. 2
El cine, expresión artística.
56
III. 3
El cine, proceso industrial.
57
III. 4
El cine, entretenimiento.
59
III. 5
El lenguaje cinematográfico.
61
III. 6
Códigos cinematográficos.
64
III. 7
La imagen cinematográfica.
67
III. 8
Elementos de la imagen cinematográfica.
69
CAPÍTULO IV
ANÁLISIS CINEMATOGRÁFICO
IV. 1
Análisis formal.
82
IV. 2
Géneros cinematográficos.
90
IV. 3
Análisis de contenido.
93
IV. 4
El director.
95
IV. 5
La síntesis cinematográfica.
96
CAPÍTULO V
LA METÁFORA EN EL PIANO
V. 1
Jane Campion y su filmografía.
V. 2
El Piano.
101
•
Ficha técnica.
101
•
Premios y nominaciones.
102
•
Sinopsis.
105
V. 3
99
La metáfora en El Piano.
106
•
Secuencia 1: la voz de una mente.
107
•
Secuencia 2: la bahía del sacrificio.
111
•
Secuencia 3: la separación.
114
•
Secuencia 4: boda sobre un escenario.
118
•
Secuencia 5: un alma avasallada.
120
•
Secuencia 6: la voz que ya no habla.
123
•
Secuencia 7: el despojo.
125
•
Secuencia 8: la primera lección
127
•
Secuencia 9: el ángel saluda .
129
•
Secuencia 10: tensión.
132
•
Secuencia 11: el resquicio.
133
•
Secuencia 12: dos teclas.
135
•
Secuencia 13: Barba Azul y sus mujeres.
138
•
Secuencia 14: la vergüenza del árbol.
143
•
Secuencia 15: el fin del trato.
145
•
Secuencia 16: el volcán bajo las telas.
147
•
Secuencia 17: la advertencia del ángel.
149
•
Secuencia 18: una criatura extraña.
152
•
Secuencia 19: el ángel exterminador.
154
•
Secuencia 20: un ala perdida.
161
•
Secuencia 21: el funeral.
163
•
Secuencia 22: en la tumba del silencio.
166
Conclusiones.
168
Referencias.
172
Glosario.
180
i
introducción
Objetivo general.
Llevar a cabo un estudio sobre retórica general, con especial énfasis en la retórica
de la imagen y la metáfora, para a través de estos conceptos ofrecer una
interpretación sobre el excedente de sentido de la película El Piano, de Jane
Campion (Australia / Nueva Zelanda, 1993), demostrar la viabilidad de la retórica
de la imagen como instrumento de codificación y decodificación de discursos
fílmicos, y elaborar un compendio teórico-práctico sobre la materia que resulte útil
para investigadores, catedráticos y estudiantes de las áreas del conocimiento
orientadas a los discursos audiovisuales.
Objetivos particulares.
•
Explicar el origen, desarrollo y principales conceptos de la retórica.
•
Estudiar la más importante de las figuras retóricas, la metáfora, para
comprender su naturaleza y delimitar sus variedades, alcances y limitaciones.
•
Describir los principios del lenguaje cinematográfico como fuente de
significación.
•
Analizar, desde el punto de vista retórico, a una cinta representativa de una
época y una corriente de pensamiento particular, para describir sus aportes en
materia de significación visual.
•
Elaborar esta investigación teórico-práctica de tal manera que resulte un apoyo
didáctico para los estudios orientados a la investigación y producción de
materiales audiovisuales.
ii
Propuesta.
Por el excedente de significación logrado a partir de sus metáforas visuales, El
Piano es una cinta que ejemplifica las potencialidades tanto expresivas como
persuasivas propias de la retórica visual, y el análisis y ejemplificación de las
mismas resulta útil para coadyuvar en la investigación y docencia en las áreas del
conocimiento orientadas a los discursos audiovisuales.
Justificación.
Ya es lugar común referirse al cine como el séptimo arte. Sin embargo, tras este
tratamiento en apariencia distinguido, subyace una realidad adversa que le impide
a la cinematografía estar verdaderamente a la altura de las bellas artes clásicas.
Marcel Martín, en su obra El lenguaje del cine, apunta al respecto que el cine es
fragilidad, dado que está ligado a un soporte material en extremo delicado. Es
futilidad, porque es la más joven de todas las artes, nacida de una vulgar técnica
de reproducción de la realidad; porque la mayoría del público la considera una
simple diversión; porque muchas veces las películas son alteradas sin
remordimiento; porque en ningún otro arte la coincidencia de la crítica es tan
difícil, y porque todos se creen autorizados para erigirse en jueces cuando se trata
de cine. Y es facilidad, por la vulgaridad y simplicidad de la mayor parte de su
producción.
En efecto, el cine es un arte desconocido por la mayoría de sus espectadores. Una
película es juzgada maniqueamente como buena o mala sin que medie un criterio
lógico y secuencial para su enjuiciamiento. Tal vez la literatura sobre el análisis
cinematográfico es demasiado árida y por ello inaccesible para las mayorías, pero
lo cierto es que, dentro del enmarañado panorama de teorías para iniciados,
sobresale un punto de vista que, si bien es tan complejo como los demás sistemas
de análisis, resulta más familiar para el espectador común: la retórica.
La retórica es parte de la vida y el lenguaje cotidiano, aunque se maneja sin
conocimiento de causa. A pesar de que la mayoría desconoce incluso el nombre de
las más elementales figuras, todos las utilizan e incluso experimentan agrado
iii
cuando su imaginación es excitada por la sobrecarga de significación que produce
un juego de palabras o un doble sentido lleno de picardía. No es en vano el
repentino interés de los estudiosos del tema por desempolvar los libros de retórica,
actualizar sus conceptos y reflejarlos en las nuevas formas de comunicación. La
retórica ha vuelto para quedarse, y la publicidad y el cine, entre otras expresiones
de la modernidad (y la posmodernidad) se nutren de los viejos tropos. Y ya no
resulta extraño que con frecuencia surja alguna obra del considerable valor artístico
y conceptual, cuya importancia radica en la sabia utilización de los preceptos
retóricos durante su manufactura.
El Piano es un ejemplo de esta tendencia. Una simple –en apariencia- historia de
amor que se convirtió en un celebrado filme que recorrió el mundo entero y llegó a
ser uno de los más representativos de la década de los 90, además de un
indispensable punto de referencia para entender la ideología del feminismo de
finales de siglo. Jane Campion, su directora, no necesitó de presupuestos
excesivos o alardes de superproducción para dejar bien claras sus ideas.
Simplemente utilizó la metáfora visual como su principal herramienta para
trascender la ligereza de un melodrama sentimental y evocar una gran cantidad de
conceptos históricos, religiosos y morales a través de una serie de imágenes
estremecedoras y dignas de un profundo análisis.
La cinematografía, en su breve historia –116 años hasta la fecha-, ha producido una
incontable cantidad de filmes, la gran mayoría de los cuales están destinados al
olvido; sólo unos cuantos tienen la suficiente originalidad en su forma y contenido
para trascender, y ahí están varias listas avaladas por los conocimientos y el
prestigio de diversas asociaciones internacionales de críticos y especialistas para
calificar las mejores obras cinematográficas, como es el caso de Ciudadano Kane,
de Orson Welles, que a pesar de haber sido filmada en 1939 aún es reconocida
como una de las mejores películas de la historia.
¿Por qué no se ha elegido a una de esas obras cumbres de la cinematografía
mundial para este estudio? En primer lugar, porque su privilegiado estatus ya las
han hecho objeto de innumerables análisis. En segundo lugar, porque hay una
notable cantidad de películas que, al no ser tan revolucionarias en su forma y
contenido, o al no estar suscritas a un movimiento emblemático de la historia del
cine (como la Nueva Ola Francesa, por poner un ejemplo), o al no contar con un
iv
director encumbrado detrás de las cámaras, suelen pasar a un relativo olvido
después del año de su estreno y corrida comercial.
Este es el caso de El Piano. Si bien no se trata del non plus ultra de la historia del
cine, sí es un excelente ejemplo de los alcances de la retórica visual y un filme a
todas luces trascendente por sus virtudes formales y de contenido. Es por ello que
conviene estudiarla a través de este enfoque y establecer algunos parámetros para
el análisis retórico cinematográfico que puedan ser retomados, reevaluados y
mejorados en un futuro para intentar hacer del cine un arte más profundo, menos
frágil, menos fútil y menos fácil.
Estructura.
El presente estudio se dividirá en cinco capítulos:
•
En la primero de ellos se hará una aproximación al origen y evolución histórica
de la retórica, para posteriormente explicar sus dos objetivos básicos: la
persuasión a través de dotar al discurso de un excedente de sentido. Más
adelante se hablará de las operaciones retóricas y de las principales figuras (o
metáboles) que se derivan de ellas, para concluir con una revisión de los
estudios sobre los principios retóricos aplicados a la imagen y al cine.
•
En el segundo capítulo se hará un estudio sobre la figura retórica esencial de la
retórica, la metáfora, ubicando su origen y desarrollo histórico, su definición, su
tipología y su relación tanto con el proceso cognitivo como con el símbolo.
Finalmente, se hará una aproximación a la metáfora en la cinematografía.
•
En el tercer capítulo se expondrá el concepto general de lenguaje y el específico
de lenguaje cinematográfico, analizando las funciones y características del
cine y su particular gramática.
•
En el cuarto capítulo se abordarán los principios de la apreciación
cinematográfica, los elementos formales y de contenido de un filme y la
descripción de la labor del director dentro de la realización del mismo, así como
los parámetros para llegar a la síntesis cinematográfica.
•
En el capítulo final se aplicará la teoría desarrollada en los anteriores para hacer
un análisis de la película El Piano y demostrar que la utilización de la retórica
en general, y de la metáfora en particular, redundó en un excedente de
v
significado tal que le permitió a la directora elaborar discursos paralelos que, al
final, se convirtieron en las características más notables de esta obra
cinematográfica.
1
C A P Í T U L O
I
retórica
I. 1
Origen y evolución histórica.
Se entiende por retórica la técnica de elaborar discursos gramaticalmente
correctos, elegantes y, sobre todo, persuasivos. También la acción de extraer,
especulativamente, de cualquier asunto cotidiano de opinión, una construcción de
carácter suasorio relacionada con la justicia de una causa, con la cohesión deseable
entre los miembros de una comunidad y con lo relativo a su destino futuro. 1
Este metalenguaje (discurso sobre el discurso) existe desde hace
aproximadamente 2 mil 500 años. En su primera etapa, en la que su principal
teórico fue Aristóteles, se estructuró sobre cuatro partes principales,
correspondientes a cuatro operaciones casi simultáneas mediante las cuales se
elabora y se pronuncia el discurso: inventio, dispositio, elocutio y actio.
La inventio abarca lo relativo a la concepción del discurso, al hallazgo de las ideas
generales, los argumentos, los recursos persuasivos, y examina cada una de las
otras operaciones (dispositio, elocutio y actio), desde el punto de vista del emisor,
del receptor y del mensaje mismo.
La dispositio organiza lo hallado en la inventio, distribuyéndolo en ciertos
apartados o partes: exordio (con proposición, división e insinuación); narración;
argumentación (que contiene confirmación y refutación), y epílogo (con
peroración).
1
BERISTÁIN, HELENA. Diccionario de Retórica y Poética. 7ª edición. Editorial Porrúa. México, 1995; p. 421.
2
La elocutio analiza cuanto atañe a verter la argumentación en oraciones
gramaticalmente correctas, en forma precisa y clara con el objeto de que sirvan
para convencer, y en forma elegante con el objeto de que logren causar un
impacto psicológico que conduzca a la persuasión. La elegancia se logra mediante
el empleo de figuras retóricas o metáboles. En la actualidad suele llamarse
retórica solamente a esta parte: la elocutio, el lenguaje figurado; es decir, a la parte
denominada electio que norma la elección de los giros verbales que individualizan
el discurso y determinan la producción de efectos estilísticos.
La actio, hipócrisis o pronuntiatio, era la puesta en escena del orador al recitar su
discurso. 2
La retórica griega fue adoptada y desarrollada por los romanos y posteriormente
por la cristiandad temprana, aunque muy pronto entró en decadencia a causa de
la exagerada supremacía de la elocutio sobre el resto de las operaciones, que acabó
por reducir a la retórica a un recetario de ornamentos en el que la metáfora
ocupaba un lugar exageradamente hegemónico, lo que eclipsaba la importancia de
otras figuras. 3
Como consecuencia de lo anterior, durante la Edad Media la Iglesia –el poder
ideológico hegemónico de la Europa cristiana durante mil años- tuvo, en principio,
una postura más bien reactiva respecto a la retórica, basándose en ideas ya
conocidas, como la fatuidad, vanidad y superficialidad, opuesta a la palabra
verdadera, la divina, el Verbum. San Agustín, uno de los principales doctores de la
Iglesia, abominó de ella por considerarla falsa y perjudicial; sin embargo, su
actitud cambió radicalmente al ver que podría ser muy útil para la enseñanza de la
fe, por su elocuencia y capacidad de persuasión. En su De Doctrina Cristiana,
sentó las bases de una retórica cristiana basada en la primacía de la Verdad, la
moderación y el uso de las técnicas adecuadas para enseñar las verdades
cristianas y mover al pecador al arrepentimiento.
San Agustín no sólo utilizó la retórica para la predicación de la fe cristiana, sino que
además creó sus propias teorías e incluso generó el estilo cristiano, que se
caracteriza por el uso moderado de las figuras retóricas por su atractivo para los
2
Ibídem. Pp. 423-424.
VÁZQUEZ S ANTIAGO, IGNACIO. Estrategia y manipulación del lenguaje. 1ª edición. Universidad de Zaragoza. España, 1997; pp.
59-60.
3
3
auditorios e incluso la delectación, o cómo evitar el tono áspero o desagradable en
las predicaciones y los sermones, así como la utilización de los estilos ciceronianos:
el estilo bajo para la enseñanza, el mediocre para la alabanza y el sublime para la
reprensión y la exhortación del bien.
En suma, este personaje fue un autor importante para la historia de la retórica, en
cuanto que enlazó la retórica antigua con la medieval, generó las bases de una
retórica cristiana y estableció un claro ejemplo del buen uso de la retórica desde la
vertiente ética, adecuando las estrategias, las técnicas y los estilos a cada situación
comunicativa. Sin embargo, durante la Edad Media la retórica tuvo apenas cierta
importancia académica, al ser contemplada sólo como una de las materias del
Trivium.4
La retórica recuperó su preponderancia de los siglos XV al XVII, gracias al
Renacimiento y a la entrada de Europa en la Edad Moderna, y tuvo gran
relevancia en la enseñanza, la literatura y en la misma Iglesia. Pero a partir del siglo
XVIII vuelve a retroceder, merced de la menor abundancia y originalidad de sus
estudios.
La llegada del Romanticismo, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, terminó
por llevarla al olvido casi total, pues este movimiento cultural y político –desde su
perspectiva sobre el genio creador, que no se sujeta a normas-, rechazó a una
retórica que había acabado por convertirse en un conjunto de restricciones
normativas, y cuyo penoso y largo aprendizaje iba acompañado de un dogmatismo
académico que el nuevo movimiento dinamitó. Y aunque permaneció en las
universidades y escuelas hasta el siglo XX, el rechazo cultural y social de la retórica
siguió en aumento, y acabó por ser considerada, por todo el mundo, como
sinónimo de artificio, insinceridad y vaciedad. 5
A mediados de los años 50 del siglo XX aparece una nueva forma muy positiva de
entender la retórica, un movimiento denominado Nueva Retórica, reacción nacida
como consecuencia del largo periodo de decadencia de la retórica anteriormente
expuesto. Tres son las grandes corrientes de esta Neorretórica:
4
GARCÍA GARCÍA, FRANCISCO. Una aproximación a la historia de la Retórica, en Ícono14, Revista de Comunicación y Nuevas
Tecnologías, N°5. Madrid, 2005; http://www.icono14.net/index.php/es/revista/historico/ano-3-2005/no-5-retorica
5
PUJANTE, DAVID. Manual de Retórica. 1ª Edición. Editorial Castalia. España, 2003; pp. 62-68.
4
•
La retórica filosófica, centrada en el valor de la vinculación con la filosofía y la
interdisciplinariedad, pero, sobre todo, en activar el pensamiento no solo
deductivo, sino argumentativo, como defienden Perelman y Olbrechts-Tyteca
(1958) en su Tratado de la Argumentación.
•
La retórica lingüística, a partir de los trabajos de Jakobson (1960 y 1963),
Roland Barthes (1964 y 1967), Gerard Genette (1967, 1968 y 1972), y Tzvetan
Todorov (1967 y 1974).
•
La concepción de una Retórica General, que ya adelantara Roland Barthes y
que ha definido el Grupo μ (o Grupo de Lieja) en su Retórica General; se trata de
un planteamiento estructural que intenta una posibilidad de renovar el
paradigma de las figuras –ancladas en una perspectiva clásica, pero sin una
cobertura funcional teórica y práctica- para fijar unas estructuras estables que
definan determinados usos lingüísticos, considerando la literatura como un uso
específico del lenguaje. 6 En este mismo contexto se sitúa el New Cristicim, que
podría entenderse como la ciencia general del discurso que bebe de nociones
clásicas y se fija en una orientación didáctica y práctica.
Cuando la retórica intensifica su valor –parece deducirse de este brevísimo
recorrido histórico-, se liga a su conexión con la filosofía, con la dialéctica, con el
pensamiento, con la fuerza expresiva, con su sentido práctico, didáctico y su
vinculación a la ética; cuando se olvida de estas relaciones y la retórica sólo busca
el efecto persuasivo, el parecer y la expresividad ligera, en definitiva, el mal uso de
la palabra, entra en decadencia. Para la retórica es esencial no perder de vista la
ética, el saber que las palabras significan y exigen comportamientos. Toda la
teoría de los actos del lenguaje ha dejado bien claro que las palabras son actos. 7
La emergencia de los textos audiovisuales (cine, radio, televisión, video,
videojuegos, imágenes digitales estáticas y dinámicas) y sus implicaciones en los
géneros y formatos expresivos, y los nuevos planteamientos que los textos
hipermedia e Internet están planteando a la comunicación con sus características
de interactividad, interacción, participación en la construcción textual de los
lectores y receptores de estos medios como autores secundarios –en su nuevo
papel de lectoautores en muchas de las manifestaciones expresivas-, son otros
6
MARTÍNEZ-FALERO, LUIS. La retórica en el siglo XX. Hacia una Retórica General, en DICENDA, Cuadernos de Filología Hispánica.
Vol. 20. Universidad Complutense de Madrid. España, 2002; pp. 235-236.
7
GARCÍA GARCÍA, FRANCISCO. Op. Cit.
5
motivos que permiten explicar el resurgimiento de la retórica. Así, el aparato
conceptual elaborado por los retóricos constituye un instrumento preciso para la
exploración de nuevas vías de comunicación, centradas en su mayoría en la
imagen. 8
Del desarrollo histórico de la retórica pueden extraerse sus diferentes aplicaciones
prácticas, que en cierta medida la definen. Barthes enumera estas prácticas:
•
Una técnica, un arte en el sentido clásico del término: arte de la persuasión,
conjunto de reglas cuya aplicación permite convencer al oyente del discurso (y
más tarde, al lector de una obra), incluso si aquello de que lo hay que
persuadirlo es falso.
•
Una enseñanza. El arte retórico se insertó rápidamente en las instituciones de
enseñanza; en los colegios formó lo esencial de lo que hoy se llamaría
enseñanza media superior; y se transformó en materia de examen.
•
Una ciencia o, en todo caso, una protociencia, es decir: 1) un campo de
observación autónoma que delimita ciertos fenómenos homogéneos a saber,
los efectos del lenguaje; 2) Una clasificación de estos fenómenos (cuyo rastro
más conocido es la lista de las figuras retóricas); 3) un metalenguaje, un
conjunto de tratados de retórica cuya materia –o significado- es el
lenguaje/objeto (el lenguaje argumentativo y el lenguaje figurado).
•
Una moral; siendo un sistema de reglas, la retórica está impregnada de la
ambigüedad de la palabra: es a la vez manual de recetas, animadas por una
finalidad práctica, y un código, un cuerpo de prescripciones morales cuyo rol
final es vigilar (es decir, permitir y limitar) los desvíos del lenguaje pasional.
•
Una práctica social. La retórica es esa técnica privilegiada que permite a las
clases dirigentes asegurarse la propiedad de la palabra. El lenguaje es un poder
que ha dictado sus reglas selectivas de acceso, constituyéndolo en una
pseudociencia cerrada para los que saben hablar.
•
Una práctica lúdica, ya que al ser la retórica un sistema institucional, era
natural que se desarrollara una burla a la retórica, una retórica negra basada en
juegos, parodias, alusiones eróticas u obscenas, etc. 9
8
9
RICARTE, J OSÉ M. Creatividad y comunicación persuasiva. 1ª edición. Universidad Autónoma de Barcelona. España, 1998; p. 75.
BARTHES, ROLAND. Investigaciones Retóricas I. La Antigua Retórica. Serie Comunicaciones. España, 1982; p. 13.
6
Como consecuencia de lo anterior, pueden definirse cuatro funciones básicas de la
retórica:
•
Función persuasiva.
•
Función pedagógica (ilustrar un discurso, animarlo, de manera que se le
comprenda y se le recuerde).
•
Función léxica (la retórica enriquece el vocabulario y llena sus lagunas).
•
Función estética. 10
I. 2
El sentido figurado y la persuasión.
La retórica, en tanto acto de comunicación, consiste en una elaboración
programada –y por lo tanto, no espontánea- de un mensaje, a fin de que resulte
efectivo para persuadir, entendiéndose por persuasión el acto de establecer o
cambiar las opiniones, o de estimular a una audiencia para que actúe en
determinada forma.
Para Aristóteles, quien escribe el primer tratado sobre retórica, ésta técnica se
ocupa de lo que es verosímil, es decir, lo que es creíble o parece verdadero. El
orador, entonces, es aquel que intenta persuadir mediante mensajes creíbles, que
parezcan verdaderos, aunque no lo sean. En retórica, parafraseando a Aristóteles,
más vale algo creíble aunque resulte imposible, que algo imposible que aparezca
como increíble.
Tópicos (de topoi, lugar), es la obra en la que el filósofo griego habla de los
lugares (tópicos) en los cuales todos estamos de acuerdo. Los lugares son tales
porque se los comparte, forman parte del acervo de creencias de una comunidad o
de una clase social. 11 El concepto de tópico se relaciona estrechamente con el de
arquetipo y estereotipo.
El arquetipo es un término que designa las imágenes innatas y comunes a todos
los individuos que se transmiten de generación en generación. En su origen, los
arquetipos eran modos de pensamiento que tendían a personificar los fenómenos
de la naturaleza. Platón definió los arquetipos como modelos eternos de las cosas,
10
11
REBOUL, OLIVIER. Lenguaje e Ideología. Fondo de Cultural Económica. México, 1986; p. 123.
PRIETO CASTILLO, DANIEL. Retórica y manipulación masiva. 3ª edición. Ediciones Coyoacán. México, 1998; pp. 21-24.
7
que establecen un vínculo entre la divinidad suprema y el mundo de la materia.
Para Jung, que retomó y actualizó el tema en el siglo XX, los arquetipos son
unidades de conocimiento intuitivo que existen en el inconsciente colectivo
(común a todos los seres humanos), que se transmiten por los cuentos, leyendas o
mitos y se manifiestan en los sueños, en las creaciones artísticas y en todas las
producciones de carácter imaginativo del individuo. Ajenos a la experiencia, los
arquetipos funcionan como patrones de conducta cuando el individuo necesita
resolver su problemática vital y carece de imágenes propias.
Por su parte, el estereotipo es una percepción simplificada y uniformada, positiva
o negativa, acerca de las características o conducta que se espera de los miembros
de un grupo identificable. Contribuye a las imprecisiones de percepción al ignorar
las diferencias individuales, ya que en esencia es un atajo que permite otorgar
cierto orden al complejo mundo social en el que todos interactúan. A pesar de su
estrechez de miras, puede afirmarse que el estereotipo es útil, ya que proporciona
una hipótesis en funcionamiento, aunque por otro lado es innegable que va de la
mano del prejuicio. 12
Lo dicho hasta el presente permite retomar la definición inicial de retórica. Si por
ella se entiende “el arte de expresarse bien para persuadir en público”, es plausible
añadir ahora que esa buena expresión es algo calculado, no espontáneo, que se
basa directamente en lo que todos dan por sabido y que apunta más bien a
conmover mediante lo que resulta verosímil, que no a convencer según razón. 13
La argumentación retórica se desarrolla a través de dos líneas diferentes, aunque
relacionadas entre sí: la narración (narratio) y la argumentación (argumentatio).
La primera constituye un preámbulo o prólogo destinado a predisponer
favorablemente al receptor, utilizando una exposición calculada de los hechos y
acontecimientos. Como la objetividad no es garantía suficiente para la persuasión,
la narración se basará en lo verosímil.
La narración da paso al auténtico lugar de la prueba retórica: la argumentación,
que culmina la vía racional y puede seguir dos líneas complementarias: las pruebas
artificiales y las sin artificio. Mientras las segundas apenas poseen interés
suasorio, las artificiales son desarrolladas con prolija meticulosidad. El modelo
12
13
VERDERBER, RUDOLPH F. ¡Comunícate! 9ª edición. International Thomson Editores. México, 1999; pp. 40-41.
PRIETO CASTILLO, DANIEL. Op. Cit., pp. 21-24.
8
propone dos tipos: por inducción retórica (el ejemplo) y por deducción retórica
(los argumentos).
El ejemplo es una prueba extrínseca, externa al asunto, que el emisor utiliza
analógicamente para inducir determinados efectos. Basado en la historia, la
literatura, la máxima de autoridad, etc., pretende que el receptor responda de
forma idéntica ante lo evidente (situado fuera) que ante lo dudoso o probable (el
propio asunto).
Los argumentos permiten pasar de lo apenas posible al convencimiento. La
prueba por excelencia es el entimema, o silogismo retórico. Esta argumentación
entimemática se fundamenta en sus propias premisas. En el modelo clásico,
especialmente en Aristóteles, consiste en pasar de lo general a lo particular a partir
de la adhesión común que merecen las premisas generales. 14
Independientemente del poder suasorio de ejemplos y argumentos, lo que dota al
discurso retórico de su especial persuasividad es su excedente de sentido. En un
mensaje se pueden establecer dos formas de significación: una que asume a los
signos en su significado literal (sentido directo), y otra que parte de que el
significado funciona de forma indirecta (sentido figurado).
Esta dicotomía no implica poner en entredicho la semántica de los signos, sino el
establecimiento de otra semántica o la ampliación de su campo de acción. Para
explicar tales fenómenos la semántica tendría sin embargo que proponer un
modelo bastante complejo en el cual se especificaran las reglas de estas
transformaciones de sentido y las consecuencias que tienen para la estructura del
código y de sus usuarios. Pero el hecho es que los sentidos figurados marcan un
ámbito de asociaciones semánticas muy amplio, que a pesar de su complejidad es
relativamente fácil de entender por los hablantes cuando aparecen.
Estas expresiones pueden afectar el nivel sintáctico del lenguaje o bien conjuntar
campos semánticos de distinta índole. Lo característico de estas expresiones es que
su lógica implica una asociación de pensamiento para ser coherente, una operación
donde los semas (rasgos pertinentes de un signo) deben interpretarse como
exponentes de otro u otros (en la imaginación), o donde deben darse por
14
VÁZQUEZ SANTIAGO, IGNACIO. Op. Cit., pp. 56-57.
9
entendidos los que faltan o los que sobran, lo que implica establecer un sistema de
interrelaciones semánticas. Es importante reconocer que a pesar de que en el
enunciado, en la expresión que se lee, se cometa una aparente impropiedad, el
lector es capaz de ajustarla dándole a su interpretación un sentido adecuado, pues
dichas operaciones están diseñadas para propiciar sin lugar a dudas la activación
de ese ajuste. Leídas en un sentido literal, lo que expresan en bastante ilógico, pero
la figura nace de la confianza de que se entenderá en otro nivel, el nivel
figurado. 15
Hablar de un nivel figurado de la comunicación exige explicar los términos de
connotación y denotación. La primera radica en el significado que tienen los
signos explícitamente y la segunda es el significado que queda implícito en los
mismos. La denotación es, en principio, un nivel donde se establece una relación
simple entre el signo y su significado, sin la participación de ningún elemento
retórico. Es la vinculación más directa de un lenguaje con el mundo de los objetos
a los que hace referencia. La connotación, en cambio, es la dimensión retórica del
signo. En la connotación la ideología se hace más palpable; es el nivel en el cual
una cultura determinada puede expresar más fácilmente su ideología. Connotación,
pues, es todo aquello que, a través de signos, es capaz de evocar, excitar, sugerir o
implicar algo de modo neto o impreciso.
Los signos denotativos, entonces, serán siempre vehículos de las connotaciones, y
dichas connotaciones, a su vez, pueden nacer –y suelen hacerlo- de la reunión de
varias denotaciones. 16
Se puede afirmar, entonces, que la denotación lleva hacia una significación
primaria, donde lo esencial es su función referencial, y que la connotación se
dirige a una función metalingüística y a la poética del signo, o sea, a un
significado menos directo, pero más enriquecido. Esta especie de sentido figurado
es, precisamente, el campo de la retórica.
La retórica rompe con los significados denotativos, y provoca las connotaciones. A
partir de ese sentido figurado que adquiere el signo connotativo, el discurso ejerce
la persuasión del receptor desde formas en las que los lenguajes son forzados,
15
TAPIA, ALEJANDRO. De la retórica a la imagen. 1ª edición. Universidad Autónoma Metropolitana. México, 1991; pp. 34-35.
LÓPEZ R ODRÍGUEZ, JUAN MANUEL. Semiótica de la comunicación gráfica. 1ª edición. EDIMBA-Universidad Autónoma
Metropolitana, campus Azcapotzalco. México, 1993; pp. 313-314.
16
10
violentados, para lograr una mayor participación del receptor. Sin embargo, al
entenderse que el signo implica una relación, un proceso, que no siempre es
común a todos los miembros de un público, la finalidad de la retórica es inclinar al
público a captar un mismo sentido (connotación programada).
Así, puede concluirse que la retórica es:
•
Un conjunto de desvíos… (alteraciones notadas del grado cero, que no
presentan ningún carácter sistemático, por lo que son imprevistas, y se oponen
a otro tipo de alteración, éste sí sistemático, que es la convención. Como su
nombre lo indica, la convención une al emisor con el receptor sin crear, claro
está, ninguna sorpresa. Es una forma de desvío, cuyo objetivo, como el de éste,
es atraer la atención sobre el mensaje más bien que sobre el sentido).
•
...susceptibles de autocorrección. (es decir, que modifican el nivel normal de
redundancia de la lengua, infringiendo reglas o inventando otras nuevas.
Sabido es que el lenguaje es redundante en todos los niveles, es decir, que se
repite. Esta práctica nada económica se debe a que quiere asegurar a los
mensajes lingüísticos cierta inmunidad con respecto a los errores de
transmisión. El índice de redundancia global del lenguaje escrito ha sido
medido: para las lenguas romances, como es el caso del español, estaría muy
cerca del 55%. Esto significa que si se suprime al azar el 55% de sus unidades
de significación, un mensaje podría no obstante ser comprendido. Esta
propiedad del código es designada con el nombre de autocorrección de errores).
Si se reemplaza la alteración no significativa y aleatoria que constituye el error, por
la alteración significativa llamada desvío, se puede entender a plenitud la finalidad
de la retórica: que el autor cree desvíos para que el lector los reduzca. Esta
reducción no es otra cosa que una autocorrección, y sólo es posible en la medida
exacta en que el índice de alteración no ha sobrepasado el índice de
redundancia.
El desvío creado por un autor es percibido por el lector gracias a una marca y
reducido inmediatamente después gracias a la presencia de una invariante. La
necesidad de la primera se explica porque, al estar el discurso basado en un doble
movimiento de creación y de reducción de los desvíos, es preciso que estos desvíos
sean cubiertos por el lector o el oyente. Tienen, pues, que ser señalados por esa
11
marca. Toda figura altera el índice de redundancia del discurso, ya reduciéndolo, ya
aumentándolo. Como el nivel normal de redundancia constituye un saber implícito
de todo usuario de una lengua, toda alteración positiva o negativa de este nivel es
una marca.
En lo que respecta a la invariante, se puede afirmar que en un discurso que
contiene figuras retóricas, se pueden distinguir dos partes: la que no está
modificada, o base, y la que ha sufrido desvíos retóricos. Por otra parte, un
enunciado con figuras retóricas conserva con su grado cero cierta relación que no
es gratuita, sino sistemática. Es a este hilo conductor al que designaremos con el
nombre de invariante, y se podrá operar la reducción de los desvíos apoyándose,
por un lado, en la parte no figurada del discurso, y por otro, en las invariantes que
subsisten en la otra.
El conjunto de estas operaciones, tanto las que se desarrollan en el productor,
como las que tienen lugar en el consumidor, produce un efecto estético específico
que se puede llamar ethos, un estado afectivo suscitado en el receptor por un
mensaje particular, cuya cualidad específica varía en función de cierto número de
parámetros. Entre éstos, hay que conceder un lugar importante al propio
destinatario. Este ethos es el verdadero objeto de la comunicación retórica. 17
Toda figura retórica produce un efecto, y es incluso a través de éste como las
figuras han sido descritas, analizadas y clasificadas. La producción del ethos es, con
seguridad, un fenómeno psicológico complejo, y por lo tanto individual, basado al
mismo tiempo en una estructura mítica colectiva (la cultura) y en estímulos
semióticos precisos (la figura y lo que la rodea). 18
I. 3
Operaciones y figuras retóricas.
La retórica también puede definirse como un conjunto de operaciones sobre el
lenguaje con la finalidad de dotar a los mensajes de un excedente de sentido.
Existen dos grandes familias de operaciones retóricas: las sustanciales y las
relacionales. Las primeras alteran la sustancia misma de las unidades en las que
17
18
GRUPO μ. Retórica general. 1ª edición. Ediciones Paidós. España, 1987; pp. 82-91.
GRUPO μ. Tratado del signo visual: para una retórica de la imagen. 1ª edición. Ediciones Cátedra. España, 1993; p. 256.
12
operan, mientras que las segundas se limitan a modificar las relaciones de posición
que existen entre estas unidades.
Las operaciones sustanciales pueden ser de dos clases: de supresión y de
adjunción de unidades. Es posible también una mixtura de estas dos clases de
operaciones sustanciales, que puede denominarse de sustitución (supresiónadjunción).
En lo que respecta a las operaciones relacionales, son considerablemente más
simples, puesto que se limitan a alterar el orden lineal de las unidades, sin
modificar la naturaleza de las mismas. Se trata en realidad del intercambio (o
conmutación, o intercambio, o permutación), la cual puede ser de cualquier tipo o
por inversión. 19
Descritas las cuatro operaciones retóricas básicas (supresión, adjunción,
sustitución e intercambio), puede intentarse una taxonomía de figuras retóricas
(o metáboles), entendiendo a éstas como una serie de fórmulas dispuestas a
llenarse de sentido: así como una fórmula matemática puede ajustarse a muy
variadas cifras, manteniendo siempre la igualdad, la figura acepta los más diversos
contenidos, pero lo que mantiene es la credibilidad y la verosimilitud. Las
expresiones figuradas sirven no obstante para crear sentidos nuevos, que causan
una sorpresa, economizan el discurso y producen una especie de shock semántico.
Se generan para llamar la atención, para producir una impresión (a veces la de lo
inusitado) y por ello son propicias para convencer o conmover. Su constitución
puede variar en las distintas formas gramaticales (sustantivos, verbos y adjetivos). 20
Los intentos por clasificar las metáboles son incontables y con frecuencia los
resultados son demasiado dispares entre sí; a juicio del que esto escribe, una de las
taxonomías más completas y fundamentadas en un criterio lógico y secuencial es la
propuesta del Grupo µ, que relaciona las cuatro operaciones retóricas con cuatro
dominios:
•
Dominio de los metaplasmos. Este dominio es el de las figuras que actúan
sobre el aspecto sonoro o gráfico de las palabras (nivel morfológico).
19
20
GRUPO μ. Retórica general. Op. Cit., pp. 91-92.
TAPIA, ALEJANDRO. Op. Cit., p. 35.
13
•
Dominio de las metataxis. Es el dominio de las figuras que actúan en la
estructura de la frase (nivel sintáctico).
•
Dominio de los metasememas. Un metasemema es una figura que acarrea un
cambio de significado en las expresiones (nivel semántico).
•
Dominio de los metalogismos. Figuras de pensamiento que modifican el valor
lógico de la frase y por consiguiente ya no están sometidas a restricciones
lingüísticas (nivel lógico). 21
De la relación entre las operaciones y los dominios resultan grupos bien
diferenciados que incluyen una amplísima variedad de metáboles, que según varios
autores se cuantifican por centenas. 22
En la siguiente página se presenta un cuadro que incluye las figuras retóricas más
importantes, dispuestas según la intersección de las operaciones y dominios. Más
adelante se ofrece una definición de cada una de ellas, y cabe hacer la aclaración
de que la mayoría de las definiciones han sido tomadas del Diccionario de Retórica
y Poética, de Helena Beristáin; cuando no sea éste el caso, la definición llevará su
correspondiente cita.
Por otro lado, también se incluyen –sólo en las figuras más importantes- algunos
ejemplos gráficos tomados del campo de la publicidad impresa, para establecer
más adelante los alcances de la retórica visual.
21
22
GRUPO μ. Retórica general. Op. Cit., pp. 75-76.
Ibidem, p. 95.
14
15
Dominio de los METAPLASMOS:
( 1 ) Aféresis. Consiste en eliminar letras al principio de la palabra (p.e. norabuena,
por enhorabuena).
( 2 ) Apócope. Consiste en eliminar letras al final de la palabra (p.e. algún, por
alguno).
( 3 ) Síncope. Consiste en abreviar una palabra, suprimiendo en ella letras
intermedias (p.e. Navidad, por Natividad).
( 4 ) Sinéresis. Consiste en articular en una sola sílaba, dentro de la palabra, las
vocales, contiguas o separadas por h, que no constituyen normalmente diptongo
(p.e. acreedor).
( 5 ) Anulación. Desaparece por completo una palabra, cuya ausencia se marca en
la frase con cierta inflexión melódica que, en la tipografía, se representa
convencionalmente por puntos suspensivos. 23
( 6 ) Prótesis. Consiste en alargar una palabra, agregándole al inicio o al final un
fonema de origen no etimológico (p.e. espíritu, del latín spiritu).
( 7 ) Diéresis. Consiste en alargar una palabra, agregándole una sílaba mediante la
desarticulación de un diptongo (p.e. rüido).
( 8 ) Epéntesis. Consiste en alargar una palabra, agregando en su interior un
fonema de origen no etimológico (p.e. estrella, del latín stella).
( 9 ) Palabra-cofre. Consiste en la interpretación y fusión de dos palabras que
poseen cierto número de características formales comunes (p.e. evolución +
voluptuoso = evolupción). 24
( 10 ) Paragoge. Consiste en agregar al final de la palabra un elemento que
generalmente es vocal, y que puede ser etimológico o no (p.e. voluntade).
( 11 ) Reduplicación. Consiste en producir una palabra mediante la repetición de
un elemento lingüístico, generalmente una sílaba (p.e. blablá).
23
24
GRUPO μ. Retórica general. Op. Cit., p. 104.
Ibídem, p. 105.
16
( 12 ) Insistencia. Consiste en alargar las palabras mediante el agregado repetitivo
de una de sus letras (p.e. ¡Oooooh!).
( 13 ) Rima. Resulta de la igualdad o semejanza de un sonido a partir de la última
vocal tónica en las palabras finales de los versos.
( 14 ) Aliteración. Consiste en la repetición de uno o más sonidos de fonemas en
distintas palabras próximas (p.e. el sabroso sabor de la sal).
( 15 ) Paranomasia. Consiste en aproximar expresiones que ofrecen varios
fonemas análogos (p.e. el erizo se iriza, se eriza, se riza de risa).
( 16 ) Lenguaje infantil (p.e. celebro, por cerebro).
( 17 ) Retruécano. Consiste en repetir expresiones iguales, semejantes o
antitéticas, redistribuyendo las palabras, las funciones gramaticales y/o los
significados en forma cruzada y simétrica (p.e. ni son todos los que están, ni están
todos los que son).
( 18 ) Sinonimia sin base morfológica (p.e. morir por fallecer). 25
( 19 ) Arcaísmo. Consiste en preferir el empleo de una expresión anticuada en
lugar de otra de uso contemporáneo (p.e. dello por de ello).
( 20 ) Neologismo. Consiste en sustituir una expresión de uso habitual o
tradicional por otra que guarda con ella una relación de oposición debido a que es
novedosa (p.e. gángster).
( 21 ) Invención de palabras (p.e. supercalifragilístico).
( 22 ) Préstamo. Consiste en intercalar términos pertenecientes a otras lenguas
(p.e. matutina lux, por matutina luz).
( 23 ) Anagrama. Intercambio de las posiciones de los fonemas de una palabra
(p.e. amor por Roma).
25
Ibídem, p. 109.
17
( 24 ) Metátesis. Consiste en un juego que se produce entre los fonemas al
modificar el orden de las letras en las palabras, o de las palabras en las frases (p.e.
la medusa solando chulapada, por la medusa chupando solapada).
( 25 ) Palíndroma. Se produce en aquellos enunciados que pueden leerse en
sentido inverso, conservando el mismo significado (p.e. dábale arroz a la zorra el
abad).
(26 ) Verlen. Se produce cuando dentro de las palabras intercambian su lugar no
los fonemas, sino las sílabas (p.e. medí qué saspien, por dime qué piensas).
Dominio de las METATAXIS:
( 27 ) Crasis. Consiste en formar una palabra nueva mediante la yuxtaposición de
otras dos o más que generalmente se traslapan por contracción (pérdida de letras
o de sílabas) (p.e. La secretaria Stafford sttaformidable).
( 28 ) Elipsis. Se produce al omitir expresiones que la gramática y la lógica exigen,
pero de las que es posible prescindir para captar el sentido, que se sobreentiende a
partir del contexto (p.e. este libro no te gustaría [si lo leyeras]).
( 29 ) Zeugma. Consiste en manifestar una sola vez, y dejar sobreentendidas las
demás veces, una expresión (generalmente el verbo) cuyo sentido aparece en cada
uno de dos o más miembros coordinados (p.e. Juan compró dos; Luis, uno, y Pablo,
tres).
( 30 ) Asíndeton. Afecta la forma de las frases al yuxtaponer en series
enumerativas ya sea palabras o grupos de palabras, omitiendo entre ellas los nexos
que las coordinan (p.e. otra cruza, otra vuelve, otra se enriza).
18
( 31 ) Parataxis. Relación que priva entre las oraciones que se yuxtaponen sin que
entre ellas exista subordinación (p.e. …Don Cosme viene de la calle de la Paz; allí
acude todos los días a las ocho de la mañana; alarga una mano a la canasta de los
periódicos; es un parroquiano a la lectura de papeles a cuarto. Hoy la “Revista”,
mañana el “Boletín”… Gran noticioso. Ese sabe siempre a punto fijo, de muy buena
tinta, los pormenores de la última batalla;…).
( 32 ) Paréntesis. Consiste en intercalar una oración entera dentro de otra,
sobrecargando así de elementos la línea central discursiva y haciéndola apartarse
de la dirección inicial del significado, de modo tal que se desarrolla como una
digresión (p.e. Murió en Atenas mi hijo / (¡ay, infeliz prenda amada, / no el
referir me avergüence / tu muerte, que no desaira / su queja el que la
pronuncia / a vista de la venganza); / y aunque mi valor pudiera / haberle dado
mi saña / bastante satisfacción…).
( 33 ) Concatenación. Consiste en una repetición de palabras dentro de una frase,
mismas que cambian su función sintáctica, llegando incluso a acarrear variaciones
en los significados (p.e. el gato al rato, el rato a la cuerda, la cuerda al palo).
( 34 ) Pleonasmo. Resulta de la redundancia o insistencia repetitiva del mismo
significado en diferentes significantes total o parcialmente sinónimos (p.e. lo vi con
mis propios ojos).
( 35 ) Enumeración. Procedimiento que consiste en acumular expresiones que
significan una serie de todos o conjuntos, o bien una serie de partes de un todo
(p.e. los caballos lozanos, bravos, fieros).
( 36 ) Polisíndeton. Consiste en repetir los nexos coordinantes con cada uno de
los miembros de una enumeración. Hace más patentes y distintos entre sí los
19
términos enumerados. Los nexos más usuales en esta figura son las conjunciones y,
ni, pero, o (p.e. pero viéndose solo y malherido / y el ejército bárbaro deshecho, / y
todo el fiero hierro convertido / contra su fuerte y animoso pecho).
( 37 ) Métrica. Consiste en una acumulación de equivalencias prosódicas. Afecta a
la morfosintaxis de la lengua debido a que tanto la elección de las palabras como
su distribución en el verso a fin de lograr la unidad métrica, pueden hacer que se
altere el orden que corresponde a la sintaxis ordinaria.
( 38 ) Simetría. Consiste en dividir el verso o la estrofa en partes sintácticamente
iguales, que pueden estar vinculadas sólo por una pausa o bien por una palabra
(frecuentemente un verbo o una conjunción) que funciona como eje de la
estructura (p.e. que todo lo ganaron y todo lo perdieron).
( 40 ) Silepsis (anacoluto): Se presenta como una falta de concordancia
gramatical -de género, persona, tiempo o número- entre los morfemas respectivos
de las palabras en la frase u oración (p.e. la juventud acudirá, ellos proveerán).
20
( 41 ) Hipérbaton (Tmesis). Altera el orden gramatical de los elementos del
discurso, al intercambiar las posiciones sintácticas de las palabras en los sintagmas,
o éstos en la oración (p.e. dulces daban al alma melodías).
Dominio de los METASEMEMAS:
Este dominio comprende a las figuras retóricas que también son conocidas como
figuras de significación o tropos. A lo largo de la historia de la retórica, ha habido
cierta ambigüedad en lo que respecta a la definición de tropo y figura: los tropos
son unas veces una clase de figuras, y otras veces una categoría del mismo nivel
lógico que las mismas. Para advertir mejor la diferencia, se puede adoptar la
posición de definir al tropo como la evocación de un sentido indirecto, y a la figura
como una relación entre dos o varias palabras co-presentes, lo que establece una
relación de intersección entre ambos conceptos. 26
( 42 ) Sinécdoques generalizantes. La sinécdoque se basa en la relación que
media entre un todo y sus partes. También puede entenderse como la designación
de un objeto por el nombre de otro objeto con el cual forma un conjunto,
hallándose la existencia o la idea del uno comprendida en la existencia o idea del
otro, de tal modo que las sinécdoques dan a entender o más o menos de lo que las
palabras significan literalmente. La sinécdoque generalizante expresa lo particular
por medio de lo general. Es una sinécdoque deductiva que opera en las relaciones
parte/todo, género/especie, obra/materia y en la relación numérica plural/singular
(p.e. todo el mundo lo dice).
26
TODOROV, TZVETAN. Teorías del símbolo. 2ª edición. Monte Ávila Editores. Venezuela, 1991; pp. 120-121.
21
( 43 ) Comparación (o símil). Consiste en realzar un objeto o fenómeno
manifestando, mediante un término comparativo (cómo o sus equivalentes) la
relación de homología, que entraña -o no- otras relaciones de analogía o
desemejanza que guardan sus cualidades respecto a las de otros objetos o
fenómenos (p.e. Porque se cae su cuerpo / como fruta madura).
( 44 ) Metáfora in presentia. La metáfora es una comparación abreviada y
elíptica (sin el verbo) (p.e. sus cabellos (son) de oro). Se le ha llegado a definir
también como la unión de dos sinécdoques. La metáfora in presentia (en presencia)
es aquella en la que aparecen explícitos ambos términos (p.e. el cubo de sal, los
triangulares / dedos de cuarzo: el agua / lineal de los diamantes: el laberinto…).
22
( 45 ) Asemia. Ausencia deliberada de toda posibilidad de significación en un
término.
( 46 ) Sinécdoques particularizantes. O inductivas, en las que lo amplio es
expresado mediante lo reducido (p.e. tiene quince primaveras).
( 47 ) Arquilexia. La lexia es una unidad léxica de la lengua. Hay lexias simples
(p.e. calle), compuestas (p.e. boca-calle) y complejas (p.e. caballo de mar). Como
unidad de lengua se opone a unidades fortuitas discursivas (p.e. caballo de
23
carreras) creadas por el emisor. La arquilexia representa, en cambio, sobre el plano
del significante, al conjunto de los semas comunes a dos o más lexias.
( 48 ) Metáfora in absentia. A diferencia de la metáfora en presencia, la metáfora
in absentia (en ausencia) no está a medio camino entre la comparación y la
metáfora; según la tradición, constituye la verdadera metáfora, intraducible y no
parafraseable, cuyas implicaciones semánticas pueden ser inclusive inagotables y
muy intrincadas (p.e. tiene el amor feroces / galgos morados / pero también sus
mieses / también sus pájaros).
( 49 ) Metonimia. Sustitución de un término por otro cuya referencia habitual con
el primero se funda en una relación existencial, que puede ser: causal (la causa por
el efecto, o viceversa; p.e. tocado por Baco), espacial (del continente por el
contenido, p.e. había una rica mesa) o espacio/temporal (basada en una
convención cultural, p.e. defendió la cruz -al cristianismo-).
Es frecuente confundir la metonimia con la metáfora y la sinécdoque. La diferencia
entre metonimia y metáfora consiste en que mientras el espacio metonímico
concierne a la organización referencial, el proceso metafórico concierne a la
organización sémica. La diferencia entre metonimia y sinécdoque consiste en que
en la primera el objeto cuyo nombre se toma subsiste independientemente del
24
objeto cuya idea se evoca, sin que ambos objetos formen parte de otro objeto que
los abarque dentro de la misma totalidad, mientras que en la segunda ambos
objetos constituyen un conjunto en el que son, respectivamente, el todo y la parte.
( 50 ) Oxímoron. Resulta de la relación sintáctica de dos antónimos, lo que la
convierte en una especie de paradoja y una especie de antítesis abreviada que le
sirve de base. Involucra generalmente dos palabras o dos frases, contiguas o
próximas, a pesar de que una de ellas parece excluir lógicamente a la otra (p.e. en
poco mar de luz ve oscuras ruinas).
Dominio de los METALOGISMOS:
( 51 ) Lítote. Consiste en que, para mejor afirmar algo, se disminuye, se atenúa o
se niega aquello mismo que se afirma, es decir, se dice menos para significar más
(p.e. conoce poco este asunto, por lo ignora totalmente).
( 52 ) Reticencia. Se realiza al omitir una expresión, lo que produce una ruptura
del discurso que deja inacabada una frase que pierde, así, parte de su sentido. Los
25
puntos suspensivos sustituyen aquello que resulta embarazoso decir y que por eso
se omite y se deja sobreentendido con cierta imprecisión.
( 53 ) Hipérbole. Exageración o audacia que consiste en subrayar lo que se dice al
ponderarlo con la clara intención de trascender lo verosímil, es decir, de rebasar
hasta lo increíble. Se trata de una de una intensificación en dos posibles
direcciones: aumento del significado o disminución de éste. Suele presentarse
combinada con otras figuras, principalmente metáforas, prosopopeyas,
gradaciones, eufemismos, lítotes y aún reticencias, pues el silencio puede llegar a
producir un efecto hiperbólico (silencio hiperbólico).
(54) Repetición. Consiste en la reiteración de palabras idénticas o de igualdad
relajada, o bien en la igualdad de significación de las palabras. Suele darse en
contacto, es decir, en palabras contiguas, o bien a distancia. Su efecto estilístico es
rítmico, melódico y enfático.
26
(55) Pleonasmo. Resulta de la redundancia o insistencia repetitiva del mismo
significado en diferentes significantes total o parcialmente sinónimos y, en
ocasiones, de naturaleza parafrástica, entendiéndose por paráfrasis un enunciado
que describe el significado de otro enunciado.
(56) Antítesis. Consiste en contraponer una ideas a otras (cualidades, objetos,
afectos, situaciones), con mucha frecuencia a través de términos abstractos que
ofrecen un elemento en común, semas comunes (p.e. ayer naciste y morirás
mañana).
( 57) Eufemismo. Estrategia discursiva que consiste en sustituir una expresión
dura, vulgar o grosera por otra suave, elegante o decorosa, y que se realiza por una
serie de variados motivos (por cortesía, por respeto, por atenuar piadosamente un
defecto, por tabúes de diferente naturaleza y por razones políticas o diplomáticas).
Se logra mediante el empleo de otras figuras, como la sinonimia, la perífrasis, la
metáfora, la lítote, la alusión, etc.
27
(58) Alegoría. También llamada metáfora continuada, porque a menudo está
hecha de metáforas y comparaciones; se trata de un conjunto de elementos
figurativos usados con valor traslaticio y que guarda paralelismo con un sistema de
conceptos o realidades, lo que permite que haya un sentido aparente o literal que
se borra y deja lugar a otro sentido más profundo, que es el único que funciona y
que es el alegórico. En otras palabras, en la alegoría, para expresar poéticamente
un pensamiento, a partir de comparaciones o metáforas se establece una
correspondencia entre elementos imaginarios.
(59) Fábula. Apólogo (breve narración) de un suceso de cuya ocurrencia se
desprende una enseñanza para el lector, llamada moraleja. Se trata de un género
didáctico mediante el cual suele hacerse crítica de las costumbres y de los vicios
locales, pero también de las características universales de la naturaleza humana en
general (parábola). En la fábula puede haber tendencia realista o fantástica.
(60) Ironía. Consiste en oponer, para burlarse, el significado a la forma de las
palabras en oraciones, declarando una idea de tal modo que, por el tono, se pueda
comprender otra contraria.
28
(61) Paradoja. Aproxima dos ideas opuestas y en apariencia irreconciliables, que
manifestaría un absurdo si se tomaran al pie de la letra, pero que contienen una
profunda y sorprendente coherencia en su sentido figurado.
(62) Inversión lógica (silogismo). Una de las operaciones que la lógica clásica
tradicional admitía como operación lógica válida. Consiste en cambiar el sujeto por
su contradictorio como inferencia a partir del juicio original. La lógica moderna, al
tratar los juicios aristotélicos como funciones proposicionales, cambia
notablemente el sentido lógico de estas operaciones, por lo que hoy día estas
propiedades no tienen en realidad apenas importancia lógica, aunque sí pueden
ayudar al dominio lógico del lenguaje. La inversión permite, por ejemplo, una
inferencia admitida por la lógica tradicional como: Todos los hombres son mortales
Algunos no-hombres son inmortales, lo que ciertamente no es una
transformación válida y no es admisible considerarlas como proposiciones
lógicamente equivalentes, pues no tenemos conocimiento alguno acerca de la
existencia de no-hombres.
(63) Inversión cronológica. La causa tiene, frente al efecto, una prioridad lógica y
temporal, pero en esta figura retórica se invierten los papeles y sucede una
29
deconstrucción que utiliza el mismo principio que deconstruye; así, el efecto, al ser
lo primero que se experimenta, es a la vez la causa que lleva a buscar la causa. 27
I. 4
Retórica de la imagen.
Uno de los más recientes campos de acción de la retórica, a partir de su
resurrección, es el de la imagen, debido principalmente a la gran influencia de ésta
en las civilizaciones contemporáneas a raíz de la revolución tecnológica en el
campo de las comunicaciones impresas y electrónicas.
Roland Barthes, en su ya célebre ensayo Retórica de la imagen, encuentra tres
tipos de mensaje en la imagen: uno lingüístico, otro icónico codificado y uno
más icónico no codificado.
El mensaje lingüístico. Es notable aún hoy en día la frecuencia en que texto e
imagen se asocian, aunque la relación entre ambos no parece haber sido
suficientemente estudiada. Las funciones del mensaje lingüístico respecto al doble
mensaje icónico parecen ser dos: una función de anclaje y otra de relevo. La
primera, al ser la imagen polisémica, permite fijar la cadena flotante de significados
para así eliminar la incertidumbre provocada por los signos inciertos y ayudar el
lector a encontrar un nivel adecuado de percepción e interpretación. Esta función
es muy común en la fotografía y la publicidad.
La función de relevo es más rara, y se encuentra sobre todo en el humor gráfico, el
cómic y el cine, donde la palabra (casi siempre un fragmento de diálogo) y la
imagen están en relación complementaria, de manera que las palabras son
fragmentos de un sintagma más general, con la misma categoría que las imágenes,
y la unidad del mensaje tiene lugar a un nivel superior: el de la historia, la anécdota,
la diégesis.
El mensaje icónico no codificado. En la captura de imágenes mediante artilugios
tecnológicos, como la fotografía y el cine, la relación entre significado y significante
no es de transformación mediante un código, como sucede con la pintura o el
dibujo, sino de registro. La ausencia de código provee la impresión de naturalidad,
27
VIÑAS PIQUER, DAVID. Historia de la crítica literaria. 3ª. Impresión. Ed. Ariel. España, 2008; p. 530.
30
de realidad; sin embargo, la irrealidad de una fotografía o de un filme se hace
patente al constatar que no constituye en absoluto una presencia, sino una mera
ilusión.
La imagen denotada, en la medida en que no implica código alguno, desempeña
en la estructura general del mensaje icónico un papel particular: volver natural al
artificio, darle a lo connotado una apariencia de denotación.
El mensaje icónico codificado. Los signos de este mensaje simbólico, cultural o
connotado, suelen ser discontinuos. Los significantes de connotación son
específicos según la sustancia elegida. Se llamarán connotadores a estos
significantes y retórica al conjunto de connotadores: la retórica, por lo tanto,
aparece como la cara significante de la ideología.
La retórica de la imagen es específica en la medida en que se encuentra sometida a
las condiciones físicas de la visión, pero es general en la medida en que las figuras
no son nunca sino relaciones formales entre elementos. 28
Por otro lado, Umberto Eco plantea las condiciones para una retórica de la
imagen:
•
Una lectura de los tratados de retórica para trazar el sistema más completo
posible de figuras, ejemplos y argumentos retóricos, para aplicarlos luego a un
vasto elenco de situaciones verbales y visuales extraídas de los anuncios
publicitarios.
•
Aceptar los repertorios de figuras verbales de la retórica clásica.
•
Ligar las situaciones visuales de la publicidad, bajo la rúbrica de titulación de las
figuras, con los ejemplos y argumentos de la retórica clásica.
•
Cuando hallemos soluciones visuales no reducibles a soluciones verbales
codificadas por la retórica clásica, deberemos ver si en tal caso estamos ante el
nacimiento de artificios visuales de un nuevo tipo y si estos consienten la
catalogación y la comparación. 29
28
BARTHES, ROLAND. Lo obvio y lo obtuso: imágenes, gestos, voces. 2ª reimpresión. Ediciones Paidós Ibérica. España, 1995; pp.
29-46.
29
ECO, UMBERTO. La Estructura Ausente. Ed. Lumen. España, 1975; p. 295.
31
I. 5
Hacia una retórica fílmica.
El análisis de textos fílmicos puede emprenderse desde muy variadas disciplinas
(semiótica, psicoanálisis, sociología, etc.). Cualquier aproximación, por muy
heterogénea que sea su procedencia, empieza por fijarse unos objetivos
determinados y, de acuerdo a ellos, proponer unos instrumentos metodológicos
que se consideren pertinentes para la obtención de resultados satisfactorios.
La poética fílmica es el estudio general de la construcción de los textos
cinematográficos. Es decir, la disciplina integradora de las demás aproximaciones:
la narrativa, la pragmática, la estética y la retórica fílmicas, por citar las más
relevantes. Así, en el espacio concreto del texto fílmico, caracterizado por la mezcla
de múltiples sustancias expresivas, sus convergencias tecnológico–creativas y sus
amplias funciones industriales, comunicativas y artísticas, la poética, como estudio
de la construcción del filme en su conjunto, resulta de facto la disciplina adecuada
para englobar a nivel teórico a las demás.
La narrativa fílmica se encarga del estudio de las obras cinematográficas
narrativas, es decir, los textos que exponen un relato, que cuentan una historia. El
hecho de que el cine hegemónico de ficción sea en esencia narrativo, ha
convertido a la disciplina en la corriente mayoritaria a la hora de estudiar el mismo.
Sin embargo, la poética de un texto es previa a su configuración como relato o no.
Hay dos planos de análisis en una narración cinematográfica. La historia o
contenido narrativo (qué), compuesta por el espacio, el tiempo, los personajes y
las acciones, y el discurso (cómo), la forma de plasmar fílmicamente ese contenido
por medio del tratamiento de las sustancias expresivas (principalmente la imagen y
el sonido). Es decir, el discurso narrativo se entiende siempre en relación a la
historia a la que da forma, lo que lo distingue del discurso retórico, más desligado
de elementos de contenido concretos a los que obedecer o contradecir. Aún así,
son bastantes los puntos de confluencia entre la narrativa y la retórica cuando el
objeto analizado es un texto ficcional.
La pragmática fílmica analiza la relación con los receptores de la comunicación
cinematográfica y las circunstancias o contextos del consumo de películas. Al igual
que la retórica, sitúa, por lo tanto, al usuario del proceso comunicativo, en este
caso el espectador, como centro de su materia de estudio, si bien la diferencia
32
entre una y otra disciplina redunda en que mientras la pragmática aborda el
proceso desde el acto de recepción, la retórica lo hace desde el texto,
desentrañando su carácter persuasivo, y previamente en las intenciones de cara a
influir en el usuario manifestadas por el emisor.
La estética fílmica es la perspectiva de estudio a la que se encomienda la vertiente
estrictamente artística del cine, entendida ésta como el análisis formal puro
desligado de connotaciones ajenas a los propios conformantes tecnológico–
expresivos del texto fílmico. La estética, por lo tanto, incidirá en los aspectos
discursivos correspondientes a la plasmación visual y auditiva de las películas (la
escenografía, la fotografía, etc.) y a sus posibles articulaciones.
La retórica fílmica es un campo teórico cuyo desarrollo se encuentra apenas en
proceso. Tiene una doble vertiente de investigación:
•
La comunicación persuasiva. Este enfoque abarca un amplio espectro de
análisis retóricos determinados: desde la enunciación de las líneas de
persuasión históricas hegemónicas en el cine, hasta la naturaleza esencialmente
seductora del dispositivo cinematográfico de cara al espectador, pasando por
estudios centrados en aspectos intencionales puntuales (por citar un ejemplo,
cómo se produce la transmutación de las convicciones de un espectador, o en
la evidente proliferación de estructuras persuasivas de carácter hedonista en la
postmodernidad fílmica).
•
La construcción textual retórica. En este campo hay dos áreas de análisis: las
estructuras de elaboración y organización del discurso, y la utilización de las
figuras retóricas dentro de un filme. 30
30
RAJAS, MARIO. Introducción al análisis retórico del texto fílmico, en Ícono14, Revista de Comunicación y Nuevas Tecnologías,
N°5. Madrid, 2005; http://www.icono14.net/index.php/es/revista/historico/ano-3-2005/no-5-retorica
33
C A P Í T U L O
I I
metáfora
II. 1
Origen y evolución histórica.
Antes de entrar de lleno al tema de la metáfora, conviene hacer una breve revisión
histórica de su conceptuación, puesto que tanto esta figura como la retórica que la
envuelve se han caracterizado por ser objeto de innumerables estudios,
discusiones, polémicas y hasta olvidos. La metáfora, según la concebían los
antiguos, no es ahora, por lo menos no del todo, lo mismo. Ha pasado por
periodos de exaltación, pero también por épocas de vituperio, como cuando se
consideró excesiva su hegemonía sobre el resto de las figuras retóricas.
Antes de Aristóteles, ya Sócrates y Platón habían hablado de la metáfora; para el
primero, ésta formaba parte integrante de la retórica, y era útil para ganar
discusiones, convencer y razonar, como parte de la técnica mayéutica que él
gustaba tanto de practicar con sus discípulos. Platón, por su parte, reconoció el
poder de esta figura para persuadir, pero criticó a los filósofos que hacían uso de
juegos verbales para alejar a otros de la verdad. Así, en el mundo griego la
metáfora era un poderoso método de argumentación al que se miraba con
sospecha por su susceptibilidad a ser utilizado en perjuicio de la sabiduría. Sin
embargo, el primer análisis detallado sobre la metáfora lo encontramos en
Aristóteles. Según él, es una especie de desvío del uso normal del lenguaje, puesto
que afirma que a algo se le aplica un nombre que en propiedad pertenecería a otra
cosa. De ahí que se diferencie del uso normal de la lengua.
La visión que dejaron los griegos, por lo tanto, es la de un uso desviado, que sirve
para llamar la atención sobre similitudes ocultas y que, de ser mal utilizado,
34
puede dar lugar a inflamación de pasiones y sofismo. De ahí que gran parte de la
retórica de la Edad Media (que tuvo en Aristóteles su principal influencia en
muchos campos) se preocupara fundamentalmente por el decoro, el uso correcto
de las figuras para que cumplieran su función de embellecimiento.
Más tarde Cicerón, en De Oratore; Horacio, en Ars Poetica, y Longino, en De lo
Sublime, confirmaron esta preocupación por el decoro, insistiendo en los principios
de armonía, adecuación y congruencia. Así, Cicerón veía en la figura un medio para
producir un efecto decoroso en el habla, mientras que Horacio le atribuía la
facultad de presentar relaciones armoniosas entre elementos. Longino parecía
estar más preocupado por el abuso metafórico, pues según él dicha figura sólo
debía usarse en ocasiones apropiadas y nunca habrían de darse más de dos (como
mucho tres) en el mismo pasaje.
Quintiliano, en De Institutio Oratoria, afirma que el término metáfora es el
equivalente de translatio, que se trata de un tropo y que por ello es la alteración
artística de una palabra o frase de su propio significado a otro. La Rhetorica ad
Herennium, hasta hace poco atribuida a Cicerón, retoma de nuevo el concepto de
decoro, y deplora el uso de metáforas inusuales o inadecuadas.
A lo largo de Edad Media se le da un giro religioso a la figura, y se considera que
el mundo es una especie de libro lleno de metáforas creado por Dios para que el
hombre las interprete. Por lo tanto, gozan de la aprobación de los eruditos aquellas
metáforas que tengan principalmente una finalidad didáctica, lo cual no quiere
decir que se renunciara a ellas en la literatura. Dante intenta una categorización,
distinguiendo entre significado literal, alegórico, analógico y tropológico.
El racionalismo y el empirismo que surgen en el siglo XVII comienzan a
considerar esta figura desde el punto de vista puramente estilístico, y crean el
ideal de un estilo plano, que reclama la claridad de la lengua; así, la metáfora se ve
como un ornamento superfluo. Tanto Locke como Johnson defienden un estilo
menos ampuloso, y surge el concepto de la sustitución, según el cual la figura
puede ser reemplazada por una paráfrasis literal sin pérdida de significado, con lo
cual se estaría hablando de un recurso alternativo del lenguaje.
35
En el siglo XIX se imponen las teorías de Shelley, Wordsworth y Coleridge, que
niegan de modo rotundo el carácter exclusivamente ornamental de la metáfora y
reivindican el poder creador de dos elementos esenciales: fantasía e imaginación.
Sólo existiría una diferenciación entre literal y metafórico en aquellas sociedades
que hayan desarrollado la capacidad del pensamiento abstracto, y entonces la
metáfora ya no sería un mero embellecimiento de los hechos, sino una manera de
experimentarlos, una proyección de la verdad a través de la imaginación. Según
Coleridge, la función principal de la imaginación sería fundir en uno, rasgo propio
de la metáfora. Así, el proceso por el que las palabras constituyen una realidad en
sí mismas y la superponen al mundo real a través de la imaginación se llamaría
metáfora. De esto se desprende que no se puede considerar que dicha figura
envuelva a un pensamiento preexistente, sino que sería el pensamiento
propiamente dicho.
Ya en el siglo XX, el positivismo lógico se adueña del panorama; así, las
expresiones tendrían significado en tanto sean verificables y se ajusten a la
realidad. Por lo tanto, la metáfora, por tener referentes ambiguos y valor real muy
dudoso, tendría un estatus extralógico, con lo cual se crea la visión tradicional de
la metáfora como evocadora de emociones más que representativa de la verdad
objetiva.
A partir de Richards (1936) el panorama tan desastroso para la metáfora va a
cambiar totalmente, y se van a suceder vertiginosamente estudios que tratan de
penetrar en los mecanismos cognitivos que desencadenan estas figuras en el
receptor. De esta forma, las aproximaciones a la metáfora se han vuelto más
conciliadoras e incluso recurren a varias disciplinas para entenderla, pues la
compleja naturaleza de esta figura parece requerir una integración interdisciplinar.
Así, se aúnan la semántica, la pragmática y la lógica, entre otros campos de
estudio, para poder dar cuenta de un fenómeno tan sumamente tortuoso. Las
conclusiones que se pueden extraer de las últimas investigaciones realizadas en
torno a la metáfora arrojan los siguientes resultados:
•
La metáfora no es exclusiva de la literatura, ya que el discurso diario está
plagado de ellas, aunque con frecuencia responde a una mera necesidad, lo que
la convierte a veces en una inopia léxica, que se puede denominar catácresis
36
de metáfora, metáfora muerta, fósil, léxica o lingüística (p.e: “la pata de la
mesa”).
•
Los mecanismos interpretativos de la metáfora y los del lenguaje literal son
similares; por lo tanto, ha de haber una equiparación de ambos, al menos en
los niveles más superiores.
•
Parece muy poco probable que la interpretación metafórica se base en un
proceso de dos fases, literal y metafórica. Los resultados de los estudios
realizados parecen apuntar a que en muchas ocasiones el primer paso, o sea, la
interpretación literal, no se da, lo cual avalaría el punto anterior.
•
El contexto es un factor esencial para la comprensión tanto del lenguaje literal
como del metafórico.
•
La metáfora crea similitud entre dos elementos, es decir, no se basa en una
analogía ya existente, sino que la engendra por sí misma, basándose en
nuestros conceptos metafísicos.
•
La pragmática es un vehículo muy útil para el estudio de las metáforas en el
medio en que se producen, aunque no es capaz por sí sola de explicar esta
figura.
•
No es posible dar cuenta de todas las formas externas en que aparece la
metáfora, pues su variedad es casi ilimitada. 31
II. 2
Concepto.
La metáfora es una figura retórica en la cual la semejanza sirve como motivo para
la sustitución de una palabra literal desaparecida o ausente por una palabra
figurativa; implica una comparación, aunque abreviada y elíptica (sin el verbo). 32
Esta figura retórica obtiene su nombre del concepto de traslación griego, y
consiste, precisamente, en el acto de trasladar el significado de un sema (unidad
mínima significativa) a otro, a condición de que tanto el sema original como el que
le sustituye tengan rasgos comunes para poder subsistir uno en lugar de otro;
estos semas no comunes permiten reducir a la metáfora al lenguaje corriente y,
además, determinan la originalidad de la figura. A pesar de la aparente distancia
31
32
SAMANIEGO FERNÁNDEZ, EVA. La traducción de la metáfora. 1ª edición. Universidad de Valladolid. España, 1996; pp. 3-27.
BERISTÁIN, HELENA. Op. Cit., p. 310.
37
semántica de ambos términos, hay siempre cierta analogía entre ellos, similitud
que vincula al término metafórico con el término por él reemplazado. Los
significantes son semas parecidos, que llevan consigo características similares en
relación a su objeto, pero que al ser cambiados, son capaces de transportar el
significado de un plano práctico (denotativo), a un plano emocional
(connotativo).
La metáfora exalta uno (o algunos) de los valores del objeto representado, y una
vez decidido cuál de los valores será exaltado, se cambia de significante por aquel
que es portador de los valores seleccionados. 33
De esta forma, la metáfora no es, propiamente hablando, una sustitución de
sentido, sino una modificación del contenido semántico de un término. Esta
modificación resulta de la conjunción de dos operaciones de base: adición y
supresión de semas. En otros términos, la metáfora es el producto de dos
sinécdoques (figura retórica que representa a un todo a través de una sola de sus
partes).
Formalmente, la metáfora conduce a un sintagma en el que aparecen
contradictoriamente la identidad de dos significantes y la no identidad de los dos
significados correspondientes. Este desafío a la razón (lingüística) suscita un
proceso de reducción, por el cual el lector va a intentar validar dicha identidad. Es
muy importante constatar que la reducción se hace siempre con ventaja para la
formulación lingüística, que no está nunca puesta en tela de juicio.
Los términos idéntico, equivalente y análogo no tienen otro objetivo que el
designar aproximadamente el nivel relativo de la clase límite con relación a
aquellas en donde los dos objetos figuran como individuos. La reducción
metafórica está acabada cuando el lector ha descubierto este tercer término,
virtual, bisagra entre otros dos. Cada lector puede tener su representación
personal, siendo lo esencial el establecer el itinerario más corto por el cual dos
objetos pueden encontrarse: el proceso se prosigue hasta agotar todas las
diferencias.
El proceso metafórico puede describirse gráficamente de la siguiente manera:
33
LÓPEZ RODRÍGUEZ, JUAN M ANUEL. Op. Cit., pp. 320-321.
38
P
I
L
En donde P es el término de partida (metaforizante) y L el término de llegada
(metaforizado), haciéndose el paso de uno a otro a través de un término
intermediario I, ausente siempre en el discurso, y que es una clase límite o una
intersección sémica según el punto de vista adoptado.
Así descompuesta, se comprueba la presencia de dos sinécdoques como bases de
la metáfora, ya que I es una sinécdoque de P, y L una sinécdoque de I. 34
En la cadera clara de la costa.
cadera
clara
de la
costa
semas comunes
línea clara del litoral de la tierra
línea clara de la piel
En resumen, se puede afirmar que la metáfora es un instrumento cognoscitivo de
naturaleza asociativa, nacido de la necesidad y de la capacidad humana de
raciocinio, que parece ser el modo fundamental como el hombre correlaciona su
experiencia y su saber, por lo que parece estar en la génesis misma del
pensamiento, aunque se opone al pensamiento lógico al producir un cambio de
sentido o un sentido figurado opuesto al sentido literal o recto. 35
34
35
GRUPO μ. Retórica general. Op. Cit., pp. 176-178.
BERISTÁIN, HELENA. Op. Cit., p. 312.
39
II. 3
Tipos de metáfora.
Según los viejos tratados de retórica, la metáfora puede ser de tres categorías:
simple, continuada y alegórica.
Es simple cuando en la totalidad del mensaje sólo se incluye un elemento
metafórico (p.e. ¿Quién podrá salvar la nave de la educación en este país?)
Es continuada cuando hay dos, o tres, o más elementos metafóricos mezclados
con los que se toman en sentido denotativo (p.e. ¿Quién podrá salvar la nave de la
educación en este país, próxima a estrellarse en los escollos de la ineptitud, la
apatía y la corrupción?)
Es alegórica cuando todo el mensaje es metafórico 36 (p.e. ¿Quién podrá salvar esta
vacilante nave, próxima a estrellarse en los escollos de este mar embravecido?)
36
LÓPEZ RODRÍGUEZ, JUAN M ANUEL. Op. Cit., p. 322.
40
Sin embargo, y atendiendo a la definición de la metáfora como el producto de la
intersección de dos sinécdoques, se puede fabricar una taxonomía más específica
que parte de la imposibilidad de construir una metáfora con dos tipos cualesquiera
de sinécdoques. Para comprender el por qué de esta afirmación, y establecer una
regla válida para la creación metafórica, hay que especificar que existen dos tipos
bien diferenciados de sinécdoque: la generalizante, o deductiva, que por medio
de lo general expresa lo particular (el todo por la parte), y la particularizante, o
inductiva, que expresa lo concreto mediante lo abstracto (la parte por el todo). 37
Al modificar la sinécdoque el nivel de los términos, obligatoriamente se tiene que
combinar una sinécdoque generalizante (Sg) y una particularizante (Sp) si se desea
que P y L estén en el mismo nivel o grado de generalidad. Quedan así dos
posibilidades como regla para la fabricación de una metáfora: Sg + Sp, o Sp + Sg.
En el primer modelo la metáfora obtenida reposará sobre los semas comunes a P
y L, y será llamada conceptual, mientras que en la segunda fórmula lo hará sobre
sus partes comunes y será de naturaleza referencial. La primera es puramente
semántica y actúa sobre una supresión-adjunción de semas; la otra es totalmente
física y actúa sobre una supresión-adjunción de partes. Lo relevante de ambas
combinaciones es que, mientras la parte material es más pequeña que su todo, la
parte sémica es más general que él.
P
(I)
Sg + Sp
abedul
flexible
muchacha
Sp + Sg
mosca
alas
ángel
37
BERISTÁIN, HELENA. Op. Cit., p. 474.
L
41
La metáfora referencial se basa en imágenes (representaciones mentales
imaginarias) en lugar de semas, como ocurre en el caso de la metáfora
conceptual.
Existe una tercera variante denominada metáfora corregida, que surge cuando la
intersección sémica ( I ) se considera insuficiente. Entonces lo más habitual es
agregar una sinécdoque tomada de la parte no común, una segunda metáfora, o
bien una metonimia. 38
Si bien la anterior taxonomía de la metáfora resulta una de las más completas, no
pueden despreciarse otras aproximaciones:
1. Metáforas sensoriales y afectivas. Las sensoriales son aprehendidas por
medio de los sentidos. Su creador interioriza el mundo, contempla la realidad
externa y la da a conocer desde su particular visión:
•
Visuales: Al mar no podemos regresar / el mar ha envejecido / muestra arrugas
blancas / y espuma alrededor de los labios.
•
Táctiles: Los últimos dedos de las hojas / se aferran y se hunden en la ribera
húmeda.
•
Gustativas: Las que sabían ácidas a tarde de tormenta, / las que tenían un vago
sabor de luciérnaga de plata, / las que eran ambrosía o simplemente una caricia,
/ las que sabían a abrazo de la muerte, / las de cielo de invierno, las de dulce
congoja.
•
Auditivas: Una campana / a mitad del silencio; / luego el silencio. / ¿Yo, qué
puedo añadir / si no estas líneas muertas?
38
GRUPO μ. Retórica general. Op. Cit., pp. 178-183.
42
En las afectivas, el mundo interno se expresa a través de la realidad externa. Los
particulares estados anímicos del escritor son mostrados por medio de seres y
objetos en sin igual ordenamiento metafórico. Si en las metáforas sensoriales hay
una cierta similitud entre los dos elementos de la realidad que se relacionan, en las
afectivas el objeto, animal, planta o paisaje que dan cuerpo al mundo interior del
autor de la metáfora son sólo un pretexto y un punto de partida en el desarrollo
textual (p.e. Los días futuros se levantan ante nosotros / como una fila de pequeños
cirios encendidos, / pequeños cirios dorados, cálidos y vivos.).
2. Otra clasificación de las metáforas aparece a partir cómo se relacionan los
elementos de la realidad:
•
Metáforas que descubren semejanzas entre los términos o elementos de
que está hecha la realidad, a partir de una cuidadosa observación de ésta (p.e.
Los días aburridos navegan sobre el carapacho de una tortuga; el término tortuga
refiere a un reloj de pared descompuesto).
•
Metáforas que acercan realidades distintas para formar una nueva. Aquí lo
importante es la audacia al relacionar dos elementos de la realidad; mientras
43
más lejanos, mejor será el logro (p.e. Las palabras son islas / fabulosas, dispersas
/ en el mar del silencio.).
•
Metáforas que unen elementos contrarios. Los antónimos constituyen su
material de trabajo (p.e. Toda hecha de ausencias tu presencia).
•
Metáforas que revelan la pluralidad e interdependencia de lo real. La
realidad se abre en un abanico de significados. Algo es y no es sino aquello y lo
otro simultáneamente. El procedimiento que lleva a este tipo de metáforas
consiste en darle un vuelco sorpresivo a las frases aparentemente comunes (p.e.
Un pájaro vivía en mí. / Una flor viajaba en mi sangre. / Mi corazón era un
violín.).
44
3. También se pueden clasificar las metáforas partiendo del criterio sintáctico.
Este artilugio permite crearlas con mayor facilidad. Pueden reconocerse las
siguientes:
•
En función del complemento adnominal o modificador indirecto (p.e. Una
bandada de palabras / posándose / una / a / una / en los alambres de la
página.).
•
En función de aposición (expansión del sustantivo) (p.e. Cuchara, / cuenca
de / la más antigua / mano del hombre.).
•
En función de predicativo. Es el verbo copulativo ser el que produce la
metáfora al relacionar términos semánticamente distantes (p.e. Permítanme
decir que la poesía / es una habitación a oscuras.).
•
En función del adjetivo calificativo o modificador directo del sustantivo (p.e.
Pájaro paisaje / nada se oye).
•
En función de circunstancial de lugar, tiempo o modo (p.e. Ni un pájaro
queda / en la jaula vacía de sus costillas.).
•
En función de verbo metaforizador. Suelen ser las de mayor eficacia y dan
lugar a inventarios ilimitados, pues al asociar elementos que no guardan
relación lógica hacen posible los hallazgos de imágenes inusitadas e inusuales
(p.e. Mucha lectura envejece la imaginación / del ojo, suelta todas las abejas pero
mata el zumbido / de lo invisible, corre, crece / tentacular, se arrastra, sube al
vacío / en nombre / del conocimiento.).
•
Por perífrasis o circunlocución. Consiste en utilizar una frase para decir lo que
podría expresarse con una palabra. Menciona las cualidades y atributos del
objeto (p.e. Madre de piedra, espuma de los cóndores. / Alto arrecife de la aurora
humana. / Pala perdida en la primera arena. Pablo Neruda, escribiendo de
Macchu Picchu).
45
•
Caso especial es el de la metáfora por permutación sintáctica. El núcleo del
sujeto cambia de sitio con el núcleo del objeto directo, o permutan las acciones
de los verbos o los adjetivos (p.e. Aquí el aire respira hombres puros).
4. Finalmente, puede hacerse una distinción entre las metáforas en donde los
atributos del ser humano se aplican a la naturaleza, o cuando es la naturaleza la
que se instala en el cuerpo humano 39 (p.e. El día abre la mano. / Tres nubes / y
estas pocas palabras.).
II. 4
Grados de presentación.
La metáfora tiene dos formas de presentación: in absentia e in praesentia. La
primera es defendida por los retóricos clásicos como la auténtica metáfora, al ser
una sustitución pura y simple, sin aparentes vínculos entre el término metaforizante
y el metaforizado; para su compresión se exige o bien un índice de redundancia
elevado en el segmento que contiene a la figura, o bien una amplia intersección
sémica entre el grado cero y el término figurado. De esta forma, sólo el contexto
permite entender esta metáfora (p.e. Vidrio animado que en la lumbre atinas /
con la tiniebla en que tu vida yelas. Atendiendo al título del poema, Riesgo grande
de un galán en metáfora de mariposa, y efectuando la lectura completa del soneto,
se advierte que vidrio animado es metáfora de mariposa).
En lo que respecta a la in praesentia, este tipo de presentación reviste siempre una
forma gramatical que introduce las relaciones de comparación, de equivalencia, de
semejanza, de identidad o relaciones derivadas. Puede hacer posibles las
aproximaciones más insólitas, aquellas de que sólo es capaz el genio que percibe
intuitivamente lo similar en lo desemejante 40 (p.e. El cubo de la sal, los triangulares
/ dedos de cuarzo: el agua.).
39
SUÁREZ CAAMAL, R AMÓN IVÁN. La metáfora: arquitectura sensorial de la imaginación. Nueva Alejandría: El portal de los
educadores. http://www.nalejandria.com/00/colab/metafora.htm
40
GRUPO μ. Retórica general. Op. Cit., pp. 184-185.
46
II. 5
La metáfora y el proceso cognitivo.
Dentro de la tradición del positivismo lógico, están bien distinguidos el sentido
explícito y el implícito, considerándose al primero como propio de un lenguaje
cognoscitivo y al segundo de uno emotivo. La crítica literaria ha traspuesto esta
diferenciación a los términos de denotación y connotación. De acuerdo con tal
posición, solamente la denotación es cognoscitiva y, como tal, de orden
semántico, mientras que una connotación es extrasemántica porque consiste en
el entramado de evocaciones emotivas que carecen de valor cognoscitivo. El
sentido figurado de un texto, que es el caso de la metáfora, podría verse así como
carente de significación cognoscitiva.
Tal afirmación puede negarse sí y sólo si se demuestra que la relación entre el
sentido literal y el figurativo de una metáfora es una relación intrínseca a la
significación completa de esta figura retórica. Para ello hay que poner en duda los
presupuestos de la retórica clásica sobre la metáfora, a saber:
1. La metáfora es un tropo, una figura del discurso que tiene que ver con la
denominación.
Objeción: La metáfora no es simplemente un accidente de la denominación, un
desplazamiento en la significación de las palabras. Con esta presuposición, la
retórica clásica se limitó a la descripción de un efecto de sentido que realmente es
el resultado del efecto que tiene sobre la palabra una producción de sentido que
tiene lugar en una oración completa. Es decir, la metáfora en realidad atañe a la
semántica de la oración antes que se relacione con la semántica de la palabra;
por lo tanto, sólo tiene sentido en una expresión, al ser un fenómeno predicativo,
no solamente denominativo. De esta forma, no se debe hablar del empleo
metafórico de una palabra, sino más bien de una expresión metafórica, del
resultado de una tensión entre dos de sus términos.
2. La metáfora representa la amplitud o prolongación del sentido de un nombre por
medio de la desviación del sentido literal de las palabras.
Objeción: Si una metáfora sólo atañe a las palabras porque se produce primero en
el nivel de una oración completa, entonces el primer fenómeno que se debe
considerar no es cualquier desviación del sentido literal de las palabras, sino
47
precisamente el funcionamiento real de la operación predicativa en el nivel de la
oración. La tensión de dos términos en una expresión metafórica no es algo que
sucede sólo entre estos términos, sino más bien entre dos interpretaciones
opuestas de la misma expresión. El conflicto entre estas dos interpretaciones es
el sustento fundamental de la metáfora, que no existe por sí misma, sino dentro y a
través de una interpretación. La interpretación metafórica presupone una
interpretación literal que se autodestruye en una contradicción significativa. Lo que
literalmente interpretado parece inconsistente y hasta absurdo, alcanza una
extensión de significado a través de una interpretación integral de la frase, y no
sólo de sus términos.
3. El motivo para la desviación es la semejanza.
Objeción: La metáfora no consiste sólo en revestir una idea con una imagen, sino
en reducir la conmoción engendrada por dos ideas incompatibles; es sólo en la
reducción de esta brecha en la que la semejanza juega un papel. De hecho la
metáfora es un error calculado, al reunir cosas que no van juntas y que, por medio
del aparente malentendido, hace brotar una nueva relación de sentido no
observada hasta ese momento.
4. La función de la semejanza es la de fundamentar la sustitución del sentido literal –
el cual podría haber sido utilizado en el mismo lugar- por el sentido figurativo de
una palabra.
Objeción: La simple sustitución es una operación estéril, mientras que en una
metáfora viva la tensión entre las interpretaciones, una literal y otra metafórica,
suscita una verdadera creación de sentido. La metáfora es, así, una innovación
semántica que no tiene reconocimiento en el lenguaje ya establecido, y que sólo
existe debido a la atribución de un predicado inusual o inesperado. Es más la
resolución de un enigma que una simple asociación basada en la semejanza. Esto
no aplica para las metáforas muertas, que de hecho ya no son propiamente
metáforas; las metáforas vivas, por el contrario, son invenciones dentro de las
cuales la respuesta a la discordancia en la oración se convierte en una nueva
ampliación del sentido.
48
5. Por lo tanto, la significación sustitutiva no representa ninguna innovación
semántica. Se puede traducir una metáfora, esto es, restituir el sentido literal que la
palabra figurativa sustituye. En efecto, sustitución más restitución es igual a un grado
cero de semantización.
Objeción: Las verdaderas metáforas –las de tensión, no las de simple sustituciónson intraducibles al crear ellas mismas su sentido. Pueden, sí, parafrasearse, sólo
que tal perífrasis es infinita e incapaz de agotar el sentido innovador.
6. Ya que no representa una innovación semántica, una metáfora no proporciona
ninguna nueva información acerca de la realidad. Es por esto que debe contarse
como una de las funciones emotivas del discurso.
Objeción: La metáfora no sólo es un adorno del discurso; tiene más que un valor
emotivo, porque ofrece nueva información. Es el origen, por lo tanto, de un
acabadísimo proceso cognitivo. 41
II. 6
La metáfora y el símbolo.
Uno de los principales problemas que presenta la metáfora es que su estudio se ha
abordado con mucha más frecuencia en torno a términos lingüísticos que a
símbolos. Éstos, al distar bastante de las simples palabras, presentan dos
complicaciones para su estudio en relación con el excedente de sentido propio de
la metáfora:
•
En primer lugar, pertenecen a demasiados y muy diversos campos de
investigación, en ocasiones demasiado distantes entre sí. Su estudio no se
limita, como el de las palabras, sólo a la lingüística.
•
De lo anterior parte la segunda dificultad: el concepto de símbolo conjunta dos
dimensiones: una lingüística y otra no lingüística, lo que explica la lentitud y
dificultad del desarrollo de una retórica de la imagen.
Se puede, sin embargo, intentar una reducción de este complejo tratamiento de los
signos, siguiendo los siguientes pasos:
41
RICOEUR, PAUL. Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido. 6ª. Edición. Siglo XXI Editores – UIA. México,
2006; pp. 58-66.
49
1. Identificar el núcleo semántico característico de cada símbolo, basándose en
la estructura del sentido que se despliega en expresiones metafóricas. Esto es
posible porque el símbolo da origen al pensamiento sólo si primero da origen al
habla, y aquí la metáfora puede convertirse en el reactivo apropiado para sacar a la
luz este aspecto de los símbolos que tiene afinidad con el lenguaje. Para ello
resulta necesario detectar la tensión de un símbolo colocado en un contexto en
forma aparentemente equívoca. Si intentamos una reducción literal de este
símbolo, siempre quedará a la vista el excedente de sentido del mismo.
2. La función metafórica del lenguaje permite aislar el estrato no lingüístico
de los símbolos, el principio de su diseminación, por medio de un método de
contraste. Para ello hay que identificar el momento no semántico de un signo, es
decir, la ocasión en la que éste no puede prestarse al análisis lingüístico y lógico en
términos de significación e interpretación y se traslapa con las características
correspondientes a la metáfora. Algo en el símbolo no corresponde con la
metáfora y, por este motivo, se resiste a cualquier transcripción lingüística,
semántica o lógica. Hay algo en todo símbolo que pide ser llevado al lenguaje,
pero que nunca pasa a serlo completamente.
3. Esta nueva comprensión de los símbolos puede dar origen a desarrollos
posteriores en la teoría de la metáfora, lo que eventualmente permitiría el
descubrimiento de los pasos intermedios faltantes para el cierre de la brecha entre
las metáforas y los símbolos. Siempre resultará inútil la empresa de dilucidar
símbolos a la luz de la teoría de la metáfora, si la descripción de los símbolos no
requiere, a su vez, de que surjan nuevos desarrollos en ésta. La metáfora es una
innovación semántica, que sólo existe al momento de su invención. Al no tener
ningún estatus en el lenguaje establecido, al ser aceptada y adoptada pasa a ser
trivial, y al poco tiempo, se convierte en una metáfora muerta. Sin embargo, al
atraer una metáfora a otra, y ligarse en un sistema de intersignificaciones, cada una
puede permanecer viva al conservar su poder para evocar a todo este sistema. Esta
red engendra las llamadas metáforas de raíz, que tienen el poder de unir y
estabilizar a las metáforas parciales, además de crear una diversidad conceptual
caracterizada por un número ilimitado de interpretaciones potenciales. Ciertas
metáforas son tan radicales que incluso llegan a convertirse en arquetipos,
experiencias humanas fundamentales que se adhieren a un simbolismo inmediato
50
estructurado sobre el orden metafórico más primitivo. Así, todo indica que los
sistemas de símbolos constituyen una reserva inacabable de sentido cuyo potencial
metafórico está por ser expresado. 42
Ha de especificarse que la teoría de la metáfora, desde sus niveles actuales hasta
los que potencialmente pueda alcanzar en el futuro, no puede estar constituida
sólo por enunciados estrictamente fácticos, sino por interpretaciones críticas acerca
de lo que se debe buscar en las metáforas, argumentaciones que señalen cómo y
qué mirar en ellas. En este sentido, hablar sobre la metáfora es una tarea que sólo
se puede realizar desde un metalenguaje, o más bien, desde un metametalenguaje, en el sentido de que el objeto de análisis es, por definición, un
lenguaje de segundo orden, una forma desplazada de expresión.
En esta instancia debe aclararse que, si bien no se pretende abordar a la metáfora
como un problema exclusivo de lenguaje, sí se debe aceptar que se trata de un
objeto de estudio cuyo análisis se realiza a partir de evidencias de tipo lingüístico.
Pero sostener que la investigación sobre la metáfora puede llevarse a cabo a partir
de rastros lingüísticos es muy diferente a sostener que la metáfora es
exclusivamente un asunto de lenguaje (retórico, si se quiere), y no debe ser tomado
en cuenta como objeto de discusión filosófica. 43
II. 7
La metáfora cinematográfica.
En la imagen la metáfora se relaciona con frecuencia con lo fantástico, pues
implica la sustitución de uno o más objetos referenciales por otro que les resulta
ajeno, pero revelador, originando un sentido imposible en la realidad, aunque no
en el sentido, que se entiende en forma figurada. Su comprensión exige, pues, un
juego de asociaciones semánticas en el receptor. 44
De esta forma, puede definirse a la metáfora cinematográfica como una
yuxtaposición mediante el montaje de dos imágenes, cuya confrontación debe
producir en la mente del espectador un golpe psicológico, cuyo fin es facilitar la
42
Ibídem., pp. 67-78.
PARENTE, DIEGO. La metáfora como instrumento cognitivo: Una crítica de la concepción experiencialista de G. Lakoff y M.
Johnson. Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina, 2000. http://www.favanet.com.ar/ratio/diego.htm
44
TAPIA, ALEJANDRO. Op. Cit., p. 62.
43
51
percepción y la asimilación de una idea que el realizador quiere expresar a través
de la película. La primera de estas imágenes suele ser un elemento de la acción,
pero la segunda (cuya presencia crea la metáfora) también puede estar tomada de
la acción y anunciar la continuación del relato, o bien constituir un hecho
cinematográfico sin relación alguna con la acción y cuyo valor está dado en
relación con la imagen anterior.
Se pueden enumerar tres tipos de metáforas cinematográficas:
Metáforas plásticas. Se basan en una semejanza o analogía de estructura o
tonalidad psicológica en el contenido puramente representativo de las imágenes.
Metáforas dramáticas. Tienen una función más directa en la acción, al aportar un
elemento explicativo útil para la consecución y comprensión del relato.
Metáforas ideológicas. Su objeto es hacer brotar en la conciencia del espectador
una idea cuyo alcance supera con mucho el cuadro de acción del filme, y que
implica una postura más amplia en cuanto a los problemas humanos. 45
45
MARTÍN, MARCEL. El lenguaje del cine. 5ª reimpresión. Editorial Gedisa. España, 2002; pp. 102-104.
52
C A P Í T U L O
I I I
lenguaje cinematográfico
No resulta exagerado afirmar que el cine es el medio masivo de comunicación más
complejo. Si bien es cierto que el radio y la televisión lo igualan en estructura
industrial y oferta de entretenimiento, el cine los supera a ambos por su capacidad
de crear obras de arte y por su depuradísimo lenguaje, características mucho más
trascendentales.
De lo anterior se deduce que enfrentarse al cine implica la necesidad de
comprender a fondo su naturaleza, para descubrir todas sus potencialidades. Este
entendimiento implica un análisis detallado de cada una de sus facetas: medio de
comunicación, arte, industria, entretenimiento y lenguaje.
III. 1
El cine, medio de comunicación.
La comunicación es el acto de relación entre dos o más sujetos, mediante el cual
se evoca en común un significado. 46 La idea es sencilla en su nivel más elemental,
pues no contiene más que la conocida estructura formada por un emisor, que
envía un mensaje a un receptor, ciclo que se completa con la respuesta o
retroalimentación, esencial en este proceso. En el caso del cine, estaríamos
hablando de un director como emisor de mensajes a través de su película, y de un
espectador como receptor, pero al final surge el primer escollo… ¿cómo puede
darse la retroalimentación, si el realizador y la audiencia están alejados física y
temporalmente al momento de la proyección del filme? En este punto se llega a la
conclusión de que la comunicación a través del cine no es tan simple como en la
46
PAOLI, J. ANTONIO. Comunicación e información. Perspectivas teóricas. 7ª reimpresión. Editorial Trillas. México, 1994; p. 11.
53
modalidad cara a cara, puesto que se está ante la presencia de un medio masivo
de comunicación.
Se entienden como medios masivos de comunicación las instituciones
caracterizadas por un conjunto inconfundible de actividades (enviar y recibir
mensajes), que llevan a cabo personas que ocupan determinados roles
(reguladores, productores, distribuidores, miembros del público) de acuerdo con
determinadas normas y acuerdos (leyes, códigos y usos profesionales, expectativas
de la audiencia y rutinas). 47 Entonces ya no puede hablarse de un director como
único emisor, sino de un grupo de personas pertenecientes a una enorme
estructura en la que, a través de sus múltiples procedimientos, el mensaje sufre
varias modificaciones antes de llegar al espectador. Y éste ya no recurre al
convencional canal de respuesta inmediata, dado su nulo contacto con la
productora del filme: la retroalimentación se convierte entonces en una mera
reacción colectiva (éxito o fracaso en taquilla), y sólo una mínima parte de los
receptores puede ofrecer una respuesta personal y explícita (por ejemplo, los
críticos especializados, que vierten sus opiniones a través de otros medios de
comunicación influyentes, como la televisión y la prensa).
Como consecuencia de lo anterior, se debe integrar al modelo de comunicación
básico las propuestas de teóricos funcionalistas como Schramm, Schannon,
Weaver y Osgood, hasta llegar al esquema de Escarpit, que ofrece más elementos
a consideración:
FUENTE CODIFICADOR EMISOR MEDIO RECEPTOR DECODIFICADOR DESTINO
De este modo, entenderemos como fuente a la industria fílmica, el codificadoremisor será el director de un filme, el medio su película, el receptordecodificador el espectador, y el destino la audiencia en general. La parte más
interesante la constituye el canal (todos los elementos integrados en el proceso),
pues las disfuncionalidades del proceso se ubican en él: el productor no pocas
veces interviene en la codificación del filme, agregándole o restándole elementos
aún en contra de las intenciones originales del autor; con frecuencia no existen los
medios para hacer llegar a las audiencias determinado tipo de cintas; un buen
47
McQuail, Denis. Introducción a la teoría de comunicación de masas. 2ª edición. Editorial Paidós. España, 1999; p. 39.
54
porcentaje de los receptores no cuenta con los elementos necesarios para
decodificar a plenitud los mensajes, etc.
Para buscar lo contrario –es decir, la funcionalidad de este medio masivo., es
necesario comenzar por la comprensión de sus premisas básicas, a saber:
•
Sus dispositivos técnico-organizativos, que son los soportes tecnológicos y
humanos que facilitan la difusión múltiple del mensaje.
•
Su capacidad de transmitir mensajes significativos a partir de su elaboración e
interpretación simbólica.
•
La simultaneidad física o temporal de sus destinatarios.
•
El desconocimiento individualizado de los destinatarios, lo que obliga a
presuponer o estimar las características más comunes a todos ellos.
•
Su utilización restringida, lo que implica que sólo unas personas actúan como
emisores. 48
Los puntos anteriores (con excepción del segundo) se refieren a la conformación y
objetivos de la industria fílmica. ¿Cómo funciona?, ¿cuáles son sus objetivos?, ¿de
qué manera influyen los intereses encontrados de sus integrantes?, ¿cuál es la
participación real de la audiencia en la elaboración de los mensajes? Todos estos
aspectos se analizarán a plenitud en el apartado destinado al cine como proceso
industrial, de la misma manera en que el segundo punto, que se refiere a la
naturaleza del lenguaje fílmico, se desarrollará más adelante. Después hay que
tomar en cuenta los diferentes enfoques sobre los medios masivos, que se agrupan
en cuatro tendencias:
•
Funcionalismo estructural. (“Los medios son un componente indispensable de
la estructura social contemporánea”).
•
Perspectiva evolucionista. (“La sociedad va cambiando continuamente y los
medios de comunicación entran dentro de las realizaciones que se ponen en
marcha para alcanzar ciertos objetivos, y a la vez cambian cuando estos
objetivos varías”).
•
Modelo del conflicto social. (“Los medios de comunicación son instrumentos
que reflejan los intereses encontrados de los distintos grupos que los
manejan”).
48
RODA S ALINAS, FERNANDO JESÚS Y BELTRÁN DE TENA, ROSARIO. Información y comunicación. 2ª edición. Colección Medios de
Comunicación en la Enseñanza. Editorial Gustavo Gili. España, 1992; pp. 89-90.
55
•
Interaccionismo simbólico. (“Los medios son parte esencial de los procesos de
comunicación de las sociedades modernas”). 49
A partir de estas posturas, se conforman tres grupos de teorías para el estudio de
los medios masivos. En todas ellas se puede descubrir los requerimientos
indispensables para definir lo que debe ser y hacer el cine:
•
Teorías totalizadoras. Son planteamientos o teorías que presuponen la
coherencia o unidad del sistema de los medios de comunicación y centran la
atención en la sociedad como fuente originaria y determinante de esta
institución organizadora y productora de conocimientos. 50 Dentro de estas
teorías sobresalen: la teoría de la sociedad de masas, que subraya la
interdependencia de las instituciones que ejercen el poder y, por tanto, la
integración de los medios de comunicación en las fuentes del poder y
autoridades sociales; 51 los enfoques marxistas y la teoría crítica, que mantienen
la idea común de que los medios no pueden desvincularse de las estructuras
globales de la sociedad de clases y de las concretas circunstancias históricas; y
las teorías normativas, que ofrecen diversas concepciones sobre la forma en la
que deberían relacionarse los medios, tanto con las estructuras del poder como
con los destinatarios. 52
•
Teoría de la audiencia y el efecto. Afirma que es prioritario analizar la
participación de los sujetos en la elaboración del significado de los mensajes
que recibe; los significados de los mensajes, y por tanto sus consecuencias,
están abiertos a cierta negociación, según la situación y los recursos de la
audiencia. 53
•
Teoría centrada en el mensaje. Se centran en el mensaje mismo, en su
estructura interna y en sus procedimientos para transmitir el significado, así
como sus relaciones con el conjunto de la cultura. Tiene su origen en los
estudios de lingüística de Saussure y en los trabajos semiológicos de Barthes y
Eco, y se refiere fundamentalmente a que el lenguaje determina y limita sus
reglas con base en la estructura interna de la cultura que los origina. Sus
principios fundamentales son dos: el significado de un filme no es
49
Ibídem., p. 92.
Ibídem, p. 91.
51
MCQUAIL, DENIS. Op. Cit., p. 69.
52
Ibídem.
53
Ibídem., p. 77
50
56
necesariamente el que pretendía su autor al momento de filmarlo, ni el
deducido por el receptor; hay dos tipos de significado, uno explícito y otro
connotativo, y éste último es el que puede ser o no intencionado. 54
III. 2
El cine, expresión artística.
Definir al arte es una tarea difícil, puesto que la naturaleza subjetiva de esta
actividad humana ha sido objeto de interminables y muy diferentes estudios desde
la antigüedad, mismos que han arrojado concepciones diferentes sobre el mismo.
Sin embargo, es posible establecer algunos conceptos comunes que,
independientemente de las múltiples tendencias y vertientes, se asumen como
indispensables en una obra de arte: que sea una expresión original y
trascendente, realizada gracias a habilidades técnicas y talento creativo, para
cumplir con el objetivo de ofrecer una interpretación particular del mundo a
través de experiencias estéticas, emocionales y/o intelectuales.
De acuerdo a esta aproximación, se entiende por qué el cine forma parte del
selecto grupo de las bellas artes, ya que cuenta con la potencialidad de cubrir los
requisitos arriba citados. Lo que sí se presta a discusión es la cuestión del cine
como síntesis de las seis artes clásicas, o como una forma artística totalmente
nueva.
Los defensores de la primera teoría sustentan que el cine, para constituirse como
arte, ha acudido a las demás manifestaciones estéticas en busca de elementos que
a la larga ha hecho propios. De la escultura conoció las nociones de relieve, para
ser transportadas a la pantalla a través de la iluminación y determinados
movimientos de cámara; de la arquitectura, lo relativo a perspectiva y
composición; de la literatura, estructuras narrativas y cientos de historias para ser
filmadas; de la pintura, el manejo del color; de la música, los parámetros en los
cuales fundamentar su propio ritmo (y desde luego la música misma); y finalmente,
de la danza, lo que es su esencia: el movimiento. 55
54
55
RODA S ALINAS, FERNANDO JESÚS Y BELTRÁN DE TENA, ROSARIO. Op. Cit., p. 93
NAIME PADUA, ALFREDO. El cine: 195 respuestas. 1ª edición. Universidad Iberoamericana. México, 1987; p.29.
57
Por su parte, los apologistas del cine como un arte totalmente independiente,
manifiestan que las artes clásicas están divididas en dos grupos bien definidos:
artes del tiempo (danza, música y literatura) y artes del espacio (escultura,
arquitectura y pintura). El séptimo arte no encaja en ninguno de los dos, dado que
conjuga ambas dimensiones: es el arte del espacio en el tiempo.
Sea cual fuere la definición correcta, lo cierto es que un porcentaje muy bajo de
todas las obras cinematográficas producidas hasta la actualidad pueden ser
consideradas como auténticas obras artísticas. Esto se debe a que, desde su origen,
el cine ha sido utilizado las más de las veces para crear simples espectáculos sin
mayor relevancia o trascendencia –basta recordar que el cinematógrafo se dio a
conocer al mundo a través de barracas de feria-. La mayoría de los filmes que año
con año se producen no tienen mayor fin que satisfacer la voraz demanda por
productos poco ambiciosos y de fácil consumo.
Por otro lado, existe un fenómeno complementario al anterior que tampoco
enaltece al cine, pero que en más difícil de reconocer por audiencias inexpertas: las
películas producidas con pretensiones artísticas cuyos directores no crean en el
sentido más estricto del verbo, sino que se dedican a reproducir estéticas y
propuestas ajenas –y ya vistas-, retocadas con vacuidad y preciosismo.
III. 3
El cine, proceso industrial.
El cine es la actividad artística que requiere de más recursos para su realización
(con excepción de algunas obras arquitectónicas). En este punto el cine encuentra
su mayor servidumbre, puesto que para poder existir tiene que haber antes una
industria que sea capaz de proveer los elementos necesarios para la realización de
un filme, que por lo general es bastante caro.
Para la realización de cualquier película es necesario que un director se haga
acompañar por un grupo de personas que lo ayude en la realización las múltiples y
bien diferenciadas actividades de un rodaje. Con frecuencia se llegan a contabilizar
decenas y hasta cientos de técnicos y artistas involucrados en el proceso; a esta
situación hay que agregarle el tiempo de filmación, que se extiende a lo largo de
varias semanas o meses, además del alto precio de la tecnología y los elementos
58
de apoyo: cámaras, rollos de película, revelado y copiado, edición del material
filmado, alquiler de locaciones, escenografías, vestuario, maquillaje, efectos
especiales, publicidad, etc.
Para el financiamiento y administración de los recursos es necesario un equipo de
producción, del cual dependerá directamente la filmación a lo largo de sus tres
etapas: pre-producción (desarrollo de una idea argumental, escritura de un guión,
contratación de personal, búsqueda de locaciones y estudios y compra o alquiler
de material técnico); producción (el rodaje propiamente dicho) y post-producción
(edición visual y sonora, musicalización y corrección computarizada de imágenes y
sonidos).
Terminado el proceso de producción, la película está lista para llegar a los cines. Sin
embargo, ante la inmensidad del mercado cinematográfico mundial, deben
cumplirse dos pasos para lograrlo: la distribución (encargada de la publicidad y el
copiado de la cinta para distribuirla por áreas geográficas) y la exhibición (alquiler
de la cinta a las salas cinematográficas). Una vez terminado este largo proceso, aún
quedan opciones para su explotación: la venta de los derechos para difusión en
formatos caseros (DVD y Blu-Ray), en televisión por cable y en televisión abierta.
Tras la breve descripción de los elementos involucrados en la producción,
distribución y exhibición de una película, se comprende a plenitud el por qué de
una gran industria para enfrentar los gastos del proceso. En teoría no sólo es una
exigencia, sino una cualidad del cine, pues a partir de esa industria es posible la
creación de muchas obras. Sin embargo, en la realidad se descubre que la
naturaleza de la industria cinematográfica no difiere en nada de las otras
pertenecientes al mundo contemporáneo, caracterizadas por un afán mercantilista
que frecuentemente desatiende la satisfacción de las auténticas necesidades del
ser humano.
Garantizar el ingreso de mayores ganancias a costa de lo que sea parece ser el
principio básico de gran parte de la industria cinematográfica, sobre todo si se
habla de Hollywood, la “meca del cine”. El resultado de tal política es la satisfacción
de intereses comerciales en detrimento del cine de propuestas: es bien sabido que
los productores, para garantizar la rentabilidad de sus películas, evitan cualquier
complicación de forma o contenido para no aburrir a los espectadores, cada vez
59
más aficionados al cine vacío. De tal forma, lo que busca la industria no es innovar,
sino reciclar hasta el infinito fórmulas que en determinado momento han tenido
éxito, con la consecuente mecanización del proceso creativo.
La audiencia ya no es, entonces, un grupo de personas, sino tan sólo un mercado
cuya única reacción que se toma en cuenta es su mayor o menor presencia en la
taquilla. De este modo se explica lo difícil que es crear películas alternativas, pues
éstas no apelan a la moda o a la mercadotecnia, sino al intelecto del espectador,
que en la mayor parte de los casos no cuenta con los conocimientos suficientes ya
no digamos para exigir, sino para tan sólo desear nuevas propuestas.
Las películas verdaderamente ambiciosas sufren un auténtico calvario para llegar al
espectador: nadie las quiere patrocinar; si alguien se arriesga, es difícil encontrar
quién las distribuya; si finalmente alguien lo hace, nadie quiere exhibirlas (¿qué
exhibidor está dispuesto a programar en cartelera una película de arte en lugar de
un probado éxito de temporada?). Si corren con suerte, serán proyectadas una o
dos semanas, o de plano pasarán directamente a su comercialización en formato
de video o a su exhibición en un canal cultural de bajísima audiencia.
Como un ejemplo de lo anterior, basta darle un vistazo a la cartelera comercial. En
las más de 130 salas cinematográficas de la ciudad de Puebla se estrenan cada año,
en promedio, unas 200 películas, de las cuales un 75% suelen ser norteamericanas,
10% mexicanas, 10% francesas y apenas 5% corresponde a otros países.
Para revertir esta tendencia, la sociedad ha de formarse una cultura
cinematográfica. La responsabilidad de esta tarea recae en varios sectores: la
industria cinematográfica debería de intentar, hasta donde sus posibilidades
financieras les permitan, cumplir con su función social; el gobierno, por su parte,
debería de incentivar a la industria a producir, distribuir y exhibir buen cine,
creando institutos especializados en esta labor o introduciendo mecanismos
fiscales que beneficien y motiven a los particulares que así lo hagan, además de
leyes que impongan al menos un tiempo mínimo en pantalla para las obras
valiosas; finalmente, el sector educativo debería involucrar al cine, y a otras formas
de arte, como parte de la educación desde los niveles más básicos.
60
III. 4
El cine, entretenimiento.
La pobre calidad de la mayoría de los filmes que llegan a ser exhibidos tiene su
origen en una paradoja: cualquier película puede, en potencia, ser una obra
artística o un simple espectáculo atractivo. No es muy frecuente la interacción de
estas dos características, pues en esencia se contraponen: mientras que el arte
busca la reflexión, el espectáculo espera llamar la atención a partir de recursos
vistosos y sorprendentes, pero no necesariamente originales o trascendentes.
Al no requerir de su audiencia grandes niveles de actividad intelectual, el
espectáculo resulta divertido y libre de complicaciones para la mayoría. De lo
anterior se entiende el por qué de la mayoritaria preferencia popular hacia el cine
vacío, pero lleno de entretenimiento.
Pero... ¿qué debe entenderse por entretenimiento? En un sentido amplio, el
entretenimiento implica escapar o alejarse de los problemas, descansar, ocupar el
tiempo libre, liberar emociones, buscar estimulación sexual y... conseguir un placer
intelectual. Desgraciadamente este último punto es el más olvidado por la gente
al momento de buscar entretenimiento, y hay que definir el por qué de esta
situación.
Platón analizó el alma humana, dividiéndola en tres: razón, voluntad y apetitos. En
un esquema similar, podríamos hablar de tres móviles en el espectador común:
intelectual, sentimental y pasional o instintivo. Ahora bien: ¿cuál de ellos es el más
poderoso dadas las características del mundo actual?
Hoy en día la humanidad está más interrelacionada que nunca gracias a los medios
masivos. Pero a pesar de los avances en el campo de la comunicación lo cierto es
que las personas tienden cada vez más a la individualidad y el aislamiento. La
cultura del éxito, que obliga a cualquiera a ser alguien como meta primordial, ha
imbuido un espíritu de desconfianza mutua y rivalidad sin límites. La moneda de
cambio es la posesión de bienes materiales, y para vender cualquier cosa, por inútil
que sea, la publicidad no ha dudado en crear un paraíso artificial, en el que las
máximas promesas son estatus, placer y poder, los ingredientes de la felicidad.
En un hábitat tan egoísta, inequitativo y lleno de falsos ídolos, el hombre se
encuentra reducido a la soledad y frustración. Por ello, los sentimientos y las
61
pasiones más extremas son un excelente caldo de cultivo para la industria
cinematográfica comercial: a través del cine es posible encontrar el amor, la justicia
y la felicidad, y a la vez desfogar las más oscuras y reprimidas insatisfacciones. Las
películas ofrecen una especie de ensoñación que aleja permanentemente a las
personas de su realidad. Aísla a la persona debido a uno de los requisitos
indispensables para la buena proyección cinematográfica: la oscuridad, elemento
que juega un papel de muro entre el espectador y los demás. La oscuridad
contribuye a la mayor concentración, pues quita del campo de la percepción
elementos ajenos a la película que se exhibe. Entonces la mirada está obligada a
dirigirse a la pantalla, en una situación que puede calificarse de parahipnótica
(similar al sueño). Así, el espectador está en una clara actitud receptiva y
consecuentemente la imagen se apodera de él, sin permitirle un discernimiento o
dificultándoselo.
Corazón y vísceras, y no el cerebro, son los receptores más atentos de la mayor
parte de la audiencia. Con base en esta situación, se puede retomar la definición de
entretenimiento y descubrir lo que el espectador busca en el cine: escapar de su
realidad a través del sueño que ofrece el cine, sentirse el protagonista de una
historia romántica en la que el amor sí existe y es perfecto, saciar su sed de justicia
con un final feliz, liberar su odio y frustraciones eróticas a través de filmes llenos de
violencia gratuita y sexo placentero y sin límites...
Conseguir un placer intelectual es la parte más interesante y propositiva de la
definición de entretenimiento. No implica que el público se aburra, más bien
requiere que el espectador posea ambición intelectual para que pueda divertirse
mientras aprende. Pero para ello se requiere, en primer lugar, entender al
entretenimiento no como un acto de enajenación, sino como una acción tendiente
al esparcimiento relajado que a la vez debe nutrir a la persona con auténticas ideas
y valores.
III. 5
El lenguaje cinematográfico.
El lenguaje puede entenderse como el instrumento creado por cada comunidad
humana con el fin de comunicar. Los instrumentos específicos de los que se vale el
hombre para poner en práctica el lenguaje son las señales, cuya utilidad consiste
62
en transmitir mensajes. Un emisor produce una señal con el propósito deliberado
de trasmitir un mensaje a uno o varios receptores. 56
Así, lo específico del lenguaje es su función comunicativa. Todos practican este
acto cultural cotidianamente. Visto desde una perspectiva amplia, se puede afirmar
que en el lenguaje se ejerce el ser social, y si se da a este fenómeno una
importancia primaria es porque en él se asienta la relación del hombre con el
mundo y la manera en que lo comprende. En este sentido, el poder del lenguaje
reside en que posibilita nombrar las cosas, los conceptos y las ideas, dándoles una
forma y una organización dentro de una estructura intelectual. De acuerdo a lo
anterior, nombrar significa abstraer, poner una marca comprensible para la
conciencia independientemente del objeto, y con ello se genera una nueva realidad
suprasensible. La facultad del lenguaje consiste entonces en producir signos,
entidades que sustituyen a la naturaleza y se convierten en herramienta del
hombre, haciendo posible el pensamiento y la expresión. 57
El lenguaje implica así una prolongación o extensión del hombre. No obstante, ni
los objetos ni el lenguaje surgen del hombre aislado, sino del que vive en sociedad,
porque ambos son producto de la cultura. Atribuir determinados mensajes a una
señal supone un acuerdo social. Para que esto sea posible, las señales y los
mensajes tienen que estar referidos a un código, es decir, a un sistema de
clasificación de unidades y reglas de empleo en un número finito propio de la
lengua en cuestión, que engloba las posibles connotaciones en un marco de
interpretación estructurado y común. 58
Tomando en cuenta los anteriores conceptos, es posible afirmar que el cine es un
lenguaje, en la medida de que, a través de él, un artista (el director o realizador) es
capaz de expresar sus ideas, sentimientos y visión del mundo con absoluta claridad
y apego a sus intenciones. Este peculiar lenguaje cinematográfico se apoya en una
posibilidad inmejorable para ser comprendido: para contar sus asuntos, los
muestra. 59
56
POLONIATO, ALICIA. Cine y comunicación. 2ª edición, 3ª reimpresión. Editorial Trillas. México, 1998; p. 39.
TAPIA, ALEJANDRO. Op. Cit., pp. 28-29.
58
POLONIATO, ALICIA. Op. Cit., p. 40.
59
NAIME PADUA, ALFREDO. Op. Cit., pp. 29-30.
57
63
Esta aparente ventaja ha llevado a concebir al cine como la forma más reciente del
lenguaje. Sin embargo, la definición de lenguaje -sistema de signos destinados a la
comunicación- no puede dar cuenta de la flexibilidad y la riqueza del su variante
cinematográfica: el filme, reproducción o creación, siempre estaría de este lado o
más allá del lenguaje, como consecuencia de lo que hay de copioso en este
lenguaje tan distinto de una lengua, tan inmediatamente sometido a las
innovaciones del arte como a las apariencias perceptivas de los objetos
representados. Lo que diferencia al lenguaje cinematográfico de la lengua es su
aspecto tan poco sistemático: las diversas unidades significativas mínimas en él
no tienen significado estable y universal, y es lo que conduce a clasificar al cine
entre otras totalidades significantes, tales como las que forman las artes o los
grandes medios culturales de expresión.
Pero lo que distingue al cine de todos los demás medios culturales de expresión,
como se ha mencionado líneas arriba, es la fuerza excepcional que posee por el
hecho de que su lenguaje funciona a partir de la reproducción fotográfica de la
realidad. Con él, en efecto, los seres y las cosas mismas que aparecen y hablan, se
dirigen a los sentidos y hablan a la imaginación: a primera vista parece que
cualquier representación (significante) coincide de manera exacta y unívoca con la
información conceptual que conduce (significado).
En realidad, la representación es siempre mediatizada por el procesamiento
fílmico. Si el cine es lenguaje, lo es porque opera con la imagen de los objetos, no
con los objetos mismos. La duplicación fotográfica aleja del mutismo del mundo un
fragmento de semirrealidad para hacer de él un elemento de discurso. 60
Jean Mitry lleva más lejos esta discusión al afirmar sin reparos que el cine es un
lenguaje sin signos. Su punto de partida es la negativa a toda búsqueda de
identidades formales entre lo verbal y lo fílmico, más allá de reconocer que se trata
en ambos casos de lenguajes que significan lo mismo, pero utilizando elementos
diferentes. El mismo autor dice que un filme es un conjunto de imágenes de algo,
imágenes que no son signos de nada al limitarse a mostrar. Ello implica que la
imagen no está cargada de sentido; es el montaje de las imágenes el que, a través
60
MARTIN, MARCEL. Op. Cit., p. 22.
64
de yuxtaposición, hace que las imágenes se comporten como signos, connotando
un significado ajeno a ellas y convirtiéndolas en signo. 61
El teórico y cineasta Sergei Eisenstein coincide con el planteamiento de Mitry, al
definir al montaje como el medio de composición más poderoso para contar una
historia, una sintaxis para la construcción correcta de cada partícula de un trozo
fílmico, una regla elemental de la filme-ortografía para evitar la colocación aleatoria
y desprovista de sentido de los trozos de una película. 62
Siguiendo a Mitry y Eisenstein, es equívoca la pretensión de comparar el lenguaje
del filme con el hablado o escrito, de intentar identificar equivalentes con palabras
y frases, y de estructuras de lenguaje predominantemente lineales. Pero sí es
posible comprobar la existencia de un auténtico lenguaje cinematográfico, puesto
que el séptimo arte cumple con el mecanismo propio de todo fenómeno de
comunicación: existe un emisor que produce indicios intencionales, señales para
trasmitir mensajes a uno o varios receptores. El apareamiento entre mensajes y
señales es posible, puesto que ambos están referidos a códigos explícitos o tácitos,
que emisor y receptor comparten.
El cine ofrece señales, no indicios, por lo que existe la intención de comunicar, de
establecer una relación social. Naturalmente que el indicio posee significación: nos
informa acerca de algo, pero no es comunicativo. Por otro lado, existen también
códigos subyacentes comunes a emisor y receptor para que la operación
comunicativa se lleve a cabo. Esta indicación es válida no sólo en el caso de los
indicios intencionales o señales, sino también en el de los indicios simples, ya que
entendemos por código el sistema de clasificación y de reglas, aprendido en la
práctica social, que permite asociar determinados fenómenos sensibles con ciertas
significaciones.
En el cine, las imágenes visuales son las señales intencionalmente producidas por
todo un equipo –a la cabeza del cual está el director- para trasmitir determinados
mensajes a los espectadores. Si éstos son capaces de establecer la asociación, es
porque comparten códigos con el emisor. 63
61
ZUNZUNEGUI, SANTOS. Pensar en la imagen. 3ª edición. Ediciones Cátedra. España, 1995; pp. 168.
EISENSTEIN, SERGEI. La forma del cine. 2ª edición. Siglo Veintiuno Editores. México, 1990; p. 106.
63
POLONIATO, ALICIA. Op. Cit., pp. 42-43.
62
65
III. 6
Códigos cinematográficos.
Una larga discusión ha precedido a la utilización del término lenguaje
cinematográfico, es decir, el conjunto (estructurado y operativo) de los recursos
significantes que hacen posible construir una película como discurso. De tan
minuciosa como dilatada discusión, pueden retenerse algunos aspectos esenciales.
Es claro que no existe un diccionario de significaciones cinematográficas fijas y
universales; más bien el lenguaje fílmico y su modo de significación exhibe la
variabilidad de un sistema más o menos laxo. Al no poder hablar de simples
términos o palabras, la semiología ha denominado códigos a los diferentes
componentes que conforman el lenguaje cinematográfico. Estos códigos se
construyen sobre varias materias de la expresión, que permiten la conformación de
significantes tanto visuales como sonoros. El lenguaje del cine es, por tanto,
pluricódico.
Es necesario distinguir, dentro de ese complejo hecho de lenguaje que es un filme,
tres tipos de productividades: una que puede ser atribuida al lenguaje propio del
cine (es decir, a los denominados códigos fílmicos cinematográficos), otra que
proviene de la actuación de otros lenguajes que existen en el mundo,
independientemente de que a veces se presenten en las cintas (los códigos fílmicos
no cinematográficos), y finalmente los llamados códigos mixtos, simbiosis de los dos
anteriores.
Códigos fílmicos cinematográficos.
•
Códigos de iconicidad visual, que fundan el sentido denotativo de la imagen
en el cine. Entre ellos se encuentran los códigos de reconocimiento y
denominación icónica, que permiten tanto la construcción de la espacialidad
cinematográfica, como la armazón de la sucesividad de los acontecimientos.
Podría decirse que, sin el dominio de estos códigos, no sería posible
comprender un filme como simple sucesión de acontecimientos.
•
Códigos de iconicidad visual y duplicación mecánica, que explotan las
características tecnológicas del medio, su posibilidad de hacer escalas,
angulaciones, variaciones de la distancia focal, etc.
•
Códigos de la imagen cinematográfica múltiple, que regulan el montaje en
secuencia.
66
•
Códigos de la imagen cinematográfica múltiple en movimiento, que incluye
todas las posibilidades de movimiento, ya sea dentro del cuadro o a través de la
cámara.
•
Códigos de la relación imagen-sonido, que derivan su significación de la copresencia, la complementariedad, la alternabilidad del sonido en relación a su
anclaje en la imagen.
Códigos fílmicos no cinematográficos.
•
Códigos sub-fílmicos, protocolos que permiten la intelección general del
mundo; son ejemplos de ellos los códigos perceptivos (que posibilitan el
discernimiento de las formas o la diferenciación entre el fondo y la forma de
cualquier paisaje, y sin los cuales es imposible darle sentido a las imágenes de
un filme). Otros códigos sub-fílmicos son los de denominación de los objetos, y
en el campo de lo sonoro, todos los códigos que intervienen en el
reconocimiento de los ruidos, la música y las palabras.
•
Códigos supra-fílmicos, que actúan por sobre el filme, otorgándole, por
ejemplo, formas que pueden ser reconocidas también en otros discursos (si una
película puede ser equiparada a un poema, cuento o sonata, es por la acción de
dichos códigos). Se ubican en este renglón códigos que rigen aspectos de la
palabra hablada y que resultan comunes a diferentes lenguajes (por ejemplo,
códigos de la dicción y de la entonación que recogen aspectos comunes en el
teatro, la televisión, el radio y el cine, o códigos de la estructuración de los
diálogos o de la redacción de comentarios narrados, etc.). También son códigos
supra-fílmicos los narrativos, tanto los que asignan ciertos significados a ciertas
configuraciones figurativas (por ejemplo, los roles temáticos), como los que
organizan los diferentes relatos según un sistema establecido de reglas
combinatorias.
•
Códigos intra-fílmicos, de naturaleza cultural o antropológica, ligados a una
cultura o historia. La amplísima gama de códigos que organizan el intercambio
humano dentro de la cultura, hace que el estudio de estos códigos requiera de
casi todas las ciencias humanas. Por eso, al analizar el contenido de una cinta,
se estudia todo: historia, sociología, psicología, etc.
Códigos fílmicos mixtos.
67
Son aquellos constituidos por la modificación de los códigos antropológicoculturales bajo la acción de los códigos fílmicos. Un ejemplo de ello es la repentina
importancia que puede adquirir en el cine un evento que en la vida real no tendría
mayor trascendencia. 64
III. 7
La imagen cinematográfica.
La imagen es toda representación figurada y relacionada con el objeto
representado por su analogía o semejanza perceptiva. Si a esta definición le
agregamos el atributo del movimiento, y ciertas relaciones espacio/temporales, nos
estamos refiriendo ya a la imagen cinematográfica, 65 un soporte de la
comunicación visual que materializa un fragmento del entorno óptico (universo
perceptivo), susceptible de subsistir a través de la duración, y que constituye uno
de los componentes principales de los medios masivos de comunicación. 66
Los signos visuales básicos se estructuran en la imagen, la imagen en el plano, el
plano en la escena, la escena en la secuencia y la secuencia en el filme:
•
Signo-imagen: Las diversas manchas de luz y sombra se estructuran en una
forma reconocible: la gente les da sentido.
•
Imagen-fotograma: Por fotograma se entiende la estructuración de imágenes
en el marco rectangular de la pantalla, haciendo abstracción en principio de la
cuestión del movimiento. Se tienen aquí dos categorías amplias. Están por un
lado las composiciones que son significativas en el sentido de que se las
considera bellas. El segundo caso, y el más importante, es aquel en que la
estructura compositiva subraya un punto. La composición forma parte del
proceso y su efectividad no se basa en el reconocimiento consciente.
•
Fotograma-plano: Estrictamente hablando, lo que se añade ahora es
movimiento. Ahora se tienen configuraciones visuales que son imágenes que
pasan a través del plano y cámaras que pasan a través de la imagen. Esto puede
realzar la sustancia de las relaciones de las imágenes en el plano (reforzando un
64
CASETTI, FRANCESCO Y DI CHIO, FEDERICO. Cómo analizar un film. 1ª edición. Paidós Comunicación. España, 2007; pp. 65-83.
POSADA, PABLO HUMBERTO Y NAIME PADUA, ALFREDO. Apreciación de cine. 4ª edición. Alhambra Mexicana. México, 1997; p. 83.
66
MOLES, ABRAHAM. La imagen. 1ª edición, 1ª reimpresión. Editorial Trillas. México, 1999; p. 24.
65
68
significado ya indicado de otros modos) o impartir variaciones en el ritmo del
flujo narrativo.
•
Plano-secuencia. Se llega ahora al montaje con cortes, al tan estudiado campo
de las yuxtaposiciones. Evidentemente, el corte entre plano y plano constituye
un punto de inflexión narrativo. Es el mecanismo a través del cual progresa
todo el filme. Los esquemas de montaje intensifican los tonos emocionales de
una secuencia.
•
Secuencia-filme. El esquema de combinación de las secuencias y la gama de
acciones que cubren pueden comunicar diferentes sensaciones del paso del
tiempo. 67
La imagen, de este modo, constituye el elemento básico del lenguaje
cinematográfico. Es la materia prima fílmica y, no obstante, una realidad
peculiarmente compleja. Su génesis está caracterizada por una profunda
ambivalencia: es el producto de la actividad automática de un aparato técnico
capaz de reproducir con exactitud y objetividad la realidad que se le presenta, pero
al mismo tiempo esta actividad está dirigida en el sentido preciso querido por el
realizador. La imagen así obtenida es un dato cuya existencia se sitúa a la vez en
varios niveles de la realidad:
•
Una realidad material con valor figurativo. La imagen cinematográfica
restituye exacta y totalmente lo que se le presenta a la cámara, y la grabación
que ésta realiza de la realidad es, por definición, una percepción objetiva.
•
Una realidad estética con valor afectivo. El cine nos da de la realidad una
imagen artística, totalmente no realista y reconstruida con arreglo a lo que el
realizador pretende expresar, sensorial o intelectualmente.
•
Una realidad intelectual con valor significante. Aunque la imagen
reproduzca fielmente los acontecimientos filmados por la cámara, no nos
proporciona por sí misma indicación alguna de estos acontecimientos, en
cuanto al sentido profundo: ella sólo afirma la materialidad del hecho bruto que
reproduce, pero no nos da su significado. La imagen, pues, por sí misma
muestra y no demuestra. En sí misma está cargada de ambigüedad en cuanto
a su sentido y de polivalencia significante; además, como consecuencia de la
posibilidad que tiene el cineasta de construir el contenido de la imagen o de
67
TUDOR, ANDREW. Cine y comunicación social. 1ª edición. Editorial Gustavo Gilli. España; pp. 127-130.
69
hacérnoslo ver desde un ángulo anormal, puede hacer surgir un sentido preciso
a lo que a primera vista no es más que una simple reproducción de la
realidad. 68
Así, puede concluirse que toda imagen tiene dos tipos de contenido:
representante y significante. El contenido representante es la realidad física de
lo mostrado; sin más ni más, lo que se ve en pantalla. El contenido significante es la
realidad psíquica o simbólica de lo mostrado: lo que se interpreta.
Finalmente, conviene describir los dos tipos de imagen dentro del filme…
•
De situación. Cuando muestra una visión clara, sin distorsiones ni influencias
emotivas.
•
Fantástica. Cuando distorsiona una realidad para estimular la imaginación
mediante asociaciones de ideas.
… y las funciones de la imagen dentro del mismo:
•
Factual. Cuando comunica algo directamente.
•
Ambiental. Cuando establece una ubicación.
•
Interpretativa. Cuando evoca ideas, pensamientos y sentimientos.
•
Simbólica. Cuando se emplean símbolos de asociación para indicar lugares,
estados de ánimo y acontecimientos.
•
Imitativa. Cuando expresa una razón o apariencia.
•
Identificativa. Cuando evoca personajes o eventos en particular.
•
Recapitulativa. Cuando ayuda a recordar imágenes ya conocidas o
representadas.
•
Conectiva. Cuando liga acontecimientos y temas.
•
De montaje. Cuando se realiza un intercorte entre una sucesión de imágenes. 69
III. 8
Elementos de la imagen cinematográfica.
Como se mencionó anteriormente, la imagen cinematográfica está compuesta por
tres elementos: la imagen, el movimiento y el espacio/tiempo.
68
69
MARTIN, MARCEL. Op. Cit., pp 26-32.
ADAME GODARD, LOURDES. Guionismo. 2ª reimpresión. Editorial Diana. México, 1989; pp. 32-34.
70
IMAGEN
Elementos esenciales de la imagen.
1. Escala. Es la relación que existe entre la superficie que ocupa en pantalla una
imagen dada, y la superficie total de la pantalla. La escala de una imagen está
determinada por el tamaño de lo fotografiado, por la distancia entre el objeto y la
cámara y por el objetivo (lente) que se emplea. 70
El fundamento básico de la escala es el plano, una toma continua filmada por la
cámara –fija o móvil- en una sola sesión; una serie encadenada de planos que
tienen lugar en un mismo escenario y que corresponden a una misma acción
forman la escena, y varias escenas en el mismo tiempo, escenario o continuidad
narrativa forman un episodio unificado en una película, que lleva el nombre de
secuencia. Hay una posible variante en la sintaxis fílmica: el plano-secuencia,
largo y usualmente complejo, que incluye movimientos de cámara y acción sin
cortes.
Existe una tipología del plano bien definida, que se describe a continuación
Planos largos o descriptivos. Muestran la disposición de la escena y ayudan a
seguir el movimiento; son descriptivos, ya que permiten ver la relación entre los
distintos elementos que forman parte de la acción, proporcionan una idea de la
distribución espacial, dan una referencia global de la escena o presentan una idea
de la situación geográfica. Son los que ofrecen un mayor ángulo de cobertura. Su
función es poner en la pantalla una situación en que lo importante es la escena en
su conjunto y no un detalle en particular. Los tres tipos de planos largos son: gran
plano general, o plano panorámico; plano general y plano completo.
•
Gran plano general (full/extreme/big long shot o stablishing shot). Se trata de
una imagen completamente abierta; en ella la figura humana aparece como un
punto lejano (menos de la vigésima parte del encuadre), en segundo término,
irreconocible y no muy significativa. Suele mostrar un gran escenario o una
multitud. Lo que interesa fundamentalmente en esta escala es el escenario.
Tiene un valor descriptivo y puede adquirir un valor dramático cuando se
pretende destacar la soledad o la pequeñez del hombre enfrente del medio.
70
POSADA, PABLO HUMBERTO Y NAIME PADUA, ALFREDO. Op. Cit., p. 83.
71
•
Plano general (long shot o stablishing shot). Abarca una zona muy amplia en el
cual se incluye al personaje de cuerpo completo, aunque no llena todo el
cuadro (sólo entre un tercio y tres cuartos del encuadre), sino que sólo es parte
del ambiente. Si el plano involucra a un pequeño grupo de personas, entonces
se llama plano general conjunto. En este plano interesa la acción y la situación
de los personajes en la escena.
•
Plano completo (full shot). En este encuadre la figura humana toma
importancia sobre el entorno, ya que muestra al personaje de cuerpo entero; el
límite superior e inferior del cuadro coincide con la cabeza y pies de la persona,
parada, sentada, acostada, etc. Al ocupar la figura humana la mayor parte del
espacio informativo disponible, le otorga a este plano cierto valor descriptivo, al
apreciar las características generales del personaje. Es de utilidad en situaciones
de movimiento o acciones físicas. Tiene un valor narrativo, pero comienza a
potenciar el valor expresivo o dramático. Mantiene una relación proxémica
aproximada a 180 centímetros con el espectador.
Planos medios o narrativos. Establecen un equilibrio de tensión entre los planos
cercanos y los planos largos. Son eminentemente narrativos, al establecer la
relación del personaje con su ambiente. También se les llama planos de diálogo.
72
Sólo suelen mostrar a un sujeto y centrar la atención del espectador sobre él.
Escapan del entorno y no dan apenas detalles de la situación contextual, pero se
empiezan a apreciar indicios del estado emocional, por la comunicación no verbal y
los códigos gestuales. Hay tres tipos de planos intermedios: plano americano,
plano medio y plano medio corto.
•
Plano americano (medium long shot, Hollywood shot, knee shot, plano medio
largo o de tres cuartos). Los límites inferior y superior de la pantalla coinciden
con la cabeza y las rodillas de la persona, con lo que se refleja las acciones de
los personajes y se insinúa el escenario. Tiene un valor narrativo y dramático; se
encuentra en la frontera de un plano expresivo (rasgos y sentimientos de las
personas) y descriptivo (movimiento, las acciones que se realizan). Surgió
porque se requería un tipo de plano más corto que el entero que capturase al
sujeto y las manos de los protagonistas, al tiempo que permitiese ver la acción
de desenfundar las pistolas en el contexto de los westerns. Se considera una
variedad del plano completo, sus fines y usos son similares pero con mayor
fuerza expresiva, pues en él la figura humana cobra mayor protagonismo.
Mantiene una relación proxémica aproximada a metro y medio del espectador.
Un plano americano podría denotar cierto grado de mediocridad, de
distanciamiento, y según las articulaciones semánticas puede causar euforia al
acercar un objeto al auditorio y disforia al alejarlo. La inmovilidad en un punto
medio seria la aforia, es decir, la transformación de los estados opuestos a un
estado de reposo o natural.
•
Plano medio (medium shot). El encuadre muestra la figura humana desde la
cabeza hasta la cintura; permite observar el movimiento de brazos y manos a la
par de las expresiones de los protagonistas. También puede ser inferior: de la
cintura a los pies. Como su nombre indica, es el plano intermedio por
excelencia, y es considerado un plano de retrato. Con este tipo de plano se da
mayor importancia a los aspectos emocionales del sujeto.
73
Es el plano más utilizado, porque ofrece mayor información del personaje al
plasmar la interioridad humana y la respuesta a los estímulos del ambiente. Al
encuadrar a los personajes por encima de la cintura entra en juego el aire,
puesto que el sujeto en sí ocupará algo menos de la mitad del cuadro.
Su relación espacial con el público es similar a una distancia de 120 centímetros.
El espectador no requiere mucho tiempo para captar sus elementos, tiene corta
duración y proporciona un ritmo dinámico.
•
Plano medio corto (medium close up, plano medio de pecho o medio primer
plano). Corta la figura entre el busto y la cintura. Este recorte del espacio nos
permite concentrarnos más en la expresión facial del personaje que en el
movimiento expresivo del cuerpo. Es uno de los planos más precisos en su
definición, pues se refiere exclusivamente a la imagen que incluye desde la
cabeza hasta el pecho del personaje. Su tiempo de lectura varía. Ofrece un
mayor acercamiento para permitir adentrarnos a la expresión facial, mantiene
una distancia espacial entre a 70 y 80 centímetros.
Planos cercanos o expresivos. Son planos expresivos porque destacan la
expresión interna del personaje. Aparecen como una lectura minuciosa del sujeto,
como un estudio interior, psicológico o científico, según sea el caso, y rompen con
el espacio íntimo de la persona. También se llaman primeros planos, porque
centran totalmente su atención en el sujeto. Llevan una gran carga emotiva y son
perfectos para capturar los sentimientos que, utilizando planos más largos,
pasarían desapercibidos. Hay cuatro tipos de planos cercanos: Contamos con
74
cuatro tipos: primer plano, gran primer plano, el primerísimo primer plano y plano
de detalle.
•
Primer plano (close up, toma cerrada o acercamiento o primer plano). Se
muestra exclusivamente el rostro y parte de los hombros. Enfatiza los gestos del
rostro, pero pierde la acción completa del sujeto y del medio que lo rodea.
Refleja la intimidad y la realidad anímica del personaje. Se usa para
desencadenar sensaciones y efectos psicológicos profundos. Su relación
espacial es entre los 45 y 60 centímetros.
El primer plano es el perfecto para el retrato del rostro. Agranda el detalle y
miniaturiza el conjunto de la escena, eliminando la importancia del fondo.
•
Gran primer plano (big close up o gran acercamiento). El encuadre recoge
únicamente el rostro; la cabeza completa ocupa verticalmente la pantalla, lo
que posibilita acceder con eficacia al estado emotivo, al centro de su
expresividad, la boca y la mirada; los rasgos tensos o relajados nos indican las
emociones, gestos y reacciones.
Es el más expresivo de los planos del rostro, registrándose las expresiones
faciales con alto detalle, pero se pierde la acción completa del personaje y del
medio que la rodea. Suele tener una lectura fácil y breve. La relación espacial es
cercana a los 30 centímetros,
•
Primerísimo primer plano (very close up o primer plano cerrado). Se encuadra
sólo una parte del rostro; suele caracterizarse por la desaparición de la parte
superior de la cabeza y la fijación del límite inferior en la barbilla del personaje,
o bien, resaltar una pequeña parte del cuerpo a una distancia muy corta. El
75
énfasis se centra en la intimidad: una forma de mirar, un gesto, un movimiento
de los labios. Su tiempo de lectura es fugaz. Su relación espacial simula una
distancia con el espectador de 20 centímetros.
El primerísimo primer plano tiene un enorme impacto visual. Está muy ligado a
la emotividad y permite centrar la mirada en un pequeño fragmento de la
realidad. Los detalles se capturan con especial facilidad. Este tipo de planos
suele eludir el fondo, incluso omitiéndolo totalmente.
•
Plano de detalle (extreme close up, detalle aislado o inserto). Recoge una parte
pequeña de la figura humana, ya sea del cuerpo, del rostro o de un objeto. Es
una puntualización sobre un segmento corporal; en el caso de un objeto, se
denomina plano Detalle a todo encuadre que dé cuenta de la totalidad del
mismo o de un fragmento. Sus usos son expresivos, simbólicos y dramáticos.
Tiene tanta importancia que ocupa todo el encuadre disponible y hace que éste
tenga un papel trascendente en la historia. Su relación con el espectador es
similar a 10 centímetros, por lo que los detalles se agrandan al máximo y la
carga emocional alcanza su punto álgido.
Planos de grupo. Encuadres sobre dos o más personajes.
•
Plano cercano doble (two thin shot). Encuadra las cabezas de dos personajes. El
espacio es íntimo-personal, diseñado para el (o los) acompañante(s) de la
trama.
76
•
Toma de grupo (group shot o plano general conjunto). Tres o más personas en
pantalla. El espacio entre los actores es social-cercano, invitando al espectador a
formar parte del grupo. Se centra en los individuos, restando importancia al
entorno. Siendo un plano descriptivo se distinguen tan sólo algunos rasgos y
expresiones de los personajes; puede mostrar varias personas, siete u ocho con
holgura, sin que ninguna resalte más que las otras. Aquí reduce el campo visual
y encierra los personajes en una zona más restringida, de forma que puede ir
individualizando cada objeto o sujeto de forma más precisa. Se caracteriza
porque se encuadra todo el cuerpo de los actores. Con este plano se pretende
poner a los actores en relación con el medio en que se encuentran, de forma
que el espectador pueda observar la interrelación que existe entre el medio que
los rodea y ellos.
En el caso de que haya varias escalas en el mismo plano, se dice que hay
profundidad de campo. 71
2. Ángulo. Se dice que la cámara está en ángulo cuando no hay coincidencia entre
el eje óptico de la cámara y la línea del horizonte. Las angulaciones típicas son:
•
Picada. Cámara inclinada hacia abajo menos de 90°. Sirve para describir un
paisaje o un grupo de personajes; también expresa la inferioridad o la
humillación de un sujeto, o la impresión de pesadez, ruina y fatalidad. Si la
cámara se inclina 90°, se habla de un ángulo cenital (vista de pájaro).
71
ADAME GODARD , LOURDES. Op. Cit., pp. 32-34.
77
•
Contrapicada. Cámara inclinada hacia arriba menos de 90°. Físicamente alarga
los personajes, creando una visión deformada; puede expresar una exaltación
de superioridad o de triunfo. Si la cámara se inclina 90°, se habla de un ángulo
nadir (vista de piso).
•
Holandés. La cámara se coloca en ángulo con respecto al eje vertical del sujeto
fotografiado; expresa inestabilidad, o bien sirve para aumentar o disminuir el
peso visual de determinado elemento del encuadre.
3. Iluminación. Constituye un factor decisivo de la creación de la expresividad de
la imagen, pues sirve para definir y modelar las siluetas y los planos de los objetos,
crear la sensación de profundidad espacial, producir una atmósfera emocional y
hasta algunos efectos dramáticos.
Puede ser de dos tipos: de exteriores y de interiores. La exterior es natural en
teoría, pero la mayor parte de las escenas de día están rodadas con el apoyo de
proyectores o pantallas reflectoras; en lo que respecta a las escenas nocturnas, la
iluminación suele ser en extremo antinatural, pues suelen tener mucho brillo
incluso cuando la narración no contiene con toda evidencia ninguna fuente
luminosa.
78
En la iluminación de las escenas interiores el cinefotógrafo dispone de mayor
libertad creativa. En este tipo de iluminación, al no obedecer a leyes naturales, casi
no hay límite de verosimilitud alguno que se oponga a la imaginación del
creador. 72
Existen tres estilos básicos de iluminación:
•
De manchas, que ilumina ciertas partes del escenario, con poca semejanza a la
distribución natural de la luz.
•
De zonas, que ilumina áreas escalonadas de mayor a menor intensidad.
•
De masas, que imita el efecto de la luz natural. 73
Elementos integrantes de la imagen.
1. Color. Sirve para llamar la atención del espectador y centrarla en una parte
determinada de la imagen, para favorecer el ritmo de una narración y para expresar
fuerte y significativamente ciertos momentos climáticos. Aplicando la teoría
psicológica del color, se pueden lograr apuntes dramáticos y significativos, además
de contribuir con la iluminación a la creación de atmósferas.
2. Sonido. Engloba a los diálogos, efectos incidentales y música. Puede ser:
•
Real, con una intensidad que corresponde a la imagen vista.
•
Subjetivo, que el espectador escucha tal y como lo escucharía uno de los
personajes de la narración.
•
Expresivo, que producen elementos que no pertenecen a la realidad descrita,
pero la remarcan.
3. Composición. Se refiere a la distribución conveniente de personas y objetos
dentro de la imagen. Puede ser de cuatro tipos:
•
Descriptiva. Presenta la realidad de manera objetiva e introduce al ámbito en el
que se desarrolla la acción, permitiendo la captación de todos sus elementos.
•
Narrativa. Proporciona los elementos necesarios para entender la acción.
•
Expresiva. Enfatiza partes del mundo contado por el filme.
72
73
MARTIN, MARCEL. Op. Cit., pp. 63-67
POSADA, PABLO HUMBERTO Y NAIME PADUA, ALFREDO. Op. Cit., p. 86-87.
79
•
Simbólica. Aporta mayor profundidad y significación que la ofrecida por el
simple contenido tangible. 74
MOVIMIENTO.
Para que la imagen en pantalla adopte una naturaleza cinematográfica, es
necesario que exista el movimiento, del que existen dos tipos:
•
Movimiento dentro del encuadre, dado básicamente por las evoluciones que
realizan los actores dentro del cuadro que la cámara capta.
•
Movimiento de la cámara, cuando ésta se desplaza, variando el encuadre de
las figuras. Esta clase de movimiento puede darse de dos formas: por rotación
(paneo), cuando la cámara se vuelve sobre su propio eje, ya sea horizontal o
verticalmente, o balanceándose, y travelling, cuando la cámara se desplaza
hacia adelante (dolly in), atrás (dolly back), arriba (tilt up), abajo (tilt down), a los
lados o hace un recorrido especial montada sobre una grúa. 75
Los movimientos de cámara tienen varias funciones desde el punto de vista de la
expresión cinematográfica:
Función descriptiva.
•
Acompañamiento de un personaje u objeto en movimiento.
•
Creación de movimiento ilusorio en un objeto estático.
•
Descripción de un espacio o de una acción con un contenido material o
dramático único y unívoco.
Función dramática.
•
Definición de relaciones espaciales entre dos elementos de la acción (entre dos
personajes o entre un personaje y un objeto)
•
Relieve dramático de un personaje o de un objeto destinado a desempeñar un
papel importante en la consecución de la acción.
•
74
75
Expresión subjetiva de la visión de un personaje en movimiento
Ibidem., pp. 87-91.
Ibídem., pp. 79-80.
80
•
Expresión de la tensión mental de un personaje (punto de vista subjetivo).
Función rítmica. Los incesantes movimientos de cámara, al modificar a cada
momento el punto de vista del espectador sobre una escena, completan un papel
un tanto análogo al del montaje y acaban por darle al filme un ritmo propio. Se
podría decir que hay una función de encantamiento de los movimientos de cámara,
que en el plano sensorial (sensual) corresponde a los efectos del montaje rápido en
el plano intelectual (cerebral). 76
ESPACIO / TIEMPO.
Todos los elementos involucrados en la imagen y el movimiento facultan al cine
para la creación virtual de espacios y desplazamientos en el tiempo.
El soporte físico de una proyección es una pantalla bidimensional. Para adquirir la
profundidad faltante, o espacio fílmico, se busca el relieve, unificando la
perspectiva lineal (común al dibujo), la cromática (propia de la pintura) y la focal
(de la fotografía), en una cuarta modalidad, totalmente nueva: la perspectiva
cinética.
En lo que respecta al tiempo fílmico, tiene la cualidad de ser variable y flexible, a
diferencia del tiempo real. Se le puede manipular a voluntad, para dar lugar a las
siguientes variantes:
•
Tiempo en adecuación. Cuando hay conformidad entre el tiempo de acción y
el tiempo de proyección.
•
Tiempo en condensación. El más utilizado, debido a su capacidad de resumir
lo más importante de la acción, gracias al montaje y a la elipsis.
•
Tiempo en distensión. Alargado subjetivamente.
•
Tiempo en continuidad. Cuando fluye en la misma dirección que el tiempo
real.
•
Tiempo en simultaneidad. Cuando se alternan dos o más tiempos vitales de la
acción.
76
MARTIN, MARCEL. Op. Cit., pp. 51-53
81
•
Tiempo en flashback. Cuando la acción retrocede a épocas y situaciones
anteriores.
•
Tiempo psicológico. Una combinación de tiempos débiles y tiempos fuertes,
con acciones de escaso interés y otras de gran importancia, para hacer olvidar
al espectador la medida del tiempo real. 77
77
POSADA, PABLO HUMBERTO Y NAIME PADUA, ALFREDO. Op. Cit., p. 75-78.
82
C A P Í T U L O
I V
análisis cinematográfico
Para analizar una película se deben de tomar en consideración las potencialidades
de la imagen cinematográfica descritas en el capítulo anterior. A partir de este
principio básico del análisis fílmico se llega a la conclusión de que el cine es capaz
de contar historias a través de imágenes y sonidos perceptibles por los sentidos
(aspecto denotativo), y a la vez verter ideas y posturas de un director por medio
de ciertos códigos descifrables con la participación del intelecto (aspecto
connotativo). Lo anterior da lugar a las dos grandes vertientes de la apreciación
cinematográfica: el análisis formal y el análisis de contenido.
IV. 1
Análisis formal.
Por forma cinematográfica se entienden todos los elementos visuales y sonoros de
un filme, es decir, lo denotado por él. Son varios los elementos formales, a saber:
1. Actuación. La labor del actor es fundamental en casi todos los filmes –
exceptuando el género documental-, pues es él quien da vida a los personajes de
la historia. A pesar de tan evidente importancia, no faltan posturas encontradas al
respecto de su relevancia: algunos directores lo ven como elemento primordial
para la expresión plena de sus ideas (llegando a considerarlo su alter-ego), mientras
que otros realizadores lo consideran como un elemento secundario (son notables,
en este sentido, algunos realizadores que utilizan a personas comunes y corrientes,
sin formación histriónica, para interpretar los roles principales dentro de sus
películas).
83
Independientemente de estos juicios de valor sobre los actores, lo cierto es que su
función no puede pasar desapercibida, puesto que son el rostro y la voz de las
películas, y establecen una muy especial relación con el público, dando lugar a un
juego de proyección-identificación. 78
Para analizar el desempeño actoral, inicialmente se deben de tomar en cuenta las
particulares características de la actuación cinematográfica. El primer lugar debe
enfatizarse que el actor de cine no trabaja con una audiencia al frente, sino ante
una cámara, que puede registrar hasta la más mínima reacción en su rostro, y por
lo mismo no le permite la más mínima imperfección o duda. Lo anterior redunda
en una doble dificultad para el actor: al estar separado de su público no puede
relacionarse con algo para proyectar y ser creíble, por lo que sólo le resta ligarse
totalmente con sus compañeros de elenco e identificarse con el personaje que
encarna para lograr, exitosamente, comunicar. Por otro lado, como no puede
esconder ninguna de sus emociones, debe encontrar el punto exacto de expresión
en todas sus acciones, para no quedar limitado (subactuación) o extralimitarse
(sobreactuación), defectos que lo llevarían a romper la ilusión de realidad que
ofrece una película de ficción. 79
Existe un tercer reto, plateado por la necesidad de que el actor desempeñe su
papel fuera de secuencia, por razones de rapidez, economía y disponibilidad de
locaciones. Al no evolucionar siguiendo el orden marcado por el guión, debe de
tener plena conciencia del tono dramático utilizado en tal o cual escena, para
hacerlo coincidir con el de un fragmento filmado, en ocasiones, mucho antes o
después.
Cabe destacar dos problemas más: el actor labora ante las cámaras en tiempos
muy fragmentados, de escasos segundos o minutos de duración, y por lo mismo se
magnifica la dificultad de entrar en el papel; por otro lado, su trabajo puede ser
redistribuido al momento de editar la cinta, de acuerdo a los requerimientos
narrativos que puedan surgir en el proceso del montaje.
De todas las exigencias anteriores se deduce que la labor histriónica en el cine no
es nada sencilla: implica una preparación concienzuda en los campos de las
diferentes técnicas actorales y la cultura general; la obligación de entrar en la piel
78
79
GARCÍA TSAO, LEONARDO. Cómo acercarse al cine. 1ª edición. Editorial Limusa. México, 1989; p. 19.
NAIME PADUA, ALFREDO. Op. Cit., pp. 67-68.
84
del personaje, comprender su psicología, el mecanismo de sus reacciones y
conocer a fondo su oficio o actividad; tener una voz bien timbrada, matizada y
dueña de una dicción perfecta; armonizar las palabras con la figura y los gestos, y
tener un espíritu de comunicación con todo el equipo de filmación y un sentido
desarrollado de la intuición, para saber exactamente lo que el director requiere de
él. 80
Conocer todas las características de la función del actor cinematográfico ayuda a
detectar las virtudes de este elemento esencial de la película, así como sus errores:
un miscast (elección equivocada de un actor para determinado papel); la diferencia
entre un actor y una estrella (más caracterizada por su atractivo físico,
personalidad, presencia escénica y arraigo popular que por sus dotes histriónicas),
su precario registro (imposibilidad de adoptar una amplia variedad de tonos
dramáticos), etc.
Se pueden definir esquemáticamente, algunos estilos de desempeño actoral:
•
Hierático. Estilizado y teatral, volcado a lo épico y a lo sobrehumano.
•
Estático. Hace hincapié en el peso físico del actor, en su presencia; este papel
está dictado por consideraciones dramáticas, pero también por la tradición
cultural. Simplificando, es un estilo a la vez hurgador del detalle y sólido en
conjunto.
•
Dinámico. Característico de las películas italianas, suele traducir la exuberancia
del temperamento latino.
•
Frenético. Implica una expresión gestual y verbal desmedida adrede.
•
Excéntrico. Tiene por objeto exteriorizar la violencia de los sentimientos o de la
acción. 81
2. Guión. No es literatura, y tampoco cine. En realidad es ambas cosas en potencia,
pues su proceso de elaboración atiende a la naturaleza de ambas partes. 82 Surge
de una simple idea, ya sea original o tomada de otro medio (teatro, televisión,
cómic, la misma literatura, etc.). A partir de ella se elabora una sinopsis
(argumento), donde se destaca lo esencial, ofreciendo un planteamiento claro
acerca de la totalidad de la historia y su contenido.
80
SADOUL, GEORGES. Las maravillas del cine. 7ª reimpresión. Fondo de Cultura Económica. México, 1993; pp. 68-75.
MARTIN, MARCEL. Op. Cit., pp. 80-81.
82
GARCÍA TSAO, LEONARDO. Op. Cit., pp. 19-22.
81
85
Posteriormente se realiza un tratamiento, en el que se establecen y describen las
secuencias una a una, siguiendo el orden cronológico en el que se presentarán,
comenzando a visualizar la narración. Más adelante se procede a la elaboración de
un guión literario, que consiste en la narración ordenada de la historia, incluyendo
los diálogos y la acción, pero sin especificar ninguna indicación técnica. En este
punto el texto ya no debe de prevalecer sobre la imagen, sino utilizar a ambos
como un binomio inseparable y equilibrado.
La redacción del guión literario debe de cumplir con algunas características básicas:
en él se debe de comunicar acciones relacionadas con el personaje, pero no
explícitamente; nunca debe de hacerse referencia a una acción que no va a suceder
después; se debe recurrir a las palabras sólo para explicar aquello que no puede
entenderse ni con la acción ni con la caracterización de un personaje, se debe
suprimir todo lo que no sea necesario; conviene no explicar con palabras el
pensamiento de un personaje, sino que éste hable por sí mismo; el ritmo de la
acción no debe decaer y mucho menos retroceder; no se debe de conceder más
espacio del necesario a la acción y a los personajes, y se sugiere justificar la
inclusión de algo inesperado en la obra.
En lo que respecta a la estilística de la redacción del guión, se debe vigilar que sea
claro, conciso, sencillo, natural y, sobre todo, original (virtud que no depende tanto
de lo inédito del argumento, sino del modo en el que se trata). Los diálogos deben
cumplir las características anteriores, y sobre todo no adueñarse de la narración,
pues se corre el riesgo de convertir la película en un simple teatro filmado. Su
función debe limitarse a completar la acción y a explicar y caracterizar al
personaje. 83
Completado el guión literario, se llega finalmente al guión cinematográfico, que
reúne todos los elementos del literario con el agregado de las especificaciones
técnicas (planos, ángulos, movimientos de cámara, música, etc.), y la estructuración
del mismo en escenas y secuencias.
Para detectar un buen guión cinematográfico hay que atender fundamentalmente
a su capacidad de transmitir nuevas y vigorosas ideas, no importando demasiado
que narre un hecho o situación ya abordado con anterioridad. Lo importante es
83
ADAME GODDARD , LOURDES. Op. Cit., pp. 53-59.
86
que rehúya de las convenciones narrativas y resoluciones preestablecidas que tanto
caracterizan al cine comercial: reciclaje de ideas y posturas de probado éxito,
inclusión forzosa de un final feliz, personajes de trazo maniqueo y desprovistos de
aristas emocionales, etc.
3. Edición. Tal vez uno de los renglones más ignorados por el público, se
constituye como el proceso clave para dotar de personalidad a un filme. De hecho,
se trata de la única disciplina exclusiva del cine, pues no hay nada parecido en
ningún otro arte. En su expresión más simple, consiste en reunir las tomas filmadas,
pegarlas en un orden inteligible de acuerdo con una progresión dramática
(continuidad), quitar lo que sobra y conferir a la estructura narrativa un ritmo
adecuado. 84
El ritmo es la cadencia producida por el montaje, según la diversa longitud de los
fragmentos montados, y deberá adaptarse al contenido del filme. Tiene cuatro
variantes:
•
Ritmo analítico, con base en numerosos planos largos; se utiliza sobre todo en
películas que buscan inclinar al público a la contemplación y la reflexión.
•
Ritmo sintético, a partir de varios planos cortos; es frecuente su utilización en
los filmes de acción y aventuras.
•
Ritmo in crescendo, con planos cada vez más cortos para aumentar la tensión,
o cada vez más largos para provocar relajamiento.
•
Ritmo arrítmico, una mezcla de planos cortos y largos, que al alternarse con
brusquedad producen sorpresa.
La edición no solamente es importante por su capacidad de establecer un ritmo,
sino porque posibilita un proceso de construcción y de trabajo con el material
filmado, para crear significados no previstos. 85
En este sentido, puede hablarse de dos tipos de edición:
•
Edición transparente, que el espectador no percibe porque no agrega ninguna
connotación especial, y…
84
85
GARCÍA TSAO, LEONARDO. Op. Cit., p. 24.
Ibidem., p. 25.
87
•
Edición armada, que procura saltos espaciales y temporales que no siguen un
orden narrativo lineal y obligan a la audiencia a descubrir en ellos
yuxtaposiciones tendientes a ofrecer nuevos conceptos. El cineasta ruso Sergei
Eisenstein, uno de los más fervientes investigadores y experimentadores de la
edición cinematográfica, definió así este tipo de edición: “La secuencia A,
compuesta por elementos del tema de la película, y la secuencia B, ensamblada
a partir de la misma fuente, al yuxtaponerse, generarán una imagen en la que el
contenido del tema se plasme de manera más clara. Es decir: La representación
A y la representación B deberán elegirse entre todos los rasgos posibles
inherentes a la historia, de manera que su yuxtaposición –específicamente la
yuxtaposición de ellas, no de cualesquiera otros elementos- evoque en la
percepción y emoción del espectador la imagen total más exhaustiva del tema
de la película”. 86
Este último estilo de edición no atenta contra la coherencia de la película, y en
cambio sí le permite al público tener acceso a más puntos de vista, obtener
emociones más profundas y participar de más acciones de forma simultánea. Lo
que sí implica es una mayor participación intelectual para descubrir en tan peculiar
estructura las sugerencias que el director envía.
Finalmente, la edición armada ofrece una manipulación subjetiva del tiempo y
espacio fílmicos, denotando una interpretación muy particular de la historia.
Además, al procesar las imágenes siguiendo parámetros dialécticos, logra que los
planos ofrezcan nuevos significantes durante su interacción.
4. Fotografía. Responsable directa de la calidad visual de una película, utiliza
lentes, filtros, luces y dispositivos especiales para su función. Sus virtudes deben de
juzgarse de acuerdo a la creatividad y equilibrio vertidos en la iluminación
(elemento esencial de la imagen), el color y la composición (elementos integrantes
de la imagen).
El director de fotografía (o cinefotógrafo) es un artista de la luz, catalizador de las
mejores cualidades de un pintor; su labor no se limita solamente a capturar
llamativos paisajes (como frecuentemente el espectador común lo interpreta y por
86
EISENSTEIN, SERGEI. Hacia una teoría del montaje, Vol. 2. Ediciones Paidós Ibérica. España, 2002; p. 121.
88
ende lo califica), sino a crear –en interiores y exteriores- atmósferas y tonos
dramáticos adecuados a la concepción que de la película tiene el director.
5. Diseño de producción. También conocida como dirección de arte, esta
categoría engloba a la escenografía, vestuario, maquillaje y utilería, aspectos muy
importantes para la unidad visual de la película, así como para su ambientación y
verosimilitud. 87
La escenografía, la decoración y la utilería deben de evaluarse de acuerdo al
conocimiento de la historia y de los estilos y tendencias arquitectónicas,
escultóricas y pictóricas que el director de arte trasluce en su labor. La
magnificencia y el boato, tan comunes en este apartado, suelen ser engañosos.
Natural o artificial, el decorado cumple casi siempre una función de contrapunto
con la tonalidad moral o psicológica de la acción. Hay muchos estilos, pero son
particularmente frecuentes los que a continuación se citan:
•
Realista. El decorado no tiene más implicancia que su materialidad misma y
sólo significa lo que es.
•
Impresionista. El decorado (paisaje) se elige con arreglo a la dominante
psicológica de la acción; condiciona y refleja a la vez el drama de los personajes;
es el paisaje-estado de ánimo tan caro a los románticos. Presenta dos
tendencias: sensualista o intelectualista (objetivista).
•
Expresionista. Mientras que el decorado impresionista es natural, por lo
general el decorado expresionista se crea casi siempre en forma artificial con el
fin de sugerir una sensación plástica en convergencia con la dominante
psicológica de la acción, ya que el expresionismo como tendencia artística está
fundado en una visión subjetiva del mundo, expresada por la deformación y la
estilización simbólicas. Se pueden descubrir en él dos tendencias principales:
pictórica o teatral. 88
En lo que respecta al vestuario, también debe observar una adecuación histórica y
estilística con el guión, pues cumple con el cometido de ayudar al público a olvidar
que está contemplando a un actor, para llevarlo a creer que está viendo la realidad,
ya sea pasada, presente o futura. 89
87
GARCÍA TSAO, LEONARDO. Op. Cit., p. 26.
MARTIN, MARCEL. Op. Cit., pp. 70-73.
89
PLATT, RICHARD. El cine. 1ª edición. Biblioteca Visual Althea. Editorial Alfaguara. México, 1992; p. 36.
88
89
Hay tres tipos de vestuario:
•
Realista. Adecuado a la realidad histórica de la cinta.
•
Pararrealista. Inspirado en la moda de una época, pero sometido a una
estilización.
•
Simbólico. La exactitud histórica no tiene importancia y el traje tiene, antes que
nada, la misión de traducir simbólicamente caracteres, tipos sociales o estados
de ánimo.
Finalmente, y en lo que respecta al maquillaje, se debe esperar de éste que
caracterice correcta y naturalmente a los personajes, labor que es apreciable sobre
todo ante cambios bruscos del tiempo fílmico.
6. Sonido. Es la voz de la película y engloba los diálogos, efectos incidentales y
música. Su importancia radica en que se constituye como apoyo expresivo no sólo
para la imagen, sino para toda la línea narrativa. Puede editarse en forma similar al
elemento visual, para cumplir diversas funciones:
•
Factual, comunica algo directamente.
•
Ambiental, establece una ubicación.
•
Interpretativa, evoca ideas, pensamientos y sentimientos.
•
Simbólica, crea asociaciones con lugares, estados de ánimo, acontecimientos,
etc.
•
Imitativa de un movimiento o acción.
•
Identificativa, asocia a gente o acontecimientos particulares.
•
Conectiva, liga escenas, hechos, etc.
•
De montaje, cuando es una sucesión o mezcla de sonidos ordenados para
lograr un efecto dramático. 90
En el caso particular de la música, ha de enfatizarse que es un eficaz apoyo
emocional del filme, invaluable para crear una atmósfera, establecer un tono y
hasta proporcionar un ritmo. Es tan eficaz, que en ocasiones le hace ver o sentir al
espectador cosas inexistentes en la pantalla. 91
90
91
ADAME GODDARD , LOURDES. Op. Cit., p. 28.
GARCÍA TSAO, LEONARDO. Op. Cit., p. 26.
90
Para musicalizar una película puede crearse una partitura original o adaptar una ya
existente; en ambos casos, se debe vigilar una estrecha concordancia entre la
estructura musical y la narrativa. Debe de analizarse según los parámetros
universales de la apreciación musical (armonía, ritmo, etc.), pero atendiendo
además a la función que realiza dentro de una cinta: la adecuación de las notas a
las acciones es un punto de consideración esencial.
7. Efectos especiales visuales y sonoros. Con el exponencial desarrollo de la
tecnología cinematográfica en los últimos tiempos, estos trucajes han pasado a
ocupar un sitio de primerísima importancia en las motivaciones de la audiencia. Al
respecto se debe de aclarar que este tipo de recursos son meros apoyos para la
verosimilitud de un filme.
Una obra que abusa del uso de tales efectos, o que sustenta su trascendencia
únicamente en ellos, por lo general revela grandes carencias en lo que respecta a
elementos formales y de contenido verdaderamente importantes.
IV. 2
Géneros cinematográficos.
Una vez visto el análisis formal, y antes de describir lo relativo al análisis de
contenido, conviene hablar de los géneros cinematográficos, ya que en análisis del
contexto –en tanto que implica descifrar las connotaciones insertas en la imagen
cinematográfica- debe de partir del entendimiento pleno de qué tipo de película
se está analizando.
Un género es el grupo o categoría que reúne obras similares; esta similitud deriva
de compartir una serie d elementos formales y temáticos. 92 No existen los géneros
cinematográficos puros, puesto que en la generalidad de los casos el contenido de
las películas es una mezcla más o menos abigarrada; por otro lado, la apreciación
de una cinta no debe de basarse en qué tanto respeta el director las convenciones
argumentales del género por él escogido, sino en su capacidad de cuestionarlas y
renovarlas.
Hay tres clasificaciones posibles para englobar a plenitud todas sus variantes:
92
Ibídem., pp. 47-48.
91
1. Géneros fundamentales. Jerarquizan a las obras cinematográficas de acuerdo a
su aproximación a la realidad:
•
Documental. Se basa en hechos y personajes tomados directamente de la
realidad.
•
Docudrama. Representación actuada de hechos reales.
En estos dos géneros, al basarse en historias tomadas directamente de la realidad,
deben perseguir la objetividad, esto es, retratar los hechos narrados de la manera
más imparcial y apegada a lo que verdaderamente aconteció.
•
Realismo. Sus historias ya no son reales, pero sus elementos temáticos y
formales tienen por objetivo primordial hacer patente que lo que se busca
filmar es completamente verosímil, inspirado por completo en la vida real.
Dentro de esta categoría se incluyen corrientes filmográficas como el
neorrealismo italiano, el cinema-verité francés, el cine-ojo del soviético Vértov y
el realismo social inglés.
•
Ficción. Es el género más común en el cine, pues posee todos los ingredientes
necesarios para fabricar un panorama ilusorio, que es el más buscado por las
audiencias escapistas. A pesar de abrevar de la realidad, la finge o representa
con base en argumentos que siguen una línea trazada por el director, que se
ayuda de la estilización de la imagen cinematográfica para interpretar al
mundo.
Estos dos géneros, al no contener historias reales, deben perseguir la
verosimilitud, hacer que los hechos narrados parezcan posibles y probables.
•
Fantasía / Ciencia-Ficción / Horror / Leyenda.
•
Surrealismo.
Estos géneros se apartan por completo de la realidad; su valor radica en la lucidez
e imaginación para recrear mundos imposibles y ubicar en ellos personajes, si bien
irreales, con problemáticas y planteamientos ideológicos similares a los de la
realidad.
2. Géneros temáticos. Clasifican a las películas de acuerdo a su contenido
esencial. La lista es amplísima, pero se pueden mencionar como los géneros más
92
comunes: de acción, de aventura, biográfico, infantil, cómico, policiaco, thriller
(suspenso), negro (film noir), musical, de leyenda, horror, de misterio, operístico,
político, carcelario, religioso, romántico, de ciencia ficción, deportivo, de espionaje,
bélico, western, cotidiano y épico. 93
3. Géneros tonales. Clasifican a las obras cinematográficas por su densidad
dramática:
•
Comedia. Conserva siempre una atmósfera de amabilidad y cotidianeidad, en la
búsqueda de resultados optimistas. A pesar de estas características, la calidad
de una comedia dependerá de una visión ecuánime de la situación planteada,
además de su alejamiento de fáciles bufonerías. Presenta varias modalidades o
subgéneros: comedia física o slapstick, comedia romántica, comedia loca o
screwball, comedia costumbrista, sátira (ridiculiza a personajes o
acontecimientos), parodia (imita con burla a un género cinematográfico),
comedia negra (presenta situaciones graciosas que en la realidad serían
desagradables o trágicas) y comedia absurda. 94
•
Melodrama. Involucra a historias construidas en torno a conflictos
sentimentales a la larga superables; al apelar más al corazón que al cerebro, se
constituye como un género de abordaje delicado, pues a través de él es fácil
crear situaciones excesivamente almibaradas, cuya resolución tienda a la
compasión y al sentimentalismo hacia personajes con frecuencia idealizados.
Por lo tanto, un buen melodrama, además de dirigirse a las emociones del
auditorio, deberá procurar la sobriedad y el verismo en su planteamiento,
utilizando el director para ello no sólo sus sentimientos, sino también su
inteligencia.
•
Drama. Trata de problemas muy serios que marcan la existencia de quienes los
viven. El director suele distanciar emocionalmente a la audiencia de los
personajes.
•
Tragedia. Narra la lucha de personajes contra situaciones límite, en las que
ronda la fatalidad. El desenlace suele ser oscuro, pesimista y opresivo. 95
93
NAIME PADUA, ALFREDO. Op. Cit., pp. 72-79.
GARCÍA TSAO, LEONARDO. Op. Cit., pp. 53-55.
95
NAIME PADUA, ALFREDO. Op. Cit., pp. 80-81.
94
93
IV. 3
Análisis de contenido.
El contenido (o contexto) de una cinta es el conjunto de ideas, apreciaciones,
posturas y valores vertidos por un director a lo largo del desarrollo de una
narración. Es denotado a través de la imagen cinematográfica y connotado a través
de los códigos fílmicos, descifrables con base en el conocimiento previo de ellos y
un profundo sentido de observación e intuición.
La importancia de cualquier filme corresponde en gran medida a lo valioso de su
contexto: es más fácil encontrar una película de excelencia integrada por un rico
contenido y pocos recursos formales, que hallar una buena cinta magníficamente
realizada, pero carente de conceptos inteligentes.
La evaluación del contexto fílmico se realiza con base en dos parámetros. En primer
lugar, se cuantifican las lecturas o niveles de comprensión que es posible
encontrar en una cinta. Mientras mayor, más diversificado y completo sea el
contenido de la misma, se podrá hablar de un director que conoce a fondo al ser
humano y es capaz de encontrar múltiples aristas en su comportamiento social. En
segundo término, hay que observar la objetividad que el realizador vierte en su
obra a través de tres tipos de contexto:
Contexto ideológico. Resume las lecturas de corte histórico, filosófico, político y
sociológico en una obra cinematográfica. Para calificarlo es necesario descubrir la
filiación ideológica del director, su conocimiento de la historia, su postura ante ella
y su enfoque sobre la función y las finalidades del núcleo social. Debe de ser veraz
y profundamente objetivo, para ayudar al espectador a entender su importancia y
función en la sociedad y comprender los porqués del mundo. No debe de ser
instrumento de cooptación, enajenación, propaganda o mitificación, y su
perspectiva debe de ser, ante todo, humanista.
En este punto es conveniente hablar de los derechos y obligaciones del hombre ante
la imagen; el ser humano tiene el derecho de servirse de ella para su
perfeccionamiento en cuanto a tal, sin olvidar sus características de racionalidad y
sociabilidad; de rechazar la imagen cuando ésta no favorezca tal
perfeccionamiento; de pronunciar su juicio ante la imagen y manifestar su opinión
conforme a su conciencia y su propia escala de valores, y de usar la imagen para
elegir, realizar y difundir, tratándose de cine, un producto responsable; asimismo, al
94
corresponder a todo derecho una obligación, el espectador debe aprender a ver
cine, para pronunciar su juicio en torno a los hechos, el contenido y la expresión de
las películas que ve, y así poder ser interpelado por ellas, adoptar un compromiso y
hacerse testigo activo de la vida misma. 96
Contexto psicológico. Se refiere a las perspectivas vertidas en una película sobre
la mente y la conducta humana. Por encima de teorías mecanicistas y materialistas,
el director debe de concebir al ser humano como una síntesis de cuerpo y espíritu,
dotado de inteligencia, sentimientos y apetitos, para ofrecer un trazo completo de
la personalidad y motivaciones de sus personajes. Son criticables las posturas
maniqueas que conciben a la persona como el resultado de la influencia de uno
sólo de sus polos (p.e. bueno – malo )
Contexto moral. El cine no puede olvidarse de la realidad moral del ser humano,
pues éste actúa siempre desde una jerarquía de valores determinada y trata de
ajustar su comportamiento a dicha escala. En los arriba referidos derechos y
obligaciones del hombre ante la imagen, destaca la responsabilidad de éste, que
implica la vigilancia de sus acciones, al no permanecer éstas en el ámbito exclusivo
de lo individual, sino que tienen resonancias comunitarias, pues el bien y el mal
obrados por las personas repercuten en su medio y en la sociedad.
Por lo anterior, se hace necesario un análisis del cine y sus posibles implicaciones
morales en el espectador. Se debe aclarar, en primera instancia, que lo moral o
inmoral del cine, como medio de comunicación, depende del uso que de él haga el
ser humano. 97 La censura tiene con frecuencia a atacar una cinta por lo que se ve
en sus imágenes, sin atender la finalidad de las mismas. Muchas películas
denuncian y condenan la desintegración moral de la humanidad, y en consecuencia
sus imágenes suelen ser poco complacientes. Ante ellas, la sociedad no pocas
veces se siente agredida, sin atender a que su enojo parte de verse retratada con
tan poca amabilidad en la pantalla. Es por ello que debe de prevalecer en el
espectador una disposición a la autocrítica, para aceptar de un filme imágenes
desagradables que lo confronten con una realidad que por lo general no marcha
tan bien como supone.
96
97
POSADA, PABLO HUMBERTO Y NAIME PADUA, ALFREDO. Op. Cit., pp. 45-46.
Ibídem.
95
Sin embargo, la provocación a través de imágenes no siempre es utilizada en forma
correcta. Es cada vez más frecuente la inclusión de sexualidad explícita, violencia
desmedida y lenguaje procaz en las pantallas, amparados bajo la sospechosa
bandera de la libertad. Es este sentido, el espectador capacitado en la correcta
apreciación cinematográfica debe denunciar y denostar el sensacionalismo
morboso de un director más preocupado por fabricar escándalos (que atraen a no
pocos incautos a la taquilla), que por el valor artístico y conceptual de sus obras,
para lo que no duda en reducir a los seres humanos a la elementalidad de los
primates.
Los conceptos vertidos líneas arriba sientan las bases del juicio sobre el contexto
moral de una cinta: su valía dependerá del compromiso de un director para
defender en su obra los valores más trascendentales del hombre y atacar a todo lo
que se contraponga a ellos; para ser más efectivo en este sentido, deberá sustituir
la explicitud por la sugerencia, pues el espectador se siente más motivado a
involucrarse en un hecho si se estimula su imaginación por encima de sus sentidos.
IV. 4
El director.
Aunque un rodaje es el resultado de la interacción de decenas –y a veces cientosde personas, el valor formal u contextual de una cinta depende esencialmente de
una sola persona: el director. Es él quien firma la obra con su estilo y personalidad,
al coordinar y armonizar el trabajo de todos los artistas y técnicos involucrados en
la producción y postproducción.
El director no siempre ha podido ser el responsable definitivo de la película, puesto
que los intereses económicos de la industria cinematográfica con frecuencia se le
contraponen, mutilando partes de su obra o imprimiéndole parámetros en su
elaboración. Sin embargo, fuera del panorama fílmico comercial, los realizadores
siempre han sido muy respetados y se les ha conferido sin reservas el rango de
artistas.
El aprecio por su tarea alcanzó un grado máximo en los años 50, con la aparición
de una teoría cinematográfica llamada política del autor, la cual afirmó que un
96
verdadero director debe de tener un estilo tan personal e identificable como su
letra, imprimiendo su sello aún a los proyectos que le son ajenos. 98
El autor sobrepasa al simple director al no ser solamente el personaje que conjunta
elementos formales y de contenido, sino que además imprime algo de su
personalidad a la obra. Al ser el factor personal un estándar de referencia en su
creación artística, se asume que mantendrá e incluso progresará en filmes
posteriores.
La personalidad y el estilo de un director tienen varios elementos a consideración:
•
Los asuntos y temas que gusta de tratar y el punto de vista para mostrarlos
(acordes a su filosofía e intereses).
•
La estructura del guión (las similitudes entre uno y otro revelan el abordaje o
tipo de tratamiento que el director prefiere para sus historias).
•
La manera en que crea sus imágenes (composición, qué tipo de iluminación
prefiere, cómo mueve la cámara, etc.).
•
El tipo de actuaciones que demanda de sus intérpretes (que reflejan más la
sensibilidad del director que los gustos y maneras del actor).
•
El tono o temperamento de la edición (en cuanto al paso, cadencia y ritmo de la
película). 99
Resulta de gran importancia revalorar la participación de un director dentro de una
cinta, puesto que una de las características más preocupantes del espectador
común es su ignorancia acerca de la labor y trascendencia del realizador; por lo
tanto, ya no busca en una película a su creador, artista y emisor, sino simplemente
un mensaje anónimo que lo distraiga y entretenga, lo que impide el flujo recíproco
de ideas entre el emisor y el receptor y, por lo tanto, la verdadera comunicación a
través del cine.
IV. 5
La síntesis cinematográfica.
Después de analizar la forma y el contenido de una obra cinematográfica, surge la
necesidad de elaborar un juicio final que la descalifique o apruebe. Para ello es
98
99
GARCÍA TSAO, LEONARDO. Op. Cit., p. 14.
NAIME PADUA, ALFREDO. Op. Cit., p. 69.
97
necesario tomar en consideración, por principio de cuentas, la inconveniencia de
elaborar un dictamen maniqueo: al ser perfectible la naturaleza del hombre (y, por
lo tanto, la de sus obras), es imposible encontrar una película impecable en su
totalidad, aunque en el otro extremo sí es viable la existencia de cintas
completamente vacías (por ejemplo, las provenientes del subgénero pornográfico).
El juicio calificativo final de una película constituye la síntesis cinematográfica,
consecuencia del análisis previo de todos sus elementos integrantes. Para lograrla
se debe establecer una correlación estrecha entre la forma y el contenido de un
filme: ¿cuáles son las virtudes de sus imágenes cinematográficas? ¿Existe en ellas
suficiente creatividad y originalidad? ¿Cómo las utiliza el director para
comunicarnos sus pensamientos? ¿Ofrece la posibilidad de descifrarlos? ¿No
existen contradicciones entre la forma y el contenido? ¿La postura del director
procura siempre ser objetiva? ¿Es coherente y verosímil? ¿Aporta nuevos elementos
para una interpretación trascendente del hombre y el mundo?
Las preguntas pueden ser muy variadas, porque cada película establece diferentes
exigencias para su apreciación. No es posible pretender, por ejemplo, que un
musical y una tragedia contengan el mismo grado de introspección, o bien que un
filme de gran industria y otro de manufactura independiente cuenten con los
mismos recursos formales. A este problema se enfrentan los jurados de certámenes
y festivales cinematográficos, al tener en sus manos un sinfín de filmes diferentes y
el deber de decidir cuál de todos ellos es el mejor. Para encontrar ese punto que
equilibre los juicios es necesario hablar de dos cualidades universales que deben
de buscarse en cualquier película, sin importar su origen o recursos invertidos: en el
aspecto formal, la capacidad de crear por encima de todas las limitaciones
técnicas y económicas, haciendo uso del arte y la imaginación; en el lado del
contenido, la actitud propositiva del director.
En este último aspecto encontramos un viejo cliché del espectador común, que
distorsiona la posibilidad de una apreciación cinematográfica certera: la película
debe de tener mensaje. Pero éste resulta ser, con frecuencia, una simple moraleja
aleccionadora, de carácter paternalista, que no pocas veces se obtiene en base a
forzar la estructura del argumento. El espectador la percibe y sale del cine muy
contento, sabedor de que en este mundo todos los malvados reciben su castigo
tarde o temprano, que la bondad es lo único necesario para lograr que la felicidad
98
llegue, y que éstas son las únicas reglas que gobiernan al mundo. Pero estas
filosofías tan simples no le sirven de nada, porque al regresar al mundo real se da
cuenta de que éste es demasiado complejo, con muy poca relación con el idílico
paraíso de la pantalla mágica, en la que reinan el amor y la justicia.
Por lo tanto, se debe de sustituir la noción de mensaje por la de propuesta, que
ofrece una perspectiva menos complaciente. La propuesta no es una simple
moraleja: es un conjunto de ideas y posturas de un director que obligan al
espectador no a asumirlas como valores supremos de verdad, sino a razonar sobre
su contenido; se presentan no como conclusiones, sino como meros principios de
reflexión que ayudarán al espectador a confrontarse a sí mismo para dar a luz a su
interpretación individual del hombre y del mundo.
En este sentido hay que hacer hincapié en una exageración inconveniente:
considerar al cine como el único dueño de la verdad. Mucha gente se la pasa
viendo películas, en lugar de salir a vivir la vida. Por eso sus puntos de vista están
determinados por referencias cinematográficas, y no por la realidad. En este
sentido nunca hay que olvidar que una película no es más que una interpretación
del mundo, importante punto de referencia para analizarlo, pero no un sucedáneo
de la existencia.
99
C A P Í T U L O
V
la metáfora en El Piano
V. 1
Jane Campion y su filmografía.
Jane Campion nació en 1954 en Wellington,
New Zelanda. Se graduó en Antropología en la
Universidad Victoria de su ciudad natal, en 1975,
y estudió una maestría en Pintura en el Colegio
de Artes de Sydney.
En la actualidad vive habitualmente en Sidney,
Australia. En 1992 se casó con el asistente de
dirección Colin Englert, con quien tuvo un hijo.
En total ha dirigido 14 películas, producido tres y
escrito ocho. Ha ganado 38 premios
internacionales y ha sido nominada a otros 14.
Comenzó a hacer cine a principios de la década
de los 80, en la Escuela Australiana de Cine y Televisión. Su primer cortometraje,
Peel (1982), ganó la Palma de Oro en el prestigiado festival de Cannes, Francia, en
1986. Sus siguientes cortos fueron: Passionless Moments (1983) (premio del
Australian Film Institute al mejor filme experimental), A Girl´s Own Story (1984)
(premio del Australian Film Institute al mejor guión de cortometraje) y After Hours
(1984). En 1986 dirigió la película para televisión Two Friends (premio del
Australian Film Institute al mejor telefilme).
100
Tras su notable éxito en cortometrajes y trabajos para televisión, dirigió su ópera
prima Swettie (1989), que ganó el premio del Australian Film Institute al mejor
guión y el Independent Spirit Award de Estados Unidos a la mejor película
extranjera, además de ser seleccionada para competir en la Selección Oficial del
Festival de Cannes.
A Swettie le siguió Un ángel en mi mesa (An angel at my table, 1990) una
dramatización basada en la autobiografía de la escritora Janet Frame, que ganó
aún más premios en Nueva Zelanda y el extranjero, entre los que destacaron un
nuevo Independent Spirit Award a la mejor película extranjera y cinco premios en el
importante Festival de Venecia, entre ellos el León de Plata (Gran Premio del
Jurado).
Pero nada puede compararse con el rotundo éxito internacional y los incontables
premios que le redituó su siguiente película, El Piano (The Piano, 1993): un total de
54 premios y 25 nominaciones en diferentes apartados, entre los que destacó la
Palma de Oro del Festival de Cannes y tres Óscares de la Academia de Artes y
Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos; también se convirtió en apenas la
segunda mujer de la historia en ser nominada al Óscar a la mejor dirección.
Con el prestigio y reconocimiento mundial a cuestas, Campion emprendió la
filmación de Retrato íntimo de una dama (The portrait of a Lady, 1996), una
adaptación de la novela de Henry James, con un reparto de grandes estrellas
encabezado por Nicole Kidman, John Malcovich y Viggo Mortensen. Sin embargo,
la recepción tanto del público como de la crítica fue bastante fría, y coleccionó
apenas cuatro premios internacionales, todos ellos en renglones secundarios.
Humo sagrado (Holly Smoke, 1999) no corrió con mejor suerte, y fuera de levantar
algo de polémica por las audacias eróticas de sus protagonistas Kate Winslet y
Harvey Keitel, no logró el reconocimiento de la prensa especializada y fracasó en
taquilla. Y peor aún le fue con su primera película filmada en Hollywood, En carne
viva (In the Cut, 2003) un thriller erótico basado en el best-seller de Susanna
Moore y protagonizado por Meg Ryan.
Después de tales fracasos, Campion dejó seis años la dirección de largometrajes,
tiempo durante el cual sólo realizó cuatro cortometrajes, tres de ellos para igual
número de proyectos fílmicos colectivos. Volvió hasta 2009 con el filme El amor de
101
mi vida (Bright Star), basado en la biografía del poeta John Keats. La prensa recibió
la cinta con tibieza, pero sin dejar de reconocer sus virtudes técnicas y la salida del
largo bache creativo de Campion. Cuatro premios internacionales, 18 nominaciones
y una nueva invitación a participar dentro de la Sección Oficial del Festival de
Cannes parecen haberle dado un respiro a la cineasta, quien tal vez en el futuro
encuentre la inspiración suficiente para volver a brillar como lo logró al principio de
su carrera. 100
V. 2
El Piano.
•
FICHA TÉCNICA
Año de producción: 1993.
País: Nueva Zelanda / Australia.
Productor: Jan Chapman.
Dirección: Jane Campion.
Guión (original): Jane Campion.
Música: Michael Nyman.
Fotografía: Stuart Dryburgh.
Edición: Veronika Jenet.
Diseño de Producción: Andrew McAlpine.
Dirección de Arte: Gregory P. Keen
Diseño de vestuario: Janet Patterson.
Intérpretes: Holly Hunter (Ada McGrath), Harvey Keitel (George Baines), Sam Neill
(Alisdair Stewart), Anna Paquin (Flora McGrath), Kerry Walker (Morag), Geneviève
Lemon (Nessie), Tungia Baker (Hira), Ian Mune (Septimus). 101
100
101
Internet Movie Database (IMDb). www.imdb.com
Ibídem.
102
•
PREMIOS (54) y NOMINACIONES (25)
NORTEAMÉRICA
American Academy of Motion Picture Arts and Sciences (premios Óscar)
Premios: mejor actriz, actriz de reparto y guión original.
Nominaciones: mejor película, dirección, edición, fotografía y vestuario.
Hollywood Foreign Press Association (premios Golden Globe)
Premio: mejor actriz.
Nominaciones: mejor película de drama, dirección, guión, actriz de reparto y
música.
Independent Spirit Awards
Premio: mejor película extranjera.
National Board of Review
Premio: mejor actriz.
National Society of Film Critics
Premios: mejor dirección, actriz y guión.
Boston Society of Film Critics
Premio: mejor actriz.
Chicago Film Critics Association
Premios: mejor película en lengua extranjera, actriz y música.
Dallas-Fort Worth Film Critics Association
Premio: mejor actriz.
Los Angeles Film Critics Association
Premios: mejor dirección, actriz, actriz de reparto, guión y fotografía.
Southeastern Film Critics Association
Premios: mejor película, dirección y actriz.
103
Producers Guild of America
Premio: mejor promesa en la producción cinematográfica.
Directors Guild of America
Nominación: mejor dirección.
Writers Guild of America
Premio: mejor guión escrito directamente para cine.
American Cinema Editors (premios Eddie)
Nominación: mejor edición.
American Society of Cinematographers
Nominación: mejor fotografía.
Motion Picture Sound Editors (premios Golden Reel)
Premio: mejor edición de sonido.
Political Film Society
Nominación: premio Democracia.
Vancouver International Film Festival
Premio: película más popular.
EUROPA
Festival Internacional de Cine de Cannes
Premios: Palma de Oro a la mejor película y mejor actriz.
British Academy of Film and Television Arts (premios BAFTA)
Premios: mejor actriz, diseño de producción y vestuario.
Nominaciones: mejor película, dirección, guión original, edición, fotografía,
música y sonido.
Academia de Cine Francés (premios César)
Premio: mejor película extranjera.
Instituto de Cine de Suecia (premios Guldbagge)
Premio: mejor película extranjera.
104
London Critics Circle Film
Premios: película del año y actriz del año.
Asociación Nacional de Críticos de Cine de Dinamarca (premios Bodil)
Premio: mejor película no estadounidense.
International Film Festival of the Art of Cinematography
CAMERIMAGE (Polonia) (premios Frog)
Premio: mejor fotografía.
Robert Festival (Dinamarca)
Premio: mejor película extranjera.
British Society of Cinematographers
Nominación: mejor fotografía.
ASIA y OCEANÍA
Australian Film Institute
Premios: mejor película, dirección, actor, actriz, guión original, edición,
fotografía, música, diseño de producción, vestuario y sonido.
Nominaciones: mejor actor de reparto y actriz de reparto.
Film Critics Circle of Australia Awards
Premios: major dirección, guión, actriz de reparto y música.
Academia Japonesa de Cine
Nominación: mejor película extranjera.
Kinepa Jumpo (revista japonesa de cine)
Premio: mejor película en lengua extranjera.
LATINOAMÉRICA
Asociación de Críticos de Cine de Argentina (premios Cóndor de Plata)
Premio: mejor película extranjera. 102
102
Ibídem.
105
•
SINOPSIS.
Escocia, mediados del siglo XIX. Ada es una mujer muda, madre soltera de una
niña. Su padre le arregla un matrimonio con un terrateniente emigrado a Nueva
Zelanda, por lo que tiene que irse de su país acompañada sólo por su hija Flora y
su amado piano. Al llegar a su lejano destino, descubre que su nuevo hogar es una
naturaleza casi virgen poblada por indígenas maoríes a medio camino entre la
civilización y el salvajismo, y para completar su decepción, su marido –Stewartresulta ser un hombre insensible que la obliga a abandonar su piano en la playa en
la que desembarcó.
Al paso de los días, y desesperada por volver a ver su piano, Ada le pide ayuda a su
vecino George, un rudo inglés que parece haberse acomodado bastante bien a las
costumbres de la tribu local. Él la lleva a la playa y comienza a experimentar una
atracción por Ada al escucharla tocar el piano. Más tarde, le compra el instrumento
a Stewart, quien le sugiere tomar lecciones con Ada.
La mujer se ve obligada a aceptar ser la tutora de George, sólo para encontrarse
con que lo que el hombre realmente desea es seducirla. Al ver el desagrado de Ada
cuando le revela sus intenciones, George le propone un peculiar trato: le devolverá
el piano tecla por tecla, una por cada visita, en la que ella tocará el piano mientras
él pondrá en juego una elaborada estrategia para acercársele poco a poco e ir
derribando sus reticencias.
Conforme avanzan las lecciones, los sentimientos de Ada hacia George van
cambiando, y acaba enamorándose de él e iniciando una intensa relación. Pero
Stewart no tarda en descubrir la infidelidad y encierra a Ada. Frustrada por haber
sido alejada de George, y con su sexualidad despierta después de años de soledad,
sólo para volver a ser reprimida, Ada no encuentra más remedio que desahogar su
deseo frustrado introduciéndose en las noches a la habitación de su marido para
acariciarlo, pero sin permitir que él la toque. Stewart, creyéndola arrepentida y
deseosa de iniciar una vida conyugal con él, la libera de su encierro.
Inmediatamente después, Ada obliga a Flora a llevarle un mensaje de amor a
George, pero la niña va directamente con su padrastro y él descubre el nuevo
engaño. Enfurecido, el terrateniente regresa a casa dispuesto a llevar a cabo una
terrible venganza…
106
V. 3
La metáfora en El Piano.
Cuando se estrenó El Piano, en 1993, y muy a pesar de su éxito en el renglón de
premios y nominaciones, algunos analistas locales reaccionaron negativamente al
filme, manifestando en sus críticas que se trataba de un simple melodrama
romántico que recurría a la gastada anécdota del triángulo amoroso. Recuerdo que
incluso uno de ellos, haciendo referencia a la por entonces exitosa telenovela
Corazón Salvaje, se atrevió a decir que la película caía en el mismo cliché de la serie
televisiva: una mujer atrapada entre el amor de “un galán de buena presencia” y
“un hombre rudo y tosco, pero tierno y complaciente en la cama”.
Comentarios como el anterior son un botón de muestra de la apresurada e
irreflexiva labor que llevan a cabo muchos críticos cinematográficos. Cierto, la base
argumental de El Piano es un triángulo pasional, pero Jane Campion la utiliza sólo
como punto de partida para desarrollar un amplísimo grupo de lecturas y
referencias de diversos órdenes, que no se revelan de inmediato –y mucho menos
al ojo inexperto-, porque para contar su historia y a la vez dotarla de tan elaborada
significación, la directora echó mano de una cuidadosa retórica.
Es precisamente el análisis de esta retórica, centrado en especial en la figura más
emblemática de esa técnica discursiva, la metáfora, el objetivo de este estudio. En
las siguientes páginas procederé a realizar un detallado análisis de las 22
secuencias del filme, haciendo hincapié en varias imágenes específicas de cada una,
de las que detallaré su composición semántica y su función dentro del discurso
fílmico.
Finalmente, y una vez elaborado este análisis, procederé a concluir con una serie de
observaciones que revelarán al lector los alcances formales y contextuales de esta
obra cinematográfica, y la pertinencia de utilizar el análisis metafórico como una
vía para descubrir el excedente de significación de una película.
107
SECUENCIA 1
la voz de una mente
La primera secuencia es una de las más
importantes del filme, no sólo porque nos
presenta al personaje central (Ada) y a su hija
(Flora), y plantea el conflicto que dará lugar a
toda la trama (la mudez de Ada y su
matrimonio arreglado), sino porque muestra
una serie de metáforas de gran significación
para entender en el contexto psicológico y
social de Ada, y algunos connotadores clave
(que se destacarán en color azul), que
aparecerán varias veces durante la película para
integrar la estructura semántica responsable del
excedente de sentido de esta obra.
Al término de los créditos (0), y con un fondo
musical de oscuras resonancias, la cámara
muestra unas formas indefinidas en lento
movimiento, de tonalidades que predicen un
desarrollo pesimista de los acontecimientos (1).
La siguiente nos revela que esas formas son los
dedos de Ada sobre su rostro (2). Más adelante
se sabrá que ella pertenece a una familia
puritana y restrictiva que acaba de casarla
contra su voluntad. El anillo dispuesto
estratégicamente cerca del ojo de Ada para
resaltar, opera como una sinécdoque
(anillo/matrimonio), la cual -a la par de la
sinécdoque (cárcel/rejas) a través de las que ella
ve-, concluye en metáfora afectiva: la cárcel de
un matrimonio forzado. La representación de
108
este encierro es el primer connotador clave, y
al mismo tiempo una metáfora premonitoria,
pues adelanta acontecimientos que tendrán
lugar más tarde.
El trasfondo sonoro, además de la música, es
una voz infantil en off que dice: “La voz que
escuchan no es mi voz. Es la voz de mi mente.
Dejé de hablar desde los seis años…”, y la
cámara muestra a su hija sobre un poni que,
tercamente, se niega a avanzar, aunque un
hombre lo esté tirando de las riendas (3), al
mismo tiempo que la voz completa: “nadie sabe
por qué, ni siquiera yo”. Ada se levanta, y la
cámara la sigue con un suave y elegante
travelling (4). La vemos por primera vez de
cuerpo entero, enfundada en un vestido oscuro;
el entorno es un campo, pero la gama
cromática neutra y las ramas retorcidas que
resaltan sobre su figura empequeñecida por un
ángulo en picada, devienen en una imagen
desolada y algo tétrica. De hecho, los
escenarios naturales operarán durante todo el
filme como un segundo connotador clave, al representar metafóricamente el
tono dramático y la significación de diversas situaciones.
Evidentemente no hay una razón fisiológica (accidente, enfermedad) que explique
su mudez, puesto que se habría mencionado. “Mi padre dice que es un talento
oscuro, y que el día que lo lleve a mi cabeza para dejar de respirar será el último”,
explica Ada, y enlazando texto e imagen no es difícil inferir que ese talento se
refiere a una férrea voluntad, o terca obstinación ante los ojos de los demás. La
explicación metafórica-visual de este don (el animal terco) oscuro (las ramas
retorcidas enmarcando el andar de Ada), deviene en un nuevo avance de lo que se
narrará después, en este caso una característica psicológica clave del personaje
principal.
109
La cámara (5) muestra a la niña recorriendo en patines un oscuro pasillo. En el
siguiente plano (6) la muestra dormida, al tiempo que Ada le quita los patines,
cortando las correas con unas tijeras, mientras que la voz en off narra que su padre
la ha casado con un hombre desconocido y que pronto irán a reunirse con él en su
país; de ahí pasa a exponer –casi sin venir a cuento- que su marido le ha escrito
que su mudez no le importa.
Nueva relación semántica en la que la metáfora demuestra su potencialidad para
dotar de múltiples sentidos a la misma imagen. Hay tres lecturas posibles y
complementarias de estos planos:
•
La niña despreocupada en sus patines es una clara metonimia de una criatura
libre –en franca oposición al retrato inicial de su madre-, y al momento de
escuchar acerca del matrimonio y próxima partida de Ada, vemos a ésta en un
claro acto de (cortar/quitar) los patines a la niña dormida (indefensa/sin
voluntad), nueva sinécdoque doble que remite a una metáfora visual sobre la
libertad quitada.
•
El corte delicado y a la vez violento (con tijeras) de las correas de los patines, y
el notable énfasis que se hace -mediante un plano de detalle- del patín quitado
y abandonado bajo la cama (7), al transcurrir durante la descripción textual
sobre la inseguridad de la mudez también hace referencia a una habilidad o
facilidad perdida. “Mi esposo dijo que mi mudez no le molesta”, dice Ada al
tiempo que quita el patín; “El escribe –y escuchen esto- ‘Dios ama a las criaturas
mudas, por qué no él’ ”. Nuevo metáfora premonitoria: en el contexto patriarcal
y machista que se apreciará después, una mujer muda, callada (como una niña a
la que se le han quitado los patines que le permiten disfrutar su libertad), es más
digna de amor.
•
Las consecuencias del viaje en la vida de Flora también son metaforizadas en
estos mismos planos. Ella también perderá algo al irse de Escocia y su disfrute
de la vida no volverá a ser el mismo; a lo largo del filme no se volverá a ver a la
niña usando patines, siendo que en esta primera secuencia siempre los tuvo
puestos, hasta cuando montaba el poni.
Ada recorre el cuarto, reflexionando que “sería bueno que [su marido] tuviera la
paciencia de Dios”, al tiempo que la cámara muestra con especial énfasis la
110
escultura de un ángel (8). Este icono aparecerá varias veces durante la película y
tendrá un papel muy importante en la estructura alegórica de la misma: se tomará,
pues, esta imagen del ángel como el tercer connotador clave. El lento travelling,
el lugar destacado del ángel dentro del encuadre y la referencia a Dios obligan a
no pasarlo por alto.
La mujer termina su reflexión acerca de cómo la mudez afecta a todos los que la
rodean, pero aclara que ella no se siente una mujer callada, y la razón es su piano,
al que echará de menos durante el viaje. El instrumento ya está comenzando a ser
embalado para ser transportado, y en las tablas que lo contienen se lee claramente
el rótulo New Zealand; es el único referente–aunque no hacen falta más- que nos
indica el destino de la protagonista. Ella se sienta en el banquillo y comienza a
tocar una pieza muy emocional, que rompe con el silencio casi hiperbólico de un
ambiente en el que ningún personaje ha hablado todavía, salvo la voz en off.
Poco tiempo después, la cámara muestra que una persona se acerca a la
habitación, de un modo que recuerda los recursos estilísticos del expresionismo:
una sombra tenebrosa cuyo andar es seguido por un travelling (9). Antes de entrar,
apoya una mano en la ventana (10), y resulta notable el énfasis con el que se
presenta: cuando la protagonista se ha atrevido a romper el silencio. La mano en
actitud restrictiva volverá a aparecer después, por lo que se le considerará un
cuarto connotador clave. Inmediatamente después entra una mujer mayor, de
aspecto severo, que se queda mirando fijamente a Ada, con cierta desaprobación
(11). Al percatarse de su presencia, Ada interrumpe la pieza y también la mira
fijamente, un tanto retadora (12).
111
SECUENCIA 2
la bahía del sacrificio
La cámara, dispuesta en ángulo nadir, muestra
la tranquila superficie del mar cortada por el
desplazamiento de un bote (1). Nueva
metáfora, un filo que corta el agua, que
introduce a la narración de hechos que
violentarán psicológicamente a Ada.
El siguiente plano (2) muestra a un grupo de
manos a contraluz –nueva enfatización de este
connotador clave- que buscan sujetar sin
asomo de delicadeza a una trastabillante Ada
(3). La cámara cambia a plano general y vemos
a un grupo de marineros llevando a Ada y su
hija en hombros hacia la playa (4); el escenario
del embravecido mar de fondo opera como una
metáfora de la violenta brusquedad de la
situación, nueva presencia del connotador clave
del escenario natural.
Esta es una de las contadas escenas cuyo
contenido retórico se estableció desde el guión
cinematográfico: We should be forgiven if this
woman seems a sacrificial offering as the bay
they carry her to is completely uninhabited, 103
escribió Jane Campion en las especificaciones
de la escena.
La solitaria bahía se aprecia inmensa, oscura y
tenebrosa (5); un plano panorámico enfatiza el
reducido tamaño de los protagonistas de la
103
CAMPION, JANE. The Piano Lesson, screenplay for a film.
112
escena en el entorno de la naturaleza virgen.
Los agitados pormenores del desembarco se
expresan en la metonimia de Flora vomitando
(6), en clara oposición de los despreocupados
marineros, que hablan escandalosamente
mientras orinan (7), ignorando a las atribuladas
mujeres. La relación de estos dos planos es tan
antitética que resulta en un nuevo apunte sobre
el hombre que no repara en el sufrimiento
femenino.
El siguiente plano (8), el mar invade el espacio
de Ada, para su desconcierto (9). Nueva
metáfora premonitoria de lo que vendrá
después en la vida de Ada: la naturaleza es
una fuerza invasiva que, una vez desatada, no
puede controlarse.
Resulta de interés la estilística de la escena: las
tonalidades grises y azules, y la repetitiva
exposición de los personajes minimizados
dentro del entorno (10), exponen la frialdad y
desolación del lugar y la situación. Dentro de
este patrón estilístico también es notable la
sobria y elegante distribución de personajes y
objetos dentro del encuadre, como se ve en la
imagen (11).
Una vez que los marineros se van, una
entristecida Ada encuentra un resquicio en el
embalaje del piano para introducir su mano y
tocar unas notas (12). La pieza es The heart ask
for pleasure first, la más intensa y pasional de toda la partitura, y se repetirá varias
veces a lo largo del filme. Ada toca con un ritmo pausado, hasta que una ola la
interrumpe, despierta abruptamente a Flora y causa estropicio en el equipaje (13).
Es notable que lo que sucede es similar a lo planteado en la primera secuencia:
113
cuando Ada toca el piano para liberar su espíritu y comunicar sus estados de
ánimo, algo la interrumpe casi de inmediato. La adusta anciana de la primera
secuencia, y el embravecido mar de la segunda, son representaciones acumulativas
y metafóricas del silencio como imposición.
Cuando cae la noche, Ada improvisa una tienda con una de sus enaguas (14). El
énfasis de la cámara -en esta y en otras secuencias posteriores- sobre las prendas
interiores de las puritanas, tiene la intención de mostrarlas como símbolos de la
ideología patriarcal, que obliga a las mujeres a cubrir su pecaminoso cuerpo para
evitar tentar a los hombres. La enagua aquí opera como una nueva variante del
primer connotador clave, el encierro –su armazón interno simular una jaula-, pero
esta vez añade la significación de protección.
Dentro de la tienda, Ada cuenta a su hija una historia: “Y el viento dijo: ‘¿Recuerdas
cómo solíamos jugar?’ Entonces el viento tomó su mano y dijo ‘Ven conmigo’. Pero
ella se negó” (15). Este cuento es una metáfora alegórica de la pérdida de la voz de
Ada. Las sinécdoques viento/voz y jugar con el viento/hablar confirman lo que se
concluyó en el análisis de la primera secuencia: Ada dejó de hablar simplemente
porque decidió dejar de hacerlo, porque se negó. Y dadas las constantes
referencias al entorno machista, no resulta aventurado intuir que lo hizo como una
forma de protesta a la imposición masculina.
La escena finaliza con Flora afirmando: “No le llamaré papá, ni siquiera le hablaré”,
refiriéndose al marido de Ada. La frase revela la primera característica psicológica
de la niña: su innata rebeldía, seguramente aprendida de su madre.
114
SECUENCIA 3
la separación
La cámara nos muestra la exuberante espesura
del bosque y a un grupo de indígenas maoríes
desplazándose a través de él (1). La penumbra
y el aspecto rudo de los personajes inducen a
catalogarlos como amenazantes. De entre ellos
surge Alistair, el marido de Ada, cuyo aspecto
resulta antitético si se le compara con los
maoríes. Alto, vestido con traje y chistera, una
presencia del todo paradójica si se toma en
cuenta el escenario (2), pero que define mucho
del carácter del personaje: un hombre
metódico, conservador, rígido en sus principios:
si va a conocer a su esposa, tiene que hacerlo
vestido como todo un caballero. Resulta irónica
su obsesión de mantener correcto su peinado
(3), a pesar de que la humedad del ambiente es
notoria; intenta oponer, pues, sus exigencias
estéticas a la realidad del entorno.
Un plano grupal revela que los maoríes utilizan
prendas de origen europeo, caprichosamente
combinadas (4). Es el primer vistazo de la
directora a la transculturización de las tribus
neozelandesas a partir de la colonización
británica, y es claro su punto de vista: el maorí
ha aprendido a desear el estilo de vida del
colonizador. En esta y otras escenas, como ya
se ha dicho anteriormente, el vestuario operará
como una metaforización de los
comportamientos sociales y culturales y de la
psicología de los personajes.
115
La llegada del grupo a la playa se muestra a
contraluz, lo que mantiene su apariencia
amenazante, elemento emotivo que es
enfatizado durante el primer acercamiento a
Ada y su hija (5 y 6). Sin embargo, a partir de
los siguientes planos se comienza a plantear
otro punto de vista sobre los maorís. Con
iluminación plena, se revelan como una tribu
amistosa pero invasiva, seguramente por su
desconocimiento de los rígidos protocolos
británicos. Tocan a Ada (7), intentan espiar bajo
su falda, comparan su palidez con la de un
ángel, y toman la red de su enagua (8),
divirtiéndose con ella, sin adivinar -por su
inocencia natural- su utilidad represiva.
Alistair revisa las pertenencias de Ada. Al llegar
a la caja que contiene al piano los maorís la
intentan mover, y del interior surge el sonido
grave de las cuerdas. Flora explica: “Es el piano
de mi madre”. En este punto comienza a operar
en el relato una personificación, o prosopopeya,
un tipo de metáfora ontológica consistente en
caracterizar a una realidad no humana como
humana. El piano, al ser el receptáculo de todas
las emociones de Ada, -entre ellas, su
sexualidad reprimida-, y uno de los pocos
medios que tiene para expresarse –además del
lenguaje de sordomudos, que sólo comparte
con su hija, y la libreta que lleva en el cuello,
encerrada en un estuche como metaforización
de su voz encerrada- comienza a ser para ella,
más que un instrumento, un compañero, un
confidente, un amante fiel. La visión del piano
como un personaje importante de la historia (no
116
en vano la película se llama así, El Piano), capaz
de expresarse por sí mismo, comienza a ser
revelada por la directora en este plano: el piano
protesta sonoramente al ser molestado por los
intrusos.
El marido de Ada se acerca a un hombre del grupo para preguntarle su opinión y la
cámara muestra que no se trata de un maorí, sino de George Baines, un británico
nada elegante y tatuado del rostro a la usanza maorí (10). Vestuario y maquillaje
sirven para definir las primeras características psicológicas de este personaje
transcultural, que a diferencia de Alistair, parece haber renunciado a la flema
británica y puritana para integrarse mejor a su nuevo hogar.
Poco después, Alistair comienza a desesperarse por la reticencia de Ada a
abandonar su piano. Un grupo de maoríes pasa detrás de él y, en su lengua natal,
alguien bromea: “El viejo bolas secas se está irritando” (11). La metáfora verbal
revela una nueva arista de la personalidad de él: su castidad, seguramente forzada
por su puritanismo, que ha trascendido hasta ser conocida por todos.
Ada se ve obligada a abandonar al piano y la cámara muestra un plano/
contraplano para retratar la dolorosa despedida (12 y 13). The heart ask for
pleasure first vuelve a escucharse, esta vez con un inicio acompasado y melancólico.
El primer plano sobre el rostro de la actriz, tan expresivo como hierático, es
suficiente para capturar el tono emocional de una de las imágenes más
emblemáticas de todo el filme.
La cámara, en ángulo cenital, hace un recorrido sobre el espeso bosque, para
sugerir el difícil trayecto del grupo hasta su destino (14). A pesar del apabullante
verdor, la imagen no alcanza a trasmitir la vitalidad propia de la naturaleza; por el
contrario, la fría iluminación, los abundantes árboles blancos desprovistos de follaje
mezclados con la vegetación, la aparición de una solitaria ave graznando
hiperbólicamente y el énfasis en las dificultades del pantanoso camino (15),
reafirman la metáfora de la naturaleza como un lugar salvaje e impenetrable.
La secuencia culmina con los maorís deteniéndose abruptamente (16). “Es el
camino del cementerio. Es tapú”, le explica George a Alistair, quien exclama que lo
que en realidad desean es retrasar el viaje para cobrar más. Este diálogo revela los
117
primeros conflictos culturales entre los colonizadores y los maorís, y la intención
del austero británico de anteponer su interés financiero a las creencias espirituales
de la gente que lo está ayudando. Mientras esto sucede, dos indígenas maorís
continúan el robo desprejuiciado de las prendas de Ada y Flora: nueva referencia
simbólica sobre los diferentes códigos de comportamiento social de ambos
pueblos.
118
SECUENCIA 4
boda sobre un escenario
El abigarrado follaje por el que transitaron los
personajes en la secuencia anterior ha
cambiado abruptamente. La primera toma de
esta secuencia muestra la casa de Alistair
rodeada por varios troncos carbonizados aún
humeantes; una lluvia pertinaz y una atmósfera
de tonalidad azul complementan el cuadro (1).
La antítesis con lo previamente visto del bosque
es clara, y opera semánticamente para
establecer un nuevo punto de vista mediante
una metonimia: el colonizador es un
depredador del entorno, que destruye un lugar
para poderlo habitar. Además, la nueva
significación del connotador clave de la
naturaleza define aún más la psicología del
personaje: el casto Alistair ha devastado el
bosque que lo rodea, como una simbolización
de la negación de sus pasiones humanas. Su
vida es estéril e infeliz (esto último lo sugiere la
tonalidad azul del ambiente).
La primera imagen del interior de la casa
muestra a tres personajes que, según se sabrá
después, son el reverendo Septimus, su
hermana Morag (ambos tíos de Alistair) y la
dama de compañía de ésta, Nessie. El
reverendo, en una actitud bufonesca, se ha
puesto un vestido de novia que no es tal, sino
una prenda de valor escenográfico que al
parecer se ha usado más de una vez (2). El
contenido ideológico de tal oxímoron es
119
bastante crítico: Stewart se ha casado por
correo, y ahora que ha llegado su esposa es
necesario tomar una fotografía para dejar
constancia del enlace. El reverendo se presta al
juego, que no es más que eso: una mascarada
para cubrir las apariencias y darle formalidad religiosa a un convenio casi comercial.
Más adelante se ve a Ada nuevamente sometida, esta vez en la puesta del vestido.
Las órdenes de Morag se escuchan secas y cortantes: “¡Baja el brazo!” (3). Después
ha de salir de la casa, a pesar de la lluvia, porque ya todo ha sido dispuesto para la
foto: una escenografía armada con un paisaje pintado y un asiento. Alistair verifica
cada detalle; al asomarse por el visor de la cámara para evaluar la toma (5), la
severa expresión de su ojo y el punto de vista desde el interior de la cámara
fotográfica, crean la metafórica impresión de que escruta a Ada sin delicadeza
alguna, como si se tratara de un insecto bajo el microscopio.
Mientras tanto, dentro de la casa, Flora cuenta a Morag una fantasía inventada por
ella sobre el origen de la mudez de su madre, causada por la muerte de su padre al
caerle un rayo (6). El perfil psicológico de la niña continúa planteándose; si en la
secuencia anterior dio visos de rebeldía, ahora se revela como una hábil embustera.
Ada entra a la casa y, enfurecida, procede a quitarse el vestido, con tanta prisa que
lo rompe (7). Nueva metáfora sobre el vestido como instrumento de encierro: la
ruptura del falso vestido de novia como rebeldía a la imposición y falta de
delicadeza de su marido, y la intención de liberarse de tal opresión. Corre a la
ventana y un primer plano (8) muestra el desasosiego de su rostro. Corte al piano
abandonado, sobreviviendo apenas al embate de las olas y la tormenta (9). The
heart ask for plasure first vuele a sonar, esta vez con una tonalidad más grave que
la anterior.
120
SECUENCIA 5
un alma avasallada
La cámara muestra a Ada y su hija platicando.
Detrás de Ada aparece una muñeca enfatizada
por la composición del encuadre (1). Se trata
del quinto connotador clave que aparecerá
repetitivamente en las siguientes secuencias.
Sin duda se trata de la metáfora más obvia
manejada por la directora (muñeca / mujer sin
autonomía, manipulable). Para enfatizar la
significación de este icono, en el siguiente
plano Stewart entra a la habitación y lo primero
que hace es tomar sin delicadeza otra muñeca,
para examinarla sin interés y desecharla
inmediatamente con brusquedad (2).
Stewart le informa a Ada que se ausentará unos
días. La siguiente escena revela la decisión que
ella ha tomado ante la partida del marido: ir a
ver a George. En esta imagen aparecerá la
primera de una serie de advertencias que recibe
la protagonista cada vez que decide apartarse
del rol de sumisión y dependencia que se
espera de ella: el improvisado camino que
recorre se interrumpe abruptamente; la
naturaleza le advierte que el trayecto que
intenta seguir está vedado. Pero ella decide
llegar a la casa de George, aunque sea casi
hundiéndose en el abundante lodo (3). Su
voluntad así lo ha decidido.
Llegan a casa de George y llaman a la puerta. La
cámara presenta al hombre de espaldas,
121
revelando que está en ropa interior, algo sucia y
rota (4). Nueva descripción psicológica de un
personaje a través de su vestuario: George no es
tan refinado como el común de los británicos.
Abre la puerta y la cámara muestra su rostro
adusto, en gran primer plano (5). Ada le pide
que la lleve a la playa; él se niega, y mientras la
mujer insiste a través de su hija, se ve un plano
general que muestra la casa de George: más
bien una choza, pero en medio de un entorno
de exuberante naturaleza (6), completamente
antitético al devastado paraje que rodea la casa
de Stewart. La directora equilibra el retrato
psicológico de este personaje: parecerá un
salvaje, pero al integrarse a su entorno lo
respeta y no lo destruye, aunque ello implique
menos comodidades.
El hombre termina por ceder. La primera
imagen de la playa revela un entorno natural
totalmente distinto al de la segunda secuencia.
El mar en calma, un asomo de tonalidades
cálidas en el cielo y más luminosidad (7). Se
escucha nuevamente The heart ask for pleasure
first, pero esta vez con una tonalidad y ritmo
más animosos.
Ada se muestra sonriente por primera vez (8).
Flora improvisa una danza a la orilla de mar (9).
La cámara vuelve a Ada; su expresión se ha
tornado más apasionada (10), y la intensidad
de su ejecución aumenta notablemente. George
observa, entre extrañado y fascinado, el
espontáneo espectáculo de la felicidad; la
imagen de Flora detrás de él refuerza la
122
emotividad de la imagen (11). El está sintiendo algo, la fuerza de la música lo ha
hecho detener su andar y ha acabado por avasallarlo. Derrotado por el sentimiento
que lo invade, inclina la cabeza (12).
Está oscureciendo. La atmósfera se torna fría y el ritmo de la música ha decaído,
pero vuelve a acelerarse al comenzar George a colocar las tablas para encerrar
nuevamente al piano, pues Ada quiere arrancarle hasta la última nota posible a su
piano antes de tener que abandonarlo nuevamente (13).
La siguiente toma, en ángulo de picada y en progresivo dolly out, muestra la
escultura hecha por Flora en la arena: un hipocampo (14). El caballo de mar es la
única especie animal en la que el macho es fecundado, al depositar la hembra los
huevos en la bolsa abdominal de él; es, por tanto, la especie más paternal. La
directora utiliza esta imagen como una metáfora afectiva que revela la motivación
más importante de Flora: su deseo de encontrar un padre. Ada emprende el
camino, Flora se le une (15) y más atrás George toma el camino marcado por las
huellas de las mujeres (16): una estética y sensible metáfora sobre tres vidas que se
han encontrado en el mismo sendero, enmarcada por una pieza musical que
refuerza la belleza del fin de la secuencia y le añade un dejo de nostalgia.
123
SECUENCIA 6
la voz que ya no habla
Stewart regresa a casa y la toma de él a su llega
muestra como fondo el ya referido claro del
bosque quemado y aún humeante (1), lo que
constituye una clara reiteración de lo mostrado
al principio de la cuarta secuencia, aunque esta
vez él es incluido dentro de tal escenario para
enfatizar su papel como destructor de su
propio entorno, y a la vez metaforizándolo
como un hombre sin vida.
Al entrar a la casa, encuentra a Ada y a Flora;
resulta notable la presencia en la mesa de dos
muñecas, connotador clave que vuelve a
aparecer (2). Al acercarse, Stewart descubre que
Ada ha tallado la mesa para crear un teclado
con el cual poder simular que toca el piano (3).
La conjunción icónica de las muñecas/mujeres
inanimadas con el piano/incapaz de producir
sonido, refuerza el sentido de la domesticación
femenina a partir de la imposición del silencio, y
hace un retrato anímico pleno de la situación
de Ada: por primera vez en su vida es real y
totalmente muda, no puede producir ningún
sonido, y ha comenzado a experimentar una
obsesión por volverlo a hacer. Es la primera
escena en la que se ve que somete a su hija a
una disciplina que no parece agradarle mucho a
Flora: su lenguaje corporal y su rostro expresan
su sometimiento forzado a una clase en la que
su madre demuestra, también por primera vez
en el filme, rigidez y tendencia a corregirla con
124
suave severidad.
Más tarde, Stewart visita a Morag. La
composición de la imagen lo muestra sentado
junto a ella, y ésta debajo de un ícono religioso
de forma triangular. Junto a la mujer está
Nessie, a quien Stewart le ha dado un armazón
de alambre con forma de alas, que más tarde se
verá que son de un ángel (4); nueva aparición
de este connotador clave, por primera vez
dentro de un ambiente marcadamente religioso.
Stewart le confía a Morag su preocupación por haber encontrado a Ada tocando un
teclado incapaz de producir sonidos, lo que constituye una reiteración de la falta
de sensibilidad de él, incapaz de ver en el hecho la desesperación de la mujer por
recuperar y tocar su piano. Morag lo escucha, mientras que las sirvientas maorís
que se encuentran sentadas en el suelo comienzan a entonar una canción
autóctona (5). La mujer las hace callar con severidad (6) y ellas interrumpen su
canto, sorprendidas (7). Nueva enfatización sobre el silencio impuesto a toda
mujer que se atreve a hacer oír su voz sin haberle sido permitido antes.
Morag critica lo que ella considera el violento e incomprensible comportamiento de
Ada. La toma se abre y revela que George también se encuentra presente, pero
apartado, en la sombra, escuchando con atención (9). Planos de detalle del
abanico de Morag (9) y la taza de té de Stewart (10) establecen un interesante
oxímoron: los británicos, dueños de la sofisticación necesaria para producir y
utilizar objetos tan delicados, son incapaces de analizar con sensibilidad una
evidentísima problemática emocional.
La secuencia termina con una nueva reiteración sobre el silencio como cualidad
máxima de una mujer: “No hay nada más fácil para amar que una mascota. Son
muy silenciosas”, concluye Morag.
125
SECUENCIA 7
el despojo
Un plano de detalle muestra al sexto y último
connotador clave del filme: un hacha,
cortando con presteza y exactitud un tronco
(1). Es Alistair quien emblemáticamente la está
blandiendo, lo que simboliza nuevamente su
naturaleza destructiva. Flora está colaborando
en la tarea, apilando animosamente los trozos
de leña (2). Es la primera ocasión que la niña
comparte una actividad con su padrastro, lo
que revela que su repulsión inicial hacia él ha
comenzado a ser vencida por su necesidad de
tener un padre.
George se encuentra presente y le propone a
Alistair darle unas tierras a cambio del piano. El
marido de Ada accede e incluso le propone que
ella le dé clases. La negociación concluye con
un nuevo plano de detalle del hacha siendo
clavada en el suelo, un nuevo elemento
premonitorio de lo que sucederá después (3).
Al enterarse del trato, Ada monta en cólera por
primera vez en la película, y arremete contra las
prendas que se encuentran tendidas en el
interior de la vivienda (4 y 5). Descargar su
violencia en la ropa que previamente ha sido
simbolizada como instrumento de
encierro/seguridad expone claramente su
rebeldía y frustración por haber sido engañada:
se ha dejado casar con un hombre desconocido
y ha viajado hasta el fin del mundo sólo para
126
perder lo que más ama. Pero Alistair también
reacciona con enojo y, a gritos –él tiene el
poder de la voz, ella no- la obliga a ceder.
En siguiente plano vuelve a mostrar el bosque
oscuro, brumoso, con un grupo de troncos en
primer plano que le dan al escenario un aire
tenebroso. De entre la espesura surgen
nuevamente los maorís, esta vez cargando el
piano (6). En un punto el instrumento se les cae
y el prosopopéyico personaje protesta
ruidosamente (7). Los maorís adoptan
inmediatamente una posición de defensa, como
esperando que lo que está dentro de la caja los
vaya a atacar. En este punto opera una ironía
interesante: pudiera mover a burla la ignorancia
y superstición de los maorís, pero ellos intuyen
que la misteriosa caja esconde una fuerza
desconocida, lo cual resulta cierto en un nivel
simbólico.
En la siguiente escena un afinador revisa al
piano antes de proceder a su labor. Las tomas
son notables por su sensualidad: el hombre toca suavemente al instrumento (8),
casi acariciándolo (9), y lo olfatea (10): nueva metaforización del piano como
vehículo de la pasión. Comienza a afinarlo y un plano de detalle en lento travelling
va revelando la majestuosidad y revitalización del piano (11). El amante ha
regresado.
Mientras tanto, con una pieza musical de fondo que expresa puntualmente su
desolación, Ada está sentada mirando hacia ningún lado (12). Un primer plano
revela unas lágrimas a punto de brotar (13), aunque nunca se le verá llorar.
127
SECUENCIA 8
la primera lección
Ada va a casa de George a darle su primera
lección y se sorprende al encontrar el piano
perfectamente afinado. El hombre le manifiesta
que no está interesado en practicar, sólo en
escuchar, lo que revela otra de sus aristas
psicológicas: su capacidad de reconocer su
ignorancia sobre algo para ceder el control a
alguien más capacitado, así sea una mujer.
Ella comienza a tocar algunas notas y George se
acerca; al intentarse apoyar en el piano, se
prensa un dedo (1) e inmediatamente se aparta
de él, ante la gélida mirada de Ada (2). Estos
dos planos operan semánticamente en igual
número de sentidos: por un lado, pareciera que
el piano ha decidido agredir al intruso; por el
otro, el énfasis en la mano rechazada vuelve a
hacer referencia al connotador clave que
involucra a la mano y a la idea de prohibición,
pero esta vez es a la inversa: es la mujer, por
primera vez en su territorio, quien ahora tiene
la oportunidad de vedarle el paso al hombre.
Ada comienza a tocar una pieza y el plano de
detalle sobre las animosas cuerdas del instrumento enfatiza lo revelado en la
secuencia anterior: el piano ha vuelto.
Más tarde, y ya de mejor ánimo, Ada comparte un momento de intimidad con su
hija, quien le pide que le cuente nuevamente la historia de su padre (4). La trama
revela que se trató del profesor de piano de Ada, con el que ella se podía
comunicar sin mediar palabra “poniendo pensamientos en su mente, como si
fueran sábanas”, hasta que él “se asustó y dejó de escuchar” (5). Esta breve historia
128
enfatiza el poder de la música como lenguaje y el miedo como generador del
silencio. No es difícil inferir la causa del repentino alejamiento del profesor: el
embarazo de Ada y la imposibilidad de seguir ocultando su amorío. Así, Ada se
quedó sola, con el estigma de ser una madre soltera en una sociedad
extremadamente conservadora y restrictiva, recluida en su mundo de silencio y con
el peso emocional de tener que encerrar indefinidamente su sexualidad, lo cual
explica algunas de las aristas psicológicas del personaje que aún faltaban por
entenderse.
La historia de Ada es interrumpida por la repentina entrada de Alistair a la
habitación, lo que enfatiza nuevamente la invasión del espacio íntimo por parte del
hombre dominante. Pero así como horas antes Ada tuvo la satisfacción de rechazar
a George, ahora lo hace con su marido (6): a la petición de “un beso de buenas
noches” ella responde con su mayor vulnerabilidad ahora convertida en arma: el
silencio.
129
SECUENCIA 9
el saludo del ángel
Un plano de detalle muestra un palo
introduciéndose en un agujero del piso de
madera (1). Se escucha música de fondo. Un
plano completo revela que se trata del exterior
de la casa de George, donde Flora ha decidido
entretenerse torturando a un perro (2 y 3).
Dentro de la casa, Ada toca nuevamente para
George, quien no puede dejar de verla. Cegado
por el deseo, se acerca y la besa en el cuello
(4). Ella, asustada, deja de tocar y se levanta
con rapidez.
Hay una notable relación semántica entre las
primeras tomas de esta secuencia. Se trata de
dos escenas de agresión enlazadas; la primera
un cruel juego infantil, la segunda el torpe
acercamiento de un hombre que no puede
contenerse. La primera imagen, de evidente
connotación sexual, se enlaza con lo que
sucede en el interior de la casa.
George le propone un trato a Ada: le devolverá
su piano, tecla por tecla, si ella lo visita, toca el
piano para él y le permite hacer ciertas cosas.
Ada escucha mientras a su lado destaca la
presencia de un afilador pendiente de una
argolla (5): su preponderancia en el encuadre
permite afirmar que se trata de una referencia
metafórica a la espada de Damocles, arquetipo
de la advertencia de un peligro inminente; al
mismo tiempo, esta espada es una símil del
130
connotador clave del hacha de la secuencia
anterior.
Pero Ada no advierte el peligro, y si lo hace,
concluye que por recuperar su piano vale la
pena el riesgo. Negocia que el trato sólo
incluya a las teclas negras, se sienta y toca la
primera (7); la gravísima sonoridad de la nota
crea un solemne ambiente, al tiempo que ella
enfatiza que se trata de la primera cita
levantando el dedo índice (8), el mismo que
tendrá un destino trágico. La decisión está
tomada: la ruptura de los sólidos principios de
conducta de la comunidad puritana se ha
puesto en marcha.
La cámara vuelve al exterior para mostrar a
Flora acariciando al perro empapado (9). La
niña porfió hasta sacar al animal de su refugio y
ahora lo consuela. Interesante retrato
psicológico de la mente infantil: una dosis de
ternura después de otra de crueldad. Un
personaje aún sin normar del todo por las
reglas morales de su entorno. Un oxímoron
perfecto de inocencia y perversidad destinado a
representar un personaje alegórico clave de la
historia, que se presenta por primera vez en la
siguiente escena.
El reverendo, portando unas alas de ángel, parece saludar con su mano a la
cámara (10), aunque en realidad –según se verá después- está experimentando un
juego de sombras. Un nuevo plano muestra a Alistair, Morag, Nessie y las sirvientas
maorís enfrascados en la elaboración de disfraces. La cámara vuelve al reverendo y
revela un nuevo elemento que no apareció en la toma anterior: un crucifijo con una
mancha de iluminación que lo resalta (11): la alegoría que comienza a tomar forma
a partir de este punto es, indudablemente, de naturaleza religiosa.
131
El reverendo llama a Nessie para ensayar un efecto de sombras. Le pide que
levante su mano y él, blandiendo un hacha (12), finge cortársela (13). Morag y
Alistair ríen de buena gana. La sombra, satisfecha con el resultado, procede a
acariciar el filo del arma (14).
A partir de este punto los connotadores clave comienzan a confluir en una
elaboradísima metáfora continuada, o alegoría. Ada ha accedido a los ilícitos
avances de un hombre que no es su legítimo marido, y debe de ser castigada por
su trasgresión moral. Ya Dios se encargará de ello…
132
SECUENCIA 10
tensión
Nuevo día, nueva lección de piano. Flora intenta
jugar nuevamente con el perro (1), pero éste le
huye, pues ya le tiene miedo (2). Dentro de la
casa, Ada toca una pieza de tintes románticos y
sensuales. George la observa, magnetizado, y
comienza a caminar lentamente alrededor de
ella, como el cazador que acecha a su presa.
Ella procura no verlo, pero siente la tensión
sexual en el aire, y cuando George se planta
frente a ella no puede menos que mirarlo a la
cara. La atracción/repulsión se presenta
nuevamente.
La música continúa pero ahora George está
acostado (6). Cuando recorre su cortina y la
cámara muestra al piano solitario, iluminado
por la luz del exterior y envuelto en una leve
niebla, como si estuviera hirviendo (7), se cae
en la cuenta que se trata de otra escena, pero
que la pieza musical permaneció en la mente
del hombre.
Cierra la cortina y se levanta; se acerca al piano,
se quita la camisa y, completamente desnudo,
pasa la prenda por el piano, más que
limpiándolo, acariciándolo (8). El resultado es
una metaforización delicada y sensible de la
pasión, y el oxímoron de un hombre tosco
rindiéndose ante el señorial piano, tocándolo
con reverencia, mimando a su cómplice…
133
SECUENCIA 11
el resquicio
Camino a casa de George, Ada y Flora pasan por
lo que parece ser un improvisado aserradero. La
devastación del entorno –árboles quemados o
cortados- reafirma visualmente la actividad
destructiva de los inmigrantes (1). Alistair,
nuevamente portando un hacha, saluda a las
mujeres.
Ya en casa de George, la escena muestra a éste
en una posición más cercana y amenazante (2).
Antes de permitir que Ada comience a tocar, le
exige que se suba la falda. Ella lo hace y deja al
descubierto varias prendas interiores que
refuerzan el connotador clave del vestido
femenino como herramienta de
reclusión/protección (3). Sin asomo de
cortesía o respeto, George se tiende en el piso,
cerca de ella, y le exige que levante más la falda
(4). Humillada, (5) ella consiente. El hombre
descubre un pequeño orificio en la media y, sin
miramientos, toca la piel que asoma por ese
resquicio (6). La antítesis visual entre el sucio
dedo de George y la pálida piel de Ada revelan
eficientemente los alcances del abuso, pero
también resulta antitética la reacción de Ada,
que no puede ocultar su turbación ante el
primer contacto erótico en años, aunque sea
tan mínimo (7).
En la siguiente escena, la cámara muestra a
George en el río, junto a un grupo de maorís. La
134
imagen es todo un retrato sobre el desprejuicio
moral de los indígenas locales: Hira reconviene
amistosamente a George sobre su castidad
forzada, y sin tapujos le sugiere buscarse una
mujer para no seguir desperdiciando su
virilidad. Mientras tanto, algunos niños juegan
entre ellos, completamente desnudos, detalle
que a nadie parece importarle (8).
Se descubre de inmediato el contraste entre la
cultura británica y la maorí, pero la directora
tiene a bien no hacer un planteamiento
maniqueo: la apertura de los maorís no es total;
cuando uno de ellos, evidentemente
homosexual, se le ofrece con picardía a George (9), Hira lo reprende severamente
(10), mientras George sonríe divertido (11). Ha aprendido tantas cosas durante su
íntima convivencia con la tribu local, que incluso los ha sobrepasado: él está aún
más libre de prejuicios.
135
SECUENCIA 12
dos teclas
Otra lección de piano y George tiene una nueva
petición para Ada, aún más audaz que la
anterior: le pide que se quite su chaqueta antes
de empezar a tocar. Ella accede una vez más (1)
y descubre que él también se está despojando
de la misma prenda. “Toca”, ordena George,
mientras se acerca a Ada. Ella comienza a
ejecutar una melodía suave, con notas
repetitivas en lenta progresión, que pareciera lo
están invitando a acercarse.
Él se inclina sobre ella (2) y comienza a acariciar
sus brazos (3). El contacto es delicado, casi
tímido, pero suficiente para elevar
notablemente el nivel de sensualidad de la
escena. Ada aparta instintivamente las manos
del teclado. Él, sin inmutarse, musita: “dos
teclas”. Y ella vuelve a tocar.
La propuesta de George introduce una variante
en el trato previamente negociado. Es un nuevo
elemento, casi lúdico, en la narración: dame
más y te daré más. Ada retoma la melodía, él las
caricias; en un punto George se quita la camisa,
lo que ella percibe sin necesidad de voltear a
ver. La mano de George intenta con suavidad
una nueva audacia: ahora acaricia la espalda
desnuda de Ada, y ella encuentra con presteza
la estrategia para liberarse: cambia el ritmo de
la pieza, rompe la sensual atmósfera sonora y
desplaza sus manos con afectada exageración a
136
lo largo del teclado. Y logra su objetivo: George,
sorprendido, se aparta (5).
Pero, tras la nueva negociación, ella le ha dejado
la puerta abierta para que vuelva a intentarlo en
el futuro con mayor atrevimiento. Y si en la
secuencia 9 –después de permitir que un
hombre que no es su marido se le acercara con
aviesas intenciones- apareció un ángel
amenazante en la siguiente escena, ahora
vuelve a suceder lo mismo. Y como el saludo
del ángel no fue suficiente advertencia, ahora
se le ve en pleno proceso de materializarse:
terminado el nuevo intento de seducción de
George, aparece en pantalla Flora. Nessie y
Morag le están probando un disfraz, y la cámara
–mediante un suave travelling circular- se
regodea mostrando que la creación del ángel
ha sido puesta en marcha: un ángulo de la toma muestra una de sus alas como un
armazón apenas empezado, mientras que otro -al desplazarse la perspectivamuestra la otra ala ya terminada (6, 7 y 8). Dos son las interpretaciones posibles de
esta escena:
•
Denotativamente, las mujeres están fabricándole un disfraz de ángel a la niña,
mientras expresan sus prejuiciosas opiniones y compadecen a Ada por su
mudez. Flora les revira contándoles que su madre opina que, después de todo,
la mayoría de las personas utilizan su voz para decir cosas que no vale la pena
escuchar.
•
Connotativamente, el puritanismo inicia el camino para castigar la trasgresión
de Ada mediante un aliado emanado directamente de sus creencias religiosas,
mismas que más que un credo, se revelan como un instrumento de
sometimiento de las mujeres que aspiran a vivir en libertad. En este punto de la
historia es imposible inferir esta interpretación, pero la construcción de la
alegoría del ángel vengador continuará en las próximas secuencias hasta
revelarse por completo.
137
La siguiente escena muestra a Alistair y a George en pleno proceso de negociación
para que el primero se apodere de unas tierras maorís. El líder de los indígenas
expresa su molestia porque los terrenos deseados por el británico son sagrados,
pues ahí yacen los restos de sus ancestros (9). Pero a Alistair no parece importarle
la significación metafísica de algo que él sólo ve como un medio para generar
riqueza. Hace una oferta y uno de los maorís reacciona con indignación,
escupiendo (10). Nuevo ofrecimiento: unos rifles a cambio de la las tierras (11). Y
en la siguiente escena, todo está concluido: Alistair y George caminan por un
terreno que ya pertenece al primero, a juzgar por las estacas delimitatorias que
ostentan sus iniciales (12).
Esta escena ofrece una nueva perspectiva de la directora sobre el conflictivo
proceso de colonización, y es notable el equilibrio y la objetividad para retratar los
vicios de las partes antagónicas. Si bien, por un lado, muestra a Alistair como el
típico colonizador británico, ambicioso, expansivo y a la vez insensible a todo
argumento no cuantificable, también encuentra defectos en los maorís:
respetuosos de la naturaleza y de lo sagrado, pero finalmente laxos cuando se les
ofrecen rifles a cambio.
El mayor error de los maorís es su ingenuidad: su admiración –un tanto envidiosadel poder del que hacen gala los británicos, los lleva a suponer que al obtener sus
instrumentos de dominación, adquirirán los medios para ser ellos mismos
poderosos. Pero se trata de una trampa: cuando utilicen esos rifles les darán el
pretexto ideal a los invasores para convertir la colonización en abierta guerra de
conquista. Históricamente fue así.
138
SECUENCIA 13
Barba Azul y sus mujeres
La cámara, en ángulo cenital, muestra a Ada
ejecutando la pieza más intensa de la partitura,
The heart ask for pleasure first. Una mancha de
luz enfatiza el dramatismo de la imagen (1).
Pero ahora George no la está viendo. La
experiencia auditiva y visual ya no le es
suficiente y ahora se ha apoderado de la
chaqueta de Ada, olfateándola con avidez. Una
mandíbula abierta en actitud feroz, dispuesta
estratégicamente cerca de su rostro, opera
como metáfora visual de su pasión devoradora,
a punto de salirse de control (2).
Ada descubre la fetichista acción de George (3)
y, molesta, le pide la prenda; él ni siquiera la ve,
ensimismado como está. Ella se levanta, le
arrebata la chaqueta de las manos y él ya no
puede más: se le abalanza y casi le arranca la
blusa (4). La pasional acción opera como una
metáfora de las verdaderas intenciones del
hombre: despojarla violentamente de ese
armazón/protección de sus pasiones. La lleva
hacia la cama, ella forcejea, él le hace una nueva
oferta: cuatro teclas por yacer juntos, vestidos.
Cinco es la contrapropuesta de ella. George
acepta. Se acuesta y, burlonamente, la invita a
acercarse. La pared de fondo tiene una serie de
trazos que simulan la pintura de una cueva
prehistórica (5). La cama y su entorno operan
metafóricamente como un lugar libre de las
139
represiones de la cultura, donde las pulsiones
primitivas pueden liberarse.
Pero, una vez ahí, Ada no recibe un trato
salvaje; por el contrario, George la besa y
acaricia suavemente, lo que la desconcierta aún
más (6). Es notable que ese tipo se experiencias
le van pareciendo cada vez menos difíciles de
soportar.
Ada lo deja hacer un rato y se levanta
abruptamente. Se dirige al piano, toca
suavemente sus teclas (7) pero George se
acerca y cierra la tapa, prohibiéndole el acceso
(8). Nueva aparición del connotador clave de la
mano en actitud restrictiva.
George ha seguido avanzando, Ada cediendo y
el resultado, en la siguiente escena, es la nueva
aparición de la amenaza, esta vez aún más
tétrica: la cámara muestra a Flora apenas
iluminada. Alguien la está peinando,
preparándola para lo que viene (9). Mediante
un lento travelling y profundidad de campo, la
cámara muestra a Alistair, también preparando
algo (10). Denotativamente la niña apresta para
la obra de teatro en la que va a participar y el
hombre pone a punto la carreta para llevarla;
connotativamente, sin embargo, se muestra por
primera vez una similitud en la dirección que
están tomando ambos personajes, y se advierte
que su destino común será oscuro.
La obra de teatro se llevará a cabo en la iglesia,
una muy retórica elección de escenario (11).
Denotativamente los actores y la audiencia
140
responden al llamado de la campana para
entrar y comenzar con la representación;
connotativamente la iglesia llama ruidosamente
a la comunidad puritana ante la trasgresión que
se está llevando a cabo dentro de la comunidad
y amenaza con mancharla; los inocentes
ángeles caminan entre un sucio lodazal (12),
algunos hombres (sinécdoques de la
comunidad patriarcal) cargan con agrado y
delicadeza al ángel principal (13), el que más
adelante castigará a la transgresora.
Una vez dentro, Alistair invita a George a
sentarse junto a él y Ada. Pero ella
inmediatamente pone su mano en la silla para
impedírselo (14), y lo mira amenazante (15).
Ahora es su turno de prohibir; tiene la ventaja y
George no puede menos que tragarse su
contrariedad (16). Una clara oposición de lo
sucedido en la anterior escena.
Se abre el telón. Aparece unos niños disfrazados
de nubes (17), pero un grupo de ángeles las
dispersan (18), flanqueándole el paso a un par
de inocentes querubines (19), al tiempo que
Alistair toma afectuosamente la mano de su
mujer (20). Es notable el énfasis en el anillo
matrimonial de ella. Ambos sonríen satisfechos
viendo la actuación de Flora; por primera vez
parecen una pareja feliz y orgullosa (21). La
relación connotativa entre lo que sucede en el
escenario y en la platea es interesante. La
representación, presidida por una cruz al centro
del escenario, es una alegoría de los mensajeros
de Dios apartando cualquier asomo de peligro
para una pareja, elevando cruces al cielo.
141
George no puede soportar los celos. Se levanta
y se va. Un primer plano muestra a Ada
sonriente (22): esta vez le ha tocado ganar a
ella, y el juego de atracción/rechazo ha entrado
en una nueva etapa.
Al término de la representación infantil, los
actorcitos que hacen de nubes se voltean y
muestran en sus espaldas unas nuevas nubes,
más negras, que ponen a temblar moviendo sus
cuerpos (23). Pareciera que los ángeles no
lograron dispersar del todo a las nubes y la
amenaza de tormenta ahora es inminente.
Aparece el reverendo vestido de arlequín, rostro
hiperbólicamente pálido, boca enmarcada en
rojo, un asomo de cuernos del mismo color en
la cabeza. Las velas que carga enfatizan su
tétrica expresión (24). Al fondo, se adivina un
grupo de cabezas femeninas cercenadas, las
cuales Nessie se encargará de enfatizar, una a
una, en la siguiente toma (25).
Nessie, representando a la nueva víctima del
cruel Barba Azul, se acerca a él, y una manta
iluminada los hace aparecer como sombras
chinescas (26). El público parece asustado ante
el macabro espectáculo, pero muy
significativamente Alistair luce una sonrisa de
fascinación (27).
Barba Azul, con voz amenazante, extiende sus
larguísimos y afilados dedos hacia su mujer
(28). Los maorís, ajenos a la experiencia de las
representaciones teatrales, comienzan a
murmurar, inquietos (29), mientras Barba Azul
142
blande su hacha y se apresta a asesinar a su víctima (30). Es clara la metaforización
del machismo patriarcal que asesina y mutila a sus mujeres, y esta alegoría opera al
mismo tiempo como una predicción del futuro desarrollo de los acontecimientos
de la historia.
Sin embargo, algo altera el desarrollo del guión. Un maorí, indignado ante lo que a
sus ojos aparece una inminente y terrible acción, grita (31) y se lanza al escenario,
seguido por los suyos, para impedir el crimen. Después de un breve caos –
prácticamente el único momento humorístico de la película-, los británicos han
logrado restablecer el orden y Morag explica a los indígenas los pormenores de la
representación, presentándoles a los actores con forzada diplomacia (32).
Esta escena también opera como una nueva muestra de la relación entre ambos
pueblos. Como los maorís no han sido sojuzgados (al menos no todavía), los
británicos se ven forzados a invitarlos a sus eventos y a tragarse su indignación por
el estrépito causado por su ignorancia. La hipocresía de los colonizadores aparece
retratada con toda explicitud.
143
SECUENCIA 14
la vergüenza del árbol
La cámara muestra un plano de detalle de la
mano de Ada tocando una de las teclas
centrales del piano (1). El sonido enfatiza el
punto en el que se encuentra la peculiar
negociación entre ella y George. Pero él es
revelado por el siguiente plano con una
expresión de tristeza y cansancio (2). “Toca lo
que quieras”, le dice, y ella reacciona con una
expresión de desconcierto (3). Comienza a
ejecutar una pieza de sonoridades dramáticas,
pero de repente se detiene: ha dejado de
percibir la presencia del hombre.
Se levanta y recorre lentamente la habitación,
hasta llegar a la cama. Temerosa, apenas se
anima a abrir la cortina (4) y lo que ve hace que
se aparte rápidamente. La cortina se abre y la
cámara muestra a George complemente
desnudo (5). La secuencia de imágenes opera
como alegoría del máximo temor de Ada ahora
mostrado ante sus ojos. No es el hombre
desnudo, sino la revelación de aquello de lo que
ha estado huyendo mediante su sometimiento
al encierro: la pasión, desnuda y salvaje,
invitándola a rendirse a ella.
Nuevo trato: diez teclas por yacer desnudos. Y
Ada comienza a despojarse de su metafórica
cárcel. Al quitarse su vestido revela la compleja
y entramada sucesión de prendas destinadas a
apartarla de su sexualidad (7). Al fin despojada
144
de ellas, pero aún temerosa, se sienta sobre la
cama, en actitud defensiva, resignándose a lo
que va a suceder.
Afuera de la cabaña, una aburrida Flora decide
acercarse a la puerta. Ante la prohibición
expresa de interrumpir a su madre, encuentra
en la pared un orificio para espiar (8). Se asoma
y ante sus ojos se revela a la pareja, desnuda,
en estrecho abrazo; Georges toma la mano de
Ada, la invitarla a abrazarlo y ella cede
nuevamente (9).
En la siguiente escena, Flora les ha enseñado el
juego que acaba de descubrir a sus amigos
maorís: todos abrazan a los árboles, frontan sus
cuerpos contra ellos, los besan (10, 12). Tres
mujeres maorís observan la escena sin
prejuicios, divertidas (11). Pero llega Alistair
quien, notablemente contrariado, aparta con
brusquedad a la niña, y poniendo en juego toda
su flema británica, la reprende sin escándalo,
con la discreción de quien intenta guardar las
apariencias: “¡Nunca vuelvas a hacer eso!
¡Avergüénzate! ¡Has avergonzado a esos
troncos!” (13). Ante la reacción del hombre, las
mujeres maorís sí muestran sorpresa (14).
Nuevo apunte sobre el puritanismo ante la
sexualidad: los impulsos del cuerpo son motivo
de vergüenza. Alistair le impone a la niña un
simbólico castigo: lavar las huellas de su afrenta
(15), mientras ella le revela noticias
inquietantes (16). La atmósfera ha tomado de
nuevo una tonalidad azul, para enfatizar la
frialdad emocional de la escena.
145
SECUENCIA 15
el fin del trato
Enmarcadas por un escenario oscuro, en el que
resalta un árbol de retorcidas ramas como
efectiva simbolización del rumbo que está
tomando la historia, Ada y Flora se dirigen
nuevamente a casa de George (1), pero al llegar
se topan la sorpresa de que un grupo de maorís
se está llevando su piano, con total falta de
delicadeza, incluso aporreando su teclado (2).
Alarmada, Ada apura el paso, llega a casa del
hombre y lo confronta. La razón de George es
simple: el trato que han hecho lo está haciendo
infeliz y a ella la está degradando. Ha decidido
devolverle el piano y terminar con todo (3).
Pero Alistair también se entera de la devolución
del piano; enfrenta a Ada y le advierte que no se
saldrá con la suya (4), y va a casa de George. Al
llegar, se encuentra a un maorí que le pide algo
(5); pasos más adelante, encuentra a Hira, que
hace lo mismo (6). Esta reiteración introduce al
planteamiento sociológico un nuevo punto de
vista: a lo largo del filme ha sido reiterativa al
mostrar el íntimo contacto de los indígenas con
su entorno y su apertura moral, y ahora toca el
turno de mostrar sus defectos para equilibrar la
perspectiva. Al vivir en medio de una naturaleza
tan pródiga, el maorí se ha acostumbrado a
estirar la mano y a esperar que algo le caiga del
cielo. Muy lejos de la puritana inclinación al
trabajo arduo, los locales ha caído en la
facilidad de la holgazanería y la mendicidad.
146
Más adelante la realizadora vuelve al punto.
Después de ver a George y casi suplicarle que
siga con el piano y las clases (todo con tal de no
perder las tierras ganadas a cambio del
instrumento) (7), Alistair vuelve a casa y le paga
a los maorís por haber levado el piano hasta
allá. Ellos protestan por la ínfima retribución y
lo insultan (8); en medio de la discusión
resultante, uno de ellos roba el frasco del
dinero de Alistair ante una distracción de éste
(9).
Ada ha recuperado su piano, pero está inquieta.
Sale a caminar, y su figura en medio del
entorno devastado del claro (10) toma una
nueva connotación: siente que algo ha sido
destruido y no sabe qué. El plano de detalle a
su rodete (11) opera como una metáfora de la
confusión, de ideas que dan vuelta a su cabeza
sin dejarle ninguna certeza. El plano posterior
que muestra la generosa naturaleza movida
por el viento, enmarcada por un melancólico
fondo musical, (12) implica una antítesis sobre
lo que mostró la cámara inmediatamente antes,
y una nueva metaforización de su estado
emocional: ya no podrá volver a estar en paz
ahora que su sensualidad ha vuelto a ser
despertada por George.
Más tarde se encuentra observando al piano, reflexiva. Se acerca a él, acaricia sus
teclas (13). Levanta una y la cámara registra que tiene un par de iniciales grabadas
y un corazón flechado (14). Una A, de Ada; una D, seguramente el último vestigio
de su antiguo profesor de piano. El piano la unió a él hace algunos años… y ahora
la unió a George. Toca unas notas, se detiene, reflexiona, intenta volver a tocar y se
da cuenta de que ya no puede. Y toma una decisión.
147
SECUENCIA 16
el volcán bajo las telas
Ada toma nuevamente el camino hacia la casa
de George y detiene a Flora cuando la intenta
seguir (1). La niña, vestida de simbólico color
negro, hace patente por primera vez la
explosión de su ira (2).
Al llegar, Ada se encuentra con un George
melancólico, que le confiesa estar “enfermo de
deseo” y le pide que se vaya (3), primero con
calma y al final con un grito. Ella lo escucha
contrariada, a punto de llorar (4); se dispone a
salir pero, una vez en la puerta, lo abofetea (5)
y cae de hinojos. George la ayuda a levantarse y
ella lo abraza (6). Se besan y la pasión de
desborda (7).
Ada se desnuda pero la gran cantidad de
prendas y la firmeza de su sujeción hace muy
lento el trámite. Impaciente, George se
introduce debajo de su enagua (8). La metáfora
del derribo de la última barrera expresa
significativamente el abandono de la
cárcel/falsa protección y la entrega de Ada a
sus deseos más reprimidos.
Pero Alistair, advertido por Flora sobre la
dirección que ha tomado Ada, llega a casa de
George y espía por uno de los huecos de la
pared. El espectáculo lo deja estupefacto (9). Y
mientras George le practica sexo oral a su mujer
bajo la cárcel del armazón de su enagua (10), él
recibe sólo el lengüeteo del perro en su mano
148
(11), una antítesis plena de ironía. Pero la
distracción es breve, su propio deseo reprimido
ha despertado con fuerza y vuelve a mirar con
mayor fruición (12).
Dentro de la choza, la entrega de Ada se
consuma (13). La intensidad erótica y afectiva
del encuentro es tal, que a George le parece
escuchar la voz de Ada.
Todo termina y la cámara muestra a Ada
vistiéndose. Un botón de su blusa cae al piso y,
al intentarlo levantar (14), la pieza se introduce
en una hendidura de la duela para caer encima
de Alistair, que se ha introducido debajo de la
casa para no perder detalle (15).
Este botón perdido es un efectivo símbolo que
permite dos lecturas: de lo que acaba de
atestiguar Alistair, el botón es lo único que ha
de tocarle a él, por su avaricia emocional y su
incapacidad para conquistar él mismo el afecto
de Ada; por otro lado, el botón, en cuanto a
objeto de cierre, remite el significado de que la
mujer ya pertenece a otro y es objeto vedado,
cerrado, para su marido.
Al despedirse, George le pregunta a Ada si
volverán a verse, y más aún, si lo ama (16). Ella
queda sorprendida por la pregunta, pero
después de un instante vuelve a besar a George.
La respuesta parece haber sido que sí.
149
SECUENCIA 17
la advertencia del ángel
Alistair hojea una libreta con plantas pegadas
en sus páginas (1), metáfora del interés del
colonizador por la naturaleza sólo cuando ésta
ha sido arrancada y ya es inofensiva.
Mientras tanto, Ada juega con Flora en su
habitación, feliz, llena de energía, sin el rígido
rodete sujetando sus cabellos, que ahora vuelan
libres (2). La antítesis entre las dos imágenes es
notoria: la mujer está disfrutando intensamente
haberse vuelto a sentir viva, en contacto con su
naturaleza liberada, mientras que él se solaza
observando plantas muertas.
Al día siguiente, Ada corre hacia la casa de
George, ansiosa por la perspectiva de un nuevo
encuentro (3). La naturaleza que la rodea
muestra su generosidad nuevamente, pero la
atmósfera ha vuelto a tornarse azul y The heart
ask for pleasure first se escucha nuevamente,
anticipando dramáticos eventos.
El travelling de la toma revela que Alistair está
apostado detrás de un árbol, esperándola (4).
Al revelarse ante ella, la imagen se muestra en
cámara lenta, con un hiperbólico graznido de
ave como fondo sonoro (5). La expresión de
Alistair complementa una imagen aterradora, y
Ada reacciona con la consecuente sorpresa (6).
Lo que sucede a continuación es filmado con un
ritmo casi dancístico. Ada apresura el paso,
150
Alistair corre detrás de ella, la alcanza y la besa
con la virulenta pasión desatada por sus
propias barreras represivas destruidas.
Ambos forcejean, aunque la mayor fortaleza de
él se evidencia al tirar de una Ada aferrada a
una rama como si se tratara de una hoja a
punto de caer (7). Caen al suelo, y la mano de
Alistair intenta llegar al sexo de Ada (8), pero
aquí opera una ironía: la misma barrera creada
por la cultura protestante para proteger/
encerrar a sus mujeres, ahora se vuelve en su
contra: el territorio que pretende avasallar
parece inexpugnable.
Se escucha un grito de Flora: “Mamá, están
tocando tu piano”. Un grupo de maorís se ha
introducido a la casa de Alistair y aporrea el
instrumento (9); connotativamente, el
prosopopéyico personaje expresa con
estruendo su ira, y el a la vez vehículo del
romance entre Ada y George, labrado entre
armoniosas notas, ahora sólo produce notas sin
sentido, en una ruidosa asemia.
Corte a la habitación de Ada. Flora camina de
un lado a otro con expresión adusta, y lleva
puestas las alas de su disfraz de ángel, ya un
poco torcidas por el uso (10). Va hacia a la
ventana, a la que Alistair está clausurando con
hojas de madera. Y Flora revela que ya ha
tomado partido: “¡Aquí, papa!”, le aconseja a
su padrastro (11). Enojada, voltea a a ver a su
madre (12).
Pero Ada no le hace caso. Justo en el momento
151
en que Alistair termina de encerrarla (13), ella
yace en la cama. Su deseo contrariado lo
expresa besando el espejo que tiene en la mano
(14).
Flora se acerca a Ada, amenazante. Lleva en su
mano una caja de naipes. Regaña a su madre, le
pide que se olvide de George y la invita a jugar
cartas para distraerse (16). Al no obtener
respuesta, la mira con desdén y un dejo de
desprecio (17).
Denotativamente la escena narra a una niña
dispuesta a no perder al padre tanto tiempo
anhelado. Connotativamente, el amenazador
ángel ha vuelto a presentarse, para advertirle
que debe arrepentirse de su pecado y olvidarse
del hombre que la ha hecho caer. La invitación a
jugar naipes opera metafóricamente como si el
ángel le advirtiese que lo que está en juego es
su destino, y la invitara a ver el futuro
echándole las cartas.
Más tarde, en la noche, la cámara muestra las
manos de Ada tocando el piano (18). Sobresaltado, Alistair despierta y va al
recibidor, para encontrarse con una imagen fantasmal (19). Ada, blanquísima,
sonámbula, no reacciona a ningún estímulo. Flora le advierte que no es la primera
vez que eso sucede. Stewart se limita a observarla con extrañeza (20).
La connotación es clara: el tortuoso rumbo de los acontecimientos, el haber
despertado a la sexualidad sólo para volver a ser encerrada, y la separación de su
recién descubierto amor han sido demasiado para la mujer y ha colapsado. En el
exterior, el oscuro, desolado y carbonizado entorno (21) enfatiza el estado
emocional de Ada.
152
SECUENCIA 18
una criatura extraña
Ada, dormida, comienza a acariciar
eróticamente a su hija (1). Despierta y se
sobresalta al darse cuenta de hasta dónde la
están llevando unos sentidos recién
despertados que no parecen resignarse a volver
a ser reprimidos. Cae en la cuenta de que debe
hacer algo urgentemente.
El siguiente plano muestra la mano de Ada
acariciando el rostro de Alistair (2). Él despierta
y, para su sorpresa, Ada continúa las caricias:
ahora introduce su mano en el hueco de la
palma de él, una clara referencia al
sometimiento voluntario al encierro de su
hombre (3).
Después pasa sus manos sobre su torso (4) y él,
incapaz de contenerse más, se incorpora e
intenta tocarla. Pero ella, gélida, se aparta (5).
En esta escena Campion despliega toda su
ideología feminista. En las diferentes versiones
espaciales y temporales de la cultura patriarcal,
es hecho común que un hombre se introduzca a
la habitación de una mujer para satisfacer sus
apetitos, lo desee ella o no. Pero en este caso
los acontecimientos operan a la inversa: es ella
la que invade el espacio de él, la que no pide
permiso para tocarlo, la que lo usa. Él se
convierte en el receptor pasivo del deseo de
ella, una imagen absolutamente subversiva.
153
Pero hay más. A diferencia de un hombre que
utiliza a una mujer y se sirve sexualmente de
ella para obtener un alivio rápido, Ada no tiene
interés en tener relaciones sexuales con Alistair.
Sólo quiere desahogar un poco su sensualidad
recién despertada y también recién reprimida.
Ella quiere tocar, sentir, y lo hace porque así lo
desea. Pero no hay una infidelidad hacia
George. El sexo será con él, y sólo con él. Lo
único que busca ahora es un poco de alivio a
costa de la tortura sensual de su carcelero.
Más adelante, llegan de visita Morag y su
inseparable Nessie. Se asombran de que la casa
esté asegurada por fuera, y no por dentro.
Morag le da consejos a Alistair sobre cómo
encerrarse con seguridad y eficiencia, pues ella
parece una experta en el tema; en el mismo
encuadre, las dos sirvientas maorís juegan con
una muñeca, connotador clave que vuelve a
presentarse (6).
Morag le informa a Alistair que George ha
decidido marcharse. Ada, estupefacta, sólo atina a sentarse al piano para expresar
su desolación con una pieza (7). Todos parecen reaccionar a la sensible ejecución
de Ada: las maorís reflejan en su rostro una serena empatía (8), Morag demuestra
cierto enfado (9) y Alistair parece, por primera vez, tocado por el lenguaje musical
de su esposa (10).
Más adelante, las retorcidas ramas de un árbol (11) atestiguan el paso de Morag,
Nessie y las maorís. La primera impone una pausa en el camino para orinar;
mientras lo hace, reflexiona sobre la oscura música de Ada (12). El diálogo enfatiza
la connotación del lenguaje musical de Ada como su vehículo de expresión, ajeno a
las normas y restricciones imperantes, su herramienta para liberarse de la férrea
prisión de la cultura patriarcal. Morag se levanta y, en evidente comparación con un
perro, procede a tapar con tierra sus desechos (13).
154
SECUENCIA 19
el ángel exterminador
Ada se introduce nuevamente a la recámara de
Alistair para someterlo a una segunda sesión de
caricias, aún más intensa que la primera. La
cámara la muestra recorriendo su espalda, con
un nuevo énfasis en el anillo matrimonial (1). Al
intentar bajarle el pantalón, él intenta resistirse,
pero ahora es la mano de ella la que,
suavemente pero con firmeza, somete a la de él
(2).
Ada acaricia el trasero de Alistair: nueva imagen
notoriamente subversiva (3). El trasero
masculino, dentro de la ideología machista, es
la parte del cuerpo más prohibida en lo que se
refiere al contacto erótico. Ella prosigue y él se
incorpora violentamente. “¡Quiero tocarte! ¿Por
qué no puedo tocarte?”, alcanza a decir. Ella se
muestra tan reservada como la primera vez (4).
Al día siguiente, el sueño de Ada y su hija es
interrumpido por la repentina entrada de la luz
(5), nueva metaforización sobre la liberación del
encierro. Alistair está quitando las tablas con las
que antes clausuró la ventana (6). Flora, feliz,
sale corriendo al exterior. Se ha puesto
nuevamente las alas y viste íntegramente de
blanco (7); la referencia metafórica al ángel
vuelve a aparecer, pero éste ya no se muestra
amenazante: el perdón y la esperanza de
reconciliación de los esposos lo ha despojado
de su aire tétrico.
155
Alistair habla con Ada (8). Le manifiesta su
deseo de olvidarlo todo para intentar volver a
empezar. Ella simplemente escucha, sin
comprometerse. Él le hace prometer que no irá
a ver a George, y ella acepta.
Alistair, confiado, parte rumbo a su trabajo (9).
Ella lo observa desde la ventana, al tiempo que
se comienza a escuchar una repetitiva pieza
musical, cuya sonoridad crea una atmósfera de
suspenso. Ada se dirige al piano y le extrae una
de sus teclas centrales (10 y 11), para después
pirograbarle en el canto un mensaje de amor
para George (12).
Esta imagen opera como una elaborada
metáfora que permite sacar conclusiones sobre
la vida sentimental de Ada. En el pasado, tras
descubrirse su pecado, tuvo que vivir un
encierro de más de una década (la edad de su
hija), condenada a olvidarse de todo contacto
afectivo y erótico. No tuvo más alternativa,
durante todo ese tiempo, que descargar su
pasión sobre su piano. Como ya se analizó
previamente en la secuencia 3, el instrumento
acabó por convertirse en una especie de
amante, siempre solícito, siempre dispuesto,
siempre fiel.
Pero ahora Ada está enamorada de un hombre
real y qué mejor manera de comenzar a vivir
plenamente esa nueva etapa que matando al
viejo amante, extrayéndole el corazón (la tecla
central) para ofrendársela a su nuevo amor, más
vivo, más auténtico.
156
Como Ada prometió no ir con George, pero
Alistair nunca mencionó el punto de prohibirle
establecer contacto con él, decide buscar a su
hija para encargarle llevar la tecla con el
mensaje a George. El siguiente plano muestra la
sombra de Ada y, antes de dejar ver a la niña, la
cámara hace hincapié en las alas que porta (13)
además de que en el siguiente encuadre se
apreciará que ya no viste de totalmente de
blanco.
Al acercarse la madre a su hija, un plano de
detalle hace énfasis en una muñeca desnuda
(14), clara metaforización del peligro inminente
que se cierne sobre Ada: el vestido no solamente
encierra, también protege, y a todas luces la
muñeca está completamente vulnerable en ese
estado, como Ada lo estará a continuación.
Flora se niega a ir con George, pero su madre la
obliga (15). Acaba por irse y frente a ella
aparece un camino bifurcado, metaforización de
la disyuntiva bien/mal enfatizada por un árbol
carbonizado al centro, en clara referencia al
bíblico árbol del bien y del mal del paraíso
terrenal.
Flora toma el camino izquierdo, el incorrecto
(16), pero de repente voltea a la cámara y
muestra una escalofriante expresión (17). A
partir de este punto la larga metáfora
continuada (alegoría) que se comenzó a trazar
desde la primera secuencia está completada.
Todos los connotadores clave se han integrado
y los que faltan están en vía de hacerlo. A partir
de este punto, connotativamente, la niña toma
157
el papel de un ángel vengador, exterminador,
a la usanza de los ángeles bíblicos encargados
de las tareas de castigo, como la expulsión de
Adán y Eva del Paraíso y la matanza de
primogénitos en Egipto. Su madre sigue
insistiendo en trasgredir las normas y ha llegado
el momento de castigarla.
La niña/ángel toma entonces el camino derecho
(18), el correcto, y sigue adelante. En el
siguiente plano la cámara está en ángulo
contrapicado y el personaje se ve mucho más
grande, imponente, mientras avanza dando
pequeños saltos, como si volara (19). En la
siguiente toma la cámara adopta un plano
panorámico que permite ver a la niña/ángel,
diminuta, corriendo por las colinas, mientras
que el cielo se llena de nubarrones de tormenta.
El entorno natural vuelve a hacer su aporte de
significación (20).
Flora llega con Alistair y le entrega la tecla (21).
Él, enfurecido al descubrir el mensaje, toma su
hacha y emprende el regreso a su casa; la
niña/ángel lo sigue, como si lo guiara (22). Algo
notable en este plano es la posición de los
connotadores clave: las alas atrás, el hacha
delante, exactamente de la misma forma en que
se reveló el ángel exterminador por primera vez:
en la sombra del reverendo ensayando sombras
chinescas, en la secuencia 9.
Los trabajadores maorís de Alistair quedan
sorprendidos por la escena que acaban de
presenciar. Uno de ellos toma la tecla dejada
por su patrón y la toca repetidas veces. “Perdió
158
su voz. Ya no canta”, dice (23), como nueva
reafirmación metafórica de la muerte del piano.
En los siguientes planos, con la tormenta ya
desatada y The heart ask for pleasure first como
música de fondo, en constante crescendo, se ve
a Alistair introduciéndose al bosque (24). La
intensa lluvia y las tonalidades negras y azules
refuerzan el giro dramático que la secuencia.
Detrás de él viene el ángel, una fantasmagórica
silueta extraviada que recorre la espesura como
portador de la tragedia (25). La cámara vuelve
con Alistair, pero ya no lo encuadra por
completo; ahora sólo enfatiza el hacha que lleva
en la mano (26).
El enfurecido hombre llega a su casa con un
estrépito que sobresalta a Ada (27). Alistair
levanta el hacha (28), y aunque la relación
plano/contraplano hace suponer que va a
atacar a su esposa, en realidad descarga el
golpe contra el piano (29). El seco sonido del
hacha y la vibración de las cuerdas del piano le
agregan un nuevo elemento dramático a la
escena. Ada se abalanza sobre Alistair, él la
somete y vuelve a atacar al piano, dejándole el
hacha clavada (30). Ahora sacude a Ada y la
azota contra la mesa; un plano de detalle revela
a un grupo de ovillos de hilo cayéndose ante el
impacto, metonimia que enfatiza el efecto de la
brutal violencia sobre el menudo y frágil cuerpo
de la mujer (31).
Alistair arrastra a Ada fuera de la casa (32) y el
siguiente plano muestra a la niña/ángel
llegando al lugar para quedarse inmóvil, como
159
un simple testigo de lo que va a acontecer (33).
Ada intenta, con denuedo, liberarse; forcejea
intensamente (34), pero la fuerza de él acaba
por someterla (34). “¡¿Lo amas?!”, pregunta
Alistair (35), al tiempo que su mano somete a
la de ella contra la base de un tronco cortado
(36). Ella mira fijamente (37), la niña grita
“¡Dice que no!” (38), pero Alistair ya no escucha
(40). Levanta el hacha (41) y la descarga con
furia.
La sangre salpica a la niña/ángel, y el
metafórico hechizo se rompe (42). La venganza
está consumada, el ángel ha cumplido su tarea
y ya se ha ido. Queda la niña, que llora (42).
Ada no emite queja alguna, a pesar de su dedo
cercenado (43). Se incorpora y mira fijamente
hacia ningún lado (44). Un plano de detalle
registra sus manos entrelazadas, empapadas en
sangre, y una nueva enfatización del anillo
matrimonial (45). Mira al cielo (46), se vuelve,
intenta caminar, pero sólo trastabilla y acaba
derrumbándose. Su falda se llena de aire (47).
Flora intenta acercársele, pero Alistair la detiene
y le da una orden (49): llevarle el dedo
cercenado a George, con la amenaza de que le
cortará los demás si vuelve a buscar a Ada. La
niña emprende el camino, pasando junto a Ada;
la falda, antes llena de aire, como un globo,
ahora luce completamente desinflada (50),
metaforizando el desplome físico y moral de la
mujer, que ahora sólo se estremece,
completamente en shock.
Con esta imagen termina la secuencia más larga
160
y representativa de todo el filme. El punto de
vista de la directora sobre el dominio
patriarcal y sus preceptos religiosos como
instrumento de sometimiento y castigo ante la
rebeldía han sido expuestos con claridad,
después de entramarlos a lo largo de la
narración precedente para hacerlos confluir en
este punto.
161
SECUENCIA 20
un ala perdida
La cámara muestra a Flora en casa de George,
llorando (1). Al llegar él, le muestra el dedo
cercenado de su madre (2), que opera como
una metáfora de múltiples interpretaciones: el
silencio nuevamente impuesto, esta vez con
brutalidad (Ada no podrá volver a tocar el
piano, vehículo de su expresión); la libertad
cercenada, una simbólica castración emocional,
si se atiende al hecho de que el piano era el
amante de Ada, y sus dedos los medios para
tocarlo…
George le pide a Flora que le cuente lo que
pasó, pero ella no puede parar de llorar. Hira
interviene y la consuela (3): las actitudes más
cálidas dentro del filme siempre se han visto en
los maorís, en contraposición a la frialdad
británica. George desahoga su frustración (4), y
la naturaleza, aún más oscura y caótica que en
otras tomas, vuelve a reflejar los estados
emocionales de dolor y confusión (5).
El escenario cambia. Ahora la imagen registra a
un Alistair en plena desintegración psicológica.
Visiblemente alterado por la ruptura de todos
sus límites (la contención emocional, la
represión de sus pasiones), todavía intenta
buscar una justificación a lo acontecido. Con
índice acusador, reprende a una Ada
inconsciente, mientras que al fondo se aprecia
una muñeca en actitud yacente (6).
162
Pero las defensas de Alistair siguen cediendo, y
adopta un tono más conciliador. Le dice a Ada
que “sólo le cortó un ala”, al tiempo que le
canturrea y acaricia el rostro (7). Al percatarse
de su fiebre, le descubre el cuerpo y su mirada
queda atrapada por el muslo parcialmente
desnudo de la mujer. Lo acaricia, lo besa (8) y la
pasión lo vuelve a cegar.
Alistair se apresta a violarla (9), pero ella ha
despertado y lo somete con la fuerza de su
mirada (10). Podrá estar postrada, en total
indefensión, pero su férrea voluntad está
intacta y echa mano de ella con prontitud.
La siguiente toma muestra a Alistair
internándose en el espeso y oscuro bosque
(11). Lleva una linterna, que tal vez connota
que ha encontrado una luz en medio del caos
desatado por él mismo. Llega a la cabaña de
George, se introduce subrepticiamente y
somete al amante de Ada apuntándole con su
rifle. Pero lejos de intentar matarlo, escoge
hablar con él. Ante la extrañeza de George (12), le expone que ha creído escuchar a
Ada dentro de su cabeza (13), pidiéndole que la deje ir, que tiene miedo de lo que
pueda hacer su fuerte voluntad… En suma, Alistair prefiere que su rival se lleve a la
mujer, antes de permitirse perder el asomo de cordura que aún le queda.
163
SECUENCIA 21
el funeral
La cámara muestra a unas manos, seguramente
las de Flora, lavando las alas de ángel en un
estanque de aguas limpísimas (1). Con esta
metáfora se comprueba, y a la vez completa, la
larga alegoría sobre el ángel exterminador. Una
vez que el periodo de pecado, venganza y culpa
ha terminado, es momento de la purificación
final.
Cambio a Ada saliendo de la casa de Alistair.
Pálida, a todas luces debilitada, pero luminosa
(2). Atrás quedan Morag y Nessie en las
sombras de la casa, clara antítesis sobre el
esperanzador destino de Ada contrapuesto a la
condena de oscuridad/encierro que enfrentarán
por siempre las puritanas que no se han
liberado de su yugo.
Afuera la esperan los maorís (3), atrás ha
dejado a sus compatriotas. De ningún modo la
directora afirma con esto que los indígenas
sean los buenos de la película; simplemente, su
actitud de libertad ante la vida y el pleno goce
de su naturaleza son los bienes que ha escogido
Ada y la recompensa a su sacrificio.
La naturaleza, en todo momento connotadora
del clima dramático del filme, se muestra por
primera vez luminosa y esperanzadora (4).
George se acerca a Ada, y su atuendo revela que
también ha operado un cambio en él (5): atrás
ha quedado el aventurero desaliñado y salvaje;
164
ha vuelto a ponerse sus formales ropas de
británico, pero atendiendo a la connotación
positiva de asumirse como tal: en adelante se
empeñará en forjarse una vida junto a la mujer
que ama.
La siguiente escena muestra los preparativos
para un nuevo viaje (6). Pero a diferencia de la
secuencia 2, cuando un mar embravecido y un
entorno natural ominoso recibieron a Ada y
Flora, ahora la naturaleza se encuentra en
calma. Y así como la llegada de las dos mujeres
a Nueva Zelanda fue un acto brutal, ahora tiene
lugar un hermoso ritual de despedida, con Hira
caminando detrás de la canoa que parte,
entonando un melancólico canto (7).
Pero aún falta algo por resolverse. Ya en
altamar, Ada pide tirar su piano al mar. George
intenta convencerla de lo contrario, pero ella,
haciendo nuevo alarde de su voluntad, insiste. Y
así se hará. Mientras la tripulación desata al
instrumento de sus amarras, Ada mira al mar
(8), su mano lo acaricia (9). Cuando el piano es
lanzado al agua (10), ella introduce el pie a la
cuerda del piano que viaja veloz hacia el mar, y
es arrastrada por ella (11).
Ada se hunde. Su mirada parece inexpresiva,
sólo esperando el final (12). Pero algo pasa que
se arrepiente y se libera del nudo que apresa su
pie (13).
Esta escena revela metafóricamente el último
eslabón que faltaba del complejo perfil
psicológico de Ada. Como se ha analizado
165
antes, ante la represión de su entorno decidió rebelarse dejando de hablar. La
cultura es un instrumento de dominación, y el lenguaje es uno de sus mecanismos
para normar los comportamientos. Ada renunció a ese lenguaje condicionado y
creó uno propio en el que sublimó su pasión; convirtió a su piano en una especie
de amante, como también se ha revelado ya en este análisis, y ahora que ha
perdido los medios para contactar con él, para expresarse a través de su música, ha
decidido morir con su instrumento.
Pero en el fondo del mar descubre que su suicidio no la liberará, pues sigue atada,
ahora a su piano, que ahora ya no se revela como el instrumento de su libre
expresión, sino como su atadura a un mundo de aislamiento y silencio. Y en la
superficie ha dejado a un amor real, que la ha liberado pacientemente de sus
cadenas de represión y sometimiento, y que aún está ahí, esperándola…
Ada nada hacia la superficie (14). La cámara revela que nuevamente los maorís la
han ayudado a salvarse (15), y el nuevamente se explica porque un maorí ya la
había salvado: George, un británico que también renunció a sus barreras represivas
y se tatuó en la cara su declaración de libertad.
Ada, ya sobre la canoa, es abrazada por George. La voz infantil en off de la primera
secuencia vuelve a hablar: “¡Qué muerte! ¡Qué oportunidad! ¡Qué sorpresa! ¿Mi
voluntad escogió vivir? Como sea, me ha dado muchos sustos, a mí y a muchos
otros”… Queda clara una vez más el arma que ha elegido la mujer para oponerse al
trágico destino que la cultura patriarcal había elegido para ella: la voluntad.
166
SECUENCIA 22
en la tumba del silencio
La cámara revela un dedo metálico sobre el
teclado del piano (1). George le ha fabricado
una prótesis a Ada, y ella comienza a ejecutar
una sensible melodía, pero muy alejada de las
oscuras resonancias del resto de la partitura. La
voz en off cuenta que ha iniciado una nueva
vida en Nelson, y que da clases de piano. Aún
es “la rara” del pueblo, pero eso le agrada.
El dedo metálico opera como una metáfora de
la nueva relación de Ada con el piano. Sigue
disfrutándolo como antes, pero el contacto ya
no es directo, ahora está mediatizado. El piano
ya no es el vehículo de sus emociones, la salida
de su represión, el sonido de su inexistente voz.
Porque ya es libre, e incluso está aprendiendo a
hablar. El siguiente plano muestra a Ada
envuelta en una mascada, practicando su aún
vacilante voz. Nueva metaforización, y a la vez
renuncia al perfecto final feliz: Ada aún tiene
que romper un encierro, tal vez el más difícil de
todos, porque es el que ella misma se impuso.
Tendrá que practicar mucho para que sus
atrofiadas cuerdas vocales vuelvan a emitir
palabras.
Pero se esforzará, sin duda. Ya su voluntad se
encargará de ello. Y el amor: George entra a
escena (3), luego la abraza, la despoja del velo
(otra referencia a la liberación de su amada) y la
besa con pasión (4).
167
El vestuario y la escenografía hacen su aporte
connotativo: el vestido de Ada ya es menos
austero y severo, y unos aretes penden de sus
lóbulos. George ya no es un salvaje desaliñado,
y su hogar no es más una cabaña. Y Flora ha
vuelto a ser una niña feliz (5).
El colofón es la imagen de un sueño recurrente de Ada: su piano bajo el mar (6). La
cámara, en lento dolly out, va revelando el deterioro del instrumento: le faltan
algunas teclas, y la vegetación submarina lo ha comenzado a invadir (7). Y sobre él,
atada al piano mediante una tensa cuerda, flota el exánime cuerpo de Ada envuelto
en su vestido, que se extiende en la profundidad (8).
La metáfora final es una representación del hubiera, y permite dos lecturas: de no
haberse liberado de la restrictiva cultura patriarcal, Ada habría permanecido atada
a sus convenciones, en un mundo de oscuridad y represión, hasta morir, real o
metafóricamente hablando. Y, de no haber decidido terminar su autoencierro en
el silencio, Ada habría seguido atada al cordón umbilical que la unía a su piano,
hasta acabar sepultada en la soledad y desolación.
La imagen se va disolviendo, y los cadáveres de los dos amantes comienzan a
fundirse con la triste atmósfera del fondo del mar, mientras la voz en off recita los
versos de T.S.Elliot: “Hay un silencio donde no ha habido sonido. Hay un silencio
donde ningún sonido puede existir. En la fría tumba del profundo, profundo mar”…
168
conclusiones
Como ha podido apreciarse en el análisis previo, El Piano es una obra en la que se
evidencian plenamente las posibilidades de la retórica aplicada a la imagen
cinematográfica. Sobre una base formal identificada con el estilo clásico de
representación (narrativa lineal, primacía de la cámara fija sobre contados y
elegantes movimientos de la misma, planos abiertos descriptivos alternados con
planos cerrados dramáticos), Jane Campion demostró una inagotable imaginación
para dotar de muy variadas significaciones a las imágenes capturadas por su
cámara.
Así, el decimonónico melodrama sobre un triángulo amoroso logró trascender las
limitaciones impuestas por las convenciones narrativas del género, para volverse un
ejemplo de cómo una simple anécdota puede aderezarse con múltiples lecturas
ideológicas, psicológicas y morales, y así convertirse, por derecho propio, en un
auténtico clásico de la cinematografía contemporánea.
Para la denotación de este romance gótico, enfocado en la oscuridad de los
sentimientos y pasiones, Campion echó mano de recursos formales impresionistas:
el escenario, el vestuario, la música y la fotografía fueron utilizados como vehículos
para representar con eficiencia los estados anímicos de sus personajes,
renunciando a un preciosismo estéril, mientras que una elaboradísima edición
logró no sólo un ritmo analítico sostenido, sino el enlace significativo de varios
connotadores claves para darle forma a una brillante alegoría sobre la liberación
del espíritu.
Para dirigir a sus actores, vitales para la transmisión de sus ideas, la realizadora
evitó la usual exageración de las emociones propia de muchas películas
románticas, para adoptar un estilo más estático, centrado en la presencia del actor
como principal vía expresiva. Notables en este apartado resultaron, por un lado, la
169
actuación de Holly Hunter (Ada), estática hasta el hieratismo, pero capaz de
transmitir con incluso una simple mirada los abismos emocionales de su personaje;
por otro, la interpretación de la entonces niña Anna Paquin (Flora), quien a pesar
de su juventud demostró el talento necesario para reflejar la compleja ambigüedad
moral de su personaje.
El éxito en el apartado interpretativo también fue el resultado de un cuidadoso
trazo de la psicología de cada personaje: Ada, una paradoja viviente, reprimida y a
la vez incansable rebelde, encerrada por la cultura dominante y escapista de la
misma, vía un nuevo encierro en sí misma. Alistair, el austero, metódico y
represor/reprimido, que ve sus rígidos principios morales avasallados por la fuerza
de sus pasiones, para al final escapar de la locura regresando a su anquilosamiento
vital. George, el burdo aventurero que huye de la rigidez británica para irse hasta el
fin del mundo a explorar una nueva tierra y abrevar de ella, hasta transformarse en
un ser libre que integra en su personalidad lo mejor de dos culturas antagónicas. Y
Flora, la niña inocente y a la vez perversa, criatura aún libre de los encasillamientos
de la cultura, cuya motivación vital es encontrar un padre que la libere del estigma
de la ilegitimidad.
A sus innegables méritos formales, Campion agregó múltiples y detalladas
connotaciones que redundaron en interesantes lecturas sobre múltiples aspectos
de la realidad retratada por ella: la cultura patriarcal y su lenguaje como vía del
sometimiento de la mujer, la obstinada rebeldía como único escape, la crueldad del
castigo a los trasgresores mediante un código basado en retorcidas concepciones
religiosas. El choque de dos culturas antagónicas, observado sin caer en la facilidad
de conclusiones maniqueas; por el contrario, haciendo un balance de los defectos y
virtudes de los pueblos confrontados para sugerir, como solución al conflicto, la
integración de lo mejor de cada una y la renuncia voluntaria e internalizada de lo
peor de ambas. La rendición final de la cultura a la naturaleza humana, cuando osa
contraponerse a ésta. Y finalmente, pero no menos importante, una sensible
disertación sobre el amor y la pasión, en la que se afirma que la única posibilidad
de unión entre un hombre y una mujer radica en la postergación del acto sexual
para darle primacía a un derrumbe paulatino de las barreras culturales, mediante
una delicada y sensual aproximación de los amantes.
170
Para poder resumir tan rico contenido en una película que no supera las dos horas
de duración, Campion echó mano de elaborados y cuidadosos recursos retóricos,
entre los que destaca la utilización de múltiples metáforas que al final se integran
en una sola alegoría. La construcción del discurso se basó en unos cuantos
connotadores clave surgidos de arquetipos universales a los que se dotó de
significaciones complementarias de singular interés: un ángel despojado de su
impecable y paradigmática bondad, mediante el añadido de oscuras motivaciones
vengadoras; una simple mano que, plano tras plano, opera como significante de
diferentes actitudes represivas; un entorno natural que revela el tono dramático de
cada escena y acaba por convertirse en un personaje más…
Así, disfrazado por su apariencia de cine clásico, Jane Campion elaboró un discurso
trasgresor, de ruptura, cuya esencia retórica le permitió aparecer como verosímil, y
por lo tanto, convincente.
Una vez resumidos los resultados del análisis –retórico en general, metafórico en
particular- de esta película, conviene justificar la motivación y trascendencia de este
trabajo de tesis. El que esto escribe está consciente de que –como se dice
coloquialmente-, no inventó el hilo negro. La retórica en general, y su rama
orientada a la imagen, en particular, son disciplinas estudiadas desde hace mucho
tiempo: la primera desde la Grecia antigua, y la segunda desde el siglo XX. En este
trabajo de tesis no se cuestionan sus armazones teóricos; por el contrario, se les ha
estudiado y sintetizado para servir como base del análisis de El Piano.
Cuestionar, e incluso revolucionar lo que hasta la fecha ha sido y aún es la retórica,
implicaría un trabajo de investigación más adecuado a un nivel académico de
doctorado. Al estudiar durante el desarrollo de esta tesis los aportes de
especialistas del calibre del Grupo μ, por ejemplo, caí en la cuenta de que una
propuesta renovadora implicaría una investigación de años, y tal vez de décadas.
Entonces… ¿qué sentido tiene elaborar un trabajo de tesis que, en materia de
teoría, no aporta novedades para el campo de su estudio? La respuesta es sencilla.
En el programa de la maestría en Comunicación y Diseño Gráfico que el
171
suscribiente ha cursado, se contempló un importante número de materias
orientadas a la docencia y a la investigación. Los que como yo cursamos este
posgrado, lo hicimos con la intención de profundizar en los contenidos teóricos y
prácticos de ambas especialidades, para aplicar estos nuevos conocimientos en
nuestro campo profesional. En mi caso particular, he trabajado en la producción y
docencia de diseño gráfico y publicitario desde hace veinte años, y el mismo
tiempo lo he dedicado a un área que, más que un trabajo, ha constituido una
pasión: el análisis cinematográfico y su enseñanza a nivel licenciatura.
A lo largo de los dos años y medio de la maestría, tuve la oportunidad de
acercarme a campos del conocimiento desconocidos o poco explorados durante
mis estudios de licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Uno de ellos fue
precisamente el de la retórica, y más específicamente el de la retórica de la imagen.
La brillante catedrática que me reveló este saber hasta entonces desconocido para
mí, la Dra. Luz del Carmen Vilchis, tuvo a bien ayudarme a delimitar las
posibilidades de estas disciplinas, aunque advirtiéndome que los estudios sobre la
retórica de la imagen estaban aún en pleno desarrollo, pues habían iniciado apenas
a mediados del siglo XX y el largo camino para empatar las figuras retóricas
verbales con las visuales estaba lejos de concluir. Para oscurecer aún más el
panorama, me fue advertido que, a pesar de su breve historia, las investigaciones
sobre retórica de la imagen habían producido ya mucha literatura, de una aridez y
profundidad capaz de alejar a los no iniciados.
A partir de entonces comencé a estructurar el presente trabajo de tesis, con un
objetivo inicial claro: analizar a fondo una obra cinematográfica de gran calado
retórico para colaborar, aunque sea modestamente, en la demostración de que los
principios, operaciones y figuras de la Retórica son aplicables a la producción y/o
análisis de la imagen. Pero una vez acabada la investigación y el análisis de caso,
quedó claro que faltaba explicar cómo es que este estudio podría lograr cierta
trascendencia.
La respuesta llegó vía la orientación de las académicas designadas como lectoras
de este trabajo de tesis, y un poco de reflexión e intuición, cualidades ambas que
todo el que hace análisis retóricos debe de poseer. A lo largo de mi trabajo
docente me he dedicado a enseñarle a ya muchas generaciones de estudiantes que
el cine, más que un simple divertimento, es un medio que permite conocer el
172
mundo y desarrollar las capacidades de análisis y síntesis de sus espectadores,
ambas cualidades indispensables para cualquier aspirante a trabajar
profesionalmente en el campo de la comunicación.
Pero… ¿cómo acercar a los alumnos al cine con simplicidad y a la vez eficacia? Una
alternativa es la búsqueda de un modelo teórico profusamente estudiado y a la vez
dúctil para ser enseñado, aprendido y sobre todo aplicado. Y en este punto
descubrí que la retórica era una buena candidata, por ser dueña tanto de un
sustento teórico construido a lo largo de siglos, como de una estructura de análisis
completa y bien tipificada. Por otro lado, al estar destinados mis estudiantes de
Comunicación y Diseño Gráfico a la elaboración de mensajes con un
preponderante contenido audiovisual, recordé que la necesidad básica al producir
estos mensajes es dotarlos de verosimilitud y potencialidad persuasiva: un
logotipo, un cartel, una revista, un video, una película, un programa de radio…
todos comparten un objetivo común: llegar a un público y convencerlo de adoptar
una idea o emprender una acción.
La verosimilitud y la persuasión son, precisamente, los dos pilares de la retórica,
una disciplina que en la mayoría de los planes de estudio de las licenciaturas
enfocadas a la producción visual ha sido minimizada o de plano olvidada. En este
punto surge un objetivo adicional, de tipo didáctico, de este trabajo de
investigación: colaborar en la resucitación de un área de conocimiento que, a pesar
de su antigüedad y más bien gracias a ella, está lejos de haber perdido su vigencia;
por el contrario, las incontables investigaciones sobre la retórica de la imagen
(desde Roland Barthes hasta la actualidad) han demostrado su pertinencia e incluso
su indispensabilidad al momento de enseñar a producir y analizar comunicación
audiovisual.
Claro que hay una dificultad adicional. La literatura sobre retórica y retórica de la
imagen es abundante, pero a la vez demasiado especializada y por lo tanto difícil
para el estudiante común de nivel licenciatura e incluso maestría. Por lo tanto, este
trabajo adoptó un objetivo didáctico adicional: estudiar los aportes de los
principales investigadores de ambas disciplinas y simplificarlos, condensarlos en un
texto breve, de fácil pero muy explicativa lectura, para acercar este saber a los
estudiantes, profesionistas y catedráticos interesados en el tema, pero sin ánimo de
abundar excesivamente en él.
173
Así, los dos primeros capítulos de esta tesis ofrecen a sus potenciales lectores un
acercamiento sencillo y bien estructurado de los puntos más importantes de la
retórica y su figura más emblemática, la metáfora. Y seguramente esto es lo que
completa la trascendencia de este estudio: se trata de un trabajo de investigación
realizado por un profesionista y catedrático que, a lo largo de su vida laboral, ha
encontrado que la retórica es una herramienta sencilla, apasionante y de invaluable
utilidad para el desarrollo de las profesiones orientadas a la producción y el análisis
de mensajes audiovisuales, y que por lo tanto aspira a acercar a más personas a un
campo del conocimiento que clama por recuperar su prioridad en los planes de
estudio de licenciaturas orientadas a lo audiovisual.
Como colofón, el que esto escribe puede resumir que la retórica de la imagen es
aún una disciplina inacabada. Es difícil transportar el legado de más de dos
milenios, construido sobre las limitantes del mensaje verbal, al polisémico mundo
de las imágenes. Pero lo cierto es que todas las disciplinas que tienen a la imagen
como base (publicidad, diseño gráfico, televisión, cine…), echan mano
constantemente de recursos retóricos para potenciar su significación y persuadir a
sus receptores.
La retórica no es algo nuevo, pero suele utilizarse de manera un tanto empírica.
Son comunes, por ejemplo, las metáforas visuales mil veces referenciadas, muertas,
elaboradas sin creatividad y sólo como recurso secundario para atrapar la atención
de públicos fáciles. Pero cineastas como Jane Campion se revelan como auténticos
artistas por su capacidad de utilizar una la retórica visual novedosa, profundamente
imaginativa y original, que enriquece sus obras y las elevan a la categoría de arte.
Lo que he hecho, en suma, es comprobar que los principios de esta disciplina
permiten elaborar, y posteriormente descubrir, las múltiples significaciones de una
obra audiovisual, conocimiento muy útil para ser explorado, difundido y aún
mejorado, para favorecer la formación profesional de estudiantes de licenciaturas
en comunicación, diseño, imagen y publicidad. Sería deseable que en el futuro se
realizaran más análisis retóricos no sólo de cine, sino de cualquiera de las
174
disciplinas enfocadas en la imagen, para seguir construyendo el complejo y aún
inacabado andamiaje teórico de la prometedora retórica de la imagen.
175
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Zunzunegui, Santos.
Pensar en la imagen.
3ª edición. Ediciones Cátedra. España, 1995.
Artículos y Ensayos
García García, Francisco.
Una aproximación a la historia de la Retórica, en Ícono14,
Revista de Comunicación y Nuevas Tecnologías, N°5. España, 2005.
http://www.icono14.net/index.php/es/revista/historico/ano-3-2005/no-5-retorica
Martínez-Falero, Luis.
La retórica en el siglo XX. Hacia una Retórica General, en DICENDA,
Cuadernos de Filología Hispánica. Vol. 20.
Universidad Complutense de Madrid. España, 2002.
Parente, Diego.
La metáfora como instrumento cognitivo: Una crítica de
la concepción experiencialista de G. Lakoff y M. Johnson.
Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina, 2000.
http://www.favanet.com.ar/ratio/diego.htm
Suárez Caamal, Ramón Iván.
La metáfora: arquitectura sensorial de la imaginación.
Nueva Alejandría: El portal de los educadores.
http://www.nalejandria.com/00/colab/metafora.htm
Sitios Web
Internet Movie Database (IMDb)
www.imdb.com
179
Otros
Campion, Jane.
The Piano Lesson
Guión original de la película El Piano, en
http://www.angelfire.com/movies/closedcaptioned/piano_lesson.html
180
glosario
Ángulo (de cámara). Posición de la cámara en la que no hay coincidencia entre su
eje óptico y la línea del horizonte.
Arquetipo. Término que designa las imágenes innatas y comunes a todos los
individuos que se transmiten de generación en generación.
Autor (cinematográfico). Director de larga trayectoria que no solamente conjunta
elementos formales y de contenido, sino que además imprime algo de su
personalidad a las obras que filma.
Composición. Distribución conveniente de personas y objetos dentro de la una
imagen.
Connotación. Dimensión retórica del signo; todo aquello que, a través de signos,
es capaz de evocar, excitar, sugerir o implicar algo de modo neto o impreciso.
Contenido (o contexto fílmico). Conjunto de ideas, apreciaciones, posturas y
valores vertidos por un director a lo largo del desarrollo de una narración.
Contrapicada (ángulo de cámara). Cámara inclinada hacia arriba menos de 90°.
Denotación. Nivel donde se establece una relación simple entre el signo y su
significado, sin la participación de ningún elemento retórico. Es la vinculación más
directa de un lenguaje con el mundo de los objetos a los que hace referencia.
Desvío. Alteración significativa dentro de un discurso.
Diseño de producción. También conocido como dirección de arte, engloba la
escenografía, vestuario, maquillaje y utilería.
Edición. Proceso de unión de las tomas filmadas y su pegado en un orden
inteligible de acuerdo con una progresión dramática (continuidad), para conferir a
la estructura narrativa un ritmo adecuado.
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Escala. La relación que existe entre la superficie que ocupa en pantalla una imagen
dada, y la superficie total de la pantalla.
Escena. Serie encadenada de planos que tienen lugar en un mismo escenario y que
corresponden a una misma acción.
Estética fílmica. Análisis formal puro desligado de connotaciones ajenas a los
propios conformantes tecnológico–expresivos del texto fílmico.
Ethos. Estado afectivo suscitado en el receptor por un mensaje particular.
Forma cinematográfica. Todos los elementos visuales y sonoros de un filme, es
decir, lo denotado por él.
Género (cinematográfico). Grupo o categoría que reúne obras similares. Esta
similitud deriva de compartir una serie de elementos formales y temáticos.
Holandés (ángulo de cámara). Cámara colocada en ángulo con respecto al eje
vertical del sujeto fotografiado.
Imagen. Toda representación figurada y relacionada con el objeto representado
por su analogía o semejanza perceptiva.
Lenguaje. Instrumento creado por cada comunidad humana con el fin de
comunicar.
Lenguaje cinematográfico. El conjunto (estructurado y operativo) de los recursos
significantes que hacen posible construir una película como discurso.
Melodrama. Género cinematográfico que involucra historias construidas en torno
a conflictos sentimentales a la larga superables.
Metáfora. Figura retórica en la cual la semejanza sirve como motivo para la
sustitución de una palabra literal desaparecida o ausente por una palabra
figurativa; implica una comparación, aunque abreviada y elíptica (sin el verbo).
Metalenguaje. Un discurso elaborado sobre otro discurso.
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Metalogismos. Figuras retóricas de pensamiento que modifican el valor lógico de
la frase y por consiguiente ya no están sometidas a restricciones lingüísticas (nivel
lógico).
Metaplasmos. Figuras retóricas que actúan sobre el aspecto sonoro o gráfico de
las palabras (nivel morfológico).
Metasememas. Figuras retóricas que acarrean un cambio de significado en las
expresiones (nivel semántico).
Metataxis. Figuras retóricas que actúan en la estructura de la frase (nivel
sintáctico).
Narrativa fílmica. Estudio de las obras cinematográficas narrativas, es decir, los
textos que exponen un relato, que cuentan una historia.
Paneo. Movimiento de la cámara sobre su propio eje.
Picada (ángulo de cámara). Cámara inclinada hacia abajo menos de 90°.
Plano. Toma continua filmada por la cámara –fija o móvil- en una sola sesión.
Pragmática fílmica. Relación con los receptores de la comunicación
cinematográfica y las circunstancias o contextos del consumo de películas.
Retórica. Técnica de elaborar discursos gramaticalmente correctos, elegantes y,
sobre todo, persuasivos.
Ritmo (cinematográfico). Cadencia producida por el montaje, según la diversa
longitud de los fragmentos montados.
Secuencia. Varias escenas en el mismo tiempo, escenario o continuidad narrativa,
que forman un episodio unificado en una película.
Signo. Entidad que sustituye a la naturaleza y se convierte en herramienta del
hombre, haciendo posible el pensamiento y la expresión.
Síntesis (cinematográfica). Juicio calificativo final de una película, consecuencia
del análisis previo de todos sus elementos formales y de contenido. También se le
conoce como crítica.
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Travelling. Movimiento de cámara que implica un desplazamiento hacia adelante,
atrás, arriba, abajo o a los lados, o bien un recorrido especial montada sobre una
grúa.