Ilustración: José Manuel Vilches
CRÉDITOS
Dirección
Equipo de Contenidos
Santiago TEJEDOR
M. Alejandra AVENDAÑO ALVARADO
Antonio BOSTELMANN ZORDAN
Coordinación editorial
Martín CARVALHO BLANCO
Martín CARVALHO BLANCO
Catalina GRAMSCH SILVA
Millaray LEZAETA MARÍN
Andrés MONCADA MONCADA
M. Soledad COPPIANO GARCÍA
Núria EMILIO ESTAPÉ
Sarai FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ
Montserrat FERRER LEAL
Albert GIMENO OLIVERAS
Diseño y maquetación
Catalina GRAMSCH SILVA
Flor ABREGÚ
Agustina LATORRE BERARDI
Nota
Millaray LEZAETA MARÍN
Los contenidos incluidos y citados en
esta publicación son responsabilidad
de cada uno de los autores.
Diego MALDONADO HERRERA
ISBN
Ricardo OLIVA DAZA
978-84-121566-7-6
Kelly ROBLEDO-DIOSES
César MÉNDEZ ARDILA
Andrés MONCADA MONCADA
Belén SANCHO LIGORRED
Edición
Juan Manuel TELLO SANDOVAL
© Universitat Autònoma de Barcelona,
2020.
Miquel UNZUÉ GROS
Marta PÉREZ RODRÍGUEZ
02
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
07
PRESENTACIÓN
08
PRÓLOGO
13
LA CENSURA EN DATOS
20
ARGENTINA
25
26
28
30
37
38
44
45
53
55
60
61
El periodismo es libre o es una farsa
No denuncies a un criminal
Carlos Elías Furman
Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?
Víctor Hugo Morales
Periodismo, exilio y lucha
Norma Morandini
La larga lucha de Luis Bruchstein por los derechos humanos
Luis Bruchstein
Carlos Barragán y los “panelistas de 6,7,8”
Carlos Barragán
CHILE
65
66
68
69
75
77
De dictadura, clasismo y desigualdad
Jugarse la vida en dictadura
Juan Pablo Cárdenas
La injusticia del exilio
Alejandra Matus
85
86
88
90
97
98
COLOMBIA
Cinísmo mágico
El silencio es cómplice
Daniel Coronell
Censura: pura y criolla
Santiago Rivas
03
ÍNDICE
105
106
109
111
117
119
ECUADOR
La represión de la voz
La polémica caricatura del sicario de tinta
Xavier Bonilla
Los tres que nunca regresaron
Sofía Ramírez
124
125
126
128
EL SALVADOR
La frágil libertad de prensa
La limitación del ejercicio periodístico
Paola Alemán
ESPAÑA
De la transición a una democracia adolescente
La censura de transición
Rafel Gómez Parra
Censura en el campo de batalla
Antonio Pampliega
Tiempo de resistencia ante las nuevas mordazas
Ignacio Carretero
GUATEMALA
Tiempos de cambio en medio de una paz inestable
Toda una vida dedicada al periodismo
Haroldo Shetemul
136
137
139
140
145
147
155
157
163
164
166
167
173
174
175
176
HONDURAS
Una profesión de alto riesgo
Despedida por ser periodista
Thelma Mejía
04
ÍNDICE
MÉXICO
Temor cotidiano a ser asesinado
Asesinato, la censura en su máxima expresión
Andrés Villarreal
NICARAGUA
Una paz que nunca llega
Una incansable defensora de la libertad de expresión
Michelle Polanco
PERÚ
Cuentas pendientes y una prensa concentrada
Cuando la censura viene en forma de embargo y resolución judicial
Edmundo Cruz
Abusos psicológicos y sexuales contra adolescentes que intentaron callar
Pedro Salinas
VENEZUELA
Una guerra entre la verdad y el poder
El silencio a la crítica de un régimen perverso
Alonso Moleiro
05
184
185
187
189
197
198
200
201
207
208
210
212
219
220
226
227
229
231
"Los indios shuar, los llamados
jíbaros, cortan la cabeza del vencido.
La cortan y la reducen, hasta que
cabe en un puño, para que el vencido
no resucite.
Pero el vencido no está del todo
vencido hasta que le cierran la boca.
Por eso le cosen los labios con una
fibra que jamás se pudre"
“Celebración de la voz humana”
Eduardo Galeano
06
AGRADECIMIENTOS
El equipo que ha desarrollado el libro agradece encarecidamente el tiempo y la ayuda de
los entrevistad@s que accedieron a compartir sus vivencias y reflexiones en el marco de
este proyecto.
Del mismo modo, agradecemos el apoyo del caricaturista Roque Maldonado, “Lapizurdo”,
que ha elaborado de forma especial para este trabajo la caricatura de la página 12, así
como al ilustrador José Manuel Vilches que ha compuesto los diferentes collages que
aparecen en la portada y en la página de inicio de cada país.
Del mismo modo, agradecemos al periodista y editor Pere Ortín Andrés su apoyo con la
redacción de un prólogo “especial” tanto en su contenido como en su concepción visual.
Agradecemos el apoyo de la Fundación Gabo y, en especial, de su director general y co fundador,
Jaime Abello Banfi.
Y, finalmente, agradecemos al Máster de Periodismo e innovación en contenidos digitales
y al Gabinete de Comunicación y Educación del Departamento de Periodismo y Ciencias
de la Comunicación su apoyo en el proceso de producción de la obra.
Apoyos institucionales
Máster de Periodismo e innovación en contenidos digitales
Este libro ha sido elaborado con el apoyo del Máster de Periodismo e innovación en
contenidos digitales que impulsa el Departamento de Periodismo y Ciencias de la
Comunicaciónde la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). El trabajo, desarrollado en
el marco de la asignatura Estrategias digital y posicionamiento de contenidos periodístico,
ha sido el fruto de 6 meses de trabajo desde su concepción a la edición y producción final
del libro.
Gabinete de Comunicación y Educación
Además, el libro ha contado con el apoyo del Gabinete de Comunicación y Educación,
grupo de investigación reconocido y consolidado de la UAB que desarrolla proyectos
de investigación y divulgación en el ámbito de convergencia entre la comunicación y la
educación.
07
Introducción
BENDITO FRACASO
Por Santiago Tejedor
Director. Departamento de Periodismo y
Ciencias de la Comunicación. UAB
Presentación
BENDITO FRACASO
Santiago Tejedor
“Hay quien duda del poder de la palabra. La existencia de la censura o el intento
de instaurarla demuestran, por el contrario, su enorme fuerza: se censura la
palabra porque se la teme. Ese es el núcleo de la tensión entre comunicación y
poder, el juego de fuerzas en torno a la libertad de prensa”.
Gabriel Jaraba
periodista y pensador
Lo intentaron muchos. Todos fracasaron. El fracaso aquí no significa que no dejaran un
impulso, un empuje, un motivo. Lo hicieron. Su legado fue inspiración y fue cambio. Pero el
problema seguía muy presente. Lo intentaron muchos. Todos fracasaron. La censura llegó
y se quedó. Hace años, siglos. Quizás desde el principio de todo y de todos. Y hoy sigue
estando aquí. Está en esos países que mal llamamos “terceros”. Y también –más elegante
y sofisticada; más tecnológica y astuta– en los otros, los “primeros”. El ser humano parece
empeñado en callar al otro cuando ese otro (que acaba siendo uno mismo) no dice, no
actúa o no piensa como uno quisiera. Lo sabe la historia y lo saben, especialmente, los
medios de comunicación. Lo saben los periodistas. ¿Por qué, entonces, escribir un libro
de algo que ya sabíamos? Por eso, justamente. Para no olvidarnos, para recordarnos que
aún no. Todavía, no. Sigue faltando mucho para conseguirlo. El periodismo y nuestras
sociedades deben vencer todavía ese drama de no entender que nadie es dueño de la voz
del otro. Lo intentaron muchos. Todos fracasaron. Nosotros también tratamos de hacerlo.
Juntamos un puñado de periodistas iberoamericanos que, en algún momento y manera,
padecieron ese ataque a su oficio y a su libertad. Nuestro objetivo es darles lo que alguna
vez les quitaron: voz. Y si no sirviera de mucho, nos daría igual. Porque lo habríamos
intentado. Bendito fracaso.
Una y otra vez
El historiador y biógrafo romano Suetonio dijo: “En un estado verdaderamente libre, el
pensamiento y la palabra deben ser libres”. Era el año 70 d.C. Y el mensaje parecía claro y
contundente. No sirvió de mucho. Nos los tuvo que recordar, unos cuantos –muchos– años
después el ensayista y médico Thomas Browne: “Nadie puede censurar o condenar a otro,
porque nadie conoce perfectamente al otro”. Pero tampoco. El peligro seguía existiendo.
La amenaza pervivía. Otros intentaron, de nuevo, que el mensaje llegara. Entre ellos, el
filósofo Voltaire quien señaló: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con
mi vida tu derecho a expresarlo”. Nada. Seguíamos empeñados en callar al otro, en no
dejarle hablar, en boicotear su capacidad para decir y expresar libremente pensamientos,
ocurrencias e ideas. La lista no acaba. El político –sí, un político– Benito Juárez trató
también de convencernos: “La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre como
09
es libre en el hombre la facultad de pensar”. Su país ostentaba, no hace mucho, el triste
honor de ser el tercer “lugar” del planeta con mayor número de periodistas asesinados
en el ejercicio activo de su trabajo. Filósofos, escritores, investigadores… lo intentaron
igualmente. Sin éxito. La novelista Charlotte Brontë escribía: “No soy un pájaro; y ninguna
red me atrapa; soy un ser humano libre con un espíritu independiente”. De poco sirvió.
Hasta el séptimo secretario general de las Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz de
2001, Kofi Annan, hizo el intento:
“Ninguna sociedad democrática puede existir sin una prensa libre, independiente y plural”.
Tampoco. El problema persistía. Ni siquiera el ácido teclado y la genuina ironía de Maruja
Torres resolvían el entuerto: “Los periodistas sirven para contar lo que pasa a quienes no
están allí. La pregunta sería para qué sirve lo que pasa”. Continúa. ¿Continuará…?
El libro
La idea apareció en una de las clases de la asignatura “Estrategia digital y posicionamiento
de contenidos periodísticos” del Máster en Periodismo e innovación en contenidos
digitales de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Entre los estudiantes: un
puñado de jóvenes periodistas entusiastas, críticos y comprometidos. Colombianos,
chilenos, argentinos, peruanos, españoles… Un grupo con ganas –de verdad, ganas muy
reales– por aprender. Un grupo que constituye la mejor esperanza para esta profesión
tan castigada, tan vendida y tan injustamente herida. La misma que sabe resistir. La
que les espera. Porque insisto estos jóvenes, lo dijimos ya, son entusiastas, críticos y
comprometidos. Pero hay más: dicen y hacen. Y entre una cosa y la otra: debaten,
contrastan, opinan y aplican ese sano y olvidado ejercicio de escuchar al otro. Me atrevo
a decir que aprendieron y que, muchos de ellos, aún sin saberlo, enseñaron. Cada clase
fue un “diálogo”, de todos con todos, hacia todo, desde todo. La materia versaba sobre las
“estrategias”, lo “digital”, los “contenidos”, la “innovación”. Y el encargo final era crear un
libro, el suyo; el nuestro.
La enseñanza
Abrimos un debate. Sabíamos que construiríamos un proyecto editorial. Queríamos
que llegar a todo el escenario iberoamericano. Decidimos crear algo que fuera útil, que
cubriera un vacío y que, de alguna manera, tributara un homenaje. Necesitábamos un
tema. Se barajaron varios, pero finalmente la propuesta de reunir en una publicación las
historias de periodistas iberoamericanos golpeados por la censura resultó la más votada.
Comenzamos a trabajar. Investigamos. Buscamos perfiles. Discutimos sobre ellos.
Algunos no lo vieron claro. Otros no encontraban a “nadie”. Y unos cuantos tenían en su
lista a muchos, demasiados. Pero no todos respondían. Los había ocupados, resentidos,
temerosos y hasta uno que nos dijo que no le interesaba este proyecto pues “estaba
mayor” y quería “vivir tranquilo”. No cejamos en el empeño. Tocamos una y otra puerta.
Intentamos completar el mapa. No se pudo, pero se intentó. Algunos se lamentaban
de ello. Lo volvían a intentar. “No contesta, profe. No contesta”. Lo intentan otra vez.
Pensaban que habían fracasado. Pero este para mí –el docente– era el mejor síntoma. El
objetivo académico ya estaba. La enseñanza era esa. El simulacro no era tal; el proyecto
ya era algo más. Había ilusión, ganas, compromiso y esa vocación periodística que uno
10
sabe hacia dónde va, pero que es complicado definir de donde viene. Está. Y se nota.
El mensaje
Ahora el proyecto es libro y, en sus páginas, un puñado de entrevistas a periodistas
iberoamericanos que padecieron censura. Unos dirán que es un tributo; otros que es un
reconocimiento; quizás, un simple trabajo periodístico. Para nosotros es solo un primer
paso que esconde un mensaje: Creemos en este oficio; queremos a este oficio y vamos a
intentar defenderlo.
Llegamos a comprender los porqués de la censura que venía de intereses económicos,
políticos, empresariales, ideológicos… Quieren esto, hacen esto, necesitan que se diga
esto o que se silencie esto otro. Sin aceptarlo, uno podía comprender los motivos. Pero,
lo duro y lo difícil –también, lo desconcertante- es cuando te censura el medio, el editor,
el compañero. Esto es: aquel que debería respaldar tu trabajo. La nueva censura se llama
edición. E invita a la reflexión y a la autocrítica. Y exige coraje. Ayer, 28 de mayo, Martín
Caparrós nos daba otra nueva lección. Esta vez no era ni de estilo, ni de mirada, ni de
enfoque. Era de valentía. Muchos sueñan con llegar. Algunos -pocos- llegan. Pero solo
unos -muy pocos- deciden cuando irse. En su cuenta de twitter escribía esto1:
Malos tiempos para la lírica.
“(...) Las barcas verdes y las velas alegres del Sund
no las veo. De todas las cosas,
solo veo la gigantesca red del pescador”
Bertolt Brecht
Antes de empezar a leerlo o justo al acabar de publicarlo, este libro ya está incompleto.
Gracias a tod@s los entrevistad@s por su tiempo y por su generosidad, por su valentía y
por su periodismo. Gracias a tod@s los alumn@s por su tesón, por su compromiso y por
su periodismo.
Barcelona, mayo de 2020.
Santiago Tejedor
Director. Departamento de Periodismo y Ciencias de la Comunicación.
Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)
1 Ver: https://twitter.com/martin_caparros/status/1266043313653776384
11
Roque Maldonado (@lapizurdo)
Caricaturista ecuatoriano
"HAGO HUMOR GRÁFICO PURO, OPINIÓN Y
SAL QUITEÑA"
12
PRÓLOGO
Por Pere Ortín Andrés
Periodista y documentalista. Creador
del #PeriodismoDaDá
13
14
Ilustración: Pere Ortín
15
Ilustración: Pere Ortín
16
Ilustración: Pere Ortín
17
Ilustración: Pere Ortín
18
Ilustración: Pere Ortín
19
Ilustración: Pere Ortín
LA CENSURA
EN DATOS
20
¿QUÉ ES LA CENSURA?
01
03
La censura es la intención
consciente de que la gente no
se entere de lo que ocurre o de
todo lo que ocurre.
La censura limita el derecho
de cada persona a la libertad
intelectual, el acceso a la
información con vistas a que
cada persona se forme sus
propios juicios e ideales sobre
uno o varios fenómenos, sin la
intervención de una minoría,
con marcados intereses de
formar de alguna manera
determinadas posiciones.
02
La censura tiene que ver
precisamente con el límite
entre lo mostrable / decible y
lo no-mostrable / no-decible.
Pero hay que interrogar qué
tipo de límites se pueden
establecer y en función de
qué; eso probablemente dé
cuenta también de los tipos de
censura que se establecen y
qué o quién los establece.
04
Formar juicio de una obra u
otra cosa / Corregir o reprobar
algo o a alguien.
Fuentes:
· Real Academia de la Lengua Española
· Los medios de comunicación al servicio de sí mismos: censura, información, públicos y alternativas
· Revista de la Universidad de México: Censura
· Principios éticos y de calidad: Buenas prácticas en la organización del conocimiento
21
TIPOS DE CENSURA
CENSURA POLÍTICA
Ocurre cuando un gobierno intenta ocultar,
distorsionar o falsear la información que recibe la
ciudadanía a través de una manipulación de los
medios de comunicación.
CENSURA PREVIA
Es aquella que se materializa evitando que un
contenido o expresión circulen antes de que se
haga público. Evita que el material en cuestión sea
distribuido, escuchado e incluso publicado.
CENSURA CORPORATIVA
Corresponde a la ejercida a través de presiones por
una empresa para evitar que un tema salga a la luz.
Esta censura también es ejercida por anunciantes
para evitar “mala prensa”.
AUTOCENSURA
Se da cuando las normas de un medio o la percepción
de la crítica de los líderes o controladores evita que
se investiguen y publiquen ciertos contenidos. No hay
una intervención evidente. Puede ser aplicada por
reporteros, editores o el medio en general.
CENSURA RELIGIOSA
Ocurre cuando se pide el retiro de un material por
ofender una cierta fe. Muchas veces es aplicada por
religiones dominantes que ven el contenido como
inapropiado.
CENSURA POR PRESIONES
Tiene que ver con aquellos temas que se busca excluir
porque pueden perjudicar a ciertos grupos de poder
político, económico, el narcotráfico o actividades ilícitas.
CENSURA BÉLICA O MILITAR
Es la que busca proteger la inteligencia y táctica
militar manteniendo la confidencialidad frente a un
enemigo, aunque a veces puede ser utilizada para
evitar que malas prácticas salgan a la luz.
Fuentes:
· The Business of Media: Corporate Media and the Public Interest
· Fifty Years In A “Marriage Of Convenience”: News Media And Military Censorship In Israel
· Por una prensa libre de presiones: 20 años del Día Mundial de la Libertad de Prensa
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SITUACIÓN DE LA PRENSA
EN IBEROAMÉRICA
2009 . 2019
MÉXICO
68 · 3
ESPAÑA
0·0
GUATEMALA
5·0
EL SALVADOR
2·0
NICARAGUA
1·2
HONDURAS
20 · 2
VENEZUELA
1·5
COLOMBIA
13 · 0
ECUADOR
1·1
PERÚ
3·1
ARGENTINA
0·4
CHILE
0·0
PERIODISTAS
ASESINADOS
PERIODISTAS
ENCARCELADOS
Fuente Reporteros Sin Fronteras
23
NORMATIVAS E INSTITUCIONES
Acá podrás ver si cada país -presente en el libro- tiene algún avance con respecto a leyes
y estructuras que pueden darle herramientas que garanticen a los periodistas y a los
lectoespectadores el quiebre a la censura.
Te invitamos a ir más a fondo y ver qué tipo de regulación u institución tienen, si es que
la hay.
NORMATIVA
REGULADORA
DE MEDIOS
ORGANISMO
REGULADOR
DE MEDIOS
ARGENTINA
CHILE
COLOMBIA
ECUADOR
EL SALVADOR
ESPAÑA
GUATEMALA
HONDURAS
MÉXICO
NICARAGUA
PERÚ
VENEZUELA
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ORGANISMO
DEFENSOR DE
LA AUDIENCIA
ACCESO A LA
INFORMACIÓN
PÚBLICA
25
Una historia de persecución, destierro y contienda periodística
EL PERIODISMO ES LIBRE
O ES UNA FARSA
Por Agustina Latorre Berardi, Martín Carvalho Blanco,
Marta Pérez Rodríguez, Miquel Unzué Gros y Núria Emilio Estapé
En los últimos cien años, este “joven” país ha atravesado por seis golpes de Estado donde
se pusieron en función distintos gobiernos de facto. La última dictadura (1976-1983) fue
la más cruenta ya que se caracterizó por llevar adelante un plan sistemático de “terrorismo
de Estado” en el cual desaparecieron a 30.000 personas –mayoritariamente militantes
políticos, sociales y sindicales– entre ellos, cientos de niños que fueron arrebatados de
sus familias y otorgados a otras.
La frase que titula esta página fue acuñada por Rodolfo Walsh, uno de los máximos
exponentes del periodismo argentino, quien desapareció durante la última dictadura
cívico-militar horas después de haber distribuido la Carta abierta a la Junta Militar. En ella,
denunciaba la censura a la prensa, la persecución y la desaparición de personas y el plan
económico de destrucción de la industria nacional. Bajo este contexto, los periodistas
Norma Morandini y Luis Bruschtein tuvieron que exiliarse de su país por persecución
ideológica y, particularmente, por su oficio.
El Estado utilizaba distintos mecanismos propagandísticos para mostrarse en
contraposición con las denuncias de violación de derechos humanos que recibía desde
distintas partes del mundo. Así fue el caso de la organización de la Copa Mundial de
Fútbol de 1978 en la que jugadores –entre ellos Johan Cruyff y Paul Breitner– se negaron
a participar. En este marco llegó al país Víctor Hugo Morales, una de las voces deportivas
más autorizadas del Río de La Plata, quien venía de Uruguay perseguido por la dictadura
de ese país.
Con el retorno de la democracia en 1983, el Juicio a las Juntas1 significó una de las
coberturas periodísticas más importantes de la historia de Argentina. El nuevo orden
institucional tuvo que hacer un esfuerzo para poder fortalecer la libertad y mantener el
respeto hacia los derechos humanos, otorgándole así al periodismo una ardua tarea.
El asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas de la revista Noticias en 1997, luego de
que retratara al empresario Alfredo Yabrán –vinculado con el gobierno de Carlos
Menem– generó una gran conmoción en el mundo periodístico. Durante este gobierno
y los siguientes, los periodistas y los medios de comunicación se vieron fuertemente
1 El Juicio a las Juntas fue un proceso judicial realizado contra las primeras tres Juntas Militares del autodenominado Proceso de
Reorganización Nacional (1976-1983). Este procedimiento se inició por pedido del entonces presidente Raúl Alfonsín, finalizando el 9
de diciembre de 1985 con la sentencia de cinco militares acusados y la absolución de cuatro.
26
supeditados por el poder político de turno. Así lo sufrieron, entre otros, Carlos Barragán
y Carlos Elías Furman, amedrentados por distintos funcionarios públicos de diferentes
posiciones políticas.
El “Caso Kimel” fue un punto de quiebre en el periodismo argentino ya que, por primera vez,
se cuestionó el papel del Estado. Eduardo Kimel había investigado en 1976 el asesinato
de cinco sacerdotes, hecho que plasmó en 1989 en el libro La Masacre de San Patricio.
Como consecuencia, en 1999 fue condenado por el Estado argentino a un año de prisión y
al pago de $20.000 (USD 20.000). Doce años más tarde, en 2008, la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH) falló a su favor. De esta manera, se comprometió al Estado
a garantizar los derechos de libertad de expresión e información.
En 2009 tuvo lugar la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. El
propósito era reemplazar el viejo decreto promulgado en la última dictadura y así promover
la desconcentración del mercado de medios, facilitando la entrada de nuevos inversores,
medios comunitarios y asociaciones sin fines de lucro —hasta entonces imposibilitadas
de hacerlo— y también contemplar nuevas tecnologías como la digitalización.
El tablero de los medios y el desafío de ejercer el periodismo
Dos de los multimedios más influyentes en Argentina son el Grupo Clarín y el diario La
Nación. Clarín es dueño de decenas de periódicos en el interior del país, centenares de
canales de cable y emisoras de radio, y además tiene intereses empresariales en múltiples
actividades del país. La Nación, por su parte, es un diario que nació como representante
de una vieja oligarquía terrateniente y se ha caracterizado en los últimos años por innovar
visualmente y por el tratamiento de noticias internacionales. Rompiendo con estos
grandes diarios, durante la década de los 90, apareció Página/12 como un periódico
abocado al periodismo de investigación.
Con el avance de las nuevas tecnologías han aparecido un sinfín de medios, con mayor
o menor grado de independencia a los intereses comerciales y a los gobiernos de turno,
que han permitido abrir fuertemente el espectro para los lectores. Entre ellos, destacan
Infobae –uno de los portales digitales más visitados de América Latina–, Chequeado.com –un
sitio web de fact checking que constata la veracidad de discursos, promueve el acceso
a la información y la apertura de datos– y Tiempo Argentino –un diario y portal digital
cooperativo que nació a partir del abandono de sus dueños–.
En tanto, las condiciones laborales y salariales para la prensa no han sido las mejores en
los últimos años. El Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) denunció la situación
de los medios y de los trabajadores del sector destacando la pérdida de más de 4.500
puestos de trabajo en los últimos cinco años en todo el país. Además, los profesionales
del sector han sufrido una pérdida del 41,6% en su poder adquisitivo, en línea con la crisis
económica del país. El sindicato afirma que la prensa vive su “peor momento desde la
vuelta de la democracia en 1983”.
En definitiva, los medios de comunicación en Argentina llevan décadas siendo
condicionados por el poder político y el poder económico, pero todavía hay esperanza:
existen medios que siguen luchando por ofrecer información de calidad.
27
NO DENUNCIES A UN CRIMINAL
Por Núria Emilio Estapé
Lleva más de una década sufriendo las consecuencias más atroces de la censura
argentina. Disparos, ataques físicos, pintadas en su casa, detenciones, ahogo financiero
y sanitario y otros tipos de violencia institucional extrema que le hacen temer, aún hoy,
por su vida. Carlos Elías Furman, periodista argentino de 47 años, lleva dieciséis años
viviendo en Santa Elena, en la provincia de Entre Ríos. Hoy, daría lo que fuera por poder
escapar y no pisar nunca más el lugar que ha sido testigo de su suplicio.
Todo empezó en 2004. Furman hizo algo que, en Entre Ríos, nadie hace: denunciar
públicamente a un político. Las consecuencias, son difíciles de escuchar.
Todo empezó mucho antes. Este periodista empezó su carrera en la década de los 90 y
trabajó en gran cantidad de medios de comunicación por todo el Estado, especialmente
en radio. En 2004 se mudó a Santa Elena donde siguió trabajando en varias emisoras
provinciales.
En el momento en que denunció al alto cargo político de Santa Elena, el intendente
Domingo Daniel Rossi, trabajaba en la cadena de radio FM Dos. Lo acusó de corrupción,
de robo de dinero público y de pagar su campaña electoral con dinero del narcotráfico.
Además de hacerlo públicamente en la radio, Furman llevó el caso ante la justicia. La
respuesta: fue acusado de calumnias e injurias. La radio donde trabajaba acabó cerrando
debido a fuertes amenazas. Años más tarde, Rossi fue destituido por haber robado dinero
público, cosa que Furman ya había denunciado. Pero esta historia no tiene un final feliz.
Domingo Daniel Rossi fue readmitido años más tarde y hoy es el intendente de Santa
Elena, ovacionado por el Senado por su contribución a la democracia.
Furman siguió durante años denunciando ante la justicia los numerosos crímenes del
político de Santa Elena, pero las consecuencias solo han llegado para el periodista. Ha
recibido numerosas palizas y ataques violentos en la calle –le llegaron a romper la nariz–;
ha sido detenido por la policía y vigilado por un agente durante las 24 horas del día. Le han
pintado esvásticas –por ser de origen judío– en su casa y en su coche. El antisemitismo,
asegura, sigue muy presente en Entre Ríos. Las secuelas también han dañado a su familia.
Su madre, a quien Furman estuvo sin ver durante mucho tiempo porque no podía viajar,
se acabó suicidando por no poder soportar la situación que vivía su hijo. Una culpa que,
asegura, se llevará a la tumba.
La venganza kirchnerista
El demonio –según Furman– es el kirchnerismo. El kirchnerismo es un movimiento
político argentino de centroizquierda surgido en 2003 y plasmado en los gobiernos de
Néstor Kirchner entre 2003 y 2007, y de Cristina Fernández Kirchner entre 2007 y 2015.
Una etapa denominada por los seguidores del movimiento como “La Década Ganada”. A
pesar de que esa década terminó, el kirchnerismo sigue muy presente en el país. Diversas
28
provincias y regiones tienen a líderes políticos kirchneristas al mando. Entre ellas, Entre
Ríos. Además, el actual presidente de Argentina, Alberto Fernández, fue un referente
kirchnerista en sus inicios políticos.
No es el final
Han pasado más de quince años y la situación de Furman es ahora más crítica que nunca.
Desde que denunció a Domingo Daniel Rossi, no ha vuelto a trabajar. No lo quieren en
ninguna radio y todos los medios que lo han acogido han acabado cerrando por amenazas.
En 2018 desarrolló una enfermedad en los huesos que le impide salir de casa, que es
ahora su prisión. También sufre de hipertensión y de problemas psicológicos provocados
por las ofensivas que lleva aguantando durante años. A pesar de tener el certificado de
incapacidad, la salud pública no le proporciona los medicamentos que necesita y él no se
los puede costear.
La policía, la justicia y la sanidad: –asegura Furman– todos cómplices. Han convertido su
vida en un infierno. Ahora solo desea poder salir algún día de Entre Ríos donde, sentencia,
es imposible ejercer el periodismo con libertad; y que el kirchnerismo caiga por fin.
29
Carlos Elías Furman, periodista
"LA CENSURA ES METER
PRESA A LA VERDAD"
Por Núria Emilio Estapé
El futbol, la radio y el periodismo independiente: sus tres grandes pasiones. Más de treinta
años ejerciendo de periodista son hoy, para este argentino osado, un recuerdo de tiempos
mejores. Ser periodista fue su sueño desde pequeño. Hincha del Boca Juniors –pero no
fanático– de chico escuchaba las transmisiones de los partidos de fútbol por la radio
e imaginaba que era él quien los narraba desde el campo. Años más tarde, logró hacer
realidad su sueño y se convirtió en relator de futbol. Periodista, dice, lo fue siempre. Hoy,
su sueño le hace vivir una pesadilla.
Lleva más de veinte años viviendo en Santa Elena, pero su corazón y su alma se sienten
de Villa Domínguez, vestigio de sus raíces judías. Un pueblo de dos mil habitantes donde
nació, creció y fundó su propia radio. Ahora, explica, ya no queda nadie en ese campo,
y quizás por eso le gustaría vivir sus últimos días -“quizás sean estos”- en ese lugar.
Volver, tras más de veinte años, donde fue feliz y querido. Volver, un anhelo de esperanza.
¿Cuál fue tu trayectoria como periodista antes de sufrir la censura?
Arranqué como periodista en la década de los 90. Empecé trabajando en la provincia de
Entre Ríos y después me mudé a la provincia de Jujuy, al norte del país, tocando a Bolivia.
Más tarde volví a Entre Ríos y estuve en varios medios del centro de la provincia hasta
que llegué a la ciudad de Santa Elena, donde he trabajado casi dieciséis años. Siempre
he trabajado en medios de comunicación, especialmente en radio. El último medio donde
trabajé es Radio FM Dos.
¿Qué hechos te llevaron a ser censurado?
Todo empezó en julio de 2004 cuando denuncié al actual intendente de Santa Elena,
Domingo Daniel Rossi, por hechos de corrupción. En 2006 logramos llevarlo a juicio y
lo condenaron. En 2007 fue destituido de la intendencia, pero insólitamente la justicia lo
rehabilitó en el año 2010. En 2011, a pesar de todas las prestaciones judiciales que hice
personalmente, el gobernador por aquel entonces Sergio Urribarri, lo indultó juntamente
con todas las fuerzas políticas de Entre Ríos, dejando sin efecto todas mis presentaciones
y recursos. También lo denuncié por haber recibido dinero del narcotráfico y la justicia
también me dio la razón. Condenaron al narcotraficante, pero a Rossi lo dejaron suelto.
Algo insólito.
En aquella época Sergio Urribari era el jefe de gabinete de Entre Ríos, después fue el
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gobernador. Él también era cómplice. Todo mi caso tiene una telaraña de corrupción muy
bien tejida que hasta el día de hoy el kirchnerismo sigue aguantando.
¿Cómo conociste esta información?
Con el tiempo. Ya existía una denuncia previa sobre él, pero la justicia cómplice la tenía
guardada. Su caso prescribía en el año 2006, se iban a cumplir 10 años de la denuncia.
Decidí recoger más información y más pruebas y las presenté a la justicia. Como el caso
se hizo muy mediático, tuvimos que llevarlo a juicio. El juicio se celebró en 2006 y mis
pruebas eran tan contundentes que el mismo Rossi reconoció en el juicio que había
robado 5 millones de dólares, aunque robó mucho más.
¿Qué consecuencias te comportó denunciar a Domingo Daniel Rossi?
De todo. Sufrí tiros en mi casa y trompadas en la calle hasta hace poco. La policía, en vez
de protegerme, me detenía y me hacían dormir en las comisarías, me tenían preso horas
y horas.... Me obligaban a llevar chaleco antibalas y tuve que estar dos años vigilado
con un policía al lado las veinticuatro horas del día que anotaba todo lo que yo hacía.
Evidentemente la policía es cómplice. El jefe de policía lo pone el gobernador. El jefe de la
policía local lo pone el intendente… están todos comprados.
Un día, cuando aún trabajaba en la radio, estaba en directo y mientras hacía el programa,
entraron unos cuantos y me pegaron una paliza. Ese día me rompieron la nariz.
"Comía con la luz apagada en la cocina.
Lo hacía porque sabía que en cualquier
momento me cagaban a tiros"
Hubo un tiempo en que tenía que comer con la luz del baño prendida y la de la cocina,
donde yo comía, apagada. Suelo comer por la noche debido a que desarrollé bulimia
nerviosa por todas las cosas que he pasado. Así que prendía la luz del baño y yo comía
con la luz apagada en la cocina. Lo hacía porque sabía que en cualquier momento me
cagaban a tiros y así, al menos, los tiros iban para el baño y no me daban… Lo denuncié a
la policía y una sola vez me tomaron la denuncia, pero en vez de ayudarme, me pegaron.
También he recibido muchos ataques antisemitas. Mi padre y toda mi familia paterna eran
judíos. De hecho, yo me críe en una colonia judía, la Sonnenfeld. Por este motivo, me han
hecho pintadas de esvásticas en mi casa y en mi auto y me han gritado en la calle “judío
de mierda”.
En definitiva, una gran cantidad de vulneraciones a los derechos humanos que nadie podría
soportar. Lo que han hecho conmigo es una vergüenza y estoy viviendo una situación
asquerosa. Lo que hicieron conmigo, prácticamente ni los militares lo hicieron durante la
dictadura. La violencia física y psicológica que me han aplicado, durante dieciséis años,
es inaguantable.
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¿Las personas que te atacan por la calle, son gente corriente que conoce
tu caso o tienen relación con el sistema político de Santa Elena?
Son gente comprada. Acá los llamamos los “punteros”. Los punteros son los “amigos”
contratados del político de turno. En este caso, punteros de Rossi.
"Me golpearon y me torturaron.
Siendo sincero, me iban a matar"
¿Cuál ha sido el peor episodio que recuerdas haber vivido desde que
empezó esta pesadilla?
Viví un hecho realmente insólito en el que casi pierdo la vida. Te cuento. Acá en la provincia
de Entre Ríos desapareció una chica en 2004, Fernanda Aguirre, y nunca más apareció.
En el año 2007 denuncié que podía estar en el cementerio de Santa Elena y esa misma
noche me metieron preso. Me golpearon y me torturaron. Siendo sincero, me iban a matar.
Gracias a Dios un vecino lo vio y llamó a un abogado. Gracias a él pude salir de la cárcel. Lo
curioso es que esa noche, mientras yo estaba preso, se robaron cadáveres del cementerio
de Santa Elena. Ni la justicia ni el poder político han hecho nada por mí. Logré salvar mi
vida gracias a la gente, nada más, si no esa noche me matan.
"Ningún otro periodista de este país ha estado
privado de su libertad tanto tiempo. Es la
venganza del kirchnerismo"
En Argentina existen casos de censura a periodistas a diario, pero
el tuyo es especialmente duro. ¿Por qué crees que has sufrido unas
consecuencias tan duras y violentas?
El mío es un caso inédito en la democracia argentina. Soy el único periodista en todo el
país que ha estado detenido por denunciar la corrupción kirchnerista acá en Santa Elena
y en la provincia de Entre Ríos. Ningún otro periodista de este país ha estado privado de
su libertad tanto tiempo. Es la venganza del kirchnerismo. El kirchnerismo no se fue con
el mandato de Macri.
Hablar en la radio es fácil, pero yo, además, denuncié a Domingo Daniel Rossi ante la
justicia federal y estatal. Recoger y aportar miles de pruebas es complicado. Denunciar
por denunciar no es fácil. En la justicia argentina tienes que presentar muchísimas pruebas
para corroborar que el delincuente es delincuente. Si no las presentas, el delincuente eres
tú y a quien meten preso es a ti. De hecho, a mí me aplicaron el delito de injurias, a pesar
de que este delito no se aplica a los periodistas en Argentina desde hace tiempo, pero a
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mí me lo aplicaron igualmente.
Yo he hecho lo que ningún periodista en este país ha hecho, prácticamente. Creo que un
solo periodista hizo lo que yo una vez. Yo, lo que decía en la radio, lo denunciaba ante la
justicia. Acá por complicidad o comodidad nadie se anima a denunciar.
¿Antes de publicar la información, sabías que corrías algún tipo de
riesgo o la reacción te ha sorprendido?
No. No me sorprende lo que me ha hecho esta banda, sabía que eran criminales. Tampoco
me sorprende la complicidad judicial y política. Lo que sí me sorprende es la inacción de
la oposición política, aunque quizás deberían ser llamados “socios” porque en este caso
ningún dirigente de la oposición se ha acercado a mí.
Ya en 2007 el diputado nacional Raúl Solanas, kirchnerista, presentó un proyecto de
resolución sobre mi caso. En 2015 estuve en la Cámara de Diputados, cuando Patricia
Bullrich era diputada –fue ministra de la Seguridad por la Nación por ‘Cambiemos’– y
ella expuso mi caso en la Cámara y presentó un proyecto de resolución en la Cámara de
Diputados que fue aprobado unánimemente. De nuevo, no sirvió de nada, puro simbolismo.
Lo que me parece extraño es que la oposición nunca hizo nada por mí. Nadie, ningún
político, de ninguna índole ni partido político, se ha preocupado por mí. Nunca tuve la
defensa de nadie, era yo contra el resto. O bien no les interesa el periodismo del interior,
o bien son cómplices. Eso sí me sorprende. Me sorprende para mal. Honestamente, aún
me cuesta entenderlo.
¿Ha sufrido Domingo Daniel Rossi algún tipo de consecuencia por tus
denuncias?
No. Ahora es intendente de Santa Elena nuevamente. Es algo increíble.
"Tengo claro que no volveré a trabajar en
ningún medio de Entre Ríos"
¿En qué medidas la censura ha afectado tu vida profesional?
Cuando denuncié a Domingo Daniel Rossi, cerraron la radio donde trabajaba, Radio FM
Dos, por amenazas. Entonces me fui a otra radio que también tuvo que acabar cerrando
por el mismo motivo. Estuve sin trabajo un tiempo y después me fui a otra radio en la que
directamente pagaron al dueño para que me echara. A partir de ese momento, no me han
querido coger en ninguna otra radio o medio. Tengo claro que no volveré a trabajar en
ningún medio de Entre Ríos
¿Cuál es tu situación actual? ¿Por qué sigues en Entre Ríos?
Si pudiera, me habría largado de Santa Elena hace tiempo, pero, por desgracia, no puedo.
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Hace dos años, en 2018, me apareció un problema de salud, una enfermedad ósea, por lo
que no me puedo mover de acá todavía. Si no tuviera esta complicación, ya me hubiese
ido de acá o estaría haciendo cualquier otro trabajo. Cuando no me querían en ningún
medio fui repartidor de pan un tiempo hasta que me pasó esto. Ahora la salud no me
permite trabajar.
Esto lo ha empeorado todo. Tengo que tomar dos medicinas para los huesos y debo tomarlas
cada día, y de por vida. Además, soy hipertenso. También debo tomar una pastilla a diario
que no me puedo saltar. El Ministerio de Salud Pública de la provincia de Entre Ríos no me
da los remedios, aunque es su obligación, y aunque tengo el certificado de discapacidad
que prueba mi enfermedad. Es vergonzoso. Ellos mismos, el gobierno kirchnerista, me
dieron el carné de discapacidad, pero, aun así, no me dan los medicamentos.
Desde que tengo esta discapacidad ya no recibo ataques físicos por la calle, porque estoy
encerrado en casa. Ya hace quince años que no salgo de casa por la noche ya que es
cuando suelen atacarte. De días, cuando salgo, ya solo me atacan verbalmente. Creo que
es debido a la discapacidad que tengo. Ya no tiene sentido pegarme.
"El suicidio de mi madre es una culpa con la que
tendré que cargar hasta el final de mis días"
¿La censura y los ataques recibidos te han afectado solo a ti o también
a tu entorno cercano?
La censura y la violencia que he tenido que soportar han afectado enormemente mi vida
personal y familiar. Mi madre se suicidó por ello…
Hasta que mi madre se suicidó no dejaron de acosarme. Mi mamá vivía en Villa Domínguez,
mi pueblo natal situado en el centro de Entre Ríos. Yo la quería ir a ver, pero no podía
porque estaba vigilado por la policía. Si quería ir, tenía que ir acompañado de un policía y
me hacían dormir en la comisaría. Casi no podía verla. Todo esto la superó... Mi hermano
me echa la culpa a mí… de la muerte de mi mamá. Dice que se mató por eso… Es una culpa
con la que tendré que cargar hasta el final de mis días.
¿Cómo ha sido la respuesta de la gente al conocerse tu caso? ¿Has
recibido apoyo?
He recibido muy poco apoyo. La gente tiene miedo y tiene motivos para tenerlo. El único
apoyo que he encontrado es el de la gente de Twitter. Solo hace un año que lo tengo y
hace cinco meses que empecé a contar mi historia a través de la red social. La gente que
lo lee no lo puede creer. Ellos son los únicos que me mandan mensajes de apoyo a diario.
También han difundido mi caso algunos periodistas. Por ejemplo, mi historia fue publicada
en el diario La Nación, en Argentina. También me entrevistó en la radio el periodista Nelson
Castro, un gran tipo; y Nicolás Wiñazki, que en aquel entonces trabajaba para Radio Mitre.
Un montón de medios a nivel nacional y a nivel provincial se han hecho eco de mi historia.
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La última nota escrita sobre mi caso, escrita por Daniel Fiorotto en 2019, fue premiada por
la Asociación De Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA).
Además, escribí una carta al Papa Francisco explicándole mi caso y fue noticia en todo
el país. A través del arzobispado de la ciudad de Paraná, el Papa dio la orden de que se
investigara mi caso. No sirvió para nada, pero fue un consuelo.
¿Si pudieras volver atrás, volverías a publicar la información?
Sí, sí. Sin dudarlo. Lo que yo hice sentó un precedente. Hice lo que nadie había hecho y fui
el primero. Volvería a hacerlo sin duda porque si no, hoy no tendría la conciencia tranquila.
"Prácticamente no quedan medios
independientes en Argentina"
¿Se puede ejercer el periodismo con libertad en Argentina?
Definitivamente no. Y en la provincia de Entre Ríos, imposible. Imposible.
En otras provincias como Formosa o Tucumán la situación quizás sea un poco mejor
o, al menos, no se han ensañado con nadie como lo han hecho conmigo en Entre Ríos.
Aunque también es cierto que ningún otro periodista ha denunciado ante la justicia como
he hecho yo.
Prácticamente no quedan medios independientes en Argentina. Puede quedar alguno…
Radio Rivadavia, por ejemplo, que ha vuelto a emitir hace poco y donde están trabajando
periodistas reconocidos, creo que por ahora es independiente, pero la cuestión es hasta
dónde puede aguantar la independencia de un medio en un sistema como este. La
independencia hay que pelearla y sostenerla todos los días y eso acá es muy complicado.
En Entre Ríos el 99% de los que se hacen llamar “periodistas” son en realidad mercenarios
de los micrófonos. Es muy triste.
¿Cuál es el motivo por el cual los periodistas no pueden ejercer el
periodismo con libertad en Argentina?
Sin duda la corrupción. Tener dirigentes corruptos es lo principal. Por ejemplo, en el año
2011, cuando el señor Rossi estaba condenado por la justicia entrerriana y por la Corte
Suprema de la Nación por robar dinero público, la Cámara de Senadores y la provincia de
Entre Ríos lo homenajeó por su aporte a la democracia. ¡Por su aporte a la democracia!
¿Qué tendría que pasar para que en tu caso se hiciera justicia?
Que se fuera el kirchnerismo. Se tiene que ir ya, por lo que está pasando, por lo que pasó
y por lo que nos hicieron. Que los kirchneristas se vayan y devuelvan todo lo que han
robado, eso me daría justicia.
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¿Qué es para ti la censura?
Es uno de los delitos más graves que existen. Creo que se le llama ‘censura’ para que
parezca más lindo de lo que es en realidad. Para mí, la censura es meter presa a la verdad.
Hay diferentes tipos de censura. Está la censura con violencia –que incluye violencia
física y psicológica– que es la que hace el kirchnerismo y la que me ha tocado vivir a
mí. Pero hay muchos otros tipos de censura. Sobornar a los medios o pagarles para que
publiquen cosas afines al partido que está en el poder también es censura… Estos son los
dos tipos de censura más comunes en Argentina: la violencia y el dinero. Hay dictaduras
que son elegidas por el pueblo, pero siguen siendo dictaduras. Argentina es una dictadura.
No le den más vueltas.
¿Qué consejo le darías a un periodista que se ve enfrentado a un caso
de censura?
Que tenga valentía. Si no tiene valentía que lo deje o que no se haga llamar periodista. Que
diga que es mercenario.
¿Cómo ha impactado internet en la censura periodística?
Internet ha supuesto una ampliación para la libertad de prensa y la libertad de expresión,
aunque menos de lo que pensamos. Aquí en Argentina, hay varios medios digitales que
son totalmente consecuentes con el gobierno de turno. En internet también hay censura,
pero como es un medio más amplio y mucho más difícil de controlar, algunos consiguen
superarla.
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BARRILETE CÓSMICO,
¿DE QUÉ PLANETA VINISTE?
Por Agustina Latorre Berardi y Martín Carvalho Blanco
Víctor Hugo Morales es un apasionado de la música clásica. Nació en Cardona, Uruguay,
un pueblo chico vinculado al campo donde sólo había un cine. Se inició profesionalmente
como locutor –desde muy joven– la misma tarde en la que fue a buscar trabajo a Radio
Colonia después de cautivar con simpatía a los dueños de esa emisora. Al cambiar de
propietario, le propuso a éste –Héctor Ricardo García– que le hiciera una prueba como
relator de fútbol. A la semana siguiente ya estaba narrando partidos.
Rápidamente se convirtió en la voz más popular de este deporte en Uruguay hasta que
en el año 78 la Asociación Uruguaya de Fútbol lo prohibió sorpresivamente. Después de
una pelea jugando un partido pasó 27 días preso en plena dictadura uruguaya. Varias
veces fue visitado y amenazado por distintos militares. A partir de esto, sumado a una
propuesta de colegas argentinos, decidió migrar hacia Argentina en el año 81 para
empezar a trabajar en Radio El Mundo. Al año siguiente, pasaría a Radio Mitre, luego a
Radio Argentina –donde crearía el relato del gol de Maradona a los ingleses– y en el 87
fichó por Radio Continental como relator de fútbol. Ahí desarrollaría 30 años de carrera
como narrador deportivo y haría su salto hacia el mundo del periodismo político. También
esta radio sería la misma que lo despediría en 2013 y algo semejante le ocurriría en el
canal de televisión C5N.
Su tesis se basa en ir en contra de todo monopolio. Enfrentado históricamente con el
grupo de medios más grande de Argentina –el Grupo Clarín– celebró la aprobación de
la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (2009) hoy en día con varios artículos
derogados. También confrontó al histórico presidente de la Asociación de Fútbol Argentino
–Julio Grondona– por sus manejos arbitrarios en relación a la televisación del fútbol en
Argentina.
Portador del mismo nombre que el poeta y dramaturgo francés, hace años le dedica un
programa de radio todos los domingos a Astor Piazzolla, el incomprendido del tango, para
poder recuperar y tener presente al “gran comentarista de Buenos Aires”. Quizás algún
día alguien pueda relatar tan bien como él las calles citadinas de esta ciudad del Río de
La Plata.
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Víctor Hugo Morales, periodista y relator
"EL PERIODISMO ES UN INSTRUMENTO
DECISIVO PARA DETERMINAR LA
PROPIA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO"
Por Agustina Latorre Berardi y Martín Carvalho Blanco
Uruguayo de nacimiento, adoptó a Argentina como su hogar. Alguna vez dijo “sentirse más
porteño que los porteños”. Amante del tango y del fútbol, quizás las dos pasiones más
compartidas entre la tierra que lo vio nacer y la que ha sido su hogar durante los últimos
40 años. Rioplatense1 de pura cepa. De chico escuchaba programas políticos junto a su
abuelo materno, el cual le despertó el interés por las noticias y la lectura del diario.
Empezó como locutor grabando propaganda política con su madre para las elecciones del
58. Hasta ese momento un hobby que lo conduciría a trabajar en radios tanto en Uruguay
como en Argentina. Su trayectoria en televisión lo llevaría a estar en casi todos los canales
abiertos de Argentina y también realizar el recordado programa De Zurda, con el astro del
fútbol Diego Armando Maradona. Además, escribió novelas, libros de poesía y ensayos en
los cuales aborda temas de desinformación, monopolios mediáticos y fake news.
¿Qué es censura?
El impedimento y el miedo de decir lo que se piensa. La prohibición taxativa de las
dictaduras, la manera un tanto más sutil en democracia, pero con enormes obstáculos
para la libre expresión. Censura de los medios y sus intereses. Del Gobierno, aún
siendo demócrata a través de las pautas publicitarias. El obstáculo de los anunciantes
publicitarios, generalmente una traba invisible, pero decisiva. En Argentina el caso más
grave se da en función de una concentración mediática única en el mundo que motiva
persecuciones a los que piensan diferente, estigmatizando. Dejando escasos ámbitos de
trabajo fuera de los de ellos, porque lo tienen todo, y porque fijan condiciones sobre los
medios que no les son propios, pero se sienten condicionados al estar establecida la
agenda de cada día de forma aplastante.
En la democracia argentina –opacada irreversiblemente por la posición dominante de
medios con intereses que no son periodísticos sino comerciales, vinculados a la toma del
poder real– el control, la censura, el límite de la libertad de expresión, son impuestos por
los medios hegemónicos. Durante cuatro años de gobierno del poder real (2015-2019) no
1 Natural de la región del Río de la Plata, en América del Sur según la RAE. Considerado el río más ancho del mundo.
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encontraron una sola oportunidad de trabajo, un grupo extraordinario de periodistas que
eran inviables aun en los modestos medios afines. Tal fue la persecución sufrida.
“El poder real es mucho más fuerte que el poder
político y las mejoras serán remiendos sin que
sea posible democratizar a los medios”
¿Cuál es su apreciación sobre la libertad de expresión y la libertad de
prensa?
La libertad de expresión de los periodistas fue inexistente esos cuatro años del
neoliberalismo. Ahora es muy posible que entre en vías de recuperación. Pero el poder
real es mucho más fuerte que el poder político y las mejoras serán remiendos sin que sea
posible democratizar a los medios. La libertad es para los medios y los medios negocian
con los gobiernos nacionales, provinciales, municipales. La compra de protección es
obscena, pero esto ocurre seguramente en gran parte del mundo sin alcanzar los niveles
pavorosos de la Argentina. Los márgenes de libertad de expresión en ese contexto son
paupérrimos. Sí, siempre es verdad que en muchos medios puede decirse lo que se piensa,
pero la libertad de expresión existe cuando se puede llegar a la gente con una relativa
masividad. El 95% de los medios argentinos juegan en torno a los grupos dominantes y
a las ideas neoliberales, imponen una ideología, culturizan, se apropian del sujeto en una
batalla por la subjetividad que es la mayor victoria del capitalismo.
“Fui llevado en más de una ocasión en los años
anteriores a declarar por cosas que había
dicho y no le gustaban al régimen”
¿Cuál es el vínculo que tiene su profesión, la censura y su salida de
Uruguay?
Muchos años después de salir del Uruguay, el Gobierno en 2012 entregó a quien se
animó a pedirlos, los archivos de inteligencia de la dictadura y la policía. En mi caso
están publicados en mi página. Cuando partí de Uruguay no tenía esas pruebas, salvo
una percepción de que era mal visto. Estuve prohibido, fui preso 27 días, pero no por algo
directamente vinculado a una censura directa. Los archivos muestran el seguimiento que
hacían de mi persona, la opinión negativa que habían elaborado y detallan comentarios
y posiciones que muestran la observancia constante de mi persona esos años. Desde el
comienzo mismo hasta más allá del final de la dictadura.
En dictadura, en un país pequeño territorial y demográficamente, es difícil escabullirse
con lo que pensamos, más allá de la inevitable convivencia que se tiene con los factores
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de poder a los que siempre hay que recurrir. Hay militares demócratas que se acercan,
no sé ahora si en labor de inteligencia, pero procuran aceitar la relación con los medios,
hacen favores. En mi caso hubo quien me ayudó a buscar un hermano que desapareció
durante algunos días y preguntó en todos los cuarteles y pude saber que lo había hecho
de verdad, entiendo que asumiendo riesgos. En efecto, mi hermano no estaba en ningún
cuartel sino en la Jefatura de Policía.
Cuando estuve preso fue por una pelea en un partido de fútbol en el que yo jugaba. Con la
radio hacíamos partidos en todo el país y en todos los barrios, generalmente a beneficio.
Se produjo una escaramuza sin siquiera lesiones y me hicieron volver de Europa a donde
había viajado por una gira de la selección. De lo contrario me amenazaban con Interpol.
Siempre se pensó que había sido una pelea armada. En los archivos entregados por el
gobierno a mi persona surge el enojo que tenían porque los meses previos había hecho
campaña por radio y televisión para que Uruguay fuera a los juegos “comunistas” de
Moscú en 1980. Estando preso me visitaron dos colegas de Argentina a los que hice saber
mis temores por lo que estaba sucediendo y allí nació la idea de ellos de buscar quien me
contratara en Buenos Aires. Fui llevado en más de una ocasión en los años anteriores a
declarar por cosas que había dicho y no le gustaban al régimen. Lo notable es que yo era
más que nada conocido por ser el relator deportivo más escuchado del país. No había
un constante discurso político, ni mucho menos. Pero es tal la vigilancia que llegaba por
cuestiones, si se quiere menores, a definirme como una persona que no simpatizaba con
el régimen.
En un contexto de recuperación democrática en los hechos, pero no
tanto en las prácticas, ¿cómo fue ejercer la profesión bajo este marco
de inestabilidad institucional en Argentina?
Ocurría algo diferente al caso de mi país. La dictadura argentina entró en decadencia en
febrero del 81 cuando llego al país. Justamente la Guerra de Malvinas fue un año más
tarde, el manotazo de alguien que se ahoga. En ese contexto, el equipo que integré fue
uno de los que se animaron a combatir, aún en el ejercicio del periodismo deportivo, junto
a publicaciones y comentaristas que poco a poco iban dando pelea al régimen.
“Nunca les interesó el dinero, mucho más fácil
de recuperar con el canal o el productor, sino la
persecución a mi persona, en nombre del viejo
enfrentamiento, las denuncias que hacía años
formulaba contra esa mafia”
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¿Cómo interpreta la denuncia que el Grupo Clarín –a través del
teleoperador Cablevisión– le realizó a usted por la transmisión de la
final de la Copa Intercontinental entre Boca Juniors y Real Madrid en el
año 2000?
Una forma absurda de persecución constante, implacable, cruel, propia del medio
dominante que funciona con códigos estrictamente mafiosos: extorsión, amenazas,
disciplinamiento. Había enfrentado desde hacía años a la organización, y aunque
Cablevisión aún no era del Grupo Clarín de una manera oficial, era parte de un entramado
de poder que se roba al fútbol desde 1992. En primera instancia, fue absuelto por la
declaración de todos mis compañeros. Estuve de acuerdo y fui muy feliz con la decisión
de dar ese servicio de pasar pequeños tramos del partido, pero no la había adoptado yo,
que era solamente el conductor del programa.
El grupo tiene en la justicia una preponderancia única en el mundo y una cámara que
siempre estuvo al servicio del grupo en otros temas, me puso entre los culpables. Unos
200 mil dólares cada uno: el productor del programa, el canal y yo. Pero Clarín decidió
que yo pagaba por el productor y el canal, y que, en todo caso, yo hiciera juicio contra
los otros responsables. Ahí se tiene una clara demostración de que lo que pretendían era
disciplinar al medio. Nunca les interesó el dinero, mucho más fácil de recuperar con el
canal o el productor, sino la persecución a mi persona, en nombre del viejo enfrentamiento,
las denuncias que hacía años formulaba contra esa mafia.
“En ambos casos hubo injerencia plena del
gobierno en función de la pauta”
Usted señaló que una charla telefónica con Néstor Kirchner –en ese
momento diputado y esposo de la Presidenta a ese momento, Fernández
de Kirchner– el 2 de febrero de 2010 hizo que revisara su posición sobre
la supuesta compra de dólares con información privilegiada. ¿Cómo
interpretó esta actitud por parte de un ex Jefe de Estado?
Fue verdad lo que dijo Kirchner. Era febrero del 2010. Dos años antes había comprado
dos millones de dólares. Cuando apareció la información estuve criticándolo duramente
un lunes y un martes. Hasta que llamó a la radio –no llegue a conocerlo, salvo por ese
contacto telefónico– y me ofreció todas las pruebas. Más tarde confirmadas hasta por
los medios enemigos de él, de que la compra no había sido para atesorar. Había hecho
un pago en los mismos días de la compra sin toma de ganancias en función del valor del
dólar. Eso había ocurrido dos años atrás...
Hasta finales de 2009 tuve la idea de que los K eran corruptos. Pocos años antes, Néstor
Kirchner me había hecho ofrecer la presidencia del Canal Público de la Argentina. Se
ve que tenía buena opinión de mí. No acepté. A cierta altura comenzaron las denuncias
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contra los “K”, era imposible no creer en las noticias porque no había elementos para
cotejar, y el periodismo hegemónico no había mostrado hasta entonces el desastre moral
con el que empezaba a convivir. Será interesante para el trabajo, un libro que publicaré
sobre el grupo y sus mentiras.
Hacia fines de 2009, algunas mentiras ya se habían caído a pedazos y de pronto, cuando
ya tenía una opinión favorable al gobierno por la Ley de Medios, votada en octubre de
2009, apareció la información. Era tan cierto en apariencia esa compra de dólares que,
convencido por los medios, dije cosas horribles de Kirchner. Ahí se produce el llamado y
el conocimiento de la verdad. ¿Cómo influyó en mí? Obligándome a no manejarme por
las denuncias de los diarios, entrar a los expedientes, tomar distancia con las primeras
informaciones que aparecen. Fue un aprendizaje. Una materia dada sobre la marcha, en
el pleno ejercicio de la profesión.
Sufrió despedidos en Radio Continental y en C5N con los distintos
cambios de dueños. ¿Cómo define este tipo de acciones por parte de
los responsables de las compañías?
En ambos casos hubo injerencia plena del gobierno en función de la pauta. Lo sé porque
en Continental lo admitieron cuando me ofrecían dinero para que me fuera. Ya les había
dicho el Gobierno que conmigo adentro, estaban perdidos. El Gobierno empezó en
diciembre y en enero, Continental me echó.
En el caso de C5N los dueños, extorsionados por el Gobierno le dieron la radio a alguien
para que la vendiera. Llegó un CEO que había estado 10 años con Clarín y 10 años con
el presidente. Lo primero, no, lo único que hizo fue echarse. Cuando los dueños salieron
de la cárcel, a la que los arrastró Clarín con el Gobierno, me tomaron otra vez. Quizás por
gratitud. Cuando ellos fueron llevados presos, sin tener relación y presuntamente dolorido
porque me habían echado, defendí enérgicamente su postura y denuncié las prácticas,
una vez más, extorsivas de Clarín. Recuerdo que los familiares de ellos, en momentos de
una cierta soledad, atacados por todos lados, me hacían llegar su gratitud. No era lógico
esperar que los defendiera. Lo más probable, pensarían era que yo celebrase la caída.
Ocurrió todo lo contrario y, quizás por eso, volvieron a llamarme.
Considerando los modelos de Gobierno desde el retorno de la democracia
hasta la actualidad, ¿cómo cree que ha cambiado la relación periodismoEstado?
El periodismo es un instrumento decisivo para determinar la propia organización del
Estado. En América Latina y sobre todo en Argentina.
¿Cómo ve el actual panorama del periodismo en Argentina y en
Latinoamérica?
Absolutamente deplorable. Los medios concentrados, los periodistas que saben que
fuera del sistema no hay vida en términos materiales y de pertenencia. Adueñándose de
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otras formas de poder, que alimentan más poder desde el que consiguen afirmarlo cada
día más. La resistencia es ya mínima, es la línea en la gráfica de un corazón eternamente
moribundo.
¿Cómo cree que el acceso a internet y a las redes sociales han
impactado en la censura periodística?
Lo lamento, estoy afuera. De la observación, surge que los mismos medios convencionales
se hicieron muy fuertes en las redes. Y fijan temas, también. Pero hay un poco de oxígeno,
mucho más que en los medios conocidos. Igual, advierto que hay un temor muy grande
por los ataques que se producen desde las redes. La única forma de no rendirles pleitesía
es no adorarlos, también. Me parece que los ataques se desvanecen rápido, que tienen
otra dinámica, hay que aguantar el chubasco y al ratito están en otra cosa.
“Ser más o menos libre, es casi un golpe de
fortuna como sacar la lotería y quien
encuentra esa posibilidad debe saber
que más que nada, tuvo suerte”
¿Qué consejo le darías a un periodista que se ve enfrentado a un caso
de censura?
Depende la edad. Un hombre joven que entra a un medio corrompido, pues hay maneras de
sobrevivir. El periodismo no es solo opinión, más bien hay mucho, muchísimo para hacer
que sea periodismo y no los comprometa. Que en paralelo vaya luchando por márgenes
de independencia, que pruebe pequeñas incursiones de sus sueños y luego se retraiga un
poco. Hombre, que no se quede sin trabajo, porque así vale poco. Pero que no deje sus
ideales en el camino, que no sea fácil, que trate de entender el juego y que no venda el
alma. Después, el tiempo dirá. Ser más o menos libre, es casi un golpe de fortuna como
sacar la lotería y quien encuentra esa posibilidad debe saber que más que nada, tuvo
suerte.
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PERIODISMO,
EXILIO Y LUCHA
Por Agustina Latorre Berardi y Martín Carvalho Blanco
Argentina como tantos otros países de la región y del mundo no fue la excepción frente
a los golpes de Estado. El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas impusieron el
Proceso de Reorganización Nacional. En ese contexto, los militares llevaron adelante un
plan sistemático de desaparición de personas. Como consecuencia de estos actos Norma
Morandini perdió a dos de sus hermanos, Néstor y Cristina.
En medio de este calvario y tras aparecer en una “lista negra” en la Escuela de Ciencias
de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba se vio obligada a exiliarse.
Primero, lo hizo desde su provincia a Buenos Aires pensando que sería suficiente, pero se
equivocaba. Un 18 de septiembre de 1977 secuestraron a sus hermanos y luego volvieron
por ella. No le quedó más remedio que volver a escapar. Huyó a Santa Fe, limítrofe con la
provincia de Córdoba, posteriormente a San Pablo y, finalmente, llegó a tierras europeas
instalándose en Lisboa.
Allí comenzó a rehacer su vida, consiguió rápidamente trabajo y llegó a ser corresponsal
para España y Brasil. Debido a esto, le tocó volver a Argentina para reportar desde allí un
hecho que marcó la historia: cubrir el Juicio a las Juntas. No se presentaba como una
tarea fácil tratándose del enjuiciamiento de las distintas Juntas Militares y, en lo personal,
revivir una historia familiar de incertidumbre y dolor.
Estas lecciones de vida la llevaron a trabajar arduamente por los derechos humanos y
las instituciones. Fue diputada, senadora y también estuvo al frente del Observatorio de
Derechos Humanos del Senado. Pasó de la pluma a la tribuna, pero lo que nunca perdió
fue el compromiso por la libertad y la democracia.
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Norma Morandini, periodista, escritora y política
"LA LIBERTAD SE GANA PELEANDO
CON EL EDITOR"
Por Agustina Latorre Berardi y Martín Carvalho Blanco
Nació el 31 de marzo de 1948 en la Ciudad de Córdoba –capital de la provincia homónima–
donde estudió Periodismo en la Escuela de Ciencias de la Información. Durante el Proceso
de Reorganización Nacional dos de sus hermanos fueron desaparecidos y así se vio
obligada a exiliarse del país. Trabajó como corresponsal para Cambio 16 de España, O
Globo de Brasil, VISAO de Portugal y Correo Catalán. Tras su retorno a Argentina fue
columnista del diario Clarín, La Voz del Interior y fundó la revista Mujeres & Compañía. El
exilio, el periodismo y la lucha por la verdad marcaron su camino en pos de la defensa del
pluralismo y la libertad de expresión.
¿Qué es la censura?
Lo que define a las dictaduras es que la primera decisión que toman es instalar la censura
y esto te advierte del valor que tiene la libertad en la convivencia y, por supuesto, que
garantiza la libertad en democracia. Pertenezco a una generación que en Argentina, con
todos los golpes militares que había, lo primero que se decretaba era la censura. Ahora
van a decir “bueno pero los diarios seguían circulando”, y efectivamente en Argentina
ha habido siempre ese “como si” con diarios que seguían circulando. Pero uno tiene que
preguntarse si un diario carece de la libertad, que es el insumo de la prensa, ¿podemos
nombrar diarios o son “partes oficiales”? Por supuesto que en la parte política cumplen
con lo que les mandan y tienen más creatividad en las actividades sociales, culturales y
demás que también es un aspecto interesante para analizar de qué se ocupan los diarios
en tiempo de censura política.
La censura lo que pretende es amordazar la libertad para que circulen libremente las
opiniones que son las que le dan al ciudadano la posibilidad de discernir sobre lo que vive,
pero lo que cancela la censura también es la idea de ciudadanía. Cuando hay dictadura no
hay democracia y cuando no hay democracia no hay política.
“Imagínense lo que significó para mí.
Argentina entraba en la peor dictadura
cuando España se democratizaba”
45
¿Cuál es el vínculo que tiene tu profesión, la censura y el exilio?
Estudié periodismo en la Facultad de Córdoba, la primera que había de Ciencias de la
Información. Cuando yo miro en la distancia me llama muchísimo la atención que yo
nunca aprendí, nunca me enseñaron el valor que tiene la libertad como insumo de la
prensa.
Cuando llegué a Buenos Aires y empecé a trabajar en las redacciones, todavía antes del
golpe, no había muchas mujeres. Lo que más me decían era “cordobesa no le digas a nadie
que saliste de la universidad”. Había por una parte la universidad que no te preparaba para
ser un periodista como lo concebimos hoy, con la prensa inherente al sistema democrático.
Había mucha ideología analizando, los poderes de las corporaciones mediáticas, hacíamos
muchas monografías de Cómo leer al Pato Donald, era muy ideológica la Facultad de
Ciencias de la Información como toda la universidad de los años 70.
Me tuve que venir al exilio porque tengo dos hermanos desaparecidos y vine a Lisboa, en
Portugal. El exilio es un destierro doloroso porque perdés toda referencia, pero en mi caso
tuve el privilegio de haber podido trabajar inmediatamente. Trabajé como corresponsal
del Correo Catalán, también de una agencia italiana y después me pidieron que fuera
corresponsal de la agencia Pyresa, que tenía 40 diarios de provincia. Había muerto Franco
y ya tenía otra orientación. Me hice conocida en España porque tenía que escribir todos
los días 40 líneas sobre lo que pasaba en Portugal. En ese momento Portugal se había
despojado de la dictadura más antigua, Salazar1. Entonces hubo un momento en que
los españoles empezaron a mirar lo que pasaba en Portugal con interés. Siempre que
necesitaban algo de Portugal me llamaban para que escribiera. Hasta que me propusieron
desde Cambio 16 ser corresponsal. Imagínense lo que significó para mí. Argentina entraba
en la peor dictadura cuando España se democratizaba.
“Algo fundamental cuando entré a trabajar
al Grupo 16 fue que me hicieron firmar un
compromiso con los valores de la democracia”
¿Cómo fue ejercer el periodismo en una España de transición
democrática?
En España la prensa democrática –El País, Cambio 16 –, es decir, la prensa seria, nace con
la democracia. En Argentina la prensa ha tenido que ir aggiornandose -actualizándosea medida que ha ido evolucionando la democracia. Entonces eso creo que es un tema
fundamental. Hay otro aspecto que a mí me parece que es así en relación a que los
españoles estrenaban su libertad para denunciar lo que pasaba en América del Sur.
Entonces tanto como Cambio 16, Diario 16 y después El País se ocupaban mucho de
América del Sur. En el año 80 yo fui a Brasil como corresponsal sudamericana de Cambio
1 António de Oliveira Salazar fue un dictador portugués que ejerció de facto el poder, a través del denominado proceso “Estado Novo”
desde 1932 hasta 1968.
46
16. Llegué a cubrir la visita del Papa Wojtyła (Juan Pablo II), teniendo en cuenta que había
pasado lo de Lech Wałęsa en Polonia, y en Brasil aparecía otro líder operario que enfrentaba
la dictadura que era Lula. Entonces para mí fue muy importante porque a Brasil se los
veía como las mulatas, la samba, la violencia, pero no se le tomaba en serio como país.
Hago broma conmigo misma, parece pedantería, pero yo creo haber contribuido a que
Brasil tenga un lugar en la prensa española. De ese periodo tengo el recuerdo de ejercer el
periodismo con libertad. Además, en España había una necesidad de ser una prensa que
estuviera al nivel de la mejor prensa europea. Como corresponsal tuve una computadora
portátil en el año 88. Los únicos que tenían eran los americanos, los alemanes, los ingleses
y yo. Era como un tótem que cuando salías de viaje la gente se acercaba a ver que llevabas
ahí. Eso me dio a mí y a España el ejercicio del periodismo. Algo fundamental cuando
entré a trabajar al Grupo 16 fue que me hicieron firmar un compromiso con los valores de
la democracia. Eso hace la gran diferencia entre una prensa que nace con la democracia,
que está comprometida con los principios de la democracia, que cuando es el 23F todos
los diarios hacen el mismo editorial. A su vez en nuestro país pasó el proceso inverso. El
miedo impuso lo peor que pasa con la censura que es la autocensura.
“A los periodistas no nos dejaban entrar con
grabador y éramos obligados a decir con
palabras propias lo que ahí se decía”
Siendo corresponsal de Cambio 16, ¿cómo fue volver a Argentina y cubrir
el Juicio de las Juntas en un contexto de recuperación democrática que
lo era en los hechos, pero no tanto en la práctica?
Cuando yo regreso pasa lo de Revista Cabildo. En Buenos Aires, en esa época, quedaban
colgados en los quioscos estos pasquines con titulares catastróficos. Este era un pasquín
de la ultraderecha que había sustentado a los militares y había escrito con letras rojas
“subversivos”. Fui a la asamblea del gremio y dentro de esta revista había una lista de
500 periodistas. Estábamos todos. Como había vuelto de España y había ejercido el
periodismo en libertad podía permitirme ironizar “pidámosle a los que no están que pidan
estar” porque a la que se le dice subversiva es a la prensa2. Esa es la concepción del
autoritarismo. El autoritarismo nunca ve a la prensa como una actividad inherente al
sistema democrático. Lo veo como subversivo o, como se decía en la Argentina cuando
se escribía algo que incomodaba, “atentan a la democracia”. Siempre esa idea de que la
prensa viene a atentar cuando en realidad la prensa es la garante del sistema cuando es
una prensa independiente.
Cubrí el Juicio de las Juntas para Cambio 16 y para diario O Globo de Brasil. Ahí lo que
había que hacer era cubrir los hechos, hablar de lo que pasaba ahí. El juicio era oral y
público. Sin embargo, a los periodistas no nos dejaban entrar con grabador y éramos
obligados a decir con palabras propias lo que ahí se decía. ¡Imagínate lo que eran los
testimonios de los sobrevivientes! Eso fueron seis, siete meses de estar sentada ahí
2 Capaz de subvertir, o que tiende a subvertir, especialmente el orden público según la RAE.
47
escribiendo ese rompecabezas macabro de lo que había sido el terrorismo de Estado.
En el año 87 va el Papa Wojtyła a Chile. Me mandan a mí desde el Grupo 16 a seguir al
Papa, y él no va al acto que habían organizado las organizaciones de derechos humanos. A
diferencia de Argentina, la Iglesia chilena había sido una Iglesia que combatió a Pinochet.
En Argentina habían apoyado a Videla. En Chile el Papa hace un gran acto en el Estadio
Nacional, que era donde Pinochet había puesto a los presos, con toda la liturgia de la
Iglesia –que parecía la liturgia de la izquierda– el atardecer, la cordillera… Era todo un
panorama muy escenográfico. Y él en el medio de la tarima empieza a preguntar:
–¿Verdad que condenáis el poder de la mentira?
– ¡Sí! - gritaron los 70.000 jóvenes que habían.
– ¿Verdad que condenáis el poder del consumo?
– ¡Sí! - gritan.
Pregunta tres veces y los jóvenes responden siempre sí.
A la cuarta pregunta dice:
– ¿Verdad que condenáis el sexo y el placer? – ¡No!
(Risas)
Ese episodio que los hizo reír y hace reír a todos, hizo que todos escribiéramos sobre
eso. En Diario 16 publicaron mi crónica contando lo que había pasado y la editorial era
“Papa más preocupado con el sexo que con los derechos humanos”. Ningún diario –ya
vivíamos en democracia– lo publicó. Ninguno. Discutí mucho con la periodista de Clarín
porque si un diario confía en vos y te manda la crónica vos tenés que mandarla. Después
el editor decide si se publica o no. Ahí te muestra como había autocensura por molestar a
la Iglesia. En general hoy ya no se guarda cosas la prensa.
“El proceso de la conquista de la libertad es
un proceso que va de la mano de la evolución
democrática”
¿Qué diferencias notas, con respecto a la censura, entre un gobierno de
facto y un gobierno democrático?
En la democracia no puede haber censura. Es incompatible. Que después haya tentaciones
de los poderes para callar a los periodistas, eso pasa en todos lados. La autocensura era
porque todavía estaban los poderes muy constituidos y no había esa competencia que
después pasó a haber entre los diarios, donde ya nadie guardaba una información por
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temor a que el otro diario la divulgara. El proceso de la conquista de la libertad es un
proceso que va de la mano de la evolución democrática. Hay que tener en claro eso, la
censura es incompatible con la democracia. Podés tener un régimen democrático porque
se vota y dicen que es democrático, pero si hay censura no podemos pensar que es una
auténtica democracia. Hoy pasa con la corrupción.
¿Falta de rebeldía?
Yo creo en la honestidad de las personas y hay periodistas que tienen más coraje que
otros siendo los que en general la gente aprecia y tienen credibilidad, a diferencia de
los que van cambiando de acuerdo al color. En Argentina se ha pervertido la idea con el
“periodismo militante”. El periodista es un servidor del público, nunca de un gobernante.
Las empresas periodísticas producen un valor simbólico que es la libertad de expresión.
En España entendieron rápido que lo que vende, en término de un diario, es la libertad y no
la obsecuencia.
¿Cuál es su apreciación actual sobre la libertad de expresión y libertad
de prensa en Argentina?
Hay una gran confusión en Argentina. Me impresiona que cuando voy a las universidades
te preguntan: ¿libertad de prensa o libertad de empresa? Es una rima que suena como
rima, pero es una falacia. Nosotros ya tenemos garantizada la libertad de expresión.
Argentina ha incorporado a su Constitución reformada del año 1994, a todos los tratados
internacionales de derechos humanos con jerarquía constitucional, que significa que el
tratado está por encima de la ley local. El artículo 19 de la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre garantiza la libertad de expresión sin censura previa porque se
admite la responsabilidad ulterior.
Después el Pacto de San José de Costa Rica, que es casi la biblia de los derechos humanos
en América Latina, también garantiza la libertad de expresión con una sola limitación
que es que no se puede incitar a la violencia. Entonces esto de que no puede haber
censura previa porque se contempla la responsabilidad ulterior y la libertad de expresión
tiene solo una limitación que es no incitar a la violencia. Nosotros institucionalmente y
constitucionalmente tenemos garantizada la libertad de expresión.
Y cuando no lo ha estado han acudido, desde Verbitsky3 a Kimel4 , a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, que es la que le dijo a Argentina en el 2008, eso de que tenían que
caer los delitos considerados de prensa, que son la calumnia y la injuria.
3 El 5 de mayo de 1992 la Comisión recibió una denuncia del periodista Horacio Verbitsky en contra de la República de Argentina. Este
fue condenado por el delito de desacato, al supuestamente injuriar a Augusto César Belluscio, Ministro de la Corte Suprema. Después
de varias reuniones las partes concordaron un texto con los lineamientos para una eventual solución amistosa, en el cual el Estado
argentino se comprometió a derogar la figura penal de desacato.
4 El periodista Eduardo Kimel fue condenado penalmente por haber criticado la actuación del juez federal Sergio García Ramírez,
encargado de investigar una masacre durante la dictadura militar Argentina. La Corte Interamericana de Derecho Humanos (CIDH)
determinó que el Estado abusó de su poder imponiendo a Kimel una condena de un año de prisión y una multa por el delito de calumnia.
La CIDH consideró que la medida fue innecesaria y desproporcionada por lo que quebrantó el derecho a la libertad de expresión del
periodista. En consecuencia, ordenó al Estado argentino reparar económicamente al escritor y reformar la legislación penal sobre
protección a la honra y a la reputación.
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En su experiencia como diputada y senadora en Argentina, ¿qué pudo
aportar para poder contribuir a la libertad de expresión y de prensa?
Yo integré la Comisión de Libertad de Expresión, la de Diputados y también integré la
Comisión de Medios. Así que siempre fue mi tema el de la libertad de expresión. Cuando
venía el Jefe de Gabinete, hoy Presidente de la Nación, y la primera vez que tuve que
hacerle preguntas, le pregunté por qué su gobierno había elegido la comunicación
directa, es decir, por qué habían sacado los medios del medio. Cuando ellos defendían la
comunicación del atril, lo que estaban diciendo era: sacamos a los periodistas del medio,
cancelamos las conferencias de prensa y cancelamos el acceso a la información. Entonces
si vos no tenés acceso a la información, si el gobernante es el que hace partes de prensa
y comunica directamente, no admite la pregunta del periodista, que es la pregunta de la
ciudadanía, porque el periodista está ahí para poder trasladar al funcionario las preguntas
de la sociedad.
Después en Argentina pasaron algunas cosas auspiciosas como fue que haya salido FOPEA
(Foro de Periodismo Argentino) que es una aglomeración de profesionales. La muerte de
Cabezas5 fue un golpe muy fuerte para la prensa argentina y de allí surgió esta asociación
que reúne a periodistas, a diferencia de los sindicatos. Por eso hay mucha confusión en
Argentina todavía. La gente más joven vivió todo este periodo sin conferencias de prensa,
con la comunicación del atril, con las cadenas nacionales. Eso va en contra de la idea de
función de la prensa… ¿no?
“Un periodista que antes que nada
defiende a un gobierno, no es un periodista.
El periodista defiende a la ciudadanía”
¿Con el actual gobierno, hay una tendencia a que esto cambie o seguirá
la misma línea de comunicación directa?
Hoy dan conferencia de prensa y los periodistas tampoco se callan. Lo que pasa es que
en algunos sectores los hechos no existen. Hay mucha opinión y van eligiendo los hechos
de acuerdo al color político del periodista. Un periodista que antes que nada defiende a
un gobierno, no es un periodista. El periodista defiende a la ciudadanía. Su obligación es
ofrecer al ciudadano, para que esté en posesión de la mejor información pueda participar
del debate público. Ese es el sentido de la función de la prensa. Pero en la política en
general, según mi experiencia, les molesta muchísimo lo que la prensa escribe y primero
buscan a los periodistas como a dedo porque creen que si no están en los medios no
existen y después cuando ven que los critican en los medios se sienten traicionados como
amigos. Siempre es una relación difícil y hay que mantener distancia. Yo digo que nunca
hay que hacerse amigo de los funcionarios.
5 José Luis Cabezas fue un periodista y fotógrafo argentino asesinado el 25 de enero de 1997. El juicio determinó que fue asesinado
por cuatro sicarios contratados por Sergio Cammarata, jefe de seguridad de Alfredo Yabrán, empresario vinculado al entonces
presidente Carlos Saúl Menem.
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¿Cómo fue su relación con el periodismo como titular del Observatorio
de Derechos Humanos del Senado y qué pudo hacer desde su lugar para
contribuir a la sana profesión del periodismo?
Todo el tiempo estuve trabajando con los temas de Derechos Humanos e Internet, con
las nuevas tecnologías, con los temas de protección de datos personales. Yo llevé a los
Derechos Humanos lo que venía defendiendo como periodista. Después jamás se me
ocurriría cruzarme con algo que han escrito de mí en la presa, esas son las reglas del
juego y a mí me molesta mucho cuando un político cae en la tentación de llamar a un
periodista porque no le gusta lo que han escrito sobre él.
Creo que lo que ha herido tanto a la prensa como a la política es esta idea de que si no
aparecen no existen y que la política tiene una obsesión muy grande de estar, de sacarse
fotos. Yo soy crítica de que los legisladores tengan agencias de prensa porque estos
deben comunicar y divulgar la función no a la persona.
Hablando tanto de Argentina, como de España, ¿considera que hoy en
día en estos países han mejorado en términos de libertad de expresión?
España tiene una prensa vigorosa. Después se empiezan a tallar los intereses económicos,
no quiero ser ingenua de la naturaleza, pero la prensa española es respetada. También
la Constitución de 1978 es moderna y ha constitucionalizado todos estos derechos y
además está en el contexto europeo que ante cualquier violación se puede ir a la Corte
Europea de Derechos Humanos. Hay respaldos constitucionales porque el Estado es el
garante y si no se respeta la libertad de expresión, el que pasa a ser denunciado en la
Corte Europea de Derechos Humanos es el Estado.
En cuanto a la vinculación de las nuevas tecnologías para combatir
la censura ¿Cómo cree que impacta Internet a la hora de quebrar los
distintos tipos de censura periodística?
Hay que jerarquizar al periodismo, porque esto que trae internet que democratiza la
comunicación y todo el mundo se cree periodista. Solo los periodistas son los que tienen
una estructura y una obligación de chequear que lo que circula en internet es una verdad
o es una falsedad. Los grandes escándalos denunciados por internet los van a buscar
los diarios. El problema es que muchos diarios han caído en la tentación de convertir
la información que está en las redes en información sin chequear. Entonces creo que,
al contrario, lo que ha hecho internet es jerarquizar el periodismo. Hoy lo que hay, es
posibilidad de expresión, que todos pueden expresar lo que piensan, pero no todo lo que
circula en la red es información, el periodismo tiene que dar el carácter de veracidad. La
obligación del periodista es, ante un rumor o una fake news ponerlo en la basura y no
publicarlo. Hoy se exigen mejores periodistas.
Me fascina internet, me impresiona como herramienta y me parece que a veces los
periodistas no la usan en el sentido de la información. Cuando vas a hablar de un tema, de
una persona, está todo, hay que aprender a buscar y saber dónde buscar. Es una maravilla.
51
Me llama la atención que haya esta tendencia, sobre todo en la gente más joven, de
convertir en información lo que está en las redes y no hacer el trabajo periodístico.
Hoy en día el periodismo de calidad se disputa con el periodismo
ciudadano. Y ahí reside el desafío de los periodistas de jerarquizar la
profesión y la información…
Claro, porque aun cuando se hace periodismo ciudadano son periodistas quienes lo hacen.
Por ejemplo, los que en La Nación dicen cuánto hay de mentira y cuánto hay de verdad.
Como hoy los grandes diarios se están preparando para poder eludir las fake news, que
es el daño que se ha hecho al periodismo. Por eso inclusive hoy una pandemia como esta,
pone en evidencia para qué sirve el periodismo. La ayuda que están teniendo los medios y
los buenos periodistas por parte de la gente te demuestra cómo son necesarios periodistas
que sean responsables, que no pongan “bulos” y que no divulguen información falsa. Por
otro lado, fíjate cómo la sociedad necesita que haya un periodismo que divulgue seriamente
y que pueda investigar lo que hay que investigar en este momento. Eso demuestra que en
España hay funciones mejores. En la medida que haya instituciones más sólidas, va a ser
una garantía constitucional, que es el derecho a decir sin ser perseguido.
¿Qué consejo le darías a un periodista joven que se ve enfrentado a un
caso de presión en una redacción o en su sitio de trabajo, o a un caso?
Yo siempre le digo a los jóvenes: la libertad se gana peleando con el editor. En Argentina
hay una tendencia a hacer discursos ideológicos y no, la libertad la ganas peleando con el
editor. Si estás convencido de que lo que has hecho es lo correcto, lo tenés chequeado y
demás, y te dicen que no, ahí es donde hay que pelear. Y que sea él el que tome la decisión,
no vos. Si vos sos un periodista que aprecias el trabajo que haces, que tenés curiosidad y
rigor, y tenés una información que sabés que está chequeada y el editor te dice “no, esto
no va” que sea él el que decida, no vos que te la guardás y no la escribís.
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LA LARGA LUCHA DE
LUIS BRUCHSTEIN
POR LOS DERECHOS HUMANOS
Hablar de Luis Marcelo Bruchstein es hacerlo de un periodista reputado, prestigioso,
exitoso y referente en su país, Argentina. Nació el 26 de julio de 1954, siendo el más
pequeño de cuatro hermanos. Su vida está marcada por la tragedia que le tocó vivir de
joven, cuando tuvo que huir al exilio en la década de los setenta, una vez instaurada una
dictadura militar que implantó un modus vivendi de terrorismo de Estado.
La maldad y la crueldad humana se ensañaron con su familia en un espacio temporal
de apenas dos años. Su padre, Santiago Isaac Bruchstein, bioquímico de profesión, fue
detenido en Buenos Aires en 1976 y desapareció. Lo mismo ocurrió con su hermana
mayor, Aída Leonora Bruchstein, conocida como “Noni”. Era maestra y también militante
del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Fue asesinada en el intento de la toma
del regimiento de Monte Chingolo, en diciembre de 1975, al tratar de apropiarse de una
gran cantidad de armamento, lo que supuso la última acción del Ejército Revolucionario
del Pueblo. En 2014, un equipo forense exhumó y logró identificar sus restos. Junto a ella,
también fue asesinado su pareja, Adrián Saidon.
Irene Mónica Bruchstein era otra de las hermanas del protagonista de esta entrevista,
también miembro del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario
del Pueblo. Fue secuestrada junto a su marido Mario Ginzberg. Jamás pudieron recuperarse
sus restos. Lo mismo que ocurrió con el otro hermano de Luis, Víctor Rafael Bruchstein,
militante también, que fue secuestrado con su compañera Jacinta Levi. En apenas dos
años, Luis Bruchstein vio cómo la dictadura militar argentina se llevaba a su padre, a sus
tres hermanos y sus respectivas parejas.
Luis Bruchstein no se puede entender sin la influencia que asegura que ha ejercido en
él la figura de su madre, Laura Bonaparte. Psicóloga de profesión, fue una activista
integrante de la asociación Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, una organización
no gubernamental que luchó por pedir que se descubriera la verdad sobre los crímenes
de la dictadura militar, que se hiciera justicia y se reparara la memoria de las víctimas de
todas las desapariciones forzosas.
Su primera etapa en el exilio es en 1975 en Venezuela, para pasar posteriormente dos
años en México, y luego Panamá. Trabajó en varios medios de comunicación, como
el periódico mexicano La Jornada y la revista Supervivencia. Ahí se consolidaría su
fulgurante carrera como periodista. En lo que refiere a su militancia política, al final de los
sesenta se afilió a la Juventud Trabajadora Peronista, las bases juveniles del Movimiento
Nacional Justicialista, alrededor de la figura de Juan Domingo Perón.
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En su regreso en 1984 a Argentina, destaca su paso por varios medios de comunicación
como La Razón, diario editado y publicado en Buenos Aires, terminando su etapa allí
como prosecretario de redacción. El siguiente gran medio en el que trabajó es Página/12,
siendo testigo de su arranque en 1987. Tras pasar muchos años de redactor, ascendió a
distintas áreas hasta llegar a la subdirección, cargo que inició en 2004 y al que renunció
hace unos meses. Con toda esta historia detrás, Luis Bruchstein es un periodista referente
en lo que refiere a sus firmes convicciones por la lucha, la defensa y la reivindicación en
favor de los derechos humanos. Así como un conocedor de primera mano de la censura y
la represión de los poderosos, tanto a nivel personal como profesional.
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Luis Bruchstein, periodista
"EL SISTEMA DE LA INFORMACIÓN
NO PROTEGE A LOS PERIODISTAS EN
LOS CASOS DE CENSURA"
Por Miquel Unzué Gros
Hablar con Luis Bruchstein es todo un reto para el periodista que escribe estas líneas.
Se trata de uno de los periodistas más prestigiosos y reconocidos en su país. Nacido en
Argentina el 26 de julio de 1954, su vida es una historia de sufrimiento, lucha y dignidad. A
mediados de la década de los setenta, la dictadura argentina le arrebató a su padre, a sus
tres hermanos y sus respectivas parejas. Desaparecieron y nunca más se supo de ellos. Él
tuvo que exiliarse en distintos países como México, Venezuela y Panamá, donde empezó
su fulgurante carrera como periodista.
En 1984 volvió a Argentina, donde prosiguió con su paso por varios medios de comunicación.
Al tiempo, su madre, Laura Bonaparte, fue una de las integrantes de las Madres de Plaza
de Mayo Línea Fundadora. Esta organización no gubernamental luchaba por la defensa
de los derechos humanos, y la búsqueda de la verdad, la reparación de la memoria y
hacer justicia por las desapariciones forzadas de sus hijos durante la dictadura militar.
Paralelamente, Bruchstein desarrolló el resto de su carrera en Página/12, asumiendo
la subdirección durante una larga etapa hasta hace unos meses. En esta entrevista, el
periodista hace un balance de su recorrido personal y profesional, y traslada su punto de
vista de la censura en los medios de comunicación, a raíz de toda su experiencia vivida.
¿Qué es censura para usted?
Censura es cualquier forma de coerción física, psicológica o económica, ya sea puntual,
sistemática o inclusive sistémica para evitar la divulgación de información. También
puede ser la naturalización de esa acción a lo largo del tiempo con el fin de invisibilizar. O
puede ser autocensura.
¿Hasta qué punto el auge de Internet, las redes sociales… ha influido en
la censura periodística hoy en día?
Se pensó en un momento que las redes iban a democratizar la información. Pero
finalmente sucede lo mismo que en los medios tradicionales, como lo demostró el episodio
de Cambridge Analytic. El uso de bots, granjas de trolls, la aplicación de algoritmos y
la concentración en manos de nueve o diez empresas de los soportes principales y del
55
mayor movimiento de comercio y publicidad en las redes, tienden a instalar una agenda
muy manipulada. En este caso, la censura no pasa tanto por obstaculizar la publicación,
sino a través de grandes flujos de información manipulada que oculta la que se quiere
ocultar. Ese proceso de concentración confluye ahora con las telefónicas y las grandes
corporaciones de medios tradicionales. Si no se regula esta actividad puede convertirse
en un gran factor de desequilibrio de las democracias.
“Hubo una gran lucha del movimiento por los
derechos humanos y lentamente la justicia
avanzó en la condena de los principales
represores. Con respecto a la condena social,
voy a agradecer toda la vida haber sido
periodista porque me dio la posibilidad de
intervenir en ese proceso”
Usted y su familia han sido víctimas del terrorismo de estado. Su
padre, sus hermanos y sus respectivas parejas desaparecieron. ¿Cómo
se logra convivir con ese dolor, tanto desde el punto de vista personal
como profesional?
Es un tema doloroso e irreparable con el que viviremos siempre. Los únicos alivios lo
constituyen por un lado el accionar de la justicia para condenar a los responsables de las
violaciones a los derechos humanos y por el otro la condena social de la comunidad en
la que vivimos. De lo contrario sería imposible la convivencia. No me hubiera quedado
en la Argentina. Pero hubo una gran lucha del movimiento por los derechos humanos y
lentamente la justicia avanzó en la condena de los principales represores. Con respecto
a la condena social, voy a agradecer toda la vida haber sido periodista porque me dio la
posibilidad de intervenir en ese proceso. Fui editor responsable de la cobertura del juicio
a los excomandantes en el Diario La Razón, cuando lo dirigía Jacobo Timerman. Fue el
diario que más importancia le dio al juicio. Los dos cronistas que lo cubrieron ganaron el
premio Rey de España. Y después participé en la fundación del diario Página/12 y estuve
a cargo de la sección de Justicia, Derechos Humanos y Fuerzas Armadas. Gracias a los
organismos de derechos humanos y a esta actividad mediática, la condena de la sociedad
a los represores de la dictadura está muy arraigada en la Argentina.
¿Cómo es la vida de un joven periodista en Panamá, Venezuela y
México, exiliado de la dictadura argentina en la década de los setenta
hasta mediados de los ochenta?
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No fue fácil. Panamá es muy chico y en Venezuela no había una actividad gráfica muy
fuerte. Y yo tenía apenas unos cuatro o cinco años de práctica. En México, que es una
ciudad enorme, tuve más posibilidades y con el tiempo pude trabajar en experiencias muy
enriquecedoras, como la fundación del diario Unomásuno, que actualmente se llama La
Jornada.
“Nunca voy a entender cómo mi madre pudo
sobrevivir al dolor”
¿Cómo definiría el papel de su madre, Laura Bonaparte, integrante de la
asociación Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, en su lucha por
descubrir la verdad, hacer justicia y respetar la memoria de todas las
víctimas de las desapariciones forzosas durante la dictadura argentina?
Nunca voy a entender cómo pudo sobrevivir al dolor, pero era una mujer fuerte e inteligente.
Ella vio desde el primer momento la importancia de que la desaparición forzada de personas
fuera declarada delito de lesa humanidad para que esos delitos no prescribieran. Fue
importante al impulsar la búsqueda de los restos de los desaparecidos y su identificación
para que los familiares pudieran hacer el duelo, a lo que algunos organismos se resistían.
Fue una gran luchadora contra las amnistías y las legislaciones de impunidad. Creo que
también fue determinante su impulso para la creación de los “Sitios de la Memoria”. Ella
participó en todas las luchas de las Madres y de los demás organismos, pero creo que su
participación en las luchas que mencioné fue determinante.
“Lo más importante es lo que se puede
hacer para combatir el terrorismo de estado,
denunciando de forma permanente todos los
indicios y prácticas represivas,
ilegales o autoritarias”
Con las herramientas de las que dispone un periodista, ¿de qué forma
se puede combatir desde esta trinchera ese terrorismo de estado?
Una vez que el terrorismo de Estado se instala es muy difícil. Queda la prensa clandestina,
como hizo Rodolfo Walsh a costa de su vida, o el aprovechamiento de algún margen que
circunstancialmente hayan descuidado los militares como hizo el Buenos Aires Herald
hasta que su director Robert Cox fue expulsado del país. Lo más importante es lo que
se puede hacer para prevenirlo al denunciar en forma permanente todos los indicios y
prácticas represivas, ilegales o autoritarias que puedan desequilibrar a las sociedades
democráticas, las políticas de mano dura, la acción desestabilizadora de los servicios de
57
inteligencia o el poder desmedido de sectores militares o de la seguridad.
¿Qué misión ha llevado a cabo Página/12 en su etapa como subdirector?
¿Considera que ha cumplido con lo que se propuso el primer día que
empezó?
Hace un año renuncié a la subdirección y mi función actual es de columnista. Cuando salió
Página/12, la idea fue hacer un diario de periodistas y no de empresarios. Es muy difícil el
equilibrio entre esas dos tendencias porque el diario tenía que ser autosustentable. Era un
momento muy marcado por la salida de la dictadura y los grandes protagonistas eran los
organismos de derechos humanos, sobre todo, las Madres de Plaza de Mayo. Página/12
ocupó un espacio que, durante décadas de golpes militares y censura, solamente era
posible para la prensa clandestina. Y fue visualizado inmediatamente casi como una
extensión del movimiento por los derechos humanos. Los familiares de desaparecidos
publicaban en el diario los recordatorios de sus seres queridos. Eran varios cada día. Y
la temática sobre derechos humanos fue tapa muchísimas veces con información que
los otros medios llevaban en sus páginas interiores. El tiempo ha pasado. Sigue siendo
importante el tema de la represión durante la dictadura, pero creo que en este momento el
diario puso en su eje otros derechos en disputa como son los derechos de la mujer. En la
mayoría de las jefaturas de las secciones ahora hay mujeres periodistas.
“El compromiso de un periodista no es con un
gobierno sino con la sociedad”
¿Es posible alcanzar la objetividad o neutralidad absoluta en el
periodismo?
Creo que no es posible ser objetivo o neutral. Y a esta altura creo que tampoco es de
buen periodista. Lo que creo es que no se puede ocultar información ni usarla para la
manipulación política. Todos hacemos política y la información tiene efectos políticos. Es
algo que no se puede negar. Pero el compromiso de un periodista no es con un partido o
una fuerza política o un gobierno, sino con la sociedad y en mi caso prefiero decir, con las
grandes mayorías que no tienen voz.
¿Un periodista puede tener amigos en el poder? ¿Y debe tenerlos?
Yo no los he tenido, aunque hubo algún gobierno con el que me sentí más identificado.
Pero creo que mantuve esa distancia más por mi carácter. No sé si es tan bueno. Porque
un periodista necesita fuentes y a veces tiene que hacer amigos. Lo que importa no es
tanto si tiene amigos o no, sino que tiene que ser consciente de que debe separar una
cosa de la otra, la amistad y el trabajo. Aunque parezca tan sencillo eso es muy difícil y
no tan común. A mí, en particular me resultaba difícil y por eso creo que no tuve amigos
en el poder.
58
“El sistema de medios en nuestras sociedades
no es democrático porque está constituido
básicamente por empresas privadas, y las
empresas, por definición, no son democráticas
sino verticales”
¿Qué consejo le daría a un joven periodista que se ve enfrentado a un
caso de censura?
Lo real es que esa circunstancia se puede dar de muchas formas y que el sistema de
la información en nuestras sociedades no protege a los periodistas en esos casos. El
periodista tiene que luchar por lo que cree, pero será siempre en condiciones desfavorables.
El sistema de medios en nuestras sociedades no es democrático porque está constituido
básicamente por empresas privadas y las empresas, por definición, no son democráticas
sino verticales.
No se ha encontrado otro esquema que lo reemplace ya que sólo los medios estatales
tampoco son la solución. Siempre aconsejé a los redactores para que sepan generar
una tensión entre la redacción y la empresa. Es una tensión desigual porque en última
instancia la empresa tendrá la última palabra. Pero el valor de un medio, como producto,
es su credibilidad y la construcción de credibilidad le pone ciertos límites a la decisión
absoluta de la empresa. En esa tensión tiene que moverse el redactor, que además puede
ser amenazado, o la empresa amenazada, o chantajeada con la publicidad o por intereses
políticos.
Son muchas situaciones. Si denuncia que la empresa lo censura, –ya sea porque amenazan
a la empresa–, en este esquema, la concentración termina de desequilibrar todo. Porque
entonces el periodista pone en juego la fuente de trabajo y hasta el ejercicio de la
profesión. En lo personal traté siempre de elegir el lugar de trabajo. Sacrifiqué cuestiones
económicas, pero preferí trabajar en medios donde sabía que iba a encontrar solidaridad y
protección en caso de amenazas y apertura para publicar. Pero insisto en que un sistema
con pluralidad de voces tiene más capacidad para enfrentar a la censura que otro donde
haya una megacorporación– que abarque desde la telefonía hasta decenas o centenares
de medios–, en una posición dominante en los mercados.
59
CARLOS BARRAGÁN Y LOS
"PANELISTAS DE 6,7,8"
Por Marta Pérez Rodríguez
Para entender el caso de Carlos Barragán debemos profundizar en la relación del gobierno
de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) con los medios de comunicación más
populares de Argentina, el Grupo Clarín y el diario La Nación. Estos medios se dedicaron
a atacar al gobierno de Kirchner a raíz de un hecho significativo: en 2008, la presidenta
se propone cobrar impuestos a las exportaciones de los grandes productores agrarios.
En Argentina, el sector agroexportador ha sido siempre muy poderoso. La Nación y Clarín
defendieron abiertamente los intereses de este sector y atacaron al Gobierno por llevar a
cabo la ley de la subida de impuestos.
Ambos medios tuvieron una actuación destacada durante la dictadura militar iniciada
en 1976. Ambos apoyaron a la dictadura y escondieron y mintieron sobre los crímenes
de lesa humanidad. Además, ambos se vieron favorecidos por el negocio más turbio de
aquellos años, y es que la principal fábrica de papel de diarios del país fue “comprada” a sus
antiguos dueños para que La Nación y Clarín fuesen los únicos dueños del papel de diarios
de Argentina. En realidad, la compra se hizo secuestrando, torturando y amenazando a
los verdaderos dueños de la empresa. Nadie pagó nada por aquella empresa. Este delito
siempre estuvo escondido hasta que el gobierno de Kirchner comenzó a impulsar la
investigación, propiciando así un juicio donde se relatarían crímenes que podrían mandar
a la cárcel a los hoy dueños de estos medios hegemónicos.
En 2008 se desató una especie de guerra entre el gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner y estos poderosos medios de comunicación. Una guerra que incubó lo que
después se conoció como lawfare: una manera de destruir gobiernos sin necesidad de
sacar tanques militares a la calle. El lawfare necesita de medios de comunicación que
generen información falsa generalmente sobre corrupción política y fiscales y jueces
capaces de entrar en este juego y perseguir judicialmente a los políticos que “molesten”
a los poderes permanentes. Casos como el de Lula da Silva o Dilma Rousseff en Brasil,
Rafael Correa en Ecuador o en la misma Argentina, donde algunos dirigentes, entre ellos
el vicepresidente de Kirchner, que sigue todavía en prisión, están relacionados con esta
“guerra jurídica” que define el término de lawfare.
60
Carlos Barragán, periodista de televisión
"LA INFORMACIÓN ES TAN
IMPORTANTE PARA EL GRAN CAPITAL
QUE NO PERMITEN DEJARLA EN
MANOS DE CUALQUIERA"
Por Marta Pérez Rodríguez
El periodista Carlos Barragán ejercía como presentador del programa 6,7,8 en la televisión
pública argentina. En dicho programa se debatían cuestiones políticas, y abundaba el
tono jocoso a la hora de abordar los asuntos. Es cierto que 6,7,8 recibió numerosas
críticas ya que muchos lo tildaban de realizar propaganda política a favor del gabinete
de Cristina Fernández de Kirchner, quien gobernó el país entre 2007 y 2015. Barragán
afirma que 6,7,8 se trataba de un medio oficialista, que defendía al gobierno de Kirchner,
a diferencia de medios como son Clarín y La Nación, a los cuales se les podría considerar
como mercenarios de los intereses de una oligarquía muy presente en Argentina y, sobre
todo, con mucho poder.
Con la llegada al gobierno de Mauricio Macri, en 2015, se suspendió la emisión del
programa por orden de Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios y
Contenidos Públicos del gabinete de Macri. Así es como se consiguió que Barragán y sus
compañeros periodistas cesaran en su determinación de apoyar la ideología progresista
del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y, aún más, lograron que la imagen del
programa y de los profesionales que trabajaban en este medio quedara muy dañada,
elevada incluso a la categoría de “delincuentes”. Tanto es así que el mismo Mauricio
Macri, en el transcurso de un debate presidencial, en 2015, hizo referencia al medio de
Barragán con tono despectivo mientras se dirigía a su contrincante electoral, Daniel Scioli:
“Daniel, en qué te han transformado… parecés un panelista de 6,7,8”. Actualmente, Carlos
Barragán ejerce como profesor de periodismo y trabaja en una pequeña radio comunitaria
que se escucha por streaming.
“La censura te hace desaparecer
de la totalidad del mapa de los medios
de una sociedad”
61
¿Qué es la censura?
La censura es la forma de la impunidad del poder usada para silenciar voces públicas.
En mi caso, el gobierno de Macri extorsionó a todos los medios comerciales del país
con sanciones y castigos económicos. De esta forma, hasta los medios que podían
estar interesados en tenerme en sus plantillas no me convocaron porque sabían que mi
presencia les significaría graves problemas económicos. La censura, en este caso, implicó
también una gran y generalizada extorsión.
En los casos en que un periodista es despedido de un medio por razones ideológicas,
pero tiene la posibilidad de entrar a otro medio que lo reciba, no lo considero censura. Es
sencillamente la expresión de que cualquier medio representa una posición política con
intereses específicos. La censura te hace desaparecer de la totalidad del mapa de los
medios de una sociedad.
“Quienes participamos de él somos
prácticamente delincuentes, así nos trataron,
y por eso nos echaron”
¿Cómo quedó su imagen pública y la de su medio a raíz de los hechos
acontecidos?
Vas a encontrar muchas notas en donde nos critican de mil maneras. El programa 6,7,8
ha quedado en los medios hegemónicos como sinónimo de lo que jamás debe hacerse
en el periodismo. Quienes participamos de él somos prácticamente delincuentes, así
nos trataron, y por eso nos echaron. Yo hasta tuve miedo cuando asumió Macri de que
nos tiraran con problemas legales. El algún momento, durante el gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner, nos acusaron de incitación a la violencia. Hay que saber que el
poder en mayúsculas no es el gobierno, por eso defendiendo al gobierno de Kirchner cosa
que yo hice el poder nos atacaba. Tanto que cuando Macri llegó al gobierno nos quedamos
todos sin trabajo y acusados públicamente de corruptos, venales, mentirosos, violentos,
mercenarios, etc.
¿Ningún otro medio defendió al gobierno de Kirchner?
Yo defendí al gobierno en los medios estatales. Siempre había trabajado en medios
privados, pero cuando empecé en 6,7,8 se me hizo muy difícil seguir en los privados
porque éstos estaban en contra del gobierno. Por supuesto que cuando trabajás en medios
públicos y defendés al gobierno es obvio que te van a acusar de defender a quien te paga,
eso es algo muy difícil de desarmar. Pero era claro que ningún medio privado permitía
defender al gobierno. Hay un periodista muy conocido y prestigioso, Víctor Hugo Morales,
que sufrió persecución y fue echado de los medios privados por estar a favor del gobierno.
62
“Éramos como una peste que había que evitar
para que los medios no sufrieran represalias”
¿Qué motivos le dieron para proceder a la supresión de su programa?
A mí en realidad me despiden cuando Macri, que en el debate presidencial nombró
a nuestro programa asociándolo a todo lo malo, asume el gobierno. Macri deroga una
ley que extendía el mandato por dos años de quienes manejaban los medios públicos.
En Argentina esa ley desató una gran guerra. La pretensión de la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual, conocida como Ley de Medios K, era intentar democratizar
los medios haciendo que Clarín redujera su poder. Macri la derogó y dijo que nuestros
contratos eran ilegales. Pero ya venían generando una ola de rechazo hacia nosotros
desde hacía años, por ejemplo, convenciendo a todos de que cobrábamos en dólares.
La censura fue más bien una persecución política. A pesar de tener más de 25 años
trabajando en diferentes radios, a raíz de lo sucedido no tuve trabajo en ninguna. Y mis
compañeros sufrieron lo mismo. Todos sabíamos que estábamos en una lista negra, las
radios estaban amenazadas con que, si nos empleaban, el gobierno de Macri les quitaría el
presupuesto oficial. Macri asume la presidencia del país en diciembre de 2015. Nosotros
finalizamos en el mismo diciembre en la televisión y ya no tuvimos trabajo en ningún lado.
Éramos como una peste que había que evitar para que los medios no sufrieran represalias.
“Las noticias y la información son tan
importantes para el gran capital que no
permiten dejarlas en manos de cualquiera.
Ese es el problema”
Entonces el panorama en este periodo era el de unos medios privados
custodiando a la oligarquía y unos medios públicos que no podían
defender a su gobierno por presión de los privados, los cuales abarcaban
todo el poder en cuanto a la opinión pública. ¿Es así?
Algo así. Los privados defienden al statu quo. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner
tuvo dos problemas: no sólo que fue peronista, sino que fue de izquierdas. El peronismo
aparece en 1945, arrebata el país a las oligarquías y empodera a los trabajadores.
Aparecen sindicatos muy fuertes, políticas nacionales y muchos derechos para los
trabajadores. Eso dividió al país en dos hasta hoy. Entonces las empresas también las
mediáticas amantes del mercado, el dólar, lo extranjero y que aborrecen los derechos
laborales, son muy antiperonistas. A los capitalistas les va muy bien porque el peronismo
generó muchísimo consumo. Pero igualmente, prefieren sus privilegios a tener que
discutir con los trabajadores. En definitiva, se trata de la concentración capitalista contra
63
la democracia. Las noticias y la información son tan importantes para el gran capital que
no permiten dejarlas en manos de cualquiera. Ese es el problema.
¿Qué consejo le daría a un periodista que se ve enfrentado a un caso de
censura?
La censura genera un gran consenso o acatamiento. Quiero decir que son pocas las voces
que salen en defensa del censurado. Hasta las voces amigas se callan ante el temor de
caer en la misma desgracia. La censura tiene la fuerza de generar autocensura en las
voces que siguen comunicando. Mientras tanto el censurado desempleado, con problemas
económicos, amenazado, privado de poder ejercer su oficio, aislado y solo, empieza a
sospechar que hizo algo incorrecto. Mi consejo es resistir sabiendo que la censura no es
un castigo que alguien se merece, sino una expresión, un gesto de la impunidad de los
poderosos que cuando no tienen argumentos para una discusión, tienen la posibilidad de
eliminar la voz del contendiente. Resistir y dar testimonio es mi consejo.
“Internet es una válvula, un poco de
oxígeno para los comunicadores que fueron
censurados”
¿Cómo impactó Internet en la censura periodística?
Internet puede ser una herramienta para esquivar la censura, pero en niveles bajos, porque
es insuficiente y no puede competir con los medios concentrados y hegemónicos que
imponen la agenda también en las redes. Tampoco se puede competir con las granjas de
trolls que actúan a favor de los intereses del poder y de los medios concentrados y que
están listos para atacar al censurado.
Sin embargo, Internet es una válvula, un poco de oxígeno para los comunicadores que fueron
censurados. Ahí se pueden encontrar con los sectores del público que todavía sienten su
ausencia y evitar la desaparición total. Desde internet se puede seguir comunicando e
informando a un sector específico mientras el censurado puede continuar ejerciendo su
oficio en una especie de clandestinidad. Las redes no compiten con los grandes medios,
si fuera así, estos últimos cerrarían sus diarios, sus canales y sus noticieros, despedirían
a sus periodistas estrella, dejarían de tener negocios en común con el mundo financiero
y las grandes corporaciones, las embajadas o los servicios de inteligencia y abrirían una
cuenta de Instagram.
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DE DICTADURA, CLASISMO
Y DESIGUALDAD
Por Millaray Lezaeta Marín y Andrés Moncada Moncada
Chile es un país de 18 millones de habitantes que lidera en cifras de crecimiento económico
y rankings de calidad de vida en América Latina, pero al mismo tiempo está entre los más
desiguales de la región: el 1% más rico concentra el 26,5% de la riqueza. Esto se debe en
gran parte a que tanto los recursos naturales como los servicios de salud, educación y
pensiones, están en manos de privados. La gran mayoría de estas privatizaciones fueron
parte del legado de una dictadura militar de derecha liderada por Augusto Pinochet, quien
tras derrocar al Gobierno de Salvador Allende, a través de un Golpe de Estado, gobernó
el país entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990. Además de los
innumerables casos de tortura y violaciones a los derechos humanos, la dictadura de
Pinochet dejó como herencia la cuestionada Constitución de 1980, la cual fue creada por
un grupo de expertos a puertas cerradas y validada en un cuestionado plebiscito.
En este contexto de represión, la Ley de Prensa corrió la misma suerte y, pese a que data
de 1818, esos 17 años de dictadura se transformaron en el mayor periodo de censura y
violación a la libertad de expresión. Durante el mandato de Pinochet, en Chile hubo censura
en la literatura, universidades y medios de comunicación, incluyendo la autocensura de
contenidos que ejercieron los medios controlados por el gobierno de facto. Fueron muy
pocos los medios que decidieron tomar un rol opositor al régimen.
Los hechos de censura más radicales ocurrieron entre 1984 y 1986, cuando los medios
Análisis, Cauce, APSI y Fortín Mapocho recibieron la orden de no informar ni publicar
fotografías sobre las “protestas en páginas interiores”, dando paso a casos de censura
previa, clausura de medios de comunicación y retención de ejemplares.
En los años previos al retorno a la democracia, varios periodistas críticos al gobierno fueron
enjuiciados invocando la Ley de Seguridad del Estado, la cual fue endurecida y ampliada
durante la dictadura. La mayoría de los casos apuntaban a ofensas a la autoridad, a las
Fuerzas Armadas y a la alteración del orden público y la seguridad nacional. Recién en
2001 se derogó el artículo 6B de dicha ley, que permitía a las autoridades querellarse si
se sentían ofendidas en su dignidad. El caso más emblemático fue el de Alejandra Matus
quien tuvo que solicitar asilo político en Estados Unidos tras la publicación de El libro
negro de la justicia chilena.
En 1988 se realizó un plebiscito en el cual el 56% de los chilenos votó “No” a que el
dictador Pinochet siguiera en el poder y se abrió paso a la transición hacia la democracia,
pero la Constitución y las privatizaciones siguen vigentes hasta la actualidad. Esta
realidad, sumada a los bajos salarios –en Chile el sueldo mínimo es inferior a 400 mil
pesos chilenos (USD 460) – y la inequidad social desencadenaron en un estallido social
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que se ha manifestado de manera masiva desde el 18 de octubre de 2019 en las calles
de Chile. Entre las principales críticas al sistema de libre mercado chileno, están las
Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), un sistema privado impuesto en dictadura
que maneja el dinero de las pensiones de casi todos los chilenos –excepto las Fuerzas
Armadas que cuentan con su propio sistema– a través de un método de especulación
e inversión que en los últimos 30 años ha significado que más del 80% de los chilenos
tengan pensiones por debajo del sueldo mínimo cuando alcanzan la edad de jubilación.
Hoy, Chile está a la espera de un plebiscito que podría significar el cambio de la Constitución
de 1980 y así abrir la puerta a reformar algunos de los legados impuestos por la dictadura,
en busca de mejorar la distribución de los ingresos y el sistema de pensiones. Según el
ranking de Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019 realizado por Reporteros
sin Fronteras, Chile está en el lugar 46 de 180 porque, entre otros temas, padece los
resabios de la dictadura y falta pluralismo. En los últimos años no se han conocido
casos de censura, pero la concentración mediática en manos de grupos con gran poder
económico ha generado que el espectro de temas se haya acotado a solo un par de visiones
hegemónicas, hecho que ha sido ampliamente criticado por los ciudadanos durante las
protestas sociales de 2019-2020.
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JUGARSE LA VIDA EN DICTADURA
Por Andrés Moncada Moncada
En 1977, cuatro años después del Golpe de Estado, Juan Pablo Cárdenas, bajo el
patrocinio de la Academia de Humanismo Cristiano, fundó la revista Análisis, una
publicación de carácter mensual que consiguió el permiso de creación como nuevo medio
de comunicación, en medio de un clima de hostilidad, silencio y presiones. Tuvo que lidiar
con las negativas de las grandes imprentas y organizar su producción de manera más
pequeña y autónoma. Esto, lo llevó a buscar financiamiento en entes ajenos al gobierno,
tales como embajadas, gobiernos europeos e, incluso, a la Fundación Ford.
Análisis tuvo el rol de denunciar, a través de investigaciones periodísticas, la realidad
que vivía un país completamente reprimido en sus libertades más esenciales. Así pasó
con casos emblemáticos como la Caravana de la Muerte, el relato de cómo una comitiva
del Ejército de Chile recorrió el país durante el año 1973, asesinando y desapareciendo
forzosamente a 97 presos políticos tras el golpe militar. O la serie de reportajes sobre los
bienes de la familia Pinochet, publicados cinco meses antes de que la dictadura llegara
a su fin.
En su transcurso, vivieron la censura fotográfica que fue impuesta por el régimen a toda
la prensa de la época. Pero la revista Análisis no calló ante esto y en cada una de sus
páginas, denunciaron la censura dejando espacios en blanco en cada una de las imágenes
que acompañaban sus publicaciones. Bajo su lema “una opinión libre”, Análisis nunca
permitió que la represión fuera un impedimento para hacer su labor de denunciar los
casos de abusos y violación a los derechos fundamentales de las personas, logrando
sensibilizar y concientizar a la ciudadanía sobre sus derechos, como un primer paso para
poder exigirlos.
Además, fue la primera revista chilena que devolvió la voz a los exiliados por el régimen
militar. Entre sus páginas, publicaba cartas de los personeros de la Unidad Popular que,
desde el extranjero, encontraron en esta revista, un espacio de desahogo y expresión, libre
de la represión de la tiranía.
Juan Pablo Cárdenas fue procesado y encarcelado por las fiscalías militares y los jueces
abyectos en múltiples oportunidades desde la fundación de la revista y hasta el año 1993
cuando se emitió la última edición. En 1986, estuvo un año y medio preso en reclusión
nocturna, por el “delito de difamación del presidente de la República”. Además de vivir
otras formas de presión y acoso tanto él como su familia: el incendio intencional en su
casa, el extraño accidente automovilístico que casi termina con su vida, las constantes
llamadas telefónicas, los seguimientos de sus movimientos por Santiago de Chile, las
visitas de agentes secretos a la puerta de su casa, amenazas directas a sus hijos y esposa,
e incluso el asesinato de su editor internacional, el periodista José Carrasco Tapia.
68
Juan Pablo Cárdenas, periodista
"HOY NO SE MATA A LOS
PERIODISTAS, PERO SÍ
SE LES SILENCIA"
Por Andrés Moncada Moncada
Juan Pablo Cárdenas Squella es un periodista chileno reconocido por su trabajo durante
la Dictadura Militar, ocurrida en Chile desde el 11 de septiembre de 1973 hasta marzo de
1990. En esos más de diez años de represión militar, Cárdenas fue uno de los periodistas
que se jugó la vida, siendo una de las pocas voces que la dictadura militar no pudo callar.
Fundó y dirigió Análisis, una de las revistas más importantes en la lucha contra los abusos
a los derechos humanos que cometía el régimen de Augusto Pinochet.
Hoy, alejado de la prensa escrita, ejerce su profesión compartiendo columnas de opinión
y análisis en su página web “Juan Pablo Cárdenas - Política y Utopía”, un lugar donde
la actualidad comparte un espacio sinérgico con el pasado de un país, marcado por el
forzado silencio de su libertad de expresión.
Como director de la revista Análisis, en la época de la dictadura chilena,
se enfrentó de manera directa a la censura periodística. Esta censura,
muchas veces debe haber ido más allá del simple hecho de estar
imposibilitado de publicar un contenido. ¿Qué episodios concretos
recuerda haber vivido?
Análisis es una publicación que surge después de años de dictadura, en que creímos
que se abría una ventana en la posibilidad de emitir medios de comunicación que se
propusieran promover el retorno a la democracia, que se pusiera a denunciar la violación a
los derechos humanos y tantas otras cosas. Es un medio que nace con el compromiso y el
objetivo de combatir a la dictadura, es por lo mismo, que enfrentamos el acoso constante
de esta. Mucha gente pregunta cómo una dictadura como la de Pinochet pudo haber
tolerado un medio de comunicación como Análisis, y, he llegado a concluir, que, pese
a que nosotros nunca pedimos autorización para circular, el gobierno no dimensionó y
pensó que iba a ser más complicado combatir este medio de comunicación, y otros que
aparecieron, que permitirlos y dejarlos que alcanzaran un público muy limitado. Pero
claro, fue con el desarrollo progresivo de estos medios que el gobierno empezó a ejercer
69
sus medidas represivas. En el caso nuestro, creo que fuimos la revista más perseguida
por la dictadura. Enfrentamos más de 10 o 15 situaciones ante los Tribunales Militares y
la Justicia ordinaria, yo estuve detenido en cinco oportunidades, fui condenado a un año
y medio de reclusión nocturna, la revista fue cancelada en dos oportunidades, pero así y
todo no lograron contrariar nuestras voluntades de permanecer y cumplir con lo que se
nos había enseñado como periodistas: romper con los bloqueos informativos y ayudar al
entendimiento humano, su liberación y su progreso.
Efectivamente fuimos muy afectados por la persecución, pero no tanto por la censura
porque yo te podría decir que nunca hubo tema alguno en que nosotros soslayáramos,
ocultáramos o tuviéramos miedo de cometerlo. Pero hay una excepción, porque yo
tuve en mis manos el listado completo de los agentes civiles de la Centro Nacional de
Inteligencia (CNI), y podríamos haber publicado eso, pero con un riesgo enorme, porque
evidentemente se trataba de centenares de personas que colaboraban con los servicios
secretos y que pudieron haber sido linchados por la población. Se trataba de una cantidad
de nombres que no estábamos en condición de verificar uno a uno, o su participación
como agentes de inteligencia. Luego lo que decidimos fue devolverle a la CNI, de manera
formal, este documento que habíamos recibido, quedándonos con las copias pertinentes
y le entregamos a la Vicaría de la Solidaridad el listado completo para que ellos operaran
como quisieran. Esta fue la única vez que nos inhibimos porque hicimos un cálculo de las
consecuencias que podría haber tenido esto que, indudablemente, hubiera sido el cierre
definitivo de nuestra revista.
“No lograron contrariar nuestras voluntades
de permanecer y cumplir con lo que se nos
había enseñado como periodistas: romper
con los bloqueos informativos y ayudar al
entendimiento humano, su liberación y su
progreso”
¿Cómo llevó adelante un medio de comunicación, considerado de
disidencia, en medio de un régimen militar?
Simplemente cuidando los términos. Por ejemplo, nosotros al principio en los primeros
años no hablábamos de dictadura ni de gobierno de Augusto Pinochet, hablábamos
de gobierno militar. Con el tiempo ya fuimos hablando francamente de dictadura y ya
para el final, hablábamos de tiranía, pero ya habíamos consolidado un espacio en la
sociedad chilena y un reconocimiento mundial que hacía bien difícil a la autoridad
poder combatirnos. Salvo estos requerimientos frente a los Tribunales que fueron muy
incómodos, las cárceles, los amedrentamientos, las amenazas. Nosotros tuvimos como
política en Análisis, nunca darnos por aludidos de alguna amenaza, nunca darnos aludidos
70
de que nos seguían o vigilaban, nunca demostrar inquietud al respecto y, creo, fue muy
eficiente a pesar de los riesgos.
Un automóvil mío y el de otra periodista fueron quemados el mismo día simultáneamente;
tuve un accidente carretero que no tiene explicación si no es que me intervinieron
el automóvil en que viajaba, estuve a punto de precipitarme a un barranco; los
perseguimientos que hicieron de mis hijos, que nos obligó a cambiarnos de casa muchas
veces; nos sentíamos vigilados y acosados por los agentes que rodeaban nuestra casa,
llegaban a nuestra puerta bajo cualquiera pretexto. Pero nunca dijimos nada de eso
porque creíamos que era mucho mejor no darle importancia, pese a los riesgos que podía
tener. Posteriormente cuando nos clausuraron, recuerdo que fue por cuatro o siete meses,
nos prohibieron la difusión de fotografías, lo que fue un acto de censura completo. Lo
que hicimos fue dejar en blanco los espacios en donde iban estas fotografías con sus
leyendas y lecturas de grabado pertinentes. Luego expusimos las fotos, que no habían
dejado publicar, en el Colegio de Periodistas, donde se formaba una larga fila de personas
que querían saber qué fotos habían sido prohibidas. Con esta situación, el gobierno
cayó en ridículo y al poco tiempo se levantó la prohibición de publicar fotografías. Más
adelante, cuando fuimos clausurados, ideamos seguir editando de manera clandestina
para hacer frente al requerimiento inmediato, pero luego decidimos publicar nuestra
revista en Alemania y, es así, cómo surgió Análisis Internacional. Esa revista llegaba vía
Lufthansa porque hicimos un pacto con sus pilotos, que nos traían los paquetes con las
revistas y nosotros las distribuíamos en el país a través del correo nacional para todos
los suscriptores, entonces, Análisis Internacional pasó a ser un producto mucho más
apetecible. El gobierno nuevamente cayó en el ridículo y se nos levantó la prohibición de
circular.
Creo que Análisis lideró todas las formas y las ocurrencias para hacer frente a la dictadura.
No desconozco que el gobierno podría habernos borrado "de un plumazo", pero la verdad
es que hicieron un mal cálculo.
¿Cree que la censura periodística de la dictadura sigue viva en nuestra
democracia?
De muchas formas sigue viva porque siguen los amedrentamientos, los despidos de
periodistas que son incómodos al poder y a las empresas que controlan los grandes
medios de comunicación, y eso es constante, a diario. Sigue habiendo imposibilidad de
poder desarrollar nuevos medios de comunicación, salvo por internet, pues se requiere
de recursos, de publicidad, que muchas veces son negados para aquellos medios que
ejercen la crítica y la oposición. Es muy difícil hacer periodismo en estas circunstancias,
por eso que es tan sorprendente que el pueblo chileno, pese a haber seguido aislado de la
información de los verdaderos acontecimientos nacionales y mundiales, haya adquirido
esta consciencia política que se tradujo en ese despertar de Chile en las protestas
y movilizaciones que iniciaron a fines de 2019 y que ahora se han postergado por el
coronavirus.
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Hoy no se mata a los periodistas, pero sí se les silencia, si uno se para frente a un quiosco
de diarios en Santiago va a ver que la prensa que se exhibe ahí es una de las más pobre del
continente y del mundo. Países más pobres y pequeños que el nuestro, como Paraguay,
pueden darse el lujo de tener cuatro o cinco matutinos, mientras que aquí, lo único que
predomina son los medios de El Mercurio y de La Tercera. Hemos seguido viviendo la
censura. Pienso que una de las condiciones de la libertad de información es la diversidad
informativa y lo que no tiene Chile hoy en día, es esto. Los grandes politólogos que
han estudiado la democracia dicen que uno de los pilares fundamentales de esta es la
libertad informativa, no la libertad de expresión. Hay países que no tienen libertad de
prensa, pero hay libertad de expresión, más que aquí incluso, pero aquí carecemos de
diversidad informativa, estamos al alero de dos cadenas de diarios, de la televisión que
sigue absolutamente uniformada en los mismos contenidos y orientación. En fin, son las
redes sociales las que están rompiendo el bloqueo informativo, ya no impuesta por la
dictadura, sino por la post dictadura.
“Otra es la censura solapada de estas
democracias –que dicen ser democracias–
pero que no cumplen con uno de sus pilares
fundamentales: la diversidad política y
periodística”
¿Cómo se vive la censura periodística en el Chile del despertar social?
Se vive con la clase política y los poderes del Estado que no reconocen que hay limitaciones
severas a la libertad de prensa, que hay una censura que es más solapada pero tan efectiva
como la anterior. Es curioso que el medio que subsistió durante la dictadura no haya
podido subsistir durante la post dictadura, eso es muy sospechoso. Pero ahora se vive
principalmente por las redes sociales, es allí, donde está la válvula de escape de quienes
se sienten desinformados, de quienes quieren informar lo que realmente ocurre en todos
los niveles.
¿Cree que el servilismo de los grandes medios de comunicación con los
negocios puede crear censura sobre temas que afecten sus relaciones
comerciales?
Es evidente que, si hubiera criterio de marketing, si hubiera la necesidad de invertir en
publicidad efectiva, los medios que nosotros tenemos acceso tendrían plenamente
asegurado su funcionamiento publicitario. Pero que El Mercurio y La Tercera, sean los
únicos medios que abarquen el tiraje impreso, y que, la televisión tenga pésimo rating
con su programación, comprueba que la publicidad no obedece a las necesidades de
72
la empresa de mejorar su imagen, de vender sus productos, sino que a la necesidad
de quienes controlan la economía de seguir sosteniendo el régimen actual, el sistema
neoliberal heredado de la dictadura. Ese sistema acotado político, en que realmente, se le
ponen serias trabas al ejercicio de la soberanía popular y la democracia.
Los medios se rinden al rating, lo buscan afanosamente, pero ya todo el mundo tiene
constancia que la televisión oculta, que los diarios mienten, de que hay mucha información
del mundo que se soslaya, que estamos aislados de lo que acontece mundialmente, y
lo que le puede permitir a un "estúpido" como Piñera desafiar el sentido común y a los
gobernantes del mundo en algunas situaciones que hemos visto, darse aires de que la
economía chilena es de las más sólidas de la tierra, siendo que los indicadores reales
muestran que somos un país que vive en la más profunda desigualdad, con una pobreza
que día a día se constata en nuestras ciudades. Se ha inventado una gran mentira y esto
no ha sido sólo responsabilidad de la derecha ni del actual Gobierno, son los gobiernos de
la Concertación los que fueron más cómplices de toda esta situación, trayendo a la política
un fenómeno que se expresaba muy tenuemente que era la corrupción. La corrupción hoy
en día es transversal y por eso es tan fácil que los políticos en menos de 24 horas se
pongan de acuerdo para acordar un plebiscito al que se negaron durante 30 años, y que
hagan lo mismo para decidir postergarlo.
¿Qué es censura para usted?
Es impedir que los periodistas y los medios de comunicación se expresen libremente,
que puedan asumir libremente sus posiciones y servir a su tarea humana de comprender
y transformar el mundo. Hay muchas formas de censura: una es la censura brutal, la de
las dictaduras en que clausuran medios, matan periodistas, los encarcelan. Otra es la
censura solapada de estas democracias –que dicen ser democracias– pero no cumplen
con uno de los pilares fundamentales que es el de la diversidad política y periodística.
¿Qué herramientas tenemos hoy en día como periodistas para
defendernos en caso de vernos enfrentados a la censura?
Creo que los periodistas deben tener una formación ética importante. Lo que hizo que
nuestra generación cumpliera con la misión de los periodistas, es que las primeras escuelas
de periodismo hayan puesto mucho énfasis en la formación ética, en el compromiso que
tenía nuestra profesión. A nosotros se nos repetía hasta el cansancio, antes del 11 de
septiembre de 1973, que los buenos periodistas, y los medios de calidad, los pone a
prueba los regímenes de excepción o las dictaduras. Hoy, las escuelas que están formando
comunicadores sociales no tienen plena concepción de su responsabilidad en la tarea
humana de comprender y transformar el mundo. Creo que el ejercicio del periodismo se
ha ido convirtiendo en una profesión liberal más, en que los periodistas ven una forma
de subsistencia, una manera de brillar en los medios o en la sociedad. Si uno aprecia
la televisión chilena, uno lo que se encuentra son modelos, figuritas o rostros, como le
dicen aquí, de personas que se hacen cargo hipotéticamente de informarnos, y que son
escogidos por suposición retardataria, por sus cualidades físicas o de otra naturaleza, y
no por su compromiso con los valores del periodismo y de la información.
73
“Los buenos periodistas, los medios de calidad,
son puestos a prueba por los regímenes
de excepción o las dictaduras”
¿Cómo cree que internet ha impactado en la censura periodística?
Hoy en día se aprecia que mucha gente no lee los diarios, no ve la televisión, la radio
ha ido cobrando vigencia, pero sólo con aquellas emisoras que se atreven a decir las
cosas y a hacer comentarios políticos y espacios de reflexión. El resto de los chilenos
se están informando a través de las redes sociales, lo que es bueno y malo. Por un
lado, se informan, pero por otro, se desinforman, porque estas redes sociales han sido
penetradas por toda suerte de especuladores, gente sin principios ni ética que miente
descaradamente, calumnia y que, finalmente, ejerce una labor nefasta para la necesidad
que tiene el pueblo chileno de estar correctamente informado.
74
LA INJUSTICIA DEL EXILIO
Por Millaray Lezaeta Marín
En 1999 se prohibió la circulación de El libro negro de la justicia chilena. Por solicitud
del presidente de la Corte Suprema se retiraron todos los ejemplares de las librerías y
las copias en bodega, mientras que los responsables de la editorial fueron apresados y
la autora tuvo que solicitar asilo político en Estados Unidos. El caso llegó hasta la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) donde concluyeron que hubo censura,
se violó el derecho a la libertad de expresión y a la propiedad privada. El caso implicó
cambios en el sistema judicial y en la Ley de Prensa que han sentado un precedente para
la libertad de expresión en la actualidad.
Lo ocurrido con El libro negro de la justicia chilena representa el caso más emblemático
de censura al periodismo en tiempos de democracia en Chile. El texto –el cual denunció
corrupción, tráfico de influencias, fraude y sobornos al interior del sistema judicial– es el
resultado de una ardua investigación realizada por la periodista Alejandra Matus, quien
entrevistó a más de 80 personas al interior de instituciones de justicia durante varios años
de manera reservada. Un trabajo periodístico que concluyó en el libro que en 1999 se
transformaría en el precursor anónimo de importantes modificaciones al sistema judicial
chileno y la Ley de Seguridad del Estado, cuyos artículos se habían convertido en aliados
infalibles para censurar con éxito cualquier información que incomodara a una autoridad.
El martes 13 de abril de 1999 se realizó el lanzamiento del libro y ese mismo día la
policía requisó más de mil ejemplares de las bodegas de la Editorial Planeta, retiró las
copias de las librerías que lo tenían a la venta y apresó a los editores responsables
de la publicación. Acto seguido, la autora salió del país tras ser advertida de posibles
consecuencias judiciales en su contra por injurias, calumnias y difamación, invocando
la Ley de Seguridad del Estado (LSE). El recurso fue presentado por Servando Jordán, en
ese entonces presidente de la Corte Suprema, quien solicitaba detener la circulación y
comercialización del libro de manera inmediata a través de la aplicación del artículo 6 de
la LSE. En aquel entonces, dicho artículo establecía que "si el Presidente de la República,
los Ministros de Corte, Los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y de Orden, se
sienten ofendidos en su dignidad, pueden pedir un ministro en visita".
El día del lanzamiento se vendieron más de dos mil ejemplares, pero la prohibición de
difundirlo generó una enorme demanda por conseguirlo y leerlo, lo que desencadenó que
miles de copias piratas pudiesen llegar a manos de políticos, periodistas y ciudadanos
comunes que comenzaron a manifestarse en contra de la censura que sufrió Alejandra
Matus.
Durante el tiempo que pasó en Miami la periodista trabajó en El Nuevo Herald, mientras en
paralelo buscaba el modo de superar esta situación para regresar a Chile reivindicando la
75
libertad de informar y ganándole a la censura.
Matus presentó una petición en la Corte Interamericana de Derechos Humanos para
investigar el caso. El organismo falló a su favor indicando que efectivamente fue víctima
de censura y que el Estado chileno fue responsable de que se vulnerara el derecho a la
libertad de expresión de su autora y de la sociedad chilena. Además, recomendaron que
fuera reparada adecuadamente por las consecuencias de lo ocurrido.
A raíz de esto, en septiembre de 2008, el Consejo de Defensa del Estado de Chile decidió
otorgar a Matus una indemnización de 30 millones de pesos chilenos en reparación por
los daños sufridos al ver violados sus derechos a la libertad de expresión y de propiedad.
La autora fue sobreseída en junio de 2001, después de una solicitud del abogado y
hermano de la periodista, Jean Pierre Matus, tras la nueva Ley de Prensa promulgada
en mayo del mismo año que consiguió la derogación de la figura penal de difamación a
altas autoridades. Pese a esto, Matus no pudo regresar a Chile hasta julio del mismo año
cuando la causa judicial en su contra se cerró de manera temporal, luego de la aprobación
de un recurso de amparo que presentó su familia mientras ella se encontraba con asilo
político en Estados Unidos por temor a represalias.
Aunque nunca se ha reconocido que El libro negro de la justicia chilena haya tenido
injerencia en las reformas al sistema judicial, lo cierto es que varias de las malas prácticas
denunciadas y de los hallazgos plasmados por la periodista en el texto, coinciden con los
cambios aplicados en la Reforma Procesal Penal que se llevó a cabo en Chile entre 2000
y 2005, donde no solo se modificó y reorganizó el sistema en su totalidad, sino también
se puso el foco en regular los roles y responsabilidades dentro de la institución.
Asimismo, en 2001 el Gobierno de Ricardo Lagos derogó los artículos 6b y 16 de la Ley de
Seguridad del Estado, los mismos que se utilizaron como base para censurar a Matus por
atentar contra la libertad de expresión y ser incompatibles con la democracia.
Alejandra Matus (54) es periodista de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Máster
en Administración Pública de la Harvard Kennedy School y Harvard Nieman Fellow. Se
ha desempeñado como periodista en medios de comunicación chilenos como La Época,
La Nación, La Tercera y The Clinic, y El Nuevo Herald en Miami. Además de El libro negro
de la justicia chilena, ha publicado investigaciones como Mitos y verdades de las AFP
(Aguilar, 2017), Doña Lucía (Ediciones B, 2013), este último corresponde a una biografía
no autorizada de Lucía Hiriart, viuda del dictador Augusto Pinochet. Además es coautora
de Crimen con Castigo, Los archivos del Cardenal y Los Malos, entre otros. Ha recibido
reconocimientos periodísticos como el Premio Ortega y Gasset entregado por el Diario
El País de España. Actualmente es profesora asociada de la Universidad Diego Portales,
pero mantiene sus actividades académicas suspendidas mientras cursa un Máster en
Escritura Creativa en la New York University.
76
Alejandra Matus, periodista y académica
"CENSURA ES ALGO QUE NO OCURRE
EN CHILE HOY, EL PROBLEMA ES
LA CONCENTRACIÓN MEDIÁTICA"
Por Millaray Lezaeta Marín
El 13 de abril de 1999, la periodista chilena Alejandra Matus presentaba “El libro negro
de la justicia chilena”, texto en el que revelaba su investigación sobre las malas prácticas
que existían dentro del Poder Judicial. Aunque bromea con que quizás fue mala idea
escoger hacer el lanzamiento un martes 13, asegura que en ningún momento se imaginó
lo que iba a pasar. Durante los seis años que realizó la investigación no habló del tema con
nadie, ni con su familia, pero a la mañana siguiente del lanzamiento, la policía llegó a las
bodegas de Planeta – la editorial que publicó el libro – para incautar todos los ejemplares
mientras en paralelo retiraban todas las copias de las librerías. En menos de un día sintió
el ataque directo de una ley antidemocrática contra la que no podía defenderse. Tuvo que
irse de Chile, solicitar asilo político en Estados Unidos y recurrir a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos. Hoy mira con satisfacción los cambios que se hicieron en materia
legal y en el sistema judicial a partir de su libro.
¿Cómo viste afectada tu libertad de informar sobre la justicia chilena?
Durante la investigación no la vi afectada porque nadie sabía lo que yo estaba haciendo
o al menos eso creía yo. Mientras reporteaba no, porque Servando Jordán en concreto
no se dio cuenta. Además, yo no le había contado a nadie. Ni a amigos, ni siquiera a
personas cercanas, porque en ese momento la censura por Ley de Seguridad del Estado
era común, no era una cosa extraordinaria. De hecho, es el tema del prólogo del libro que
en algún momento lo enviamos a algunos periodistas para que publicaran que se iba a
lanzar, y lo primero que ellos me preguntaron fue si es que yo no tenía miedo por esta
ley, entonces era bastante evidente. Editorial Planeta también le mandó el libro a tres
abogados de confianza y dijeron que estaba bien sustentado, pero que eso no era defensa
contra la Ley de Seguridad del Estado porque en ese entonces no contenía la excepción
de verdad. La Ley de Seguridad del Estado se activaba en esta materia solo porque una
autoridad protegida por ella se sintiera ofendida, no si lo que se decía era cierto o no.
Todos pensamos que, después de ser lanzado, para que alguien presentara una querella
tenía que comprarlo, leerlo, presentar el escrito de la querella, etc. Y que eso iba a tardar
por lo menos dos semanas, ese era nuestro cálculo de la presentación. Y además que
en el Chile de ese momento con Augusto Pinochet preso en Londres, terminando ya el
77
segundo Gobierno de la Concertación, no se sostendría una censura de la magnitud que
ocurrió.
Nuestra convicción era que nadie tenía el libro, pero tiempo después nos dimos cuenta
que el escrito se presentó el mismo día de la presentación y contenía muchos extractos
del libro. En ese tiempo Planeta subcontrataba el servicio de imprenta y, tiempo después,
fueron personas de la imprenta a contarle a Planeta que su jefe era quien le había pasado
el libro a Servando Jordán mucho tiempo antes. En cualquier caso nosotros nunca nos
imaginamos una incautación, nunca imaginamos la magnitud de lo que pasó. Mi primera
reacción fue decirle a la jefa de prensa de Planeta que le avisara a los medios y empecé
a responder entrevistas. Entremedio me llamó mi hermano que se había enterado por
un amigo que esto era por Ley de Seguridad del Estado y que tenía que irme de Chile. Al
principio me resistí porque me parecía que tenía que quedarme ahí a defender el libro,
pero él me explicó que legalmente no había defensa, no existía defensa de la verdad y
que las penas eran gravísimas. Con mi novio nos fuimos inmediatamente al aeropuerto,
empacamos lo que alcanzamos y compramos el primer pasaje al primer aeropuerto más
cercano a Chile, que era Argentina. Afortunadamente todavía no había llegado la orden
de detención en mi contra y pude salir a Argentina, donde estuvimos 10 días esperando
porque yo tenía la esperanza de que el requerimiento de Servando Jordán -un tipo que
había escapado de una acusación constitucional por un voto -no se iba a sostener- pero
fue acogida y fue tramitada y se dictó la orden de detención en mi contra. Así que de ahí
nos fuimos a Estados Unidos y pedí asilo político.
“Ese descubrimiento de la política real y del
peso real de esta prohibición fue súper duro
para mí. En un momento pensé en que no iba a
poder volver a Chile, que esto no iba a cambiar”
¿Qué provocó todo esto en tus ganas de seguir investigando temas y
luchar contra la censura?
Yo pasé por todas las etapas porque mi primera reacción fue "no, yo voy a poder contra
esto” y una cierta sensación de que mi trabajo era más fuerte que las prohibiciones
legales. Pero después de un tiempo, también fue una lección de humildad en el sentido de
que efectivamente estas restricciones si existen es porque le sirven a quienes exponen la
ley. El aparato del Estado completo está al servicio de la prohibición. Fue un golpe súper
duro para mí. Hubo parlamentarios que me llamaban y me decían: “vente, nosotros te
vamos a buscar, cruzamos contigo la cordillera y te acompañamos para que te entregues
y hacemos de esto una gran batalla, etc”. Pero si tú lees el debate parlamentario, respecto
de cambiar la Ley de Seguridad del Estado, la mayoría estaba en contra porque también
los protegía a ellos. El Gobierno de Eduardo Frei decía que no se pronunciaban sobre
fallos judiciales, pero que de todas maneras les parecía insólito. Pero cuando presenté la
demanda contra el Estado chileno en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
78
(CIDH), su Gobierno hizo una defensa feroz y trataron de impedir que yo pidiera asilo
político. Ese descubrimiento de la política real y del peso real de esta prohibición fue súper
duro para mí. En un momento pensé en que no iba a poder volver a Chile, que esto no iba
a cambiar. Mi mamá en ese proceso se tituló de abogada y yo no la pude acompañar, me
preocupaba pensar qué podía pasar si ella se enfermaba, cosas prácticas, concretas y
cotidianas, que son al final las que te duelen de la prohibición.
Yo estaba bien en términos físicos, materiales, me contrataron en El Nuevo Herald para
trabajar como periodista, pero no podía desligarme de lo que pasaba. No me podía resignar
a que esto no iba a cambiar y, sin embargo, había momentos largos en que me parecía que
no se movía nada.
“Los diarios hablaban del caso de la censura,
pero no de lo que decía el libro, el texto no se
podía citar ni se podía comentar.
En el fondo era el silenciamiento de toda la
investigación periodística que había hecho”
¿Te sentiste perseguida o acosada por los jueces chilenos?
Desde el punto de vista de la libertad de expresión todo esto era un ataque grave. Hasta
el día de hoy hay periodistas y personas que me dicen: "bueno, pero la censura te ayudó
porque más gente se interesó en el libro, más gente lo leyó". Pero lo cierto es que el
libro estaba prohibido de difundirse, entonces se transformó en uno clandestino. Mucha
gente lo leyó, pero mucha gente no pudo hacer nada al respecto porque era un contenido
prohibido. De hecho, un periodista que lo mostró en la televisión, Alejandro Guillier, fue
citado a declarar y se le prohibió seguir hablando del tema. Los diarios hablaban del
caso de la censura, pero no de lo que decía el libro, el texto no se podía citar ni se podía
comentar. En el fondo era el silenciamiento de toda la investigación periodística que había
hecho, por una ley que impedía drásticamente la libertad de expresión, o sea, no se podía
comentar ni criticar. La crítica que había en ese momento era si el libro ameritaba o no
haber sido prohibido, no respecto de la validez, los contenidos o la calidad periodística. Y
esto duró dos años y medio, y el tema se trasladó desde la justicia a la libertad.
Se creó una comisión de ética en la Corte Suprema que no había existido antes y varios de los
jueces mencionados en el libro fueron destituidos, pero nunca se citó el libro. En ese minuto
el tema no fue lo que decía ni la gravedad de lo que denunciaba el libro, ni las consecuencias
en el poder judicial sino que fue la censura, que también fue bueno porque permitió un debate
que dos años más tarde terminó con la eliminación de estos artículos en la Ley de Seguridad
del Estado. En una democracia normal, la discusión hubiese sido en torno al libro.
79
¿Cuál dirías que es el estado de la libertad de prensa hoy en Chile luego
de 20 años de lo sucedido con tu libro?
Es importante tomar en consideración el contexto en el que ocurrió esta prohibición: todos
los diarios y revistas que se crearon en la década de los 80 habían muerto, no existían las
redes sociales, Whatsapp, ni ningún otro medio de comunicación que no fueran los medios
establecidos. Por lo tanto, una censura en 1999 era sumamente efectiva. Al tercer día de
la prohibición, Planeta y yo autorizamos que se pudiera descargar el libro por internet en
la página del diario La Tercera y se descargó más de 100 mil veces en los tres días que
estuvo disponible, porque después tuvieron que sacarlo. Y el libro, aunque no hay registros
porque era todo clandestino, se estima que ha sido uno de los más pirateados. Planeta
consideraba que se habían pirateado al menos 100 mil ejemplares. Esa fue la manera en
que el contenido llegó, pero si esto ocurriera hoy, en horas, minutos, tal vez en segundos, el
libro estaría disponible para quien lo quisiera leer en alguna red social. Imagínate cuántas
personas tenían internet en 1999. Recién algunos medios estaban experimentando con
sus páginas web, pero no existían medios digitales, las descargas demoraban varias horas.
Entonces en ese mundo, la censura era un mecanismo eficiente. Hoy en día los niveles
de libertad de expresión que existen son mayores a cualquier momento de la historia de
Chile, tanto por la revolución tecnológica como por la eliminación de las restricciones
legales. Las barreras de entrada a difundir un contenido hoy día son bajísimas. Y si bien
existen normas, todavía teóricamente severas respecto a la libertad de expresión, en la
práctica han quedado obsoletas.
“Lo que se entiende por censura es algo que
no ocurre en Chile hoy día, el problema es la
concentración mediática, porque no solo es que
estén concentrados, sino que comparten un
mismo punto de vista editorial entre ellos
y eso sesga”
La concentración de los medios de comunicación en Chile ha hecho que
adquieran nuevos canales informativos o que cierre su competencia,
¿va de la mano con la censura o veto a ciertos temas el monopolio de
los medios de comunicación?
Lo que se entiende por censura es algo que no ocurre en Chile hoy día, el problema es la
concentración mediática. Porque no solo es que estén concentrados, sino que comparten
un mismo punto de vista editorial entre ellos y eso sesga no solo los contenidos que
se difunden porque no solo va con el mismo framework y con una misma manera de
interpretar la realidad, que además deja mucho contenido que ellos no consideran
80
noticioso fuera. Si bien han tenido que ampliar y cubrir temas que antes simplemente no
se publicaban, como por ejemplo los casos de corrupción en el Ejército y en Carabineros,
ahora se publican porque también hubo un cambio en el Poder Judicial que lo permite.
Pero el problema es que la interpretación que se le da a esos hechos es sesgada hacia
un solo punto de vista en la sociedad chilena, que es el punto de vista de la derecha o
extrema derecha. Todo lo demás queda fuera o es tratado a través de ese tamiz.
Existen muchos medios digitales nuevos que aportan nuevos puntos de vista y que cada
vez han ido cobrando mayor fuerza, sin embargo son precarios y no tienen los recursos
todavía para invertir en investigación periodística. Hay mucha información pública
necesaria que no se cubre. Un ejemplo de esto es el estallido social, ya que los grandes
medios no se han cansado de decir que lo que ocurre ha sido muy sorpresivo, que nadie
lo vio venir. Fue sorpresivo porque los medios no estaban cubriendo los temas que están
detrás del estallido social.
“El periodismo cotidiano no se hace las
preguntas correctas porque los medios
tradicionales no cuestionan a la autoridad”
Con respecto a la crisis social en Chile, ¿cómo ves la cobertura de los
medios?
Por lo que veo y leo es que los medios establecidos han contribuido a la criminalización
del movimiento, a poner el énfasis en el orden y no a atender al fondo del clamor que está
detrás del estallido social, que no son los 30 pesos del pasaje escolar, sino que es un
modelo económico y social y una democracia tutelada que deja fuera de la discusión y de
la distribución de recursos y de poder a la gran mayoría de los chilenos. Eso es lo que está
detrás y eso no se cubre de la manera que debiera cubrirse. El sistema político con todas
sus imperfecciones ha concedido algo que hace un año era impensable: la realización
de un plebiscito para cambiar la Constitución. Los medios establecidos nunca cubrieron
seriamente, como debió haber sido, la posibilidad de cambiar la Constitución. Y si acaso
lo cubrieron fue para decir que no debía cambiarse y que hacerlo era una cosa irrisoria,
ridícula… Lo mismo que tocar ciertos pilares del sistema económico chileno como la
posibilidad de cambiar las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), entre otros.
Todos los temas que le preocupan realmente a las personas, que afectan la vida cotidiana
de la gran mayoría de los chilenos, no estaban en los medios de comunicación. Hoy día
están, pero de alguna manera tamizados por la perspectiva de cada medio. Lo que falta es
reporteo de calidad, porque a los medios actualmente no les interesa.
El periodismo cotidiano no se hace las preguntas correctas porque los medios tradicionales
no cuestionan a la autoridad en el día a día. El gran servicio que presta el periodismo
es hacer las preguntas incómodas a nombre de la comunidad y no se está prestando
adecuadamente ni con la intensidad que debiera hacerse. En un lado por línea política, por
línea editorial y en el otro por incapacidad porque en los medios digitales no hay recursos,
entonces la gente termina informándose por cadenas de rumores y creyendo lo que quiere
81
creer porque no tienen acceso a información de calidad.
Según el ranking de Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa
2019, elaborado por Reporteros sin Fronteras, Chile se ubica en el
puesto 46 de 180 países porque “sigue siendo presa de problemas de
corrupción, padece los resabios de la dictadura, falta de pluralismo, no
se respeta el secreto de las fuentes periodísticas y es difícil abordar
ciertos temas”. ¿Cómo ves esta situación?
La corrupción y el desvío de funciones y el tráfico de influencias en el aparato público está
bastante extendida. A diferencia del pasado, ahora es el Poder Judicial, por la reforma del
año 2000, quizás el que está mejor posicionado en este sentido. Respecto al secreto de
la fuente, si bien legalmente existe una protección débil, en la práctica la protección es
total. No hay ningún periodista preso por no haber revelado su fuente. Con qué fuerza,
con qué voluntad un periodista defiende su fuente tiene que ver también con la fortaleza
de los medios. Los medios establecidos, sobre todo, son muy frágiles a la presión de
la autoridad. Si un periodista propone un tema que se sale de la pauta, no se lo van a
aceptar, pero supongamos que sí y lo publica, pero una autoridad se siente aludida u
ofendida. Esa autoridad va a llamar directamente al editor o director del medio y va a
pedir sanciones. No hay muchos casos de personas exigiendo que se revele la fuente de
algo. En mi caso particular cuando se ha hecho, me remito a la legislación que defiende
mi secreto profesional y no he tenido problemas en el presente.
El problema más grave es la falta de pluralismo. Hoy día en Chile no es tan difícil escribir
sobre los políticos porque están a la baja y por eso da la sensación de que hay amplia
libertad de expresión. Pero el gran tabú que no se toca en Chile es el modelo económico
chileno, o sea, se considera que el modelo económico chileno es la garantía de la estabilidad
democrática. Como gran ejemplo, los medios tradicionales cubren el tema de las AFP en
cómo mejorar este servicio privado, pero sin cuestionar que puede haber otro sistema. Ahí
hay un enorme punto ciego que también se aplica a todo el modelo económico que está
entre las demandas de las personas en la calle durante el movimiento social.
“Hay una gran cantidad de temas que tienen
importancia para la población y que atañen
directamente a la salud de nuestra democracia
y a las decisiones políticas que se debieran
tomar y que no se cubren adecuadamente.
No se hacen las preguntas que hay que hacer”
82
¿Has sabido de periodistas que se hayan visto perseguidos o
amenazados por informar sobre ciertos temas en la actualidad?
En general hay colegas que me piden consejos respecto de cómo enfrentar estratégicamente
la cobertura de determinados temas, de manera previa. Porque en el fondo hay que
establecer estrategias, como, por ejemplo, en qué momento del reporteo llamar a la
fuente aludida porque si lo llamas al comienzo se va a encargar de que la investigación no
llegue a puerto. Gente diariamente me está preguntando y pidiendo asesoría al respecto
y yo se las doy. También personas comunes y corrientes que se han sentido afectadas
en su libertad de expresión me preguntan cómo presentar una demanda ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Lo más recurrente es sobre cómo hacer para
poder dar a conocer una información delicada.
¿Existe otro tema a investigar que pueda provocar alguna reacción
parecida a lo ocurrido con tu libro?
No creo que hoy día haya temas en Chile que puedan gatillar algo similar a lo que ocurrió
con mi libro, porque ya no existe como tal la ley que lo permite y tampoco existe el
control informativo que permita la eficiencia de la censura. Hay una gran cantidad de
temas que tienen importancia para la población y que atañen directamente a la salud de
nuestra democracia y a las decisiones políticas que se debieran tomar y que no se cubren
adecuadamente. No se hacen las preguntas que hay que hacer.
¿Qué es censura?
Censura es cuando algún ente, estatal o con suficiente poder, por ejemplo, la Iglesia en
algún minuto, prohíbe la circulación de contenido porque lo considera delito criminal.
La censura es sólo una de las herramientas en que se controla el conocimiento y la
información que una sociedad tiene derecho a hacer propia, a debatir, conocer, participar
y rebatir.
¿Qué consejo le darías a un periodista que se ve enfrentado a un caso
de censura o que se siente coartado en su libertad de informar?
El consejo que le daría es el mismo que les doy a mis alumnos y es que aprovechen los
márgenes de acción que tienen en el medio en el cual trabajan. Siempre hay una relación
inversa entre tirar el mantel completamente y quedarse sin un medio donde publicar.
Afortunadamente hoy es posible publicar en otro lado. Pero mientras tanto, hagan las
preguntas que hay que hacer, usen todo el espacio posible y mantengan el trabajo, porque
existe una enorme cesantía de periodistas y como cualquier trabajador o revolucionario,
si no tiene resueltas sus necesidades básicas, no puede hacer periodismo. Existen los
héroes, las superheroínas, pero la gente necesita periodistas que puedan pagar las cuentas
a fin de mes y seguir sirviendo diariamente y en forma permanente ejerciendo esa labor.
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¿Cómo crees que internet ha impactado la censura periodística?
Internet ha hecho ineficiente la censura. El mecanismo de censura tradicional queda
obsoleto porque existe este océano de información que puede circular. Pero esto no
resuelve la necesidad de recursos e infraestructura que requiere el periodismo de calidad
para poderse desarrollar.
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CINISMO MÁGICO
Por César Méndez Ardila
En el país que vio nacer el realismo mágico de manos de un periodista, no es extraño
encontrar historias casi macondianas que podrían decorar las narrativas más fascinantes
de la literatura universal. Desgraciadamente comprenden una dura realidad que con el
tiempo no logra disminuir en cantidad y empeora en términos de gravedad.
Durante 2019, a partir de datos recogidos de la Fundación para la Libertad de Prensa
(FLIP), Colombia atravesó duros escenarios de evidente censura de los cuales la mayoría
permanecen en la impunidad y han sido efectivos. Los asesinatos a pesar de haber
disminuido en comparación con años anteriores siguen preocupando por la impunidad en
la que quedan. Mauricio Lezama murió el 9 de mayo en Arauquita —municipio ubicado al
oriente del país— luego de que dos hombres le dispararan siete veces. Un mes después
Libardo Montenegro también fue asesinado en Samaniego, al sur del país. Llevaba
semanas informando sobre la necesidad de avanzar en la implementación de los acuerdos
de paz con las FARC en la región.
Desde la firma de los acuerdos de paz con la guerrilla en 2016 las amenazas a los
periodistas, principalmente en las regiones rurales y ciudades pequeñas, han aumentado.
Del 2017 al 2019 583 periodistas fueron amenazados. En los tres años anteriores la cifra
fue de 257. Contrario a dar un parte de tranquilidad para el gremio, el actual gobierno
colombiano maneja una narrativa de negación en donde afirma la inexistencia de la
inseguridad para el ejercicio del oficio en el país.
En un paro nacional que duró 40 días —generando un estallido social en varios países del
mundo— 66 periodistas en el ejercicio de sus funciones terminaron agredidos por parte
de las fuerzas policiales. Gran parte de las agresiones se dieron en el cubrimiento de
posibles irregularidades en los procedimientos policiales. Informando la insatisfacción
social la revista Cartel Urbano sufrió un hackeo de su página web y sus instalaciones
fueron requisadas por las autoridades ante acusaciones de terrorismo. La página web
de Cerosetenta, el proyecto informativo de la Universidad de los Andes, también fue
hackeada después de publicar un manual de protección contra el abuso de las fuerzas
policiales durante las protestas.
“¿Quién dio la orden?” era el nombre del mural que estaban pintando varios artistas en
una calle de Bogotá y que rápidamente fue censurado por parte de las fuerzas militares
quienes llegaron, detuvieron la obra, y taparon el trabajo realizado con pintura blanca.
En el mural se observaba a cinco oficiales de las fuerzas del ejército —dos retirados—
con números sobre sus cabezas. Posteriormente esto representaría su contribución en
las órdenes directas que terminarían en ejecuciones extrajudiciales. En la censura de la
expresión callejera, el Centro Colombo Americano —institución cultural y de idiomas—
ordenó borrar un mural en una de sus paredes exteriores que mostraba a Donald Trump
jugando con dos títeres que visualizaban al expresidente Álvaro Uribe y a Iván Duque, el
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actual presidente.
Los masivos recortes en los medios de comunicación siguen siendo un fenómeno que
contribuye al silenciamiento de periodistas y a la falta de pluralidad y diversidad de
información. En los últimos cuatro años han sido despedidos, al menos, 1.100 periodistas
de distintos medios como parte de reestructuraciones organizacionales o recortes de
personal.
Estos datos son una mínima muestra de la situación que vive el periodismo en el país que
saca pecho al hablar de la obra de Gabriel García Márquez, pero le resta importancia y
cuidado a la profesión que lo formó.
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EL SILENCIO ES CÓMPLICE
Por César Méndez Ardila
Decir que en Colombia hacer periodismo es difícil sería redundar. En un informe publicado
por el Centro Nacional de Memoria Histórica, de 1977 al 2015 han sido asesinados
152 periodistas en el país por ejercer su función. La mitad de los casos quedaron en
la impunidad. A pesar que desde 2004 se han disminuido los asesinatos a periodistas,
desde ese año y hasta 2015 habían aumentado el número de amenazas y autocensura.
El estado colombiano maneja una historia que une estrechamente a grandes poderosos
empresarios, políticos, grupos paramilitares y guerrilleros, narcotraficantes, delincuencia
organizada, y funcionarios estatales corruptos. Son numerosos los casos en el país que
dan fe de la interacción casi simbiótica que han mantenido todos ellos, y la impunidad es
el producto más resaltable si tenemos en cuenta que la criminalidad ha permeado casi
todas las esferas del poder y la estructura del estado.
Los “falsos positivos” son un ejemplo de ello. Llamados así por la prensa colombiana en
septiembre de 2008, cuando dieron a conocer el plan ideado desde los altos mandos del
ejército nacional para realizar ejecuciones extrajudiciales de civiles ajenos al conflicto
armado. La revelación, en su momento, daba cuenta de 190 jóvenes de barrios humildes
desaparecidos entre enero y marzo del mismo año, que posteriormente fueron hallados por
Medicina Legal como cuerpos de guerrilleros dados de baja en combate y sin identificar.
El seguimiento posterior revelaría muchos más casos, llegando a contarse de forma
oficial, por parte de la Fiscalía Nacional, con 2.248 asesinatos. Sin embargo, diferentes
organizaciones estiman que la cifra podría llegar hasta 10.000.
Dentro de los motivos para la planificación de estas ejecuciones, se reveló que el gobierno
de Álvaro Uribe (2002- 2010) estaba, por un lado, presionando a los altos mandos para
obtener resultados de bajas en la guerra declarada que sostenía contra las guerrillas
marxistas (y que era eje central de su política de gobierno), y por otro, daba incentivos a
los soldados por cada baja presentada, donde se incluía bonificaciones en dinero o días
de vacaciones. La justicia colombiana ha recibido constantes críticas por organizaciones
sociales al limitar las condenas por los falsos positivos en miembros de las fuerzas
armadas de rango bajo y medio.
La prensa colombiana fue clave para conectar los puntos clave de este caso en 2008.
Por eso fue que sorprendió a muchos que la Revista Semana, el medio político más
importante del país, no publicara una información importante que podría representar el
regreso de los falsos positivos, más de diez años después. Fuentes anónimas dentro del
ejército alertaron a la revista sobre unas nuevas ordenes que venían directamente de los
altos mandos y del Ministerio de Defensa, en donde establecían metas mínimas en las
bajas de grupos insurgentes, incentivos por bajas a toda la tropa, e incluso hablaban de
alianzas con grupos ilegales para conseguir éxito de operaciones. La situación no pudo
ser más sospechosa si se tiene en cuenta que el partido que lidera el expresidente Álvaro
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Uribe gobierna actualmente después de 8 años de ausencia, con Iván Duque, el “elegido
de Uribe” como presidente.
La Revista Semana mantuvo durante tres meses esta información sin publicarla. Sus
fuentes sintieron miedo por la demora y acudieron a un medio internacional ante la falta
de garantías de los nacionales. The New York Times terminó revelando todo esto en un
reportaje donde advertía de los nuevos lineamientos que podrían desembocar en el regreso
de las ejecuciones extrajudiciales. En medio del escándalo nacional, el medio digital Las
2 Orillas publicó una investigación en donde revelaban que Semana contaba con esta
información con anterioridad y, para aumentar la desconfianza de las fuentes anónimas,
estaba consultando con los altos cargos del gobierno sobre ellas. En un editorial posterior
que tituló “Lecciones aprendidas”, y que se dio por una columna de opinión publicada en
la misma revista por el reconocido periodista colombiano Daniel Coronell (motivo por
el que su columna fue cancelada, y posteriormente retomada ante las acusaciones de
censura) Semana argumenta que se trató de una serie de errores en los que incluyen la
demora en validar la información, y consultar a fuentes equivocadas.
La Revista Semana hace parte de Publicaciones Semana, cuyos propietarios son el
banquero, empresario y agente de edificación Jaime Gilinski Bacal (50%), y su fundador,
el empresario y periodista Felipe López Caballero (50%). Este último, también hijo del
expresidente colombiano Alfonso López Michelsen y nieto del expresidente Alfonso López
Pumarejo.
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Daniel Coronell, periodista de investigación
"TE PUEDO DECIR QUE NO TE
EQUIVOCAS NUNCA SI AFIRMAS QUE
LOS PERIODISTAS TRABAJAMOS
CONTRA EL PODER"
Por César Méndez Ardila
La columna de opinión de Daniel Coronell en la Revista Semana ha representado el temor
de los más corruptos en Colombia durante 15 años. Cada domingo, miles de colombianos
leen este espacio que puede interpretarse como una clase magistral de periodismo
investigativo. Con datos y documentos en mano, ha provocado varios maremotos políticos
y judiciales en el país. Sus denuncias le han traído desde numerosos pleitos judiciales,
hasta amenazas de muerte que lo obligaron a salir de su país e instalarse en Estados
Unidos.
Lejos de sentirse derrotado, Coronell demuestra una determinación admirable. Ni las
amenazas de muerte lo han detenido de investigar la verdad que se esconde detrás
de los más poderosos de Colombia, menos lo iba a detener el hecho de denunciar al
propio medio para el cual trabaja. Esta arriesgada jugada le costó la cancelación de su
apreciada columna, que abrió un debate nacional sobre censura y libertad de expresión.
Sin embargo, ante la lluvia de críticas, la Revista Semana lo buscó de nuevo y él regresó.
Aquí explica por qué volvió además de contar detalles de cómo ha lidiado con la censura
y las consecuencias de mantener primero su ética periodística antes que ceder a ella.
¿Cómo evitó la censura antes de lograr la independencia periodística?
¿En algún momento tuvo que limitarse de publicar algo?
No es un punto que uno llegue, lo traspase y lo pueda evitar para siempre. Hoy
cotidianamente los periodistas tenemos que sortear niveles de censura más o menos
sofisticados o explícitos. En Colombia particularmente es muy grande el número de
periodistas que ha vivido prácticamente durante toda su vida bajo amenaza. Esas
amenazas provienen, en orden de gravedad de: administradores públicos corruptos, bien
sea de la rama legislativa, ejecutiva o judicial; grupos paramilitares o grupos residuales
del paramilitarismo; las guerrillas; y la delincuencia común. De todos esos, en algún
momento he tenido que sufrir intentos de censura y siempre he tratado de sortearlos
reafirmandome en mis principios, pero a veces uno paga un precio por eso.
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En el año 2005 viví la época más difícil de mi vida cuando las amenazas se concentraron
en mi hija, que en esa época tenía seis años. Me amenazaron porque denuncié la influencia
de un empresario, ligado familiarmente con un narcotraficante, para elegir a un funcionario
como miembro de un grupo de control estatal. Eso me parecía una tontería en el contexto
de tantas cosas más importantes que estaba investigando. Me sorprendió que por eso
una persona fuera capaz de desplegar tantos medios de forma tan reiterada: llamadas
telefónicas, coronas fúnebres enviadas a nosotros, sufragios, correos electrónicos.
Además, me pude dar cuenta de la indiferencia de las autoridades de mi país frente a lo
que me estaba pasando a mí y a mi familia. Yo vivía en Bogotá, era director de un medio de
difusión nacional, escribía una columna para la revista más leída de Colombia, y aun así
eso mereció casi que ninguna atención por parte de las autoridades. Pude tener la certeza
de que la amenaza era real porque yo mismo la investigué con un grupo de colegas, y
descubrí quiénes estaban detrás y cuáles eran sus planes criminales. No me quedó más
remedio que salir del país.
“He tenido que sufrir intentos de censura, y
siempre he tratado de sortearlo reafirmándome
en mis principios, pero a veces uno paga un
precio por eso”
¿Es más fácil realizar periodismo de denuncia por fuera del país o se
siente la misma presión por amenazas y censuras como si estuviera en
Colombia?
Estar fuera de Colombia ayuda mucho. Voy a Colombia cada cierto tiempo, realmente
poco. Voy tres o cuatro veces al año y la mayoría de las veces voy solo por horas. Aterrizo
en la mañana y me devuelvo en la noche. El tema de seguridad es muy agobiante.
En general es muy difícil investigar temas de corrupción en Colombia porque la gente
tiene miedo por su vida y seguridad económica, y nadie confía en las comunicaciones
abiertas. Tú no puedes llamar por teléfono y preguntarle a alguien "¿cómo es que están
cometiendo este delito?", porque nadie te lo va a decir. Una parte de mi tiempo la gasto
viéndome en terceros países con personas que son fuentes de información y tratando de
acopiar información para hacer investigaciones sobre esto.
La investigación periodística está muy poco reconocida en Colombia y muy mal pagada.
Hacer este tipo de cosas es algo que pago de bolsillo gracias a mi trabajo en televisión en
Estados Unidos, pero no es una actividad que haya alcanzado la autosuficiencia. Con lo
que me pagan allá yo no podría seguir investigando.
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¿Cuál fue el motivo de la cancelación de su columna en la Revista
Semana y su posterior reincorporación?
Escribí una columna que se llamó “La explicación pendiente”. Reclamaba el hecho de
que Semana conocía unas directivas del ejército muy graves que de alguna manera eran
la justificación de una nueva época de “falsos positivos” y teniendo esa información
durante tres meses no la habían publicado. En cambio, The New York Times, un periódico
de prestigio mundial, había encontrado los elementos y la forma de hacerlo. El mundo y
Colombia se habían enterado por cuenta de ellos, que nos dieron ejemplo de periodismo
en contraste con lo que fue la demora de Semana. Lo que para mí fue aún peor era que
las directivas de Semana estaban más interesadas en consultar con el gobierno acerca de
las implicaciones de la información que entregar la información a la cual tenían derecho
los ciudadanos.
“La investigación periodística está muy poco
reconocida en Colombia y muy mal pagada.
Hacer este tipo de cosas es algo que pago de
bolsillo gracias a mi trabajo en televisión en
Estados Unidos, pero no es una actividad que
haya alcanzado la autosuficiencia”
Habitualmente yo entrego las columnas los viernes. Mi relación con Semana es que yo
simplemente envío un correo electrónico, nunca hablo de contenido con nadie de la revista,
pero como esto era acerca de ellos llamé muy temprano a Alejandro Santos, que es el
director, y le dije que quería incluir su versión sobre esto. Una hora después él me llamó
y me dijo que consideraba injusta la columna y me dijo que como versión suya incluyera
todas las veces que Semana, bajo su dirección, había destapado casos de corrupción
del propio ejército y cómo eso había significado la salida de varios generales en otras
etapas de la vida institucional de Colombia. También me pidió, esta vez como un favor
personal, que quitara una línea de la columna que decía "…y publico esto asumiendo las
consecuencias que pueda tener". Me argumentó que mientras él sea director de Semana
nadie se iba a ir de la revista por expresar lo que piensa. Yo accedí y lo quité.
El martes yo tenía una diligencia en la oficina de un amigo a la que llegué con alguna
anticipación y me quedé en una librería cercana. Allí recibí la llamada de Felipe López,
dueño de la Revista Semana. Él llamó con la decisión ya tomada y con el siguiente
argumento: “Tú estás incómodo con la revista, nosotros estamos incómodos con lo que
tú has dicho. Hemos tenido muchos años de una relación perfecta, ¿por qué no dejamos
hasta aquí?” Le dije: “perfecto, lo que tú me estás diciendo es que quieres cancelar la
columna y tú eres libre de hacerlo, pero lo que no me puedes decir es que es una cosa
de común acuerdo. Tú lo estás decidiendo, y yo te digo que sí”. Colgué y fui a donde mi
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amigo, me senté en una silla de su oficina y escribí un tweet diciendo que había recibido
la llamada de Felipe López cancelando la columna.
Pasó una semana y media y vinieron a visitarme aquí en Miami María López, la presidenta
de Publicaciones Semana y Alejandro Santos. Me dijeron que ellos querían que yo volviera
y yo acepté volver con unas dudas que todavía hoy persisten porque, desde luego, la
relación nunca volvió a ser la misma y probablemente nunca volverá a ser la misma.
“…ellos querían que yo volviera y yo acepté
volver con unas dudas que todavía hoy
persisten porque, desde luego, la relación
nunca volvió a ser la misma y probablemente
nunca volverá a ser la misma”
En Colombia hay un dicho que es “uno nunca patea la lonchera”. Usted
lo hizo, ¿es su caso una excepción?
Te puedo decir que no te equivocas nunca si afirmas que los periodistas trabajamos
contra el poder. Nosotros estamos hechos para denunciar las irregularidades del poder.
Estamos ahí para mostrar lo que funciona mal y para que eso tenga exposición social.
Sentí en ese momento que Semana había perdido de vista eso. Se había conformado con
consultar la conveniencia del gobierno por encima de la necesidad de información que
tenían los ciudadanos.
Uno siempre tiene que patear la lonchera. Y uno tiene que tener la posibilidad digna de
irse al desempleo, pero no de continuar en una posición en donde no puede expresarse. Yo
volví a Semana porque ellos me garantizaron que podía decir lo que quisiera, incluyendo
criticar la revista. Se ha cumplido, aun así, yo tengo dudas de que haya sido buena idea
volver.
¿Siente que no está completamente cómodo con Semana después de
todo lo que pasó?
No estoy cómodo por muchas razones, pero también porque ya ni Semana es la misma,
ni yo soy el mismo. Lo que sucede es que esta columna es útil para este momento de la
historia de Colombia. Si me pongo a hacer un análisis sesudo de dónde podría estar mejor,
no encuentro un lugar mejor que Semana, pero la revista en los últimos meses ha cambiado
mucho. Cambios buenos, regulares o malos, no soy yo el empeñado en calificarlos, pero
ha cambiado mucho, y va a seguir cambiando. Yo por mi parte creo que tengo que seguir
haciendo periodismo de contrapoder, y quizá lo pueda hacer allí un tiempo más.
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“Nosotros estamos hechos para denunciar las
irregularidades del poder. Estamos ahí para
mostrar lo que funciona mal, y para que eso
tenga exposición social”
Recibí dos ofertas muy honrosas de The New York Times y The Washington Post para
trabajar con ellos después de la cancelación de la columna. Decidí escribir una columna
para The New York Times contando la historia de mi salida de Semana y eso fue de alguna
manera reconfortante. Al día siguiente de que se publicó, Semana empezó a buscarme
para que volviera y yo tenía un conflicto emocional. Por un lado, sentía que ellos me habían
tratado mal injustamente porque lo que estaba haciendo era cumpliendo con mi deber
periodístico. Pero, por otro lado, sentía que dejar ese espacio libre era entregárselo a los
mismos de siempre, y era facilitar que los que detentan el poder en Colombia perdieran la
pequeña molestia que ha significado una columna que yo he escrito por 15 años. Me daba
tanta rabia que ellos sonrieran y estuvieran felices, que dije — me trago el orgullo —, solo
para que vean que va a seguir existiendo la columna.
Gasto más de mi bolsillo en hacer investigaciones y en sostener pleitos derivados la
columna, seguramente si yo no tuviera la tuviera mi familia tendría más ingresos al año,
pero lo he sentido como un deber y una misión. La columna me ha producido mucho
sufrimiento, pero hay también ocasiones donde me ha dado grandes felicidades. Cuando
pongo eso en la balanza me doy cuenta que ese espacio ha sido mi defensa contra la
censura y el silenciamiento. Siento que todavía me quedan tres balas en el tambor, y las
voy a usar.
Algunas voces criticaron su regreso a Semana después de todo lo que
pasó. ¿Qué opina al respecto?
Tienen todo el derecho, pero yo no actúo pensando en conseguir aplausos de la mayoría, ni
tampoco críticas. Yo actúo pensando en lo que es mejor para mi periodismo. Estaríamos
muy felices ahora si yo estuviera sin columna y, por ejemplo, el senador Álvaro Uribe
estuviera siendo llamado a juicio sin nadie que fuera capaz de investigar las cosa que
están ocultas en ese proceso y que han salido por cuenta de esa columna. Me importa
muy poco lo que piense la gente porque el periodismo no es un negocio de rating, ni un
negocio de buscar lo que le gusta a la gente, sino de buscar lo que, a juicio de nosotros la
gente debe saber, aunque no le guste.
¿Habría hecho algo diferente?
(Pausa larga) Quizá no quitar esa línea en donde decía que estaba dispuesto a asumir
las consecuencias, porque las consecuencias llegaron. Me demostraron que no era solo
mi percepción, que el poder es el poder, que el león es un depredador, aunque tenga una
melena tan bonita y camine de manera tan elegante.
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¿Qué consejo le daría a un periodista que se ve enfrentado a un caso de
censura?
Que luche por derrotarla. Que nunca se rinda, que nunca piense que perdió la pelea,
aunque pasen años hay que seguir intentándolo. El mismo día que cancelaron la columna,
yo estaba en Bogotá intentando salvar la entrevista de Jorge Ramos con Nicolás Maduro,
que había sido confiscada por el régimen de Venezuela. Y lo logré. Saqué de las mismas
entrañas del régimen esa grabación y la conoció el mundo, en contra de lo que quisiera
Nicolás Maduro y sus compañeros en el poder. Porque ese es el periodismo: luchar porque
se sepa la verdad que quieren tapar los poderosos de todas partes.
“Están muy poco dados a mirar verdades o
perspectivas diferentes y eso es paradójico,
pero en una etapa de comunicación tan
extendida tenemos individuos cada vez más
aislados en sus propios pareceres”
¿Cuál cree usted que ha sido el impacto de internet en la censura
periodística?
Ha sido una bendición/maldición. Es una maravilla la capacidad de acceso que
tenemos ahora para conocer información, investigar en bases de datos públicas, cruzar
informaciones, encontrar contrastes. Eso ha agilizado en gran medida el periodismo. Por
otro lado, estamos en una etapa en donde la mayor parte de los usuarios son iletrados
frente al internet. No saben diferenciar entre lo que es verdad y lo que es mentira. Con
frecuencia sucede casi que lo contrario, que cualquiera puede decir una cosa y no tiene
que demostrarla, pero si eres The New York Times tienes que demostrarla porque tu
credibilidad siempre está en tela de juicio.
Ese tipo de cosas que hacen parte de una cultura de redes sociales y de múltiple acceso
tiene ventajas muy grandes, pero también ha traído como consecuencia una especie
de aislamiento ideológico, en donde la gente está en la burbuja. Esta cultura de follow/
unfollow, like/dislike, hacen que cada vez las personas sigan a los que dicen únicamente lo
que ellos quieren oír, bloqueen o silencien a los que no quieren oír, y terminan levantándose
cada mañana o acostándose cada noche a ratificar sus prejuicios. Están muy poco dados
a mirar verdades o perspectivas diferentes y eso es paradójico, pero en una etapa de
comunicación tan extendida tenemos individuos cada vez más aislados en sus propios
pareceres.
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Actualización
El 1 de abril, pocos días después de conceder esta entrevista, Daniel Coronell anunció
a través de sus redes sociales que por medio de un mensaje vía Whatsapp la gerente
de la Revista Semana le anunciaba que una vez más -casi un año después de su primer
despido- iban a prescindir de sus servicios como columnista.
Todo esto diez días después de que él cuestionara en su columna la decisión editorial
de Semana de publicar una serie de noticias en contra de un grupo empresarial y del
periodista que reveló una serie de despidos que se estaban presentando en la revista.
Ese mismo día, como un acto de solidaridad con Coronell y protesta a la decisión del
medio, el también columnista de Semana y reconocido escritor de sátira política Daniel
Samper renunció a su columna. Juntos han fundado un medio digital independiente al
que han llamado Los Danieles y allí están publicando sus respectivas columnas desde el
pasado 11 de abril.
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CENSURA: PURA Y CRIOLLA
El jueves 6 de diciembre de 2018 se conjuró uno de los episodios de censura más
relevantes de la historia reciente de Colombia.
Los Puros Criollos, programa de televisión presentado por Santiago Rivas y premiado en
múltiples oportunidades, salió de parrilla del canal público Señal Colombia el mismo día
en el que se publicó un capítulo de la videocolumna de El Espectador “La Pulla”, en donde
participó Rivas. El capítulo de nombre: “La ley que van a aprobar a escondidas”, expuso
críticas a propósito de un proyecto de ley que en ese entonces se debatía en el Congreso.
La Ley TIC o Ley de Regulador Convergente tiene como objetivo unificar y dar nuevas
reglas a la radio, televisión y medios digitales. La ausencia de independencia frente al
Gobierno de turno, la reducción del presupuesto para crear más y mejores contenidos
públicos, junto a los beneficios que tendrían los medios privados y operadores de cable al
pagar menos y por más tiempo el uso del espectro radioeléctrico; eran los detalles que no
le cuadraba a Santiago desde mayo de 2018, quien inició una titánica labor de activismo
en contra de la Ley que promulgaba el Ministerio de Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones, en cabeza de Sylvia Constaín.
Pero la sospecha de censura en contra de Santiago Rivas le faltaba la prueba reina. La Liga
Contra el Silencio – alianza que combate la censura en Colombia- junto a la Fundación para
la Libertad de Prensa (FLIP), días más tarde accedieron a un audio en donde Juan Pablo
Bieri, quien en ese entonces era el gerente del Sistema de Medios Públicos en Colombia
(RTVC), tuvo una reunión con su equipo de trabajo el mismo 6 de diciembre de 2018. Los
apartes más reveladores de aquel audio, se dieron a conocer también por La Pulla, el 23 de
enero de 2019.
“Estoy muy preocupado. ¿Cómo se llama ese muchacho?”, cuando le dicen, ¡Santiago
Rivas!, él vuelve a preguntar: “¿Qué hacemos con él, cómo hacemos para que no salga más
en nuestros productos?”. Al confirmarle que por contrato Señal Colombia está obligada
a emitir los contenidos de Los Puros Criollos, Bieri da una solución: “Lo cambiamos de
horario, matamos la producción. Lo ponemos a las tres de la mañana”. Además, añade:
“Él no tiene ni idea lo que está diciendo y segundo, se está burlando del Estado, se está
burlando de la entidad que le da de comer”.
Luego de la avalancha de críticas y de reunirse con la ministra Constaín, Juan Pablo Bieri,
ex jefe de prensa de la campaña presidencial de Iván Duque, se vio obligado a renunciar a
su cargo público dos días más tarde (25 de enero de 2019).
La Ley TIC fue aprobada a mediados de 2019. Meses más tarde Santiago Rivas y diferentes
organizaciones demandaron la ley ante la Corte Constitucional. En octubre, Juan Pablo
Bieri fue nombrado Asesor de comunicaciones del Departamento Administrativo de la
Presidencia. Los Puros Criollos, aquel programa de televisión educativo y cultural que
habla de las tradiciones y de los símbolos colombianos no oficiales, nunca más se le
volvió a ver en Señal Colombia.
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Santiago Rivas, presentador de Los Puros Criollos
"ESTA ALEVOSÍA
NOS DEJÓ SIN HIPÓCRITAS"
Por Juan Manuel Tello Sandoval
Santiago Rivas Camargo (Bogotá, Colombia, 1982) pasó de estudiar en uno de los colegios
más pijos de la ciudad, a ser el mayor activista en contra de la Ley TIC en Colombia.
Su forma de hablar denota un nivel intelectual elevado, pero es tan relajado que es por
ello que se le veía tan cómodo cuando estaba frente a la cámara presentando Los Puros
Criollos.
El bogotano –cachaco– que viste generalmente de tenis, jean, camisa y jersey, le gusta
arremangarse las mangas. Se autodenomina todero, es decir, que hace de todo. El artista
plástico sin diploma, periodista, presentador de televisión, locutor, disc-jockey, escritor y
hasta ilustrador fue censurado por el Gobierno Nacional por luchar a favor de una utópica
televisión pública.
¿Qué es lo más criollo de la política colombiana?
Cada cosa que pasa en la política colombiana es un reflejo de los que nosotros somos,
lastimosamente un reflejo de lo malo. Esa es la historia de Colombia, un país con tanto
potencial que termina no siempre dando todo de sí, encontrando la excusa o justificación
para ello.
¿En qué momento se inició a cocinar el sancocho de su censura?
Al menos desde el 6 de diciembre del 2018. Pero la verdad usted habla del sancocho
nacional que es esta idea de (Jaime) Bateman - fundador del M-19 que se inventó esa
metáfora como la fórmula política para lograr la unidad en Colombia-. El sancocho nacional
es algo que viene haciéndose desde hace mucho tiempo en donde nosotros tenemos una
relación con el poder que puede que esté recrudecido, pero no es nada nuevo.
“Cada cosa que pasa en la política colombiana
es un reflejo de los que nosotros somos,
lastimosamente un reflejo de lo malo”
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Hemos tenido gobiernos más liberales como el de Juan Manuel Santos (2010 – 2018)
que hacía mucha llamadita, estaba muy pendiente de lo que se decía y de lo que pasaba
en la prensa, aunque a mí no me haya tocado. De allí para atrás escoja el gobierno que
usted quiera: Las chuzadas de Uribe (Álvaro, 2002 – 2010), el de Pastrana (Andrés, 1998
– 2002) obviamente hicieron sus embarradas, en el gobierno de Samper (Ernesto, 1994 –
1998) se cerró el periódico de los Pastranas. En ese sancocho nacional la censura es algo
que se viene cociendo desde hace un buen tiempo y es algo con lo que ya nos estamos
acostumbrando a vivir. A mí, simplemente me dieron la presa cuando tocaba echarme
–despedirlo–, en el momento en que se iniciaron a echar hacia atrás la promoción de la
temporada de Los Puros Criollos ese jueves 6 de diciembre, aunque finalmente se emitió.
¿Qué pasó por su mente cuando escuchó aquel audio de Juan Pablo
Bieri, cuando era el gerente de RTVC, asegurando que usted había
mordido la mano de quien le daba de comer?
Lo primero que dije fue: ¡ajá!, yo lo sabía. Durante todo el mes de diciembre había estado
hablando sobre el episodio —la extraña decisión de frenar la promoción de la nueva
temporada de Los Puros Criollos—, en las emisoras de radio y había escrito lo que había
pasado sin saber la verdad. Cuando escucho el audio fue tan parecido a lo que me había
imaginado que, ¡juepucha!, parecía libreteado por mí. Yo no lo habría hecho más parecido
a todo lo que había pensado. Luego de la sorpresa y del ¡ajá!, me dio una tristeza muy
grande porque finalmente es una agresión que estaba viviendo en diferido. Es un abuso
del poder, toda la gente que está ebria de ese poder no sabe lo que está haciendo y en
consecuencia se comporta así, aunque no lo justifica, simplemente lo explica. Lo que
sucedió me hizo sentir muy triste.
Causa curiosidad que en el audio Bieri no se acordara de su nombre…
Yo estoy seguro que no se acordaba y no creo que estuviera actuando. Ellos llegaron a
un Gobierno que no saben manejar y lo que sucedió es un reflejo de lo mucho que han
hecho mal, empezando por Iván Duque, porque él nunca se imaginaba que iba a terminar
de presidente. ¡Eso se nota!
“Cuando escuché el audio fue tan parecido
a lo que me había imaginado que,
¡juepucha!, parecía libreteado por mí”
¿Su censura pudo ser consecuencia de un favor político para los
oligopolios?
La verdad no lo sé, si con eso se refiere a los canales privados. Simplemente creo que me
pasó por varias circunstancias: El uribismo nunca le puso atención a la televisión pública,
tanto que las atrocidades que habían hecho eran de baja intensidad hasta que llegaron a
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este Gobierno.
Álvaro Uribe puso de gerente de RTVC a Douglas Velásquez que era ¡un horror!, aunque
era una cosa mucho más cómica que trágica…mientras lo que pasa con un tipo como
Juan Pablo Bieri y posteriormente con Juan Ramón Samper y luego Álvaro García, es
que son gente que está muy adueñada de un espacio del que no saben qué hacer (risas),
están apersonados de un papel que no saben cumplir. Ellos están fungiendo como
representantes de un Gobierno y allí es donde hay que mantener limpia la frontera entre
Estado y Gobierno.
Los sucesivos gerentes de RTVC no creo que tengan muy claro esa división y surgen como
unos agentes de poder que se preguntan: ¿y tú a qué horas me estas jodiendo? o ¿de
dónde sacaste el cuento de que me vienes a joder?
La lucha en contra de la Ley TIC tuvo como herramientas grupos de
WhatsApp y el uso de Twitter. ¿Cómo se dieron cuenta que los infiltraron?
Los grupos de WhatsApp hasta cierto punto se pueden o no controlar. La idea era reunir la
mayor cantidad de gente posible para que se vuelvan replicantes de la táctica. Enviando
una serie de mensajes para generar impacto, por ejemplo creando un hashtag, notamos
una capacidad de reacción por parte del Gobierno Duque que tenía un umbral cada vez
más alto, como si estuvieran anticipado nuestros movimientos.
Empezamos a darnos cuenta y como había mucha gente en el grupo, seguro se coló
alguien del establecimiento, o alguien que se hizo pasar por afecto de nuestra causa. Allí
está el punto, cuando uno hace las vainas bien uno no está temiendo ser descubierto en
ningún momento, entonces nosotros actuamos sin temer nada porque no le estábamos
debiendo nada a nadie.
Al invisibilizar a Santiago Rivas y a Los Puros Criollos. ¿Qué
consecuencias puede traer a esa población que, al sintonizar Señal
Colombia, espera ver televisión pública?
En medio de la cuarentena este tipo de discusiones está pasando a un segundo plano, pero
tenemos que mantener igual atención en cómo se utilizan los recursos y qué acciones
se toman porque un país como Colombia que es tan privatizado y que sirve a intereses
privados con tanta celeridad en comparación a lo mal que se sirve el interés público,
cada vez más se reduce el tamaño de la asistencia por parte del Estado. En este Gobierno
llegamos a la cúspide de no tener ni idea del para qué sirve lo público, cuál es la función
o propósito. La noción de lo público no existe en este Gobierno.
Todo esto toca directamente a la naturaleza de la televisión pública porque las
comunicaciones públicas son una extensión del Estado y están hechas para prestar
un servicio: ayudar a configurar una entidad nacional, el respeto a la defensa y el
enaltecimiento de las libertades civiles. Además, en la configuración de identidad,
también está la creación de un módulo de representación para todas las personas con
una televisión que represente a las minorías, que les hable a los niños, a la tercera edad y a
100
la gente a la que no le llega internet. Esa televisión pública no es la que tenemos ahora, ya
que ha diezmado la calidad y cantidad de contenidos, ha generado censura y autocensura
al interior de sus estructuras porque los periodistas, ni en radio ni en televisión, están
hablando de lo que está pasando porque tienen una vigilancia permanente, y eso genera
que se preste un mal servicio.
¿Qué piensa usted de este Gobierno cuando supo de Juan Pablo Bieri,
quien tuvo que renunciar a la gerencia de RTVC por la censura en su
contra, ocho meses más tarde firma un millonario contrato como asesor
de comunicaciones de presidencia?
Me siento decepcionado pero no sorprendido. Cuando me entero que Juan Pablo Bieri
estaba siendo contratado por el Gobierno, una vez más, simplemente pienso que se
cumplió un ciclo que mucha gente avizoraba. Nosotros los colombianos estamos
programados para ser pesimistas y se llegó a pensar que se lo llevarían a un consulado,
además porque tampoco confiamos de que la Procuraduría daría un fallo que impidiera
que fuera contratado por el Gobierno.
No me considero un enemigo de Juan Pablo Bieri, además porque jamás hice nada
pensando en él, ni saqué los videos, ni participé en La Pulla, ni hice activismo en contra
del proyecto de Ley MinTIC pensando en Juan Pablo Bieri. Para mí él termina haciendo
un papel en esta obra y lo que hizo está mal, por lo tanto, no fue un buen servidor público.
“Cuando pase este RTVC o cuando se acabe
este Gobierno, el concepto de televisión pública
queda. Con lo mucho o poco que nos dejen,
tocar construir”
Lo que sí me llama la atención es el poco tiempo que se demoraron, entre cuando le
aceptaron la renuncia (1 de febrero de 2019) hasta que se descubrió el nuevo contrato
que tenía (18 de noviembre de 2019). Me parece que es una falta de tacto, ¡puff, puta!, ni
siquiera le dieron un año de vergüenza. Bieri es un gran amigo del presidente (Iván Duque)
y si se sabe que los ojos de un país los tienen encima, deberían tener vergüenza, pero ya
ni eso. En este caso es mejor recordar aquella frase de (Immanuel) Kant que dice: “La
hipocresía es una venia que en defecto le hace a la virtud”. Si sé que está mal, lo hago por
debajo de cuerda, pero esta alevosía nos dejó sin hipócritas.
¿Comería papa criolla junto a Juan Pablo Bieri, la ministra de la TIC
Sylvia Constaín, el presidente Iván Duque y sesenta y tres congresistas
que votaron a favor de la ley de convergencia?
101
Tendría inconveniente porque me parece un gasto hartísimo de mi tiempo (risas). No
quisiera ir a esa fiesta (risas). Yo no quiero ser enemigo de Juan Pablo Bieri, pero tampoco
quiero ser amigo de él. Paso muy poco tiempo con mis amigos, como para irme a pasar
tiempo con ellos (risas).
Curiosamente, en un programa de radio en La W que lo dirigía Vicky Dávila, nos
conocimos con la ministra Constaín y hasta nos caímos muy bien. Yo entiendo de dónde
viene - Jefe de Políticas Públicas de Facebook para el Cono Sur y Gerente de Relaciones
Gubernamentales de Apple para Sudamérica -, pero no me parece bien, puesto que viene
de una puerta giratoria de la empresa privada y que da directo al sector público. Ella llegó
al cargo y está cumpliendo los designios de un sector muy interesado en hacer negocios
y que está pasando por encima de un bien público como son las comunicaciones.
“La censura es un producto del miedo que viene
con ostentar un abuso de poder”
En esa fiesta me imagino que me la pasaría hablando con ella porque imagínese usted,
entre buscar la bandeja de las papas y ver con quién habla uno en ese aburrimiento.
Ya me estoy imaginando el escenario: una de esas reuniones, como de asado, de los rolos
(bogotanos) todos gomelos como los de mi colegio hablando: ¡marica!, ¡huevón! (risas).
Pero mejor no, qué hueso (risas), prefiero no hacerlo.
En esa lucha en contra de la Ley TIC. ¿Sintió que algunos periodistas
no podían expresar sus opiniones por asegurar un puesto y un salario?
Yo siempre me he preguntado qué pasó con mis amigos de Radiónica y de Radio Nacional
de Colombia, que son las emisoras del sistema de medios RTVC. Son amigos con los
que he compartido otras mesas, por ejemplo, con (Jaime) Monsalve y con (Juan Carlos)
Garay comparto en el comité editorial de la revista El Malpensante o también con Simona
Sánchez que tenemos una amistad de bastantes años. En algún momento me pregunté
qué había sido de ellos porque me pareció raro no saber nada, pero luego entendí que
simplemente estaban maniatados. Yo no pretendo que nadie sea un kamikaze por mi
causa. No solamente los entiendo, sino que les agradezco el apoyo que recibí después
porque yo sé que están pendientes del caso y sé también que están cumpliendo una labor
muy necesaria para cuando se acabe el uribismo. La televisión y radio pública va seguir
allí, tal maltrecha como la dejen y necesitamos gente que esté haciendo bien su trabajo.
En el argot futbolístico se dice que los jugadores pasan, pero las
instituciones quedan. Santiago Rivas y Los Puros Criollos pasaron. ¿En
manos de quién quedó la institución?
Toca confiar en la trascendencia natural de las cosas. Cuando pase este RTVC o cuando
se acabe este Gobierno, el concepto de televisión pública queda, los estudios, los canales
o con lo mucho o poco que nos dejen, tocar construir.
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Cuando hicimos toda esta pelea le pedimos a la gente que hiciera un P.Q.R.: peticiones,
quejas y reclamos a RTVC, tratando de averiguar por qué habían salido del aire Los Puros
Criollos. Un poco para obligarlos, con un movimiento masivo, a responder por algo que
le pertenece a la gente pero enfocamos nuestros esfuerzos en el proyecto de Ley MinTIC.
Fracasamos pero creo que enfocamos bien la fuerza porque no nos dedicamos a crear una
narrativa de victimización, precisamente sabiendo que Los Puros Criollos en cualquier
momento iba acabar. El problema principal era: ¿qué está pasando con nuestra televisión
pública?
¿Usted cree que internet ha impactado en la censura periodística?
Sí y no. La censura es la censura. Los despidos en medios digitales o impresos, el
señalamiento y la persecución, ahora nosotros lo vemos en tiempo real gracias a internet;
pero al mismo tiempo internet provee un espacio de vigilancia muy propicio para quienes
pretenden controlar la voz de las personas mirando, ¡usted dijo esto o usted dijo aquello!.
Lo mismo pasa cuando van a contratar a tal persona, entonces: ¡mirémosle el Twitter o el
Facebook a ver si opina como nosotros! de los contrario no puede ser empleado. Vamos
a disponer de cuentas falsas de bots y cuentas pagadas de trolls para que acaben con la
honra de una persona o para que esparzan rumores y noticias falsas con el fin de acabar
con la tranquilidad de un periodista.
“En este Gobierno llegamos a la cúspide de no
tener ni idea del para qué sirve lo público,
cuál es su función o propósito”
El territorio libre de internet, también es un territorio en donde hay un caldo de cultivo para
la cesura. El problema que se vuelve excusa, porque cuando censuran a un periodista,
siempre sale un imbécil a decir: ¡hay, pero entonces que lo haga en internet! ¿A qué hora
internet se volvió un repositorio o una central de acopio de las cosas que son difíciles de
decir? Así le pasó con Los Puros Criollos, donde algunos dijeron: ¡háganlo en internet!
pero eso no funciona así, no es tan fácil, es un programa de televisión que cuesta hacer.
Se ejerció una violencia contra ese programa y ahí, gracias a internet, otra vez terminó
por hacerse valer.
¿Para usted qué es censura?
Es cualquier movimiento que haga el poder en contra de la libertad de expresión, en prensa,
opinión o información, que está siendo ejercida por cualquier persona. El silenciamiento
de un personaje, un contenido, una plataforma, un grupo de periodistas, un informe
específico, una pieza o incluso el silenciamiento de fuentes. La censura es un producto
del miedo que viene con ostentar un abuso de poder.
El tema de la censura viene desde el censo como se hacía antes, porque tenía una
predeterminación excluyente de: quien sí y quien no podía ser ciudadano.
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¿Qué recomendación le daría a un periodista que esté sufriendo de
censura?
Si está en Colombia, que hable con la FLIP. La Fundación para la Libertad de Prensa
es una entidad que trabaja exclusivamente para proteger a los periodistas, a visibilizar
la censura y a viabilizar el trabajo de los periodistas a través de muchas estrategias
incluyendo defensa jurídica y protección. En términos de seguridad, hacer puentes con la
Unidad Nacional de Protección, exigir que se les dé a los periodistas un trato correcto en
su condición de víctima o potencial de víctima.
Segundo, yo le diría que debe buscar una colectivización. Es importante que los
periodistas permanezcamos unidos y para ello qué mejor que tenga una mano amiga que
le diga: ¡venga yo publico por usted! o ¡venga yo le ayudo!. Las redes de cooperación son
importantes porque así como uno se pasa contactos de entrevistados, también se pueden
encontrar maneras de sortear la censura y protegernos entre nosotros.
La FLIP tejió una red que se llama la Liga Contra el Silencio, que es una comunidad de
periodistas, un portal, que publica en conjunto. Por ejemplo: van a censurar tal cosa, pues
tres medios más publican esta misma noticia para que la información no deje de salir y
para que el trabajo de los periodistas se haga valer. En ese sentido, yo creo que la unión
sí hace la fuerza.
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LA REPRESIÓN DE LA VOZ
Por Kelly Robledo-Dioses, Diego Maldonado Herrera y
M. Soledad Coppiano García
El periodismo ecuatoriano ha sido tradicionalmente crítico con los poderes de turno. En
1792, antes incluso del nacimiento de Ecuador, el médico y periodista quiteño Eugenio de
Santacruz y Espejo expresaba su visión contestataria a la Real Audiencia de Quito desde
Primicias de la Cultura de Quito, considerado el primer periódico del país. El autor fue
perseguido por defender la libertad en plena opresión colonial.
De allí en adelante, el rol del periodismo ecuatoriano como una voz incómoda al poder
se fue fortaleciendo. Más aún frente a regímenes caracterizados por el autoritarismo. Es
recordado que posterior al asesinato del expresidente Gabriel García Moreno, el escritor
y periodista ambateño Juan Montalvo inmortalizó la célebre frase: “Mi pluma lo mató”.
Montalvo fue editor de la revista El Cosmopolita, silenciada y perseguida por el poder
político de la época.
Ya en la democracia más reciente, nuevos actores contestatarios experimentaron formas
de censura desde el poder. El asesinato de Víctor Francisco Jaime Orellana en 1989 dejó
un precedente negro en la libertad de expresión en la época del expresidente León Febres
Cordero. Pancho Jaime —como se lo conocía— editaba una revista con ilustraciones
procaces que eran incómodas para un gobierno caracterizado por el conservadurismo.
Pocos años después la censura se ha adaptado a contextos más normativos y legales.
Figura a destacar en el escenario ecuatoriano y latinoamericano en las últimas décadas
es sin duda el político, economista y catedrático guayaquileño Rafael Correa Delgado.
Este llegó a la presidencia de Ecuador el 15 de enero de 2007. Se mantuvo en el cargo por
más de 10 años, lo que significó tres periodos continuos, pues fue reelegido dos veces
más en primeras vueltas. Ahora la Corte Nacional de Justicia de su país lo ha sentenciado
a ocho años de prisión por liderar una red de sobornos.
Correa es conocido como el líder de la “revolución ciudadana”, por la serie de reformas
políticas, económicas y sociales que emprendió bajo la idea de un socialismo en estrecha
vinculación con la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. De esta forma, no
sorprende que se hable en términos negativos de su relación con la prensa del país que
gobernó.
A lo largo de su mandato, Correa demandó por difamación a medios informativos como
El Universo, y por daño moral a periodistas como Juan Carlos Calderón y Christian Zurita.
En las cadenas nacionales, en varias ocasiones, rompió en vivo ejemplares de diarios
ecuatorianos como Hoy, El Comercio y La Hora, catalogándolos de “prensa corrupta”.
Pero quizá lo más representativo de su gestión, en relación a la libertad de prensa, fue la
aprobación en junio de 2013 de la Ley Orgánica de Comunicación, que según investigaciones
del Committee to Protect Journalists (CPJ) llevó al país a la censura generalizada.
106
Esta normativa fue defendida por el mandatario como un instrumento que "busca
una prensa libre e independiente que informe y comunique, no que defienda intereses
privados". Sin embargo, la oposición la calificó de “ley mordaza”. Y el Gobierno de Estados
Unidos, junto a instituciones como Human Rights Watch y la Sociedad Interamericana
de Prensa (SIP), la consideraron como una restricción a las libertades de prensa y de
expresión.
En dicha ley se reconoció como básico el derecho de réplica de cualquier información.
Así, desde entonces, han sido muchos los casos de periodistas y medios denunciados,
portadas rectificadas y sanciones graves impuestas, como el caso del caricaturista
Xavier Bonilla. La norma trajo consigo también la creación de la Superintendencia de
Información y Comunicación (Supercom), órgano encargado de la "vigilancia, auditoría,
intervención y control" de medios de comunicación, con "capacidad sancionatoria" a la
actuación de estos. Nació también el Consejo de Regulación de la Información, ente con
atribuciones sobre el acceso a la información, contenidos y franjas horarias, elaboración
de reglamentos e informes para la adjudicación de frecuencias, entre otras.
A raíz de la puesta en rigor de la Ley Orgánica de Comunicación, muchos periodistas
y comunicadores optaron por trabajar en el espacio digital. Lo que trajo consigo el
nacimiento de nuevos medios online de investigación y opinión. Sin embargo en mayo de
2016, a través de una carta, los editores y directores de estas plataformas denunciaron
ante la opinión pública lo que consideraban “una política de gobierno que intenta silenciar
a todo aquel que piensa diferente”. En el escrito detallaban una serie de acciones a
determinados medios que iban, desde hackeos y ataques de denegación de servicio,
hasta el intento por aplicar normas de propiedad intelectual de los Estados Unidos para
censurar publicaciones en páginas web y redes sociales.
Ese mismo año, el 17 de octubre, la SIP alertaba sobre la situación del país: “En Ecuador
se mantiene y se fortalece un sistema camuflado de censura que tiene como propósito
silenciar al periodismo independiente y vaciar el contenido crítico de la prensa”. Y en
esa línea, exigió “una vez más” al Gobierno de Correa el cese de las agresiones contra
periodistas y editores.
En mayo del siguiente año asumió como presidente de Ecuador Lenín Moreno Garcés,
político y administrador, quien había sido vicepresidente de Correa en su primer gobierno.
Al tomar posesión del cargo, Moreno prometió poner fin al decenio de enfrentamientos
entre el gobierno ecuatoriano y la prensa. En julio del 2017 convocó a una reunión en el
palacio presidencial en Quito a un grupo de editores de radio, televisión y periódicos. En
tal encuentro el Presidente prometió una nueva era de libertad de prensa para el país, e
instó a sus invitados a adoptar su función de vigilancia.
Sin embargo, lo que fue calificado por algunos como una “Primavera de Ecuador”, para
la prensa no resulta tan bien encaminado ahora. Muchos periodistas como Francisco
Herrera, director del portal de noticias digital Ecuadorinmediato, han denunciado que el
gobierno de Moreno censura a los medios. El 13 de abril de 2018 el periodismo vivió una
de sus jornadas más negras, luego de que el gobierno de Moreno confirmó el asesinato
de un equipo de prensa de Diario El Comercio. Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra
fueron secuestrados días antes en la frontera colombo-ecuatoriana por el Frente Oliver
107
Sinisterra. La falta de transparencia en las negociaciones de liberación del equipo
periodístico y una insuficiente investigación del crimen generó las alertas en instituciones
de Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la cual emitió un informe en
el que concluye que no se hicieron suficientes esfuerzos para esclarecer la verdad del
asesinato.
Asimismo, la crisis que vivió el país en octubre de 2019, a raíz las protestas motivadas
por la eliminación al subsidio a los combustibles decretada por el Presidente y el
subsiguiente estado de excepción, evidenció ciertas muestras de represión contra la
prensa, al no permitirle reportar los hechos y sancionar a quienes lo hacían. Se llegó
incluso a las agresiones físicas. Según la organización no gubernamental Fundamedios,
51 periodistas sufrieron algún tipo de agresión durante la cobertura. Además, se le revocó
la licencia de operación a la radioemisora Pichincha Universal por supuestamente incitar
a la paralización de los servicios públicos.
108
LA POLÉMICA CARICATURA
DEL SICARIO DE TINTA
Por M. Soledad Coppiano García, Diego Maldonado Herrera
y Kelly Robledo-Dioses
“Yo hago mis dibujos diariamente y un día vi en Twitter el comentario de una
periodista sobre el caso de allanamiento, me indignó y quise resaltarlo para que se
visibilice. Como aún entraba en el horario de producción en el que podía entregar
mi dibujo, lo hice. Abordé el tema con el lenguaje típico de una caricatura: la
exageración. La caricatura molestó de inmediato al presidente Correa, se sintió
aludido por el pie de la imagen”.
Xavier Bonilla
Fue en la noche del 26 de diciembre de 2013 en Ecuador cuando un conjunto de
policías del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) ingresaron por orden de la Fiscalía al
domicilio de Fernando Villavicencio. Villavicencio era asesor del asambleísta opositor
al régimen, Cléver Jiménez. El conjunto allanó la propiedad indicando que buscaban
pruebas de un supuesto espionaje al presidente Correa y otros funcionarios de Estado.
Al parecer Fernando Villavicencio habría adquirido información ‘hackeada’ de correos
presidenciales.
Xavier Bonilla es un conocido caricaturista ecuatoriano. Bajo el seudónimo de ‘Bonil’
publica dibujos diariamente en el diario de mayor distribución del país, El Universo. El
27 de diciembre de 2013 entregó su habitual caricatura para el diario, un dibujo sobre
el allanamiento contra un asesor político que ese día había conmocionado al país. En
viñetas se muestra la secuencia de la llegada de la Policía, una mano tocando la puerta
de un domicilio, la puerta se abre, las botas policiales aplastan al personaje detrás de la
puerta y finalmente se observa a los policías llevándose computadoras y enseres de casa.
A pie de la caricatura se lee: “Policía y Fiscalía allanan domicilio de Fernando Villavicencio
y se llevan documentación de denuncias de corrupción”. Esta descripción resultó ser el
origen de un problema que terminó en juicio. El dibujo indignó al entonces presidente
Rafael Correa quien dijo que ‘Bonil’ debía demostrar sus afirmaciones sobre las supuestas
“denuncias de corrupción” dado a que era una calumnia.
En el Enlace ciudadano del 4 de enero de 2014, que era un espacio de radio y televisión
estatal donde Correa emitía una especie de rendición de cuentas semanales cada
sábado, el entonces mandatario calificó a ‘Bonil’ como un "sicario de tinta", alegando: “el
problema no es que sea caricatura o no, es que se está mintiendo y eso es gravísimo”. Al
mismo tiempo pidió una investigación por parte de la Superintendencia de Comunicación
109
(Supercom). Dos días después, la Supercom abrió la investigación sobre el caricaturista
y el diario El Universo.
La Supercom tenía en esa fecha tres meses de funciones. Este organismo fue creado a
partir de la promulgación de la Ley Orgánica de Comunicación, norma cuestionada por la
prensa internacional y organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch
y Amnistía Internacional, por supuestamente abrir una puerta para que el oficialismo
censure a sus críticos.
El fallo fue a favor del Gobierno, la superintendencia multó a El Universo por 95 mil dólares,
el 2% de los ingresos de los últimos tres meses del diario, mientra que a ‘Bonil’ le dieron
la orden de rectificar la caricatura.
Regale navidad
Cortesía: Xavier Bonilla
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Xavier Bonilla, periodista y caricaturista
"MANDAR A RECTIFICAR UNA
CARICATURA ES UN ATENTADO
A LA INTELIGENCIA"
Por Diego Maldonado Herrera, Kelly Robledo-Dioses y
M. Soledad Coppiano García
El humor es un lenguaje y una filosofía de vida para ‘Bonil’, el celebérrimo caricaturista
del diario El Universo de Ecuador. Recordado porque más de una ocasión estuvo en el
ojo de la tormenta política legal por sus opiniones gráficas, sobre todo en el régimen del
expresidente Correa. Sin embargo, se las ha ingeniado para sacarle la lengua a la censura
y salir bien librado.
Él continúa dibujando desde su mesa de trabajo. Comprende los gajes de su oficio y los
asume con naturalidad. Sabe que sus referencias pueden ser interpretadas de muchas
formas, pero él se siente libre para expresarse y por qué no, “contar centavitos” —me
gustas— en redes sociales. Reflexiona sobre lo peligroso de la censura y aboga por la
tolerancia.
¿Cómo viviste en lo personal y laboral la censura a tu caricatura ‘Regale
Navidad’?
En lo personal a mí me asustó cuando recibí la noticia por parte del director del periódico.
Y claro, no es agradable estar en ningún lío, más aún si era con el hombre más poderoso
del país en ese momento que detentaba todos los poderes. Así es que tuve que pensar
bien mi defensa. Y lo hice a través del humor, de la caricatura, del lenguaje simbólico. Por
eso es que se me ocurrió crear dos lápices gigantes de cartón y llevarlos a mi cita en la
Superintendencia. Uno era un lápiz normal, que representaba aquello que yo defiendo que
es la libertad de dibujar; y el otro, cuyo borrador ocupaba más que el lápiz, representaba
el deseo del Gobierno de borrar nuestras voces.
Creo que mi respuesta fue buena y oportuna. Nadie se lo esperaba. Las reacciones
normales en ese entonces eran serias, de indignación, de denuncia. Pero el lenguaje del
humor los descolocaba (a los gobernantes). Eso no implicó que yo reciba una sanción,
pero tuvo una resonancia mediática importante que yo no busqué. Y es que era la primera
vez que se mandaba a rectificar una caricatura.
111
¿Cómo te sentiste al tener que rectificar algo que no considerabas
necesario?
Desde el punto de vista intelectual fue un desafío creativo del que considero salí bien
librado. Primero, este era un dibujo importante en el momento político que atravesaba
el país. Y segundo, un reto por responder, defenderme, y hasta triunfar sobre quienes
estaban en el gobierno y nos censuraban. El humor para mí fue mi refugio. Y es que mi
lenguaje es el dibujo y desde mi escritorio yo me podía defender mejor; en cambio, cuando
fui a la audiencia estaba en una superintendencia, que constituye el lenguaje y el espacio
del poder o de la institucionalidad.
Pero ya en lo personal, fue un periodo no muy agradable. Porque era nuevo, no sabía en
qué iba a derivar todo, qué consecuencias podría tener una sanción como la que hubo de
una multa, qué repercusión iba a tener en el periódico respecto a mí; felizmente siempre
tuve el respaldo de los dueños.
Fue en definitiva una época difícil. Emocionalmente trajo un gran desgaste para mí y mi
familia. Fue un periodo de mucho estrés, preocupación, de repensar ciertas cosas, de
asustarse. Felizmente yo me sentía firme en mis convicciones.
“El humor, más que una posibilidad de atacar
fue una posibilidad de defenderme”
¿Crees que rectificar la caricatura atentó contra la libertad de expresión?
Creo que mandar a rectificar una caricatura, más que un atentado a la libertad de expresión
es un atentado a la inteligencia. Hay que ser muy idiota para mandar a rectificar una
caricatura. Indudablemente la libertad de expresión estuvo siempre amenazada durante
todo el periodo del correísmo, y dentro de ese gran ambiente, el ejercicio ciudadano,
periodístico y artístico que yo desarrollo en un periódico estaba también amenazado. Es
decir, no es el hecho mandar a rectificar una caricatura lo que demuestra un atentado
contra la libertad de expresión, sino es el resultado de un entorno mayor en donde ese
acoso a la libertad de expresión podía manifestarse en el presidente que te insulta, que
abusa de los recursos públicos para emitir un programa y estigmatizar a periodistas para
amenazarlos, los procesos que se seguían, las imposiciones, etc.
“La libertad de expresión estuvo siempre
amenazada durante todo el periodo del
correísmo”
¿Es el gobierno de Correa con el que has tenido más afrentas?
Siempre han habido presidentes o políticos que se han molestado. Por ejemplo, Gustavo
Noboa alguna vez calificó de infamia a un dibujo mío. Lucio Gutiérrez se molestaba mucho
112
y le pidió al director del diario que me diga que no lo dibuje con la nariz tan larga… Y así
muchos casos más. Se dice que el político que no tiene una caricatura no se ha graduado
de personaje público.
¿Cuál es el límite de la exageración dentro de una caricatura? ¿Todo
puede ser sujeto de exageración?
Recuerdo un estudio de los años 70 de Vargas Llosa sobre el realismo mágico. Él refería
que exagerar no es mentir, es crear otra realidad. Entonces, la exageración es resaltar
unos aspectos que existen, no se resalta lo que no existe. Y es el público el que le da un
certificado de credibilidad o no. Por eso alguien decía que detrás de un chiste hay una
gran verdad. Si tú te ríes es porque descubriste algo que es real. Ahora, relacionando esto
con la censura y la reflexión de lo políticamente correcto podríamos decir que no solo la
risa, la caricatura, la exageración son objetos de censura. Un comentario sobre temas
tabú en una red social, por ejemplo, también lo es.
Ahora, ¿se puede exagerar todo?, ¿nos podemos reír de todo? Si te ríes es porque puedes
reírte porque encuentras un sentido en ese comentario. La risa es un fenómeno humano
y los humanos somos tan diversos y tenemos distintas referencias culturales que nos
reímos por distintos motivos.
Pensando en que se pueden despertar sensibilidades o incluso dañar a
alguien, ¿un caricaturista se puede autolimitar? ¿Te ha pasado?
Me ha pasado y ha sido lamentable. Porque ese es el momento en que empieza a vencer
la censura. Pero yo sigo libre, digo lo que veo, lo que me parece.
Creo que nuestras mentes son antenas y el sentido de ellas es mandar señales. Las
propias, no las de otros. La gente se conecta a tu señal o no, según lo que piensen. Lo
importante es estar convencido de la visión propia.
“Autolimitarse es el momento en que empieza a
vencer la censura”
Tal como dices, tu visión no siempre será compartida por todos. En
ese sentido, ¿a qué presiones externas crees que está expuesto un
caricaturista?
Generalmente son entelequias etéreas, pocas veces toman forma y cuerpo. En Ecuador,
con la Superintendencia de Comunicación las presiones pocas veces son visibles. No es
como que un Presidente diga algo, o que alguien dispare el gatillo y mate como en Charlie
Hebdo. Sin embargo, la censura existe. En la redes sociales son los trolls o es la gente de
carne hueso que te dice que no se puede hacer reír de todo.
Por ejemplo, The New York Times dejó de publicar caricaturas a raíz de que el comité editorial
113
indicó que las personas “estaban indignadas” al punto de tacharlos de antisemitas. La
gente malinterpretó esta sección. La caricaturas no son el lenguaje periodístico objetivo
que la gente espera. La gente es la que censura, lo hemos vivido siempre.
“La gente es la que censura, lo hemos vivido
siempre”
Centrándonos en el caso de The New York Times, ¿calificarías esto una
forma de censura? ¿Crees que se puede replicar en otros medios?
Ya ha pasado en periódicos de Estados Unidos y Europa donde, por ejemplo, el periódico
muestra simpatía por el presidente Trump y el caricaturista no... tarde o temprano
terminan despidiendo al caricaturista. La censura es silencio, mandar a callar a alguien,
no escuchar a otro. Es un gran defecto humano que se replica en muchas actividades y en
el periodismo se expresa de este modo. En el caso del The New York Times dijeron que era
para evitar herir susceptibilidades porque los caricaturistas siempre pasan una línea roja.
A mí me gusta ampliar la visión de lo que es la censura, porque muchas veces nos
quejamos de la política o los medios de comunicación, pero entramos en una red social
directo a callar al otro que opinó distinto. Hay que ampliar el ojo hacia eso. En la medida
en que reconozcamos que llevamos la censura dentro empezaremos tal vez a cambiar un
poco.
“En la medida en que reconozcamos que
llevamos la censura dentro empezaremos tal
vez a cambiar un poco.”
¿Consideras que Internet y las nuevas tecnologías influyen en los
casos de censura al periodismo o son una herramienta a la libertad de
expresión?
No es ni bueno, ni malo. Es como el matrimonio, depende de cómo tú lo lleves y con
quién te cases. Las redes sociales en esencia pueden propiciar la comunicación, la
transparencia, la democratización de la palabra. No obstante, es necesario recordar lo
que decía Umberto Eco sobre las redes sociales y los idiotas, que el desafío es aprender a
canalizarlas. El reto es luchar en ese espacio.
La censura en estos medios opera, por ejemplo, cuando voy a chequear los likes en mis
publicaciones, veo los comentarios— donde muchas veces te insultan — y eso te genera
una sensación horrible porque a nadie le gusta que lo insulten.
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¿Cómo ves el termómetro de la tolerancia mundial frente a las
caricaturas políticas?
Yo pienso que con la apertura de las redes sociales la caricatura tal como la entendíamos,
el dibujo en blanco y negro, cada vez desaparece más. Lo que hay ahora es un montón
de caricaturas a las que se le llama “meme”, es la hermana de la caricatura. Los memes
comparten con la caricatura un lenguaje visual, gráfico y tienen el componente de humor
y sátira. Son la nueva caricatura. Lejos de desaparecer, la tolerancia se prolifera porque
es algo del ser humano reírse del otro, satirizar o castigar el comportamiento ajeno y qué
mejor si es de un político.
Aunque en los espacios tradicionales de periódicos opere esa censura, en general, no han
sucedido en todo el mundo, y los que hay son casos puntuales. En las redes sociales ha
estallado la posibilidad de reírte de la caricatura.
Si en este momento son tan bien recibidos los memes en redes
sociales, ¿por qué ahora mismo medios como The New York Times
cierran espacios de opinión en caricaturas políticas?
The New York Times es muy representativo, pero en el mundo no estoy seguro que esté
desapareciendo la caricatura. Sin embargo, que lo haga The New York Times marca una
señal y demuestra que vamos cediendo a la presión de la censura: esa fuerza invisible
que hace que la gente salga a las calles, que también es cierto que es manipulada. Ahora
sabemos que hay una orquestación de ciertas manifestaciones a través de las redes
sociales para generar una opinión pública, como, por ejemplo, Cambridge Analytica.
Pero la reacción en contra de los medios grandes es más fuerte porque son instituciones
vistas como parte del establishment. El discurso antiprensa es recurrente y son un poder,
indiscutiblemente. Entonces la gente quiere que los periódicos sean como el Facebook en
donde ellos pueden decidir lo que se publica.
Yo encuentro una explicación ahí, en la tendencia natural pegarte contra el fuerte.
Generalmente echamos la culpa a los de arriba o a las instituciones. Pero en las redes
sociales, la relación es más anónima y horizontal; en los medios de comunicación,
generalmente, es vertical.
¿Cómo se puede responder a la censura con humor?
Mi lenguaje es el humor. El humor, más que una posibilidad de atacar, fue una posibilidad de
defenderme. La risa te permite driblear la agresión. Nunca te llega el insulto, el escupitajo
porque tu te ríes de eso en lugar de sentir temor. El poderoso lo que quiere es acabarte
moralmente, verte doblegado, triunfar sobre ti, pero si en lugar de eso ve a alguien que se
ríe, que se escurre...
La caricatura periodística la asocio a un potro salvaje que está libre trotando entre la
objetividad y la información fría y subjetiva, el arte y la ficción. Para el humor no cuenta la
veracidad sino la verosimilitud.
115
Los hechos que se relatan en el periodismo tienen que ser reales. Pero si hago una
caricatura, por ejemplo, de Rafael Correa con el trono, a pesar de que nunca lo hemos
visto vestido de esa manera, el lector dice: sí, sí, así mismo es.
Un elemento central de la caricatura es la risa o la intencionalidad de reírte. Lo logras o
no es otro tema. Sin embargo, no siempre la pretensión de una ilustración es la risa. Pero
la censura va a estar ahí independientemente de si es una caricatura o no. Va a estar en
función de los temas tabú: la muerte, el aborto, el matrimonio igualitario, la iglesia, los
militares, etc. Hay un montón de temas tabú.
¿Qué le dirías a los periodistas que han sufrido censura ya que tú la has
visto de primera mano?
Hay una palabra que siempre la hemos usado los periodistas y es resistir. Pero la censura
tiene muchos niveles. No es lo mismo que en Ecuador se mande a rectificar una caricatura
y se obligue al periódico a disculparse -lo que de por sí es censura-, que en Arabia Saudita
condenen a mil doscientos latigazos a un bloguero o que hayan sentenciado a seis meses
de prisión a una mujer por conducir un auto. Todo es censura pero en distintos niveles.
Al final del día lo que puede ser común para los tres casos es resistir. Es decir, permanecer
en tu convicción de que debes hacer lo que sabes hacer, lo que quieres hacer y lo que
necesitas hacer, que es decir, informar, comunicar.
‘Bonil’ fue un tema favorito de las sabatinas. ¿Cómo recibiste todos los
calificativos del expresidente Rafael Correa?
La primera ocasión un amigo me llamó por teléfono me dijo prende la televisión. Y cuando
lo hago justo pesco cuando Correa decía: “corrupto, mediocre, cobarde, mentiroso…”. Y
como era la sabatina pensé que les estaba tomando lista (risas). Esos fueron los primeros
insultos.
Al comienzo del Gobierno toda la propaganda terminaba con un estribillo que decía
“con infinito amor…”. Cuando se produjo el primer problema, con la caricatura “Regale
Navidad”, yo decidí hacer una rueda de prensa en la plaza pública de Quito, donde hay una
estatua de un comediante quiteño muy famoso, Don Evaristo. La primera pregunta que me
hicieron fue: “Bonil, ¿usted odia al presidente?”. Yo les dije: “No, todo lo contrario. Yo por
él siento un infinito humor”. Luego no volví a escuchar el estribillo.
Así es el humor, te lanzan las balas y quieren que tú reacciones igual de bravucón y te
midas con la fuerza que ellos tienen más. El humor me permitió a mí salir bien librado. La
gente se identifica con eso y me apoya.
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LOS TRES QUE NUNCA
REGRESARON
Por Diego Maldonado Herrera y Kelly Robledo-Dioses
Los tres eran trabajadores del diario El Comercio de Ecuador. El domingo 25 de marzo de
2018, Javier Ortega, redactor; Paúl Rivas, fotógrafo y Efraín Segarra, conductor, viajaron
desde Quito hasta la población costera de Mataje, en la frontera colombo-ecuatoriana.
Iban a desarrollar una investigación periodística sobre el atentado en contra de un grupo
de militares, ocurrido unos días antes en el sector. Sin embargo, nunca más regresaron a
su redacción. Fueron secuestrados y posteriormente asesinados.
Los episodios de violencia eran adjudicados al Frente Oliver Sinisterra (FOS), una facción
disidente de las FARC liderada por alias ‘Guacho’, que operaba una red de narcotráfico
desde el municipio colombiano de Tumaco, al otro lado de la frontera ecuatoriana. Para
ese entonces, ellos ya habían generado varios atentados como respuesta a las acciones
militares conjuntas de los gobiernos de Ecuador y Colombia.
El 26 de marzo, la redacción de diario El Comercio perdió comunicación con el equipo.
Pocas horas después las autoridades gubernamentales confirmaron el secuestro. Es allí
cuando se creó un comité de crisis, liderado por el ministro del Interior, César Navas, y el
ministro de Defensa, Patricio Zambrano, quienes asumieron el control de las negociaciones
con el FOS y se pusieron en contacto con sus contrapartes en el Gobierno colombiano.
A través del hashtag #NosFaltan3, familiares, amigos, colegas y ciudadanía en general
se convocaron a vigilias a las afueras del Palacio de Gobierno de Ecuador para pedir un
manejo humanitario que garantice la vida de los secuestrados. El FOS exigía públicamente
un canje por los rehenes y el cese de operaciones militares para la liberación del equipo.
Sin embargo, el Gobierno ecuatoriano no pudo responder por la vida de los periodistas.
Luego de una negociación poco oportuna, caracterizada por la escasez de información
oficial e incluso, con versiones contradictorias, el 11 de abril de 2018 un comunicado del
FOS confirmaba el asesinato de los periodistas.
El hecho dejó un triste precedente en Ecuador. Era la primera vez que ocurría un secuestro
y posterior asesinato de periodistas. Allegados de las víctimas pidieron a las autoridades
gubernamentales y de justicia que entreguen la información para saber qué ocurrió en las
negociaciones y por qué terminó en un asesinato. El mismo presidente de Ecuador, Lenín
Moreno, ofreció la desclasificación de toda la información del caso pero las respuestas no
llegaron y se tejió un ambiente de impunidad.
En diciembre de 2019, el Equipo de Seguimiento Especial (ESE) para este caso entregó a
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) un informe que concluye que
hubo inacción y descoordinación por parte de los Estados de Ecuador y Colombia. En
este se solicitó que se reanuden las investigaciones y se establezcan mecanismos de
117
reparación. La respuesta del Gobierno ecuatoriano fue evasiva. La Cancillería ecuatoriana
argumentó que el equipo cruzó de forma “voluntaria” a Colombia.
En abril de 2020 se cumplieron dos años del asesinato. Los familiares no tienen las actas
de las negociaciones y no hay responsabilidades políticas. El caso aún está en impunidad.
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Sofía Ramírez,
periodista y activista por la libre expresión
"LA RESPUESTA A LA CENSURA ES
HACER MÁS Y MEJOR PERIODISMO"
Por Diego Maldonado Herrera y
Kelly Robledo-Dioses
Más de dos años han pasado del secuestro y asesinato de Javier Ortega, Paúl Rivas y
Efraín Segarra, miembros del equipo de prensa del diario ecuatoriano El Comercio. Fue
un viaje sin retorno aquel que emprendieron el 26 de marzo del 2018 con el afán de hacer
visible lo que sucedía en la zona conflictiva de Mataje, frontera Ecuador-Colombia. Sin
embargo, sus voces no se apagaron. Aún ahora siguen vivas y han servido para animar
la de sus colegas y ciudadanos que piden una gestión política transparente en Ecuador y
respeto al ejercicio informativo.
La muerte de los periodistas motivó la formación del colectivo “Nos Faltan 3”, que hasta
el momento lucha para que lo sucedido no quede impune. Sofía Ramírez, periodista
ecuatoriana, es una de las representantes de esta asociación. Ella conocía muy de cerca
a Javier, Paúl y Efraín; los unían la amistad, el trabajo y, sobre todo, las ganas de hacer un
mejor periodismo. En nombre de ello y como portavoz de “Nos Faltan 3”, Sofía cuenta en
esta entrevista más detalles sobre el caso y hace también una reflexión sobre la censura
en su país y la necesidad de profesionales de la información comprometidos y un público
más consciente.
¿Qué entiendes por censura?
La censura puede tener distintos orígenes. Por ejemplo, la censura gubernamental: cuando
(los gobernantes) no quieren dar entrevistas o no permiten a los periodistas acercarse,
cuando se hacen pedidos de información y llegan incompletos. También es cuando se
amedrenta a la prensa, por ejemplo, lo que nosotros hemos vivido aquí (en Ecuador): un
gobierno de 10 años que censuraba a la prensa.
Entonces, las formas de violencia, de insultos, de no dar versiones oficiales, de no declarar
a ciertos medios son formas de censura; pero también secuestrar y asesinar a periodistas
lo son porque está dentro del ejercicio periodístico. Así se limita la libertad de expresión.
Y si una sociedad no está informada, no sabe de la realidad. El periodista está para eso,
para contar ese tipo de información que no se quiere contar.
¿Podemos considerar un secuestro como forma de censura? ¿Por qué?
Sí, y lo vemos en el caso. Se trata de censura. Ellos, (Javier, Paul y Efraín), estaban haciendo
119
su trabajo. Si es que esto no pasaba, la mayoría de ecuatorianos no sabría que existe Mataje,
ni dónde queda. Este es un caso emblemático para la región y para la CIDH (Comisión
Interamericana de Derechos Humanos) porque ha permitido que se profundice en qué pasó,
por qué los mataron.
¿Sabes de otros casos de censura en Ecuador?
De este caso se desprenden otros. Unos días antes, un periodista de El Telégrafo había ido
a la misma zona y, prácticamente, le dijeron que era mejor que se vaya porque lo podían
matar. También están los casos de los periodistas Paul Romero y Marieta Campaña que
les prohibieron el ingreso a Mataje.
En el anterior gobierno es donde más se evidenció la censura. La Ley de Comunicación
que existía antes era bastante restrictiva para los medios y los periodistas, con sanciones
y juicios, todo lo que llevaba a que los medios al final se dobleguen ante el poder del
gobierno de turno. Y ahora pasa lo mismo. Este gobierno prácticamente sigue la misma
línea que el anterior.
“Ningún gobierno es perfecto, el periodismo
tampoco lo es”
Entonces, ¿sientes que vives en un lugar desfavorecido para un libre
ejercicio periodístico?
Creo que después del secuestro, los periodistas han tratado de hacer un mejor periodismo
para combatir la censura. Lo hacen con reporterías más extensas y de investigación
más profunda. A título personal, puedo decir que estamos en un cambio. Efectivamente
falta mucho por hacer porque vivimos bajo gobiernos que quieren imponer su verdad, su
discurso.
Ningún gobierno es perfecto, el periodismo tampoco lo es. Pero en este sentido, en
Ecuador, a raíz del secuestro hay un mayor compromiso por hacer un mejor periodismo.
Los pasos son lentos, a veces se equivocan, a veces se caen, pero hay un intento por ser
mejores. Siempre hay manera de demostrar que el Gobierno no quiere hablar sobre cierto
tema.
Continúan lidiando con un Gobierno que no transparenta toda su
información…
Los gobiernos siempre van a tener algo que esconder. Este, particularmente, no es la
excepción. Se reformó la ley de Comunicación, por ejemplo, pero en mi opinión no se
puede decir que se mejoró a partir de allí. Seguimos en lo mismo que los años pasados.
No ha variado mucho. Aquí siempre (los gobiernos) quieren que (los periodistas) se rijan
en la información oficial. Cuando alguien saca algo que pone a tambalear al gobierno, se
utilizan estrategias de comunicación para bajarle un poco el peso a esa noticia que puede
120
dañar la imagen gubernamental.
Las prácticas gubernamentales en el tema de comunicación no cambian, es muy
complicado, y no creo que vayan a cambiar porque se prioriza la imagen del Gobierno. Al
final son relaciones públicas.
“Agredir a un periodista durante su cobertura,
es agredir a una sociedad que tiene derecho a
ser informada”
Los gobiernos siguen la misma línea, los periodistas se esfuerzan un
poco más, ¿y la ciudadanía? ¿Consideras que ha habido un cambio de
parte de esta?
Lo bueno es que la gente ya se da cuenta, lee y se informa un poco más, y eso es parte de
tener una sociedad bien informada. Quienes están en redes sociales son los que empiezan
a leer más este tipo de trabajo. Igual, aún falta mucho.
Todavía no se entiende muy bien el rol del periodismo. Aún no se toma conciencia de que
agredir a un periodista durante su cobertura es agredir a una sociedad que tiene derecho
a ser informada.
“Necesitamos saber qué pasó. Por qué los tres,
que pudieran estar aquí, haciendo reportajes,
fotografías, conduciendo hacia la noticia,
ahora no están”
¿Qué es “Nos Faltan 3” y por qué es importante levantar la voz ante la
censura?
“Nos Faltan 3” es un colectivo conformado por quienes tratamos de que el caso no quede
en la impunidad y apoyamos a las familias en todo lo que necesiten.
Estamos ahí para recordarle al Gobierno ecuatoriano que nosotros no vamos a olvidar
el caso y que estamos exigiendo justicia y verdad. Necesitamos saber qué pasó. Porqué
los tres, que pudieran estar aquí, haciendo reportajes, fotografías, conduciendo hacia la
noticia, ahora no están.
Publicamos información para que la gente no olvide que este es un caso de impunidad
excepcional y emblemático, dado un contexto geopolítico trascendental, y que en él se
violó la libertad de expresión y el acceso a la información.
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Este no es un colectivo cerrado. Mientras más gente apoye, para nosotros es mejor porque
así se va haciendo eco de lo que pasó.
“Las exigencias del informe (de la CIDH) son
que se creen comisiones, que se mantengan
las líneas de investigación abiertas y que no se
aisle el secuestro y el asesinato”
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se pronunció
sobre el caso. ¿Qué recomendaciones no se han cumplido de parte de
los gobiernos de Ecuador y Colombia?
Desde el Equipo de Seguimiento Especial (ESE) de la CIDH se señala que Ecuador no
ha cumplido la desclasificación de la información. Estamos viendo que hubo inacción y
negligencia del Gobierno de Ecuador. Primero, las familias de las víctimas no tienen actas
de los comités de crisis que se reunían durante el secuestro. Eso se ha pedido porque no
se sabe de qué se habló allí. Segundo, se ha solicitado a través del ESE que se amplíen
las líneas de investigación como un asunto de crisis en la frontera y no como un caso
de crimen organizado. Recordemos que hubo militares que también murieron antes del
secuestro en manos del Frente Oliver Sinisterra y se requiere tener claridad de lo que pasó.
Por parte del gobierno de Colombia, el pedido es que entreguen toda la información al
ESE, cosa que no ha pasado. En el informe se explica cuántas veces se había solicitado
información al Ministerio de Defensa de Colombia y ellos lo único que hicieron es
dar información escueta que no aportaba nada. La Fiscalía tampoco quería aportar
información. Esto no permite aclarar cuáles eran las obligaciones que tenía el Estado
colombiano en este caso.
Las exigencias del informe son que se creen comisiones, que se mantengan las líneas de
investigación abiertas y que no se aisle el secuestro y el asesinato porque eso haría que se
dilaten los procesos. Que no quede en impunidad, que se sepa qué pasó, quiénes fueron,
quiénes mataron, si hubo negligencia de las incursiones militares. Es la información que
la familia necesita.
¿Cómo afectó la muerte del líder del Frente Oliver Sinisterra, alias
‘Guacho’?
Ambos gobiernos han querido deslindarse del tema. La muerte de alias ‘Guacho’ conlleva
a la impunidad porque él era la única persona que pudo haber declarado y dicho si tenía
nexos con autoridades del Gobierno o de militares ecuatorianos o colombianos. Él sabía
qué pretendía con el secuestro y por qué los mató. Esto prolonga la impunidad, que es
lo que las familias exigen que se acabe. Se sabía que había incursiones militares a pesar
de que ambos gobiernos dijeron que las habían suspendido, hay registros. Todo está
122
quedando en negligencia.
¿Qué se intentó callar con el asesinato del equipo de diario El Comercio?
Es conocido que el Frente Oliver Sinisterra manejaba el transporte de droga de la zona
de Tumaco y lo hacía por Ecuador. El traspaso de droga deja ver una realidad social de
esos poblados. Los periodistas que estaban en la frontera estaban tratando de tejer o
desenmascarar qué es lo que estaba pasando, por qué en esa zona hay tanta violencia,
cómo se está manejando en tema del narcotráfico.
En el libro de Viaje Sin Regreso dice que Javier tenía conocimiento de que alias ‘Guacho’
tenía nexos con autoridades de Ecuador y por eso fue a investigar. No está confirmado
porque Javier ya no está aquí, pero sí puede ser verdad por los reportajes que estaba
sacando. En la página 58 dice: “En Ecuador buscaron alias ‘Guacho’ por 11 atentados
terroristas a 10 muertos, 11 heridos y 200 personas desplazadas. En Colombia múltiples
fuentes tanto oficiales como civiles dicen que más del 80% de los 400 asesinatos en 2017
y 2018 fueron cometidos por los grupos de alias ‘Guacho’ y alias ‘David’, más de 300
cadáveres.” (sic).
El equipo periodístico tenía más de una razón para viajar a la frontera y tratar de develar
al personaje de Guacho. En enero de 2018 había sido Javier Ortega quien lo había puesto
en descubierto por primera vez en Ecuador en su reportaje “Dos grupos de las ex Farc
tomaron el control de la droga”.
Algo pasaba allí. Si es que autoridades estaban involucradas o no, eso ya no se puede
saber. Para eso iban los periodistas.
Cambiando de tema. Sobre Internet y las nuevas tecnologías, ¿crees
que influyen en los casos de censura al periodismo? ¿De qué manera?
El Internet y las redes sociales hay que utilizarlos, sí, pero con responsabilidad. Son
canales de transmisión que pueden albergar información; sin embargo, el tratamiento
periodístico en ellos es distinto.
Por un lado, se puede tener acceso a información pública, pero si no se sabe leer, analizar
y tratar, se puede perder una muy buena investigación. Por otro, las redes sociales no son
un parámetro que indica si se hace o no un buen periodismo. Yo leo a Martín Caparrós y
como él dice: el buen periodista es el que sabe investigar, el que sabe escribir.
Obviamente Internet es un canal para estar más cerca a la gente y se puede encontrar
información, pero si no le das tratamiento periodístico no sirve de nada.
¿Qué consejo le darías a un periodista que se ve enfrentado a un caso
de censura?
Más periodismo. A menos que sea una censura que implique asesinato, como en México
que los casos siempre se disparan. La respuesta a la censura es hacer más periodismo y
mejor periodismo.
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LA FRÁGIL
LIBERTAD DE PRENSA
Por Montserrat Ferrer Leal
En los años 80 existía un monopolio televisivo en El Salvador, lo que cambia rotundamente
durante los 12 años de guerra civil en el país (1980 - 1992).
Las cifras oficiales indican que hubo más de 75 mil muertos y miles de desaparecidos.
A lo anterior se suman las restricciones a las libertades individuales, y a la cobertura
informativa de los medios de comunicación.
La incidencia que tuvo el conflicto interno salvadoreño de la guerrilla militar tuvo
dimensiones inimaginables para la prensa nacional. Los noticiarios estaban estrictamente
monitoreados y toda la información era la que se entregaba desde el interior del campo
de batalla.
La programación de la televisión nacional, estaba controlada por la evasión de la realidad
con una programación con un exceso de telenovelas y contenido de fantasía, sin contar
con un noticiario veraz que se dedicara a investigar e informar acerca de lo que realmente
estaba pasando.
La profesión periodística vivía no solo censura y silenciamiento a los medios, sino también
un gran número de asesinatos a comunicadores, secretismos en los asuntos públicos.
Hasta la fecha, la situación cambia indudablemente, como resultado de la apertura
política posibilitada por los Acuerdos de Paz, permitiendo mayores libertades de prensa.
Sin embargo, la censura aún existe, por el efecto de las bandas de narcotráfico y las
pandillas, donde también se opaca la realidad que vive el país.
Además, la censura impuesta por los sectores políticos no cesa. En ocasiones es moderada
por editores y directores de medios de comunicación para manipular el pensamiento de la
población. Aún existen las experiencias de periodistas que no se les ha permitido cubrir ni
difundir información relevante para la ciudadanía.
Lo anterior ilustra a lo que se enfrentan las nuevas generaciones, pese a la posibilidad
de experimentar el periodismo con mucha más libertad. Actualmente pueden trabajar en
medios plurales, con diversas ideologías, más cercanos a la libertad de expresión y al
respeto por los derechos humanos.
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LA LIMITACIÓN
DEL EJERCICIO PERIODÍSTICO
Por Montserrat Ferrer Leal
Paola Alemán nació en San Salvador, es madre de dos hijos y periodista. Fue a la
Universidad Don Bosco y antes de titularse ya trabajaba en la cadena de televisión más
importante de El Salvador.
Por 14 años desarrolló múltiples funciones en la Telecorporación salvadoreña, con un
innegable paso por el noticiario del Canal 6, donde encontró su vocación. En pantalla, su
ascenso fue rápido con la asignación casi inmediata de las fuentes judiciales en la Casa
Presidencial, lo que se transformaría en el paso más complejo de su carrera hasta ese
entonces.
Antes de emigrar de El Salvador, fue víctima de censura y fuertes amenazas en su contra
y la de su familia. Un panorama que no parece alentador para las futuras generaciones
de periodistas que trabajan en el país, ya que las bandas de narcotráfico y pandillas
han instaurado un régimen de violencia e intimidación en contra de los comunicadores.
Sin embargo, la censura gubernamental que vivió Paola fue la más significativa para
interpretar, lo que ella catalogó como “las limitaciones del ejercicio periodístico”.
Para quienes trabajan en medios salvadoreños con información política de interés
periodístico, muchas veces se enfrentan a los intereses de los partidos y reconocimiento
público de los burocráticos, manejando información que para algunos no es conveniente
que salga a la luz pública.
Paola vivió estas situaciones y lo primero a lo que se enfrentó fue a llamadas telefónicas
de diferentes diputados que se quejaban por su desempeño con sus superiores, hasta
el punto de lograr la suspensión temporal de sus funciones en la Casa Presidencial, a
pedido del expresidente de El Salvador, Mauricio Funes –hoy prófugo de la justicia–quien
mantenía cercanos vínculos con el vicepresidente del noticiario que está actualmente en
prisión preventiva.
Muy pocas veces conoció los nombres de quienes conspiraban en su contra, lo que le hacía
sentir coraje y resentimiento, que luego transformaría en fuerza para seguir luchando.
Sin embargo, para Paola las cosas cambian el 2 de marzo del año 2016 y se siente
terriblemente afectada por la censura impuesta por lo líderes políticos y las burlas en
su contra, al minuto de emplazar al ministro de Defensa, y preguntarle: “¿Por qué se
dejaba entrar a sexoservidoras a las cárceles a cambio de que los pandilleros bajaran los
homicidios en el país?”.
126
Hubo muchas cosas en juego con esa pregunta. No solo la corrupta gestión del gobierno,
sino que también la acusación en contra de grupos criminales, quienes presume fueron
luego los cabecillas de la victimización que vivió por redes sociales e incluso al sentirse
perseguida por un vehículo hasta su casa.
“Fue muy difícil, me dio miedo por la seguridad de mi familia”, explicó Paola, pero recalcó
que como periodista “no puede ceder al miedo”. La historia completa, en la siguiente
entrevista.
127
Paola Alemán, periodista
"ME TUVE QUE AUTOCENSURAR PORQUE
LA SITUACIÓN ME ESTABA DICIENDO
QUE ESTABA EN PELIGRO"
Por Montserrat Ferrer Leal
Para Paola, la censura en su país es un problema histórico que está impuesto por el poder
político. Ella retrata en carne propia la violencia y la experiencia en un medio local donde
las democracias amordazaron su libertad.
¿Cuándo comenzaste a trabajar como periodista y cuánto tiempo
después te enfrentaste a un hecho de censura periodística?
Yo comencé a trabajar en periodismo en el año 2000. Empecé siendo una especie de
pasante, pero a los seis meses me dejaron dentro de un canal de televisión de El Salvador
porque la jefa de prensa consideró que había hecho un trabajo acorde a lo que andaban
buscando, entonces me dejaron. Estaba recién empezando la universidad. Descubrí que la
televisión era lo mío. De ahí, entré a trabajar en el canal más grande de El Salvador, a la
corporación más grande, que tiene tres canales y resulta que me voy dando cuenta de que
mi paso por el periodismo fue bastante al revés de un periodista promedio. Comencé con
jefaturas, distribuyendo pautas, sin haber tenido mucho trabajo de calle.
La situación cambia para mí de 2011 en adelante, porque después de haber estado unos
ocho años trabajando adentro como productora de noticias, me muevo del canal en la misma
corporación. Me voy a la calle y me asignan las fuentes más complicadas que puede tener
un periodista: la judicial. De repente estaba en la Asamblea Legislativa y a ratos en la Casa
Presidencial o en la Corte Suprema de Justicia. De todas las fuentes, las más complicadas
son las que tienen que ver con las fuentes de gobierno. Cuando tú tocas los intereses de
partidos políticos, de gobierno por ejemplo, una de las primeras situaciones difíciles que
yo enfrenté, cuando iba a las asambleas legislativas y entrevistaba a todos los partidos
políticos porque me gustaba tener un audio o insert de cada miembro de instituto político
debatiendo sobre algún aspecto. Pero a veces no les gustaba la pregunta a alguno de
todas las fuerzas políticas y a veces no les gustaba a las tres o cuatro fuerzas políticas y a
veces lo que hacían era llamar a mi jefe que era el director del noticiero. Entonces, cuando
yo llegaba a la base, a armar toda la información que yo tenía para pasarla a la emisión del
mediodía, yo a veces ya estaba llamada a la oficina de mi jefe, afortunadamente mi jefe
era un hombre que confiaba bastante en mi criterio y me informaba que había llamado el
diputado de tal fracción política para quejarse porque yo le había preguntado cierta cosa
y que no correspondía porque lo estaba haciendo para afectar la situación que se estaba
128
discutiendo. Y que si era posible, mejor que no se pasara el audio.
Muy pocas veces me daba los nombres de quienes hablaban o conspiraban en mi contra
para que la información no pasara, pero son situaciones que iba viviendo. Luego se
extrapoló a ministros, por ejemplo, el ministro de la Defensa siempre estaba hablando con
mis jefes inmediatos para decir: “Oye, Paola vino a hacer esta pregunta”, para quejarse y
que me reprendiera y no me mandaran más. Y bueno, luego vinieron situaciones mucho
más difíciles porque mi jefe era una cosa, pero había otra persona que era el vicepresidente
del noticiero que sí me sacó un tiempo de la Casa Presidencial, a pedido del expresidente,
Mauricio Funes, que ahora está prófugo de la justicia y está asilado en Nicaragua por haber
gastado dinero público, algo así como 300 millones de dólares.
“El vicepresidente del noticiero que sí me sacó
un tiempo de la Casa Presidencial, a pedido
del expresidente, Mauricio Funes, que ahora
está prófugo de la justicia y está asilado en
Nicaragua por haber gastado dinero público,
algo así como 300 millones de dólares”
¿Y fue él quien le pide directamente al cargo más alto del canal que no
te presentes más?
No me consta porque nunca lo escuché en un audio, pero mis jefes directos se enteran y
me dicen, que el Presidente estaba bastante apestado (cansado) por decirlo así, de como
yo le daba tratamiento a las noticias. A un grupo de periodistas, él siempre nos vio como un
obstáculo a la hora de que nosotros contáramos la información de cómo él difundía toda
su estrategia de gobierno. Igual nuestra labor era de ser críticos porque, bueno, la situación
ahora nos dio la razón a muchas personas, pero yo me enteré por personas cercanas a mi
trabajo que no iba a ir más a la Casa Presidencial para que se le pasara ese objetivo que
tenía en contra de mí, y del noticiario en ese entonces, y yo lo interpreto como una especie
de censura, porque me sacaron de esa fuente. Pero después cuando sale un personaje de
mi empresa, que era el vicepresidente de noticiarios, y los directores vuelven a tomar el
protagonismo que habían perdido dado que ese personaje estaba aliado con el expresidente
Funes, tanto así que está procesado y tiene libertad condicional.
“Yo me enteré por personas cercanas
a mi trabajo que no iba a ir más a la Casa
Presidencial para que se le pasara ese objetivo
que tenía en contra de mí”
129
Entonces, cuando este tipo sale de la escena periodística, yo vuelvo a la Casa Presidencial
y vuelvo a cubrir la fuente y vuelvo a hacerlo a como estaba acostumbrada a hacerlo. Y así
se recuperó esa etapa. Esa autocensura que nos impusimos por ese personaje que ahora es
prófugo de la justicia.
“Tenía más coraje, más cólera, estaba
resentida, pero con el poder”
¿Cómo te recuperas de una situación así?
Dentro de todo yo no sentí remordimiento, tenía más coraje, más cólera, estaba resentida,
pero con el poder. Eso más allá de reprocharle a mis jefes inmediatos, que igualmente lo hice,
después a mí me dio la fuerza de seguir, martillando contra situaciones que no estaban bien.
Entonces yo regreso, con ninguna vergüenza, regreso recargada. Si estoy regresando acá es
porque el tiempo nos dio la razón. Y ese personaje que era el presidente, era miembro del
partido de izquierda, que fue el partido que estuvo en guerra en El Salvador con los militares
y es miembro del partido del FMLN, y luego ese partido vuelve a ganar las elecciones y
ahí es cuando yo paso el momento más duro periodísticamente hablando de censura en El
Salvador.
El presidente que le siguió al que ahora está prófugo, que fue el que me impidió a mí y a varios
periodistas, que le bajáramos un poco la raya a nuestra información porque básicamente
pidió que le bajáramos las críticas a las notas. Después de él, gana el mismo partido y se
coloca un nuevo presidente que era mucho menos agresivo, fue guerrillero en las montañas
y luego logra ser Presidente de la República, Salvador Sánchez Cerén del Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional. Pero este partido, no era el único que ejercía censura,
también el partido de derecha, Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) –el partido con
la que la gente asociaba el partido con la cadena de televisión con la que trabajaba y decían
que teníamos una línea editorial con ellos–. Sin embargo, los diputados del partido también
hablaban al canal para quejarse de mí. Entonces eso a mí me daba una idea de que no
estábamos con ninguno de los dos. Cada quien tiene el criterio de hacer bien su trabajo,
por mucho que una línea editorial te exija otra cosa. Siempre logras una forma de hacer tu
trabajo.
Cuando Salvador Sánchez Cerén logra llegar a la presidencia, las cosas empeoran en El
Salvador, en cuanto a casos de corrupción, a diputados de su partido viajando y haciendo
compras con dinero público, las personas que estuvieron en las montañas perdieron el
rumbo. Como guerrilleros que decían que luchaban por el pueblo, por liberarlo, después ya
estaban en una élite económica, que uno decía: “Bueno, estas personas perdieron el rumbo”,
entonces las críticas se enfocaron en eso.
En marzo tengo mi primera asignación en la Casa Presidencial, a mi regreso me entero,
poniendo en orden de lo que había pasado en mi país, que hubo ciertos movimientos dentro
de las cárceles para favorecer a pandilleros para que bajaran a los homicidios. Dentro de
esos movimientos, les dejaban entrar televisores y orquestas para que ellos estuvieran
contentos y no ordenaran homicidios ni extorsiones desde las cárceles. Y también metieron
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a sexoservidoras a las cárceles, entonces mi pregunta, más que al Presidente de la
República, que tenía poco poder, mi pregunta va enfocada al ministro de Defensa: “Quisiera
que nos respondiera por favor, ¿era necesario que entraran prostitutas o sexoservidoras a
los penales ¿y cómo podemos interpretar esto? ¿por qué es que los pandilleros tienen que
tener acceso a esto?”.
“Les dejaban entrar televisores y orquestas
para que ellos estuvieran contentos y no
ordenaran homicidios ni extorsiones desde las
cárceles. Y también metieron a sexoservidoras”
Y bueno, se hizo un tremendo problema, porque eso se estaba haciendo televisado, el
presidente intervino, me pidió respeto para sus funcionarios. Él consideró que yo estaba
faltando el respeto y se hizo todo un problema porque eso estaba televisado, pero yo le
seguí repreguntando. En ese momento me sentí terriblemente afectada periodísticamente
hablando porque estaba una mesa llena de personajes que estaban vinculados al poder
estatal, tenían al director de la policía, al ministro de Defensa, al Presidente de la República y
al vicepresidente que yo lo podía ver y se reía de mí. Cuando el presidente me estaba como
retando, y con todo mi nerviosismo pude salir a flote y le dije que no le estaba faltando el
respeto a su funcionario si solo estoy haciendo una pregunta válida, que la gente quiere
saber. Además, era el ministro de Defensa en ese entonces y la pregunta se la hice a su
ministro. Y yo quisiera que me la responda él. Y bueno, en redes sociales se hizo un tremendo
problema porque hubo gente que me respaldó, pero también hubo un ataque masivo de
trolls a mi cuenta de Twitter, llamaron al canal y eso me consta, porque mi entonces jefe
me comentó que el secretario de la Presidencia había prácticamente hablado para pedir mi
cabeza. Entonces, fue como una reunión de emergencia de la mesa directiva de la empresa,
no del canal. Y el dueño pidió que le pusieran el video en el que yo supuestamente le estaba
faltando el respeto al presidente. Y cuando llaman de la Presidencia de la República a
la empresa, no le hablaron a mi jefe también le hablaron al dueño de la telecorporación.
Entonces por eso se reúne con los demás directores para analizar qué hizo la periodista,
revisan el video y se dan cuenta de que no hubo una falta de respeto. Condicionaron la pauta
del gobierno para la empresa. El dueño dijo que no estaba dispuesto al chantaje, debido a lo
que había hecho la periodista, que en ese entonces, ni siquiera conocía; Después de más de
13 o 14 años fue el momento en que me conoció.
Afortunadamente igual me dieron el respaldo, pero un mes después yo me iba de la empresa
y cerré con broche de oro. La gente dijo que me censuraron y me exiliaron de El Salvador,
cosa que no fue así, pero la gente lo sigue creyendo. No me gusta que la gente crea que
me autocensuré porque no aguanté la presión. Me escapé de El Salvador porque tuve la
oportunidad de progresar en otro país.
131
Si te hubieses quedado, ¿crees que habrían ejercido algún tipo de presión
u hostigamiento en tu contra? En tu pregunta, además involucraste a
pandilleros… ¿sentiste otro tipo de miedo, además de aquel ejercido
por la fuerza política que pedía tu cabeza?
Honestamente sí, me dio miedo, la pasé muy mal. Porque dentro de los comentarios que
a mí me ponían en redes sociales, era que conocían donde vivía, yo no sé quién los ponía,
no sé si eran pandilleros, no sé si era gente común, pero cabía la duda que fueran personas
que estuvieran inmersas en el ámbito delictivo, entonces me decían que sabían donde vivía,
cuántos hijos tenía, a qué hora salía de trabajar y todas esas cosas. Al principio me puse muy
nerviosa, pero igual todo ese mes y todo ese periodo seguí trabajando. Lo que más recuerdo
de mí, es el nivel de dignidad, porque en ese minuto nunca bajé la cabeza, tenía mucho
miedo, porque los ministros incluso me empezaron a atacar, a no querer darme respuestas.
Sin embargo, me mantuve fuerte porque sabía que igual me iba a ir.
Fue muy difícil, me dio miedo por la seguridad de mi familia. En algún momento me sentí
perseguida por un vehículo, pero no son cosas que pueda probar y puede ser que haya sido
producto de mi nerviosismo. Mi mayor miedo era llegar a mi casa y que supieran donde vivía,
después de eso la situación se fue relajando y me quedé pensando que hice lo correcto. A
pesar de todo, soy periodista y no puedo ceder al miedo, porque sino, no soy periodista. Y
eso no solo te pasa con situaciones de poder, eso pasa también con la delincuencia. A mí
me sacaron los mismos pandilleros, de zonas donde ellos habían matado a personas, nos
mandaron a decir que nos fuéramos y nos daban 10 minutos para salir.
Yo hable voz en off con una señora a rostro tapado en una tienda y la señora me contó una
pareja de hermanos en una vivienda, en El Salvador es muy difícil porque si denuncias a un
pandillero es la muerte. Al rato, pues me mandaron a decir que estaban enojados porque
estuviéramos aquí y el que está parado en la esquina está vigilando que nos vayamos.
Y bueno, me tuve que autocensurar, porque la situación me estaba diciendo que estaba
en peligro y me tengo que ir con mi equipo. Prácticamente nos escoltaron hasta que nos
fuimos, no nos hicieron nada. En El Salvador es muy extraño que los pandilleros se metan
con la prensa porque se vuelve todo un escándalo, pero igual te amedrentan. Estás pisando
territorio que no te corresponde y simplemente te tienes que ir. Y como gremio somos
bastante unidos nos vamos todos y si alguien se queda, nos quedamos pendientes que
salga. Igual mi familia me decía: ¿Por qué pones eso en las notas? y yo les decía que porque
es la verdad y hay que ponerlo igual.
¿Te daba miedo poner tu nombre al finalizar la nota?
Firmar las notas es imperativo siempre en El Salvador. En el conflicto armado en El Salvador
en el que murieron más de 80 mil personas, los periodistas firmaron sus notas. Ponían la
cara en sus stand up porque como periodista de televisión no se puede obviar el nombre de
un periodista porque está tu voz, entonces yo nunca dejé de firmar mis notas. Pero no ponía
mi stand up ni mi rostro, sólo mi voz.
132
En las notas políticas yo siempre ponía un stand up, era mi trabajo y nunca dejé de hacerlo.
A mí me gustaba hacerlo. Es una tradición y si nuestros colegas lo hicieron en el conflicto
armado, nosotros estamos llamados a hacerlo también.
En la profesión periodística, ¿crees que hace falta alguna entidad que
proteja realmente a los periodistas y vele por la libertad de expresión?
“Si siempre hay un obstáculo, entonces ningún
estado de derecho funciona con la prensa.
La libertad de prensa es importante en todos
los sentidos y los gobiernos están obligados
a sentar las bases para que los periodistas
puedan informar libremente”
Lo primero que tiene que hacer un gobierno, de cualquier país que sea, es establecer las
bases para la protección de la información. Garantizando ellos mismos la información
para que el periodista pueda acceder a toda la información que debe conocer la población.
Segundo, debe de no ejecutar presiones hacia los periodistas, o presiones mediáticas que
vayan por redes sociales, amedrentando el ejercicio periodístico. Tercero, yo creo que la
autoridad –y con esto te estoy hablando de cuerpos de seguridad, la policía, los militares–
está mandatada también a no estropear el trabajo periodístico. Pero si siempre hay un
obstáculo, entonces ningún estado de derecho funciona con la prensa. La libertad de prensa
es importante en todos los sentidos y los gobiernos están obligados a sentar las bases para
que los periodistas puedan informar libremente, así les guste o no les guste lo que está
reportándose.
¿En qué órgano crees que existe mayor censura: la política, la guerra,
la religión u otro?
Los tres que has mencionado me hacen sentido, pero el poder político es el más detractor
del ejercicio periodístico y de la libre información en algunos países. Pero en Centroamérica,
el poder político tiene una carga enorme a la hora de impedir censurarse o autocensurarse,
porque los medios de comunicación y eso está pasando en El Salvador, ceden a las pautas
publicitarias. Si tú no censuras las críticas contra el gobierno, ¿qué hace el gobierno? No
te da la publicidad. De todas las políticas gubernamentales que están tomando, entonces,
¿qué es lo que hacen los medios? Te dicen: “Cálmate, no le preguntes esto, deja que otro lo
pregunte, no te metas con él porque nos puede quitar la pauta”. Eso realmente está pasando,
entonces para mí el poder político es el más grande detractor a la hora de que un medio pueda
generar que un periodista se censure o se autocensura para evitar represalias económicas
de pautar en los medios como ellos tienen el poder de decidir a qué medios le dan la pauta
133
publicitaria gubernamental. Y eso no pasa solo en un país, pasa en muchos países.
¿Qué rol crees que juega internet en todo esto y cómo ha impactado en
la censura periodística?
Internet le ha hecho bien y mal. Ahora con la facilidad a través de las redes sociales tú te
puedes dar cuenta de lo que realmente está pasando. De hecho, yo estaba viendo ahora
desde El Salvador que rociaron gas pimienta a unas personas que estaban buscando
una bonificación del gobierno por el COVID-19 y hay medios que deciden mostrarlo, pero
también hay personas que deciden mostrar esta situación. Esto está saliendo a la luz, y sin
internet no se podría ver, analizar, condenar ni comentar, y eso es bueno. Pero también, el
lado oscuro de internet supone que se pueda dar una interpretación muy equivocada a lo que
se está viendo. Hay situaciones que internet no puede analizar por sí misma y tampoco los
usuarios, porque salen de contexto, hay imágenes que están siendo trastocadas con un fin
político o social que no tiene nada que ver con la buena información. Como una herramienta
cualquiera, como un arma cualquiera, internet se puede volver muy de doble filo. A la hora
de informar de lo que está pasando o tergiversar la información de imágenes que no están
realmente correspondiendo a la realidad, sino que a una interpretación auténtica de quien
lo está emitiendo.
¿En cuánto le afecta a un periodista la autocensura?
Sí le afecta, te lo digo porque a mí se me acercaron colegas que me dijeron: “Qué buena la
pregunta que le hiciste, ¿pero no te da miedo?”, y yo respondía que sí, me da miedo, pero
tengo más cólera en este momento. No nos tienen que tratar así. Eso es autocensura, tener
que cuidarte de lo que vas a preguntar, aunque sea válido lo que vas a preguntar o lo que
vas a exponer. No deberíamos sentir ese miedo. Sin embargo, pasa por muchos momentos
porque tal vez no hay mucha experiencia en la calle, pasa porque tal vez no es tu fuerte
hacer preguntas o tus jefes no te dan el apoyo suficiente.
“Eso es autocensura, tener que cuidarte de lo
que vas a preguntar, aunque sea válido lo que
vas a preguntar o lo que vas a exponer. No
deberíamos sentir ese miedo”
Tú que lo has vivido en carne propia, ¿qué consejo le darías a un
periodista que se ve enfrentado a un caso de censura?
Mi consejo es la confianza. Si es que existe el término autocensura y censura, también debe
de existir el término confianza. Tienen que confiar en que realmente están mandatados a
hacer o confiar en sí mismos y en una profesión que es muy importante para la vida de
cualquier ser humano. Yo creo que, si bien hay lineamientos que te indican no irte por este
lugar o no preguntar tal cosa, un periodista siempre encuentra la forma de hacer la pregunta
134
aunque la disfrace o la matice. Y siempre se pueden encontrar estrategias para preguntar lo
que te han dicho muchas veces tus jefes que no preguntes. Al final los partidos políticos, los
poderes de estado, la gente que tiene un cargo en una sociedad siempre quieren estropear
un trabajo (periodístico) si lo que están haciendo no es correcto. Siempre hay formas. Uno
encuentra la forma porque es la profesión la que te manda a encontrar la manera de informar.
Por último, ¿qué es la censura para ti?
Es el acto de restricción autoritaria de la información que un periodista o ciudadano quiera
brindar a fin de hacer del conocimiento un suceso relevante que involucre a una o más
personas. La autocensura también se desprende de la censura, ya que quien tenga en su
poder una información valiosa, puede imponerse barreras anticipándose a una reacción
negativa de la autoridad institucional en la que se encuentre inmerso.
135
136
DE LA TRANSICIÓN A UNA
DEMOCRACIA ADOLESCENTE
Por Sarai Fernández Fernández, Catalina Gramsch Silva y
Ricardo Oliva Daza
A lo largo del siglo XX España ha incluido en su repertorio legislativo numerosas iniciativas
encaminadas a censurar el trabajo de los periodistas, con énfasis en el control de los
medios de comunicación como auténticas armas de manipulación masiva. No sería hasta
la última década del régimen de Francisco Franco que aparecieran algunos brotes de una
tímida liberalización, con ejemplos como la Ley de Prensa e Imprenta de 1966, conocida
como la “Ley Fraga”. Así, aunque la comunicación seguía monopolizada, a través de los
vacíos de esta ley se permitía a los profesionales difundir ideas, camufladas entre líneas,
contrarias al régimen. Esto dio origen al primer periodismo crítico del régimen.
Durante la dictadura se censuró la prensa, el cine, la literatura y el arte. Numerosos
autores, como Cernuda se exiliaron para sobrevivir, mientras otros muchos, como Lorca o
Durruti, eran fusilados. Las obras que llegaban del exterior eran prohibidas; la legislación
cancelaba publicaciones y cerraba todas aquellas cabeceras que fueran críticas con el
régimen. Por su parte y, para consolidar su influencia, el Estado contaba con su propia
productora, editora y distribuidora de material audiovisual, el NO-DO 1; que se utilizaba
como noticiario propagandístico para preservar la moral y la ideología del régimen.
Incluso hoy muchas de las traducciones de obras de grandes autores, como Ira Levin,
Ernest Hemingway o George Orwell, son las aprobadas por los censores.
Tras la muerte natural del dictador comenzó un proceso de transición. Fue un caso particular
al que muchos califican de “milagro” y una transición pacífica hacia una democracia, en
teoría, ejemplar, mientras que otros lo definen como la mayor tragedia que ha podido
soportar la memoria histórica de España. La ley de Amnistía de 1977, dejaba exento de
culpas a todo aquel que hubiera cometido delitos durante aquella época y se olvidaba
por completo de las víctimas del franquismo. Aun así, con la llegada de la democracia
se iban desarrollando las libertades individuales, de expresión y de pensamiento. El país
experimentó un crecimiento económico marcado y con ello el surgimiento de medios
y canales de comunicación de toda índole, administrados por privados. Avanzamos
entonces del “milagro español de la transición” al “sueño europeo”, un proyecto con una
moneda única que convertiría el continente en la potencia económica que conocemos
hoy.
Con la crisis llegó la austeridad, llegaron los rescates, las primas de riesgo y la deuda. Así
1 Noticiario semanal del régimen, que funcionó de 1942 a 1981. Comenzó proyectándose obligatoriamente en los cines antes de cada
película, luego se adaptaría con la llegada de la televisión. El NO-DO se caracterizaba por la producción de noticiarios y documentales
de corte propagandístico, donde mostraban a los espectadores la visión que el régimen quería imponer de España y del mundo.
137
el descontento de la población se acabó cristalizando en el movimiento 15M 2. España
se manifiesta masivamente y comienza un proceso social y político, que culminaría en
el fin del bipartidismo tal como se conocía. Se pasó así a una discusión por bloques
entre la izquierda y la derecha, en donde los sentimientos independentistas de diferentes
poblaciones, los fantasmas de la dictadura y los recortes a las libertades individuales y
servicios públicos han llevado al país al colapso político.
Durante este proceso la tecnología digital ha permitido la proliferación de información
a un coste de producción muy bajo. Aparecieron numerosas formas independientes de
comunicación, foros, blogs, revistas digitales y web series. Del control de la información
se pasó a la era de la infoxicación, donde cada año han ido aumentando las fake news y la
propaganda personalizada a través de las redes sociales. Hoy estamos en una situación
comunicativa tensa y paradójica, donde vemos que todavía se tienen calles en honor a
personajes de la dictadura, se permiten manifestaciones en enaltecimiento del régimen y
se mantiene una fundación en su nombre sustentada por dinero público.
Mientras que al mismo tiempo se intenta condenar a un joven por twittear “Goku vive, la
lucha sigue” o a cantantes, como Valtonyc o Ayax y Prok, por sus letras. Sorprende que,
durante el 2018, un informe estadounidense desarrollado por Freedom House, catalogue
a España como uno de los países más libres del mundo.
Por otro lado, el informe de 2019 de Reporteros Sin Fronteras 3, sitúa a España en el puesto
29 de 180 países que se evaluaron respecto al grado de libertad de prensa que mantenían.
En este se señala la Ley de Seguridad Ciudadana, también llamada “Ley Mordaza”, como
la principal amenaza a la libertad de expresión existente en la actualidad. Sin olvidar la
censura en medios vinculados al nacionalismo vasco, “injurias a la corona” y el polémico
caso del mitrofán, los diferentes bloqueos de sitios web relacionados con el referéndum de
independencia de Cataluña (2017) o las polémicas detenciones de los dirigentes políticos
catalanes durante el Procés de independencia de Cataluña.
Es lógico, en el contexto actual, pensar y hablar sobre la censura franquista en la
prensa y pensarlo como algo del pasado, sin embargo, hechos como los mencionados
anteriormente, nos demuestran que la censura, principalmente política, actúa más allá del
franquismo hasta nuestros días.
Es más, hoy el país y mundo entero está siendo sacudido por una pandemia, y este hecho
tampoco está exento de polémicas respecto a la censura. En este punto, los partidos de
izquierdas que tanto habían criticado a la citada “Ley Mordaza” pasaron a defender su
uso porque “facilitaba” las actuaciones policiales en el estado de alarma declarado por el
COVID-19. Además cientos de periodistas españoles han firmado un manifiesto titulado
“La libertad de preguntar”, dónde rechazan las medidas implementadas por el gobierno
para organizar las ruedas de prensa durante la crisis del COVID-19.
Tanto los hechos antiguos como los más recientes son imprescindibles al hablar de
censura periodística. Memoria para no olvidar y no olvidar para no repetir.
2 Fue un movimiento ciudadano formado a raíz de la manifestación del 15 de mayo de 2011, con el fin de promover una democracia
más participativa alejada del bipartidismo.
3 ONG que tiene dentro de sus objetivos la lucha contra la censura.
138
LA CENSURA
DE LA TRANSICIÓN
Por Sarai Fernández Fernández y Ricardo Oliva Daza
Rafael Gómez Parra es un periodista madrileño de la vieja escuela o de la primera generación,
como lo califican algunos. Es un veterano profesional de una gran trayectoria que estuvo
afiliado al Partido Comunista Español (PCE) cuando estaba en la clandestinidad, y que hasta
el día de hoy ha trabajado en numerosas redacciones de prestigio. Algunas de ellas incluso
las vio nacer y perecer, como la revista Interviú o Crash. Llegó a fundar el periódico Liberación
y ha sido corresponsal de guerra en varios países como Irán o Libia, y ha publicado libros
como Jomeini: el profeta de la guerra, GRAPO: los hijos de Mao o La guerrilla antifranquista.
Hablar con Rafael es hablar con un histórico del periodismo en España, durante su trayectoria
ha sido duro y crítico con el sistema, y esto le ha llevado a pasar por detenciones, denuncias
y censura desde finales del franquismo, cuando empezó a trabajar en 1972 en el diario
Informaciones. También trabajó en la revista Mundo, Gaceta Ilustrada, Actual y Área Crítica.
Gómez fue durante años el director de investigación de Interviú, una revista mítica en el
periodismo español, que mezclaba reportajes de investigación con reportajes fotográficos
de mujeres desnudas. La revista acabó cerrando en 2018 por las pérdidas que tenía, pero
fue un gran referente para el periodismo, pese a los desnudos.
Así, durante su carrera, Rafael ha sido uno de los grandes críticos de la transición,
definiéndola como una de las grandes mentiras de la historia de España. Un proceso por
el cual los dirigentes franquistas y sus influencias se enquistaron en las instituciones de la
democracia incipiente, y cuyos efectos llegan hasta nuestros días.
También ha sido un gran crítico del periódico El País, uno de los buques insignias del
periodismo español, al que vio nacer y que lo califica de un gran engaño para cautivar a la
izquierda y al progresismo de la época. Cuenta así Rafael que el rey estuvo detrás del golpe
militar del 23F, y sería El País el encargado de instaurar la versión oficial de que el rey paró
el golpe.
A día de hoy Rafael sigue escribiendo y dando charlas y entrevistas sobre el tema. Son
testimonios e investigaciones que ya le censuraron en su época, y que hoy son parte de una
historia de España censurada y tapada de forma sistemática.
139
Rafael Gómez Parra, periodista de investigación
"EL SISTEMA DE CENSURA
ES MUCHO MÁS SÓLIDO QUE LOS ÚLTIMOS
AÑOS DEL FRANQUISMO Y
LOS PRIMEROS DE LA TRANSICIÓN"
Por Sarai Fernández Fernández y Ricardo Oliva Daza
Rafael Gómez Parra nació en Madrid en 1948. Estudió ingeniería naval y
telecomunicaciones y durante la época universitaria comenzó a vincularse al sindicato
de estudiantes y se hizo cargo de la revista Electrón. De ahí pasó a estudiar periodismo,
hizo las prácticas en el diario Arriba, que era del régimen, y luego pasó al ultraliberal
franquista –como él define– diario Informaciones. Durante ese periodo alternaba su
trabajo con publicaciones clandestinas para escapar de la censura.
Tras la transición desarrolló durante años un periodismo de investigación duro y crítico
con el sistema, una línea que siempre han tratado de censurar y acallar. Rafael ha vivido
en activo, en diferentes etapas y desde diferentes perspectivas, la evolución de la
comunicación y de su censura en España.
Se le califica como un periodista de la primera generación. ¿Cómo han
cambiado las generaciones hasta ahora?
Mi generación está a caballo del franquismo y de la transición a la democracia. Nacido
en 1948 todavía tuve cartilla de racionamiento, pero ni me enteré que había habido un
golpe de Estado contra la República, ni una guerra, ni mis padres ni mi abuelo –el único
al que conocí– me hablaron nunca de ello. La historia se acababa en la Guerra de la
Independencia contra los franceses.
Durante el periodo de los últimos años del franquismo compartíamos el trabajo entre los
diarios y revistas legales con la publicación de periódicos clandestinos, que imprimíamos
en las populares vietnamitas1. Comprábamos hojas parafinadas y en la máquina de escribir
sin cinta perforábamos los textos. Sacábamos 200 o 300 periódicos y luego doblábamos
o cosíamos las hojas con grapas. Al final del franquismo, el régimen estaba lleno de
1 En España, en los años sesenta y setenta, se denominó "vietnamita" a una multicopista, algo más elaborada que la que utilizaron los
"vietcong", y aunque bastante rudimentaria no fueron sólo los grupos "clandestinos" quienes las utilizaban para imprimir sus folletos
de difusión y propaganda, pues tenemos referencia de otros, completamente legales, pero con pocos medios económicos que ya la
habían utilizado en los cuarenta, y en definitiva no es más que un procedimiento impresión muy similar a la serigrafía
140
agujeros y la sociedad apreciaba la información independiente e incluso sabía leer entre
líneas.
El nuevo sistema, que se impuso con la transición a la democracia, intentó enseguida
controlar la situación con un periódico que fue diseñado en principio por Manuel Fraga,
el ministro de Información de Franco. El País, primero con Adolfo Suárez, y luego con
Felipe González, elaboró la crónica idílica de la transición, ocultando sistemáticamente
los puntos más oscuros, como la pervivencia del aparato franquista en la Justicia, la
Policía, el Ejército, la Iglesia o la propia Monarquía. Hasta que la domesticó el sistema, la
única publicación crítica que quedó fue Interviú. De hecho, durante muchos años fue la
única publicación española que se mantenía con la venta de ejemplares y una redacción
formada por menos de 20 personas. Fue la primera revista que rompió el silencio sobre el
sida en España, lo mismo con los niños robados por el franquismo y los curas pederastas.
A partir del año 2000, aproximadamente, el periodismo crítico con el sistema había muerto.
Todo quedó desde entonces limitado a la pelea entre El País y El Mundo, el primero con el
PSOE, y el segundo con el PP. Bipartidismo informativo que hoy sigue vigente a pesar de
la caída de las ventas de diarios y la aparición de nuevas publicaciones.
Nosotros sentíamos que íbamos a vivir cambios importantes, no solo políticos, sino
sociales y tecnológicos. Además había trabajo para todos, incluso vivimos años de
pluriempleo. Ahora, en cambio, Internet se ha comido literalmente al periodismo, no hay
trabajo y el sistema de censura es mucho más sólido que los últimos años del franquismo
y los primeros de la transición.
¿Qué procesos de censura ha sufrido en las redacciones en las que ha
estado?
En general, el redactor jefe y los jefes de sección de los periódicos eran expertos en saber
si una noticia iba a traer problemas y simplemente cortaban aquellas cosas que veían
“peligrosas”. Tú mismo escribías el reportaje o la noticia dando por sentado que el lector
añadiría las cosas que no podías contar claramente y luego pasaba por el filtro de los
jefes. Si había dudas se consultaba con el director que, si hacía falta, tenía sus vías de
comunicación directa con el ministro u otros altos cargos del Ministerio de Información.
En ocasiones el texto podría no publicarse pero circulaba por todos lados.
Uno de los hechos más dramáticos que viví en la revista Doblón fue el secuestro del director
por guardias civiles, que le llevaron a un lugar de la sierra de Guadarrama y le propinaron
una paliza simplemente por publicar un artículo. En el artículo se comentaban las críticas
internas que había en el cuerpo por el nombramiento de un general que provenía de la
Guardia Civil, pero no era de la Academia Militar. Fueron momentos dramáticos porque el
régimen se caía pero todavía podía matar impunemente, como ocurrió el 27 de septiembre
de 1975 con el fusilamiento de cinco antifranquistas cuando ya Franco agonizaba.
¿Y tras la dictadura?
Ya en los primeros años de la transición, la censura estaba controlada por los dueños de
las publicaciones, bajo el lema “El que paga, manda”. Simplemente si no lo aceptabas te
141
despedían o te hacían a un lado. A veces tuve que recurrir a editar en imprentas de amigos
los artículos, noticias y reportajes que simplemente te echaban abajo en los diarios y
revistas del nuevo Sistema. Así sacamos las primeras revelaciones sobre la guerra sucia 2,
y el terrorismo de estado, en la lucha contra ETA, “Euskadi ta Askatasuna” Grupo terrorista
por la liberación del País Vasco, del BVE, Batallón Vasco Español, durante los gobiernos
de Suárez, y de los GAL, ya en la época de Felipe González.
A finales de la década de los 80 y principios de los 90 con los socialistas Enrique Múgica
y Antonio Asunción al frente de Justicia e Instituciones Penitenciarias, las cárceles se
convirtieron en auténticos campos de concentración y los presos recurrieron de nuevo a
los periodistas de Interviú para denunciar el confinamiento en celdas de seguridad durante
24 horas y otros excesos. Cuando un diputado le sacó uno de estos reportajes a Asunción
en la comisión de Justicia, el director general me acusó de ser un terrorista miembro de
los GRAPO, Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre. Fui detenido varias
veces porque me querían vincular con los GRAPO, aunque finalmente no fue a más. Por
suerte nunca ha llegado la sangre al río.
¿Cuántas veces te han procesado?
He sido acusado en innumerables ocasiones, pero en su mayor parte fueron desestimadas
judicialmente porque lo que contaba era verdad y entraba de lleno con la libertad de
información. En general las denuncias tenían como objetivo acallarme. Recuerdo un juicio
en Donosti por haber publicado un artículo donde decía que la Audiencia Nacional era
una continuación del célebre TOP 3, Tribunal de Orden Público del régimen franquista. Me
absolvieron porque era verdad. No llegó ni a juicio la querella del juez Luis Pascual Estevill
cuando publiqué la historia de sus manejos, que finalmente le llevaron a la cárcel.
“He sido acusado en innumerables ocasiones,
pero en su mayor parte fueron desestimadas
judicialmente. Porque lo que contaba era
verdad y entraba de lleno con la libertad de
información”
¿Cómo te afecta la censura cuando eres director de investigación?
Yo llevaba la sección de investigación en el periódico Liberación, que solo duró ocho
meses entre 1983 y 1984; en la revista Interviú, entre 1988 y 1995; y en el programa
2 Ya en democracia se crearon grupos armados de ultraderecha, que se enfrentaban principalmente al grupo terrorista ETA. Tanto el
BVE, Batallón Vasco Español, y posteriormente los GAL, Grupos Antiterroristas de Liberación, tenían una vinculación con el Ministerio
de Interior y con la Guardia CIvil, por lo que las actuaciones y asesinatos de estos grupos se consideran terrorismo de estado, también
denominado guerra sucia.
3 Tribunal de Orden Público durante el régimen franquista. Aplicaron 3797 sentencias imponiendo la leyes de represión de la
dictadura. Este tribunal se disolvió con la llegada de la democracia, pero 10 de aquellos 16 jueces del TOP, acabaron formando parte
de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo del nuevo sistema democrático.
142
de Antena3 La sonrisa del pelícano en 1997. Durante todo el tiempo que yo fui el jefe,
di libertad a todos los redactores para que investigaran lo que quisieran sin pensar en la
censura. Las llamadas de mis superiores eran constantes, de que ha llamado el ministro
tal, o el empresario cual para protestar, para dolerse del daño que le íbamos a hacer, o
incluso para amenazar con todos los males del infierno. Lo peor eran las llamadas de los
lobbies empresariales que te invitaban a comer para tratar de comprarte directamente.
Recuerdo un reportaje en Interviú sobre los negocios del ministro del PP, Abel Matutes
que había hecho una empresa de pesca en la bahía de Cádiz con dinero de las ayudas
europeas, donde, el ya ex ministro en esos momentos, trató de pagarnos unas vacaciones
a todo el equipo. Otra vez sacamos un reportaje del millonario sirio Rifaat El Asad que se
había establecido en Puerto Banús con el apoyo del secretario de Estado de Seguridad,
Julián San Cristóbal, publicando por primera vez en España informes del Cesid –actual
CNI– y el lobbista que me llamó para tratar de parar la información fue Jaime de Mora y
Aragón, el hombre que llevaba todos los asuntos de Marbella en aquella época.
“Lo peor era las llamadas de los lobbies
empresariales que te invitaban a comer para
tratar de comprarte directamente”
¿Qué pasó con Crash?
La revista Crash, fundada por un grupo de periodistas entre los que me encontraba, fue
una de las pocas publicaciones que desarrolló una información crítica de la transición
frente al discurso oficial de que todo era bueno. Entre otras cosas la revista denunció
la persistencia en el sistema del “Desatado4” de los franquistas, empezando por los
ex ministro de Franco, Martín Villa y Fraga, la continuidad de Conesa y Billy el Niño5 al
frente de la policía política, la transformación del Tribunal de Orden Público franquista
en la Audiencia Nacional. La revista resistió un año hasta que Billy el Niño y sus policías
detuvieron a varios miembros de la redacción y el director Andrés Sánchez tuvo que
exiliarse en Francia.
Sucesora de Crash fue una nueva publicación llamada Área Crítica con los mismos
periodistas, donde se hicieron los primeros informes sobre la privatización y el oligopolio
de la energía. La revista emitió desde 1980 hasta 1992.
¿Cómo ves el futuro del periodismo?
Difícil, actualmente hay un alto grado de concentración de medios de comunicación, y
4 En la Transición española se dice que Franco lo dejó todo “atado y bien atado”, ya que las principales figuras con altos cargos en el
régimen dictatorial acabaron con puestos de poder en la nueva democracia.
5 Antonio González Pacheco conocido como “Billy el Niño”,fue la mano derecha del comisario de la Brigada Político Social Roberto
Conesa durante el régimen, y le condecoraron con 4 medallas por su labor, entre el 72 y el 82. En la transición a la nueva democracia
fue ascendido a Inspector del Cuerpo Superior de Policía Español, hasta que fuera destituido por el PSOE en 1982. Fue acusado en
2010 y 2012 por crímenes de lesa humanidad por torturas durante los últimos años del franquismo. Ha fallecido en 2020 sin ser
juzgado.
143
aunque resulte paradójico, esto hace muy difícil el pluralismo y sobre todo estos medios
que han reducido tanto sus redacciones que han llevado al paro a miles de periodistas.
Sin periodistas no hay periodismo, cosa que parece de perogrullo, pero que es la realidad
actual. Los redactores se sientan en una mesa con un ordenador en el que reciben las
notas de prensa oficiales y se convierten en simples altavoces con pocas posibilidades de
conocer la realidad.
¿Qué es censura?
La censura es una muestra de poder. Existe la censura de los aparatos del Estado, que
se pueden ejercer desde el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, así como a través
de los poderes fácticos, como el Ejército, la Iglesia, la Policía o incluso de las grandes
empresas, por ejemplo, negando la publicidad. Pero existe también la censura de los
propietarios del medio de comunicación que es más eficaz en una democracia, porque
ataca al propio profesional dejándole indefenso y en muchas ocasiones sin trabajo.
¿Qué consejo le darías a un periodista que se tiene que enfrentar a un
caso de censura?
Que no lo acepte y que lo denuncie, cosa que casi siempre es muy difícil, pero hay que
intentarlo apoyándose en otros compañeros y en la sociedad civil. La censura del Estado
es puro veneno para un país, pero también el hecho de que la ejerzan los medios de
comunicación en manos de grandes capitalistas sin ningún control.
“La censura del Estado es puro veneno para un
país, pero también el hecho de que la ejerzan
los medios de comunicación en manos de
grandes capitalistas sin ningún control”
¿Qué ha supuesto la llegada de internet para la censura en el periodismo?
Es una herramienta formidable para el periodismo siempre que se use bien. A mi entender,
no habría de sustituir a la presencia física del periodista en el lugar de los hechos porque
no es lo mismo apreciar la realidad in situ que a través de un ordenador o un teléfono
móvil. Recuerdo, por ejemplo, en Libia donde estuve como enviado especial en 1987
cuando Estados Unidos bombardeó durante varias semanas el país que dirigía Gadafi.
Estábamos cerca de 300 periodistas metidos en un gran hotel de Trípoli y oíamos cómo
caían las bombas. La prensa occidental informaba lo que decía el Pentágono, que hablaba
de bombas inteligentes que caían exactamente sobre los objetivos previamente marcados.
Tras cada bombardeo, los libios nos llevaban en autobuses a ver los efectos que habían
causado y el sitio en el que habían bombardeado solo había casas normales destrozadas,
nada que ver con la versión oficial.
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CENSURA
EN EL CAMPO DE BATALLA
Por Catalina Gramsch Silva
Según datos de Reporteros Sin Fronteras se registran en el mundo 54 periodistas
secuestrados. El 100% de los casos ha sido en zonas de conflicto y el 96% en Medio Oriente.
Estas y otras cifras sitúan a Siria como uno de los dos países más peligrosos del mundo
para los periodistas1.
Es justamente en Siria, en julio de 2015, donde Antonio Pampliega fue secuestrado por la
organización terrorista y paramilitar Al Qaeda. Durante 10 meses el periodista permaneció
en la oscuridad2.
No siempre quiso ser corresponsal de guerra. En un principio y al ser fan del deporte, su
objetivo como periodista era cubrir olimpiadas y mundiales de futbol. Pero a medida que
pasaban los años y mientras más se aproximaba a zonas de conflicto, se dio cuenta de
la importancia de contar lo que allí ocurría, especialmente en los lugares a los que nadie
llegaba, como Siria.
Es posible imaginar el estruendo que existe en estos sitios debido a los bombardeos,
disparos y gritos. Lo que muchas veces no se conoce, es el silencio que llega después.
Para la Real Academia Española, censura es “la intervención que practica el censor en el
contenido o en la forma de una obra, atendiendo a razones ideológicas, morales o políticas”.
Esto es lo que se conoce tradicionalmente y donde encontramos casos en los que medios
de comunicación deciden bajar o simplemente no publicar un contenido. Estos sucesos
pueden verse agravados si la acción del censor no solo implica “esconder” la información,
sino también manipularla. La censura supone entonces, prohibir, limitar o manipular una
expresión.
Pero, ¿qué ocurre cuándo esta acción se lleva más allá del contenido a la persona en sí
misma?
Para Pampliega, secuestrar periodistas e incluso asesinarlos es llegar a la censura en su
máxima expresión. Una forma de mordaza, que actúa bajo un simple objetivo: Ocultar
información.
Más allá de su secuestro, en sus 12 años trabajando en zonas de guerra, el periodista se
ha visto enfrentado a distintas situaciones de censura, algunas provenientes directamente
de los grupos terroristas, otras de gobiernos extranjeros que se encontraban involucrados
1 Según el último balance realizado por Reporteros Sin Fronteras (2018), solo en ese año hubo 80 periodistas asesinados, 60
secuestrados y 3 desaparecidos. Si sumamos las cifras de los últimos 10 años, hasta 2018 se registran 702 periodistas profesionales
asesinados.
2 En la oscuridad se titula el libro escrito por Antonio Pampliega en donde narra cómo fueron los 299 días que estuvo secuestrado
por Al Qaeda.
145
en situaciones ilícitas y, finalmente pero no menos importante, censuras impuestas por él
mismo en un intento por mantenerse con vida.
Cinco años han pasado desde su secuestro, sus objetivos y motivaciones profesionales han
cambiado, también su forma de hacer periodismo. Pero algo sigue igual, su vocación y lucha
por contar lo que otros intentan silenciar.
146
Antonio Pampliega, periodista en zonas de guerra
"SECUESTRAR PERIODISTAS ES UNA
FORMA DE CENSURA, UNA MORDAZA"
Por Catalina Gramsch Silva
Siria, Julio del 2015. Antonio iba junto a dos colegas y un traductor camino a realizar
un reportaje en el casco antiguo de Alepo, Siria. En un cruce el vehículo en el que se
desplazaba se detiene porque una furgoneta les cortó el paso. Seis hombres armados los
bajan a gritos. 299 días tuvieron que pasar para que Antonio pudiera volver a reunirse con
su familia. 7.176 horas en los que estuvo secuestrado por el grupo terrorista Al Qaeda.
En esta entrevista, el periodista cuenta sobre su experiencia reporteando en zonas de
guerra, los riesgos, sacrificios y encrucijadas. También explica cómo se vive la censura en
el campo de batalla y revela acontecimientos que involucran al gobierno estadounidense
y a medios de España.
Primero lo primero, ¿de dónde nace la idea de ser corresponsal de
guerra?
La verdad es que esto no era una opción cuando yo estudiaba en la universidad. Yo siempre
quise cubrir mundiales de futbol y juegos olímpicos porque me gustaba mucho el deporte.
Pero cuando estaba estudiando ocurrieron algunos hechos que cambiaron mi concepción
de periodismo. Uno fue el atentado contra las Torres Gemelas, luego la invasión de Irak y
Afganistán, ahí comencé a pensarlo. Terminé entonces la carrera el 2004, y en 2008 empecé
a viajar a zonas de guerra.
¿Con qué objetivo?
Pues yo quería ser el nuevo Arturo Pérez-Reverte1. Ser una persona reconocida y con
prestigio dentro de la profesión.
¿Cambió esto con el paso de los años?
Definitivamente. Al principio, cuando tienes 25 años y te vas a una zona de guerra, lo único
que importa eres tú mismo, tu fama y los premios que te puedan dar. Pero ya luego cuando
vas cumpliendo años y ganas experiencia, te das cuenta de que tu trabajo es importante
más allá de los premios. De que es fundamental para denunciar lo que está ocurriendo en
esos lugares a los que nadie llega, por eso me impliqué tanto en Siria.
1 Arturo Pérez-Reverte es un periodista, escritor y destacado reportero español con experiencia en diversos conflictos armados y
guerras.
147
¿Cómo crees que los medios logran plasmar lo que ves en aquellos
lugares?
No se logra plasmar, porque lo que nosotros vemos es una realidad demasiado cruda para
los ojos de los occidentales. Te voy a poner un ejemplo, en 2012 mientras colaboraba para
una agencia de noticias, hubo un bombardeo en la ciudad de Alepo, entonces empecé a
grabar diferentes planos de lo que había pasado.
¿Qué ocurrió?
Una masacre de 30 y tantos muertos, la mayoría niños… Hago la edición del video y la mando
a Londres. Obviamente lo que envío es material en donde no se veía nada realmente crudo.
Siempre intento respetar a los muertos. Pero la respuesta desde Londres fue: “Antonio, están
muy buenas las imágenes, pero ¿me puedes mandar algo en dónde no se vea tanta sangre?”
A lo que yo respondo: “Tío, esto es un hospital, ¿qué quieres que te mande? Tenemos las
manos y las botas llenas de sangre porque pues, que hay sangre en todas partes, no te
puedo mandar algo que no existe”.
¿Crees que la gente no sabe lo que pasa realmente?
Si la gente supiera cómo son realmente las guerras, si vieran su crudeza… habría
manifestaciones todos los días para que el gobierno de España, por ejemplo, dejara de
vender armas. Pero los medios no lo publican y por tanto la gente no llega a hacerse ni
siquiera una idea de lo que pasa allí.
Si tu fueras el medio y considerando la crudeza de las imágenes, ¿qué
decisión tomarías?, ¿mostrar o no mostrar?
A ver, yo como periodista de guerra… yo muestro.
¿Hay excepciones?
Pues claro, siempre hay que salvaguardar la dignidad de la persona, ya sea herido o muerto.
Poner a una persona espachurrada no te lleva a ningún lado.
Pero, sí pondría las imágenes de lo que realmente son las guerras, de los hospitales, de lo
que está pasando. Si la gente no quiere ver, puede cerrar los ojos y escuchar el sonido. El
simple sonido en una zona de guerra es brutal.
Los medios dicen que es para no herir la sensibilidad de las personas…
Exacto, pero vas al cine y ves películas que son extremadamente violentas, y eso sí que te
lo ves.
¿Se trata de generar una incomodidad?
Se trata de concientizar, que la gente entienda realmente lo que es una guerra. Mira lo que
148
está pasando estos días con el virus. La gente va al supermercado y se enfada por tener
que hacer fila. ¿Tú te imaginas lo que es una guerra? ¿Tú te imaginas lo que es ir a hacer
las compras sabiendo que te pueden bombardear? Que tengas que ir a comprar carne y no
sepas si vas a regresar porque te puede disparar un francotirador… Hostia, que entramos en
pánico por una gripe y luego cerramos los ojos ante la gente que tiene que huir de su propio
país en un intento desesperado de mantenerse con vida.
Entonces, ¿cómo se combate esto? Intentando que la gente comprenda. Que comprenda y
que empatice con las personas que se encuentran allí y, para que entiendan, hay que mostrar.
Mencionas bastante la crudeza de las guerras, ¿qué es lo más difícil de
trabajar allí?
Para mí lo más difícil es ver a niños muertos. Me encantan los críos y ahora más que voy a
ser papá.
Imagínate entonces cómo es para mí ver cuando traen a niños destrozados. Niños que
estaban jugando fútbol en la calle, les cae un cohete y la metralla les destroza las piernas.
Luego ves a esos padres buscando los cadáveres de sus hijos... Recuerdo una vez en Siria
un señor de unos setenta y tantos, su hijo era combatiente de los kurdos y fue asesinado por
el Estado Islámico. Bueno, ese señor, cuando fueron a enterrar a su hijo, se tiró a la tumba
para ser enterrado con él… No hay como describirlo. Es imposible que esas cosas no te
afecten, no importa el tiempo que lleves allí.
¿Es posible prepararse de alguna forma para lo que vas a ver?
No, al final nunca estamos preparados para ese nivel de violencia. Todos los que hemos
cubierto guerras hemos quedado tocados de alguna forma. En la guerra de Siria nos robaron
la inocencia.
“En la guerra de Siria nos robaron la inocencia”
¿Merece la pena?
Sí, sí que merece la pena. A mí me ha merecido la pena desde la primera guerra a la que yo
fui.
¿Cómo lo hacen quienes cubren las guerras? ¿Hay cierto gusto o
adicción al peligro?
Suena extraño, pero sí. Somos yonquis a la guerra. Ir a un frente de combate es hasta
“excitante”. No te imaginas lo que es ese cruzar una calle y que te dispare un francotirador,
te metes por un hueco, entras a una casa y tienes que volver a cruzar otra explosión.
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“Somos yonquis a la guerra. Ir a un frente de
combate es hasta excitante”
¿Qué hay del miedo?
El miedo es bueno, porque te ayuda a no cometer tonterías. Y te lo dice alguien que se pasó
sus miedos por el forro y acabó por ser secuestrado. Entonces tener miedo es bueno, el
tema es saber manejarlo, nunca al revés.
Estuviste secuestrado 299 días, ¿cómo viviste esto?
Cómo lo viví… Pues con incertidumbre, porque sabes que te tiene un grupo terrorista y sabes
lo que les ocurre a los periodistas en Siria y bueno el miedo de la muerte siempre está ahí…
es jodido, yo no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Lo más jodido es eso, el no saber si vas a
llegar al día siguiente vivo, eso va agotando todas tus fuerzas. Psicológicamente también es
muy duro. Muy muy duro. Sobre todo en mi caso que estuve más de 200 días solo, sin hablar
con nadie, sin saber si es de día o de noche… Es complicado.
¿Cuál fue el momento más duro?
Lo más duro eran los traslados, porque nunca sabes cuándo será el momento de tu ejecución.
Entran por la noche, te vendan, te esposan, te meten en un coche y es cuando piensas…
bueno, hasta aquí he llegado.
¿Como te recuperas de algo así?
Yo creo que no te acabas de recuperar nunca, es una experiencia traumática que siempre
quedará dentro. He ido a psicólogos para intentar recuperar mi vida, pero… es complicado.
Hay cosas que nunca volverán a ser lo mismo, las muchedumbres, los lugares ruidosos,
los conciertos a los que tanto me gustaba ir, no puedo, hay mucha gente, me pongo muy
nervioso y simplemente no puedo.
Y bueno el carácter también me ha cambiado, me ha vuelto una persona más violenta. Eso
es algo que no me gusta nada. Pero sabes, estuve durante muchos meses sometido a gente
que te tortura y solo puedes callar. Ese silencio al que estuve sometido tantos meses, ahora
es frustración y eso te cambia.
¿Ha cambiado tu visión como periodista?
Sí, bastante. Me he dado cuenta de que ningún reportaje vale mi vida. Ahora valoro
muchísimo más mi vida de lo que solía hacerlo. Intento estar mucho más con mi familia,
con mis padres, con mis hermanos y bueno ahora también que voy a ser papá. Ya está bien
de ir a la guerra a primera línea de combate.
150
Desde tu experiencia como corresponsal de guerra, ¿cómo ves que se
vive la censura y las presiones a los periodistas allí?
Se vive desde la forma más tradicional, con las censuras por parte de los medios y las
presiones políticas, y también de la forma más extrema, en los secuestros y asesinatos.
Secuestrar periodistas y más aún asesinarlos es una forma de censurarlos, de amordazarlos
para que no puedan hablar, para silenciarlos. Si matas o secuestras a quienes informan,
estás mandando un claro mensaje a todos los que tienen pensado ir a reportear allí,
especialmente porque no todos están dispuestos a jugarse la vida por informar.
¿Fue ese el motivo de tu secuestro?
Claro, yo creo que nos secuestraron para mandar un mensaje. Un mensaje dirigido a todos
los compañeros que estaban cubriendo la guerra de Siria. Les dijeron, si venís os va a pasar
esto, aquí no son bien recibidos.
“Secuestrar periodistas y más aún asesinarlos
es una forma de censurarlos, de amordazarlos
para que no puedan hablar, para silenciarlos”
¿Ha habido otras ocasiones en las que han intentado silenciarte?
Sí, en 2011 fui a la zona de Musa Qala en Afganistán, estuve empotrado2 dos semanas con
los marines americanos y mi objetivo era ver las plantaciones de opio que hay en el sur del
país. Afganistán produce el 80% de la heroína del mundo y la heroína viene justamente del
opio. Resulta que un año antes de que yo fuera, EE.UU. había realizado una operación en un
intento de lucha contra el opio. Entonces mi plan era ir a ver cómo iba esta lucha contra el
opio.
Pero al llegar allí… me encuentro con una cantidad enorme de plantaciones de opio, es que
no te puedes ni imaginar, eran campos y campos de opio.
¿Qué explicación te dieron?
Me explican que han destruido 500 hectáreas. Pero es que aquí hay más de 100 mil y que
lo único que podían hacer era patrullar, ya que esas hectáreas estaban en una zona a cargo
del gobierno afgano. Es entonces cuando pienso, pues que nos están contando una mentira
que te cagas…
¿Y qué hiciste?
Pues publiqué un reportaje con información que claramente no era del agrado
norteamericano. Por un lado, demostraba la dejadez de las tropas en la lucha contra los
2 En la jerga periodística se entiende por “empotrado” a aquel periodista que se inserta en tropas militares con el fin de cubrir un
conflicto bélico.
151
campos de Opio y por el otro el problema que tenían los soldados norteamericanos que se
encontraban desplegados en esa zona y que no entendían lo que hacían allí. Ya que, al no
estar luchando contra el tráfico de droga, lo único que hacían era perder compañeros por
los atentados y bombardeos talibanes.
¿Lograste publicar?
Sí que logré publicar. En este caso la censura fue posterior. Me castigaron y me impidieron
diferentes empotramientos en viajes que teníamos acordados durante ese año.
¿Qué explicación te dieron para este “castigo”?
Me dijeron que lo que estaba contando no era real, que quizás no entendí lo que estaba
pasando. Pero bueno que el inglés no es tan difícil, además tengo las fotografías que hablan
por sí solas, también entrevistas y documentos que respaldan lo publicado.
¿Algún otro acontecimiento similar?
Otra fue con mis compatriotas españoles. En 2011 y durante el gobierno de Zapatero, las
tropas españolas decían que se encontraban en Afganistán en una misión humanitaria.
Entonces un día me fui dónde se encontraban y me di cuenta la hostia que se armaba todos
los días con los talibanes. Entonces básicamente escribí un artículo diciendo que lo que el
gobierno contaba, era mentira. Pero en ese tiempo yo colaboraba con el diario Público, y
ellos me dijeron que no podían publicar esto.
¿Te censuraron para no ir contra el gobierno?
Claro, Público era afín al gobierno de Zapatero y me imagino que no querían incomodar.
¿Crees que las principales presiones para ejercer censura vienen del
sector político?
Sí, creo que vienen por parte de los gobiernos, sobre todo en zonas de guerra. Te pongo otro
ejemplo, yo cuando me encontraba haciendo Pasaporte Pampliega3 tuve como uno de mis
objetivos principales ir a Yemen y no precisamente para cubrir una guerra, ya he cubierto
muchas. Yo quería ir para demostrar, como España vendía armas a Arabia Saudí, y cómo
estás mismas armas terminaban en Yemen. Esto demostraría que se estaba rompiendo un
acuerdo internacional en donde se prohíbe la venta de armas a países que están en zonas
de guerra. Pero el canal me dijo que ni coña, que lo último que necesitan es que los llamasen
del gobierno para preguntar qué cojones estamos haciendo al denunciar esto.
Todos los casos que me has mencionado hablan de censuras por
presiones externas. ¿Qué pasa con las presiones internas o la
autocensura?
3 Pasaporte Pampliega era un programa de televisión español conducido por Antonio Pampliega y transmitido en el canal Cuatro.
152
En el periodismo de guerra hay mucha autocensura porque, si bien somos periodistas,
somos también objetivos, somos parte de lo que está ocurriendo y muchas veces somos
testigos de cosas que nos pueden costar la vida.
Un día en Siria encontramos una historia que era muy potente. Niños entre 14 y 16 años que
estaban siendo entrenados y recibiendo instrucción militar para ir a combatir a la guerra. La
historia es potentísima y nos surgió la duda de si publicamos o no. Pues decidimos publicar.
Y qué ocurre…
La noticia da vuelta al mundo, y el régimen lo usa para atacar a los islamistas y a los rebeldes.
Acto seguido nos amenazan de muerte y comienzan a buscarnos para asesinarnos. Entonces
sí que hay casos en los que la autocensura puede salvarte la vida.
“En el periodismo de guerra hay mucha
autocensura. Porque si bien somos periodistas,
somos también objetivos”
¿Qué hay de la censura en el año 2020? ¿Cómo la ves?
Creo que hoy la censura no tiene mucho sentido. ¿Existe por parte de los medios de
comunicación? Sí, por supuesto, lo estamos viendo con la cobertura del coronavirus. Pero lo
que no sacan los medios de comunicación, puedes encontrarlo en internet, en sitios online
o en las redes sociales.
¿Qué rol crees que juega internet en todo esto?
Pues esto viene justamente desde la aparición de internet, lo vimos con el caso de James
Foley4, en donde los terroristas usaron Youtube, para difundir el video donde lo ejecutaban.
Es verdad, las redes pueden bajar el contenido, pero esto es posterior a su publicación y
aunque te lo bajen, puedes crear otra cuenta y volver a subirlo.
¿Es entonces internet una amenaza o una oportunidad?
Yo creo que tiene de ambos. Me explico, es bueno por el alcance que tiene y porque permite
democratizar la información. Esto era mucho más difícil, sino imposible cuando sólo tenían
los medios tradicionales.
Pero también es complicado, especialmente por las fake news. Todo el mundo está
publicando y hay una cantidad inmensurable de información que no está siendo verificada.
¿Cómo nos protegemos de esta infoxicación de la web?
Yo siempre digo que lo mejor para informarte correctamente es conocer, seguir y confiar en
4 James Foley era un fotoperiodista norteamericano que en 2014 fue grabado y decapitado por el Estado Islámico.
153
el periodista, en el nombre de ese periodista y en su trayectoria. Buscar quiénes son esos
personajes en los que puedes confiar y seguirlos a ellos.
Y volviendo a la censura, ¿qué crees que le podría faltar a la profesión
para protegerse?
Ética. Que dejemos de pensar en nosotros mismos y en tener un sueldo a fin de mes y que
empecemos a pensar en la ética de una profesión que hemos insultado y destrozado por
muchos años... Es que nos la hemos cargado nosotros…
“Debemos empezar a pensar en la ética de una
profesión que hemos insultado y destrozado”
Y tú que has vivido la censura en carne propia, ¿qué consejo le darías a
un periodista que se ve enfrentado a un caso así?
Es que es complicado. Es muy complicado porque no conoces las condiciones que hay
detrás de cada periodista. Teniendo esto en cuenta mi único consejo es: Haz lo que te deje
con la consciencia en paz. Tanto si decides o no publicar, lo importante es que te permita
dormir tranquilo por la noche.
154
TIEMPO DE RESISTENCIA ANTE
LAS NUEVAS MORDAZAS
Por Sarai Fernández Fernández y Ricardo Oliva Daza
Desde una férrea dictadura hasta una de las más jóvenes democracias que, lejos de ser
modélica, continúa con sus golpes de pecho en pro de los derechos humanos, mientras se
siguen asfixiando las libertades de toda una nación. En pleno siglo XXI, todavía en España
se sostienen algunas cuestiones contradictorias que entorpecen el avance y vuelven más
vulnerable el camino hacia la verdadera libertad democrática. Nacho Carretero Pou sabe
perfectamente lo que significa enfrentarse a las incoherencias y grietas legislativas de un
país que, a estas alturas, ha permitido la censura en el ámbito periodístico.
Aunque nació en 1981 en A Coruña, siempre destaca sus fuertes raíces en Gijón. Como
buen periodista de investigación y escritor, comenzó desde pequeño a interesarse por los
quehaceres de la profesión. Los inicios de su joven pero nutrido bagaje como periodista
tuvieron lugar en Radio Coruña de la Cadena SER para pasar después a RNE Galicia y más
tarde al periódico deportivo Marca. También formó parte de la redacción y del equipo de
comunicación del diario Qué!, dónde pudo cruzarse con la historia de Pablo Ibar, aquella
que más tarde le permitiría publicar su nuevo y último libro En el corredor de la muerte,
obra de 2018 donde se narra el largo proceso judicial del español, condenado a cadena
perpetua en Estados Unidos. Su trabajo fue galardonado con el premio Rodolfo Walsh a la
mejor obra de no ficción de género negro de la Semana Negra de Gijón en 2019 y pronto
atrajo el interés de Movistar Plus que también en 2019 lanzaba su propia serie sobre el
libro.
Con veinticuatro años se trasladó a Madrid para ampliar sus estudios de posgrado y
actualmente trabaja como reportero de El País. Antes trabajó como reportero en el
periódico El Español y poco después pasó al mundo freelance donde colaboró con multitud
de medios como JotDown, XL Semanal, Yorokobu, Gatopardo, o El Mundo. Atraído por
el encanto y los sinsabores de las miserias, Nacho suele centrar su mirada en aquellas
historias de índole social y humanitaria. De hecho, no solo ha narrado las profundidades
de su país, sino también ha realizado diferentes reportajes que se centran en otras partes
del mundo, como ese el caso del genocidio de Ruanda o el virus del ébola en África.
En septiembre de 2015 el periodista publicó una de las obras de no ficción más exitosas
de los últimos años en España: ‘Fariña’, un minucioso reportaje casi novelístico sobre la
historia del narcotráfico en su Galicia natal que, tres años después, catapultó a la fama
al autor. El 21 de febrero de 2018, los medios de comunicación hacían eco de la decisión
de una jueza de Madrid que ordenaba el secuestro cautelar de la obra a petición de José
Alfredo Bea Gondar, exalcalde de Pontevedra quien aparecía citado en el libro. Al gobierno
del Partido Popular se le fue de las manos, se excedió y precipitó en sus respuestas, y
dadas las muestras frecuentes de intolerancia y represión sorprendentes para un 2018, la
155
medida se sumaba a la Semana Trágica para la Libertad de Expresión en España, cuando
una obra de arte fue retirada de la feria de arte contemporáneo ARCO Madrid por su
“polémico” contenido y el rapero Valtonyc se había fugado a Bélgica para evitar una pena
de prisión por enaltecimiento al terrorismo, injurias a la corona y amenazas, en sus letras.
Un secuestro muy poco práctico que provocó un auténtico efecto Streisand: tras la noticia,
‘Fariña’ se convirtió en el libro más vendido de Amazon y ese mismo año Antena 3 lanzaba
una serie de televisión con el mismo nombre. Para 2019 también se estrenó con especial
éxito la obra de teatro que contó con reconocidos actores como Xosé Antonio Touriñán
y Carlos Blanco y, por si fuera poco, además la historia pasó a ser una una novela gráfica
ilustrada a manos de Luis Bustos.
De hecho, aunque el proceso todavía se encuentre pendiente de una resolución firme,
la Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a José Alfredo gallega de O Grove a
indemnizar a Nacho Carretero y a la editorial de libros KO por los daños y pérdidas que
provocó el secuestro. El exregidor de la localidad pontevedresa debe pagar 3.500 euros al
colaborador de la Cadena SER y más de 13.000 a la editorial.
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Ignacio Carretero Pou, periodista y escritor
"LA MAYOR DIFICULTAD
ES EL SILENCIO Y EL TEMOR"
Por Ricardo Oliva Daza y Sarai Fernández Fernández
Ignacio “Nacho” Carretero Pou es un periodista y escritor gallego que actualmente es
reportero de El País, ha dejado un profundo rastro de su trabajo en diferentes medios de
España, como son El Mundo, El Español, RNE Galicia o el periódico deportivo Marca, entre
otros muchos. Durante su etapa como freelance escribió Fariña: Historias e indiscreciones
del narcotráfico de Galicia. Obra que más tarde, debido a una irresponsabilidad legislativa,
se convertiría en un símbolo literario contra la censura del país.
De espíritu intrépido y corazón curioso, pronto canalizó sus inquietudes contando
historias en fanzines y pequeñas publicaciones. Su perfil destaca por la particularidad
de su estilo literario, que aúna en perfecta armonía el rigor periodístico con la estética
narrativa. Desde la importancia del reconocimiento histórico, la rigurosidad periodística
y la reflexión crítica, siempre ha dirigido sus investigaciones hacia asuntos sociales de
escala humanitaria.
¿Qué ha supuesto crecer en una zona influenciada por el narcotráfico y
acabar siendo un periodista aclamado por una obra como Fariña?
Creo que tiene una relación muy directa, lo que me empuja a contar la historia de Fariña
es la realidad con la que crecí, como todos los gallegos que se ven envueltos directa o
indirectamente con la realidad del narcotráfico y de las drogas. Es verdad que hoy el
narcotráfico gallego es más discreto, más invisible, pero sigue estando ahí. Cuando yo crecí
era algo muy tangible. Lo que pasa es que, cuando ocurren mucho ciertos movimientos
característicos en un sitio determinado, la gente lo empieza a normalizar o a sobreentender
como que eso ya se sabe, que ya está contado. Y es verdad que habían profesionales
haciendo un trabajo increíble, informando puntualmente y jugándose la vida en ello. Sin
embargo, notaba como en otros sitios estas cosas trascendían del periodismo. En otros
países, como en Estados Unidos o Italia se explota cultural y narrativamente asuntos tan
presentes como el narcotráfico, se hacen series, novelas, películas… Pero, ¿por qué en Galicia
no? Yo tenía ahí esa espina, estaba pasando algo que era muy relevante y era digno de
contar y ser conocido. Me daba la sensación de que había cierto prejuicio en hacer eso, que
se consideraba frivolizar, pero yo creo que con los años como la sociedad fue madurando
y fue entendiendo que se pueden contar las cosas de distintas maneras. También yo lo vi y
cuando me vi preparado y tuve la oportunidad de una editorial que confiase, fue cuando me
animé. Estaba convencido de que iba a resultar interesante y atractivo, convencido de que
157
estas historias podrían ser contadas de una manera desenfadada sin perder el rigor, pero
también siendo cercano. Y, de hecho, esas cosas funcionan y gustan a la gente.
¿Cómo ha sido tu acercamiento a este mundo del narcotráfico para
elaborar el libro?
Evidentemente, uno no puede llegar y plantarse delante del clan de los Castaña o de los
Charlines con la libreta y preguntar. La mayor dificultad es el silencio y el temor que rodea
todas estas actividades y yo me lo encontré en Fariña. El gran desafío era que nadie quería
hablar, no hablo solo de vecinos, hablo también de autoridades y agentes policiales. Esto
supuso una gran dificultad que hubo que ir trabajando. Hay que ganarse la confianza de la
gente y ellas te van poniendo en contacto con otras, y, así, te vas acercando, vas estrechando
el círculo y teniendo un acceso más cercano a la información. Dibujas un mapa de lo que
quieres contar, a veces no llegas al narco, pero sí puedes llegar a su entorno, a alguien de
su organización, a un exnarcotraficante, donde puedes obtener información muy valiosa
que haga que ese coro de voces sea lo más completo posible para hacer el mejor retrato del
fenómeno.
“Censurar un libro periodístico no tiene ningún
sentido; cuando prohibes algo, vas a conseguir
que la gente se interese, y más cuando se trata
de asuntos donde se constata que se dice
siempre la verdad”
Los periodistas de la etapa que tú recoges en el libro, ¿tuvieron
problemas para ejercer su labor?
No. Es curioso, porque las investigaciones que se hacían nunca padecían censura o
al menos de forma directa. El periodismo en Galicia, para mí, siempre estuvo a la altura
de las circunstancias. Al menos a nivel de reporteros, de calle, de contar lo que estaba
pasando, no hubo problemas de censura de ningún tipo. Más tarde, sí que hubo problemas
con periodistas como Elisa Lois, Benito Leiro, Julio Fariñas, etc., quienes llegaron a estar
amenazados, recibiendo incluso todo tipo de agresiones. Esa era la censura que había, la
más virulenta. Aún así, sacaron su trabajo adelante. Yo eso no lo padecí. El modus operandi
del narcotráfico en Galicia ha cambiado y ahora se busca la discreción y la invisibilidad. Sin
embargo, sí que padecí un tipo de censura que mis colegas de las generaciones anteriores
no habían recibido. Pero bueno, yo digo siempre que lo que le pasó a Fariña más que una
censura orquestada, más que haber tocado alguna sensibilidad del poder, fue una decisión
judicial inoportuna, errónea, incomprensible, que llevó a una medida temporal como fue el
secuestro de la publicación, que acabó resultando completamente contraproducente para
los intereses de quien lo promovía. El libro acabó siendo más conocido, porque censurar un
libro periodístico no tenía ni tiene ningún sentido y, porque cuando tú prohibes algo lo que
158
vas a conseguir es que la gente se interese más, y más cuando se trata de asuntos donde se
constata que se ha dicho siempre la verdad, siendo absolutamente rigurosos.
“En otros países, como en Estados Unidos o
Italia se explotan, cultural y narrativamente,
asuntos tan presentes como el narcotráfico,
se hacen series, novelas, películas
¿por qué en Galicia no?”
¿Por qué hoy día no se habla de los grandes narcos que siguen en activo
en el país?, ¿es eso censura?
Esa invisibilidad, más que censura, es una opacidad y tiene un sentido legal. Puedes
sospechar y saber de buena tinta que alguien es narcotraficante, pero si no tienes pruebas,
no puedes escribirlo. No lo llamaría censura y sí “sistema garantista", por el cual no es
posible acusar a alguien de algo si no se demuestra, y creo que eso es lógico. Esto hace
que los narcos actuales pasen más desapercibidos, porque son muy inteligentes, no tienen
ningún proceso judicial por narcotráfico a sus espaldas y, por eso, son desconocidos. Eso
no significa que no se haya hablado de ellos. Se ha hablado de grandes narcotraficantes
que operan en la actualidad que no son los que todos conocemos, porque el periodismo al
final se va abriendo camino mediante apodos, pistas e insinuaciones. También lo comento
en el libro y es que hay otro factor importante. Los narcotraficantes de la actualidad son de
un perfil mucho más bajo, menos conocidos y sin vidas tan novelescas como las que tenían
Oubiña, Miñanco o los Charlines. Estos eran mucho más visibles, mucho más espectaculares
y que dan mucho más juego para ser contados en forma de novela. Estos hombres de la
actualidad pues son gente mucho más desconocida y que generan mucho menos interés al
lector.
¿Cómo le afectó el secuestro del libro y la repercusión mediática que
vino después?
Siempre digo que hay dos factores que no son incompatibles. El primero es que,
indudablemente la decisión de secuestrar el libro generó una ola de atención muy grande
y eso repercutió en su venta. Hay que decir que el libro ya estaba funcionando, antes del
secuestro llevaba 40.000 ejemplares vendidos, una cifra que para un libro de noticias en
España es muy respetable y ya estaba la serie de televisión hecha. Aún así, con el secuestro
esto se disparó y se multiplicó. ¡Pues oye!, nosotros tampoco somos hipócritas, encantados
de que haya sido así y de que, aunque hayamos pasado ese mal trago, el libro haya funcionado.
Ahora bien, siempre digo que como periodista es muy importante cuidar nuestro trabajo, y
sé que me esforcé en ser riguroso, precisamente para evitar algo así. Y de repente, de un
plumazo queda prohibido, y eso pone en tela de juicio tu credibilidad como profesional. Eso
es muy frustrante y me hizo pasar unos meses muy duros como periodista, y más cuando
159
tienes claro que lo que estás contando solo es la verdad, como quedó demostrado luego en
la sentencia final. Por eso siempre digo a la gente que me dice: “no, si al final te vino de puta
madre”, sí, no te lo discuto, pero no le deseo a nadie el trago tan desagradable que, como
periodista, tienes que pasar viendo cómo prohíben tu trabajo; o al tener que enfrentar todo el
show que se forma a tu alrededor. Porque Fariña se escapó un poco de nuestro control, y se
utilizó como herramienta política de debate sobre la censura, los derechos y las libertades.
Al final todo el mundo hablaba de eso, pero nosotros decidimos no participar. Lo que era un
libro periodístico que escribí tranquilamente en mi habitación se convirtió en un ruido brutal
y esto no es siempre agradable.
“Hay que aprender desde los principios
periodísticos a enfrentar los retos de la
profesión y estar dispuestos a contar en todos
los formatos, siempre con la premisa de aportar
con cada uno algo nuevo”
¿Cómo ves a día de hoy esa medida?, ¿te sorprende que se querellen en
tu contra y te lleguen a secuestrar el libro?
La querella no me sorprende, lo que me sorprende es la decisión de la juez, esa juez admitió
un secuestro de una publicación, cómo la fiscalía pudo pedir el secuestro, eso es algo
incomprensible, es una aberración judicial. Eso es lo que a día de hoy nos preguntamos
y se pregunta mucha gente, porque durante el secuestro hubo reacciones de todo tipo,
pero fue muy unánime el apoyo. A mí me llamaron todo tipo de personas para mostrarme
su apoyo, desde políticos de derechas a jueces de la corte del tribunal supremo me han
mandado mensajes mostrandome su incomprensión. Yo siempre diré que eso es como un
error judicial motivado no sé por qué, probablemente por un exceso de trabajo, por falta de
atención, falta de preparación, no lo sé. El caso es que el recurso a la Audiencia Provincial
de Madrid fue super contundente diciendo que cómo es posible que se hubiera llegado a
este punto y la sentencia final que, por cierto, la jueza que había dictaminado el secuestro
del libro estaba de excedencia, era otra jueza la que dictaminó la sentencia final fue rápida
y también contundente. A mí ya se me dejó tranquilo y limpió mi imagen como periodista y,
sobre todo, demostró que lo que había ocurrido había sido, como mínimo, un error.
Dentro de lo que es la profesión hay debate sobre la crisis periodística,
¿qué opinas del futuro del periodismo? ¿Cómo ves la adaptación a
diferentes formatos como ha sido el caso de Fariña o En el Corredor de
la Muerte?
El periodismo ahora es un formato mucho más flexible y amplio que tiene que explorar nuevos
escenarios y el audiovisual es uno. Tiene que tener siempre la premisa de ser informativo
160
y riguroso y, a partir de ahí, estar abierto y ser flexible a todas las formas posibles. Ahora
el periodismo también es darse la mano con el mundo audiovisual y ofrecer material para
crear series. Fariña ha llegado a la televisión, al teatro, incluso a la novela gráfica; En el
corredor de la muerte, además de serie también ha sido un podcast. Hay que aprender desde
los grandes principios periodísticos a enfrentar los retos de la profesión, y estar dispuestos
a contar en todos los formatos, siempre con la premisa de que cada uno debe aportar algo
nuevo, único y complementario. Todo ello, supone una gran vía de exploración para el
futuro del periodismo y quien no esté dispuesto a adentrarse en eso, pues se va a quedar
irremediablemente atrás.
“La censura es una consecuencia que
representa la inmadurez de una sociedad,
porque la censura es miedo, temor,
inseguridad… Como los celos en una relación”
¿Qué es para ti la censura?
La censura es una consecuencia que representa la inmadurez de una sociedad, porque la
censura es miedo, temor, inseguridad… Como los celos en una relación. Alguien que tiene
celos suele ser inmaduro, temeroso, inseguro de sí mismo. La censura tiene un paralelismo
con eso. La herramienta que utilizan los gobiernos cobardes, las sociedades inmaduras o
los dirigentes autoritarios. Todo al final está relacionado, luego un país, un periodismo, una
sociedad que no padece censura, es mucho más valiente y madura, está dispuesta a reconocer
sus errores, y tratar de solucionarlos. Además, podrá explotar narrativa y culturalmente sus
carencias y problemas para, de esa manera, como una especie de catarsis, hablar de ellos y
romper el tabú. La censura tiene muchas formas y, además de la más obvia, como puede ser
una orden judicial, también está la autocensura o la censura que se implanta en el colectivo
imaginario y social ante ciertos temas. Pero siguen siendo lo mismo: símbolos, síntomas o
consecuencias del miedo y de la inmadurez. El objetivo de cualquier sociedad madura es
minimizarla y dejarla atrás.
¿Qué consejo le darías a un periodista que se enfrenta a un caso de
censura?
Hay muchos tipos de censura y no tengo un consejo universal para afrontar cada caso.
Dependiendo de qué padezcas sugeriría o reaccionaría de alguna manera. En el caso que me
ocupa, recomendaría a quien lo padece que no participe del show mediático, porque eso, a
la larga, podrá perjudicarle como periodista. Es necesario confiar, en uno mismo, teniendo
en cuenta la rigurosidad y la honestidad de nuestro trabajo, porque si todo está correcto, las
cosas acabarán volviendo a su sitio. Esto podría ser aplicable también a una censura de un
propio medio, o una censura por un “linchamiento” en una red social. Mi sugerencia, más
que consejo, es que el periodista siempre se agarre al rigor, a la verdad, a todo aquello que
pueda contrastar sus afirmaciones y, a partir de ahí, que eso sea el paraguas para aguantar
161
el chaparrón con la tranquilidad.
¿Qué ha supuesto la llegada de internet para la censura en el periodismo?
En general, nuestro país cuenta con un grado de libertad de expresión y de libertad de prensa
elevado porque, al final, los estándares con los que tenemos que medir esto es con las
realidades de los países que nos rodean y no con lo que tenemos en la cabeza cada uno
en nuestro mundo ideal. Lo que falta en España es madurar como sociedad para admitir la
ofensa, la sátira, la libertad de ofender y todavía nos queda un camino por recorrer. La Ley
Mordaza o la de ofensa por sentimientos religiosos, interrumpen la evolución dentro de este
clima de libertad y son errores legislativos que España está tratando de solventar.
“En España todavía falta madurar como
sociedad para admitir la sátira o la libertad
de ofender”
Por otro lado, están las redes sociales que han sido el cambio más brusco; la revolución más
tangible a la que se ha enfrentado el periodismo. Un periodismo que evoluciona despacio
y siempre bajo control. En esa tormenta de sobreinformación, es el momento en el que el
periodismo debe erigirse como la bandera a seguir a través de la marejada que padecemos.
El periodismo no compite con las redes sociales porque son una vía más de discusión. Nadie
va a parar los bulos, las fake news, los rumores, la información sin contrastar, es la obligación
del periodismo, elevarse sobre todo eso como un faro y decir: “Esto es el periodismo, está
bien que participéis, pero el rigor y la verdad, compete al periodismo”. A veces, los enemigos
del periodismo son los propios periodistas, y tenemos una crisis de credibilidad, pero hay que
pensar que en el periodismo también se hacen muchas cosas bien. Hay grandes historias,
grandes periodistas y que de verdad se esfuerzan para informar a una sociedad cada vez
más exigente con la información y con el periodismo.
162
163
TIEMPOS DE CAMBIO EN MEDIO
DE UNA PAZ INESTABLE
Por Belén Sancho Ligorred
El gobierno de Jimmy Morales no pasará a la historia por ser el más respetuoso con
la libertad de prensa. El pasado año se produjo un aumento de las agresiones a los
periodistas, vulnerando así el derecho a la libertad de prensa y de expresión. La censura
y la autocensura siguen estando presentes en el ejercicio periodístico en un país que
convive con la violencia y la extorsión.
Guatemala vive en la actualidad tiempos de cambios. Tras el fin del gobierno de Jimmy
Morales, Alejandro Giammattei es ahora el nuevo presidente de Guatemala hasta 2024,
quien ha creado expectativas en su lucha contra la corrupción, la mejora social del país y la
disminución de la inseguridad ciudadana. Giammattei tiene un largo camino que recorrer
para dar estabilidad a un país que lleva mucho tiempo conviviendo con la corrupción y
conflictos.
En los últimos años el periodismo ha visto vulnerados sus derechos sistemáticamente.
Según el informe sobre el estado de la situación de la libertad de expresión elaborado por
el Observatorio de los Periodistas, 2019 ha supuesto un año nefasto, desde campañas de
desprestigio en redes sociales hasta actos de violencia contra reporteros.
El informe señala también un aumento de las denuncias y quejas por impedir el acceso
a la información pública. Morales obstaculizaba la libre circulación de la información y
no facilitaba el acceso a la agenda pública. De esta forma, el periodista tenía una mayor
dificultad para conocer las actividades oficiales y poder desempeñar su trabajo con
normalidad.
La censura y la autocensura siguen estando presentes en el ejercicio del periodismo.
Además de lidiar con la censura ejercida por poderes políticos, también se suman las
presiones y extorsiones de particulares desencadenando actos violentos. Todo ello
provocó que muchos de estos profesionales se plantearan el exilio como la única solución
a esta persecución y poder así desempeñar su trabajo sin estar expuestos a riesgos
profesionales o personales.
Entre 2015 y 2019, se han producido 17 asesinatos a periodistas, según un informe
de la Procuraduría para los Derechos Humanos. Laurent Castillo, Luis de León, Álvaro
Aceituno, Danilo López y Federico Salazar son algunos de los nombres de asesinados por
desempeñar su labor. Unos años muy duros para el periodismo guatemalteco, sacudido
por diversos intereses.
Esta situación ha provocado que, en la actualidad, Guatemala ocupe el puesto 116 de
164
180 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, elaborada por Reporteros Sin
Fronteras. Se trata de un ranking anual que valora la situación del ejercicio periodístico en
países de todo el mundo. Este informe refleja la necesidad de que Guatemala adopte un
cambio social que le permita avanzar hacia un futuro más estable y seguro.
165
TODA UNA VIDA DEDICADA
AL PERIODISMO
Por Belén Sancho Ligorred
No le pesan los años ni los pensamientos. Tampoco los recuerdos que le permiten
teletransportarse a aquellos arduos años. Hoy, Haroldo Shetemul puede reflexionar sobre
el ejercicio del periodismo desde su trabajo actual como docente. El periodista cuenta con
una amplia experiencia profesional que le ha permitido desempeñar diversos roles y vivir
situaciones y emociones de todo tipo.
Ha visto arder su propio proyecto periodístico, ha sufrido la censura y la autocensura, pero
también le ha tocado aplicarla. Haroldo Shetemul ha desempeñado a lo largo de toda su
carrera numerosos puestos dentro de una redacción. Desde la base como redactor hasta
la cúspide como director de medios. Pero no ha sido un camino de rosas, pues la situación
política y económica de Guatemala no siempre ha estado en calma.
Haroldo Shetemul cuenta con una experiencia de 40 años dentro del periodismo. Aunque
hoy, su vida se encuentra más relajada que años atrás. Su carrera profesional se centró,
principalmente, como periodista de investigación, lo que le llevó a aparecer en una lista
negra del autodenominado “Movimiento Anticomunista Roberto Lorenzana”. En ese
listado, que aparecía junto a otros compañeros y compañeras de profesión, se les incitaba
a salir de forma inminente del país.
Vivió en el exilio en México durante ocho años y colaboró con medios de forma esporádica.
Pero los recuerdos de aquella época son demasiado duros. Las presiones y el asesinato
de periodistas estaban a la orden del día. Cuando regresó del exilio decidió crear un medio
que vio destruido en pocos meses, pero aun así no consiguieron parar sus ganas por
seguir ejerciendo el periodismo.
Haroldo sabe enfrentarse a sus propios miedos, pero también a sus medios. Su ideología
le ha hecho estar señalado y, por ende, sufrir censura solo por ser quién es. Y también ha
provocado su salida de medios de comunicación, pero nunca ha renunciado a su profesión
ni a ser como es.
Él mejor que nadie conoce la sensación de ser vigilado y tener una presión constante por
parte de diferentes fuerzas. Ha sufrido en primera persona el poder de la censura y de la
autocensura en su desempeño como periodista. Pero también su papel como dirigente le
ha obligado a ejercer aquello que detesta: censurar.
Durante su carrera profesional, ha pasado por medios como el diario Siglo XIX, el
semanario Crónica o el diario Prensa Libre. Desde 2016, se dedica a tiempo completo a la
docencia, pero su amor por la profesión le ha llevado a no desligarse de ella del todo. Por
ello, mantiene una columna de opinión en Prensa Libre cada viernes. Porque un periodista
nunca deja de serlo.
166
Haroldo Shetemul, periodista y docente
"CUANDO REGRESAMOS A GUATEMALA,
EL SEMANARIO QUE FUNDAMOS FUE
DESTRUIDO CON BOMBAS"
Por Belén Sancho Ligorred
Haroldo Shetemul es un escritor, periodista y docente guatemalteco. Posee una
amplia experiencia que le ha permitido escalar durante su trayectoria periodística.
Esta experiencia le ha permitido conocer en profundidad las entrañas del periodismo y
averiguar hasta dónde son capaces de llegar las presiones para frenar su trabajo.
Hoy, ya más tranquilo, se dedica a la docencia a tiempo completo formando al presente y
futuro del periodismo en Guatemala. Sin embargo, sigue guardando un pequeño rinconcito
donde poder expresarse cada semana. Su columna de opinión en Prensa Libre es una cita
ineludible en el que puede reflexionar sobre la actualidad, pero sin olvidar su pasado.
Periodista, director de medios, editor, columnista, poeta y docente.
¿Cómo ha afectado esta variedad de roles su desempeño como
periodista?
El estudio ha sido paralelo con la profesión porque uno tiene sus prioridades. Pero,
digamos que mi faceta de escritor ha sido un poco vencida por el periodismo. El periodismo
te absorbe veinticuatro a siete, entonces desde 2015, debido a los problemas que ha
generado la web, el medio donde yo trabajaba decidió prescindir de mis servicios. Era
editor jefe del área dominical de Prensa Libre, el diario de mayor circulación. Desde antes
era docente de fin de semana, pero a partir de 2016 me convertí en docente a tiempo
completo y mantengo mi columna de opinión en Prensa Libre.
“Estuve exiliado en México de 1980 a 1988,
porque no podía seguir vivo en Guatemala”
Apareció en una lista negra del “Movimiento Anticomunista Roberto
Lorenzana”, ¿qué fue exactamente lo que le llevó a estar perseguido?
He ejercido el periodismo desde hace 40 años. Estuve exiliado en México de 1980 a
1988, porque no podía seguir vivo en Guatemala. En ese tiempo, yo estaba estudiando
167
ciencias jurídicas y sociales, pero me fui a México y estuve ocho años. Algo tenía que
hacer y lo que hice fue periodismo, de eso viví. Regresé en febrero de 1988, junto con
colegas exiliados fundamos el semanario La Época, de centro-izquierda. El medio apenas
duró cuatro meses, porque el 10 de mayo de 1988 fue destruido con bombas. No quedó
absolutamente nada.
Con otro compañero, tuvimos que salir al exilio otra vez a México, luego a Costa Rica. Pero,
posteriormente, decidimos regresar a la ciudad de Guatemala con todo lo que implicaba.
Desde entonces, hemos vivido periodos de mayor amenaza a la seguridad personal y
otros momentos, como los actuales, que está más relajada.
En uno de sus artículos, escribe que decidió salir al exilio, ¿cómo
recuerda esa etapa?
En ese tiempo, yo era estudiante universitario. Colaboraba con medios, pero de forma
esporádica. Era candidato a vicepresidente de la Asociación de Estudiantes de la Facultad
de Derecho. No pude terminar la campaña electoral, porque tenía mucha persecución.
En ese periodo de tiempo, en el medio periodístico, ya habían asesinado a por lo menos
diez periodistas. A algunos los habían secuestrado, a otros torturados y encontraron sus
cuerpos tirados. Fue una época muy dura.
“Hemos vivido periodos de mayor amenaza a la
seguridad personal y otros momentos,
como los actuales, que está más relajada”
Ha trabajado en numerosos medios de comunicación, ¿cuáles han sido
las experiencias más duras que ha vivido?
Un año después de haber sido destruido el semanario, fundamos una agencia de
noticias: la agencia Centroamericana de Noticias. Constantemente estábamos vigilados
y nuestros teléfonos estaban intervenidos. Enviábamos nuestra información a los medios
tradicionales, pero no nos publicaban por temor, por lo que nuestra información solo
la publicaban medios internacionales. Después de eso abandoné la agencia y estuve
trabajando con una revista centroamericana.
Se fundó el diario Siglo XXI, de hecho, el nombre se lo puse yo. En marzo de 1990, salió a
la calle mientras era el director ejecutivo y empezaron las amenazas e incluso presiones
para que los dueños me echaran. Me hicieron la vida imposible, tuve que renunciar seis
meses después, porque era demasiada la presión para que me fuera. Prácticamente, no
me dejaban hacer nada.
Trabajé en el semanario Crónica y ha sido una de mis mejores experiencias. Entré como
reportero-redactor y al año ya había ascendido a jefe de redacción. Pero recibí una llamada
del procurador de los derechos humanos en el que me contó que tenía una información
muy delicada sobre mí. En una reunión del gobierno, en un círculo de militares, habían
168
estado hablando que no era posible que un comunista estuviera dirigiendo una revista de
derecha y que tenían que hacer algo, porque no era posible que hubiera una infiltración
comunista en los medios de comunicación. El procurador me recomendó ir a hablar
directamente con el ejército.
Hablé con el ministro de Defensa, José Samayoa y con el general, el encargado de la
inteligencia militar. Le expuse el caso y le dije que me ponía a su disposición para ser
investigado, porque únicamente hacía un trabajo profesional. Entonces, el general se
molestó y me dijo que yo era parte de una conspiración y que cómo se me ocurría pensar
que el ejército me perseguía. Le dije que no tenía absolutamente nada que ocultar y que
cualquier cosa que me pudiera suceder, responsabilizaría al ejército. Hablé con el jefe de
la inteligencia militar, el general Otto Pérez Molina quien me atendió cordialmente y le
expliqué el problema. Me dijo que hay sectores duros del ejército que no entienden que la
situación de Guatemala había cambiado y que era necesario que los militares aprendieran
a vivir en democracia. Me conocía y sabía de mi trabajo profesional, y me respondió que
no me preocupara, que se encargaría de que esto no trascendiera.
Desde entonces, estuve en la revista Crónica ocho años, hasta que cerró. La revista
cerró por presiones del gobierno de Álvaro Arzú1. Era muy crítica, hacíamos reportajes
e investigaciones en las que no solo criticábamos al gobierno, sino que poníamos en
evidencia los malos manejos. Eso al presidente no le gustaba, así que, en 1998, llamó
personalmente a sus amigos empresarios que tenían publicidad en la revista y les presionó
para que la quitaran. La revista tenía un promedio de 50 anuncios semanales y, después
de la intervención del presidente Arzú, pasó a tener tres o cuatro. Era imposible pagar
siquiera el proceso de producción, mucho menos los salarios. Entonces, fue vendida a un
sector de ultraderecha y nos tuvimos que ir porque no podíamos trabajar con empresarios
que tuvieran una mentalidad diametralmente opuesta. Hasta la fecha, todavía no me han
pagado mis prestaciones laborales, nunca me las van a pagar, ¿verdad?
Me fui a trabajar al diario El Periódico como jefe de redacción. Pero, siguieron las presiones
y las amenazas. Pude trabajar correctamente, porque bajaron las amenazas contra mí,
pero no contra el medio. Por su posición crítica no recibía anuncios y fue castigado
también por Arzú. Esto provocaba que nuestros salarios estuvieran siempre retrasados.
Dos años después, me fui a trabajar al diario Prensa Libre, en el año 2000. Ahí estuve quince
años, donde, en el último año, se produjo la baja venta de publicidad y suscripciones. Eso
determinó también mi salida como periodista de planta de Prensa Libre y ya solo me
quedé con mi columna de opinión que, en la actualidad, no me pagan por ella.
1 Álvaro Arzú fue Presidente de la República de Guatemala, desde 1996 hasta el año 2000, y Alcalde de la Ciudad de Guatemala, desde
el año 2004 hasta 2018. En su primer año de presidencia se alcanzó la firma de los Acuerdos de Paz con la guerrilla. Mantuvo una
relación dura con la prensa que se resume en una frase que él mismo pronunció: “Al periodista, se le pega o se le paga”. Arzú murió en
2018 a los 72 años de un infarto.
169
“Hacíamos reportajes e investigaciones en las
que no solo criticábamos al gobierno, sino que
poníamos en evidencia los malos manejos”
En su trayectoria profesional, ha desempeñado diversos cargos dentro
del periodismo. ¿Dónde ha sentido una mayor presión contra el
desempeño de su trabajo?
Es diferente la presión, porque uno como reportero se aplica mucho la autocensura. Sabes
qué se puede publicar y lo que no. En algunos casos, consigues una información y sabes
que en tu medio no la van a publicar, pero se la ofreces a otro compañero que tal vez
en su medio sí lo publique y a la inversa. En los medios, regularmente, son muchas las
presiones tanto de carácter político como comercial. A veces hay llamadas suaves y otras
fuertes, y esas llegan directamente al reportero. En los niveles de dirección, uno tiene que
ejercer esa posición de censura contra los reporteros. A mí me tocó hacerla, porque de
eso también dependía mi estancia en el medio. Los medios tienen una política editorial
no escrita. Se dice que son independientes, dignos, pluralistas, democráticos, pero esa
política editorial es como de hule y se estira. Defienden intereses, a veces políticos, otras
de carácter empresarial y eso determina que uno tenga que sujetarse a esa, entre comillas,
flexibilidad de los medios.
“En los niveles de dirección, uno tiene que
ejercer esa posición de censura. A mí me tocó,
porque dependía mi estancia en el medio”
El año 2019 cerró como el año con más ataques en contra de la prensa
en su país, según el informe del Observatorio de la Asociación de
Periodistas de Guatemala. ¿Por qué cree que se han dado tantos casos?
El año pasado los ataques fueron, principalmente, contra periodistas de la provincia. En
Guatemala, sufre una macrocefalia, eso significa que en el área metropolitana puedes
tener mayor seguridad, pero en el área rural estás totalmente desprotegido. No solo
por los sectores gubernamentales, los empresarios, también por el crimen organizado.
Nuestros colegas del área rural son los que más sufren, porque están en una situación de
mayor indefensión.
El año pasado fue el último del gobierno de Jimmy Morales, un gobierno totalmente
nefasto. Este señor se alió con los sectores más conservadores del país y determinó
acciones en contra de medios: Prensa Libre, El Periódico, diario La Hora y otros que no se
han plegado a los intereses del gobierno sufrieron censura y la falta de acceso a fuentes
de información, eso también significa limitaciones a la libertad de expresión.
170
En su artículo de “Polarización, periodismo y democracia” define de
manera muy precisa la situación en países como Honduras, Guatemala,
El Salvador y Nicaragua. ¿Qué considera que debe cambiar para que los
periodistas pueden ejercer su oficio libremente?
Uno de los elementos importantes es un observatorio de periodismo, porque aún cuando
uno ejerce el periodismo independiente va a encontrar limitaciones. Pero una cosa es que
limiten el acceso a las fuentes y otra que atenten contra la vida. Entonces, creo que uno
de los factores importantes es la existencia de un observatorio de periodistas con una
independencia del poder que pueda darle seguimiento. Y otra idea, que sería mucho más
difícil de llevar a cabo, porque significaría la fiscalización de la información dentro de los
propios medios. Eso se podría solucionar si uno contara con un apoyo que pueda vigilar,
ser más transparente en la emisión de información y en el análisis dentro de los medios.
“Si uno va a hacer periodismo, sabe a qué se
está metiendo”
Hemos hablado de casos de censura. ¿Cómo la definiría usted?
Censura es un término muy genérico, ¿verdad? Censura es que, por factores de fuerza o
de carácter psicológico, uno no puede publicar una información porque pone en riesgo
los intereses de sectores políticos o económicos. Pero la censura tiene su “hija”, la
autocensura que es cuando el periodista sabe que si publica algo puede correr peligro
su vida, su empleo o su familia y se limita a cubrir otras informaciones que no le causen
riesgo.
¿Qué consejo le daría a un periodista que se ve enfrentado a un caso de
censura?
Parto del criterio de que si uno va a hacer periodismo sabe en qué se está metiendo.
Hacer periodismo de notas sociales está bien, es un trabajo digno. Sin embargo, por mi
experiencia con el periodismo crítico o de investigación siempre va a significar estar en
riesgo. Lo menos que uno puede pedir es el respeto a la vida, el respeto al trabajo, pero
riesgo va a haber cuando uno es periodista crítico.
Internet ha supuesto una transformación digital para el periodismo,
pero ¿cómo cree que ha podido impactar en la censura periodística?
Los medios en la actualidad siguen ejerciendo la censura. Ahora es más fácil detectar
cuando hay censura con la existencia de las redes sociales. En redes, circula más
información y también en los sitios de medios independientes en Internet.
171
Nómada y Plaza Pública2 son muy buenos. Ellos van a publicar una información más
crítica, de fondo y eso lo contrasta con lo que comunican los medios tradicionales.
Actualmente, los medios tradicionales se ponen en evidencia cuando censuran una
información, porque hay otros medios que la pueden divulgar de forma completa y sin
limitaciones de tiempo ni espacio.
2 Nómada y Plaza Pública son dos medios de comunicación digitales guatemaltecos que abogan por un periodismo
independiente.
172
173
UNA PROFESIÓN DE ALTO RIESGO
Por Albert Gimeno Oliveras
La censura ha perseguido al periodismo hondureño a lo largo de su historia. Periódicos
cerrados por orden del presidente, escritores y periodistas perseguidos o condenados, y
reporteros exiliados, son algunos de los ejemplos que ilustran la relación entre el poder
público y los profesionales de la comunicación. Estos hechos se han ido repitiendo en
mayor o menor medida desde los inicios de la profesión.
Las primeras publicaciones periodísticas en Honduras se remontan a mediados del
siglo XIX, donde pequeños talleres artesanales confeccionaban diarios de ámbito local.
Los reporteros se limitaban a dar su opinión sobre los hechos que sucedían en los
pueblos y ciudades, muchas veces sin contrastar la información. Con la implantación
de las economías de enclave y los intereses económicos del capital extranjero surge
el denominado “periodismo de enclave”, prensa concebida para servir y defender a los
inversionistas foráneos. Al mismo tiempo los partidos políticos también fundaban sus
propios diarios. En el año 1933 nació La Época, órgano oficial del Partido Nacional, y
en 1949 el diario El Pueblo, vinculado estrechamente al Partido Liberal. Estos medios,
más que informar sobre los hechos, podrían ser considerados como propaganda política.
Siguiendo esa línea se fundaba Vanguardia Revolucionaria, un periódico comunista que
ejemplifica el llamado “periodismo de clase”, creado para contrarrestar el discurso del
poder gobernante.
En la segunda mitad del siglo XX aparece el periodismo que sienta las bases para el
desarrollo de los medios de comunicación que conocemos hoy, la prensa dirigida por
los grupos económicos locales. Una prensa más profesional e identificada con los aires
de modernidad institucional del momento. Esta indaga en el trasfondo de los hechos,
vigilando al poder desde una distancia cómoda para no entorpecer sus planes, pero a
la vez estando alerta para denunciar posibles malas prácticas. Así, la prensa aprende a
medir los límites de su propia libertad y conoce el punto de elasticidad que debe observar
frente al poder. Si lo provoca demasiado, el cierre puede ser inminente, como le sucedió a
El Cronista por primera vez en 1919 1.
En los años 80 se inició la transición política en Honduras, una de las más largas de la
historia contemporánea de América Latina. La presencia física, institucional y política
de los militares fue un factor que limitó la eficacia de las políticas democratizadoras,
reduciendo el espacio para crear un nuevo panorama político-social. Con el final de la
Guerra Fría y los procesos de paz en Centroamérica, las condiciones para establecer un
cambio se ampliaron, los militares perdieron protagonismo, y se avanzó para construir
un estado de derecho plural. En este contexto de creación de una nueva cultura política,
la relación de la prensa con el poder se vuelve más difícil y laberíntica. Los múltiples
intereses económicos y políticos establecidos detrás de los medios, hacen del periodismo
una labor compleja y de alta necesidad.
1 Meza, V., Bähr, E., Centro de Documentación de Honduras. (2002). Honduras: prensa, poder y democracia. Tegucigalpa: Centro de
Documentación de Honduras
174
DESPEDIDA
POR SER PERIODISTA
Por Albert Gimeno Oliveras
El año 2002 se publica Noticias inéditas de una sala de redacción, un libro pionero en
Honduras. En él, Thelma Mejía relata cómo viven los editores y reporteros de los medios
hondureños las batallas para publicar una buena noticia que no sea censurada. La autora
se basa en su experiencia de dos años como jefa de redacción del reputado periódico El
Heraldo, donde la censura, las amenazas y las presiones a los periodistas eran un hecho
habitual. Pero por desgracia este no es un caso aislado.
La censura forma parte del día a día de los profesionales de los diferentes medios de
comunicación hondureños, y pocos son los que se oponen a ese modus operandi. La
prensa tarifada es común, y son muchos los medios y periodistas que reciben una paga
extra de la Casa Presidencial a cambio de no cuestionar las políticas del Gobierno. Pero
aún hay reporteros que piensan que el periodismo es una profesión orientada al servicio
de la sociedad y no un instrumento de lucro ilícito a cambio de silencios, favores y
adulaciones hacia el poder. Eso sí, los valientes que lo hacen pueden llegar a perder su
trabajo, como le pasó a Thelma Mejía y a ocho periodistas más el año 2001, a raíz de la
denominada “operación limpieza” orquestada por el presidente del país Carlos Flores.
Precisamente este hecho, su despido de El Heraldo, es el punto de partida que la autora
utiliza en su libro para explicar sus experiencias.
La primera toma de contacto de Mejía con la censura fue durante sus primeros años como
reportera de investigación, poco después de licenciarse en la Facultad de Periodismo.
Desde muy temprana edad vivió en sus carnes el tráfico de influencias de los poderes
políticos y económicos, muchas veces vinculados con el crimen organizado y la corrupción.
Años más tarde y después de trabajar en la academia de la ONU como editora, Thelma
Mejía se incorporó a El Heraldo, esta vez como jefa de redacción del medio, a petición
del mismo director Jorge Canahuati. Nadie se imaginaba que al cabo de dos años sería
cesada de su cargo fulminantemente, y con apenas explicaciones.
A raíz de estos hechos, Mejía ha dedicado toda su carrera profesional a la lucha por la
libertad de prensa. Fundó el Comité por la Libertad de Expresión y años más tarde empezó
a trabajar para el Consejo Nacional Anticorrupción como especialista en derecho a la
información y gobernabilidad, batallando para que el periodismo deje de ser una profesión
de alto riesgo en Honduras.
175
Thelma Mejía, periodista hondureña
"EL PRESIDENTE FLORES
ME DEFINIÓ COMO TERRORISTA
DE ESTADO"
Por Albert Gimeno Oliveras
Nacida en la ciudad de San Lorenzo, Thelma Mejía se graduó de periodismo en la
Universidad Nacional Autónoma de Honduras en 1991, y en 2005 cursó un postgrado
en Teorías políticas y estudios sociales en la Universidad de La Habana. Su carrera
como reportera empezó en el año 1987 como corresponsal de noticias nacionales en la
agencia mundial de noticias Inter Press Service. Años más tarde, en 1990, se incorporó
a la redacción del periódico hondureño El Heraldo, donde trabajó como periodista de
investigación.
En 1994 trabajó en la academia de la Organización de las Naciones Unidas como directora
nacional del programa de cultura de paz y democracia en América Central, y al cabo de
tres años se reincorporó a El Heraldo, esta vez como jefa de redacción. Durante esta
segunda etapa en el medio vivió múltiples intentos de censura, amenazas y coacciones
por parte de las altas esferas políticas y económicas del país. A partir de su experiencia,
el año 2002 escribió el libro Noticias inéditas de una sala de redacción. En el año 2010
empezó a trabajar en la Corporación Televicentro y formó parte del jurado de los Premios
GABO 2018. Actualmente sigue colaborando con la agencia IPS.
Para usted, ¿qué es la censura?
Cuando uno sale de la Facultad de Periodismo no conoce la palabra censura o, por lo
menos, cree que la censura no debería de existir. Pero cuando un periodista hondureño
empieza a trabajar en las redacciones de los medios, ya sean grandes o pequeños, empieza
a identificar la censura en su propia piel.
A mí me gusta clasificar la censura en dos tipologías diferentes: la censura directa y la
censura sutil. En primer lugar, la censura directa son todas aquellas líneas no escritas
dentro de las publicaciones editoriales de un medio de comunicación, que uno, como
profesional, va descubriendo a medida que realiza un determinado abordaje informativo.
Generalmente uno siente que la censura viene de los actores que conforman el poder
político y económico, sobre todo de las esferas que son gubernamentales, pero también
se halla en los propios medios de comunicación. En Honduras los dueños de los medios
tienen otros negocios paralelos al ámbito periodístico, y en esos negocios necesitan tener
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buenas relaciones con el Gobierno para conseguir financiación y buenos contratos. Es en
este momento cuando los caminos se entrecruzan e inciden en el ejercicio del periodismo
y de la libertad de expresión. Este tipo de censura normalmente se percibe más en
momentos de crisis políticas, ya sea en procesos electorales o en crisis institucionales.
Un ejemplo de censura directa ocurrió durante las elecciones generales de 2017. Durante
el transcurso de la campaña electoral, la Asociación de Medios de Comunicación, que
aglutina a los grandes medios del país, publicó un comunicado donde censuraban a un
candidato de un partido opositor. Este candidato hacía alusión a las acciones de corrupción
del entorno que rodea el actual Gobierno. La justificación de la Asociación era que el
candidato en cuestión daba una información que provocaba incertidumbre y que podía
generar inestabilidades políticas. En el comunicado dicha Asociación remarcaba que ellos
no iban a dar cobertura a ese tipo de acusaciones o de declaraciones públicas. Para mí,
esta es la mayor evidencia escrita de que hay de censura en el periodismo hondureño.
Conservo ese comunicado para registro histórico.
El otro tipo de censura que he detectado es la censura sutil, aquella relacionada con el uso
y abuso de las grandes pautas publicitarias que el ejecutivo decide para los medios. En
Honduras, los medios de comunicación, sobre todo los pequeños y medianos, subsisten
económicamente en gran parte gracias las cuotas de publicidad gubernamental, ello se
ve muy claro en los Gobiernos locales y en algunos programas noticiosos independientes
en la capital y grandes ciudades. Así lo evidenció un trabajo de investigación que
realizamos con otro colega denominado “Censura sutil en Honduras, uso y abuso de la
publicidad oficial”. Los grandes medios de comunicación, si bien usan la publicidad, no
viven necesariamente de la publicidad oficial ya que tienen otras fuentes de ingresos. Esta
censura se basa en cómo los Gobiernos hacen uso de la pauta publicitaria para controlar
los medios. Los ejecutivos condicionan su publicidad y la usan como premio y castigo. El
país necesitaría una ley que regule la publicidad oficial.
¿Cual es el origen de la corrupción y el tráfico de influencias en el
periodismo hondureño?
La corrupción en el periodismo hondureño ha existido como una falla de origen. En la
época de los regímenes autoritarios, en los años 70, los militares tenían el control de
ciertos grupos de prensa, pero todavía no existía la corrupción periodística en su despunte
como fenómeno.
Para mí todo inicia en los años 90, cuando el país entra en su segunda ola democrática, y
asume el poder el expresidente Rafael Callejas de 1990 a 1994. Él fue uno de los propulsores
de lo que es la corrupción en la prensa. Callejas diseñó una estrategia muy interesante
con los medios, relatada por él mismo en una entrevista que le hice personalmente hace
unos años. El expresidente fue el impulsor de un grupo de periodistas que le llamaban
“el Grupo de los Trece”. Con este grupo de periodistas él se reunía semanalmente, y
juntos elaboraban la agenda mediática que iban a imponer en el país esa semana.
Cabe admitir que este grupo le funcionó bien, y pudo incidir en gran parte de la opinión
pública hondureña. Callejas también generó la figura de las ayudas humanitarias para
periodistas. Aquellos periodistas que trabajaban en los medios y tenían algún problema
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de salud, vivienda o alimentación, el Gobierno les proporcionaba ayudas a cambio de
seguir la agenda gubernamental y no cuestionar sus políticas.
Pero a Callejas le sucedió Carlos Flores en la presidencia del país, de 1998 a 2002. Y si
el primero democratizó la corrupción en la prensa, el presidente Flores popularizó esa
corrupción. El gobierno de Flores amplió el diagrama que Callejas había diseñado y ya
no solo se centraba en los reporteros, sino también en los cámaras, los encargados de
sonido y toda la cadena de comunicación. Es importante destacar que Carlos Flores era
el dueño de un medio de comunicación, del influyente periódico hondureño La Tribuna.
Flores logró desarrollar una muy buena relación con los dueños de los medios, porque era
la primera vez que un dueño de un medio llegaba al poder de un país. Todos se sentían que
gobernaban con él. Supo tejer las líneas informativas de control. Cabe aclarar que había
excepciones, no todos los medios siguieron esas prácticas, pero esa era la tendencia
general.
La gran diferencia entre Callejas y Flores es que el primero era muy tolerante con los
periodistas que lo cuestionaban. Intentaba influir en la agenda con su “Grupo de los Trece”,
pero nunca persiguió a la prensa opositora. El segundo, en cambio, fue un gobernante
poco tolerante a la crítica. Era muy susceptible.
En Noticias inéditas de una sala de redacción utiliza el término
“operación limpieza” para definir el acoso del Gobierno a ciertos
periodistas. ¿Cómo se desarrolló dicha operación?
La “operación limpieza” se origina en el momento en que, en pleno mandato de
Carlos Flores, en el año 2001, nueve periodistas fuimos despedidos de los medios de
comunicación donde trabajábamos. Como profesionales, nosotros formábamos parte de
diferentes medios y ejercíamos una labor, más que de crítica, de veeduría a las acciones
que hacia el Gobierno.
“Nunca me imaginé que me iban a despedir de
un medio de comunicación por ser periodista”
En mi caso particular, yo hacía dos años que era la jefa de redacción de El Heraldo, un
reconocido diario del país, en el cual empecé a trabajar el 1990. El dueño del medio
cuando me despidió me dijo “no lo estoy haciendo porque el presidente me lo haya
pedido”, entonces yo le dije que no se preocupara, que yo no se lo estaba preguntando
pero que él ya me había contestado. Recuerdo que cuando me llamó, me decía que estaba
prescindiendo de su mejor ejecutiva y que le hubiera gustado que yo fuera la directora
de ese medio. Pero claro, a mí no me interesa ser la directora de un medio agachando
la cabeza por lo que yo considero información. “Yo lo que quiero demostrarle, es que el
periodismo profesional y responsable, es un periodismo rentable”, le dije.
Todos los profesionales vetados de los medios durante la “operación limpieza” estábamos
en puestos clave como directores, jefes de redacción y periodistas de investigación. El
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proceso transcurrió en el corto periodo de un mes o mes y medio, casi de la noche a la
mañana, era una cosa que nunca había pasado en el país. Cesaron a periodistas con
una credibilidad muy fuerte como Renato Álvarez o Roxana Guevara. Álvarez dirigía un
programa de debates en un canal que no pertenecía a un gran medio pero tenía mucha
audiencia. En el momento de mi despido me llevó al plató a contar lo que estaba pasando,
y a la semana también lo echaron a él.
Quiero dejar claro hasta qué punto llegaban las presiones del Gobierno a los profesionales
de la comunicaron. En mi caso, en el diario del expresidente hasta editoriales me dedicaron,
en uno me llamaron “terrorista de Estado”. Sus allegados decían que el gobernante creía
que era una persona que le hacía mucho daño al país. Él era una persona muy sensible a
la crítica, no solo con la prensa, también con sus opositores o los sectores de sociedad
civil que se atrevían a cuestionar su gestión.
Más de 10 años después de estos hechos me encontré con el expresidente Flores y
tuvimos una larga conversación. Al final de ésta él se disculpó, me dijo que quizás, cuando
él era presidente, me pudo haber dicho “alguna expresión impropia”. Yo le dije que no se
preocupara, que gracias a él y a al despido de El Heraldo había aprendido todo lo que se.
¿Qué papel jugaba el Colegio de Periodistas de Honduras delante a
estos claros ataques a la libertad periodística?
El Colegio de Periodistas no tuvo ningún posicionamiento público delante de la “operación
limpieza” y a nivel privado algunos hasta lo aplaudían. Históricamente con el tema de
despidos, amenazas o censura directa a periodistas, el Colegio no ha sido nunca una
voz cantante. Siempre han tenido una posición afín a los dueños de los medios y se han
centrado sobre todo en las presiones que sufren los periodistas por parte del crimen
organizado, más que por las presiones que sufrimos del propio Gobierno.
Ahora parece que, con la incorporación de profesionales más jóvenes, el Colegio se está
renovando. Desde la llegada de otra generación de periodistas, están intentando ser más
independientes y velar por la defensa de la libertad de expresión.
Para que haya una democracia real, ¿tiene que haber un periodismo
libre?
Yo creo que sí. Más que libre, yo diría una prensa profesional. Y este profesionalismo
pasa por el rigor ético, el contraste de la información y el dato. Esto hace que las
democracias se fortalezcan. Sobre todo, en este momento donde abundan las fake news
y la desinformación, creo que la apuesta del periodismo tiene que ser volver al origen
de la profesión, hacer un periodismo profesional, hacer de la ética nuevamente el eje
transversal del periodismo, que siento yo que es algo que se está perdiendo mucho.
Retomar ese periodismo donde la libertad de expresión y el acceso a la información debe
ser un ejercicio diario, peleado a pulso.
Un ejemplo claro es que, durante la emergencia sanitaria del coronavirus, el primer
decreto de emergencia que hizo el Gobierno de Juan Orlando Hernández fue la limitación
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de la garantía constitucional de la libertad de expresión. Nunca esta garantía había sido
suspendida en la historia de este país. Y gracias a presiones de la asociación de medios, de
grupos de periodistas y de sectores independientes, a las dos semanas se restituyó. Esto
nos enseña cómo los gobernantes se aprovechan de las emergencias para ir afianzando
ese esquema autoritario y de control de información. Yo siento que este es uno de los
grandes problemas de la democracia hondureña. Definitivamente la prensa en el país no
está en condiciones saludables.
¿Qué les diría a aquellos periodistas que pertenecen a la llamada
prensa tarifada, la prensa que recibe dinero del Gobierno a cambio de
una buena imagen?
Esto son decisiones basadas en cuestiones éticas. Para mí hay dos tipos de periodismo:
el periodismo de alto riesgo y el periodismo fácil.
El periodista de alto riesgo es aquel que asume que va a ser un periodista profesional,
que va a abrigar el periodismo responsable y que va a mantener la brújula de la ética.
Este periodismo no te va a hacer millonario, pero te va a dar satisfacciones y recursos
para vivir decentemente. Yo le llamo periodismo de alto riesgo porque es muy posible que
en algún momento vaya a incomodar al poder político, económico o paralelo como por
ejemplo el crimen organizado
Después existe el periodismo fácil, aquel con el que vas a ganar mucho dinero pero no
vas a tener un reconocimiento social. Yo lo que creo es que ese periodismo que alquila su
consciencia y que cree que todo lo hace bien, va a tener su momento en que va a caer su
impunidad. Si vimos como la lucha contra la corrupción arrodilló a sectores de poder que
se creían intocables en este país, hay esperanza para poder cambiar las cosas también en
el mundo de la comunicación. Creo que la impunidad que en algunas cosas han heredado
los periodistas con estas malas prácticas va a tener su fin.
¿Cuáles son las situaciones de censura vividas en primera persona que
recuerda más? Ya sea por su relevancia o por el impacto que le causó a
nivel personal.
En mi experiencia con El Heraldo, yo nunca me imaginé que me iban a despedir de un
medio de comunicación por ser periodista. Una de las anécdotas que recuerdo más en el
diario es cuando me tocó pelear con el Contralor del Estado, lo que hoy se conoce como
Tribunal Superior de Cuentas y sería algo así como el magistrado-presidente. Él se vio
envuelto en un escándalo de contrabando de mercadería que le afectaba directamente y a
raíz de ese escándalo, había ido a todos los medios de comunicación a tratar de minimizar
la noticia.
Yo estaba de turno ese fin de semana y el señor Contralor llegó a la redacción con su
abogado a intimidarme, con la intención de parar la nota sobre su caso que iba a salir
publicada al día siguiente en portada. Yo le dije que esto era información pública y que la
íbamos a sacar a la luz. Curiosamente cuando vio mi firme oposición desistió y se marchó,
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pero yo intuí que algo iba a pasar. Cuando me fui para casa tuve un mal presentimiento y
regresé al diario. Al llegar descubrí al Contralor y al Director Interino del medio –con quien
eran grandes amigos– entrando a la redacción para cambiar la portada. Al descubrirlos,
recuerdo perfectamente la conversación que tuvimos. Entre gritos y reproches, la mayoría
hacia mi persona, les dije literalmente: “Ustedes no van a cambiar la portada porque esta
portada es información, y esta información se va a publicar. Yo soy la responsable, yo
soy la jefa de redacción de este medio, mi nombre está en el indicador y mi nombre es
lo único que yo tengo. Y si tengo que ir personalmente con las láminas a la sección de
impresión para que esa portada salga mañana a primera hora, no tengo ningún problema
en hacerlo”. Finalmente, después de un pleito terrible, con gritos y agresividad, se publicó
el artículo y la portada como tenían que salir.
“No sé si debemos tener miedo a la censura o
si es parte de nuestro trabajo”
Otra experiencia parecida me pasó con el dueño de un banco hondureño que quebró y
estafó a todos sus asociados. En El Heraldo recibimos la información oficial del Banco
Central y la publicamos en forma de artículo. Como era de esperar el dueño del Banco
llegó con su abogado a intimidarme y a exigirme que retirara esa información. Pero
nosotros no caímos ante las amenazas y no quisimos retirar el artículo, argumentando
que era información pública. Por desgracia esto es algo común en Honduras, obstáculos
que el periodista tiene que ir sorteando. Uno ya no sabe si a eso le puedes tener miedo o
si es parte de tu trabajo.
A raíz de sus experiencias con la censura, ¿sigue algún protocolo de
seguridad en su vida cotidiana?
Procuro no tener paranoias, pero sí que tengo un protocolo. Ello a raíz del intento de
secuestro que sufrí en mis primeros años como reportera.
Antes de ser jefa de redacción de El Heraldo yo era editora de unas páginas de prensa
nacionales. En el año 1992 cubrí un tema sobre la vinculación del que en aquel entonces
iba a ser director de la policía, con una banda criminal de robo de vehículos. Publiqué
una serie de artículos de investigación sobre el caso y esta persona, que ejercía como
coronel, me mandó mensajes amenazándome a mí y a mi familia, con la intención de
que no publicara más información sobre él. En los mensajes decía que yo tenía unos
sobrinos muy bonitos y que sería terrible si les pasara algo en la calle. Tiempo después
otro jefe policial, en un programa de radio, me dijo públicamente que tuviera cuidado
si me resbalaba por la calle con una hoja de plátano o con cualquier otra cosa. Las
amenazas y coacciones subieron de tono hasta que un día, cuando me desplazaba a
una zona de Tegucigalpa, me avisaron que a mi destino había un grupo de gente armada
con intención de secuestrarme. En aquel momento tuve que detenerme y contrastar la
información. Llamé al director de la policía de investigación criminal civil del ministerio
público, Wilfredo Alvarado, y le comenté las llamadas que había recibido y la amenaza de
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secuestro. Él envió a unos agentes al lugar indicado y confirmó que había gente armada
esperando mi llegada. Gracias al testimonio que posteriormente puse en los Organismos
de Derechos Humanos, las personas implicadas fueron investigadas y la policía interpuso
una orden de captura para el coronel que se exilió en Nicaragua.
“Sigo un protocolo de seguridad a raíz del
intento de secuestro que sufrí”
Esta fue la primera vez que me obligaron a salir de mi casa, a ir a vivir a otro lado, y a tomar
ciertas medidas de seguridad. A partir de esa experiencia trato de ser muy prudente, no
abuso de las redes sociales y trato de mantener mis espacios de privacidad.
¿Ha cambiado la situación de la prensa en Honduras desde 2002, año
en que escribió su primer libro, hasta ahora en pleno 2020?
La situación del periodismo no ha cambiado mucho. Creo que estamos así precisamente
por culpa de muchos errores que ha ido cometiendo la prensa en cuanto a las malas
lecturas del país, a no entender las demandas ciudadanas de mayor democracia. Sobre
todo, por la extensa e inacabable corrupción, que es algo endémico y estructural en
Honduras. Siento que a veces el periodismo ha estado renunciando a esa capacidad de
ser crítico, de tomarle el pulso a la acción pública. Ha habido intentos de periodismo de
investigación, se han dado muy buenos golpes, pero tienen que haber replanteamientos
estratégicos.
En Honduras ejercer de periodista no es fácil. A la hora de hacer periodismo de investigación
siempre se va a afectar a alguien poderoso con mucha influencia, y ya no solo al poder
político que gobierna, sino también a su vínculo con la corrupción, el crimen organizado o
el financiamiento ilícito de campañas electorales. Como profesional no sabes los límites
de todo esto, y por este motivo el periodismo es de alto riesgo.
“Como periodistas tenemos que saber como
diseñar nuestra estrategia de supervivencia sin
dejarnos intimidar ni desmotivar”
Pero para mí hay una cosa clara, y es la falta de principio ético en los profesionales de la
comunicación. En la academia hay que tratar la ética en el periodismo como una cátedra
transversal, y no como un requisito más para tener el título de periodista. Los periodistas
tienen que aprender a sortear la censura, las amenazas y las intimidaciones que se pueden
dar en las redacciones.
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¿Qué consejo le daría a un periodista que se ve enfrentado, por primera
vez, a un caso de censura?
Creo que primero uno debe de dejar demostrada su posición frente a su jefe, dejar
expresada la disconformidad y nunca agachar la cabeza si uno siente que le asiste la
razón. Y si en aquel momento uno observa que esa información que ha preparado no se
va a publicar, tiene que ser frío, replegarse y ver que para todo hay un momento. Hay que
armarse de paciencia, ya que por desgracia esa primera censura probablemente no vaya
a ser la única. Como periodistas tenemos que saber cómo diseñar nuestra estrategia de
supervivencia en medio de la censura, sin dejarnos intimidar ni desmotivar.
¿Hasta qué punto el auge de internet y las redes sociales ha influido en
la censura periodística hoy en día?
Para mí, internet es una herramienta fabulosa. Las nuevas generaciones de periodistas
tienen una gran ventaja a la hora de buscar información. Por contra, nosotros lo tuvimos
que hacer a partir de libros y registros, éramos casi como ratones de biblioteca.
Las redes sociales en Honduras son un fenómeno interesante porque en algunas ocasiones
han llevado a los medios de comunicación a abordar temas que antes ignoraban. Uno de
ellos fue el caso de las marchas de los indignados del año 2015. En un primer momento
los medios de comunicación no informaban sobre ese movimiento, pero de repente se
vieron sobrepasados por la cantidad de gente que estaba en las calles. Supongo que se
preguntaron de dónde salió esa multitud. Fue un fenómeno originado en las redes sociales.
Estas también se ven como un mecanismo complementario a la hora de informarse. Han
enseñado a los medios que no están solos en el negocio de la comunicación. Son como
una ventana ciudadana para poder expresarse. Un contrapeso a la censura que a veces se
vive en los medios tradicionales.
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TEMOR COTIDIANO
A SER ASESINADO
Por Antonio Bostelmann Zordan
Que la costumbre no quite el asombro. Y es que, aunque oficialmente no es un país en
conflicto armado, dentro de las fronteras de México es donde mayor peligro corren los
periodistas en Latinoamérica de ser asesinados.
“Cuando los periodistas investigan temas molestos para el gobierno o relacionados con
el crimen organizado, sufren amenazas, intimidaciones, pueden ser asesinados a sangre
fría” señala la plataforma de la Organización Reporteros Sin Fronteras, en México. Mismo
país que se encuentra en la posición 143 de 180 en la Clasificación Mundial de la Libertad
de Prensa 2020, en donde es señalado como “corroído por la corrupción y bajo la influencia
de cárteles y narcotraficantes”.
Las amenazas constantes con las que viven los comunicadores, junto a la colusión
de las autoridades y políticos con el crimen organizado, obstaculizan gravemente el
funcionamiento de la justicia en todos los niveles.
Andrés Manuel López Obrador declaró que las prioridades de su gobierno serían luchar
contra la corrupción y poner fin al homicidio contra comunicadores. Sin embargo, desde
que llegó a su cargo, en diciembre de 2018 y hasta la fecha, han matado a diecisiete
periodistas en el ejercicio de su profesión (dato hasta el 21 de abril de 2020).
La cantidad de homicidios alcanzados en el sexenio anterior, donde gobernó Enrique Peña
Nieto, son aún más duros de asimilar. Cuarenta y siete reporteros asesinados en tan solo
seis años, cifra que situó a México como uno de los países más peligrosos del mundo para
ejercer la labor del periodismo.
No se equivocaba el informe Libertades en Resistencia de la organización Artículo 19,
cuando apuntaba en 2016 que: “Estas violencias se han ido recrudeciendo y se vuelven
más cínicas, menos inhibidas”. Ese año dejó a once informadores fallecidos.
Basados en datos de la misma ONG, desde el año 2000 a la fecha, se han documentado
ciento treinta y cuatro asesinatos a periodistas mexicanos, en posible relación con sus
labores periodísticas.
No son números
Ellos son los 35 periodistas asesinados desde 2017 a la fecha:
Cecilio Pineda; Ricardo Monlui; Miroslava Breach; Maximino Rodríguez; Javier Valdez;
Jonathan Rodríguez; Salvador Adame; Edwin Rivera; Luciano Rivera; Cándido Ríos;
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Edgar Daniel Esqueda; Gumaro Pérez; Carlos Domínguez; Pamela Montenegro del
Real; Leobardo Vázquez Atzin; Juan Carlos Huerta; José Guadalupe Chan Dzib; Rubén
Pat Cahuich; Mario Leonel Gómez Sánchez; Gabriel Soriano Kuri; Alejandro Márquez;
Diego García Corona; Rafael Murúa; Samir Flores; Santiago Barroso; Telésforo Santiago
Enríquez; Francisco Romero; Norma Sarabia; Rogelio Barragán; Edgar Alberto Nava
López; Jorge Celestino Ruiz; Nevith Condés Jaramillo; Erick Castillo Sánchez; María
Elena Ferral Martínez; Víctor Fernando Álvarez Chávez.
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ASESINATOS
QUE NO LOGRARON CALLAR
Por Antonio Bostelmann Zordan
“El tamaño del miedo es inmedible. Del tamaño de un abrir y cerrar de ojos. Del tamaño del
insomnio... El miedo se vuelve el primer sentimiento, la primera sensación. Escribir hoy es
un acto de esperanza... y a este periodismo le hace falta una sociedad que le acompañe”.
Estas fueron las palabras de Javier Valdez en una de las presentaciones de su última obra,
“Narcoperiodismo”, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el 2 de diciembre
de 2016.
Periodista valiente, con una pluma crítica, humana y descaradamente conmovedora.
Entre 2006 y 2016 escribió ocho libros en los que denunciaba, a través de crónicas y
reportajes, las consecuencias del narcotráfico en el diario vivir en México, donde en todos
los ámbitos se asoma, censura, impone y mata.
Javier Valdez Cárdenas nació el 14 de abril de 1967 en Culiacán, la capital del narcotráfico
del Estado de Sinaloa. Fue reportero de los noticieros televisivos del Canal 3, escribió en el
periódico Noroeste y fue corresponsal del medio La Jornada. En 2003, junto con un grupo
de periodistas, entre ellos Ismael Bojorquez Perea y Andrés Villarreal, fundó el semanario
Ríodoce, el cual se ha especializado en la cobertura del narcotráfico en México.
En 2011 escribió “Los Morros del Narco”, un libro basado en niños y jóvenes inmersos en
el mundo del narcotráfico. Su trabajo validó a Ríodoce con el premio María Moors Cabot
que entrega la Universidad de Columbia, y en octubre de ese mismo año el Comité para la
Protección de Periodistas (CPJ) le otorgó el Premio Internacional a la Libertad de Prensa
“por su valiente cobertura del narco y por ponerle nombre y rostro a las víctimas”.
Pero había más. En 2012 publicó “Levantones”, que trata sobre desaparecidos y víctimas
del narco. En 2014 presentó “Con una granada en la boca”, donde recopila historias que
reflejan el trauma de vivir en un país violento. En 2015 publicó “Huérfanos del Narco” en
el cual aborda historias de niños abandonados y viudas de desaparecidos o ejecutados.
Pero precisamente, durante el periodo de presentación de su último libro, donde cuenta
historias sobre la complejidad de realizar el ejercicio del periodismo estando rodeado por
el crimen organizado, lo asesinaron. Fue el 15 de mayo de 2017, saliendo de la oficina de
su redacción, cuando, después de ser interceptado por otro vehículo, recibió 12 tiros a
plena luz del día.
De acuerdo con la información entregada en abril de 2018, por la Fiscalía Especial para
la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (Feadle), los actores
materiales del delito fueron Heriberto Barraza Picos, alias el Koala; Juan Francisco
Picos Barrueto, conocido como el Quillo; y Luis Idelfonso Sánchez Romero, este último
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asesinado en Sonora el año 2017. La Fiscalía reconoce que a Javier lo mataron por el
ejercicio de su profesión.
Casi 3 años después, el 27 de febrero de 2020, Heriberto Barraza se declaró culpable del
asesinato de Javier en un proceso abreviado que lo condenó a 14 años de cárcel. En tanto,
el Quillo no aceptó cargos ni trato alguno por lo que el juicio sigue en pie. La Fiscalía
General de la República de México (FGR) solicitará imponer la pena máxima de 50 años.
Cercanos señalan que esto es solo el primer paso de un largo camino por recorrer, donde
la sensación de impunidad sigue latente.
Lamentablemente el asesinato de Javier Valdez no fue el primero, ni mucho menos el
último en México durante el 2017. Antes, habían asesinado ya a otros 5 periodistas, entre
ellos Miroslava Breach, quien recibió ocho impactos de bala cuando salía de su domicilio.
Ese año México lloró la muerte de 12 colegas en total.
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Andrés Villarreal, jefe de información de Ríodoce
"EL MARGEN DE IMPUNIDAD ES TAL QUE
ES CASI UN INCENTIVO PARA QUE SE
SIGAN COMETIENDO DELITOS"
Por Antonio Bostelmann Zordan
Javier Valdez Cárdenas se atrevió a indagar en la profundidad de las entrañas del
narcomundo en México. Andrés Villarreal, cercano de Javier, comparte algunas
sensaciones en torno al asesinato de su amigo y a la censura extrema que se vive en
México hoy.
¿Por qué crees que Javier estaba tan interesado, al punto de arriesgar
su vida, en darle cobertura al narcotráfico?
Javier llevaba muchos años haciendo este tipo de coberturas. Sin embargo, hay que
entender que en México este tipo de periodismo, además de ser en sí mismo muy peligroso,
pasa por periodos de tiempo en donde se vuelve aún más complicado. En el tiempo en
que ocurrió el asesinato de Javier, él sabía que estábamos justamente en uno de esos
picos de peligrosidad. Por lo mismo, él tomó una serie de medidas para resguardarse,
que evidentemente no fueron suficientes. El periódico también estaba enterado de la
situación que enfrentaba, aun así y conociendo todos los peligros existentes, él había
decidido seguir adelante. Y fue una decisión que ya había tomado hace mucho tiempo
atrás, el decir, tomaremos siempre el mayor número de medidas de prevención posible,
para justamente poder hacer este tipo de coberturas.
¿Qué tipo de medidas?
Creo que la fundamental es la que aquí se plantea conversar, es decir, la censura. Esto
es todavía, y lo era en los inicios de Javier, un mecanismo al que había que recurrir
frecuentemente. En México, ni se podía, ni es posible aún, narrar todas las historias que
conoces. De manera constante había que recurrir a la autocensura. Siendo esto no una
imposición de un tercero, sino que tú mismo decides no decirlo porque sabes que si lo
haces estarás cruzando una barrera de peligro.
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“Él encontró la forma de contar la historia
tal cual había ocurrido, con toques de literatura
y sin faltar a los hechos que estaban pasando”
Constantemente Javier se planteaba la autocensura para no decir algo que lo pusiera en
peligro. Entonces, si tú lees algunos trabajos de él, como sus columnas de Malayerba, que
no son de opinión, sino historias reales. Ahí tienes una aportación directa de él, una forma
de burlar la censura, porque los temas que tocaba en las columnas eran imposibles de
plasmar en un reportaje. Él encontró la forma de contar la historia tal cual había ocurrido,
con toques de literatura y sin faltar a los hechos que estaban pasando.
Sobre los picos de violencia que mencionas, ¿cómo se detectaban?
Creo que un aspecto fundamental de esos picos de violencia son las guerras internas
que tienen las organizaciones criminales, que era justamente lo que estaba ocurriendo
en la coyuntura del asesinato de Javier. El crimen de Javier queda envuelto en una
pugna ‘intestina’ entre las organizaciones delictivas. Eso también ocurrió en uno de los
picos más grandes que ha tenido este país, que es entre el 2008 y el 2011, donde hay
un combate al crimen organizado muy fuerte desde el Gobierno Federal, y este combate
empieza a tocar otras esferas. Es decir, no propiamente a las organizaciones delictivas,
sino que también a periodistas, porque también coincide con las agresiones más fuertes
y constantes que se han hecho a los medios de información y porque el número más alto
de crímenes también se da durante esos años. Esa es una característica básica, entender
que cuando las organizaciones criminales entran en sus pugnas internas hay grupos
de riesgo, tales como: policías, defensores de derechos humanos, algunas autoridades
locales, periodistas y al final, la sociedad en su conjunto.
El atentado de septiembre de 2009, en donde arrojaron una granada en
Ríodoce, fue tan sólo días después de publicar “Hitman: la confesión de
un asesino en Juárez”, ¿crees que este fue el primer intento de acabar
con la vida de Javier?
No creemos que tuviera relación alguna, sino algo que forma parte de lo que estaba
ocurriendo durante esos años. El crimen de Javier tiene características muy particulares,
y hasta lo que sabemos ahora, apunta a un asunto muy específico, que son los trabajos
periodísticos de Javier en febrero del 2017. No tiene antecedentes con respecto a sus
trabajos periodísticos anteriores, ni ese atentado ni otra amenaza.
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“Llegar a la conclusión del asesinato de Javier
implicaría tener perfectamente identificado y
enfrentando un juicio al autor intelectual”
¿Qué pasó por tu mente cuando el juez le preguntó a Heriberto Picos
Barraza, si aceptaba la responsabilidad del delito de homicidio y él
respondió “sí”? ¿Fin a la impunidad? ¿Victoria para el periodismo?
No. Nosotros desde lo ocurrido, nos planteamos varias circunstancias. Entre ellas está
que, para llegar a la conclusión del asesinato de Javier, implicaría tener perfectamente
identificado y enfrentando un juicio al autor intelectual.
La mayoría de los crímenes en México son encargos realizados que se les hacen a otras
personas que nada tienen que ver con el asunto. Entonces, llegar a los autores materiales
básicamente es nada, porque entonces la cadena de complicidades hace a los autores
intelectuales intocables. No resuelve nada que este hombre acepte la culpabilidad cuando
no está directamente involucrado, sino que es algo que le ordenaron.
En México un crimen tiene una serie de ramificaciones que no se investigan. Una serie de
sucesos implicados con la corrupción y con otros poderes legalmente establecidos, como
la política, la policía, las fiscalías, etc. Si no se empieza a tocar a estas altas esferas, no se
puede hablar de fin a la impunidad.
Es verdad sí que es un avance y no lo minimizamos, porque el nivel de impunidad en
México es tan alto que llegar a los asesinos materiales es un avance, pero no es el fin de
la lucha ni mucho menos. Implica la necesidad de un avance aún mayor.
¿Tú crees que el actor intelectual del crimen es Dámaso López Serrano?
Sí. Creemos que, tal como lo ha marcado la investigación judicial, es él.
Han vivido amenazas, persecución y asesinatos de colegas periodistas.
¿Cómo ha afectado esto a la cobertura de los temas vinculados al
narcotráfico?
Es muy curioso, porque cuando ocurre el asesinato de Javier, él acababa de publicar
Narcoperiodismo. Ahí retoma asuntos en donde los periodistas enfrentaban al crimen
organizado o bien cedieron y/o se vincularon a este.
191
“Es la forma de rendirse ¿no? Eso era algo en
lo que Javier insistía mucho, que no se podía
claudicar en esto. No podíamos
guardar silencio"
Digo que es curioso porque este libro estaba todavía en la etapa de presentación
cuando ocurre su asesinato, y en este libro él narra las historias de reporteros que, sin
estar directamente involucrados en alguna investigación que revelara algo, terminaron
perdiendo la vida también.
Estamos hablando de fotógrafos en Ciudad Juárez, por ejemplo, que lo único que hacían
era atender una asignación, que era tomar la fotografía de lo que estaban ocurriendo en
su ciudad. Hay otros casos en los cuales hay agresiones a otros medios periodísticos,
y donde algunos incluso deciden no dar más cobertura a temas relacionados con la
seguridad. Es decir, es la forma de rendirse ¿no? Eso era algo en lo que Javier insistía
mucho, que no se podía claudicar en esto. No podíamos guardar silencio. Entonces la
afectación es básicamente de casi toda una generación que ha tenido dificultades en
lograr una cobertura segura de una variedad de temas. No solo es el narcotráfico, es
también la corrupción en todas sus magnitudes y hasta lo más elemental que pudiera
existir en el periodismo. Y no hablo solo de investigaciones y reportajes, sino también de
la nota diaria, hasta eso es difícil hoy en día.
¿Qué te parece la cobertura del narcotráfico por parte de otros medios
de comunicación de México? ¿En Ríodoce se sienten solos combatiendo
la censura?
Un poco solos sí. Sin embargo, hay una serie de aprendizajes alrededor de todo esto. Uno
fundamental es que los periodistas entendimos que no es posible hacer ningún tipo de
cobertura de forma segura si estás solo. Entonces, hemos empezado a trabajar en grupos.
Esto ha garantizado ciertos niveles de seguridad.
Respecto a la cobertura, siento que después de la etapa de mayor intensidad de violencia
en el gobierno de Felipe Calderón, se aflojó demasiado en el de Enrique Peña Nieto,
es decir, entre los años 2012 y 2018. Esto tiene que ver con que el Gobierno Federal
aplicó lo que ellos llamaban un cambio de narrativa, donde los niveles de violencia eran
exactamente los mismos que antes e incluso a veces peores, pero aun así se hablaba
menos de violencia y narcotráfico.
Creo, ‘queda a deber’ muchísimo como periodistas a esta generación, sin minimizar que
varios han arriesgado la vida por una fotografía, por una nota o por la publicación de
un artículo. Hemos tenido que llegar a niveles de autocensura tan grandes que hay un
margen de realidad que queda sin visibilidad, y es muy amplio.
192
¿Cómo crees que la justicia mexicana maneja los delitos cometidos
contra la libertad de expresión?
Han sido poquísimos los casos en los que se ha avanzado. El caso de Javier ha sido
uno en los que más se ha progresado junto con el caso de Miroslava Breach. Avanzan
hasta que se encuentran con figuras de mayor poder, es ahí donde las investigaciones
normalmente se detienen. Y es lo que está ocurriendo en los casos de Javier y Miroslava.
Si no se descubre la red completa, me parece que el asunto queda demasiado corto para
hablar de justicia.
¿Y qué hay de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos
contra la Libertad de Expresión (Feadle)? ¿Cumple su rol?
Con los recursos que tiene la Fiscalía, creo que trata de hacer lo que puede. Desde la
llegada del actual fiscal, se ha tratado de integrar a este tipo de casos. Al menos se ha
hecho un esfuerzo por integrar expedientes y avanzar en algunas investigaciones que
fueron de mucho impacto, pero siguen quedándose cortos.
“Realmente hay sitios en este país en donde la
cobertura periodística es imposible”
Estamos hablando que en los casos de Javier y Miroslava van a cumplirse tres años y
estamos recién en la etapa de audiencias y acusaciones. Son excesivamente largos los
plazos que tiene nuestro sistema judicial y la actuación de la Fiscalía no tiene los recursos
suficientes para investigar todos los casos que se presentan de agresiones a derechos
humanos o a periodistas. Sin los recursos suficientes, el nivel de impunidad es demasiado
alto. Por eso, estamos convencidos de que solamente llegando a resultados, presentando
culpables ante los jueces y obteniendo sentencias, es como se aplacan los delitos, de
otro modo el margen de impunidad es tal que es casi un incentivo para que se sigan
cometiendo delitos.
En Sinaloa específicamente, ¿te parece que la censura se impone más
por la corrupción que existe en los gobernantes locales o directamente
por el crimen organizado?
Definitivamente por parte del crimen organizado. Pero no hay que olvidar que, no se explica
el crimen organizado sin tener vínculos con los poderes establecidos, cualesquiera que
sean. Entonces, si bien no viene de manera inicial la censura, o la autocensura, a través de
las autoridades gubernamentales, si hay un dejo de ella a través del crimen organizado.
Es más, México, ya ha ganado un buen espacio en materia de crítica e investigación a los
poderes de gobierno, eso me parece que nadie lo puede discutir. El problema es que el
crimen organizado sigue presente y con un poder muy fuerte en una gran parte del país,
por lo que se convierte en el elemento fundamental de censura.
193
¿Crees que la muerte de Javier Valdez deja un precedente para detener
la impunidad contra el asesinato y el acoso de los comunicadores en
México o estamos muy lejos de eso?
Aunque aún estamos lejos, sí nos planteamos que en un futuro sea un precedente. No porque
el caso de Javier sea más o menos importante que cualquier otro, sino porque nos abre la
oportunidad de que se entienda que absolutamente todos los casos, independientemente
de la profesión de la persona, deben investigarse de manera completa y hasta el final.
“Es fundamental que haya ese acompañamiento,
porque si el caso se deja solo, desgraciadamente
la autoridad también lo abandona”
Hay un grupo de periodistas que trabajan, y mucho, por convertir el caso de Miroslava
en un referente también. Hay organizaciones que han dedicado tiempo y esfuerzo
para ir siguiendo las investigaciones de Miroslava. Sería difícil la lucha si no existiese
el acompañamiento de organizaciones internacionales, locales, incluso de ciudadanos
comunes que han puesto tiempo, esfuerzo y hasta recursos para mantener las protestas
y las actividades en el caso de Javier. Es fundamental que haya ese acompañamiento,
porque si el caso se deja solo, desgraciadamente la autoridad también lo abandona. Por
eso, no debe aflojarse en ningún sentido.
Precisamente una de las organizaciones internacionales que ha
acompañado este proceso es Reporteros Sin Fronteras. Según el ranking
de Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019, elaborado por
esta organización, México se ubica en el puesto 144 de 180 países por
ser “patria de los carteles de droga y uno de los países más mortíferos
del mundo para los medios de comunicación.” ¿Qué te parece esa
descripción del ejercicio del periodismo en México?
Difícil decirlo en tan pocas palabras, pero así es. Realmente hay sitios en este país en
donde la cobertura periodística es imposible. Eso es real por más que se niegue. Hay
zonas muy amplias, territorialmente hablando, en las cuales no hay presencia y no es la
autoridad quien tiene el control.
¿Qué es para ti censura?
Cada vez que un agente externo provoca que tú tengas que matizar, disminuir o no decir algo,
incluso cuando te impiden hacer la cobertura en un inicio, sea cual sea el agente externo,
estamos hablando de censura. Si un periodista no puede hacer su cobertura de manera
completa por alguna implicancia de estos agentes, si tiene que disminuir o guardarse datos
que puede corroborar periodísticamente, está enfrentando un caso de censura.
194
¿Y la autocensura?
Creo que la autocensura es más que nada un tema de protección. Ahí se entra en ciertos
vericuetos, porque no hay forma certera de saber cuál es el límite entre autocensurarte
o no. No lo sabe nadie más que uno mismo y a veces ni uno mismo, y ahí se tiende a
usar a alguien más. Siempre digo que todos nos sentimos de algún modo culpables en el
periódico por lo ocurrido con Javier, porque la gran mayoría de las decisiones se tomaban
de manera colegiada, aunque se confiaba más en el olfato de Javier para ciertos temas
porque era él quien podía entender más las cosas.
Esto es un aprendizaje, uno de los muchos, y es que el olfato es insuficiente. Se ocupan
todos los sentidos para entender lo que está ocurriendo y sin embargo, no siempre son del
todo correcto. Entonces, la autocensura te puede ayudar en muchas cosas, pero también
puede llevarte al extremo de decir: entonces ¿qué vamos a decir? Porque si ya tenemos
una censura constante y, además, admitimos la que ejerce uno mismo, entonces quedas
en una situación compleja. Son demasiados elementos para tener en consideración
cuando debiésemos, en realidad, estar trabajando por comunicar.
¿Qué consejo le darías a un periodista que se ve enfrentado a un caso
de censura hoy?
Que tomando todas las precauciones debidas, denuncie de manera constante y, si siente
que la censura viene de manera directa de algún lado, con mayor razón. Denunciar es
elemental. Semanas antes del asesinato de Javier cometimos otro de los errores en el
periódico, el cual fue que un número del impreso fue comprado casi en su totalidad por
una de las organizaciones delictivas. Al enterarnos de esa acción, se decidió no hacer
demasiado ruido con el asunto. Lo contamos, pero muy escuetamente. Algunos otros
medios se percataron y publicaron algo. Pero creo que era la más alta señal de alarma que
se debió haber atendido y que demostraba la necesidad de decirlo ampliamente. Por eso
mi consejo es, denuncia y empieza a tomar precauciones.
Dentro de esas precauciones, ¿te refieres, por ejemplo, al trabajo en
equipo?
Eso lo debemos tomar como una regla de trabajo. El periodismo, sobre todo el de prensa,
se convierte en un trabajo muy individual. No tanto así el de televisión, porque siempre
andas acompañado por un camarógrafo, al menos. Pero el de prensa se convierte en una
actividad muy solitaria. A veces tú cargas con cinco o seis temas, buscando, entrevistando,
y nadie más sabe sobre ello. Debemos, sin contar muchos detalles, tener la forma de
hablarlo con alguien más. Hay un gran número de situaciones que escapan a una sola
persona y otros ojos ayudarían a verlo de mejor manera. Cuando se está en una cobertura
que pudiera ser de riesgo, en México casi todas lo son, me parece que la labor de equipo
puede brindar protección.
195
¿Cómo crees que internet ha impactado en la censura periodística de
hoy?
Nos ayuda positivamente, como todas las plataformas que brinda internet. Eso sí, juega
a veces hacia los dos lados. Puede servirnos para evadir censura. Por ejemplo, hay
casos que se siguen presentando en México, en donde la empresa decide, por intereses
económicos o políticos, no publicar cierta información. En estos casos internet permite
evadir la censura que viene del medio en el cual trabajas. Permite también una amplitud de
espacios que la gran mayoría de los medios tradicionales no tienen, ya sean electrónicos
o impresos, por lo que facilita el acceso a la información de ciertos asuntos.
Sin embargo, juega en contra también, porque si tú publicas algo que está evadiendo la
censura de alguna manera y que es fuerte, puedes encontrarte también con publicaciones
que digan lo contrario. Entonces, atacan tu credibilidad como medio, como periodista y
como plataforma. A pesar de esto, hay que ver la parte positiva y es que esas herramientas
nos pueden y nos están ayudando positivamente.
196
197
UNA PAZ
QUE NUNCA LLEGA
Por Agustina Latorre Berardi y Belén Sancho Ligorred
Ser periodista independiente en Nicaragua tiene un precio. Bajo un régimen totalitario,
los profesionales del periodismo mantienen una lucha por la libertad de prensa cada día.
Según la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, en este periodo se han registrado más
de 2.000 actuaciones en contra de periodistas y medios de comunicación. Datos que
indican la peligrosidad a la que se enfrentan los profesionales por el simple hecho de
hacer su trabajo.
El poder ejecutivo de Nicaragua está compuesto por el Presidente, su equipo y doce
ministerios. Desde el retorno al poder de Daniel Ortega en 2007, en Nicaragua no existe la
oposición política, ni otro partido que tenga posibilidades de competir en las elecciones
presidenciales. Junto a su esposa, Rosario Murillo, subieron al poder y no planean dejarlo.
Representan al partido Frente Sandinista de Liberación Nacional, que sienta sus bases en
el socialismo.
En abril del año 2018, se produjo la llamada “Rebelión o Crisis de Abril”, donde se levantaron
todos los sectores de la sociedad en reclamo por las reformas al sistema de seguro social.
El Gobierno respondió con represiones que dejaron más de 300 víctimas fatales. Esto fue
solo el puntapié, ya que la crisis destapó problemáticas sociales, económicas, políticas y
de salud que dicho país arrastra hasta la actualidad.
Desde 2018, la prensa ha sido censurada, reteniendo medios como el grupo editorial La
Prensa, o provocando incluso su desaparición, como en el caso de El Nuevo Diario. Duros
ataques gubernamentales a un sector periodístico que también sufre las consecuencias
de la crisis mundial de la profesión.
Muchos periodistas independientes se han visto obligados a abandonar el país para poder
mantenerse a salvo. Hacer un periodismo no complaciente con el régimen hace que estos
profesionales se pongan en riesgo y deban marcharse al exilio. Pero mientras unos se
van, otros regresan después de estar un tiempo fuera. Por esta razón, los profesionales
de la comunicación han creado el Foro de la Prensa Independiente y de Periodistas y
Comunicadores Independientes de Nicaragua (PCIN) con el fin de agremiarse, cumplir la
función de un medio de comunicación independiente y protegerse entre sí, sobre todo, a
quienes están más expuestos trabajando en las calles o a quienes no tienen trabajo.
El informe sobre el estado de la libertad de prensa en Nicaragua evidencia los graves
problemas que sufren los periodistas a la hora de hacer su trabajo. Este, denuncia que la
policía no permite reuniones en espacios públicos y ataca a los periodistas requisando
sus equipos y material de trabajo.
198
Actualmente, la Iglesia católica mantiene un papel de mediador entre el Gobierno, la
sociedad civil y la oposición que en la actualidad se ha unido y forma la Coalición Nacional,
con el fin de llevar a Nicaragua hacia la democracia. Desde la crisis de abril de 2018, el
clero cumple un rol intermediador en este país con el fin de lidiar entre las fuerzas.
Con un contexto de crisis general en todo el país, los periodistas y la oposición se mantienen
firmes y en pie para tratar de generar cambios drásticos en la realidad nicaragüense.
199
UNA INCANSABLE DEFENSORA DE
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Por Agustina Latorre Berardi
Nicaragua es uno de esos países donde, en la actualidad, la expresión “régimen político”
aún no pasa desapercibida. Dentro de la actual crisis económica y sanitaria, también tiene
lugar una crisis social, en la que el periodismo no ha quedado exento.
Michelle Polanco Alvarado es comunicadora y actualmente trabaja en un medio nacional.
Ella es una de las tantas personas que han sufrido y sufren censura de una forma u
otra por parte del Gobierno. Han intentado silenciarla en varias oportunidades, pero
afortunadamente, no ha sido posible.
En este país no existe la libre expresión como tal y yendo más allá, incluso se ha visto
amenazada permanentemente por directivas de Daniel Ortega y Rosario Murillo –su
vicepresidenta y esposa–.
Entre colegas han logrado unirse y tratar de combatir poco a poco esta problemática
desde dentro, con el fin de no abandonar al resto de la ciudadanía que merece información
veraz y de calidad y para defender su trabajo en el que se ven enfrentados a desafíos
diarios para cumplir su labor.
Esta es una lucha que se viene arrastrando hace muchos años y que tomó fuerza desde
que Daniel Ortega retomó el poder en 2007. Luego con la “Crisis de Abril” en 2018, donde
diversos sectores de la sociedad se levantaron en contra de dicho régimen reclamando por
sus derechos, y la pandemia que nos encontramos atravesando, se terminó de encender
y agravar la situación. Es una llama que todavía sigue prendida por la falta de respuesta y
resolución de parte del Gobierno Nacional.
200
Michelle Polanco Alvarado, periodista y presentadora de televisión
"SIEMPRE SE PUEDE BUSCAR LA MANERA
DE PUBLICAR LA INFORMACIÓN,
SOBRE TODO SI ES ALGO QUE ESTÁ
AFECTANDO A LA POBLACIÓN"
Por Agustina Latorre Berardi
Nació un 7 de abril de 1985 en el municipio de Managua, capital de la República de
Nicaragua. Se graduó como periodista en la Universidad Centroamericana de dicho
país. A lo largo de su carrera se ha desarrollado como entrevistadora y presentadora de
televisión.
Trabajó durante 9 años para Televicentro Canal 2, posteriormente en El Nuevo Diario, el
cual se extinguió luego de que el Gobierno confiscara material esencial para su impresión,
y en 2018 llegó a Vos TV Canal 14, de donde fue despedida como consecuencia de la
“Crisis de Abril”.
Actualmente se encuentra trabajando en Canal 10, un medio de comunicación nacional
perteneciente a Ratensa Comunicaciones. Aquí es presentadora del noticiero matutino y
revista llamado Acción 10.
A sus 35 años, con compromiso, dedicación y certeza, ha logrado convertirse en una voz
confiable para los nicaragüenses y sin duda, le queda un largo camino por explorar.
¿Qué es censura para usted?
Para mí censura es el concepto que manejamos la mayoría de los periodistas. Es impedirte
publicar alguna información o negarte la información. Es en parte por publicar alguna
información sensible que venga a poner en riesgo la imagen o la postura de poder de
algunos sectores.
¿Qué consejo le daría a un periodista que se ve enfrentado a un caso de
censura?
Aconsejar a los periodistas que recién están saliendo de la universidad es bastante
complicado porque, si bien es cierto que hay niveles de censura y autocensura, lo ideal
sería no caer en ello. Sin embargo, sé que esto es difícil y más aún en los contextos que
201
vivimos algunos países de la región.
Les diría que no hay que darse por vencidos. Hoy existen muchas maneras de no
censurarte y de publicar información que sea de interés público, que toque la sensibilidad
de la sociedad y deba salir al mundo. Siempre se puede buscar la manera de publicar la
información, sobre todo si es algo que está afectando a la población. Debe primar ante
todo ese derecho de informar y ser informados. Para lograrlo, debes buscar otros medios,
si no puedes en el que estás, llévalo a otro lugar.
“El internet y las redes sociales han venido a
darle una herramienta a los comunicadores
para continuar realizando el ejercicio para el
cual estamos formados”
¿Cómo cree que el acceso a internet y las redes sociales han impactado
en la censura periodística?
Yo soy alguien que generalmente ve el lado positivo. El internet y las redes sociales han
venido a darle una herramienta a los comunicadores para continuar realizando el ejercicio
para el cual estamos formados. Si es que hay casos de periodistas que en algún momento
se han visto censurados, en las redes sociales o en los portales digitales pueden difundir
su información y continuar cuestionando al poder de cara a lo que venga. Ha sido un
impacto positivo para crear nuevos espacios.
“Esta crisis generó bastante incertidumbre y
tensión entre los periodistas nicaragüenses
que, creo, logramos superar y consolidarnos”
En 2018 se desató la “Crisis de Abril”. ¿Cómo fue vivirla desde dentro
del mundo de los medios de comunicación?
La “Crisis de Abril” significó en los medios de comunicación muchos retos, adversidades
y problemas. Estábamos entre cubrir manifestaciones, represiones de parte de la policía y
también de simpatizantes del gobierno en contra de aquello. Prácticamente éramos, junto
con mis compañeros, la barricada de estos dos “bandos” contrarios.
Pero además vivimos momentos de crisis económica, donde los medios de comunicación
se vieron obligados a despedir a muchos periodistas. Yo particularmente en medio de la
crisis fui despedida de un lugar por esto. Entonces ser periodista en esos momentos fue
bastante complicado, porque estaba la crisis política, económica y el desempleo rondando.
202
Muchos colegas optaron por crear su propia plataforma digital, como un medio de
subsistencia y para llevar información a la población, que muchos otros medios afines
al gobierno manipulaban. Esta crisis generó bastante incertidumbre y tensión entre los
periodistas nicaragüenses que, creo, logramos superar y consolidarnos. Hubo solidaridad
entre comunicadores, se dejó a un lado el rating y la importancia de quien llevaba la noticia
primero, para más bien crear lazos de cooperación, sobre todo para los que andaban en
la calle.
“Para ellos toda crítica que se hace desde el
periodismo a la gestión gubernamental es
una información contaminada”
¿Qué piensa del concepto “información contaminada” inventado por
Rosario Murillo, actual vicepresidenta de Nicaragua?
Este es un discurso que tiene el Gobierno de que cualquier información que no sea
transmitida por ellos, a través de sus medios de comunicación, es información imprecisa,
falsa y está politizada. Para ellos, toda aquella crítica que se hace desde el periodismo a
la gestión gubernamental es “información contaminada”. Ellos no admiten que se haga
ningún tipo de señalamiento acerca de algo que están haciendo. Si están actuando mal
y el periodismo hace una investigación y lo demuestra, eso es estar “manipulando la
información". A eso se refiere ella cuando usa este término.
Aquí existe una batería de medios oficialistas que lo único que hacen es reproducir el
mensaje que las autoridades quieren decir. Además, el control de la presidencia a los
ministerios es tal que incluso los mismos ministros y diputados no se salen del discurso
que tienen que dar si no es que se les autoriza. Dicen únicamente lo que la pareja
presidencial quiere que digan. Y vos como periodista no puedes salirte de ese guión.
En las conferencias oficiales, donde solo son invitados estos medios oficiales, no se
cuestiona, ni se hacen preguntas, simplemente ponen el micrófono y reproducen lo que
las autoridades deciden.
“Se nota que hay una especie de directriz de
vigilarme, no puedo llamarlo de otra manera”
¿Ha sido intimidada personalmente por el régimen de Daniel Ortega?
No he recibido amenazas físicas, pero sí hay una especie de acoso cibernético de los
simpatizantes del Gobierno en mi contra. Un “seguimiento” a cada uno de mis pasos,
incluso en una ocasión hicieron una campaña mediática donde se difamó mi persona.
Yo personalmente no puedo salir a un centro público sin que se tome una foto, se suba a
grupos y se hable de que mi discurso o mi postura ante alguna situación no se corresponde
a mi actuar. Es decir, se me ha vetado el derecho a asistir a un centro comercial, porque en
203
los medios y redes sociales de ellos, se me tacha de ser incongruente con mi crítica hacia
el Gobierno. Se nota que hay una especie de directriz de vigilarme, no puedo llamarlo de
otra manera.
¿Esto trajo alguna consecuencia en su ámbito laboral?
Se ha tratado de “bajarme el perfil” por decirlo de alguna manera, como una medida de
protección. Pero más allá de eso sigo trabajando igual, sigo manteniendo mis fuentes y
seguimos haciendo el trabajo que veníamos haciendo.
“Quiero vivir todas estas etapas, creo que es mi
responsabilidad permanecer y seguir señalando
las arbitrariedades que se están cometiendo”
A causa de la situación política, ¿consideró alguna vez el exilio?
Uno lo piensa, pero toma la decisión de no hacerlo. Yo he decidido que voy a resistir un
poco más y que no le prestaré atención a este acoso cibernético. Mientras no se traduzca
a acciones que pudiesen poner en riesgo la integridad de mi familia, voy a permanecer
en el país. Quiero vivir todas estas etapas, creo que es mi responsabilidad permanecer
y seguir señalando las arbitrariedades que se están cometiendo. Por lo pronto no he
pensado en el exilio, no es la solución y mientras no pase a algo más serio no pienso
moverme de mi país.
¿Qué puntos positivos trajo a la profesión la creación del Foro de la
Prensa Independiente y de Periodistas y Comunicadores Independientes
de Nicaragua (PCIN)?
La “Crisis de Abril” generó que muchos periodistas fueran despedidos. El PCIN entiendo
que nace con dos finalidades, la primera es agremiar a los comunicadores. En nuestro país
hay tres asociaciones de periodistas, pero todas tienen un carácter meramente político,
entonces muchos periodistas no se agremiaban a ninguna de estas tres instituciones
porque no sentían la confianza. Con la crisis, los periodistas que están en las calles y ven
que no hay ninguna organización que los represente, deciden crear esta asociación para
respaldarse ante arbitrariedades de violaciones de derechos para los comunicadores.
En segunda instancia, para funcionar como un medio de comunicación independiente.
Se agremian periodistas de diferentes especialidades (radio, televisión o capacitados en
temas digitales), con el objetivo de ayudar a todo aquel que esté en la calle o sin trabajo.
La idea es que funcione como una sala de redacción.
Entonces la creación del PCIN busca llenar este vacío de representatividad del gremio
para que, a largo plazo, esta se convierta en una organización formal que tenga personería
jurídica y que pueda ir reivindicando los derechos laborales de los comunicadores que por
204
años han sido dejados a un lado. Ahorita, recién está encaminado en generar algún tipo
de protección para que sus derechos no sean vulnerados y darles seguimiento a aquellos
que sí se les están violentando de alguna manera. Esto ha permitido organizarse, y se ha
tomado la tarea de que la organización sea realmente independiente, que no tenga ningún
fin partidario y que no sea manipulada por el Gobierno.
“Los medios y radios locales están a la voluntad
del gobierno”
¿Qué apreciación tiene actualmente sobre la libertad de expresión o de
prensa en Nicaragua?
La libertad de expresión y de prensa en nuestro país se ve a diario amenazada y en
constante riesgo de perderse. El año pasado, por ejemplo, un diario de circulación
nacional tuvo que cerrar sus puertas debido, en parte, a la confiscación de su materia
prima para la impresión del diario -principalmente bobinas de papel- y por presiones que
indudablemente el gobierno venía ejerciendo para que este dejara, o al menos cambiara, su
línea editorial. ¿Entonces qué sucedió? 200 personas que trabajaban para este diario, que
ya había despedido y reducido el personal a su máxima expresión, fueron prácticamente
tiradas a la calle de la noche a la mañana, para evitar que la empresa asociada al diario
no sufriera mayores consecuencias. Esto era una clara amenaza y todo el periodismo
nicaragüense sufrió por la incertidumbre en la que quedas. De hecho, recuerdo un meme
que circuló en las redes que el siguiente medio sería Canal 10, que es donde yo trabajo.
Afortunadamente por presiones internacionales, este año se empezó a entregar la materia
prima para el otro diario de circulación nacional. Aun así, ese medio está operando en
su mínima expresión, con pocos periodistas y con el número de páginas inferior al que
circulaba en 2018.
Lo mismo sucede con otros medios de comunicación. Hay una fuerte presión por disminuir
la tensión alrededor del tema, porque seguimos sufriendo los embates económicos y
esto genera un sinfín de cosas que el gobierno no quiere admitir, ni tampoco llegar a una
solución dialogada con los sectores opositores. Entonces el periodismo y la libertad de
prensa navegan en esas aguas, arriesgando que un día el Gobierno te llame y cancele tu
licencia para operar.
El Canal 10 se mantiene porque tiene una fortaleza. Sin embargo, los medios y radios
locales están a la voluntad del gobierno. Si no lo han hecho todavía, es porque hay un
interés de que la población no se levante.
Aquí en Nicaragua los medios somos bien vistos, entonces si las personas ven que cierran
un medio de comunicación, se podrían levantar. El Gobierno evita que haya una mayor
molestia en la ciudadanía. Por ahora, esta es la realidad a la que nos enfrentamos. Asumimos
que, si no se ha cerrado o presionado más al diario La Prensa, es porque en nuestro país
es un símbolo muy grande. Sin embargo, esto no implica que el Gobierno no realice otro
tipo de presiones para que no se denuncien las arbitrariedades que ellos cometen a diario.
205
¿Cree que las redes sociales han ayudado a que los jóvenes se interesen
más por la calidad de información que consumen día a día?
Fíjate que yo creo que siempre la han buscado, lo que pasa es que nadie entendía a los
jóvenes. Yo no soy tan vieja, pero sí que asumíamos que los chavalos que están en las
universidades y en la secundaria no se informaban. La “Crisis de Abril” nos demostró que
sí lo hacían, que sí tenían información de calidad y que saben dónde buscar información
veraz. No es que no consuman otro tipo de información, sino que ellos están claros y
saben. Las redes sociales permiten que ellos tengan un acceso más fácil y que les llegue
más pronto. Es como inmediato: les llega la información, ellos la consumen, la leen y la
retienen.
Definitivamente la crisis nos dejó esto de lección a todos los nicaragüenses que creíamos
que los jóvenes estaban ensimismados en otros asuntos y que no les interesaba la
problemática social.
¿Cuáles son los desafíos que tiene actualmente el periodismo en su
país?
Este año se nos vino con todo. Nosotros los nicaragüenses tenemos tres crisis en estos
momentos: la política, que acarreamos desde abril de 2018, la económica y actualmente
se sumó la de salud, que por parte del gobierno no se están viendo medidas ligeras.
Ellos, si bien están haciendo una especie de campaña de información, hay mucho temor
en la población y existen muchas dudas. Entonces los principales retos que nosotros
como comunicadores tenemos son: primero, lograr tener acceso a información pública
acerca del sistema de salud; luego, mantenernos en resistencia de las violaciones a
nuestros derechos como comunicadores para acceder a esa información; y, finalmente,
lograr superar los embates económicos. No sabemos si el día de mañana vamos a poder
mantenernos en nuestros puestos de labores formales o si vamos a tener que buscar
medidas alternativas para poder sostenernos. Y debemos seguir informando a la población
pertinente alrededor de estos temas.
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CUENTAS PENDIENTES Y UNA
PRENSA CONCENTRADA
Por M. Alejandra Avendaño Alvarado
Perú presenta innumerables contrastes, diversidad de paisajes, recursos naturales y su
ya célebre gastronomía. Pero, también encierra aquellas contrariedades que, en escala
de grises, contaminan un país que no termina de convertirse en una nación de todas las
sangres y clases sociales, y pese al crecimiento económico de los últimos años, no le
permiten concretar su desarrollo como sociedad.
En el país del milagro económico de Sudamérica, los peruanos han atravesado crisis
sociales, políticas y económicas; así como, períodos de guerra interna, dictaduras y
democracias, épocas de vacas gordas, seguidas de las flacas. Uno de los episodios más
oscuros de los últimos tiempos, fue el período 1980-2000, cuando empezó la declaratoria
de guerra impuesta por diversos grupos terroristas al Estado Peruano. Siendo el más
sanguinario Sendero Luminoso (SL), seguido del Movimiento Revolucionario Túpac
Amarú (MRTA). Ambos grupos iniciaron una escalada de violencia, que generó un clima
de inestabilidad política-económica y social. Esta etapa finalizó con la captura de sus
líderes y una estrategia contrasubversiva ejecutada a mediados de la década de 1990.
Al terminar el período de violencia terrorista, se agudiza el desmoronamiento del sistema
político y la exposición de una estructura de corrupción que erosionaba cada palmo de la
sociedad peruana. Así, el año 2000 marcaba el inicio de la tercera presidencia de Alberto
Fujimori, en medio de cuestionamientos de fraude electoral, acusaciones de dictadura,
crímenes contra los derechos humanos y corrupción. Por ello, la presentación del primer
Vladivideo, en donde aparecía filmado el asesor presidencial Vladimiro Montesinos,
sobornando a políticos opositores y dueños de medios de comunicación, entre otros;
significó el fin del gobierno fujimorista y un nuevo inicio para el periodismo peruano. La
corrupción que contaminó al entorno de los medios de comunicación y las continuas
amenazas y ataques contra periodistas y/o medios independientes, dieron paso a una
etapa de mayor democracia.
A partir del 2000, la prensa en Perú ya no enfrentaba las presiones y censuras, pero
mantuvo la dependencia económica. El principal modelo de negocio que los medios
de comunicación peruanos acogen es el publicitario. Según el reportaje “el Poder de la
Publicidad en los medios del Perú” del portal de investigación periodística Ojo Público al
2017 el 85 por ciento de la inversión publicitaria se orienta a medios televisivos de señal
abierta, radiales, online e impresos, siendo los tres primeros los más dependientes, puesto
que casi la totalidad de sus ingresos provienen de la inversión publicitaria, a diferencia de
los medios impresos, que registran -aunque en porcentaje minoritario- entradas de otras
fuentes o modelos de negocio.
208
Otra de las particularidades es el oligopolio mediático que impera en la prensa peruana,
lo que se evidencia en la captación de ingresos por publicidad y la concentración de
medios en pocas manos. En su investigación Ojo Público encontró que los cinco grandes
conglomerados mediáticos que captan el 63% de los ingresos publicitarios en Perú son: El
grupo Comercio, que posee cuatro canales de televisión, nueve de los diarios más leídos
del país, además de haber adquirido en el 2013 al grupo mediático Epensa; la cadena de
televisión ATV, formada por cuatro canales; la alianza comercial de los canales televisivos
Latina y Panamericana Televisión; el grupo Radio Programas del Perú, que posee más dos
radio emisoras informativas y siete musicales y siete páginas web; CRP Entretenimiento,
que cuenta con nueve estaciones radiales, según cita Ojo Público. De estos grupos, El
Comercio, concentró más del 30% de los ingresos por publicidad.
La caída de los ingresos publicitarios en Perú también ha afectado a los medios de
comunicación y al periodismo. De acuerdo con Magna la compañía de medios de IPG
Media Brands, las ventas en publicidad cayeron en los últimos tres años; previendo el
mismo escenario para el presente año, considerando la actual crisis del coronavirus y su
efecto sobre la economía local. La consultora refiere que la crisis política y económica
generada en el 2019 con los enfrentamientos entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo
y el cierre del congreso, tuvieron un serio impacto en la economía e industria nacional,
afectando al sector publicitario y de los medios de comunicación. Tal situación ha generado
despidos de periodistas, escasez de oferta laboral e incrementado la polivalencia de estos
profesionales en diversas funciones periodísticas y hacia otras carreras.
Por otro lado, no hay gremios representativos fuertes en Perú como para representar a los
periodistas cuando hay abuso de poder o conminarlos a ejercer con ética sus funciones,
porque no se exige la colegiatura obligatoria. Solo el medio puede representarlo
legalmente si este es denunciado por alguna persona o institución que intente censurar
su trabajo. Aun así, esto tampoco es una garantía, puesto que el Poder Judicial enfrenta
denuncias contra sus autoridades por supuestos vínculos con personajes delictivos y
resoluciones legales polémicas, favoreciéndolos y denunciando a periodistas y medios
de comunicación, según reportaron instituciones como Knight Center. Finalmente, si es el
medio el interesado en censurar al periodista, la evidencia indica que la única opción que
le queda al comunicador en Perú es autocensurar su trabajo o abandonarlo.
209
CUANDO LA CENSURA VIENE
EN FORMA DE EMBARGO Y
RESOLUCIÓN JUDICIAL
Por Alejandra Avendaño y Soledad Coppiano
A sus 83 años, Edmundo Cruz hace temblar a la política peruana cuando revela sus
hallazgos periodísticos. Incursionó en el reporterismo de investigación en los años 80
y 90, primero en el semanario “Sí” y posteriormente en el diario “La República” hasta el
2015. Hoy es un referente de la prensa en Perú. Como tal, ha enfrentado la amenaza y
la censura desde diversos frentes; entre ellos el crimen organizado, que valiéndose de
argucias legales intentó censurar una investigación realizada en forma conjunta por Cruz
y el director del portal Ojo Público Óscar Castilla Cáceres. Se trata del caso “Eteco”.
Aunque Cruz ya se había jubilado del diario que lo acogió por años, La República, el
veterano periodista mantenía una relación de colaboración con este medio. Siendo así, se
unió a la investigación promovida por Castilla, a fin de indagar en los supuestos vínculos
con el narcotráfico de Miguel Arévalo Ramírez, alias “Eteco”.
A semanas de lo que sería la segunda vuelta electoral de la campaña presidencial 2016
en Perú, en donde el futuro de este país se debatía entre dos candidatos: Keiko Fujimori
Higuchi y Pedro Pablo Kuczynski, circulaba información sobre indagaciones de la Drug
Enforcement Administration (DEA), la Policía Antidrogas Peruana y el Ministerio Público,
referente a los supuestos nexos de Arévalo Ramírez con el narcotráfico. Esta investigación
policial, denominada la “Operación Intocables”, aunque se enfocaba en la figura de
Arévalo, era de amplio interés para la prensa peruana porque comprendía a personajes
claves de la política y del sector empresarial, como Joaquín Ramírez Gamarra, financista
de la campaña presidencial de Keiko Fujimori.
Al obtener información sobre las indagaciones de la DEA y la Policía Antidrogas Peruana,
Castilla y Cruz realizan una investigación, en donde revelan los antecedentes por lavado
de activos de Arévalo, quien era considerado por estos organismos como uno de los
mayores capos de la droga.
Sus reportajes se basaban en documentos de índole oficial del Estado peruano y fueron
revelados por ser de interés público para la ciudadanía local. La difusión de estos
reportajes les costó una demanda de parte de Arévalo a ambos periodistas, arguyendo
que, hasta entonces, no existía ninguna investigación en curso contra él; aunque existían,
pero eran reservadas.
El Poder Judicial peruano atendió la solicitud de Arévalo y abrió una investigación por
210
difamación contra los periodistas, planteando una resolución judicial de embargo
provisional de sus bienes, por un valor de 100 millones de dólares; tres años de prisión; y
la suspensión del medio Ojo Público. Adicionalmente, Arévalo pedía al Poder Judicial que
se retiraran las publicaciones que estos medios difundieron en sus portales, basado en la
Ley de Protección de Datos Personales que acoge el llamado derecho al olvido.
Lo extraño fue que a Cruz y Castilla se les abrió juicio por los mismos hechos en cuatro
juzgados, además de que se les dictó embargo sin ser notificados anticipadamente.
Tal circunstancia llamó la atención de organismos de prensa internacionales y locales,
solidarizándose con ellos y conminando al Poder Judicial peruano a tener una actuación
transparente y a respetar la libertad de prensa. Finalmente, se archivaron las demandas
y a mediados de este año, el Ministerio Público de Perú hizo público el proceso abierto a
Miguel Arévalo por presunto lavado de activos, procedente de narcotráfico, confirmando
lo revelado por los periodistas de Ojo Público y La República.
Edmundo Cruz ha señalado anteriormente respecto a estas resoluciones, que el objetivo
de este tipo de censura es distraer al periodista de su actividad fundamental, generar
temor y así autocensura en el profesional. Sin embargo, insiste en que no se puede caer
en el juego y la prensa no debe dejar de defenderse.
211
Edmundo Cruz, periodista de investigación:
Una vida de hallazgos
"EL PODER DE LOS ANUNCIANTES HACE
QUE EL PERIODISTA SE VEA ANTE UNA
DISYUNTIVA: EXPRESARSE LIBREMENTE
Y ATENERSE A LAS CONSECUENCIAS,
O CEDER"
Por Ma Alejandra Avendaño A. y Ma Soledad Coppiano García
Si hay algo de lo que Edmundo Cruz puede dar cátedra, es en cómo iniciar de nuevo en
las peores circunstancias. Él empezó su impecable carrera como periodista investigativo
a sus cincuenta años, cuando el terrorismo se desplegaba en el país andino de la forma
más cruenta y desde diversos frentes. En su haber, figuran algunos de los hallazgos más
representativos de la historia del periodismo peruano, como “La Cantuta”1; pero también
las huellas que deja el desarrollar esta labor. Durante su trayectoria han sido diversas
las fuerzas, desde el Estado hasta el narcotráfico, que han intentado censurarlo, como lo
ocurrido con sus investigaciones “Plan Bermuda”, “el Túnel” y el caso “Eteco”.
La publicación del reportaje sobre los supuestos vínculos sostenidos entre Miguel Arévalo
Ramírez, alias “Eteco” con el narcotráfico (2016), le valieron a Edmundo Cruz, junto a
Óscar Castilla, autores de la investigación, demandas en cuatro juzgados y una resolución
judicial ordenando un embargo preventivo de sus bienes, hasta por un monto equivalente
a 100 millones de dólares. Esto, pese al respaldo público de gremios periodísticos
nacionales e internacionales y en un contexto en el que el Poder Judicial tenía serios
cuestionamientos por su actuación en otros casos que atentaban contra libertad de
prensa en Perú.
¿Qué es la censura?
La censura es todo acto limitativo a la libertad expresión. Generalmente lo ejercen las
autoridades, desde poder el legislativo, ejecutivo y judicial; pero además también aquellos
que no están en la constitución como los poderes fácticos, como es el caso de la iglesia o
los militares; incluso poderes que no son legales, por ejemplo, el narcotráfico o los capos
de la minería ilegal.
1 La Cantuta: Caso de investigación encabezado por Edmundo Cruz sobre la desaparición de nueve estudiantes universitarios y su
profesor, uno de los crímenes por los cuales fue condenado el expresidente peruano Alberto Fujimori.
212
¿Qué consejo le darías a un periodista que se ve enfrentado a un caso
de censura?
Serenidad, ya que la censura te provoca una sensación de presión. Además, y si está claro
que es un acto de censura, asumir la posición de defensa del derecho y buscar las vías
razonables para hacer valer ese derecho, las que pueden ser distintas en cada realidad.
¿Es el internet una herramienta que fomenta la libertad de prensa o que
alienta la censura?
Internet plantea un cambio esencial en la comunicación, en donde el periodista es un
intermediario entre los hechos. Los medios son una herramienta, pero también hay que
hacer la salvedad de que las redes han creado nuevos problemas, como controlar e
influenciar a la opinión pública.
¿Cómo es ser periodista en Perú y qué retos enfrenta en su labor
investigativa?
Si se asume el periodismo como una profesión de servicio social, ser periodista en el Perú
es un quehacer difícil pero pleno de posibilidades. Nuestro país tiene muchos temas y
noticias de valor por descubrir y dar a conocer. El periodismo no te va a hacer millonario.
Pero, sí puede hacerte un profesional útil, con un ingreso decente.
Pienso que el creciente flujo de información no verificada, falsa, no contrastada y
fragmentada que traen consigo las nuevas tecnologías, afirmarán la necesidad del
periodismo como intermediario, filtro y verificador de información útil. Se desarrollará un
periodismo de mejor calidad y mayor demanda.
Para mí los retos son fortalecer la independencia del periodismo de investigación y
su función fiscalizadora. Priorizar la investigación de los grupos de poder. Sortear las
trabas que impone el mercado, vía publicidad. Desarrollar una prensa alternativa que
solo dependa de sus audiencias e introducir las nuevas tecnologías en la investigación
periodística.
“Los retos son fortalecer la independencia
del periodismo de investigación y su función
fiscalizadora. Priorizar la investigación
de los grupos de poder y desarrollar una
prensa alternativa que solo dependa de sus
audiencias”
213
¿La censura se vive igual en Lima que en el resto de las ciudades?
Lima concentra la tercera parte de la población peruana y es la única ciudad con
prensa escrita, radial y televisiva de alcance nacional. El espectro-electromagnético o
infraestructura de los medios radiales y televisivos está acaparado por 6 empresas
privadas y una estatal. Todas emiten desde Lima. En las otras regiones solo ven lo que
pasa en el país y el mundo, a través del cristal de los medios capitalinos. Esta es ya una
primera forma de censura.
En los grandes medios de comunicación, la censura funciona a través de la publicidad,
su principal fuente de financiamiento. Los contenidos que afecten los intereses de los
anunciantes, sea cual fuere el género, sencillamente no van. La facturación publicitaria
es subvencionada por grupos de poder económico y los beneficiados de la torta son un
grupo reducido.
Entonces, ¿de qué libertad de expresión estamos hablando si el 80% de la facturación
publicitaria es acaparada por una sola corporación dueña de los principales diarios de
circulación nacional y del principal canal de televisión?
“¿De qué libertad de expresión puede hablarse
en un sistema donde el 80% de la facturación
publicitaria es acaparada por una sola
corporación?”
En contraposición ha surgido una prensa alternativa de corte investigativo, digital en su
mayoría, que no depende de la publicidad, aunque está en sus inicios, es prometedora
esta nueva propuesta.
“El poder de los anunciantes sobre los hechos
noticiosos, hace que el periodista se vea
ante una disyuntiva: expresarse libremente y
atenerse a las consecuencias, o ceder”
¿La precariedad laboral impacta en la libertad de expresión del
periodista?
En la década de los 90, el periodismo peruano como parte del sector laboral formal, perdió
conquistas sociales, como la estabilidad laboral. Y actualmente es una de las profesiones
con salarios más bajos. A estos factores se suma el poder de los anunciantes sobre
los hechos noticiosos, hechos que el periodista debe cubrir, pero que por presión de la
214
empresa se ve ante una disyuntiva: expresarse libremente y atenerse a las consecuencias,
o ceder para no perder el puesto. Sí, la precariedad laboral impacta.
¿Qué factores y poderes inciden más en la libertad del periodista para
informar?
Comenzaré refiriéndome a los grupos de poder económico y luego a un factor muy
especial: los contextos.
Me remito al caso de corrupción “Lava Jato”, entre la constructora Odebrecht y otras
empresas brasileñas en colusión con ex presidentes de Perú y empresarios peruanos. En
los gobiernos de Alejandro Toledo (2001-2006) y Alan García (2006-2011), se negociaron
los contratos para grandes obras públicas: Interoceánica Sur, Interoceánica Norte y
Chavimochic. Las primeras denuncias de prensa sobre estas operaciones ilícitas salieron
a luz el 2011 en el semanario Hildebrandt en sus trece y el portal IDL Reporteros. Pese a
la gravedad, la gran prensa tocó el tema recién cuatro años después, cuando el escándalo
lo hizo público el Departamento de Justicia de los EE. UU.
¿Por qué la gran prensa no atendió las alertas lanzadas en el 2011 por dos medios
independientes? Sencillamente, porque Odebrecht y los miembros del consorcio eran
anunciantes estrellas. El periodismo de los grandes medios que depende de la publicidad,
salvo excepciones, no investiga al poder económico.
Siguiendo con los contextos. En 1993, el semanario peruano Sí descubrió las fosas
clandestinas del profesor y los nueve estudiantes de la Universidad La Cantuta que fueron
secuestrados un año antes, en las afueras de Lima. Tres meses atrás, una comisión
congresal acusó como presuntos autores del secuestro al comandante general de las
Fuerzas Armadas del Perú, Nicolás de Bari Hermoza y al ex asesor presidencial Vladimiro
Montesinos; lo que provocó dos mítines de tanques del Ejército para solidarizarse con los
acusados.
En esas circunstancias, el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos de
EE.UU, Bernard Aronson, le recordó al presidente Fujimori el compromiso contraído ante
la OEA de respetar los derechos humanos y lo instó a permitir la investigación. Solo en
ese contexto internacional fue posible que el periodismo investigara el hecho y se abriera
una investigación fiscal.
Considerando que algunas altas autoridades del Poder Judicial en Perú
han sido asociadas con el crimen organizado, ¿qué tanto afecta esto a
la libertad del periodista peruano de informar?
Afecta mucho a la libertad de expresión del periodista, pues se trata del poder administrador
de justicia de la sociedad. Señalo dos incidencias.
Una, es que el Poder Judicial resuelve los juicios sobre delitos de prensa y difamación
agravada. Por ejemplo, que a menudo, personajes procesados por lavado de activos
o narcotráfico entablan contra periodistas, sin fundamento y únicamente con el fin
215
de intimidarlos. Si se revelan audios de conversaciones sostenidas por este tipo de
denunciantes con magistrados que llegan hasta el nivel de jueces supremos y que esas
conversaciones versan sobre los procesos en curso, entonces, ¿qué garantía puede haber
de un debido proceso?
Otra incidencia: los jueces y fiscales, así como la policía, son fuentes oficiales de
reconocida autoridad para los periodistas. Si este tipo de fuentes se relacionan con el
crimen organizado, la labor del periodista se expone al error y a algo peor.
“Los jueces y fiscales, así como la policía,
son fuentes oficiales, si están relacionados con
el crimen organizado, la labor del periodista
está expuesta al error y algo peor”
¿Cuándo tuvo más problemas para desarrollar su labor periodística y
por qué?
Durante el periodo de la violencia política (1980-2000). A partir de 1989 trabajé como
reportero en el semanario Sí y en 1996 pasé al diario La República.
Fue un período excepcional. Se reporteaba en estado de emergencia y estado de sitio
permanente, con todos los derechos humanos en suspenso. En medio de apagones y
atentados. En esta época inclusive se llegó a enviar a la prensa sobres bomba2. Fue en
este mismo tiempo que el grupo paramilitar “Colina”, secuestró y ejecutó al profesor y los
estudiantes de la Universidad La Cantuta, era 1992. Un año después, con los reporteros
del semanario Sí, descubrimos las fosas clandestinas; en donde estaban escondidos los
restos de las víctimas. El riesgo fue tal que el Congreso nos asignó personal de seguridad.
En 1996, el sistema represivo del régimen de Alberto Fujimori intentó atentar contra la
vida del periodista opositor César Hildebrandt, lo que se conoció como el “Plan Bermuda”.
En el diario La República lo investigamos y publicamos, el proyecto se abortó.
Un informe de investigación que difundimos en el mismo diario (el 07 de marzo de
1997) puso al descubierto un movimiento de camionetas del Servicio de Inteligencia
Nacional (SIN) que entraba y salía, en horas de la madrugada, a una casa ubicada en el
postigo de la residencia del embajador de Japón en Perú; en donde 72 personalidades
nacionales y extranjeras estaban secuestradas por un grupo de comandos del MRTA. El
gobierno peruano se había comprometido a buscar una solución pacífica y a no recurrir
a ninguna medida de fuerza. Pero, el informe periodístico aportó fotos y filmación
de los exteriores de un túnel para que comandos de elite ingresaran y liberaran a los
cautivos (un día antes, Néstor Cerpa, líder del MRTA, suspendió las negociaciones con
el gobierno peruano, acusándolo de preparar una intervención militar en su contra).
2 Sobres bombas: Paquete o carta que contiene explosivos
216
El régimen y sus servicios de inteligencia consideraron que la información sobre la
construcción del túnel publicada por la prensa había sido filtrada por la agente de
inteligencia operativa del Ejército Mariela Barreto, cuyos restos fueron encontrados
mutilados y descuartizados. ¿Qué puede sentir un periodista cuando una persona, acusada
de haber alcanzado información a la prensa, es ultimada de esa manera? (Cruz desmiente
que Barreto haya sido su fuente en este caso). “El asesinato como forma máxima de
censura”, es una afirmación del Comité de Protección del Periodista, que sintetiza los
casos mencionados.
Con respecto al caso “Eteco”, se intentó censurar el trabajo periodístico
que realizó junto a Óscar Castilla. ¿Cuál fue la peor amenaza que
tuvieron en esta investigación y cómo la enfrentaron?
Respecto a las denuncias hechas por Miguel Arévalo Ramírez, alias “Eteco”, contra los
que desarrollamos el reportaje sobre sus supuestos nexos con el narcotráfico, en base a
información de la Policía Nacional Antidrogas, Óscar Castilla Cáceres, quien lideró esta
investigación; y yo, fuimos denunciados por presunto delito de difamación agravada.
Resulta extraño como Miguel Arévalo nos abrió procesos por los mismos hechos en varios
juzgados. Primero, en Tocache, solicitándonos que retiráramos los informes de junio del
2016, lo que no prosperó. Pero, posteriormente, consiguió que se admita denuncias por
los mismos hechos en tres juzgados penales de Lima, lo cual es improcedente e ilegal.
Además, nos abrió un cuarto juicio ante el 15 juzgado penal de Lima en época de
vacaciones judiciales y sin notificarnos sobre el fondo de la denuncia. La jueza nos abrió
un juicio sumario y ordenó el embargo preventivo de nuestros bienes y de los periodistas
de Ojo Público, a modo de una reparación civil correspondiente a 100 millones de dólares,
suma que fue exigida por “Eteco”.
La apertura de juicio por los mismos hechos en cuatro juzgados y la resolución de una
jueza ordenando el embargo preventivo de bienes hasta por un valor de 100 millones de
dólares. Esta es una de las peores amenazas que he recibido junto a mi colega Oscar
Castilla Cáceres.
“Resulta extraño como Miguel Arévalo nos
abrió procesos por los mismos hechos en
cuatro juzgados y la resolución de una jueza
ordenando el embargo preventivo de bienes.
Esta es una de las peores amenazas que he
recibido”
217
¿Cómo se podría fomentar una cultura de prensa libre en una era donde
las fakes news están a la orden del día?
Creo que, como norma, ninguna noticia falsa sobre hechos de interés público debe pasar
sin ser respondida y aclarada. Por ejemplo, las relacionadas con la pandemia actual. Como
medida de fondo hay que promover el surgimiento de medios digitales investigativos
independientes, en los diversos campos, que sean referentes de periodismo de calidad.
218
LA INVESTIGACIÓN SOBRE ABUSOS PSICOLÓGICOS
Y SEXUALES CONTRA ADOLESCENTES
QUE INTENTARON ACALLAR
Por Alejandra Avendaño
En el año 2002, el periodista político peruano Pedro Salinas publicó la novela en clave de
ficción “Mateo Diez”, en donde narra su paso por el Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), una
sociedad apostólica formada por laicos y sacerdotes, que fue fundada en Perú por Luis
Fernando Figari en el año 1971 y aprobada como sociedad de derecho pontificio por el
Papa Juan Pablo II en 1997.
Ocho años después de la publicación de su novela, el autor es buscado por un ex
miembro del Sodalicio, quien afirma haber sido abusado sexualmente por Germán Doig,
el número dos de esta institución. A partir de este hallazgo, Salinas, con la colaboración
de la periodista Paola Ugaz inician una cruzada investigativa sobre los abusos cometidos
dentro del SVC desde sus inicios hasta el 2010, cuando publicaron el libro “Mitad monjes,
mitad soldados”.
La investigación, que duró más de cinco años, fue realizada con el apoyo de fuentes
anónimas y públicas, muchas de las cuales formaron parte de esta institución y otras
que tuvieron alguna relación con los casos. Con más de doscientas entrevistas realizadas
por los periodistas, el libro narra los testimonios de treinta ex sodálites, quienes afirman
haber padecido vejámenes físicos, psicológicos y sexuales durante su adolescencia por
parte de Figari, Doig y otros miembros del Sodalicio.
El relato detalla como el SVC se caracterizó por reclutar a niños y adolescentes de las
más altas esferas económicas y sociales de Perú. Además, el libro reseña que a través
de técnicas de manipulación psicológica, el fundador del Sodalicio construye una
organización sectaria, apartando a los adolescentes de su entorno familiar y amical, hasta
convertirlos en fanáticos de la organización y perder su libre albedrío.
La investigación remeció los cimientos del SVC y generó cuestionamientos contra la
institución, por supuestos actos de encubrimiento de las primeras denuncias efectuadas
por los ex sodálites. Al punto que, después de una primera reacción indiferente de la
Iglesia Católica, el nuevo arzobispo de Lima, Carlos Castillo Mattasoglio, y miembros de
la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, se han pronunciado a favor de la
investigación realizada por los periodistas y han iniciado sus propias indagaciones.
Desde los inicios de la investigación hasta la actualidad, Salinas y Ugaz han padecido
intentos de amedrentamiento y actos de censura, como difamaciones y campañas
mediáticas de parte de medios, políticos y personas ligadas al SVC.
219
Pedro Salinas, periodista y escritor
"LA FISCAL ME DIJO QUE CÓMO
SE ME OCURRÍA DENUNCIAR
A UN OBISPO DE LA IGLESIA
CATÓLICA"
Por Ma Alejandra Avendaño Alvarado
En el 2015, el comunicador y escritor Pedro Salinas, con la colaboración de la periodista
Paola Ugaz, publica el libro “Mitad monjes, mitad soldados”. Se trata de una investigación
que duró más de cinco años y abordó las denuncias de abuso psicológico, físico y sexual
contra el Sodalicio de Vida Cristiana (SVC).
Salinas, quien fue miembro del SVC en su adolescencia, inició la investigación en el 2010,
cuando un ex sodálite le confiesa que fue abusado sexualmente por el número dos de esta
organización. A partir de entonces, ambos periodistas han padecido diversos intentos de
censura y amedrentamiento que continúan hasta la fecha, puesto que los hallazgos sobre
el Sodalicio siguen apareciendo.
Para usted, ¿qué es la censura?
La censura es todo intento de acallar a un periodista o a un medio de comunicación cuando
este tiene una información valiosa, de denuncia, o que señala actos irregulares o ilícitos.
Para lograrlo, se apela a diferentes instancias con el propósito de que esa información
sea silenciada.
¿Qué consejo le daría a un joven periodista que se enfrenta a un caso
de censura?
Cuando un periodista se enfrenta al poder tiene que tomar conciencia de que este
personaje, o instancia poderosa a la que investiga, va a tratar de tomar represalias contra
quien pretende divulgar información relevante para la sociedad, pero que tiene relación
con algún tipo de irregularidad, acto ilícito o crimen. Uno tiene que saber que cuando se
mete con los poderosos, estos no se van a quedar cruzados de brazos. Van a reaccionar
con todo su poder político, económico o institucional y tratarán de descalificarte y
desacreditarte.
220
“Cuando un periodista se enfrenta al poder tiene
que tomar conciencia de que este personaje va a
tratar de tomar represalias contra quien pretende
divulgar información relevante para la sociedad”
La Iglesia católica en Perú esgrime un gran poder político y económico,
y la organización a la que se enfrentaban también lo tenía. Tomando
esto en cuenta, ¿qué criterios fueron elementales con el fin de evitar
que su investigación fuera desacreditada?
Una vez que terminamos el trabajo, este fue revisado por abogados, para evitar una
demanda por difamación. Junto a esto, encargamos su presentación al periodista de
investigación más representativo del país, Gustavo Gorriti, director de IDL reporteros
y colaborador del diario El País de España; además de a Julio Arbizu, ex procurador
anticorrupción en Perú.
Asimismo, el libro contenía entrevistas a casi 200 personas vinculadas al Sodalicio, de
forma directa o indirecta; y gente que conoció su historia y a su fundador, Luis Fernando
Figari Rodrigo.
¿Cuáles han sido los principales hitos de la investigación sobre el SVC?
Esos momentos en los que has dicho ¡Eureka!, este hallazgo tengo que
contarlo.
En el 2002, poco después de la publicación de mi novela “Mateo Diez”, me buscaron -por
separado- dos personas para contarme que conocían casos de abuso sexual perpetrados
por Luis Fernando Figari. Ellos no quisieron dar nombres, aduciendo que las víctimas no
estaban aún en condiciones de hablar, por lo que no podía darles crédito, dado que nunca
vi nada de lo que me contaron cuando estuve ahí.
Pero, en el 2010, cuando la víctima sexual del número dos del Sodalicio, Germán Doig,
quien estaba en proceso de beatificación; me busca y relata con pelos y señales, los
momentos, el método de seducción, el lavado de cerebro y el abuso de la condición
de autoridad, es cuando puedo unir los puntos. Ese fue mi primer hito más relevante.
Inmediatamente, recordé los casos que me contaron esas primeras dos personas. Busqué
a una ellas y así, llego a la siguiente víctima sexual, pero esta vez, del número uno, Luis
Fernando Figari.
Entre eso, tomo contacto con Rocío Figueroa, quien fue superiora de la más importante de
las tres ramas femeninas que tiene el SVC, “las fraternas”. Rocío, quien en ese momento
pertenecía a la organización, quería que se conociera la verdad que el Sodalicio pretendía
encubrir, por lo que nos proveyó de valiosísima información durante meses, hasta que se
221
retiró de esta institución. Rocío investigó hacia adentro y descubrió tres casos de abusos
sexuales contra militantes de esta institución, ella era uno de esos casos. Su rol fue
trascendental, porque sin ella no hubiéramos avanzado al ritmo que lo hicimos.
Por otro lado, fue una ventaja el que yo haya sido parte de esa institución, dado que
conocía a todos los personajes principales en esta historia de terror. Incluso, quien fue mi
director espiritual había sido autor de abusos sexuales a subalternos.
“Cuando la víctima sexual del número dos del
Sodalicio, Germán Doig, me relata con pelos y
señales, el método de seducción y el abuso de
la condición de autoridad, es cuando
uno los puntos...”
¿Eso habrá sido muy difícil para usted?
Sí, porque yo había metido a la organización a mucha gente, ya que tenía una suerte de
rol de reclutador. Y durante la investigación, me enteré de que varios de los que yo había
reclutado fueron víctimas de abusos sexuales también. Esta fue la energía con la que me
alimentaba para continuar hasta el final. De alguna forma, me sentí responsable. Aunque
honestamente, cuando estuve adentro y pese a que yo sí fui víctima de abusos físicos,
psicológicos y formateo mental, no vi el abuso sexual. Bueno, todos éramos sectarios. No
podías ver más allá de tus narices, porque el concepto de obediencia ciega, que posterga
tu libre albedrío eran anulados a través de una sofisticada metodología de lavado cerebral.
Te secuestraban mentalmente, en forma literal.
¿Qué otros momentos fueron difíciles durante la investigación?
Uno de los más duros fue en el plano personal. Me costó el divorcio con mi ex mujer y
separarme de mis hijos. Esto fue por la presión y los ataques de esta gente, que, para
hacerme daño, se metieron con la gente más cercana a mí.
En el ámbito económico igual, porque Paola y yo no teníamos detrás al Boston Globe
o la BBC. Esa investigación la financiamos sin ningún apoyo. Yo tengo una actividad
empresarial en el ámbito de la consultoría en comunicaciones; en donde, me fue bien por
bastante tiempo y muchos de mis ahorros se destinaron a la investigación, que duró cinco
años hasta la publicación del libro. Incluso continuó después, porque cuando lo publicamos
los teléfonos comenzaron a reventarnos de una manera increíble, revelándonos nuevos
casos. Aquí aparecieron relatos de esclavitud moderna, que no habíamos detectado. Figari
tenía esclavos, no sexuales, sino una servidumbre a disponibilidad absoluta, las 24 horas
del día y toda la semana. Son personas que han terminado con traumas psicológicos tan
serios como los que padecen hasta hoy las víctimas sexuales del SVC.
Emocionalmente fue muy fuerte llevar esta investigación. Yo estaba acostumbrado al
222
periodismo político; y esto me sacaba de mi zona de confort, para tratar con víctimas
de abuso psicológico y sexual. Para abordar este tipo de historias debes tener un
empaque especial, que no era mi caso. Como consecuencia, pasé por más de una terapia
psicológica, psiquiátrica, porque hablar con una víctima de abuso es muy duro. Al final,
terminas cargando una mochila muy grande, que, con los años, te marca. Pero no me
arrepiento.
“Me costó el divorcio con mi ex mujer y
separarme de mis hijos. Esto fue por la presión
y los ataques de esta gente…”
¿Y los momentos más gratificantes?
Que la verdad al final se impuso y la sociedad peruana no tomó la denuncia como un
ataque para destruir a la Iglesia católica. Me consta que hay gente que sí se ha comprado
el pleito de la tolerancia cero en el Vaticano. Lamentablemente, no son la mayoría, porque
hemos visto actos de encubrimiento por parte de autoridades de la Iglesia católica, pero
sí se está siguiendo el caso. Lo corroboré cuando viajé hace un año al Vaticano y me
reuní con funcionarios de la Congregación para la Doctrina de la Fe y con el cardenal
Charles Scicluna (obispo de Malta), a cargo de la misión antipederastia del Vaticano. Ellos
escucharon lo que ocurre en Perú y han mantenido abierto el caso, gracias a que el Papa
Francisco no lo ha soslayado. A pesar de que el SVC pretende pasar página, lo cierto es
que todavía siguen en la mira vaticana. Bueno, por lo del coronavirus, esto se ha parado,
pero hasta hoy no se descarta que esta institución pueda ser disuelta.
Creo que la principal satisfacción es que las víctimas, al sacarse a la luz estas denuncias,
se han sentido, de algún modo, reivindicadas.
¿Cómo y cuántas veces ha sido denunciado por haber desarrollado esta
investigación?
A mí me condenaron a un año de prisión suspendida, al pago de una indemnización
de veintitantos mil dólares al arzobispo de Piura, José Antonio Eguren, a hacer trabajo
comunitario e ir una vez al mes para firmar un libro a Piura, una ciudad alejada de donde
resido, que es Lima, haciéndome gastar miles de dólares en contratar abogados, viajes y
hoteles. Yo podía apelar, pero todo se iba a resolver en esa ciudad, en donde Eguren ejerce
un poder fáctico y es tierra del Opus Dei y el Sodalicio.
Esta denuncia se dio, porque yo había escrito un texto titulado “el Juan Barros peruano”,
haciendo una comparación entre el obispo chileno Juan Barros, quien pertenecía al entorno
del sacerdote Fernando Karadima, y José Antonio Eguren. Hay una serie de símiles entre
Barros y Eguren, que son innegables. El cardenal de Piura es de la generación fundacional
del Sodalicio y se jacta de eso en su página web del Arzobispado, en donde exalta la figura
de Luis Fernando Figari como si fuese un dios. Por ese título me llevaron a los tribunales.
Pero gracias a la intervención del Vaticano, Eguren desistió.
223
A Paola Ugaz insisten en denunciarla a través de terceros. Ella ha tenido hasta cinco
procesos. Dos creo que ya se cayeron. Pero la razón de fondo es que ella acaba de
terminar una investigación sobre el dinero del SVC y la están tratando de amedrentar y
frenar de todas las formas, sólo por seguir investigando, ya que no ha publicado nada en
los últimos cinco años. Junto a esto, existe una maquinaria mediática, activa en Perú,
orientada a destruir nuestra reputación.
¿Por quién estaría conformada o influenciada esa maquinaría mediática?
Todos los señalamientos vienen de “un puñado de periodistas” de escasa credibilidad.
Ellos están vinculados a medios alineados al Fujimorismo, un grupo político conservador
antiliberal que es amigo natural del Sodalicio. De hecho, ellos fueron los que se opusieron
a la creación de una comisión investigadora en el Congreso. Por suerte, esto vio la luz, pero
fue gracias a la presión de los medios de comunicación, más que a una buena disposición
de su parte.
Usted ha investigado al SVC, del cual formó parte, ¿no tuvo temor de
ser acusado de tener un conflicto de interés o que intenten desacreditar
su investigación? ¿cómo venció la autocensura?
Sí, ese fue el propósito (desacreditar la investigación). Pero yo he recién entré a este tema,
cuando me busca la víctima de Doig. A partir de ese instante, comencé a documentarme
sobre los casos de abuso de la Iglesia Católica.
También me preocupaba que alguien lo vea como un conflicto de interés o que me señalen
por haber sido parte del Sodalicio y digan que lo hago, porque me siento afectado por esta
institución o estoy buscando plata o indemnizaciones. Yo no busco eso. Es más, cuando
el SVC busca una segunda comisión investigadora extranjera, en una de las reuniones que
tuve con uno de sus consultores, él me muestra un file con mi nombre. Adentro había, ¿qué
crees?... (pregunta y luego ríe). Entonces, le dije al consultor: “ni se te ocurra mostrarme lo
que hay allí dentro, sabes lo que te voy a decir. O sea, a mí no me van a comprar”.
Por otro lado, cuando Gustavo Gorriti revisó el trabajo, comentó que este había sido
elaborado con tal rigor que, independientemente de yo haber sido parte de la historia,
era una muy buena investigación periodística. Tanto así que esa semana, el Sodalicio
publicó un comunicado, en donde aceptaba todo, dando verosimilitud a los testimonios
y señalamientos que aparecían en el libro. Y es que no lo podían negar. De más de 200
entrevistas, colocamos treinta testimonios de ex sodálites de diferentes épocas. Gente
que estuvo desde el inicio, hasta quienes se salieron en el 2011. Todos relataban las
mismas acciones contra los derechos humanos, el mismo modus operandi. Y ellos ni
siquiera se conocían entre sí. Hasta hoy no se conocen.
224
El Poder Judicial en Perú ha tenido serios cuestionamientos y
acusaciones de corrupción en varias oportunidades. ¿Cómo ha actuado
este organismo en su caso? ¿Se ha sentido amparado por el sistema
judicial peruano?
En el 2016, junto a cuatro ex sodálites, denunciamos a Luis Figari y al arzobispo Eguren
por asociación ilícita, lesiones graves y secuestro mental. Como demandante, me sentí
burlado, porque la fiscal me dijo en mi cara pelada, que cómo se me ocurría denunciar a
un obispo de la Iglesia Católica.
Después, cuando fui denunciado, el que me lleven a litigar a Piura más de una vez al mes,
de forma sistemática; y que, en el Poder Judicial peruano, que demora años en litigar,
querían resolver este caso de forma aceleradísima, en un mes, era algo inusual. Lo más
alucinante fue que esa condena significaba un atentado contra la libertad de expresión
y sentaba un precedente nefasto; al punto que, si mañana pretendías opinar, lo ibas a
pensar dos veces, porque esa sentencia se podría utilizar a favor de un narcotraficante,
un político corrupto, un mafioso.
“Como demandante, la fiscal me dijo en mi cara
pelada, que cómo se me ocurría denunciar a un
obispo de la Iglesia Católica…”
Considerando que, en Perú, la mayoría de los periodistas no cuentan
con el soporte económico o el respaldo de un gran medio, ¿cómo es ser
periodista de investigación?
Ser periodista en Perú es muy difícil, sobre todo cuando tratas de embarcarte en
investigaciones largas y concienzudas. Eso quizás explica porque hay muy pocos
periodistas de investigación, aunque los que existen son buenísimos. Pero, quisiera que
haya más. No existen recursos y eso es un problema a la hora de investigar. Por ejemplo,
en mi caso, muchos de los testimonios no vivían en Perú. Yo tenía que quitarle tiempo a
mi empresa y eso suponía dejar de ganar dinero. Fuera de que de mi bolsillo salía más
dinero para mantener viva la investigación. A mí me hubiera gustado tener de mecenas
a un medio grande como The Boston Globe o The Washington Post, pero no fue mi caso.
La última pregunta, ¿sigue siendo católico?
No, gracias al Sodalicio.
225
226
UNA GUERRA ENTRE
LA VERDAD Y EL PODER
Por Kelly Robledo-Dioses
El 2 de febrero de 1999, Hugo Chávez Frías asumió la presidencia de Venezuela y se
mantuvo en el poder hasta su muerte, sumando tres periodos seguidos de gobierno. Con
este, se dio inicio en el país a la denominada era del chavismo, un movimiento político
de izquierda que se autocalifica como socialista y bolivariano. A Chávez, le sucedió en el
gobierno Nicolás Maduro, quien el 8 de marzo de 2013 fue juramentado por la Asamblea
Constituyente como presidente encargado, y días después, el 19 de abril, empezó su
mandato formal, luego de ganar las elecciones presidenciales a las que había convocado.
La política a seguir por Maduro, se entendía, extendería la línea chavista, por haber ejercido
hasta entonces como su vicepresidente.
Desde la instauración del chavismo en el poder, mucho se ha hablado y analizado
sobre cómo es que sus políticas de gobierno han chocado directamente con el ejercicio
periodístico en el país. El investigador y columnista venezolano Andrés Cañizález
sostiene como tesis en su libro “20 años de censura en Venezuela (1999-2018)” que la
censura es intrínseca al régimen chavista. En el mismo sentido, el periodista venezolano
Alonso Moleiro asegura que la manera que tenía Chávez de recalentar el debate público,
“ahondó en la polarización política”, creando dos bandos irreconciliables: el chavismo y
la oposición.
El periodista explica que esto ha causado un grave daño a la sociedad democrática
venezolana, pues la oposición se ha visto reducida y callada: “Tú no puedes hablar de
lo que tienes frente a tus ojos”. “Los medios de tradición del país, que eran enemigos
jurados del Gobierno, están reducidos a su más mínima expresión o no existen”, asegura.
Uno de los hechos considerado como un hito de la censura en Venezuela aconteció el
2007, con el cierre de la cadena privada Radio Caracas Televisión (RCTV). El canal más
antiguo de Venezuela no obtuvo la renovación de su licencia de funcionamiento por ser
crítico del Gobierno. Así, dejó de transmitir luego de 53 años en el aire. Esto provocó una
serie de manifestaciones tanto a favor como en contra de la medida.
Dos años más tarde, en julio del 2009, sucedió lo que Cañizález califica en su libro como
“el radiocidio”. El investigador señala que militares y funcionarios de la Comisión Nacional
de Telecomunicaciones (Conatel) cerraron, en simultáneo y sin previo aviso, 32 emisoras
radiales y 2 canales de televisión locales.
Así, según explica Moleiro, durante los 15 años del gobierno de Hugo Chávez, la sociedad
chavista avanzaba confrontando, agrediendo, y problematizando las clases medias y
profesionales. “Después de eso se produjo, junto a las fuerzas armadas, un esquema de
227
corrupción que no es normal, con unos montos desproporcionados”.
En 2013, y luego de que Maduro asumiera la presidencia de Venezuela, se produjo el
cierre y posterior compra de Globovisión por capitales relacionados al régimen. Este canal
privado tenía abiertos varios procedimientos sancionatorios desde la etapa de Chávez.
Ese mismo año, muchos periódicos empezaron a tener problemas de impresión y
circulación. El Gobierno había iniciado un bloqueo progresivo del suministro de papel e
insumos de imprenta a los diarios y revistas de circulación nacional y regional. Desde
entonces, son muchos los medios impresos que han quebrado, entre ellos el diario
independiente, de más de 75 años, El Nacional. Ya para el 2018, según Espacio Público,
ONG venezolana de defensa de la libertad de expresión, más de 134 periódicos habían
cerrado sus puertas.
Junto a esto, el 2017 se hizo más evidente que nunca la crisis que atravesaba el país. La
producción petrolera, uno de los pilares de su economía, se vino abajo, y así, el control
sobre los precios se tornó imposible. Maduro imprimió dinero aceleradamente y su
moneda se desvalorizó, lo que trajo consigo la pérdida de empleos e ingresos para el
país. “En Venezuela empezó a haber una crisis humanitaria, la cantidad de personas que
morían de enfermedades como diabetes, hipertensión y dializados era gigantesca. La
crítica al Gobierno se acrecentó y esto lo empezó a irritar”, relata Moleiro.
Y aunque esto en la actualidad ha tenido ciertas mejoras, son muchos los ciudadanos
que dejaron Venezuela. Mientras tanto, los roces gobierno-prensa se mantienen. Según el
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa de Venezuela (SNTP), hasta el 2018 se
tenía registro de 2.020 ataques contra el ejercicio informativo.
Actualmente, los entes reguladores de los medios en el país son la Comisión Nacional
de Telecomunicaciones (Conatel), el Ministerio de Comunicación e Información y el
Sistema Judicial, controlado por Diosdado Cabello (número dos del régimen, que a su vez
es el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente y el vicepresidente del Partido
Socialista Unido de Venezuela).
En 2019, luego de que la figura de Juan Guaidó surgiera inesperadamente de entre las
filas de la oposición venezolana y fuera reconocido por 58 países como el mandatario
legítimo del país, la Conatel emitió una nueva prohibición: la prensa, tanto pública como
privada, no podía catalogar a Nicolás Maduro como “usurpador” o decir que Juan Guaidó
era presidente interino.
228
EL SILENCIO A LA CRÍTICA
DE UN RÉGIMEN PERVERSO
Por Kelly Robledo-Dioses
Alonso Moleiro, comunicador social egresado de la Universidad Central de Venezuela, es
uno de los rostros del poco periodismo crítico que aún existe en este país latinoamericano
y que desde hace mucho vive en medio del régimen chavista.
Moleiro tiene una amplia experiencia en prensa escrita, radial y televisiva. Fue
vicepresidente del Colegio Nacional de Periodistas entre 2008 y 2010. Asimismo, ha sido
reportero en los periódicos El Globo y El Nacional, director de la revista Contrabando,
conductor en el circuito Unión Radio Noticias, conductor de espacios informativos en la
plataforma web VivoPlay y columnista en diversos medios. Es autor del libro “Solo los
estúpidos no cambian de opinión” y hoy trabaja en una segunda publicación editorial.
Además, es corresponsal del diario El País en Caracas y miembro del consejo editorial del
medio digital TalCual.
Un gran recorrido periodístico sin duda, pero que en varios momentos se ha confrontado
con disposiciones políticas y empresariales. Muestra de esto fue el cierre de su programa
radial “Gente de palabra”, transmitido por Unión Radio Noticias.
El martes 9 de octubre de 2018, la Conatel abrió un procedimiento administrativo contra
este espacio informativo y de análisis, del que Moleiro era co-presentador junto a Esteninf
Olivarez. Según la institución, se había “desconocido a las autoridades legítimamente
constituidas”. El sustento estaba en que, durante una entrevista hecha en el programa al
ex candidato presidencial del país Henrique Capriles, Moleiro afirmó que las elecciones que
se habían dado no fueron limpias y que por tanto deberían repetirse. Esta vez sin partidos
ni candidatos inhabilitados, y además garantizando que los funcionarios militares sean
imparciales.
La propuesta del conductor motivó a que la Conatel ordenara el retiro del aire del programa,
de modo que, si el medio no cumplía con esta disposición, se exponía a una sanción muy
grave. “Estaba fuera del aire. En ese momento me sentí triste, pero acompañado. Todo el
mundo fue muy solidario. Y yo lo asumí. Antonio Serfatti, gerente general de la emisora,
me dijo: “yo te dije que esto era una dictadura”, y yo respondí: “Bueno, yo no me voy a
doblegar, mientras yo pueda, yo pataleo”. No es posible que esta gente cometa un crimen
histórico en Venezuela, y nadie diga nada”, relata Moleiro.
Previo a este hecho, el periodista había recibido ya varios exhortos del ente regulador,
bajo el argumento de que en el programa se transmitían contenidos que buscaban alterar
la tranquilidad pública e instigar el odio y el desconocimiento hacia las autoridades.
229
Lo sucedido, lejos de separar a Moleiro del ejercicio periodístico, ha avivado su lucha
contra lo que él califica como censura dentro de un régimen “miserable y perverso”.
Su sueño es que el chavismo salga del poder y así celebrar en Caracas el regreso de
Venezuela: “Yo quisiera vivir eso, hacer la fiesta (¡lo logramos!). Aunque no sé si lo vamos
a lograr”.
230
Alonso Moleiro, periodista y escritor
"EN UNA DICTADURA, DECIR LA
VERDAD ES HACER EL PAPEL
DE DEMENTE"
Por Kelly Robledo-Dioses
Casi dos años han pasado desde que la Conatel cerrara el programa radial de información
y opinión ‘Gente de palabra’, de la emisora privada venezolana Unión Radio Noticias.
Este suceso, lejos de reprimir a quien fuera presentador del espacio, el periodista Alonso
Moleiro, dio mayor impulso a su lucha contra la censura en el país.
Moleiro detalla en esta entrevista el grave daño que la instalación del chavismo le ha
causado a la sociedad democrática venezolana. Calificándolo de régimen perverso,
y a partir de su propia experiencia enfrentándolo, el periodista hace una defensa de la
profesión e incide en la necesidad de que la información se acompañe de la interpretación
crítica, y de que quienes ejerzan esta labor, sean conscientes del compromiso que tienen
con el bien común.
¿Qué es lo que entiendes por censura?
La censura es una imposición emanada del poder político que limita el trabajo del
periodista, inhibe la circulación de información, conculca el derecho a estar informado,
a consumir noticias, a saber lo que pasa y a fijar un criterio propio de lo que sucede. La
relación entre el ejercicio del periodismo y el poder político es más o menos indisoluble
y siempre ha sido un poco conflictiva. El periodismo forma parte del hecho público, pues
es un oficio vinculado al bien común, por eso es parte consustancial del debate político.
Los políticos siempre tienen un interés en ganarse a la prensa y cuando no pueden,
entonces, la acosan o la judicializan. Los periodistas no son políticos, pero están metidos
en su pecera. Por ello, cuando los gobiernos se convierten en sórdidos y autoritarios, no
quieren entregar el poder y empiezan a imponer la censura.
En el siglo XX había dictaduras sin disimulo, sencillamente el que hablaba iba preso. Eran
sociedades del terror. Ahora, en el siglo XXI, en un marco aparentemente democrático,
empiezan a imponerse intereses parciales, políticos, personales, de poder, que le imponen
al periodista la ley del silencio. Eso tiene grados diversos de violencia y de letalidad.
231
Frente a la situación de Venezuela, ¿cuál es tu posición?
Venezuela está en la crisis más grande de su historia desde la independencia. Lo que
Maduro le ha hecho a Venezuela (los niveles de destrucción del tejido nacional, de
saqueo del tesoro público) tiene una profundidad brutal y desconcertante. Bueno, ya con
Chávez era una democracia con el rostro desfigurado. Difícil un personaje más abusador
y atrabiliario que Hugo Chávez. Si él no hubiera muerto, estaría haciendo lo que hace
Maduro, pero Maduro es un Chávez sin talento. Porque si bien Chávez era un tipo bastante
chapucero y grosero, era un político muy astuto. Maduro en cambio es un imbécil, solo
que, al igual que Chávez, hereda el talento para, independientemente de que todo se haya
venido abajo, sobrevivir y atornillarse al poder.
Uno de los grandes pecados de Chávez es cómo recalentó el debate público. Eso produjo
mucho daño pues ahondó en la polarización política (ese mal que ahora es tan común
en todo occidente). La sociedad de la era chavista estimuló y permitió que empezara
a menudear el insulto, que dejara de tener peso el marco institucional del país y que
toda la gestión descansara sobre una persona. Además, la polarización política creó en
Venezuela dos bandos irreconciliables: el chavismo y la oposición. Esta última, también
cometió un montón de distorsiones y de excesos.
Si bien hoy todavía existe un marco medianamente capitalista, y se pueden organizar en
partidos, lo que no se puede es llegar al poder. Lo que ellos [el gobierno] organizaron es
que nadie pueda llegar al poder si no son ellos, y eso es imposible que no genere tensión.
La gravedad de la situación venezolana es muy notoria, pero no se puede hablar de ello.
En medio de aquel marco polarizador, como periodista, yo siempre fui un tipo moderado.
Pero cuando en 2016 inicié el programa ‘Gente de palabra’ en la emisora Unión Radio
Noticias, y ya gobernaba Maduro, yo sabía que en Venezuela habían sucedido varios
casos de corrupción gravísimos, inaceptables en el marco de control de cambio, con unos
niveles de corrupción en Petróleos de Venezuela sin descripción posible. Esa empresa fue,
hasta más o menos 2007, una de las más grandes petroleras del mundo y ahora es una
chatarra: se le fue todo el personal y ni siquiera puede producir petróleo.
Yo, en ese entonces, estaba consciente de que Maduro quería inhibir el tema electoral y
producir una elección fraudulenta. De hecho, la gestó. Y bueno, eso empezó a hacer que
yo aumentara el tono, empezara a hablar fuerte y a molestarme de verdad. Porque una
cosa es ser equilibrado y otra es ser un equilibrista, tener cobardía civil o hacerse el loco
y dejar pasar para que la gente te salude en la calle. Esto para mí es inaceptable. Y bueno,
así empezaron las amenazas a la radio. Me mandaron varios comunicados de la Comisión
Nacional de Telecomunicaciones (Conatel).
‘Gente de palabra’ era un espacio de opinión, ¿hasta dónde puede llegar
hoy un programa de opinión en Venezuela?
Del 2016 al 2018, en mi programa ‘Gente de palabra’ hice análisis, entrevistas, daba
información y mi opinión. Yo opinaba, y esto es un debate crónico. Pero personalmente
creo que en periodismo vale opinar y que lo importante es que tu opinión no esté
desencaminada. Uno trabaja con noticias, las trata, interpreta y tiene la obligación de
232
ilustrar a la audiencia. Lo fundamental es que en la opinión quepa el desacuerdo. Eso es
la democracia.
Hace mucho tiempo el chavismo renunció a confrontarse con la oposición en programas
de opinión. Lo que pasaba en Unión Radio Noticias, y que ahora es un hecho imposible de
obviar, es que tuvo que dar espacio a periodistas chavistas. Eso produjo que yo empezara
a molestarme y a hablar fuerte. Varias veces me tocaba la indignación en lo personal.
Con mi compañera llegábamos al estudio deprimidos por la situación del país (todo el
mundo se estaba yendo; la impensable hiperinflación era un hecho; se hacía evidente
el empobrecimiento, las mentiras cotidianas y la judicialización de la oposición). Era un
marco en el que podías, como muchos, desentenderte de la realidad, hacerte el loco y
callarte, ocuparte de otros temas, hablar de política, pero sin discutir mucho y pasar de
puntitas por el problema. Bueno, yo no pude, yo tengo dignidad, y dije que mientras tuviera
ese espacio daría mi pelea. Pero claro, la radio me pedía que tenga cuidado. Me hacían
varios exhortos, como llamados de atención.
Y es que en Venezuela, en un programa de opinión se pueden hacer, por ejemplo, críticas
epidemiológicas, hablar de los problemas económicos del país, invitar a un economista
que critique la política económica del Gobierno, cuestionar la orientación internacional
de este y quizás hacer una descripción de la crisis económica y la hiperinflación… hasta
ahí se puede llegar. ¿Qué no se puede hacer? Nombrar a Diosdado Cabello, uno de los
personajes más sórdidos y corruptos de este régimen (un capo); hablar de Maduro, de los
montos de la gran corrupción, de los vínculos con el narcotráfico; hacer alusión a Juan
Guaidó; hablar de partidos opositores que están prácticamente inhabilitados o decir que
el 2018 hubo un fraude, que lo hubo muy claro...
Hay solo algunas cosas que todavía puedes decir, pero son cada vez menos. Buena parte
de la radio comercial transmite programas musicales. Las televisoras venezolanas ponen
películas. A veces en los noticieros los problemas sociales quedan retratados. Pero
que yo pueda recibir a un diputado que venga y denuncie a Diosdado Cabello y reclame
explicaciones para el país, no.
Ellos (el Gobierno) son narcisos, proponen un marco aparentemente democrático, porque
no es una sociedad ejecutoria. Y la oposición blanda es la que está colaborando: ya se
alió con el Gobierno y no tiene nada que temer. La sociedad democrática entera, o se ha
ido del país, o está en páginas webs o en las redes, o, si son políticos, están corriéndole al
Gobierno. Uno de los problemas grandes de Venezuela es que esto ya es una dictadura.
La oposición mantiene todavía sus modales democráticos y nadie está armado. Quien sí
está armado es el Gobierno.
“El periodista hace una función intelectual.
Un periodista no es un mandadero”
233
Unión Radio Noticias es una cadena radial privada. Cuando la Conatel
ordenó el cierre de tu programa, ¿esperabas el respaldo de la institución?
Unión Radio es una cadena privada que se ha movido con mucha astucia en este marco,
pero que ha tenido que ir cediendo lo poco que quedaba de periodismo crítico. Yo fui
una de las últimas bajas. Tengo varios amigos que están allí y hacen lo que pueden. La
emisora está muy acorralada, y si ellos no me sacaban se exponían a una sanción muy
grave. Yo pasé 10 años allí, siempre han sido muy respetuosos. No quise exponerlos.
Ellos ya me habían pedido varias veces que tenga cuidado. Yo hubiera podido ser como
otros locutores y quedarme callado, pero eso me parecía que no tenía contenido en el
estado de catástrofe en el que estaba el país. La indignación me sobrepasó y me tuve
que ir. Al principio, dos de los gerentes me pidieron que me quedara: “Vamos a tenerte
guardado. En lo que tú cambies, le damos la vuelta, y te vamos a seguir pagando un
pequeño sueldo”. Eventualmente me invitaban a algunos programas de la radio a hablar.
Pero si se trataba de política yo iba a decir lo que sabía y pensaba, sin ser estridente o
inventar.
En octubre del 2019 me invitaron a un programa de Unión Radio junto a dos periodistas
que están en la línea de “entenderse con el Gobierno”. Hubo una discusión muy acalorada
en la que yo dije: “Juan Guaidó es, de acuerdo con la Asamblea Nacional (que es lo único
que le queda a Venezuela), el presidente de la República”. Eso fue nombrar a Satanás en
la Iglesia. Después de ese programa, mi veto en la radio es absoluto. No me han llamado
nunca más.
Yo entiendo a la radio, lo que no quiere es que la cierren, pero también te deja un pequeño
sinsabor, una reflexión de cómo en las dictaduras la gente cambia, cómo para salvarse se
impone la no razón y la mentira. Decir la verdad es hacer el papel de demente. Eso es una
de las cosas que yo había escuchado mucho, pero hasta que no lo vives en carne propia no
te das cuenta total. Este es un régimen miserable, perverso, mentiroso, corrupto, amoral,
muy narciso, con una autopercepción ridículamente sublime. Sin embargo, aún no llega a
ser un régimen en el que te buscan y te pegan un tiro.
Es sencillo darse cuenta de cómo en el comportamiento social la gente atiende su
interés inmediato. Frente a eso uno se vuelve un personaje incómodo. Es conocido en las
dictaduras el colaboracionismo, de hecho, ahora en la radio solo puede hablar el sector
opositor blando (directamente colaboracionista). Yo siento que la gente me respeta. Pero
estoy fuera del aire. No se puede hacer nada digno en dictadura.
El cierre de tu programa fue un hecho de gran magnitud. Antes de esto,
¿habías percibido otros intentos de censura? ¿Desde dónde?
Del Gobierno no. Lo que pasa es que yo sabía que estaba tocando una zona que a ellos les
molestaba. La radio me llamó dos o tres veces. Serfatti, gerente general de la emisora, fue
al estudio con un exhorto, me invitó a conversar a su oficina y me dijo, muy respetuoso:
“no te quiero censurar”. De mi parte prometí hacer lo que pueda, hasta que en un momento
no pude más. Yo creo que algunos gerentes de la radio están molestos conmigo. Claro,
234
lo que argumentan es que este tema se me advirtió. Pero pienso que hay cosas que no se
pueden dejar pasar, una de ellas, la decencia.
En 2015, la oposición empezó a tomar fuerza, por primera vez obtuvo una clarísima victoria
electoral frente al Gobierno en las elecciones y tenía una mayoría total en el parlamento.
Sin embargo, ese parlamento no pudo legislar. Maikel Moreno, presidente del Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ), emitió una sentencia por la cual el TSJ se apropiaba de todas
las funciones legislativas. Ahí empezó a crecer aún más mi enojo.
El 30 de marzo de 2016, inició una etapa de protestas que duró hasta junio. Todos
los días miles de personas salían a las calles a protestar. Al inicio estas marchas eran
pacíficas, luego empezaron los enfrentamientos con la policía. Estos últimos, mataron
a 150 personas en diversos momentos, por eso es que mucha gente se fue. Yo iba a las
protestas como ciudadano. Era imposible que a mí me pidieran que no tenga opiniones. Yo
trabajo con contenidos para interpretarlos correctamente. El periodista hace una función
intelectual. Un periodista no es un mandadero. Cuando anuncié en redes mi salida del aire
le di las gracias a la radio. Yo creo que la radio no lo ha hecho mal. Han hecho un esfuerzo.
Todavía lo poco que puedas conseguir en materia de periodismo crítico se concibe allí.
Si te hubieran dado una “salida intermedia” para mantener el programa
al aire, siempre cuando te rectificaras de lo expresado, ¿lo hubieras
hecho?
No. Si me lo hubieran preguntado en 2013 quizá hubiera dicho que sí, pero en 2017 no.
Yo ya tenía muy claro lo que había pasado en Venezuela. En el 2017 yo no iba a dejar
de decir que estos tipos saquearon el tesoro público, se robaron la esperanza popular,
desmantelaron la nación, no quieren responder por lo que han hecho y además tienen los
riñones de querer pasarle por encima a la Asamblea Nacional imponiendo un golpe en
nuestras narices. Si bien ese fue mi trabajo por diez años seguidos, a mucha honra podré
decir, el día que esto se acabe, que mantuve mi posición y que no la entregué por ser cool
o querido, como otra gente.
“Periodismo y sociedad democrática hay,
lo que pasa es que es una pelea desigual porque
los chavistas están armados”
¿Existe el periodismo como tal en Venezuela?
Sí, existe. A pesar de los pesares y a pesar de que los medios de tradición del país, que eran
enemigos jurados del Gobierno, están reducidos a su más mínima expresión o no existen,
la sociedad digital y la llegada de las redes sociales ha devuelto oxígeno. Ha permitido
que los periodistas que se han quedado se reorganicen en nuevos medios, casi todos
portales o experimentos multimedia. Como gran paradoja, en medio de esta hecatombe,
Venezuela consolidó una red de periodistas de investigación bastante consistente.
235
El Gobierno, de pronto, no les dio más papel a los periódicos e hizo quebrar a un montón
de medios, por ello, lo medios que existen hoy lo hacen en digital. Hay mucho activismo
en redes sociales. Se escribe y lo interesante es que, como nunca, hay periodistas
venezolanos que están ganando premios internacionales. Mi esposa, por ejemplo, es
periodista de investigación, y en este marco, ha hecho investigaciones sobre la compra
ilegal de insumos médicos, la corrupción del seguro social, el tráfico de oro… Entonces
aún existe este tipo de trabajos.
Quiero decir que sí se hace periodismo, sí se cuestiona el poder, sí se critica y, en este
momento, el periodismo venezolano está ganando unos premios que no se habían ganado
cuando todo estaba normal. Periodismo y sociedad democrática hay, lo que pasa es que,
aunque este país hace mucho dejó de ser chavista, y cualquier candidato opositor le
ganaría a Maduro 90 a 10, es una pelea desigual porque los chavistas están armados. Y
porque lamentablemente las fuerzas armadas quedaron intoxicadas.
A raíz de lo que mencionas, ¿de qué manera consideras que internet y
las nuevas tecnologías influyen en los casos de censura al periodismo?
Son una salida frente a la censura. Absolutamente. En líneas generales, mientras la
tecnología avanza, la censura se complica. La sociedad digital ha sido el escape por el
cual se ha salvado el periodismo. O sea, los medios de difusión masiva (televisión, radio
y prensa de papel) están muy lastimados, pero sigue habiendo mucho rigor en portales
de YouTube, portales de internet y espacios multimedia… se hacen trabajos de cierta
complejidad. Por ejemplo, lo que nosotros estamos haciendo ahorita en Tal cual es un
reportaje sobre la tortura en Venezuela. Un documental con acusaciones muy graves pero
todas ciertas. A ver cuándo lo podremos sacar.
Hay un tejido de periodistas que sigue haciendo su trabajo. Hay muchos otros que se han
ido a España, Colombia… Diría incluso que, en cierto sentido, el periodismo venezolano
está más vivo que nunca y, sobre todo, está dándole al Gobierno en donde le duele. Lo
que pasa es que lo hace en textos de investigación y multimedia que el Gobierno sabe que
tienen una difusión más limitada. Por eso el Gobierno convive con ello todavía y los deja
salir.
Otro instrumento por excelencia para la difusión de contenido son los teléfonos
inteligentes. Claro, hay mucho relleno y mucha mentira, pero también hay cosas que son
verdad y que por medio de estos te enteras. Los vídeos de Whatsapp son, por ejemplo,
materia prima informativa.
“Mientras la tecnología avanza, la censura se
complica”
¿El ciudadano venezolano se ha acostumbrado a la situación del país?
¿Hay público para un buen periodismo?
Yo creo que es un poco de las dos cosas. Cuando tú hablas con una persona humilde
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y sencilla, te das cuenta de que, a pesar de estar molesto como todo el mundo, su
preocupación principal es sobrevivir.
En líneas generales, la gente me conoce y me trata con mucha simpatía, porque todavía
hay espacios de interés. Siempre pasa que cuando el país vive situaciones difíciles, el
amor por lo nacional está muy por encima, o sea, que hay una gran añoranza por los
tiempos de prosperidad pasada, un gran dolor por lo que ha pasado en Venezuela, una
gran tristeza…
Este es un país que está muy deprimido y muy triste con esto que está pasando. Yo siento
que lo que hay es indignación, dolor.
¿Qué le ha hecho el comunismo al periodismo?
Judicializar la información, mentir, desligar la atención de los problemas graves, consolidar
el estado de impunidad, el abuso y agredir directamente a periodistas. La cantidad de
periodistas a los que han agredido en manifestaciones públicas las hordas chavistas es
gigantesca. Los comunistas tienen el problema de tener una visión muy religiosa de lo
que hacen. Ha sido muy letal.
Yo que al principio no era ni tan crítico, ni tan radical, no me imaginé que el daño sería
tan hondo. Y cuando Maduro asumió, pensé que como era un tipo tan limitado, iba a
procurar un gobierno de acuerdos, pero lo que hizo fue profundizar la revolución. Entre
más profundizas, más daño haces.
Pero lo que más me preocupa a mí es el anticomunismo. Creo que es un mal tan grave
como el comunismo. Cuando esto se acabe cómo será la ola de venganza en sentido
opuesto. Aquí la gente puede que tenga un ataque de locura para vengarse del chavismo,
porque yo veo mucha rabia en la calle. Pero ahí estará el periodismo. Porque en los
procesos radicalizados, a veces las víctimas son quienes están procurando moderar un
poco la situación.
¿Qué otras muestras de censura hay en Venezuela?
Hay un periodista joven y no tan conocido, Darwinson Rojas, que tiene un portal llamado El
pitazo. Lo fueron a buscar y se lo llevaron preso. Es lo que el chavismo llama la “Operación
Tun Tun”. Le tocaron la puerta y se lo llevaron y ya lleva dos semanas preso por instigación
al odio. Yo podría estar preso por lo mismo, pues para ellos instigación al odio es criticar
de más al Gobierno, y yo le he dicho cosas muy duras a los chavistas en las redes. No
insultos, solo lo que han hecho.
Además, ya se han cerrado varias cadenas. Chávez desmanteló la televisión venezolana.
Cerró sin motivo Radio Caracas Televisión en 2007, con sus más de cien emisoras. Cerró
también el Circuito Nacional Belford, bajo la excusa de que no eran legales. Venevisión,
otra de las grandes televisoras del país del Grupo Cisneros -un grupo muy poderoso y
que tiene casi todos sus capitales fuera de Venezuela-, pactó con el Gobierno y hace lo
que quiere. Entonces, ha sido un proceso de encanallamiento muy grave. Los periódicos
venezolanos también: El Universal, un periódico de más de cien años tradicionalmente muy
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conservador, fue comprado con capitales chavistas y lo volvieron un periódico chavista.
Última Noticia, un periódico popular muy leído, lo compraron también los chavistas. Ves
que empiezan a cercarte, y la cultura chavista empieza a ser parte del paisaje. Los medios
nacionales más importante del país, en papel, no existen. Y si a esto le sumas el control
mismo del papel -material-, ya con ello haces quebrar a los medios.
Respecto a la radio, han cerrado más de 100 emisoras. Y a cada rato uno encuentra que
la Conatel cerró una nueva. En el caso de Unión Radio, [el chavismo] ha ido colonizando
la parrilla de programación. Ahora quizá solo haya un programa que pueda ser visto como
de oposición o crítico, y aun así hay cosas que no se pueden hablar, porque si las hablas
estás fuera. No necesariamente preso. Aunque en este momento nada se puede asegurar,
estamos todos pagando, expuestos gravemente por las amenazas de Estados Unidos a
Maduro.
La judicialización de periodistas es mucho más de lo que se pueda dar “normalmente”.
Estos son casos de censura tan gruesa porque son medios completos los que se vienen
abajo. Periodistas que han tenido que irse, o que les plantean demandan legales. A ver, yo
crecí en un país acostumbrado a hacer periodismo, aquí la gente no se sabe callar. Había
una sociedad de masas muy viva y Chávez estimuló ese debate. ¡Hipercrimen!
Lo que hizo Chávez es apuntar a la estructura de propiedad de los medios. Los medios
que quedan han tenido que entenderse con el Gobierno en sus términos. La periodista
Marta Colomina tuvo que salir del aire, como yo, por censura. Rafael Poleo está en el exilio
por censura. Alfredo Meza igual… es una lista muy grande.
“El periodismo venezolano está más vivo que
nunca y, sobre todo, está dándole al Gobierno
en donde le duele”
¿Por qué no dejar Venezuela?
Yo no me he ido por la esperanza de que esto cambie, de recuperar a nuestro país, de
salvarlo. Yo siento que un periodista de verdad tiene un compromiso con la sociedad, con
el país, con la gente y con el hecho nacional. Ese el motivo más importante, y en eso mi
esposa es como yo. Pero claro, se ha ido tanta gente del país. Al principio había mucha
curiosidad con Venezuela, pero ahora ya estamos todos regados, hay mucha xenofobia.
Yo no soy muchacho, no sé si empezar de nuevo es la salida. En algún momento me lo he
pensado seriamente y si me voy es porque me derrotaron. Sin embargo, sé que no solo
puede pasar que me vaya, sino que me tenga que ir corriendo. Pero estoy muy metido en
el pulso de ver si se logra derrotar a estos malditos (porque son una gente que no tiene
perdón de Dios con lo que están haciendo), derrotarlos, sacarlos y celebrar en Caracas el
regreso de Venezuela. Yo quisiera vivir eso, o sea, hacer la fiesta (¡lo logramos!). Aunque
no sé si lo vamos a lograr.
Juan Guaidó el año pasado reactivó la esperanza nacional. Parecía posible. Sigue estando
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en veremos el tema. También me podría ir más viejo de lo que estoy ahora. Tengo amigos
en España o Miami que están dispuesto a tenderme la mano.
¿Qué consejos le darías a un periodista que ha sufrido censura?
La censura tiene un efecto un poco raro, porque tú terminas sintiendo que es culpa tuya.
Yo creo que, en una dictadura, que te censuren es un honor. O sea, son heridas de guerra.
Nadie debe sentirse mal si una dictadura lo censura. En el periodismo es muy importante
que no te desmientan, o sea, tú construyes tu credibilidad ladrillo a ladrillo, día a día y mes
a mes haciendo lo correcto. Eso implica no inventarle cosas al Gobierno por mucho que
no lo quieras. Hay que contar las cosas como son e interpretarlas.
Yo soy de los que piensa, yo no renuncio a interpretar. Yo creo que la cabeza está para
usarla. Creo que el periodismo es un oficio intelectual donde tienes un compromiso con la
sociedad, con la gente, con el desposeído, con la justicia, con la verdad y con tu país. Sin
ponernos patriotas de más, ni cursis: yo tengo un país, es el que me tocó, está bien o está
mal, pero es el mío, y yo me la estoy jugando con él. Yo creo que estos son principios que
debe que tener un periodista.
La censura produce mucha frustración y no es solo un tema de dictadura. En democracia
hay censura e intereses creados. En las sociedades democráticas puede pasar que tu jefe
es amigo de un ministro, y tú dijiste algo que es verdad pero que no le gustó al ministro
y este llamó al jefe… es muy desagradable, pero con eso se convive. Afortunadamente,
la sociedad moderna digital le ha regalado a cada comunicador un puesto de combate:
Twitter, Instagram, Facebook, YouTube, etc., son lugares para trabajar y hay que usarlos
con mucha responsabilidad. Tú te ganas tu audiencia, los seguidores no te los regalan.
“En una dictadura, que te censuren, es un
honor. Son heridas de guerra”
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