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Histeria, literatura y mujer en el siglo XIX

2020, Histeria, literatura y mujer en el siglo XIX

Histeria, literatura y mujer en el siglo XIX María Aboal López En portada: Edvard Munch, La danza de la vida, 1899-1900 (detalle) Galería Nacional, Oslo © Archivos Vola, Madrid, 2020 Todos los derechos reservados ISBN: 978-84-121708-4-9 Depósito legal: M-16775-2020 Impreso en España Índice MUJER Y LOCURA LA HISTERIA EN LA HISTORIA DE LA MEDICINA 9 25 LA REPRESENTACIÓN DE LA HISTERIA EN LA NOVELA DECIMONÓNICA 43 ILUSTRACIONES EN COLOR 80 BIBLIOGRAFÍA 89 A mis hermanas Elena y Rosalía, mujeres maravillosas MARÍA ABOAL LÓPEZ es Doctora en Literatura Española por la Universidad Complutense de Madrid y en la actualidad es Profesora Contratada Doctora en la Universidad Internacional de La Rioja. Sus líneas de investigación se han centrado en la representación del cuerpo enfermo y de la muerte en la narrativa del siglo XIX y especialmente en la construcción decimonónica de una imagen de la mujer concebida desde el espacio de la locura. Entre sus publicaciones destaca la monografía La muerte en Galdós (2015), donde estudia la relación de los personajes galdosianos con el inevitable destino del ser humano. Ramón Casas, Joven decadente, 1899. Figura 1: Robert Edge Pine y William Dickinson, Figura femenina representando la locura, 1775. 1. MUJER Y LOCURA Desde la Antigüedad se ha relacionado a la mujer con la enfermedad y especialmente con la locura como enfermedad mental, si bien a lo largo de los siglos tanto la concepción de locura como la de mujer han ido adquiriendo diversos matices. En las primeras civilizaciones las personas consideras locas no eran culpabilizadas por ello porque se suponían víctimas del infortunio, y la locura, fuera o no castigo, provenía de fuera, del capricho de los dioses. Será durante la Edad Media cuando el cristianismo condene a la locura marcándola con la culpa y el pecado, y desde su relación con la posesión demoníaca y con la brujería nuevamente el género entre en acción con fuerza. Después, paulatinamente, y especialmente a partir del siglo XVII, la locura comienza a verse ya como enfermedad mental o trastorno y no como maldición, y será en el Ochocientos cuando el género vuelva a revelarse con mayor fuerza como elemento diferenciador. Loco o loca es la persona que delira, (del latín de-lirare): "el que se sale del surco al labrar la tierra" (Huertas 2014: 9 10). Por tanto, el que se escapa de la norma. Igualmente, el mismo autor nos recuerda que "El loco no es un sujeto que se ha liberado de las ataduras e imposiciones sociales, es una persona que sufre enormemente, que vive al borde de un abismo angustioso" (8) y esto lo será también en parte por su condición de un ser marginado. Precisamente, en nuestro capítulo dedicado a la representación de la histeria en las novelas decimonónicas contemplaremos cómo el dolor es protagonista en muchas de ellas por el particular sufrimiento que acompaña a sus heroínas. Como destaca la historiadora Bethany Aram (2001): "La medicina galénica y la filosofía aristotélica popularizadas durante el Renacimiento vinculaban el amor y el temor femeninos con la debilidad antes que con la autoridad" (122-123) y estas ideas, de la misma manera que veremos a continuación en nuestro capítulo de la histeria en la historia de la medicina, han permanecido a lo largo de los siglos contagiando ideas, textos, y toda una perspectiva universal sobre la mujer a lo largo de la historia. En múltiples períodos y representaciones artísticas la mujer que se ha salido de la norma o ha intentado saltarse las leyes impuestas ha sido etiquetada como loca, violenta, furiosa o peligrosa por el mero hecho de querer desafiar a la autoridad o simplemente por mostrar un carácter más fuerte habitualmente relacionado con la masculinidad: podríamos incluso pensar en Antígona, en la Ofelia de Shakes10 peare o en su Lady Macbeth y en el ejemplo XXXV de El conde Lucanor (1335) llamado "De lo que contesció a un mançebo que casó con una [muger] muy fuerte et muy brava". También los constantes intentos de controlar a una figura femenina rebelde aparecían años después en The taming of the shrew (1591) de Shakespeare (La fierecilla domada). En ambas narraciones se retrata a un personaje de mujer rebelde que debe ser domada por el varón: debajo de la locura pueden encontrarse signos de resistencia y rebelión, no tanto en relación a que la locura en sí fuese un instrumento para ello, sino a que la locura se convirtió en una "capa" que pretendía ocultar, bajo las etiquetas de las distintas patologías, conductas y pensamientos que transgredían el orden establecido, asociándose, no pocas veces, con la peligrosidad sexual. (Somavilla y Jiménez 2003: 15) Todo esto forma parte del constante intento de apartar a la mujer del poder desde la Antigüedad (Beard 2018) y que la locura, y más concretamente la histeria, ayudó a cristalizar al suponer la acusación de loca, bruja o histérica un distanciamiento real de la mujer dentro de la sociedad, incluidos en muchos casos la reclusión, la tortura e incluso la muerte: 11 la mujer es considerada como una trampa, una verdadera amenaza para el orden moral y social, si no se le controla estrechamente. En el mundo cristiano, la inferioridad de la mujer no solamente es natural, como en Aristóteles, sino que se incrementa con una inferioridad teológica: la mujer no nace directamente del acto creador de Dios sino que deriva de Adán. (Mengal 2003: 117) La fascinación que ha ejercido siempre la locura en las artes y en el mundo científico quedó plasmada en la Edad Media en esas figuras del necio y el loco que poblaban cada vez más las obras literarias, pictóricas y científicas. Desde ese punto de partida, y con el cuerpo femenino como sujeto de esa irracionalidad, señalaremos algunos rasgos de la época del Medievo que hereda la representación de la mujer como loca en el siglo XIX, con una atención especial al XVI, vinculado especialmente con la medicina del Ochocientos por el surgimiento del estudio de la melancolía y su estrecha relación con la histeria. La melancolía, que analizaremos también en este mismo capítulo, tan retratada en el XIX y vinculada al ataque histérico en su última fase, será la enfermedad recurrente en las representaciones artísticas del XVI; si bien no podemos obviar que su origen se remonta a la Antigua Grecia con la escuela hipocrática. La Edad Media funciona pues como un particular espejo en el que podemos seguir buscando huellas del tratamiento 12