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Grandes Proyectos Urbanos:
una definición elusiva
Daniel Kozak 1
Guillermo Jajamovich 2
Introducción3
Como sucede con otros tantos términos en el campo de los estudios
urbanos, existe una cierta dificultad para arribar a un umbral de
consenso para la definición de la categoría Grandes Proyectos Urbanos
(GPU). En una de las primeras compilaciones sobre la temática en América Latina, Lungo (2004) señalaba que no existía un concepto bien definido, sino que se trataba más bien de una noción ambigua, compleja
y polisémica. Sin embargo, podemos encontrar circuitos de debates es1 Centro de Estudios Urbanos y Regionales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CEUR-Conicet).
2 Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC-UBA), Universidad de Buenos Aires, Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
3 Una versión preliminar y acotada de este trabajo ha sido publicada en Jajamovich y Kozak, 2019.
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pecíficos y autores que trabajan sobre la base de entendimientos afines
que acuerdan principalmente en su caracterización. Según Carlos Vainer (2012, p. 190): “a pesar de las innumerables divergencias y matices
conceptuales, el hecho es que los autores [que estudian los GPU] se reconocen y saben de lo que están hablando, como saben que están hablando
de una misma familia de intervenciones urbanas”. En una línea similar,
Beatriz Cuenya (2012, p. 12) señala que “hay bastante consenso entre los
estudiosos acerca de que una nueva camada, o familia, o generación de
megaproyectos, [que] ha surgido y se ha diseminado en los últimos 30 o
40 años en la mayoría de las grandes ciudades del mundo, con fisonomía
o rasgos físicos y funcionales casi idénticos”. Estos son los entornos de
“torres de oficinas, residencias de lujo, hoteles de alto estándar, shopping
malls, equipamientos culturales y de ocio”. En palabras de Leal de Olivera y Novais (2012, p. 231), se trata del “ajuste del espacio industrial a
las determinaciones del terciario avanzado y su reposicionamiento en la
nueva geografía de la competición del mundo globalizado”, que hizo su
desembarco en América Latina principalmente en los noventa.
Este capítulo busca dar cuenta de una serie de heterogeneidades
que subyacen al consenso tácito señalado, con el fin de explicitar cómo
ha sido —y es— comprendida y operacionalizada la categoría GPU en el
contexto latinoamericano. Así, más que centrarnos en casos específicos,
desplazaremos el foco de atención a las miradas académicas y técnicas
sobre los mismos. En ese sentido, se señalarán una serie de cruces y
diferencias entre conceptos como los de GPU y megaproyectos, dando
cuenta de la existencia de distintas literaturas y geografías a las que estas aluden. A su vez, se indicarán una serie de diferencias que aquellas
conceptualizaciones suponen a la hora de periodizar las experiencias
y, en consecuencia, el tipo de iniciativas que contemplan —o dejan de
contemplar— en sus análisis. En ese mismo sentido, se recorrerá la frecuente asociación entre GPU y el discurso de la globalización, advirtiendo de algunos supuestos subyacentes, a la vez que se indicarán otros
caminos que buscan resaltar la creciente multiplicación de grandes pro-
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yectos. Por otra parte, dados los múltiples cruces entre expertos, académicos y gestores de iniciativas asociadas con los grandes proyectos
urbanos, mencionaremos una serie de debates técnicos y políticos que
los recorren y que permiten organizar las literaturas existentes de otro
modo. Entre otros aspectos, existe una controversia sobre cómo evaluar
estas iniciativas y cada posicionamiento mencionado deriva en posturas
divergentes. Tal como lo señala la literatura sobre políticas públicas, los
criterios de evaluación también constituyen los proyectos, en tanto, el
privilegio de algunos valores y criterios subraya ciertas dimensiones de
estas iniciativas a la vez que deja otras en las sombras. Es decir, analizan
a la vez que prescriben y, de ese modo, dada la porosidad entre académicos, expertos y gestores las diferencias conceptuales se yuxtaponen con
argumentaciones que legitiman o resisten estas iniciativas. Por último,
presentamos una serie de conclusiones provisorias con el fin de contribuir al debate sobre la categoría GPU, su periodización y caracterización.
Definiciones, literaturas y geografías
Usualmente, los Grandes Proyectos Urbanos (GPU) son definidos como
operaciones públicas de transformación urbana, denominadas así a
partir de su tamaño físico y/o de su costo. En general, la literatura anglosajona prioriza una definición desde el monto de la inversión. Por ejemplo, para Altshuler y Luberoff (2003, p. 2) la aplicación del concepto de
megaproyecto depende principalmente de una cuantificación monetaria:
el término “denota iniciativas que son físicas, muy costosas y públicas…
cuestan por lo menos $250.000.000 de dólares, al valor 2002 ajustados
por inflación” (citado en Vainer, 2012, pp. 190-191). Aunque el umbral
más utilizado en la actualidad es el de mil millones de dólares —1 billion, según la denominación en inglés— (Flyvbjerg, Priemus y van Wee,
2008). Sin embargo, estos montos son relativos y dependen de la relación
entre el presupuesto del megaproyecto, el tamaño de la economía y los
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costos de / en la ciudad que los alberga. En muchas ciudades del sur global, los megaproyectos son considerados iniciativas cuyos presupuestos
son menores a aquellos que los tornarían megaproyectos en ciudades
del norte global. Por otra parte, son usuales también las definiciones a
partir del tamaño físico de la operación.
Por su parte, el término ‘megaproject’ fue acuñado en la década del
setenta en el marco de una serie de iniciativas públicas y privadas en
Canadá. Sin embargo, es usual su aplicación retrospectiva para la conceptualización de proyectos urbanos previos a la aparición del neologismo.
En América Latina y Europa continental, la denominación más
habitual para estas iniciativas es la de grandes proyectos urbanos o GPU.4
El recorte que delimita estas iniciativas enfatiza la escala espacial de
la operación, los modelos de gestión y la valorización del suelo que
producen. Fuera de este recorte están las obras como autopistas, grandes conjuntos de vivienda social o aeropuertos. Es decir, algunas de las
iniciativas usualmente referidas como megaproyectos en la literatura
angloparlante.
Periodizaciones y casos en discusión
Existe un debate con respecto a la novedad de los megaproyectos recientes y los cambios que implican en relación con iniciativas previas.
En América Latina, las miradas más frecuentes sobre los GPU tienden a
recortarlos temporalmente en el marco de los importantes cambios en la
economía global de mediados de los setenta del siglo pasado, que signa-
4 Entre otras vertientes ligadas al universo de la gestión urbana, la categoría de GPU también dialoga
con perspectivas disciplinares del urbanismo y la arquitectura. En ese sentido, pueden mencionarse
desarrollos en torno a la idea de proyecto urbano, particularmente, en Cataluña (Sainz, 2006; SolàMorales, 1987), y sus diversas circulaciones hacia América Latina (Aguilar, 2005; Novick y Vecslir, 2015;
Jajamovich, 2012).
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ron el comienzo de un nuevo ciclo del capitalismo (Harvey, 2005), y los
comprende como una de las manifestaciones urbano-territoriales más
palmarias de la globalización.
La literatura que aborda la experiencia de ciudades norteamericanas y de Europa occidental tiende a señalar su emergencia en el contexto de la segunda posguerra; la reconstrucción de ciudades (en el caso
de Europa) e inversiones en autopistas y grandes desarrollos públicos,
en general. A su vez, señalan como edad de oro de los megaproyectos al
periodo que va desde la década de los cincuenta hasta mediados de la
década de los sesenta. Desde mitad de los años sesenta hasta entrados
los setenta, se señala un declive de estas iniciativas, producto de problemas fiscales, así como de críticas técnicas y políticas que impugnan los
impactos sociales, ambientales y el desplazamiento de población que, en
ocasiones, implican estas iniciativas. Esto derivó en una serie de cambios
en los modos de operar por parte de gobiernos locales, socios privados y
grupos de ciudadanos. Asimismo, se produjo un desplazamiento desde
operaciones de urban renewal y de construcción de autopistas urbanas,
hacia iniciativas en zonas obsoletas que no implicaran desplazamientos
de población. De cualquier modo, esto no sucedió de modo análogo en
ciudades del Norte y del Sur global (Altshuler y Luberoff, 2003).
Aunque perdure el debate sobre el grado de ruptura y novedad de
las iniciativas contemporáneas, a la hora de indicar los cambios que
suponen existe cierto consenso: la localización de las iniciativas, el rol
del Estado —más como promotor que como constructor directo—, el
rol del sector privado y las formas de financiamiento. En términos físicos, de diseño y de gestión, estas iniciativas, a pesar de sus diferencias y
similitudes en distintas geografías, continúan como un asunto de análisis relevante (Díaz Orueta y Fainstein, 2008).
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GPU
y el discurso sobre la globalización
Desde el punto de vista predominante en la literatura especializada en
América Latina y Europa continental, la emergencia de los gpu ha sido
asociada a una serie de cambios que signaron la economía mundial hacia mediados de la década del setenta del siglo pasado. Así, fueron comprendidos como una manifestación urbano-territorial paradigmática de
la globalización y de la competencia entre ciudades en pos de atraer inversiones y posicionarse a nivel global. Los casos más estudiados desde
esta perspectiva, generalmente, incluyen complejos de torres de oficinas, residencias de lujo, hoteles de alto estándar, shopping malls, equipamientos culturales y de ocio (Cuenya, Novais y Vainer, 2012). Entre las
iniciativas paradigmáticas de grandes proyectos urbanos suelen resaltarse ejemplos como: La Défense en París, la renovación del área portuaria de Baltimore, Battery Park en Nueva York, Docklands en Londres, y
la renovación urbana previa a la Barcelona Olímpica de 1992. En América Latina tienden a reiterarse referencias a Puerto Madero en Buenos
Aires, Santa Fe en Ciudad de México, Faría Lima en Sao Paulo y Porto
Maravilha en Río de Janeiro, entre otros casos. Aquella asociación entre
gpu y globalización ha sido discutida desde perspectivas que impugnan
la novedad de estas iniciativas y las ponen en diálogo con operaciones
previas. Asimismo, como se verá inmediatamente, existen otros intentos
analíticos, que consideran otros procesos y actores a la hora de dar cuenta de la creciente proliferación de gpu en las ciudades.
GPU
más allá de la globalización
Es innegable que iniciativas como los GPU recorren distintas ciudades.
Sin embargo, pese a su evidente multiplicación ha predominado el estudio de caso. En menos oportunidades se ha reportado estas formas
de intervención urbana y cuando ha sucedido, el eje se ha centrado en
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indicar la acción del capital transnacional sobre las ciudades o en entenderlos como la derivación de la globalización en las ciudades.
No obstante, aunque en una proporción menor a la enunciada existen otros modos de acercarse a la aludida multiplicación de los GPU al
señalar otros actores y procesos vinculados a la circulación de políticas y modelos urbanos (Jajamovich, 2018). En efecto, las ciudades (o
más bien, los políticos y expertos) apelan a una serie de recursos en
los procesos de desarrollo y legitimación de estrategias para el desarrollo y las políticas urbanas que incluyen la circulación internacional de
expertos y de políticas urbanas (Mc Cann, 2011). Así, el abordaje de
tales procesos en diálogo con la literatura sobre GPU supone otro modo
de construcción de objetos de investigación transnacionales, la puesta
en diálogo de múltiples intervenciones urbanas en la región y el abordaje de alguna de sus conexiones concretas. Asimismo, posibilita construir
más mediaciones entre el accionar del capital global y las intervenciones
urbanas, subrayando el rol de la acción y la circulación de expertos y
políticas urbanas. En efecto, si bien la materialización de estas intervenciones urbanas supone la participación de capitales privados, comprender cómo y en qué direcciones circulan tales propuestas requiere la
consideración de otros procesos y actores involucrados, en el entendido
de que la producción de grandes proyectos urbanos supone procesos
tanto territoriales como relacionales.
Muchas de estas iniciativas trascienden la ciudad en que se generan
y circulan transnacionalmente como best practices, a la vez que proliferan tanto consultoras y expertos internacionales en la materia, como
prácticas ligadas al urban policy tourism (González, 2011) y viajes in
situ para conocer estas experiencias y fortalecer en contextos locales la
implementación de iniciativas análogas o asociadas.
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Debates técnicos y políticos
En América Latina existe un debate técnico y político sobre los GPU
que involucra a gestores, expertos, académicos, desarrolladores inmobiliarios, movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales
(Jajamovich, 2019).
En términos genéricos, los promotores o “partidarios” de estas
iniciativas valoran en los grandes proyectos urbanos su capacidad
para facilitar inversiones, a partir de lo cual sostienen la necesidad de
ponerles la menor cantidad de límites. Asimismo, ven en los grandes
proyectos una novedosa forma de articulación entre actores públicos
y privados, cambios positivos en la gestión urbana, así como una posibilidad de modificar áreas con recursos estatales limitados. Por el
contrario, los “detractores” observan a los GPU como parte de la neoliberalización de las ciudades, privatización de la gestión urbana y una
amenaza de gentrificación (Vainer, 2012).
Entre ambos polos, existen posiciones “reformistas” que entienden
que, aunque su orientación central esté dirigida a la ganancia económica, pueden incorporar medidas que atenúen sus efectos negativos en
términos sociales y urbanos (Cuenya, 2012; Cuenya, González, Mosto
y Pupareli, 2012). Así, postulan que el estado puede recuperar parte de
la valorización que su accionar —sea vía normativa urbana o construcción de infraestructura— genera.
Dentro de este posicionamiento, existe un amplio abanico de posibilidades respecto a cuánto se recupera de tal valorización, así como
al destino urbano y social de lo recuperado. Tales alternativas suponen
una variedad de posturas con respecto a las relaciones entre grandes
proyectos y el resto de la ciudad en que se insertan, así como en relación con los vínculos entre actores públicos y privados. Sintéticamente,
pueden reconocerse tres posiciones. En primer lugar, aquella que promueve obligaciones a los desarrolladores en el propio perímetro de los
GPU, tales como: la construcción de infraestructura, espacio verde y/o
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espacio público extra. En segundo lugar, las posturas que promueven
que las obligaciones a los desarrolladores no se desplieguen únicamente
en el perímetro de los grandes proyectos, sino que incluyan zonas de
las ciudades donde los desarrolladores no suelen intervenir. Así, buscan
otorgarle un mayor alcance redistributivo a través de iniciativas como:
vivienda social en áreas distintas a la de los GPU, construcción de infraestructuras en zonas con carencias, etc. En tercer lugar, aunque se trate de
una alternativa menos ensayada en América Latina, pueden mencionarse los posicionamientos que buscan expandir el alcance redistributivo
de los grandes proyectos, pero dentro de su propio perímetro. Así, proponen facilitar elementos de mixtura social e insertar residencialmente población que no accedería sin facilidades, a través, por ejemplo, de
vivienda asequible o affordable housing.
Estos debates se reproducen en otro terreno específico: el de los
criterios con los cuales se evalúan los grandes proyectos (Jajamovich,
2019). Así, existe una controversia sobre cómo analizar estas iniciativas
y cada posicionamiento mencionado deriva en posturas divergentes.
Los “partidarios” tienden a focalizarse en la relación entre la inversión estatal inicial y la inversión privada atraída o, en términos de Hall
(1996), apalancada. En ese marco, el objetivo primordial radica en acotar la inversión estatal y ampliar la llegada de inversión privada. A esto se
suma, en ocasiones, alusiones a la cantidad de metros cuadrados construidos, los puestos de trabajo generados, etcétera. Por su parte, “reformistas” y “detractores” proponen criterios más amplios para la valoración
de los grandes proyectos e incorporan aspectos sociales, ambientales y
urbanos que –en ocasiones– trascienden el perímetro de los GPU. En ese
marco, centrado en la experiencia de ciudades y desde una perspectiva
“detractora”, Vainer (2012) enuncia los siguientes criterios de evaluación:
a) si estos contribuyen a la ampliación y profundización de ciudadanía
democrática; y b) si colaboran en la reducción de desigualdades socioespaciales. Por su parte, aunque centrada en ciudades euro-norteamericanas y más próxima a lo que hemos caracterizado como posición
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reformista, Fainstein (2011) propone evaluar los megaproyectos en relación con valores, tales como: a) equidad; b) democracia; c) diversidad.5
Conclusiones
La dificultad que plantea señalar taxativamente qué es y qué no es
un GPU es indicativa del carácter difuso de los bordes del objeto de estudio. Definiciones como las que establecen un umbral en la extensión
física o en el monto de la inversión impiden filtrar casos que usualmente
no aportan al debate específico en torno a los GPU, como infraestructuras viales y aeropuertos. Por otra parte, muchas veces las definiciones
que parten de la caracterización de los casos más usuales y estudiados
dejan fuera de la categoría a casos que podrían ofrecer elementos de discusión, como operaciones de transformación urbana cuyo origen se aleja de la recualificación de áreas relegadas, lo que impide su constitución
como nuevas centralidades, vinculadas a la economía global y destinadas
a las elites.
Si nos ceñimos al modo más usual de comprender a los GPU en
América Latina —es decir, a las grandes operaciones urbanas que fundamentalmente operan sobre áreas relegadas para transformarlas en
nuevas centralidades, destinadas principalmente a atraer al sector globalizado de la economía (Cuenya, Novais y Vainer, 2012)—, podemos
observar que la última década del siglo XX fue su momento de mayor
implementación y materialización. En los noventa, el predominio de los
gobiernos neoliberales en la región y su hegemonía discursiva facilitaron su ejecución, y generalmente fueron percibidos como una manifestación de la integración global de las ciudades que los produjeron.
5 Para un abordaje de las diferencias sustanciales entre la perspectiva de Vainer y Fainstein, ver Jajamovich, 2019.
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Asimismo, al revisar la bibliografía específica, podemos advertir que la
primera década del siglo XXI fue el momento de mayor despliegue para
su estudio. En el marco de una crítica mayor al neoliberalismo y la globalización neoliberal, los GPU fueron predominantemente entendidos
como una respuesta disciplinar desde el planeamiento estratégico en
sintonía con su coyuntura política. Parte de esta crítica fue incorporada
en la “segunda generación” de GPU en la región, que muchas veces intentaron desde su planificación dar respuestas a algunas de las objeciones
ampliamente difundidas (Kozak y Feld, 2018).
Las últimas tres décadas han visto la proliferación de proyectos e
iniciativas agrupados bajo la categoría de grandes proyectos urbanos.
Nada indica que esto vaya a disminuir. Paralelamente al crecimiento
exponencial de GPU, se han multiplicado los abordajes sobre los mismos. En ese sentido, este capítulo ha propuesto y propone desplazar
—momentáneamente— el foco desde los GPU hacia los abordajes. Su
crecimiento regional precisa reflexionar sobre sí, sobre sus supuestos,
consensos y acuerdos tácitos. Asimismo, proponemos, como lo hace
este libro, ampliar la interlocución, mediante campos de discusión adyacentes, una vez que en numerosos casos vemos que los GPU aparecen
atados a iniciativas —y literaturas que las abordan— anexas como son
los casos de reurbanización de villas que precisan del éxito de un GPU
para su consecución.
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