RICHARD H. THALER
TODO LO QUE HE APRENDIDO CON
LA PSICOLOGÍA
ECONÓMICA
Richard Thaler describe en este magnífico libro, de forma amena,
las enseñanzas prácticas de la psicología económica.
Del prólogo de Manuel Conthe
Todo lo que he aprendido
con la psicología económica
El encuentro entre la economía y la psicología,
y sus implicaciones para los individuos
RICHARD H. THALER
Traducido por Iván Barbeitos
EDICIONES DEUSTO
Título original: The making of Behavioral Economics Misbehaving
Publicado por W. W. Norton & Company, Inc., Nueva York, 2015
© 2015 Richard H. Thaler
© de la traducción Iván Barbeitos, 2016
© Centro Libros PAPF, S. L. U., 2016
Deusto es un sello editorial de Centro Libros PAPF, S. L. U.
Grupo Planeta
Av. Diagonal, 662-664
08034 Barcelona
www.planetadelibros.com
ISBN: 978-84-234-2554-9
Depósito legal: B. 15.028-2016
Primera edición: septiembre de 2016
Preimpresión: Medium
Impreso por Romanyà Valls, S. A.
Impreso en España - Printed in Spain
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Sumario
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
13
19
PRIMERA PARTE
INICIOS: 1970-1978
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Factores supuestamente irrelevantes .
El efecto dotación . . . . . . . . . . . . .
La Lista . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Teoría del valor . . . . . . . . . . . . . .
Sueños en California . . . . . . . . . . .
La carrera de baquetas. . . . . . . . . .
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56
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99
109
122
130
¿Fuerza de voluntad? No hay problema . . . . . . . . . . . . . .
La planificadora y los ejecutores. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
139
157
SEGUNDA PARTE
CONTABILIDAD MENTAL: 1979-1985
7.
8.
9.
10.
Timos y gangas . . . . .
Costes hundidos . . . . .
Frascos y presupuestos.
En la mesa de póquer. .
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TERCERA PARTE
AUTOCONTROL: 1975-1988
11.
12
INTERLUDIO
13. Mal comportamiento en el mundo real . . . . . . . . . . . . . . .
177
10 · Todo lo que he aprendido con la psicología económica
CUARTA PARTE
TRABAJANDO CON DANNY: 1984-1985
14. ¿Qué es lo justo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
15. Juegos de justicia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
16. Tazones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
193
210
220
QUINTA PARTE
CONFRATERNIZANDO CON ECONOMISTAS: 1986-1994
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247
256
268
El concurso de belleza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Son excesivas las reacciones de la Bolsa? . . . . . . . . . . .
La reacción al exceso de reacción . . . . . . . . . . . . . . . .
El precio no es correcto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La batalla de los fondos cerrados . . . . . . . . . . . . . . . .
Moscas de la fruta, icebergs y precios bursátiles negativos .
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31. «Ahorre más mañana». . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
32. Publicando . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
33. Acicates en Reino Unido. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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454
Conclusión: ¿Y ahora qué? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
475
491
521
17.
18.
19.
20.
Comienza el debate . . . . . . . . . . . . . .
Anomalías . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Formando un equipo . . . . . . . . . . . . .
Estrechez de miras en el Upper East Side
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SEXTA PARTE
FINANZAS: 1983-2003
21.
22.
23.
24.
25.
26.
SÉPTIMA PARTE
BIENVENIDO A CHICAGO: 1995-ACTUALIDAD
27.
28.
29.
30.
Educación legislativa .
Despachos . . . . . . .
Fútbol americano . . .
Concursos . . . . . . .
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OCTOVA PARTE
ECHANDO UNA MANO: 2004-ACTUALIDAD
1
Factores supuestamente irrelevantes
A comienzos de mi carrera como profesor, de alguna forma conseguí sin querer que la mayoría de mis alumnos de la clase de
microeconomía se enfadasen conmigo, y por una vez ello no tuvo
nada que ver con algo que hubiese dicho en clase. El problema
surgió por culpa de un examen trimestral.
Había elaborado un examen con el objetivo de distinguir entre tres grupos de estudiantes: los que dominaban la materia
perfectamente, los que sólo comprendían los conceptos básicos,
y los que simplemente no entendían nada. Para ello, el examen
tenía algunas preguntas que únicamente los estudiantes más
destacados podrían responder correctamente, lo que implicaba
que el examen era bastante difícil. El examen logró su objetivo
—hubo una gran dispersión de notas— pero cuando los alumnos supieron sus resultados estallaron las protestas. Su queja
principal fue que la puntuación media era de tan sólo 72 puntos
sobre 100 posibles.
Lo extraño de esta reacción era que la puntuación media numérica del examen no influía lo más mínimo en la asignación
de notas. La norma de la facultad era utilizar una curva de calificación en la que la nota media fuese Notable o Notable alto,
y únicamente un pequeño número de alumnos recibiese notas
inferiores a Bien. Yo había anticipado la posibilidad de que un
28 · Todo lo que he aprendido con la psicología económica
promedio bajo de las puntuaciones numéricas provocase confusión en este sentido, por lo que previamente al examen había
informado de la forma en la que las puntuaciones numéricas
se traducirían en notas: por encima de 80 sería Sobresaliente,
por encima de 65 sería Notable, y únicamente las puntuaciones
situadas por debajo de 50 corrían el riesgo de obtener menos
de Bien. La distribución resultante de calificaciones no era diferente a la norma, pero esta información no tuvo ningún efecto
aparente en el ánimo de los estudiantes: odiaban mi examen, y
tampoco estaban muy contentos conmigo. Como joven profesor
preocupado por conservar mi empleo, estaba decidido a solucionar esto, pero tampoco quería que mis exámenes fuesen más fáciles. ¿Qué hacer entonces?
Tras pensarlo mucho, se me ocurrió una idea: en el siguiente
examen, puse la puntuación máxima en 137 en lugar de en 100.
Este examen resultó ser algo más difícil que el anterior, y los
alumnos lograron responder bien tan sólo al 70 por ciento de
las respuestas, pero la puntuación numérica media fue de unos
brillantes 96 puntos. ¡Los alumnos quedaron encantados! El
cambio no afectó a ninguna nota real, pero todo el mundo estaba
contento. Desde ese momento, cada vez que impartía ese curso
siempre ponía exámenes con una puntuación máxima de 137,
un número que elegí por dos razones. En primer lugar, porque
arrojaba una puntuación media de más de 90, y algunos alumnos incluso puntuaban por encima de 100, lo que generaba una
reacción cercana al éxtasis. Y en segundo lugar, porque dividir
de cabeza una puntuación entre 137 no es fácil, por lo que la mayoría de los estudiantes no se molestaban en convertir sus puntuaciones en porcentajes. Para que no piense el lector que estaba
engañando a mis alumnos, debo decir que en los años posteriores
incluí siempre en el programa de estudios del curso la siguiente advertencia en negrita: «Los exámenes se puntuarán hasta un
máximo de 137 puntos, en lugar de los habituales 100. Este sistema de puntuación no tiene ningún efecto sobre las notas que
obtendrán en el curso, pero según parece les hace más felices».
Y ciertamente, tras realizar este cambio nunca más volví a recibir
quejas de que mis exámenes fuesen demasiado difíciles.
Factores supuestamente irrelevantes · 29
A ojos de un economista, mis alumnos se estaban «portando
mal», es decir, que su comportamiento no se correspondía con el
idealizado modelo de comportamiento que forma parte del corazón de lo que llamamos «teoría económica». Para un economista, nadie debería estar más contento por obtener una puntuación
de 96 sobre 137 (70 por ciento) que de 72 sobre 100, pero mis
estudiantes lo estaban. Y al darme cuenta de ello, fui capaz de
idear y establecer el tipo de examen que yo quería evitando a la
vez que los alumnos refunfuñasen.
Durante cuatro décadas, desde que era un estudiante de posgrado, me he ocupado y preocupado por esta clase de historias que
muestran las miles de formas en las que las personas se alejan de
las criaturas ficticias que pueblan los modelos económicos. Nunca se me ha ocurrido pensar que la gente está equivocada; todos
somos simples seres humanos, Homo sapiens. Por el contrario, el
problema reside en el modelo utilizado por los economistas, un
modelo que sustituye al Homo sapiens por una criatura ficticia llamada Homo economicus, criatura que para abreviar suelo llamar
Econ. Comparado con este mundo ficticio de Econs, los Humanos
se portan mal muy a menudo, y ello implica que los modelos económicos ofrecen muchas predicciones erróneas, predicciones que
pueden tener consecuencias mucho más serias que molestar a un
grupo de estudiantes. Prácticamente ningún economista predijo
la llegada de la crisis financiera de 2007-2008,6 y peor aún, muchos pensaron que su estallido y sus consecuencias sencillamente
no podían ocurrir.
Irónicamente, la existencia de modelos formales basados en
esta idea equivocada del comportamiento humano es precisamente lo que concede a la ciencia económica su reputación de
ser la más poderosa de las ciencias sociales, poderosa en dos sentidos claramente diferenciados. El primero es indiscutible: de
entre todos los científicos sociales, los economistas son los que
más influencia tienen en las políticas públicas. De hecho, tienen
prácticamente el monopolio a la hora de dar consejos políticos.
6. Uno de los pocos economistas que predijo el desplome del mercado inmobiliario fue mi colega economista del comportamiento Robert Shiller.
30 · Todo lo que he aprendido con la psicología económica
Hasta hace muy poco tiempo, el resto de científicos sociales rara
vez eran invitados a la mesa de negociaciones, y cuando lo eran
se veían relegados al equivalente de la mesa de los niños en las
reuniones familiares.
El otro es que la economía también está considerada como
la más poderosa de las ciencias sociales en el ámbito intelectual,
poder que se deriva del hecho de que posee un núcleo teórico
unificado del que parte casi todo. Cuando pronuncias el concepto «teoría económica» la gente sabe a qué te refieres. Ninguna
otra ciencia social tiene una base similar. Por el contrario, las
teorías en las demás ciencias sociales tienden a aplicarse a objetivos específicos, a explicar qué sucede en circunstancias muy
concretas. De hecho, los economistas suelen comparar su campo
con el de la física, ya que al igual que ésta, la economía se basa en
unas pocas premisas iniciales.
La premisa central de la teoría económica es que la gente elige por optimización. De entre todos los bienes y servicios que
una familia podría comprar, la familia escoge el mejor que se
pueda permitir. Además, se asume que las creencias a partir de
las cuales los Econs llevan a cabo sus elecciones son imparciales,
es decir, que elegimos basándonos en lo que los economistas denominan «expectativas racionales». Si el promedio de las personas que abren un nuevo negocio creen que sus probabilidades de
éxito son del 75 por ciento, entonces ésta debería ser una buena
estimación del porcentaje de negocios que finalmente tiene éxito. Los Econs no sufren de exceso de confianza.
Esta premisa de optimización restringida, esto es, la elección de la mejor posibilidad dentro de un presupuesto limitado, se combina con el otro gran caballo de batalla de la teoría
económica, el equilibrio. En los mercados competitivos donde
los precios son libres para moverse arriba y abajo, estos precios
fluctúan de tal manera que la oferta iguala a la demanda. Por
simplificarlo de alguna manera, puede decirse que Optimización + Equilibrio = Economía. Ésta es una combinación muy poderosa, y es algo que ninguna otra ciencia social puede igualar.
Sin embargo, existe un problema: las premisas en las que se
basa la teoría económica son imperfectas. Primero, los problemas
Factores supuestamente irrelevantes · 31
de optimización a los que se enfrenta la gente normal a menudo
son demasiado difíciles como para que los puedan resolver, o incluso acercarse a su resolución. Es más, un simple desplazamiento a un supermercado de tamaño mediano ofrece al comprador
millones de combinaciones de productos que entran dentro del
presupuesto familiar. ¿Realmente la familia escoge lo mejor?
Y, por supuesto, nos solemos enfrentar a problemas mucho más
difíciles que ir al mercado, como elegir una carrera, una hipoteca
o una pareja sentimental. Dadas las tasas de fracaso que se observan en todos estos ámbitos, resulta difícil defender la postura
de que todas estas elecciones son las óptimas.
Segundo, las creencias a partir de las cuales la gente toma sus
decisiones no son imparciales. Puede que el exceso de confianza
no aparezca en el diccionario de los economistas, pero es un rasgo muy arraigado en la naturaleza humana, y existen innumerables otros sesgos bien documentados por los psicólogos.
Tercero, existen numerosos factores que el modelo de optimización no incluye, tal y como ilustra mi anécdota de los exámenes de 137 puntos. En un mundo de Econs, hay una larga lista de cosas que en teoría son irrelevantes. Por ejemplo, ningún
Econ compraría una cantidad particularmente grande de aquello que se va a preparar de cena el martes por la noche simplemente porque en el momento de comprarla, el domingo por la
mañana, da la casualidad de que le entra un hambre feroz, pues
el hambre que tenga el domingo debería ser irrelevante a la hora
de escoger el tamaño de una comida para el martes. Igualmente, un Econ no intentaría terminar a toda costa la enorme cena
del martes, aunque en ese momento ya no tenga tanta hambre,
simplemente porque la ha pagado y odia tirar el dinero; para un
Econ, el precio pagado por un producto alimenticio en el pasado
no es relevante para tomar la decisión de cuánto comer ahora.
Un Econ tampoco esperaría recibir un regalo en el aniversario
de su matrimonio o su nacimiento. ¿Por qué va a ser diferente
una fecha que otra? De hecho, los Econs se quedarían estupefactos ante la mera idea de los regalos, pues todo Econ sabe que
el dinero en efectivo es el mejor regalo posible, ya que permite
al receptor comprar aquello que sea óptimo. Sin embargo, a me-
32 · Todo lo que he aprendido con la psicología económica
nos que esté casado con un(a) economista, no aconsejo al lector
o lectora que regale dinero en su próximo aniversario. Pensándolo mejor, incluso aunque su cónyuge sea economista, probablemente no sea buena idea.
El lector sabe tan bien como yo que no vivimos en un mundo de Econs. Vivimos en un mundo de Humanos. Y dado que
la mayoría de los economistas también son humanos, también
ellos saben que no vivimos en un mundo de Econs. Adam Smith,
el padre del pensamiento económico moderno, reconoció explícitamente este hecho, pues antes de escribir su magnum opus
La riqueza de las naciones escribió otro libro dedicado a las
«pasiones» humanas,7 un término que no aparece en ningún
libro de texto sobre economía. Los Econs no tienen pasiones,
sino que son fríos optimizadores, al estilo del señor Spock de
Star Trek.
Pese a ello, este modelo de comportamiento económico basado en una población formada por Econs ha prosperado de
forma extraordinaria, elevando a la ciencia económica hasta la
cima más alta de la influencia, donde ahora se encuentra. A lo
largo de los años, la mayoría de las críticas surgidas han sido
descartadas utilizando un conjunto de pobres excusas y explicaciones alternativas poco plausibles sobre las embarazosas
evidencias empíricas, pero poco a poco estas críticas han ido
encontrando respuesta en una serie de estudios de importancia creciente. Resulta fácil ignorar el caso de las notas de un
examen. Es más difícil ignorar estudios que documentan decisiones erróneas en ámbitos más importantes, como las pensiones de jubilación, la elección de una hipoteca o la inversión en
bolsa. Y resulta imposible ignorar la serie de estallidos, burbujas y desplomes que se han venido observando en los mercados
financieros desde el 19 de octubre de 1987, día en el que los
precios de las acciones cayeron más de un 20 por ciento en todo
el mundo aún en ausencia de malas noticias significativas. Posteriormente llegó una burbuja y una caída libre de las acciones
tecnológicas, que rápidamente se transformó en una burbuja
7. Smith ([1776] 1981, [1759] 1981).
Factores supuestamente irrelevantes · 33
de precios inmobiliarios, la cual tras estallar provocó a su vez
una crisis financiera global.
Es hora de dejar de inventar excusas. Lo que necesitamos es
un enfoque mucho más rico a la hora de llevar a cabo investigaciones económicas, uno que reconozca la existencia y la relevancia
de los Humanos. La buena noticia es que no es necesario echar
por la borda todo lo que sabemos sobre el funcionamiento de las
economías y los mercados. Las teorías basadas en el supuesto de
que todo el mundo es un Econ no deberían ser descartadas, pues
siguen siendo un útil punto de partida para la creación de modelos más realistas. Y en determinadas circunstancias especiales,
como en los casos en los que los problemas que la gente debe
resolver son sencillos, o cuando los actores económicos poseen
habilidades altamente especializadas y relevantes, los modelos
de Econs pueden proporcionar una buena aproximación a lo que
ocurre en el mundo real. Pero como veremos, esas situaciones
son la excepción más que la regla.
Por otro lado, gran parte de la labor de los economistas
consiste en recoger y analizar datos sobre el funcionamiento
de los mercados, labor que en la mayoría de los casos se lleva
a cabo con gran cuidado y pericia estadística, y lo que es más
importante, la mayor parte de esta investigación no depende
del supuesto de que la gente optimiza. Dos herramientas de investigación que han surgido en los últimos veinticinco años han
ampliado enormemente el repertorio de los economistas a la
hora de conocer el mundo. La primera es el uso de pruebas controladas aleatorizadas, aplicadas desde hace mucho tiempo en
otros campos científicos, como la medicina, en el que el estudio
típico es la investigación sobre lo que sucede cuando un grupo
de gente recibe un «tratamiento» considerado de interés. La segunda consiste en el uso de experimentos de ocurrencia natural
(como cuando algunas personas son incluidas en un programa
y otras no) o de hábiles técnicas econométricas que permitan
detectar el impacto de las distintas estrategias a pesar de que
nadie hubiera diseñado deliberadamente la situación para ese
propósito. Estas nuevas herramientas han suscitado estudios
sobre una amplia variedad de cuestiones importantes para la
34 · Todo lo que he aprendido con la psicología económica
sociedad. Las estrategias estudiadas han incluido el incremento de la educación, la enseñanza en grupos más pequeños o
con mejores profesores, servicios de consultoría gestora, ayuda en la búsqueda de trabajo, sentencias de cárcel, mudanzas
a barrios más pobres, seguros sociales públicos, etcétera. Estos estudios muestran que se puede aprender mucho sobre el
mundo sin imponer los modelos de optimización, y en algunos
casos proporcionan datos fiables con los que poner a prueba
tales modelos y comprobar si responden a respuestas humanas
reales.
En gran parte de la teoría económica, el hecho de que todos
los agentes sean optimizadores no es un supuesto realmente crítico, incluso en el caso de que las personas sometidas a estudio
no sean expertas. Por ejemplo, la predicción de que los granjeros
usarán más fertilizante si su precio cae es bastante fiable, pese
a que la reacción de muchos de estos granjeros a las condiciones de mercado suele ser bastante lenta. La predicción es fiable
porque es imprecisa: sólo se predice la dirección del efecto. Esto
equivale a predecir que cuando las manzanas se desprenden del
árbol, van a ir hacia abajo en vez de hacia arriba; la predicción
en sí es correcta, pero no es una definición precisa de la ley de la
gravedad.
Los economistas se meten en problemas cuando realizan predicciones muy específicas que dependen explícitamente de que
todo el mundo sea experto en temas económicos. Retomemos el
ejemplo de los granjeros. Pongamos que los científicos llegan a la
conclusión de que estos granjeros estarían mejor utilizando más
o menos fertilizante del que se ha usado tradicionalmente. Si se
asume que todos los agentes van a hacer lo correcto si tienen la
información adecuada, en ese caso no existe ninguna propuesta
política más acertada que la libre difusión de esta información.
Se publican las conclusiones de la nueva investigación, se ponen
a libre disposición de los granjeros, y se permite que la magia de
los mercados se encargue del resto.
A menos que todos los granjeros sean Econs, ésta es una mala
política. Es muy posible que las compañías alimentarias internacionales se apresuraran a incorporar los últimos hallazgos en in-
Factores supuestamente irrelevantes · 35
vestigación, pero ¿qué hay del comportamiento de los granjeros
campesinos 8 de India o África?
Igualmente, si se piensa que todo el mundo ahorrará la cantidad justa y necesaria para la jubilación, como haría cualquier
Econ, y por ello se llega a la conclusión de que no hay razón alguna para ayudar a que la gente ahorre (por ejemplo, mediante la
creación de planes de pensiones), entonces se está renunciando
a la oportunidad de lograr que esa misma gente mejore su situación. Y, si eres un director de un banco central que piensa que las
burbujas financieras son imposibles en teoría, puedes cometer
errores muy serios, tal y como Alan Greenspan ha admitido que
le ocurrió, todo hay que decirlo.
No tenemos por qué dejar de inventar modelos abstractos
que describan el comportamiento de los imaginarios Econs. Sin
embargo, lo que sí debemos hacer es dejar de asumir que estos
modelos son descripciones precisas de dicho comportamiento,
así como dejar de basar las decisiones políticas en estos análisis
tan imperfectos. Y también debemos empezar a prestar atención
a esos factores supuestamente irrelevantes, a los que a partir de
ahora llamaré FSI para abreviar.
Si resulta difícil cambiar la mentalidad de la gente sobre lo
que toman en el desayuno, ya no digamos sobre los problemas a
los que se han enfrentado toda su vida. Durante años, los economistas se han resistido con todas sus fuerzas a empezar a basar
sus modelos en una caracterización más precisa del comportamiento humano, pero gracias a la influencia de economistas jóvenes y creativos dispuestos a asumir algunos riesgos y salirse de
los caminos económicos tradicionales, el sueño de una versión
enriquecida de la teoría económica se está haciendo poco a poco
realidad. Este campo concreto se ha dado en llamar «economía
8. Para evidencias empíricas sobre granjeros Humanos que toman decisiones como éstas, véanse Duflo, Kremer y Robinson (2011), Suri (2011)
y Cole y Fernando (2012). Por un lado, los granjeros parecen responder a la
información si se les comunica, y entienden lo beneficioso que sería el fertilizante en sus tierras. Por otro, también incrementan su compra y uso de
fertilizante como respuesta a simples acicates conductuales que no tendrían
efecto alguno en los Econs.
36 · Todo lo que he aprendido con la psicología económica
del comportamiento», aunque no es una disciplina diferente: sigue siendo economía, pero una economía que cuenta con importantes dosis de buena psicología y de otras ciencias sociales.
La principal razón por la que los Humanos deben ser incorporados a las teorías económicas es para mejorar el nivel de precisión de las predicciones llevadas a cabo en base a esas teorías.
Sin embargo, existe otro gran beneficio producto de la inclusión
de personas reales en la mezcla, y es que la economía del comportamiento es más interesante y más divertida que las ciencias
económicas tradicionales: es la ciencia fausta.9
Actualmente, la economía del comportamiento es una rama
floreciente de la economía, y sus practicantes pueden encontrarse
en la mayoría de las mejores universidades de todo el mundo. Los
economistas y científicos del comportamiento están incluso pasando a formar parte, aún pequeña pero creciente, del proceso de
toma de decisiones políticas. En 2010, el Gobierno de Reino Unido creó el Equipo de Perspectivas Conductuales, y en la actualidad otros países del mundo se están sumando a este movimiento
de creación de equipos especiales cuyo objetivo es incorporar las
investigaciones de otras ciencias sociales en la formulación de políticas públicas. Las empresas también se están poniendo al día,
pues se han dado cuenta de que una comprensión más profunda
del comportamiento humano es tan importante para gestionar
con éxito un negocio como lo es la comprensión de los movimientos financieros y del marketing operativo. Después de todo, son
los Humanos los que están al frente de las compañías, y sus empleados y clientes también lo son.
Este libro es la historia de cómo ha sucedido todo esto, al
menos tal y como yo lo he visto. Aunque no he llevado a cabo yo
mismo toda la investigación —como sabe muy bien el lector, soy
demasiado vago para ello—, sí he formado parte desde el prin-
9. El autor utiliza la denominación un-dismal science por contraposición
a dismal science, apelativo tradicional de la ciencia económica, y que podría
traducirse por «ciencia funesta». En este caso, la economía del comportamiento se denomina un-dismal science, traducida de la forma propuesta por similitud fonética. (N. del t.)
Factores supuestamente irrelevantes · 37
cipio del movimiento que creó este campo. Continuando con
las máximas de Amos, habrá muchas otras historias en el futuro, pero mis objetivos principales son narrar la forma en la que
todo esto ha ocurrido, y explicar algunas de las cosas que hemos
aprendido por el camino. Naturalmente, en este camino se han
producido numerosos enfrentamientos con los tradicionalistas
que defienden la forma habitual de hacer economía. Estos enfrentamientos no siempre han sido agradables en su momento,
pero al igual que toda mala experiencia de viaje, una vez pasadas
constituyen buenas historias, y la necesidad de luchar en esas
batallas ha hecho que el nuevo campo se haga más y más fuerte.
Como todas las historias, esta que nos ocupa no tiene una
progresión lineal en la que una idea lleva de forma natural a la
siguiente. Muchas ideas se han filtrado en momentos diferentes y
a velocidades diferentes, por lo que la estructura organizativa del
libro se basa tanto en la cronología como en los temas. He aquí un
breve resumen. Comenzaremos desde el principio, cuando era
un estudiante de posgrado y estaba recopilando una lista de ejemplos de comportamientos extraños que no parecían encajar con
los modelos que estaba aprendiendo en clase. La primera sección
del libro está dedicada a esos primero años en la jungla, y describe
algunos de los interrogantes que fueron ninguneados por los muchos que cuestionaban el valor de mi labor. Seguidamente, nos
ocuparemos de una serie de temas que atrajeron la mayor parte
de mi atención durante los primeros quince años de mi carrera
como investigador: cálculo mental, autocontrol, justicia y finanzas; mi objetivo aquí es explicar lo que mis colegas y yo aprendimos por el camino, y el lector puede servirse de esta información
para mejorar su comprensión sobre sus compañeros humanos,
aunque también pueden extraerse útiles lecciones sobre cómo intentar cambiar la forma en la que la gente piensa sobre tal o cual
tema, especialmente cuando han invertido mucho en mantener el
statu quo. Más adelante, nos centraremos en las investigaciones
más recientes, desde el comportamiento de los taxistas de Nueva
York hasta el proceso de selección de jugadores de la National
Football League, pasando por el comportamiento de los participantes en concursos televisivos con grandes premios. Por último,
38 · Todo lo que he aprendido con la psicología económica
viajaremos a Londres, al 10 de Downing Street, donde se están
gestando interesantes nuevos retos y oportunidades.
Mi único consejo a la hora de leer el libro es dejar de leerlo
cuando deje de resultar interesante, pues de otro modo, es preciso
decirlo, uno se estaría comportando mal.