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COHESIÓN SOCIAL Y LAS RELACIONES
UE-AL
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LA COHESIÓN SOCIAL Y LAS RELACIONES
UNIÓN EUROPEA-AMÉRICA LATINA
Christian Freres*
José Antonio Sanahuja**
Introducción
Hace tan solo una década el tema de la cohesión social ni
siquiera figuraba como elemento importante en la agenda
del diálogo euro-latinoamericano. Evidentemente, sí se dio
relevancia a temas relacionados, como la lucha contra la
pobreza, la desigualdad y el desarrollo social cómo ámbito
de cooperación en las distintas declaraciones biregionales.
Pero, lo “social” se mantenía dentro del “pilar” de cooperación al desarrollo de las relaciones entre la Unión Europea
(UE) y América Latina (AL), siendo éste un ámbito secundario, y relativamente independiente frente a los otros dos “pilares”: las relaciones económicas, el fomento del comercio y
las inversiones, y el diálogo político.
El hecho de que actualmente la cohesión social tenga
un perfil mucho más relevante no se debe al auge relativo
*
Investigador Asociado, Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI), Madrid.
**
Director del Departamento de Desarrollo y Cooperación, Instituto
Complutense de Estudios Internacionales (ICEI).
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del pilar de la cooperación (que, más bien, ha tendido a ser
cada vez menos voluminoso e importante), sino al hecho de
que se haya extraído, al menos parcialmente, de ese ámbito
y se haya convertido, de alguna manera, en una parte del
acervo de valores comunes biregionales. Es decir, el que la
cohesión social haya transcendido a la cooperación explica
su centralidad actual. Este cambio refleja la madurez de la
relación UE-AL en la medida en que permite y exige un diálogo más profundo, pero también presenta grandes desafíos
para estos lazos.
En este texto se pretende tratar distintas cuestiones. Primero, explicar brevemente cómo y porqué el tema se haya
convertido en un componente clave de las relaciones biregionales. Este esfuerzo nos obligará a hacer una breve reflexión sobre el mismo concepto. Una segunda tarea es
repasar cómo la cohesión social ha sido incorporada a la
agenda y a la práctica de estas relaciones. Esta constituirá
la parte central del texto. Finalmente, se hablará de perspectivas de futuro, empezando con la Cumbre de Viena, pero
mirando más allá.
1. La importancia de la cohesión social para América
Latina y para la agenda biregional
La historia detrás de la emergencia de la cohesión social en
la agenda biregional refleja la evolución en las relaciones
UE-AL desde principios de los años ochenta. Este apartado
empieza con un análisis del concepto, desde la perspectiva
de ambas regiones. De ahí se pasará a estudiar cómo y porqué surgió y cuál es su relevancia para América Latina. Finalmente, se aborda a nivel general el significado para la
Asociación biregional.
Una breve reflexión conceptual
Poco antes de la III Cumbre entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe celebrada en Guadalajara en mayo
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de 2004, un diplomático latinoamericano comentó que él
conocía docenas de definiciones de cohesión social, infiriendo con ello que era un concepto poco útil.1 Muchos políticos cuando se refieren al término, lo utilizan como
sinónimo de políticas sociales. Otros consideran que esta
cuestión se reduce a la lucha contra la pobreza y la desigualdad, mientras un grupo reducido adopta una visión
más amplia, al vincularlo con el diálogo social y con los
pactos sociales. La gran mayoría de los actores —sean académicos, políticos o funcionarios— utilizan el concepto sin
definir claramente a qué se refieren, dando por sentado que
el lector o oyente lo entiende desde su propia perspectiva.
Este rápido repaso por algunas de los conceptos más
frecuentes da una idea clara de lo difícil que resulta establecer una definición.2 Es un problema común a muchos
términos de las ciencias sociales, pero al ser un concepto
relativamente novedoso —al menos en su uso actual— no
existe siquiera un consenso mínimo sobre su significado.
Este problema no es menor ni se trata de algo académico,
porque refleja el hecho de que al hablar de cohesión social
actores de las dos regiones pueden referirse a problemáticas
distintas que requieren respuestas diferentes.
Por otro lado, es un concepto de aquellos considerados
“políticamente correctos”. ¿Quién puede estar en contra de
la cohesión social? Pero de ahí no se deriva un amplio consenso sobre qué significa ni qué hacer al respecto. En la
Cumbre biregional de Guadalajara en mayo de 2004, el Presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi afirmó que
“la cohesión social es el reto más crítico para los dos continen-
1.
Entrevista con uno de los autores en Bruselas.
2.
En la Cumbre de Guadalajara se organizaron tres “mesas de trabajo”
de jefes de Estado y de Gobierno sobre este tema con conclusiones
que reflejan la variedad de concepciones que existen. Ver: http://
europa.eu.int/comm/world/lac-guadal/06_roundtables_en.htm
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tes”,3 pero no llega a definir el término. En el espacio dedicado al tema en el sitio de Internet de la Comisión la definición que se utiliza es: “prevenir y erradicar la pobreza y la
exclusión y promover la integración y participación de todos en
la vida económica y social”,4 lo cual no aporta mucha claridad al debate.
Tampoco es un concepto para el cual existe una “idea
europea” y otra “latinoamericana”. Es cierto que en la UE la
idea de cohesión social es más familiar porque existe una
política comunitaria e instrumentos financieros, como el
Fondo de Cohesión, que tienen propósitos y objetivos concretos en términos de convergencia de rentas y desarrollo
equilibrado entre grupos sociales, regiones y países. La llamada Agenda de Lisboa5 tiene a la cohesión social como
componente central. Sin embargo, aún dentro de la Unión
se encuentran diferencias notables que reflejan profundas
divergencias en cuanto a los tipos de Estado de bienestar
(anglosajón, continental y escandinavo).6
La propia Comisión Europea admite esta variedad de
enfoques en un documento reciente cuando afirma que cada
uno de “Los Estados miembros ha desarrollado su propio enfoque de acuerdo a su historia y opciones colectivas […] Las variaciones dentro de la UE son considerables”.7 Aún así se
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mantiene activo el debate sobre el llamado “modelo social
europeo”, siendo este uno de los temas centrales de la reciente reunión informal del Consejo en Hampton Court,
Reino Unido.
En América Latina ha habido menos debate y pareciera
que el tema no ha sido abordado, excepto en círculos políticos y técnicos relativamente reducidos, aunque parece que
el concepto ya esta “calando” en el discurso político. Destaca en este sentido el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), que en un libro reciente, aunque no llega a definir
realmente al término, indica que éste va más allá de la mera
política social.8 En este sentido, el BID también promueve el
Foro de Equidad Social que lleva trabajando varios años en
este ámbito, fundamentalmente con el fin de “construir una
institucionalidad sólida que asegure la sostenibilidad y la equidad de la política social”.9
En el documento preparado por la Comisión Europea y
el BID para la Conferencia de Alto Nivel sobre Cohesión Social, que se celebró en Bruselas en marzo de 2006, se ha
propuesto una definición más amplia: “La cohesión social
pretende ofrecer oportunidades reales para cada persona, incluyendo los más desaventajados, para acceder a los derechos
básicos y al empleo, beneficiarse del crecimiento económico y
de esa manera participar plenamente en la sociedad. Las personas están en el centro de este enfoque: a ellas ha de dárseles
la oportunidad para contribuir a, y beneficiarse del progreso
económico y social”, si bien “No hay respuestas únicas para
alcanzar ese objetivo”, y ello debe traducirse en estrategias
de desarrollo adaptadas a cada país y territorio, con la implicación de todos los partícipes.10
En cualquier caso, el tema de la cohesión social requiere de mayor reflexión teórica y política dada la importancia
3.
“Opening Speech by Commissioner Romano Prodi, Session on social
cohesion” (http://europa.eu.int/comm/world/lac-guadal/declar/
02_prodi_soccoh_en.pdf ).
4.
Texto extraído de informe de la Comisión Europea 2000 y citado en el
espacio dedicado a la cohesión social en América Latina en su sitio de
Internet (http://europa.eu.int/comm/external_relations/la/sc/sc_es/
index_es.htm).
5.
Ver “Community Action Programme to Combat Social Exclusion 20022006” (http://www.europa.eu.int/comm/employment_social/soc-prot/
soc-incl/ex_prog_en.htm).
6.
Ver Esping-Anderson, 1990 y Albert, 1991. Un autor incluso se refiere al “modelo español” como algo diferenciado (Moreno, 2001).
8.
Bouillon y otros, 2004.
9.
BID, 2004.
7.
European Commission, 2005a: 4.
10. European Commission/IADB, 2006: 4.
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que está adquiriendo en la escena internacional, y en concreto en la agenda biregional.11 Por ello, parece oportuno señalar algunos aspectos clave de la cohesión social, a saber:
i)
Es un concepto que abarca varias dimensiones: política,
económica, territorial y social (CESE, 2004);
ii) Se relaciona con la lucha contra la pobreza y la desigualdad, pero no se limita a la dimensión “vertical” de estos
fenómenos, referida a la distribución de la renta. También aborda las dimensiones horizontales de la desigualdad y la exclusión social, referidas a género, raza
y grupo étnico, y territorio, pero va más allá para “promover medidas integrales que van hacia el fortalecimiento mismo de la sociedad”;12
iii) Se fundamenta en una idea del bien común y de la organización justa de una sociedad, lo que implica hablar
de un contrato social,13 esté formalizado o no;
iv) Tiene una vinculación estrecha con la gobernanza democrática, con la calidad de las instituciones, y la legitimidad de los sistemas democráticos;
v)
Se expresa a través de diversas formas de inclusión y
participación incluyendo no sólo el tener voz, sino también disponer de oportunidades económicas, en especial de empleo digno;
vi) Es un desafío permanente para toda sociedad, tanto en
los países desarrollados como de los que se encuentran
en desarrollo; y
11. En su dictamen sobre la cohesión social en América Latina, el Comité
Económico y Social Europeo empieza “desechando cualquier pretensión
definitoria del concepto de cohesión social”, reconociendo la dificultad de
llegar a un acuerdo amplio (CESE, 2004).
12. Bouillon y otros, 2004: 1.
13. Ver Birdsall y Menezes, 2005; para una propuesta de contrato social
para América Latina basada fundamentalmente en reformas fiscales y
la promoción del empleo.
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vii) Se relaciona estrechamente con los modelos de integración regional aplicados en ambas regiones, que tienen
importantes efectos sobre el crecimiento, el empleo, las
políticas sociales y el desarrollo regional.
Se trata, en suma, de un nuevo marco de relaciones
entre la ciudadanía y el Estado, y la sociedad, el Estado y
el mercado, que posibilite que todos se sientan participes y
con igualdad de oportunidades económicas, políticas y sociales, y permita hacer frente a las presiones y desafíos de la
globalización.
Aun cuando ambas regiones se enfrentan al desafío de
la cohesión social, en el marco de las presiones competitivas de la globalización, obviamente este se plantea de manera muy distinta para cada una de ellas. Como ha recordado la Comisión Europa y el BID (2006: 4), en América Latina
el principal desafío es hacer frente a la pobreza, la exclusión
y la desigualdad de ingresos, de acceso a los activos productivos, a la educación, la salud y al crédito, así como los
elevados niveles de economía informal. La gobernanza democrática y la cohesión social están íntimamente relacionadas. En su informe sobre la democracia en América Latina, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(2004) resalta que a pesar de los avances normativos, las
desigualdades, originadas en la etnia, el género y otros factores de exclusión suponen marcadas desigualdades de
acceso a las instancias públicas, de participación social y
política, y notables diferencias de trato para personas pertenecientes a distintos grupos, en particular los indígenas.
Estas carencias en materia de “ciudadanía social” son también el principal desafío de las democracias latinoamericanas, porque los grupos más excluidos del ejercicio pleno de
la ciudadanía social son los mismos que sufren carencias
en las otras dimensiones de la ciudadanía.
En la UE, los principales desafíos son las reformas económicas que promuevan el crecimiento y el empleo frente a
los desafíos de la globalización, en un marco de bajas tasas
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de empleo y elevado desempleo estructural, con respuestas
que reflejen los valores europeos. La ampliación, además, ha
ensanchado la brecha entre ricos y pobres, y esa brecha puede ser aún mayor en una UE de 27 miembros. Al tiempo, se
ha de afrontar el rápido envejecimiento de la población, que
exige profundas reformas de los sistemas de protección social que aseguren su adecuación a las demandas sociales, y
su sostenibilidad financiera. En este contexto, hay que situar el desafío de la inclusión política, social, económica y
cultural de los inmigrantes, que se percibe con más claridad ante hechos que revelan la crisis de los distintos modelos de integración que han intentado aplicar los Estados
miembros.14
A. Cómo y por qué surgió el tema en las relaciones
Unión Europea-América Latina
El concepto de cohesión social se origina en Europa, y es la
UE quien ha promovido su inclusión en la agenda del diálogo biregional. Este hecho, como veremos, explica porqué el
tema concita aún resistencias en América Latina, principalmente porque se asocia a una nueva forma de imposición
desde los países ricos.
14. Es este contexto conviene analizar las explosiones de violencia social
y las protestas que se han producido en Francia entre 2005 y 2006.
Las revueltas de los suburbios de otoño de 2005 expresan el fracaso de
los modelos de integración social de los inmigrantes y de sus descendientes, ya ciudadanos plenos, y refleja la necesidad de integrar a
miles de ciudadanos excluidos por su raza, religión o origen, en una
sociedad que pretende ser igualitaria. Las protestas estudiantiles de
marzo de 2006 también revelan los dilemas que enfrentan las sociedades europeas, que demandan políticas favorables a la creación de empleo y la inclusión social de los jóvenes, pero al tiempo exigen
adecuados niveles de estabilidad laboral y protección social. Estos desafíos, desde luego, no se limitan a Francia, y están presentes en todas
las sociedades europeas.
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Es importante subrayar que mucho antes de la aparición de este concepto en las relaciones entre la UE y América Latina, ambas regiones han dado mucha importancia a
los problemas de la pobreza y la desigualdad. En los años
ochenta, en el marco del “diálogo de San José” entre la CE y
Centroamérica, se forjó un amplio consenso sobre la relación entre paz, democracia, desarrollo y lucha contra la pobreza. En el marco del diálogo UE-Grupo de Río también se
ha insistido en la relación entre pobreza, desigualdad y consolidación democrática.
A mediados de los años noventa, la UE planteó una nueva estrategia en las relaciones con América Latina con el
“documento básico” aprobado por el Consejo en 1994, y
la Comunicación “Fortalecimiento de la Asociación 19962000” (Comisión Europea, 1995). Ambos documentos, que
abrieron un nuevo ciclo en la relación biregional, vinculan
expresamente la consolidación democrática con la reducción de la desigualdad. Estos textos, así como la Comunicación de la Comisión sobre el apoyo a la integración regional
también adoptada en ese año (Comisión Europea, 1995a)
abogaban por un modelo de “integración auténtica” que
combinara liberalización económica y cohesión social. La
Comunicación “Una nueva asociación” (Comisión Europea,
1999) previa a la Cumbre de Río, insistió en los aspectos distributivos del crecimiento.
La comunicación adoptada para dar seguimiento a la
Cumbre de Río (Comisión Europea, 2000a) anuncia ya una
“iniciativa social” —origen del programa “EUROsociAL”, lanzado cinco años después—, con el objeto de luchar contra
las disparidades sociales, con acciones que aportaran “valor
añadido, resultados rápidos y visibilidad”. Esta iniciativa
social fue recogida en el documento de programación de la
estrategia regional (Comisión Europea, 2002) que establecía
una asignación indicativa de entre 15% y 20% de los recursos disponibles.
Sin embargo, el concepto de cohesión social, como objeto del diálogo político biregional, aparece formalmente en
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el seno de la reunión ministerial entre la UE y el Grupo de
Río en Vouliagmeni, Grecia, en marzo de 2003. Con esta
ocasión, el entonces Comisario de Relaciones Exteriores,
Chris Patten, delineó tres motivos para dar prioridad a la cohesión social: moralmente, porque la exclusión y la miseria
son contrarias a la dignidad humana y los derechos más básicos; económicamente, porque varios estudios demuestran
cómo la desigualdad supone un freno para el crecimiento y
el desarrollo; y políticamente, porque las desigualdades y la
exclusión debilitan a la democracia y contribuyen a la falta
de seguridad y estabilidad.15
Meses después se organizó un seminario internacional
en Bruselas para empezar a dar contenido al tema en la
agenda biregional.16 En esa ocasión el Comisario Patten dijo
que “la cohesión significa compartir los frutos del progreso más
ampliamente y proveer a aquellos que ahora están marginados
o excluidos un acceso a servicios públicos decentes, a una protección social adecuada y a justicia”.
Donde realmente adquiere una relevancia como ámbito
del diálogo institucionalizado es en la III Cumbre UE-América Latina y el Caribe, celebrada en Guadalajara - México
en mayo de 2004. Un poco antes, la Comunicación de la
Comisión previa a la Cumbre (Comisión Europea, 2004) situó este tema como uno de los ejes prioritarios para su trabajo posterior, basándose en un Grupo de Trabajo biregional
creado en 2003 con participación de la Comisión Europea y
del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Esto se plasma fundamentalmente en la creación de
EUROsociAL (el programa de cooperación de la Comisión Eu-
15. Discurso del Comisario Patten, disponible en http://www.europa. eu.int/
comm/external_relations/news/patten/sp03_160.htm
16. Seminario co-organizado por la Comisión Europea y el Banco InterAmericano de Desarrollo, “Social Cohesion in the EU-Latin America/
Caribbean strategic partnership”, 5-6 de junio, Bruselas. Ver información, documentos y resumen en: http://www.europa.eu.int/comm/
external_relations/la/sc/index.htm
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ropea en el campo de la cohesión social), que se inicia en
2005, aunque sus actividades principales comienzan en
2006.17 Se hablará más de ello en un apartado posterior.
La evolución de los documentos de la comisión y el diálogo intergubernamental en el marco de las cumbres refleja, en muchos aspectos, la creciente importancia de los
aspectos sociales en la agenda mundial, que se expresa con
claridad en la Cumbre de Copenhague de 1995, y la posterior Cumbre del Milenio de 2000, que sitúa al desarrollo
humano en el centro del debate. En gran medida, los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la prioridad otorgada a la
lucha contra la pobreza son el reflejo del consenso emergente sobre la necesidad de establecer una “agenda social”
de la globalización, y el cuestionamiento de las tesis neoliberales sobre liberalización y reducción de la pobreza.
También es la expresión de estos debates en las particulares
condiciones de las dos regiones. En cuanto a América Latina, el hecho de que la región no progresara apenas en
términos económicos, a pesar de seguir las reformas impulsadas dentro del llamado “Consenso de Washington”, ha llevado a que muchos cuestionaran dichas reformas. Esas
críticas identificaron a dos problemas que la liberalización
económica no logró resolver: por un lado, la capacidad de
los Estados para responder a las demandas sociales; y por
otro, las desigualdades socioeconómicas, políticas y culturales que caracterizan a las sociedades latinoamericanas.
En la Unión Europea, la agenda social ha vuelto al centro de debate público por los temores a los efectos de la globalización (i.e., deslocalización, inmigración descontrolada, etc.), uno de los factores que ha motivado el “no” al
Tratado Constitucional de la UE en Francia y Holanda.
El hecho de que la cohesión social haya adquirido relevancia en la agenda biregional es fácilmente comprensible.
En los años ochenta, cuando las relaciones euro-latino17. Ver: http://europa.eu.int/comm/europeaid/projects/amlat/eurosocial_es.htm
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americanas inician una nueva etapa, el debate entre las dos
regiones se centraba en lo que eran los problemas básicos de
América Latina en esa etapa: cómo consolidar sus democracias, y cómo lograr una paz negociada en Centroamérica. A
mediados de los noventa habían culminado todas las negociaciones de paz en Centroamérica, y aunque con algunas
carencias importantes, América Latina consiguió afianzar
sus sistemas democráticos. Con los procesos de liberalización y privatización, el “nuevo regionalismo” y el relanzamiento de la integración la agenda giró hacia cuestiones
económicas y la negociación de “acuerdos de asociación”.
Debido a la maduración de las relaciones que se ha
logrado en estas dos décadas, fue natural que en el nuevo
siglo se pasara a abordar lo que es uno de los retos más complejos de América Latina —la desigualdad y la exclusión— y
algo que constituye además un elemento importante del llamado “modelo social europeo”.
B. La relevancia para América Latina
La cohesión social esta estrechamente vinculada con el desarrollo y con la democracia. A diferencia de otras zonas más
pobres del Sur, el desafío de desarrollo de Latinoamérica no
es de una simple falta de recursos. Tanto en lo que se refiere
a la renta per cápita como en cuanto a otros indicadores reconocidos de desarrollo, la mayoría de los estados de América Latina tiene recursos suficientes para afrontar muchos
problemas propios.
No obstante, se puede decir que los países latinoamericanos se encuentran ante los dilemas propios de países de
renta intermedia con una estructura social polarizada e importantes carencias institucionales. Esta transición conlleva un alto grado de vulnerabilidad y la posibilidad de
reversión siempre esta presente. A diferencia de los países
más pobres, los latinoamericanos están muy expuestos a las
fuerzas volátiles de los mercados internacionales y muchos estados se enfrentan a una sobrecarga de deuda exter-
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na. Pero, al contrario que los países ricos, no cuentan con
las instituciones necesarias para afrontar las convulsiones
externas ni para encarar obligaciones externas sin costos
internos para el desarrollo. Además, el alto grado de desigualdad que caracteriza a esta región le obliga a esforzarse
más para que el crecimiento económico incida positivamente en la lucha contra la pobreza y la exclusión social.
En pocas palabras, América Latina se encuentra en una
especie de “trampa del progreso”.18 La respuesta a esta situación requiere trabajar en tres frentes principales. Primero,
en reforzar las capacidades técnicas e institucionales para
afrontar los desafíos del desarrollo, lo que implica, entre
otras acciones, apoyar políticas públicas relacionadas con
el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM) y con otros objetivos como la gobernabilidad democrática. Segundo, estimular al crecimiento económico, la
generación de empleo y la promoción de la cohesión social,
tres desafíos interrelacionados que darán sostenibilidad a
las intervenciones. Tercero y último, es fundamental que se
produzcan mejoras en los condicionantes del sistema internacional en materia comercial y financiera para que los
países latinoamericanos puedan aprovechar mejor las oportunidades de la globalización.
C. La cohesión social en la Asociación biregional:
en busca del consenso
Situar la cohesión social en el centro de la agenda biregional puede tener profundas implicaciones para estas relacio18. Este concepto que incluye elementos de la llamada “trampa de la pobreza” —un concepto de economistas que se lleva debatiendo desde los
años cincuenta y se refiere al carácter de “círculo vicioso” que tiene la
pobreza en países en desarrollo (en el sentido de que la pobreza no
permite salir del subdesarrollo)— ha sido desarrollado por José Antonio Alonso, Director del ICEI en unas intervenciones recientes sobre
la cooperación con los países de renta media. Un resumen de éstas
reflexiones se encuentra en su artículo, “América Latina, las trampas
del progreso”, El País. Madrid, 13 de octubre de 2005.
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nes. En primer lugar, porque se trata de una cuestión sobre
la cual el grado de consenso entre las dos regiones aún no
es tan amplio.
De hecho, para los países latinoamericanos este tema
puede parecer una nueva forma de intervencionismo desde
los países ricos. América Latina apenas está recuperado de
la resaca del “Consenso de Washington”, y cómo parte del
nuevo consenso emergente, aparece la cohesión social como
una nueva condicionalidad. Así, se observa en el nuevo régimen del Sistema de Preferencias Generalizadas (SPG) que
ha entrado en vigor en 2006; para beneficiarse de sus ventajas es preciso haber firmado una serie de acuerdos internacionales en materia sociolaboral (y queda abierta la necesidad de demostrar su “buena aplicación”). Aunque sea una
buena causa, se trata de una condicionalidad.
También se observa el uso de este tipo de condicionalidades en el instrumento de cooperación que esta adquiriendo cada vez más fuerza en la estrategia de la Comisión
Europea y otros donantes: el apoyo presupuestario. La Comisión recuerda que es necesario poner en marcha reformas
fiscales —un elemento clave de la cohesión social— para
asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, y el principio de corresponsabilidad, pero algunos países centroamericanos se han quejado, considerando que esto supone una
nueva forma de condicionalidad.
Finalmente, en el proceso de discusión entre las dos
regiones sobre la agenda de la próxima Cumbre en Viena,
varios países latinoamericanos han insistido en no dar mucho relieve al tema de la cohesión social, frente a la posición
europea de que sea un eje central.
Más allá de estas dificultades, el tema ya está en la
agenda biregional. Los líderes de una y otra parte no podrán
justificar ante sus sociedades civiles su eliminación de dicha agenda simplemente porque es incómodo. Ahora bien,
el diálogo al respecto ha de ser más sincero, en tres sentidos: (i) que Europa admita que no tiene resuelta esta cuestión; por el contrario, se hace cada vez más evidente que
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surgen nuevos desafíos para mantener la cohesión social,
sea en clave territorial como en el caso de España, o en clave
socioeconómico, como en Francia o Alemania, o en clave de
integración sociocultural, como en Holanda o el Reino Unido; (ii) que Europa reconozca que esta cuestión esta vinculada a su posición en otras cuestiones que afectan al desarrollo de América Latina, como el comercio o las finanzas, y
existen evidentes problemas de coherencia de políticas; y
(iii) que los países latinoamericanos reconozcan, a cambio,
que la falta de cohesión social es uno de los mayores obstáculos, en la práctica y no solo en la retórica, para establecer
una verdadera “asociación estratégica” con la UE. En cualquier caso, no es coherente exigir reformas profundas a los
latinoamericanos cuando la UE se resiste a abrir su mercado
y trabajar por un sistema financiero más justo y equilibrado.
Por su lado, América Latina ya empieza a incorporar el
concepto en su propio léxico y práctica. Sin ir más lejos, observamos el ejemplo del Plan Integrado de Desarrollo Social
(PIDS) de la Comunidad Andina.19 En Mercosur se ha creado
un mecanismo de financiación de las asimetrías, aunque
incipiente y de dimensiones modestas. Se puede alegar que
esta y otras iniciativas responden, en parte, a la incidencia
europea e internacional en esta materia.
En definitiva, la cohesión social presenta muchos desafíos para las relaciones euro-latinoamericanas. El reto es
saber enfrentarlos sin perjudicar seriamente a estas relaciones que se encuentran en un momento de cierto estancamiento.20
2. La incorporación de la cohesión social en la agenda
y la puesta en marcha de iniciativas
En este apartado se repasará cómo la cohesión social ha
sido incorporada en el discurso comunitario, en la práctica
19. Maldonado, 2005.
20. Freres y Sanahuja, 2005.
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de la cooperación con América Latina y en los acuerdos de
asociación.
A. Repaso a la incorporación
en el discurso comunitario
La cohesión social es un concepto plenamente incorporado
en el discurso de la UE desde hace al menos una década.
Su sentido, sin embargo, ha evolucionado con el tiempo. En
un primer momento surgió por la necesidad de atender un
problema acuciante: cómo promover la convergencia de
rentas mediante acciones que ayudaran a los grupos sociales y a las regiones de menor desarrollo relativo. Aplicando
lógicas redistributivas, la política de cohesión se ha desarrollado a través de los fondos estructurales (Fondo Social
Europeo, Fondo Europeo de Desarrollo Regional, Fondo de
Cohesión, Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola, etc.), canalizando recursos presupuestarios para
mejorar las infraestructuras, facilitar la reconversión productiva y el reciclaje de los trabajadores, y crear nuevas
fuentes de empleo. Aunque hay acciones de iniciativa comunitaria, la identificación de la mayoría de los programas
y las inversiones ha estado en manos de las autoridades
locales y regionales, de manera altamente descentralizada
y en virtud del principio de subsidiariedad. Ahora bien, sería incorrecto identificar la política de cohesión con los fondos estructurales, pues está presente en otras políticas
comunitarias: en especial, en la política social, en cuyo
marco se han adoptado distintos reglamentos y directivas
en materia de diálogo social europeo o condiciones de trabajo. También está presente en los derechos reconocidos
en la ciudadanía europea, como la libertad de circulación y
establecimiento, o en la política agrícola común, que en
muchos aspectos es una política de rentas que expresa un
pacto social más amplio entre el campo y la ciudad.
A finales de los años noventa y al comenzar el nuevo
siglo, la discusión sobre la cohesión social se ha orientado a
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las presiones de la globalización sobre el modelo social
europeo. En el Consejo Europeo de Lisboa en marzo de 2000
se estableció el “método abierto de coordinación” en materia de pobreza y exclusión social. En dicho Consejo los líderes de la UE reconocieron que el número de personas que
vivían en la pobreza y la exclusión era demasiado alto y era
preciso hacer algo al respecto.21 Lo que acordaron fue poner
en marcha esfuerzos coordinados para generar empleos estables y de calidad, modernizar las estructuras económicas
y fortalecer la cohesión social, tres aspectos del llamado
“modelo social europeo”.22
Todos reconocen que no hay un solo modelo, pero parece que hay algunas características comunes entre los distintos sistemas vigentes en la UE.23
1. Las políticas sociales y económicas están construidas sobre valores compartidos tales como solidaridad y cohesión, igualdad de oportunidades, la lucha contra la
discriminación, etc., reflejando una preferencia europea
por una economía social de mercado.
2. Los ciudadanos europeos tienen mayores expectativas
del Estado que los ciudadanos en Asia o América, con lo
cual el sector público suele desempeñar un papel importante en la organización y financiación de sistemas
nacionales.
3. La “dimensión europea” refuerza a los sistemas nacionales (estabilidad macroeconómica, fondos estructurales, etc.).
4. Existe una fuerte tradición de diálogo social y asociación entre gobiernos, la empresa y sindicatos, aunque
los mecanismos varían de país en país.
21. Ver EC, 2000.
22. EC, 2003.
23. EC, 2005: 4.
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Aunque la Agenda de Lisboa no ha avanzado mucho en
la práctica desde entonces, sigue siendo un importante referente para el discurso político en la UE. Es cierto que con
esta Comisión se esta dando cada vez más énfasis a aspectos
relacionados con la competitividad económica,24 pero también hay espacio para ideas como el Fondo de Ajuste a la
Globalización,25 y ciudadanía social para personas mayores,26 entre otras.
En toda esta discusión también se hacen referencias crecientes a la dimensión internacional del modelo social europeo, particularmente en el sentido de “proyectar nuestros
valores más allá de nuestras fronteras”.27
Desde otro enfoque, en la política general de cooperación al desarrollo de la Comunidad Europea el tema de la
cohesión social esta citado de manera creciente. Pero, no es
hasta julio de 2005 cuando la Comisión publica una nueva
propuesta de Declaración sobre la Política de Cooperación
al Desarrollo28 que sitúa el tema de la cohesión social (y la
lucha contra la desigualdad) en un lugar central. En efecto,
la cohesión social es uno de los seis ejes de acción alrededor de los cuales se concentrará sus intervenciones en los
próximos años en todos los países en desarrollo.
B. Revisión del diálogo político biregional
sobre la materia
Como se indicó anteriormente, la primera vez que se propone un instrumento concreto para la cohesión social fue en
la estrategia regional para América Latina para el periodo
2002-2006, adoptada por la Comisión Europea en abril de
24. Ver, por ejemplo Liddle, Brown y Lafond, 2005.
25. Tsoukalis, 2005.
26. Palme, 2005.
27. EC, 2005a: 12.
28. EC, 2005b.
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2002, donde se refiere al objetivo de lanzar una “iniciativa
social” euro-latinoamericana. En aquel entonces no se especifica en qué consiste dicha iniciativa, sino más bien parecía una expresión de las intenciones a largo plazo de la
Comunidad en su cooperación con América Latina.
En la II Cumbre biregional en Madrid en mayo de 2002
se dan los primeros pasos biregionales hacia la incorporación del tema.29 Así en el “Compromiso de Madrid”, la Declaración Final de este encuentro, los líderes de ambas regiones se comprometen a “impulsar los procesos de modernización de nuestras sociedades, teniendo en cuenta la importancia
del desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la diversidad cultural, la justicia y la equidad social”.
La agenda social emerge en aquel documento así como
en el documento de “Valores y posiciones comunes” a través de diversas referencias a la integración social (sobre discriminación racial y desigualdad de género), la participación ciudadana, el empleo y la seguridad social y la salud.30
Sin embargo, no es hasta la reunión ministerial entre
la UE y el Grupo de Río en marzo de 2003 en Vouliagmeni,
Grecia, que surge el concepto explicito de cohesión social
en un foro de diálogo biregional de alto nivel. Fue la Comisión Europea, en línea con su estrategia regional, la que propuso en aquel momento que la cohesión social fuera un tema
central de la agenda biregional y que se incorporara como
un elemento principal de la siguiente cumbre.
29. De cara a esa cumbre, la Comisión propuso tres temas centrales: derechos humanos, integración regional e inclusión social. En Barcelona
poco antes de la cumbre, la Red de Cooperación Euro-latinoamericana
(RECAL), organizó, con el apoyo del Observatorio de la Globalización de
la Universidad de Barcelona un seminario sobre este último tema, en
el cual participó la funcionaria que estaría encargada de redactar los
primeros textos de la Comisión sobre cohesión social. En una entrevista con uno de los autores de este trabajo, reconoció que aquel evento
fue fundamental para su preparación.
30. Ver RECAL, 2002; para un repaso más detallado de la agenda social en
la Cumbre de Madrid.
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En un seminario internacional que la Comisión y el BID
organizaron en 2003 en Bruselas, se hizo pública la decisión de incorporar el tema al diálogo biregional y se puso en
marcha un grupo de trabajo con funcionarios y expertos de
ambas regiones para elaborar propuestas. Tanto el Comisario Patten como el entonces Presidente del BID, Enrique
Iglesias, defendieron la necesidad de tratar la cohesión social en foros euro-latinoamericanos, basándose en ambos
casos en un análisis de la problemática de la desigualdad y
la exclusión.31
Después de dos reuniones, el grupo de trabajo sobre cohesión publicó un breve texto que señalaba los objetivos, los
principios y algunas de las posibles acciones que las dos
regiones podrían poner en marcha para dar contenido a este
nuevo compromiso. Esto llevó a la Comisión Europea a proponer un programa específico en la materia, EUROsociAL,
que es la materialización de la “Iniciativa Social” anunciada dos años antes. En su comunicación previa a la Cumbre
de Guadalajara32 propuso que los líderes europeos y latinoamericanos tomaran decisiones concretas para dar contenido al interés expresado por la cohesión social, aunque sin
mencionar específicamente a EUROsociAL.
Dicho programa fue acogido por los Jefes de Estado y de
Gobierno de las dos regiones en la Cumbre de Guadalajara
en mayo de 2004, donde la cohesión social constituyó un
eje central de debate. Así consta en el apartado 49 de la Declaración de Guadalajara:
Decidimos dar una importancia principal a las cuestiones sociales entre las prioridades de nuestra cooperación biregional. En
este contexto, saludamos la aprobación del programa EUROsociAL cuyo objetivo es favorecer los intercambios de experiencias, los conocimientos técnicos (el saber-hacer) y las buenas
31. Ver sus discursos en: http://www.europa.eu.int/comm/external_
relations/la/sc/index.htm
32. CE, 2004.
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prácticas entre las dos regiones en el ámbito social y en particular en los sectores de educación y salud, que son fundamentales
para aumentar la cohesión social.
De hecho, en este encuentro —que introduce novedades de metodología— se produjeron discusiones relativamente profundas entre los dirigentes de cada parte en el
seno de las mesas de trabajo temáticos. En cualquier caso,
Guadalajara estableció el precedente claro de la centralidad
del tema en la agenda biregional. En la reunión ministerial
UE-Grupo de Río en junio de 2005:
Los Ministros reafirmaron el compromiso de fortalecer la gobernabilidad democrática y combatir la pobreza, el hambre y la exclusión mediante la creación de las condiciones tendientes a la
promoción del trabajo decente y a la creación de oportunidades
económicas para los más pobres. Por consiguiente, otorgaron a
esa promoción y a esas oportunidades un lugar central en la
agenda biregional, ya que contribuyen al incremento de la cohesión social, y en particular de la inclusión social, para impulsar
el desarrollo económico y la mejora del nivel de vida de nuestros
pueblos, incluyendo la salud y la educación.
En esa ocasión la Comisaria de Relaciones Exteriores,
Benita Ferrero-Waldner reiteró la decisión de la Comisión
de “Situar la cohesión social […] como tema prioritario de nuestras relaciones”.33
C. La puesta en práctica a través de la política
de cooperación
Desde la Cumbre de Guadalajara cuando el tema de la cohesión social fue realmente establecido en la agenda biregional, sólo ha transcurrido año y medio, poco tiempo para
la puesta en práctica de iniciativas concretas.
33. Discurso completo en: http://europa.eu.int/comm/external_ relations/
la/min_meeting_26-05-05/discurso_cohesion_social.pdf
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La iniciativa de mayor envergadura hasta la fecha es el
programa EUROsociAL (Programa Regional para la Cohesión
Social en América Latina), aprobado por la Comisión en
2004, con un presupuesto inicial de 30 millones de euros.
A fines de 2004 se abrió un concurso de propuestas
para este programa cuyo objetivo general es “[…] contribuir
a aumentar el grado de cohesión social de las sociedades latinoamericanas incidiendo en las políticas públicas de educación, salud, administración de la justicia, fiscalidad, y empleo
para que se conviertan en auténticos vectores de cohesión
social”.34
En mayo de 2005 se seleccionaron cuatro consorcios de
entidades de las dos regiones encargadas de la puesta en
marcha del programa durante sus cuatro años de ejecución.
El tema del empleo fue asignado a la Oficina Internacional
de Trabajo (OIT). Para profundizar en la metodología se celebró un taller en Cuernavaca, México en septiembre de 2005.
La conferencia de alto nivel sobre cohesión social de marzo
de 2006, celebrada antes de la cumbre biregional de Viena,
ha servido como marco para dar un lanzamiento político al
programa (aunque el programa en sí no fue objeto de un espacio concreto en dicha conferencia).
Como órgano de orientación estratégica para este programa se ha creado un Comité Conjunto con representantes
de la Comisión Europea, el Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo, el BID y la Comisión Económica para
América Latina. Un Comité Interinstitucional coordinará el
trabajo del programa en contacto con EuropeAid, entidad
responsable por parte de la Comisión Europea.
El programa desarrollará fundamentalmente dos tipos
de actividades. Por un lado, sensibilización política para promover valores que pueden contribuir a la cohesión social.
Por el otro, el intercambio de experiencias a partir de una
identificación de buenas prácticas, principalmente a través
de la formación, viajes de estudios, visitas, etc.
Considerando las dimensiones de la problemática,
EUROsociAL es una iniciativa modesta y cabe tener dudas
sobre su diseño y la elección de entidades ejecutoras, aunque para hacer valoraciones más firmes habrá que ver los
resultados. Desde el punto de vista técnico y de cooperación, puede ser acertado el carácter limitado de este programa y por su objetivo de extraer lecciones útiles. Pero más
allá de este programa, parece necesaria una reflexión sobre
medidas más amplias así como un diálogo político permanente sobre cohesión social.
En el ámbito más político, la iniciativa más importante
fue la organización de un breve encuentro entre la Comisión, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en mayo
de 2005.35 Hubo coincidencia entre los representantes de
estos organismos internacionales acerca de la necesidad de
aumentar la cohesión social en América Latina, y cada organización habló de iniciativas concretas que estaban en
marcha. Se constituirá un grupo de trabajo para dar seguimiento a esta reunión. Se trata, sin duda, de un paso simbólicamente importante —aunque pasó desapercibido para la
mayoría de los que siguen las relaciones biregionales—,
pero hace falta comprometer más firmemente a estas instituciones financieras a hacer el esfuerzo de enraizar este
concepto en su trabajo.
Por su parte la Comisión Europea ha destacado el tema
de la cohesión social en la comunicación que se ha dado a
conocer en diciembre de 2005. Al respecto, quiere iniciar
un diálogo político con América Latina en este ámbito. Será
un eje central de las intervenciones de su cooperación al
desarrollo (se incorporará con toda probabilidad a su docu-
34. Convocatoria: http://europa.eu.int/comm/europeaid/projects/amlat/
eurosocial_guidelines_es.pdf
35. Nota de prensa sobre reunión de Washington: http://www.iadb.org/
NEWS/Display/PRView.cfm?PR_Num=111_05&Language=Spanish
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mento de estrategia regional/Regional Strategy Paper para
2007-2013 que saldrá a principios de 2006), que podría fundamentarse en estrategias de cohesión social. Como novedad, se pretende organizar cada año un Foro de la Cohesión
Social, entre otros fines para difundir resultados de las distintas actividades que promueve la UE.
D. La cohesión social, los acuerdos de asociación
y el libre comercio
En el debate sobre la cohesión social, los acuerdos de asociación han sido, hasta ahora, un elemento ausente. Sin
embargo, constituyen un componente esencial de las relaciones biregionales; aunque sólo están firmados dos, entre
la UE y México, y la UE y Chile, existe la previsión de completar una “red” de Acuerdos de asociación que, si se dan
las circunstancias necesarias, incluirá nuevos acuerdos
biregionales entre la UE y Mercosur, la Comunidad Andina
de Naciones y Centroamérica.
Los acuerdos de asociación, y en particular las áreas de
libre comercio que éstos incluye, son problemáticos en lo
referido al vínculo entre comercio, desarrollo, y cohesión
social, y que en modo alguno es automático. Estos acuerdos
de integración “Sur-Norte” responden al modelo “OMC-plus”
y los ya firmados son muy similares a los promovidos por
Estados Unidos. De hecho, en las negociaciones con México, la UE buscó la “paridad NAFTA”. En este sentido, la pretensión europea de ofrecer acuerdos “europeos” distintos a
los que ofrece Estados Unidos tiene poco fundamento.
En este modelo de acuerdos, hay dudas razonables sobre la supuesta relación positiva entre libre comercio y cohesión social, y esta es una cuestión crucial en la actual
agenda de desarrollo y lucha contra la pobreza y la desigualdad en América Latina. En particular, así parece mostrarlo
la experiencia del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) tras diez años de vigencia, cuyas evaluaciones revelan que ha tenido resultados limitados en mate-
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53
ria de empleo y crecimiento, y ha ensanchado las diferencias sociales y territoriales en el seno de México.36
En particular, la posible negociación de acuerdos de
asociación con los países centroamericanos y andinos plantea problemas de gran magnitud en términos de tratamiento
de las asimetrías y de su impacto en la cohesión social, debido a su menor nivel de desarrollo. Si estos acuerdos se firman, y dejan atrás las preferencias del SPG-plus en vigor
hasta 2008, será necesario mantener incentivos ligados a
derechos laborales y sociales, buen gobierno y medio ambiente, e incluir en los acuerdos mecanismos específicos
para tratar las asimetrías.
Es cierto que la normativa multilateral de la OMC no
deja mucho espacio para alterar el diseño básico de este tipo
de acuerdos, pero hay distintos mecanismos para reducir
los costes del ajuste, compensar las asimetrías. Algunos de
estos mecanismos ya han sido puestos en práctica en algunos acuerdos Sur-Norte vigentes en la región. El Acuerdo
de Libre Comercio de Estados Unidos con Centroamérica y
la República Dominicana (CAFTA-DR) ha reconocido expresamente esas asimetrías, aun de modo insuficiente, y según
Heydon y Lee (2006) puede ser un precursor de futuros
acuerdos Sur-Norte que incorporen explícitamente medidas
de corrección de las asimetrías. Analizando la experiencia
de distintos acuerdos regionales de libre comercio, estos
autores identifican las siguientes medidas susceptibles de
ser incluidas en los acuerdos: Compromisos asimétricos en
cuanto a los calendarios del desarme arancelario y los productos cubiertos, incluyendo excepciones para sectores
“sensibles”; uso de salvaguardas de transición para la protección de sectores industriales “infantes”; requerimientos
flexibles en materia de reglas de origen; periodos transitorios; y medidas de apoyo directo, de carácter financiero,
36. Audley y otros, 2003; Lederman y otros, 2003 y Hufbauer y otros,
2003.
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fortalecimiento institucional y asistencia técnica en ámbitos como aduanas, normas técnicas, apoyo a la competitividad, y promoción del comercio y las inversiones.
También se ha sugerido la realización de estudios de
impacto ex-ante que analicen el vínculo entre comercio,
empleo y reducción de la pobreza. También parece necesario evaluar sus consecuencias ex-post. Estos análisis podrían realizarse conjuntamente, para asegurar su apropiación por ambas partes y su utilidad como herramienta de
aprendizaje para el diseño ulterior de políticas y de los programas de cooperación. En el Acuerdo UE-México, en vigor
desde hace cinco años, no se ha realizado tal evaluación, y
se sabe muy poco respecto a su impacto económico y social.
Los datos agregados muestran un aumento significativo del
comercio y la inversión, con un notable aumento del déficit
de México. Se puede afirmar que la participación de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) es baja, y sólo son las
grandes empresas las que aprovechan las oportunidades
comerciales del Acuerdo. Este hecho parece deberse a la
debilidad del sector, a la orientación de las pymes al mercado interno y al de Estados Unidos, a la falta de políticas de
apoyo, y al desconocimiento general del Acuerdo.37
Los derechos laborales son un obvio componente de la
cohesión social, y la UE ya los ha considerado expresamente
en el SPG-plus, en concreto los denominados “derechos
fundamentales” contemplados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sin embargo, hasta ahora no ha sido
así en los acuerdos de asociación. Aunque débiles, algunos
acuerdos Sur-Norte firmados por América Latina, como el
acuerdo Estados Unidos-Chile, ya las contemplan.38
Los vínculos entre comercio y medio ambiente tampoco
están adecuadamente tratados en los acuerdos de asocia-
37. Sanahuja, 2003.
38. Polasky, 2003: 18.
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55
ción. Esta cuestión deberá estar contemplada en los estudios de sostenibilidad, y dar paso a una política de cooperación en materia ambiental, en paralelo al acuerdo, o a un
“acuerdo paralelo” en esta materia, que sea compatible con
las metas ambientales contempladas en la agenda multilateral y en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
3. Perspectivas de futuro
Finalmente, se presentan unas reflexiones breves acerca de
las perspectivas de futuro en esta materia, empezando con
la Cumbre de Viena.
A. La cohesión social en la Cumbre de Viena
En varios discursos recientes la Comisaria de Relaciones
Exteriores señaló la cohesión social como un tema importante para la próxima cumbre.39
En efecto, será en la Cumbre de Viena en mayo de 2006
cuando las dos regiones reafirmen la importancia de la cohesión social en el diálogo biregional. Ahora bien, no es probable que sea el tema central de este encuentro y es posible
que los acuerdos al respecto tengan poca visibilidad frente a
otros temas. De éstos sin duda el principal será el acuerdo
de Asociación con Mercosur, y en segundo lugar, la decisión sobre si se inicia o no negociaciones con la Comunidad Andina y los países centroamericanos. Probablemente
pasará algo parecido a lo que ocurrió en la Cumbre de las
Américas en Mar de Plata en el sentido de que la agenda
39. Ver: Discurso de la Comisaria en Viena, octubre de 2005: http://
europa.eu.int/comm/external_relations/news/ferrero/2005/
sp_211005_la_es.htm, y su discurso en el seminario de alto nivel sobre
la materia en Bruselas en marzo de 2006: http://europa.eu.int:8082/
comm/world/lac-vienna/events/social_cohesion.htm
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comercial dominará el debate, dejando en un segundo plano otras cuestiones.40
Si esto ocurriera, es difícil imaginar que la cohesión social pueda tener una gran repercusión en el diálogo biregional a corto plazo.
Sin embargo, este escenario realista no imposibilita avances en esta materia. De hecho puede que sea conveniente
evitar crear expectativas (y por tanto frustraciones) exageradas mediante una presión excesiva acerca de este tema. No
obstante, se debe ir construyendo un consenso cada vez más
amplio para que eventualmente pueda ocupar un lugar más
relevante en la agenda biregional.
B. La cohesión social como eje permanente
de la agenda biregional41
Por último, cabe señalar tres propuestas generales para este
ámbito:
1) Impulsar el tema en la agenda internacional. En línea con
la reunión inter-agencial mencionada antes, sería importante fomentar un debate global continuado sobre la
problemática de la cohesión social. Las reflexiones en
torno a los ODM pueden ofrecer un buen espacio. Aunque los ODM se centran en la situación de los países más
pobres, quizás sea posible aprovechar discusiones generales sobre desafíos de desarrollo para estudiar la posibilidad de establecer un enfoque específico para países de
renta media.
40. En efecto, la Declaración Final de Mar de Plata (http://www.oit.org.pe/
portal/documentos/declaracionfinal_mardelplata.pdf ) incluye muchas referencias a la equidad y la inclusión social ya que su eje central es
“Crear Trabajo para Enfrentar la Pobreza y Fortalecer la Gobernabilidad
Democrática”.
41. Las ideas en este apartado se extraen de Freres y Sanahuja, 2005;
añadiendo algunos elementos nuevos.
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57
2) Integrar la cohesión social más plenamente en el diálogo.
Este tema tendría que estar en el centro del diálogo biregional. Hasta ahora la cohesión social se ha tratado como
un tema secundario, que no implica compromisos compartidos “duros”, con verdaderas implicaciones políticas
o financieras. Incluso en la Cumbre de Guadalajara el
debate sobre el multilateralismo dejo a la cohesión social en un segundo plano. Para que esta cuestión ocupe
un lugar más importante en el diálogo biregional parecería conveniente potenciar la participación de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) que promueven
la cohesión social de forma permanente a través de su
trabajo en el campo y su incidencia política.42 Por otro
lado, el emergente espacio biregional de educación puede contribuir a este fin en la medida en que éste aborde
los problemas de desigualdad que están presentes en
los sistemas educativos latinoamericanos. Por último,
sería fundamental dedicar más atención a aspectos
emergentes en las relaciones euro-latinoamericanas
como los flujos migratorios y la seguridad ciudadana,
que se vinculan estrechamente con la cohesión social.
3) Dar un mayor contenido a la cohesión social en la práctica
de la cooperación. Es en la cooperación donde se puede
proyectar mejor el nuevo enfoque. Un reto fundamental
es difundir el concepto más ampliamente en las sociedades latinoamericanas, algo que parece ser uno de los
objetivos de EUROsociAL. Con el fin de potenciar los pactos sociales fundamentales para este enfoque se podría
favorecer la creación de consejos económicos y sociales
en América Latina, utilizando los que existen en los Estados miembros como un mecanismo de formación. Esto
42 . Aunque muchas OSC son bastante escépticas sobre el término como se
puede ver en la Declaración final del III Foro euro-latinoamericanocaribeño de la sociedad civil celebrada en Viena en abril de 2006 (ver:
http://www.alop.or.cr/).
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último tiene que ver con la necesidad de ampliar
EUROsociAL a la participación de OSC, parlamentarios y
representantes de poderes locales y regionales, de forma que se logre un impacto mayor.
Otro gran reto es vincular la cohesión social con el desarrollo económico. Un elemento central es la generación de empleos y en general la mejora de la productividad en América Latina.
La cohesión social también podría ser abordada en las
negociaciones para los Acuerdos de Asociación. Para
ello, hay distintas acciones que pueden llevarse a cabo
en el marco de las relaciones biregionales. En primer
lugar, es necesario saber más sobre el impacto, real y
potencial, del libre comercio en el empleo, la distribución de la renta, el desarrollo regional y los equilibrios
territoriales, y la demanda de servicios sociales. También parece necesario realizar estudios de impacto en
los acuerdos en vigor —México, cuyo acuerdo lleva ya
cinco años en vigor es la referencia obvia—, y estudios
de impacto ex-ante en el caso de la Comunidad Andina
o Centroamérica, una vez se inicien las negociaciones.
En este último caso, hay un argumento adicional, y es la
mayor asimetría que existe con la UE.
Finalmente, es importante dejar claro que no es posible
abordar seriamente este desafío con los recursos limitados
(ni con los procedimientos tan poco ágiles) con que cuenta
(o contará) la Comisión Europea. Por ello es necesario trabajar en dos líneas. Por un lado, habría que “apalancar” más, lo
que significa hacer que otros se sumen a la tarea con sus
propios recursos. En esta línea sería interesante que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) apoyara programas que contribuyan directa o indirectamente a la cohesión social.
Varios Estados miembros han empezado a trabajar en este
sentido, pero convendría buscar mayores complementariedades. Por el otro, se podría crear un fondo especial para
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59
intervenciones piloto, de dimensión reducida, que tuviera
mayor agilidad, y que permita la cofinanciación con entidades privadas y públicas de las dos regiones. Quizás esto sea
el objetivo más indicado del llamado “Fondo de Solidaridad
Biregional” que algunos —especialmente desde el Parlamento Europeo— promueven desde hace varios años.
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