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2021, Comité Editorial N°19 Editoras responsables: Pamela Alli; Sabrina Labrone. Editores asistentes: María Bagur; Ana R. Butto; Damián A. Fernández; Maité Latorre; María Paz Martinoli; Fernando C. Santiago
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Material de distribución gratuita í n d i c e INVERTEBRADOS MARINOS FÓSILES
La Lupa. Colección fueguina de divulgación científica, 2021
Comité editorial: Pamela Alli Ana R. Butto Maria Victoria Castro Belén Colasurdo María Bagur Damián A. Fernández Sabrina Labrone Maité Latorre María Paz Martinoli Fernando C. Santiago
La Lupa. Colección fueguina de divulgación científica, 2020
La Lupa. Colección fueguina de divulgación científica Comité Editorial: Bártoli, Varleria. Colasurdo, Belén. Deferrari, G. Franch, Ana. Granitto, María. Kaminsky, Julieta. Marina, Tomás. Ignacio. Tivoli, A. M. Vanella, Fabián. Lovrich, Gustavo.
La Lupa. Colección fueguina de divulgación científica, 2020
La Lupa. Colección fueguina de divulgación científica Comité editorial: Colasurdo, Belén. Deferrari, G. Tivoli, A. M. Vanella, Fabián. Allí, Pamela. Daniela. Castro, María. Victoria. Labrone, Sabrina. Butto, Ana R. Bagur, María. Latorre, Maite.
2022
Comité Editorial Editoras responsables Pamela Alli (CADIC-CONICET) Sabrina Labrone (CADIC-CONICET; UNTDF) Editores asistentes María Bagur (CADIC-CONICET) Ana R. Butto (CADIC-CONICET) Damián A. Fernández (Gob. Tierra del Fuego) María Paz Martinoli (CADIC-CONICET) Fernando C. Santiago (CADIC-CONICET)
2018
La Lupa Colección Fueguina de divulgación científica. Comité Editorial Lic. Ulises Balza Dra. María Eugenia Barrantes Mag. María Laura Borla Lic. Samanta Dodino Dra. Victoria Julieta García Lic. Pablo Jusim Téc. Adriana Lasa Lic. María Eugenia Lopez Dra. Nélida Pal Lic. Catherine Roulier Dr. Fernando Santiago
Revista La Lupa. Colección Fueguina de Divulgación Científica, 2023
Publicación semestral Año 13 Número 22 - julio de 2023 Impresión 2000 ejemplaresEditoras responsables Jimena Elizabeth Chaves (CADIC-CONICET) María Paz Martinoli (CADIC-CONICET) Editores asistentes Damián A. Fernández (Gob. Tierra del Fuego) Cecilia Inés Gutiérrez (CADIC-CONICET) María Constanza Maluendez Testoni (CADIC-CONICET) Victoria Mosqueira González (CADIC-CONICET) Paula Rodríguez (CADIC-CONICET) Fernando C. Santiago (CADIC-CONICET)
Revista La Lupa. Colección Fueguina de Divulgación Científica, 2022
Publicación semestral Año 12 Número 21 - diciembre de 2022 Editoras responsables María Paz Martinoli (CADIC-CONICET) Editores asistentes Jimena Elizabeth Chaves (CADIC-CONICET) Damián A. Fernández (Gob. Tierra del Fuego) Mauricio González Guillot (CADIC-CONICET; UNTDF) Cecilia Inés Gutiérrez (CADIC-CONICET) María Constanza Maluendez Testoni (CADIC-CONICET) Victoria Mosqueira González (CADIC-CONICET) Paula Rodríguez (CADIC-CONICET) Fernando C. Santiago (CADIC-CONICET) ISSN 1853-6743 (versión impresa) ISSN 2796- 7360 (versión electrónica) Impresión 2000 ejemplares
La Lupa. Colección fueguina de divulgación científica, 2019
La Lupa Colección Fueguina de divulgación científica. Comité Editorial: Franch Bach, Anna Marina, Tomás. Ignacio. Lasa, Adriana. Bartoli, Valeria Roulier, Catherine. Kaminsky, Julieta. Balza, Ulises. Granitto, María. Pal, Nélida. García, Victoria. Julieta.
La Lupa Colección Fueguina de divulgación científica., 2019
La Lupa Colección Fueguina de divulgación científica. Comité Editorial: Bártoli, Varleria. Colasurdo, Belén. Coscarón, María del Carmen. Deferrari, G. Franch, Ana. Granitto, María. Kaminsky, Julieta. Marina, Tomás. Ignacio. Tivoli, A. M.
2016
La Lupa. Colección fueguina de divulgación científica. COMITÉ EDITORIAL Lic. María Eugenia Raffi Lic. María Celina Álvarez Soncini Lic. María Laura Borla Lic. Amanda Paola Villatarco Vazquez Dr. Tomás Chalde Lic. Érika Bedoya Agudelo Lic. Javier Rojo Lic. Sebastián Cao Lic. Vanesa Parmigiani Lic. Pablo Jusim Dra. María Eugenia Barrantes Lic. Samanta Dodino Lic. María Eugenia Lopez Dr. Mariano Diez Dr. Fernando Santiago DISEÑO M&A diseño y comunicación s.r.l. Área Cuatro s.r.l Buenos Aires, Argentina. E-mail: info@myaweb.com.ar COLABORADORES Ficha Desmontable: Sabrina Harris Andrea Raya Rey Angélica M. Tivoli
Foto: María Jose Saletta, 2017.
LA DIEZMADA FLOTA LLEGÓ AL OTRO OCÉANO, QUE EL MISMO MAGALLANES BAUTIZÓ COMO OCÉANO PACÍFICO.¨3
• EL PRIMER DESCUBRIMIENTO DEL ESTRECHO La región del actual estrecho de Magallanes fue poblada hace 13000 años por grupos cazadores-recolectores que ocuparon las zonas de Pali Aike y Última Esperanza y luego ingresaron al norte de Tierra del Fuego. Para ese entonces, aún no existía el estrecho y la Isla Grande de Tierra del Fuego estaba unida al continente (ver artículo "El paisaje y la historia geológica de Isla de los Estados" en La Lupa N° 18). Estos grupos cazadores-recolectores nómades habitaron la estepa y el bosque, cazaron guanacos y algunas especies extintas, como el caballo americano y el milodón.
El aumento de la temperatura global inició el fin de la glaciación y, con ella, el ascenso del nivel del mar, que llevó a la apertura del estrecho, hace unos 8.400 años (ver artículo "Historia de los glaciares de Tierra del Fuego" en La Lupa N° 10). De esta manera, el primer descubrimiento de este cuerpo de agua interoceánico fue de las poblaciones que habitaban el extremo sur de Patagonia y Tierra del Fuego. Entre los pueblos que tenían y tienen al estrecho como parte de sus territorios ancestrales están los grupos que actualmente se autodenominan Tehuelches, que habitaban desde el río Colorado hasta la margen norte del estrecho; los Selk´nam, cuyo territorio abarcaba el centro-norte de la Isla Grande de Tierra del Fuego y los Kawésqar, que habitaban las costas y archipiélagos desde el Golfo de Penas hasta el sur del estrecho.
• EL SEGUNDO DESCUBRIMIENTO Y LA APROPIACIÓN DEL TERRITORIO El 1 de noviembre de 1520, con la llegada de la expedición naval del explorador portugués al servicio de España Hernando de Magallanes a cabo Vírgenes, comenzó la navegación europea por el estrecho que llevaría su nombre. Los diarios de Antonio Pigafetta, miembro de esa escuadra, registran algo que se repetirá en las crónicas de los siglos venideros: la dificultad de ingresar y navegar en el estrecho. Veintiséis días después de haber ingresado por el este al estrecho de Todos los Santos (como fue nombrado en un primer momento), la diezmada flota llegó al otro océano, que el mismo Magallanes bautizó como Océano Pacífico. La navegación por el estrecho fue rápida, pues el objetivo era encontrar la tan ansiada ruta hacia la India sin interesarse por el reconocimiento geográfico (PORTADA).
Con la exploración de Magallanes y el relato de Pigafetta inició una historia de expediciones europeas que convirtieron al estrecho en un epicentro geográfico, comercial y político. La hegemonía de la presencia europea en este extremo del continente sudamericano se mantuvo intacta hasta el siglo XIX, cuando los nacientes estados-nación de Chile y Argentina iniciaron su presencia en este estrecho (FIGURA 1).
En 1526 las naves de Francisco García Jofré de Loaisa arribaron al estrecho. Junto a él viajaba Juan Sebastián Elcano, quien completó la primera vuelta al mundo con la escuadra de Magallanes, pero que esta vez no tendría tanta suerte, ya que su embarcación naufragaría en cabo Vírgenes, aunque él sobreviviría y cruzaría el estrecho. Esta exploración fue más minuciosa y aportó el primer registro escrito acerca de los más antiguos navegantes de este estrecho, los Kawésqar.
Nueve años más tarde el portugués Simón de Alcázaba llegó al estrecho, pero no lo cruzó. Quien sí lo cruzó fue el español Juan Ladrillero, que en 1558 llegó a la boca occidental del estrecho y realizó una muy detallada exploración del mismo. Un corsario inglés, Francis Drake, tomó contacto nuevamente con los Kawésqar en su viaje de 1558
(FIGURA 2). Una constante en estos primeros viajes de exploración es el des-cubrimiento a los ojos europeos de un territorio previamente desconocido, la toma de posesión y el reemplazo de los topónimos por nuevos nombres (usualmente de la liturgia cristiana). Este continuo acto de renombrar la geografía americana, que implicaba una posesión simbólica del territorio, invisibilizó los nombres indígenas, borrando no sólo su presencia física a través de persecuciones, violaciones y asesinatos, sino también su ancestralidad en esas tierras.
Una de las historias de exploración más desafortunadas alrededor del estrecho de Magallanes es la protagonizada por el marinero español Sarmiento de Gamboa, quien en 1584 llegó a las costas del estrecho con el objetivo de fundar dos colonias: Nombre de Jesús (en cabo Vírgenes) y Rey Felipe (cerca de la actual Punta Arenas). Desembarcados y armados los poblados, Sarmiento de Gamboa partió hacia España a pedir víveres y refuerzos, pero fue apresado por corsarios ingleses. Jamás pudo avisar al rey de España del éxito de la empresa y éste, convencido de su fracaso, nunca mandó refuerzos a las nuevas colonias. A causa de estos desencuentros, las poblaciones de las dos colonias, sumidas en revueltas, perecieron de hambre. Conocemos su destino por un sobreviviente, Tomé Hernández, que fue rescatado en 1587 por el corsario inglés Tomas Cavendish, que lo avistó mientras cruzaba el estrecho. Anteriormente, había observado las horcas con cuerpos aun colgados en lo que denominó Puerto Hambre (Rey Felipe). De Gamboa fue finalmente liberado en 1591, pero nunca se repuso del abandono de las colonias y murió en 1592 (FIGURA 3).
El siglo XVII fue el de los navegantes holandeses, con de Coordes, De Weert, Schouten, Van Noort y Spilbergen. Pero también de los españoles, con los hermanos García de Nodal, que dejaron varias cartas de navegación. Inglaterra envió a Narborough, quien también cruzó el estrecho y Francia envió dos naves recién a fines de ese siglo. Los dos viajes más representativos del siglo XVIII son del inglés John Byron, cuya nave naufragó en el archipiélago Guayaneco (al sur del Golfo de Penas), y del francés Louis de Bougainville, quien cruzó el estrecho en 1765 y 1767. Estos dos viajes inauguraron una nueva etapa en las navegaciones de este pasaje, guiadas por objetivos científicos (FIGURAS 4 Y 5).
Las exploraciones naturalistas tuvieron su máxima expresión en el siglo XIX con los viajes de los ingleses Phillip Parker King y Robert Fitz-Roy, quienes a bordo del Adventure y el Beagle (que llevó a Charles Darwin) se abocaron a la más extensa expedición hidrográfica y naturalista (FIGURA 6). La mayoría de los exploradores, especialmente los página naturalistas, incluyeron en sus relatos pinturas y grabados que representaban a los pueblos patagónicos y fueguinos con quienes entraron en contacto. Así, estas imágenes cumplieron un rol crucial en la conformación de un imaginario visual de estos pueblos originarios, mostrándolos como salvajes y exóticos, enfatizando las diferencias y mostrándolos como "otros", despertando durante siglos la fantasía y también el temor.
En 1843 la República de Chile se aseguró la posesión del estrecho de Magallanes, con la nave Ancud al mando del inglés-chileno John Williams. Recién en 1881 la Expedición Científica Austral Argentina, al mando del marino italiano Giácomo Bove, cruzó por primera vez el estrecho desde Isla de los Estados en dirección a Punta Arenas.
• 500 AÑOS, NADA QUE FESTEJAR Durante las celebraciones del quinto centenario del descubrimiento de América en 1992, activistas indígenas acuñaron esta frase, como forma de denunciar las atrocidades cometidas por los conquistadores y las consecuencias del genocidio, que se perpetúan hasta hoy. Así, tal como ocurrió con ese aniversario del primer viaje de Colón, las masacres y despojos a los que abrió paso la llegada de Magallanes no son motivo de celebración, sino de escucha de los reclamos de los pueblos indígenas, que siguen exigiendo políticas de reconocimiento, reparación y respeto de sus
Mapa con la localización de los lugares mencionados en el texto. UNLaM adverbiodemodo@gmail.com TOPÓNIMO: nombre propio de un lugar que indica alguna característica física sobresaliente y suele derivar de lenguas indígenas o antiguas. OTREDAD: concepto antropológico que refiere a un tipo particular de diferencia relacionada con la experiencia de lo extraño y ajeno, que surge del contacto cultural con grupos distintos al "nosotros".
IDACOR, CONICET-UNC sandra.gordillo@unc.edu.ar H ace unos días me vino un lejano recuerdo y quizás este décimo aniversario de La Lupa sea una buena ocasión para compartirlo.
Entre los años 1995 y 1997 desde el CADIC generamos nuestro primer proyecto de divulgación científica. Nuestra finalidad era que la comunidad de Ushuaia tuviera información sobre la investigación que se desarrollaba en el centro, así como también abordar temáticas vinculadas que resultaban de interés social en ese momento. Con ese objetivo, logramos reunir 26 artículos cortos que fueron publicados, uno por mes, en la revista Televisora Austral, que llegaba de manera impresa a gran parte de la población suscripta en esa época a la televisión por cable de la ciudad de Ushuaia. Organizamos los artículos en seis ejes temáticos, siguiendo la estructura de las principales áreas de investigación del CADIC: Antropología, Biología Marina, Ecogenética, Recursos Geológicos y Paleontológicos, Recursos Vegetales y Desarrollo Frutihortícola y Radiometría y Fotobiología. Cada investigadora / investigador redactó su texto con la consigna de "evitar el lenguaje técnico y así facilitar la comprensión". Posteriormente, ese trabajo fue plasmado en otro material impreso: "El CADIC para todos", un cuaderno de divulgación cuyo original quedó en la biblioteca del centro. Por muchos años ese cuaderno fue el único material que permitía que los/las docentes y estudiantes que se acercaban a la biblioteca pudieran tener información de primera mano sobre "qué hacíamos en el CADIC" y encontrar ahí algunas respuestas. Una vez la bibliotecaria, Romy Díaz, me habló de lo valioso que fue ese material, ¡tantas veces consultado por quienes se llegaban hasta el CADIC! Y así pasaron por este cuaderno los nómades del mar, los cazadores Selk´nam y también quienes poblaron de manera temprana la Patagonia. Del canal Beagle emergieron cangrejos, delfines, algas y algunas reflexiones, en términos biológicos, sobre la multiplicidad de formas de los organismos marinos. Por el ámbito terrestre transitaron los castores, los tuco-tuco y las ratas almizcleras. De las terrazas marinas quedaron desenterrados los moluscos fósiles. La visita por el paisaje fueguino nos permitió adentrarnos en la estepa, en la historia geológica y su relación con la Antártida, en la minería, los terremotos, los cambios climáticos y en la importancia de planificar el uso del suelo en Ushuaia. También "El cuaderno" nos alertó sobre el agujero de ozono y la radiación ultravioleta, e incursionó en el campo de hielo patagónico y la delimitación de la frontera chileno-argentina. Además, el cuaderno nos contó sobre algunas experiencias de cultivo in vitro y sobre la factibilidad del cultivo de hortalizas en la ciudad.
Pasaron 25 años de esta experiencia comunicativa y con esa mirada debe contextualizarse. Hoy queremos rescatar del olvido ese trabajo en equipo, hecho con el espíritu y el compromiso social de crear un puente de L a exploración y estudio metódico de fósiles de invertebrados marinos en la Antártida se iniciaron hace aproximadamente 120 años con la expedición científica sueca de Otto Nordenksjöld, 1901-1903 archipiélago James Ross (FIGURA 1). Esta expedición contó con el apoyo logístico de la República Argentina y la participación de José M. Sobral, quien junto a Nordenskjöld permaneció aislado en el refugio Suecia de la isla Cerro Nevado, durante los inviernos de 1902 y 1903. A esta primera expedición le siguieron numerosas investigaciones realizadas por distintos países, entre los cuales la República Argentina ocupó, desde la creación del Instituto Antártico Argentino en 1951, un papel central. Como resultado de estas investigaciones se pueden enumerar notables hallazgos de diversos grupos de invertebrados fósiles como anélidos (gusanos), cnidarios (medusas, pólipos, corales), crustáceos (cangrejos, langostas), moluscos (caracoles, mejillones, calamares, quitones) y equinodermos (estrellas de mar, erizos), entre otros.
Uno de los últimos descubrimientos notables de invertebrados fósiles en la Antártida fue presentado por los autores del presente trabajo en el primer número de la revista La Lupa, donde se dio a conocer el descubrimiento de un quitón de preservación excepcional, de 1 cm de tamaño con todas sus placas conservadas y articuladas (ver Leptochiton sp., en La Lupa N°1). Nuevos hallazgos de fósiles son esperables que sucedan en la Antártida, un continente del tamaño semejante al de América del Sur que todavía no ha sido adecuadamente explorado. Dentro de página este contexto, en esta contribución examinamos la importancia de los invertebrados fósiles en la comprensión de cambios ocurridos en los ecosistemas marinos cretácicos, en un tiempo situado aproximadamente entre los 86 y 66 millones de años (Ma) de antigüedad. Para el inicio de esos tiempos, la Antártida tenía un clima mucho más cálido que el actual, ambientes terrestres con vertebrados y bosques dominados por coníferas y plantas sin semillas, como los helechos. Estos rasgos marcan un contraste muy pronunciado con los ecosistemas terrestres y marinos antárticos actuales, los que están caracterizados por un enorme desierto terrestre cubierto casi en el 99% por un manto de hielo de unos 3 km de espesor medio y por organismos terrestres y marinos endémicos. Los organismos antárticos actuales están adaptados a vivir en un clima extremadamente frío, con registros de temperaturas tan bajas como -89°C en la meseta polar y -2°C en las aguas marinas. La producción primaria de alimentos se realiza en el mar y se caracteriza por una marcada estacionalidad, siendo escasa o nula durante el largo período invernal de oscuridad y muy activa durante la llegada del verano, cuando comienza la mayor radiación solar. Por ello, los ecosistemas antárticos actuales han sido caracterizados como la alternancia de largas hambrunas y cortos festines.
El momento y circunstancias en las que se producen estos cambios tan drásticos de ecosistemas antárticos constituyen uno de los problemas principales, todavía no debidamente resueltos, que el estudio de sus invertebrados fósiles puede ayudar a responder. Durante los últimos 30 años y particularmente en los últimos diez años de campañas antárticas, integrantes del Laboratorio de Geología Andina del CADIC han estado trabajando en la reconstrucción de los ecosistemas marinos antárticos del pasado, estudiando en las rocas los registros de los cuerpos y trazas fósiles del Cretácico. Los cuerpos fósiles son restos o partes del esqueleto de organismos preservados en las rocas. Su estudio a lo largo del tiempo nos permite entender la historia evolutiva de determinados organismos, su asociación en distintas comunidades biológicas, la relación entre estas comunidades y el ambiente, y su distribución geográfica en el pasado geológico. Las trazas fósiles son huellas o estructuras preservadas en sedimentos, que resultan de la actividad en vida de distintos organismos, y reflejan el comportamiento del productor y el ambiente en el cual vivían (ver "Icnología. Huellas bajo la lupa", en La Lupa, N°5).
Los principales resultados de estas investigaciones se resumen en la FIGURA 2. En ella representamos cómo fue cambiando a través del tiempo el registro del conjunto de los seres vivos o biota marina representada por los amonites, moluscos cefalópodos extintos, relacionados con las sepias y calamares y con el nautilus actual (FIGURAS 3 Y 4); las trazas fósiles (FIGURA 5); la vegetación terrestre; y parámetros ambientales como la temperatura del agua y atmósfera. En la FIGURA 2 podemos ver como hacia los 80 Ma hay una coincidencia notable de cambios de comunidades de invertebrados fósiles, trazas fósiles, vegetación terrestre y enfriamiento del agua y la atmósfera. o angiospermas, y este reemplazo coincide con un marcado enfriamiento de la atmósfera.
Otro rasgo notable es un acentuado cambio en la composición y distribución geográfica de las trazas fósiles, que se produce también hacia los 80 Ma con la aparición de una nueva asociación de trazas mayormente endémica de regiones circumpolares (FIGURAS 2 Y 5). Sus organismos productores adoptaron múltiples estrategias de alimentación; por ello son considerados generalistas tróficos, pues se alimentaban de varias formas de acuerdo a la disponibilidad del alimento, ya sea de partículas orgánicas en suspensión (suspensívoros), de partículas o microorganismos preservados en el fondo marino (detritívoros) o dentro del sedimento (depositívoros) e incluso de bacterias. La incorporación de estas estrategias tan variadas probablemente favoreció la supervivencia del grupo en ambientes más fríos y con variaciones estacionales en la disponibi- En resumen, estos cambios iniciados hace unos 80 Ma en la biota de la plataforma marina antártica coincidieron con un marcado enfriamiento del mar y del continente. Contrariamente a la hipótesis generalizada que los ecosistemas antárticos actuales datan de unos 34 Ma de antigüedad, momento cuando la Antártida se cubre de una espesa capa de hielo, el establecimiento hacia los 80 Ma de una biota endémica y generalista, adaptada a climas fríos, significa que los ecosistemas del Cretácico ya habían empezado a adquirir rasgos similares a los ecosistemas antárticos
n esta oportunidad, queremos contarles quién es Nora Bär, una mujer pionera en lo que refiere a la divulgación de la ciencia en Argentina. Nora nació en Banfield (provincia de Buenos Aires) el 18 de diciembre de 1951. A los 17 años se recibió de maestra y, mientras trabajaba en la docencia, estudió Letras y Traductorado de francés, ambas carreras en la Universidad de Buenos Aires.
Fue madre por primera vez a los 23 años, por lo que comenzó su carrera periodística haciendo trabajos de medio tiempo. En una de sus primeras experiencias entrevistó a Jorge Luis Borges, nota que salió publicada en la revista Vosotras. Sin embargo, ya sentía un interés persistente en la lectura de revistas extranjeras que tenían como objetivo la divulgación científica; especialidad que no se encontraba muy desarrollada en nuestro país. A la luz de esa inquietud, a comienzos de la década de los ´80, escribió un artículo que trataba sobre las lagunas bonaerenses y la llevó a la redacción de la revista de La Nación. A los editores les gustó tanto la nota, que la colocaron en la tapa. Gracias a esa iniciativa, comenzó un camino de colaboraciones que terminarían convirtiéndola en una referente de la divulgación de la ciencia a nivel nacional e internacional. En sus propias palabras: comencé a proponer más temas y me escabullí en ese vacío * . En esa época también colaboró con el suplemento científico infantil Eisi, de la revista Descubrir y fue guionista del ciclo televisivo Grandes Científicos Argentinos.
Casi diez años después de la publicación de ese primer artículo dedicado a la divulgación científica, la designaron redactora del suplemento de ciencia de La Nación. Posteriormente, en el año 1995, la nombraron editora y columnista del suplemento de salud de ese NORA BÄR página mismo diario. Y desde entonces no paró. En el año 2002 se incorporó a la Academia Nacional de Periodismo y fue presidenta de la Red Argentina de Periodismo Científico. Es autora de varios libros: Viceversa (2008), Gente brillante (2016), Diez preguntas que la ciencia (todavía) no puede contestar (2018), Rebelión en el laboratorio, vidas de mujeres científicas (2019), y además es editora -junto con Diego Golombek -de Neurociencias para presidentes (2017).
A lo largo de su carrera recibió múltiples reconocimientos, entre los que se destacan: el Premio Longines al Periodismo Destacado, el Premio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires "Periodismo y Salud", el Primer Premio a la trayectoria en la divulgación de la Ciencia de la Universidad de Buenos Aires y el Konex de Platino a la mejor periodista científica de la década (2017). Es disertante en congresos internacionales y jurado de premios nacionales e internacionales al periodismo de excelencia. También es docente invitada en diversas universidades y se ha desempeñado como directora de tesis sobre periodismo científico en el Instituto de Estudios Sociales de la Ciencia de la Universidad Nacional de Quilmes. Fue columnista en varios programas de radio. Actualmente conduce el programa radial semanal El arcón. Ciencia, salud y tecnología. Desde el 2021 escribe en el medio web El Destape.
Sin dudas, Nora Bär es una mujer que ha sido precursora de la divulgación de la ciencia en nuestro país, y sobre todo una apasionada del conocimiento: los periodistas científicos tenemos un privilegio muy grande al dialogar con las personas que construyen el conocimiento. Y todos los días surge un tema nuevo, por ello me produce mucha felicidad ir a trabajar * . M * http://www.ragcyt.org.ar/ampliar/entrevista-a-nora-br/2900
Conocida como "estrella canasta", Gorgonocephalus chilensis se relaciona con las estrellas de mar típicas; sin embargo, a diferencia de ellas (pertenecientes a la clase Asteroidea), esta especie forma parte de las ofiuras, clase Ophiuroidea. El nombre de la familia Gorgonocephalidae, proveniente del griego, hace referencia a "gorgos", la Gorgona (comúnmente conocida como medusa) y a "céfalo", que significa cabeza, haciendo referencia a la ramificación de sus brazos. A esta familia pertenecen las ofiuras de mayor tamaño.
Dentro del phylum Echinodermata, que comparten con estrellas de mar, erizos, pepinos y lirios de mar, las ofiuras representan el grupo más diverso, contando con aproximadamente 2000 especies. Además, poseen características particulares que las diferencian morfológica y funcionalmente de los demás grupos mencionados.
La clase Ophiuroidea presenta la mayor diversidad de estrategias alimentarias divididas en dos grandes grupos: los macrófagos, generalmente carnívoros, depredadores o carroñeros y los micrófagos que incluyen a detritívoros y suspensívoros. Suelen estar presentes en áreas con corrientes, donde hay más circulación de partículas y por lo tanto más alimento. Se alimentan desde pequeñas partículas en suspensión hasta organismos un poco más grandes, como copépodos o larvas de peces a los que capturan extiendiendo sus brazos ramificados.
Una de las características más llamativas del phylum equinodermos en general, y que incluye a esta especie, es la capacidad de regenerar sus brazos, es decir, si uno de ellos se rompe, la ofiura lo repondrá por uno nuevo.
A diferencia de las estrellas de mar más conocidas, las ofiuras generalmente son individuos muy frágiles. Cuentan con una mayor movilidad gracias a sus brazos delgados y articulados (de hasta 40 cm de longitud) diferenciados de su disco central. Estos brazos "ágiles" le sirven para la locomoción, los mueven por parejas hacia adelante y los fijan al sustrato; una vez fijados mediante movimientos gráciles y veloces tiran o empujan avanzando como a tirones. Los de esta familia (Gorgonocephalidae), evolucionaron para optimizar la fijación al sustrato y el filtrado del agua en busca de alimento.
El disco, puede alcanzar los 10 cm de diámetro, y es una base de forma hexagonal en la que se insertan los brazos (FIGURA 1). En él también se encuentra una cubierta moderada de tubérculos cónicos, los cuales son más altos que anchos. Poseen un madreporito único en el área oral que permite el ingreso de agua al sistema vascular acuífero, un sistema único de este phylum y que finaliza en unos podios de posición ventro-lateral sin ventosas. La boca (FIGURA 2) se encuentra en la cara inferior (cara oral) rodeada por cinco placas móviles que emulan mandíbulas. En el disco central el color es de rosáceo claro a marrón oscuro; en los brazos es de rosáceo claro a anaranjado oscuro. Estos brazos se ramifican y están cubiertos por tubérculos redondeados o abovedados, a veces ausentes, especialmente a los lados de los brazos; tienen apariencia de estar anillados.
Otra diferencia con las estrellas de mar es la particularidad de poseer todos sus órganos internos en el disco central, y no distribuidos entre sus brazos.
Al igual que todos los animales pertenecientes a los equinodermos, las funciones que debería cumplir el sistema circulatorio son realizadas por el sistema vascular acuífero, que en algunos casos también facilita la locomoción. Su sistema digestivo es incompleto, esto quiere decir que no tiene ano, las sustancias no digeridas son eliminadas por la misma boca.
También en la cara oral del disco central se pueden observar cinco pares de hendiduras a cada lado de la base de los brazos por donde ingresa y egresa agua y se comunican con unos sacos llamadas bursas (FIGURA 3), que le permiten el intercambio gaseoso. En algunas especies de ofiuras además las crías son incubadas en estas bursas.
Son animales bentónicos que habitan entre los 4 y 900 metros de profundidad en zonas expuestas a corrientes en puntos elevados, sobre rocas u otros organismos (FIGURA 4). Se posan sobre los afloramientos rocosos y expanden sus brazos en forma de canasta con el fin de filtrar el alimento (FIGURA 5).
Pueden tolerar un amplio rango de temperatura y grandes profundidades. Las podemos encontrar en África del Sur; islas Subantárticas (Islas Kerguelen); Pacífico SO (Nueva Zelanda); Atlántico SO (Argentina; Islas Malvinas); Pacífico SE; estrecho de Magallanes; Tierra del Fuego y Chile, presentando una amplia distribución circumpolar (FIGURA 6 MADREPORITO: placa perforada por donde entra el agua en el sistema ambulacral. Su posición depende del grupo de equinodermos en el que nos encontramos. SISTEMA VASCULAR ACUÍFERO: es un complejo sistema de conductos llenos de líquido que interviene en el transporte interno y que acciona hidráulicamente a los denominados pies ambulacrales, cuyas partes externas (podios) pueden desempeñar diversas funciones, como la locomoción, el intercambio gaseoso, la alimentación, la fijación al sustrato y la percepción sensorial. ECHINODERMATA: phylum de animales marinos caracterizados por presentar un endoesqueleto de placas, un sistema vascular acuífero y una simetría radial pentámera. OPHIUROIDEA: Clase de equinodermos con mayor número de especies. Se los encuentra en todo tipo de hábitat bentónico. Caracterizados por tener surcos ambulacrales cerrados, carecer de ano y presentar los pies ambulacrales sin ventosas.
Abanicos, ¡pero de sedimentos!
Un curso de agua que escurre por un cauce confinado se encuentra con un cambio de pendiente
asta finales del siglo XIX cada ciudad o pueblo tenía su propio mediodía, el "verdadero". Cuando el Sol llegaba a su punto más alto en cada sitio, era una oportunidad para poner "en hora" los relojes. Sin embargo, a medida que las comunicaciones fueron ganando extensión y velocidad, y la coordinación de actividades entre localidades distantes se hizo necesaria, los inconvenientes fueron apareciendo. La solución fue el sistema de husos horarios que hoy conocemos y con el cual estamos familiarizados.
Transcurridas las primeras décadas del siglo XX, con el mejoramiento de los relojes y la necesidad de medición precisa del tiempo, surgió un nuevo inconveniente. La variación secular de la duración del día y las irregularidades de la rotación terrestre eran conocidas desde hacía unos años, siendo evidente entonces que nuestro planeta no servía para definir una escala de tiempo uniforme. Tal escala surgió en los 60's con los relojes atómicos.
Pero ambas escalas, la rotacional y la atómica, se van apartando continuamente. Luego de probar distintas estrategias, la solución adoptada fue el "segundo intercalar". En efecto, desde 1972, cada vez que la escala rotacional de Tiempo Solar queda significativamente atrasada respecto al Tiempo Universal Coordinado mantenido por lo relojes atómicos, repetimos un segundo, o dicho de otra manera se intercala un segundo, sin nombre, al final del día 30 de junio o del 31 de diciembre.
Actualmente, el International Earth Rotation Service con la colaboración de muchas estaciones alrededor del mundo, entre ellas la EARG (ESTACIÓN ASTRONÓMICA RIO GRANDE; FIGURA 1), define cuando debe adicionarse un segundo (FIGURA 2). Veintisiete, son los segundos intercalados desde que se adoptó el sistema, siendo el último el insertado el 31 de diciembre de 2016. M
MAESTRÍA EN ESTUDIOS ANTÁRTICOS E n abril del 2021 la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (UNTDF) ha comenzado el dictado de la primera edición de la Maestría en Estudios Antárticos. La Maestría ha sido acreditada por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU, Acta 511) y el Ministerio de Educación de la Nación ha reconocido su título: Magister en Estudios Antárticos (R. M. 302/2020). Esta propuesta es la primera y, por el momento, única en su tipo en nuestro país (FIGURA 1).
Desde este espacio curricular se propone la formación de posgraduados en un área de conocimiento específico y de carácter estratégico combinando excelencia académica y relevancia política.
El dictado de la maestría está a cargo de docentes investigadores de los cuatro institutos de la UNTDF y de profesores invitados de otras instituciones que se dedican al estudio e investigación de temas antárticos desde diferentes perspectivas.
Asimismo, se generan espacios de participación con actores relevantes en el ámbito de la política antártica, propiciando un diálogo fluido y entendiendo los estudios antárticos como un área de convergencia pluridisciplinar.
El entramado curricular atiende al carácter profesional de la Maestría y a las posibilidades que ofrece el área de conocimiento de los estudios antárticos para el desarrollo transdisciplinar. Cuatro ejes conforman el Plan de Estudios: 1) histórico-político-jurídico; 2) ambiente y sostenibilidad; 3) logística y 4) conocimiento. De este modo, la carrera comprende un total de 700 horas, distribuidas en 12 seminarios, un área metodológica y otra de formación práctica.
IDEI -UNTDF mvereda@untdf.edu.ar MARIANO HERMIDA.
En consecuencia, el perfil del graduado responde a un profesional con formación actualizada en diversos aspectos de la problemática antártica, que dispondrá de herramientas que le posibilitarán: a) diseñar estrategias de intervención pertinentes en su ámbito de desempeño profesional y b) diseñar, formular y evaluar proyectos de desarrollo e innovación que contribuyan a generar nuevas formas de gestión del conocimiento que optimicen la conexión nacional-subnacional, integrando las expectativas y los intereses de los actores del territorio (FIGURAS 2 Y 3).
En estrecha vinculación con la Maestría, la UNTDF cuenta con un Centro de Documentación Antártica, unidad documental que reúne material de carácter científico y académico de diversas áreas del conocimiento, cubriendo un amplio espectro de literatura polar, con mayor especificidad sobre Antártida y espacios subantárticos. Por un lado, este fondo constituye un recurso fundamental para el desarrollo de la Maestría en virtud de la especificidad de las fuentes documentales que ofrece y, por otro, conforma un espacio de consulta de relevancia en la región. M página ARQUEOLOGÍA MARÍTIMA EN PATAGONES cienci L os mares, ríos y lagos han sido marco de eventos socio-políticos, mercantiles, tecnológicos y bélicos a lo largo de la historia humana. Los restos de estas actividades se encuentran en gran diversidad de ambientes, tanto en tierra como sumergidos; aquellas asociadas a entornos acuáticos son estudiadas por la arqueología marítima. La arqueología náutica, en particular, estudia aspectos vinculados a la navegación. La investigación puede orientarse a sitios arqueológicos específicos, como restos de naufragios, o a diversas evidencias materiales, como faros, puertos, balizas, restos náuticos aislados, cementerios y campamentos de marinos. Las investigaciones buscan dar cuenta de los fenómenos asociados a la navegación y el conocimiento de los espacios acuáticos por parte de las sociedades del pasado.
Si bien para ciertos períodos existe información documental relacionada a estos eventos, numerosos aspectos permanecen desconocidos por varios motivos. Por ejemplo, los constructores navales no siempre sabían leer y escribir; sus conocimientos se transmitían oralmente y quedaban plasmados en sus obras, de las que solo permanecen restos arqueológicos. Manifestaciones locales de las actividades náuticas, de pequeña escala o ilegales, rara vez constan en los registros escritos. Los restos en tierra, por otro lado, son afectados por dinámicas costeras, y se dispersan o quedan sepultados bajo los médanos.
El Proyecto Patagones, radicado en el Instituto de Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, comenzó en 2017 con el objetivo de estudiar el patrimonio cultural marítimo ubicado entre los ríos Negro y Colorado. La región fue navegada por exploradores, comerciantes, corsarios y pescadores, desde el siglo XVI. El pueblo de Carmen de Patagones fue estratégico desde finales del siglo XVIII y durante la siguiente centuria, funcionando como centro operativo de corsarios durante la Guerra con el Imperio de Brasil (1825-1828). Varios naufragios sucedieron en el marco de esta guerra. El área es hoy un centro turístico pesquero, y el patrimonio cultural marítimo asociado es conocido y valorado por los pobladores locales.
Prospecciones a pie en islas de Patagones.
página A la fecha, los trabajos de investigación realizados en el área han develado el enorme potencial arqueológico de la región. El equipo, que incluye arqueólogos, historiadores, ingenieros y antropólogos, ha realizado prospecciones en la costa y en el mar (PORTADA), excavaciones y registros de restos de naufragios (FIGURAS 1 Y 2), análisis de información documental, estudios de tecnología náutica y entrevistas a pobladores locales. Estos trabajos, que continúan en la actualidad, han permitido mapear restos previamente desconocidos, relacionar materiales dispersos por las dinámicas marinas, localizar sitios en tierra asociados a actividades náuticas y bélicas, y comprender las características constructivas de las embarcaciones, además de recolectar un corpus de memoria oral sobre este patrimonio.
l Georadar o GPR (ground penetrating radar) es un instrumento no invasivo de prospección geofísica basado en la emisión y recepción de ondas electromagnéticas, y en la interacción de esas ondas con los materiales (FIGURA 1). En otras palabras, es una herramienta que permite obtener información de las rocas, sedimentos y objetos enterrados, de manera indirecta, sin realizar una excavación previa. La energía electromagnética emitida desde la superficie se encuentra en el rango de 10 MHz a 2,6 GHz y puede transmitirse hacia capas inferiores del sustrato o reflejarse al encontrar distintos materiales, fenómeno conocido como reflexión. Esa energía reflejada y devuelta a la superficie es almacenada en la unidad de adquisición de datos. Dicha unidad permite configurar el Georradar en función del objetivo del estudio.
Cambios en la composición química de los sedimentos, en el tamaño de las partículas (arcilla, arena y grava), en su forma u orientación, y en el contenido de los espacios porales (agua, aire o algún contaminante) pueden generar cambios en las propiedades eléctricas del subsuelo y, en consecuencia, generar la reflexión de las ondas emitidas. Debido a esto, es una herramienta muy utilizada por geólogos, glaciólogos, arqueólogos, paleontólogos, ambientólogos, arquitectos e ingenieros para "ver" a través de los materiales.
Con el Georadar del CADIC se ha trabajado en sitios históricos como el cementerio de la Misión Salesiana de Río Grande, en sitios arqueológicos de la estepa fueguina, en búsquedas forenses, y en investigaciones científicas que buscan comprender la dinámica de los ambientes costeros ICPA-UNTDF E ste neoclásico de la ciencia ficción nos sumerge en un futuro cercano donde la impecable fotografía, vestuario y estética nos recuerdan a los años 50 del siglo XX pero con una vuelta de rosca de modernismo sin igual. Quizás sea por la fabulosa, ya mencionada, ambientación retrofuturista, por la ausencia total de efectos especiales, o por lo soberbio de las actuaciones de sus protagonistas que este film de más de 20 años no haya envejecido ni un día y sea hoy más actual que nunca. Es importante destacar que la temática de fondo de esta cinta, eso si queremos abstraernos de la trama argumental característica de este ejemplar de Sci Fi con tintes de cine negro, nos introduce en un mundo distópico donde el mejoramiento genético de las personas es moneda corriente y una nueva clase de privilegiados, la de los mejorados, ocupa los estratos más altos en la escala social y laboral. Por ende, los concebidos de modo natural están destinados al clásico sorteo genético, por lo que se encuentran en desventaja. Destacan los símbolos, como por ejemplo la escalera con forma de cadena de ADN que separa la planta baja de la planta alta en la vivienda del protagonista. Incluso el título del largometraje: la palabra GATTACA hace referencia a la secuencia de bases que conforman el ADN humano (adenina, guanina, timina y citosina). En particular, representaría un polimorfismo de un sólo nucleótido (o SNP, de sus siglas en inglés). Los SNP representan un cambio de sólo una letra en la secuencia genética. Estos cambios, o mutaciones, en nuestro ADN pueden tener importantes consecuencias en la forma en que los genes son expresados físicamente, determinando la respuesta de los individuos a enfermedades, bacterias, virus y fármacos. Es así que desde el CADIC los invitamos a disfrutar de esta increíble obra que nos lleva a reflexionar sobre temas muy actuales como el mejoramiento genético humano, la eugenesia y la bioética. M
umergirse en las aguas del Onashaga (nombre dado por los Yaganes al actual canal Beagle) implica grandes desafíos: la temperatura del agua rara vez supera los 12°C y en invierno hay pocas horas de luz. Pero la recompensa lo vale. Animarnos a recorrer sus ambientes sumergidos nos permite conocer ecosistemas y especies que no encontramos en ambientes terrestres. Sin embargo, ¿cuánto sabemos sobre estos curiosos habitantes del mar y de qué manera podemos estudiarlos?
Te invitamos a bucear con nosotros a través de los bosques de cachiyuyo del Onashaga.
Estos bosques gigantes están formados principalmente por una macroalga cuyo nombre científico es Macrocystis pyrifera, conocida en Argentina como cachiyuyo y en Chile como huiro. En Tierra del Fuego, el cachiyuyo es muy abundante, y puede formar densos bosques sumergidos en los ambientes costeros. Esta alga parda nativa alcanza el mayor tamaño dentro del canal Beagle. ¡Puede medir más de 20 metros! El cachiyuyo crece asociado a fondos rocosos, ya que las rocas son el sustrato al cual se adhieren los grampones (FIGURAS 1.1 Y 2A). Estas estructuras, llenas de intersticios de distintos tamaños, tienen formas tridimensionales de gran complejidad que albergan a una gran variedad de organismos. De los grampones emergen estipes y láminas (parecidas a los tallos y hojas de una planta terrestre) que les permiten realizar la fotosíntesis. Además, estos bosques filtran la luz que llega al fondo y también frenan las olas que llegan a la costa. Estos bosques ofrecen protección y hábitat para muchos animales que viven exclusivamente asociados a ellos.
En los años 90, desde el CADIC realizamos un estudio para describir qué especies de invertebrados viven asociados a los bosques de cachiyuyo en bahía Ushuaia y en bahía Ensenada. Algunas algas se extrajeron manualmente desde un bote (FIGURA 2B), otras se obtuvieron con la ayuda de los buzos del CADIC y de la Armada, y otras se juntaron en la playa cuando llegaban arrastradas por las mareas. Además, las recolectamos en distintas estaciones del año para saber si había diferencias en la composición de especies asociadas al alga entre estos períodos. Luego identificamos las especies presentes sobre las distintas partes del alga. En este primer estudio, encontramos 68 especies (sí, ¡un montón!) que incluyeron estrellas, erizos y pepinos de mar, cangrejos ermitaños, caracoles, almejas, gusanos y esponjas. La mayoría de estas especies se observaron en el grampón (FIGURA 1.1) mientras que algunas pocas se encontraron sobre las láminas (FIGURA 1.2).
•LA HISTORIA CONTINÚA… Y SE SUMAN LOS PECES Con la motivación que nace de observar el mar por dentro y por fuera, los pasillos del CADIC vieron transitar a mujeres y hombres buzo, llevando cámaras de foto y video, colectores artificiales y trasmallos, entre otros inventos (FIGURA 3A). Para estudiar el ensamble de peces y su variación espacio temporal, realizamos experimentos de elección de microhábitat, utilizamos trasmallos cerca del fondo y en la columna de agua, y recolectamos grampones de tres bosques de macroalgas del canal Beagle. También desarrollamos un sistema de filmación submarina con Autora: Mónica Bagur. página carnada que permitió una medición precisa del tamaño de los peces. Esta última técnica es importante, dado que las personas que trabajamos en ciencia nos debemos preocupar por desarrollar métodos poco invasivos y acordes con las proposiciones para una ciencia y una tecnología socialmente responsable del CECTE. Como resultado de estos estudios, encontramos 6 especies de peces asociadas a los bosques de cachiyuyo. ¿Sabías que el bosque sumergido tiene diferentes estratos? Si miramos la FIGURA 1.3 podemos distinguir zonas más próximas al fondo y otras más elevadas: esto influye en la ecología de los peces. Por ejemplo, el doradito Paranotothenia magellanica (FIGURA 3B) está más asociado a la columna de agua mientras que Patagonotothen tesellata (siouna o lorcho) está más asociado al fondo.
Además de los peces, registramos 35 especies de invertebrados, no reportadas en los primeros estudios. En los grampones se hallaron ¡95 taxones en total!
•ME PARECIÓ VER UNA LINDA CENTOLLITA Los bosques de cachiyuyo son ambientes elegidos por dos especies de cangrejos que resultan emblemáticas del canal Beagle: el centollón y la centolla (FIGURAS 1.4 Y 4A). Hace varios años atrás se llevó a cabo un estudio utilizando unos colectores artificiales (FIGURA 4B), en el que se observó la presencia de los primeros estadios juveniles (individuos en el primer año de vida) en los márgenes de los bosques de cachiyuyo. Continuando con esta línea de investigación, durante 2016 y 2017 realizamos un experimento similar: colocamos colectores artificiales pero esta vez dentro de los bosques de cachiyuyo. En esta oportunidad, no sólo se asentaron juveniles de ambas especies (FIGURA 4B), sino que además se registraron larvas de centolla. Ambos estudios dan cuenta de la importancia que tienen estos ambientes para asegurar la supervivencia de las pequeñas larvas y de los primeros cangrejitos, que por su tamaño son vulnerables frente a potenciales depredadores.
En la actualidad, desde el CADIC nos interesa comprender si los bosques que se encuentran en la bahía Ushuaia están siendo impactados por las actividades humanas. ¿Sabías que al canal llegan diariamente efluentes urbanos previamente tratados que se originan en nuestras casas y en las industrias? (FIGURA 1.6). Estos son colectados por una red para posteriormente llegar a plantas de tratamiento de efluentes. En Ushuaia actualmente se encuentra en funcionamiento la planta de bahía Golondrina que trata el 75 % de los efluentes colectados, el 25 % restante será tratado en pocos meses en la nueva planta de Arroyo Grande. Para detectar posibles impactos de los efluentes en los bosques, buceamos a lo largo de todo el año y registramos en planillas con hojas plastificadas (sí, ¡escribimos debajo del agua! FIGURA 6.A.) la presencia y la abundancia de especies de invertebrados y algas que encontramos tanto en el fondo como en las láminas del cachiyuyo (FIGURAS 1.2 Y 1.7). Además, registramos otras macroalgas verdes, rojas y pardas: es posible encontrar más de 30 especies que están en los bosques. Hay ciertas algas como Ulva sp., la lechuga de mar, que crecen mucho en aguas ricas en nutrientes, generalmente asociadas a los efluentes urbanos (FIGURA 1.8). Es importante llevar este registro para monitorear el estado del ecosistema y contribuir a la conservación de los bosques submarinos (FIGURA 6.B.). La fotografía submarina nos permite registrar las especies y sus comportamientos en su ambiente (FIGURA 1.5). Para tomar fotos debajo del agua se necesita un equipo sumergible: son cámaras especiales para buceo y actividades al aire libre. Las luces anexadas a la cámara también son fundamentales para el/ la fotógrafx submarino (FIGURA 5). Además de que los registros subacuáticos son un recurso para el trabajo diario de cualquier biólogx marinx, también son importantes para mostrarles a las personas que no bucean lo que podemos encontrar debajo del agua. Es muy lindo compartir este mundo submarino, y por eso los invitamos a que nos sigan en las redes (@argentinasubmarina, @icpa_untdf, @cadicushuaia), donde publicamos fotos y videos del bosque de algas y sus habitantes. Además, recomendamos mirar la serie de Paka Paka "Misterios Submarinos" (ver Cine Científico, La Lupa N°14), filmada íntegramente en las costas del canal Beagle. NADA QUE CELEBRAR D esde la Secretaría de Pueblos Originarios, dependiente del Ministerio de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos, en conjunto con la Comunidad Rafaela Ishton del Pueblo Nación Selk´nam, presentamos una propuesta a la Legislatura Provincial de modificación de la ley N°29 (la cual fue sancionada en 1992) para cambiar el nombre del "Día del Aborigen fueguino" por el "DIA DEL GENOCIDIO SELK´NAM". Esta redenominación ayudaría a que los 25 de noviembre se conviertan, en todo el territorio de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en un día de duelo y construcción de la memoria que permita rememorar las masacres, secuestros y vejaciones que sufrieron los pueblos originarios fueguinos. 1918-1924Foto de Martin Gusinde, 1918-1924 Mujer selk nam con pintura facial.
Figure 1
Foto de Martin Gusinde, 1918-1924 El 25 de noviembre de 1886 el militar y explorador argentino Ramón Lista desembarcó en la bahía San Sebastián, con la misión de explorar y reconocer la Isla Grande de Tierra del Fuego, cuya parte oriental acababa de ser declarada bajo soberanía de la República Argentina luego de la firma del Tratado de Límites con la República de Chile en 1881. Uno de los primeros actos de la expedición fue atacar, sin mediar palabras, un asentamiento Selk´nam; en pocos minutos y luego de un intercambio de balas y flechas murieron masacradas más de 28 personas del pueblo Selk´nam (incluyendo niños, mujeres y hombres).
Con esta redenominación de las palabras escritas y el renombramiento de un acto conmemorativo al mal denominado Día del Aborigen Fueguino, empezamos a reconstruir una historia borrada, ignorada, invisibilizada por mucho tiempo. Esta fecha tan crucial marcó el registro y documento de la matanza sistemática del Pueblo Selk´nam, pueblo que en varios relatos aparece sumido en el pasado y el extermino, pero que a pesar de ser víctima del genocidio y etnocidio perpetrado contra los pueblos originarios de Tierra del Fuego, es un pueblo que resiste en el presente, Esperamos de esta manera empezar a recorrer un nuevo camino de construcción de relatos y memorias, en el cual reconozcamos la preexistencia de los pueblos originarios y valoremos su acervo cultural y resistencia milenaria. M
Escena de cacería con arco y flecha.
Foto de Charles Wellington Furlong, 1907-1908 Espíritu del hain, Tanu.
Foto intervenida por Daniel Santamaria.
Joven selḱ nam con pintura corporal, diadema y cuero de guanaco.
Pintura usada en la vida diaria, llamada kekosiken.
Foto de Alberto María De Agostini, 1910-1920 La serie de los ¿por qué? es un conjunto de pequeños documentos de divulgación que pretenden acercarnos a la vida de diferentes personalidades científicas. Intentan abrir puertas y construir puentes entre los lectores (docentes o estudiantes) y la historia de las diferentes disciplinas científicas.
Guía fotográfica de macroalgas marinas de Ushuaia M. C. Macaya, G. González Garraza, N. P. Navarro y otros ISBN 978-987-3642-66-1 88 pág. / 20 x 20 Año 2021
Una puerta de entrada al fabuloso mundo de las macroalgas que pueden encontrarse en las costas de Ushuaia. Se compone de fotografías a todo color de 42 especies de macroalgas verdes, pardas y rojas, obtenidas en salidas de campo y en trabajos de laboratorio.
En esta obra dedicada al guanaco, las y los pequeños lectores encontrarán las características más relevantes de este animal autóctono de Tierra del Fuego: sus formas de alimentación y reproducción, su relación con los primeros habitantes de la zona norte de la isla, los selknam, y gran variedad de datos curiosos.
Científicos y religiosos en Tierra del Fuego. Miradas sobre el indígena en la ocupación del territorio (1826-1924) Lucas Potenze ISBN 978-987-3642-52-4 272 pág. / 24 x 17 Año 2021
Una obra académica de amena lectura que analiza los testimonios de los primeros científicos y religiosos que llegaron a la Tierra del Fuego en el marco de lo que el autor describe como "el último acto de la «conquista del desierto»". A partir de esos testimonios, el autor se propuso responder un interrogante: qué habría pasado con los pueblos originarios si esos personajes nunca hubieran desembarcado en Tierra del Fuego.
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2024
Religious Studies Review, 2009
Lambert Academy Publishing, 2016
Journal of Computer‐Mediated …, 2007
Analytical and Bioanalytical Chemistry, 2005
Academia.edu, 2024
Pressacademia, 2021
Notas (al margen) sobre derecho y lenguaje, 2019
Acta Geologica Sinica - English Edition, 2016
International Journal on Interactive Design and Manufacturing (IJIDeM), 2023
Frontiers in Psychology
T-Game in Teaching Mathematics, 2016
Hayashibara Museum of …, 2010
Psychiatry Research, 2010
International Journal of Sustainable Development and Planning, 2018