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Reseñas
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CASQUERO FERNÁNDEZ, José-Andrés: La Guerra Civil en Zamora: imágenes
de la vida cotidiana en una ciudad de la retaguardia: [Exposición], Coord. y textos,
Zamora: Centro de la UNED en Zamora: Instituto de Estudios Zamoranos “Flo-
rián de Ocampo”, 2006.
La tragedia humana que fue la Guerra Civil tuvo también consecuencias, no
menos trágicas, para la conservación del registro escrito. Los estudiosos tropiezan
hoy con un conjunto de fuentes documentales escasas, dispersas, y aún con pro-
blemas legales de acceso. Lo conservado en provincias, aún siendo poco, ha per-
mitido avanzar en el conocimiento de este período de nuestra historia.
La historiografía zamorana sobre la Guerra Civil es aún escasa, y se nutre en
gran parte de la documentación de Audiencias y Juzgados, más en concreto de la
producida por las denominadas “Jurisdicciones Especiales”. La naturaleza de estos
fondos ha encaminado las investigaciones de forma mayoritaria al estudio de la
represión, cuyos interés hoy trasciende el de los especialistas y alcanza al de un
buen número de ciudadanos. A este propósito han sido y son de obligada consul-
ta los fondos del Gobierno Civil, singularmente su sección de “Asociaciones”
(expedientes y registro), y en menor medida la de “Corporaciones Locales”
(correspondencia), y “Orden Público” (expedientes), secciones y series no obstan-
te más valiosas para el estudio del primer franquismo. Otros fondos de interés
como los carcelarios, registros civiles, archivos municipales, militares y eclesiásti-
cos están siendo asimismo escrutados hasta donde es posible. Se trabaja también
con fuentes más convencionales como la prensa, los pequeños archivos familiares
y los testimonios orales. Los archivos fotográficos, allí donde se conservan, y pese
al olvido de este singular patrimonio necesitado de urgentes proyectos de recogi-
da y conservación, empiezan también a ser utilizados. Un ejemplo reciente lo
constituye el catálogo de la exposición “La Guerra Civil en Zamora: imágenes de
la vida cotidiana en una ciudad de la retaguardia”, contemplada como actividad
complementaria de las jornadas “A los 70 años de la Guerra Civil Española”, orga-
nizadas por el Centro de la UNED de Zamora y el Instituto de Estudios Zamo-
ranos “Florián de Ocampo”. La urdimbre de esta muestra toma como referencia
los testimonios gráficos seleccionados de los archivos fotográficos de Pedro Gutié-
rrez Somoza, Salvador Calabuig Custodio y Erich Andres.
Del salmantino Pedro Gutiérrez Somoza –comercialmente Foto Duero, C/
Santa Clara– puede decirse es el primero de los reporteros gráficos de la vida coti-
diana de la época. Afincado en Zamora desde mediados de los años veinte del siglo
pasado, su trayectoria profesional llega hasta la década de los sesenta. Su cámara
dejará constancia de los grandes y pequeños acontecimientos de la Zamora ante-
rior y posterios a la Guerra Civil, si bien su archivo de negativos ha sido igual-
mente víctima de la dispersión. Una parte singular forma hoy la “Colección Gar-
cía Rubio”, y otra no menos significativa fue a parar a la “Colección Caja España”,
actualmente depositada en la Filmoteca Regional.
STVDIA ZAMORENSIA, Segunda Etapa, Vol. VIII, 2008, 349-366
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El zamorano Salvador Calabuig Custodio ejerció como fotógrafo profesional
con estudio propio en la C/ Ramón y Cajal, figurando en una primera etapa como
Foto “Ansal” y posteriormente como “Foto Calabuig Laboratorio Fotográfico”.
Sus fotografías ilustraron buena parte de las guías comerciales de los años treinta,
especialmente las editadas por el Bazar J de Zamora. Calabuig además fue un tes-
tigo de excepción de la Guerra Civil, pues ocupó entre otros cargos el de concejal
–cuarto teniente de alcalde– del Ayuntamiento de Zamora desde el 24 de abril de
1937 hasta el 8 de noviembre de 1938. Lo que hoy conservamos de su archivo se
reduce a un millar largo de negativos, casi en exclusiva de los años de la Guerra
Civil, que su hijo, Salvador Calabuig Laguna, donó en vida graciosamente al
Archivo Histórico Provincial.
El fotógrafo alemán Erich Andres trabajó al servicio de la agencia oficial de
noticias alemana durante el III Reich, que lo desplaza a España al iniciarse el con-
flicto. Su cámara captó dos millares y medio largos de imágenes durante el peri-
plo que se inicia en París, continúa por diferentes ciudades y localidades españo-
las de la península y Protectorado de Marruecos, y finaliza en Lisboa. Las
fotografías de su paso por Zamora no son muchas y comparte rollo con algunas
de la localidad vallisoletana de Tordesillas. Su archivo fotográfico fue adquirido
hace pocos años por el Archivo General de la Guerra Civil de Salamanca.
El relato gráfico de la Guerra Civil en Zamora es monocorde, es decir, aquí
una España –la sublevada– se impuso a la otra desde el primer momento. De
modo que la fotografía sirve a la causa de los sublevados, y exalta los gestos exter-
nos de su ideología. Su discurso de este interesante catálogo se articula a través de
un guión que agrupa temática y cronológicamente las fotografías: La sublevación
y los sublevados, La Guerra, La Espada y la Cruz y La Vida Cotidiana. Identificar
las imágenes ha sido sin duda el trabajo más arduo, habida cuenta que en su
mayoría no lo estaban. No obstante, se pudo hacer recurriendo al vaciado de la
prensa local: El Correo de Zamora, Heraldo de Zamora e Imperio, aunque conviene
recordar que estos diarios ilustran de forma excepcional sus crónicas y reportajes
con fotografías. Una pequeña parte de las que integran este catálogo son conoci-
das, como es el caso de algunas de Pedro Gutiérrez Somoza de los primeros días de
la Guerra y sus protagonistas más destacados, pues ilustraron uno de los tomos
de la Historia de la Cruzada Española (Madrid, 1941). Otras, también de Duero,
han aparecido en libros y colecciones de fascículos, aunque la mayoría son cono-
cidas, incluso para los estudiosos. Pensamos que aquí reside su interés. Es necesa-
rio recordar por último que estas imágenes han sido seleccionadas más por lo que
narran que por su calidad fotográfica, que también la tienen por haber sido cap-
tadas por fotógrafos profesionales
Cándido Ruiz González
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CASTRO BERROJO, Luis: Héroes y caídos. Políticas de la memoria en la España
Contemporánea. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2008, 339 pp.
La obra de Luis Castro supone una importante aportación para el conoci-
miento de las políticas de memoria que ha habido en distintas etapas y con dis-
tintos regímenes políticos en la España Contemporánea, para de este modo saber
de qué estamos hablando cuando nos referimos a la memoria histórica.
Esta obra desmonta tesis como la de la equidistancia de historiadores objeti-
vos ante vencedores y vencidos y mitos como el de “echar al olvido” la Guerra Civil
y la represión de la dictadura porque supuestamente se ha hablado y escrito
mucho de ella, cuando en la actualidad la mitad del país está sin investigar, exis-
ten enormes dificultades para acceder a la documentación, tanto la relacionada
con las jurisdicción militar, como la de instituciones privadas como la Iglesia, y la
memoria colectiva sigue dominada por la herencia de la memoria oficial de la dic-
tadura y los añadidos de la supuesta Transición modélica a la democracia.
Luis Castro parte de la demostración de que el “pacto de olvido” de la Tran-
sición es una anomalía histórica en la Historia Contemporánea de España, donde
cada cambio político ha ido acompañado de políticas de memoria que han con-
testado fuertemente el período anterior. Este aserto lo expresa muy acertadamen-
te el autor de la obra (p. 32): “La actitud del borrón y cuenta nueva hacia el pasa-
do franquista que se impuso en la Transición resulta algo inédito en la historia de
la España contemporánea. Muy al contrario, desde el comienzo de esta época fue
habitual que la elites dirigentes en cada momento ajustaran cuentas con el perío-
do inmediatamente anterior (...). Cada fase política, por otro lado, solía venir
acompañada de una memoria histórica u oficial propia (lo que hoy se denomina
uso público de la historia”), que se reflejaba en los discursos parlamentarios, en las
normas legales y en las publicaciones periódicas, pero también en cambios de
nombres de vías públicas, en la erección de monumentos –tanto efímeros como
permanentes– y en ceremonias, efemérides, cambios en los símbolos estatales
(monedas, billetes, sellos de correos, etc.)”.
De este modo, realiza un repaso por el S. XIX, partiendo de la Guerra de la
Independencia, y señala con los datos en la mano, los “ajustes de cuentas” de la
gestión pública de las políticas de memoria, las depuraciones del personal afín a
las situaciones anteriores y una consideración de la historia anterior basada en jui-
cios de valor y políticos encaminada a legitimar el nuevo sistema o régimen.
Tras ello, disecciona las políticas de memoria del Franquismo y todos sus ele-
mentos constitutivos: bandera, himno, el culto a los muertos del bando vencedor
que llega a una verdadera exaltación de la necrofilia, monumentos (cuyo mayor y
mejor ejemplo sería la Basílica del Valle de los Caídos), desfiles, conmemoracio-
nes, canonizaciones y beatificaciones de la Iglesia Católica (un claro ejercicio de
memoria histórica de los miembros de dicha institución), la Causa General (fuen-
te en la que se emborrachan los revisionistas –entiéndase Pío Moa, César Vidal,
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etc.–), el callejero urbano, el calendario (“uno de los grandes emblemas e instru-
mentos de poder” en palabra de Le Goff que reproduce Luis Castro) y las efemé-
rides de la Dictadura, la formación del espíritu nacional, etc.
Luis Castro nos muestra las entrañas de ese edificio político, la Dictadura del
Régimen Franquista, con un uso y abuso constante de las políticas de memoria y
una manipulación de la memoria histórica, que como siempre sucede en estos
casos, se basa en el recuerdo de unos y el olvido de otros. Ese uso y abuso nos lo
demuestra el autor con múltiples ejemplos de cómo unos fueron reconocidos y
honrados de modo continuo y sistemático en el régimen dictatorial y otros fueron
olvidados y marginados del mismo modo.
Y en éstas estábamos cuando llegó el fin del Dictador y la Transición. Hasta
ese momento la característica fue la indicada, los ajustes de cuentas con el pasado,
“pero lo sorprendente fue que cuando, a la muerte del dictador, se inició la tran-
sición [...], la reivindicación de la memoria histórica y la lógica conexión de la
mentalidad colectiva con la época republicana [...] quedaba varada y pospuesta
ante otras exigencias” (p. 135). Se crea el mito de la reconciliación nacional y se
anula toda posibilidad de reconocimiento oficial de las víctimas, todo ello bajo el
rumor de sables y el miedo al resurgimiento de conflictos violentos, que tenían
como trasfondo el recuerdo de la Guerra Civil de 1936-1939. Se toman algunas
medidas, que con el tiempo se han revelado harto suficientes, y se decreta la
amnistía (Ley de 1977) que pone en el mismo nivel legal y moral a demócratas
antifranquistas y represores del Estado dictatorial.
Se trató del primer intento de Punto y final. No hubo depuración de los apa-
ratos estatales, los reconocimiento y exhumaciones corrieron a cargo de privados
y se realizaron de modo aislado, los archivos siguieron cerrados o con múltiples
dificultades de acceso, una cantidad importante del acervo documental de la
represión y la actuación en la dictatura fue destruida, etc.
Y sin documentación no se puede tener un conocimiento riguroso de la His-
toria y consiguientemente tampoco construir una Memoria colectiva republicana
y democrática. Por todo ello, Luis Castro habla de la tarea pendiente de la memo-
ria histórica republicana y antifranquista que todavía queda y que la Ley del año
2007 no recoge: los privados de libertad, las indemnizaciones y pensiones
(ampliación de las existentes a grupos como exiliados, guerrilleros, combatientes
en la II Guerra Mundial, brigadistas,...), la anulación de sentencias de consejos de
guerra y tribunales especiales, publicación de estudios, mejora de archivos, exhu-
maciones realizadas por el Estado, estudio de incautaciones de bienes, reparacio-
nes de los depurados y expulsados de sus puestos de trabajo, eliminación de sim-
bología fascista y franquista, etc.
De este modo, con la Ley del año 2007, nos situamos ante el segundo inten-
to de Punto y final. Ello ha supuesto que la tercera generación, la de los nietos (la
“mirada de los nietos” para unos historiadores; los “nietos de la ira” para otros
como Ricardo de La Cierva), que ha impulsado el movimiento de recuperación
de la memoria histórica, ha quedado insatisfecha con la solución adoptada, que
consideran parcial y limitada.
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Sin duda alguna, obras como las de Luis Castro son necesarias ante la cere-
monia de la confusión que han creado de modo interesado, los revisionistas por
un lado, y el Gobierno con su mal llamada Ley de la Memoria histórica por otro.
Y sin duda, su lectura es recomendable, no sólo para el público en general, sino
también para muchos estudiosos de las Ciencias Sociales que siguen navegando
sin rumbo por las procelosas aguas de la relación entre la memoria y la Historia.
Cándido Ruiz González
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BERZAL DE LA ROSA, Enrique (Coord.): Testimonio de Voces Olvidadas. León,
Fundación 27 de Marzo, 2007, 2 Vol., pp. 335 y 314.
Castilla y León ha sido considerada hasta hace pocos años un erial en mate-
ria de estudios sobre la represión franquista. En el estado de la cuestión a escala
nacional expuesto en 1999 Santos Juliá, esta región destacaba por un hecho tan
significativo como la carencia de datos cuantitativos fiables en ocho de sus nueve
provincias, cuando otras regiones disponían de ellos desde la década anterior. A
esta carencia se sumaba la casi total ausencia de estudios modernos del proceso de
implantación del régimen y de los mecanismos –por naturaleza, violentos– que
empleó para consolidarse en esta región y hacer de ella su capital y, en palabras de
Josefina Cuesta, vivero humano y granero de su asalto al poder.
La década transcurrida desde entonces ha traído cambios sustanciales de los
que la obra que nos ocupa puede ser una muestra fiable. De una parte, el mundo
académico ha empezado a abrirse a los estudios sobre el franquismo, y así conta-
mos, aunque en desigual medida, con líneas de investigación y publicaciones
sobre este tema en todas las universidades públicas de la región, y con monogra-
fías muy sólidas como las de Luis Castro, Santiago Vega, Jesús M. Palomares,
Ignacio Martín Jiménez o Isaac Rilova.
De otra parte, hay que tener en cuenta, sin entrar en discusiones nominalis-
tas y a menudo malintencionadas, los movimientos de reivindicación de las vícti-
mas. La defensa sin complejos del franquismo que un sector de la derecha en el
poder realizó en los años del cambio de siglo dio lugar a una reacción de las
izquierdas –incluido, esta vez, un PSOE en plena crisis de identidad– que se mate-
rializó en la eclosión de iniciativas que en otras regiones llevaban mucho tiempo
funcionando pero que en Castilla y León aparecieron entonces como un fenóme-
no social de fuerza inusitada (recuérdense, por ejemplo, las numerosas exhuma-
ciones realizadas en las provincias de Burgos y León). Al margen de la atomiza-
ción y dispersión de esfuerzos que a veces han lastrado a estos movimientos, hay
que valorar su aportación al conocimiento detallado de las circunstancias de la
represión y también a una cuantificación pormenorizada que la mayoría de estu-
dios científicos no parecen capaces de asumir.
Las prácticas desarrolladas en las zonas que desde el principio estuvieron bajo
el dominio de los sublevados, y especialmente el predominio de las ejecuciones
extrajudiciales, del que deriva la ausencia, en muchos casos, de rastros documen-
tales, hacen que el retraso con el que en esta región se ha empezado a investigar
sea tiempo irremediablemente perdido a los efectos de un conocimiento preciso
de sus dimensiones. Sólo Soria, gracias a la obra autoeditada de Antonio Hernán-
dez y Gregorio Herrero, cuenta –desde 1982– con unas cifras definitivas, siendo
el trabajo de Santiago Vega sobre Segovia el que más se aproxima a ello en el resto
de las provincias.
La publicación de la obra colectiva que aquí se reseña es el resultado de un
proyecto de investigación realizado por la Fundación 26 de Marzo, vinculada a la
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UGT, al amparo de una convocatoria del Ministerio de la Presidencia que des-
arrollaba el real Decreto 1891/2004, de creación de la Comisión Interministerial
para el estudio de la situación de las víctimas de la guerra civil y del franquismo.
No obstante, más que de un proyecto de investigación original se trata de una
serie de artículos independientes cuyos autores, coordinados por Enrique Berzal
de la Rosa –que firma también el capítulo dedicado a Valladolid– exponen un
estado de la cuestión de las investigaciones realizadas en las diversas provincias de
la Comunidad sobre el tema de la represión franquista.
El punto de partida común del proyecto es, además de presentar un estado
de la cuestión de lo ya investigado, ofrecer una visión complementaria, por una
parte prestando más atención a sectores tradicionalmente desatendidos por la his-
toriografía, como el campo y la minería, y por otra, mostrando la “trayectoria vital
y profesional de las víctimas más relevantes”, o parafraseando a M.A. Palacios Garod,
toda una Castilla y León perdida y perdedora. Este último propósito de realizar la
“nómina de los políticos, sindicalistas, intelectuales, funcionarios, maestros, profesores,
catedráticos, profesionales liberales y demás personalidades relevantes de Castilla y
León” se ha plasmado de dos formas distintas, pues algunos autores ofrecen un
puñado de semblanzas biográficas, mientras otros aportan amplias relaciones de
personalidades agrupadas por campos de actividad, listas de represaliados agrupa-
dos por sus colectivos de pertenencia, e incluso en tres casos –Ávila, Segovia y
Soria– relaciones nominales con vocación de exhaustividad. La voluntad de devol-
ver la identidad y el protagonismo a las víctimas se ha resaltado con la aportación
de unos apéndices gráficos –fotografías, testimonios– a los que se dedicó una
exposición itinerante simultánea a la presentación del libro.
El capítulo dedicado a Ávila ha sido realizado por Mª del Mar González de
la Peña, especialista en el estudio de la masonería, que aporta una lista provisional
de las víctimas identificadas.
Luis Castro Berrojo actualiza en su capítulo sobre Burgos lo ya expuesto en
su obra Capital de la Cruzada (Crítica, 2006), dedicando amplia atención a los
antecedentes y conflictos previos al Alzamiento.
Javier Rodríguez González, autor de una reciente tesis sobre el primer fran-
quismo en León, presenta los resultados de las investigaciones realizadas en la pro-
vincia, dedicando especial atención a la depuración en las instituciones culturales
y en la educación, en la que es especialista.
El estado de la cuestión en Palencia es expuesto por Jesús Gutiérrez Flores,
que ha investigado ampliamente la violencia en Cantabria y en la Montaña palen-
tina, aportando abundantes cifras parciales (locales) de víctimas.
Severiano Delgado, colaborador de la reciente Esta salvaje pesadilla (Crítica,
2007, coordinada por Ricardo Robledo), y el especialista en historia agraria Javier
Infante sintetizan el estado de la cuestión en Salamanca, dedicando la mayor parte
del capítulo a las semblanzas biográficas de algunas víctimas destacadas.
Santiago Vega Sombría amplía en su capítulo sobre Segovia los resultados de
su tesis, publicada en 2005 por Crítica bajo el título De la esperanza a la persecu-
ción, añadiendo nuevos nombres a la relación nominal que aportaba en aquélla.
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Antonio Hernández, pionero en los estudios sobre esta materia en la región
con su estudio sobre Soria (junto a Gregorio Herrero) de 1982, actualiza los resul-
tados de aquél, incluyendo una relación nominal de las 300 víctimas identificadas.
El especialista en historia de los movimientos católicos e investigador y divul-
gador del primer franquismo Enrique Berzal de la Rosa, además de coordinar la
obra, se hace cargo del capítulo sobre Valladolid, que en la línea de otros trabajos
suyos, aporta una panorámica de la vida cotidiana bajo el primer franquismo.
Juan Andrés Blanco, especialista en historiografía de la guerra civil y en emi-
gración, y Cándido Ruiz, autor de varios estudios locales sobre la represión (Toro,
Benavente, Gallegos del Pan) y con una tesis en curso sobre la República y el pri-
mer franquismo en la comarca de Toro, presentan los resultados de las investiga-
ciones realizadas y de las actualmente en marcha sobre el primer franquismo en
Zamora. Además de un amplio estado de las investigaciones realizadas y en curso,
ofrecen unas cifras mínimas provisionales de 1.331 víctimas identificadas, que sin
duda se verán ampliadas por las investigaciones en curso.
Todos los autores parten de unas premisas comunes en cuanto al análisis de
las circunstancias y los mecanismos de la represión, que en todos los casos se con-
templan no como la consecuencia inevitable de la guerra ni como la necesaria res-
puesta a una tentativa revolucionaria sino como parte de un plan de exterminio
destinado a destruir las bases sociales de la República y a abortar de modo irre-
versible los proyectos de reforma social del régimen establecido en 1931. Con la
salvedad de aquellas zonas periféricas situadas en el área de influencia de provin-
cias que permanecieron leales a la República (Ávila, Segovia, León, Palencia),
donde se establecieron efímeros frentes de operaciones militares con las consi-
guientes represalias republicanas, toda la Comunidad permanece en 1936-1939
en la retaguardia de los golpistas, que tras una rápida ocupación de los centros de
poder se hacen con el control del territorio sin hallar prácticamente resistencia.
La represión se desarrolla en diferentes niveles que son estudiados por casi
todos los autores. En primer lugar, la violencia física, en la que predominan las
ejecuciones extrajudiciales en cifra muy superior a las resultantes de sentencias en
consejo de guerra, sobre todo en los primeros meses posteriores al Alzamiento. En
segundo lugar, el encarcelamiento masivo de las personas consideradas desafectas
al nuevo régimen. En tercer lugar, la depuración profesional, especialmente docu-
mentada en el caso de los empleados públicos y sobre todo de los docentes. Y por
último, las represalias económicas, en forma de incautación de bienes y de expe-
dientes de responsabilidades políticas. Dos características que se ponen de mani-
fiesto en el estudio cuantitativo y cualitativo de la represión son su carácter pre-
dominantemente político –por encima de las rivalidades personales o familiares
tan del gusto de la memoria colectiva– y su carácter clasista, con un predominio
absoluto de jornaleros y obreros entre las víctimas, por más que un estudio como
éste, pese a estar impulsado desde una organización sindical, haya resaltado la
memoria de las clases medias progresistas (intelectuales y profesionales liberales).
El resultado de la violencia franquista es la eliminación de todo un sector de
la población formado en una cultura política modernizadora, y la consiguiente
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desmovilización política de la sociedad, ya sea por el terror desencadenado por las
represalias, ya por su afinidad secular a los principios conservadores, por su inser-
ción en las redes clientelares que articulan la represión, o por su complicidad con
la misma. Todo ello se traduce en una imagen de consenso que ha predominado
en la visión tradicional de la actitud de esta región hacia el Alzamiento, y cuyo
trasfondo violento muestran los estudios sobre la materia.
Si algún reproche cabe hacer a esta obra, es el desequilibrio entre los diferen-
tes capítulos. Tal vez habría sido deseable que la coordinación del proyecto asu-
miera la responsabilidad de un capítulo introductorio poniendo de manifiesto los
aspectos comunes a todas las provincias estudiadas y evitando así las frecuentes rei-
teraciones (por ejemplo, en cuanto a precisiones terminológicas, a las bases lega-
les o a caracterizaciones de la represión que se repiten en varios capítulos) o la dis-
tinta atención que unos y otros capítulos prestan a los diferentes niveles de este
fenómeno. También habría sido deseable un consenso entre los distintos autores
en cuanto al desarrollo de la exposición, que tal vez se haya visto condicionado
según los datos procedan de obras ya publicadas o de investigaciones en curso, o
si éstos proceden de fuentes primarias o secundarias, de investigación académica
o de su relación con asociaciones de reivindicación de las víctimas.
También habrían sido manifiestamente mejorables aspectos formales de la
obra, cuyo descuido cabe atribuir a la falta de tiempo para revisar, en un momen-
to en que la proliferación de equipos y proyectos de investigación sobre la mate-
ria que nos ocupa, unida a la dimensión pública de esta cuestión y a la concu-
rrencia entre la investigación científica y los citados movimientos reivindicativos,
da lugar a duras competiciones por la primicia, a costa de publicar datos incom-
pletos y de sacar a la luz de manera simultánea obras de contenido similar elabo-
radas en paralelo, así como a rivalidades y polémicas artificiales derivadas de
nimiedades formales o de meros malentendidos.
Eduardo Martín González
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BLANCO RODRÍGUEZ, Juan Andrés (ed.): De Zamora a América. Memoria de la
emigración zamorana I; BLANCO RODRÍGUEZ, Juan Andrés y BRAGADO
TORANZO, José María (eds.): De Zamora al Río de la Plata; BLANCO RODRÍ-
GUEZ, Juan Andrés y BRAGADO TORANZO, José María (eds.): De Zamora a
Cuba, Zamora: Junta de Castilla y León; Diputación de Zamora: Caja España, 2007.
MEMORIA DE LA EMIGRACIÓN ZAMORANA
Frente a otros fenómenos que han llamado reiteradamente la atención de los
investigadores, hasta hace poco la memoria vinculada al fenómeno de la emigra-
ción apenas ha sido objeto de estudio. Olvido o marginación en el caso de la emi-
gración contemporánea, quizás debido a la valoración negativa que se ha hecho de
la misma por tener un carácter eminentemente económico. Una salida de pobla-
ción impulsada por la incapacidad de la estructura productiva del país de respon-
der a las demandas de empleo y bienestar de una población en crecimiento y que,
por tanto, actúa como un indicador de atraso que se trata de ignorar pública-
mente. Mientras, sí se prestado bastante más atención a la memoria originada por
la emigración política, una memoria exiliada marcada por un fuerte componente
traumático que la emigración económica no siempre posee.
Con la intención de aportar luz en este campo y dotar a los estudiosos inte-
resados en esta materia de nuevas fuentes y testimonios de gran calidad, se publi-
can tres ricos volúmenes que recogen los relatos presentados al I Premio «Memo-
ria de la Emigración Zamorana». Un total de 72 historias personales, capaces de
reconstruir fielmente la partida, las duras condiciones de vida, las emociones o
frustraciones de los protagonistas de la emigración castellanoleonesa, en general,
y zamorana, en particular.
El jurado del I Premio «Memoria de la Emigración Zamorana» decidió publi-
car todos los trabajos que se habían presentado «dado que todos ellos aportan una
visión singular, desde la autenticidad de las experiencias contadas por sus prota-
gonistas, que ayuda a configurar una visión más completa y cabal de la realidad
de la emigración zamorana». Este premio tenía un objetivo claro que, a la vista de
los resultados, parece que se ha cumplido y era recuperar lo antes posible los tes-
timonios de los emigrantes que salieron hacia América en el primer tercio del siglo
XX y que, como es natural, tendrían una edad muy avanzada. De hecho, los rela-
tos publicados en estos tres volúmenes deben mucho a los descendientes de estos
emigrantes que, en bastantes casos, se han convertido en los «autores» de los rela-
tos, poniendo sobre el papel las vidas de sus padres o abuelos, ya fallecidos o inca-
paces de escribir sus historias, y recopilando los materiales que ilustran la expe-
riencia –fotografías, cartas, pasaportes, billetes…–, reforzando aún más el carácter
familiar de la emigración y de su memoria.
Una iniciativa que sigue la senda abierta por otros centros de investigación y
conservación de documentos personales que se remontan a los trabajos de los
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sociólogos William Thomas y Florian Znaniecki, la promoción realizada por el
Mass Observation (Reino Unido) o los concursos autobiográficos convocados en
Polonia tras la Segunda Guerra Mundial y que permitieron al Pamietnikovesko
Polskie reunir más de 50.000 documentos, todos ellos en la primera mitad del
siglo XX. Aunque no se centre en la memoria vinculada a la emigración, es refe-
rente el premio convocado desde 1984 por el Archivio Diaristico Nazionale, en la
localidad italiana de Pieve Santo Stefano, que recibe anualmente unos 250 textos
de los cuales 150 optan al premio. A nivel nacional, recogió esta iniciativa el
Archivo de la Memoria Popular de la Roca del Vallés, que sigue el modelo de
Pieve.
Un Premio como el que nos ocupa que se convierte en una magnífica inicia-
tiva para incentivar la escritura de historias de vida, memorias que forman parte
de nuestro patrimonio documental personal y familiar que debe ser recuperado y
preservado por ser valiosas fuentes para la investigación social. Una memoria, la
de la emigración, imprescindible para poder avanzar en la historia de un fenóme-
no tan complejo como el que nos ocupa. Superando los enfoques macroanalíticos,
desde los años 80 del siglo pasado las ciencias sociales han ido centrando su inte-
rés en los estudios de carácter micro. Un marco general de partida, el de los aná-
lisis macro, que nos permite conocer los grandes rasgos de las corrientes migrato-
rias pero que ofrece ciertas limitaciones interpretativas pues, por ejemplo, no nos
aclaran por qué emigraron unos individuos y otros no, si partían de condiciones
similares. Por ello son tan necesarias las historias de vidas como las recogidos en
estas páginas, que nos sitúan en el plano microsocial, y nos permiten añadir múl-
tiples aspectos –políticos, sociales, culturales, psicológicos…– que se encuentran
en la base de todo fenómeno migratorio y que suponen importantes claves expli-
cativas de un acontecimiento tan complejo como éste.
El valor de estos testimonios se aprecia con sólo hojear las páginas de esta
obra, una mirada íntima, sincera, personal y familiar, sobre aquellos mozos zamo-
ranos que abandonaron su condición de labriegos o pastores y que se embarcaron
hacia un destino incierto donde les esperaban considerables dosis de esfuerzo,
sacrificio y sinsabores. Historias que nos invitan a ser leídas, pues como señala José
Ignacio Monteagudo Robledo, miembro del jurado de este Premio, estos relatos
«componen un mosaico en el que cada pieza tiene su valor, mas considerados en
conjunto aportan una imagen de cierta uniformidad. Como si las vidas indivi-
duales (o más bien familiares) se fundieran en una única “vida de emigrante” jalo-
nada por los mismos hitos».
Bajo el título De Zamora a América, en el primero de los tres volúmenes
podemos leer los cinco relatos premiados, acompañados de dos estudios intro-
ductorios «Memoria e Historia de la emigración» a cargo de su editor, Juan Andrés
Blanco Rodríguez, y «La memoria activada» de José Ignacio Monteagudo Roble-
do. Sendos trabajos permiten al lector aproximarse a los debates originados en
torno a la recuperación y el estudio de la memoria de la emigración tanto a nivel
individual como colectivo, conocer el recorrido que ha seguido el Premio «Memo-
ria de la Emigración Zamorana» y aproximarnos a algunos de los aspectos que
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atraviesan la mayoría de las historias personales aquí recogidas, como la salida para
evitar ser llamado a filas, la importancia de las redes de parentesco y vecindad, el
desarraigo familiar, la transformación de la identidad, el papel del asociacionismo
de los emigrantes…
Los volúmenes II (De Zamora al Río de la Plata) y III (De Zamora a Cuba),
están dedicados a los relatos presentados al Premio y que se centran en la expe-
riencia de los emigrantes zamoranos que partieron al Río de la Plata y Cuba res-
pectivamente. Ambos están encabezados por las introducciones de Juan Andrés
Blanco Rodríguez y José María Bragado Toranzo, dedicadas a las características de
la emigración de los zamoranos hacia estos dos destinos puesto que fueron los que
mayor número de emigrantes de esta provincia recibieron.
Si bien cada uno de los testimonios publicados responde a una experiencia
individual o familiar de características únicas, no es menos cierto que muchas de
las historias se ven jalonadas por una serie de acontecimientos e hitos comunes al
resto de vivencias. Memorias marcadas por la separación como la narrada por
Zacarías Álvarez Mateos. Nacido en 1920 en San Pedro de Ceque, un pequeño
pueblo cercano a Benavente, su vida en su localidad natal transcurrió con norma-
lidad, como algo monótono hasta sus 16 años, cuando estalló la Guerra Civil. En
ese momento, un amigo de su padre que había emigrado años atrás a Argentina
se encontraba en San Pedro de Ceque y aprovechando que podía marchar con él
y que su hermano Andrés se encontraba también en este país desde hacía más de
diez años, Zacarías se decidió a emigrar a Argentina. Tras un intento fallido de
embarcar en el puerto de Vigo, Zacarías y el grupo con el que iba a emigrar
emprendió camino hacia Lisboa, donde pasaron un mes tramitando su salida y
esperando un giro que llegó desde Buenos Aires con el dinero recaudado entre los
familiares de los que iban a emigrar.
El 7 de febrero de 1937, tras 23 días de larga y agotadora travesía, llegaron al
puerto bonaerense, donde le esperaba su hermano Andrés. Buenos Aires se apare-
cía a los ojos de nuestro protagonista como algo majestuoso, donde todo era
impresionante y muy distinto a lo que había dejado atrás. Junto a su hermano se
trasladó a la estancia El Palomar, donde empezó a trabajar. A los pocos meses de
su llegada comenzó a estudiar contabilidad por correspondencia para poder pro-
gresar. La recompensa llegó pronto y enseguida pasó a trabajar en el escritorio,
donde sus condiciones laborales mejoraron y su sueldo se duplicó, pudiendo así
devolver a su hermano el préstamo que le había hecho para viajar a Argentina.
En 1946, durante sus primeras vacaciones en diez años, un paisano de San
Pedro de Ceque le ofreció trabajar con él en la administración de un hotel de su
propiedad en Miramar. Así, se trasladó a esta pequeña localidad turística, compa-
ginando sus tareas administrativas con otros empleos. En 1949, cuando pudo regu-
larizar su situación militar, pues figuraba como prófugo, regresó a la tierra que le
vio nacer en un viaje marcado por un fuerte componente emocional. Su madre
había fallecido 5 años antes y tras trece años de ausencia iba a reencontrarse con su
familia. Además, el país que encontró a su regreso sufría todavía las consecuencias
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de la guerra y ofrecía un panorama desolador a sus ojos. Permaneció en su locali-
dad natal varios meses, periodo en el que conoció a la que sería su esposa.
A partir de ese momento, su historia seguiría marcada por el esfuerzo y el
sacrificio, con la satisfacción de ver nacer y crecer a hijos y nietos, todavía vincu-
lados a España y Zamora. Aunque en la vida de Zacarías tan sólo 16 años trans-
currieran en San Pedro de Ceque frente a los casi setenta que lleva en Argentina,
Zacarías se siente español, pasa largas temporadas de descanso junto a su esposa
en su pueblo, pues a su tierra natal le debe «lo más importante, la identidad y la
familia».
El conjunto de historias de vida que, como la de Zacarías, nos ofrece esta edi-
ción constituye un magnífico esfuerzo tanto por parte de los promotores de este
Premio como por los autores de estos relatos por sacar a la luz las experiencias, los
recuerdos, en fin, las vidas de algunos de los protagonistas anónimos de la masiva
emigración contemporánea. Memorias que nos ayudan a construir una Historia
diferente, trazos de vida que, como señaló el sociólogo Ken Plummer, son como
los copos de nieve, nunca tienen idéntico diseño1.
Laura Martínez Martín
1
PLUMMER, Ken, Los documentos personales. Introducción a los problemas y la bibliografía del
método humanista, Madrid: Siglo XXI, 1989. p. 7.
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El sueño de muchos: La emigración castellana y leonesa a América. Catálogo de la
exposición. Zamora, diciembre, 2005. Coordinador: Juan Andrés Blanco Rodrí-
guez. VV.AA. Caja España, UNED, Centro de Zamora, Diputación de Zamora,
Zamora, 2005. 293 pp.
El sueño de muchos resulta por demás elocuente para describir la travesía a lo
largo de poco más de cinco siglos de un enorme número de castellano-leoneses
hacia el otro lado del Atlántico, y es que es precisamente un sueño el inicio de las
grandes empresas, más si es compartido por muchos otros hasta materializarse en
significativas formas de beneficios mutuos que logre articular los permanentes
deseos de conservación de la identidad y solidaridad.
Ya desde el inicio de los viajes trasatlánticos, según lo narra el Dr. Eufemio
Lorenzo Sanz, los obstáculos parecían multiplicarse a medida de que el futuro
emigrante parecía acercarse a su destino, pero al final, la burocracia vallisoletana
pudo ser sorteada por los primeros burgaleses, segovianos, zamoranos, salmanti-
nos, entre tantos, que se hicieron a la mar.
El siglo XVI, el de la conquista y colonización de América es también el siglo
de Castilla y León: no hay fundación alguna de pueblos, villas o ciudades en las
que no haya intervenido personajes de esa región en particular a tal grado que su
presencia se ve hasta la actualidad en la toponimia de no pocas ciudades a l largo
y ancho de la América española.
Al auge migratorio del siglo XVI viene un decrecimiento en los siglos siguien-
tes sólo superado hasta bien entrado el XIX con causas bien específicas. De mane-
ra por demás precisa, los Drs. Ricardo Robledo y Juan Andrés Blanco especifican
la composición social del colectivo castellano-leonés que partió en esa época para
“hacer la América”; en primer lugar destaca el origen rural de los migrantes, segui-
do de su corta edad y no más abundante preparación intelectual. A pesar de ello,
poco a poco se fueron ganando un lugar en los países de acogida, principalmente
Argentina y Cuba, esta última aún posesión española, y en el nuevo espacio con-
quistado dejaron su huella a través de las asociaciones de beneficencia, las cuales
tenían la doble función por un lado de estrechar los vínculos identitarios y por
otro lado suplir la carencia y/o deficiencia de los servicios sanitarios de los países
a los que llegaban, dando origen en muchos casos a instituciones que aún pueden
encontrarse, tales como sociedades mutualistas, hospitales y casinos con la clara
denominación de los lugares de procedencia de sus fundadores. Esta temática es
abordada en la obra igualmente por don Alejandro Fernández, doña María Anto-
nia Fernández Mayo y don Sergio Rabanillo Dámela.
Don Alejandro García Álvarez aborda el caso cubano como un imán y a la
vez como un puente. La mayor de las antillas tuvo desde su origen en el contexto
de la cultura occidental una importancia estratégica, siendo sujeta a leyes excep-
cionales de colonización y a la vez uno de los primeros destinos de otro tipo de
españoles como vascos y catalanes, pero antes que ellos, de canarios, también fue
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escala obligada para la colonización de Tierra Firme. Cuba fue asimismo un sitio
en el que el asociacionismo español fue más prolífico, no sólo en las grandes ciu-
dades como La Habana y Santiago, prácticamente por toda la isla. A pesar de la
escasez de migración castellano-leonesa, Cuba es hasta la fecha un tema esencial
para la historia española.
El caso particular de los zamoranos es tema abordado en solitario por don
Alejandro Fernández mediante los denominados factores pull/push especialmente
de Argentina al grado de ser, después de Estados Unidos, el segundo mercado de
trabajo para los migrantes europeos. La migración del oeste español, antiguo reino
de León (actuales provincias de León, Zamora y Salamanca) fue la más numero-
sa a principios del siglo XX especialmente en el periodo entre guerras, dedicán-
dose tal colectivo al comercio y los servicios, construcción y manufactura en
núcleos urbanos importantes como Buenos Aires, La Plata, Rosario y Mendoza.
Esta migración se distingue en dos fases: la de masculina y una vez bien asenta-
dos, la femenina y familiar, pues nunca si bien hubo un distanciamiento con el
lugar de partida, los lazos familiares fueron prioridad en la conservación de la raíz
cultural.
Los que se fueron a Brasil son la preocupación de doña Elda González Martí-
nez. Ésta es quizá la primera oleada migratoria del siglo XIX si bien no propia-
mente española, si ibérica, y sí no por razones económicas, sí políticas e históri-
cas, y aunado a ello es la única vez que los punteros de dicha migración son
personas de elevada investidura. El traslado de la corte portuguesa en 1808 a raíz
de la invasión napoleónica a la Península detonó los movimientos posteriores sola-
mente interrumpida hasta los años 30 debido al crack del mercado de valores de
Wall Street, que tuvo repercusiones globales. Ya en la posguerra destaca el hecho
de que los migrantes españoles con destino a Sao Paulo se encontraron con la gra-
tuidad del billete de embarque con condiciones bastante particulares como la de
emplearse en el cultivo cafetalero. Otro tipo de migración mencionada fue la
“espontánea”, es decir, aquella que no obedece a causas específicas, y cuyos repre-
sentantes se distinguieron por el oficio de panaderos y por su origen gallego y
andaluz.
Cuando se desea hablar sobre el exilio republicano de 1939 es casi inevitable
que los sentimientos afloren. Fueron miles de hogares destrozados por el éxodo de
los que perdieron la peor de las guerras de España; su suerte tuvo todos los cla-
roscuros posibles, pues aquellos que lograron escapar con rumbo a América si bien
encontraron las oportunidades perdidas en su tierra, el sentimiento de desgarro
fue permanente. Cada uno de aquellos hombres y mujeres supo acomodarse a la
categoría que más se asemeja a su circunstancia, ya sea de desterrados o “transte-
rrados”. Doña Encarnación Lemus detalla con invaluables fuentes documentales
la incertidumbre, desesperanza, el lento y doloroso proceso de asimilación de los
grandes personajes de la fracasada Segunda República como lo fueron Sánchez
Albornoz, Giral y Alcalá Zamora.
Varios factores fueron determinantes para favorecer la migración a finales,
entre los que las políticas de puertas abiertas, principalmente de Argentina con
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subvenciones que, combinadas con el bajo precio del billete de barco y la necesi-
dad de poblar una casi interminable pampa dieron una nueva cara al cono sur.
Pareciera que la política de pacificación del presidente Argentino Nicolás de Ave-
llaeda y la expansión haia las pampas y la Patagonia llevada a cabo por su sucesor
Julio Roca, en concordancia con la desestabilización política española entre los
años de la efímera Primera República y la Restauración (1874-1875) fueron favo-
rables para cientos de castellanos y leoneses que más que simples emigrantes fue-
ron casi fundadores de las nuevas ciudades como Bahía Blanca y Mar del Plata. Su
labor de asociacionismo aún persiste mediante la realización de eventos para
difundir su cultura originaria, según lo expone don Enrique San Martín.
De gran importancia para la formación de profesionales en el estudio de la
historia reconstruida mediante as fuentes documentales es la aportación de don
José Ignacio Monteagudo Robledo al poner sobre la mesa los pros y contras que
los testimonios directos arrojan sobre el investigador. La veracidad, la intenciona-
lidad y el grado de conservación son los principales retos. Más aún, la abundante
carga sentimental de cada objeto y testimonio, lejos de ser un obstáculo, es tam-
bién un referente de primera mano para interpretar el verdadero sentir del prota-
gonista del viaje. En ocasiones, de profunda riqueza histórica y social resulta el tes-
timonio escrito, la carta en la que se nota la precariedad de la educación del
emigrante a través de una casi fonética escritura.
Finalmente, el Dr. Valentín Cabero Diéguez, con su Geografía de las Ausen-
cias, señala como el lugar común de aquél que va a “hacer la América”, visto como
un ser cuya fortuna se encuentra prácticamente asegurada, se desdibuja cuando se
sabe de las penurias del viaje y en ciertos casos, del sueño no realizado como tal.
Tras poco más de medio mileno e intercambio entre América y Europa, y más
especialmente con España, el mundo contemporáneo parece ser un conjunto de
valores invertidos. Hoy no se mira a América como el “país de la Jauja”, sino que
por el contrario, son cada vez más numerosas las migraciones los países latinoa-
mericanos en los que las situaciones extremas de de injusticia social provocan la
expulsión de miles de seres humanos.
Quizá los quinientos años de migraciones entre hacia el este del Atlántico
marquen sólo el primer capítulo de intercambio cultural y económico entre Amé-
rica y Europa y ahora, los viajes en sentido inverso apenas sean los primeros ren-
glones de una nueva historia por escribir para la cual tal vez no hagan falta otros
cinco siglos, así, El sueño de muchos se transformaría en El sueño de los otros.
Juan Carlos Esparza
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PÉREZ RATÓN, Isauro: La iglesia de Molacillos. Comunidad y templo. Zamora
2005. 473 pp.
En la última década los estudios de historia local zamorana han tenido un
empuje gracias a la publicación de libros historia de algunos pueblos de la pro-
vincia. Como ejemplos tenemos la historia de Coreses, por Cecilio Vidales, de
Andavías por Mateos Carretero, o el de Muelas de Pan por José Lorenzo Fernán-
dez Fernández, entre otros.
El título: La iglesia de Molacillos: comunidad y templo. Este título es sinó-
nimo de parroquia. Y es precisamente la iglesia nueva el centro del argumento del
libro. La iglesia nueva que vincula al pueblo, instituciones y al protagonista de
excepción, al arzobispo de Valencia, don Andrés Mayoral Alonso de Mella.
El libro está estructurado en varias partes. La primera dedicada al espacio,
toponimia y a los fieles, la comunidad receptora de los sacramentos de la parroquia
y también contribuyentes de la misma. Aquí el autor entra en la temática de la más
moderna historiografía, de la nueva historia: conocer el número de hombres, como
sintieron aquellos hombres su realidad, cómo era su hogar, cómo se alimentaban,
cómo se divertían, cuáles eran sus fiestas. Esto es su realidad cotidiana.
Otra parte del libro estudia la institución parroquial a través de sus rectores,
los párrocos, sacristanes, monaguillos ... . Nombramientos, obligaciones y dere-
chos. Una tabla desde mediados del siglo XV hasta llegar al párroco actual, y una
biografía de cada uno de los curas con los datos aportados por el expediente de
oposición al curato ... Entre los curas nativos más sobresalientes tenemos al arzo-
bispo Mayoral, al canónigo de Zamora, Miguel del Pozo, o al jesuita Juan de Var-
gas que ocupó cargos de responsabilidad en su Orden
Una vez conocidos los hombres rectores de la institución parroquial y sus
ayudantes. Un capítulo lo dedica a los templos y a sus bienes. Su contabilidad: sus
rentas y sus gastos.
El autor se interroga si existía una necesidad real para la construcción de la
nueva iglesia. En la investigación histórica es más difícil encontrar buenas pre-
guntas que dar algunas respuestas. El cuestionario del historiador es la clave de su
trabajo. Y la respuesta es la siguiente: “ aunque ... la iglesia era vieja y que reque-
ría un mantenimiento y atención continuos, tenemos que sostener que distaba
mucho de encontrarse en las condiciones lastimosas como lo muestran el memo-
rial que presentan los Mayoral cuando solicitan al obispado la concesión del
patronato de la iglesia que habían fundado” p. 232
Otra pregunta formulada son las consecuencias que tuvo para el pueblo la cons-
trucción de la iglesia, y estudia las demográficas. Y señala la escasa siniestralidad
según las partidas de difuntos que sólo registra un difunto por accidente laboral.
Es de destacar el estudio todos los elementos arquitectónicos, la torre, reloj,
la fachada, escudos. En el interior la pila, púlpito, altares, capillas. En todas ellas
nos aporta la data de construcción, los donantes ...
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Otra parte del libro tiene el título Personas que hicieron posible la construc-
ción de la iglesia. Y distingue entre el precursor, Antonio Hernández, a través de
su testamento, donde funda la capellanía perpetua de Nuestra Señora de la Con-
cepción y de las Benditas Animas.. al que dedica una sólida biografía.
Y llegamos al gran protagonista, a don Andrés Mayoral Alonso de Mella,
arzobispo de Valencia, al que dedica una biografía documentada de su persona y
familia, reconociendo la falta de documentación sobre la construcción de la igle-
sia que el archivo parroquial no ha conservado.
Para terminar este capítulo de las personas que hicieron posible la construc-
ción, nos presenta a los arquitectos Herrero de procedencia Valenciana, y a los
Castellote levantaron la Casa Galera en Zamora, y las Casas de los Canónigos,
también inmortaliza a los obreros, herreros, carpinteros, pintores que siempre
quedan en el anonimato.
La estructura de libro termina con un glosario de palabras con su definicio-
nes, el listado de la bibliografía utilizada, unos índices (22 pág. 2.300 registros)
imprescindibles para localizar la abundante información aportada por este docu-
mentado estudio. No debemos obviar el apoyo gráfico con abundantes fotos, grá-
ficos y planos.
Para recapitular lo hasta aquí dicho, el libro contiene dos tipos de aportacio-
nes. En primer lugar para historia local del pueblo. No sólo el estudio de la igle-
sia y todo lo relacionado con ella sino que también los vecinos, su número, topó-
nimos, reparto de la propiedad. Los rectores de la parroquia. Y en segundo lugar,
una información de dimensiones extra local como son la biografía del arzobispo y
su familia. Una aportación clave done el autor nos descubre cómo fue su infancia
y juventud como estudiante en los jesuitas de Villagarcía de Campos y en los
dominicos de Zamora. Por ultimo para los estudiosos de la historia del Arte: los
arquitectos Castellote y Herrera.
El autor constante en su labor investigadora ha localizado una información
clave en la construcción de la iglesia como es la intervención también del arqui-
tecto Francisco Ferrada (La Opinión de Zamora, 15 de junio de 2008)
No quiero terminar sin valorar las inquietudes de personas como Isauro por
la investigación histórica, que no son historiadores de profesión pero que con su
esfuerzo y constancia se superan, aprenden y aportan a la sociedad trabajos como
el que presentamos.
José Carlos de Lera Maíllo
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CODESAL PÉREZ, M.: La Ciudad de Zamora en el Trienio Liberal (1820-1823).
Conflictividad sociopolítica en un contexto de crisis. Zamora, Ayuntamiento de
Zamora, UNED Zamora, 2008.
Como señala el Profesor Esteban de Vega en su prólogo a la presente obra,
pese a los atractivos que presenta, el reinado de Fernando VII no se encuentra en
el centro de las preocupaciones de la historiografía española, con la excepción en
los últimos tiempos de la Guerra de la Independencia.
Pese a ello Matilde Codesal no dudó en elegir como tema de su tesis docto-
ral el de “El Ayuntamiento de Zamora en la monarquía de Fernando VII (1814-
1833)”, una de cuyas partes, el Trienio Liberal en Zamora, es el objeto central del
presente libro.
La elección no es baladí; pues en el marco general de la crisis del Antiguo
Régimen al sistema liberal convergen diversas líneas de investigación historiográ-
fica, siendo una de las principales el análisis del proceso de transformación del
modelo de Estado y de la Administración en la crisis final del Antiguo Régimen,
que alcanza uno de los momentos cumbre en el reinado de Fernando VII, y den-
tro de éste en el Trienio.
Codesal Pérez analiza en su obra, en primer lugar, la situación de la ciudad
de Zamora a comienzos del siglo XIX, tanto desde el punto de vista urbanístico y
estratégico, para lo que aporta un gran profusión de planos, como desde el de la
actitud de las élites locales ante las reformas económicas del Sexenio.
En el apartado siguiente se enfrenta al estudio del liberalismo en Zamora
durante el Trienio, pormenorizado en el modelo municipal electivo y su funcio-
namiento en la ciudad, la Diputación provincial, la Milicia Nacional local, los
mecanismos de represión y legitimación del poder, las modalidades de oposición,
así como las reacciones que se producen en diversas corporaciones zamoranas ante
el liberalismo.
El cuerpo de la obra lo constituye el estudio de las cuatro etapas de evolución
del régimen liberal en la ciudad de Zamora.
En la primera, que se extiende de marzo a diciembre de 1820, analiza la
implantación del nuevo sistema político y la aparición de las primeras resistencias,
fruto en gran medida de la conjunción de la mala cosecha, de la tardía creación
de la Milicia Nacional Local, del supuesto fraude electoral y del mantenimiento
del sistema fiscal.
En la segunda, que se desarrolla desde enero de 1821 hasta marzo de 1822,
estudia las difíciles relaciones institucionales en Zamora hasta el fin del mandato
del jefe político Pedro Boado Sánchez. Problemas que surgen fundamentalmente
por la pugna por el control de la Milicia Nacional Local, por la diferente respues-
ta de las autoridades centrales a las actuaciones de militares proliberales destina-
dos en la ciudad, por la crisis de autoridad de Boado y por el modelo impositivo.
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En la tercera analiza la actuación contundente de las autoridades provinciales
desde marzo de 1822 hasta mayo de 1823, teniendo en cuenta el aumento de
resistencia al régimen, el progresivo desorden fiscal y financiero, las medidas de
fuerza ante el deterioro de la situación y la rápida desarticulación del aparato libe-
ral en Zamora.
En la cuarta, que se desarrolla hasta fines de agosto de 1823, presenta la con-
flictiva transición zamorana al absolutismo.
El libro se completa con interesantístimo Anexo Prosopográfico y un breve y
selecto Anexo Documental.
Como señala el Profesor Esteban de Vega, en la obra se analiza, se refleja y se
da respuesta, entre otros aspectos:
A la difícil convivencia que se planteó en Zamora, en un panorama financie-
ro crítico, entre el naciente proyecto liberal y una subversión absolutista crecien-
temente organizada.
A la reestructuración del Ayuntamiento, sometido al reto de la extensión del
sistema electivo y de la subordinación a la nueva Diputación Provincial.
Y los interrogantes que se plantean en el paso del Antiguo Régimen al Esta-
do liberal español.
En resumen, nos encontramos ante un libro de gran calidad e interés, esen-
cial para conocer la Zamora del Trienio Liberal, que logra trascender con creces lo
local y se convierte en una obra indispensable por la que sólo cabe felicitar a la
autora.
Florián Ferrero Ferrero