Academia.eduAcademia.edu

La comprensión de la tecnociencia

Este es uno de los borradores del texto. Aunque se descarga el libro entero puede tener algún error.

LA COMPRENSIÓN DE LA TECNOCIENCIA Hermenéutica analógica y Personalismo comunitario de la actividad tecnocientífica. LA COMPRENSIÓN DE LA TECNOCIENCIA Hermenéutica analógica y Personalismo comunitario de la actividad tecnocientífica. Juan R.Coca La comprensión de la tecnociencia. Copyright © Juan r.coca. Copyright © de la edición Hergué impresores, s.l. Primera edición: marzo de 2010 Editado por: Hergué editorial aptd. correos nº 1.204 21080— Huelva— españa ediciones: admon. y Pedidos: fax (admon.): fax (pedidos): e— mail: Página web: 670 56 27 25 617 35 51 81 959 81 41 72 959 40 12 18 hergue@hergue.com www.hergue.com Nota: nuestros libros pueden encontrarse en cualquier librería. si así no fuere, por favor, indique a su librero que efectúe el pedido o la reposición de los ejemplares agotados. si por alguna causa esto no fuera posible puede localizar todos los títulos en nuestra página web (www.hergue.com), donde hallará los datos técnicos de las obras, así como los precios, imágenes de portada, índice y prólogo, y desde donde podrá efectuar los pedidos de manera cómoda, rápida y segura. ISBN: ??¿¿???¿¿¿??¿¿¿??¿¿ Depósito Legal: Ilustración Cubierta: ???¿¿¿???¿¿¿. Diseño y maquetación: gustavo de la fuente. Impreso y hecho en España // Printed and made in Spain Dedicado a Anabel, a Alexandre, a mi familia y amigos. SUMARIO Presentación.......................................................................................11 caPítulo 1 Las Dimensiones personales de la actividad tecnocientíica.....................................15 caPítulo 2 El progreso de la actividad tecnocientíica................................................................31 caPítulo 3 La responsabilidad tecnocientíica ante el desarrollo: La biología como ejemplo...59 caPítulo 4 Hermenéutica analógica y humanitarismo en la actividad tecnocientíica...............77 caPítulo 5 La hermenéutica analogíca como asidero para la actividad tecnocientíica..............93 caPítulo 6 Hacia una ilosofía sapiencial de la tecnociencia....................................................103 caPítulo 7 El sentido del desarrollo de la actividad tecnocientíica..........................................115 BiBliografía.......................................................................................129 PRESENTACIÓN los humanos hemos ido transformando nuestro entorno, nuestras sociedades e incluso a nosotros mismos. con el paso de los años la humanidad ha pasado de estar coniguradas por sociedades poco dependientes de la tecnología, a ser sociedades profundamente condicionadas por el desarrollo cientíicotecnológico y, recientemente, a ser tecnocientíicamente dependiente. A su vez, y como es obvio, el devenir de las sociedades mal llamadas occidentales es lo que ha generado el desarrollo y la implementación de actividades tales como la tecnociencia. esta actividad se ha ido institucionalizando trayendo consigo lo que se ha denominado como sistema tecnocientíico, uno de los principales subsistemas del gran sistema social. a día de hoy la tecnociencia es un complejo contexto interpenetrado por un entorno plural y diverso constituido por diversos subsistemas del gran sistema social: económico, político, religioso, etc. Habitualmente las interpenetraciones mas estudiadas son las relativas al doblete tecnociencia-economía, tecnociencia-sociedad, tecnocienciapolítica, tecnociencia-educación, etc. Asimismo se han realizado diversos estudios sobre ética tecnocientíica de gran impacto académico y social (echeverría, murillo, valero, etc.). sin embargo son muy escasos los trabajos que se han ocupado de esbozar la interpenetración entre el sistema tecnocientíico y el sistema personal. Esta es precisamente la intención del presente libro. la perspectiva de la obra es pluridisciplinar y transdisciplinar, aunque estará centrada en la hermenéutica y en la corriente de pensamiento denominada personalismo-comunitario. A su vez, el fundamento teórico del trabajo está apoyado en el fecundo trabajo intelectual de los pensadores hispanos. de hecho, aunque actualmente se asume que en todo trabajo intelectual es necesario mostrar las posiciones de los distintos núcleos investigadores internacionales, las investigaciones que se han venido desarrollando en el mundo iberoamericano son tan relevantes que, a mi juicio, son suicientes como base epistémica para un trabajo de estas características. Por otro lado, estoy convencido que el pensamiento iberoamericano es uno de las fuentes más fecundas e interesante que conozco. todo ello hace que esta obra pueda caliicarse de hispanista en el hecho de beber de estas fuentes. la intención de este trabajo es humilde puesto que sólo tiene como intención fundamental la de abrir un nuevo sendero de investigación por el que transitar. en este sentido, se va a apostar por el desarrollo de un saber tecnocientíico personal e inmerso en la cultura humana. De ahí que los productos de este sistema lejos de dictar el camino de nuestra evolución social, ética, política, cultural, etc. estarán controlados por nuestra realidad personal. Por otro lado este libro busca que el sistema tecnocientíico se aleje de esa posición de predominio socio-político y se transforme en una actividad más humilde. Para acercarnos a esta humildad de la que hablamos recurriremos a una comprensión amplia de esta actividad. en este contexto, la hermenéutica que aplicaremos será analógica o proporcional y, por tanto, abogará por una interpretación limitada y prudente. Para inalizar es importante mostrar que este libro abre y cierra un capítulo en mis investigaciones particulares sobre la tecnociencia. de hecho inicialmente mis intereses intelectuales se centraron en la ilosofía y paulatinamente se han ido trasladando a la sociología. se podrá comprobar entonces que la obra parte de la ilosofía y se desplaza hacia la sociología, aunque transita constantemente a través de las sendas del entrecamino conigurado por la interpretación o la hermenéutica tecnocientíica. espero que en las siguientes páginas encuentres caminos intelectuales en los que nos podamos encontrar. en esta senda podrás encontrar a otros intelectuales a los que les debo mi más profundo agradecimiento. en primer lugar desearía acordarme especialmente de Juan luís Pintos, Julio cabrera Varela, Francisco Díaz-Fierros, Jesús A. Valero Matas, Luís Álvarez Pousa, así como de celso sánchez capdequí y agradecerles a todos ellos su ayuda, cariño y colaboración. en segundo lugar no puedo dejar de mencionar a Juan carlos vila, eduardo martínez Hermoso, mauricio Beuchot e Ildefonso Murillo quienes más han inluido notablemente en el desarrollo intelectual de esta obra. también debo expresar todo mi agradecimiento a Francisco Arenas-Dolz, Enrique Carretero, Andrés Ortiz Osés, Luís garagalza, guillermo foladori, luciano espinosa, esther filgueira, carlos allones, david casado, alfredo marcos, ana cuevas, emilio muñoz, Javier echeverría, andoni alonso, yajaira freites, João arriscado, marga santana, Xosé manuel domínguez Prieto y carlos díaz, entre otros, con quienes colaboro o he colaborado con mayor o menor intensidad en diversas ocasiones. LAS DIMENSIONES PERSONALES DE LA ACTIVIDAD TECNOCIENTÍFICA la comPrensión de la tecnociencia la tecnociencia actual es una actividad humana muy importante actualmente. sus productos y artefactos nos permiten solucionar unos problemas pero, por desgracia, también genera una buena cantidad de nuevos problemas. Por esta razón, relexionar sobre la propia actividad es hacerlo sobre una serie de contextos detectados por el afamado ilósofo Javier echeverría. este pensador considera que dentro de esta actividad existen cuatro contextos: educación (enseñanza y difusión), innovación (descubrimientos e invenciones), evaluación (valoración) y aplicación. estos contextos interaccionan entre sí continuamente haciendo que se produzca una interrelación entre ellos. de esta manera, el avance de la propia actividad tecnocientíica dependerá de todos ellos en conjunto. En este sentido, es posible enseñar sólo aplicaciones de la ciencia, como suele suceder en el caso de los tecnólogos, pero a su vez, la enseñanza también puede tomar como objeto las diversas innovaciones (teóricas, instrumentales, notacionales, etc.) o los diversos modos de evaluar dichas innovaciones (desde cómo veriicar una predicción hasta cómo axiomatizar una teoría, pasando por el cálculo de los errores de una medición a partir de una teoría del error). Podemos decir, entonces, que el contexto de educación afecta a los otros tres contextos y, de manera recíproca, las innovaciones, las diferentes aplicaciones y los nuevos criterios de evaluación modiican tarde o temprano la actividad docente (Echeverría 1995: 65-66). este modo de concebir esta actividad, no está en contradicción con la visión de Juliana gonzález. esta autora considera que dicha actividad, entendida como theoría o visión, se deine por sus ines meramente cognitivos y como un saber desinteresado, independiente de otros propósitos ajenos al propio conocimiento. este «desinterés» coincide, con la philía o el amor al saber y, asimismo, con el propósito interno de «objetividad» o verdad (gonzález valenzuela 2000: 228). este amor al conocimiento, se establece, por tanto, dentro de los contextos expuestos dando lugar a transformaciones en nuestra interacción con el entorno (personal, social o ecológico). Pues bien, es posible airmar que existe un componente teórico y uno práxico de la tecnociencia. de ahí que, a nuestro juicio, esta diferenciación va en paralelo a la distinción entre ciencia y tecnología. en la primera el saber es más «desinteresado», mientras que en la segunda el conocimiento será eminentemente «interesado». 16 Juan r. coca al hablar de tecnociencia es preciso mencionar la existencia un debate entre la airmación de un entrelazamiento entre la ciencia y la tecnología, en la llamada tecnociencia, o el mantenimiento de la separación entre ambas. De hecho, numerosos sociólogos y ilósofos siguen considerando que la ciencia y la tecnología responden a ines, valores y desarrollos diferentes debiendo, por tanto, mantenerse separados (castro, castro y morales 2008; cuevas 2009; fernández Prados 2003; gonzález, lópez y luján 1996; lamo de espinosa 1996; lópez y luján 2000; marcos 2000 y 2008; Quintanilla 2005; Zamora 2005;…). otros, en cambio, no establecen unas diferenciaciones tan claras, estando éstas más o menos matizadas (alonso y galán 2004; atienza y diéguez 2004; coca y Pintos 2008a y 2008b; echeverría 2003;…) mi posición al respecto está dentro de aquellos que consideran que existe un sistema tecnocientíico y, por tanto, airmo que es perfectamente correcto hablar de tecnociencia. de hecho, estamos de acuerdo con gille quien, empleando una terminología sistémica, habla de la interpenetración de la ciencia y de la técnica (gille 1978: 1119). a su vez, Hottois dice que la tecnociencia evoca la investigación y el desarrollo tecnocientíico (IDTC) en su complejidad. es decir implica lo siguiente: — “la ausencia de jerarquía estable entre investigaciones, descubrimientos e inventos teóricos y técnicos. técnica y teoría están en constante interacción; el progreso de una condiciona el progreso de la otra y recíprocamente; — el encabalgamiento dinámico de las diversas tecnociencias. esta mutua contribución de todas las especialidades cientíicas y técnicas culmina, por ejemplo, en la medicina contemporánea, de extrema vanguardia en el terreno tecnológico, que combina todas las facetas de las tecnociencias biológicas, químicas (medicamentos), informáticas (análisis, visualización), físicas (láser, prótesis, nuevos materiales)… — a idtc es fundamentalmente dinámica, activa y productiva. Progresa desarrollando las capacidades de modiicar, incluso de crear, sus objetos: en química, desde hace ya mucho tiempo; en biología, con las mutaciones provocadas y plantas y animales transgénicos; en las 17 la comPrensión de la tecnociencia ciencias cognitivas, con la inteligencia artiicial, la realidad virtual, la cibernética, etc.; — el marco ilosóico «tradicional» más apropiado a la IDTC es el del pragmatismo en sus diversas formas; — al ser activa y productiva en lo que concierne tanto a la investigación (experimentación) como a la difusión de los descubrimientos-inventos, la idtc implica aspectos y consecuencias económicas y plantea problemas éticos, sociales y políticos. entonces llega a ser decisiva la cuestión de la responsabilidad, tanto más difícil cuanto que la idtc es en gran parte imprevisible. esta responsabilidad se extiende de la sociedad nacional e internacional al género humano, considerado en sus condiciones actuales y próximas de supervivencia y de existencia, así como en su futuro a largo plazo; — la idtc está en constante interacción con el medio simbólico (cultural, social, psicológico, institucional…) en el que se desarrolla y que varía de una región a otra del mundo. da lugar a deseos (fantasías, esperanzas, angustias), y las posibilidades que realiza concretamente suscitan nuevos deseos, fantasías, esperanzas y angustias, así como nuevos modos de vida. Esta interacción de lo posible tecnocientíico y de la vida simbólica se expresa a menudo en forma de malestares, inquietudes, interrogantes y problemas éticos” (Hottois 2003: 500 y sig.) Hottois plantea aquí un buen número de aspectos que a su juicio presenta la tecnociencia, aunque es perfectamente posible airmar algo similar sin emplear el término tecnociencia y manteniendo la separación entre ciencia y tecnología. dicho de otro modo, podemos decir que la ciencia y la tecnología mantienen posiciones de equilibrio y no jerarquizadas, que las diversas disciplinas cientíicas y tecnológicas se encabalgan, que la investigación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología es dinámica, activa y productiva (por lo menos en la actualidad), que están en las antípodas del pensamiento contemplativo, que son actividades pragmáticas, que implica aspectos y consecuencias económicas y plantea problemas éticos, sociales y políticos y, por último, que están en interacción con el medio simbólico. 18 Juan r. coca con lo que acabamos de mostrar vemos que la caracterización hottoisiana no establece la necesidad de aplicar el término tecnociencia, sino que menciona algunas de las nuevas características que posee la actividad tecnocientíica. En este sentido, hay autores como Javier Echeverría que al utilizar el término tecnociencia, aunque admiten el uso del mismo, no llevan tan lejos como gilbert Hottois su asunción. de hecho, echeverría (1995 y 2003, entre otras obras) ha diferenciado entre ciencia, tecnología, tecnociencia y gran ciencia (big science). de tal manera que la tecnociencia es circunscrita, por este autor, a una parte del sistema que anteriormente he denominado como tecnocientíico. En este sentido, y desde una perspectiva axiológica Echeverría airma que la tecnociencia incorpora a su núcleo ético buena parte de los valores técnicos (utilidad, eiciencia, eicacia, funcionalidad, aplicabilidad, etc.) y epistémicos. no obstante, aunque sigue manteniendo los valores epistémicos, el subsistema de valores epistémico tiene un peso tan considerable como el primero. Por lo tanto, y según este autor, la tecnociencia y la ciencia se distinguen entre sí por el mayor o menor peso relativo de esos dos subsistemas de valores, sin perjuicio de que ambas incorporen valores epistémicos y técnicos a su núcleo axiológico.” (echeverría 2003: 67). Por mi parte, el concepto de tecnociencia se empleará con el in de mostrar la gran complejidad existente. Por esta razón, estaré cerca de la postura del eminente pensador emilio muñoz quien no tiene reparos en hablar de ciencia y tecnología, estableciendo diferencias entre ellas, pero considerando que ambas están dentro de un sistema (bio)ciencia-tecnología-industriasociedad (2001). es preciso advertir que muñoz no menciona el término tecnociencia, aunque yo sí lo haré. Por todo ello, el planteamiento de muñoz permite, en primer lugar, mantener un nivel de complejidad lo suicientemente amplio para incorporar, como propia, cierta elasticidad imprescindible a la hora de desarrollar un estudio de sociedades como la nuestra. además, da idea de la interrelación entre los diversos subsistemas del sistema social. a su vez, una concepción interrelacional de los numerosos factores de los diversos sistemas de lo real posibilita el establecimiento de lo que se ha dado en llamar como sistema policontextural o, como ha expuesto alfredo marcos en diversas ocasiones, una concepción de la ciencia amplia (marcos 2000 y 2008). 19 la comPrensión de la tecnociencia téngase en cuenta que el sistema social en el que vivimos no admite una única contextura. todo lo contrario, nos encontramos en un entorno complejo funcionalmente hablando. es decir, el hecho de que dentro de un sistema social haya grupos que desarrollen funciones diferentes, hace que cada uno de ellos se mueva en función de unas determinadas creencias, intereses o inluencias. De ahí que sea imprescindible que un sistema social policontextural aporte mecanismos que permita conjugar esta diversidad funcional. a su vez, cada grupo funcional considera como realidad algo que puede ser diferente a lo que considera otro grupo funcional del mismo sistema. en este punto no se confunda realidad con real. en esta obra no se va a defender un relativismo exagerado airmando que lo real varía en función de las percepciones individuales. Lo que se airma es que cada persona y también cada grupo social percibe un determinado aspecto de lo real incorporando éste a su vida y convirtiéndolo en parte de su propia realidad. Pues bien, la monocontexturalidad asume la univocidad, es decir una única perspectiva de sentido. de tal manera que la asunción de una monocontexturalidad tecnocientíica consiste en la ontologización de todo lo que tiene que ver con esta actividad. esta concepción asume que la tecnociencia será la única actividad humana con capacidad de airmar en qué consiste lo real y tiene la posibilidad exclusiva de que la tecnociencia nos muestra qué es la verdad y que no. como contrapartida a esta monocontexturalidad recientemente se ha venido desarrollando lo que denomino como policontexturalidad tecnocientíica. esta concepción, como veremos más adelante, se incorpora a lo que Pierpaolo donati denomina como pensamiento dopo-moderno (Donati 2006). Dicha corriente de relexión no asume la concepción moderna excesivamente discriminante, pero tampoco asume los planteamientos postmodernos por su exceso de disgregación y difuminación. el pensamiento dopo-moderno es prudencial, mesurado, integrador y, por tanto, relacional. esta transformación de la monocontexturalidad a la policontexturalidad puede estar bajo el camino del paradigma dominante al paradigma emergente del que habla Boaventura de Sousa Santos (2001; 2003). Á su vez, 20 Juan r. coca esta transición muestra un acrecentamiento en el sistema tecnocientíico, ya que al tener un gran diferenciación funcional unida asimismo por una serie de relaciones entre los distintos agentes, grupos y clases sociales. Por tanto, y en función de lo antedicho, se produce un alto grado de improbabilidad y, por tanto, es preciso incremental los rendimientos de nuestro conocimiento. el concepto de policontexturalidad tecnocientíica puede presentar problemas de vaguedad, pero abogo por él dada su capacidad heurística. además, permite transmitir la imagen de “tejido” de nuestra concepción del sistema tecnocientíico, de complejidad del mismo y de ampliación de los recursos de este sistema. téngase en cuenta que esta concepción policontextural o, si se preiere, amplia del sistema, es deudora de diversos planteamientos feministas, sobre todo del empirismo contextual de Helen Longino, de las teorías de la acción tecnocientíica, especialmente de las de tuomela y Quintanilla, de las concepciones hermenéuticas de la ciencia, de la nueva sociología de la ciencia, de la corriente cts y de planteamientos aines. En este sentido, recurro a Alfredo Marcos quien airma que junto a la psicología de la ciencia, se requiere una disciplina ilosóica, una ética de la ciencia que relexione de modo crítico sobre la actividad de las personas implicadas en la ciencia (marcos 2000: 128). a lo que añade, también, que junto a la sociología de la ciencia son necesarias disciplinas como la ilosofía política de la ciencia para controlar y consensuar los ines de la tecnociencia y armonizar el desarrollo de sus valores. en el núcleo epistémico de esta tecnociencia policontextural se encuentra la propuesta tildada de relacional de Helen Longino. Esta ilósofa plante una dilución entre la diferenciación entre sujeto y objeto y la consideración de que los sujetos cognoscentes no son los sujetos individuales sino las comunidades epistémicas. el conocimiento, entonces, será el resultado de un diálogo entre los individuos y las comunidades cientíicas a través de lo que ella denominó comunidad dialógica interactiva (longino 1993: 112). Por tanto, la tecnociencia policontextural asume que el desarrollo epistémico de la tecnociencia será, en principio, comunal o relacional aunque como veremos a lo largo de la obra la tecnociencia policontextural es universalmente comunitaria. Por esta razón, en esta obra se rechazará la 21 la comPrensión de la tecnociencia idea de que la tecnociencia es una actividad que sólo aporta beneicios a la humanidad. además, y fruto de la diversidad funcional, tampoco se va a defender que el sistema tecnocientíico se va a autocontrolar. Por tanto, no existe una correlación entre la generación por parte de la tecnociencia de un problema tecnocientíico y la obtención de la solución por el propio sistema. En este sentido Evandro Agazzi airma que la tecnociencia ni se controla por sí misma, ni tan siquiera en aquellos casos en los que se hayan desarrollado los instrumentos adecuados para el control del problema (agazzi 1996:56). otro aspecto importante que se debe tener en cuenta es que la actividad tecnocientíica, al ser llevada a cabo por humanos, es posible que se vea inluenciada negativamente por los intereses (sociales o particulares) que tenga cada persona a la hora de desarrollar dicha philía. doblegándose así la adquisición de conocimiento objetivo y universal al desarrollarse una actividad sesgada por una hipertroia económica, política, religiosa o personal. SOCIEDAD Y CONOCIMIENTO TECNOCIENTÍFICO el 7 de mayo del año 1959, charles Percy snow pronunció una conferencia en la universidad de cambridge en la que estableció la famosa dicotomía sobre la existencia de dos culturas. según él, por un lado estaría la “cultura tradicional”, dentro de la que estarían los que actualmente se conocen como “de letras”. snow transmitió una visión negativa de esta cultura al considerar que las disciplinas de la cultura tradicional invierten un exceso de energía en complejidades alejandrinas. Por otro lado encontraríamos a los “de ciencias”, es decir aquellos relacionados con la actividad cientíica pura y aplicada, así como a los ingenieros. ambas culturas estarían profundamente desligadas, de tal manera que las personas relacionadas con alguna de las dos desconocería, en mayor o menor medida, los avances de la otra. snow expuso esta tesis en un contexto social donde el descrédito de los cientíicos y de su actividad empezaba a tener cierta aceptación, aunque todavía de una manera muy sutil. este descrédito comenzó a ser generalizado en la segunda mitad del siglo XX y fue debido a los numerosos errores cometidos por los cientíicos factuales (o, si se preiere, experimentales) 22 Juan r. coca que dieron lugar a cierto miedo o ciertas reservas ante los nuevos descubrimientos. en este contexto histórico, John Bernal llega a decir que “el control monopolista de la ciencia está tan bien encubierto por las técnicas de publicidad que el público llega a creer que las sumas gastadas en investigación industrial están destinadas sobre todo a su beneicio, sin advertir que se orientan, aunque se empleen en el sector civil, a producir bienes como la televisión y las drogas raras, donde el margen de beneicio es mayor” (Bernal: 431). obviamente, y como veremos más adelante, esta situación que describía de manera tan reivindicativa Bernal ha cambiado sustancialmente, aunque sigue habiendo sesgos frutos de componentes personales en la actividad tecnocientíica. En la primera mitad del siglo XX, los tecnocientíicos eran considerados como gente muy honesta y las consecuencias de sus trabajos se consideraban como la causa inicial del mejor de los futuros posibles. en cambio, en la segunda mitad la percepción social dio la vuelta. Esta modiicación, en la valoración de la actividad tecnocientíica y de sus propios agentes es debida a que, por causa de la separación entre la tecnociencia y la cultura, se consideraba a la primera como una actividad que no transforma las maneras de pensar en la sociedad y que se limitaba a conocer lo real y a solucionar determinados problema. en cambio, actualmente, se tiene claro que existe un efecto recíproco de la sociedad sobre la tecnociencia y de ésta sobre la anterior. es decir existirá una retroalimentación entre la sociedad y el subsistema tecnocientíico que podrá ser tanto positivo como negativo, además de ser bidireccional. El descrédito, la desconianza ante la tecnociencia, continúa hasta la actualidad. De ahí que no se les dé carta blanca a los tecnocientíicos para que puedan investigar aquello que mejor les parezca. no obstante, hay que tener presente que “ningún estado industrial moderno podría existir sin la ciencia. no podría continuar durante mucho tiempo haciendo pleno uso de sus recursos intelectuales para hacer progresar la ciencia y ampliar su utilización. los modelos políticos de nuestra época son consiguientemente y en manera creciente un resultado de los aspectos materiales de la ciencia” (Bernal: 415). además de esto, hay que tener en cuenta que al ir aumentando el conocimiento que podemos obtener de las características y propiedades de 23 la comPrensión de la tecnociencia algunas estructuras (vivas o no), podremos ampliar la toma de decisión sobre cualquier acción que quisiésemos llevar a cabo sobre dicha estructura. Por todo ello, tanto la relación Estado-tecnociencia como (y sobre todo) la relación acción-conocimiento tecnocientíicos, son dos razones fundamentales para que esta desconianza no se exagere, puesto que la ciencia nos permite ampliar el ángulo de visión sobre nuestro entorno. Por este motivo, es posible airmar que la actividad tecnocientíica afecta, por lo tanto, a nuestra libertad. “la ciencia es, en este sentido, bien supremo para el hombre, fuente de su propia humanización” (gonzález valenzuela 2000: 228). entonces, si la tecnociencia es fuente de humanización, ¿cómo es posible que se produzcan barbaries tales como la bomba atómica? la tecnociencia no es una actividad que, intrínsecamente, contenga a la barbarie en su interior. la barbarie consiste en que la tecnociencia se convierta en el centro del desarrollo de nuestra cultura. esta paradoja entre las características propias del conocimiento tecnocientíico y la barbarie tecnocientíica, se establece dentro del diálogo entre los dos paradigmas de los que habla Edgar Morin acerca de la relación hombre-naturaleza. “el primero incluye lo humano en la naturaleza y cualquier discurso que obedezca a este paradigma hace del hombre un ser natural y reconoce la «naturaleza humana». el segundo paradigma prescribe la disyunción entre estos dos términos y determina lo que hay de especíico en el hombre por exclusión de la idea de naturaleza” (morin 2001: 33). En este diálogo, entre la naturaleza de las personas y lo especíico humano, la ciencia nos permite entender al primer interlocutor al tiempo que posibilita el aporte al diálogo de parte del segundo. es, precisamente, en este punto en el que nos situamos, en el instante en el que el segundo paradigma y la ciencia se ponen en contacto. Sucediendo aquí los grave conlictos que se han producido a lo largo de la historia. casos claros de estas situaciones han sido provocados por las concepciones deterministas en Estados Unidos. Las cuales produjeron modiicaciones de la ley de inmigración por considerar a los eslavos, judíos, italianos y otros como torpes mentalmente. otros ejemplos son los problemas que se establecen al entender la diversidad biológica acríticamente, considerando que unas personas son superiores a otras por poseer ciertas características génicas. 24 Juan r. coca más actualmente, el caso del Hiv del que habla d. sarewitz, exponiendo que las investigaciones, sobre dicho virus, se centran en la consecución de fármacos de alta tecnología. de hecho las terapias con alguno de estos fármacos han tenido gran éxito. el gran problema es que los países en desarrollo no tienen acceso a ellos debido a su alto coste. TECNOCIENCIA PERSONALIZADA las personas creemos en divinidades, bailamos, gritamos de alegría, amamos... es decir, no somos seres exclusivamente racionales. Hacemos y pensamos cosas que se escapan a nuestra propia racionalidad. es por ello que morin considera que “el hombre de la racionalidad es también el de la afectividad, del mito y del delirio” (morin 2001: 71). es decir somos, según sus palabras, Homo sapiens tanto como Homo demens, estableciéndose entre ambos un diálogo. este diálogo sapiens-demens ha sido creador siendo destructor; el pensamiento, la tecnociencia y las artes han sido irrigadas por las fuerzas profundas del afecto, por los sueños, angustias, deseos, miedos y esperanzas (morin 2001: 73). a este diálogo sapiens-demens tiene sus pilares asentados en el hecho de que, en palabras de Xosé manuel domínguez Prieto, la persona es deseo (domínguez 2002: 21). debido a esto, la persona nunca puede ser quietud (domínguez 2002: 21), por lo que su esencia será dinámica. dicho de otro modo, la parte constitutiva propia del sistema personal es el dinamismo que viene de la mano de una dimensión afectiva, una dimensión corporal, otra intelectual y una última volitiva, que tantas inquietudes generan pero que, a su vez, tantos posibilidades y artefactos crea. estas inquietudes, demencias, afectos, etc., han permitido actuar racionalmente, investigar, descubrir; han posibilitado un progreso racionalempírico-técnico. Pero es necesario tener en cuenta que estos afectos, intereses... que co-guían nuestra actividad humana pueden producir dentro de la tecnociencia dos tipos de factores: 1. Factores internos (FI) : son intrínsecos a la investigación tecnocientíica y serán aquellos que permitan el desarrollo propio de la misma, son la base gracias a la cual se permite el progreso y el 25 la comPrensión de la tecnociencia desarrollo del conocimiento tecnocientíico. Dichos factores internos serían, por ejemplo, la validación de los datos, la puesta a punto de las distintas metodologías, las mejoras tecnológicas, la confrontación de hipótesis, el abaratamiento de una investigación, etc. como es obvio, toda actividad humana se ve afectada por los sesgos, limitaciones y perversiones humanas. Por lo tanto, los fi de la tecnociencia no escapan a las consecuencias potencialmente negativas. en este sentido, podemos airmar con Helen Longino o con Evelyn Fox Keller que existe un sesgo androcéntrico en esta actividad. asimismo, es constatable la deriva tecnocientíica hacia problemas y soluciones de las regiones del centro del sistema tecnocientíico global. 2. Factores externos (FE): Darán lugar a una serie de conlictos de intereses, es decir, son aquellas situaciones en las que el juicio del cientíico concerniente a su interés primario, la integridad de una investigación, tiende a estar inluenciado por un interés secundario (camí 1995: 96). estos factores hacen referencia a todo aquello que pueda afectar a la investigación tecnocientíica y que provengan de subsistemas externos al sistema tecnocientíico, dentro de los que se encuadran los intereses manipulativos de los que hablaba Habermas. dicho así, parece que los fe están claramente diferenciados del núcleo interno del sistema tecnocientíica, pero nos encontramos con un grave problema de discriminación y clasiicación a causa de la gran cantidad de procesos de interpenetración intersistémicos. estos factores, tanto los internos (fi) como los externos (fe), aparecen dentro del sistema puesto que la tecnociencia es llevada a cabo por personas. Por ello, la tecnociencia, expresa, en mayor o menor medida, las características que poseemos, tanto las que amplían nuestra libertad como aquellas que condicionan nuestra existencia. es por ello que a pesar de ser productiva, la ciencia también puede ser centro de la barbarie. Por todo lo dicho se hace necesario, cada vez más, relexionar sobre las características de la persona (sistema psíquico) y sobre la interpenetración de éste en el sistema tecnocientíico. 26 Juan r. coca como muestra sabiamente domínguez Prieto, la “energeia” (actividad) y la “dynamis” (potencialidad) son dos características fundamentales del sistema psíquico, por lo que éstas serán transmitidas a la tecnociencia. de hecho, la energeia tecnocientíica, que engloba los cuatro contextos expuestos por Javier echeverría, es la actividad tecnocientífica que comúnmente se tiene presente, es decir es la actividad tecnocientíica per se. Por tanto, podemos establecer que dentro de la energeia tecnocientíica se encuentran los fi de este sistema. Pues bien, respecto a la energeia tecnocientíica es necesario destacar, como dice federico mayor, que la producción de conocimientos se halla centrada en unos pocos países generando graves desequilibrios mundiales (mayor 1987: 94). a esto tenemos hay que sumar el hecho de que la tecnociencia estará muy inluenciada por la sociedad en la que se produzca. Por lo que, teniendo en cuenta que la producción cientíica, medida a través de publicaciones, en estados unidos, canadá, europa occidental y Japón, suman casi el 85 % del total mundial, es lógico pensar que los problemas que se investigan actualmente están más relacionados con estas zonas que con el resto del mundo. tanto es así que se produce, como expone guillermo Foladori, una contradicción entre necesidades e investigación cientíica que se conoce como la «brecha 10/90», que signiica que sólo el 10% de los fondos son dirigidos a investigar en enfermedades responsables del 90% de la carga de enfermedad mundial” (foladori 2003: 39). además de esto, en los países mencionados, se produce un acrecentamiento de la financiación empresarial. de hecho, según datos de 1996, la financiación empresarial en los estado unidos de la investigación tecnocientíica correspondía a un 61,6% del total (Nichols y Ratchford 1998), hipertroiándose los aspectos de innovación y aplicación. Además, el dinero empleado en investigación y desarrollo (i+d) militar, en los estados unidos, se corresponde a un 22,4% del total (Papón y Barré 1996). se puede ver claramente que la tecnociencia ha ido aumentando su importancia económica y ha conducido a su creciente privatización y comercialización. Profundizándose el proceso de capitalización del conocimiento tecnocientíico que la globalización se encarga de acelerar (núñez 2001: 103). uno de los ejemplos más claros es el de la investigación 27 la comPrensión de la tecnociencia biomédica, que en los estados unidos de américa concreta sus formidables recursos en investigación básica sobre la función molecular y en la búsqueda de remedios de alta tecnología para enfermedades causadas por la riqueza y la vejez (sarewitz 2001: 163). con lo dicho, podemos decir sin temor a equivocarnos que la energeia o actividad tecnocientíica actualmente no atiende, en sentido global, a las necesidades humanas. Única y exclusivamente se preocupa y responde a las demandas de ciertos subsistemas sociales (sociedades) que son donde, mayoritariamente, se lleva a cabo dicha actividad. Prueba de ello es que la mayor parte de las enfermedades que son mortales en los países más empobrecidos son curables o relativamente paliables con los medios tecnológicos de que disponen los países desarrollados, de la misma forma que los problemas provocados por los desastres naturales como sequías, terremotos o inundaciones son mucho menos desastrosos en el Primer mundo que en el resto del Planeta (fernández: 40). Por esta razón la actividad cientíica, al poseer las dos características mencionadas, no puede quedarse en este aspecto de mera actividad. tiene que completarse desarrollando la segunda característica que la deine. Este segundo aspecto de la actividad tecnocientíica, es la “dynamis”. esta dynamis, esta potencialidad producida a partir de la dialéctica entre los paradigmas de la que habla morin, consiste, única y exclusivamente, en la búsqueda de lo que podríamos denominar como plenitud tecnocientíica. esta plenitud, como es obvio, es un factor normativo que tiene como fundamento la ampliicación del sistema tecnocientíico hacia la policontexturalidad del mismo. Para que esta planiicación sea posible, es necesario que se favorezca el encuentro con los otros. es decir, cuanto más globalmente se conciba la tecnociencia, o dicho de otro modo, cuanto más solidaria sea, más se personalizará y por tanto más se pleniicará. Al hablar de solidaridad no me estoy reiriendo al modo de concebir la solidaridad como un parche ante un problema concreto. concibo que la solidaridad está enmarcada, principalmente, por el concepto de equidad producido por un cambio cultural que implique que los problemas que se originan en cualquier parte del mundo han de ser asumidos por los demás 28 Juan r. coca países y solucionarlos con parámetros similares a los que aplican dentro de sus fronteras (alonso Bedate 2002: 68). se solventa, gracias al desarrollo de la dynamis, esa necesidad de anámnesis, o recuerdo, de la que hablaba avelino de la Pienda, J. ya que occidente necesita equilibrar su gran progreso tecnocientíico con un retorno a sus orígenes humanistas griegos, semitas, romanos, indoeuropeos. necesita reencontrarse a sí mismo para superar lo que puede desembocar en una alienación tecnocientíica; y puede hacerlo retornando a sus orígenes (Pienda 1991: 50). Este reencuentro, esta conluencia entre el humanismo y la ciencia toma su pleno sentido dentro de un marco intercultural y policontextural. esto es debido a que los otros, es decir aquellos que no se encuentran dentro de la cultura de uno, no son seres alejados. Por esta razón, un mayor conocimiento de los otros va a permitir acrecentar el conocimiento de uno mismo. esto puede parecer algo confuso, pero no lo es tanto si consideramos algunos de los ejemplos que nos aporta la antropología. un ejemplo clásico es el de que, actualmente, tenemos la certeza de que el Homo sapiens es una única especie sin mayores subdivisiones y además apenas presenta diferencias génicas entre los diferentes individuos que la componen. un segundo ejemplo podría ser el de que los europeos, de un modo u otro, son descendientes de ancestros africanos. Pero no sólo eso, el conocimiento ancestral de grupos poblacionales de diversas regiones de América, África y Asia aporta nuevas posibilidades a las investigaciones tecnocientíicas, en ocasiones, excesivamente enclaustradas en su manido método tecnocientíico. Por lo tanto es fundamental tomar como eje central de investigación tecnocientífica la humanidad. Bien acrecentando el conocimiento de nuestra realidad (como seres humanos), bien intentando buscar soluciones a problemas universales, o bien educando en un pensamiento cientíico crítico y equitativo. de esta manera, se abre ante nosotros la posibilidad, de una posible modiicación en nuestra cultura que podría hacer que ésta fuese más rica que toda las anteriores, abierta a toda la comunidad de personas del mundo. 29 la comPrensión de la tecnociencia CODA la tecnociencia, al igual que las personas, posee dos características que la fundamentan, la energeia y la dynamis. tanto en el pasado como en la actualidad se producen procesos de hipertroia de la energeia. Estos procesos traen consigo que la tecnociencia pierda toda posibilidad de personalización, pasando a ser una actividad meramente opresora guiada, a su vez, por ines también opresores. No obstante, estos procesos opresivos pueden modiicarse, pudiendo obtener una actividad que sirva como puente entre el paradigma de la «naturaleza humana» y el paradigma de lo especíicamente humano. Pero esto sólo será posible si queremos que la ciencia sea fuente de nuestra propia humanización. Para ello, ambas características, energeia y dynamis, tendrían que llegar a desarrollarse de un modo conjunto. Por un lado estaría la energeia, dentro de la cual estarían los contextos de educación, innovación, evaluación y aplicación. al producirse el desarrollo de todos estos contextos a un tiempo, sería posible que dicha actividad pueda dar paso al desarrollo de la segunda característica, la dynamis tecnocientíica. esta dynamis, al consistir en la búsqueda del encuentro con los otros, conduciría hacia la pleniicación de la tecnociencia. Se plantea esta dynamis como el desarrollo de la actividad tecnocientíica por todos los países o, si esto no pudiera tener lugar, como el posible fomento de aquellas líneas de investigación más universales (es decir donde entren el mayor número de países posibles). Buscándose que el mayor número de personas colaboren en su realización. de este modo sería posible la pérdida de parte de los intereses empresariales y neocapitalistas que la rigen, debido al hecho de ser llevada a cabo en países eminentemente empresariales y neocapitalistas. 30 EL PROGRESO DE LA ACTIVIDAD TECNOCIENTÍFICA la comPrensión de la tecnociencia la tecnociencia, a lo largo de los últimos siglos, ha dado lugar a numerosos efectos negativos y ha aportado numerosas soluciones, gracias al incremento del conocimiento del nuestro entorno (el entorno del sistema personal) y a las determinadas soluciones concretas producidas ante algunos problemas. esta dualidad problemas/soluciones, propia de esta actividad, ha conllevado diversas actitudes frente a la misma. de hecho gabriel marcel, entre otros muchos, expresa su profunda reserva ante la tecnociencia a causa de la posibilidad «escatológica» que puede traer consigo esta actividad. es decir, el ser humano, tiene la posibilidad de poner in a su propia existencia y a la existencia del medio natural que conoce. no se trata sólo de una posibilidad lejana y vaga, sino de una posibilidad cercana, inmediata y cuyo fundamento reside en el propio ser humano, y no en la súbita irrupción de un cuerpo celeste que acarreara alguna colisión cósmica (marcel 2001: 65). ante este problema surgieron, durante los últimos años, diferentes corrientes de pensamiento para trazar posibles soluciones ante esta escatológica posibilidad. una de ellas es la sociología de la (tecno)ciencia, la cual, en principio, consistió en entender la conexión existente entre la sociedad y la tecnociencia, aunque actualmente la sociología de tecnociencia muestra cómo la tecnociencia se ve inluenciada por los imaginarios sociales, por las ideologías sociales tanto a nivel interno como externo. en este sentido, esta corriente de análisis y relexión trajo consigo, además, diversas posibles soluciones a los diferentes problemas planteados por la actividad tecnocientíica. Sobre todo porque en la década de los setenta se produjo una modiicación en la valoración de esta actividad. “Este replanteamiento o giro valorativo venía a cuestionar algunos de los rasgos que la ilosofía y la sociología ancladas en una rígida delimitación entre hechos y valores, atribuían a la ciencia, tales como la supuesta excelencia racional de los conocimientos científicos y de los procedimientos tecnológicos o la neutralidad valorativa (respecto a posicionamientos éticos o políticos) de la investigación cientíica y de sus resultados” (Medina 2000: 21). Así se originó una nueva corriente académica denominada Ciencia, Tecnología y Sociedad. Este nuevo ámbito de estudio está profundamente inluenciado por la sociología de la tecnociencia la cual, de un modo más global, plantea cuestiones como las que destaca eduardo fernández: “los análisis histórico 32 Juan r. coca y sociológico ponen de relieve la conexión entre ciencia y metafísica, ciencia y concepción del mundo. la historia de la ciencia forma parte de la historia de la cultura y, como tal, no discurre de forma continua, sino sometida a toda clase de avatares, giros y revoluciones. la evolución del saber, como la de la sociedad en general, no conduce necesariamente a un punto de convergencia y unidad tanto entre diversas formas sociales como entre diversas epistemes. Por lo que la pregunta sociológica acerca de cuáles son los modos de interacción entre la ciencia y otros ámbitos institucionales y culturales demuestra cada vez más su pertinencia desde el punto de vista epistemológico” (Fernández 2000: 287-288). Pero esta pregunta sociológica sobre los modos de interacción entre la tecnociencia, la cultura y los ámbitos institucionales, aunque posee una elevada importancia, no es suiciente. Es necesario ir más allá; partir de la persona, en tanto en cuanto es el centro de toda sociedad y de toda actividad, para poder llegar a conocer dicha interacción. confluirán, por lo tanto, en un punto determinado la actividad tecnocientíica y la persona. Esto es debido, sobre todo, a que la persona es el origen de toda actividad. además, el concepto de persona nos ayudará a llevar esta actividad desde el ámbito de la epistemología al ámbito de la antropología, pasando por la psicología y la metafísica entre otros, al transformar dicha actividad en uno de los componentes de la cultura. de tal manera que la actividad de la tecnociencia se transforma en parte de la actividad de la persona y, por tanto, relacionada con cualquier ámbito humano. Por esta razón nuestro discurso intentará, en la medida de lo posible, ser integrador conjugando sociología, antropología, gnoseología, ciencia y, en cierto modo, metafísica. 33 la comPrensión de la tecnociencia LAS DIMENSIONES PERSONALES DE LA ACTIVIDAD TECNOCIENTÍFICA 1. Persona y relación antes de comenzar a tratar en profundidad cuáles son las dimensiones personales de la actividad tecnocientíica, conviene explicar qué se entenderá al hablar de persona y de personalismo-comunitario. Para ello, recurriremos a carlos díaz quien, en su ¿Qué es el personalismo comunitario?, expone que “la persona es subsistencia relacional”. Esta airmación será suiciente para determinar cuáles son las dimensiones personales que presenta la tecnociencia. de ahí que Pierpaolo donati, siguiendo esta concepción relacional, aboga por un nuevo planteamiento social denominado sociología relacional. Pues bien, la subsistencia relacional propia del sistema psíquico, lo diferencia con cierta nitidez respecto al entorno que es lo que le rodea. Por lo tanto, la persona es subsistente (existe por sí independiente de otro) en tanto en cuanto se diferencia del entorno que se encuentra alrededor del sistema psíquico que presenta una característica quasi-relacional. No obstante, la realidad, según Xavier Zubiri, también es subsistente aunque la realidad dotada de inteligencia (lo que hemos denominado en repetidas ocasiones como sistema psíquico) es la única realidad perfectamente subsistente (Zubiri 1998b: 120). además, tal y como expone díaz (hablando sobre la obra de Zubiri), “por la inteligencia, el subsistente humano se enfrenta con el resto de la realidad y hasta con la suya propia. Precisamente porque la inteligencia al inteligir puede serlo todo, se encuentra separada y distante de todo lo demás; pero a la vez, al inteligir una cosa, cointelige su propia totalidad respecto de todo lo demás y respecto de sí misma” (díaz 2002: 62). es decir, la persona es subsistencia porque es diferente del medio que la rodea y porque, además, en palabras de Zubiri, «es suya». como acabamos de decir, la persona es subsistencia pero también es el organismo relacionalidad por excelencia. en este sentido, no busque nadie la humanidad en el egocentrismo aislacionista, sino la identidad humana establecida a través de la alteridad, en la alteriicación, es decir, en el hacerse 34 Juan r. coca otro (alter) sin dejar de ser uno. en esta dialéctica, donde el ipse es idem a través del alter, el uni-verso (entiéndase aquí verso como proveniente de versión) se hace multi-verso. Persona es antítesis de solipsismo egocéntrico, o sea, encuentro, ad-venimiento, acontecimiento, y por tanto rechazo del absurdo, que consiste en permanecer sordo-de (ab-surdus) ante el otro (díaz 2002: 82-83). Por lo tanto, la característica social principal no puede ser otra que la relacionalidad o, si se preiere, la versión de los unos a los otros. 2. las dimensiones de la Persona como vimos en el capítulo anterior, la persona presenta dos dimensiones que la caracterizan. la primera, proviene del hecho de que la realización de nuestra vida y de nuestra actividad parte de la fuerza y de la energía creadora propia de la humanidad. en ese sentido, podemos decir sin temor a confundirnos que somos «energeia»: actividad (domínguez Prieto 2002: 17). Pero “de la persona no está escrito quién va a ser. y aunque de hecho está condicionada por su propia biografía anterior, por sus circunstancias, por su estructura genética, su familia, su educación, situación económica, etc., nunca está determinada y le queda siempre la responsabilidad última sobre su futuro. Justo aquello que le condiciona (su cuerpo, su temperamento, su educación) es precisamente lo que le posibilita como persona. Por eso, la persona tiene que decidir quién quiere ser. la persona es una tarea para sí misma” (Domínguez Prieto 2002: 20-21). Esta posibilidad de ser uno tarea de sí mismo se encuentra en relación directa con lo que domínguez denomina «dínamis»: potencialidad. es necesario destacar que el desarrollo del sistema psíquico tiende hacia la relación y hacia el encuentro con los otros. Por ello, las diversas individualidades del sistema psíquico son factores impulsante, posibilitantes y apoyos para que cada uno de las personas pueda crecer y desarrollarse para desarrollar completamente las diversas funciones que condicionan su existencia. no obstante, dicha dínamis puede ser positiva, y hacer que el sistema o algunas de las diversas partes del sistema implementen su funcionalidad, o negativa (siempre y cuando no se implemente la funcionalidad del sistema o de sus componentes). 35 la comPrensión de la tecnociencia Las dos dimensiones, la actividad y la potencialidad, inluirán entonces en el desarrollo de la tecnociencia, ya que ésta es parte de la actividad humana entendida ésta en sentido global y, por tanto, estará condicionada por las interpenetraciones intersistémicas. Pensemos por un momento en el sistema tecnocientíico. El está constituido por los agentes sociales que constituyen, implementan y desarrollan el sistema. asimismo, este sistema está condicionado por otros sistemas tales como el religioso, pedagógico, judicial, económico, etc. todos ellos, como es obvio, estarán formados por componentes del sistema psíquico los cuales serán personas. además, cada una de las personas tendrá una función de posibilidad respecto a los demás componentes del sistema psíquico. de ahí que la interpenetración intrasistémica en el sistema psíquico y la interpenetración intersistémica entre el sistema psíquico y los diversos subsistemas del sistema social (donde se encuentra el subsistema tecnocientíico) estén asentadas en las condiciones propias de la persona, así como en las características propias de los diversos subsistemas. CARACTERIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD TECNOCIENTÍFICA En la actualidad, y a partir de los estudios post-kuhnianos, la tecnociencia no es sólo considerada como conocimiento, también es una actividad cuyo in no es cognoscitivo. La tecnociencia es, tal y como expone Agazzi (1996), un «sistema de saber» y un «sistema de procedimientos eicaces». De tal modo que, gracias a la tecnociencia ampliamos nuestro conocimiento de la realidad y además podemos construir un sistema de procedimientos que aumenten el nivel de eicacia de unos determinados procesos. Este ilósofo italiano, como muchos otros pensadores, no menciona el concepto de tecnociencia y considera, en cambio, que es posible discernir entre ciencia pura y ciencia aplicada. “Podremos entonces caliicar como ciencia pura aquella actividad cuyo in intrínseco y deinitorio es la adquisición de un saber, y cuyos cultivadores (ideales), por tanto, se propongan como objetivo inmediato describir, comprender y explicar los hechos concernientes a un determinado ámbito de objetos. Por el contrario, denominaremos ciencia aplicada aquella actividad cuyo in es el de proporcionar conocimientos eicaces encaminados a encontrar soluciones a cualquier problema concreto” 36 Juan r. coca (agazzi 1996a: 237). si considerásemos que agazzi está en lo cierto, habría que diferenciar también, y en tercer lugar, la tecnología como otro componente de la actividad tecnocientíica. Tendríamos entonces por un lado ciencia, pura y aplicada, y por el otro tecnología. en el capítulo anterior ya he mencionado que para nosotros esta diferenciación es admisible siempre y cuando se considere que el sistema en el que se llevan a cabo las acciones cientíicas y tecnológicas sea el mismo. ello es debido a que, a nuestro juicio, no es posible establecer criterios de diferenciación nítidos entre un supuesto sistema cientíico y otro tecnológico. Los agentes del sistema tecnocientíico desarrollan actividades cientíicas y tecnológicas indistintamente. No obstante, tal y como nos han airmado personalmente Miguel Ángel Quintanilla y Ana Cuevas, admitimos que pueda ser útil la discriminación entre ciencia y tecnología a la hora de desarrollar políticas tecnocientíicas. Pues bien, la descripción de la ciencia como theoría y como praxis nos muestra la capacidad de la misma (al estar realizada por personas) de “ver las cosas no sólo como son, sino como pueden ser, de otro modo; tiene el poder de descubrir el mundo no sólo en su realidad, sino en su posibilidad, en sus múltiples e inagotables potencialidades, que se hallan sin duda en la naturaleza pero que la naturaleza misma no realiza ni tiene «programadas»” (gonzález valenzuela: 231). Por este doble aspecto de la ciencia “ya no cabe hablar de episteme-philosophía, sino de episteme-techné: de ciencia tecnológica o incluso de «tecno-ciencia», como algunos la denominan” (gonzález valenzuela: 232). a su vez, dentro de este doble aspecto (teórico y práctico), es la ciencia como actividad la que está adquiriendo una mayor importancia en la actualidad. esto es debido, en primer lugar, y como hemos dicho, a que la clásica ciencia ha pasado a ser tecnociencia cuyo pilar fundamental es la praxis y no la teoría. no obstante, no se piense que la tecnociencia no presenta los aspectos antedichos, la tecnociencia tiene un componente teórico y otro práctico, aunque el segundo es más importante que el primero. en segundo lugar existe una relación directa entre la actividad tecnocientíica y la sociedad. Esta relación es debida, principalmente, a dos razones fundamentales. 37 la comPrensión de la tecnociencia la primera razón es que la tecnociencia no navega por encima de las circunstancias sociales, es un proceso social condicionado y condicionante de la economía, la política y todo lo demás (núñez 2001: 101). la segunda es que frente al optimismo tecnocientificista hay que subrayar que lo que convierte a la tecnociencia en un recurso signiicativo es la sociedad donde se esta se lleva a cabo. lo más importante no es la tecnociencia sino el proyecto social donde se inscriba, los intereses sociales que atienda, los agentes que le dan sentido (núñez 2001: 101). Por esta relación entre tecnociencia, actividad y sociedad es conveniente hacer una caracterización más precisa de qué es la actividad de la tecnociencia. Para ello realizaremos, en primer lugar, un análisis de la estructura de la actividad (en general) para, posteriormente hacer referencia a la propia actividad tecnocientíica. 1. la actividad a menudo se nos presenta un conjunto de posibilidades de actuación. todas ellas no pueden ser elegidas a un tiempo, por ello necesitamos hacer una elección de entre todas esas posibilidades iniciales. esta apropiación de una posibilidad de actuación es lo que consideraremos, al igual que antonio gonzález, como actividad. dentro de esta actividad nos encontraremos con la acción y la actuación, siendo éstas parte de la propia actividad. Pues bien, la acción es “un sistema integrado por tres tipos de actos: sensaciones, afecciones y voliciones” (gonzález, a.: 87) y la actuación “una acción orientada por un acto intencional que le da sentido” (gonzález, a.: 111). es decir, las acciones (integradas por actos) y las actuaciones son parte de la actividad, pero la propia actividad es más que acciones y actuaciones. Por ejemplo, cuando queremos coger algo con la mano, en muchas ocasiones lo que primero hacemos es realizar la acción de ver ese algo y, posteriormente, actuamos moviendo nuestra mano intencionalmente para cogerlo. en cambio, una actividad es algo más complejo. la actividad de cocinar implica un conjunto de acciones (ver, mover las manos, mover los pies, oler, etc.) que van a traer consigo una serie de actuaciones (agitar, cortar, remover, etc.) con el objetivo inal de preparar una comida. Pues bien, 38 Juan r. coca este conjunto de acciones y actuaciones van a permitir realizar la actividad de cocinar. esto es debido a que toda actividad incorpora algo diferente de lo meramente actual que recibe el caliicativo de intelectivo. La intelección es lo que seleccionará y orientará a una serie de actos y de actuaciones con un determinado objetivo basado en procesos intelectivos. los actos intelectivos van a permitir que seamos capaces de seleccionar entre un determinado número de posibilidades, desechando unas y eligiendo otras. estos actos intelectivos son los que tradicionalmente han recibido el nombre de «actos racionales». “de este modo diremos que la actividad es una estructuración de nuestros actos que incluye, junto con los actos que integran la acción y la actuación, a los actos racionales” (gonzález, a.: 149). no obstante, es conveniente advertir que cualquier individuo optará por una determinada posibilidad y, por tanto, realizará una actividad en función del conocimiento previo obtenido. con conocimiento no nos estamos reiriendo sólo al intersubjetivo, tal y como airma Popper, la evaluación de una determinada situación y la opción de una determinada actividad dependerá también de su conocimiento subjetivo o lo que es lo mismo, de sus «disposiciones» y de sus «expectativas» (Popper 1969). una vez establecido lo que entenderemos por actividad, en general, podremos centrarnos en la actividad de la ciencia. aunque antes de eso conviene diferenciar con claridad entre las acciones tecnocientíicas y la actividad de la tecnociencia, sobre todo para evitar posibles errores a la hora de enfocar cualquier problema relacionado con ésta. 2. las acciones y actuaciones tecnocientíficas Hemos visto que la tecnociencia posee dos partes: theoría y praxis, teniendo esta última mayor importancia que la primera. Por lo tanto, al hablar actualmente de la tecnociencia, estaremos considerando una actividad cuya realización es principalmente práctica, la cual estará integrada, al igual que todas las demás actividades, por acciones y actuaciones. con esto no se quiere decir que el aspecto teórico no sea fundamental. lo que se quiere 39 la comPrensión de la tecnociencia destacar es que las cuestiones metodológicas, aplicativas e innovadoras cada vez adquieren mayor importancia en el desarrollo de la tecnociencia. estas acciones y actuaciones presentan, tal y como expone Javier Echeverría (2002), doce características deinitorias, de las cuales, no tendremos en cuenta todas; sólo consideraremos aquellas que, en nuestra opinión, forman parte de la metodología de la tecnociencia. — la primera característica consiste en la replicabilidad de las acciones tecnocientíicas. — el segundo componente consiste en la acción misma, ya que un tipo de acciones, según el momento en que se realicen, presenta mayor importancia que otras. — la tercera propiedad está marcada por el objeto, la cosa o la persona a la que se dirige dichas acciones (no es lo mismo investigar con animales que con personas). — la cuarta hace referencia a los instrumentos o herramientas empleados. — El quinto componente alude al espacio geográico y al tiempo en el que se lleva a cabo la acción. — la sexta característica es el contexto de la propia acción (bien social, bien cultural). — el séptimo y último componente serán las reglas, exclusivamente, metodológicas que hay que tener presente para realizar una determinada acción adecuadamente. Todas estas características de las acciones y actuaciones tecnocientíicas coniguran un conjunto de propiedades que intentan buscar la mayor intersubjetividad posible. estos diferentes componentes o propiedades de este tipo de acciones y actuaciones podrían estar modiicados por los factores externos, de los que hemos hecho mención anteriormente (intereses sociales, personales y económicos puestos en juegos, dentro del ámbito de la tecnociencia, por los agentes cientíicos), afectando a las diferentes acciones y actuaciones, pese a no ser parte de ellas. de hecho, si estos factores tuviesen lugar, no se podrían dar correctamente las características 40 Juan r. coca previamente mencionadas (ej: replicabilidad) ya que habría diferentes componentes que estarían modiicados, produciéndose fraude cientíico. Pero también es posible que se produzcan modiicaciones dentro de la actividad cientíica, sin llegar a afectar a las acciones y actuaciones, lo que implicaría modiicación de los resultados obtenidos. 3. la actividad de la tecnociencia una vez establecido qué propiedades presentan las acciones y las actuaciones tecnocientíicas conviene ahora exponer en que consiste la actividad cientíica. Antes de eso es necesario aclarar que todo lo que se expondrá a continuación sobre la actividad de la tecnociencia, continúa haciendo referencia, exclusivamente, al aspecto metodológico de dicha actividad. Para hablar sobre ello recurriremos nuevamente a Javier echeverría, quien, en sus relexiones, destaca ocho consecuencias sobre la actividad de la tecnociencia, de las cuales (y de manera resumida) sólo tomaremos en consideración las siguientes: 1. La actividad tecnocientíica está profundamente inluida por una pluralidad de valores (epistémicos y no epistémicos). 2. según el momento histórico, el contexto, el escenario y la disciplina unos valores tienen más peso relativo que otros. 3. a la hora de elegir y evaluar unos resultados, hay diferencia en los criterios valorativos según el contexto y el escenario. en cambio, respecto a las teorías tecnocientíicas, existe un núcleo axiológico compartido. 4. la satisfacción de los valores es una cuestión de grado. 5. La actividad tecnocientíica lleva asociado un espacio de valoración n-dimensional. 6. un valor nunca se satisface aisladamente (cosa que sí es pensable en el caso de una meta u objetivo). 41 la comPrensión de la tecnociencia toda esta estructuración tecnocientífica se encuentra enmarcada dentro de los cuatro contextos que expone echeverría en su Filosofía de la ciencia (1995). con ellos queremos dar un paso más dejando atrás el aspecto puramente práctico e intentando conluir éste con la theoría tecnocientíica. estos contextos, en nuestra opinión, estarán compartidos por la theoría y por la praxis de la tecnociencia y serán: el contexto de educación (enseñanza, divulgación, comunicación y difusión de la tecnociencia), el contexto de innovación, el contexto de evaluación (o de valoración) y el contexto de aplicación” (echeverría 1995: 58). el primero de los contextos, la educación, incluye dos actividades “recíprocas básicas: la enseñanza y el aprendizaje de sistemas conceptuales y lingüísticos, por una parte, pero también de representaciones e imágenes científicas, notaciones, técnicas operatorias, problemas y manejo de instrumentos” (echeverría 1995: 60). este contexto se encuentra regulado por instituciones sociales al establecerse distintos planes de estudio. de este modo se produce una mediación social que enmarca los futuros conocimientos y habilidades de los tecnocientíicos. Este contexto se relaciona claramente con la ciencia normal que Kuhn expuso en su The Structure of Scientiic Revolutions. de hecho el ámbito de excelencia para la tecnociencia normal kuhniana es el contexto de la educación (Echeverría 1995: 61). el segundo contexto, el de innovación que engloba los descubrimientos y las invenciones, no se encuentra centrado “en la investigación sobre la naturaleza. la realidad que se investiga siempre está preconstruida socialmente, y con mucha frecuencia el campo de investigación (también llamado realidad) es artiicial por su propia construcción: cultivos agrícolas, ciudades, ordenadores, mercados, etc.” (echeverría 1995: 62). además de esto hay que señalar que al hablar de innovaciones se hace referencia a cualquier creación tecnocientíica, a cualquier descubrimiento o a cualquier tipo de invención. el tercer ámbito o contexto, la evaluación, hace referencia a la importancia que tiene para un tecnocientíico la valoración (n-dimensional) de una teoría, de una observación, de un artículo, de una aplicación, de un objeto en función 42 Juan r. coca de lo que se desee realizar, etc. este tercer ámbito, al igual que los otros dos, está fuertemente inluenciado por la sociedad (además de por la «comunidad tecnocientíica»). Se trata de la valoración que tanto la sociedad como los demás tecnocientíicos realizarán una vez que el trabajo de uno, práctico o no, haya concluido. esto es muy importante ya que la aceptación social y tecnocientíica supondrá una importante mejora, debido a que si aumenta el interés colectivo por un tipo de línea de investigación, aumentarán los ingresos económicos que recibirá dicha línea investigadora. el cuarto aspecto es el de aplicación. en él, los instrumentos, las técnicas, los métodos y los resultados de la actividad tecnocientíica en los tres ámbitos previos experimentan modiicaciones y cambios según se esté en uno u otro contexto” (echeverría 1995: 64). en esta ocasión, la sociedad es la que inluye, con mayor presión, sobre este cuarto contexto junto con el anterior. esto es debido a que la sociedad evalúa una aplicación y en función de la propia aplicabilidad se acepta o no. a su vez, estos cuatro contextos interaccionan continuamente. de hecho, es posible enseñar sólo aplicaciones directas de la tecnociencia, pero asimismo la enseñanza puede tomar como objeto las diversas innovaciones (teóricas, instrumentales, notacionales, etc.) o los diversos modos de evaluar dichas innovaciones (desde cómo veriicar una predicción hasta cómo axiomatizar una teoría, pasando por el cálculo de los errores de una medición a partir de una teoría del error). Por lo tanto, se ve que el contexto de educación afecta a los otros tres contextos. asimismo, y recíprocamente, las innovaciones, las diferentes aplicaciones y los nuevos criterios de evaluación modiican la actividad docente, precisamente cuando se han convertido en una forma de saber, y no son un simple conocimiento (Echeverría 1995: 65-66). en resumen, la actividad de la tecnociencia consiste en aquella labor en la que la acción y la actuación tecnocientífica están guiadas por intencionalidades y racionalidades. dicha racionalidad enmarca un entorno tetracontextual interconectado. educación, innovación, evaluación y aplicación serán estos cuatro aspectos que se relacionarán entre sí conigurando la actividad de toda ciencia. A su vez los agentes de dicha actividad estarán inluidos por un conjunto de valores epistémicos y no epistémicos (qué se verán condicionados por el contexto, el escenario y la 43 la comPrensión de la tecnociencia disciplina en cuestión). además estos valores no se satisfarán aisladamente ni en su totalidad. LA POTENCIALIDAD DE LA CIENCIA 1. comunitarismo: universalismo y analogía Robert King Merton, uno de los grandes cientíicos sociales de los últimos años, en La sociología de la ciencia mostró que existía un ethos cientíico o norma de la ciencia circunscrita a cuatro elementos: el comunismo (comunism), el universalismo (universalism), el desinterés (desinterestedness) y el escepticismo organizado (organized skepticism). no obstante, posteriormente amplió estos cuatro elementos iniciales añadiendo dos más: la originalidad (originality) y la humildad (humility). con ellos, merton pretendía caracterizar a la actividad de la ciencia, mostrando las normas que regían el desarrollo de la misma. estos seis elementos, con el paso del tiempo, han sido superados por la sociología postmertoniana, sobre todo por que se ha mostrado la ingenuidad de este autor al hablar de términos tales como desinterés, humildad, etc. ya que los estudios sociales del sistema tecnocientíico han mostrado que esta actividad se ve inluenciada por gran cantidad de aspectos sociales: xenocentrismo, sexismo, racismo, ideología, poder, etc. Pese a ello, merton nos da ciertas pautas que podemos emplear en nuestro análisis de la actividad tecnocientíica. Es decir, podemos comprobar cuáles de estos seis elementos forman o no parte de la realidad tecnocientíica actual. como acabamos de decir, los elementos como el desinterés, la originalidad y la humildad aportan una visión un tanto ingenua sobre esta actividad. sobre todo porque conocer (actualmente) no deja de ser un proceso que tiene un beneicio teórico y práctico. De tal manera que la búsqueda de beneicios económicos potenciales, dentro de la actividad de la tecnociencia, será uno de los mayores factores motivadores de la investigación. esto hace que la tecnociencia haya pasado de ser una actividad gnoseológica centrada en la resolución de problemas humanos y en la ampliación del conocimiento, a consistir en una actividad empresarial guiada (fundamentalmente) por 44 Juan r. coca criterios de maximización de beneicios monetarios y cuyo desarrollo gnoseológico este mediado, en gran parte, por las corporaciones que la inancian y la desarrollan. Para poder seguir desarrollando la propuesta que va a ser desarrollada en esta obra, de los seis elementos desarrollados por merton sólo tomaremos en consideración dos: el comunismo (o, como nosotros diremos, comunitarismo) y el universalismo. ambos elementos pueden ser considerados como utópicos, es decir que todavía no han tenido lugar, no se han producido. Pese a ello, no creo que sea razonable decir que son ingenuos, como ocurre con el desinterés o la humildad. a pesar de emplear terminología similar a la mertoniana, lo que se va a exponer tendrá diferencias notables respecto de la postura de este autor. ello es debido a que la base fundamental en la que se asientan los pilares del trabajo que tienes en tus manos es la del personalismo comunitario, mientras que la postura mertoniana es menos intervencionista que la nuestra. la norma del universalismo mertoniano excluye cualquier tipo de segregación por causa de sexo, puesto social, etc. este universalismo no podemos desecharlo aunque nosotros consideraremos más importante otra visión de este universalismo. al hablar de universalismo estaremos haciendo referencia (en esta ocasión) a la producción intercultural de la tecnociencia. es decir, nos referimos a la elaboración de esta actividad por personas de diferentes culturas, en las diversas regiones del planeta y desarrollando una tecnociencia que aporte soluciones a los problemas de esas culturas y de toda la humanidad. asimismo consideramos que este universalismo entrará a formar parte del comunitarismo. esto es debido a que si la actividad de la tecnociencia forma parte de una estructura comunitaria se favorecerá el desarrollo equitativo de la misma, quedando situado en su interior el universalismo mertoniano. la norma del comunismo mertoniano, por otro lado, se concretaba en la llamada “comunidad cientíica”. A esta comunidad sería a la que se le habría de achacar los diferentes descubrimientos. Por lo tanto, cualquier descubrimiento realizado a nivel individual o grupal, se consideraría como la aportación de esa persona o grupo a la práctica de dicha comunidad. esta consideración de la comunidad cientíica como productora se ve superada 45 la comPrensión de la tecnociencia por el comunitarismo tecnocientíico. Es decir, al hablar de comunitarismo estaremos haciendo referencia a la persona en relación, a la persona como ser comunitario, y por ello toda actividad de la misma será relacional. de tal manera que es en la puesta en práctica, de una manera más o menos directa, de esta comunidad mundial donde la persona se completa a nivel humano, dándose a los demás en un sentido amplio. esto es debido a que, como acabamos de mostrar, la tecnociencia tiene capacidad de aportar soluciones a problemas que puedan aquejar a la humanidad. el problema es que para que ello suceda es fundamental transformar el sistema tecnocientíico fomentando la interpenetración de éste por el sistema personal o por la persona. además, en relación con este comunitarismo de la tecnociencia, podemos encontrarnos también con la idea de analogía como base de la transformación del sistema. analogía es un término que tuvo gran desarrollo en la época medieval y que es entendido como búsqueda del equilibrio entre las semejanzas y las diferencias, predominando las diferencias. Por esta analogicidad descubrimos, entonces, que las posibles soluciones a un mismo problema no vienen sólo de la mano de la actual coniguración de la actividad tecnocientíica. “Por eso, la analogía (que en la vida de la praxis es prudencia o frónesis) equilibrará la tensión entre las dos fuerzas, de diferencia y de semejanza, protegiendo lo más que se pueda y con privilegio las diferencias; pero dentro del margen de oscilación o variación que permite la salvaguarda de la semejanza de la igualdad” (Beuchot 2002: 113). se procurará, de este modo, conseguir el mayor número de propuestas diferentes para conigurar así dicha analogía. Todo lo dicho nos muestra que la actividad tecnocientíica debiera tener como meta principal la coniguración de ésta como comunidad de personas. Por tanto, para que este comunitarismo tecnocientíico se lleve a cabo es necesario que se produzca el desarrollo de dos factores: la universalidad y la analogía. esto es importante ya que, gracias a la universalidad y a la analogía, ambas presentes dentro de este comunitarismo del que estamos hablando, podríamos llegar a conseguir una mayor interculturalidad tecnocientíica. 46 Juan r. coca todos estos factores entrarán a formar parte de lo que previamente denominamos como «dynamis» o potencialidad de la ciencia. aunque es necesario añadir que estos tres aspectos, comunitarismo, universalidad y analogicidad, se establecerán dentro de la dynamis tecnocientíica en relación directa con la persona. es decir, dentro del esquema que estamos exponiendo, nos situamos ahora en el nivel personal. Por lo tanto, podemos decir que la dynamis tecnocientíica consiste en la posibilidad que posee la actividad de la tecnociencia para desarrollar la dimensión comunitaria propia de esta actividad, desplegando el universalismo y la analogía que lo constituyen. Pues bien, la actividad personal consiste en un sistema integrado por sensaciones, afecciones y voliciones, las cuales se encuentran regidas por actos intelectivos. si esta actividad la circunscribimos al ámbito del conocimiento tecnocientíico, podemos darnos cuenta de lo siguiente: “El conocer consiste en que el intelecto se haga intencionalmente lo conocido, el sujeto se haga de algún modo el objeto (con lo cual no se da ese dualismo cartesiano de sujeto y objeto, ya que se unen y se fusionan en el acto mismo de conocer)” (Beuchot 2002: 31). Por lo tanto, la persona, en el acto intelectivo, se une intencionalmente al objeto que desea conocer. Para ello es necesario que suceda un proceso de despersonalización. esto sucede porque el objeto, “sólo como ello puede entrar en calidad de componente del conocimiento” (Buber, p. 41) y además “el desarrollo de la función experimentadora y utilizadora se produce sobre todo por disminución de la capacidad relacional del ser humano” (Buber, p. 43). es decir, la energeia de la tecnociencia implica cierta pérdida de nuestra relacionalidad y, por tanto, despersonalización, que es necesario recuperar. dicha recuperación tendrá lugar gracias a la potencialidad de la tecnociencia, ya que esta dynamis toma sentido pleno en relación directa con la persona (como comunidad). se hace necesario, por tanto, que este “ello” cognoscitivo se transforme en el “yo” personiicador. Por lo tanto, la dynamis cientíica, y obviamente personal, nos retrotrae a la deinición de la persona que expusimos al principio. Como dijimos, la persona es subsistencia relacional y es por esta relacionalidad propia de la persona por lo que toda actividad de la misma sólo adquiere pleno sentido en la relacionalidad comunitaria. Por ello, la actividad tecnocientíica sólo 47 la comPrensión de la tecnociencia será plena si es personal y comunitaria. vemos que el planteamiento por el que abogamos vincula la ética con la epistemología, con el desarrollo social y, de manera más lejana, con la metafísica. 2. tecnociencia comunitaria vs. tecnociencia occidental en la actualidad, la actividad de la tecnociencia se encuentra centrada en los países occidentales. lo cual, como es obvio, implica la inexistencia de una extensión mundial de la tecnociencia, lo que unido a la inluencia de la sociedad en la misma trae consigo un sesgo occidental en esta actividad. Pese a esto, es posible pensar que la actividad tecnocientíica pudiera llevarse a cabo sin ningún problema, tal y como se realiza actualmente. es decir, ser producida por los países occidentales transiriéndose posteriormente las consecuencias de las diferentes investigaciones a los países empobrecidos. el gran problema es que si se acepta que la tecnociencia es, “entitativamente, una acción social, esto es, una actividad humana social con un estatuto propio y entrelazada con otras actividades (sociales, culturales,… y políticas), entonces es fácil apreciar unos nexos con la racionalidad económica” (gonzález, W. J. 1998: 98). si esto es así, habrá diversos criterios económicos (eicacia, eiciencia,…) en la elección de los medios más adecuados para alcanzar los ines tecnocientíicos, pudiendo haber también criterios económicos en la selección de los ines u objetivos de la actividad tecnocientíica (González, W. J. 1998: 98). la existencia de ciertos criterios económicos no implica necesariamente que se tenga que producir una elevada mercantilización de la ciencia. a pesar de eso, dicha mercantilización es cada año mayor4 y trae consigo graves consecuencias. una de ellas es que “la incidencia de ciertas grandes empresas transnacionales en la innovación técnico-productiva, y sobre todo en su inanciación, es cada vez mayor, por lo que también lo es en la selección de los asuntos prioritarios; así, se da comparativamente poca atención a cuestiones que son urgentes para mucha gente” (arocena y sutz 2003: 189). es decir, se produce una gran contradicción entre la inversión económica y la necesidad mundial. esto se conoce “como “brecha 10/90”, que signiica que sólo el 10% de los fondos son dirigidos a investigar en 48 Juan r. coca enfermedades responsables del 90% de la carga de enfermedad mundial” (foladori 2003: 39). Por lo tanto queda claro el gran problema que supone, en la actualidad, la realización de la mundialización de la tecnociencia, puesto que la creciente economización de esta actividad impedirá que los países más empobrecidos puedan llevarla a cabo tanto en sus propios países como en otros. con esto lo que queremos aclarar es que al estar la tecnociencia bajo el inlujo societal y económico del neocapitalismo, su actividad estará regida por lo demandado por la sociedad y por las empresas donde se produce dicha actividad. Por este motivo, aquellos factores que afecten a los países más empobrecidos, como denuncian arocena y sutz (2003), serán pasados por alto. Por ello, se puede decir que esta actividad se encuentra establecida dentro de una coniguración dividida en el yo occidental, en contraposición con el ello no occidental. este dualidad yo-ello, como es bien sabido, constituye una visión despersonalizante y despersonalizadora de la realidad. en esta estructuración los otros (el Sur) no entran a formar parte de las decisiones tecnocientíicas a nivel mundial. Por lo tanto no existe ningún tipo de diálogo tecnocientíico intercultural, o mejor dicho diálogo cientíico comunitario. Es en este punto en el que entran en juego los factores que anteriormente hemos destacado, los cuales son el comunitarismo, la analogicidad y el universalismo. todos ellos entendidos, exclusivamente, como humanitarismo internacional e interculturalización. este humanitarismo está entrelazado con nuestro comportamiento y con nuestras voliciones, de tal manera que se produce, en este momento, una relación entre factores psicológicos y factores epistemológicos. Por esta relación entre nuestras posibilidades humanitarias y tecnocientíicas se hace posible una mayor personalización del mundo. dicho de otro modo, y en palabras de ildefonso murillo, los comportamientos humanitarios, nacidos de la compasión por las personas, son uno de los mejores antídotos contra la despersonalización (murillo 2003: 271). Por esta razón, es preciso volver a la persona para descubrir las características más importantes de lo real que tenemos que considerar, si queremos renovar nuestro pensamiento y nuestra acción en el mundo contemporáneo (murillo 2003: 271). 49 la comPrensión de la tecnociencia en segundo lugar la interculturalización conlleva la entrada en juego de los diferentes intereses de las distintas zonas de la tierra en la producción tecnocientífica. de este modo la tecnociencia, si se transforma en comunitaria, no se circunscribirá a los intereses de ningún área geográica concreta. sobre todo porque, o bien es realizada en «occidente» buscando soluciones a problemas de una región particular «no occidental», o bien se logra que cada estado pueda producir sus propias investigaciones buscando solucionar sus propios problemas (siendo esto último el ideal). lo dicho, aunque pretende ser más amplio, concuerda con las metas identificadas en la “declaración de santo domingo”. dichas metas, expuestas por núñez Jover (2004), son las siguientes: 1. La ampliación del conjunto de seres humanos que se beneician directamente de los avances de la investigación tecnocientíica, la cual deberá privilegiar los problemas de la población afectada por la pobreza. 2. la expansión del acceso a la tecnociencia, entendida como un componente central de la cultura. 3. el control social de la tecnociencia y su orientación a partir de opciones morales y políticas colectivas y explícitas (núñez Jover 2004: 128). EL PROGRESO DE LA ACTIVIDAD TECNOCIENTÍFICA a lo largo de la historia, el concepto de progreso ha sufrido numerosas modiicaciones. De hecho, hasta mediado el siglo XVIII se consideraba dicho término como la acumulación de verdades. sin embargo, a partir del siglo Xvii comenzó a formarse una concepción de progreso fundamentada en la consideración de éste como la búsqueda de la verdad. esta idea ha llegado al siglo XX, donde diversos ilósofos la han defendido con pasión. uno de los más destacados ha sido Popper, quien en Objective Knowledge, expuso que nuestra preocupación principal es, o debe ser, la búsqueda de la verdad (Popper 1972: 319). de tal manera que la tecnociencia es concebida como una búsqueda insaciable, ya que el acercamiento a la verdad nunca será deinitivo, pudiéndose comparar éste con la gráica de una asíntota. 50 Juan r. coca Además de Popper, son numerosos los autores, tales como Lakatos, Bunge, van fraassen, murillo, etc., que han considerado de un modo u otro, que la actividad de la tecnociencia se caracteriza fundamentalmente por la búsqueda de la verdad. Otras concepciones tecnocientíicas acerca del progreso, consisten en la consideración de éste como resolución de problemas. Esto lo deienden autores como son Kuhn, en The Structure of Scientiic Revolutions, y laudan, en El progreso y sus problemas. Kuhn expone que las teorías cientíicas posteriores son mejores que las anteriores para resolver problemas en aquellos entornos, a menudo notablemente diferentes entre sí, en las que dichas teorías se aplican (Kuhn 1970: 206). Por otro lado, Larry Laudan (1986) considera a la tecnociencia como una actividad de resolución de problemas, por lo tanto el principio del progreso nos aconseja preferir aquellas teorías que resuelvan el mayor número de problemas empíricos importantes al tiempo que generen, a su vez, el menor número de problemas conceptuales y anomalías colaterales (laudan 1986: 16). otro pensador interesante es evandro agazzi (1996b), quien considera que el progreso no es algo en lo que debamos creer, sino algo en lo que se puede y debe tener esperanza (agazzi 1996b: 16). tener esperanza, según este autor, signiica tener presente un estado inal que se considera bueno, deseable y válido (agazzi 1996b: 16). Por lo tanto, nuestro compromiso por un futuro mejor sólo puede tener las características de la esperanza, justamente porque en el plano del bien y de la felicidad debemos dar por descontado que las metas alcanzadas serán positivas, si lo hemos querido así, aunque serán siendo siempre mejorables y, al alcanzarlas, nos daremos cuenta que detrás de ellas existen otras que no conocíamos (agazzi 1996b: 18). la propuesta del pensador italiano relaciona el progreso con el compromiso y la esperanza, aportando un enfoque claramente humanista del progreso. otro autor relevante para nuestro objetivo es garcía morente quien nos dice que el progreso es transformación y serie de cambios enderezados hacia una meta. Esta meta no puede ser el puro futuro, sino un estado inal de la cosa sometida a cambio cuyo estado inal es para nosotros «preferible»; es decir, que el cambio llamado progreso se diferencia del cambio veriicado 51 la comPrensión de la tecnociencia por los procesos naturales, en que los procesos naturales caminan hacia su in por efecto exclusivamente de las leyes naturales, mientras que el progreso representa una serie de cambios, producidos también, sin duda, con arreglo a las leyes naturales, pero gobernadas éstas por el ser humano y dispuestas por él del modo más adecuado para lograr el in preferido (García Morente 2002: 57). Este in preferido es, según este autor, lo valioso. Por lo tanto garcía morente considera que el progreso es la realización del reino de los valores por el esfuerzo humano (garcía morente 2002: 57). recapitulando las propuestas de agazzi y garcía morente, podemos decir que el progreso del sistema tecnocientíico consistiría en la puesta en funcionamiento de una actividad comprometida con los otros, fundamentada en la esperanza de conseguir algo bueno, deseable y válido, pero cuya realización implicará un esfuerzo humano nada desdeñable. dicho esto, es necesario hacer una aclaración: los valores sólo se podrán llevar a cabo en los niveles de los que hablamos anteriormente, es decir en el nivel personal y tecnocientíico. Por lo tanto el progreso (en el caso que nos ocupa) será la realización del reino de los valores por el esfuerzo humano a dos niveles: personal y tecnocientíico. Estando ambos unidos indisolublemente por la intencionalidad. esta unión indisoluble es debida al hecho de que parece evidente que la tecnociencia, si la concebimos como entidad abstracta, no tiene un in determinado, mientras que sí lo tienen los seres humanos, los agentes tecnocientíicos, ya que son ellos quienes actúan y, por tanto, se comportan persiguiendo ines (Agazzi 1996a: 235). Por ello, toda actividad tecnocientíica lleva implícita una intencionalidad y, a su vez, toda intencionalidad implica un in. De hecho la praxis tecnocientíica, en cuanto actuación dinámica, vive en el horizonte de una inalidad que le da sentido y la hace realmente posible (manzana 2003: 117). es decir, a nivel tecnocientíico, la epistemología y la axiología se imbrican en un diálogo común. Por esta razón es necesario tener presente que lo que debemos hacer se vincula con el qué podemos hacer. además, sólo lo sabemos gracias al conocimiento de lo real y, a este nivel, la tecnociencia nos presta un gran servicio. en este sentido las tecnociencias investigan fragmentaria y provisionalmente al ser humano y a las cosas. Pero de esas investigaciones, por fragmentarias y provisionales que sean, se generan transformaciones en la determinación del bien humano y del alcance de la acción humana 52 Juan r. coca (murillo 2004: 68). de tal manera que no se puede hablar, como hemos visto, de actividad tecnocientíica sin hacer referencia al aspecto ético. A su vez esta actividad, a través de la intencionalidad, mantiene una conexión con la persona. la cual, por medio de su intencionalidad, establece un nexo con el mundo y con las otras personas dando lugar a una determinada actividad, siendo esta actividad expresión de la realidad personal. de hecho, tal y como destaca max scheler, nunca puede captarse plena y adecuadamente una actividad concreta sin la intención precedente de la esencia de la persona misma (scheler 2001: 514). Por esta razón conviene hablar de la intencionalidad para poder conocer con precisión la relación que se establece entre la tecnociencia y la persona, y entre las diversas personas (agentes tecnocientíicos) entre sí. 1. la intencionalidad acabamos de ver que en el momento en el que se analiza un proceso social determinado, como puede ser la actividad tecnocientíica, es necesario estudiar la intención humana que se pone en funcionamiento a la hora de desarrollar la tecnociencia. Para tratar este tema de la intencionalidad recurriremos, de nuevo, a la Antropología Filosófica de mauricio Beuchot, quien considera que existen tres tipos de intencionalidades fundamentales: a) intencionalidad del conocimiento. b) intencionalidad de la voluntad. c) intencionalidad de los sentimientos. a) al hablar de la intencionalidad del conocimiento, Beuchot nos dice que el sujeto o agente cognoscente se hace, de alguna manera, objeto ya que el proceso del conocimiento consiste en que nuestro intelecto se hace, en cierto modo, intencionalmente lo conocido (Beuchot 2004: 31). “en el acto de conocer se da esa cópula, sin mediación, o con una mediación frágil 53 la comPrensión de la tecnociencia e impropia, la de la idea, imagen o sensación, que no llega a interponerse de manera fuerte entre los dos correlatos (cognoscente y conocido), de modo que bloqueara o reprimiera ese encuentro. es el encuentro de hombre y mundo” (Beuchot 2004: 31). Por lo tanto, gracias a la intencionalidad epistémica nos aproximamos al entorno que rodea al sistema personal (psíquico) interiorizándolo y haciéndolo, por tanto, parte de nosotros a nivel intelectivo. b) la intencionalidad volitiva hace referencia a la tendencia hacia algo que se desea o se ama. téngase en cuenta que, en el proceso volitivo amoroso es donde mejor se ve el perfeccionamiento que da al hombre su intencionalidad, esto es, su lanzarse fuera de sí mismo, hacia los otros (Beuchot 2004: 32). en este punto vemos que mauricio Beuchot se aproxima notablemente a scheler quien en su El puesto del hombre en el cosmos mostró que gracias al amor el sujeto mejora y se perfecciona, ya que en el amor la persona se desarrolla como tal. entonces, “mientras más polarizados estemos hacia el exterior de nosotros mismos, hacia los demás, es nuestra intencionalidad más perfecta o más perfectiva y perfeccionante. el ideal de hombre, bajo el modelo de núcleo de intencionalidades, de intencionalidad nuclear o enucleada, es que dicha intencionalidad, o intencionalidades, estén dirigidas no hacia uno mismo, que eso enferma, sino hacia los demás, encontrando la autorrealización en la hetero-realización, en el conocimiento y el amor de los demás” (Beuchot 2004: 32). c) Hablemos ahora de la o las intencionalidades sentimentales. las cuales, según Beuchot son el amor y la empatía, siendo estas las intencionalidades más subyacentes. el amor, desde un aspecto general, implica salir de uno mismo para emigrar al otro. “es el amor, pues, algo sumamente analógico, hecho de semejanzas y diferencias. está basado en la identidad y la alteridad u otredad. la semejanza es la que permite y propicia la empatía, y la diferencia es la que permite y propicia el distanciamiento. Por eso el conocimiento amoroso es un conocimiento por connaturalidad, hace profundizar en el objeto amado, mueve y fomenta el conocimiento que después se iltra como conocimiento intuitivo, sapiencial” (Beuchot 2004: 45). Por tanto, en el amor “se pone en juego la intencionalidad más perfecta y cumplida del hombre, y más lo 54 Juan r. coca es mientras más lo haga polarizarse hacia la otra persona” (Beuchot 2004: 38). Centrémonos ahora en la intencionalidad sentimental o, si se preiere, en la intencionalidad afectiva. dicha intencionalidad es denostada por numerosos cientíicos y ilósofos de la ciencia. Pero hay que tener presente que los sentimientos, además de permitirnos un determinado conocimiento que jamás podremos obtener gracias a la ciencia, nos vinculan con los otros. ¿esto tiene alguna importancia en el caso que nos ocupa? ¿existe alguna relación entre los sentimientos y la tecnociencia? 2. sentimientos y Progreso la persona bien por amor (scheler), bien por una inadecuación innata (Blondel), bien por su apertura ontológica (Zubiri), bien por ser subsistencia relacional (díaz), etcétera, mantiene una profunda relación con el mundo que le rodea y con los otros. esta relación es debida a los diferentes sentimientos humanos. los cuáles nos muestran nuestra propia vulnerabilidad, nuestro sufrimiento, nuestro compadecimiento, etc. y, además, nos ponen en relación con los otros, de tal manera que otra persona va a provocar cierto sentimiento en nosotros, vulnerándonos. esta vulnerabilidad amplia nuestro conocimiento. de tal manera que sólo el que es receptivo a los sentimientos puede conocer lo que ellos ofrecen. Por todo ello y de alguna manera, cuanto más vulnerables seamos a los sentimientos, mayor capacidad de conocimiento de nuestro entorno y de los demás tendremos (de garay 2003: 87). además de la ampliación cognoscitiva que nos posibilitan los sentimientos, con su consiguiente inluencia en nuestra libertad, nos van a ayudar en el desarrollo del aspecto comunitario de la tecnociencia. sobre todo porque la compasión favorece la libre cooperación entre las personas (murillo 2003: 271). además de esta ampliación cognoscitiva y de esta facilitación cooperativa, el amor emocional, del que habla scheler, es el núcleo fundamental de la persona a nivel moral, fuente de toda actividad volitiva o cognoscitiva, y anterior a todas las demás dimensiones de la experiencia moral de la persona, fundamento de la captación del valor de los objetos y, en general, punto de partida de toda actividad intencional que determina el campo de los 55 la comPrensión de la tecnociencia posibles objetos que se pueden presentar ante cada persona determinada (santamaría 2002: 102). es decir, los sentimientos son previos a la intención, por esto es necesario tenerlos presentes dentro del aspecto cognoscitivo y tecnocientíico. Esto se debe principalmente a que, gracias a ellos, podemos establecer una relación previa entre la intencionalidad y los sentimientos que nos permitirá conigurar nuestra intencionalidad para poder pleniicar así la actividad tecnocientíica, al estar, de este modo, la tecnociencia más relacionada con la realidad personal. Es decir, se pretende conigurar una relación epistémica entre los diferentes tipos de intencionalidad y la actividad de la tecnociencia, previa simbiosis entre los sentimientos y la intencionalidad. Esta pleniicación de la actividad tecnocientíica viene de la mano del hecho de que toda persona presenta un deseo de plenitud. el cual se encuentra profundamente relacionado con la dynamis, con la potencialidad. de tal manera que toda enérgeia o actividad es tendente a su plenitud gracias a la dynamis o potencialidad. Por lo tanto, esta plenitud consiste en el deseo de las personas de vivir uniicada y equilibradamente todas nuestras dimensiones: la corporal, la intelectual, la afectiva y la volitiva (domínguez 2002: 25). es decir, si queremos llevar la tecnociencia hacia su plenitud es necesario uniicar y equilibrar todos los aspectos personales que afectan, en mayor o menor medida, a esta actividad. este deseo de plenitud mantiene una gran relación con la elección de nuestros ines. De tal modo que todo comportamiento humano será plenamente moral (o no) en tanto en cuanto busque (o no) dicha unidad personal-relacional. Pero hay que tener presente que “un comportamiento no es, sin embargo, moral por la materialidad de su actualidad, sino, formalmente, por su intencionalidad subjetiva airmativa de una valor o bien como tales” (manzana 2003: 118). Por ende, tanto la subjetividad como la intersubjetividad adquieren su carácter moral en su intencionalidad, la cual, a su vez, parte de su fundamento personal. el progreso del que hablamos consistirá, entonces, en la realización de esta plenitud. de tal manera que implicará la realización de los valores por el esfuerzo humano al nivel personal y tecnocientíico estando ambos unidos por la intencionalidad. Pues bien, dicha realización moral será 56 Juan r. coca diferente según el nivel en el que nos encontremos. Por un lado, y a nivel tecnocientíico, existe una pluralidad de valores, o mejor dicho una pluralidad de preferencias contrastadas a posteriori en función de su eicacia, precisión, etc. Por otro lado tendremos los distintos valores personales, los cuales poseen una realidad objetiva y por tanto pueden ser descubiertos a priori. Pero, sea al nivel que sea, toda actividad, intención, querencia, sentimiento,... sólo progresará, sólo tendrá plenitud cuando se encuentre dirigida hacia el otro en comunidad. CODA la persona se caracteriza por su relacionalidad. Por esta razón se desarrollará plenamente en unión común con las demás personas. este hecho no queda limitado a un ámbito puramente psicológico, antropológico, etc.; se extiende también a la tecnociencia. de tal manera que toda actividad, para ser expresión de la realidad personal, tiene que mostrar esta relacionalidad. Para ello, a través de la intencionalidad, es conveniente que la tecnociencia se desarrolle como actividad comunitaria y personal: 1. como actividad comunitaria se desarrollará, siempre y cuando ampliique su analogicidad y su interculturalidad. 2. como actividad personal, en cambio, cuando desenvuelva los sentimientos en tanto en cuanto son factores inherentes a la persona. gracias a todo ello se facilitará el camino para que la ciencia pueda progresar personalmente. este progreso consistirá en el desarrollo de la tecnociencia de una manera armónica entre el nivel tecnocientíico y el nivel personal. Esta armonía se produce al relacionarse los valores con ambas actividades de modo diferente, pero los dos unidos a través de la intencionalidad. de este modo tanto en el nivel tecnocientíico como en el nivel personal estarán presentes los valores. Por ello el descubrimiento y la realización armoniosa de ambos ámbitos de valor, los situará a la misma altura. así será viable un diálogo tecnociencia/persona idóneo que favorezca la plenitud entre ambos niveles, la cual se podrá producir de un modo equilibrado tan sólo en el seno de la comunidad. 57 la comPrensión de la tecnociencia A modo aclaratorio, y para inalidad, sirva el siguiente esquema como resumen de lo que se ha pretendido exponer en este trabajo: Analogía Humanitarism o Comunitarismo Dynamis Persona Valoración personal [nivel personal] Intención Factores externos Energeia [nivel científico] Factores internos Valoración científica Resumen esquemático del progreso tecnocientíico personal y comunitario 58 LA RESPONSABILIDAD TECNOCIENTÍFICA ANTE EL SUBDESARROLLO. LA BIOLOGÍA COMO EJEMPLO la comPrensión de la tecnociencia una vez mostrado el ideal normativo de la personificación de la tecnociencia a través de la interpenetración de ésta última con los procesos propios del sistema personal es hora de mostrar las posibles aplicaciones de esto. los medios de comunicación de masas —televisión, prensa, internet, etc.— nos dan asiduamente pruebas de las consecuencias que tiene la existencia de la pobreza en el mundo. no obstante, conviene recordar la gran cantidad de países que permanecen en la pobreza o el hecho de que menos del 25% de la población mundial gastan el 80% de los recursos naturales del planeta. a esto se le suma el quietismo de algunos estados y la ineiciencia de ciertas instituciones frente a estos graves problemas. Además, es conveniente añadir el hecho de que la mayoría de las multinacionales —por no decir todas— colaboran en el mantenimiento de esta situación. en este mismo sentido queremos recordar las palabras de invernizzi y foladori quienes destacan lo siguiente: “el desencuentro entre las causas reconocidas de la expansión de las enfermedades infecciosas, que son siempre socio-económicas, y las políticas de c&t en salud parece evidente. la i&d en salud se orienta a combatir la enfermedad, o a prevenirla en el caso de las vacunas, pero no a modiicar las causas por las cuales se expanden, ya que éstas son socioeconómicas y no pueden ser asumidas por el área de la salud debido a la división social del trabajo que existe en la sociedad. efectivamente, no puede acusarse a la oms de, por ejemplo, no desarrollar infraestructura sanitaria o políticas de empleo. se supone que hay otras instituciones, como por ejemplo el Banco mundial, que se encargan del combate a la pobreza. Pero, tampoco la parte que le corresponde a las ciencias biomédicas en esa división social del trabajo parece ser solución para las grandes mayorías de la población pobre del mundo. es bien conocido que las corporaciones farmacéuticas (farma) no investigan las enfermedades de los pobres. según Medecins Sans Frontieres, en 2002, el 80% del mercado de fármacos estaba concentrado en Norte América, Europa y Japón, un área geográica donde vive sólo 19% de la población (msf/dnd, 2001). mientras, el 90% de la carga de enfermedad en el mundo está localizada en los países pobres, 60 Juan r. coca donde los enfermos no tienen la capacidad para comprar medicinas. se estima que 18 millones de personas murieron en 2001 por enfermedades comunicables, debido a la falta de dinero para comprar medicinas o porque no hay medicinas apropiadas para determinadas enfermedades” (invernizzi y foladori 2005: 141 y sig). lo dicho esboza la trágica situación mundial actual en la que la pobreza sigue siendo uno de los factores determinantes para la humanidad. asimismo, la tecnociencia sigue ayudando al mantenimiento de las diferencias entre los países más desarrollados tecnocientíicamente y los menos. Esto ocurre, sobre todo, porque esta actividad se ha convertido en los últimos tiempos uno de los principales estandartes de la sociedad de consumo y porque relega, todavía más, a aquellas sociedades no occidentales incrementado la brecha existente entre las regiones con mayor desarrollo tecnocientíico y las de menor desarrollo. en concordancia con esto, en el preámbulo de la Conferencia mundial sobre la ciencia para el siglo XXI se muestran diversos aspectos que son necesarios tener muy presentes: — Los países y los cientíicos del mundo deben tener conciencia de la necesidad apremiante de utilizar responsablemente el saber de todos los campos de la tecnociencia para satisfacer las necesidades y aspiraciones del ser humano sin emplearlo de manera incorrecta. — Todas las culturas pueden aportar un conocimiento tecnocientíico de valor universal. las tecnociencias deben estar al servicio del conjunto de la humanidad y contribuir a dotar a todas las personas de una comprensión más profunda de la naturaleza y la sociedad, una mejor calidad de vida y un entorno sano y sostenible para las generaciones presentes y futuras. — El saber tecnocientíico ha traído consigo numerosos beneicios. — El saber cientíico ha contribuido también al desequilibrio social o la exclusión. — el fortalecimiento del papel de la tecnociencia en pro de un mundo más equitativo, próspero y sostenible requiere un compromiso a largo plazo de todas las partes interesadas, sean del sector público o privado, 61 la comPrensión de la tecnociencia aumentando las inversiones, revisando en consecuencia las prioridades en materia de inversión y compartiendo el saber cientíico. — La mayor parte de los beneicios derivados de la tecnociencia están desigualmente distribuidos a causa de las asimetrías estructurales existentes entre los países, las regiones y los grupos sociales además de entre los sexos. Estos aspectos, tanto positiva como negativamente, se hipertroian en el caso de las disciplinas de la vida (biotecnociencias), sobre todo debido al auge que están adquiriendo en la actualidad. ejemplos de ello son la secuenciación del genoma humano, el desarrollo de la biotecnología (principalmente buscando la consecución de patentes), la investigación sobre el sida, sobre las encefalopatías espongiformes, vacunas contra patologías emergentes, etc. Por este motivo hemos querido prestar especial atención a estas disciplinas cientíicas mostrando razones por las que no se deben dejar olvidados a los países del “sur”. dichos estados suponen un pequeño porcentaje en el desarrollo cientíico. De hecho, los países que están en el centro del sistema tecnocientíico tienen alrededor del 70% del número total de investigadores del sistema y un 85% de la inversión en i+d. EL SUBDESARROLLO Para poder hablar de la pobreza o del subdesarrollo, es necesario tener claro qué vamos a entender al hacer mención del mismo. Partiremos de uno de los interesantes trabajos de rodrigo arocena (2004) quien nos dice que estos países no son un grupo homogéneo, lo cual no es ninguna novedad. de hecho —como nos muestra este autor— a partir de la revolución industrial se ampliaron notablemente las diferencias entre los países occidentales —que estaban en periodo de transición de una sociedad agraria a una industrial— y el resto del mundo que se constituyó como un grupo «periférico» productor de bienes primarios. Posteriormente, y ya a inales del siglo XX, comienza una nueva revolución que abre la senda a grandes transformaciones sociales ligadas al aumento del papel del conocimiento en general. tales mutaciones tienen un carácter asimétrico puesto que afectan, de un modo u otro, a todo el planeta pero de maneras muy variadas (arocena 2004: 210). 62 Juan r. coca llegados a este punto es importante poner nuestra atención en la propia pobreza para, así, poder ver los pasos que serían necesario dar para avanzar en nuestra propuesta. en este sentido, Paulette dieterlen en su obra La pobreza: Un estudio ilosóico, nos muestra la existencia de dos conceptos principales de pobreza, uno económico y otro ético. en nuestro caso vamos a obviar el primero, que no lo consideramos fundamental en este trabajo, y nos centraremos en el segundo. además, el aspecto ético es el primero y fundamental, ya que la aplicación de cualquier sistema ético humanitario, no excluyente, no totalitario y no discriminador traería consigo la generalización de la mejora de las condiciones de vida de la humanidad. dentro del contexto de la pobreza ética, nos recuerda dieterlen que el premio nobel de economía, a. sen ha insistido en que cualquier teoría de la justicia debe tener como in el desarrollo de las capacidades humanas que serán las que permiten a los humanos ejercer tanto la libertad negativa como positiva para lograr ser agentes en la vida social (dieterlen 2004: 43). esta propuesta tiene como virtud que permite no quedarse en aspectos puramente materiales. no obstante, la profesora dieterlen no se queda ahí; desarrolla una visión a nuestro juicio más acertada —aunque algo limitada1 — al destacar la idea kantiana de que las personas no pueden ser tratadas como medios sino como ines en sí mismos. Asimismo, sigue diciendo, son importantes las tesis de margalit quien considera que es indispensable ver a las personas como seres con conciencia de sí mismas y del medio ambiente que las rodea. Por lo tanto, y en este sentido, dieterlen nos dice que la pobreza disminuye notablemente la posibilidad de las personas de ejercer su racionalidad, su voluntad de plantearse ines, así como la búsqueda de los medios necesarios para poder llevar a cabo dichos ines (dieterlen 2004: 48). 1 Compartimos con esta ilósofa la idea de que la persona es in en sí misma, aunque nuestra concepción de la persona no es kantiana, sino personalista y comunitaria. A este respecto pueden leerse trabajos como: Beuchot, m. (2004): Antropología ilosóica, Fundación Emmanuel Mounier y otros, Salamanca; díaz, c. (1991): La persona como existencia comunicada, ccs, madrid; díaz, c. (2002): ¿Qué es el personalismo comunitario?, fundación emmanuel mounier y otros, salamanca; domínguez Prieto, X.m. (1995): Sobre a alegría, espiral maior, a coruña; domínguez Prieto (2002): Para ser persona, fundación emmanuel mounier y otros, salamanca; moreno villa, m. (1995): el hombre como persona, caparrós, madrid; mounier, e. (2002): El personalismo. Antología esencial, sígueme, salamanca; torralba roselló, f. (2005): ¿Qué es la dignidad humana?, Herder, Barcelona; Zubiri, X. (1998): Sobre el hombre, alianza, madrid. 63 la comPrensión de la tecnociencia Posteriormente expone que tanto la política contra la pobreza, como los medios para su implementación, deben tener en cuenta el respeto a las personas. en este sentido, cualquier política social que soslaye la dimensión moral de la pobreza correrá el riesgo de fracasar y convertirse en inútiles. el combate contra la pobreza debe, por tanto, buscar la mejor manera de incrementar los ingresos y el bienestar de los individuos, aunque también debe proporcionarles los medios para que desarrollen su autonomía, logren establecer sus propios planes de vida y puedan buscar los medios adecuados para llevarlos a cabo y así puedan alcanzar e incrementar las bases sociales del respeto a ellos mismos (dieterlen 2004: 49). esta concepción de la pobreza establece una solución respecto al problema entre la dualidad derechos/obligaciones de los más enriquecidos con los empobrecidos. dicho problema, dice dieterlen, hace referencia a la confrontación entre el derecho de los empobrecidos a ser ayudados, o bien la obligación que toda persona tiene hacia sus semejantes. a este respecto, parece que los defensores de los derechos del bienestar y aquellos que dan argumentos a favor de las obligaciones con los empobrecidos no niegan la existencia de los derechos y las obligaciones respectivamente. Posiblemente, sigue diciendo esta autora, la diferencia consiste en la prioridad que puedan tener unos y otros en el momento de dar argumentos justiicatorios para intentar de dar una solución al problema de la pobreza extrema. de tal manera que en la medida en que reforcemos la necesidad de establecer obligaciones con los empobrecidos, los argumentos contra los derechos de bienestar perderán fuerza. además, y en segundo lugar, algunos de los planteamientos existentes se basan en consideraciones individualistas de las personas. Para evitar esto dieterlen considera conveniente rescatar la noción de ciudadanía que permitiría concebir una idea de las personas como seres que interactúan en sociedad, que tienen derechos y obligaciones, al tiempo desarrollen virtudes en las que se incluyan aquellas que tienen que ver con el bienestar de todos y cada uno de los individuos que comparten un territorio (dieterlen 2004: 117). la propuesta de dieterlen, siendo a nuestro juicio bastante acertada, la consideramos limitada ya que se ven influenciada notablemente por el capitalismo y el liberalismo y, por lo tanto, para nosotros poco universalizable. nosotros defendemos, como hemos dicho antes, el 64 Juan r. coca comunitarismo y el personalismo como nueva concepción socio-política. además es necesario tener presente que toda actividad humana tiene un fundamento ontológico. de hecho, a toda corriente o consideración política, ética, social, pedagógica, tecnocientíica, etc. subyace una manera de entender lo real. Por esta razón, consideramos que es apropiado acercarnos al concepto metafísico de persona a través de uno de los pensadores españoles más prolíicos: Carlos Díaz. Su propuesta constituye el pilar fundamental de nuestra posición frente a la pobreza. dicho autor, en su obra ¿Qué es el personalismo comunitario?, expone que la persona es subsistencia relacional. esta subsistencia diferencia a la persona respecto a lo que le rodea. Por lo tanto, la persona es subsistencia en tanto en cuanto se diferencia de la realidad. Pero la realidad, según Zubiri, también es subsistente, por eso Zubiri, para evitar equívocos, destaca que lo real dotado de inteligencia es lo único que es perfectamente subsistente, porque es lo que cumple la triple condición de ser clausurada, de ser total, y de ser una esencia que se posee a sí misma en forma de esencia abierta” (Zubiri 1998a: 120). además, díaz —hablando sobre la obra de Zubiri— expone que por la inteligencia, el subsistente humano se enfrenta con el resto de la realidad y hasta con la suya propia. Precisamente porque la inteligencia al inteligir puede serlo todo, se encuentra separada y distante de todo lo demás; pero a la vez, al inteligir una cosa, cointelige su propia totalidad respecto de todo lo demás y respecto de sí misma (díaz 2002: 62). Que la persona sea subsistencia —como decía Zubiri— no hace referencia a que dicho carácter termine en sí mismo, sino que es intrínseco a la inteligencia. no obstante, en la persona, el subsistente hay cierta clausura ontológica respecto de lo que no es plenamente subsistente. Por ese momento de clausura está distinguido y separado, y es distinto de todo lo demás (Zubiri 1998a: 117). además, la subsistencia es suidad, es decir la persona es subsistente porque «es suya». una vez vistas la primera de las características básicas del concepto persona: la subsistencia, entraremos en la exposición de la segunda: la relacionalidad. díaz resume con precisión esta característica diciendo que la relacionalidad personal no está en el egocentrismo aislacionista, sino en la identidad a través de la alteridad, en la alteriicación. Es decir, la 65 la comPrensión de la tecnociencia persona en relación está en el hacerse otro (alter) sin dejar de ser uno. en esta dialéctica, donde el ipse es idem a través del alter, el uni-verso se hace multi-verso. Por tanto, la persona es antítesis de solipsismo egocéntrico, es encuentro, ad-venimiento, acontecimiento, y por tanto rechazo de lo absurdo, o lo que es lo mismo consiste en permanecer sordo-de (ab-surdus) ante el otro (Díaz 2002: 82-83). de este modo queda enmarcado lo que se entenderá al hablar de persona. conviene añadir que al hacer referencia a la persona en relación, estaremos situándonos en la égida del personalismo-comunitario. Con lo que estaremos exponiendo la búsqueda de la completud de la persona como subsistencia relacional en cualquier ámbito humano y, por supuesto en el contexto que nos ocupa. Por lo tanto, podemos concebir la lucha contra la pobreza no como un deber, ni como una obligación, sino como parte de nuestro ser relacional. lo que, según nuestro criterio, soluciona la confrontación planteada por dieterlen entre el bien estar y la obligación. ya que traslada el discurso del ámbito de la mera acción, al ámbito de la acción con sentido. suBdesarrollo y tecnociencia2 si dirigimos nuestras consideraciones hacia la humanidad y sociedad, entonces la realidad creadora y ensoñadora adquiere la forma de lo que todavía no ha tenido lugar, la utopía. en ella se revelan nuevas estructuras con las que podemos pensar el mundo, sino la imagen misma de las nuestras posibilidades (París 1992: 95). dicha razón utópica no es una escapatoria de la realidad, al contrario la potencialidad de lo utópico deine a la realidad 2 esto ha sido tratado, entre otros ensayos, en: arocena, r. y sutz, J. (2003): Subdesarrollo e innovación. Navegando contra el viento, Ed. Cambridge university press-OEI, Madrid; Coca, J. R. (2004a): “Hacia una ciencia personalista y comunitaria”, Analogía Filosóica, año 18, nº 2, p. 45; coca, J. r. (2004b): “ciencia y pobreza”, Acontecimiento, nº 73, vol. 4, pp. 26-28; Coca, J. R. (2005a): “El progreso de la actividad cientíica”, Analogía ilosóica, Año 19, nº 1, pp. 13-43; Domínguez Prieto, X. m. (2005): “Logos y diálogos. La presencia del “otro” en la actividad cientíica”, Analogía ilosóica, Año 19, nº 1, pp. 69-91; Foladori, G. (2003): “La privatización de la salud. El caso de la industria farmacéutica”, Revista Internacional de Sociología (RIS), Enero-Abril, nº 34, p. 33-64; Invernizzi, N. y Foladori, G. (2005): “Ciencia y desarrollo en los países pobres: Relexiones sobre la investigación y desarrollo en salud”, Analogía ilosóica, Año 19, nº 1, pp. 139-169; Murillo, I. (2005): “ciencia y ética personalista”, Analogía ilosóica, Año 19, nº 1, pp. 45-68; Núñez Jover, J. (2004): “democratización de la ciencia y geopolítica del saber” en lópez cerezo, J. a. (ed.): La democratización de la ciencia, Ed. Cátedra Miguel Sánchez-Mazas- EREIN, Donostia, pp. 127-157; Papón, P. y Barré, r. (1996): “los sistemas de ciencia y tecnología: panorama mundial”, Informe mundial sobre la ciencia, Ed. Santillana-UNESCO, Madrid; etc. 66 Juan r. coca misma (París 1992: 95). esta utopía nos hace compartir las palabras que Sánchez-Mazas sobre el propio Carlos París: “en cualquier caso creemos que la humanidad necesita contraponer a una cultura de la cantidad, basada en el mero desarrollo y beneicio empresario, una cultura de la calidad, basada en la ética, la estética y el amor por los otros seres humanos y por la naturaleza. si la cultura de la cantidad excluye toda otra dimensión, que no sea la de la racionalidad técnica o instrumental, la cultura de la calidad pretende, por el contrario, la incorporación de la dimensión ética en la interpretación y transformación de la realidad social. aunque para los poderes actuales esa incorporación resulte utópica. a lo largo de la historia humana, esa dimensión ha enriquecido el mundo más que ninguna técnica, obligando a interpretar, a valorar, a vivir de otra manera todas las otras dimensiones, a ver, y sentir de otro modo al hombre, a la naturaleza y al arte, como ocurrió cuando francisco de asís habló como a un hermano al lobo de Gubbio” (Sánchez-Mazas 1998: 230). dentro de esta cultura de la calidad —que incluye el amor al otro y a la naturaleza—queremos enmarcar esta defensa de la utopía de una epistemología más personal y comunitaria y, por tanto, más humanitaria. ello lo queremos hacer, en primer lugar, porque la persona —al ser una realidad relacional— necesita del otro y, en segundo lugar, porque es necesario que esa relacionalidad también se extienda a la relación del ser humano con la naturaleza, luchando así también por una renovación del ecosistema para no reducir los recursos a la mínima expresión. esto último tiene mucho que ver con la realidad de la pobreza, ya que en estos países —aunque también en los enriquecidos pero algo menos— el nivel de contaminación ambiental es muy alto. el problema es que en los primeros suceden dos cosas. Por un lado no tienen recursos teórico-prácticos para poder emplear otras posibles alternativas. Por otro es frecuente ver que los dirigentes de esos países no buscan soluciones factibles para salir de esa situación. 67 la comPrensión de la tecnociencia este último aspecto sale fuera del alcance de nuestro ensayo; en cambio sí queremos detenernos en el primer aspecto. Para ello, es conveniente volver a mencionar a Rodrigo Arocena quien rechaza la identiicación entre el problema del desarrollo con la clásica visión de la ascensión de una única escalera. De hecho, si el desarrollo tecnocientíico de los países del Sur pasase por el mismo sistema de consumo de los países del norte, el planeta no tendría capacidad de amortiguación; sobre todo porque esta capacidad se encuentra en grave deterioro. en este contexto, arocena (2004: 211) considera que el rechazo que estamos mencionando trae consigo diversas consecuencias: — la primera consecuencia de este rechazo en la concepción del desarrollo como una escalera, implica la airmación de que los Estados del sur están empobrecidos o «subdesarrollados» no «en desarrollo», lo que fundamenta las relaciones internacionales entre las regiones con mayor dependencia tecnocientíica y las menos dependientes. — una segunda es que el subdesarrollo constituye un fenómeno que se va transformando en el tiempo, sino porque sus rasgos fundamentales resultan alterados por las transformaciones del poder social. — en tercer lugar, el desarrollo debe ser concebido como búsqueda de nuestros propios caminos que respondan a las posibilidades y a las opciones colectivas de cada sociedad. esto último implica que las comparaciones norte/sur no surgen como estrategia de imitación. lo dicho muestra la necesidad de que cada zona tenga las capacidades necesarias para poder buscar soluciones a sus problemas y las demás regiones, comprendan que entre todas las zonas del globo existe una relación de equidad que impide seguir con vínculos coloniales o totalitarios. en este sentido, y a modo de ejemplo, podemos hacer mención de problemas como el de la enfermedad de chagas o tripanosomiasis americana. esta enfermedad, causada por el parásito Tripanosoma cruzi, es endémica en veintiún países y afecta a unos 18 millones de personas en américa central y del sur. también podemos destacar el resurgir, en las regiones más empobrecidas, de enfermedades como la legionelosis, la borreliosis de lyme, los virus Hanta, el ébola y el tan temido viH, entre otros. la primera de las conclusiones que se obtiene de observar esta realidad, es que uno 68 Juan r. coca de los factores principales de la reactivación de “antiguos” patógenos y de la aparición de otros nuevos es la pobreza en sí misma. ante esto, la oms ha mostrado que las distintas medidas de combate contra, por ejemplo, la malaria dirigidas desde afuera y sin tener en cuenta los sistemas nacionales de salud de los diferentes países afectados, no han resultado demasiado efectivos. sobre todo porque no permiten que estos países desarrollen sus propias capacidades sanitarias. con lo dicho, queda claro la necesidad del desarrollo de procesos de innovación particulares. no obstante no se entienda esto como un “dejar de lado” a los estados más empobrecidos. al contrario, lo ideal sería que cada zona tuviese un sistema de innovación y de desarrollo cientíico propio (siempre y cuando este desarrollo sea análogo a otros aspectos del conocimiento). Pero como somos conscientes que, de momento, esto es utópico se hace necesario que los estados más favorecidos3 se hagan responsables del desarrollo de los menos favorecidos . en este sentido, como se verá más adelante, se quiere defender una posible visión analógica de la ciencia, en la que cada zona plantee sus propios problemas y sus propias soluciones cientíicas a los mismos. Esto implicará que las diferentes instituciones, las sociedades y los estados puedan ser partícipes, más o menos directamente, de una realidad cientíica más plural. De esta manera podemos airmar que se establecería una actividad de la ciencia más universal. No tanto porque sus airmaciones fuesen universalizables, sino porque estaría realizada en la mayoría de los países del mundo. Esta universalización real tiene dos dimensiones, una NorteSur y otra arriba-abajo (Arocena 2004: 216). La primera hace referencia a la inequidad en el desarrollo de esta actividad. la segunda dimensión tiene que ver con la estratiicación social. Toda esta concepción de la nueva coniguración de la actividad de la tecnociencia lleva implícita el establecimiento de un determinado tipo de relación interestatal. Por ello, necesitamos mostrar que tipo de relación es la más oportuna para que esta nueva epistemología más relacional sea posible. 3 el problema de la responsabilidad no será tratado en esta ocasión, no obstante es posible acercarse a esta temática a través de algunos textos. sirvan como ejemplos los siguientes: Jonas, H. (1995): El principio de responsabilidad, Herder, Barcelona; ingarden, r. (2002): Sobre la responsabilidad. Sus fundamentos ónticos, caparrós, madrid. 69 la comPrensión de la tecnociencia PoBreZa y relación la persona —en ocasiones— ha sido considerada como una realidad donde la relación se encuentra excluida. esta concepción es la que parte, principalmente, de aristóteles, Boecio y tomás de aquino. esta visión es críticamente analizada por carlos díaz quien nos dirige a través de la senda de la relacionalidad. díaz, en Decir la persona, nos conduce desde la ontología de la persona a la donatología de la misma gracias al amor. Por eso la intencionalidad que él plantea no se queda en una mera querencia, va más allá y se transforma en una intencionalidad com-pro-metida. “tenemos mucho que hacer, pero en cualquier caso el compromiso de la acción no se reduce al esencialismo de las ideas, ni a la inmanencia, ni a un mero actualismo. el compromiso es una vivencia comunitaria (con), a favor de un mundo nuevo (pro), hacia el que nos sentimos enviados (missio), y sólo es responsable cuando la palabra se convierte en respuesta (diálogo), y ésta a su vez únicamente cuando se traduce en responsabilidad por el otro. no es palabra si no responde a las exigencias reales, y no meramente verbales, de otra persona, de un tú, pues la palabra no es fonológica, sino dialógica. yo soy responsable de todo y de todos, y yo más que nadie en lo que yo tengo que hacer. si opto por delegar en otro lo que me toca, sin ejercer lo que yo tengo que hacer, elijo una vida impersonal. la palabra que no es respuesta y la respuesta que no es responsabilidad no es palabra humana, sino mera palabrería” (díaz 2005: 57). se formula así la conexión entre la relación y el diálogo con el problema que nos ocupa, la pobreza, que nos llama insistentemente pidiendo una ayuda que la mayoría de las veces parece no querer llegar. 70 Juan r. coca LA TECNOCIENCIA ANTE LA HUMANIDAD tras lo dicho es patente que se está defendiendo una postura analógica del conocimiento (al modo que establece Beuchot4 y como mostraremos más adelante). es decir, se quiere mostrar que la tecnociencia no presenta —como denuncia Beuchot— un lenguaje perfecto, ni existe un saber total y uniicado. La actividad de la tecnociencia necesita ser interpretada en un contexto integrador y analógico, lo que no quiere decir que se esté minusvalorando esta actividad sino que se trata de mantener una postura acogedora. en otras palabras, pretendemos hacer ver es que la tecnociencia puede tener un sentido que se encuentra más allá del pragmatismo exacerbado. esta perspectiva integradora implica que la tecnociencia no será segregada de las otras actividades personales, ya que representa parte de la consecución de una de las principales intencionalidades humanas: el conocimiento. dicha integración estaría incompleta si no se buscara un desarrollo más comunitario5 de la misma, es decir más equitativo. Por lo tanto, nos estamos planteando un horizonte donde la tecnociencia se conigura como una actividad más personalista y comunitaria (que no personalista «a secas»). esta postura —el personalismo comunitario— coloca en el centro de toda relexión a las personas empobrecidas del mundo, y mira hacia la utopía removiendo las estructuras sociales. este horizonte se entiende normalmente como sinónimo de imposible, no obstante nosotros lo entendemos etimológicamente como aquello que todavía no ha tenido lugar. al hablar de personas empobrecidas nos vemos en la necesidad de hacer mención también de la solidaridad. es decir, desde una ética personalista y comunitaria, eludir la solidaridad en la utilización, promoción u organización de la tecnociencia signiica que no se responder a la vocación que cada persona lleva impresa en lo más íntimo. Pues cada ser humano, por el hecho de ser persona, no puede vivir plenamente sin llevar consigo a los que vivieron antes de él (tradición), a sus contemporáneos y a las generaciones futuras. Por lo tanto, en una concepción personalista y 4 Beuchot, m (1999): Las caras del símbolo: el ícono y el ídolo, caparrós, madrid. 5 al hablar de comunitario no se mantiene una preeminencia de la comunidad por encima de la persona (tal y como deiende MacIntyre, Taylor, Walzer o Barber) lo que implica ciertos riesgos de absolutización de la comunidad. 71 la comPrensión de la tecnociencia comunitaria del ser humano, la actividad tecnocientíica no se puede separar de una responsabilidad solidaria (murillo 2004a: 65). entonces, el progreso de la tecnociencia aumenta la responsabilidad de los agentes tecnocientíicos, de los empresarios o economistas, de los políticos y de los ciudadanos (en sociedades no totalitarias) ya que de todos nosotros depende las orientaciones políticas o sociales y la implementaciones consiguientes (murillo 2004a: 65). Podemos decir resumiendo y para inalizar, que partimos de la realidad personal: el mundo de la vida —que será sobre todo subjetivo— para llegar a un entorno más objetivo que es el que queremos conocer. en este paso perdemos subjetividad y, por lo tanto, relacionalidad como airmaba —en cierto modo— martin Buber6. esta objetualización de lo real si se queda en el mero pragmatismo y se termina en sí misma provoca que la vida pierda consistencia, ya que la esperanza se termina convirtiendo en una espera. Pero no en la espera esperanzada, sino en la espera solipsista de aquel que sólo desea seguir respirando. tampoco podemos perdernos en lo subjetivo; ya que da lugar a un relativismo, tendremos que mantener entonces una postura prudencial, analógica (en los tres aspectos mencionados). En esta primera relación entre lo personal y lo tecnocientíico —relación bidireccional— cobran fuerza los argumentos éticos, que darán pautas de actuación sobre aquello que deshace o renueva a la persona en relación. no obstante, el sentido completo de la tecnociencia —y del conocimiento en general— donde lo que se hace es dar sentido a las cosas transformándose éstas en —según la terminología zubiriana— en cosas-sentido, amplía el ámbito de esta actividad. Hace referencia al mundo de lo plausible al tiempo que dirige cautelosamente de la tecnociencia hacia la ontología. este hecho focaliza nuestra preocupación en el mundo de la hermenéutica del sentido, donde uniicamos los distintos aspectos gnoseológicos en un signiicado conjunto, al tiempo que permite visualizar la actividad que nos ocupa como aquello realmente universal, es decir, realizado por las personas, para las 6 sobre esto puede leerse: Buber, m. (1995): ¿Qué es el hombre?, fce, méxico; Buber, m. (1998): Yo y Tú, caparrós, madrid; Buber, m. (2003): El camino del ser humano y otros escritos, fundación emmanuel mounier y otros, salamanca; Buber, m. (2005): Sanación y encuentro, fundación emmanuel mounier y otros, salamanca; Buber, m. (2005): El conocimiento del hombre, caparrós, madrid: díaz, c. (2004): El humanismo hebreo de Martin Buber, fundación emmanuel mounier y otros, Salamanca; Friedman, M. (1954): “Martin Buber’s theory of knowledge”, Review of Metaphysics, vol. 8, nº 2, pp. 264-280. 72 Juan r. coca personas y en función de los diferentes intereses que guían a las personas, sin exclusión. UNA PROPUESTA DE CAMBIO somos testigos de los numerosos problemas que tiene la humanidad en nuestros días. ante ellos se ha pretendido mostrar la necesidad de cambio de la tecnociencia en dos sentidos. en primer lugar buscando una mayor universalización, es decir un desarrollo tecnocientíico intercultural. En este desarrollo los distintos estados y las diferentes culturas, llevarían a cabo los proyectos de investigación que fuesen necesarios dentro de sus sociedades, siendo respetados y apoyados, equitativamente, por los estados vecinos. Esto traería consigo la pérdida de esa coniguración vertical que hemos dicho, al tiempo que establecería una relación tecnocientíica internacional más personalizadora al conigurarse estas relaciones no como yo-ello sino como yo-tu. en segundo lugar se ha pretendido mostrar la cada vez mayor industrialización; lo que supone que la tecnociencia atenderá a los sectores sociales que la inancien, en este caso la industria. Consideramos que esto no tiene por que ser completamente negativo, siempre y cuando la unión de la tecnociencia con la empresa se realice con precaución. sobre todo porque —como la persona empobrecida es nuestro centro de relexión— nos vemos en la obligación de defender (fundamentalmente y por responsabilidad) una mayor inanciación de los proyectos humanizadores y alejados, en la medida de lo posible, de los intereses comerciales. no obstante, no podemos quedarnos aquí puesto que, como ha expuesto sarewitz, la riqueza de las regiones más industrializadas y más tecnocientíicamente dependientes del mundo continúa creciendo. Por ello, las prioridades y capacidades de la tecnociencia, impulsadas por los incentivos del mercado que promueven una aplicación comercial de la tecnociencia, se divorcian cada vez más de las necesidades básicas de las personas. estas prioridades obvian en gran medida un amplio conjunto de posibilidades tecnocientíicas de relativo bajo coste y de escasos beneicios, tales como la investigación en prevención, nutrición, etc. (sarewitz 2001: 162 y sig.). es decir, como la tecnociencia y la sociedad caminan juntas, en los países enriquecidos esta actividad 73 la comPrensión de la tecnociencia atiende a problemas que no afectan a los países empobracidos. Por esta razón todo desarrollo político no puede dejar de lado la queja permanente de estas personas. Por todo ello, es necesario establecer —como dicen mitcham y frodeman— un planteamiento económico realmente equilibrado. de tal manera que la producción de conocimiento no se limite a las tecnociencias. estos ámbitos del saber generan datos e información que tienen que estar integrados en otras disciplinas epistémicos tales como la política, la religión, etc. asimismo, es necesario tener una aptitud prudente que nos permita interpretar lo que sabemos (desarrollar la hermenéutica) y analizar las posibles ramiicaciones positivas o negativas. Entonces, sólo la búsqueda de una visión integradora o analógica nos permitirá comprender qué es lo que sabemos y actuar sabiamente (mitcham y frodeman 2002: 251). es decir, lo que se debería hacer (según mitcham y frodeman) no es reducir la inanciación tecnocientíica, sino inanciar más las artes y humanidades al tiempo que se controla y ralentiza la investigación tecnocientíica para dar un tiempo a la relexión política, social, ilosóica, etc. (Mitcham y Frodeman 2002: 253). si esto pudiese ser llevado a cabo, sería posible empezar a conigurar un conocimiento más integrador, en el que se conjugarían los diferentes aspectos que coniguran la racionalidad humana. todo esto nos lleva a apoyar con fuerza a la cooperación regional e internacional tecnocientíica. Con ello se busca alcanzar un desarrollo lo más equitativo posible. obviamente, esta cooperación implica establecer redes de comunicación e información en ambas direcciones y sin ningún oscurantismo. A su vez, este desarrollo cientíico no puede interferir en la diversidad que poseen los distintos estados, tanto a nivel cultural como social. de este modo, como hemos dicho, es posible mantener una relación análoga entre ambos. Para que esta propuesta se lleve a buen término es necesario que, previamente, los gobiernos y los agentes tecnocientíicos de los países con más posibilidades asuman el reto y busquen disminuir los problemas de inequidad mundiales. no obstante, es requisito previo que las políticas tecnocientíicas cambien y ayuden inancieramente a aquellas líneas de investigación que atiendan a los problemas más universales y urgentes. 74 Juan r. coca de este modo es posible que los países más empobrecidos tengan mayores posibilidades de mejora. estos cambios políticos, como acabamos de decir, tienen en como pilar fundamental una hermenéutica analógica de la tecnociencia. 75 HERMENÉUTICA ANALÓGICA Y HUMANITARISMO EN LA ACTIVIDAD TECNOCIENTÍFICA la comPrensión de la tecnociencia en este capítulo queremos mostrar las implicaciones que se obtienen al aplicar la metodología de la comprensión analógica a la relación entre la actividad tecnocientíica y el subdesarrollo. Dicho método, pese a haber sido establecido en el medioevo, nos aporta una visión innovadora gracias, especialmente, a la corriente de relexión generada alrededor de los trabajos de investigación de mauricio Beuchot. dentro de esta corriente nos encontramos con nombres tales como E. Aguayo, S. Aguirre, L. Álvarez Colín, F. Arenas-Dolz, S. Arriarán, S. J. Castro, N. Conde Gaxiola, J. Esteban ortega, d. e. garcía gonzález, c. gordillo Pech, c. olvera romero, l. otero león, l. e. Primero rivas, s. reding Blase, a. salcedo aquino, J. torre rangel entre muchos otros. La comprensión analógica nos permite mover nuestra relexión entre diversos terrenos buscando concordancias o conjugando el doble plano del que habla vicente igual: el de la identidad y el de la diferencia (vicente igual 1989). Por esta razón, dice este autor, el método analógico es el camino a través del que nuestro entendimiento será capaz de captar ambos niveles en una síntesis armónica, ordenada y equilibrada (vicente igual 1989: 32). En este sentido Vicente airma que el pensamiento y la actividad humana se han ido consolidando, habitualmente, sobre la oposición. de ahí que se haya enfrentado la razón y la experiencia, el concepto universal y las aprehensiones sensible diversiicadas, la totalidad y la diversidad, Dios y universo frente al ser humano, el Hombre y los hombres, la sociedad y los individuos, etc. en cambio, la analogía como método nos va a enseñar a pensar y a actuar en términos de armonía omnicompresiva (vicente igual 1989: 33). con esto queremos mostrar el método que vamos a emplear así como su contexto. es decir, queremos hacer ver que ni lo determinado ni lo equívoco es lo que solemos encontrar. al contrario, a menudo tenemos que caminar «entre dos aguas» y comprender que nuestro entorno no puede ser absolutizado; ya que eso nos puede conducir al fanatismo o a la opresión. asimismo, tampoco es conveniente relativizar nuestra interpretación de este mismo entorno desmenuzando nuestra elucidación en un conjunto tan amplio de posibilidades que no nos permita llegar a ninguna conclusión. 78 Juan r. coca ante esto, la analogía nos permite ir por una senda intermedia y no caer ni en un totalitarismo relexivo, ni en una disolución del pensamiento. LA ANALOGÍA antes de exponer en que consiste nuestra visión de la analogía tecnocientíica es imprescindible ver en que consiste la analogía. Para ello, nos basaremos, fundamentalmente, en el texto de mauricio Beuchot (2004) Hermenéutica, analogía y símbolo y en la obra de Beuchot y Arenas-Dolz (2009) Hermenéutica de la encrucijada. el término analogía proviene de la palabra griega analogía que, etimológicamente, se compone de la preposición aná, que signiica «según», y lógos, que es «razón» o «proporción». Por lo tanto, analogía quiere decir «según proporción». Por otro lado, analogía tiene el mismo signiicado que el concepto latino de proportio, que se compone del preijo pro, que signiica «según», y portio que signiica «porción» (Beuchot y Arenas-Dolz 2009). esta proporción, la analogía, puede diferenciarse —tal y como mostró tomás de vio (más conocido como cayetano) en el Tratado sobre la analogía de los nombres— en tres tipos distintos: la analogía de desigualdad, la analogía de atribución (o de proporción simple) y la analogía de proporcionalidad (o de proporción múltiple). la primera de los tres tipos de analogía, la de desigualdad, hace referencia a aquellas cosas que tienen un nombre común y cuyo concepto, de acuerdo con el signiicado de este nombre, es idéntico, aunque esté participado desigualmente por el signiicado (Cayetano 2005: 45). Los análogos de desigualdad mantienen una relación de proximidad al concepto que los engloba. es decir, supongamos que queremos comprender la analógica existente entre una roca, un virus y un animal, con respecto al concepto de ser vivo. esta analogía se establece en función del cumplimiento de los requisitos que entendemos que cumple todo ser vivo (los cuales han variado en el tiempo desde aristóteles a la actualidad). Por este motivo esta analogía es la más próxima al univocismo. ello es debido a que, la roca, el virus y el animal, o están vivos o no; aunque el virus se encuentra en una situación peculiar (no vamos a entrar en la discusión de si un virus es o no 79 la comPrensión de la tecnociencia un ser vivo, porque nos extenderíamos demasiado). no obstante, podemos entender, así, lo que nos permite ver esta analogía de desigualdad de la que estamos hablando. la segunda, la analogía de atribución, hace referencia a aquellas cosas que poseen un nombre común y cuyo concepto, en función del signiicado del mismo, es idéntico con respecto al término (cayetano 2005: 49). en esta segunda analogía, la razón o la noción signiicada por el nombre sirve de polo o término de relación con el cual los signiicados son diversos y guardan una jerarquía (Beuchot 2004a: 16). dicho de otro modo, el análogo principal está siempre en la noción de los otros, de tal manera que el nombre análogo no tiene un signiicado completamente común a todos los analogazos englobados por el mismo término (Beuchot 2004a: 17). cayetano pone el ejemplo de la palabra “sano”. este concepto es diferente si hablamos de un animal y de una persona. además, el analogado principal (sano) siempre está. es decir, tanto el animal como la persona estarán siempre —más o menos— sanos; la diferencia es que el concepto de sano en una persona es mucho más complejo que en una animal. el último de los tres tipos de analogía, la de proporcionalidad, es la analogía propiamente dicha. Pues bien, decimos que varias cosas son análogas proporcionalmente si tienen un nombre común y un concepto, de acuerdo con su signiicado, semejante proporcionalmente (Cayetano 2005: 59). Es decir, los analogados se uniican porque proporcionalmente tienen el mismo signiicado, como la vida corporal y la intuición intelectual son proporcionalmente lo mismo. Pero sólo proporcionalmente. esta analogía, asimismo, puede presentarse de dos modos: metafóricamente y proporcionalmente (cayetano 2005: 59). de tal manera que es posible diferenciar dos tipos de analogía: de proporcionalidad propia y proporcionalidad impropia o metafórica (Beuchot 2004a: 17). ambos subtipos no los desarrollaremos ya que consideramos que no es imprescindible hacerlo en esta ocasión. sólo destacaremos que la analogía de proporcionalidad propia es el modo más perfecto de analogía, ya que en ella el nombre común se dice de ambos analogados sin metáforas, y respetando proporcionalmente las diferencias de uno y otro (Beuchot 2004a: 17); por este motivo será la única que tomaremos en consideración. 80 Juan r. coca ANALOGÍA EPISTÉMICO-SOCIAL La actividad tecnocientíica no discurre por sendas diferentes a las del gran sistema social ya que la primera está inmersa en ese gran sistema generándose procesos de retroalimentación constantes. esto trae consigo que tanto las diversas sociedades productoras o consumidoras (en mayor o menor grado) de la tecnociencia como los productos generados por esta actividad vayan generando interpenetraciones constantes. este fenómeno de interrelación implica que los procesos de desarrollo de la sociedad inluyen el desarrollo de la tecnociencia y viceversa. uno de los mayores factores de construcción de la realidad social, los imaginarios sociales, tendrá gran importancia tecnocientíica, ya que esta misma actividad se ha ido convirtiendo, paulatinamente, en un imaginario social. al hablar de imaginario social, hacemos referencia a aquellos esquemas que nos van a permitir percibir algo como realidad. de tal manera que podremos ser capaces de explicar e intervenir operativamente en lo que en cada sistema social y en los subsistemas funcionalmente diferenciados generados en su interior se describa como realidad (Pintos 1995a, 1995b, 2001a, 2001b, 2003, 2004, 2005, 2006a, 2006b, 2007). en este contexto conviene recordar que las epistemologías tradicionales, en las que se involucra la tecnociencia en sentido clásico, han considerado que la percepción releja una realidad independiente del observador. De hecho, la mayor parte de las investigaciones tecnocientíicas se propusieron descubrir determinados hechos, adjudicándoles el caliicativo de objetivo. esta concepción objetivista de nuestra aproximación al conocimiento de la realidad se ha visto matizado por las recientes investigaciones en epistemología. en este sentido, las epistemologías actuales (o por lo menos las desarrolladas recientemente) consideran que el término descubrir supone la existencia de una realidad allí afuera, que debe apresarse a través de los sentidos y en ese acto convertirla en patrimonio de nuestro propio conocimiento (Ceberio y Watzlawick 1998: 74). Esta aprehensión sentiente, entonces, media nuestra intelección, al modo en el que habla Xavier Zubiri en su trilogía. no obstante, téngase presente que nuestra comprensión y nuestro conocimiento de lo real está mediado por la concepción social que se produzca en cada momento histórico. de hecho, de acuerdo con mead (1932) 81 la comPrensión de la tecnociencia una comunidad controla la conducta de sus miembros a través del lenguaje y conigurando la conciencia de la comunidad, así como condicionando la comunicación intersubjetiva. Por lo tanto, la interacción es, para mead, donde se van a asentar los símbolos y los signiicados. Berger y Luckman (1983), en su Construcción social de la realidad, mantienen la diferenciación entre subjetivo y objetivo, pero identiican ambos procesos con los de individuación y socialización. Por lo tanto, la objetivación de las subjetividades se desarrolla a partir de la institucionalización. en un sentido similar se expresa Helen longino (1993) quien considera que el sujeto epistémico es la comunidad de agentes tecnocientíicos y no el individuo aislado. con esto no se piense que estamos abogando por un relativismo epistémico exacerbado, lo que se airma es que el hecho de que estemos inmersos en una determinada sociedad hace que entendamos la realidad de una determinada manera. llegado a este punto podemos poner de ejemplo ciertas concepciones feministas que comienza a tener cierto peso actualmente. en éstas corrientes, tal y como dice Pérez sedeño (2008) el sujeto cognoscentes está situado. es decir, los sujetos epistémicos llevan a cabo su actividad cognoscitiva en un tiempo y en un lugar. de ahí que las epistemologías feministas consideran que la localización social del agente cognoscente afecta a qué y cómo se conoce (Pérez sedeño, 2008: 170). con lo dicho queremos colocarnos en una situación relativamente próxima a la propuesta de Latour y Woolgar, quienes airman que la actividad tecnocientíica supone confrontar y tratar el desorden completo. Ante ello, la solución adoptada por los tecnocientíicos consiste en desarrollar diversos marcos mediante los que se reduce el ruido de fondo, es decir la complejidad en sentido luhmaniano, y contra los cuales se presenta una señal en apariencia coherente (latour y Woolgar 1995: 46). de esta manera se va a ir conigurando la actividad cientíica. No obstante, dentro de esta actividad no podemos olvidarnos del inlujo bidireccional entre la tecnociencia y el contexto personal y social. Pues bien, tanto el sistema personal como toda sociedad productora de tecnociencia, mantiene una relación de presión, dirección y control del sistema tecnocientíico. De tal manera que, por un lado, la sociedad establece 82 Juan r. coca cierta regulación y direccionalidad sobre el gobierno de una determinada región para que éste realice inversiones en un tipo de investigación concreto. en segundo lugar, nuestras inquietudes personales y las características ópticas de éste mismo sistema, pueden modiicar y condicionar algunos aspectos de la investigación y de los productos del sistema tecnocientíico. en tercer lugar, el subsistema político también va a condicionar el desarrollo de la actividad tecnocientíico ya que los intereses partidistas van a hacer que determinadas líneas de investigación, considerada más atractiva que otras por su electorado, se vean apoyadas y favorecidas en función del partido que ostente el poder. en función de esto el gobierno irá apoyando inancieramente unos proyectos de investigación, mientras que otros saldrán más perjudicados. Por otro lado, existen otros subsistemas —el económico, el religioso, el educativo, el judicial, etc.— del gran sistema social que modiican y condicionan el desarrollo de la tecnociencia. estos condicionamientos tienen su origen en los anhelos que van elaborando la colectividad, la cultura, etc. Por eso, los imaginarios sociales se maniiestan en los símbolos y en los mitos. De tal manera que, como hemos visto, el imaginario colectivo nos inventa, nos redeine y nos reconstruye ya que aporta el sentido, la esperanza e, incluso, la violencia que conigura el entorno social (Beuchot 2008: 92) Resumiendo, la actividad tecnocientíica —como imaginario social que es— permite que una sociedad perciba como realidad las posibilidades operativas que dicha actividad desarrolla, aunque éstas se encuentren muy poco perfeccionadas. de esta manera, cada sociedad en función de sus necesidades y de la percepción de los imaginarios tecnocientíicos tendrá necesidades diferentes a otras sociedades. se produce, por tanto, una variación de los criterios y de los objetivos de la investigación en función de la sociedad donde se esté llevando a cabo la actividad cientíica. Esta variabilidad nos permite hablar de una analogía tecnocientíica (imaginaria) respecto del lugar donde se lleva a cabo. es decir, podemos darnos cuenta de que existe un contexto común imaginario, gracias al cual somos capaces de establecer proporcionalidades entre las diferentes tecnociencias desarrolladas. Por lo tanto, esta semejanza o diferencia 83 la comPrensión de la tecnociencia proporcional o —mejor dicho— esta analogicidad, puede denominarse como analogía epistémico-social. Precisemos un poco más. La analogía epistémico-social que aquí se propone consiste en la búsqueda de la proporcionalidad de los siguientes extremos. En un lado estaría el localismo tecnocientíico, donde esta actividad —y los agentes tecnocientíicos— sólo se preocupa de conocer aquello que le afecta directamente y que le es cercano. en extremo contrario estaría en la investigación de problemas excesivamente amplio. dentro de estos enmarcaríamos las teorías del nacimiento de la galaxia, el conocimiento del genoma del arroz, etc. no obstante, esta actividad implica una intención de «mejora» tanto del propio ser humano como de su entorno. Pero dicha implementación está regida por una determinada comprensión del ser humano. cómo si no podríamos entender los continuos intentos de prolongar nuestra edad, el deseo de vivir sin patologías, las investigaciones para obtener productos alimenticios, etc. Pues bien, las investigaciones a las que hemos hecho mención a largo plazo son muy beneiciosas, ya que amplían nuestros horizontes de conocimiento. Pero la urgencia de la realidad actual demanda otra cosa. las necesidades humanas exigen que se establezcan proyectos de investigaciones analógicas, donde se busque una inalidad universal pero con aplicación local. De este modo se evitaría el equivocismo que pueda generar el imaginario tecnocientíico fraccionado por localismos y el univocismo de una actividad cientíica ontologizada7. ANALOGÍA RACIONAL la racionalidad es un concepto que ha tenido numerosas aplicaciones y relativas a diversos procesos: creencias, decisiones, elecciones, teorías, reglas, métodos, valores, objetivos, etcétera. además, como vimos antes, la razón tecnocientíica puede ser concebida como logos. decir que la tecnociencia es un logos es airmar que es una palabra cargada de sentido, 7 se hace referencia a la pretensión de suprimir la ontología y el conocimiento relacionado con ella, y suplantarlo por el conocimiento originado a partir de las tecnociencias, siendo esto un contrasentido ya que la verdad ontológica y la verdad lógica son inescindibles. 84 Juan r. coca relevante y autónoma, en la que “habla” el mundo pero que también se encuentra fuera de él (ladrière 2001: 535). Por ello, para ladrière, la razón tecnocientíica comporta en su propia estructura la posibilidad de que se produzca en ella un cierre radical (ladrière 2001: 538). No obstante, propuestas tan relevantes e inluyentes como la hermenéutica gadameriana desarrollada en su Verdad y método (1977) han ampliado notablemente ese cierre radical antedicho. el objetivo fundamental de la gran obra de Hans-Georg Gadamer, de manera resumida, consiste en mostrar que la experiencia de la verdad no termina en el saber desarrollado a través del método tecnocientíico. Por tanto, se produce un acercamiento a la verdad que está por encima del método, especialmente en ámbitos del saber humano: arte, historia y lenguaje. una propuesta similar a la gadameriana, aunque mucho más radical, la desarrolló feyerabend (1975) para quien no existe un conjunto de reglas o criterios metodológicos ijos e invariables que puedan servir de guía a los agentes tecnocientíicos en el desarrollo de su actividad. la explicación de esto se debe a que a raíz de un determinado saber se produce un discurso que, obviamente, pretende ser transmitido y comprendido por los miembros de una colectividad social. Para ello, ese discurso se ve en la obligación de apelar a determinadas referencias que son o puedan llegar a ser comunes al grupo social en cuestión. además, esta racionalidad socio-hermenéutica tiene que ver con la vida concreta de las personas que, a su vez, necesitan estar capacitados para interpretar y transmitir tales referencias (Pintos 1990: 91). Pues bien, tal y como hemos visto antes, la analogía nos permite desarrollar una racionalidad que se encuentre a caballo entre dos polos de pensamiento enfrentados: el unívoco y el relativo. ambos tipos de manera de presentar tienen ciertas diicultades epistémicas. La racionalidad unívoca implica un elevado monolitismo de los conceptos, leyes y teorías. de tal manera que —a la hora de plantearse los problemas limítrofes— no permite una movilidad cognoscitiva suicientemente amplia, por lo que (en este caso) la discusión se pierde en un problema de inclusión del problema epistémico en un ámbito u otro, para así obtener alguna solución. en cambio, respecto al relativismo también es importante notar que posiciones gnoseológicas 85 la comPrensión de la tecnociencia de este tipo diluyen el saber humano. este tipo de pensamiento dispersa el discurso, ya que todo está en función del prisma de análisis empleado. intentando evitar estos problemas, la analogía es un tipo de racionalidad abierta y a la vez rigurosa, que no se cierra en un único enfoque y en una única verdad, de manera reduccionista. no obstante, esta razón tampoco se abre indeinidamente a cualquier enfoque y a demasiadas verdades, sino que reconoce un límite para las verdades y los enfoques. de hecho, si se pasara ese límite se puede dar lugar a lo falso y a lo erróneo (salcedo aquino 2004). es decir, se busca un punto de encuentro entre los diferentes aspectos del conocimiento: ética, teología, ciencia, pedagogía, etc. esta segunda analogía —la racional— tiene una enorme importancia en la consecución de una sociedad más personal. sobre todo porque permite dar pasos hacia el desarrollo íntegro del saber humana, ya que no se ponen trabas al conocimiento metafísico o ético. al contrario, la referencia de sentido necesaria para que la razón sea asumida y transmitida implica que los diversos tipos de racionalidad converjan y caminen juntas a través de una racionalidad sapiencial incluyente no totalitaria. Por lo tanto, la analogía racional que estamos mencionando se encuentra entre dos polos. En uno estaría el cientiicismo, donde sólo el pensamiento cientíico sería el válido. Este positivismo supone el grave inconveniente de la pérdida de sentido vital, ya que implica que la actuación estaría regida por criterios empíricos. se dejaría de lado, entonces, nuestra intencionalidad volitiva. en el polo opuesto nos encontraríamos con la postura defendida, entre otros, por el ePor (Empirical Program of Relativism), donde se llega a airmar que lo que necesitamos es una incertidumbre radical acerca de cómo se conocen las cosas de nuestro entorno (collins 1996: 54). Próximos a estos planteamientos se encuentran algunos constructivistas como latour y Woolgar, quienes llegan también a adoptar posturas muy relativistas. Para evitar esto se propone la analogía racional como solución. gracia a ella se busca establecer acercamientos proporcionales entre los polos epistémicos antedichos, aunque también se pretende seguir manteniendo las diferencias que posibiliten seguir siendo independientes unas de otras. Por ello, la propuesta analógica coincide, en cierto modo, con la desarrollada 86 Juan r. coca por Andrés Ortiz-Osés. De hecho, la racionalidad afectiva de la que habla Ortiz-Osés (2000) se reclama del alma —la razón anímica— siendo (a) morosa o humana y no atrapadora o meramente animal, acogedora y no simplemente cogedora. Por lo tanto, la analogía racional adopta el dato factual pero no lo lleva a un nivel metafísico tal que totaliza las conclusiones obtenidas a partir de él. Además, este tipo de analogía tecnocientíica asume la existencia de un componente sentiente como aspecto fundamental de la racionalidad. de ahí que el componente referencial afectivo es el factor principal de esta razón analógica, afectiva e incluso sentiente. ANALOGÍA RELACIONAL el tercer tipo de analogía que se ha mencionado es la analogía relacional. esta relacionalidad analógica está vinculada con el hecho de que en África, Asia y América latina se articulan los saberes tradicionales con el conocimiento tecnocientíico. En cambio, la situación global es mucho más compleja que las imaginadas por las teleologías «progresistas» de la historia. la actual modernización de los países «orientales» ha acercado sus instituciones y combinación de saberes al esquema occidental sin prescindir de su herencia histórica. en cambio, en los países latinoamericanos con amplia población indígena la medicina tradicional, sus prácticas artesanales y sus formas de organización del conocimiento cohabitan con las tecnociencias (garcía canclini 2004: 183). con lo dicho podemos ver que en cada cultura hay un entorno social y cultural diferente que inluenciará al desarrollo tecnocientíico a nivel epistémico y racional. Por ello —y desde una concepción analógica— para conjugar la analogía epistémico-social y la racional necesitamos de un lugar de convergencia, una zona de entendimiento y relación. esta es la razón de ser de esta analogía relacional que implica la necesidad de establecer lugares comunes internacionalmente; es decir conigurar zonas de relación interestatales. Por esta razón, también es factible hablar de una analogía intercultural; siempre y cuando esta interculturalidad se enmarque dentro de un contexto comunitario y, por supuesto, personalista (coca 2004 y 2005). 87 la comPrensión de la tecnociencia este tipo de analogía, como las demás, se sitúa entre dos extremos y los vincula. en un lado nos encontramos con una especie de sistema colonial, donde la concepción «occidental» del desarrollo tecnocientíico es extendida al resto de la humanidad como la única posible. en ella se produce un monólogo: el del yo-occidental (coca 2004). dicha concepción ha elevado a lo fáctico al nivel de la verdad, tanto que ha provocado una excesiva rigidez en el conocimiento tecnocientíico. Esta monologización tecnocientíica ha alcanzado su plenitud en el llamado círculo de viena y en sus aledaños intelectuales. los miembros de esta corriente establecieron la distinción entre los aspectos teóricos y los observacionales. en esta diferenciación no tiene cabida ningún aspecto metafísico lo que hizo que fuese necesario establecer nodos de relación entre el ámbito teórico y el observacional: reglas de correspondencia (carnap y nagel), deiniciones coordinadas (reichenbach), enunciados interpretativos (Hempel), diccionario (ramsey) o deiniciones operacionales (Bridgman). este neopositivismo ha presentado una especial atención al lenguaje y airma que sólo la tecnociencia es el único saber que habla con legitimidad y sentido acerca de lo real. según este círculo la actividad tecnocientíica tiene como función la de generar un determinado lenguaje que será referencial y que consista en el único discurso verdadero. El problema que nos encontramos aquí es el de airmar que nuestras percepciones individuales no están cargadas de elementos teóricos que permiten la interpretación de las mismas. de hecho, los datos actuales que tenemos a nivel neuroisiológico no nos permiten airmar, tal y como hacían los griegos, que seamos capaces de percibir “realidades” de un mundo distinto al nuestro. algo semejante puede decirse respecto a la distinción teórico/observacional. nuestra observación no va a escindirse de nuestros procesos intelectivos, de tal manera que toda percepción implica intelección y toda intelección está conigurada en función de una determinada hermenéutica del mundo, basada en determinadas teorías y construcciones sociales. Por este motivo, y como reacción a concepciones como la neopositivista, feyerabend en su Against Method (1975) expone que la idea de un determinado método que contenga principios firmes, inalterables y absolutamente obligatorios que rijan el quehacer tecnocientíico tropieza 88 Juan r. coca con diicultades considerables al ser confrontadas con los resultados de la investigación histórica (feyerabend 1975: 7). no obstante, las consideraciones feyerabendianas apuestan por una metodología anarquista en la que el progreso tecnocientíico implique una libertad metodológica completa en la que la pluralidad de opinión sea el único método compatible con una perspectiva humanista. el planteamiento de feyerabend puede interpretarse desde una perspectiva profundamente relativista o desde un prisma moderado y, en cierto modo, relativamente relativo. a este respecto, consideramos que un relativismo exacerbado no nos lleva a ninguna parte puesto que este relativismo consiste en una especie de conversación en la que todos hablan a la vez. en este lado no hay apenas entendimiento —si lo hay— ya que no se produce un diálogo. en el punto medio entre estos dos polos está la analogía relacional. en ella se permite el desarrollo del sujeto analógico del que hablaba Beuchot en su Antropología ilosóica (2004b). dicho de otro modo, la analogía relacional busca poner en comunicación las partes intelectiva y volitiva de las diferentes sociedades, posibilitando así el diálogo entre ellas. no obstante, esta relación no puede ser de cualquier manera; lo ideal (desde nuestro punto de vista) es que sea una relación personal. Para contextualizar el tipo de relación que hemos mencionado, es conveniente mostrar una clasiicación de los diversos tipos existentes. Dicha clasiicación se encuentra en el trabajo Para ser persona del profesor Xosé manuel domínguez Prieto. dicho ensayo, aunque está concebido desde el ámbito de lo interpersonal, creemos posible aplicarlo a un contexto interestatal. este autor muestra tres tipos de relación: 1. Utilización mutua . las relaciones se enmarcan dentro de un utilitarismo sin medida, donde unos se aprovechan de los otros y donde las relaciones se basen en los intereses particulares. ejemplo claro de esto es la venta de armas de unos estados a otros, a cambio de la expoliación de algún recurso natural. en este tipo de relación o bien no se establece ningún tipo de beneicio global, o bien éste es impersonal. 2. Relación parasitaria. en este tipo de relación los estados con mayor poder se limitan a expoliar, controlar y neo-colonizar los recursos naturales, personales, culturales, etcétera del otro. mientras tanto, 89 la comPrensión de la tecnociencia éste último se limita a permanecer en estado de permanente donación libre, si considera que debe estar cerca del sol que más calienta, u obligadamente. 3. Relación personal. en ella los estados intentan ponerse uno en el punto de vista del otro buscando corcondancias. a su vez este tipo de relación puede traer consigo, por un lado, la asimilación de un estado por otro o bien el desarrollo de ambos. esto último es lo más apropiado y será en este tipo de relación donde cada estado individual pierda parte de su individualidad a favor de un diálogo común. esta relación es la que subyace en la analogía relacional. la cual, a su vez, abre el camino a los otros tipos de analogía. dicho de otro modo, si un estado dialoga con otro, favorece un desarrollo cientíico análogo, es decir no imperialista. EL ORDEN ANALÓGICO además de existir los tres tipos de analogía y de apostar por el mantenimiento de las distinciones, la analogía implica cierta ordenación y, por tanto, aplicar el método analógico trae consigo establecer también un orden, aunque un orden relativo, proporcional y analógico. dicha ordenación se produce en dos sentidos: uno vertical y otro horizontal. en sentido horizontal podemos percatarnos de la proporcionalidad existente entre los distintos tipos analógicos expuestos. este sentido conigura un plano de proporcionalidades entre las posturas más cientiicistas y las más anticientíicas. Este plano contiene a las investigaciones y concepciones más inmediatas: la sociología, la ilología, la ingeniería, la matemática, el arte… y tiene que ver también con la reunión de las dos culturas de las que hablaba c. P. snow. en sentido vertical, en cambio, vemos la relación entre las ciencias y la persona, entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo inmediato y lo permanente… Es decir este sentido intenta uniicar el plano horizontal (el de lo inmediato) con lo metafísico (lo permanente). en este plano metafísico no se hace referencia exclusiva al plano religioso —aunque tampoco lo 90 Juan r. coca excluye—, en él situamos a la justicia, la ética, la libertad, la verdad (si existe), etc. En deinitiva la persona. uno y otro sentido, horizontal y vertical, nos muestran la existencia de dos planos de ordenación. Planos que se sitúan en función de la importancia que tienen uno respecto al otro. Planos que, gracias a la analogía, podemos entreverar posibilitando así una coniguración más personal de toda actividad humana. ello, como veremos inmediatamente, tiene una gran importancia a la hora de poder establecer unos criterios irmes para una coniguración más humanitaria de la ciencia. lo cual es imprescindible al contemplar como se encuentra la humanidad en el mundo. LA POSIBILIDAD DEL HUMANITARISMO TECNOCIENTÍFICO con lo que hemos dicho uno puede darse cuenta que se quiere defender una consideración del conocimiento tecnocientíico dentro de una visión integradora epistémica. lo cual no quiere decir que se esté rechazando o menospreciando esta actividad, sino —como expone ildefonso murillo— adoptando una actitud acogedora y afectiva que integre la tecnociencia y la fundamente, le coniera sentido. En este sentido, no faltan modelos de esa actitud en el panorama del pensamiento desarrollado en los últimos cincuenta años. Podemos recordar las obras de gadamer, apel, ricoeur, Zubiri y de la mayoría de los ilósofos personalistas (Murillo 2005). murillo desarrolla uno de los avances más interesantes hacia un personalismo tecnocientíico, atribuyendo a la ética personalista una autonomía respecto de la tecnociencia, sin que ello implique incomunicación. en este sentido, esta autonomía no bloquea la posibilidad de un diálogo entre tecnociencia y ética personalista. de la misma manera, la tecnociencia y la fe cristiana son autónomas una respecto de la otra, pero ambas se pueden fecundar entre sí, pueden entrar en diálogo desde una ilosofía sapiencial (murillo 2005: 59). Esta perspectiva integradora implica que la actividad tecnocientíica no puede ser desgajada de las otras actividades personales. Por este motivo, puede dar la sensación inicial de que esta concepción es más restrictiva que una visión liberal. Pero las cosas no son así. al plantearnos una visión 91 la comPrensión de la tecnociencia utópica como ésta estamos buscando llegar a un horizonte más personal y comunitario; es decir nos situamos dentro del personalismo comunitario (que no personalismo “a secas”). esta corriente de pensamiento, como vimos en el capítulo anterior, coloca en el centro de toda relexión a las personas empobrecidas del mundo, y mira hacia la utopía removiendo las estructuras sociales. 92 LA HERMENÉUTICA ANALÓGICA COMO ASIDERO PARA LA ACTIVIDAD TECNOCIENTÍFICA la comPrensión de la tecnociencia la hermenéutica tiene como objeto al texto, lo que implica que todo lo que ésta considera lo hará como tal. es decir, la hermenéutica se enfrenta a aquello que es tratado como un texto, por lo que el objetivo o inalidad del acto interpretativo es la comprensión del mismo. Para llegar a comprender dicho texto, es preciso contextualizarlo para así poder conocer la intencionalidad de su autor. la intención del presente capítulo es la de conocer lo que la hermenéutica puede ofrecer a las ciencias factuales o tecnociencias. Partiremos del hecho de que el sistema o subsistema tecnocientíico ha desarrollado un tipo de hermenéutica de los otros sistemas (social, natural y psíquico) que ha obligado a éstos a aproximarse al conocimiento desplegado por dicho sistema. Ello es debido a que la actividad tecnocientíica ha adquirido una importancia tan relevante a nivel interpretativo que, como vimos antes, se ha transformado ella misma en un gran contexto imaginario que condiciona, a su vez, el desarrollo de la relación entre los tres sistemas principales antedichos con el subsistema tecnocientíico como generador de una hermenéutica particular; ocupando, este último, un lugar predominante frente a los otros sistemas. Dicha hermenéutica aparece relejada en los frutos de la actividad cientíica: valores internos, teorías, paradigmas, etc. el tipo de interpretación que nos ofrece la tecnociencia, se basa, según Patrick A. Heelan en el objeto experimental. Dicho de otro modo, este autor airma que el objeto experimental percibido, tiene para los investigadores un horizonte externo, un “lugar” histórico en el mundo (Heelan: 1989). es decir, los objetivos de las investigaciones experimentales del subsistema tecnocientíico son los de generar nuevas tradiciones de percepción, en las cuales los objetos tecnocientíicos experimentales son dados como objetos perceptuales naturalizados (Heelan: 1989). la propuesta de Heelan nos recuerda enormemente a la de Kuhn aunque el primero parte de una perspectiva fenomenológica y no histórica como el segundo. entendiendo por mundo la diferencia existente entre un sistema y su entorno, el subsistema tecnocientíico —relacionando a Luhmann con Heelan— va a interpretar el objeto experimentado y lo va a localizar dentro del entorno de los sistemas psíquico, social y natural. dicho entorno es 94 Juan r. coca un límite sistémico, es la región donde contactan los principales sistemas existentes. de esta manera, hemos puesto la primera piedra para dar al traste con la consabida guerra de las ciencias. de hecho, si la tecnociencia genera tradiciones de percepción o paradigmas, como decía Kuhn, podemos airmar que el subsistema tecnocientíico está inmerso dentro del sistema social y se interpenetra con el sistema psíquico (la persona). Por este motivo, los agentes tecnocientíicos van interpretando su entorno viéndose afectados por numerosos aspectos extratecnocientíicos. Puede airmarse que, al in y al cabo, estos paradigmas epistémicos son absolutamente impermeables a los otros subsistemas o sistemas, pero resulta verdaderamente complicado pensar que un subsistema cualquiera pueda estar aislado completamente del resto. mauricio Beuchot es consciente (Beuchot 1999: 14) que a lo largo de la modernidad se dejó de lado la razón ética, la cual no era mera razón, sino que era razón animada por la intención de hacer el bien, originándose la llamada razón instrumental y el denominado paradigma totalitario. esta razón, enmarcada en ese paradigma, provocó que los postmodernos viesen con recelo la razón y procurasen vincularla (y a veces suplirla por) otras dimensiones del ser humano: la pasión, el deseo, la voluntad de poder, etc. (Beuchot 1999: 14). alguno de los racionalismos propios de la modernidad, sentaron las bases del posterior empirismo humeano que abrió las puertas al neopositivismo y a la epistemología analítica más reciente. en este contexto se originó la razón tecnocientíica entendida como la Verdad, es decir el posicionamiento tecnocientíico unívoco denominado por Santos como paradigma totalitario. en dicho posicionamiento nos encontraremos de una manera más o menos «agresiva» a Carnap, Popper, Kuhn, Lakatos, Laudan, etc. Esta racionalidad univocista Beuchot la tilda de textualista o literalista (Beuchot 2003: 105). En este sentido podemos airmar que propuestas tan relevantes como el racionalismo crítico popperiano, los paradigmas kuhnianos, etc. terminan todos con la airmación de que la tecnociencia muestra una verdad que está por encima de las otras. algo que no deja de ser un univocismo más o menos destacado. 95 la comPrensión de la tecnociencia Ante los planteamientos racionalistas, modernos y tecnocientíicamente totalitarios, los postmodernos han querido vincular o suprimir la razón a las demás dimensiones humanas. lo que sucede, es que esta propuesta se sitúa en el polo opuesto y muestra una fuerte tendencia al relativismo y a la fragmentación del conocimiento. en este lugar nos encontraremos con vattimo, con feyerabend o con lyotard. esta postura relativista en extremo, Beuchot la denomina contextualista o alegorista (Beuchot 2003: 105) y habla de ella diciendo que éstos tienen conciencia del contexto, de que toda argumentación se da contextuada y no en el vacío. no obstante, exageran al declarar que toda persuasión o, si se preiere, toda aceptación de verdades y de valores, es relativa a formas de vida o culturas completamente distintas, la mayoría de las veces contrarias y hasta con la posibilidad de ser contradictorias. Por esto para los postmodernistas no hay verdades ni valores universales, sólo particulares, que no pueden aspirar a universalizarse más que por la violencia (Beuchot 2003: 105). La ilosofía univocista, analítica y positivista ha tenido gran calado lo que ha generado diversidad de planteamientos un tanto diferentes dentro de ella. mauricio Beuchot establece dos grupos en función de su foco de atención. A unos los denomina ijistas o sincrónicos ya que sólo están preocupados por la estructura intrínseca de lo que venimos denominando tecnociencia y dentro de ellos enmarca a Popper, nagel, Hempel y Bunge. mientras que a otros los llama evolutivos o diacrónicos y podemos localizar ahí a Kuhn, Lakatos o Laudan, entre otros (Beuchot 2000: 154). Pues bien, los ijistas buscan obtener veriicaciones directas y positivas de las teorías tecnocientíicas, pero ante un número de diicultades tan elevado prefieren actuar indirectamente a través de la negación. en cambio, los diacrónicos ven las teorías tecnocientíicas como paradigmas inverificables empíricamente. la posición diacrónica, pasa por un planteamiento sociológico pero termina, según Beuchot, en la mera historia de la tecnociencia (Beuchot 2000: 156). Ante ambas posturas, nuestro ilósofo considera que hay un punto intermedio adoptado por algunos estructuralistas como stegmüller y moulines. de hecho, el último expone que existen muchas clases de teorías interpretativas sobre la realidad. en este sentido, hay interpretaciones 96 Juan r. coca mitológicas, metafísicas, ideológicas. además, también existen interpretaciones tecnocientíicas. El grueso de las tecnociencias, ya sean naturales o sociales, consiste en teorías interpretativas que son objetos culturales producidos por ciertas personas en ciertos contextos sociales y culturales en determinadas épocas. estos objetos culturales, para moulines, son el objeto de estudio teórico de teorías interpretativas del segundo orden como la ilosofía (Moulines 1995: 113). no vamos a entrar a analizar el programa estructuralista, pero es preciso destacar que dicho planteamiento, como airma Javier Echeverría (1999), ha mantenido buena parte del espíritu lógico-analítico propio de la concepción heredada. lo dicho lo consideraremos como un rasgo de cierto grado de univocidad. aún así, la postura de ulises moulines tiene el acierto de ahondar en una tecnociencia hermenéutica, algo que obviamente supone un paso adelante para los planteamientos lógico-analíticos. No obstante, y pese a esta innovación, la propuesta moulinesiana es un tanto insuiciente. Por ello, recurriremos a la hermenéutica analógica y la vincularemos con la tecnociencia aportando una nueva manera de entender el subsistema objeto de nuestro estudio. LA HERMENÉUTICA ANALÓGICA Y SU VINCULACIÓN CON EL SISTEMA TECNOCIENTÍFICO “la analogía se coloca entre la univocidad y la equivocidad, aunque en ella predomina esta última, a saber, la diferencia. Por eso, una hermenéutica analógica, tal como yo la entiendo, intenta evitar el univocismo de los cientiicismos o positivismos, al igual que el equivocismo que se nota en muchos de los propugnadores de la postmodernidad. dará un equilibrio y una mediación, por la proporcionalidad que la misma analogía implica. es una hermenéutica que usa como modelo de interpretación la analogía” (Beuchot 2000: 38). la analogía se encuentra entre lo mítico y lo lógico, por tanto la analogía se identiica con el lenguaje dia-lógico, al mediar entre el lenguaje mitológico y el lógico (Beuchot 2005). téngase presente que el mito es parte fundamental 97 la comPrensión de la tecnociencia de la religión y el arte; el diálogo, en cambio es propio de la hermenéutica y la ilosofía, mientras que el logos, es el aspecto fundamental de los saberes formales (Beuchot 2005: 218). Por esta razón, la analogía nos permite dilucidar un camino de diálogo, y por tanto equitativo y plural, entre los diversos sistemas existentes. este camino se va a llevar a cabo ya que la analogía está muy vinculada al concepto de límite, de tal manera que sólo una hermenéutica analógica podría darnos el apoyo necesario para poder vincular el sistema tecnocientíico, y su actividad, con los demás sistemas. en todo lo dicho, tenemos que tener presente que la actividad tecnocientíica no se limita a ser una actividad gnoseológica, es una actividad fundamentalmente transformadora que, por esta razón, tiene grandes implicaciones antropológicas. ello es debido a que el pensamiento humano se ha caracterizado tanto por distinguir y deinir los objetos, como por establecer relaciones entre los mismos (martínez montoya 2005: 276). dicho de otro modo, el conocimiento humano va a desarrollar un tipo de clasiicación de lo real conigurándolo como realidad. Por lo tanto, la manera de clasiicar lo real va a hacer que la actividad de la tecnociencia sea de un modo u otro. Esto puede ejempliicarse si nos retrotraemos a la historia del pensamiento humano y vemos cómo se ha ido desarrollando la misma en función de la manera de clasiicar lo real y, también, a nosotros mismos. en este contexto, podemos enmarcar la transformación de paradigma que se está desarrollando en la actividad tecnocientíica, pasando de un paradigma totalitario al paradigma emergente del que habla Boaventura de Sousa Santos. Este segundo paradigma, airma, por un lado, de que el caos tiene que ser reivindicado como forma de saber y no de ignorancia, lo que implica la necesidad de construir mecanismos de gestión del mismo. de tal manera que, debido al hecho de que —según la teoría del caos— las causas no ocurren en la misma escala de sus efectos, no podemos controlar los efectos que una actividad produzca ya que, como dice santos el control de las causas es absolutamente precario (santos 2003: 88). de este modo, sigue diciendo, las teorías del caos contribuyen a elucidar el modo como la ciencia moderna, transformada en recurso tecnológico, llevó a sus extremos la discrepancia entre la capacidad de acción (control de las causas) y la capacidad de previsión (control de las consecuencias). Por lo tanto, y transformándolo en máxima de la acción social y política, el caos 98 Juan r. coca nos incita a sospechar de la capacidad de la acción y, al mismo tiempo, a cuestionar la idea de la transparencia entre la causa y el efecto. es decir, la permanencia factual del caos nos invita a un conocimiento prudente (santos 2003: 88). Por otro lado, ese conocimiento prudente conecta de pleno con la hermenéutica analógica y, a nuestro juicio, de una manera un tanto más lejana con la ciencia posnormal de funtowicz y ravetz (1990) ya que se mantiene un posicionamiento proporcional y prudente. en nuestro caso, nos centraremos en la hermenéutica analógica al considerar que tiene mayores posibilidades que la ciencia posnormal, no obstante, debemos reconocer el interés que esta última suscita. Pues bien, la hermenéutica analógica nos ha ayudado a esbozar un enfoque en política cientíica (Coca, 2005a), en educación cientíica (Coca, 2007a) y en el desarrollo de la misma (Coca, 2005b y 2007b) puesto que ésta respeta la diferencia, aceptando lo particular, sin dejar de lado lo universal; es por tanto una apuesta por la prudencia. Por esto último, Mauricio Beuchot airma que frente al múltiple desencanto que observamos en la actualidad, creo que hay que volver a pensar los problemas. Es decir, las diicultades con las que nos vamos encontrando no podemos tirarlas a la basura ni jugar a dar respuestas absolutas, sino buscar otra manera distinta de establecerlas y de contestarlas. ni un extremo ni otro, sino una propuesta intermedia. una propuesta hermenéutica y además prudencial o de fronesis, la cual es eminentemente analógica (Beuchot 2001: 210). vemos, entonces, el enlace prudencial existente entre el planteamiento santosiano y beuchotiano. este planteamiento prudencial permite, a nivel tecnocientíico, un mejor control de esta actividad al abogar por una profunda interpenetración entre el subsistema tecnocientíico y los demás sistemas, con especial atención del sistema social y psíquico. de hecho, un subsistema tecnocientíico más prudente no podrá elaborar una actividad neutral e independiente, tal y como airmaba el positivismo. Al contrario, la actividad generada será percibida como parte un subsistema constituido por interacciones con otros sistemas o subsistemas, y vinculada con otras actividades como la ética, la teología, la política, etc. estas interpenetraciones construirán la estructura tecnocientíica a dos niveles. Por 99 la comPrensión de la tecnociencia un lado nos encontraríamos con un nivel netamente tecnocientíico y, por otro, con un nivel personal (coca, 2005b). de este modo, se construye un subsistema tecnocientíico “relativamente relativo”, es decir, un relativismo tecnocientíico limitado. es preciso repetir que el positivismo se sitúa en el polo unívoco y la desconstrucción postmoderna en el polo equívoco. La re-construcción beuchotiana en cambio consiste en un giro analógico centrado en la retórica. Ante la desconianza de la verdad lógica o necesaria, esto es, de la racionalidad analítica, se ha notado un sesgo muy marcado hacia la verdad sólo plausible, esto es, la racionalidad tópica, tanto dialéctica como retórica (y a veces hasta poética). Pero se ha caminado por esta senda con mucho extremismo, y hace falta volver a centrar o equilibrar la razón. más allá de la lógica de la univocidad, está la de la analogía, en la dialéctica y la retórica. en lugar de quedarse en la negación o disolución de los contrarios, une y sitúa las opiniones o tesis contrarias unas respecto de las otras (Beuchot 2004: 132). esta relevancia hacia la retórica conlleva una antropología, una concepción del ser humano como sujeto y objeto de lo razonable así como de lo emotivo, de lo imaginario, de lo dialógico e incluso de lo poético. volvemos a ver aquí cierta vinculación entre el posicionamiento beuchotiano y el santosiano. este último habla de la ecología de saberes en la que se hace referencia una comprensión más profunda de las posibilidades humanas en la que se privilegia la fuerza interior (santos, 2007). además, la ecología de saberes quiere romper con el pensamiento abisal en el cual, el otro que está del otro lado de la línea desaparece como realidad, se torna inexistente. en este sentido, la naturaleza propia de la ecología de saberes es la de constituirse a través de preguntas constantes y respuestas incompletas. asumir entonces ésta es ser conscientes de donde reside el conocimiento prudente o analógico. la ecología de saberes, por tanto, nos capacita para una visión más abarcante tanto de aquello que conocemos, como de lo que desconocemos, y también nos previene para que aquello que no sepamos lo percibamos como ignorancia nuestra, no como ignorancia en general (santos 2007: 38). 100 Juan r. coca con lo expresado por Boaventura de sousa santos y por mauricio Beuchot vemos como es posible transformar nuestra visión del saber humano desde una perspectiva más humilde y prudente. la ecología de saberes, al igual que la hermenéutica analógica, buscan construir una actividad tecnocientíica más prudencial, intregacionista o amplia. téngase en cuenta que la propuesta de ferrater, pese a tener convergencias con las antedichas, se distancia mucho de ellas ya que este pensador rechaza cualquier aproximación metafísica. la racionalidad analógica es consciente que el conocimiento se lleva a cabo en una comunidad epistémica (entendida ésta como sujeto epistémico), en una tradición, en un paradigma, etc. Pero es posible traspasar dichos límites y llegar a la universalización a través del diálogo (Beuchot 2001: 212). a su vez, la hermenéutica analógica parte de un presupuesto de humildad fundamental. ello implica que el mundo no es el lugar para la mera satisfacción de las necesidades humanas, el mundo es dado al ser humano y éste sólo es capaz de capta la referencia cuando se dona al propio mundo, cuando lo obedece, lo respeta y se compromete con el (Beuchot 2001: 214). Por lo tanto, el espíritu transformador de la tecnociencia está limitado dialógicamente por la ontología que abre esta hermenéutica analógica. Dicho de otro modo y para inalizar: “es hora de intentar roturar lo ya dado, de crear, si es preciso, el ámbito de nuestro propio pensamiento. si no cabe en moldes estrechos, ensancharlos lo que sea necesario; pero sin que se pierda la racionalidad misma que intentamos reconstituir, restablecer. Por eso se presenta como viable e indicado el camino de remover y recuperara la simbolicidad que anima el fondo de nuestra razón; despertar la racionalidad simbólica, que pueda hacer de nuestra razón algo no meramente instrumental, sino donador de sentido, de signiicatividad. Una racionalidad simbólica que recupere los dos lados del símbolo: la metonimia y la metáfora. La primera para no perder la cientiicidad; la segunda, para no perder la poesía. con ello veremos resurgir la razón, pero una razón distinta, que conjunte en un límite analógico la captación del ser y la alegría del sentido. Que lo haga en verdad acontecimiento signiicativo, que es el único que puede decirle algo al hombre” (Beuchot 2001: 217). 101 HACIA UNA FILOSOFÍA SAPIENCIAL DE LA TECNOCIENCIA la comPrensión de la tecnociencia son muchas las razones que a lo largo de los últimos años han hecho que dudemos de las capacidades del progreso tecnocientíico. El desarrollo de la actividad tecnocientíica, trajo consigo que en los años 50-60 del siglo XX se produjese una pérdida generalizada de conianza en las instituciones cientíicas. Dicho descenso de conianza social pudo ser debida —digámoslo así— a la casi nula creencia en las instituciones políticas tradicionales, con su posterior aplicación a las tecnocientíicas. Es posible que también pueda ser debido a una crisis de legitimidad de los mecanismos tradicionales de representación. ello puede ser comprobado en la permanente puesta en cuestión de los diferentes proyectos tecnocientíicos: plantas industriales, avances genéticos, centrales nucleares, biotecnología, etc. Por ello es posible decir que se ha resquebrajado con razón la fe en el progreso tecnocientíico. No obstante, a éste no se le puede atribuir una seguridad intrínseca. La investigación tecnocientíica de la naturaleza y del hombre, dejada a sí misma, no puede asegurar el futuro… con esto no se quiere airmar que el sistema tecnocientíico hubiese agotado sus posibilidades, lo que se muestra es que el poder que aporta la actividad tecnocientífica pone en peligro al mismo ser humano. Pues bien, su multiplicidad, su contenido inabarcable por una persona y su limitación metodológica impiden erigirla en norma suprema del actuar humano, en orientación radical del futuro. de hecho, existe el peligro de la dispersión, de la parcialidad, de donde se sigue el riesgo de la desorientación y de una falta de control humano de la cultura (Murillo 1985: 46-47). las sociedades actuales —y todavía más si hablamos de las occidentales— son cada día más complejas y policontexturales. es decir, son como la unión de los hilos de un tejido, una contextura, gracias a los cuales se va a ir constituyendo el tejido social. Pues bien, esta contextura ha ido adquiriendo unos niveles de complejidad muy grandes debido a un proceso de diferenciación funcional de los sistemas sociales. Por esta razón, hablamos de policontexturas tal y como también hacía Niklas Luhmann. este fenómeno de policontexturalidad supone la necesidad de estar capacitado para moverse entre una gran diversificación funcional y conceptual, algo que —a nuestro juicio— la tecnociencia ha ido eliminando. 104 Juan r. coca El sistema tecnocientíico ha fomentado tanto la especialización que dio lugar a un tipo de conocimiento fragmentado y monolítico. no obstante, como nos muestra ildefonso murillo, la razón humana no se siente satisfecha dentro de los límites de las tecnociencias. la actividad tecnociencia ha nacido de un determinado uso de la razón humana, no son su única realización adecuada. como nos dice ortega y gasset: «no podemos alentar coninados en una zona de temas intermedios, secundarios. necesitamos una perspectiva íntegra, con primero y último plano, no un paisaje mutilado, no un horizonte al que se ha amputado la palpitación incitadora de las postreras lontananzas. sin puntos cardinales, nuestros pasos carecerían de orientación»8. la actividad y los contenidos de las tecnociencias necesitan el papel integrador de una ilosofía sapiencial (murillo 2000: 7). Para poder situar a la tecnociencia dentro de un marco policontextural tenemos que recuperar el sentido completo de la actividad tecnocientíica. de hecho, el sentido completo de la tecnociencia —y del conocimiento en general— donde lo que se hace es dar sentido a las cosas transformándose éstas en —según la terminología zubiriana— en cosas-sentido, sitúa en su justo término el ámbito de esta actividad. Hace referencia al mundo de lo plausible, a la renovación de la tecnociencia como disciplina hermenéutica, al tiempo que dirige nuestro conocimiento de la tecnociencia a la metaciencia. este hecho focaliza nuestra preocupación en el mundo de la hermenéutica del sentido, donde uniicamos los distintos aspectos gnoseológicos en un signiicado conjunto (Coca, 2007). Por esta razón, no es suiciente con apostar por un racionalismo complejo que integre los diferentes signiicados y signiicantes en una especie de amalgama. El sentido completo, transciende la mera amalgama de signiicados elementales o abstractos al conferirles signiicancia o relevancia antropológica (Ursua y Ortiz-Osés, 1982). Para ello, necesitamos ver la relación que la actividad tecnocientíica ha ido teniendo con los otros ámbitos del mundo personal: la religión, la ética, o el propio crecimiento personal. A tal in nos apoyaremos en los trabajos de ildefonso murillo quien, desde hace años lleva trabajando sobre esta temática desde una perspectiva sumamente interesante. no obstante, 8 murillo cita: ¿Qué es ilosofía?, lección iii, revista de occidente, madrid, 9ª ed. 1976, p. 68. 105 la comPrensión de la tecnociencia debemos advertir que adaptaremos su pensamiento a los nuestros por lo que tendremos que “pervertir” un poco su lenguaje adaptándolo al nuestro. TECNOCIENCIA Y FE El sistema tecnocientíico, nos dice Ildefonso Murillo, ha sido uno de los factores de la cultura occidental que más ha contribuido al fenómeno llamado «secularización»: a la pérdida total o parcial de la autoridad cultural, social y política de la fe cristiana. el avance insostenible del mismo, con su agnosticismo metódico en cuanto a ciertas verdades, ha provocado una aguda crisis de los valores religiosos. El progreso tecnocientíico ha sometido lo religioso, lo cristiano, a una creciente marginación (murillo 2000: 11). a lo largo del siglo XX, los conflictos más crudos entre la razón tecnocientíica y la fe cristiana han surgido en el ámbito de ciertas ilosofías de la ciencia y de la naturaleza, que han absolutizado la tecnociencia como fuente de conocimiento sobre lo real existente. en este punto nos encontramos, por ejemplo, con la ilosofía de Carnap y de otros representantes del neopositivismo, que remiten la fe cristiana al ámbito de un lenguaje carente de signiicado, el racionalismo crítico de Hans Albert, que rechaza el valor cognoscitivo de la fe cristiana, y las ilosofías materialistas de la naturaleza de Jacques Monod, Mario Bunge, Richard Dawkins e Ilya Prigogine (murillo 2000: 18). no obstante, la tecnociencia no es capaz de indicarnos qué debemos hacer para perfeccionarnos humanamente, para ser verdaderamente felices, pues desconoce el ser más profundo del hombre y no sabe nada sobre dios. todo ello genera una peligrosa disyuntiva, ya que puede provocar el obscurecimiento o la eliminación del saber tradicional sobre dios y sobre el ser humano, haciendo brotar un mundo en que la vida y el espíritu pierdan su sitio. en cambio la convergencia de los diversos saberes puede favorecer la felicidad humana. una verdadera metafísica y una buena ética permitirían orientarse hacia el polo positivo de la disyuntiva. (murillo 1994: 67). ante esta realidad murillo busca concienzudamente entre pensadores como teilhard de chardin, Báñez, suárez, san Juan de la cruz, nicolas de cusa, etc. para renovar los lazos que permitan incorporar la tecnociencia a 106 Juan r. coca un saber sapiencial. antes de continuar debemos de advertir que, como se podrá comprobar, vamos a ir realizando un recorrido policontextural, de tal manera que se irán repitiendo ciertos temas. en este sentido, la religión, los valores y la felicidad se entretejen reiteradamente en el pensamiento murilliano. teilhard de chardin le sugiere a murillo un camino de superación de los malentendidos del conlicto histórico entre razón cientíica y fe cristiana. en El fenómeno humano teilhard dice que en apariencia, la tierra moderna nació de un movimiento antirreligioso. movimiento que concebía a un sujeto autosuiciente y una Razón que sustituyese a la Creencia. Pasados los años, puede parece que el conlicto se ha acallado dando la sensación de la ciencia había suplantado a la fe o que una y otra no entran en contacto. no obstante, a medida que la tensión o el debate entre ambas va prolongándose, parece ser que el conlicto debe resolverse visiblemente bajo una forma de equilibrio muy diferente; no por eliminación, ni por dualidad, sino por síntesis (murillo 2000: 24). estudiando a Báñez, suárez y san Juan de la cruz, ildefonso murillo airma a pie de página lo siguiente: “Hablan de dios. no se consideran encerrados en la tela de araña del lenguaje, en la prisión cósmico-antropológica. Les interesa poco una consideración del lenguaje en sí mismo. su discurso o meditación no es un metalenguaje, sino un lenguaje de primer grado, o sea, un lenguaje sobre lo real. su discurso, más allá del cosmos y del hombre, apunta a dios. en ellos oímos resonar los pasos del hombre deseoso de penetrar con su inteligencia en el abismo misterioso de dios, y de expresarlo con su lenguaje. les interesa el lenguaje como expresión de un conocimiento verdadero de dios. Hablar de dios tiene sentido. Podemos distinguir entre las airmaciones verdaderas y falsas sobre Dios. Son modelos de racionalidad fuerte. les parecería extraña una universalización de la verdad por consenso o una renuncia a la verdad. su proceder nos invita a superar la ilosofía analítica y la hermenéutica, en cuanto se quedan en una mera consideración del lenguaje en sí mismo, aprovechándonos de ellas” (murillo 2003a: 246). 107 la comPrensión de la tecnociencia estos ejemplos, y otros como el que extrae de nicolás de cusa (2007), le hacen aspirar a un saber que nos permita dirigir la mirada al océano inmenso que rodea al islote del sistema tecnocientíico, un saber que juzgue los métodos y contenidos de la tecnociencia y los integre en una perspectiva más amplia. Nos sentimos inclinados a buscar unos principios uniicadores, integradores. Desde una relexión profunda sobre el fundamento de la cultura y sobre el último fundamento, llegaríamos a la conclusión de que esos principios pueden reducirse al principio persona —la creadora de la cultura— y al principio Dios —el creador de la naturaleza, de la que forma parte el ser humano, su brote más perfecto— (murillo 1995: 436). Por ello, el uso de la razón que parece más necesario en el momento actual es el uso integrador. las tendencias utilitaria, naturalista y antropológica de la razón ilustrada, tal como cristalizaron en el siglo Xviii y luego se desarrollaron posteriormente, pueden ponerse al servicio de un uso ilosóico integrador que no excluye la religión ni la asimila (religión dentro de los límites de la pura razón) y que tiene en cuenta a las personas de carne y hueso. tal uso de la razón puede contribuir a dejar abierto el mundo humano para la razón religiosa, la razón profética, la invocación y el compromiso por el otro, puede servir de puente entre las culturas puramente seculares y paganas y el cristianismo, ayudar a vivir intelectualmente no desgarrado (murillo 1999: 401). TECNOCIENCIA Y ÉTICA Para analizar la relación existente entre el sistema tecnocientíico y la ética nuestro autor airma que la ética, en sus contenidos, es un saber distinto de las disciplinas naturales y de las humanas, puesto que el sistema tecnocientíico no pueden captar la naturaleza de la ética ni, mucho menos, proponer un sistema ético al ser sus metas teóricas y descriptivas en lugar de prácticas y valorativas (Murillo 2004a: 63). No obstante, esto ni signiica que no se pueda desarrollar una ética cientíica. De hecho, a través de la investigación cientíica es posible llegar a descubrir presupuestos de la ética. Pero dichos presupuestos son un tanto limitados. se requieren otros presupuestos de tipo, y hablando en general, cultural (murillo 2004a, p. 67). 108 Juan r. coca vemos que murillo considera que existe independencia y autonomía relativa entre la tecnociencia y la ética. Pero ello no quiere decir que ambas disciplinas tengan que estar separadas o que sean incompatibles. lo que sí ocurre, airma rotundamente, es que cada una debe tener conciencia de sus límites y mantenerse dentro de su propio terreno (murillo 2000: 25). Con esto, nuestro ilósofo aboga por la fecundidad que puede ocasionar la relación entre estos ámbitos del conocimiento. no obstante, es consciente de los riesgos que puede ocasionar el desarrollar una ética cientiicista en la que la tecnociencia sea el único ámbito gnoseológico que regule la acción humana. “el que la ciencia no baste para fundamentar la ética y el que la ciencia sea autónoma respecto de la ética ilosóica no quiere decir, por tanto, que la ciencia y la ética ilosóica no se puedan fecundar mutuamente en la actividad del hombre concreto (cientíico o no cientíico). La ciencia y la ética ilosóica pueden ser, a la vez, compatibles y complementarias. En realidad la ética forma parte de la vertiente práctica de una ilosofía sapiencial, capaz de integrar y aprovechar los conocimientos parciales de las ciencias” (murillo 2004a: 67). Para que la tecnociencia y la ética filosófica puedan llegar a ser compatibles y complementarias es fundamental que se produzca un diálogo entre ambas. [Para ello es fundamental] “… la conianza en una razón humana abierta al horizonte de una verdad sin límites, con capacidad de buscar la verdad y de encontrarla , con puntos de apoyo seguros, y voluntad (amor) de una verdad siempre más amplia, rica y profunda. la verdad cientíica no agota las posibilidades de verdad y seguridad de nuestra razón” (murillo 2000: 28). 109 la comPrensión de la tecnociencia No podemos decir que Murillo deienda una postura antitecnocientíica, todo lo contrario considera que la tecnociencia puede realizar tareas positivas en el ámbito de la existencia humana (murillo 2003b: 46). la tecnociencia, es una actividad sumamente eicaz que ha logrado numerosas mejoras en la vida de las personas. de hecho, es muy difícil imaginar nuestro sistema social sin ordenadores, sin teléfonos móviles, sin analgésicos, sin antibióticos, etc. El sistema tecnocientíico ha traído consigo un conjunto de modiicaciones sociales tan grandes que nuestra sociedad actual se ha convertido en la sociedad del conocimiento, en la sociedad tecnocientíica, etc. Por otro lado, son diversas las voces que airman que, poco a poco, estamos tendiendo al desarrollo de un ser humano tipo cyborg; es decir a una persona con multitud de añadidos mecánicos (pensemos en los marcapasos, en las prótesis, etc.). todo ello nos plantea numerosas dudas y posibilidades, cara al futuro. Siendo consciente de esto, nuestro pensador airma que donde inaliza la tecnociencia no termina el enigma y el misterio del ser humano y de la naturaleza. elementos importantes de la cultura, sin los cuales la persona pierde sus raíces y su sentido, escapan a la tecnociencia (murillo 2003b: 46). Por ello, considera que la autonomía de la tecnociencia no es absoluta. dicha actividad, al ser creada por la persona, puede ponerse al servicio de la misma y ser juzgada por ella. de hecho, las tecnociencias no son islas totalmente independientes, sino zonas de un inmenso «océano», son —dice— algunas de las numerosas posibilidades objetivas generadas por las personas a lo largo de su historia. Por ello, su autonomía es preciso que sea entendida de tal manera que se circunscriba en el marco de los valores personales (murillo 1995: 442). de hecho, si la tecnociencia fuese dejada a sí misma, a su dinámica de especialización creciente, de instrumentalización del mundo, y no se produjese ningún tipo de control externo, habría el riesgo de que ésta mudase en un enorme monstruo, temido y venerado (murillo 2003b: 48). ello es así, ya que esta es una de las actividades más ambivalentes que ha generado el ser humano. Por un lado tiene consecuencias positivas y por otro supone un riesgo por su capacidad para destruir no sólo al ser humano sino también la vida de nuestro planeta. Además, el sistema tecnocientíico muestra una ceguera respecto a sus propios presupuestos, lo que le imposibilita 110 Juan r. coca para juzgarse a sí mismo (Murillo 2003b: 48). El sistema tecnocientíico, entonces, no puede dejarse ir sin ningún tipo de orientación. la persona como creadora del mismo, tiene la obligación y la necesidad de repensar, gestionar y modiicar dicho sistema siempre que sea necesario. La intención inal de ello es evitar que un constructo humano tome vida propia y termine dominando la vida personal. uno de los mayores problemas de control lo trae consigo la creciente dinámica de especialización. La propia naturaleza del método tecnocientíico, conlleva un conjunto de investigaciones parciales y un dominio técnico. a su vez, el abanico de las diversas ciencias —entendidas en sentido amplio— trae consigo la constitución de nuevas disciplinas que se ocupan del estudio de una nueva parte de lo real. ello implica un nivel de efectividad y desconocimiento elevado. de hecho, cada especialista desconoce cada día más las otras tecnociencias (murillo 2003b: 48). a lo que añade que en virtud de la tecnociencia no somos capaces para juzgar con sensatez los demás campos de la cultura humana. Por esta razón tenemos que tener cuidado de no iarnos exageradamente de esta actividad ya que desatenderíamos el fundamento de todo saber posible, que es a la vez también el de los valores, el de la persona humana y de todas sus realizaciones. esto sucedería porque las tecnociencias no nos pueden orientar exclusivamente sobre la existencia humana y su destino. en este sentido las tecnociencias constituyen más el problema que la solución a los problemas radicales que nos preocupan. (murillo 2003b: 49). TECNOCIENCIA, FELICIDAD Y SABIDURÍA Para inalizar este capítulo queremos mostrar las aportaciones que Ildefonso Murillo ha desarrollado en lo referente a la actividad tecnocientíica y su vinculación con la felicidad y la sabiduría. dicha vinculación, empleando una metáfora atómica, parte de un núcleo axiológico y va desplazándose hacia los orbitales donde se encuentra la felicidad y la sabiduría. con esto no se entienda que la ética tiene mayor importancia que la felicidad o la sabiduría, lo que se quiere mostrar es que unos y otros son imprescindibles para el mantenimiento de la unidad atómica. en este sentido murillo expone: 111 la comPrensión de la tecnociencia “[…] la contribución de la ciencia a la felicidad humana depende de su puesto dentro de la escala de valores a partir de la cual se constituyen y justiican las normas que han de regir el actuar humano: las normas conducentes a nuestra auténtica felicidad. Por tanto una relexión sobre el valor de la ciencia puede determinar el aprecio mayor o menor que merece respecto de otros saberes” (murillo 1994: 65). téngase presente que el conocimiento de lo real es lo que nos permite llegar a saber cuales son nuestras posibilidades y los límites de la acción humana. esas posibilidades se han incrementado de manera muy notable a lo largo del desarrollo de la actividad tecnocientíica, lo que ha hecho que muchas personas tengan una fe incondicional por dicha actividad. No obstante, las investigaciones tecnocientíicas son fragmentarias y provisionales, pero por muy fragmentarias y provisionales que sean, generan cambios en la determinación del bien humano y del alcance de la acción humana (murillo 2004ª: 68). murillo es perfectamente consciente de la necesidad de superación del cientiicismo actual que ha localizado a la actividad tecnocientíica como generadora de sentido de la vida humana. ello ha sido una de las causas generatrices de la crisis en la humanidad, que parece haber perdido los asideros que sustentan su vida física y metafísica. Pero él considera que existe una manera de superar esta crisis. “opino que un modo de superar la crisis actual, de la que es causa en parte el pensamiento cientista en cuanto desnaturaliza o anula lo que constituye y posibilita la auténtica felicidad humana, sería la dedicación a la búsqueda ilosóica siguiendo creativamente el ejemplo de Leibniz. Pues una filosofía no pierde su valor por remontarse al pasado. Actualidad no signiica renuncia a lo profundamente pensado en otras épocas.” (murillo 1994: 69). con lo dicho puede parecer que todo lo que genera el sistema tecnocientíico implica riesgos y aspectos negativos. Aún así, su actividad también ha traído consigo la liberación frente a muchas circunstancias. en 112 Juan r. coca este contexto, Murillo airma que las últimas investigaciones genómicas han abierto fuentes de información sobre la inluencia de los genes en la salud y en la enfermedad. el conocimiento del genoma de las bacterias, de las plantas y de los animales, y del hombre permitirá el desarrollo de aplicaciones biotecnológicas y biomédicas (murillo 2004b). Por ello, los valores tecnocientíicos al ser puestos al servicio de los valores personales, respetando su jerarquía objetiva, pierden ese brillo cegador y pasan a convertirse en instrumentos que posibilitan una existencia humana más confortable y agradable (murillo 1995). Por lo tanto, nuestro autor se vincula con otros muchos autores que ha planteado cuestiones similares, aunque desde perspectivas muy diferentes, como nietzsche, Husserl, unamuno, ortega y gasset, Zubiri, d’ors, gadamer, apel, ricoeur, levitas y muchos otros. “no es imposible mantener las ciencias bajo control humano o personal. cuando hablo de control personal, estoy reiriéndome a un hombre que está abierto a una sabiduría, que comprende un saber sobre la libertad y la responsabilidad y sobre el fundamento. necesitamos una ética, fundada en una sabiduría, desde la que se ponga la ciencia al servicio de la felicidad humana y de la gloria de dios.” (murillo 1995: 440). Podemos finalizar esta exposición del pensamiento de ildefonso remitiéndonos a leibniz, de quien toma la preocupación por el ser humano que subyace en el fondo de la relexión del último. En este sentido, Murillo airma que a Leibniz le interesa, sobre todo, la felicidad de cada persona, de tal manera que o el sistema tecnocientíico sirve a nuestra felicidad o va mal encaminada. a leibniz sólo le importan los saberes en cuanto aseguran su felicidad y la de todos los sujetos, de tal modo sólo considera útiles las investigaciones que aprovechen directa o indirectamente a la felicidad humana (murillo 1994: 64). 113 EL SENTIDO EN EL DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD TECNOCIENTÍFICA la comPrensión de la tecnociencia Hablar del sentido de la tecnociencia es relativamente extraño. no obstante, al hablar de hermenéutica y de personalismo comunitario no podemos dejar de lado el tema tan relevante como el del sentido. a su vez, cuando se menciona este tema, lo más habitual es ver que se hace referencia a los aspectos axiológicos o bien a los aspectos prácticos. en el primer caso —según la ilosofía de los valores— la tecnociencia se desarrolla inluida, o no, por un conjunto de valores epistémicos, personales, etc., que pueden ser entendidos desde una perspectiva pluralista (tal como lo hacen autores como larry laudan, Javier echeverría, ulises moulines, león olivé, etc.) o pueden estar considerados como insertos en una escala axiológica (esto se encuentra muy extendido por el empirismo estadounidense donde la verdad es concebida como el valor supremo e indiscutible al que la tecnociencia debe tender). en el primer caso, la postura hace mención del hecho de que la propia tecnociencia —como actividad humana que es— es funcionalmente progresiva. Es decir, que el cambio en las diferentes teorías que la coniguran pueda realizarse de un modo u otro en función del enfoque que adoptemos (ampliación de la conirmabilidad, resolución de problemas, etc). En el segundo caso, como vimos, la verdad es aquel valor supremo que dicta los movimientos de esta actividad. Por este motivo —al contrario que en otras regiones del globo— la epistemología anglófona no discute mucho sobre la verdad, sino que se preocupa más del problema de la creencia de que algo sea verdad o no, de la problemática de la justiicación, de dar una buena deinición de conocimiento, de la inserción de la virtud en la epistemología, etc. en este capítulo, y al hilo de lo previamente establecido, se quiere proponer una aproximación un tanto diferente. comenzaremos mostrando en qué consiste la postura economicista de la tecnociencia —que es la dominante en la actualidad— para luego llegar a una visión asentada en el sentido último de la misma, o si se preiere más metafísica. Para esto último partimos de ciertas conclusiones a las que se ha llegado gracia a la fenomenología, para llegar a una postura más relacional de nuestra actividad. Por lo tanto es necesario, en primer lugar, mostrar brevemente la relación entre la sociedad y la tecnociencia y los intereses que mueven al entorno de las disciplinas tecnocientíicas, para luego detenernos en una visión más integral de la actividad realizada por los cientíicos. 116 Juan r. coca EL «SENTIDO» ECONOMICISTA DE LA TECNOCIENCIA los análisis producidos por la sociología de la tecnociencia han mostrado que la interrelación entre esa actividad y la sociedad es más elevada de lo que anteriormente se pensaba. en este sentido, hace tiempo se consideraba que la tecnociencia era la única actividad humana donde la objetividad se situaba por encima de los intereses, prejuicios, etc. de las personas. dicho de otro modo, la interpretación de la tecnociencia era la de una actividad, en cierto modo, metahumana, pero las cosas no son así. con lo dicho queremos hacer ver que el ideal griego del conocimiento —tecnocientífico en nuestro caso— desinteresado, cuyos fines son meramente cognoscitivos, es erróneo. ello es debido a que nuestra actividad está orientada axiológicamente y, por ello, netamente transformadora, bien porque modiique el mundo —al hacerlo inteligible estableciendo como plausible la transformación de él— bien porque produzca cambios efectivos en ese entorno. gracias a ello podemos dejar paso a una visión de la realidad tecnocientíica actual consistente en una actividad que «supuestamente» atiende a las necesidades de la sociedad donde se encuentre inserta. al decir que los productos de la tecnociencia surgen «supuestamente» como respuesta a las necesidades sociales, se hace referencia a que la tecnociencia se encuentra inluenciada —sobre todo— por los intereses y factores individuales, institucionales (en su mayoría privadas) e industriales —lo que trae consigo que la tecnociencia no sea la depositaria exclusiva de los progresos humanos— ya que atiende fundamentalmente a las necesidades de ellos (como se puede ver en los porcentajes de inanciación de las investigaciones; sirva como ejemplo que la inanciación de la ciencia por parte de las empresas, en los eeuu, ronda en la actualidad el 70% del total). Es decir, los agentes tecnocientíicos nos muestran como relevantes los aspectos resolutivos de alguna cuestión considerada como problemática: la objetividad, la neutralidad, la autonomía, la universalidad y la progresividad de la tecnociencia, entre otros. mientras que dejan en la opacidad a los intereses, querencias, etc., de dichos individuos, instituciones e industrias. 117 la comPrensión de la tecnociencia Esta relevancia hace que nuestra actividad se haya conigurado como la única cuyo sentido primordial consiste —al hablar de tecnociencia básica— en la búsqueda de conocimiento neutral y —al hablar de tecnociencia aplicada— en la capacidad de dar solución a todos los graves problemas que aquejan a la humanidad. otros autores, como nicholas rescher, consideran, haciendo una distinción entre ciencia y tecnología, que inicialmente acrecentamos nuestro conocimiento de la naturaleza gracias a la ciencia, para posteriormente poder llegar intervenir sobre ella y modiicarla solucionando los problemas gracias a la actividad tecnológica. sea a través de la distinción entre tecnociencia aplicada y básica, entre ciencia y tecnología o entre ninguna de ellas, lo cierto es que el «rostro relevante» de la actividad tecnocientíica ha sido elevado a la categoría de supra-actividad debido a los beneicios y posibilidades que puede aportar a la humanidad. en este libre es notorio que la tecnociencia es un concepto en el que converge ciencia y tecnología, además la actual relación tecnocienciasociedad es netamente económica. Es decir, los agentes tecnocientíicos tienen como parte fundamental de su actividad la búsqueda de inanciación y la consecución de proyectos de investigación que, en su mayoría, están vinculado a la denominada i+d+i. Por lo tanto, el planteamiento economicista del que hablamos consiste en el establecimiento de una hermenéutica del método cientíico entendido como un conjunto de normas y prácticas encaminadas a convertir la aceptación de hipótesis y teorías en algo similar a la elección de un bien público. cuando esto se logra, el conjunto de agentes tecnocientíicos habrán realizado o “descubierto”, y en caso contrario, entonces, cada uno de los agentes podrá elegir la teoría que mejor le parezca, de forma parecida a como se eligen los bienes privados” (Zamora Bonilla 2005a:.49). Hay que señalar que los agentes de nuestra actividad se encuentran un tanto condicionados puesto que se ven en la obligación de entrar a formar parte de grupos de investigación ya consolidados —que tengan en su haber numerosos proyectos de investigación—. o bien tienen conocidos en los tribunales que se encargan de evaluar los proyectos de investigación —este último aspecto no es algo corriente, sino que afecta de modo puntual al proceso global de investigación—. un tercer aspecto que puede tener cierta relevancia es la posible intervención proveniente de los distintos partidos 118 Juan r. coca políticos. en este sentido es posible que ciertos proyectos de investigación, en ocasiones, se vean condicionados por el grupo político que ostente el poder en un determinado momento. otro aspecto inserto dentro de la relevancia sobre la que estamos hablando lo supone la cantidad de dinero que se gasta en el llamado i+d+i (investigación + desarrollo + innovación) por parte de las empresas farmacéuticas, de alimentación, de comunicación, etc., para lograr el desarrollo de productos que vayan a «solucionar» algún problema que tiene o pueda tener el usuario de cualquier producto (un problema estético, la posibilidad de jugar a un video-juego mientras esperas a alguien, etc). al decir «solucionar», se es consciente de la importancia que han tenido, para la humanidad, productos tecnocientíicos tales como los fármacos contra el cáncer, los antibióticos, las nuevas telecomunicaciones, etc., pero resulta patente que todos los productos tecnocientíicos no atienden a necesidades sociales reales, y menos a necesidades humanas urgentes en sentido global. ellas se presentan como necesidades terciarias fruto de la actividad promocional realizada a través de los medios de comunicación de masas. además de estos factores económicos, entra en juego el hecho de que los tecnocientíicos desean ser reconocidos y tener credibilidad dentro y fuera de su ámbito de trabajo. El reconocimiento que los agentes tecnocientíicos puedan llegar a obtener es obviamente reducido, pero suiciente como para tentar a algunos de ellos a modiicar aspectos del desarrollo de la tecnociencia. a lo dicho —intereses, política, reconocimiento,... — se le suma el hecho de que los tecnocientíicos aceptan un conocimiento certiicado socialmente, dividen su trabajo jerárquicamente y necesitan la aceptación de sus compañeros —a nivel nacional e internacional— para que sus descubrimientos sean aceptados por el conjunto de ellos. En deinitiva, el sentido actual y pragmático de la actividad consiste —sobre todo— en ser una estructura social de creación de «bienes de consumo» (Zamora 2005a y 2005b). esto puede parecer exagerado, pero salimos de dudas si vemos, por ejemplo, como ha crecido el interés por la paleoantropología en españa —con el yacimiento de atapuerca a la 119 la comPrensión de la tecnociencia cabeza— gracias al apoyo y a la curiosidad de la sociedad. Para ello ha sido necesario generar —por parte de los investigadores principales— interés y ganas de consumir dicho producto (es decir, querer conocer más) para que las instituciones gubernamentales apoyen sin reparos esa investigación. Este conjunto de aspectos que pueden llegar a inluir en el desarrollo de la actividad tecnocientíica no pueden ocultar el hecho de que raramente se hace posible el enriquecimiento o la adquisición de fama de los investigadores (individualmente y gracias a dicha actividad), aunque sí aportan beneicios económicos a muchas empresas y, por tanto, a aquellos agentes convertidos en empresarios. es necesario tener también muy presente que aunque estos y otros factores afecten al desarrollo de la tecnociencia, uno de los principales motores de la investigación cientíica es el descubrimiento y el conocimiento de nuevos aspectos de la realidad, así como de su posible o factible modiicación. Estamos, por tanto, de acuerdo con Zamora Bonilla en su crítica a la sociología de la tecnociencia cuando airma: “desde mi punto de vista, la idea de que las decisiones de los cientíicos se basan «solamente» en la racionalidad instrumental, y no en la racionalidad epistémica, es o bien inconsistente, o bien injusta con los propios cientíicos. La razón de esto es que un agente sólo puede ser racional en el sentido instrumental del término si es además mínimamente racional en el sentido cognitivo...” (Zamora Bonilla 2005b: 175). el principal problema de todo lo dicho, es que la tecnociencia ha logrado, en el juego de relevancias y opacidades —expuesto previamente—, conseguir y mantener un estatus muy elevado. tanto que es posible hablar de una ontologización de la tecnociencia, puesto que a dicha actividad se la ha elevado a una categoría que no le corresponde. y se le han atribuido un número muy alto de características: capacidad de explicar y dar signiicado a todo lo real, posibilidad de enmendar cualquier error que pudiésemos cometer, ser el único conocimiento iable, abanderar el progreso humano, etc. todo ello provoca que numerosas personas consideren que sólo tiene sentido para sus vidas aquello sobre lo que es posible hablar desde el ámbito 120 Juan r. coca tecnocientíico; siendo dicho sentido aquel que le aplique esta actividad. Por esta razón es posible airmar que la tecnociencia quiere adoptar el punto de vista de la totalidad (agazzi 2002). lo cual, a nuestro juicio y como veremos en seguida, no es adecuado ni posible. 121 la comPrensión de la tecnociencia MÁS ALLÁ DEL ECONOMICISMO la tecnociencia nos remite al mundo de la facticidad, del empirismo, lo que trae consigo —para aquel que la toma como horizonte último explicativo— desazón al perderse de vista los planteamientos sobre nuestro destino, nuestra vocación, nuestro ser, etc. abandonada a sí misma, la tecnociencia no nos permite «ver» más allá de lo concreto, de lo objetivo. ello no deja de ser una gran paradoja, ya que son personas aquellos que llevan a cabo una actividad transformada en algo pretendidamente carente de sí mismos. Por esta razón, se hace imprescindible preguntarnos si tiene o no sentido la tecnociencia, y si no lo tiene intentar reinsertarlo en dicha actividad. este «sentido» —desde una postura pragmática, siendo colateral a ella la postura economicista— se encuentra limitado a todo aquel avance acaecido en esta actividad cuya inalidad sea la consecución de algún aspecto práctico. en el lado opuesto a dicho pragmatismo se encuentra la propuesta de un sentido total de la praxis —y por ende de la tecnociencia—. esta totalidad hace referencia al desarrollo del ámbito epistémico sin sesgos. es decir, se evita que la verdad que nos aporta la tecnociencia se «amplíe» al ámbito de lo ontológico (y se confunda con la verdad ontológica). esta confusión es debida a que la objetividad del saber tecnocientíico descansa sobre la objetividad ontológica, sobre el hecho de que lo que es verdadero debe poder ser demostrado, es decir, últimamente mostrado, llevado a la condición de estar ahí-delante (Henry 1996: 25). no obstante, es conveniente que no se produzca dicha confusión, ya que implicaría el establecimiento de una falacia en lo referente a nuestro modo de enfrentarnos y aprehender lo real. en este contexto no es conveniente dejar que se pierda la conciencia de que las tecnociencias no adoptan el punto de vista de la totalidad, sino sólo el de perspectivas parciales. Por ello, la indagación sobre el todo compete a otro saber, que entre otras cosas utiliza la intuición intelectual y el uso sintético de la razón de una manera más consciente y consecuente que lo admitido por las tecnociencias (agazzi 2002: 16). 122 Juan r. coca Pues bien, la búsqueda de la totalidad del sentido de la praxis cientíica se convierte en una labor de contextualización de la misma en el ámbito de lo personal. Que esta actividad haya sido elevada al rango de actividad con sentido —pese a mantener una relación parcial con el mundo— supone una hipertroia de la tecnociencia. Por eso, hablar de sentido es algo mucho más amplio, hace referencia a la vida humana, al saber de la vida del que hablaba michel Henry y al mundo de las posibilidades y la esperanza. “ciertamente, todo en la vida, y la vida misma, posee sentido. y, por tanto, es incuestionable la existencia de una lógica hermenéutica. Pero el sentido no constituye la realidad de la vida. lo decisivo no está en el sentido de la vida real, sino en que la vida sea una realidad que, por ser ella misma la que es como realidad, tiene que tener sentido. el problema no es el sentido de la realidad sino la realidad del sentido mismo como momento real de la vida real” (Zubiri 1998a: 206). de tal manera que, como expresa grondin (2005), nadie ha pretendido —o por lo menos eso espera este pensador— que el sentido haya constituido un dato tangible. ello es debido a que excede el ámbito de la metodología tecnocientíica. Por ello, pensadores como Edmund Husserl, Xavier Zubiri, Hans georg gadamer, evandro agazzi, Jean grondin, Pedro laín entralgo, ildefonso murillo y muchos otros mantienen una visión del conocimiento más amplia. Precisamente dice agazzi que aún teniendo que admitir que el desarrollo tecnocientíico enriquece continuamente nuestro saber, éste no conseguirá nunca resolver todos los problemas, incluso sólo los cognoscitivos. el sentido de esta conclusión es doble. Por un lado, indica el hecho de que, permaneciendo en el ámbito de lo que las tecnociencias pueden tematizar, conceptualizar y deinir, quedará siempre un amplio halo de problemas ‘tecnocientíicos’ sin resolver, que se regenerará en sincronía con el desplazamiento de la frontera de las investigaciones avanzadas. Por otro lado, también puede indicar el hecho de que, quizá, existan problemas que, por su naturaleza, no pueden ser conceptualizados y deinidos mediante los instrumentos cognoscitivos de las tecnociencias y que, por consiguiente, 123 la comPrensión de la tecnociencia no pueden ser resueltos por el progreso de éstos, por muy avanzados que sean (agazzi 1996: 11). en efecto, el conocimiento no se restringe simplemente a la tecnociencia. Al contrario, es una actividad mucho más amplia que podría conigurarse —como nos muestra sergio rábade (2002)— como la donación de sentido que el sujeto coniere a los datos que se le presentan desde el objeto/ cosa. Pero esto no es suiciente. Es Zubiri quien nos aporta una de las consideraciones más certeras sobre esto al considera que las cosas están, respecto del hombre, como cosas-sentido. es decir, es “la manera como las cosas están respecto del hombre, no sólo por su primera respectividad en tanto que realidad, a saber, por su presencia en el mundo, sino por la respectividad que toca al ser que se va haciendo a lo largo de la vida” (Zubiri 2001: 219). Pero para que algo sea cosa-sentido es necesario que penda de la condición. dicha condición “es el respecto en que las cosas reales quedan respecto de mi vida” (Zubiri 2001: 226). Por ello, “la realidad en cuanto tal se le presenta al hombre como algo que es posibilitante” (Zubiri 2001: 228) teniendo presente que “la razón no tiene que lograr la realidad sino que nace y marcha ya en ella” (Zubiri 1998b: 278). de tal manera que, a la hora de hablar del sentido de la tecnociencia, partimos de la realidad personal —que será por encima de todo subjetual— para llegar a un entorno más objetivo que es el que queremos conocer. en este paso perdemos subjetividad y, por lo tanto, relacionalidad como airmaba martin Buber al decir que “el desarrollo de la función experimentadora y utilizadora se produce sobre todo por disminución de la capacidad relacional del ser humano” (Buber 1992: 43). esta objetualización de lo real, si se fundamenta en el mero economicismo (y colaterales) y se termina en sí misma, provoca que la realidad pierda consistencia metafísica ya que la posibilitación que nos puede aportar la tecnociencia se termina convirtiendo en un estar expectante. Pero no en una expectación esperanzada, sino en la espera solipsista de aquel que sólo desea seguir respirando (buscando una existencia centenaria y vacía al carecer de un horizonte). Por lo tanto, en esta primera relación entre lo personal y lo tecnocientíico —relación que será por otro lado bidireccional— cobran fuerza los argumentos éticos, es decir prima la valoración del agente tecnocientíico en la realización, correcta o 124 Juan r. coca no, de dicha objetualización. dichos argumentos darán pautas de actuación sobre aquello que deshace o renueva a la persona en relación. esto supone la inserción e interpenetración de la tecnociencia, o del sistema tecnocientíico, en la realidad personal o, si se preiere, en el sistema psíquico. es decir, el desarrollo de una epistemología relacional ocasiona un posicionamiento epistémico diferente, donde el foco creador de esta actividad es el que le aporta sentido a dicha actividad y es quien, a su vez, demanda una transformación personal de la tecnociencia procurando conferirle un sentido más humano. este sentido de la tecnociencia, del que estamos hablando, se plantea como la necesidad de una coniguración de la misma donde la relacionalidad personal tenga una posición predominante a nivel vertical (ontológico) y a nivel horizontal. dicha relacionalidad es importante en dos aspectos. Primero como eje de actuación de nuestra actividad, es decir la ampliación del ámbito de actuación de la ciencia a toda la humanidad equitativamente y sin exclusión (puesto que en la actualidad los países del sur no entran a formar parte de esta actividad). segundo, como ámbito epistémico, apoyándose, en un principio, en la propuesta husserliana de un cambio en las tecnociencias europeas. cambio basado en la necesidad de que la humanidad viva como comunidad transcendental (intermonadológica) lo que, a su vez, necesita de una intersubjetividad transcendental. este comunitarismo husserliano es algo incompleto, por lo que es necesario recurrir a la teoría gnoseológica propuesta por martin Buber, donde se resitúa el conocimiento objetivo y se convierte en presencial y, por tanto, se conigura como un conocimiento más relacional. Es decir, cuando conocemos las cosas naturales ellas nos ‘dicen’ algo, con lo que nosotros establecemos una relación personal con ellas. Es decir entraremosen-relación con el mundo en cuanto tal (Buber 2005: 12), así que quien se vuelva hacia el mundo y contemplándolo entre en relación con él, tendrá dentro de sí el ser de la totalidad y la unidad. de tal manera que desde ahí, en cualquier momento, podrá concebir lo existente como totalidad y unidad (Buber 2005: 13). 125 la comPrensión de la tecnociencia el problema es que las cosas del mundo no establecen lo mismo con nosotros. Se conigura así la relación Yo-Ello buberiana. No obstante, es posible entablar relaciones personales siempre que ésta sea correspondida. dichas relaciones, obviamente, sólo se podrán llevar a cabo entre seres humanos constituyéndose así la relación Yo-Tú. Por eso, la relación se completa en la presencialización en la que cada uno de nosotros experimenta al otro no como un experiencia mía, sino en la aproximación respectiva en la que lo experimentamos, como perteneciendo a esa experiencia. sólo así el otro llega a ser un sí mismo y la independización de su ser, que ha sido alcanzada en el primer movimiento del distanciamiento, se muestra en un sentido nuevo y más preciso como condición. Condición de ese llegar-sersí-mismo-para-mí, pero que no hay que entender en sentido psicológico sino ontológico y por eso hay que llamarlo más bien llegar-a-ser-él-mismoconmigo (Buber 2005: 21). con lo dicho, se redimensiona, por lo tanto, la actividad de la tecnociencia como un saber personal ya que se permite la comunicación entre nuestra realidad mundana y la realidad metafísica. de tal manera que podemos decir para concluir que nuestra propuesta —al igual que la de ildefonso Murillo aunque con ciertas modiicaciones— se enmarca dentro de un saber sapiencial. 126 BIBLIOGRAFÍA agazzi, e. (1996): El bien, el mal y la ciencia. Las dimensiones éticas de la empresa cientíico-tecnológica, tecnos, madrid. Agazzi, E. (2002): “Metafísica y racionalidad cientíico-técnica”. En: garcía gonzález, J. a. y melendo granados, t. (eds.), Actualidad de la Metafísica, suplemento nº 7 de Contrastes. Revista internacional de ilosofía: 11-18. alonso, a. y galán, c. (2004) (eds.): La tecnociencia y su divulgación: un enfoque transdisciplinar, Anthropos-Junta de Extremadura, Barcelona. alonso Bedate, c. (2002): “Biología y cultura”, Revista de Occidente, Enero, 248: 52-70. arocena, r. (2004): “riesgo, cambio técnico y democracia en el subdesarrollo”. en: luján, J. l. y echeverría, J. (eds.), Gobernar los riesgos. Ciencia y valores en la sociedad del riesgo, Biblioteca nueva/ OEI, Madrid: 207-223. arocena, r. y sutz, J. (2003): Subdesarrollo e innovación. Navegando contra el viento, Cambridge university press-OEI, Madrid. atienza, J. mª y diéguez, a. (2004) (coords.): Tecnociencia y Cultura a comienzos del siglo XXI, universidad de málaga, málaga. Berger, P. y Luckman, T. (1983): La construcción social de la realidad, amorrortu, Buenos aires. Bernal, J. d. (1979): Historia social de la ciencia, Península, Barcelona. Beuchot, m. (1999): Las caras del símbolo: el ícono y el ídolo, caparrós, madrid. Beuchot, m. (2000): Tratado de hermenéutica analógica, UNAM-Ítaca, méxico. Beuchot, M. (2001): “La racionalidad analógico-simbólica como propuesta para la post-modernidad”, Analogía ilosóica, 15 (2): 205-217. Beuchot, m. (2002): “Pluralismo cultural analógico y derechos humanos”. En: González-Arnaiz, G. (coord.), El discurso intercultural. Prolegómenos a una ilosofía intercultural, Biblioteca Nueva, Madrid:107-121. 129 Beuchot, m. (2003): Hermenéutica analógica y del umbral, san esteban, salamanca. Beuchot, m. (2004): Antropología ilosóica. Hacia un personalismo analógico-icónico, Emmanuel Mounier- SOLITEC- IMDOSOC, salamanca. Beuchot, m. (2004a): Hermenéutica, analogía y símbolo, Herder, Barcelona. Beuchot, m. (2004b): Antropología ilosóica. Hacia un personalismo analógico-icónico, Fundación Emmanuel Mounier-SOLITECimdosoc, salamanca. Beuchot, M. (2005): “Hermenéutica analógica”. En: Ortiz-Osés, A y lanceros, P. Claves de Hermenéutica para la ilosofía, la cultura y la sociedad, Universidad de Deusto, Bilbao: 217-226. Beuchot, m. (2008): “imaginario social y hermenéutica analógica”. en coca, J. r. (eds.), Las posibilidades de lo imaginario, serbal, Barcelona: 87-100. Beuchot, M. y Arenas-Dolz, F. (2009): Hermenéutica de la encrucijada. Analogía, retórica y ilosofía, anthropos, Barcelona. Buber, m. (1998): Yo y Tú, trad. carlos díaz, caparrós, madrid. Buber, m. (2005): El conocimiento del hombre, trad. ricardo de luis carballada, caparrós, madrid. Camí, J. (1995): “Investigación cientíica y conlicto de intereses”, Quark, Ciencia, Medicina, Comunicación y Cultura, Octubre-Diciembre, Nº 1: 96-101. castro nogueira, l.; castro nogueira, m. a. y morales navarro, J. (2008): Metodología de las ciencias sociales. Una introducción crítica, tecnos, madrid. cayetano (2005): Tratado sobre la analogía de los nombres. Tratado sobre el concepto de ente, fundación gustavo Bueno/Pentalva ediciones, oviedo. Ceberio, M. R. y Watzlawick, P. (1998): La construcción del universo, Herder, Barcelona. 130 coca, J. r. (2004): “ciencia y pobreza”, Acontecimiento, 73 (4): 26-28. coca, J. r. (2004a): “Hacia una ciencia personalista y comunitaria”, Analogía ilosóica (México), XVIII (2): 45-56. coca, Juan r. (2005a): “una propuesta de cambio de las políticas cientíicas”. En: Actas del I congreso internacional de personalismo comunitario: Democracia, persona y participación social, fundación Emmanuel Mounier, Madrid: 157-161. Coca, Juan R. (2005b): “El progreso de la actividad cientíica”, Analogía ilosóica, 19 (1): 15-43. Coca, Juan R. (2007): “El sentido en el desarrollo de la actividad cientíica”, Cuadernos Salmantinos de Filosofía, XXXIV: 435-446. Coca, Juan R. (2007a): “De la analogía al humanitarismo cientíico a través de la pedagogía de la ciencia”, Educación y futuro digital. dirección electrónica: http://www.cesdonbosco.com/revista/ [entrada 15/01/07]. coca, Juan r. (2007b): “la biología ante el subdesarrollo”. en: coca, J. r. (coord.), Varia biologica, Universidad de León, León: 65-85. coca, J. r. y Pintos, J. l. (2008a): “(re)construcción analógica y policontextural de la actividad cientíica”, Argumentos de razón técnica, 11: 13-26. coca, J. r. y Pintos, J. l. (2008b): “la (re)interpretación del paradigma tecnocientíico: Ciencia, Tecnología y Sociedad”, Analogía ilosóica, 22 (2): 43-61. collins, H. m. (1996): “un programa empírico de relativismo en sociología del conocimiento cientíico”. En: González, M., López Cerezo, J. A. y luján, J. l. (eds.), Ciencia, tecnología y sociedad. Una introducción al estudio social de la ciencia y la tecnología, Tecnos, Madrid, 53-75. cuevas, a. (2009): “lo incierto, lo racional y lo razonable en el desarrollo de políticas cientíicas”, Revista de Investigaciones Políticas y Sociales (RIPS), 8 (1): 51-63. de garay, J. (2003): “los sentimientos como guía del conocimiento. Perspectiva aristotélica”. en: choza, J. (ed.), Sentimientos y comportamiento, Universidad Católica San Antonio, Murcia: 79-101. 131 declaración de santo domingo (2000): La ciencia para el siglo XXI: una visión y una marco para la acción, academia, la Habana. díaz, c. (2002): ¿Qué es el personalismo comunitario?, emmanuel Mounier- SOLITEC- IMDOSOC- Universidad de Culiacán- Yoltéotol, salamanca. díaz, c. (2005): Decir la persona, fundación emmanuel mounier y otros, salamanca. dieterlen, P. (2004): La pobreza: Un estudio ilosóico, fce/unam, méxico. domínguez Prieto, X. m. (2002): Para ser persona, fundación emmanuel mounier y otros, salamanca. donati, P. (2006): Repensar la sociedad, eiunsa, madrid. echeverría, J. (1995): Filosofía de la ciencia, Akal, Madrid. echeverría, J. (1998): “ciencia y valores: propuestas para una axionomía de la ciencia”. En: Martínez-Freire, P. F. (ed.), Filosofía actual de la ciencia, suplemento 3 de Contrastes. Revista interdisciplinar de ilosofía, Universidad de Málaga, Málaga: 175-194. echeverría, J. (1999): Introducción a la metodología de la ciencia. La ilosofía de la ciencia en el siglo XX, cátedra, madrid. echeverría, J. (2002): Ciencia y valores, destino, Barcelona. echeverría, J. (2003): La revolución tecnocientíica, fce, madrid. fernández, e. (2004): “las ciencias sociales en la crítica de la tecnociencia”. en: valero, J. a. (coord.), Sociología de la ciencia, Edaf, Madrid: 257306. fernández, J. (2000): “los retos de la ciencia y la tecnología en el nuevo milenio”, Acontecimiento. Revista de pensamiento personalista y comunitario, 2 (55): 37-40. fernández Prados, J. s. (2003): “el valor de la ciencia y de la tecnología en la cultura española contemporánea”. en: Bericat alastuey, e. (dir.), El conlicto cultura en España. Acuerdos y desacuerdos entre los españoles, CIS, Madrid: 328-386. 132 Feyerabend, P. K. (1975): Against Method, New Left Books, London. foladori, g. (2003): “la privatización de la salud. el caso de la industria farmacéutica”, Revista Internacional de Sociología (RIS), Enero-Abril, nº 34: 33-64. Funtowicz, S.O. y Ravetz, J.R. (1990): “Post-Normal Science: A New science for new times”, Scientiic European, 169: 20-22. gadamer, H. g. (1977): Verdad y método, sígueme, salamanca. garcía canclini, n. (2004): Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de interculturalidad, gedisa, Barcelona. garcía morente, m. (2002): Ensayos sobre el progreso, encuentro, madrid. gonzález, a. (1997): Estructuras de la praxis, trotta, madrid González, W. J. (1998): “Racionalidad cientíica y racionalidad tecnológica: la mediación de la racionalidad económica”, AGORA-Papeles de Filosofía, 17/2, 95-115. gonzález garcía, marta i., lópez cerezo, José a. y luján lópez, José l. (1996): Ciencia, tecnología y sociedad. Una introducción al estudio social de la ciencia y la tecnología, tecnos, madrid. gonzález valenzuela, J. (2000): El poder de Eros: Fundamentos y valores de ética y bioética, Paidós/ Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, méxico. gille, B (1978): Histories des techniques, gallimard, París. grondin, J. (2005): Del sentido de la vida. Un ensayo ilosóico, trad. Jorge dávila, Herder, Barcelona. Habermas, J. (2002): Ciencia y tecnología como “ideología”, tecnos, madrid. Heelan, P. a. (1989): “alter experiment: realism and research” en American Philosophical Quarterly, 26 (4): 297-308. Henry, m. (1996): La barbarie, trad. tomás domingo moratalla, caparrós, madrid. 133 Hottois, g. (2003): Historia de la filosofía del renacimiento a la postmodernidad, cátedra, madrid. Husserl, e. (1991): La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental, crítica, Barcelona. invernizzi, n. y foladori, g. (2005): “ciencia y desarrollo en los países pobres: reflexiones sobre la investigación y desarrollo en salud”, Analogía ilosóica, 19 (1): 139-169; Kuhn, T. S. (1970): The Structure of Scientiic Revolutions, chicago university Press, chicago. ladrière, J. (2001): La articulación del sentido, sígueme, salamanca. lamo de espinosa, e. (1996): Sociedades de cultura, sociedades de ciencia. Ensayos sobre la condición moderna, nobel, oviedo. latour, B. y Woolgar, s. (1995): La vida en el laboratorio. La construcción de los hechos cientíicos, alianza, madrid. laudan, l. (1986): El progreso y sus problemas, encuentro, madrid. longino, Helen e. (1990): Science as Social Knowledge, Princeton university Press, Princeton. lópez cerezo, J. a. y luján, J. l. (2000): Ciencia y política del riesgo, alianza, madrid. manzana, J. (2003): Lo absoluto necesario en la existencia humana, Emmanuel Mounier- SOLITEC- IMDOSOC, Salamanca. marcel, g. (2001): Los hombres contra lo humano, caparrós, madrid. marcos, a. (2000): Hacia una Filosofía de la Ciencia amplia, tecnos, madrid. marcos, a. (de próxima aparición): Filosofía de la ciencia. Nuevas dimensiones, fce, méxico. Martínez Montoya, J. (2005): “Identidad y diferencia”. En: Ortiz-Osés, A. y lanceros, P. (eds.), Claves de Hermenéutica para la ilosofía, la cultura y la sociedad, Universidad de Deusto, Bilbao: 276-289. mayor Zaragoza, f. (1987): “aspectos éticos de la aplicación de los conocimientos”, Universitas, 25 (2): 93-101. 134 mead, g. H. (1932): The philosophy of the present, university chicago Press, chicago. Medina, M. (2000): “Ciencia-tecnología-cultura del siglo XX al XXI”. En: Medina, M. y Kwiatkowska, T. (eds.), Ciencia, tecnología/naturaleza, cultura en el siglo XXI, Anthropos- Universidad Autónoma Metropolitana, Barcelona-Iztapalapa: 11-44. Merton, R. K. (1977): La sociología de la ciencia, alianza, madrid. mitcham, c. y frodeman, r. (2002): “argumentos para el equilibrio en la asignación de fondos públicos destinados a la ciencia”, Argumentos de la Razón Técnica, 5: 249-262. morin, e. (2001): Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Paidós, Barcelona. moulines, u. (1995): “la filosofía de la ciencia como disciplina hermenéutica”, Isegoría, 12: 110-118. Murillo, I. (1985): “Crisis de la fe en la ciencia y futuro de la ilosofía”, Diálogo ilosóico, nº 1, enero/abril: 45-59. murillo, i. (1994): “ciencia y felicidad humana. recuerdo de leibniz”, Cuadernos Salmantinos de Filosofía, XXI: 63-70. murillo, i. (1995): “el desafío axiológico de la ciencia actual”, Revista agustiniana, mayo-agosto, vol. XXXVI, 110: 417-443. murillo, i. (1998): “filosofía de la técnica en el siglo XX”, Diálogo ilosóico, 40: 4-26. Murillo, I. (1999): “La ilosofía del futuro”, Diálogo ilosóico, 45: 397402. murillo, i. (2000): Razón cientíica y fe cristiana, Universidad Pontiicia de salamanca, salamanca. murillo, i. (2003): “Sentimientos y comportamientos humanitarios”. en: choza, J. (ed.), sentimientos y comportamiento, universidad católica San Antonio, Murcia: 251-280. murillo, i. (2003a): “Hablar y callar sobre dios en Báñez, suárez y san Juan de la cruz”, Cuadernos Salmantinos de ilosofía, XXX, pp. 243-275. 135 Murillo, I. (2003b): “La barbarie cientíico-técnica”, Acontecimiento, nº 67, pp. 46-49. murillo, i. (2004a): “ciencia y ética”. en: murillo, i. (coord.) Filosofía práctica y persona humana, col. Bibliotheca salmanticensis, estudios 262, Universidad Pontiicia de Salamanca, Salamanca, p. 59-73. murillo, i. (2004b): “el futuro de la libertad en la época de la ciencia”, Cuenta y razón, nº 133. en: http://www.cuentayrazon.org/modules.php ?op=modload&name=Publications&ile=index&p_op=showcontent&s ecid=&pnid=1095753258 [septiembre del 2007]. murillo, i. (2005): “ciencia y ética personalista”, Analogía ilosóica (México), XIX (1): 45-68. Murillo, I. (2007): “El lenguaje airmativo sobre Dios en Nicolás de Cusa”, Cuadernos Salmantinos de Filosofía, nº XXXIV, pp. 37-66. nichols, r. W. y ratchforn, J. t. (1998): “norteamérica”. en: Informe mundial sobre la ciencia, Santillana-UNESCO, Madrid. núñez Jover, J. (2001): “ciencia y cultura en el cambio de siglo. a propósito de c. P. snow”, en lópez cerezo, J. a. y sánchez ron, J. m. (eds.) Ciencia, tecnología, sociedad y cultura en el cambio de siglo, Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 89-107. núñez Jover, J. (2004): “democratización de la ciencia y geopolítica del saber” en lópez cerezo, J. a. (ed.) La democratización de la ciencia, Cátedra Miguel Sánchez-Mazas- EREIN, Donostia, pp. 127-157. Ortiz-Osés, A. (2000): La razón afectiva. Arte, religión y cultura, san esteban, salamanca. Papón, P. y Barré, r. (1996): “los sistemas de ciencia y tecnología: panorama mundial”. en: Informe mundial sobre la ciencia, Santillanaunesco, madrid. París, c. (1992): Ciencia, tecnología y transformación social, universitat de valéncia, valéncia. Pérez sedeño, e. (2008): “la pérdida de la inocencia”, en Bermejo, d. (ed.) En las fronteras de la ciencia, Anthropos, Barcelona: 163-179. 136 Pienda, J. a. (1991): “Hominización y humanización en la civilización técnica moderna”, Logos, Revista de ilosofía, Sep-Dic, nº 57, p. 15-55. Pintos, J. l. (1990): Las fronteras de los saberes, Akal, Madrid. Pintos, J. l. (1995a), Los imaginarios sociales. La nueva construcción de la realidad social, instituto fe y secularidad/sal terrae, Bilbao. Pintos, J. l. (1995b), “orden social e imaginarios sociales (una propuesta de investigación)”, Papers, 45: 101-127. Pintos, J. l. (2001a), “construyendo realidad(es): los imaginarios sociales”, Realidad. Revista del Cono Sur de Psicología Social y Política, 1: 7-24. Pintos, J. l. (2001b), “apuntes para un concepto operativo de imaginarios sociales”, en alburquerque, l. y iglesia, r. (ed.), Sobre los imaginarios urbanos, Buenos Aires, FADU-UBA: 67-103. Pintos, Juan l. (2003): “el metacódigo relevancia/opacidad en la construcción sistémica de las realidades”, RIPS (Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas), 2(1-2): 21-34. Pintos, Juan l. (2004): “inclusión/exclusión. los imaginarios sociales de un proceso de construcción social”, Sémata. Ciencias sociales y humanidades, 16: 17-52. Pintos, Juan l. (2005): “comunicación, construcción de la realidad e imaginarios sociales”, Utopía y Praxis Latinoamericana, 10(29): 3765. Pintos, Juan l. (2006a): “imaginarios y medios de comunicación”. en: Bouzada fernández, X. (coord.) Cultura e novas tecnoloxías, consello da Cultura Galega, Santiago de Compostela (España): 21-44. Pintos, Juan l. (2006b): “comunicación, construcción de realidad e imaginarios”. en: vv.aa. Proyectar imaginarios, IECO-Universidad Nacional de Colombia-Sociedad Cultural La Balsa, Bogotá, Colombia: 23-66. Pintos, J. l. (2007): “el valor epistemológico del demonio y el código de observación «relevancia/opacidad». apuntes metodológicos”, Anthropos, 215: 143-149. 137 Popper, K. R. (1969): Conjectures and Refutations, Routledge & Kergan Paul, london. Popper, K. R. (1972): Objective Knowledge, oxford university Press, london. Quintanilla, m. a. (2005): Tecnología: Un enfoque ilosóico y otros ensayos de ilosofía de la tecnología, fce, méxico. rábade, s. (2002), Teoría del conocimiento, Madrid, Akal. rescher, n. (1999), Razón y valores en la Era cientíico tecnológica, Barcelona, Paidós. salcedo aquino, J. a. (2004): “racionalidad analógica y conocimiento humano”, Analogía ilosóica (México), XVIII (2): 93-101. Sánchez-Mazas, M. (1998): “El poliedro imposible: Ciencia y ilosofía, tecnología y utopía”, Theoría – Segunda época, 13 (2): 213-231. santamaría garai, m. g. (2002): Acción, persona, libertad. Max SchelerTomás de Aquino, eunsa, navarra. santos, B. de s. (2001): Um discurso sobre as ciências, afrontamento, Porto. santos, B. de s. (2003) (org): Conhecimento Prudente para uma Vida Decente, afrontamento, Porto. santos, Boaventura de sousa (2003). Crítica de la razón indolente. Contra el desperdicio de la experiencia. Bilbao: desclée de Brouwer. santos, B. de sousas (2007). “Para além do Pensamento abismal: das linhas globais a uma ecologia de saberes”, Revista Crítica de Ciencias Sociais, 78: 3-46. sarewitz, d. (2001): “Bienestar humano y ciencia federal ¿cuál es su conexión?”. en: lópez, J. a. y sánchez, José m. (eds.) Ciencia, tecnología, sociedad y cultura en el cambio de siglo, Biblioteca nueva, Madrid, p. 155-171. scheler, m. (2001): Ética, caparrós, madrid. snow, c. P. (1959): The Two Cultures and The Scientiic Revolution, Cambridge University Press, New York. 138 Ursua, Nicanor y Ortiz-Osés, Andrés (1982): “Hermenéutica y ilosofía de la ciencia”, Pensamiento, vol. 38, nº 149, pp. 37.62. vicente igual, l. (1989): La analogía, PPu, Barcelona. Zamora Bonilla, J. (2005): Ciencia pública-Ciencia privada. Relexiones sobre la producción del saber cientíico, fce, méxico. Zamora Bonilla, J. (2005b), Cuestión de protocolo. Ensayos de metodología de la ciencia, madrid, tecnos. Zubiri, X (1998a), Sobre el hombre, madrid, alianza. Zubiri, X (1998b), Inteligencia sentiente. Inteligencia y realidad, madrid, alianza. Zubiri, X (2001), Sobre la realidad, madrid, alianza. 139