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Tampico auge y caída de una ciudad petrolera

2017, Tampico auge y caída de una ciudad petrolera

La novela Der Schatz der Sierra Madre (El Tesoro de Sierra Madre, 1927) de B. Traven (Alemania, 1882-México, 1969), nos ofrece una versión del Tampico frenético inmerso en la vorágine del auge petrolero. Un puerto magnético para aquellos que acudían seducidos por una prosperidad tan desmesurada como descontrolada, emergente y fugitiva. La potencia dramática del film hollywoodense homónimo de 1948, basado en la misma novela y dirigido por John Huston, expone con verosimilitud ese Tampico nouveau riche: crudo, salvaje y cruel; entregado a los excesos del mercado sin más leyes que las de la oferta y la demanda.

TAMPICO Auge y caída de una ciudad petrolera de súbita y fugaz riqueza Carlos Alejandro Lupercio Cruz Proyecto apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes Donde el aire envenena/ donde la mariguana te empuja al hastío Pierre Mac Orlan a novela Der Schatz der Sierra Madre (El Tesoro de Sierra Madre, 1927) de B. Traven (Alemania, 1882-México, 1969),1 nos ofrece una versión del Tampico frenético inmerso en la vorágine del auge petrolero. Un puerto magnético para aquellos que acudían seducidos por una prosperidad tan desmesurada como descontrolada, emergente y fugitiva. La potencia dramática del film hollywoodense homónimo de 1948, basado en la misma novela y dirigido por John Huston,2 expone con verosimilitud ese Tampico nouveau riche: crudo, salvaje y cruel; entregado a los excesos del mercado sin más leyes que las de la oferta y la demanda. L Carlos Alejandro Lupercio Cruz. Doctor en teoría e historia de la arquitectura por la Universidad Politécnica de Cataluña. Acreedor de la beca CONACYT de estancias posdoctorales nacionales para el período enero-diciembre 2015, en la UANL. 22 Actas / Historias Ese Tampico de los excesos, aquel del periodo revolucionario, es descrito por el escritor yanqui antiimperialista Carleton Beals (1893-1979) en su ensayo Mexican Maze (1931), ilustrado por Diego Rivera y traducido al español con el título de México desconcertante y en algunas ediciones como Laberinto mexicano: Un pueblo abierto, con una de las más grandes zonas-roja en el mundo. El dinero no fluía, salía a borbotones. Como el petróleo. En los cabarets vibrantes de jazz, el hombre que ni gastaba al menos mil pesos en una noche, era un roñoso. Y aunque las prostitutas que acudían en manada desde todos los rincones del globo no llevaban puñales en las medias, como Hergesheimer nos había hecho creer en su Tampico, más de un americano, cuya muerte ocasionó apoplejía diplomática en Washington, murió a manos de las Dalilas tampiqueñas.3 Beals alude al exquisito escritor preciosista norteamericano Joseph Hergesheimer (Pensilvania, 1880- Nueva Jersey, 1954) y a su novela Tampico (1926) a la que por supuesto nos referiremos más adelante. Tampico, sería traducida al español en 1929 y –como señalaría la especialista Edith Negrín– “contribuyó a fijar los confines de la ciudad portuaria en la geografía de la literatura”. 4 En este punto de nuestro discurso es prioritario ubicar el margen espacio-temporal definitorio de la vida, pasión y muerte de la explotación petrolera mexicana. Las primeras prospecciones del hidrocarburo realizadas en la región fueron emprendidas por el norteamericano Edward Laurence Doheny (1856-1935) director de la Mexican Petroleum Company fundada en 1901.5 Estas exploraciones serán el detonante de una nueva era para la zona del Golfo de México conocida antiguamente como la Faja de Oro, limitada al norte por Tampico, Tamaulipas y al sur por Poza Rica, Veracruz. Aun cuando efectivamente la zona de mayor explotación petrolera mexicana se encontraba en el territorio del estado de Veracruz; Tampico y sus áreas aledañas fueron el meollo de la organización de las actividades extractivas y administrativas de la industria petrolera de la zona. La importancia del puerto, su movimiento comercial, las refinerías ahí instaladas y el asentamiento de una notable población que vivía del trabajo en campos y refinerías otorgaron a la ciudad señales evidentes del auge petrolero. No es erróneo afirmar, incluso, que la La importancia del puerto de Tampico, su movimiento comercial, las refinerías ahí instaladas y el asentamiento de una notable población que vivía del trabajo en campos y refinerías, otorgaron a la ciudad señales evidentes del auge petrolero. historia de Tampico está íntimamente ligada a la historia del petróleo. El final del festín de la explotación petrolera nacional con cargo a los recursos nacionales y beneficio mayoritario a los capitales extranjeros, corresponde a un retorno al orden liderado por el presidente Lázaro Cárdenas, quien orquestaría la indemnización y consecuente expulsión de las empresas multinacionales propietarias y gestoras del petróleo nacional, decretado en 1938. Podemos hablar entonces de un espacio epocal que se contrae en prácticamente cuatro decenios. Debe subrayarse empero, que los yacimientos en la región comenzaron a dar signos de agotamiento a partir de 1922 y que en 1926 la producción resultaría francamente catastrófica. Por otro lado, en 1928 Venezuela superaría a México como productor y los desarrollos en el cercano oriente menguarían aún más la preponderancia relativa de nuestro país en el contexto mundial. 6 A pesar de su carácter fugaz, no debemos desestimar la profundidad e irreversibilidad que las huellas del boom petrolero imprimirían en Tampico. De hecho, la Actas / Historias 23 fisonomía icónica de la ciudad, conformada en gran medida por el conjunto edilicio construido en este periodo, deviene en imaginario perdurable del puerto y le confiere una morfología que como ninguna otra señal de la bonanza, cincelará el mito del Tampico cosmopolita, repentinamente ascendido y perentoriamente crepuscular y decadente: ángel caído, castigado por sus excesos. El periodo del auge representa para Tampico ese cincel que esculpirá la fisonomía taciturna del puerto, su constante convocatoria a la melancolía del esplendor perdido; del “éramos”, del “fuimos” y del “tuvimos”. A partir del violento descenso de Tampico, su atrevido conjunto arquitectónico –ajeno a las propuestas del nacionalismo vasconcelista y pletórico de referencias a un internacionalismo liberalista de aliento poscolonialista–, devendrá en moderna ruina, decadencia irrevocable que pastará el prevaleciente mito fatal. En ese complejo marasmo arquitectónico y urbanístico de cariz predominantemente europeizante, deben tomarse en cuenta también las acciones de ordenaEn los albores del siglo XX, cuando la ciudad portuaria se iniciaba en la vorágine petrolera, contaba con 17 mil 500 habitantes, la mayoría campesinos y peones del campo, inmigrantes nacionales y colonos extranjeros. En la imagen, una vista del mercado. 24 Actas / Historias miento y equipamiento emprendidas por los científicos –el equipo que conformaba el gobierno dictatorial–, guiados por sus anhelos internacionalizantes, efectuadas durante los primeros años del siglo XX, cuando se borda el destino monumental del puerto. Precisamente en los albores del siglo XX, cuando la ciudad portuaria se iniciaba en la vorágine petrolera, Tampico tenía 17 mil 500 habitantes. La mayoría de la población económicamente activa se integraba con campesinos y peones del campo; 855 personas, sin embargo, se dedicaban al comercio y otras 49 a la industria. Del grueso de la población, sólo 9 mil habitantes eran nativos. Vivían allí más de mil extranjeros. De los inmigrantes nacionales que habitaban el puerto –más de siete mil–, destacaban en número los procedentes del estado vecino de San Luis Potosí, mientras que las colonias extranjeras más importantes cuantitativamente hablando eran la española y la estadounidense.7 No obstante la considerable inmigración española en Tampico, ésta se había desarrollado en épocas recientes, a partir de los últimos decenios del siglo XIX. El éxito de este fenómeno se explica por las redes de lazos familiares que unían a los inmigrantes españoles y también a sus recursos educativos y económicos que les permitían conformar una cierta élite cerrada. Su raíz Sir Weetman Pearson formó la compañía mexicana de petróleo El Águila, S. A. con personalidades de la clase dirigente mexicana para la explotación del petróleo en México. Su edificio administrativo, situado justo delante del Hotel Imperial, ya impactaba con sus cinco plantas. europea, la religión común que compartían con los autóctonos y sus intenciones de establecerse en el país, facilitaron que estos inmigrantes españoles accedieran a las burguesías altas y medias que evidentemente, pasaban a conformar una sociedad multirracial.8 Junio de 1908 marca el inicio de la “gran guerra petrolera mexicana”. El empresario británico Sir Weetman Pearson (1856-1927)9 era visto con recelo por el secretario de Hacienda Limantour. Este último temía que la unión entre Sir Weetman y Henry Clay Pierce, fundador y presidente de la Waters-Pierce Oil Company, animara a la empresa norteamericana Standard Oil a detentar el control directo de las ventas al menudeo del petróleo en México. Fue por ello que Pearson tomó una decisión trascendental: formar una compañía mexicana que se encargara de los intereses de su empresa al norte de Veracruz. En abril de 1909 Pearson formó la compañía mexicana de petróleo El Águila, S. A. La empresa matriz seguía siendo la principal accionista, pero en el consejo de administración se integraron personalidades de la clase dirigente mexicana: Guillermo de Landa y Escan- dón, gobernador del Distrito Federal; Enrique Creel, gobernador de Chihuahua y ex embajador de México en Estados Unidos; Pablo Macedo, presidente del consejo de Ferrocarriles Nacionales, y el coronel Porfirio Díaz Jr. La creación de una compañía “nacional” aplacó a la cúpula política mexicana. De todas maneras, no era ningún secreto que la sombra de Díaz subyacía en los negocios de Pearson como socio silente que combatía a la norteamericana Standard Oil en sintonía con la filia europea del dictador y la fobia que le inspiraban los Estados Unidos.10 En 1909 Pearson integró a sus filas al doctor C. Williard Hayes, director del United States Geological Survey, con el cometido de que dirigiera las prospecciones. Entre las primeras conclusiones del experto se encontraba que la demanda de petróleo mexicano era mayor que la producción, que la densidad del hidrocarburo local no podía competir con el ligero crudo norteamericano y que el costo promedio de la producción era elevado; estaba claro que la prioridad era descubrir un importante yacimiento de crudo ligero en México. Como medida de apoyo encaminada a conseguir esa meta, Hayes incorporó a su equipo a una mente brillante: C. Everitt DeGolyer, un joven y destacado estudiante de geología de la Universidad de Oklahoma. Cuando DeGolyer arribó a Tampico, la ciudad no era aún la Actas / Historias 25 meca del auge petrolero, pero el edificio administrativo de El Águila, situado justo delante del Hotel Imperial, ya impactaba con sus cinco plantas. El equipo de trabajo al que DeGolyer se integró se componía de individuos de variadas nacionalidades: el superintendente era escocés, el contador, holandés y el director de transporte y embarques, inglés.11 Un reflejo del cariz multinacional del puerto. El éxito de El Águila se vería coronado por el brote del pozo petrolero Potrero del Llano número 4, ubicado al norte de Veracruz, en 1910; mientras que el gran logro manufacturero de la misma compañía fue la refinería que comenzaría a operar en 1914 y que la empresa ubicaría en Villa Cecilia, hoy Ciudad Madero –municipio autónomo desde 1924, que forma parte del área metropolitana de Tampico–.12 La Revolución Mexicana sin embargo, representó un cambio substancial para los intereses de Pearson en México, quien en 1918 vendería la mitad de las acciones de El Águila y traspasaría la dirección de la compañía a su nuevo socio, la Royal Dutch Shell. Mientras que coyunturas de índole mundial afectarían la rentabilidad El éxito de El Águila se vería coronado por el brote del pozo petrolero Potrero del Llano número 4 y la instalación de la refinería, en la imágen, que comenzaría a operar en 1914. 26 Actas / Historias La noticia de los brotes en pozos petrolíferos se extendió como reguero de pólvora y atrajo a Tampico a un enjambre de empresarios, técnicos perforadores, agentes arrendadores y viles buscadores de fortunas. del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec –una de las empresas encomendadas por el gobierno dictatorial a Pearson en las que éste tomaba parte–. Es muy probable que éstas fueran las principales circunstancias que desencadenarían el extremo de que en aquel mismo año, 1918, el gobierno encabezado por el presidente Venustiano Carranza decretara el fin de su asociación con Pearson. A pesar de todo, cuando Pearson murió en 1927 se hizo público que sus negocios en México le habían encumbrado entre las mayores fortunas de la Gran Bretaña, es decir que se contaba entre los hombres más ricos del mundo.13 Pero volviendo a Tampico, la noticia de los brotes en los pozos petrolíferos Potrero del Llano núm. 4 –el pozo más productivo en México durante el transcurso de la Revolución, cercano a Tuxpan, Veracruz– 14 y Juan Casiano núm. 7 –a 100 km de Tampico–, se extendió Hacia 1910 se contaban 155 compañías y 345 empresarios asociados a la explotación petrolera en México. Sobre estas líneas, campo de extracción de crudo La Barra; arriba, quema de residuos. como reguero de pólvora y atrajo a un enjambre de empresarios, técnicos perforadores, agentes arrendadores y viles buscadores de fortunas, que se allegaron a Tampico individualmente o en grupo, por barco o por tren. Hacia 1910 se contaban 155 compañías y 345 empresarios asociados a la explotación petrolera en México. Una auténtica marabunta de extranjeros que siguió operando en el país en pleno transcurso de la Revolución.15 La colonia holandesa local, por ejemplo, sumaba cerca de cien personas y se integraba por europeos y por trabajadores procedentes de Curaçao; todos ellos empleados de la compañía petrolera La Corona.16 La citada novela Tampico de Hergesheimer, por su parte, detalla la gran cantidad de chinos que habitaban en la ciudad portuaria, y que se dedicaban tanto a cantar o bailar, como a cocinar o a la limpieza de las viviendas.17 El poeta Efraín Huerta (Guanajuato, 1914-Ciudad de México, 1982), por su parte, en un texto que escribiera en 1939 sobre Tampico a raíz de la expropiación cardenista, apunta que de los 18 mil habitantes que Tampico tuviera en 1914, en tiempo record se multiplicarían hasta llegar a los 150 mil en 1918. En la misma oportunidad, sobre la arquitectura tampiqueña, Huerta comentaría que la Colonia del Águila le parecía bien urbanizada, “con residencias petulantes” y las sitúa al extremo opuesto de “las endebles construcciones de Ciudad Madero: pobres e insalubres”. Al palacio municipal, por su parte, lo califica de “estupendo” y aún, de “modelo de discreción arquitectural” mientras que a la catedral, la fulmina llamándola “la construcción religiosa más fea del mundo”, especificando no obstante –con acendrada mordacidad– que en la lista se incluye a la catedral de Guadalajara. El enclave de la catedral de Tampico “se pone peor” –indica Huerta– por su vecindad con el cine Alcázar, que “rivaliza en vulgaridad con el Alameda capitalino”. A pesar de todo, el poeta apodado “el cocodrilo”, concluye que, “en general el trazo del primer cuadro es aceptable”.18 Actas / Historias 27 Efraín Huerta no sería el único que expresaría sus impresiones de Tampico en relación con la época del auge petrolero, por supuesto. Entre los intelectuales que llegaron a plantear su versión de los hechos, debemos mencionar también a José Manuel Puig Casauranc, (Campeche, 1888-La Habana, 1939),19 quien formó parte de los más altos círculos del poder político mexicano entre 1920 y 1934. En su novela La hermana impura (1927), ubicada en Tampico y centrada en el boom petrolero, se perfila el alcance del pozo de Potrero del Llano y el vértigo, transformación y decadencia de la explotación petrolera de la Faja de Oro: ¡Potrero de Llano…! ¡El pozo que acababa de salarse hace unos días…! ¿Pero entonces ese pozo había durado ocho años? El ingeniero contestaba afirmativamente. Había durado ocho años y producido ciento veinte millones de barriles […] Pero claro que los pozos de ahora considerados individualmente, no darían lo mismo, por la falta de zonas de protección. […] Y aunque estemos acertados los geólogos que pensamos que hay allí, en Amatlán y en Zacamixtle grandes bolsones de petróleo, yacimientos tan ricos como los de Cerro Azul o de Potrero, no durarán lo mismo. Van a ser cien bocas para chupar de la misma bolsa, muchos becerritos para una sola vaca.20 28 Actas / Historias El auge petrolero propició sonoros contrastes en Tampico. Arriba, las endebles construcciones en sus suburbios, pobres e insalubres; sobre estas líneas, el extremo opuesto: la colonia El Águila, que estaba constituida por lujosas residencias circundadas de jardines. Es importante puntualizar la mínima derrama económica que la explotación petrolera representaría para los propietarios originales o arrendatarios de los terrenos productivos, diametralmente opuesta a las desmesuradas ganancias de las empresas explotadoras. Como muestra de tal afirmación aludimos nuevamente a la novela de Puig Casauranc: Se decía que aquel famoso campo de “Juan Casiano”, que había dejado una utilidad de más de Las clases dominantes trasladaban a su Tampico colonizado sus costumbres sin intentar la integración con los autóctonos y mucho menos apreciar diferencias, sus tradiciones, su cultura e identidad. cien millones de dólares a la compañía explotadora, no había producido a la propietaria del lote 165 de Chinampa, donde brotara el maravilloso géiser, sino dos mil quinientos pesos en “bilimbiques” y la desgracia. Porque expulsada de su tierruca por los dos o trescientos pesos en que en realidad vendió –sin poderes para ello– un hijo suyo la propiedad, había venido a vivir una vida de miseria a Tampico.21 En otra obra de ficción, la ya citada Tampico de Joseph Hergesheimer, se perfilan ciertos hábitos de las élites tampiqueñas extranjeras. Govett Bradier, el protagonista de la novela –acaso esbozado con ciertas pinceladas autobiográficas del propio fabulador–, no comulga con aquellos extranjeros que habitaban en la ciudad, en las exclusivas colonias inglesa y norteamericana y que conviven en cocktail parties, fiestas, tes o campos de golf.22 Una muestra de que estas clases dominantes trasladaban a su Tampico colonizado sus costumbres y practicaban vigorosos exorcismos a su nostalgia; sin intentar, ni por asomo, la integración con los autóctonos y mucho menos apreciar sus diferencias, respetar sus tradiciones, su cultura e identidad. La arquitectura que estos individuos promovían y habitaban, era necesariamente un reflejo de unas mismas motivaciones imperialistas. En este sentido podemos añadir las afirmaciones de José Santos Llorente vertidas en su crónica Episodios petroleros centrada en la década de 1920, en la cual, apunta sobre la ya referida colonia El Águila, que ésta estaba constituida por lujosas residencias circundadas de jardines donde vivían norteamericanos, ingleses y otros extranjeros y que por estar situada en la parte alta del puerto, ofrecía la oportunidad de dominar unas espléndidas vistas de las lagunas y disfrutar de la fresca brisa.23 Al iniciarse la explotación del crudo en México, en el año 1901, la producción alcanzó los 10 mil 334 barriles anuales. La cifra aumentó exponencialmente en sólo diez años: en 1911 el producto anual fue superior a los 12 millones de barriles. Una década después, en 1922, el rendimiento alcanzó su clímax, los 182 millones de barriles24. Con este impactante potencial productivo y la coyuntura de la Gran Guerra, no sorprende en absoluto que hacia 1918, México alcanzara el segundo puesto como productor petrolero mundial, superando a Rusia. El producto nacional de hidrocarburos representaba el 16% del producto internacional. El primer productor mundial en el periodo continuó siendo Estados Unidos, que obtenía dos tercios de la producción global.25 Al ocaso del auge, hacia 1924, estaban registradas cerca de 500 compañías petroleras en México.26 En cuanto a las recaudaciones de impuestos derivadas de la industria petrolera nacional, éstas representaron el soporte principal de los ingresos públicos durante los gobiernos revolucionarios que aunque no ignoraban la formación de una industria de corte predominantemente estadounidense, no podían plantar cara a esa inmensa grieta en la soberanía nacional.27 Valga como ejemplo de una de las facetas de esa flagrante intromisión extranjera en México, la decla- Actas / Historias 29 ración conocida como la guerra es una estafa de Smedley D. Butler (Pensilvania, 1881-1940), general brigadier de la infantería de marina estadounidense –veterano de la toma de Veracruz de 1914– que hiciera pública en 1935 y que pone de relieve la manera en que el gobierno de Estados Unidos, a través de su aparato militar, salvaguardaba los intereses de los capitales norteamericanos asociados a la explotación petrolera en México: He pasado treinta y tres años y cuatro meses en servicio militar activo de la fuerza militar más diestra del país, el cuerpo de marina. Serví en todos los rangos comisionados, desde Segundo Teniente hasta Mayor General. Durante ese periodo, la mayor parte de mi tiempo, actué como un bandido, altamente calificado, al servicio de los Grandes Negocios de Wall Street y de los banqueros. En breve, he sido un pandillero, un gánster al servicio del capitalismo […] En 1914 ayudé a México, a Tampico en particular a ser un lugar seguro para los intereses petroleros estadounidenses.28 Si en 1938, cuando el general Cárdenas realizó la expropiación petrolera, el gobierno de Estados Unidos no ejerció la violencia para detener la acción del gobierno mexicano, fue debido en parte a que el hidrocarburo nacional había perdido su carácter estratégico. En ese momento, nuestro país era uno de los tantos productores secundarios.29 Los extranjeros que en diferentes obras literarias se refirieron al Tampico del auge petrolero en la década de los años veinte de la centuria pasada –Beals, Hergesheimer o Traven, entre otros–, se muestran indiferentes al evidente esplendor arquitectónico que aún hoy –en la mayoría de los casos de manera decaída– podemos presenciar en la ciudad tamaulipeca e insisten en señalar al puerto como despreciable espacio de degradación moral, infecto e insalubre, una zona franca de excesos, cuya ausencia de valores éticos, se Los escritores extranjeros que en diferentes obras literarias se refirieron al Tampico del auge petrolero, tienen un tono desaprobatorio correspondía también a una ausencia de valores estéticos y, por supuesto, su visión se deslinda de la mirada nostálgica de las crónicas turísticas contemporáneas, que por su carácter benigno y halagüeño se sitúan en el extremo opuesto de la apreciación de ese topo que independientemente de miradas favorables o despiadadas, constituye sin duda un territorio mítico. En la multicitada novela Tampico, el puerto se nos presenta como un lugar desagradable ya desde su mera apariencia, “una ciudad gris, incolora, que se había americanizado mucho; casi no se veían indios ni sarapes por las calles” y también: “no ofrecía nada de romántico […], era una ciudad fea, al borde de un río teñido de petróleo”.30 Y aún, describe el pesado ambiente del club Palais Royal, situado en una ciudad amenazante y descontrolada: el Palais Royal había vivido en un estrépito constante y desde sus tres galerías caían sin cesar al patio botellas vacías de cerveza. A cada momento se libraban combates, se oían tiroteos en los arrabales de la ciudad, corrían constantemente rumores de ocupación, las balas silbaban por las calles, los marinos norteamericanos salían vengadoramente de su zona, y durante la guerra Europea, esta tensión habíase acrecentado y los recelos imperantes eran agudos y fatales como cuchillos.31 Pero independientemente del tono desaprobatorio de la mirada de Hergesheimer hacia Tampico que describe su visión de un espacio abigarrado, degradado y malsano moral y geográficamente, el autor desvela unos escenarios que no sólo nos permiten entrever el frenesí de la región y en especial del puerto tal como era hace alrededor de noventa años, sino que también nos para la ciudad portuaria, cuya ausencia de valores éticos se correspondía también a una ausencia de valores estéticos. 30 Actas / Historias Tampico en la visión de algunos autores se presenta como una ciudad gris al borde de un río teñido de petróleo. Arriba, el muelle fiscal; en la página siguiente, el mercado en torno al río Támesis y abajo, los patios del ferrocarril. Actas / Historias 31 conducen a imaginar un sugestivo esplendor actualmente ausente pero cuya pátina aún puede percibirse en el entorno y alude a los esplendores dorados del espeso oro negro. Auténtico escenario de la decadencia que necesariamente remite a un momento de fulgor. Hergesheimer menciona entonces a la refinería de El Águila, a la factoría de la Huasteca Company, al Hotel Imperial, al Restaurante chino Ciudad de Pekín, al café Luisiana, al café de la Ópera, al ya mencionado bar Palais Royal, etc.32 El puerto como imaginario de la centuria pasada alterno a la Sodoma y Gomorra bíblicas, es presentado en la misma novela a través de escenas que se sitúan en los lugares donde trabajaban mujeres públicas procedentes de todos los continentes: el “Luisiana”, el “Bristol”, el “Bolívar”,33 acaso ubicados en el impúdico barrio de La Unión, “centro de concupiscencia” el cual concentraba los prostíbulos del puerto y al que acudieron y en el cual se inspiraron destacadas personalidades del mundo de las letras. En este sentido es indispensable citar al autor de canciones Pierre Mac Orlan (Francia, 1883-1970) y su composición La chanson de Margaret,34 himno de una prostituta que añora su inocencia y su país y presenta su visión de Tampico “donde el aire envenena/donde la mariguana te empuja al hastío”. Cabe sumergirse en el ambiente canalla de La Unión y en este sentido bien vale la pena volver a citar la novela La hermana impura de Puig Casauranc que presenta 32 Actas / Historias El evidente esplendor arquitectónico que aún hoy, en la mayoría de los casos de manera decaída, podemos presenciar en la ciudad tamaulipeca, remite a un momento de fulgor, a una era de riqueza súbita y fugaz. unas visiones nítidas de aquel espacio-tiempo e incorpora la acción de los extranjeros que aprovechaban el éxito del barrio non sancto de Tampico para obtener grandes dividendos económicos y sociales: No menos de diez mil personas desfilaban por el barrio al fin de la semana y calculando que cada visitante gastara sólo veinte dólares, era una derrama de cuatrocientos mil pesos a la semana casi de dos millones al mes… Y sólo así podía explicarse el rápido auge de los cantineros y las dueñas, que a poco de establecerse se hallaban con rentas (de casas de accesorias y edificios para nuevos centros de lenocinio casi siempre) que les producían varios miles de dólares al mes, con los que frecuentemente se retiraban del negocio para ir a la lejana aldea de Asturias, o de Kentucky o de Galicia, a ser llamados “Don Luis” o “Mr. Blunt”, o “Doña María”, los que habían sido en Tampico Luis “el gachupín”, y “el gringo”, y “tía Maruja”.35 El que sería presidente de México durante el Maximato, el tamaulipeco Emilio Portes Gil (Ciudad Victoria, 1890-Ciudad de México, 1978), fue nombrado en 1920 gobernador provisional del estado de Tamaulipas. En su efímero paso por la primera magistratura estatal buscó arrasar los indecorosos excesos de la zona roja tampiqueña: el barrio de La Unión, ordenando la clausura de los establecimientos que operaban en Tampico, Laredo, Matamoros y Reynosa; ciudades todas del estado que gobernaba. El propio Portes Gil llegaría a señalar que “como Tampico estaba en auge extraordinario con motivo de que en esos años la riqueza petrolera había llegado a su apogeo, la ciudad parecía un campamento de negociantes y viciosos: era una verdadera Babel. Los dólares corrían a torrentes, no se tenía noción de lo que valía el dinero y en todas partes se alardeaba de las grandes fortunas que se improvisaban rápidamente”. Los colaboradores del gobernador comisionados para tal fin, le presentaron un reporte contundente respecto al barrio en cuestión: había allí más de 200 casas de citas de todos los niveles socioeconómicos y de acuerdo a los registros de salubridad, en ellas laboraban más de 15 mil prostitutas. El reporte no omitía información sobre escenas inmorales que podían presenciarse por todo el puerto, mientras que la policía no se daba abasto para controlar tantos desacatos. Portes Gil decidió atacar frontalmente aquel caos reorganizando los servicios públicos y revisando las concesiones de prostíbulos y casas de juego en el barrio. Tan solo un mes después de haber asumido el mando como jefe del ejecutivo estatal, Portes Gil fue removido de su cargo. Según su propio testimonio, el motivo de su destitución fue haberse opuesto a otorgar una concesión solicitada por un alto mando militar. Dicho personaje ofrecía una cuantiosa suma mensual a repartirse entre el gobernador, el jefe de las operaciones, el comandante de la policía e, incluso, entre funcionarios de la capital mexicana que influían en contra de las autoridades del gobierno federal que censuraban los garitos. Está claro que de la desmesurada suma ofrecida por el militar no ingresaría ni un solo centavo a las arcas del estado. Independientemente del negocio petrolero, en el barrio tampiqueño de La Unión se forjaban fortunas inmensas y súbitas con el beneplácito de autoridades corruptas que a cambio de cuantiosos donativos garantizaban impunidad a los tratantes de blancas. Sólo unos cuantos días después de la destitución de Portes Gil, se reinauguraron las casas de citas y de juego, y, además, abriría sus puertas un cine especializado en películas para adultos.36 La vertiginosa cresta y el súbito declive, confirman la lógica periférica latinoamericana: Los “mendigos” norteamericanos que buscan súbitas fortunas en Tampico y en México, cual Fred Dobbs el protagonista de Der Schatz der Sierra Madre –trazo magistral del ave de rapiña sin valores éticos que aflora de la esencia humana en medio de la danza frenética del dólar– traspasarán una y otra vez la frontera del sur en busca de un tesoro al mismo tiempo deslumbrante y corruptor. Espléndida metáfora que nos ofrece Traven de las empresas explotadoras del oro negro mexicano que compiten a muerte por el botín, acosadas por la desconfianza hasta que los yacimientos sean agotados y la riqueza absorbida. Quedan las sombras de ese Tampico demencial e inusitado, sede de las más numerosas e inverosímiles delegaciones consulares, de lujosas oficinas correspondientes a grandes compañías petroleras del mundo, de los clubes sociales más exclusivos, accesibles únicamente a aquellos que no escatimaban el pago de estratosféricos derechos de membresía. Todo se fue como llegó: repentinamente, en un abrir y cerrar de ojos. Con esa misma celeridad, Tampico se convertiría en escenario de un momento perdido irremediablemente que como por obra de un extraño sortilegio, casi de inmediato, se antojaba lejano en el tiempo. La abrupta caída de la ciudad portuaria confirma el destino previsible de una era de riqueza súbita y fugaz; una riqueza arrancada de cuajo sin contemplaciones ecologistas ni el más mínimo respeto al derecho a la propiedad soberana de la nación. Cuando el plato fuerte de la Faja de Oro, vendido por la dictadura primero y por los gobiernos revolucionarios después –frágiles y sedientos de poder– hubiera sido devorado por las empresas del imperio, las sobras del banquete se reservarían para los nacionales: políticos, prestanombres, líderes sindicales, delfines y herederos. La gesta cardenista ocluiría la menguada riqueza que en épocas recientes provocaría la ebria ambición de los empresarios norteamericanos y europeos; dando paso así a otras aves de rapiña que conformarán nuevas corruptelas y plutocracias, aunque en la nueva era, el vampirismo será mayoritariamente fratricida y la Actas / Historias 33 producción petrolera sólo una pálida sombra de lo que fue en los tiempos del boom, dando paso a un Tampico corroído, torre de Babel inconclusa, pretenciosa Nueva York mexicana reconvertida en Nueva Orleans de cartón piedra. Notas 1 2 3 4 5 6 7 8 9 34 TRAVEN, B. El Tesoro de Sierra Madre; Trad. LÓPEZ MATEOS, Esperanza. Barcelona, El Acantilado, 2009. HUSTON, John. The Treasure of Sierra Madre. U.S.A., Warner Bros. Pictures, 1948. Citado por NEGRIN, Edith; El río negro de Carleton Beals; “Nexos”; México, 1 de noviembre de 2013. Edición digital, http://www.nexos.com.mx/?p=15558 consultada el 27 de noviembre de 2015. NEGRIN, Edith; La Huasteca colonizada por la explotación petrolera. Tampico una novela. “Literatura mexicana” Revista semestral del Centro de Estudios Literarios. Universidad Nacional Autónoma de México. Vol. XXIV Núm. 2. 2013. Edición digital, http://www. revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/view/48549/ 43619 consultada el 28 de noviembre de 2015, pp. 31-51 PINEDO VEGA, José Luis; El petróleo en oro y negro; Libros en red; 2005. p. 28. MEYER, Lorenzo; “El auge petrolero y las experiencias mexicanas disponibles. Los problemas del pasado y la visión del futuro”; dentro de: Las perspectivas del petróleo mexicano; El Colegio de MéxicoCentro de Estudios Internacionales, 1979. p.29. BROWN, Jonathan C.; Petróleo y revolución en México, Madrid, Siglo Veintiuno editores, S.A.; 1998, p. 84. Op. Cit., p. 88. GARNER, Paul; Sir Weetman Pearson y el desarrollo nacional en México. 1889-1919; “Estudios de historia moderna y contemporánea de México” número 30. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, julio-diciembre 2005, pp. 145-165. Pearson llegaría a México en 1889 para desarrollar obras públicas de gran envergadura emprendidas por el gobierno de Díaz; entre esas obras destacan el Gran Canal del Desagüe en el Valle de México, las obras portuarias de Veracruz, Salina Cruz y Coatzacoalcos, así como el Ferrocarril Nacional de Tehuantepec. Pero la fortuna que Pearson llegaría a amasar originada de sus empresas mexicanas, procedía sobre todo de la petrolera “El Águila”. Llegaría incluso a convertirse en uno de los individuos más ricos de la Gran Bretaña. Según el obituario publicado en el “Daily Sketch” de Londres (1927), Actas / Historias 10 11 12 13 14 15 16 17 ocupaba el número seis en la lista de los británicos más acaudalados de aquel momento. En 1917 le fue concedido el título de vizconde, el cual fue asociado por Pearson a la propiedad que había adquirido: The Cowdray Estate. A partir de ahora, Pearson sería conocido como Lord Cowdray. BROWN, Jonathan C.; Petróleo y revolución en México, Madrid, Siglo Veintiuno editores, S. A.; 1998, pp. 76 y SS. Op. Cit., p. 79. PIÑERA RAMÍREZ, David, Coord.; Visión histórica de la frontera norte de México; Vol. 5. “De la Revolución a la 2ª Guerra Mundial”; ZORRILLA, Juan Fidel y ORTIZ FIGUEROA, Jesús; El Noreste; Universidad Autónoma de Baja California-Instituto de Investigaciones Históricas; Editorial Kino-El Mexicano; Primera Edición, 1987. Segunda Edición, 1994, p. 93. El 1 de marzo de 1924, durante el gobierno del profesor Candelario Garza, se promulgó el decreto de autonomía municipal de Villa Cecilia, hoy Ciudad Madero, población que se desarrolló rápidamente por enclavarse dentro de la zona de refinación de petróleo. GARNER, Paul; Sir Weetman Pearson y el desarrollo nacional en México. 1889-1919; “Estudios de historia moderna y contemporánea de México” número 30. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, julio-diciembre 2005, pp. 163-164. No obstante la evidente sintonía de Díaz con Pearson, este último pronto establecería buenas relaciones con la administración maderista, especialmente con Ernesto Madero. Posteriormente, en 1913 apoyó el régimen de Victoriano Huerta, en medio de una campaña de prensa sumamente hostil, que identificaba a Pearson como contrarrevolucionario y corrupto. El gobierno británico, por otra parte, mantenía hacia Pearson una actitud de indiferencia y hasta hostilidad hacia sus intereses en México, si el Foreign Office percibía que éstos discrepaban de los de Estados Unidos. Como resultado de estas circunstancias, ya desde 1912, Pearson empezó a buscar su salida de México. Op. Cit., p. 163. BROWN, Jonathan C.; Petróleo y revolución en México, Madrid, Siglo XXI editores, S. A.; 1998, p. 114. Op. Cit., p. 177. NEGRIN, Edith; “La Huasteca colonizada por la explotación petrolera. Tampico una novela”, Literatura mexicana, Revista semestral del Centro de Estudios Literarios. Universidad Nacional Autónoma de México. Vol. XXIV, Núm. 2. 2013. Edición digital, http:// www.revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/view/ 18 19 20 21 22 23 24 48549/43619 consultada el 28 de noviembre de 2015, p. 45. ORTIZ, Orlando; ORTIZ GALICIA, Tania; Ensayo panorámico de la literatura en Tamaulipas. Tomo II. De finales del siglo XIX a 1940. Ciudad Victoria, Gobierno del Estado de Tamaulipas / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes; 2015, p. 111. Versión digital descargable: http://biblioteca virtual.itca.gob.mx/wp-content/files_mf/1448053643 libroensayopanoramicotomoIICOMPLETO.pdf consultada el 7 de diciembre de 2015. Político y diplomático mexicano allegado a los gobiernos de los presidentes sonorenses Álvaro Obregón Obregón y Plutarco Elías Calles (1920-1928), en los cuales desempeñaría sus cargos políticos más destacados; así como a los de la etapa conocida como Maximato (1928-1934). PUIG CASAURANC, J. M.; La hermana impura un esqueleto de novela; México, Editorial Cultura, 1927, p. 132. PDF descargable http://impresosmexicanos.cona culta.gob.mx/libros/CJM/113554_1.pdf descargado el 3 de diciembre de 2015, pp. 70-71. Op. Cit., p. 132. NEGRIN, Edith, “La Huasteca colonizada por la explotación petrolera. Tampico una novela”, Literatura mexicana. Revista semestral del Centro de Estudios Literarios. Universidad Nacional Autónoma de México, Vol. XXIV, Núm. 2. 2013. Edición digital, http:// www.revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/view/ 48549/43619 consultada el 28 de noviembre de 2015, pp. 45-46. ORTIZ, Orlando; ORTIZ GALICIA, Tania; Ensayo panorámico de la literatura en Tamaulipas. Tomo II. De finales del siglo XIX a 1940. Ciudad Victoria, Gobierno del Estado de Tamaulipas / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes; 2015, p. 105. Versión digital descargable: http://biblioteca virtual.itca.gob.mx/wp-content/files_mf/1448053643 libroensayopanoramicotomoIICOMPLETO.pdf consultada el 3 de diciembre de 2015. PIÑERA RAMÍREZ, David, Coord.; “De la Revolución a la 2ª Guerra Mundial” en Visión histórica de la frontera norte de México, Vol. 5.”; ZORRILLA, Juan Fidel y ORTIZ FIGUEROA, Jesús; El Noreste; Universidad Autónoma de Baja California-Instituto de Investigaciones Históricas; Editorial Kino-El Mexicano; Primera Edición, 1987. Segunda Edición, 1994, p. 92. 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 BROWN, Jonathan C.; Petróleo y revolución en México, Madrid, España, Siglo Veintiuno editores, S. A.; 1998, p. 154. NEGRIN, Edith; “La Huasteca colonizada por la explotación petrolera. Tampico una novela”, Literatura mexicana. Revista semestral del Centro de Estudios Literarios. Universidad Nacional Autónoma de México. Vol. XXIV Núm. 2. 2013. Edición digital, http://www.revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/ view/48549/43619 consultada el 28 de noviembre de 2015. p. 38. BROWN, Jonathan C.; Petróleo y revolución en México, Madrid, España, Siglo Veintiuno editores, S. A.; 1998, p. 138. Citado por NEGRIN, Edith; “La Huasteca colonizada por la explotación petrolera. Tampico una novela”. Literatura mexicana. Revista semestral del Centro de Estudios Literarios. Universidad Nacional Autónoma de México. Vol. XXIV Núm. 2. 2013. Edición digital, http://www.revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/ view/48549/43619 consultada el 28 de noviembre de 2015. pp. 48-49. MEYER, Lorenzo; “El auge petrolero y las experiencias mexicanas disponibles. Los problemas del pasado y la visión del futuro”; dentro de: Las perspectivas del petróleo mexicano; El Colegio de México-Centro de Estudios Internacionales, 1979, p. 29. Citado por NEGRIN, Edith, “La Huasteca colonizada por la explotación petrolera. Tampico una novela”, Literatura mexicana. Revista semestral del Centro de Estudios Literarios. Universidad Nacional Autónoma de México. Vol. XXIV Núm. 2. 2013. Edición digital, http://www.revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/ view/48549/43619 consultada el 28 de noviembre de 2015. p. 42. Citado por Op. Cit., pp. 39-40. Idem., p. 38. Ibidem., p. 43. REGALADO HERNÁNDEZ, Aurelio, “El intento de Portes Gil por acabar con el barrio de La Unión”; El Sol de Tampico; 7 de julio de 2008. Versión digital h t t p : / / w w w. o e m . c o m . m x / e l m e x i c a n o / n o t a s / n762192.htm consultada el 3 de diciembre de 2015. PUIG CASAURANC, J. M., La hermana impura un esqueleto de novela; México, Editorial Cultura, 1927, pp. 94-95. REGALADO HERNÁNDEZ, Aurelio, “El intento de Portes Gil por acabar con el barrio de La Unión”; El Sol de Tampico; 7 de julio de 2008. Versión digital h t t p : / / w w w. o e m . c o m . m x / e l m e x i c a n o / n o t a s / n762192.htm consultada el 3 de diciembre de 2015. Actas / Historias 35