Revista Libertas 40 (Mayo 2004)
Instituto Universitario ESEADE
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EL METODO DE LA ECONOMIA POLÍTICA.
Por Gabriel J. Zanotti*.
Nota para esta edición.
Este ensayo fue escrito como libro en 1993. Fue publicado en Portugués, en 1997, en
la Universidade Catolica Do Rio Grande Do Sul, con el título Epistemología da Economia.
Esta es la versión castellana tal cual fue escrita en el 93.
El libro respondió en su momento a un intento de sistematización de la metodología
popperiana-lakatosiana en armonía con la Escuela Austríaca de Economía, sistematizando
algunas conclusiones que en ese sentido habíamos sugerido en “Caminos Abiertos” (1989),
cuyas partes I y II fueron publicadas en Libertas en 1996-97 (nros. 25 y 26) y en “Machlup:
un puente entre Mises y Lakatos” (Libertas 15, 1991). En ese sentido el trabajo debe
interpretarse como un intento de dar una solución “lakatosiana” a los debates sobre lo “a
priori” y “a posteriori” en la Escuela Austríaca. El énfasis fue, por ende, más metodológico
que filosófico (si esa distinción es pertinente). En los capítulos cuatro y cinco, sin embargo,
comenzamos un camino que hemos continuado hasta ahora, a saber, la sistematización de
una fenomenología de las ciencias sociales que pueda ser fundada en a una hermenéutica
realista (que sería la respuesta frente a la advertencia efectuada en la ponencia “La Escuela
Austríaca en peligro de implosión hermenéutica” (Libertas, 36). Hemos desarrollado las
bases de ese camino en las partes I y II de “Hacia una hermeméutica realista”, publicadas
en Sapientia, 56-57. La parte III está en prensa. Si ahora re-escribiéramos el libro,
comenzaríamos por este tema, que en su momento fueron sus capítulos finales. Pero dado
que ahora tenemos la oportunidad de publicar su versión castellana, lo hacemos como un
intento de colaboración a debates metodológicos que afectan al eje central de la escuela
austríaca.
PREFACIO (PARA LA EDICIÓN DE 1993)
El siguiente libro es el resultado de una larga investigación emprendida hace tiempo.
Tiene como antecedentes directos a tres escritos anteriores donde se vislumbran sus líneas
generales. Me refiero a "Fundamentos filosóficos y epistemológicos de la praxeología"
(tesis presentada y aprobada en la UCA en marzo de 1990; publicada en Libertas, Nro. 13,
octubre de 1990); al libro Caminos abiertos: un análisis filosófico de la epistemología de la
economía (escrito en 1990 para el Dpto. de Investigaciones de Eseade, inédito) y al ensayo
"Machlup: un puente entre Mises y Lakatos", escrito en 1990 y publicado en Libertas, Nro.
15, actubre de 1991. Si bien tendré que referirme a menudo a esos textos, trataré de escribir
este de manera autónoma, en la medida de lo posible.
Escribo este libro conciente de que parto con varias desventajas iniciales. En primer
lugar, está escrito por un filósofo. Agradezco a quienes piensen que ello constituye, en sí
mismo, una ventaja, pero los economistas profesionales difícilmente aceptan opiniones
metodológicas que no provengan de un colega.
*
Licenciado en Filosofía, UNSTA, Doctor en Filosofía, UCA, Director del Departamento de Investigaciones
de Eseade.
1
En segundo lugar, está escrito bajo la influencia filosófica del realismo de Santo
Tomás, la perspectiva metodológica para las ciencias sociales de autores tales como Hayek,
Popper, Lakatos y Gadamer, y la visión de la economía política de la escuela austríaca de
economía, bajo autores tales como Mises, Hayek y Kirzner. Las tres perspectivas son
actualmente muy minoritarias en los ambientes universitarios habituales, y muy combatidas
por cierto neopositivismo todavía muy vigente como paradigma dominante.
Y, en tercer lugar, está escrito en español. Y lo poco que hoy se hace en
epistemología de la economía se escribe en general en inglés y en los EEUU. Luego...
La única ventaja con la que podría contar sería la corrección de mis argumentos, que
es lo único que, en última instancia, vale y permanece. Pero no seré yo quien juzgue tal
cosa.
Escribo este libro, además, por dos motivos. En primer lugar, me estoy dedicando
actualmente a temas de filosofía de las ciencias. Por lo tanto, este libro se encuentra dentro
de mis preocupaciones filosóficas actuales. Desde un punto de vista del orden temático en
sí mismo, la teoría general del conocimiento es previa a la filosofía de las ciencias; ésta,
previa a la filosofía de las ciencias sociales, y ésta, previa a metodología de alguna ciencia
social en particular. No debería, por ende, comenzar por lo primero, e ir bajando a lo más
particular? No necesariamente, porque muchas veces el pensamiento humano va plasmando
lentamente la sistematización de lo general a través del análisis más detenido de los casos
particulares. Ese análisis tiene necesariamente implícita una concepción general y
universal, concepción cuya maduración final puede quedar para después en cuanto a lo
temporal.
Por otra parte, mis concepciones generales sobre gnoseología, epistemología general
y epistemología de las ciencias sociales ya han sido más o menos establecidas, no sólo en
los tres escritos anteriormente referidos, sino también en el ensayo "Epistemología
contemporánea y filosofía cristiana" (monografía pre-doctoral presentada a la UCA en
1988; publicada en Sapientia en 1991, Vol. XLVI) y en el libro Popper: búsqueda con
esperanza; escrito en 1991 (Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1993).
Y, en segundo lugar, me mueve un fin práctico. Los estudios de metodología de la
economía ayudarán al desarrollo de la ciencia económica, y esto último ayudará a un
planteo correcto de la política económica. Lo cual, a su vez, ayudará a que menos gente
sufra las consecuencias de incorrectas políticas económicas, consecuencias que pueden ser
dramáticas para la vida de cada persona en particular.
Por último, no quiero dejar de destacar el hecho de los numerosos colegas y alumnos
que con sus preguntas, críticas y sugerencias me han ayudado enormemente a corregir y
perfeccionar mis planteos. A todos ellos, mi más profundo agradecimiento.
INTRODUCCIÓN (1993)
Nuestro libro "Caminos abiertos" estaba organizado según un método más históricodescriptivo; en éste, en cambio, adoptaremos un método más sistemático. Esto es,
plantearemos cómo se organiza, en nuestra opinión, un programa de investigación1 en
economía política. Este planteo sistemático estará dividido en cinco etapas básicas. En la
primera, diremos qué elementos tomamos de diversos autores. Allí no describiremos la
posición de cada autor en su totalidad, sino sólo aquello que nos interesa a efectos de
nuestra organización. Primero tomaremos elementos de dos epistemólogos: Popper y
Lakatos. Segundo, tomaremos elementos de tres epistemólogos y economistas: Mises,
Hayek y Machlup. En los cinco casos el lector notará que iremos "rodeando" a los
1
ver Lakatos, Imre, La metodología de los programas de investigación científica; Alianza, Madrid, 1983.
2
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aportes metodológocos de estos autores de un metasistema gnoseológico realista. Tercero,
y en función de los aportes tomados, organizaremos sistemáticamente nuestro programa de
investigación. Cuarto, expondremos sistemáticamente los tres métodos que en nuestra
opinión se combinan armónicamente en la metodología de las ciencias sociales, de lo cual
tenemos un ejemplo en la etapa anterior. (Como se observa, esta fase es más general).
Quinto, y en función de lo anterior, trataremos de dar una posible solución al problema de
la objetividad de la base empírica en ciencias sociales (problema cuya naturaleza será
descripta en su momento). Las dos últimas fases son aclaratorias de aspectos filosóficos
implícitos en las anteriores.
En cuanto al desarrollo de los contenidos concretos de teoría económica del programa
de investigación que proponemos, digamos que dicha sistematización excede la
competencia específica y fines de este trabajo. Los aportes específicamente económicos de
Mises, Hayek y Kirzner son concretamente el ejemplo, tomando al tratado de economía de
Mises como ejemplo tipo. Nosotros estamos proponiendo una reestructuración
metodológica de esos contenidos, y no de los contenidos mismos. Con ello nos mantenemos
estrictamente en nuestro campo sin invadir otros que no son los nuestros. Por otra parte, la
sistematización lo más completa posible de dichos contenidos, actualizados según los
últimos problemas de la economía política, es una tarea que urge dentro de la escuela
austríaca de economía, la cual no puede quedarse al margen de la profesión, como un
paradigma aislado necesariamente alternativo y sin la incorporación de los problemas
actuales de la economía. Esperemos que ese desarrollo y esa actualización sea desarrollada
por nuevas generaciones de economistas austríacos (un buen ejemplo de ello es el libro de
Esteban Thomsen citado posteriormente). Si nuestra sistematización epistemológica
colabora en esa dirección, un objetivo central de este trabajo se habrá alcanzado.
CAPITULO UNO: PREMISAS EPISTEMOLOGICAS BASICAS
En este capítulo describiremos los aportes de Popper y Lakatos que en nuestra
opinión son relevantes para el desarrollo de nuestro programa de investigación.
1. Popper.
De Popper vamos a tomar sobre todo su sistematización lógica del método hipotéticodeductivo (MHD), el cual, como sabemos, es aplicado por él tanto a las ciencias naturales
como a las sociales.
El hecho de que Popper considere que el MHD se aplica a ambos tipos de ciencias lo
ubica en una posición monista metodológica, pero nosotros hemos aclarado2 que su
posición es un monismo metodológtico amplio. Con esto queremos decir lo siguiente. En el
paradigma neopositivista, el monismo metodológico es rígido: eso significa que la física,
considerada como una ciencia que verifica inductivamente y con probabilidad sus hipótesis,
es considerada como la más elaborada de las ciencias, y las demás serán ciencias en la
medida de su acercamiento a ese modelo ideal de ciencia; luego, según esta concepción, las
ciencias sociales serán ciencias en mayor o en menor grado en la medida de su
acercamiento a ese ideal. Eso domina gran parte de la metodología de las ciencias sociales
hoy en día. En Popper, en cambio, todo es diferente. En ninguna ciencia hay verificación,
ni inducción ni probabilidad. Por lo tanto, tampoco en las ciencias sociales. Estas últimas,
de igual modo que todas las demás ciencias, parten de conjeturas previas al testeo empírico
(contexto de descubrimiento) que luego hay que tratar de falsar, esto es, de contradecir, de
2
Ver nuestro libro Popper, búsqueda con esperanza, Ed. De Belgrano, Buenos Aires, 1993; parte I, punto 6.
3
negar, por medio de un testeo empírico (contexto de justificación). Las conjeturas tratan de
acercarse a la realidad, a la verdad3. Pero, en la medida que son conjeturas, nunca estamos
seguros de estar en la verdad. Si la conjetura no es contradicha por el testeo empírico,
decimos que está corroborada hasta el momento. Si es contradicha, tampoco la
deshechamos totalmente, porque el proceso de falsación no es absoluto.
Desde un punto de vista lógico-metodológico, el MHD está compuesto de la siguiente
manera. Tiene dos componentes básicos: un explanans y un explanandum4. El explanans es
el intento de explicación que nuestra mente trata de efectuar de un determinado problema.
Ese explanans tiene dos partes básicas, a su vez. La primera es la conjetura explicativa, que
está expresada a nivel universal. Esa conjetura puede estar compuesta por muchos
elementos; puede ser una conjunción de teorías diversas. La segunda es una serie de
condiciones iniciales. Esto se refiere a las condiciones concretas y singulares de la
experimentación donde se tratará de testear empíricamente la conjetura (esto es, donde se
tratará de falsarla). De ambos elementos del explanans se infiere una predicción, que puede
ser proyectiva (ad fututum) o retrospectiva (sobre algo que sucedió). Esa predicción es en sí
misma el explanandum, esto es, el problema que había que explicar. Para dar el sencillo
ejemplo popperiano, supongamos que un hilo se rompe. Tal sería el explanandum. Ahora
elaboremos el explanans. Primero, una conjetura, expresada universalmente: "todo hilo
sometido a una fuerza de tracción mayor que su resistencia, se rompe". Después,
establecemos las condiciones iniciales, de tipo singular. Primera: tenemos este hilo cuya
fuerza de resistencia es 50 kg. Segunda: le aplicamos un peso de 60 kg. Entonces
efectuamos la predicción: este hilo se romperá. Antes de efectuar el testeo empírico
sabemos que hay un juicio que puede contradecir al explanans: "este hilo no se rompre"
(juicio falsador potencial). Si efectuado el testeo empírico, el hilo se rompe, nuestra
conjetura está hasta el momento corroborada. Si el hilo no se rompe, nos enfrentamos con
una falsación. Esa falsación no tiene certeza absoluta: las condiciones iniciales pueden
haber estado mal colocadas y/o sólo alguna parte de la conjetura es la que está fallando -no
sabemos cuál- en caso de que hubiera sido más compleja que la simple de nuestro ejemplo.
(Que es precisamente lo habitual: téngase en cuenta que el ejemplo es ultrasencillo, pues
las ciencias se manejan habitualmente con explanans de altísima complejidad5).
Para las ciencias sociales, también se aplica este proceso de conjeturas y refutaciones,
aunque análogamente. En ciencias naturales podemos a veces controlar alguna variable en
algún experimento; en ciencias sociales, en principio, ninguna6. En segundo lugar, en
ciencias sociales tenemos algunas ventajas en cuanto al contexto de descubrimiento, esto
es, en cuanto al origen de la conjetura utilizada7. Esto se divide en dos aspectos. En primer
lugar, podemos suponer que los sujetos interactuantes, en ciencias sociales, se comportan
racionalmente. Esta racionalidad está ligada en Popper a la eficiencia y a un conocimiento
óptimo. El es conciente de que la conduca real de las personas tiene otros componentes,
pero eso le permite afirmar justamente que los modelos que se construyan bajo ese
supuesto de racionalidad serán conjeturas de aproximación mayor o menor a la verdad.
3
Sobre este punto, ver op. cit, parte I, punto 3, y parte II, punto 3.
Ver Popper, K., Conocimiento objetivo (CO) Tecnos, Madrid, 1974, apéndice.
5C
on esto queremos decir "con alto contenido empírico", esto es, conjeturas que explican muchos fenómenos
y predicen mucho. Sobre esta cuestión, ver Popper, K., Conjeturas y refutaciones (CR); Paidós, Barcelona,
1983; caps. 10 y 11.
6
Esto hay que reafirmarlo diciendo que es un error suponer que en ciencias naturales hay "control de
variables", como si ese control fuera pleno, total. No es así: solo hay un control de un número finito de
variables conocidas. Por otra parte, en el caso de las ciencias sociales hemos dicho "en principio", pues
podría haber algunos contraejemplos relevantes para nuestra afirmación. Empero, este es un punto que
debemos seguir elaborando. Agradecemos a Guido Pincione la advertencia de esos contraejemplos.
7
Ver Popper, búsqueda con esperanza, op. cit.
4
4
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Veremos más adelante que la concepción de la racionalidad presente en los economistas
austríacos tales como Mises, Hayek y Kirzner es distinta.
El otro aspecto es la incorporación a su método conjetural de una noción utilizada
habitualmente para la epistemología de la historia, esto es, la noción de "comprensión".
Popper reconoce que en las ciencias sociales podemos suponer cómo actuaría la persona en
determinadas circunstancias, dado que, al tener el cientista social la misma naturaleza del
sujeto obervado -el hombre- puede por ende "ponerse en su lugar". Pero insiste en dos
cuestiones importantes: primero, la comprensión no proporciona certeza, sino que
pertenece al contexto de descubrimiento de determinadas conjeturas de comportamiento; y,
segundo, de ese modo, las conjeturas así elaboradas están expresadas a nivel universal, y
pueden por tanto dar modelos generales de comportamiento. Cabe aclarar que tanto la
metodología como la metafísica de Popper lo alejan de cualquier tipo de determinismo en
ciencias sociales. Su metodología se lo impide dado que ninguna conjetura se afirma
necesariamente, o de lo contrario no es conjetura. Pero este no es el argumento principal:
podría haber una incertidumbre metodológica más la suposición metafísica del
determinismo. Por eso, el eje central de esta cuestión son los argumentos metafísicos; y, en
el caso de Popper, él ha afirmado explícitamente y con insistencia el indeterminismo para el
ser humano8. O sea que las conjeturas y refutaciones en ciencias sociales no implican
afirmar sólo la imprevisibilidad gnoseológica y epistemológica de la conducta humana esto es, que "no sabemos" con certeza cómo el ser humano se comportará, aunque pudiera
ser que su conducta estuviera determinada por factores desconocidos- sino también el
indeterminismo ontológico de esa conducta -esto es, la persona es libre en su
comportamiento-.
En tercer lugar, el contexto de justificación es más complejo en ciencias sociales, si
bien no imposible. Se puede "corroborar" una conjetura en ciencias sociales? Conviene
distinguir. Si por "corroborar" se entiende verificar con certeza, y de modo inductivo,
Popper afirma que eso es imposible tanto en ciencias naturales como en sociales. Si por
corroborar se entiende una verificación probabilística de la hipótesis, Popper afirma que tal
cosa también es imposible en ciencias naturales y sociales. Si por corroborar se entiende
una falsación que tenga plena certeza, Popper también ha aclarado que ello es imposible. Si
por corroborar se entiende una falsación que pueda evitar el problema de la base empírica9,
Popper ha aclarado con insistencia que ese problema es inevitable. Ahora bien, habiendo
despejado estas incorrecciones sobre lo que se pueda entender por "corroboración"
podemos contestar que, en un contexto popperiano, la corroboración es algo muy humilde,
de igual modo que la falsación. La falsación implica que todo el conjunto de elementos del
explanans (la conjetura, ya compleja en sí misma, más el conjunto de condiciones iniciales)
es contradicho por un juicio falsador potencial una vez realizado un testeo empírico. Eso no
implica la negación definitiva del explanans, sino, en cambio (esta caracterización es
nuestra) la afirmación "aquí-hay-un-problema", esto es, una especie de "luz roja" que se
prende ante el camino de nuestra conjetura; una especie de advertencia. La corrobración,
sencillamente, es el proceso contrario. Esto es, la luz roja no se prende. Hasta el momento,
y sin que ello implique ningún juicio sobre el comportamiento futuro de la conjetura10, la
conjetura no ha sido refutada. Esto es "por-ahora-no-hay-problemas", lo cual no descarta de
ningún modo que en el minuto siguiente puede comenzar a haberlos.
Bien, una vez aclaradas nuevamente la noción de falsación y de corroboración en
todas las ciencias, y por ende también en ciencias sociales, vamos a ver de qué modo
8
Especialmente en sus libros El universo abierto (UA); Tecnos, Madrid, 1986, y CO, especialmente caps. 3 y
6.
9
Volveremos a esta cuestión más adelante, que es particularmente compleja en ciencias sociales.
10
Ver Popper, CO, cap. 1, punto 8.
5
enfoca Popper este último caso. Para eso establece la relación existente entre teoría e
historia11. En ciencias sociales, la teoría juega el papel de conjetura explicativa que conecta
la parte singular del explicans (las condiciones iniciales) con la signularidad del
explananadum (la predicción prospectiva o retrospectiva). El historiador, dice Popper, está
interesado en estos dos aspectos singulares, y usa, sabiéndolo o no, a una conjetura general
como conexión entre ambos. La teoría general es en el caso de la historia el medio
explicativo e interpretativo; incluso, en función de esa teoría se eligen las condiciones
iniciales relevantes. En cambio, el cientista social está interesado en la teoría general en sí
misma, y utiliza a los casos singulares como medios ejemplificadores de su tería general. El
"testeo empírico" es algo, en este caso, sumamente elástico. Si la teoría general resulta
inapropiada para el o los casos que intentamos explicar, es evidente que estamos frente a
cierta falsación. En caso contrario estaremos frente a cierta corroboración.
No querríamos concluir estas breves indicaciones de los aportes popperianos sin antes
realizar algunos comentarios, también breves, que ya hemos efectuado en otra oportunidad.
Primero, consideramos, junto con Popper, que la metafísica puede establecer
proposiciones con sentido y, además, que puede ser fuente de conjeturas empíricamente
testeables. Pero, además, consideramos que existe un nivel del discurso metafísico que no
sólo se acerca a la verdad sino que puede probar deductivamente la verdad de ciertas
proposiciones. Eso implica un nivel no-conjetural del conocimiento humano, con certeza,
cuestión relevante cuando afirmemos, más adelante, otros niveles, no conjeturales, de las
ciencias sociales, tales como el praxeológico y el fenomenológico.
Segundo, querríamos hacer algunas aclaraciones lógico-linguísticas con respecto a las
dos fuentes de conjeturas en ciencias sociales, a saber, la comprensión y la suposición de
racionalidad en la conducta humana. La primera tiene, en nuestra opinión, el siguiente
esquema: "dado un conjunto de circunstancias X, las personas tenderán, en general, a
comportarse del modo X1". Allí se da un condicional material de la forma "si p, entonces
q", donde "p" es el conjunto de circunstancias y "q" es la conducta que en general las
personas realizarán. Debe destacarse que la relación del antecedente al consecuente de la
proposición es contingente, no sólo por una cuestión lógica (el condicional es material
simple), gnoseológica (no sabemos con certeza cómo la gente se comportará en todos los
casos) sino también ontológica: la conducta humana es libre y, por ende, el comportamiento
ante la misma circunstancia puede ser distinto.
En la suposición de acción racional, en cambio, las cosas cambian en cierto modo.
Esta suposición implica la lógica de la acción racional, donde, establecido cierto orden de
preferencias, se siguen ciertas elecciones excepto que el orden de preferencias cambie. Por
ejemplo, si decimos que un comprador no está dispuesto a comprar a más de 10$, y el
vendendor no está dispuesto a vender a menos de 20$, entonces podemos deducir
necesariamente que no habrá intercambio, lo cual no es sino un caso de una ley general que
afirme que, si el precio máximo de compra de un comprador es igual o mayor que el precio
mínimo de venta de un vendedor, entonces habrá intercambio. Allí, la relación entre "p" y
"q" es necesaria en el sentido general de que "si las valoraciones son tales, la elección será
tal". Lo que es contingente es que las valoraciones sean tales o cuales, porque esas
valoraciones son libres. Lo cual implica que el libre albedrío se mantiene en estos casos
intacto; sólo se infieren las consecuencias necesarias de valoraciones libremente
establecidas.
Sintetizando: la relación de antecendente a consecuente es contingente en el caso de
la comprensión y necesaria en el caso de la suposición de acción racional, y ambos
antecedentes de ambos condicionales son contingentes. Cabe aclarar que, en caso de que el
esquema de la lógica de la acción racional se exprese con un condicional material simple
11
Ver Popper, K., La miseria del historicismo (MH); Alianza Ed., Madrid, 1973; cap. IV, punto 30.
6
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("si tales valoraciones, entonces tales conductas") entonces la necesidad referida de
antecedente a consecuente es "de re"12.
Por último, más adelante explicitaremos que, en ciencias sociales, la relación entre
teoría e historia planteada por Popper puede generalizarse haciendo referencia a la
aplicación de la conjetura general a una serie de condiciones iniciales dadas. La predicción
efectuada será el eje central del testeo empírico referido. Cabe aclarar que la selección de
las condiciones iniciales, así también como su interpretación, como también la observación
de la predicción, son operaciones también cargadas de teoría. Hemos dicho que un intento
de solución a ese problema -que es parte del de la base empírica- será efectuado más
adelante.
2. Lakatos.
De Lakatos vamos a tomar tres nociones básicas: a) la del núcleo central del
programa, no falsable por convención; b) la de las hipótesis ad hoc, falsables; c) la noción
de la progresividad o regresividad empírica del programa13.
En Lakatos, la noción de conjetura popperiana se extiende a lo que podríamos llamar
la eleboaración de una "macroconjetura". Eso corresponde a lo que Lakatos llama
programas de investigación, esto es, no una mera hipótesis aislada, sino un conjunto de
teorías sistemáticamente entrelazadas a efectos de la resolución de un determinado
problema. Toda la genética contemporánea sería, por ejemplo, un programa de
investigación. Para dar ejemplos relevantes para nuestro caso, todo el conjunto de teorías
de la escuela austríaca de economía sería un programa de investigación.
Estos programas tienen, según Lakatos, un elemento básico, central, un "núcleo
central", que, por decisión del científico, se encuentra protegido de la falsación. Esto es,
está exento de falsación por convención. Este núcleo puede incorporar o no diversos
elementos metafísicos.
Lo importante de esta concepción lakatosiana es que, al efectuar el desarrollo teórico
del núcleo central del sistema, no hay que preocuparse de que en sí mismo sea
empíricamente testeable, sino sólo después, en la operatoria global del programa, que ya
veremos cómo se realiza. Lo interesante para nuestro caso es que esta noción
epistemológica permite el desarrollo de un núcleo central de teoría económica que en sí
misma sea "a priori" de la observación y/o testeo empírico. El término "a priori" aquí
utilizado no tiene un sentido kantiano, sino sólo una prioridad metodológica respecto a la
observación y/o testeo empírico, como dijimos. Los fundamentos filosóficos últimos del
núcleo central pueden ser perfectamente realistas, como después veremos.
En segundo lugar, tenemos la noción de hipótesis ad hoc falsables. El lector se
preguntará, seguramente, cómo se realiza en Lakatos el contacto con lo empírico, una vez
planteada la no falsabilidad convencional del núcleo central. Precisamente, a través de las
hipótesis ad hoc. El núcleo central -establecido a nivel universal- puede nacer en medio de
un mar de anomalías, esto es, juicios singulares que refieren a hechos que contradicen a ese
núcleo central. Para defender al núcleo central de esas anomalías, el investigador rodea al
núcleo central de un cinturón protector de hipótesis ad hoc. Estas son extraídas del mismo
fundamento teórico del núcleo central, y explican la anomalía en cuestión. La
particularidad de estas hipótesis ad hoc es que -siguiendo aquí una prescripción
metodológica popperiana- son predictivas de un hecho nuevo, empíricamente testeable. Eso
es lo que Lakatos llama progresividad teórica del programa. Si la predicción efectuada
resulta corroborada, el programa es empíricamente progresivo. De lo contrario, es
empíricamente regresivo.
12
13
Sobre tal cuestión, ver Llano, A.: Metafísica y Lenguaje; Eunsa, Pamplona, 1984, cap. IV.
Ver nota 1 y, también nuestro resumen efectuado en "Machlup: un puente entre Mises y Lakatos", op. cit.
7
El ejemplo favorito de Lakatos es el sistema newtoniano. Sus leyes gravitatorias
constituirían el núcleo central del sistema. Ahora bien, no todos los planetas se movían
según lo que estas leyes predecían. Esto implica una serie de anomalías, que refutarían al
núcleo central. Para protegerlo, uno de los científicos que trabajaban en el programa de
Newton, Halley, establece la hipótesis ad hoc de que un cometa -cuya órbita y movimiento
podían establecerse según las eleboraciones teóricas del núcleo central- era el que causaba
ciertos desvíos a los planetas. Calcula la trayectoria del supuesto cometa y predice su paso
cercano a la tierra para unos 72 años adelante. El cometa, 72 años después, es observado
empíricamente. La predicción de la hipótesis ad hoc es corroborada y el programa es
empíricamente progresivo.
En tercer lugar, la noción de progresividad o regresividad empírica del sistema es
interesante a efectos de aclarar lo que es el testeo empírico global o conjunto del programa
de investigación. En efecto, dados estos cánones metodológicos, el núcleo central no puede
ser directamente testeado. Hay que esperar a la operatoria conjunta de las hipótesis ad hoc y
sus predicciones o no corroboradas. Por otra parte, no hay en Lakatos una prescripción
precisa del tiempo necesario para establecer la progresividad o regresividad empírica de un
programa. Un programa puede haber sido mucho tiempo empíricamente regresivo y
después volverse progresivo, y viceversa. Ante la objeción clásica de que esto convierte al
testeo empírico en algo tan elástico que parce casi anárquico, Lakatos responde que lo
racional es tener conciencia del riesgo de estar trabajando en un programa de investigación
regresivo y que puede seguir siéndolo por un imprevisible lapso de tiempo14. A la vez, la
misma conciencia de riesgo hay que tener cuando uno trabaja en un programa hasta ahora
empíricamente progesivo. Esto es lo que separa a la actitud de trabajar en "conjeturas y
refutaciones" de lo que podría ser la actitud ideológica.
Hay que distinguir en este punto entre hipótesis ad hoc de hip. auxiliares, y, entre
éstas, hip. auxiliares de alto nivel de las de bajo nivel. Las auxiliares a veces pueden
tomarse como sinónimo de las ad hoc, pero muchas veces no significan exactamente lo
mismo. A veces se toma una hip. auxiliar como testeable independientemente, y las "ad
hoc" como las no testeables independientemente, sino en conjunto con todo el sistema.
Popper ha defendido este criterio distintivo14a. Pero nosotros utilizaremos esa acepción muy
raramente. Más bien, en nuestro trabajo en ciencias sociales las hip. auxiliares significan a
veces hipótesis adicionales que se colocan entre el núcleo central y alguna conclusión del
programa de investigación, a la cual no se podría llegar sin esa hipótesis auxiliar, que no
puede ser inferida del núcleo central. Esa hipótesis auxiliar puede ser enunciada a nivel
universal, formando parte de un programa de investigación enunciado también a nivel
universal, (y en ese caso no puede ser independientemente testeada) o puede ser "de bajo
nivel", significando ello que esas hipótesis auxiliares hacen las veces de condiciones
iniciales de tipo singular a las cuales se aplica todo el programa de investigación,
haciéndose una predicción también singular. Toda esta aclaración que estamos haciendo
ahora tiene una importancia capital para nuestra posterior organización del programa de
economía política.
CAPITULO DOS: PREMISAS BASICAS DE EPISTEMOLOGIA Y DE
ECONOMIA.
1. Mises.
14
Ver Lakatos, op. cit., cap. 2, p. 152.
Ver su libro Replies to my Critics (RC), en The Philosophy of Karl Popper, Part II, Library of Living
Philosophers, Ed. by Paul Arthur Schilpp Lasalle, Illinois, 1974; II, 8, p. 986.
14a
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Del economista austríaco Ludwig von Mises vamos a tomar tres aportes: a) el
desarrollo de la praxeología; b) el conjunto de condiciones no-praxeológicas; c) el
desarrollo de la economía política.
La praxeología corresponde a lo que generalmente se conoce como la lógica de la
acción racional, que, como dijimos, es una de las principales fuentes de elaboración de
determinadas teorías en ciencias sociales.
En Mises, la "praxeología" tiene características muy particulares15. La praxeología es
la ciencia de la conducta humana desde el punto de vista de las implicaciones formales de
la descripción de conducta humana. En esa definición, reelaborada por nosotros, está claro
el objeto el y método de la praxeología. La descripción de conducta humana utilizada por
Mises es "intento deliberado de pasar de un estado menos satisfactorio a otro más
satisfactorio"16. La conducta racional humana implica, según esto, libre albedrío, y la
elección de medios escasos con respecto a una serie prioritaria de fines. Deben hacerse aquí
dos aclaraciones importantísimas: a) esta caracterización de acción humana racional
corresponde a toda conducta humana. Esto es, toda conducta humana implica asignar
medios escasos con respecto a fines prioritarios, y eso es lo que se denomina como
"carácter económico implícito" de toda conducta humana. Lo hace la Madre Teresa de
Calcula cuando hace sus obras de caridad y lo hace el operador de bolsa de New York; lo
hace Ud. cuando está leyendo este libro y lo hace el santo contemplativo cuando reza en su
celda. Decir que toda conducta humana tiene una fase económica en cuanto asigna medios
escasos a fines prioritarios NO implica, pues, una visión "economicista y materialista" de
la conducta humana, sino al contrario, una visión donde lo "económico" alude a una
característica intrínseca a la racionalidad de la conducta humana que no tiene
necesariamente que ver con aspectos de riqueza material ni sumas de dinero. De no
entenderse este aspecto, no se entiende nada con respecto a lo que es la praxeología de
Mises.
b) La racionalidad aquí aludida -repetimos: elegir medios escasos con respecto a fines
prioritarios- NO implica necesariamente eficiencia con respecto a la relación medios-fines
ni tampoco moralidad asegurada con respecto a los fines elegidos. Puede haber error en
ambos aspectos, y aún así, la conducta es racional. "Racional" no implica que se asignan
con perfecta eficiencia los medios escasos con referencia a los fines prioritarios, teniendo
perfecta y completa información, sino que, en la concepción misiana, implica que se
asignan medios a fines, en medio del posible error en cuanto a la asignación y la
incertidumbre respecto al conocimiento de los medios y los fines, dada la limitación del
conocimiento humano. Esto es lo que antes habíamos llamado "racionalidad en sentido
amplio", que es típica -por no decir exclusiva- del concepto de racionalidad Mises-Hayek, y
de toda la escuela austríaca en general.
Para dar un famoso ejemplo misiano, una danza realizada por una tribu que
juzguemos "primitiva" pidiendo la lluvia es una conducta racional, pues asigna un medio la danza- con respecto a un fin -la lluvia-. Que haya error en la relación medio-fin
efectuada no quita el carácter de racionalidad de la conducta.
Precisamente es a partir de esta noción de racionalidad que el problema económico
surge y tiene sentido: ¿cómo, a partir del error y la incertidumbre, además de la escesez de
los medios, puede haber una asignación eficiente de recursos?
(La respuesta queda, obviamente, para más adelante).
15
Sobre esto, ver nuestro desarrollo más extenso en nuestra tesis "Fundamentos...". op. cit.
En la tesis citada en la nota anterior hemos desmotrado de qué modo la antropología de Santo Tomás de
Aquino es la fundamentación más apropiada para esa descripción. Mises, obviamente, no hubiera estado de
acuerdo, creemos, con esa fundamentación. Cabe aclarar, además, que si bien de nuestra tesis se desprende
que puede haber varias fundamentaciones filosóficas para el axioma central de la praxeología, de ella también
se desprende que la de Santo Tomás es la más apropiada.
16
9
Metodológicamente, la praxeología es una ciencia axiomática-deductiva en sentido
amplio (esto es, no es un sistema formalizado). Según nuestra reconstrucción, su axioma es
la referida descripción de conducta racional, a partir de la cual se infieren lógicamente una
serie de conclusiones o teoremas praxeológicos que después tienen una importancia capital
para el desarrollo de la economía política (que no es lo mismo que la praxeología). Por
ejemplo, la teoría del valor subjetivo de los bienes es uno de esos teoremas praxeológicos
básicos. En nuestra tesis citada sobre este tema hemos deducido unos 24 teoremas.
Lógica y linguísticamente, los teoremas praxeológicos tienen necessitas "de dictio" en
la medida que son inferencias lógicas a partir de su axioma. Este último tiene, sin embargo,
en nuestra opinión, necessitas "de re", según hemos intentado demostrar en nuestra tesis
(porque su fundamento es -como después aclararemos- la antropología de Santo Tomás).
Ahora bien, una conclusión lógicamente inferida a partir de premisas necesariamente
verdaderas en sentido metafísico (esto es, la premisa describe una realidad que "no puede
no ser" de otro modo, aunque esa necesidad esté derivada de otra) tiene necesidad no sólo
lógica, sino también real. Luego, los teoremas praxeológicos son lógica y ontológicamente
necesarios. En la tesis referida hemos aclarado, por otra parte, el status gnoseológico de la
premisa a partir de la cual se infieren17.
Una conclusión interesante de todo esto es: la praxeología, concebida como ciencia
deductiva a partir de la descripción de acción racional, no es una ciencia conjetural. Esto
implica que, en nuestra concepción epistemológica global, puede haber ciencias noconjeturales, esto es, ciencias fácticas que no se manejen con el método de conjeturas y
refutaciones. Más adelante sistematizaremos esta cuestión. Por ahora, queda claro que la
praxeología de Mises describe no una conjetura, sino lo que la acción racional
necesariamente es en sí misma y lo que se infiere a partir de ello. Esto formará parte de
esos aspectos no-conjeturales de las ciencias sociales.
Por supuesto, esto implica que consideramos verdaderos a determinados fundamentos
filosóficos que nos permitan afirmar de modo no-conjetural lo que la acción racional es en
sí misma. Mises trataba de llegar a esa certeza por medio de una filosofía neokantiana,
intento a nuestro juicio errado desde el inicio pues lo que el kantismo impide es
precisamente conocer con certeza algo de la realidad en sí misma. El fundamento filosófico
adecuado es en cambio, a nuestro juicio, el realismo tomista, punto al cual volveremos más
adelante.
Pasemos ahora al punto b). Mises desarrolla ciertas condiciones no-praxeológicas
como condición para pasar al estudio de la economía política18. Son "no-praxeológicas" en
el sentido de que no pueden inferirse deductivamente de los teoremas praxeológicos. Se
dividen fundamentalmente en dos especies: a) las construcciones imaginarias; b) las
condiciones del mundo real.
Las primeras, como ya hemos explicado otras veces19, son herramientas mentales, que
no describen situaciones reales pero que son necesarias para la deducción en economía
política. Entre ellas, la economía de uniforme giro, el estado final de reposo y la economía
pura de mercado son las más importantes, si bien la última es analógicamente construcción
imaginaria.
La economía de giro uniforme supone un estado de cosas en el cual hay acción
humana, pero siempre la misma, sin variantes. Esto es necesario para efectuar el "ceteris
paribus", esto es, para inferir cuál es el resultado de la variación de sólo una variable
suponiendo invariadas las restantes circunstancias. No describe lo que el proceso del
17
Ver op. cit., parte III, punto 1.
Especialmente en La Acción Humana; Sopec, Madrid, 1968, cap. II, punto 3, y caps. XX y XXXI; y sus
libros Epistemological Problems of Economics; New York University Press, New York and London, 1981; y
The Ultimate Foundation of Economic Science; Sheed Andrews and McMeel, Inc., 1978.
19
En Caminos Abiertos, op. cit., cap. 1, punto 4.
18
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mercado es en sí mismo -una variación constante de valoraciones- pero sí es útil para
analizar por separado las consecuencias lógicas de la variación de una valuación en la
oferta y demanda de determinado bien.
La segunda describe un estado de cosas en el cual las necesidades han sido
plenamente satisfechas y ya no hay, por ende, acción en el sentido de que ya no se intenta
pasar a una situación más satisfactoria19b. Esto sería el estado de perfecto equilibrio. No
describe, menos aún que la otra, lo que el proceso de mercado es en sí mismo precisamente, en el proceso de mercado se parte de el error y la incertidumbre de la acción
humana, y por ende, de un contínuo proceso de ajuste para correjir los errores- pero permite
saber a qué situación el mercado tiende permanentemente (dadas ciertas condiciones
jurídicas), sin alcanzarla nunca.
La construcción imaginaria de la economía pura de mercado es analógicamente
imaginaria pues lo que describe puede ser real: en efecto, supone un mercado libre e
inadulterado, supuestas las condiciones jurídicas para tal cosa. Esto es importante porque,
en nuestra opinión, más que una construcción imaginaria, implica la formación de una serie
de premisas básicas de filosofía social sobre la sociedad humana previas al pasaje de la
praxeología a la economía política.
Sobre las condiciones del mundo real, debemos decir que son aspectos del mundo real
que, según Mises, nos dicen por dónde es relevante efectuar la deducción praxeológica. Por
ejemplo, estamos en un mundo donde el trabajo produce fatiga; luego, es conveniente
aplicar los teoremas praxeológicos al mercado laboral suponiendo tal cosa. O, para dar otro
de sus ejemplos favoritos, estamos en un mundo que practica el intercambio indirecto
(monetario); luego, es conveniente continuar la deducción praxeológica por allí.
Como vemos, este punto es epistemológicamente crucial, pues de este modo Mises
hace un cable a tierra con lo empírico, para que de ese modo -son sus palabras20- la
praxeología no se convierta en "mera gimnasia mental". Mises insiste denodadamente en
que estas condiciones del mundo real en nada afectan al carácter absolutamente
apriorístico de la economía21.
Desde luego, este es el punto que se discute: en qué medida se pueden afirmar ciertas
condiciones del mundo real sin que alguna o algunas de ellas tengan, de algún modo, cierto
carácter conjetural. Es cierto que nosotros hemos dicho que hay algunos aspectos de las
ciencias sociales no-conjeturales, pero hemos dicho precisamente algunos, no todos.
Nosotros adelantamos nuestra opinión de que este pasaje de la praxeología a la economía
política no puede efectuarse sin recurrir a algunas hipótesis auxiliares de tipo conjetural,
opinión que después explicaremos plenamente. Citamos por lo pronto a quienes piensan
distinto que nosotros en este punto22.
Con respecto al punto c), esto es, el desarrollo de la economía política, no es que
efectuaremos en este momento ese desarrollo en particular, sino que destacaremos que,
para Mises, la economía o ciencia económica es la parte de la praxeología mejor
desarrollada hasta el momento, que analiza una parte de la conducta humana, a saber, la
que se desarrolla en el mercado en presencia de precios monetarios23. En este sentido, según
nuestra reconstrucción, la economía política o ciencia económica, o, simplemente,
economía, podría definirse como una ciencia especulativa que estudia a la acción humana
19b
Ver La Acción Humana, op. cit., parte I, cap. 1, punto 2, y cuarta parte, cap. XIV, punto 5.
En Epistemological Problems, p. 14.
21
En La acción humana, op. cit., p. 98.
22
Ver Cachanosky, J.C.: "La escuela austríaca", en Libertas, Nro. 1, 1984; "La naturaleza apriorística de la
ciencia económica", en Liberalismo y Sociedad, Macchi, Buenos Aires, 1984; y Benegas Lynch (h), A.:
Metodología de la ciencia económica y su diferencia con el método de las ciencias naturales; Academia
Nacional de Ciencias, Buenos Aires, 1987.
23
Ver La acción humana, op. cit., cap. XIV.
20
11
en el mercado desde el punto de vista de las implicaciones formales de la descripción de
acción. La expresión subrayada "en el mercado" destaca la restricción del universo del
discurso con rerspecto a la acción humana que se realiza en la economía. Su objeto material
es la acción humana en el mercado; su objeto formal, aquellas mismas implicaciones
formales de la descripción de acción deducidas en la praxeología. En este sentido, la
economía se estructura también deductivamente, a priori del testeo empírico -nada de
extraño, según los cánones Popper-Lakatos- cuyos axiomas son los teoremas praxeológicos
anteriormente referidos y cuyos teoremas o leyes económicas son fruto de la aplicación de
esos axiomas23b al proceso de mercado. Pero entre los axiomas praxeológicos y las leyes
económicas se encuentran otro tipo de premisas, en nuesta opinión: hipótesis auxiliares
no-praxeológicas, algunas de ellas de tipo conjetural.
Ahora vamos a realizar dos consideraciones adicionales, que son también opiniones
nuestras, relevantes a nuestro juicio para la elaboración de nuestro programa de
investigación.
En primer lugar, vamos a considerar que a) + b) + c) constituyen el núcleo central de
la teoría económica. Esto es, la praxeología, con sus teoremas correspondientes, más el
conjunto de las construcciones imaginarias y las condiciones del mundo real, más las leyes
económicas deducidas de a) + b), son el núcleo central del sistema, expresado a nivel
universal (esto es, sin hacer referencia a lugar y tiempo concreto). "a + b" harían las veces
de explanans y "c" las veces de explanandum o efecto o predicción, donde "b" del
explanans son un conjunto de hipótesis auxiliares no deducidas de la praxeología. Pero este
conjunto no sería totalmente analogable al esquema N-D popperiano por cuanto tanto las
hipótesis auxiliares referidas como las leyes económicas referidas están expresadas e nivel
universal, esto es, forman la teoria general de la economía política, que es un núcleo central
que, ya veremos más adelante, es "aplicable" a un determinado conjunto de condiciones
iniciales.
En segundo lugar, vamos a considerar que este núcleo central tiene un sub-núcleo
central que es el praxeológico, que es no-falsable NO por convención sino por razones
filosóficas. Esto es, la praxeología, como ciencia axiomático-deductiva en sentido amplio,
es no-falsable, pero no por una convención epistemológica según los cánones lakatosianos,
sino porque su axioma central -la descripción de acción- puede ser fundamentado en el
sistema filosófico de Santo Tomás de Aquino, el cual se encuentra en un nivel de certeza
metafísica que no requiere ningún testeo empírico posterior en un contexto de justificación.
El desarrollo in extenso de esta fundamentación filosófica ha sido efectuado en la tesis ya
varias veces citada.
2. Hayek.
De Hayek, discípulo de Mises en economía y original epistemólogo y filósofo
político, vamos a tomar sobre todo cuatro elementos:
a) su concepción sobre el objeto de estudio de las ciencias sociales;
b) su noción de "orden espontáneo", íntimamente relacionado con lo anterior;
c) su noción del factor "aprendizaje" como postulado "empírico" de la economía;
d) su noción de las "pattern predictions".
Lo primero se refiere a que en las ciencias naturales trabajamos con objetos de
estudio sobre los cuales realizamos hipótesis sobre su naturaleza, la cual no depende de las
intenciones humanas. En ciencias sociales, al contrario24, cuando tratamos de dar algún tipo
23b
Un axioma puede ser teorema de otro sistema y viceversa; lo que no puede ser, formalmente, es que un
axioma sea axioma y teorema del mismo sistema a la vez. Esto lo hemos desarrollado con más detalle en
nuestra tesis "Fundamentos..." (op. cit.), Introducción.
24
Ver Hayek, F.A.von: "Scientism and the Study of Society", en The Counter Revolution of Science;
Indianapolis: Liberty Press, 1979).
12
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de definición sobre un objeto de estudio, damos una definición que tiene en cuenta el "para
qué", o la intención o finalidad del objeto en cuestion, que depende de los pensamientos y
valoraciones humanas.
Lo que llamamos "moneda", por ejemplo, desde el punto de vista de las ciencias
naturales es un trozo de determinado metal. Pero para la economía, ciencia social, la
moneda es un medio de intercambio general. Un medio de intercambio general, a su vez, es
un bien que las personas intercambian no para utilizar directamente en actividades de
produccción o consumo, sino para intercambiar por otros bienes -o servicios- que sí serán
utilizados en actividades de producción o consumo25. Como se puede observar, la naturaleza
del enfoque de estudio cambia. Lo importante allí es el "para qué" los seres humanos
utilizan determinados elementos, y no las conjeturas sobre su constitución físico-química.
Esto último está ligado al individualismo metodológico. El individualismo
metodológico es una característica del método en las ciencias sociales según el cual todos
los fenómenos sociales son reducibles en su origien a la acción de determinados individuos.
Para el individualismo metodológico no hay agregados o macroconjuntos sociales que
realizan acciones que sólo pueden predicarse de personas individuales. Y esto es,
precisamente, por el elemento intencional -propio de sujetos individuales- que existe en los
objetos de las ciencias sociales. El individualismo metodológico se opone al "colectiviso
metodológico". "Los intereses de la nación exigen que..." sería una típica expresión que
corresponde al colectivismo metodológico. Los términos individualismo y colectivismo
utilizados en este contexto no se relacionan necesariamente con cuestiones políticas25b.
El segundo aspecto es el tema del orden espontáneo. Este es prácticamente el eje
central del pensamiento de Hayek, diseminado a lo largo de toda su obra. Fue planteado
explícitamente ya desde 1936, en el artículo "Economics and Knowldge"26. Analizando lo
que significa el proceso del mercado, Hayek se pregunta bajo qué condiciones es posible
que un conjunto de personas, actuando cada una de ellas con "bits" o porciones de
conocimiento muy limitados, produzca con su interacción un resultado global tal que, si
tuviera que ser planeado deliberadamente por una sola mente, requeriría por parte de ésta
un conocimiento que ninguna de las mentes inmersas en el proceso posee. Hayek piensa en
este caso en el proceso de mercado26a, y obsérvese el importante detalle que ya está
suponiendo conocimiento imperfecto en quienes actúan en dicho proceso, contrariamente a
los modelos neoclásicos de competencia perfecta27. Esta es la cuestión de la racionalidad en
sentido amplio de la que hablábamos también en Mises: ¿bajo qué supuestos es posible que
personas que pueden errar y tienen incertidumbre sobre las valoraciones de los otros
produzcan con su interacción una tendencia al acercamiento de los factores de producción a
las ncesidades prioritarias de la demanda? En este planteo no se supone perfecto
conocimiento por parte de oferentes y demandantes, y, por ende, quien "acuse" a los
25
La definición es de Mises, en La Acción Humana, op. cit., cap. XVII.
Estamos abiertos a cualquier enfoque que supere esta dialéctica entre individualismo y colectivismo
metodológicos. Pero, hasta ahora, no lo hemos visto. Las instituciones sociales no son personas.
26
Ver Individualism and Economic Order; University of Chicago Press, 1948.
26a
Es tesis tradicional de la escuela austríaca que el proceso de mercado, a través de los precios, permite la
realización del cálculo económico. Sobre el debate del cálculo económico, ver Lavoie, Don: "Crítica de la
interpretación corriente del debate sobre el cálculo económico socialista", en Libertas, y Cecilia Gianella de
Vázquez Ger: "El cálculo económico en el socialismo; una visión contemporánea"; en Libertas, Nro. 18.
27
La actual "economía de la información" podría objetar que el problema de la información escasa es tenida
actualmente en cuenta por nuevas reelaboraciones del antiguo modelo de competencia perfecta. Pero esas
reelaboraciones no son lo mismo que la teoría del proceso de mercado. Sobre esta cuestión, es indispensable
la lectura del libro de Esteban Thomsen, Prices and Knowledge, Routledge, London and New York, 1992. Un
adelanto de la tesis central de este libro apareció en su artículo "Precios e información", en Libertas, Nro. 11.
25b
13
economistas de la escuela austríaca de estar partiendo de supuestos "irreales" desconocen lo
esencial del planteo misiano-hayekiano.
Otro aspecto que debemos destacar también en este punto es que Hayek advierte que
el orden espontáneo se da no sólo en economía, sino también en los procesos políticos. Pero
en este aspecto no nos podemos introducir en este momento28. Pero sí debemos destacar dos
aspectos. Uno, que el orden espontáneo del mercado requiere un orden legal-positivo
indispensable que asegure la libre entrada al mercado; Hayek afirma que la formación de
ese orden legal es también un órden espontáneo. El otro aspecto es que Hayek advierte que
la investigación de diversos órdenes espontáneos es la tarea principal de las ciencias
sociales, dado que todo proceso social es, de algún modo, un orden espontáneo. En esto es
seguido también por Popper29. Lo cual, dicho de modo más elástico, implica que la
complejidad de los fenómenos sociales, en cuanto a la multiplicidad de variables que entran
en juego, fruto del libre albedrío de la persona humana, impide que los tratemos como si
fueran máquinas diseñadas deliberadamente por el ser humano. Esto es lo que ha producido
las críticas de Hayek y Popper a todo tipo de "constructivismo" o ingeniería social.
El tercer aspecto que vamos a destacar es el "factor aprendizaje" en la economía
política. Esta cuestión trata de lo siguiente. Como decíamos, Hayek va analizando las
condiciones bajo las cuales el mercado tiende al equilibrio, partiendo de una situación de
incertidumbre por parte de sus intervinientes. En el año 45 destacará el papel de los precios
en ese proceso, como sintetizadores de información dispersa30. A lo largo de toda su obra
destacará también la importancia de ciertas condiciones jurídicas que garanticen la libertad
de entrada al mercado31. Pero, en el artículo del año 35, ya citado, Hayek advierte que la
tendencia al equilibrio no podría darse si no fuera por un factor, que podríamos llamar el
factor aprendizaje, por el cual ciertas personas tienden a aprender de sus errores en el
mercado, y otras no. Este aprendizaje, este proceso permanente de ensayo y error, por cual
cual ciertos oferentes aciertan en la orientación de los factores de producción a la demanda,
y otros yerran, es esencial para la tendencia al equilibrio, pues, dadas las condiciones
jurídicas aludidas, el mercado tiende a poner fuera de juego a quienes yerran. Este factor, el
"factor empresarial", ya presente en Mises y muy analizado en Kirzner31b, tiene en Hayek la
peculiaridad de que claramente es colocado como un postulado empírico. Ahora bien,
"empírico" no significa, en Hayek, algo que sea fruto de una inducción. Es un supuesto una conjetura, diría Popper- que no puede ser deducido de la "lógica pura de la elección",
esto es, una lógica de la acción racional, al estilo de la praxeología de Mises. Es, en
términos epistemológicos, una hipótesis auxiliar no deducible de la lógica de la acción. En
efecto, nada nos permite inferir necesariamente un determinado grado de éxito en el
aprendizaje de los errores. En este punto se advierte claramente una diferencia
metodológica importante con Mises, en cuanto que ese dato es necesario para la afirmación
de la tendencia al equilibrio: "It is only by this assertion that such a tendency existis that
economics ceases to be an exercise in pure logic and becomes an empirical science; and it
is to economics as an empirical science that we must now turn"32.
Por supuesto, una vez que Hayek ha colocado este supuesto en el contexto de
descubrimiento de la teoría económica, queda por ver de qué modo se realiza algún tipo de
28
Hemos tratado esa cuestión en nuestro ensayo "Hayek y la filosofía cristiana", en Estudios Públicos,
Santiago de Chile, Nro. 50, 1993.
29
Ver CR, cap. 16.
30
En su art. "The Use of Knowledge in Society", en Individualism and Economic Order, op. cit.
31
Es interesante señalar en este punto la coincidencia global con Karol Wojtyla en su enc. Centesimus annus,
punto 15 (Ed. L'Osservatore Romano, ed. en lengua española, Nro. 18, 3/5/1991).
31b
Ver, principalmente, Competencia y función empresarial; Unión Editorial, Madrid; "Equilibrium versus
Market Process", en The Foundations of Modern Austrian Economics, Institute for Humane Studies, 1976,
varios autores; y Discovery, Capitalism, and Distributive Justice; Basil Blackwell, Oxford, 1989, cap. 4.
32
En "Economics and Knowledge", op. cit., punto 6, pág. 44.
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testeo empírico de un programa así planteado. Ya en su ensayo citado de 1942 había
manifestado que los modelos de las ciencias sociales nunca podrían ser verificados, pero sí
contener ciertas leyes deductivamente inferidas de los postulados del modelo que pudieran
ser desaprovadas por la observación de eventos que sean imposibles de acuerdo a la teoría
elaborada. Como vemos, esto implicaba ya desde entonces un esquema popperiano de
falsación de teorías en ciencias sociales33. Pero los detalles finales de este tipo de falsación
son sistematizados en 1964, en el ensayo "La teoría de los fenómenos complejos"34. Allí
propone lo que sería el resultado de un orden espontáneo, en ciencias sociales, pero desde
el punto de vista del cientista social. Esto es: un orden espontáneo tiene un resultado global,
que implica, epistemológicamente, una predicción global y general, y NO predicciones
singulares y específicas. Esa predicción global excluye determinados cursos de acción
contradictorios con esa predicción general; esas exclusiones son los "falsadores
potenciales" del modelo, en términos popperianos. Por eso estas son "predicciones de
modelos con información incompleta", esto es, pattern predictions35. Que estas predicciones
implican la elaboración teórica de un determindo orden espontáneo lo confirma a nuestro
juicio esta caracterización de orden espontáneo que encontramos en el libro I de Derecho,
Legislación y Libertad: "...a state of affairs in which a multiplicity of elements of various
kinds are so related to each other that we may learn form our acquaintance with some
spatial or temporal part of the whole to form correct expectations concerning the rest, or at
least expectations which have a good chance of proving correct"36. La falsación empírica
posible en ese caso es -en los humildes términos popperianos planteados en el punto 1 del
cap. 1- la constatación de esos cursos de acción contradictorios con la proposición general
que resulta de la afirmación del orden espontáneo. Más adelante veremos de qué modo esta
noción se integra a nuestra sistematización metodológica.
Ahora vamos a realizar algunos comentarios con respecto a estos cuatro aspectos
planteados. Son comentarios filosóficos, la mayor parte, aunque también de tipo lógico y
metodológico.
En nuestro ensayo "Hayek y la filosofía cristiana" (op. cit.) hemos demostrado que el
metasistema filosófico global en el cual Hayek realiza sus afirmaciones (metasistema
compuesto principalmente por un agnosticismo metafísico, un neokantismo y cierto
nominalismo) no está necesariamente relacionado con la teoría del orden espontáneo, que
33
Algunos han opinado que Hayek atraviesa por dos períodos epistemológicos nítidamente distingibles. Uno,
bajo la influencia de Mises, de tipo apriorista, y otro, bajo la influencia popperiana, más ligado a los
problemas del contexto de justificación -por medio de la falsación empírica- de las teorías sociales. Nosotros
ya hemos opinado que Hayek es un autor suficientemente complejo y original como para que se lo trate de
encuadrar en Mises o en Popper según períodos distintos. Ocurre en cambio que Hayek pasa de un dualismo
metodológico amplio -dado que estaba convencido de que en las ciencias naturales podía haber inducción,
cosa que obviamente él niega para las sociales y en particular para la economía- a un monismo metodológico
amplio, precisamente cuando Popper lo convence -poco tiempo después- de que tampoco en las ciencias
naturales hay inducción, y que por ende el esquema que Hayek había propuesto para las ciencias sociales es
válido para todas las ciencias. Esto ya lo hemos descripto con cierto detalle en Caminos abiertos, op. cit., y
también en Popper: búsqueda con esperanza, op. cit.
34
"The Theory of Complex Phenomena", en Studies in Philosophy, Politics and Economics; University of
Chicago Press, 1967. Versión castellana en Estudios Públicos, Nro. 2, marzo de 1981.
35
Sobre la importancia de estas "pattern predictions" y el hecho de que la escuela austríaca no les ha prestado
suficiente atención, ver Langlois, R.N.: "Knowledge and Racionality in the Austrian School: an Aanalytical
Survey", en Eastern Economic Journal, vol. IX, Nro. 4 (octubre-diciembre 1985).
36
En su libro Law, Legislation and Liberty, vol. 1; University of Chicago Press, 1973. Es interesante destacar
que Hayek hace aquí una nota en la cual cita a Kant, lo cual corroboraría que en su pensamiento la noción de
"orden" es una categoría a priori al estilo kantiano y no un proceso ineherente a la naturaleza de las cosas. No
debe olvidarse que precisamente tal es el giro copernicano que nosotros estamos efectuando: en nuestra
concepción realista, un "orden espontáneo" se encuentra en la naturaleza de los procesos sociales.
15
en nuestra opinión es el eje central de sus aportes. Ahora veremos de qué modo estos
últimos alcanzan una explicación más plena con un metasistema filosófico realista de tipo
tomista.
Con referencia al primer punto, a saber, los objetos de estudio de las ciencias sociales,
comentaremos dos cuestiones que terminaremos de sistematizar más adelante. Primero,
todo "hecho" social es una determinada interacción. Esto es, una determinada relación
entre personas. La sociedad misma es una determinada relación entre personas. Lo que en
esto se pone de manifiesto es el accidente predicamental relación. O sea que toda
interacción social es una relación real entre personas según la finalidad que todo ser
humano tiene al actuar. Para seguir con el ejemplo anteriormente dado, las personas entran
en relación de cambio indirecto (moneda) según un determinado "para-qué" (como finis
operis) que define a esa misma interacción. A su vez, esta definición efectuada es de la
naturaleza o esencia de la interacción en cuestión, dado que podemos conocer esa causa
final que la define. Esta posibilidad de conocimiento de la esencia es posible en este caso
dado que hay personas de las cuales podemos conocer la finalidad de su conducta,
operación que sería imposible en el caso de un objeto no-humano de estudio, como en las
ciencias naturales.
Lógica y lingüísticamente, estas relaciones reales se designan con términos
universales que significan el accidente real predicamental en sí mismo considerado.
"Moneda", "precio", "tasa de interés", "bien de capital", etc., son ejemplos. "En sí mismo
considerado" implica que la inteligencia considera en ese caso a la naturaleza de la
interacción en sí misma, para después considerarla en relación a los sujetos individuales de
los cuales se predica. El término universal como tal sólo existe en la inteligencia, pero tiene
un fundamento en la realidad pues la naturaleza de la interacción existe individualmente en
cada una de las interacciones efectuadas. Por ejemplo, no existe el universal "moneda" en sí
mismo, sino Juan que paga 10$ a Pedro; pero en esa interacción hay un intercambio
indirecto realmente existente. La inteligencia abstrae la naturaleza de ese intercambio y la
considera en relación a muchos, y de ese modo forma un concepto universal accidental
predicamental.
Lo anterior explica también la cuestión del individualismo metodológico ligado a este
punto. Todas las interacciones sociales son reducibles en su origen a las personas que
interactúan precisamente porque son relaciones entre personas. Si son relaciones reales,
tienen un sujeto y un término de la relación, que son, justamente, las personas
interactuantes. El hecho de que sea posible una predicación universal de esa misma
interacción -como vimos- no contradice en absoluto el "individualismo metodológico",
porque, como vimos, esos conceptos universales existen como universales sólo en la
inteligencia, si bien su fundamento real es la naturaleza de cada interacción realmente
existente. Por otra parte, de esas interacciones consideradas como conceptos universales se
predican determinadas propiedades -por ejemplo, decimos que los bienes de capital
aumentan la productividad del trabajo; implican un período de ahorro previo; se producen
mediante una determinada inversión que implica una determinada tasa de interés, etc- pero
NO se predican acciones que son privativas de las personas -por ejemplo, no decimos que
un bien de capital "desea" tal cosa, o que "compró" tal otra, o que "piensa" tal cuestión; etc. En cambio, es típico del colectivismo metodológico predicar de ciertos agregados -cuya
naturaleza realmente existente es muy dudosa- acciones que son privativas de personas: la
"clase social" siente, quiere, piensa, decide, lucha; la "nación" exige, tiene intereses, etc36a.
Por último, digamos que la certeza que proprorciona el conocimiento de la esencia
de cada interacción en cuestión, no atenta contra el carácter conjetural de todo el
programa de investigación en su conjunto, pues dicho programa no es una enumeración de
36a
No todo colectivismo metodológico está ligado a posiciones polítias colectivistas. Ver al respecto Nozick,
R.: "On Austrian Methodology", en Synthese, 36 (1977): 353-92.
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definiciones sino de relaciones causales en las cuales están incluídas esas definiciones. Y
para la deducción de esas relaciones causales son necesarias determinadas hipótesis
auxiliares de tipo conjetural.
Con respecto a la segunda cuestión, a saber, la del orden espontáneo, debemos
distinguir dos aspectos: la demostración de que, dadas ciertas condiciones -no imaginarias,
sino posibles- el mercado tiende a la economización óptima de recursos, que es un caso de
un determinado órden espontáneo, y, segundo, las bases filosóficas que son condición
necesaria aunque no suficientes para la demostración de cualquier orden espontáneo. Lo
primero es un caso específico de orden espontáneo. Lo segundo es lo que ahora debemos
brevemente aclarar37.
En primer lugar, una teoría del orden espontáneo supone el conocimiento limitado por
parte de los agentes racionales que en él intervienen. Este conocimiento limitado puede
estar perfectamente fundado en el realismo moderado de Santo Tomás. El conocimiento de
la cosa real existente no implica conocimiento científico, y es precisamente ese
conocimiento no-científico el que tiene un papel primordial en el desarrollo de los órdenes
espontáneos. Ese conocimiento de la realidad no supone, además, un conocimiento total y
acabado de la esencia de las cosas; basta con el conocimiento de algo de la esencia de la
cosa. Y ese conocimiento de la realidad supone, además del encuentro de la inteligencia
con lo dado a ella, lo que la persona trae consigo en el proceso del conocer: sus facultades
de conocimiento, en cuanto tales, que implican una síntesis de sus facultades sensibles e
intelectuales, más la función activa de lo que Tomás denomina "intelecto agente" lo cual
refiere a esa capacidad abstractiva de algo de la naturaleza de las cosas. Hemos
desarrollado este tema in extenso en otra oportunidad38.
En segundo lugar, toda teoría del orden espontáneo debe suponer el libre albedrío por
parte de las personas que en él intervienen39. Esta capacidad de elección entre diversos
bienes, más la limitación del conocimiento anteriormente referida, es lo que funda esa
posibilidad de error y la incertidumbre constante por parte de quienes operan en un orden
espontáneo. Posibilidad de error, no sólo en la deliberación racional efectuada, sino
también en el acto concreto de elección; incertidumbre, necesariamente, porque ningún ser
humano puede conocer con certeza -aunque sí conjeturalmente- las valoraciones presentes
y futuras de los demás intervinientes, dado que éstas son libres. Esto es: no "imprevisibles",
aunque pudieran estar determinadas por factores desconocidos, sino libres en su naturaleza.
Pues "valorar" implica optar, y es ese acto de elección el que es propiamente libre.
En tercer lugar, todo orden espontáneo tiene un resultado global no planeado
previamente por ninguno de sus intervinientes. Eso presupone la causa final, como aquello
a lo cual el orden espontáneo tiende naturalmente. La causa final es esencial en el
pensamiento de Tomás para explicar la noción de orden: precisamente, un conjunto de
elementos armónicamente dispuestos en torno a un fin.
En cuarto lugar, si los elementos han sido armónicamente dispuestos en torno a un
fin, eso implica una inteligencia ordenadora. Esto, que a primera vista aparece contrario a
la teoría del orden espontáneo, que afirma que ninguno de los agentes racionales
intervinientes ha planeado ese orden, es sin embargo absolutamente coherente en la
filosofía de Santo Tomás. Pues ninguno de los agentes racionales humanos ha planeado de
37
Decimos "brevemente" porque lo hemos hecho más extensamente en "Hayek y la filosofía cristiana" (op.
cit.).
38
En nuestro libro Popper: búsqueda con esperanza, op. cit., parte II, punto 1.
39
Sobre el libre albedrío, ver Santo Tomás, S.T., I-II, q. 10, art. 2c. Hemos tratado esta cuestión en "El libre
albedrío y sus implicancias lógicas", en Libertas, Nro. 2, mayo de 1985.
17
ante mano el orden espontáneo, pero sí la inteligencia infinita de Dios. La noción
metafísica aquí utilizada es la misma que la de la quinta vía40.
En quinto lugar, es necesaria aquí una teoría que explique de qué modo una
inteligencia infinita planea un orden providencial en presencia de la contingencia de las
causas segundas y el libre albedrío de las personas. Eso está detalladamente efectuado por
Tomás en el libro III de su Suma Contra Gentiles. Lo que debido a la causalidad finita
(orden de causas segundas) es casual -y esa línea de casualidades entrecruzadas es esencial
en todo orden espontáneo- NO lo es desde el punto de vista de la visión infinita de Dios.
Dios "ve", en un eterno presente, todo aquello que los agentes racionales deciden. El
resultado de esa decisión es querido por Dios -si es conforme al orden moral- o permitido si no lo es-. Que Dios conozca con certeza la acción libre del hombre no la hace no-libre.
Es similar a que una hormiga fuera libre y un humano pudiera contemplar en una sola
visión el camino libremente elegido por ella cuando lleva su alimento.41
En sexto lugar, toda teoría del orden espontáneo debe admitir que, desde un punto de
vista institucional, una persona humana en funciones de gobierno -en caso de que la
hubiere- tiene un conocimiento parcial y limitado de las personas (singulares, obviamente)
que están bajo el radio de su gobierno, mientras que en el caso del gobierno divino el
conocimiento del singular existente es directo y total -sin contradecir por ello, como
dijimos, la contingencia y el libre albedrío establecidos por ese mismo gobierno divino-. En
nuestra opinión, esto fue expresado así por Santo Tomás: "En aquellas cosas que son
regidas por la providencia humana, se halla que algún provisor superior, respecto de
ciertos grandes universales, piensa por sí mismo cómo han de ser ordenados; más el orden
de los menores no lo piensa él mismo, sino que deja que lo resuelvan otros inferiores; y
esto ciertamente ocurre por defecto suyo, en cuanto que o ignora las condiciones de los
singulares menores, o no alcanza a pensar el orden de todos, en razón del trabajo y el
tiempo que ello requiere. Pero tales defectos están muy lejos de Dios; pues El conoce
todas las cosas singulares, y el conocerlas no le requiere trabajo ni tiempo, puesto que
entendiéndose a sí mismo conoce todas las demás cosas, como arriba se ha demostrado
(lib.II, cap. 49). Por lo tanto El resuelve el orden de todas las cosas singulares; y así su
providencia versa sobre ellos inmediatamente"42.
Con respecto al factor aprendizaje, haremos sólo dos breves comentarios. En primer
lugar, es obvio que la capacidad de aprender de sus errores y corregir la conducta es una
capacidad inherente al conocimiento racional limitado del ser humano. En ausencia de esta
40
Esto es, una vez que, en una filosofía creacionista como la de Santo Tomás, se ha demostrado el ser de
Dios, todo ente creado no inteligente que actúa por un fin tiene una esencia y una finalidad que dimana de
esa esencia que están siendo "pensadas" (entendidas) por el acto creador de Dios.
41
Santo Tomás soluciona la aparente dialéctica entre la certeza de la providencia divina y la libertad humana
con su diferencia entre necessitas consecuentiae y neccesitas consecuentis. En la proposición "Si Sócrates
está sentado, entonces Sócrates está sentado", la proposición condicional, como tal, es necesaria, pero la
realidad señalada por el consecuente de la proposición ("Sócrates está sentado") es contingente. Lo mismo se
aplicaría a la proposición "Si Dios ve que esto ocurre, esto ocurre" (teniendo en cuenta que el "ver" de Dios
es creador). Ver al respecto también el libro I de la Suma Contra Gentiles, cap. 67. Estas explicaciones no
anulan el margen de misterio que estas cuestiones tienen para la mente humana, pero -nada más ni nada
menos- permiten contemplar la NO contradicción del misterio.
42
En Suma Contra Gentiles, Ed. Club de Lectores, Bs. As., 1951, trad. de María Mercedes Bergada; libro III,
cap. 76. Latín original: "Adhuc. In his quae humana providentia reguntur, invenitur quod aliquis superior
provisor circa quaedam magna et universalia per se ipsum excogitat qualiter sint ordinanda, minimorum vero
ordinem ipse non excogitat, sed aliis inferioribus excogitandum relinquit. Et hoc quidem contingit propter
eius defectum: inquantum vel singularium minimorum conditiones ignorat; vel non sufficit ad omnium
ordinem excogitandum, propter laborem et temporis prolixitatem quae requiretetur. Huiusmodi autem
defectus longe sunt ad Deo: nam ipse omnia singularia cognoscit; nec in intelligendo laborat, aut tempus
requerit, cum intelligendo seipsum, omnia alia cognoscat, sicut supra (l. 1, c. 46) ostendum est. Ipse igitur
omnium et singularium ordinem excogitat. Elius igitur providentia est omnium singularium inmediate" (BAC,
tomo II, p. 308).
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capacidad, un ser humano muere, sencillamente. Lo que es incierto es el grado de esta
capacidad en cada ser humano, y, como veremos después, es incierto también el grado de
esta capacidad en cuanto al proceso de mercado se refiere. En eso, opinamos que Hayek ha
visto acertadamente.
En segundo lugar, esta operación implica también un "verstehen", un acto de
comprensión que me permite conjeturar exitosamente las valoraciones de las demás
personas. Pero esta comprensión es no-científica; esto es, no se trata de una fuente de
elaboración o descubrimiento de hipótesis en ciencias sociales, tal cual la hemos descripto,
sino de un acto no-científico, cotidiano, sobre cómo piensan y valoran las demás personas,
que llevamos a cabo no sólo en intercambios de mercado. Para tener esta capacidad no es
necesaria una educación formal.
Por último, con respecto a las "pattern predictions", haremos sobre todo un
comentario metodológico. Los textos de Hayek al respecto parecen decir que ellas son
"generales y negativas", pero tal cosa, en nuestra opinión, hay que precisarla lógicamente.
"Generales", porque lo que hacen es establecer el resultado global del orden
espontáneo (según se observa en la cita efectuada en la nota 36). Creemos que su forma
lógica es la de una proposición universal afirmativa, del tipo "todo S es P". Ahora bien:
"negativas" porque sus falsadores potenciales son proposiciones singulares negativas, del
tipo "algún S no es P". Creemos que esto se ajusta al segundo tipo de falsador potencial
descripto por Popper: "Putman has overlooked the existence of these two different kinds of
predictions. The firts kind can be put in the form of `At such and such a space-time region,
there exists such and such an object'; these I have called `basic statements'; the second kind
can be rendered in the form of a nonexistential proposition, `there does not exist such and
such a thing, at such and such a space-time region'"43. Como se puede observar, los
falsadores potenciales de las pattern predictions son parecidas a las del segundo tipo. Lo
cual permite inferir en teoría un cuerpo de falsadores potenciales de cada pattern prediction
del orden espontáneo. Por ejemplo, si la patter prediction global del orden espontáneo del
mercado es que "todo mercado libre tiende al equilibrio", una pattern prediction derivada
será, por ejemplo43b, que todo mercado libre de trabajo tiende al equilibrio de oferta con
demanda laboral. Su falsador potencial será "algún mercado libre de trabajo no tiende al
equilibrio de oferta con demanda laboral", lo cual implica que para que dicha proposición
sea verdadera debe observarse la existencia de al menos un mercado libre de trabajo donde
tal cosa ocurra; dicha constatación de existencia ("existe al menos un mercado libre de
trabajo donde no se tiende al equilibrio de oferta con demanda") implica de algún modo un
testeo empírico. Sobre la sistematización final de esta cuestión, volveremos más adelante.
Efectuados nuestros comentarios respecto a los aportes hayekianos, pasemos a
nuestro siguiente autor.
3. Machlup.
Del economista austríaco F. Machlup, discípulo de Mises en su Privat Seminar y
posteriormente distinguido profesor en la John Hopkings University, vamos a tomar sobre
todo tres elementos: a) su noción del testeo empírico indirecto global (teig) de todo el
sistema de economía; b) su noción de las assumed conditions como factor clave de la
aplicación del sistema a un caso particular; c) su noción de las fundamental assumptions
43
Ver RC (op. cit.), punto 11, pág. 998.
Nuestra noción de pattern predictions derivadas permitiría contestar la crítica que al respecto hace Mark
Blaug en su artículo "Hayek Revisited", en Critical Review, Vol. 7, Nro. 1, winter 1993.
43b
19
como aquello que puede someterse al "teig". Vamos a explicar a continuación estos
elementos44.
La noción del "teig" surge sobre todo de dos análisis de Machlup: su noción de lo "a
priori" y su debate con Hutchison al respecto45. Machlup parte de una concepción amplia de
lo que "a priori" significa en economía, diciendo que la mayor parte de los economistas que
se ubican en esa tradición (cita a Menger, Robbins, Mises, Knight, etc), por más
"provocativas" que hayan sido sus definiciones sobre tal punto, en realidad lo que hacían
era enfatizar la elaboración a priori del cuerpo teórico principal de la economía (sus
"fundamental assumptions" -f.a.-), pero dejaban abierta la posibilidad del testeo empírico
de las consecuencias de esas f.a. Y ubica en la línea de los economistas "ultraempiristas" a
aquellos que pretendían un testeo empírico de esas mismas f.a.; no de sus consecuencias.
Hutchison le responde46 que de ningún modo es así; que los economistas que no son
partidarios de la tradición a priori citados por Machlup de ningún modo pretenden testear
las bases teóricas del sistema, sino que, como cualquier buen conocedor del método
hipotético-deductivo lo haría, sólo pretenden testear
sus consecuencias inferidas
deductivamente. Ante esta respuesta, Machlup vuelve a aclarar su noción de testeo
empírico, para destacar sus diferencias con Hutchison. Dice que es cierto que este último
no pretende un testeo empírico directo de las f.a., pero sí un testeo empírico indirecto (esto
es, a través de sus consecuencias) de modo independiente, esto es, de cada una en
particular. En cambio, lo que Machlup había dicho es que el testeo empírico de las f.a. es
no sólo indirecto, sino también global, esto es, ninguna de ellas puede ser testada
indirectamente de modo independiente.
Esto es: si A, B y C son f.a., y D el conjunto de condiciones iniciales, y de ese
explanans se infiere deductivamente el explanandum E, entonces A, B y C no pueden ser
aisladamente testeadas (esto es, no tienen cada una de ellas una consecuencia a ser
testeada), sino que sólo pueden ser testeadas en la medida que se falsee (-E) o se corrobore
(E) el juicio singular que constituye el explanandum. En símbolos: {[(A.B.C) . (D)] E}
(premisa mayor); - E (premisa menor); - [(A.B.C) . (D)] (conclusión). Como se puede
observar, esta noción de teig de Machlup responde a los más elementales y rigurosos
cánones de la lógica del MHD (método hipotético-deductivo). Lo que Machlup sostiene
para la economía sucede también para la más alta física teórica, como él mismo dice.
Ahora bien: un vez que el economista establece el cuerpo básico de su teoría, las f.a.,
puede establecer también las "hipótesis de bajo nivel", esto es, las condiciones iniciales de
su explanans, en términos popperianos, o, en términos de Machlup, las assumed conditions
(a.c.). Estas a.c. describen situaciones de tipo singular, y no universales como las f.a.
Describen, precisamente, la situación particular a la cual el economista va a "aplicar" (esta
es una noción clave, que Machlup toma de Mill47) sus "f.a.". Machlup las divide en tres
tipos: las que describen el tipo de mercado, el tipo de política económica y el tipo de
instituciones jurídicas y sociales básicas.
44
Machlup desarrolla estos importantes conceptos en su ya clásico artículo "The Problem of Verification in
Economics", en Southern Economic Journal, vol. 22, Nro. 1, Julio de 1955, págs. 1-21. Hemos explicado esta
misma cuestión más en detalle en nuestro libro Caminos abiertos (op. cit.) y "Machlup: un puente entre Mises
y Lakatos" (op. cit.).
45
Sobre este debate, ver Hutchison, T.: "Professor Machlup on Verification in Economics", en Southern
Economic Journal, Vol. 22, Nro. 4, Abril de 1956, y Machlup, F.: "Rejoinder to a Reluctant UltraEmpiricist", en Southern Economic Journal, vol 22, Nro. 4, Abril de 1956. Nosotros hemos comentado con
detalle este debate en Caminos abiertos (op. cit.). Todos estos artículos han sido reproducidos en la
recopilación efectuada por Caldwell, B.J.: Appraisal and Criticism in Economics, a Book of Readings, Allen
and Unwin, Boston, 1984.
46
Ver nota anterior.
47
Ver Caminos abiertos, op. cit., cap. 1, punto 1, y cap. 2, punto 2.
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Una vez puestas en conjunción a las f.a. con las a.c., el economista puede suponer un
"assumed change" (un cambio supuesto; por ejemplo, supongamos que aumenta la
demanda de factores de producción del sector agropecuario), dato singular que el
economista hace pasar por la cadena deductiva anteriormente descripta. Esto es: assumed
change + f.a. + a.c., todo lo cual da un resultado, un explanandum o una predicción
prosprectiva, que es el "deduced change" (E). El assumed change más las f.a. más las a.c.
forman una conjunción lógica que es negada o no según "E" sea falsado o corroborado.
Para hacerlo en un esquema que se encuentra en el mismo artículo citado de Machlup:
assumed change (singular)
f.a. (universales)
a.s. (singulares)
1
2
3
deduced changed (singular) (E).
Este gráfico simboliza la cadena de deducción.
Machlup es plenamente conciente que aunque "E" sea "disconfirmado" (para usar sus
términos) eso no implica negar automáticamente a las f.a., y también es conciente de que
aunque E sea "no-disconfirmado" eso no significa de ningún modo "verificar" con certeza a
las f.a., sino sólo, siguiendo sus términos, "ilustrarlas" en una determinada situación
singular. Esto es, es conciente de las limitaciones metodológicas del testeo empírico porque
es conciente de esas limitaciones en todas las ciencias. El término "ilustración" empleado
por Machlup cuando E es corroborado alude también a que en ciencias sociales -aunque no
sólo en ellas- la observación de lo singular está muy cargada de teoría y además ninguna
variable puede aislarse. De allí la expresión "hipótesis de bajo nivel" para las a.c.
Esto implica el tercer elemento que hemos tomado (el segundo ya lo hemos
explicado): las f.a. sólo pueden someterse a un testeo empírico indirecto y global; nunca a
una falsación o corroboración indirecta aislada, y menos aún directa.
Los aportes metodológicos de Machlup tienen una notable similitud con los aportes
lakatosianos, cuestión que ya se ha hecho notar48 anteriormente. Sus f.a. hacen las veces del
núcleo central del sistema; sus a.c. son de algún modo ciertas hipótesis ad hoc, aunque más
bien auxiliares según nuestra caracterización, y el o los deduced changes son como los
"hechos nuevos" del programa de investigación de Lakatos. Por otra parte, que las f.a. no
puedan testearse empíricamente sino con conjunto con la operatoria global de todo el
sistema coincide notablemente con la noción lakatosiana de que el núcleo central sólo
puede llegar a ser falsado una vez que el científico toma la decisión de que el programa es
empíricamente regresivo, o corroborado si lo contrario.
Veremos más adelante cómo estos aportes metodológicos de Machlup, junto con la
noción hayekiana de las pattern predictions, nos permiten dar una solución más o menos
plausible (decimos así porque en estas materias los problemas son interminables) al
problema del testeo empírico en economía (y por qué no, en cualquier ciencia social) y,
48
Ver Langlois, R.N., y Koppl, R., "Fritz Machlup and Marginalism: a Reevaluation"; paper presentado a la
University of Connecticut y Aurbun University, respectivamente; Octubre de 1987, págs. 8-9.
21
además, nos permiten solucionar ciertos problemas de ciertos supuestos básicos no
deducibles de la praxeología que en la escuela austríaca de economía son básicos para la
deducción de la tendencia del mercado al equilibrio.
Con respecto a loa aportes filosóficos de Machlup, nos hemos explayado con más
detenimiento en otro momento, donde el tema era más relevante a nuestros fines. No es el
caso en este momento. Sólo diremos que adopta con respecto a los fundamentos filosófios
últimos de las f.a. una posición relativamente no-realista, combinando el Verstehen con la
fenomenología que toma de A. Shutz49. Para nuestra reconstrucción del programa de
investigación en economía tal cosa no es relevante pues después veremos que nuestras f.a.
tienen como fundamento último a la praxeología de Mises, la cual, a su vez, hemos ya
reelaborado bajo fundamentos realistas de tipo tomistas.
Mas importante será en su momento, en cambio, la concepción amplia que Machlup
tiene de las ciencia, al no restringir dicho término a un concepto unívoco del método, sino a
una concepción analógica, que admite métodos distintos. Tal concepción amplia de las
ciencias es lo que le permite criticar al "complejo de inferioridad de las ciencias sociales"50,
complejo que se produce cuando estas últimas tratan de imitar a las naturales -en su versión
inductivista- creyendo que sólo así serán "científicas". Pues lo que diferencia al
conocimiento científico de otro que no lo sea es, según Machlup, que el científico es
"imparcial, sistemático y más complejo o más preciso que el conocimiento popular de ese
momento"51. Este paso del conocimiento no-científico al científico, no estricto ni
circunscripto a sólo un método en particular, sino amplio, gradual y abierto a varios
métodos, coincide con lo que después nosotros desarrollaremos como una concepción
analógica de la ciencia. Pero, como decimos, deberemos ocuparnos de tal cosa más
adelante.
Analizados los aportes de Mises, Hayek y Machlup que son relevantes para nuestros
fines, y reelaborados bajo un metasistema filosófico realista, estamos en condiciones de
pasar a la exposición sistemática de nuestro programa de investigación.
CAPITULO TERCERO: HACIA UN PROGRAMA DE INVESTIGACION EN
ECONOMIA POLITICA
0. Elementos.
Nuestro programa de investigación contará fundamentalmente con tres elementos:
a) un núcleo central, expresado a nivel universal (sin consideraciones de tiempo y
lugar, similar a las f.a. de Machlup);
b) un conjunto de hipótesis auxiliares de bajo nivel (similares a las assumed
conditions de Machlup o las condiciones iniciales del MHD popperiano), expresadas a
nivel singular;
c) la progresividad o regresividad empírica del programa por medio de una
combinación del método de las pattern predictions hayekianas y el método "teig" de
Machlup.
Vamos a describir a continuación a cada uno de estos elementos. Como el lector
podrá imaginar, en la descripción del núcleo central deberemos tener sumo cuidado.
1. El núcleo central.
El núcleo central estará compuesto, a su vez, de cuatro elementos:
49
En su art. citado en nota 44, págs. 16-17.
Ver su art. "El complejo de inferioridad en ciencias sociales", en Libertas, Nro. 7, octubre de 1987.
51
Idem, pág. 272.
50
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a) un sub-núcleo central praxeológico, filosóficamente no-falsable;
b) un conjunto de sub-hipótesis auxiliares (de nivel universal) que NO son deducibles
del sub-núcleo central praxeológico. Estas se dividen en tres tipos: b.1.: antropológicas;
b.2.: sociológicas;
b.3.: institucionales.
c) Las "construcciones imaginarias";
d) un conjunto de leyes económicas deducidas de a) + b), expresadas también a nivel
universal.
Vamos a continuación a explicar cada uno de estos elementos y a ejemplificarlos.
a) El sub-núcleo central.
Está compuesto por el axioma central praxeológico ("toda acción humana implica el
intento deliberado de pasar de una situación menos satisfactoria a otra más satisfactoria") y
24 teoremas o leyes praxeológicas que se derivan de él. Reiteramos que los fudamentos
filosóficos de este sistema han sido expuestos en detalle en nuestra tesis citada52. Por ahora,
digamos que de este axioma central se infieren deductivamente cuestiones tan importantes
como la teoría subjetiva del valor, la utilidad marginal, la productividad marginal, la
preferencia temporal, el interés originario, la ley de rendimientos decrecientes, etc.
Por ejemplo, una de las leyes inferidas será la ley de utilidad marginal: si aumenta el
número de unidades valorizadas de un determinado bien, el valor de cada unidad tiende a
descender, y viceversa.
La verdad de dicha proposición está asegurada en la medida que el razonamiento que
se utiliza sea correcto y además sea verdadera la premisa de la cual partimos.
Por eso decimos que este sub-núcleo central es filosóficamente no-falsable. Esto es,
no es una sola convención lo que nos hace decir que es no-falsable, sino que la premisa de
la cual partimos (la descripción de acción anteriormente aludida) es la conclusión, a su vez,
de un sistema filosófico (la antropología filosófica de Santo Tomás) el cual no es suceptible
de testeo empírico. Como después demostraremos con más claridad, ello no implica que no
sea "ciencia". Sólo que el método empleado para llegar a esa conclusión (y premisa central
de la praxeología) NO es el método hipotético-deductivo.
La introducción de elementos metafísicos en un programa de investigación es algo
perfectamente admitido por los cánones popperianos y lakatosianos; lo que esos cánones
difícilmente aceptarían (creemos que especialmente en Lakatos) es la certeza que estamos
otorgando en este caso a estos elementos.
Por supuesto, esta certeza de la que hablamos no implica que el sistema que sostiene
al axioma central praxeológico no sea "revisable"; pero lo es de otro modo: analizando los
razonamientos efectuados y las evidencias de las cuales partimos. Idem para el desarrollo
del sistema praxeológico.
b) Las hipótesis auxiliares NO deducibles de la praxeología.
Estamos aquí frente a una serie de hipótesis, de "postulados" que, al no deducirse de
la praxeología, no pueden mantener esa "cadena de certeza" que tienen las leyes
praxeológicas, y que describen situaciones cuya existencia o no es contingente. Por
supuesto, también lo es la existencia de al menos un ser humano del cual se describe la
conducta humana en la praxeología; la diferencia es que, de existir al menos un sólo ser
humano, existen las leyes praxeológicas, mientras que en este caso, la existencia de al
menos un ser humano o algunos no garantiza la existencia de las situaciones descriptas por
estas hipótesis auxiliares.
52
En "Fundamentos...", op. cit., parte I. (Págs. 84-101).
23
Estas hipótesis auxiliares son conjeturales, en ese sentido, y se plantean en el
programa praviamente a cualquier observación (con ello queremos decir: previamente a su
posible testeo empírico).
Las habíamos dividido en tres grupos.
b.1.: antropológicas.
Las antropológicas describen características que pueden darse en cada persona sin
referencia a una relación real en acto con otra persona. Aludiremos sobre todo a dos:
b.1.1.: alertness;
b.1.2.: principio de maximización monetaria.
La "alertness" es una de las grandes contribuciones del economista I. Kirzner,
descípulo de Mises. Las contribuciones de Kirzner a la escuela austríaca corren sobre todo
por dos aspectos:53 haber sistematizado con plena claridad la distinción entre el mercado
como proceso y los modelos neoclásicos de competencia perfecta y sus variantes54, y, en
íntima relación con lo anterior, haber establecido la función empresarial como una función
de "estar alerta" a las oportunidades de ganancia en el mercado.
El mercado NO es una situación de equilibrio que supone además conocimiento
perfecto por parte de sus participantes. Al contrario, es un proceso dinámico, que, como
hemos dicho, supone errores e incertidumbres por parte de sus sujetos actuantes. Por
supuesto, el mercado como equilibrio podría ser defendido epistemológicamente en una
concepción instrumentalista de la ciencia, donde no es relevante la verdad de las premisas
del modelo sino el éxito de las predicciones inferidas a partir de él. Friedman parece haber
sistematizado esa situación55. Pero una concepción instrumentalista de la ciencia, donde la
verdad o acercamiento a la verdad de las premisas del modelo es irrelevante, es
contradictoria con la posición realista que hemos adoptado (esto es, desde luego, una mera
crítica externa); es, además, inconveniente para el progreso mismo de la ciencia56, y,
además -esta última es una crítica interna- es dudoso que sean exitosos los resultados
obtenidos a partir del modelo defendido por Friedman57.
En segundo lugar, si el mercado es un proceso dinámico, que implica muchos errores
e incertidumbres por parte de quienes en él operan, hay dos posibilidades: o es un completo
caos58, o, al contrario, hay determinadas "fuerzas equilibrantes" que hacen tender al
mercado a una situación de equilibrio, aunque sin alcanzarla nunca. Esto es lo que
principalmnte han tratado de demostrar Mises, Hayek y Kirzner en toda su obra científica.
Una de esas fuerzas equilibrantes es el "factor empresarial": la suposición de que hay un
número suficiente de personas que tienen la capacidad de "estar alertas" a las oportunidades
de ganancia que existan en el mercado. Esta capacidad -sumada a presupuestos
institucionales que describiremos después- es uno de los factores que ayudan a acercar los
factores de producción a las necesidades señaladas prioritarias por la demanda. Una de las
contribuciones importantes de Hayek al respecto es haber señalado la importancia de los
precios (libres, obviamente) como sintetizadores del conocimiento disperso que se
encuentra en el mercado. Este elemento es esencial para que aquel que tenga capacidad de
53
Ver nota 31b y Sarjanovic, I.: "El mercado como proceso: dos visiones alternativas", en Libertas, Nro. 11.
Sobre estas "variantes" ver el libro de Thomsen citado en nota 27.
55
En su clásico artículo de 1953 "The Methodology of Positive Economics"; en Essays in Positive
Economics; Chicago: University of Chicago Press, 1953; reproducido en Caldwell, B.: "Appraisal...", op. cit.,
pág. 136; versión castellana en Ensayos de economía positiva; Gredos, Madrid, 1967, pág. 9.
56
Ver Popper, K.: Realismo y el objetivo de la ciencia; Tecnos, Madrid, 1985; cap. 1, punto 12, pág. 152, y
CR (op. cit.), cap. 3, punto 5, pág. 148.
57
Sobre esta cuestión y el debate que gira en torno a este problema, nos hemos explayado con más detalle en
Caminos abiertos, op. cit.; cap. 3, 2, y cap. 4, 2.
58
Al respecto, ver Garrison, R.W.: "From Lachmann to Lucas: on Institutions, Expectations, and Equilibrium
Tendencies", en Subjetivism, Intelligibility and Economic Understanding, New York University Press, New
York, 1986.
54
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percibir oportunidades de ganancia -y consiguiente inversión- pueda hacerlo a través de los
movimientos, siempre cambiantes, de los precios de los bienes y servicios en el mercado.
La "ignorancia" de aquellos que no perciben oportunidades en el mercado no es
similar a una ignorancia "conciente" que se asume como un costo más. No es la de un
especialista en filosofía que sabe que no sabe lo que está sucediendo en la bolsa de valores
de su ciudad y que, de saberlo y de contar con otros conocimientos, obtendría más ingresos
(por ejemplo). La "ignorancia" de aquel que NO percibe oportunidades señalada
explícitamente por Kirzner es la de aquel que no sabe que no sabe y por ende pierde una
oportunidad59. Quien tiene "alertness" empresarial, advierte oportunidades que otros no. No
es tampoco un conocimiento sobre el pasado, sino sobre todo una capacidad de conjeturar
sobre las valoraciones futuras en el mercado. No es tampoco una capacidad que requiera
instrucción formal, sino una habilidad que puede poseerse naturalmente.
Ahora bien: nada asegura que exista en el mercado un número suficiente de personas
con esta capacidad60. Luego, la postulación de la existencia de un grado suficiente de
alertness empresarial es claramente una hipótesis auxiliar conjetural.
Una reflexión adicional que podríamos hacer es que últimamente se ha destacado
mucho61 la importancia del factor conocimiento como la clave del éxito del sistema
económico. Esto, que últimamente parece un descubrimiento, fue y sigue siendo el eje
central de los aportes de la escuela austríaca en economía política. De aquí se entiende
también que la oposición de los economistas austríacos al socialismo y al intervencionismo
fue una cuestión académica y no un capricho ideológico, como algunos interpretan. El
director central socialista no puede concentrar todo el conocimiento necesario para una
economización óptima de recursos, pero sí pueden ser economizados óptimamente -que no
es lo mismo que "perfectamente"- por la conjunción de "alertnidades" dispersas a través
del sistema de precios libres que sirve como fuente de información. Y el intervencionista, al
intervenir esos precios, distorsiona y/o anula precisamente esa fuente de información,
condición necesaria para la economización de recursos. Y el director central socialista no
puede hacerlo precisamente porque no cuenta con esos precios libres, incompatibles con
sus sistema. Tal la gran contribución y predicción de Mises en 192061b.
Pasemos ahora a la siguiente hipótesis auxiliar antropológica.
b.1.2.: el principio de maximización monetaria.
Este principio no debe ser confundido con el principio de maximización
praxeológica, anteriormente aludido, y que es el axioma central del sistema de la
praxeología. Al respecto, no vamos a reiterar todas las aclaraciones efectuadas en Caminos
abiertos (op. cit., cap. 4, 3), donde también explicábamos los debates que han sido clásicos
respecto a este principio. Por eso subrayamos la palabra monetaria, para destacar que se
trata de la conocida relación directamente proporcional entre precio y cantidad ofrecida,
por parte de la oferta, y relación inversamente proporcional entre precio y cantidad
demandada, por parte de la demanda. En términos más sencillos, a mayor precio, mayor
oferta, y menor demanda. La variable independiente en ese caso es el precio monetario.
59
Ver Thomsen, E.: Prices and Knowledge (op. cit.).
Ver Langlois, R.N.: "Knowledge and Rationality...", op. cit., y Thomsen, E.: "Precios e información", op.
cit.: "...en un mundo con individuos que no son omniscientes, lo más probable es que estén ocuerriendo
constantemente errores empresariales. Si estos errores, y los consecuentes desequilibrios que producen en los
precios, fuesen siempre extremos (es decir, si la mayor parte de los empresarios estuviese desperdiciando
sistemáticamente oportunidades muy rentables), los mercados, poblados de gente que utiliza los precios como
guías de acción, serían caóticos. Esto, aunque no es una posibilidad inconcebible, no es lo que se ha
observado por lo general" (los destacados son nuestros).
61
Incluso en la enc. Centesimus annus, (op. cit.), punto 32.
61b
Ver su libro El socialismo; Instituto de Publicaciones Navales, Buenos Aires, 1968.
60
25
Lo importante, desde el punto de vista epistemológico, consiste en varias cosas.
Primero, este principio NO puede ser deducido de la praxeología, como una ley necesaria
de la conducta humana. Suponer lo contrario implicaría un grave error antropológico62. En
Caminos abiertos ya hemos refutado los intentos al respecto. Frente a la obvia posibilidad
de que, ante el aumento del precio la demanda puede aumentar (por ejemplo), algunos han
dicho que en ese caso no se trata "del mismo bien" (Rothbard) o algunas veces se dice que,
en ese caso, no se trata de la "conducta del consumidor", la cual se "define" por su relación
inversamente proporcional al precio. Ambos intentos de convertir al ppio. de maximización
monetaria en una proposición analítica, no sintética, yerran, por cuanto en el primer caso no
se advierte que, de hecho, la cuestión es saber cuándo se trata o no del mismo bien, y en el
segundo caso se trata de saber qué cantidad de personas se comportan de hecho según la
"definición" de comprador. Ambos datos son contingentes tanto desde un punto de vista
epistemológico como ontológico (dado el libre albedrío de las personas) y, por lo tanto, no
pueden de ningún modo ser colocados como datos necesarios de la conducta humana.
Por eso el ppio. debe postularse como una hipótesis auxiliar NO deducible de la
praxeología. Por supuesto, se la postula "a priori" exactamente como todo el cuerpo de
teoría general puede ser postulado a priori del testeo empírico según los cánones
metodológicos Popper-Lakatos. "A priori" NO es lo mismo -como a veces se piensa- que
analítico, o necesario "de re"63. Por otra parte, como todas estas hipótesis auxiliares, es
absolutamente irrelevante, desde un punto de vista epistemológico, saber de hecho el "Nro.
de veces" en que se cumplen, y menos aún su "grado de probabilidad". Será la
progresividad o regresividad empírica del programa -esto es, una "macrocorroboración" al
estilo popperiano- indicará si hubo un grado suficiente de conducta maximizadora, evitando
de ese modo cualquier problema de inducción respecto a estas hipótesis auxiliares.
Una última observación que no es tanto de carácter antropológica o metodológica,
sino ética. La conducta maximizadora monetaria, como toda conducta humana libre, es
buena o mala moralmente, pero no en sí misma (como los actos humanos siempre buenos, como honrar a Dios- o los siempre malos -como odiar a Dios-), sino según el objeto, fin y
circunstancias que rodeen al acto en cuestión. La conducta maximizadora monetaria NO
es, en ese sentido, una conducta necesariamente "materialista" desligada de altos valores
desde un puntode vista moral. Una monja perteneciente a la obra de la Madre Teresa de
Calcula puede verse en la disyuntiva de administrar los pocos recursos dinerarios con los
que cuente a fines de comprar ropa y alimentos para las personas que atiende (si es que no
obtuvo esos bienes en especie) y, si frente a igual calidad, elige los de menor precio, se
estará comportando como un consumidor típico de libro de texto de economía, sin que ello
disminuya un átimo su santidad. Más bien, al contrario.
Pasemos ahora al siguiente grupo de hip. auxiliares.
b.2. Sociológicas.
Bajo ese término aludimos a aquellas hipótesis que hacen pasar del ámbito individual
al ámbito social, elemento obviamente esencial para la economía como ciencia social. Son
a nuestro juicio fundamentalmente dos:
b.2.1. La cooperación social;
b.2.2. la ley de división del trabajo.
Debe aclararse que, en ambos casos, la contingencia epistemológica y ontológica de
ambas hipótesis no se refieren tanto a la esencia de lo que describen, sino a su existencia.
62
Este error NO fue cometido por J. S. Mill, como a veces se cree. Ver, al respecto, On The Definition of
Political Economy; and on the Method of Investigation proper to it, de 1894; especialmente el cap. V (En
Essays and Some Unsettled Questions of Political Economy; Augustus M. Kelley Publishers; Clifton 1974.
63
Hemos explicado con más detalle este punto en nuestra tesis "Fundamentos...", op. cit., parte III, punto 1,
págs. 137-143; ver también Llano, A., op. cit.
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Esto es: la esencia de lo que describen es sintética suponiendo la existencia de al menos un
ser humano; mientras que las leyes praxeológicas son analíticas suponiendo la existencia de
al menos un ser humano. Esta aclaración no debe dar lugar a pensar que estamos colocando
a la existencia como condición de analiticidad; la aclaración se debe a que nosotros
sostenemos que, en caso de existencia de un ser humano, las leyes praxeológicas pueden
inferirse necesariamente, mientras no es así con los presupuestos no-praxeológicos. (Esto
es relevante para el caso de la discusión sobre si las leyes del mercado se cumplen
"necesariamente" o no en caso de un mercado real). "Sintético" y "analítico" implican en
este caso la traslación lógico-lingüística de una necesidad ontológica [lo analítico] o
contingencia ontológica [lo sintético]).
La primera postula la existencia de más de un individuo y una determinada
interacción social entre ellos. Supone una descripción esencial (fenomenológica) de lo que
la sociedad es en sí misma63b y sus diferencias y ventajas con las llamadas sociedades
animales. La ley de división del trabajo está en íntima conexión con lo anterior. Postula que
el trabajo efectuado por diversas personas según las diversas aptitudes con las que cuenten
tiene más productividad que el efectuado por sólo una. Esto es esencial, pues si no fuera
por esta ley, la interacción social produciría en sí misma una mayor indigencia al ser
humano y la cooperación social anteriormente aludida sería imposible. La ley de división
del trabajo permite que, a diferencia de la competencia biológica que existe entre diversas
especies animales, donde la existencia de más cantidades de individuos implica una lucha
mortal entre ellos por los recursos escasos, en el ser humano la mayor cantidad de
individuos, en tanto esté acompañada de relaciones comerciales según sus diversas
capacidades y aptitudes, implica una convivencia pacífica y un aumento en la cuantía de
bienes, ya escasos en sí mismos. En última instancia, la cooperación social, a través del
mercado, transforma la lucha violenta en convivencia pacífica.
Por último, y en íntima conexión con lo anterior, debenos postular también
determinados supuestos institucionales de tipo jurídico. (Hip. aux. b.3.). Esto es, el
mercado, en el cual hay, como dijimos, errores e incertidumbres por parte de sus agentes,
requiere ciertas instituciones jurídicas para que permanezcan en el mercado sólo aquellos
que menos errores cometan y manifiesten mayor "alertness" empresarial. Esas
instituciones son sobre todo la propiedad privada de los medios de producción y consumo y
sus corolarios: libertad de precios y libertad de entrada al mercado. "Libertad de entrada al
mercado" supone ausencia de privilegios, entendiéndose por éstos protecciones por parte
del estado a una persona o a un grupo de personas para que realicen una determinada
actividad; esas protecciones pueden ser monopolios legales o intervenciones directas (ej.:
tarifa arancelaria). Estos presupuestos no son contingentes en cuanto a la esencia jurídica
que describen pero sí en cuanto a su existencia. Por supuesto, y como diremos después, en
ciencias sociales no podemos pretender la constatación exacta de la existencia de
determinadas institucuiones juríricas como las que hemos descripto. Sólo una mayor o
menor aproximación a la esencia descripta es la que implicará el grado de eficiencia con el
cual el mercado opere. De igual modo que en los casos anteriores, sólo la progresividad
empírica del programa indicará un grado suficiente de libertad de entrada al mercado como
la descripta.
Una de las ventajas epistemológicas de esta última hipótesis auxiliar, es que su
presencia "o no" cubre el espectro posible de leyes económicas inferidas en el programa.
En efecto, si suponemos propiedad privada y libertad de entrada al mercado, inferimos lo
que podríamos llamar la "economía pura de mercado"64. Si, al contrario, suponemos
63b
Hemos esbozado una descripción tal en nuestro libro El humanismo del futuro; Ed. de Belgrano, Buenos
Aires, 1989, cap. 2, punto 1.
64
Ver Mises, La acción humana, op. cit., cap. XIV, punto 3.
27
diversos tipos de intervenciones estatales sobre los mercados, inferimos la "teoría del
mercado intervenido". Si, por último, suponemos ausencia total del propiedad, inferimos la
"teoría de imposibilidad de cálculo económico en el socialismo"65. De ese modo el
programa de investigación cubre, para todo lugar y tiempo, el mayor conjunto de
fenómenos económicos posibles.
c) Las "construcciones imaginarias".
Nos referimos aquí a las así llamadas por Mises, vistas en su momento. Lo que hay
que tener en cuenta desde un punto de vista epistemológico, es que, mientras las hip. aux.
postulan situaciones perfectamente posibles, las "construcciones imaginarias", como
dijimos, son ayudas sólo mentales (ens rationis66) para una correcta deducción. Como
habíamos dicho, la primera se refiere al "ceteris paribus" (invariadas restantes
circunstancias) y la segunda a la situación de economización perfecta de recursos, a la cual
el mercado tiende sin alcanzarla nunca. Por eso, cabe destacar aquí que "óptima" y
"perfecta" no son adjetivos que indiquen lo mismo en cuanto a la economización de
recursos del mercado. El mercado libre puede tener una economización "óptima" de
recursos, esto es, la mejor posible, dadas condiciones suficientes desde el punto de vista
jurídico, sociológicas y antropológicas. Lo que nunca puede tener es una economización
"perfecta". Eso sólo existe como un "ens rationis" en los modelos neoclásicos de
competencia perfecta, que, como vemos, en nada interesan al programa de investigación
que estamos proponiendo, excepto como construcción imaginaria de perfecto equilibrio,
esto es, excepto como aquella situación a la cual el mercado "tiende". Por supuesto, y como
Mises explica, de alcanzarse esa imposible situación, el mercado como tal desaparecería,
pues todas las necesidades humanas estarían absoluta y totalmente satisfechas. Los
marxistas ortodoxos postularon algo así en el "paraíso socialista"67. Pero el mercado, en
cambio, no es ningún paraíso. Sí, en cambio, algo mejor que los infiernos en la tierra que
producen los que pretenden instaurar el cielo en la tierra67a.
Con respecto al "ceteris paribus", debemos decir que a diferencia de otras veces
donde esa cláusula ha pretendido evitar los problemas del testeo empírico68, en nuestro
programa de investigación de ningún modo es así. Sólo pretende analizar los resultados del
movimiento de una variable en particular. Ninguna otra es su pretensión.
d) Las leyes económicas deductivamente inferidas.
De todo este conjunto (sub-núcleo central, más hip. aux. no deducidas del sub-núcleo
central) se deducen, junto con las herramientas mentales descriptas en el punto c, todo el
conjunto de leyes económicas. Esto es, el resultado deductivo de la aplicación de las leyes
praxeológicas a los presupuestos sociológicos e institucionales sumando a ello las hip. de
tipo antropológico. Por eso creemos que puede mantenerse la caracterización de la
economía política como el estudio de la conducta humana en el mercado desde el punto de
vista de las implicaciones formales de la descripción de acción.
Metodológicamente, el procedimiento es axiomático-deductivo, si bien, debido a la
utilización de hip. auxiliares NO praxeológicas, hay que recurrir a algún método de
65
Idem, caps. XXV y XXVI.
Esto es, entes que dependen para su existir de un acto de pensamiento humano. Hemos explicado esta
cuestión en nuestro ensayo La unidad de la teoría lógica en su forma no-matemática y en su forma
matemática; UNSTA, Tucumán, 1988.
67
Los cristianos sabemos que esa situación no es de este mundo, sino del otro, cuando, en la medida de
nuestro NO rechazo de la misericordia divina, estemos contemplando para siempre su Divina Esencia.
67a
Sobre el utopismo, ver Popper, K., CR (op. cit.), cap. 18, pág. 429.
68
Eso sucedería si al decir "invariadas las restantes circunstancias" intentáramos evitar la introducción de
variables que podrían, precisamente, falsar nuestra conjetura.
66
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constatación de la progresividad o regresividad empírica del programa. En este sentido, los
axiomas de la economía política son los siguientes:
a) el axioma praxeológico central más las leyes praxeológicas inferidas a partir de él
(que en nuestra sistematización son 24);
b) el conjunto de hip. auxiliares tipo a, b y c.
(Recordemos que las construcciones imaginarias no entran como hip. aux. sino como
"entes de razón" metodológicamente necesarios para la deducción).
La necessitas de las leyes económicas es de dictio en cuanto son inferencias
deductivamente necesarias a partir del conjunto de premisas descriptas. Entre ellas, las "a"
tienen además, como dijimos, necessitas "de re" supuesta la existencia de al menos un ser
humano. Las "b", aunque exista al menos un o algunos seres humanos, pueden existir como
no existir, y en ese sentido son ontológicamente contingentes. Esa contingencia ontológica
se traslada transitivamente a las conclusiones inferidas y por ende éstas (las leyes
económicas) no tienen necessitas de re como las prexeológicas, lo cual es otro modo de
decir que no son absolutamente necesarias sino en la medida de la efectiva "presencia" de
las situaciones descriptas en las hipótesis auxiliares. Justamente por esto es que el
problema del testeo empírico aparece.
Cabe aclarar que la contingencia ontológica de la que hablamos no es causada por el
libre albedrío del ser humano. Esto es así porque, en la medida en que algunas leyes
económicas expresen una "necessitas de re", esto es, sean expresadas en un juicio
condicional cuyo consecuente es necesario no sólo de dictio, esa necesidad lo que está
mostrando es la consecuencia necesaria de una valoración libremente establecida. Por eso
las leyes económicas, así concebidas, no atentan contra el libre albedrío, sino que lo
suponen. No dicen cuáles serán las opciones del ser humano, sino las consecuencias de esas
opciones. Por ejemplo, es una consecuencia deductivamente inferida que el poder
adquisitivo de la moneda aumente si, ceteris paribus, aumenta la demanda de dinero; lo que
es absolutamente libre es que la demanda aumente o descienda. Pero, como vimos, para
llegar a esas "consecuencias" son necesarias una serie de hipótesis auxiliares cuya
contingecia ontológica (a partir de la existencia de seres humanos) es lo que se traslada
ontológicamente a esas consecuencias, aunque la inferencia sea deductiva (lo cual es otro
modo de decir "necesaria de dictio").
A partir de todo esto, podríamos decir que las leyes económicas surgen de la
combinación de dos sistemas axiomático-deductivos en sentido amplio (esto es, y como ya
dijimos, no formalizados): el sistema 1 sería el praxeológico, cuyo axioma es la descripción
de acción y cuyos teoremas son las inferencias deductivas a partir del mismo; tales
inferencias son las leyes praxeológicas. El sistema 2 es el sistema de economía política;
dicho sistema tiene como axiomas a los teoremas praxeológicos y a las hipótesis auxiliares
no praxeológicas; el conjunto de inferencias deductivas a partir de esos axiomas son las
leyes o teoremas económicos. Con lo cual quedan bien destinguidas las leyes praxeológicas
de las económicas.
Como explicamos en nuestra tesis sobre la praxeología (op. cit.) es totalmente acorde
con la lógica de los sistemas axiomáticos que lo que es teorema en uno sea axioma en otro;
lo que no puede ser es que una proposición sea axioma y teorema del mismo sistema. Lo
que define a un axioma como tal es que es una proposición no demostrada en un
determinado sistema; luego, nada obsta a que una proposición praxeológica que es teorema
en su sistema sea tomada como axioma en otro (en este caso, el sistema 2, de economía
política). La noción de "axioma" y "teorema" es una noción lógico-formal; no hace
referencia al contenido de la proposición.
Si las leyes económicas surgen de la aplicación de los teoremas praxeológicos al
mercado (lo cual supone las hip. aux. descriptas) entonces la organización de las mismas
29
que habitualmente se utiliza (dentro de la escuela austríaca de economía) es la siguiente: el
sistema 2 (economía política) se dividirá en tres subsistemas. (Podrían ser considerados
globalmente dos; ya veremos por qué). El primero es el que se origina suponindo la hip.
aux. del supuesto jurídico de propiedad privada y libertad de entrada al mercado; podría
denominarse "economía pura de mercado"69. Este subsistema tiene habitualmente unos
cinco temas básicos. Primero se analiza la noción de mercado y precios. Segundo, se
particulariza la situación de cambio indirecto (moneda), ya presente también en el primer
tema (donde se trata de precios monetarios). Tercero, se analizan los mercados específicos,
esto es, los mercados de los factores de producción. Esto implica tres puntos: un análisis de
las leyes de los factores de producción en sí mismos, (1ro.); un análisis del factor de
producción capital (2do.) y un análisis de los factores originarios de producción: trabajo y
recursos naturales.
El segundo subsistema se origina cambiando la hip. aux. que supone propiedad
privada y libertad de entrada al mercado. Se supone una eliminación "parcial" de ese
supuesto, esto es, se supone que determinados agentes gubernamentales intervienen
coactivamente los intercambios en estos diversos mercados; el análisis de este subsistema 2
(llamado habitualmente "el mercado intervenido") es concomiatante con los temas del 1: se
analizan los efectos de la intervención gubernamental en los precios, en el mercado
monetario, y en lo factores de producción.
Por último, podría establecerse un subsistema 3, si suponemos la eliminación "total"
de la propiedad, que implicaría, en términos de Mises, la "cooperación social en ausencia
de mercado". El tema tratado allí es la imposibilidad de cálculo económico (esto es,
imposibilidad de economizar recursos en el marco social) en un sistema donde no hay
precios libres que surjan de la propiedad privada. En realidad, la distinción entre el
subsistema 2 y 3 no es nítida, principalmente por la obvia dificultad que, en una ciencia
social, implica distinguir entre eliminación "parcial" o "total" del supuesto jurídico de
propiedad privada y libertad de entrada. Podría hablarse en ese sentido de intervencionismo
parcial o total, o socialismo parcial o total. Como bien diría Popper, no es cuestión de
discutir términos, sino de ver claramente el problema que tenemos entre manos. Y el
problema (el explanandum) que tenemos entre manos es que hay determinados fenómenos
que ocurren en el mercado cuando no se lo interviene y otros que ocurren cuando sí se lo
interviene. Eso es todo. Nada más, ni nada menos.
Según lo que acabamos de establecer, esta sería la organización de los temas del
sistema 2, esto es, de la economía política:
69
Mises consideraba a la "economía pura de mercado" como una construcción imaginaria; en nuestra
reconstrucción epistemológica, hemos visto que reservamos ese término para entes de razón, y no para teorías
que describan situaciones posibles en la realidad. Exepto por este problema epistemológico, la descripción
que hace de una "economía pura de mercado" es exacta: "...En la imaginaria construcción de una economía
pura o de mercado no inteferido suponemos se practica la división del trabajo y que rige la propiedad privada
(el control) de los medios de producción; que existe, por tanto, intercambio mercantil de bienes y servicios.
Se supone igualmente que ningún factor de índole institucional perturba la libre operación del
correspondiente mercado. Finalmente, se da por sentado que el gobierno, es decir, el aparato social de
compulsión y coerción, estará presto a amparar la buena marcha del sistema, absteniéndose de actuaciones
que puedan desarticular su mecánica, protegiéndole contra los posibles ataques de terceros. El mercado goza,
así, de plena libertad; ningún agente ajeno al mismo interfiere los precios, los salarios, ni los tipos de interés.
Partiendo de tales presupuestos, la economía trata de averiguar qué efectos provocaría esa economía pura de
mercado. Sólo más tarde, cuando ya ha quedado debidamente expuesto cuanto cabe inferir del análisis de tal
imaginaria construcción, pasa el economista a examinar las cuestiones que suscita la interferencia del
gobierno o de otras organizaciones capaces de recurrir a la fuerza y a la intimidación en la mecánica del
mercado" (en La acción humana, op. cit., pág. 310; cabe aclarar que en el original inglés (Contemporary
Books, Chicago, 1966, pág. 237) no aparece en ningún momento de este pasaje la palabra "mecánica" sino
"operation" y "functioning"). Cabe aclarar nuevamente, además, para que no haya ninguna confusión, que
Mises no supone en ningún momnto las condiciones de la "competencia perfecta" en el esquema que acaba
de describir.
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subsistema 1: economía pura de mercado.
Subsistema 1, A: mercado.
Subsistema 1, B: cambio indirecto (mercado monetario).
Subsistema 1, C: factores de producción.
Subsistema 1, C, 1: factor capital;
subsistema 1, C, 2: trabajo y recursos naturales.
Subsistema 2: intervencionismo o mercado intervenido.
(División: idem).
Subsistema 3: cooperación social en ausencia de mercado;
o, si se prefiere:
subsistema 2, C, 3: la intervención total.
2. Hipótesis auxiliares de bajo nivel.
Una vez explicado el contenido del núcleo central, hay que determinar, siguiendo los
cánones del MHD popperiano, las condiciones iniciales del explanans, las cuales, en
términos del economista Machlup, son, como dijimos, las "assumed conditions" del método
en economía.
Con estas hipótesis auxiliares de bajo nivel tenemos dos inconvenientes.
En primer lugar, si rara vez los economistas se ponen de acuerdo sobre el contenido
de la teoría general, conjeturamos que igual situación existe para la clasificación de los
datos singulares que deben utilizar en cada situación. Machlup70 sugiere una división
tripartita. En primer lugar, condiciones que pueden variar de caso a caso pero que son lo
suficientemente conocidas como para realizar análisis teóricos. Da una larga lista71, que
muestra que serían éstas las más dependientes de la teoría general.
En segundo lugar coloca a las condiciones que pueden variar más rápidamente pero a
la vez pueden influir enfáticamente sobre el resultado del proceso. La lista colocada indica
que preferentemente están en este caso las condiciones de política económica general72.
En tercer lugar establece condiciones que pueden variar de país a país y en largos
períodos de tiempo, pero pueden ser asumidas como "establecidas" en un suficiente número
de casos de tal modo de considerarlas constantes (esto es, más permanentes). La lista se
refiere preferentemnte al marco institucional y cultural73.
Como se puede observar, es muy variable lo que se puede considerar relevante en
cada caso. Pero, si nos atenemos sólo al marco clasificatorio, creo que podemos considerar
que, si simplificamos y a la vez re-ordenamos el criterio de Machlup, podemos distinguir
70
Ver Op. cit., p. 14.
"...Here es a list of examples: type of goods envolved (durable; non durable; perishable; inferior, noninferior; taking up substantial or neggligible parts of buyer's budget; sustitutable, complementary; etc.); cost
conditions (marginal cost decreasing, constant, increasing; joint costs, etc); elasticity of supply or demand
(positive, negative, relatively large, unity, less than unity); market position (perfect, imperfect polypoly;
collusive, uncoordinated oligopoly; perect, imperfected monopoly); entry (perfect, imperfected pliopoly);
expectations (elastic, inelastic; bullish, bearish; certain, uncertain); consumption propensity (greater, smaller
tahn unity); elasticity of liquidity preference (infinite, less tan infinite, zero)" (idem).
72
"...A list of examples will indicate what is meant by conditions prevailing under the current "setting":
general business outlook (boom spirit, depression, pessimism); bank credit availability (banks loaned up,
large excess reserves); central bank policy (ready to monetize government securities, determined to mantain
easy money policy, willing lo let interest rate rise); fiscal policy (expenditures fixed, adjusted to tax revenues,
geared to unemployment figures; tax rate fixed, adjustud to mantain revenue, etc); farm program (support
price fixed, flexible within limits, etc); antitrust policy (vigorous prosecution of cartelization, etc); foreing aid
program; stabilization fund rules; trade union policies)" (idem, p. 14-15).
73
"...Examples include legal and social institutions; private property; freedom of contract; corporation law;
patent system; transportations system; enforcement of contracts; ethics of law violations; social custom and
usages; monetary system (gold standart, check system, cash holding habits)" (p. 15).
71
31
fundamentalmente los siguientes tres tipos de assumed conditions: a) tipo de mercado; b)
tipo de política económica; c) tipo de marco institucional. Aún así, las tres se conectan. El
tipo de mercado depende del marco institucional, como así también la política económica.
Esto implica que la assumed condition más relevante es el marco institucional-jurídico. El
criterio distintivo es, sin embargo, que, bajo un mismo marco institucional, puede haber
diversos tipos de mercado en cuanto a la extensión y tipo de bienes y servicios ofrecidos
(por ejemplo, en una política de transición, aunque se pase jurídicamente de un mercado
intervenido a uno abierto el mercado puede seguir siendo oligopólico ("pequeño", en
términos no técnicos) por un tiempo, hasta que la libertad de entrada comience a hacer su
efecto de crecimiento y diversificación), y, bajo marcos institucionales relativamente
similares puede haber políticas económicas sumamente diversas. El caso donde el marco
institucional es idéntico a la política económica es cuando el marco institucional ha anulado
todo tipo de intervención al mercado, de modo que la política económica se reduce en ese
caso a lo que quede de política fiscal74.
Habíamos dicho que teníamos dos inconvenientes. El segundo es el propiamente
epistemológico, y, por ende, el que propiamente nos compete.
En toda relación entre las condiciones iniciales del explanans y la predicción o efecto
del explanandum, tanto las primeras como la segunda está influída por la teoría general.
Como Popper ha explicado75, todo juicio falsador potencial, elaborado sobre la base de la
predicción del explanandum, tiene implícitos los conceptos generales de la teoría general.
Y, además, las condiciones iniciales del explicans son elegidas y consideradas relevantes
en función de la teoría general.
El primer problema tendría un modo realista de solucionarse, que hemos sugerido en
otra oportunidad. Más adelante, en la parte quinta, nos referiremos nuevamente a esta
cuestión. Con respecto a la segunda cuestión, es importantísima, pero habitualmente
olvidada tanto en ciencias naturales como en las sociales. En las naturales, por más
"experimentos controlados" que se realicen, las condiciones singulares relevantes para
establecer la experimentación están siendo guiadas en la mente del científico por la
hipótesis que intenta testear. En las ciencias sociales, sucede algo similar. Los "hechos"
relevantes son seleccionados en función de la conjetura o el programa de investigación que
se tiene in mente. Muchos suponen inadvertidamente, por ejemplo, que se puede hablar de
la guerra X suponiendo que el hecho de que tal guerra sucediera es un hecho totalmente
desnudo de elaboración conceptual previa. Sin embargo, eso implica que ya se tiene in
mente lo que una guerra es, lo cual guía a su vez lo que consideramos relevante para
describirla.
Esta cuestión -la cual podría ser llamada "círculo metodológico", como veremos
después- tiene una perspectiva realista que más adelante trataremos de sistematizar. Por
ahora, hay que tener en cuenta que las assumed conditions económicas relavantes, como así
también el criterio clasificatorio general de las mismas, son elegidas -en el primer caso- y
elaborado -en el segundo caso- en función del programa de investigación que tenemos in
mente.
Por lo tanto, en ciencias sociales se plantea, tal vez más agudamente que en las
naturales, el problema de que lo que creemos hechos singulares desnudos de teoría están
sin embargo "cargados", o "cubiertos" de ella. Y en economía esto se plantea tanto en las
assumed conditions como en el deduced effect cuyo falsador potencial, vía negación, se
plantea teóricamente de modo previo al testeo empírico. Ahora bien, si los juicios
falsadores potenciales y las assumed conditions singulares son claves para la realización del
testeo empírico, y éste es lo único que puede indicarnos el "acercamiento a la verdad" del
74
Rothbard, obviamente, no estaría de acuerdo con esto último. Ver, al respecto, su tratado de economía,
Man, Economy and State, Nash Publishing, Los Angeles, 1970; cap. 12, punto 8.
75
Ver Popper, K., La lógica de la investigación científica; Tecnos, Madrid, 1967, cap. V, pág. 90.
32
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programa, pero, a su vez, estos dos elementos singulares claves ya están influídos por la
teoría del programa de investigación en cuestión, ¿no se plantea un "círculo" entre lo
general y lo particular del cual parece imposible salir?
Sólo puede intentarse resolver este problema con una sistematización gnoseológica
que nos permita establecer criterios de "verdad" para las assumed conditions, que después
se trasladen transitivamente a los jucios falsadores potenciales.
Decimos "sistematización gnoseológica", porque desde un punto de vista
metodológico está fuera de toda duda que la teoría es previa al testeo empírico. Pero, desde
un punto de vista gnoseológico, la relación entre conceptos generales y "hechos" singulares
sigue siendo más problemática.
Adelantamos los criterios que deberemos establecer para un intento de solución de
esta cuestión:
a) habíamos dicho que en ciencias sociales es posible llegar a la "esencia" de un
hecho social, concomitantemente con el desarrollo de un programa de investigación, pues
los "hechos" sociales son interacciones entre personas cuya esencia está en la finalidad de
las mismas, esencia que puede "entenderse" intelectualmente. Esto implicaría sistematizar
un tercer tipo de "comprensión" en ciencias sociales: la intelección de la esencia del hecho
social en cuestión.
b) Lo anterior implica algún tipo de sistematización de un criterio hermenéutico,
interpretativo, de los hechos sociales. Este punto será sistematizado en la parte quinta.
De no resolverse estos problemas, el científico social deberá conformarse sólo con un
criterio meramente convencionalista para la solución del problema de la base empírica. Lo
cual aumentará la relatividad de las conclusiones a las que el cientista social llegue.
3. La progresividad o regresividad empírica del programa.
En este punto, antes de intentar resolver las cuestiones filosóficas que quedaron
planteadas, deberemos concentrarnos en cuestiones más bien lógico-metodológicas.
Habíamos dicho que en este punto haríamos una combinación entre los aportes de
Machlup y Hayek para un posible testeo empírico en ciencias sociales. Ya hemos ganado
terreno en varios sentidos, no sólo porque hemos visto de qué modo encaran ellos la
cuestión, sino también porque hemos aclarado plenamente el sentido absolutamente
limitado y humilde de la expresión "testeo empírico" para las ciencias sociales (y para
todas las ciencias): implica, solamente, la siguiente advertencia: "aquí-hay-un-problema".
Nada más. Absolutamente nada más.
3.1. La "aplicación" del núcleo central a un caso particular.
Sea el núcleo central "p", y un caso particular "q". Ya sabemos que "caso particular"
alude a las condiciones iniciales popperianas y/o a las assumed conditions de Machlup.
Constituyendo, de ese modo, "p" y "q" el explicans, se infiere "r", que en ese caso será una
predicción prospectiva. Esto es, el economista realiza una predicción de lo que ocurrirá en
el caso concreto. El juicio falsador potencial, en ese caso, será "-r". Si sucediera que "- r",
entonces, como dijimos antes, hay un problema.
Ya sabemos que "- r" niega un conjunto de elementos, conjunto que puede ser muy
amplio. Por eso, desde un punto de vista estrictamente lógico, tenemos una negación de una
conjunción del primer miembro de un silogismo condicional. Esto es:
(p . q) r
-r
-----------(p . q)
Pero recordemos que, en este caso, "p . q" está simbolizando algo muy complejo. "p"
alude a todo el núcleo central, cuyos tres elementos básicos ya hemos visto, y "q" alude al
33
conjunto de assumed conditions, que son al menos tres. Por lo tanto, metodológicamente,
tenemos precisamente el "problema" al que aludimos, que es que no podemos saber
estrictamente qué elemento de ese numeroso conjunto está produciendo la falla.
Metodológicamente, una norma sería comenzar a "revisar" el programa de abajo para
arriba. Para ello debemos recordar que, de arriba hacia abajo, tenemos los siguientes
elementos:
a) sub-núcleo central praxeológico;
b) sub-hipótesis auxiliares falsables, de nivel universal;
c) inferencia de las leyes económicas;
d) hipótesis auxiliares a nivel singular, divididas en tres:
d.1. tipo de mercado;
d.2. tipo de política económica;
d.3. tipo de instituciones juríricas.
Si a partir de todo eso inferimos "r", y se da "- r", entonces la norma metodológica
sería comenzar una revisión de abajo hacia arriba:
a) primero se revisan las assumed conditions; esto es, primero revisamos el conjunto
de datos singulares que hemos manejado, para ver si hay algún error en ellos.
b) Sólo después se pasa al núcleo central, en el siguiente orden:
b.1. primero se revisa la inferencia deductiva cuyas premisas en el conjunto de
axiomas praxeológicos más el conjunto de sub-hipótesis auxiliares falsables universales.
Si la inferencia está bien realizada, entonces pasamos a:
b.2., donde conjeturamos la posibilidad de que alguna de las sub-hipótesis auxiliares
falsables no estén presentes en un "grado suficiente".
¿Y qué hacenos con el sub-núcleo central praxeológico? Depende. En nuestra
posición filosófica, ese sub-núcleo central no es falsable, y por lo tanto la regresividad
empírica del programa no lo alcanzaría. Empero, queda la posibilidad de algún error en la
deducción de los teoremas praxeológicos -que rebería ser consiguientemente corregido-.
3.2. La especificación metodológica de los falsadores potenciales.
Hasta ahora, como el lector habrá observado, hemos seguido de cerca la concepción
del "testeo empírico indirecto global" de Machlup. Ahora bien, vamos a sistematizar la
cuestión de los falsadores potenciales con el aporte hayekiano de las "pattern predictions"
ya explicadas.
Habíamos dicho que una pattern prediction implicaba una predicción general global,
no específica en cuanto a lugar y tiempo, cuya expresión lógica es un sencillo juicio
universal afirmativo. Su falsador potencial, consiguientemente, es un juicio singular
negativo. Ahora bien, como Popper dice, se puede llegar directamente a la inferencia de
que tal juicio es su falsador potencial, pero no se puede pasar a un juicio singular
afirmativo sin la mediación de las condiciones iniciales. Ahora bien, tal es la función de las
assumed conditions.
Supongamos que el economista cuenta con el núcleo central que tiene una pattern
prediction general (por ejemplo, en el caso del núcleo central que nosotros adherimos,
"todo mercado libre tiende al equilibrio entre oferta y demanda") del cual se derivan pattern
predictions derivadas en cada caso de mercado. Por ejemplo, en el caso del mercado de
capitales, "todo mercado libre de tasas de interés tiende al equilibrio entre ahorro e
inversión". Para llegar a afirmar que "este mercado de tasas de interés tiende (o está) al (en)
equilibrio entre ahorro e inversión" el economista debe pasar por una serie de assumed
conditions singulares, entre las cuales debe contarse, por ejemplo, que exista mercado libre
de tasas de interés, sistema bancario libre, libertad de entrada a dicho mercado, sistema
monetario libre, suficiente alertness empresarial, etc. Dadas tales condiciones singulares, el
economista puede hacer una predicción prospectiva singular: "este mercado libre de tadas
34
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de interés tenderá al equilibrio de ahorro e inversión". Ahora bien: previamente, también de
manera teórica, sabe cuál es su falsador potencial: "este [...] no tiende a dicho equilibrio".
Todo esto implica varias cosas:
a) el economista puede hacer predicciones positivas singulares mediando las assumed
conditions;
b) el economista puede saber de antemano cuáles son los falsadores potenciales de su
programa sin pasar por esas assumed conditions (mediante el mecanismo lógico de las
pattern predictions hayekianas).
Ahora bien: el núcleo central que hemos expuesto es de "alto contenido empírico".
Esto es: explica y por ende predice muchas cuestiones, referidas al mercado en general y a
cada uno de los mercados en particular (nos referimos al mercado laboral, de capitales, etc;
no nos referimos a los casos concretos). Luego, su radio de falsadores potenciales, antes de
efectuar cualquier tipo de testeo empírico, es amplio (proporcional a su contenido
empírico). Precisamente, esos falsadores potenciales implican, si son verdaderos, que en
situación de mercado libre se producen todas aquellas consecuencias que el programa
predice para la situación de intervencionismo. Esto es: si dadas assumed conditions que
implican la presencia de un mercado libre, el economista austríaco predice, por ende, que
en ese mercado no habrá (por ejemplo) desocupación, y, empero, la hay, eso sería una
advertencia para el programa. Ahora bien, en nuestra opinión esto nunca ha sucedido hasta
ahora. Desde un punto de vista lakatosiano, la escuela austríaca de economía se presenta
como un programa de investigación teórica y empíricamente progresivo.
La conclusión general es:
a) efectuada la aplicación del núcleo central a un caso singular y concreto, si sus
predicciones son corroboradas, el programa es progresivo.
b) si sus predicciones no fueran corroboradas, hay que comenzar a revisar el
programa de abajo a arriba.
c) si las predicciones -a pesar de todas las revisiones- no fueran corroboradas, el
programa, por un tiempo cuya duración depende de la prudencia del investigador, sería
empíricamente regresivo, hasta que se descubra cuál era el programa en cuestión.
d) Como dice Lakatos76, trabajar en un programa de investigación regresivo no es
irracional mientras se tenga conciencia del riesgo (esto es, que nunca se vuelva progresivo).
e) Hasta ahora no se ha dado el caso de una regresividad empírica del programa de
investigación de la escuela austríaca de economía.
f) En cualquier caso, el sub-núcleo central praxeológico es no-falsable en sí mismo,
por razones filosóficas. Empero, esto no niega la necesidad de "revisar" también ese sector,
si fuera necesario, mediante una revisión de sus deducciones y/o la verdad filosófica de sus
puntos de partida.
CAPITULO CUARTO: HACIA UN TRIALISMO METODOLOGICO
Con lo anterior hemos cumplimentado la tercera parte de nuestro análisis, a saber, el
planteo del programa de investigación a desarrollar en teoría económica. Ahora
expondremos el primero de los dos capítulos más filosóficos de nuestro trabajo, que
consiste en especificar con cierto detalle los métodos de la teoría económica en la medida
su objeto de estudio permita esa pluralidad metodológica. En realidad, estos métodos que
ahora plantearemos no sólo estuvieron ya preanunciados en los capítulos anteriores, sino
que pueden también aplicarse a las diversas ciencias sociales en general. Empero, la
76
Ver nota 14.
35
prudencia nos dicta que por ahora vayamos procediendo "via inventionis" (de lo particular
a lo general) y por ende nos ocuparemos de aquellas cuestiones que sean especialmente
relevantes para la teoría económica. Una generalización hacia las demás ciencias sociales
será hecha en su momento cuando nuestro pensamiento haya madurado aún más estos
temas.
1. El objeto de estudio de las ciencias sociales y de la economía. Hacia una
fenomenología de las ciencias sociales.
Las ciencias sociales tratan de interacciones humanas. La realidad metafísica que está
allí en juego es el accidente relación, que en este caso es una relación real cuyo sujeto y
término son dos personas y cuyo fundamento es la acción conjunta entre ambas.
Al explicar a Hayek ejemplificamos con la interacción que in abstracto denominamos
"moneda". Al definirla como "medio de intercambio general" estamos hablando de una
mercancía que no se adquiere para consumo directo, sino para interacmbiar por otras
mercancías que sí tendrán consumo directo. El ejemplo nos muestra que hay allí implicado
un "para qué" del intercambio realizado que en este caso muestra la esencia de la
interacción en cuestión. O sea que toda interacción puede definirse esencialmente según su
"finis operis" (el fin de la interacción en sí misma) independientemente del "finis operantis"
de cada persona que participa en la interacción, esto es, las intenciones particulares de
aquellos que participan en el intercambio monetario. Esto es: todos los que intercambian
con moneda lo hacen para adquirir bienes de consumo finales (finis operis) lo cual a su vez
tiene diversos fines particulares (ir de vacaciones, ayudar a tal o cual fundación, etc). Lo
primero es objetivo, esto es, inherente a la interacción en sí mismo; lo segundo es subjetivo
y no es la esencia de la interacción.
Si hacemos una división cuatripartita del ente real con sus derivados lingüísticos, que
proviene al parecer de Aristóteles77 y que es luego asumida y superada por Santo Tomás en
su síntesis creacionista, podríamos decir que el ente finito se distingue en: sustancia y
accidente, y ésto a su vez en lo individual y lo universal. En este sentido, tendríamos:
individual
universal
sustancia sustancia 1ra.
sustancia 2da (esencia
de la sustancia)
accidente accidente individual esencia del accidente.
Si damos un ejemplo y sus derivados lingüísticos, nos queda:
sustancia
individual
universal
este hombre (Juan)
la humanidad
accidente
este color blanco
"lo" blanco (o "la"
blancura)
Ahora vamos a ubicar a las interacciones en sí mismas consideradas en este distinción
cuatripartita. Ante todo, aclaremos que sólo la sustancia individual y sus accidentes
individuales tienen actus essendi (que es el mismo, pues el accidente recibe su ser de la
sustancia), lo cual implica que sólo la sustancia individual -más sus accidentes- existe;
mientras que lo universal es una propiedad lógica que la inteligencia humana asigna al
77
Ver al respecto Angelelli, I.: Studies on Gottlob Frege and Traditional Philosophy; D. Reidel Publishing
Company, Dordrecht, Holland, 1967. Punto 1.44.
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concepto por el hecho de considerarlo en relación a "varios" de los cuales se predica78, pero
esa universalización tiene fundamento in re en la naturaleza o esencia de cada cosa
individual.
Por lo tanto, cuando decimos "moneda" nos ubicamos en el nivel ontológico, lógico y
lingüístico igual al caso de "lo blanco" o "la blancura", esto es, nos estamos refiriendo a la
esencia de un accidente en sí mismo considerado, haciendo de ello, además, un concepto
universal. En este caso, el accidente en cuestión es la relación que en este caso es la
interacción entre personas cuya esencia es ser medio de intercambio general. De más está
decir que lo realmente existente es cada interacción en particular, y que el nivel universal
nos expresa la esencia de cada interacción, que existe realmente en cada una de ellas.
Ahora bien: si en ciencias naturales, en principio, no podemos conocer la esencia de
cada cuerpo físico79, ¿por qué en ciencias sociales podemos definir la esencia de cada
interacción social, además de definir la esencia de lo que es una interacción social en sí
misma? Porque en ciencias sociales está presente un elemento humano que, por su
espiritualidad, tiene mayor cuantía de acto, y de ese modo, su inteligibilidad es mayor. Ese
elemento es la causa final de cada interacción, precisamente, aquella que caracterizábamos
como "finis operis" de la misma. Todo agente obra por un fin80, y todo agente humano obra
por un fin que caracteriza la interacción con otro agente humano y puede ser conocida por
otro ser humano pues un ser humano puede "entender" la causa final de la conducta de
otro ser humano por su igualdad de naturaleza. Esta "comprensión" es análoga a la
descripta cuando comentábamos cómo Popper la incorpora a su metodología de las ciencias
sociales, pero distinta en cuanto a lo que se "entiende" en este caso es la esencia de la
interacción y no una relación contingente entre una serie de circunstancias y un curso
eventual de conducta (si bien ambas operaciones suponen la igualdad de naturaleza entre
científico social y su objeto de estudio).
La comprensión de la esencia de cada interacción implica que distingamos entre la
interacción en sí misma (analogante) y sus diversas manifestaciones históricas
(analogados)81. Esto es, para seguir con el ejemplo, la interacción moneda no es la misma en
el antiguo Ejipto, en la antigua Roma o en la ciudad de New York de 1993. Tales serán sus
diversos analogados históricos. Pero la esencia de la interacción será la misma en los tres
casos: medio de intercambio general.
Esta última aclaración nos indica por qué este método de análisis puede denominarse
fenomenológico. Porque aunque basado en la metafísica y gnoseología de Santo Tomás, sin
embargo toma de Husserl una de sus ideas más fecundas: hacer una "abstracción" de la
existencia e ir al "sentido" del objeto. Traducido esto a nociones específicamente realistas,
en este caso estamos haciendo una abstracción de la "existencia" concreta de cada
interacción para ir a la esencia de la misma, lo cual nos permite hacer una "ciencia" general
y no sólo un análisis histórico particular. Tal fue precisamente el sentido y la intención de
78
La esencia captada por la inteligencia no es en cuanto tal singular o universal, según Santo Tomás. Pero es
el fundamento real de que nuestra inteligencia pueda considerarla en relación a varios individuos de los
cuales "se dice" (se predica), para constituír de ese modo el concepto universal.
79
Ver Maritain, J.: Los grados del saber, Club de Lectores, Buenos Aires, 1983; cap. II, pág. 63; Derisi,
O.N.: "La filosofía frente a la física moderna", en Sapientia, año XL, Nro. 157 (1985) UCA, Buenos Aires;
Beltrán, O.: El conocimiento de la naturaleza en Ch. De Koninck, tesis de licenciatura, inédita, presentada a
la Univerisdad Católica Argentina en diciembre de 1991; también nuestro libro Popper: búsqueda con
esperanza; parte II, punto 6. Más restrictivos con respecto a esta tesis se muestran Sanguineti, J.J., Ciencia y
Modernidad (Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1988), pág. 69, y Artigas, M.: Filosofía de la ciencia experimental;
Eunsa, Pamplona, 1989.
80
Ver Santo Tomás, Suma Contra Gentiles, libro III, cap. 2.
81
Esta distinción entre las interacciones en sí mismas consideradas como analogantes y sus casos históricos
como sus analogados históricos me fue sugerida por la Lic. Elizabeth Stasi.
37
Carl Menger en su seminal libro Principios de economía política82, cuyos capítulos tienen
muchas veces estos significativos títulos: "...Sobre la esencia de los bienes..."; "...Sobre la
esencia y el origen del valor de los bienes..."; "...Esencia del valor de uso..."; "...Naturaleza
y origen del dinero..." (los subrayados son nuestros). Ahora bien, de lo que NO hacemos
abstracción es del "horizonte de comprensión" desde el cual realizamos la acción de
entender la causa final de cada interacción.
Podríamos entonces concluir diciendo que un primer método de la economía política
en particular y de las ciencias sociales en general es el análisis fenomenológico de la
esencia de cada interacción, cada una de las cuales se caracteriza por el "finis operis"
conjunto de las personas que están interactuando, conocido por un acto de "intelección"
del investigador social en cuestión.
1.1. El individualismo metodológico implicado.
Como ya vimos cuando comentábamos los aportes de Hayek, este análisis ontológio
de la interacción, en sí misma considerada, implica un individualismo metodológico, que
consiste en que todo concepto en ciencias sociales implica que existen, en sus orígenes
gnoseológicos, reales personas (que por ser tales son individuales) que interactúan, y que,
por ende, éstas no pueden ser "subsumidas" por el concepto en cuestión.
El fundamento metafísico de lo anterior había sido tratado cuando rodeábamos a los
aportes de Hayek de un metasistema realista. Allí decíamos, en efecto, que toda interacción
social tiene como sujeto y término de la relación a personas, que son individuales por ser
tales. Ningún concepto general en ciencias sociales indica en sí mismo a una sustancia que
piensa y decide por sí misma, sino que, al contrario, supone la existencia de personas
individuales que de ningún modo son subsumidas, sino al contrario, son el fundamento
ontológico último de la relación en cuestión que da origen al concepto universal. Por
supuesto, la esencia de esa interacción, en cuanto tal, no es individual ni tampoco universal,
sino apta, en sí, para ser universalizada. Tampoco el accidente "interacción" es en sí una
suma de acciones individuales, sino algo cualitativamente distinto de las solas personas,
pero de ningún modo sustituto de éstas.
Los científicos sociales que en sus abstracciones proceden como si la persona no
existiera olvidan que la sustancia primera es el sujeto y término de la interacción. Tal es el
error metafísico básico del colectivismo metodológico. Ese error se ve en su aspecto
lingüístico: es síntoma típico del colectivismo metodológico atribuir a ciertos agregados
sociales acciones que son privativas de personas. Nada tenemos contra los teorías sobre lo
que una nación es en sí misma, pero, por ejemplo, si se afirma que la nación "quiere, siente,
demanda, etc", se incurre en este típico colectivismo metodológico. En este sentido, las
ciencias sociales deben ser muy cuidadosas de los verbos predicados de sus nociones
generales. Hay propiedades privativas de las interacciones en sí mismas y otras privativas
de las personas. Un precio en sí mismo es un sintetizador de información dispersa, pero en
sí no quiere ni piensa. Esto, que en este ejemplo resulta medianamente obvio, al parecer no
lo es tal cuando al hablar de interacciones tales como el gobierno, la nación o el bien
común -nociones generales en sí mismas correctas y muy necesarias para ciertos análisisse predican de ellas propiedades privativas de las personas individuales.
Finalmente, una aclaración importante: estas nociones fenomenológicas se van
explicitando en el desarrollo del programa de investigación en cuestión. Esta aclaración es
importante a efectos de que se comprenda que la inteligencia humana trabaja en este caso,
como en todo, en una combinación permanente entre intellectus y ratio, esto es, entre
captación de las esencias y sus relaciones causales, las cuales, en el contexto de
descubrimiento del programa -el cual es muy importante en ciencias sociales- son
deductivas.
82
Ver nuestro libro Caminos abiertos (op. cit.), cap. 1, punto 2.
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2. El análisis praxeológico.
Hemos visto ya que el presupuesto de acción racional es básico en cualquier contexto
de descubrimiento en ciencias sociales. Pero el problema allí es aclarar a qué nos referimos
con "acción racional".
Ya hemos visto esta cuestión cuando tratamos a Popper, Mises y Hayek. En esos
casos, vimos los siguientes elementos:
a) en el caso de Popper, vimos de qué como él utiliza un presupuesto de conducta
racional en sentido restringido;
b) en el caso de Mises, vimos en detalle qué es la praxeología y de qué modo utiliza
un sentido de acción racional en sentido amplio;
c) en el caso de Hayek, vimos que éste enfatiza el carácter de descubrimiento para esa
acción racional en sentido amplio.
Teniendo en cuenta estos elementos, vamos a sistematizar esta cuestión del siguiente
modo:
2.1. La conducta racional en sentido restringido implica tres presupuestos: a) que el
agente racional dispone de toda la acción disponible y/o ha asumido como un costo la
información de la que no dispone83; b) que dispone correctamente (esto es, con eficiencia)
los medios con respecto al fin; c) que realizará un acto de maximización monetaria en caso
de que la relación costo/beneficio de su acción se meneje dentro de precios monetarios,
esto es, comprará en el mercado más barato en situación de igual calidad y riesgo y venderá
en el más caro en situación de igual calidad y riesgo.
No necesariamente estos tres presupuestos se dan juntos; basta uno de ellos para que
estemos en presencia de un presupuesto de acción racional en sentido restringido.
No necesariamente, tampoco, la utilización de este presupuesto es incorrecta en
ciencias sociales, siempre que se tengan en cuenta sus limitaciones. Ellas son: a) no
siempre el ser humano se comporta racionalmente en el sentido de los sub-presupuestos b)
y c); b) no siempre el ser humano debe comportarse según los sub-presupuestos b) y c); c)
ambos sub-presupuestos (b y c) no necesariamente se implican; d) es imposible que el ser
humano se comporte realmente según lo indica el sub-presupuesto a). Por lo tanto, su
utilización implicará un modelo necesariamente hipotético "de re", lo cual no genera
necesariamente problemas mientras se tenga conciencia de ello.
En esta etapa de nuestras investigaciones, no hemos visto muchos resultados
fructíferos a partir de la utilización de estos presupuestos. Por eso proponemos la
utilización preponderante del presupuesto de acción racional en sentido amplio, cuya
ventaja es que parte de lo que la conducta humana es en sí misma, y, por ende, su
aplicación es universal para toda acción humana libre. Este presupuesto no es por ende una
hipótesis o conjetura sino que expresa con verdad y certeza la esencia de toda acción
humana libre.
Según lo ya visto, podríamos decir que, a partir de la noción de acción racional como
asignación libre de medios con respecto a fines, establecemos también estas características
de la conducta racional:
a) toda conducta racional está sujeta al error, dada la limitación del conocimiento
humano;
b) toda conducta humana se mueve en un contexto de incertidumbre, por el mismo
motivo y porque las acciones libres de otras personas son intrínsecamente impredecibles
con certeza por el ser humano;
c) toda conducta humana se mueve en un contexto de ignorancia, dada la limitación
de su conocimiento, ignorancia que no es sólo desconocimiento de algo que se sabe que no
se sabe sino de algo que no se sabe que no se sabe;
83
Ver Thomsen, Prices and Knowledge, op. cit., cap. 3.
39
d) en función de lo anterior, toda conducta humana está abierta a la posibilidad del
descubrimiento de otros cursos de acción presentes y/ futuros de otras personas. Ese
"descubrimiento", merced a una "intuición conjetural" de la inteligencia humana, es la
contrapartida positiva de aquella ignorancia que consistía en no saber que no se sabe.
e) Ninguna conducta humana, por ende, asigna medios "dados" a fines "dados" o
"establecidos" (lo cual sería una concepción estática o "computacional" de la acción
racional) sino que asigna libremente medios que deben descubrirse a fines libremente
elegidos, cambiantes y que también deben descubrirse84.
A partir de una noción de acción racional ligada con el riesgo y la incertidumbre,
Mises elabora ciertas nociones generales de conducta humana mediante su análisis
praxeológico, que como vimos está constituído por las implicaciones formales de la
descripción de acción como asignación libre de medios a fines. Vimos en este libro y en
nuestra tesis que no hay ninguna contradicción entre esta noción de acción racional y el
análisis de la conducta humana de Santo Tomás de Aquino.
Las leyes praxeológicas así inferidas, aplicadas después al caso del mercado, permiten
establecer una serie de inferencias necesarias a partir de dichos presupuestos. Dado que el
presupuesto de acción racional utilizado tiene verdad y certeza, la necesidad de esas
inferencias es tanto de re como de dictio. Sin embargo, los modelos elaborados sobre la
base de premisas praxeológicas no pueden evitar un grado de contingencia, debido sobre
todo a estos dos factores: a) los programas de investigación del proceso económico no sólo
tienen en cuenta presupuestos praxeológicos, sino también, como ya vimos, presupuestos
no-praxeológicos, entre los cuales el ppio. de maximización monetaria, prudentemente
utilizado, no está descartado; b) el mismo presupuesto de acción racional en sentido
amplio, utilizado por la praxeología, implica que se parte en el análisis de una acción
racional sujeta al error, a la incertidumbre y a la ignorancia. Precisamente allí surge la
pregunta por el orden: ¿por qué, a partir de tal presupuesto, puede haber orden y no
desorden en un proceso social? La respuesta a tal pregunta es precisamente la teoría del
orden espontáneo de Hayek, cuya no-contradicción con la metafísica de Santo Tomás
también hemos visto en este libro y en otra oportunidad.85 Esto es, el presupuesto de acción
racional en sentido amplio es totalmente coherente con una epistemología de las ciencias
sociales que tenga claro que el objeto de estudio de las ciencias sociales en cuanto a
procesos es el orden espontáneo.
Antes de pasar al tema siguiente, nos queda analizar muy brevemente algunas
cuestiones que de algún modo completan este panorama "amplio" de la acción racional.
Decimos "muy brevemente" dado que los items que analizaremos a continuación merecen
en sí mismos un más amplio tratamiento; sólo diremos lo indispensable a efectos de
epistemología de economía y adelantaremos líneas fundamentales de análisis para una
epistemología general de las ciencias sociales.
La primera de estas cuestiones es la relación de la acción racional con el amor de
benevolencia86. Esta cuestión la habíamos tratado muy brevemente, ya, en una cita de
nuestra tesis de 199087. Allí decíamos sencillamente que toda acción, incluso la guiada por
el amor de benevolencia, no puede evitar "recibir" el perfeccionamiento moral que se
obtiene merced a la acción. Seguimos pensando fundamentalmente lo mismo, pero es una
cuestión que debe aclararse todavía mucho más.
84
Ver Hayek, F.A.von: "La competencia como preceso de descubrimiento", en Nuevos estudios en economía,
política e historia de las ideas; Eudeba, Buenos Aires, 1981.
85
En nuestro ensayo "Hayek y la filosofía cristiana" (op. cit.). Empero, una teoría general sobre la metafísica
del orden espontáneo está allí apenas esbozada. Su desarrollo en detalle es algo que nos queda pendiente.
86
Debemos agradecer a Roberto Vassolo sus críticas y comentarios sobre esta cuestión. Sólo yo, desde luego,
soy responsable por la posición adoptada.
87
Op. cit., nota 25a, pág. 97.
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En el amor de benevolencia hay lo que podríamos llamar un "máximo desinterés
humano". Esa expresión alude al hecho de la entrega al amado por parte del amante, sin
ningún tipo de ponderación o "cálculo" en cuanto a qué tipo de beneficios personales el
amante recibirá por esa entrega. Evidentemente, si en ese caso decimos que dicha entrega
es "útil" al amante, debemos allí dar a la expresión "utilidad" un máximo contenido
analógico que la haga adaptable a este caso, quedando por supuesto distinguida del
significado que "utilidad" tiene en las múltiples versiones del modelo económico
neoclásico y el modelo de la acción racional robbinsoniano. Lo cual implica que en nuestro
análisis el beneficio praxeológico (ganancia praxeológica) puede identificarse en cuanto a
su máxima analogía con la actualización de una potencia que implica la conducta racional.
Opinamos que la mayor claridad que podemos lograr en esta cuestión es si meditamos
una vez más sobre las expresiones que encontramos en la Suma Contra Gentiles de Santo
Tomás, que afirman que "todo agente obra por un fin" y que "todo agente obra por un
bien". Tengamos en cuenta que la primera proposición tiene un universo del discurso
universal para todo agente, incluso aquel que no tenga la más mínima imperfección y sea al
contrario la perfección absoluta, esto es, Dios. Por eso, cuando Dios "da" el ser (esto es,
crea) su desinterés es absoluto, en cuanto que al dar el ser hace participar a la criatura de su
bondad, y tal participación nada agrega a la absoluta perfección y simplicidad divina.
Lo mismo ocurre con la segunda expresión aplicada a Dios, y por eso se dice que el
fin de la creación es la misma Bondad Divina, esto es, Dios. Ahora bien, en el caso de los
agentes finitos, el "bien" obtenido por la acción del agente necesariamente agrega algo al
agente, dada la estructura acto-potencial y por ende imperfecta del agente. E, incluso, en los
agentes finitos racionales, la acción mala moralmente se realiza "sub rationi boni" por
cuanto que en ese caso se obra por algo que es bueno para determinada potencia del agente
pero desordenado, esto es, contradictorio, con su fin último objetivo, esto es, Dios.
Toda acción buena moralmente, en un agente racional finito, agrega perfección al
agente, de modo conducente a su fin último, que es Dios. En el caso del hombre, el amor de
benevolencia busca el bien del amado. En ese caso, es absolutamente necesario entender
que el bien del amado y el bien del amante son sólo uno: pues el bien del amante y, por
ende, lo que agrega perfección a su ser, es precisamente el bien del amado. Esto se da
máximamente en el caso de la amistad, pero también en el caso de que alguien ame a
alguien -en el sentido de este amor de benevolencia- y no sea amado por el destinatario de
ese amor.
Sólo dando al término "utilidad" en sentido máximamente analogante es que puede
entonces decirse con verdad que la entrega al otro es "útil" para el amante, en cuanto
"utilidad" hace referencia, en su máxima dimensión analógica, al bien que recibe todo ser
humano en toda conduca racional. Así creemos haberlo entendido en nuestro análisis
praxeológico.
Es así que, aunque resulte insólito, la acción racional, con sus implicaciones
praxeológicas, también se da en el amor de benevolencia. La entrega total al otro implica el
máximo bien para la persona que hace dicha entrega, y por ende, su máxima ganancia
praxeológica. Por supuesto que si la persona piensa primero en el bien que obtendrá y
luego, en función de ello, realiza la entrega, ya esa entrega no es total. Pero ello no obsta a
que, si la persona amante se entrega al amado buscando el bien del amado, obtendrá una
ganancia praxeológica por su acción. Por algo estamos diciendo que, en este caso, estas
nociones praxeológicas son analogantes, que se aplican diversamente a diversos
analogados, pasando por todos los grados diversos de acciones moralmente buenas e
incluso las malas. Las características antropológico-existenciales y morales de acciones
humanas tales como amar a Dios, comerse un chocolate, donar todos los bienes a los
necesitados o buscar las máximas oportunidades de ganancia monetaria en el mercado son
41
distintas (esto es, sus analogados son diversos), pero todas coinciden en que hay un agente
racional y libre que está obrando por un bien. Y tal es el analogante de la conducta racional.
Obviamente, estamos dispuestos a cambiar los términos si para alguien resulta muy
chocante aplicar nociones tales como "ganancia", "costo", "utilidad", etc, que culturalmente
están ligadas a acciones en el mercado, pero no a acciones de amor de benevolencia. Pero
no es sólo es cuestión de términos: estamos abiertos a alguna demostración que logre
concluir que el universo del discurso de nuestras nociones praxeológicas de acción racional
son sólo aplicables a ámbitos más restringidos, y no aplicables al complejo y rico mundo
antropológico-existencial del amor de entrega. Lo único en lo que insistimos es esto:
nuestro análisis de la acción racional se ha fundado sobre todo en estas dos tesis de Tomás:
todo agente obra por un fin, y todo agente obra por un bien. Y, preguntamos: ¿en qué
medida puede decirse que el amor de benevolencia no corresponde a esos dos
presupuestos?
La segunda cuestión que debemos analizar brevemente es la cuestión de las pasiones.
La pregunta es más o menos la misma: ¿en qué medida puede decirse que una acción
movida por una fuerte pasión es una acción "racional"?
La respuesta sería obviamente negativa en la medida que la noción de "acción
racional" esté ligada a una noción dualista de la persona, noción que es preponderante en
nuestra cultura. Muchas veces se contrapone lo racional a lo pasional, y, en cierta medida,
ello no es del todo incorrecto, en la medida que el término "racional" sea restringido a lo
eminentemente deductivo. Volvemos a decir que ello no es siempre incorrecto. Es obvio
que se puede distinguir aquella persona que piensa más antes de actuar, que no se precipita,
que realiza un acto de ponderación prudente de las consecuencias de la conducta -lo cual
puede ser, por otra parte, absolutamente compatible con la santidad- de aquella que actúa
de modo atolondrado, guiado, fundamentalmente, por sus pasiones sin ninguna guía de su
prudencia en cuanto a las consecuencias de su acción. Y es absolutamente comprensible
que, en un determinado sentido, se diga que la primer persona es más "racional" que la
segunda.
Empero, creemos haber partido en nuestro análisis praxeológico, fundado en Tomás,
de una noción más unitaria de la persona, donde lo pasional está integrado a un acto libre y
por ende racional. Si no lo enfatizamos en su momento, hagámoslo ahora. Ante todo, las
pasiones, como movimientos del apetito hacia el bien, se manifiestan, en su dinamismo
hacia su objeto, a través de la libertad, el libre albedrío, que es propiedad necesaria del
apetito racional, propio de la conducta racional. A su vez, las potencias humanas,
superiores (inteligencia y voluntad) y sensibles, están todas integradas a través del principio
organizativo último y principal del hombre, que es su forma sustancial, la cual unifica en
sólo una sustancia corpóreo-espiritual al ser humano.
Por lo tanto, es un falso planteo antropológico suponer que en el hombre hay un
principio intelectual, racional, absolutamente autónomo e independiente de otro aspecto
más pulsional, relacionado con sus pasiones y en última instancia con elementos corpóreos.
La dicotomía alma-cuerpo como dos cosas separadas no existe en la antropología filosófica
de Tomás de la cual nosotros partimos. En primer lugar, pasiones como el amor, odio,
alegría, tristeza, esperanza, etc., pueden ser buenas moralmente en la medida que estén
dirigidas hacia un bien moral. Y, justamente, esa dirección es ejercida por la inteligencia y
la voluntad libre en la medida que éstas hayan realizado un buen ejercicio de hábitos
buenos, esto es, virtudes. En segundo lugar, e independientemente de la cuestión moral, en
la acción humana libre las pasiones están siempre presentes, por cuanto la acción humana
42
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siempre se dirige al bien, alrededor del cual se especifican las pasiones. Y todo el
despliegue de las potencias humanas a través de las cuales las pasiones circulan surge
ontológicamente de la forma sustancial racional del ser humano, que no es la inteligencia tal es una de sus potencias- sino el principio determinante de la esencia humana, espiritualcorpórea a la vez88.
Por lo tanto, dado que, mientras haya libre albedrío, como hemos demostrado89, hay
racionalidad, y dado que las pasiones son perfectamente compatibles con un acto libre,
entonces no hay contraposición entre racionalidad y pasiones. La racionalidad humana
integra lo pasional. Por supuesto, en la medida que siga predominando una visión de lo
racional como "cálculo" será difícil de entender nuestra posición, pero ya hemos dicho que
la acción racional humana es pura y simplemente toda acción humana libre, con todo lo que
"humana" implica: error, incertidumbre, bien o mal moral, aprendizaje, pasiones, etc.
Alguno de esos factores pueden funcionar como condicionamientos pero de ningún modo
como incompatibles con el libre albedrío.
Las pasiones, en ese sentido, pueden condicionar, pero de ningún modo anular, el acto
libre90. Sobre todo, porque parte del acto libre es colocarse voluntariamente en situaciones
que aumentan o disminuyen la fuerza de la pasión.
Un acto racional y libre puede por ende ser perfectamente realizado de modo muy
rápido, en la medida que intervenga un hábito ya adquirido y una pasión. Ahora bien,
nuestro planteo no niega que, en la medida que una determinada acción del hombre sea
realizada sin libertad, merced a un incontenible impulso pasional, ligado casi siempre a
determinadas psicopatologías, entonces es obvio que, in abstracto, dicha conducta será noracional. Pero decimos "in abstracto" porque el ser humano nunca puede saber -sólo Dios
puede- si una determinada acción fue no libre; es muy difícil que así lo fuere
absolutamente; lo habitual es que nos enfrentamos con diversos grados de desarrollo del
ejercicio de la libertad interior. En principio siempre hay que suponer que el libre albedrío
está presente en todo ser humano por el sólo hecho de ser tal, y si alguna psicopatología y/o
pasión "incontenible" privan al hombre de lo más preciado de su interioridad -su libre
albedrío-, tal cosa será siempre para el ser humano una hipótesis, y sólo una certeza para
Dios.
En relación al punto anterior, alguien puede preguntar en qué medida una acción
motivada por el amor es libre. Justamente, en la medida que nos refiramos al amor de
benevolencia, este es eminentemente libre, pues si un acto de entrega, buscando el bien del
otro, no es libre, entonces no hay entrega. El amor de benevolencia es libre o no es amor.
Obviamente, en nuestra cultura la palabra "amor" está ligada más bien a un aspecto más
espontáneo del dinamismo interno de los sentimientos de la persona, espontaneidad que
busca a la otra persona "para mi", antes que el bien para la otra persona. Ese aspecto del
amor, en sí mismo neutro moralmente y que puede ser perfectamente complementado con
el amor de benevolencia en el matrimonio, también está en relación con un libre albedrío
que guía las acciones por dicho aspecto motivadas. Pero quede claro que el amor de
benevolencia es uno de los momentos más intensos del ejercicio de la propia libertad
interna.
88
Ver Fabro, C.: Percepción y pensamiento, Eunsa, Pamplona, 1978, Parte I, cap. IV, punto 3.
Ver nuestra tesis "Fundamentos...", op. cit., parte I, punto 5.
90
El tema de los condicionamientos lo hemos tratado con más extensión en nuestro art. "El libre albedrío y
sus implicancias lógicas", op. cit.
89
43
El tercer tema que nos ha quedado pendiente es el de la acción comunicativa y la
racionalidad. En esta cuestión debemos reiterar, especialmente, que de ningún modo
trataremos in extenso la cuestión, dado que ello implicaría un estudio detenido de los
trabajos de Habermas, estudio que supera a los límites de este trabajo. Empero, daremos
algunos lineamientos muy generales.
Ante todo, diremos que tanto una acción que produce e intercambia bienes y servicios
como aquella que establece una ralación intersubjetiva de comunicación son ambas
racionales y teleológicas, dando a este último término un sentido acorde con la filosofía de
Santo Tomás: la causa final del agente racional.
En segundo lugar, el primer tipo de acción puede ser perfectamente buena, por tres
motivos. El primero es que el análisis marxista de la producción comercial e industrial -que
no es el mismo que el de Habermas-, tomado como análisis sociológico, es falso, debido a
que está viciado por la teoría de la plus valía, falsa en nuestra opinión91. El segundo motivo
es que todo intercambio libre de bienes y servicios, significando allí "libre" al libre
albedrío, puede ser, como toda acción libre, buena o mala moralmente -lo cual es distinto
de su legalidad positiva- según el objeto, fin y circunstancias de la acción92. Y el tercer
motivo es que, desde el punto de vista de la justicia -única virtud cuyo objeto es
independiente de las intenciones finales del sujeto actuante- el intercambio de bienes y
servicios, al ser libre, significando allí "libre" a la ausencia de coacción, es justo, pues esa
libertad es condición necesaria -aunque no suficiente- para la justicia, sobre todo si se trata
de la conmutativa.
El segundo tipo de acción -la comunicación intersubjetiva- es racional y teleológica
en cuanto que es libre; ya nos hemos expedido suficientemente en cuanto a las relaciones
necesarias entre finalidad, libertad y racionalidad. Ahora bien, la comunicación
intersubjetiva, en cuanto implica diálogo, es siempre buena moralmente, en cuanto que en
ese caso "comunicación" implica la donación de nuestra propia existencia a la otra persona
y el respeto por su existencia; cualquier instrumentalización egoísta de la otra persona
implicaría manipulación y no comunicación. Esa comunicación dialogante, esa empatía
mutua, implica amor de benevolencia, respeto, aunque no necesariamente haya acuerdo
teórico entre las personas que dialogan. Y, dado los puntos anteriores, ninguna de estas
características de la acción comunicativa la privan de su intrínseca racionalidad.
En otra oportunidad, aunque de modo menos sistemático, nosotros mismos hemos
contrapuesto una "mirada comunicante" a una "mirada alienante"93. Pero ambas acciones
son plenamente racionales en nuestros términos. Debemos aclarar esto por cuando es
habitual una innecesaria contradicción entre las relaciones comerciales y las relaciones
intersubjetivas. Todas nuestras aclaraciones apuntan hacia un paradigma distinto, sin borrar
sus diferencias. Es verdad que un intercambio comercial puede ser malo y/o injusto; es
verdad que no es unívocamente el mismo tipo de acción que una comunicación
intersubjetiva; es verdad que una persona puede comunicarse con la otra o
instrumentalizarla. Pero a la vez es verdad que una acción comercial puede ser
perfectamente buena; y es verdad que una acción comunicativa es plenamente racional y
teleológica.
91
Ver al respecto E. von Bohm-Bawerk, La teoría de la explotación, Unión Editorial, Madrid, 1976.
Ver al respecto Moral, de R. Simon; Herder, Barcelona, 1978; cap. IV; esta tesis tradicional, con fuente en
Santo Tomás, fue reiterada por Juan Pablo II en su enc. Veritatis Splendor, cap. II, punto IV.
93
En nuestro libro Filosofía para los amantes del cine (inédito, hay copia en la biblioteca de la Universidad
Austral), cap. 4.
92
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Vamos a aclarar por último la cuarta cuestión, cuyo tratamiento correrá por carriles
similares. Es el tema de racionalidad y cultura. Nuestra cultura occidental, sobre todo la
dominada por un paradigma iluminista, está muy acostumbrada a tratar como "noracionales" a civilizaciones llamadas primitivas. No entraremos en elucubraciones
sociológicas y/o históricas sobre esta cuestión; sólo diremos que, desde un punto de vista
de antropología filosófica, todas las conductas grupales e individuales de los miembros de
dichas culturas son tan racionales como las nuestras, por el sólo hecho de corresponder al
esquema medios-fin-libre albedrío. Ya hemos dicho reiteradas veces que la racionalidad en
sentido amplio no es incompatible con el error, la ignorancia y el mal moral. Creemos que
es cansar al lector insistir en esta cuestión.
Pero hay algo en lo cual no hemos insistido y que no estará de más aclararlo, si bien
lo hemos hecho en otra oportunidad93b. Hemos dicho que la racionalidad en sentido amplio
de la que estamos hablando se relaciona con el orden espontáneo del mercado, y que ese
orden espontáneo presupone un orden legal que hemos llamado presupuestos
institucionales. Ese orden legal debe ser adecuado a una naturaleza humana mixta, con
tendencias positivas y negativas moralmente. No debe suponer que todos los seres humanos
son absolutamente buenos, pues esa suposición implicaría exigencias de difícil
cumplimiento general, y/o hace contradictoria la exigencia de un orden legal-positivo en sí
mismo. Ni tampoco debe suponer que todos son absolutamente perversos, pues en ese caso
ni la más mínima exigencia legal puede mantenerse y sería verdaderamente imposible una
convivencia pacífica. El tratamiento de Santo Tomás sobre la ley humana (I-II, Q. 96)
resulta claro al respecto.
Por lo tanto, es cierto que pueden existir condicionamientos culturales que
condicionen en sentido negativo al libre albedrío humano para el cumplimiento del orden
legal-positivo, pero ello puede suceder muchas veces porque el mismo orden legal-positivo
está mal planteado de raíz. Otras veces puede deberse a otros factores, que escapen a lo que
nuestro programa de investigación puede preveer, dado precisamente que los presupuestos
no-praxeológicos son hipótesis auxiliares y no accidentes propios de la racionalidad en
sentido amplio.
Como conclusión general, la racionalidad en sentido amplio tiene un universo de
discurso universal en el sentido de que abarca a toda conducta humana libre.
Comprendemos que los términos utilizados por el análisis praxeológico han sido
habitualmente restringidos, en nuestra cultura, a universos del discurso más restringidos.
Estamos abiertos a sugerencias terminológicas que superen este problema.
3. El ámbito conjetural de las ciencias sociales.
En las ciencias sociales en general, el ámbito conjetural está dado fundamentalmente
por la comprensión como fuente de hipótesis generales. Nos habíamos referido a esta
cuestión al explicar la posición de K. Popper al respecto (cap. 1, punto 1). Eso era así dada
la estructura formal básica de dichas hipótesis generales: dado un conjunto de
circunstancias X, el comportamiento humana tenderá a ser X1. La relación entre el
conjunto de circunstancias y el comportamiento no es necesaria, tanto por razones
93b
En El humanismo del futuro, op. cit., esp. cap. 3.
45
metodológicas como por razones ontológicas. La razón metodológica es que la relación así
concebida es conjetural. La razón ontológica es el libre albedrío, como tesis tomada
prestada de la antropología filosófica.
Esto último implica que la contingencia típica del método de conjeturas y refutaciones
presenta en ciencias sociales la siguiente peculiaridad: mientras que en las ciencias
naturales se podría hablar de una contingencia de re por el el lado del objeto (en la medida
que, por razones metafísicas, se acepte cierto indeterminismo en el mundo físico)94, en las
ciencias sociales tenemos certeza de que tenemos una contingencia que realmente proviene
de su objeto de estudio (las interacciones humanas), pero esa contingencia está causada en
este caso por una perfección del objeto (el libre albedrío del ser humano)95, mientras que la
eventual contingencia de re (real) del mundo físico proviene de una privación del mismo
(la posibilidad de falla de la causalidad física).
Pero hay otro motivo por el cual las ciencias sociales presentan una contingencia no
sólo metodológica -en el ámbito conjetural- sino también ontológico: en cuanto que se
podría decir también -como ya hemos visto- que su objeto de estudio, en cuanto a procesos,
puede ser caracterizado como diversos tipos de órdenes espontáneos en el ámbito social. Y
ya hemos visto que esos órdenes espontáneos presentan un resultado final que no
necesariamente se alcanza. Ese "no necesariamente" no alude a una cuestión metodológica,
sino a algo presente intrínsecamente en la acción humana: nuevamente, su libre albedrío, a
parte de la limitación del coocimiento, no del investigador social -que también la padecesino por parte de cada persona que interactúa. Esta limitación del conocimiento ya no es
una perfección en sí misma, si bien la mayor parte de las veces deriva de que ningún
humano puede preveer con certeza el curso de acción futura de una acción libre.
En la economía política en particular, hemos visto que el nivel de conjeturalidad de su
programa de investigación deriva del conjunto de sub-hipótesis auxiliares (de nivel
universal) que NO son deducibles del sub-núcleo central praxeológico (ver cap. 3ro., punto
1). Ellas eran: las antropológicas, sociológicas e institucionales. No volveremos a
describirlas. Pero destacaremos ahora con más detalle qué tipo particular de conjeturalidad
presentan.
En el caso de las antropológicas -la alertness y la maximización monetaria- su
contingencia onotológica es tanto por el lado esencial como existencial. Esto es, no sólo no
hay necesidad ontológica de la existencia de un determinado grado de ambos factores, sino
que tampoco son propiedades necesarias -accidentes propios- de la conducta humana una
vez que existe al menos un ser humano; excepto que se sostenga que un grando mínimo de
"alertness" es condición necesaria para la subsistencia del sujeto actuante96.
En el caso de las sub-hipótesis auxiliares "sociológicas" aumenta su necesidad
ontológica, en cuanto que es posible realizar una descripción fenomenológica y por ende de
atributos esenciales de lo que es la cooperación sociales en sí misma y cuáles son sus
implicaciones necesarias. Desde luego, la presencia de la cooperación social sigue siendo
contingente desde un punto de vista existencial.
En el caso de las sub-hip. de tipo jurídico, se puede decir que en la medida que sean
las necesarias para el funcionamiento del mercado, son contingentes a partir de la noción
misma de cooperación social; esto es, puede haber cooperación social en ausencia de
94
Hemos desarrollado este tema en nuestro libro Popper: búsqueda con esperanza (op. cit.), parte II, cap. 5.
Ver Santo Tomás, Suma Contra Gentiles, libro III, cap. 73.
96
Ver al respecto nuestra tesis "Fundamentos...", op. cit., parte III, punto 3, c).
95
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mercado y, por ende, de las condiciones juríricas para el mismo. De todos modos, y como
en el caso anterior, puede efectuarse un análisis fenomenológico de las esencias jurídicas
que describen. Empero, en cuanto a programas de investigación que expliquen mediante un
órden espontáneo el origen de instituciones juríricas favorables al mercado, esa descripción
será afectada por la contingencia ontológica y metodológica descripta en el punto anterior.
Como ya hemos dicho, el hecho de que ninguna de estas sub-hipótesis auxilares se
desprenda del sub-núcleo central praxeológico es lo que constituye a la economía política
en un programa de investigación que describe un órden espontáneo denominado mercado.
Por ello, como dijimos en otra oportunidad, "la ciencia -como dice Mises- no es mera
gimnasia mental; aspira a buscar la verdad, lo cual implica buscar una descripción del
mundo que se acerque a éste tal cual es. Y para ello debemos saber si las condiciones nopraxeológicas están efectivamente presentes o no. Y, como hemos dicho, no hay modo de
saberlo, sino con el testeo empírico indirecto tal cual lo hemos explicado"97. Todo lo cual de
ningún modo obsta a la presencia de los factores no-conjeturales -fenomenología y
praxeología- que son necesarios en la elaboración a priori (a priori del testeo) del
programa de investigación.
CAPITULO QUINTO: EL PROBLEMA DE LA BASE EMPIRICA
1. Planteo general del problema.
Nos introducimos ahora en uno de los problemas metodológicos más delicados, sobre
el cual no intentaremos dar, desde luego, una respuesta definitiva, pero sí al menos
adecuada a su importancia. En el capítulo tercero habíamos adelantado esta cuestión.
Ya hemos fundamentado, por otra parte, nuestra posición con respecto al testeo
empírico. No es tan relevante como el actual paradigma dominante lo plantea en ciencias
sociales, pero sí tiene una relevancia mínima -y ya hemos dado las razones- para que
nuestro programa de investigación no sea una mera gimnasia mental irrealista. En función
de ello es que debemos plantear el problema de la base empírica.
La base empírica, tanto en ciencias naturales como en sociales, tiene dos aspectos,
como ya hemos dicho. El primero está constituído por las condiciones iniciales necesarias
para inferir efectos o predicciones positivas. El segundo está constituído por el conjunto de
falsadores potenciales necesarios para realizar el testeo del programa de investigación.
Ambos tipos de juicios son singulares. Cuáles son y de qué modo entran en nuestro
programa, ya ha sido explicado suficientemente en los tres primeros capítulos (sobre todo
en el tercero). Ahora debemos concentrarnos aún más en el problema también ya explicado:
dichos juicios singulares son interpretados en función de una conjetura general.
Esto plantea un aspecto hermenéutico en ciencias naturales, y en ciencias sociales en
particular, cuyo desconocimiento conduce inevitablemente a un realismo ingenuo.
Habermas, al describir el debate sobre la comprensión, plantea esta cuestión de este modo:
"La siguiente fase de la discusión viene introducida por el giro postempirista de la teoría
analítica de la ciencia. Mary Hesse hace incapié en que a la habitual oposición entre
ciencias naturales y ciencias sociales le subyace un concepto de ciencias de la naturaleza, y
en general de ciencia empírico-analítica, que mientras tanto habría quedado superado. El
debate suscitado por Kuhn, Popper, Lakatos y Feyerabend acerca de la historia de la física
moderna habría demostrado que: 1) los datos con que hay que contrastar la teoría no
pueden ser descriptos con independencia del lenguaje teórico de cada caso, y 2) que las
teorías no se eligen normativamente según los principios del falsacionismo, sino en la
97
Ver nuestro art. "Machlup: un puente entre Mises y Lakatos", op. cit., p. 181.
47
perspectiva de paradigmas que, como se ve cuando se intenta precisar las relaciones
históricas, se comportan entre sí de forma parecida a como lo hacen las formas particulares
de vida: `Doy por suficientemente demostrado que los datos no son separables de la teoría y
que su formulación está impreganada de categorías teóricas; que el lenguaje de la ciencia
teórica es irreductiblemente metafórico e informalizable, y que la lógica de las ciencias es
interpretación circular, reinterpretación y autocorrección de datos en términos de teoría y
en términos de datos'. Mary Hasse concluye de ahí que la formación de teorías en ciencias
de la naturaleza depende no menos que en las ciencias sociales de interpretaciones que
pueden analizarse según el modelo hermenéutico de la comprensión"98. A pesar de que no
coincidimos con la relevancia atribuída a Kuhn para esta cuestión, no se puede negar que la
cita describe con crudeza la situación. El problema es: una vez lograda la conciencia del
problema, ¿cómo no derivar en un cierto idealismo?
El "círculo metodológico" que aquí se plantea tiene en nuestra opinión una solución
realista. Decimos "metodológico" porque hablar directamente aquí de círculo hermenéutico
excede los fines de este trabajo99, y decimos "solución", y no "salida", porque del círculo
propiamente no se "sale", sino que se adquiere conciencia de él100, no contradictoria con una
perspectiva realista como la que vamos a defender101.
No estaría de más recordar una vez más la estructura del círculo metodológico: la
conjetura general necesita de condiciones iniciales singulares para deducir consecuencias
singulares testeables; éstas, a su vez, son seleccionadas en cuanto a su relevancia según la
conjetura general; y, por último, los falsadores potenciales utilizados contienen hipótesis
generales en sus estructura sintáctica.
En nuestra opinión hay unas cinco perspectivas que pueden brindar una perspectiva
realista al círculo.
a) Hemos planteado ya lo que significa una fenomenología de los objetos de las
ciencias sociales (ver cap. 4). Ello implica la siguiente conclusión: en la medida que ciertos
juicios singulares en ciencias sociales contengan conceptos universales que refieren a
esencias analizadas fenomenológicamente -y hemos visto que esas esencias tienen su
existencia en una interacción social singular-, entonces los universales allí contenidos no
son conjeturas, sino que refieren a esencias cuyo grado de certeza es mayor. Aplicado esto
a economía política, si decimos "esta tasa de interés bajó", la definición fenomenológica del
concepto universal "tasa de interés" no es una conjetura. Luego no es verdad que
necesariamente toda conjetura general en ciencias sociales debe ser testeada por juicios
singulares que a su vez tienen conjeturas. Luego, existen juicios singulares en ciencias
sociales de los cuales podemos tener certeza (la misma consideración no está excluída para
ciencias naturales, si bien en ese caso la cuestión es más complicada).
b) Es absolutamente verdadero, metodológicamente, que las condiciones iniciales son
seleccionadas en función de la conjetura general. Pero ello no obsta a que las condiciones
iniciales seleccionadas sean verdaderas en sí mismas, más si sus juicios contienen
conceptos universales fenomenológicamente descriptos, como hemos dicho. Que no
podamos conocer "todas" las realidades singulares expresadas a través de juicios singulares
no es más que un obvio resultado de nuestra limitación del conocimiento. Para decirlo con
una analogía, si la realidad toda es el cuadrado "a", (fig. 1), lo "seleccionado" -a través del
98
Ver Habermas, J.: Teoría de la acción comunicativa; Taurus, 1992, libro I, I, 3, a), pág. 156.
Ver al respecto Stasi, Elizabeth: Posibilidad gnoseológica de una hermenéutica realista; tesis de
licenciatura presentada a la UNSTA en diciembre de 1993; inédita. (Hay copia en la Biblioteca de la
Universidad Austral en Buenos Aires).
100
Ver Gadamer, H.G.: Verdad y Método, I, Sígueme, Salamanca, 1991, II, II, 1.
101
Hemos tratado ya esta cuestión en nuestra ponencia Lo general y lo particular en ciencias sociales, inédita,
del día 13/5/93, documento de trabajo presentado a la Facultad de Ciencias de la Información de la
Universidad Austral, Buenos Aires (Hay copia en la biblioteca de la Univ. Austral).
99
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criterio de relevancia que fuere- será el círculo "b" (fig.2); la diferencia entre (a - b) será el
conjunto de lo potencialmente infinito desconocido por el hombre.
c) En tercer lugar, debemos recordar algo que es importante para todas las ciencias
sociales y especialmente importante para la economía en particular. Hemos destacado que
el análisis praxeológico es un análisis de la esencia de toda acción racional que, como tal,
no es una conjetura. Luego las consecuencias directamente deducidas a partir de tal
supuesto no son tampoco conjeturales y son por ende independientes del MHD donde
existe el problema del testeo. Por supuesto, hemos visto que no todas las consecuencias del
programa de investigación de la economía política pueden ser directamente deducidas a
partir de tal supuesto, pero de todos modos el análisis praxeológico brinda a la economía
una serie de supuestos que, tanto generales como singulares, tienen un grado de certeza del
que carece otro tipo de conjetura, como podría ser el supuesto de racionalidad en sentido
restringido que utilizan los modelos neoclásicos102.
d) Aún en todos los casos donde el testeo empírico sea necesario, debemos recordar
una vez más el sentido estrictamente débil que dicha noción debe tener en una
epistemología post-popperiana y, sobre todo, lakatosiana, como nosotros a grandes rasgos
hemos adoptado, si bien con nuestras connotaciones filosóficas de tipo realistafenomenológica. Un falsador potencial contradictorio con nuestro programa de
investigación nos dice simplemente "aquí-hay-un-problema", y para que nos diga eso no
necesitamos una certeza total del falsador potencial en cuestión. Si mi programa de
investigación dice que en situación de sistema monetario no interferido por el estado no
puede haber crisis cíclicas y me enfrento con una situación en la cual, con todas las
limitaciones de mi conocimiento, he revisado las condiciones iniciales y en principio son
efectivamente de libre mercado, y concomitantemente parece haber condiciones similares a
las de EEUU 1929-30, entonces puedo decir "aquí hay un problema"; pero el "aquí"
implica también en la realidad, no sólo en "mi sistema" (tal la diferencia entre un modo de
proceder realista y otro idealista). La falsación, por más débil que sea, nos está indicando
nada más, pero nada menos, que un factor desconocido, que no sabemos cuál es y sobre el
cual debemos conjeturar, está entrando en juego. La falsación es en ese sentido el
"contacto" con lo real; es la advertencia de que algo más allá de mi solo sistema está
jugando un papel importante. Por supuesto, tengo, metodológicamente, todo el derecho a
seguir trabajando en mi programa de investigación a pesar de contínuas y repetidas
anomalías. Pero lo que en ese caso me distinguirá de un ideólogo barato será mi
conciencia del "riesgo" de que mi programa de investigación sea verdaderamente
regresivo. Y esta es una cuestión de honestidad intelectual, de prudencia, de ética de la
ciencia, que va más allá de lo que cualquier estricta metodología puede decirnos.
(Cabe aclarar, para evitar confusiones en este punto, que este testeo empírico amplio
de tipo lakatosiano al que nos referimos es acerca de las proposiciones del programa, las
cuales tienen, sin embargo, por todo lo que acabamos de explicar, un cierto grado de
definiciones no conjeturales de conceptos fenomenológicamente elaborados que son "causa
material" de las proposiciones).
e) Este último punto no será más que explicar sistemáticamente la reflexión anterior
sobre la "prudencia". Lakatos ha dicho -como vimos- que el "momento" de abandonar o
seguir con un programa de investigación regresivo no puede determinarse y que es cuestión
de tener conciencia de ese riesgo. A esto debemos agregar que Gadamer destaca el papel
102
Ver al respecto Popper, K.: "The Rationality Principle", en Popper Selections, Edited by David Miller;
Princeton University Press, New Jersey, 1985.
49
insustituíble de la prudencia aristotélica en las ciencias humanas103, que para nosotros es
extensivo a todas las ciencias. Y esto es precisamente lo que nosotros queremos decir. En la
esencia misma del contexto de justificación de toda ciencia, y de las ciencias sociales en
especial, hay un insutituíble acto de prudencia que nos dice si seguir o no con nuestro
programa104. Y la prudencia es una virtud humana, que nos dice cómo aplicar lo general a lo
particular, cuya decisión no está inferida por ninguna norma lógica-metodológica. Pero no
es arbitraria, porque el deber ser es un analogado del ser: el deber ser se basa en el ser.105
¿Y de qué ser estamos hablando en este caso? Pues en la naturaleza humana. Luego,
siempre que en ciencias sociales haya un verdadero acto de prudencia que nos diga hasta
dónde llega el valor de verdad del testeo, esa prudencia emergerá de una "sabiduría no
metodológica" de esa naturaleza humana en cuestión.
Se engañan quienes creen en una ciencia "exacta" desprovista de este insustituíble
acto de prudencia. No es ninguna certeza metodológica la que le dice al investigador
bioquímico que puede lanzar al mercado una droga después de haber sido testeada en
animales y humanos durante diez años, pues aunque él no lo sepa o no quiera saberlo,
Popper le ha demostrado de sobra que la corroboración en el MHD -dejando de lado otros
supuestos de tipo metafísico- no implica conocimiento sobre el comportamiento futuro de
la conjetura. Es sobre todo su prudencia la que le dice que "es prudente" lanzar entonces
dicho producto al mercado.
Por supuesto, todas estas reflexiones no agotan de ningún modo la cuestión, pero al
menos le dan un encuadre que puede explicar razonablemente una perspectiva realista del
círculo metodológico.
2. Aplicaciones a nuestro programa de investigación.
Así planteadas las cosas, creemos que un programa de investigación cuyo núcleo
central sea la escuela austríaca de economía debe plantear con claridad, especialmente para
los paradigamas competitivos, cuáles son el conjunto de juicios falsadores potenciales
especialmente relevantes para realizar el testeo. Ya hemos visto y explicado que la noción
de Machlup de testeo-empírico-indirecto-global (teig) y la noción hayekiana de pattern
predictions brindan suficientes elementos metodológicos para ello. Este es un trabajo que
debe ser realizado concomitantemente con esa reelaboración metodológica contemporánea
de los elementos de la escuela austríaca de la que ya hablábamos en la introducción. No nos
corresponde, por ende, a nosotros, pero como norma general, hemos visto que toda
situación singular predicha en condiciones de intervencionismo estatal se convierte para la
escuela austríaca en en un falsador potencial en caso de que las condiciones iniciales sean
de libre mercado.
Creemos que este trabajo es una tarea indispensable de honestidad intelectual que
facilitará el diálogo entre la escuela austríaca y otras escuelas de economía. Empero,
debemos dar un paso más.
Supongamos por ejemplo el tema de la inflación en la escuela austríaca y en la
escuela de Chicago. Para la primera, la inflación es un descenso en el poder adquisitivo del
dinero por razones ajenas al mercado; para la segunda, es sencillamente un sostenido y
contínuo incremento en el nivel general de precios. Para la escuela austríaca, por ende,
puede haber inflación aunque no haya un aumento "medible" de precios, porque si el estado
aumenta la oferta de medios fiduciarios pero ese aumento de oferta es más o menos
compensado por un aumento concomitante de importación de bienes y servicios, lo que
habitualmente se llama "nivel general de precios" seguirá más o menos estable; empero,
103
Ver op. cit., II, II, 10, 2, pág. 383.
Ver nuestro trabajo citado en nota 101.
105
Ver Maritain, J.: Lecciones fundamentales de la filosofía moral; Club de Lectores, Buenos Aires, 1966.
104
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Revista Libertas 40 (Mayo 2004)
Instituto Universitario ESEADE
www.eseade.edu.ar
para la escuela austríaca hubo inflación porque el poder adquisitivo de la moneda bajó
como resultado del aumento de oferta monetaria por parte del estado y los precios son en
realidad más altos de lo que hubieran sido sin esa intervención estatal. Pero, para la escuela
de Chicago, no hubo inflación sencillamente porque el índice general de precios no
aumentó. Luego, el aparentemente sencillo juicio singular "hubo inflación" se convierte en
algo irrelevante a la hora de que las dos escuelas confronten sus conjeturas mediante un
testeo empírico.
Cuando estamos en presencia de estos casos, la solución convencionalista popperiana
parece seguir siendo la más adecuada. Si diversas escuelas de pensamiento quieren dialogar
entre si, y no encerrarse en sus propias cavilaciones, lo cual implica también algún modo
conjunto de "testear" sus conjeturas, entonces deben "convenir" en una serie de falsadores
potenciales, convención que, por su carácter práctico, prudencial, y no teórico, puede dejar
"entre paréntesis" a los debates filosóficos y metodológicos que las separan.
La solución convencionalista popperiana para el problema de la base empírica ha
"enojado" a muchos porque la han malinterpretado como una solución teórica al problema.
Pero no es así. El ya tenía una solución teórica a dicho problema, de tipo neokantiana, con
la cual nosotros, como se ha visto, no coincidimos. La solución práctica consiste, en
cambio, en "convenir" como decisión en una serie de juicios singulares que, conjuntamente
aceptados, permitan efectuar el testeo.
Cuando las diferencias filosóficas son insalvables, esta solución convencionalista no
es lo ideal pero, como en todos los órdenes de la vida humana, la tolerancia debida de lo
imperfecto tiene la perfección de lo debido.
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