EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO
DE CHICHÉN ITZÁ
1904-c. 1914
Guillermo Palacios
E
ste artículo es un relato del proceso de dragado del
cenote sagrado de Chichén Itzá entre 1904 y una fecha
incierta, situada hacia mediados de 1907, y sus derivaciones
y consecuencias, que sólo se interrumpen en 1914. El dragado fue dirigido y ejecutado por el cónsul de Estados Unidos
en Progreso, Edward H. Thompson, protegido por el funcionario del gobierno mexicano encargado de “conservar”
las ruinas, y financiado por el Peabody Museum de Harvard
University, principal receptor de miles de piezas extraídas
de sus profundidades y retiradas ilegalmente del país, con
la connivencia de otras autoridades mexicanas de diversos
rangos y niveles. Como recordarán los lectores interesados,
se trata de un hecho que culmina la carrera “arqueológica”
del agente del Peabody Museum estadounidense en Yucatán en su doble papel de excavador y representante oficial
de su país en la Península.
Fecha de recepción: 16 de febrero de 2016
Fecha de aceptación: 19 de julio de 2016
HMex, LXVII: 2, 2017
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GUILLERMO PALACIOS
El texto continúa la narrativa de otros trabajos sobre
el tema,1 y la lleva hasta el momento en que los conflictos
armados, que serán subsumidos bajo el tópico de “revolución mexicana”, aunados a los disturbios de toda naturaleza causados por la Gran Guerra, interrumpen por un largo
periodo las aventuras arqueológicas estadounidenses en
México, en particular en la llamada “área maya”. Al igual
que en los trabajos citados, el interés del autor no está centrado en la actividad arqueológica propiamente dicha, sino
en la recuperación general del proceso y en la exposición del
entramado de las redes de poder (y sus contextos) que cobijan el dragado del cenote, cuyo agotamiento, a fines de la
década de 1900, coincide, casi metafóricamente, con el agotamiento de las energías y los recursos de los Bostonians, el
compacto grupo de financieros-coleccionistas-filántroposacadémicos del área Boston-Cambridge, todos Harvard
men, que iniciaron la exploración de diversos sitios relacionados como “mayas” en Yucatán, Campeche, Chiapas y
áreas colindantes de América Central en la década de 1880.2
A lo largo de la década de 1900, el argumento “científico”
monroiano que había sido usado desde el inicio de la ocupación de Yucatán por arqueólogos y seudoarqueólogos de
Nueva Inglaterra, y, en menor medida, de otras regiones y
nacionalidades, esto es, la oportunidad que el “área maya”
1
Véase Palacios, “Los Bostonians” y “El cónsul Thompson”.
Como se recordará, el núcleo de los Bostonians estaba formado por
Stephen Salisbury III, presidente de la American Antiquarian Society;
Charles P. Bowditch, un financiero apasionado por la escritura “maya”,
y Frederick W. Putnam, curador en jefe del Peabody Museum de Harvard
University. Para mayores detalles véase Palacios, “Los Bostonians”,
pp. 119-125.
2
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
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representaba como motor y campo de pruebas para erigir
sobre ella la arqueología y la antropología estadounidenses y sus instituciones académicas, fue pasando a un segundo plano, conforme el Peabody Museum, el pionero, se fue
consolidando institucionalmente dentro de la Universidad de
Harvard y organizaciones rivales comenzaron a hacerse presentes y disputar espacios (siempre educadamente, como partes de un mismo proyecto), algunas con mejores estructuras
funcionales, otras con mayores recursos y, sobre todo, con
espacios más amplios de desarrollo dentro de sus instituciones de los que el Peabody podía disponer en Harvard,
donde otras disciplinas y ramas del conocimiento, que no
la arqueología ni la antropología, llevaban la voz cantante.
Al mismo tiempo, el creciente enflaquecimiento —por
los objetivos ya alcanzados— del argumento justificativo
original, el institution-building, dejó al desnudo, a lo largo
de la década de 1900, ya no los esfuerzos por equiparar la
arqueología estadounidense a la europea —la obsesión de
la década de 1890—, sino la intensa ambición coleccionista de los principales museos: el Peabody, el Field Columbian de Chicago, el Museo de Historia Natural de Nueva
York, el de la Universidad de Pensilvania, el Smithsonian,
etc. La coyuntura política fue sin duda propicia para esa
expansión de las actividades arqueológicas estadounidenses en México, y en particular para la más audaz de todas
—por decir lo menos—, el dragado del cenote sagrado de
Chichén Itzá por el cónsul de Estados Unidos en Progreso, también, y sobre todo, empleado de los Bostonians. El
amparo de la función consular de Thompson fue invocado sutilmente en un marco de relaciones mexicano-estadounidenses tan armónicas como pocas veces habían sido, y
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las exportaciones de los tesoros del cenote, realizadas por
medio de ingeniosos “sistemas” ideados por el cónsul, se
consideraron implícitamente como parte de esa política de
good-neighbor avant-la-lettre. El silencio de las altas autoridades, tanto del estado de Yucatán como de la capital federal, puede encontrar en la salvaguarda de esas relaciones una
posible explicación. Como telón de fondo, un país —México— pretensamente “moderno” pero carente de fuerza institucional y plagado de grietas en su sistema jurídico, con
élites duchas en el arte de driblar leyes, reglamentos y normas, completaba el cuadro en el cual la sangría constante de
“tesoros mexicanos” fue posible. Lo único que se pedía era
discreción, evitar a toda costa el escándalo.
1904: el año del cenote o
ARE WE ALL OF US NOT VERY WICKED?
Edward H. Thompson, cónsul de Estados Unidos en Yucatán, con sede en Progreso, afirmó que hacia 1902, antes de
su viaje a Estados Unidos para participar en el 13º Congreso de Americanistas que se celebraba en octubre de ese
año en Nueva York, ya tenía bien estudiado y definido
el proyecto de dragar el cenote sagrado de Chichén Itzá.
Estando en Boston, habría tomado clases de buceo con un
capitán, Ephraim Nickerson, mandado construir una draga dotada de un orange-peel bucket, y adquirido todos los
accesorios necesarios (cabrestantes, cables de acero, poleas,
cuerdas, etc.). Según sus memorias, una vez con todo listo,
presentó el proyecto a sus patronos, Stephen Salisbury III
y Charles P. Bowditch, a quienes pidió que intercedieran
para lograr que la American Antiquarian Society (aas) y
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el Peabody Museum (pm) financiaran la aventura. La petición habría sido recibida con clara reluctancia por los riesgos que parecía significar y la consecuente responsabilidad
con que ambos Bostonians y sus instituciones tendrían que
arcar en caso de que algo saliera mal. Debemos inferir
que los temores fueron vencidos pues los protectores del
cónsul consiguieron recursos para iniciar la exploración
del cenote.3 A mediados de octubre de 1903 los Bostonians
ya habían entrado en contacto con Alexander Agassiz,
su vecino del Museum of Comparative Zoology de Harvard, para que su institución financiara la recuperación de
materiales botánicos del cenote, y comenzaron a buscar
un joven botánico para enviarlo a trabajar con Thompson
para garantizar resultados científicos que de otro modo no
se obtendrían. Las expectativas eran animadoras: “Espero
que el cenote resulte ser un valioso depósito de reliquias
del pasado. Pareciera que debiera haber gran cantidad [de
cosas] en ese fango [depositadas] a lo largo de los siglos
de existencia del cenote”.4 Los equipos fueron embarcados
en Boston para su traslado a Progreso y de allí a Dzitás, en
3
H. W. Thompson, People of the Serpent, pp. 269-270. Burnhouse simplifica el esquema y afirma que el dragado del cenote fue financiado por
dos de los Bostonians, Salisbuy y Bowditch, sin mencionar sus instituciones. Burnhouse, In Search of the Maya, p. 185. De hecho, todo indica que la mayor parte de los recursos que financiaron las aventuras de
Thompson, como las de Teoberto Maler y otros, salieron de los bolsillos
particulares de Salisbury y Bowditch.
4
Putnam a Bowditch. Boston, 13 de octubre de 1903. PMA, C. P. Bowditch Correspondence 1904-1909, box 12, folder 140. Putnam añadía una
extraña frase sobre la cual me extenderé más adelante: “Me da gusto que
su underground railroad funcione nuevamente […]”. La traducción de
todas las citas es de Lucía Raya.
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un viaje penoso que duró varios meses y obligó a jornadas
pesadísimas hasta instalarlos en su destino, el Sacred Well.5
En abril de 1904, al regresar a Mérida de una expedición a
Tenosique, en la frontera de Tabasco con Guatemala, Alfred
M. Tozzer, el joven arqueólogo de Harvard que desde 1901
detentaba la Travelling Fellowship in American Archaeology concedida por el American Institute of Archaeology
(aia) para trabajar en el “área maya”, se encontró con que
Thompson había iniciado la exploración del cenote sagrado y recuperado ya piezas de gran valor.6 L. J. Cole, el novel
botánico del Museum of Comparative Zoology de Harvard, que gracias a la intervención de Alexandre Agassiz se
incorporara al frente arqueológico de Chichén Itzá, había
estado trabajando desde enero de ese año en el lodo que
comenzaban a extraer del cenote (“constantemente se hacen
grandes hallazgos”) y se preparaba para volver a Cambridge.7 Según sus apuntes, los trabajos preparatorios para el
dragado del cenote comenzaron a mediados de febrero de
5
Willard, The Sacred Well, p. 104.
Alfred M. Tozzer Diary 1903-1905, PM, Tozzer Library, Harvard University. Fl. 106 (en adelante Tozzer Diary). La entrada puede ser del 8 de
abril pues Tozzer menciona la partida de Cole al día siguiente. Coggins,
una autoridad en el dragado del cenote sagrado, data el inicio de los trabajos en el cenote el 5 de marzo de 1904. Coggins, “Dredging the Cenote”, p. 9. El propio Thompson, quien no menciona en su autobiografía la
fecha exacta del inicio de las operaciones, sí da los primeros días de ese mes
como el momento de arranque. Thompson, People of the Serpent, p. 171.
7
En 1910 Cole publicó un artículo sobre sus experiencias profesionales
en Yucatán, durante breves estancias en Progreso, Mérida e Izamal, “y
casi dos meses en Chichén Itzá”. Véase Cole, “The caverns”. Una apreciación crítica de su experiencia en contraste con la narrativa de Thompson sobre los primeros hallazgos puede verse en Coggins, “Dredging
the Cenote”, pp. 13, 16.
6
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1904, en ausencia de Thompson, pero fue el 5 de marzo que
habrían subido del fondo la primera cubeta con lodo. Hacia
el 10 de marzo apenas habían encontrado un fémur y huesos de un dedo humano. De allí en adelante, partes del osario se llevaron a la superficie, junto con pedazos de cerámica
y sahumadores.
Como todos los que pasaban por el frente arqueológico
bostoniano en Yucatán, Cole también fue incorporado al
“sistema” de contrabando montado por el cónsul, pero esta
vez para transportar objetos recuperados por el fotógrafoarqueólogo austroalemán Teoberto Maler, quien había quedado al cuidado de Tozzer: “una caja de huesos y algunas
vasijas […]”. Pocos días después el propio Tozzer mandó
desde Progreso dos cajas de “artefactos” por medio de un
“contratista […] que los pasaría por la aduana sin contratiempos”, y algo más tarde pudo comprobar que el comportamiento de los guardias aduanales, tan temibles en ciertas
ocasiones, dejaba mucho que desear en otras: en uno de sus
últimos embarques en Progreso, Tozzer retiró de su equipaje los objetos más valiosos y los escondió en sus bolsillos:
“Pero no abrieron nada, ni siquiera los baúles”.8 Aunque
nada se comparaba con la excitación que la exploración del
cenote sagrado producía en quienes participaban en el proyecto, un asunto que le restaba importancia a todo lo demás.
Tozzer estaba particularmente entusiasmado con el descubrimiento de “masas de copal con las mismas formas que los
lacandones elaboran actualmente […]”.9
8
Tozzer Diary, Mérida, entradas del 15 y 16 de abril; Chichén, entrada del 19 de abril; Progreso, entrada del 1º de mayo; Steamer Vigilancia,
entrada del 2 de mayo, ff. 106-107, 110, 122-123.
9
Alfred M. Tozzer, “Letters from the Field”. PMA, Tozzer Library,
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Sin embargo, el entusiasmo del joven arqueólogo no se
trasmitía con fluidez a los patrocinadores del proyecto.
A pesar del aparente éxito de las primeras operaciones en el
cenote, nubes de dudas ensombrecían los cielos bostonianos. Antes de los primeros hallazgos, como vimos, habían
pasado semanas sin que nada de valor fuera extraído, al punto que los promotores del proyecto comenzaron, desde esos
tempranos momentos, a dudar de su viabilidad. Durante las
primeras semanas el único triunfo del cónsul, basado en el
descubrimiento del osario que yacía en el fondo del cenote, fue haber comprobado the old tradition, referida por el
obispo Diego de Landa en el siglo xvi, que afirmaba que
el lugar era, en efecto, un espacio de sacrificios humanos.10
Pero en una o dos semanas, calculaba Thompson, ya se estarían alcanzando posiciones que rendirían resultados “tangibles” que compensarían los gastos realizados por los
Bostonians.11 Sin embargo, a fines de marzo los costos de la
operación, cuando apenas habían transcurrido dos meses de
su inicio, superaban ya lo previsto y Thompson se declaraba sin fondos para continuar y enfrentaba grandes dificultades para contratar trabajadores. Por esos días el agente
de los Bostonians se preguntaba si éstos querían continuar
con los trabajos de exploración del cenote, que estaban para
todos los efectos suspendidos a la espera de la solución de
Harvard University (de ahora en adelante Tozzer “Letters”). Carta
XXVIII, Chichén Itzá, 20 de abril de 1904.
10
Thompson a Putnam. Progreso, 25 de marzo de 1904; Thompson a
Putnam. Chichén, 30 de marzo de 1904. PMA, PMDR, FWPR, box 4,
folder 8.
11
Thompson to Bowditch. Progreso, 12 de marzo de 1904. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 8.
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los patronos. Como un acicate, Thompson les aseguraba
que “hasta ahora, apenas hemos entrado a la zona rica en
materiales y especímenes”.12
Las cosas empezaron a cambiar a mediados de abril, con
la mudanza de posición de la draga y el inicio de la extracción de piezas cada vez más impresionantes, encabezadas
por un atlatl con el relieve de una figura ricamente ataviada;
“su tocado o penacho se componía de un mosaico de finas
piezas de obsidiana, algunas porciones de éstas aún ocupan
su sitio; la astilla de una turquesa al centro del penacho me
lleva a pensar que la piedra central era una turquesa. Este
rostro está cubierto por una máscara de oro amartillado”. La
máscara se había desprendido naturalmente y Thompson la
había escondido tanto de los trabajadores como de la dibujante británica Adela Breton, que hizo una copia del atlatl
desenmascarado.13 La importancia del hallazgo fue debidamente calibrada. A pesar de su aversión por Thompson,
Tozzer lo celebró como “todo un avance, ya que Thompson requiere de todo el impulso que se le pueda dar”.14
Se trataba, después de todo, de la “primera pieza de oro
[encontrada] en Yucatán”.15 Pero conforme comenzaban a
emerger piezas de valor mercantil —y ya no sólo objetos
12
Thompson a Bowditch. Chichén, 30 de marzo de 1904. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 8.
13
Thompson a Putnam. Chichén, 12 de abril de 1904. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 8. El subrayado corresponde a mayúsculas en el original. Sobre la Breton en Chichén, véase Palacios, “El cónsul Thompson”, pp. 225-232.
14
Tozzer, “Letters”, Mérida, 17 de abril de 1904. Tozzer Diary 19031905. Sobre las difíciles relaciones entre Tozzer y el cónsul véase Palacios, “El Cónsul Thompson”, pp. 243-251.
15
Tozzer Diary, fl. 106.
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de interés etnológico—, Tozzer empezó a ser asaltado por
remordimientos y consideraciones éticas que se mezclaron
con ambiciones veladamente científicas y con una creciente vocación para los misterios de una aventura al margen de
la ley, llena de peligros:
Se han extraído tres cuencos de oro de un valor indecible, tanto intrínseca como científicamente, y se hace el mayor esfuerzo
posible por mantener el hallazgo en secreto. Se mantiene a los
hombres en los linderos del rancho, y se silencia al Inspector
de Ruinas mexicano, de modo que confiamos en que se mantenga el tema en secreto hasta que se termine el trabajo. La idea
de conjunto es en cierta medida cuestionable, y tengo ciertas
dudas respecto al arreglo y disposiciones finales de los especímenes que salieron a la luz en este trabajo en torno al cenote. Si
estos objetos de oro, únicos, se exhibieran alguna vez en algún
museo como provenientes de Yucatán, temo que su valor fuera
tan alto que generaría alguna complicación internacional, y que
México haría un esfuerzo por rehacerse de ellos, así como del
implemento de madera tallada [el atlatl con la máscara de oro].
El peligro desde esta perspectiva es tanto mayor, ya que quien
lleva a cabo esta obra es el cónsul de los Estados Unidos y no
un particular del mismo país. Se debe guardar la mayor reserva
respecto a todo el trabajo en torno al cenote, a cualquier precio,
hasta que todo termine por completo.16
Es sin duda paradójica la preocupación de Tozzer por
la función oficial de Thompson, pues la necesidad de este
tipo de cobertura para el mejor desempeño de sus labores
arqueológicas había sido precisamente el argumento más
16
Tozzer, “Letters”, Carta XXVIII. Chichén Itzá, 20 de abril de 1904.
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fuerte de los Bostonians y sus aliados, tanto en 1885 como
—sin tanto énfasis— en 1896, para lograr el nombramiento de Thompson. Esto es, el agente debía tener un amparo
oficial para poder llevar a cabo trabajos que un “particular”
estaría imposibilitado de realizar.17 Tal raciocinio había funcionado en la distante “área Boston-Cambridge”, pero visto de cerca resultaba que esa cobertura hacía más riesgoso y
delicado el trabajo del agente. ¿Qué había cambiado, además
del punto de mira? Por un lado, sin duda, la vigilancia de
las autoridades mexicanas: por más penetradas que estuvieran en algunos niveles por prácticas de corrupción, amiguismo y formas variadas de clientelismo, ya no era la misma
de las décadas de 1880 y 1890. La “manía maya” de los años
noventa, que se había extendido a otras áreas arqueológicas del país, había forzado al Estado mexicano, tan deseoso
de ser visto como un Estado moderno, a tomar providencias legales y a enunciar un discurso de protección de las
antigüedades localizadas en su territorio, que complicaban
en cierta medida las prácticas de saqueo y contrabando tan
comunes y que se habían desarrollado tan impunemente
en las décadas anteriores.18 De alguna manera, esa (obligada) toma de conciencia de las autoridades mexicanas también había repercutido en el marco conceptual del trabajo de
algunos de los nuevos exploradores de las ruinas del país, lo
que se sumaba a la creciente profesionalización de los investigadores extranjeros, que si bien continuaban apoyándose en la ecuación “mejor robados para ser cuidados” que
17
Véanse Palacios, “Los Bostonians”, pp. 150-151 y “El cónsul Thompson”, pp. 194-196.
18
Sobre esas providencias legales, las leyes de 1896-1897, véase Palacios, Maquinaciones.
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“nacionalizados para ser destruidos”, tenían ya una noción
de estar trabajando en el marco de un Estado que exigía, o
por lo menos esperaba, un mínimo de compostura en sus
labores. Tozzer en particular, como vimos, había colaborado
con y seguiría apoyando en cierta medida los esquemas de
contrabando de Thompson —no en vano estaban patrocinados por los mismos superiores académicos y financieros—,
pero lo hacía con cuestionamientos un poco atormentados sobre la legitimidad –porque de la legalidad no se podía
hablar– de esos modos.
Según lo dicho, todo indica que el dragado y el envío sistemático al Peabody Museum de objetos recuperados del
fondo del cenote sagrado habían dado inicio, a mediados
de abril de 1904, precedidos por los reportes de Thompson sobre los constantes descubrimientos producidos por
cada movimiento de la draga. En los primeros días de ese
mes, L. J. Cole regresaba a Cambridge con un baúl lleno
de especímenes retirados del fondo del cenote.19 En la carta que anunciaba el embarque, el cónsul incluía por primera
vez una inquietante (para este autor) información relativa a lo que parecían ser mejoramientos en su “sistema” de
contrabando: “hice que el underground railroad funcionara bastante bien desde mi regreso […]”.20 A fines de ese
mes, suponiendo que el baúl con su precioso contenido ya
19
Tozzer, angustiado con la posibilidad de que el gobierno mexicano
echara a perder la operación, había anotado: “Por suerte uno de los baúles con los hallazgos ha abandonado el país a salvo, de modo que nos sentimos más tranquilos”. Tozzer, “Letters”, Carta XVIII, Chichén Itzá, 20
de abril de 1904.
20
Thompson a Putnam. S.S. Monterrey, Off Progreso, s. f. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 8.
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671
estuviera en las instalaciones del museo, volvía a referirse al
intrigante elemento: “Mi underground railroad logró pasar
los especímenes por la aduana, y personalmente vigilé que
quedaran seguros a bordo del barco de vapor”.21
¿A qué se refería el cónsul con el término “underground
railroad, cuya primera mención en la correspondencia que
se ha conservado —en los casi 20 años de actividades de contrabando— parece ser de octubre de 1903”?22 Está claro que
en el sentido literal se trataría de un “tren subterráneo”, lo
que nos daría una insuperable imagen cinematográfica, digna de Indiana Jones: pequeños carros mineros pasando por
un túnel cavado debajo de la aduana de Progreso, llenos
de tesoros arqueológicos extraídos del cenote (como si, en
nuestros aciagos días, fuera droga transportada por debajo de la frontera), para ser inmediatamente embarcados en
los vapores de la Ward Line (también coludida desde siempre con esos esquemas) y transportados hasta el puerto de
Nueva York y de allí a los anaqueles del Peabody Museum.
Pero está también —no menos cinematográfica en su significado, sino en su concreción— la familiaridad de Thompson con el universo conceptual esclavista de los Estados
Confederados del Sur, ya manifestada repetidamente por
medio del empleo frecuente de términos, símbolos y actitudes pertenecientes a la constelación de la plantación sudista. En este sentido, el “underground railroad” del cónsul
21
Thompson a Bowditch. Chichén, 27 de abril de 1904. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 8.
22
Putnam a Bowditch. Boston [¿octubre?] de 1903. PMA, C. P. Bowditch Correspondence, 1904-1909. En la carta, en la que Putnam se congratula (“I am glad his underground railroad is working again”), se mencionan fechas de septiembre de 1903.
672
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sería una metáfora perversa de las redes de rutas seguras
para el traslado “hormiga” de esclavos del sur hacia los estados del norte para convertirlos en individuos libertos, redes
que aquí serían empleadas en la “liberación” de las piezas
arqueológicas de Chichén Itzá y de los otros sitios explorados.23 Es posible que la naturaleza, y sobre todo el tamaño
y la cantidad de los objetos encontrados, hayan determinado nuevos esquemas de contrabando, el principal de ellos
el underground railroad, que debe haber consistido, para
mantener la metáfora, en el uso de muchos emisarios, cada
uno cargando una porción de materiales, como era el caso
de la familia James, ya mencionado, o de la propia familia
Thompson.24 Al anunciar el funcionamiento de ese mecanismo, el cónsul había singularizado algunos de los objetos
más importantes encontrados hasta ese momento: “El Sr.
Tozzer lleva consigo un objeto que creo que lo complacerá
aún más. Se trata de un disco de cobre de nueve pulgadas de
diámetro, cubierta de figuras simbólicas y con algunos glifos […], que considero el mayor hallazgo a la fecha […]”.25
23
Sobre el sistema original véase, entre otros, Buckmaster, Let My
People Go.
24
Burnhouse confirma el método hormiga: “Thompson a menudo solicitaba a los científicos estadounidenses de visita en el país que llevaran
consigo pequeños paquetes de artefactos al Museo Peabody, donde se
almacenarían para estudios futuros y estarían a salvo de la mirada pública”. Burnhouse, In Search of the Maya, p. 186.
25
Thompson a Bowditch. Chichén, 27 de abril de 1904. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 8. Sin embargo, para darle a la metáfora un poco de
carnalidad, resulta que en 1926, durante las diligencias de la denuncia formal del gobierno mexicano contra Thompson por el saqueo del Cenote
Sagrado, Juan Martínez Hernández, ex Inspector y Conservador de las
Ruinas en Yucatán (1913), “dice cómo se extrajeron los objetos de forma clandestina en el ferrocarril express de los Ferrocarriles Unidos de
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En los primeros días de mayo de 1904, Tozzer se preparaba para retornar a Cambridge, una vez que acababa de ser
nombrado Instructor in Central American Archaeology en
Harvard a partir de 1º de septiembre de 1905, pero había
cambiado sus planes originales, que eran volver por tierra,
“ya que no podría sacar cosa alguna del país”. En un principio pensaba volver por tren, pero eso significaba exponerse a
la posibilidad de inspección de dos aduanas, la de Veracruz
y la de la frontera, donde los Bostonians no tenían esquemas de tránsito ilegal.26 Para entonces, en una segunda virada de sus opiniones sobre el agente del Peabody Museum
en Chichén Itzá, su admiración por lo que Thompson había
extraído del cenote ya no tenía límites:
Hoy hemos intentado encontrar palabras para expresar nuestra admiración por los hallazgos del cenote. Son sencillamente abrumadores. No puedo empezar a darle una idea de la magnitud, de la importancia tanto intrínseca como científica de la
colección. Hay platos de oro, cuencos de oro, estatuillas de oro
y campanas de oro, todas tan brillantes y pulidas como el día
en que se hicieron. Hay un cuenco de oro que pesa bastante
más que una libra. Y en cuanto al jade, no tiene fin. Probablemente haya más piezas de esta piedra preciosa originadas en el
cenote, de lo que tengan todos los museos del país en sus colecciones conjuntas […] Es el hallazgo del siglo, nada como esto
ha salido de México jamás antes. Será famoso por todo el munYucatán, declarándolos como fruta en cajas de madera […]”. Expediente 11/1926/Poder Judicial de la Federación/Juzgado I de Distrito/Ramo
Penal/1926. Mérida, Yuc., en Casa de la Cultura Jurídica, SCJ, Mérida,
Yuc., fj. 88anv. Hay otras declaraciones semejantes.
26
Mérida, entrada del 17 de abril de 1904. Tozzer Diary 1903-1905,
fl. 107; Tozzer, “Letters”. Carta XVIII, Chichén Itzá, 20 de abril de 1904.
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do, y temo al pensar en las complicaciones que pudieran darse. En su totalidad, la colección vale cientos de miles de dólares.
No puedo expresar mi sensación al verla desplegada en las charolas, y todo para el Museo Peabody. Se mantiene en máximo
secreto y jamás deberá aludir a esto en modo alguno, ya que no
se puede saber por qué medios se podría dar a conocer antes del
momento en que podamos mostrarlo al mundo. Estoy seguro de que el Gobierno de México tomará todas las medidas
posibles para recuperarlo si alguna vez se exhibe, y bien podría
tornarse en conflicto internacional, en la medida en que el Sr.
Thompson es el cónsul de los Estados Unidos. Dudo que alguna vez se pueda exhibir bajo el nombre del Sr. Thompson, y
mencionar la localidad de la que proviene. […] Mi responsabilidad será enorme, y me amilana la idea de ser portador de tales
tesoros invaluables. Pero tendrá que hacerse y podemos organizar el traslado, creo, de modo que haya poco o ningún peligro al pasar por la aduana mexicana […] Le escribiré al profesor
Putnam para que le informe al funcionario aduanal en Nueva
York de mi arribo, para que no haya retraso ahí […]. Al ir a
México, llevaré algunos de los jades a bordo del Crucero Ward,
y luego el Sr. Thompson y yo transportaremos el oro, cuando
vuelva en la misma embarcación. Los James nos ayudarán, y
entre todos podemos trasladar una buena parte, pero no puedo
llevar la colección completa conmigo, es descomunal.27
La colección de piezas de jade debería ir acondicionada en un “chaleco” que la señora James estaba confeccionando “para pasar la aduana”. Tozzer, que, como vimos,
esperaba poder retirar una buena cantidad de piedras de
esa manera, dejó Chichén el 1º de mayo convertido en un
27
Mérida, entrada del 17 de abril de 1904; Tozzer Diary 1903-1905, Chichén Itzá, entrada del 20 de abril de 1904, fl. 110.
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675
verdadero ingenio de contrabando: llevaba consigo una
maleta llena de cajas de habanos y “todo el jade”, acondicionado en su chaleco. Éste no tendría otra utilidad que servir
para el transporte del jade del consulado a Progreso, “pasar
la aduana y abordar el vapor”. En caso de que un chaleco no fuera suficiente, otros miembros de la familia James
también funcionarían como “mulas”: “Si no las podemos
transportar todas en una prenda, David Goff, el sobrino de
la Sra. James, utilizará otro, como el mío”.28 A la mañana
siguiente él y William James se dedicaron a empacar todos
los objetos de oro para que Thompson, en su calidad de
cónsul, se encargara de llevarlos directamente al vapor: “El
peso de la responsabilidad es sin duda enorme”.29 El 2 de
mayo los sentimientos no habían mejorado: “Tengo miles
de planes en cuanto a sacar los jades del país. Paso noches
en vela pensando en esto”.30 Pero sus temores resultaron,
como en otras ocasiones, infundados. No hubo ningún
incidente, ninguna inspección, y Tozzer consiguió abordar el vapor con todo su precioso cargamento, dejarlo en
su camarote y volver a Progreso para las últimas despedidas. Al día siguiente Thompson subió a bordo y culminó la
28
Tozzer, “Letters”. Carta XVIII, Chichén Itzá, 20 de abril de 1904.
Subrayado en el original.
29
Dzitás. 1º de mayo de 1904. Tozzer Diary 1903-1905, fl. 121. No hay
ninguna prueba concreta de que el estatuto oficial de cónsul haya sido
determinante para garantizar la facilidad con la que piezas de gran valor
—y en gran cantidad— hayan salido del país. Más bien, en toda la documentación al respecto campea la idea de un Thompson amigo de todos
los funcionarios de la cadena que debería vigilar el contrabando, desde
el mismísimo conservador de los monumentos hasta, casi siempre, los
empleados de la aduana.
30
Mérida, entrada del 2 de mayo de 1904. Tozzer Diary 1903-1905, fl.122.
676
GUILLERMO PALACIOS
operación: “Transfirió todo el contenido de sus bolsillos a
mi valija, donde las piezas están bajo llave”. Así, Tozzer dijo
adiós a Yucatán, en un vapor que llevaba algunos personajes de la casta divina meridana (varios miembros de la familia Guerra): “Hay varias putas a bordo, dos de la Habana y
aparentemente dos estadounidenses que se dedican a lo mismo”, y, como no podía faltar, “un buen pianista mexicano
[…]”.31 La frase final que cierra esa carta resume el estado de
ánimo de quien hasta unos pocos años atrás había sido un
inocente antropólogo, abierto a toda la indignación posible
frente a las injusticias del mundo y la maldad de los seres
humanos, convertido ahora en un experimentado contrabandista: “¿No somos todos unos malvados?”.32
la draga (y otras cosas) al descubierto:
el cenote rinde
A mediados de mayo Tozzer ya estaba en Cambridge discutiendo con sus patronos, en particular con Putnam y
Bowditch, su futuro inmediato mientras llegaba la hora
de asumir su cargo de asistente en Harvard. El informe
31
Steamer Monterrey. Entradas de 3 y 4 de mayo. Tozzer Diary 19031905, fls. 122-123.
32
Tozzer. “Letters”. Carta XVIII, Chichén Itzá, 20 de abril de 1904. La
carta abre con esa fecha, pero se extiende por varias páginas en las que se
relatan acontecimientos que naturalmente son posteriores y llegan hasta
inicios de mayo, sin que conste la fecha exacta de lo narrado. Browman
y Williams, apoyados en M. McVicker (2005), deducen que la instrumentación de Tozzer como contrabandista al servicio de Thompson y de sus
envíos a Harvard habría llevado al primero (¿arrepentido?) a convencer
al Peabody Museum para suspender el apoyo a Thompson. Browman y
Williams, Anthropology at Harvard, p. 121.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
677
que había dado sobre la exploración del cenote, independientemente de la narración de los hallazgos, había
preocupado e irritado al profesor Putnam, por los comentarios sobre la forma descuidada y poco profesional como
Thompson lidiaba con los restos extraídos, y por sus repetidas ausencias que le impedían vigilar de primera mano el
funcionamiento de la draga y sus productos.33 Bowditch,
sin embargo, minimizó los problemas y le recordó a su
colega que se trataba de una exploración absolutamente
inédita, que exigía métodos inventados y construidos sobre
la marcha. Lo importante era avanzar en los trabajos, “porque no podemos saber qué tan pronto pueda intervenir el
gobierno mexicano”. En ese sentido, la inversión realizada hasta ese momento a Bowditch le parecía plenamente recompensada, sobre todo teniendo en consideración
“las limitaciones del Sr. Thompson”.34 En ocasiones menos
exigente y desconfiado que Putnam, no tuvo empacho en
encomiar el éxito y enunciar una preocupación que ya
estaba en la mente de todos los involucrados: “sólo espero
que el gobierno no lo toque. Ojalá trajera esos especímenes de los que escribe de inmediato, antes de que se suscite la oportunidad de que los incauten”.35 Los temores de
Bowditch estaban fundados en razones concretas, además
33
Véase Coggins, “Dredging the Cenote”, pp. 12-13.
Bowditch a Putnam. Boston, 17 de mayo de 1904. PMA, C. P. Bowditch Correspondence 1904-1909, box 13, folder 141. Ciertamente es
notable la falta de referencias en la correspondencia de esos días al tesoro del cenote descrito por Tozzer en la carta XVIII. Thompson to Putnam. Progreso, 30 de mayo de 1904, 14 fls. PMA, PMDR, FWPR, box
4, folder 8.
35
Bowditch a Putnam. Boston, 1º de junio de 1904. PMA, C. P. Bowditch Correspondence 1904-1909, box 13, folder 141.
34
678
GUILLERMO PALACIOS
de la propia audacia de las exploraciones en el cenote, que
no estaban cubiertas por ninguna providencia legal. A principios de mayo un periódico de Mérida publicó un largo
artículo sobre los trabajos de Thompson, que incluía la
información explícita de la maquinaria instalada:
Nuestro particular amigo el inteligente arqueólogo don Eduardo
H. Thompson, propietario de la hacienda vecina a las ruinas, ha
instalado en el cenote un aparato semejante a una pequeña draga, el cual, con el auxilio de una grúa funciona admirablemente
sondeando el fondo del agua y sacando a la orilla los sedimentos depositados en él […] el señor Thompson ha extraído varios
objetos sumergidos allí quién sabe desde qué tiempo.
Sin embargo, aunque el autor del artículo, Antonio
Mediz Bolio, sólo habló de objetos poco relevantes (un
cráneo y varios huesos, bolas de copal, etc.), su testimonio
era una inocente constancia —aunque no denuncia— de
que la ley estaba siendo violada de manera sistemática con
“las investigaciones que hoy practica concienzudamente el
Sr. Thompson […]”. Después de referirse también a las pesquisas de L. J. Cole, quien se encontraba en Chichén cuando la visita del periodista, éste, después de afirmar que en
las universidades de Estados Unidos se estaba descifrando
el alfabeto maya, terminaba su texto con la siguiente advertencia, involuntariamente irónica a la luz de lo que pasaba
en el cenote sagrado: “Ojalá que se redoble el celo por el
cuidado de nuestros monumentos antiguos, orgullo nacional, y que tantos ignorantes estropean con desdeñosa indiferencia […] por enormes y sucios caracteres que escribió la
mano alevosa de los turistas, sin considerar su crimen de lesa
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
679
arte, de lesa historia y de leso patriotismo”.36 Para entonces, Putnam, ya con el apetito disparado por las maravillas
que los conductores del underground railroad de Thompson habían entregado, se rindió, igual que Tozzer, al acierto de las exploraciones acuáticas del cónsul. Las consideró
incluso, implícitamente superiores a las de Copán, sin dejar
de expresar preocupaciones básicas respecto a dos factores principales: que Thompson mantuviera la exploración
del Cenote hasta sus últimas consecuencias, y que el secreto fuera debidamente resguardado.37
La importancia atribuida por el curador del Peabody a
los rescates del cenote sagrado estaba basada en la fascinación que provocaba su relación con sacrificios humanos y,
desde luego, en las riquezas rituales asociadas con ellos, y
eso era probablemente lo que singularizaba la exploración
del lugar y la hacía sobresalir sobre las otras excavaciones llevadas a cabo por los agentes de los Bostonians desde la década de 1880. Así, durante todo el mes de abril y
mayo, partes del osario depositado en el fondo del cenote viajaron hacia Cambridge en cajas de madera y baúles
que también contenían fragmentos de antiquísimos textiles. El entusiasmo de Putnam era el mismo de Bowditch y
de Salisbury, y los tres coincidían en la necesidad de guardar el mayor secreto posible. Pero la visita de Mediz Bolio
36
Antonio Mediz Bolio, “Restos Humanos sacados del Cenote de los
Sacrificios en Chichén”. Mérida, abril de 1904. Recorte de periódico sin
referencia (probablemente la Revista de Mérida), enviado como anexo a
Bowditch a Putnam. Boston, 19 de mayo de 1904. PMA, C. P. Bowditch
Correspondence 1904-1909, box 13, folder 141.
37
Putnam a Thompson. Cambridge, Mass., 16 de mayo de 1904. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 8.
680
GUILLERMO PALACIOS
—a quien Thompson identificaba como uno de los directores de la Revista de Mérida—, por más inofensiva que
hubiera sido gracias a las artimañas del cónsul, no dejaba
de ser una muestra palpable de que la exploración del cenote sagrado de Chichén Itzá era ya un secreto a voces. En
ese contexto, el 20 de mayo de 1904 apareció una peligrosa
nota en la prensa meridana referente a los trabajos del cónsul: “El C. Santiago Bolio, conservador de ruinas y monumentos arqueológicos, ha consignado al Juez de Distrito
en el Estado, el hecho de haber instalado un señor Thompson en el cenote de Sacrificios en las ruinas Chichén Ytzá
[sic], una máquina para sacar objetos del fondo”, que, sin
embargo, a pesar de la gravedad de la denuncia, no tuvo, al
parecer, ninguna consecuencia.38 Pero temeroso de que las
tentativas de encubrimiento fueran más peligrosas que una
cierta cuidadosa transparencia, Thompson optó por seleccionar lo que se debería mostrar para desmentir las fábulas
sobre las supuestas (y reales) riquezas recuperadas y alejar la posibilidad de mayores inquisiciones y otros riesgos.
Mediz Bolio había aparecido de sorpresa, precisamente en
el momento en que la draga subía una cubeta con un incensario, y eso había determinado la nueva política de apertura
“controlada” del cónsul: “por tanto hablé libremente, hasta
cierto punto, con el editor. Le mostré algunos de los especímenes hasta cierto punto. / […]/ Ahora cualquiera puede venir cuando lo desee, y verá lo que yo quiera que vea,
y nada más”. Incluso daba a entender que una ocasional
38
“Denuncia”, en El Peninsular, Mérida (20 mayo 1904). Hasta el
momento no se ha podido localizar la acción de S. Bolio en el circuito
judicial de Mérida.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
681
demanda judicial del inefable Santiago Bolio, el inspector
y conservador, como la anunciada por El Peninsular, era
parte del plan para limpiar el proyecto del cenote sagrado o,
por lo menos, podía aprovecharse para eso: “no sólo espero, sino que deseo dicha contingencia // si no es demasiado
paradójico, pienso que mantendrá mi trabajo […]”. La otra
preocupación de Putnam, referente a que Thompson no
cejara hasta terminar el trabajo emprendido y evitara cualquier interferencia —léase sus actividades consulares—, fue
descartada por él como algo que ya estaba en la pauta de
su comportamiento: “Me temo que en verdad he abandonado // mis otros deberes, pero sólo será por un periodo
breve, y luego puedo compensar al gobierno intensificando mis actividades”.39 Así, a fines de mayo de 1904, tanto
el cónsul como sus patrocinadores pensaban que terminar la exploración del cenote sagrado de Chichén Itzá era
cosa de pocos meses.40 Para entonces, Bolio ya se había visto obligado a avisar a la Secretaría de Instrucción Pública
y Bellas Artes sobre la instalación de la draga —disfrazada de “maquinita”— y el inicio de su funcionamiento, presuroso de cuidarse las espaldas frente a rumores [¿Maler?]
de sus relaciones impúdicas con el cónsul angloamericano:
[…] a mi regreso a esta ciudad […] tuve noticia por el guardián
de las ruinas de Chichén Itzá, que el señor Eduardo Thompson y otro americano habían instalado en el Cenote de Sacrificios una maquinita que sirve para sacar cualquier objeto que se
39
Thompson a Salisbury. Progreso, 29 de mayo de 1904. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 8. Subrayados en el original.
40
Thompson a Putnam. Progreso, 30 de mayo de 1904, 14 fls. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 8.
682
GUILLERMO PALACIOS
halle en el fondo de dicho cenote, y como no hace mucho, personas mal intencionadas habían dado a U. informaciones desfavorables a mí, con este motivo me he abstenido de intervenir en
este asunto, y lo he consignado al C. Juez de Distrito para […]
demostrar que en el cumplimiento de mi deber no tengo consideración para nadie.41
En el oficio al juez de distrito, en el que pedía al magistrado asumir las funciones de inspector y conservador que
a él [Bolio] le correspondían, Bolio decía no haber querido
usar la fuerza para detener al cónsul “Por temor a una complicación internacional”.42 El hecho de que el inspector haya
preferido no intervenir directamente para afectar los intereses de su protector se puede interpretar de varias formas
(además de la anterior). Por un lado, puede ser evidencia de
que Maler estaba consiguiendo poco a poco corroer el tejido
de la red de relaciones políticas que Thompson había establecido para su protección, sobre todo mediante denuncias
dirigidas directamente a la Ciudad de México donde, como
ya se dijo, el cónsul no tenía el blindaje del que gozaba en
Mérida y alrededores.43 Por otro lado, el inspector y conservador parecía sentir cada vez más la soga al cuello, y en esa
peligrosa instancia prefería abstenerse del juego aun a costa de dejar al cónsul en relativo desamparo. Digo relativo
porque las relaciones de Thompson con el sistema judicial
41
Bolio a Secretaría de Justicia e Instrucción Pública. Mérida, 17 de mayo
de 1904. AGN, SJIP, c. 150, exp. 50.
42
Bolio a Secretaría de Justicia e Instrucción Pública. Mérida, 17 de
mayo de 1904. AGN, SIPBA, c. 150, exp. 50.
43
Sobre la feroz animadversión que Teoberto Maler sentía por Thompson, véase Palacios, “El cónsul Thompson”, pp. 252-267.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
683
meridano ya se habían mostrado repetidas veces bien aceitadas e inclinadas a su favor. Puede haber sido un juego lampedusiano de escena para dejar todo como estaba. Resulta
curioso que en el expediente enviado al juzgado Bolio no
haya hecho más referencia al “guardián de las ruinas” —que
habría sido un testigo a declarar—, sino que dijo haber obtenido la información sobre la draga gracias a “la prensa de la
capital” (¿el artículo de abril de Mediz Bolio?), y esto meses
después de su inauguración, pues argumentó haber visitado ruinas en el sur del estado. Por otro lado, la denuncia
al tribunal no se basaba en que Thompson hubiera violado alguna ley sino que, decía Bolio, “la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, que es de la que dependo, no me
ha comunicado haberle dado permiso a este Señor para la
instalación de dicha máquina […]”. Tres meses después de
la denuncia de Bolio, el juez de distrito se declaró incompetente para opinar sobre el asunto, y afirmó —no sin cierta ironía— que la única autoridad capaz de hacerlo era el
magistrado de circuito, “y como en este Estado no existe
esta autoridad”, el conservador tuvo que reasumir sus funciones: “me vi obligado a situarme en las Ruinas de Chichén
Itzá y ordené al Señor Thompson la suspensión de esos trabajos, lo que se verificó inmediatamente”. Tal vez lo más
importante de este episodio, aunque no haya tenido ninguna consecuencia en ese momento, fue el hecho de que Bolio
haya dejado a la vista “la línea de mesura de los terrenos de
la Federación del perímetro que ocupan las Ruinas para que
en caso de alguna reclamación del Señor Thompson pueda
justificársele con claridad que atravesó la línea de la Federación e invadió el Cenote de Sacrificios que se halla dentro”.
Al lado de esa demostración de autoridad, el conservador de
684
GUILLERMO PALACIOS
nuevo minimizaba los hallazgos del cenote: “restos humanos y algunas piedras sueltas que encontré a la orilla […]”.44
Los trabajos que Bolio dice haber suspendido “inmediatamente” no lo fueron de manera permanente, ni mucho
menos. A partir de junio de ese mismo 1904 los embarques
al Peabody Museum se aceleraron y varios baúles llenos de
objetos fueron enviados por el cónsul, siempre cuidadoso
de estar presente a la hora de pasar por la aduana y de subirlos a bordo de los vapores de la Ward Line.45 Evidentemente ese incremento mostraba que los depósitos del fondo del
cenote no eran las pequeñas cantidades que los Bostonians
y su agente habían previsto en un principio y que el horizonte de los trabajos se ampliaba de manera considerable.
Putnam, enfermo de ansiedad con los hallazgos y con la
pesadilla de intervención del gobierno, pedía una y otra vez
a Thompson que no descuidara la exploración, que no permitiera que nada se atravesara en su camino, y que prometiera no dar por terminadas sus labores “en tanto no saliera
a la luz todo lo existente en el cenote”.46 El cónsul, desde
luego, se manifestó enteramente dispuesto a llegar hasta el
fin, dependiendo “de las partes que suministran los fondos”
44
Bolio a Secretario de Justicia e Instrucción Pública. Mérida, 19 de
septiembre de 1904. AGN, SIPBA, c. 150, exp. 50.
45
Thompson a Bowditch. Chichén, 15 de junio de 1904; Thompson a
Bowditch. Progreso, 1º de julio de 1904; Thompson a Miss Mead. Progreso, 8 de agosto de 1904; Thompson a Mead. Progreso, 13 de agosto
de 1904. PMA, PMDR, FWPR, box 4, folder 9. Este último cargamento incluía “implementos musicales” e iba consignado a la exportadora de
henequén Henry W. Peabody, en Boston.
46
Carta a la que le falta la primera página. Lo citado está en la foja 4. Putnam a Thompson [¿Cambridge?, ¿junio de 1904?]. PM, PMDR, FWPR,
box 4, folder 9.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
685
y garantizando, con su peculiar bravata, que nada “fuera de
una fuerza definitivamente armada o de una seria enfermedad
que me afligiera, me apartaría de seguir hasta el fin, siempre que coincida con la inclinación de las ‘autoridades’ ”.
Sólo que los tiempos (y los fondos) que había calculado en
abril para concluir la exploración del cenote ya no serían
los mismos:
No tenía idea, cuando comencé (e incluso hasta muy recientemente), de que el trabajo tomaría tanto tiempo o, mejor dicho,
de que las obras serían de tal magnitud. Había supuesto y calculado que una zona muy pequeña, en torno a la fachada del
templo, sostendría todo lo que pudo haberse arrojado al Cenote. Después, las excavaciones que hice revelaron la verdadera
plataforma desde la que se lanzaron las ofrendas, y tal hecho
hizo que la zona probable [de existencia de piezas] fuera mucho
mayor que la que me parecía posible […] / Hasta donde veo,
ahora, el trabajo puede tomar tres o cuatro meses más, y resulta difícil predecir qué extraños hallazgos puedan resultar [de las
extracciones]. Como van las cosas, no pasa una semana, difícilmente un día, sin que encontremos algo extraño o desconocido
para mí, algo que me llena de un ávido deseo de continuar con
los trabajos a toda costa […].47
Hacia septiembre de 1904 las partes involucradas parecían haber llegado a un acuerdo sobre la continuación de la
exploración del cenote por un año más, a partir del 1º de
enero de 1905, si bien en un ritmo menos intenso, que le
permitiera al cónsul arqueólogo cumplir con algunas de sus
47
Thompson a Bowditch. Progreso, 1º de julio de 1904. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 9.
686
GUILLERMO PALACIOS
principales obligaciones oficiales. No obstante, en los meses
restantes de 1904 los trabajos se intensificarían para completar “el trabajo restante más urgente e importante, que
es el dragado de la zona más cercana a la orilla”. Una vez
alcanzada esa meta, las cosas podrían tomarse con más calma, pues los trabajos restantes, ahora que no temo interferencia gubernamental, decía Thompson, gran amigo de la
familia del nuevo gobernador, Olegario Molina, “[hacían
que] pueden continuar cuando mejor convenga”.48 El nuevo
modus operandi —con el respaldo político incluido— resultó tan animador que Bowditch comenzó a acariciar la idea
de drenar el cenote mediante la construcción de compartimientos estancos que permitieran secar el fondo y proceder
entonces a trabajar sobre tierra firme. Salisbury, entusiasmado con la idea, se dispuso a consultar con su amigo David
Casares el proyecto.49 Pero Thompson mostró las dificultades técnicas de vaciar un enorme receptáculo que estaba
siendo alimentado constantemente por corrientes que filtraban agua por millares de “pequeños veneros” conforme a
las características estacionales, y, además, se mostró escéptico sobre los resultados de ese procedimiento, que seguramente no superarían lo que su “método” estaba logrando
—y que constituían un claro peligro para su control de la
operación. Y para reforzar la idea informaba haber recuperado “más cuentas de jade que nunca antes en el mismo
espacio temporal” y otros valiosos objetos, entre los que
48
Thompson a Bowditch. Chichén, 2 de octubre de 1904. PMA, C. P.
Bowditch Correspondence 1904-1909.
49
Bowditch a Putnam. Boston, 28 de octubre de 1904. PMA, C. P. Bowditch Correspondence 1904-1909.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
687
sobresalía un atlatl de gran perfección.50 Era, de hecho, el
trabajo de su vida:
Considero que este trabajo del cenote es el suceso que corona
mi vida aquí. Todo lo que he hecho, todo lo que he aprendido,
y aquello por lo que he trabajado aquí, parece haberse orientado hacia este fin particular. He empeñado toda mi energía en la
meta de que estas obras logren conquistar un final exitoso, y
todo parece indicar que así será. Creo haber tenido éxito (gracias a la leal cooperación de Santiago Bolio) en mantener a raya
cualquier riesgo serio de interferencia, y ahora he mantenido el
trabajo con una rutina tal, que se desarrolla fluidamente y sin
fricción.51
Pero los rescates del cenote estaban creando una paranoia
creciente, producida por la ilegalidad de la empresa: “Guardo el oro y los jades en una caja fuerte bajo mi cama, encadenada a ésta. Nadie puede entrar a mi alcoba en momento
alguno sin que suene una alarma”.52 Por esos días una carta del cónsul, del 17 de diciembre, con detalles comprometedores del dragado del cenote, de los objetos obtenidos y
de los esquemas de corrupción empleados por el dueño de
la hacienda Chichén para mantener en secreto sus trabajos,
había llegado a su destinatario, Putnam, con claras seña50
Thompson a Bowditch. Chichén, 6 de noviembre de 1904. PMA, C.
P. Bowditch Correspondence 1904-1909.
51
Thompson a Salisbury. Progreso, 5 de noviembre de 1904. PMA, Letters E. H. T. to C. P. B., 1901, 1900-1903, box 1, folder 4.
52
Thompson a Salisbury. Chen Ku, 1º de marzo de 1905. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 10. Anexa a la carta está una relación de dos hojas
de objetos “que pueden ser de oro” y otra de piezas comprobadamente de
ese metal: “oro puro y aleaciones de oro”. Subrayados en el original.
688
GUILLERMO PALACIOS
les de haber sido abierta, lo que había encendido la alarma
entre los Bostonians. Bowditch pensó en un primer momento que podía haber sido abierta por funcionarios del gobierno mexicano, aunque lo tranquilizaba lo burdo del resello,
por lo que atribuía la violación al propio Thompson: “No
creo que las autoridades gubernamentales hubieran dejado tal desastre. Si la hubieran abierto ellos, sin duda habría
sido de manera mucho más pulcra. Al mismo tiempo, creo
que debemos advertir a Thompson que escriba lo menos
posible sobre el tema”.53 La carta en sí no era muy diferente de otras que Thompson había enviado con informes de
lo encontrado en las aguas del cenote. Relacionaba, sí, el
hallazgo de numerosos fragmentos de oro y de algunas piezas completas, como discos hechos de ese metal, así como
jades sueltos o incrustados en incensarios y sahumadores,
y un par de copas de oro que habían dejado maravillado a
su descubridor. Lo que sí era inédito en la misiva eran, desde luego, las señales de que la carta pudo haber sido abierta
por manos extrañas, y la descripción de los “métodos” del
cónsul agente de los Bostonians para mantener a los trabajadores silenciados y al inspector y conservador de las ruinas, Santiago Bolio, quieto:
Necesitaba renovar el cable antes de emprender el trabajo, y
era aún más necesario que todas las personas que conocieran
los hallazgos se abstuvieran de proferir una sola sílaba respecto a los increíbles sucesos. Me guie por lo que supuse era el
mejor medio de recurrir a su silencio por interés, mediante
el soborno, hecho de tal modo que el gasto final será, en realidad,
53
Bowditch a Putnam. Boston, 27 de diciembre de 1904. PMA, C. P.
Bowditch Correspondence 1904-1909.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
689
insignificante. / […] / Le dije a Santiago Bolio que […] le prestaría el dinero que necesitaba, sin intereses, pero tomando
como depósito, no obstante, su salario mensual o los recibos de
sus pagos […] al igual que lo hacía el prestamista. Así, garanticé su silencio y es parte de mi plan para mantener las cosas tranquilas. Luego le dije a los trabajadores que les pagaría no uno,
sino dos meses por adelantado para sus gastos, pero que solo
los deben gastar por las noches y durante los días de Navidad
y de Año Nuevo, ya que no podrían tener otras vacaciones. Y,
además, bajo ninguna circunstancia podrían salir de la plantación para ir de visita a las ciudades o a algún otro punto, hasta
que yo les diera permiso.54
Las operaciones de la draga continuaron durante todo
el primer semestre de 1905. Para entonces el cónsul, además de la gran cantidad de objetos de todo tipo que había
enviado a Cambridge, había obtenido —y conservaba en su
poder— una cantidad considerable de especímenes de gran
variedad, metales, textiles, piedras semipreciosas, incensarios, copal, cerámicas, maderas, armas y pequeñas esculturas, y una colección de campanas de cobre que no tenía
rival, incluyendo la existente en el siempre temible Smithsonian: “Excede por mucho a la que tiene el Museo Nacional, así como cualquiera de los museos del Estado mexicano
que yo haya examinado”. Había también incrementado su
underground railroad con el empleo de su familia como
portadores de objetos contrabandeados, además de Tozzer
54
Thompson a Bowditch. Progreso, 17 de diciembre de 1904. PMA, C.
P. Bowditch Correspondence 1904-1909. Bolio recibía de hecho un salario mensual de Thompson. Subrayados en el original. Sobre las relaciones entre ambos véase Palacios, “El cónsul Thompson”.
690
GUILLERMO PALACIOS
y de amigos de confianza que viajaban a Nueva York o
Boston, y con el descubrimiento de que los envíos de objetos por correo certificado dirigidos a su familia en Estados
Unidos llegaban sin problema. Tenía un equipo de trabajadores de absoluta confianza y métodos más que probados
para hacer desaparecer “cada uno de los hallazgos interesantes de modo tal que raya en lo mágico”, a la vista de
cualquier intruso, y había limitado al mínimo sus actividades consulares.55 En abril de 1905, Tozzer estaba por regresar a Chichén Itzá y Thompson ya le tenía preparado un
encargo para llevar al Peabody: “[…] los especímenes [de
oro] más valiosos y la mayor cantidad posible de los perfectos especímenes de jade”.56 Con noticias de tanta riqueza, Salisbury se preocupaba de que Thompson corriera una
suerte parecida a la de Le Plongeon y “su” Chac Mool, y
fuera sorprendido por una tropa del gobierno que le confiscara todo lo que conservaba en su poder.57 La respuesta
de Thompson a este tipo de advertencias siempre era la misma: a diferencia de otros excavadores, él trabajaba en absoluto silencio, administrando el secretismo para no excitar
excesiva curiosidad; sus hombres no abrían la boca por su
propio interés y, sobre todo, el cónsul tenía informantes y
espías en la capital del estado: “tengo amigos en Mérida ubicados de tal modo que ninguna orden en mi contra podría
55
Thompson a Putnam. Sacred Cenote, 8 de marzo de 1905. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 11.
56
Thompson a Putnam. Brink of the Chen Ku. 10 de abril de 1905. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 10.
57
Sobre Le Plongeon véase Desmond, “Augustus Le Plongeon”; Desmond y Messenger, A Dream of Maya; Palacios, “Los Bostonians”,
passim.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
691
ejecutarse sin que tuviera noticias con suficiente antelación
como para cubrirme y proteger mis ‘intereses’ ”.58 Para no
hablar del intrépido inspector y conservador de las ruinas, Santiago Bolio, quien mientras Thompson acumulaba y remitía a Cambridge cantidades crecientes de piezas
de alto valor potencial, se lucía ante sus superiores diciendo estar acompañando las exploraciones del cenote, durante las cuales “no permití al Señor Thompson tomar nada de
estos objetos”, prueba de lo cual era su modestísimo envío
de “cuatro pequeños incensarios de barro con el incienso
dentro […] y cinco cascabeles de cobre […]”.59 La tranquilidad con la que se realizaba el trabajo y los extraordinarios
rescates que se hacían constantemente del fondo del Cenote le permitieron a Thompson, lleno de confianza, comenzar a planear las próximas fases de la aventura una vez que
lo que él llamaba “Chichén subacuático” se hubiera agotado. Se trataba ahora del “Chichén subterráneo”, una fase en
la que el cónsul esperaba descubrir manuscritos enterrados
en el subsuelo de las ruinas.60 Mientras tanto, la estrategia de
informar de hallazgos sin importancia para desviar la atención del cenote se perfeccionaba cada vez más. Así, en julio
de 1905 Santiago Bolio confirmó a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes que Thompson seguía haciendo
exploraciones en el “Cenote de Sacrificios” de Chichén Itzá,
58
Thompson a Salisbury. Chen Ku. 11 de abril de 1905. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 10. Tanto en esta carta como en otra de la misma
fecha que le escribe a Bowditch menciona la necesidad de encuentros cara
a cara “for I have much to say that cannot now be written”.
59
Bolio a SIPBA. Mérida, 14 de julio de 1905. AGN, SIPBA, c. 151, exp. 3.
60
Thompson a Bowditch. Brink of the Sacred Cenote, 11 de abril de
1905. PMA, PMDR, FWPR, box 4, folder 11.
692
GUILLERMO PALACIOS
“con una maquinita que le servía para extraer objetos del
fondo”, aunque los descubrimientos que reportó no deben
haber incendiado la imaginación de sus superiores: “varios
objetos de barro rotos en su mayor parte, bolas de incienso, unos pequeños cascabeles de cobre, y gran cantidad de
restos humanos”. Ninguna mención del jade, oro, objetos
trabajados de madera, esculturas, etc. Según su relato, Bolio
habría impedido que Thompson se apropiara de esos objetos, los habría lavado y puesto en condiciones de remitirlos a México.61
salisbury muere y justo sierra visita chichén
Stephen Salisbury III murió en Worcester el 16 de noviembre de 1905, 62 menos de un mes después de más de un
retorno de Thompson a Yucatán, y su muerte —al parecer inesperada pues no hay ninguna mención de cualquier
padecimiento en su correspondencia de los días anteriores al
deceso— provocó, naturalmente, un fuerte sismo en el proyecto Chichén Itzá. Como se recordará, el presidente perpetuo de la aas había tenido un papel fundamental como
financiador paralelo de los trabajos de Thompson, a quien lo
unía un afecto paternal. Por eso, mientras el testamento no
fuera abierto y se supieran los planes que había dejado respecto a su protegido, y, en general, para el trabajo del Peabody Museum en América Central, el resto de los promotores
61
Bolio a secretario de SIPBA. Mérida, 14 de julio de 1905. AGN, SIPBA, c. 151, exp. 3.
62
Véase Nathaniel Paine, “Memoir of Stephen Salisbury”, en Proceedings of the Massachusetts Historical Society, second series, vol. 20 (19061907), pp. 412-419.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
693
y ejecutores del proyecto estuvieron en ascuas, temerosos
de que algunos miembros de la familia que no habían sido
favorecidos impugnaran el legado. Tanto Bowditch como
Putnam, los dos remanecientes del núcleo original de los
Bostonians, esperaban sin embargo por lo menos obtener
“lo que prometió para el trabajo en Centroamérica”.63 La
última intervención de Salisbury en el proyecto del cenote
sagrado había sido autorizar junto con Bowditch la compra
e instalación de los equipos necesarios para la siguiente fase
del trabajo en el cenote, la exploración subacuática a cargo de Thompson y de sus dos buzos asistentes, “la pandilla
submarina”. En septiembre de 1905, el cónsul había firmado
un contrato con Bowditch que incluía recursos para la compra de los aparatos necesarios para una operación segura.64
Tres meses después el cónsul ya estaba con los equipos
listos mientras mejoraba los mecanismos de la draga. Sin
embargo, una situación excepcional se anunciaba para el
futuro inmediato. Olegario Molina había sido reelegido para
el cargo de gobernador y había invitado al presidente Porfirio Díaz a visitar Mérida para asistir a su toma de posesión
en febrero de 1906. Ante esa emergencia, Thompson canceló
63
Putnam a Bowditch. Boston, 9 de diciembre de 1905. PMA, C. P. Bowditch Correspondence 1904-1909, box 13, folder 142.
64
Bowditch a Thompson. Boston, 20 de septiembre de 1905. Thompson
recibiría 2 000 dólares por un año de trabajo (que en realidad se entregaban a su familia en Farmouth, Mass.); Salisbury a Bowditch. Worcester,
25 de septiembre de 1905. PMA, Letters E. H. T. to C. P. B 1905-1909,
box 2, folder 11. De diciembre de 1904 a mayo de 1905 los Bostonians
habían invertido 2 850 dólares en los trabajos del cenote además de los
2 000 dólares del salario de Thompson (1 999.99 dólares). Bowditch a
Salisbury. Boston, 2 de noviembre de 1905; AAS, Salisbury papers, box
52, folder 4, Letters: Central America and C.P. Bowditch’s Estate claims.
694
GUILLERMO PALACIOS
todos los trabajos en Chichén Itzá, pues tenía informaciones de que parte de la comitiva del presidente, incluyendo
su secretario de Instrucción Pública, Justo Sierra Méndez, Alfredo Chavero, ya director del Museo Nacional, y
Leopoldo Batres, planeaban visitar las ruinas y su hacienda,
y era posible que el propio presidente quisiera también conocerlas. A pesar de lo potencialmente delicado de la situación,
Thompson no se amilanaba: “No tenga temor alguno del
resultado de la visita. Es de lo más inoportuno para nosotros en todo sentido, pero no he vivido aquí todo este tiempo, combatiendo este tipo de influencias, en balde. Estaré
en mi terreno y dirigiré las cosas tal como lo desee. Pero
las obras deben suspenderse en lo que respecta al cenote, hasta que la visita concluya y no haya moros en la costa”. Una vez que la emergencia hubiera pasado, Thompson
pensaba comenzar la exploración subacuática del cenote.65
El 22 de enero de 1906 (¿?) un grupo de 27 políticos federales con su corte de ayudantes visitó Chichén Itzá, encabezados por Justo Sierra, a quien acompañaban Leopoldo
Batres (identificado por Thompson como “su secretario”),
Rafael Zayas y Santiago K. Sierra (señalado ahora como
director del Museo Nacional). Por si fuera poco, Teoberto Maler consiguió que Batres lo llevara en la comitiva.
Thompson preparó una recepción digna de un dueño de
plantación:
[…] Puse en orden la comida, la bebida y los sitios para dormir en la casa principal, y ahí esperé la arremetida con calma. Se
65
Thompson a Bowditch. Progreso, 15 de diciembre de 1905. PMA,
PMDR, FWP, box 4, folder 11. Subrayado en el original.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
695
presentó. Alrededor del medio día, de pronto aparecieron nueve volantes por la plantación, y llegó la gente a raudales. Estaba
listo con mi mayordomo y ayudantes, principalmente el cocinero y meseros, para recibirlos. […] Los acogí a lo largo de tres
días y dos noches –veintisiete personas en mi mesa, doce en la
mesa de la servidumbre y los choferes, y treinta mulas que cuidar en los corrales. Lo pasaron bien. Me encargué de que así
fuera, y se cumplió. Partieron al tercer día.
Según la versión de Thompson, Sierra salió feliz de Chichén, lleno de elogios y agradecimientos por la recepción,
mismos que le repitió al gobernador Molina. No obstante, como era previsible, Maler trató de predisponer a Batres
contra el cónsul y llevar al ministro a ver las excavaciones
hechas en la tumba del Gran Sacerdote y otros lugares. La
enemistad, ya cimentada por la rivalidad dentro del círculo
de los Bostonians, se fortaleció con la visita: “Sé que Maler
es su amigo y protegido, pero al mismo tiempo no puedo
evitar expresar mis sentimientos diciendo que se trata de un
sujeto solapado y envidioso, así como de un granuja calculador”. Tan evidentes habían sido las intrigas del rival que,
siempre según la narrativa de Thompson, el propio Justo
Sierra le había dicho que no se preocupara pues nada de lo
que Maler dijera mellaría la estimación que sentía por él. Por
otro lado, las maniobras del austriacoalemán habían tenido
al final un efecto positivo en la visita, “ya que dirigió tanto la atención de Sierra y de Batres en torno a las obras del
montículo, que las del cenote se consideraron apenas como
experimento interesante a ser elogiado”.66 No sin razón, el
66
Thompson a Bowditch. Progreso, 5 de febrero de 1906. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 12. Sobre la visita de Justo Sierra a Yucatán y a sus
696
GUILLERMO PALACIOS
cónsul afirmó haber salido “victorioso” de la visita de parte del gabinete presidencial a Chichén Itzá, pues días después —en su papel de representante de Estados Unidos en
la región— había incluso acompañado al gobernador Molina a despedir a don Porfirio en Progreso.67 Restaurada la
normalidad provinciana, Putnam recibió de Thompson un
relato actualizado de su interminable pendencia con Maler:
Ahora que todo ha terminado, y tengo motivo para sentirme
tan satisfecho con los resultados, no estoy de humor para condenar a nadie, pero si Maler alguna vez en el futuro intentara
socavar mi trabajo con sus taimados modos de baja calaña, no
tendré tanta paciencia. Se excedió esta ocasión; sin embargo, su
empeño se volvió en su contra, con la consecuencia de que ahora no tiene oportunidad de lastimarme ante las autoridades. Sus
venenosas intenciones en Chichén quedaron tan al descubierto
que repugnaron al Ministro, Justo Sierra, y, mientras estuvieron
en Uxmal, donde no fui, intentó plantear otras insinuaciones
sitios arqueológicos, incluido Chichén Itzá, véase Dumas, Justo Sierra,
pp. 236-244. Hay una buena descripción de la visita en Coggins, “Dredging the Cenote”, p. 21. Una semblanza romántica del personaje puede
consultarse en Mediz Bolio, “El iracundo sabio don Teoberto Maler”,
incluido en su A la sombra de mi ceiba, pp. 193-196. Más recientemente, Ignacio Gutiérrez Ruvalcaba publicó un precioso estudio sobre
Maler, llamado simplemente Teoberto Maler.
67
Thompson había tenido que cumplir necesariamente a rigor sus funciones de representante oficial del poderoso vecino del norte en Yucatán,
y había coordinado reuniones con la colonia angloamericana de Mérida
para tomar parte en los homenajes al presidente. Thompson a H. D. Price, Ass. Secretary of State. Progreso, 27 de noviembre de 1905. NARA,
Records of the Foreign Service Posts of the Department of State, Record
Group 84, Merida and Progreso Consular Posts, vol. 8. Hay una simpática y sintética descripción de la vista de Díaz a Mérida y alrededores en
Reed, La guerra de castas, pp. 241-242.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
697
en mi contra. El Sr. Sierra y Audamauro Molina lo acallaron,
y lo hicieron de modo tal, que éste no ha aparecido en público
desde entonces. Presumió ante ciertas personas de que la visita del Ministro Sierra sería el suceso que daría por terminada mi
carrera científica en México, y la de Santiago Bolio como Inspector de Ruinas. […] La visita tuvo lugar, el grupo entero vino
a Chichén, tal como Maler anunció, y cómo planeé que sería,
vieron todo, esto es, casi todo, y lo pasaron bien. Yo me encargué de que así fuera […] Me costó un total de mil dólares en
moneda mexicana, pero valió la pena multiplicado por más, para
mí y para los trabajos. […] El resultado de la visita no fue exactamente el que Maler predijo y por el que se empeñó. En lugar
de que mi carrera terminara, ahora estoy en situación de llevar
a cabo las obras de manera mucho más abierta y bajo mejores
condiciones que nunca antes. Santiago Bolio aún es Inspector de
Ruinas, y su jurisdicción no solo se incrementó, sino que incluso su salario se duplicó. Ahora bien, dejemos a Maler de lado, y
permítaseme hablar de otros temas, más agradables.68
68
Thompson a Putnam. Chichén, 10 de abril de 1906. PMA, PMDR,
FWP, box 4, folder 12. Subrayado en el original. La recepción de las intrigas en Boston/Cambridge fue típicamente flemática: “[…] como su pelea
no ha infligido daño alguno a ninguno de nosotros, creo que bien podemos ignorar el tema por completo aquí”. Bowditch a Putnam. Boston,
17 de mayo de 1906. PMA, C. P. Bowditch Correspondence 1904-1909,
folder 143. Mediz Bolio, sin mayores referencias, afirma que “Don Justo
y sus acompañantes [entre los que señalaba ‘el notable mayista don Juan
Martínez Hernández y el sabio don Teoberto Maler’] vieron la draga en
cuestión —que estaba ya fuera de servicio— y se enteraron de todos los
trabajos // de Thompson, y ni en ese momento ni nunca después hicieron observación alguna”. Mediz Bolio, A la sombra, pp. 189-190. Burnhouse, tal vez apoyado en esa declaración, afirma que la falta de acción de
Sierra y Batres ante las exploraciones de Thompson y la draga “solo pueden atribuirse a la indulgencia del régimen de Díaz para con los extranjeros en México”. Burnhouse, In Search of the Maya, p. 187.
698
GUILLERMO PALACIOS
Como si todo eso no bastara, en septiembre de 1906,
Thompson recibió un golpe que debe haberle cimbrado el
entendimiento: el día 3 de ese mes Santiago Bolio murió de
manera patética en el vagón de tercera clase del tren que lo
llevaba, gravemente enfermo, de Dzitás a Mérida, y los Bostonians supusieron correctamente que la desaparición del
amigo de Thompson tendría serias consecuencias sobre el
trabajo en Chichén.69 Aunque no en el cortísimo plazo: a
sólo diez días escasos del acontecimiento, Thompson, que
se encontraba en Cambridge, Mass., en su acostumbrado
periodo vacacional y que seguramente ignoraba la muerte
de su amigo y protegido, se ocupó de recibir un cargamento enviado por él mismo al Peabody Museum, compuesto,
entre otras cosas, de “cuarenta piezas sueltas de discos de
oro de diversos tamaños[,] dos máscaras de oro puro amartillado, la mayor parte de una gran máscara de oro de más de
ocho pulgadas de diámetro […] Un anillo de oro. Un ornamento tipo escarapela, también de oro puro […] Un ídolo
o amuleto, de oro macizo, de tres pulgadas. Cuatro campanas de oro […]”, etcétera.70
Poco tiempo después del retorno de Thompson a Yucatán, Andrés Solís Cámara, hijo de Vicente Solís, el rico propietario de la hacienda Xkanchakan, en cuyos terrenos
69
“Muerte violenta de D. Santiago Bolio”, La Revista de Mérida (3 sep.
1906); “La muerte de D. Santiago Bolio. Cómo fue traído el enfermo
desde Dzitás”, La Revista de Mérida (6 sep. 1906). Maler, “Chichén”,
fs. 28-29, incluye una fría descripción de la penosa agonía y muerte de
Bolio. Véase también Sellen, “El último viaje”; Bowditch a Putnam.
Boston, 20 de septiembre de 1906. PMA, C. P. Bowditch Correspondence 1904-1909, box 13, folder 143.
70
Thompson a Bowditch. Cambridge, Mass., 12 de septiembre de 1906.
PMA, Letters EHT a CBP 1905-1909, box 2, folder 11.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
699
estaban las ruinas de Mayapan y que había sido visitada por
Justo Sierra, asumió el cargo de conservador de monumentos, y como parte de su bautizo de fuego hizo una visita a
una Chichén Itzá que ya llevaba casi diez años de ser “propiedad de la Nación”, esto es, formalmente sustraída a la
esfera privada.71 El nuevo funcionario produjo un desalentador informe que mostraba la absoluta inutilidad de las leyes
promulgadas diez años atrás:
He encontrado las inscripciones y pinturas golpeadas, destruidas y manchadas debido a dos causas que me permito exponer:
la primera es la libertad en que se encuentra todo individuo de
pasear libremente [por] las ruinas sin necesidad de permiso ni
consentimiento de ninguna autoridad; la segunda es la detestable costumbre existente de que todo visitante se crea autorizado para escribir su nombre en las paredes manchando las
inscripciones y pinturas y aun para llevarse como recuerdo
fragmentos de ellas. […] Sería conveniente […] disponer que
no puedan visitarse estos monumentos sin un permiso gratuito
de esta oficina dado por escrito y mandar fijar en todos los referidos edificios carteles impresos en que se haga saber a los visitantes […] que está prohibido, bajo las penas que señala la ley,
el manchar o deteriorar cualquier parte de las mencionadas.72
Para entonces, el uso del motor de la draga estaba comenzado a tener serios efectos colaterales que al final llevaron
a la suspensión de los trabajos. La trepidación causada por
71
Maler afirma que el nombramiento fue la manera de Justo Sierra de
agradecer la hospitalidad de Solís cuando su visita a Yucatán. Maler, “Chichén”, fl. 30 AHINAH.
72
Cámara Solís a SIPBA. Mérida, 15 de octubre de 1906. AGN, SIPBA, c. 171, exp. 4.
700
GUILLERMO PALACIOS
las máquinas y las reverberaciones provocadas por las subidas de las pesadísimas canastas habían llegado al punto de
afectar la solidez de las paredes del cenote, compuestas por
estratos de roca separadas por gruesas capas de una fina
arcilla (kut), y provocar el desmoronamiento de ese material (una “sustancia parecida a la harina”), precisamente a
espaldas de la plataforma que servía de base para los trabajos del equipo de Thompson y donde se erigía el templo del cual se presumía se arrojaban humanos, animales
y objetos al Cenote de los Sacrificios: “Por último y con
gran desazón, me vi obligado, por prudencia, a dar por terminado el trabajo antes de que el proyecto en su conjunto
se arruinara […] me deprimí muchísimo durante un lapso
considerable, porque esto significaba el abandono total y
absoluto del proyecto de buceo, plan que anhelaba poner
en práctica en el momento adecuado”. Las buenas eran que
los hallazgos continuaban siendo excepcionales, si bien no
había habido oportunidad de enviar más baúles por la llegada de un nuevo jefe de la aduana de Progreso, ante el cual
el cónsul aún no se sentía seguro.73 Por otro lado, el sucesor de Bolio en el cargo de inspector y conservador de las
ruinas, Andrés Solís Cámara, parecía tener menos compromisos con el cónsul de lo que había tenido el anterior titular, pues en noviembre de 1906, escasos 15 días después de
su informe sobre el deterioro general de las ruinas de Chichén Itzá, encontró la draga y lo reportó a la Secretaría de
Instrucción Pública y Bellas Artes:
73
Thompson a Bowditch. Chen Ku, 7 de marzo de 1906. PMA, PMDR,
FWP, box 4, folder 12.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
701
El C. Americano Eduard H. Thompson propietario de la finca denominada Chichén tiene instalada una grúa en el cenote conocido bajo el nombre del Lago Sagrado […]. La referida
grúa sirve al mencionado señor Thompson para extraer del lago
el referido fango con el fin de hallar en ese fango antigüedades.
/ Como me hallo desprovisto por completo de todo género de
datos respecto a este asunto e ignoro si el lago y la grúa son o
no propiedad de la Federación, tengo el honor de comunicarlo
a esa Superioridad para que se sirva resolver sobre el particular
y comunicarme sus respetables órdenes.
La respuesta fue sorprendentemente tibia. Para continuar sus exploraciones Thompson debería recabar el permiso correspondiente de la Secretaría de Instrucción Pública y
Bellas Artes, mismo que le sería concedido conforme a las
leyes vigentes (las de 1896-1897), pero mientras tanto podía
continuar con el dragado del cenote “bajo la inspección del
C. Conservador de Monumentos y, en todo caso, en el concepto de que los objetos fruto de dicha exploración, como
son de propiedad nacional deben quedarse en el Museo
Nacional”.74 En Boston, Bowditch comenzaba a notar que
los nuevos hallazgos eran simplemente más de lo mismo y
que el cenote ya no estaba produciendo novedades dignas
de nota.75
74
Andrés Cámara Solís a secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes.
Mérida, 7 de noviembre de 1906; subsecretario de Instrucción Pública y
Bellas Artes a Cámara Solís. México, 28 de noviembre de 1906. AGN,
SIPBA, c. 151, exp. 3.
75
Bowditch a Putnam. Boston, 17 de mayo de 1906. PMA, C. P. Bowditch Correspondence, 1904-1909, box 13, folder 143.
702
GUILLERMO PALACIOS
el cenote se seca y los BOSTONIANS se van
Cercado o no de sospechas cada vez más apremiantes, protegido o no por la investidura consular de Thompson, de
cualquier manera, el trabajo en el cenote estaba condenado,
por lo menos en lo que al Peabody Museum se refería. Es
probable que el conjunto de problemas, coronados por la
muerte de Salisbury y la consecuente desaparición de sus
siempre generosos recursos, hayan determinado nuevas
dificultades para el financiamiento bostoniano al cónsul y
señalizado un punto final. Tiempos tormentosos se aproximaban. Las instrucciones de Cambridge indicaban que
hacia abril de 1907 la aventura debía llegar a su fin. Es posible que las dificultades técnicas de la operación finalmente
hayan sobrepasado las capacidades inventivas de Thompson, y no es difícil imaginar que las constantes intrigas de
Maler hubieran por fin hecho mella en Putnam y Bowditch.
A fines de 1906 e inicios de 1907 también hubo una notable
disminución en los hallazgos, por más que Thompson cambiara una y otra vez la posición de la draga. En febrero de
1907, tres años después de iniciado, el dragado habría sido
finalmente suspendido, con leves esperanzas de retomarlo
más adelante: “Abandonaré el trabajo del cenote y lo que
aún pueda contener con pesar, pero ahora creo que probablemente sea la mejor opción. Quizá más tarde pueda aún
encontrar los medios para retornar a él […]. Aparentemente, o hemos sacado todo lo que había, o lo que queda está
fuera de mi alcance, cuando menos por ahora”. La que parecía ser la inminente salida de Thompson, o, mejor, del Peabody Museum, se balanceaba con la aparición de un nuevo
actor: “Entiendo que el Sr. Sylvanus Morley me visitará muy
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
703
pronto. Pondré todo mi empeño en que su visita a Yucatán sea exitosa. Sus esfuerzos muestran que tiene ‘agallas’
y perseverancia, y a futuro podría tratarse de alguien que
haga un buen trabajo”.76 Sin embargo, en marzo de 1907,
tan sólo un mes después de haber jurado que abandonaba el cenote, Thompson pidió por segunda vez en su carrera (aparentemente sin avisar a los Bostonians) autorización
oficial para sus exploraciones, esta vez directamente a Justo Sierra, secretario de Justicia e Instrucción Pública. Como
un gesto al nuevo conservador de las ruinas, intrigado por el
régimen de propiedad de la “maquinita” y del propio cenote, el cónsul solicitaba reiniciar los trabajos de la draga después de una breve interrupción, y ofrecía a cambio ceder el
equipo (que técnicamente le pertenecía al museo de Harvard) al gobierno federal después de junio de 1907 (y no de
abril, como había sido la determinación bostoniana para el
fin de la exploración del cenote):
Que habiéndose descompuesto algunas piezas importantes
de la grúa que me servía en los trabajos de draga en el cenote de
Chichén Itzá […] pensé suspender las operaciones indefinidamente; pero como he conseguido últimamente la reparación de
dicha grúa por un costo relativamente bajo, estoy por seguir
mis investigaciones científicas previo permiso de Ud. Pasado el
mes de junio, me será grato poner a su disposición el antedicho
apa[rato] para los fines que Ud. crea conveniente. / En virtud
de lo anteriormente expuesto, a Usted respetuosamente pido se
sirva aceptar mi oferta y me extienda el permiso de referencia.77
76
Thompson a Putnam. Sacred Cenote. 5 de febrero de 1907. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
77
Thompson a Justo Sierra. Mérida, 11 de marzo de 1907. AGN, SIPBA,
c. 152, exp. 56.
704
GUILLERMO PALACIOS
Hay que notar que desde fines de 1906, Bowditch estaba
llegando a la conclusión de que la caja de pandora arqueológica que ellos habían abierto 20 años atrás estaba a punto de tragárselos, y que las fuerzas de sus instituciones, el
Peabody Museum, el American Institute of Archaeology
y quién sabe si las del propio American Museum of Natural History, eran insuficientes (o estaban demasiado esparcidas) para enfrentar los crecientes desafíos logísticos y
financieros planteados por los constantes descubrimientos
realizados por sus agentes en los sitios precolombinos de
Mesoamérica. Nuevas fuerzas, más estructuradas y, sobre
todo, mejor financiadas, debían llamarse a colaborar y, tal
vez, a sustituir a los pioneros. Los intereses y la competencia
en el campo arqueológico se multiplicaban cada año, como
lo demostraba la reciente iniciativa de Franz Boas —tan
próximo a Putnam— de formalizar los emprendimientos
arqueológicos internacionales en México por medio de la
creación de una escuela multinacional y multiuniversitaria, la idea embrión de la International School of American Archaeology and Ethnology.78 En ese nuevo contexto,
las energías y los recursos de los mecenas bostonianos —y
la muerte de Salisbury parece haber marcado un momento más que simbólico de ruptura— ya no eran capaces de
acompañar el ritmo y el volumen de capital necesario para
78
Sobre la International School of American Archaeology and Ethnology
hay una abundante bibliografía, desde el clásico Godoy, “Franz Boas”
hasta los recientes trabajos de M. Rutsch. En 1915, el propio Boas publicó
un resumen de las actividades de la Escuela desde su fundación hasta
1914. Véase Boas, “Summary of the Work”. Véase también Swanton,
“Anthropologic Miscellanea”, pp. 540-541.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
705
continuar lo que ellos habían comenzado, casi amorosamente, décadas atrás. Su función estaba llegando al fin. La alternativa era buscar un sustituto, y la opción, por lo menos
para tenerla presente en un futuro no muy lejano, fue un
nuevo aliado, la Carnegie Institution de Washington, con
su brillante joven arqueólogo Sylvanus G. Morley a la cabeza. No hay cómo evitar cierta sorpresa al constatar el sentimiento de propiedad sobre la exploración arqueológica del
“área maya” que los Bostonians habían adquirido a lo largo
de sus 30 años de presencia en la región, pues, decían, sería
necesario hacer una serie de ajustes en el entramado de las
instituciones originales “en caso de que // decidamos solicitar a los integrantes del Consejo del Carnegie que tomen
posesión de la arqueología y etnología americanas”.79 Para
hacer más complejo el entorno, Bowditch pensaba que
había que acostumbrarse a la idea de que el “establecimiento de una escuela arqueológica en México, también está[ba]
en discusión”,80 amenazaba con crear un marco institucional y un ambiente científico de una formalidad tal que a su
lado la aventura bostoniana corría el riesgo de parecer un
juego iniciático, una nota al pie de página en la historia de
la arqueología estadounidense en Yucatán.
Mientras tanto Putnam comenzaba a buscar investigadores que pudieran continuar el trabajo, en particular en lo
que a la lectura de los códices “mayas” se refería, en tanto
no se llegara a una decisión sobre pedir o no la intervención
de la Carnegie Institution de Washington para que tomara
79
Bowditch a Putnam. Boston, 6 de diciembre de 1906. PMA, C. P.
Bowditch Correspondence 1904-1909, box 13, folder 143.
80
Bowditch a Putnam. Boston, 6 de diciembre de 1906. PMA, C. P.
Bowditch Correspondence 1904-1909, box 13, folder 143.
706
GUILLERMO PALACIOS
la estafeta del Peabody Museum en la exploración arqueológica yucateca. Y, naturalmente, el nombre que apareció fue
el de Morley, quien estaba ya con viaje marcado y anunciado a Yucatán, contagiado por el entusiasmo de Tozzer, uno
de sus instructores, por los jeroglíficos. Morley, entonces
con 23 años, sería el primer beneficiado de un proyecto para
fundar un programa de “becas de investigación” en el Peabody, que en el mediano plazo permitiera formar un grupo
de especialistas dedicados a resolver los problemas planteados por las “antigüedades mexicanas”, las “mayas” en
primer lugar. Si el proyecto de la beca del museo no progresaba, siempre habría que encontrar el sustituto de Tozzer
como “asociado” del American Institute of Archaeology.
Para Putnam, Morley era, sin duda, el mejor candidato:
Ahora bien, se trata justo del tipo de persona que puede colaborar. Es listo y está lleno de entusiasmo por este campo en
particular […] Si pudiéramos ofrecer a Morley una beca de
investigación en arqueología centroamericana y mexicana, a su
vuelta de México se garantizaría sin duda que orientara su obra
en esta dirección de por vida, y con sus habilidades naturales
y su capacitación, está plenamente justificado esperar que sus
investigaciones produjeran resultados importantes.81
Pero aparte de esas elucubraciones que apuntaban hacia
la salida de los Bostonians originales del frente arqueológico
81
Putnam a Bowditch [Cambridge, Mass.] [diciembre de 1906]. Para
enero de 1907 ambos Bostonians habían diseñado ya los fundamentos
del plan que sería sometido a los Trustees de la CIW, temerosos de que el
proyecto de la Escuela Internacional, que convocaba a las universidades
de Berlín y París, pudiera complicar la entrada de la Carnegie. PMA, C.
P. Bowditch Correspondence 1904-1909, box 13, folder 143.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
707
peninsular, en el campo yucateco los problemas se acumulaban. Las relaciones entre Thompson y sus patronos entraban en una espiral de aspereza creciente y aparecía una
peligrosa faceta relacionada ahora con la oficina consular
y con el poco manejable Departamento de Estado. Desde
inicios de 1907 se habían dado una serie de desentendimientos entre Thompson y Bowditch, cada vez más impaciente
con lo que le parecían evasivas del cónsul,82 y ahora cierto
de que la muerte de Bolio creaba peligros inminentes; una
preocupación que había trasmitido a Thompson, aconsejándole depurar sus métodos antiguos y ceñirse cada vez más
a las reglas establecidas por el gobierno mexicano. La respuesta del cónsul confirmaba lo acertado de la advertencia:
Los viejos métodos que hasta ahora habían orientado mi
voluntad y cumplido con las tareas que me impuse, pese a la
legislación y pese a casi todo, a excepción de mi propia creencia respecto a qué era lo mejor y lo que no debía hacerse, ya
no están disponibles o no se pueden sostener durante mucho
tiempo más y, para mantener el trabajo en marcha, será necesario que, tarde o temprano, lleguemos a algún acuerdo “internacional”, tal como afirma en su misiva. / Puedo dominar las
condiciones y las cosas aquí durante algún lapso más, quizá
por tiempo indefinido, pero, bajo las circunstancias, creo que
sería sensato acogerse al “orden legal y de las cuestiones estipuladas”, y hacerlo de manera voluntaria y en buenos términos
82
En los primeros días de enero de ese año Bowditch se sorprendió con
la idea de que Thompson, habiendo dado por terminados sus trabajos en
el cenote, estaba a punto de abandonar toda y cualquier actividad exploratoria para dedicarse a vivir de conferencias. Bowditch a Putnam. 5 de
enero de 1907. PMA, C. P. Bowditch Correspondence 1904-1909, box
13, folder 143.
708
GUILLERMO PALACIOS
mientras aún podamos. […] Así, cuando termine el trabajo del
cenote, podemos inmediatamente emprender los esfuerzos en
aquellas líneas en las que esté especialmente interesado, o en las
que desee. Parecerá bastante raro poder dedicarse a una obra
que no requiera de bardas, ni de centinelas, y sin necesidad de
mantener ocultamiento alguno, a excepción de la usual reserva científica.
Thompson se decía seguro de que, independientemente
de la decisión de los Bostonians, podría pedirle al secretario de
Instrucción Púbica y Bellas Artes, Justo Sierra, permiso para
hacer lo que quisiera en Chichén Itzá, y que el permiso sería
concedido sin la menor reserva. Pero aquí entraban los problemas de trabajar en el marco de la ley. Obtener el permiso
no era la cuestión, sino que “una vez que solicite la autorización, estaré atado por honor a cumplir con las reglas del juego, y usted tendrá que hacerse de otras influencias en México
que nos permitan quedarnos con una parte de los hallazgos,
cuando se encuentren”. O sea, mientras se mantuviera fuera
de la ley, en la ilegalidad, estaba claro que no tenía que darle cuentas a nadie ni sentirse moralmente obligado, decía
Thompson en una desviación completamente tortuosa —y
tal vez involuntariamente cínica— del concepto de legalidad: “Hasta ahora, sin haber hecho promesas a la autoridad,
no incumplo mi palabra o, en mi fuero personal, no incumplo obligación moral alguna al no darles nada de aquello de
que nos hicimos. Puedo estar moralmente equivocado en este
sentido, pero no lo creo y, por tanto, me importa un bledo”.83
83
Thompson a Bowditch. Sacred Cenote, 24 de enero de 1907. PMA, C.
P. Bowditch Correspondence 1904-1909, box 13, folder 144.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
709
la crisis de 1907: un consulado apetitoso
En marzo de 1907 Thompson supo que estaba en marcha
una operación para sustituirlo en el cargo por deficiencias
en el manejo de los asuntos consulares, según la versión del
Departamento de Estado, o, según su propia versión, como
resultado de la violenta competencia que el auge del henequén había instalado entre las compañías exportadoras con
sede en Mérida y Progreso. La famélica presa que había sido
el Consulado de Mérida en la década de 1880, y la mejor
presentada de 1897, se había convertido ahora en un espacio absolutamente estratégico en la lucha por la supremacía comercial exportadora. El propio Thompson estimaba
el valor del comercio que pasaba por el Consulado rumbo a Estados Unidos en “15 millones de dólares en moneda mexicana”.84 Los alegatos contra él se basaban en su
casi permanente ausencia del consulado y el consecuente descuido de sus tareas oficiales. Pero el cónsul aseguraba que en realidad se trataba de una campaña orquestada
por poderosos intereses mercantiles para poner en su lugar
a un agente de Ferrocarriles Centrales Unidos de Yucatán
(fcuy), propiedad del clan Escalante Peón.85 El candidato
84
A fines de ese año un cónsul inspector plenipotenciario, que reaparecerá más adelante, ratificaba la importancia del consulado: “Por la cantidad de exportaciones, esta es una de las oficinas más grandes de América
del Norte. En cuanto a las importaciones, las cifras muestran que Yucatán es un mercado digno de atención”. G. Murphy, Consul at Large,
a Secretary of State. Washington, 20 de diciembre de 1907; Thompson
a Assistant Secretary of State, Progreso, 1º de noviembre de 1907, en
NARA, Numerical and minor files of the Department of State 190619010, M862D, rollo 527.
85
Los Ferrocarriles Centrales Unidos de Yucatán eran un emprendi-
710
GUILLERMO PALACIOS
era un funcionario estadounidense de los propios fcuy, más
afinado con los intereses de las exportadoras de Mérida y
Progreso que peleaban el control del mercado exportador
con la casa Molina y Cía., propiedad del que fuera gobernador de Yucatán hasta mayo de 1907 (y a partir de esa fecha
secretario de Fomento en el gabinete de Porfirio Díaz), y
que era en esos años aliado de la poderosísima International Harvester Co. (ihc), a cuya sombra subsistía, casi como
una concesión, la Henry W. Peabody Co.86
Thompson reconoció la debilidad de su posición y admitió la posibilidad de perder el empleo, una vez que el consulado se había convertido en un encarnizado campo de
batalla de la guerra del henequén. El joven Morley, entusiasta e inteligente, sirvió como testigo involuntario de la
crisis.87 Precisamente en esos aciagos días Putnam estaba nuevamente fuera de combate, tomándose un descanso en South Carolina, mientras Bowditch pasaba el invierno
en California. Se formó entonces en Cambridge un comité de crisis que, en ausencia del curador del Peabody, intervino ante el secretario asistente de Estado, Robert Bacon,
miento propiedad de un grupo opuesto a la oligarquía de los Molina
y sus asociados angloamericanos, encabezado por la familia Escalante.
Precisamente en 1907 Ferrocarriles Centrales Unidos de Yucatán quebró siguiendo la bancarrrota de la casa Escalante, y el 1º de septiembre
los molinistas tomaron control de la compañía. Wells y Joseph, Summer of Discontent, p.107.
86
Thompson a Putnam. Sacred Cenote, 20 de marzo de 1907. PMA,
PMDR, FWP, box 4, folder 13. Sobre la coyuntura exportadora de esos
años véase Joseph, Revolución desde afuera, pp. 76-8, Kuntz, Las exportaciones mexicanas.
87
Thompson a Putnam. Sacred Cenote. 20 de marzo de 1907. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
711
para tratar de aplazar la decisión de remover a Thompson
hasta que hubiera suficientes informaciones sobre los cargos que se le hacían y se estudiaran las posibilidades de
defenderlo y mantenerlo en el puesto. A diferencia de otras
ocasiones, la función científica del todavía cónsul estaba
formulada de manera muy puntual: “El Sr. Thompson se
ha ocupado de llevar a cabo trabajo arqueológico en Yucatán para el Museo Peabody, durante unos 20 años. Actualmente está en medio de un importante esfuerzo científico
en las ruinas de Chichén Itzá, donde se localiza su hacienda”. Lejos estaban las pomposas declaraciones sobre la tremenda importancia del trabajo del cónsul para la ciencia
angloamericana de las campañas anteriores.88 La situación
se agravaba por la ausencia de los patronos senior del proyecto. Con ambos distantes, las responsabilidades recayeron sobre los jóvenes Tozzer, tan sólo un instructor en
Central American Archaeology, y Dixon, un assistant professor en Etnología del Peabody Museum. A ellos respondió
Robert Bacon, asistente del secretario de Estado en un tono
que mostraba los cambios por los que atravesaba en esos
momentos la estructura del servicio exterior estadounidense y sus aires de modernización: sí, el pedido de espera sería
llevado en consideración, pero el “caso Thompson” tendría
que ser juzgado “dependiendo, por supuesto, de su eficiencia como funcionario consular […] a partir de la evaluación
88
Roland B. Dixon y Alfred Tozzer a Robert Bacon, Ass. Secretary of
State. Cambridge, 2 de marzo de 1907. PMA, PMDR, FWPR, box 4, folder 13. Sobre la campaña de 1893 (fracasada) véase Palacios, “Los Bostonians”, pp. 174-177; sobre la de 1897, Palacios, “El cónsul Thompson”, pp. 194-196.
712
GUILLERMO PALACIOS
habitual”.89 Se le informaba a Thompson que Bowditch ya
había recibido la noticia y enviado un telegrama al Departamento de Estado pidiendo una prórroga en la decisión y,
con cierto tono de mea culpa, “afirmaba que entendía que
se permitía el trabajo arqueológico si no interfería con los
deberes consulares”. Esto es, se procesaba una inversión
completa de las prioridades de los años anteriores, cuando
eran los deberes consulares los que no debían interferir con
las labores arqueológicas.
A fines de marzo, un testigo local y anónimo de la crisis
[¿Morley?, ¿W. James?] próximo a Thompson, quien, como
sabemos, tenía estrechos vínculos de amistad y negocios con
el grupo Molina, estableció otra versión que minimizaba la
de las deficiencias administrativas del cónsul, a partir de una
premisa central: “Los Escalante son dueños de los ferrocarriles [,] de los muelles [,] y de la empresa Ward Line S. S. Co.,
y desean adueñarse del consulado estadounidense”. Don
Nicolás Escalante, naturalizado estadounidense, se habría
encontrado con Daniel H. Thompson, ministro de Estados
Unidos en México, y se habría quejado del comportamiento del cónsul en Progreso. Como resultado, en el siguiente vapor arribó al puerto un inspector del Departamento de
Estado, el cónsul general Murphy, que fue inmediatamente
rodeado por empleados estadounidenses de los Escalante, de
quienes escuchó un rosario de quejas contra Thompson. Las
reclamaciones se extendieron durante un banquete ofrecido a Mr. Murphy, al cual fueron también invitados el propio
cónsul Thompson y su amigo W. James. De acuerdo con el
89
Bacon a Dixon y Tozzer. Department of State, Washington, D.C., 27
de marzo de 1907. PMA, PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
713
anónimo autor de la confidencia, el plan de sustituir al cónsul en Progreso por un personero de los Escalante lo habría
echado por tierra la intervención de Mr. James, que
habría cantado la jugada y llevado a Murphy a conocer al
exgobernador Molina, ahora miembro del gabinete del presidente Díaz y muy amigo de Thompson. Pero era necesario
alertar a “the Peabody people” para que estuvieran atentos al
complot.90 La nueva versión, que secundaba lo dicho originalmente por Thompson sobre la disputa entre las exportadoras meridanas, fue rápidamente asumida como propia y
esgrimida ante las autoridades del Departamento de Estado
por el comité de emergencia del Peabody Museum:
Hemos recibido, de una fuente plenamente confiable, cierta información respecto a las condiciones en Yucatán. Nuestro
informante asevera que los cargos referidos en contra del Cónsul Thompson emanan del deseo de la importante empresa de los
Escalante por hacerse del Consulado para uno de sus dependientes, y así hacerse de ventajas comerciales respecto a la empresa
rival de Molina. […] Una estancia de cuatro inviernos en Yucatán nos ha dado la oportunidad de entender la intensa rivalidad
entre las dos grandes casas de Escalante y de Molina, la primera
de las cuales va en pos de la destitución del Cónsul Thompson.91
La respuesta de Bacon fue inmediata y llegó fundamentada en un nuevo e irrebatible argumento funcional, que
90
Carta sin firma, destinatario, lugar ni fecha. Anexa a [Mead] a Thompson. [Cambridge], 4 de abril de 1907. PMA, PMDR, FWPR, box 4, folio
13. No se ha podido corroborar la afirmativa de que los Escalante eran
propietarios de la Ward Lines.
91
Dixon y Tozzer a Robert Bacon, Ass. Secr. State [Cambridge, Mass.],
8 de abril de 1907. PMA, PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
714
GUILLERMO PALACIOS
enfatizaba el hecho de que el agente del Peabody Museum
llevaba ya más de 10 años en el puesto, lo que contrariaba frontalmente la política adoptada por el gobierno de
no permitir la estancia de oficiales consulares en un mismo puesto por más de unos cuantos años. Por eso, “por
ningún motivo puede mantenérsele en Progreso más allá
de un par de meses, momento para el cual se espera, por
el interés de la ciencia, que hayan concluido sus investigaciones arqueológicas”. De cualquier manera, la calidad y
naturaleza de dichas investigaciones eran cuestiones secundarias, pues se reiteraba que Thompson era, antes que nada,
un funcionario del servicio exterior estadounidense y debía
ser evaluado “a partir de su récord como funcionario consular […]”.92 El cónsul general plenipotenciario Murphy
había hecho un reporte muy negativo sobre el estado del
consulado en Progreso. En el curso de la entrevista con él,
Thompson había admitido que su pasión por la arqueología
y su carácter de representante del Peabody había interferido seriamente en sus funciones oficiales. Aun así, Murphy
recomendó que se le retuviera por un corto periodo para
darle tiempo a que terminara sus trabajos arqueológicos.93
Putnam se había reincorporado a sus funciones en Harvard a mediados de mayo y fue cabalmente informado del
problema en el frente yucateco, con la advertencia de que
el asunto estaba finiquitado pues el Departamento había
sido claro respecto a que la asignación de Thompson debía
92
Bacon a Dixon y Tozzer. Washington, 13 de abril de 1907. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
93
Murphy a Secretary of State. [Washington], 20 de diciembre de 1907.
NARA, Dispatches from US Consuls in Merida and Progreso, 19061912, RG 59, MP862.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
715
terminar en cuestión de semanas, a lo mucho, meses. La nota
agregaba un entrecomillado enigmático: “Esto coloca el
tema Thompson justo donde querríamos tenerlo”.94 No ha
sido posible localizar el texto del telegrama que Bowditch
envió al Departamento de Estado, ni el de una extensa carta que remitió a Thompson con fecha 24 de abril de 1907,
en la cual, según todo indica (por la respuesta del cónsul), el
patrono del Peabody Museum hacía una serie de propuestas no sólo en torno al fin del proyecto Cenote Sagrado de
Chichén Itzá, sino a una reversión completa en la historia
de su exploración, según el entendimiento de Thompson.
Hay indicios de que Bowditch había conseguido, o estaba en el proceso de conseguir —o pensaba hacerlo—, una
extensión del periodo de Thompson como cónsul, o tal vez
la propia derogación del trámite para removerlo, en unas
condiciones terminales:
En vista de que ha mantenido correspondencia con el Departamento de Estado sobre el tema de mi remoción, probablemente
juzgará necesario entregar a las autoridades mexicanas una parte, quizá el total, de los especímenes obtenidos en el cenote. /
En otras palabras, mediante el acto de interceder por mí ante el
Departamento de Estado se vuelve usted responsable de mí, al
grado en que queda moralmente obligado a devolver a las autoridades mexicanas el producto // del trabajo del cenote. […] Me
niego a creer que, porque se ha puesto de mi lado en este asunto, como medida estratégica estrictamente comercial, nosotros,
usted, el Museo y yo mismo, estemos obligados a entregar los
objetos que extraje de un cenote ubicado en mi propiedad, a
94
Francis H. Mead a Putnam. Cambridge, Mass., 13 de mayo de 1907.
PMA, PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
716
GUILLERMO PALACIOS
personas no aptas siquiera para manejarlas, mucho menos para
que queden en su posesión, ni siquiera por un momento.
Así, la propuesta de Bowditch presumía que el contacto
entre éste y el Departamento de Estado había resultado en
la sugerencia (¿del propio Bowditch?) de que se entregara a
las “autoridades mexicanas” el producto del cenote. Si esta
especulación se mantiene, podríamos concluir entonces que
el Departamento de Estado no sólo estaba al tanto de las
exploraciones en el cenote, sino que había tenido algún tipo
de comunicación con las “autoridades mexicanas” en torno
al asunto –y que probablemente eran éstas las que lo habían
alertado sobre la cuestión. Thompson insistía en que su trabajo en el Sacred Well no tenía nada que ver, primero, con
sus funciones consulares, y, segundo, con las maniobras para
quitarlo del puesto, y que éstas simplemente se originaban
en la lucha que se desarrollaba en el eje Mérida-Progreso entre las grandes casas exportadoras de henequén: “La
queja en mi contra fue simplemente una jugada, parte de una
gran lucha comercial; un duelo sin cuartel entre dos de las
mayores compañías de esta parte de México. No tiene significado alguno respecto a mi trabajo científico, ni relación con
éste. Entonces, no existe ninguna razón para que las obras
del cenote jueguen un papel como factor de esta cuestión”.95
No obstante los truenos y relámpagos de la tormenta oficial, por razones desconocidas —que pueden haber estado
relacionadas con la intervención de Bowditch, al lado del
95
Thompson a Bowditch. Progreso, 1º de mayo de 1907. NARA,
Records of the Foreign Service Posts of the Department of State, Record
Group 84, Merida and Progreso, Mexico, Consular Posts, vol. 8.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
717
extraño silencio de Putnam, que no se manifestó a lo largo
de la emergencia—, la crisis pasó; Thompson pidió y obtuvo una nueva “licencia” que le permitió embarcar para Massachusetts a fines de julio de 1907.96 Esta vez su periodo de
vacaciones iniciaba dejando atrás —o pareciendo haber
dejado atrás— la fantástica empresa del dragado del cenote
sagrado de Chichén Itzá, pues el todavía cónsul había afirmado categóricamente:
[…] el trabajo del cenote ya se ha completado. Es un trabajo consumado; además, consumado con éxito. Nadie puede
negarlo y ahora nadie podría deshacer lo que se ha logrado.
Ninguna orden oficial puede ahora disminuir la obra al frenar
el dragado, al igual que tampoco puede provocar que devolvamos los especímenes al cenote y destruyamos mis notas para el
informe […] // […] El 10 de julio seré el primero en decir que
se debe suspender el trabajo en el cenote. Durante algún tiempo ha producido sólo cosas de poco interés, más allá del hecho
interesante de que probablemente ahora ya hayamos obtenido
todas las piezas interesantes que podíamos obtener y necesitar
para el realce de nuestra colección.97
En esa aparente calma, a inicios de 1909 el consulado
estadounidense en Progreso se preparaba para atender a
96
En efecto, hay un agradecimiento a los “amigos del Museo” por haber
intercedido para que no lo sacaran del consulado. Thompson a Bowditch.
Progreso, 1º de mayo de 1907. NARA, Records of the Foreign Service
Posts of the Department of State, Record Group 84, Merida and Progreso, Mexico, Consular Posts, vol. 8.
97
Thompson a Bowditch. Chichén, 1º de julio de 1907. PMA, Letters E.
H. T. a C. P. B. 1905-1909, box 2, folder 11. Al final de la carta Thompson
informa que está por vender algunas de sus tierras para pagar los adelantos que Bowditch le ha hecho.
718
GUILLERMO PALACIOS
un número creciente de firmas exportadoras angloamericanas interesadas en la nueva estabilidad financiera de la
península, y estaba comenzando a tener que lidiar con nuevos fenómenos y hacer frente a requerimientos inéditos:
“Ahora que el negocio del turismo toma forma en Yucatán, en ocasiones nos vemos literalmente asediados por
turistas estadounidenses, y parece que debemos tomar
algunas medidas ante esta contingencia”.98 Una observación que Thompson iba a tratar de llevar hasta sus últimas
consecuencias, con la construcción de un complejo hotelero en Chichén Itzá en los años venideros, seguramente con
vistas a aprovechar la creciente visibilidad del “área maya”
en Estados Unidos. Poco antes, en diciembre de 1908, el
gobierno de Porfirio Díaz había otorgado una concesión al
American Institute of Archaeology para “emprender investigaciones arqueológicas en los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatán, durante un periodo de cinco años
contados desde el 1º de enero próximo”.99
el cónsul des-consulado: la dimisión de thompson
Hacia abril de 1909, a pesar de todas las declaraciones en contra,
Thompson, aún cónsul, seguía extrayendo piezas del cenote y
hablaba de un “arreglo” hecho con un my friend. Se trataba de
un nuevo financiador de las exploraciones en el cenote (pues el
costeo de sus patronos originales había cesado, a lo que parece,
en el paso de 1906 a 1907) a quien, años después, Thompson
98
Thompson a Ass. Secret of State. Progreso, 16 de marzo de 1909.
NARA, Record Group 84, Merida and Progreso Consular Posts, vol. 13.
99
Rutsch, Entre el campo y el gabinete, pp. 239-240.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
719
identificaría como otro ciudadano de Boston, Walter Austin.100 Sin embargo, al parecer, el cenote sólo producía ahora
ganancias residuales y las inmersiones de la draga ya no resultaban en hallazgos comparables a los de los años anteriores.
Por esa razón, Thompson se preparaba para hacer su primera zambullida en las oscuras aguas del cenote, acompañado de
sus buzos griegos, especialistas en la pesca de esponjas en las
aguas del Golfo de México.101 En los últimos días de la aventura iniciada seis años antes, el cónsul realizó su mayor sueño:
He llevado a cabo la última de las hazañas que tanto he soñado
con lograr. He caminado por el fondo y sobre los bancos de
lodo de la base del cenote. He pasado la mayor parte de tres
días en el lodo helado y las aguas más negras, a setenta pies por
debajo de la superficie de aguas cálidas del Cenote Sagrado.
Todo lo que esperaba hacer, o soñaba con lograr hacer, desde
las proezas originales en el cenote, se han cumplido ahora, y ya
sólo me queda ver cuánto puedo sacar de ahí antes de que las
circunstancias frenen mi trabajo.102
Apenas a tiempo. Tan sólo unos días después del inicio de sus aventuras submarinas, Thompson supo que se
100
Thompson a Tozzer. Mérida, 24 de octubre de 1921. Citado en Coggins, “Dredging the Cenote”, p. 24.
101
Thompson a Putnam. Chichén, 8 de abril de 1909. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 13.
102
Thompson a Putnam. Progreso, 22 de mayo de 1909. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 13; mismo comunicado a Bowditch en Thompson
a Bowditch. Mismo lugar y fecha. PMA, Letters E. H. T. a C. P. B. 19051909, box 2, folder 11. Las descripciones noveladas de las exploraciones
submarinas pueden consultarse en Willard, The City of the Sacred Well,
pp. 122-131, que las acompaña con una relación de los tesoros encontrados; también en Thompson, People of the Serpent, pp. 280-289.
720
GUILLERMO PALACIOS
había designado un nuevo cónsul para Progreso.103 Inmediatamente, una nueva campaña se puso en marcha para
mantenerlo en el puesto, con un pedido de intervención
del influyente senador republicano Henry Cabot Lodge, a
fellow Bostonian, a quien se expusieron ante todo los méritos de Thompson como cónsul, con una mención en passant a las actividades exploratorias que habría realizado “en
aquellos momentos que pudo dedicarle a esto”. Los nombres de Salisbury y Hoar y el apoyo que ambos le habían
prestado a Thompson a lo largo de su carrera fueron incluidos en la misiva.104 Cabot Lodge prometió intervenir y
advirtió que no creía en la remoción sino tal vez en un cambio de puesto, aunque ayudaría a tratar de mantenerlo en
Progreso.105 Mas el desenlace era ya inevitable. Por esos
mismos días de junio de 1909, sin que ninguno de los partidarios del agente del Peabody Museum en Yucatán lo advirtiera, y mientras Thompson, inocente e irónicamente, pedía
otra licencia para ausentarse de su oficina,106 el Departamento de Estado confirmó su remoción y el nombramiento de
un nuevo cónsul que tomaría posesión en agosto de ese año.
Las razones del relevo, al contrario de lo que había afirmado Thompson, llegaban justificadas en la falta de equilibrio en el desempeño de sus dos funciones principales en
103
Thompson a Putnam. Telegrama. Mérida, 28 de mayo de 1909. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
104
Putnam a senador H. Cabot Lodge. Draft. Cambridge, Mass., 31 de
mayo de 1909. PMA, PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
105
Cabot Lodge a Putnam. Washington, D. C., 4 de junio de 1909; Putnam a Thompson. Cambridge, Mass., 4 de junio de 1909. PMA, PMDR,
FWPR, box 4, folder 13.
106
Thompson a Assistant Secretary of State. Progreso, 2 de junio de 1909.
NARA, Record Group 84, Merida and Progreso Consular Posts, vol. 18.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
721
Yucatán y mostraban que el pragmatismo funcional del
Departamento de Estado se había finalmente impuesto a
los beneficios que el Peabody Museum había estado obteniendo en la región.107
Perdido el consulado, Thompson anunció su intención de
“profesionalizar” su experiencia como conferencista y, con
la ayuda de Putnam, localizar alguna agencia en Massachusetts que le consiguiera presentaciones remuneradas. Los
temas estarían desde luego ligados a su trabajo en Chichén
Itzá, con absoluta exclusión de la exploración del cenote.108
Pero el ya excónsul, que se encontraba ahora bajo contrato
con el American Museum of Natural History (amnh), no
sólo no se había deshecho de los equipos del cenote, como
lo había prometido meses atrás, sino que estaba “al parecer
utilizando nuestra draga y aparatos para su propio esfuerzo privado. Esto puede explicar por qué no los ha vendido
para [liquidar] nuestras cuentas”.109 Ese “trabajo privado”,
que se realizaba con apoyo financiero del nuevo amigo de
Thompson, Walter Austin, se materializó en una propuesta
que el excónsul envió a Boston, sugiriendo la fusión de las
“dos colecciones”: la del museo y la suya (“Austin-Thompson”), bajo un único comando y dirección, de manera a
107
Wilson, Acting Secretary, a Senator Henry Cabot Lodge. Washington, 4 de junio de 1909. Cabot Lodge a Putnam. Washington, 5 de junio
de 1909. PMA, PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
108
Thompson a Putnam. Sacred Cenote, 28 de junio de 1909. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 13.
109
Bowditch a Putnam. Boston, 1º de junio de 1909. PMA, C. P. Bowditch Correspondence 1904-1909, box 13, folder 146. Sobre el vínculo con
el AMNH véase Thompson a Woodward, Dzitás, s. f. [fecha de recepción
en la CIW, 18 de diciembre de 1914], en CIW, CAF, Edward H. Thompson, Correspondence 1911-1934, box 4, folder 16.
722
GUILLERMO PALACIOS
“limpiar” los hallazgos del cenote —es decir, una especie
de “lavado” del contrabando arqueológico— y permitir su
exhibición pública. Eso requería la presencia de Thompson
en la Ciudad de México para negociar con las autoridades
competentes. Con esa autorización el museo podría exhibir
los que ya tenía en su posesión y Thompson podría volver
a Chichén Itzá “a terminar el trabajo de manera abierta y
franca […]”.110 Austin, a diferencia de los antiguos Bostonians, era de esa nueva cepa de hombres de negocios con
dedicación exclusiva cuyo único interés era lucrar, y lo hacía
con esa nueva veta comercial en que se habían convertido
los objetos arqueológicos. Thompson le había asegurado
que el cenote contenía aún un rico tesoro que era posible
extraer en una única temporada y luego vender los resultados al Peabody Museum, que pagaría 6 000 dólares por
la colección, a ser divididos en partes iguales entre el socio
trabajador y el capitalista. Austin aseguraría más tarde que
era sobre esas bases, y como “asunto enteramente comercial”, que él había entrado en el proyecto de la colección.111
Al mismo tiempo, Bowditch mandó realizar una inspección de la hacienda Chichén para evaluar las posibilidades
de construir allí, al fin, la ansiada “estación científica” de los
sueños de Thompson. E. L. Hewett, director de la School
of American Archaeology en Santa Fe, N. M. (poco tiempo
después rebautizada School of American Research, sar),
fue activado por Bowditch y Putnam para hacer una visita
a la propiedad del excónsul en diciembre de 1909. Parecía
110
Thompson a Bowditch. Cambridge, 25 de octubre de 1909. PMA,
Letters E. H. T. a C. P. B. 1910-1912, box 1, folder 6.
111
Austin a Putnam. Boston, 8 de abril de 1911. PMA, Letters E. H. P. a
C. P. B. 1910-1912 [1905-1946], box 1, folder 6. Subrayado en el original.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
723
ser la salvación financiera de Thompson y cierta garantía
de su continuidad como arqueólogo en activo: “Será un fin
apropiado para mi // vieja plantación”.112 Hewett se declaró plenamente satisfecho con su inspección de Chichén y
prometió buenas noticias en poco tiempo.113
Pero, fuera como resultado de la visita de Hewett (de
la que no se encontró registro en los archivos consultados), fuera por otras razones, el proyecto Cenote Sagrado
de Chichén Itzá renació a mediados de noviembre de 1909
—cinco meses después de la pérdida del consulado— gracias a un nuevo contrato firmado entre Bowditch y Thompson (contratos anuales entre ambos personajes se habían
sucedido desde la muerte de Salisbury en 1905, pero en
formatos simples que sólo mencionaban la tarea que uno
tendría que cumplir con la inversión del otro). En él se estipulaba que Thompson —que parece haber sido el autor de
la idea del arreglo— dedicaría tiempo completo a partir del
1º de septiembre de 1910 para dirigir exploraciones subacuáticas del cenote, y que enviaría al Peabody Museum todos
los objetos de metal, piedra y madera que se encontraran,
mientras que el destino de otros materiales dependería de
consultas con Putnam. Los hallazgos llevados al Peabody
Museum serían divididos en partes iguales, siendo que una
112
Thompson a Bowditch. Cambridge, 5 de noviembre de 1909. PMA,
Letters E. H. T. a C. P. B. 1910-1912, box 1, folder 6; Mark, Four Anthropologists, p. 50.
113
Thompson a Bowditch. Chichén, 13 de enero de 1910. PMA, Letters E. H. T. a C. P. B. 1910-1912, box 1, folder 6. La misma carta existe, mecanoescrita, en PMA, C.P. Bowditch Correspondence 1910-1918,
box 14, folder 147. Sobre Hewett y la SAR véase Chauvenet, Hewett
and Friends.
724
GUILLERMO PALACIOS
mitad se quedaría con Bowditch, para resarcirlo de su inversión, y la otra sería comprada por el Peabody Museum por
un valor que sería estimado por Putnam y cuyo resultado
monetario le sería entregado a Thompson. De este monto, el
excónsul debía pagarle a Bowditch lo que éste había entregado —en calidad de “adelanto”— para el mantenimiento
de su familia en Estados Unidos, convirtiéndose en una
obligación de entregas parciales de hallazgos arqueológicos
hasta que la cantidad completa estuviera cubierta.114
El fin de las prerrogativas consulares de Thompson a
mediados de 1909 coincidió, sin grandes sorpresas, con nuevos ataques a sus actividades arqueológicas ilegales y a las
largas caravanas de contrabando que había encabezado. En
los primeros meses de 1910, el azote del excónsul Teoberto
Maler había visitado sorpresivamente Chichén Itzá en compañía del hijo de Leopoldo Batres, Salvador, y de W. James.
Antes de saber de la llegada de su némesis, el excónsul ya
presentía que los días de tranquilidad para sus actividades
estaban llegando al fin: “Hasta ahora no he enfrentado obstáculos especiales ni en el trabajo ni en ningún otro frente,
pero, sin duda, aparecerán a su debido tiempo, y a su debido tiempo sin duda sabré cómo superarlos”. La visita de
Maler y compañía, que se prolongó por tres interminables
días, inquietó naturalmente a Thompson, temeroso de que
de tanto escudriñar las ruinas su desafecto acabara descubriendo algo que pudiera poner en peligro la continuidad
de los trabajos. Terminado el periodo, el grupo se retiró sin
114
“This agreement made […]”. Boston, 15 de noviembre de 1909.
PMA, Letters E.H.T. a C.P.B. 1910-1912, box 1, folder 6. Thompson a
Bowditch. Cambridge, 10 de noviembre de 1909. PMA, Letters E.H.T.
a C.P.B. 1910-1912, box 1, folder 6.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
725
que se hubieran registrado mayores incidentes, y el excónsul le reiteró a Bowditch la convicción de que Maler era un
hombre extremadamente peligroso.115 En poco tiempo, “el
pequeño demonio”, como lo llamaba Thompson, volvería
a atacar, y lo haría no en Mérida, donde el excónsul tenía
aún fuerzas para combatirlo, sino en la Ciudad de México, donde al parecer el fotógrafo arqueólogo austroalemán
había hecho una nueva serie de graves denuncias sobre el
saqueo de Chichén Itzá y de su cenote, además de denunciar
los constantes embarques de piezas propiedad de la nación
hacia los anaqueles del Peabody Museum. Las presiones del
enemigo habían hecho que el excónsul se sintiera por primera vez en peligro de ser enviado a prisión:
Maler, con sus inculpaciones directas e insinuaciones aún más
venenosas, ha sido capaz de mantener a las autoridades en la
Ciudad de México en un constante estado de agitación respecto a mí. […] Maler sin duda ha logrado ocasionarme un dispendio económico y de ansiedad, debido a lo cual me encantaría
vengarme; pero no ha podido amainar un ápice el éxito final, y
ese hecho me retribuye ampliamente todo aquello que he debido pasar y, cuando se toma en cuenta que toda esta temporada
he vivido bajo la sombra de una prisión mexicana, quizá pueda
imaginar un poco cómo lo he pasado.116
Mientras tanto, a las agruras provocadas por el austroalemán en la humanidad de Thompson, se sumaba el hecho
115
Thompson a Bowditch. Chichén, 13 de enero de 1910. PMA, C. P.
Bowditch Correspondence 1904-1909, box 14, folder 147.
116
Thompson a Putnam. Citas [sic], Chichén, 23 de junio de 1910. PMA,
PMDR, FWPR, box 4, folder 13. Papel timbrado con una reproducción
del Castillo de Chichén Itzá.
726
GUILLERMO PALACIOS
de que Hewett no daba noticias, lo que hizo suponer al
excónsul que el proyecto Chichén “estación científica”
había sido una vez más abandonado. El que sí comenzaba a
aparecer, y no en buenas apariencias, era Morley, de quien se
decía que estaba tratando de comenzar un trabajo en Tikal
de manera a ganarle la carrera a Bowditch, que preparaba
una expedición a ese sitio: “Me parece que se trata de un
emprendimiento despreciable, de poca monta. Es una pena
que existan tantas muestras de ese tipo de ánimo en los círculos arqueológicos. Pero me parece peor aún en Morley, que
tanto le debe”.117 En agosto de 1910 Thompson ya estaba en
su propiedad de Nueva Inglaterra, en West Falmouth, alardeando de haber conseguido pasar por las diferentes aduanas nuevas aportaciones al tesoro que ya se encontraba en
el Peabody Museum, y de haber superado con éxito nuevas
embestidas de Maler. A pesar de los aparentes signos de agotamiento del Cenote, el excónsul pensaba que la temporada
1909-1910 había sido posiblemente la más exitosa de todas
por la cantidad y calidad de las piezas recuperadas y transportadas a Harvard.118 Las buenas noticias se completaban
117
Thompson a Bowditch. Chichén, 3 de julio de 1910. PMA, Letters
E.H.T. a C.P.B. 1910-1912 [1905-1946], box 1, folder 6. Sobre el rompimiento de Bowditch con Morley por causa de rivalidades en torno a la
interpretación de inscripciones mayas, véase, entre otros Thompson,
“1914: La Carnegie Institution”.
118
La relación incluía “[…] más de 200 piezas de jades perfectos, incluyendo cuentas y pendientes. / Hay más de ochenta especímenes de cobre
y cobre-oro trabajados […]. / Los objetos de oro sólido suman más de
noventa, muchos de los cuales son enormes […]. Entre estos especímenes
se encuentra una bola o gran pelotilla de terracota chapada en oro”, etc.
Thompson a Bowditch. West Falmouth, 29 [?] de agosto de 1910. PMA,
Letters E.H.T. a C.P.B. 1910-1912 [1905-1946], box 1, folder 6.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
727
con informaciones del propio Morley, quien afirmaba que
Hewett estaba a punto de retomar el proyecto Chichén por
parte del American Institute of Archaeology, dispuesto “a
llevar la propuesta de Chichén a la práctica, en serio”.119
En julio de 1910 el excónsul ya había dado los pasos iniciales para poner en práctica su nueva experiencia en el
fenómeno que iba a revolucionar Yucatán en poco tiempo: el turismo. En agosto de ese año, el Diario Oficial del
Estado anunció que Thompson había solicitado “autorización para construir una línea telefónica que comunique
su finca ‘Chichén Itzá’ con el pueblo de Dzitás”, autorización que fue concedida un mes después, el 19 de agosto.
El proyecto, que era a todas luces la primera etapa para un
emprendimiento mayor, debía estar concluido dentro del
término de un año.120 Por esos días Thompson obtuvo también del Congreso del estado exención de impuestos municipales y estatales para la construcción de un hotel y para
la operación de “hasta veinte carruajes destinados al servicio público” —además de otras facilidades en el terreno
laboral—, teniendo como centro de irradiación la hacienda Chichén.121 A fines de agosto la Comisión de Hacienda
del Congreso del Estado comenzó a analizar un memorial en el que el excónsul mostraba el crecimiento de su
119
Thompson a Bowditch. PMA, Letters E. H. T. a C. P. B. 1910-1912
[1905-1946], box 1, folder 6. Morley estuvo ligado a Hewett y a la SAR
entre 1908 y 1914, cuando, con las puertas de Harvard y del Peabody
cerradas por su conflicto con Bowditch, se transfirió a la Carnegie Institution of Washington. Weeks, The Carnegie Maya, p. 8.
120
POE de Yucatán, Diario Oficial, 24 de agosto de 1910, p. 7; 7 de octubre de 1910, p. 2.
121
POE de Yucatán, Diario Oficial, 21 de septiembre de 1910, p. 2.
728
GUILLERMO PALACIOS
proyecto original y pedía “varias franquicias por el hotel,
cantina, tienda y restaurant que establecerá en su finca ‘Chichén Itzá’ ”. La comisión, “considerando que redundará
en favor de los intereses del país, el acrecentamiento de la
iniciativa corriente de turistas extranjeros que a él vienen
con el principal objeto de conocer nuestros monumentos
arqueológicos, opina que es deber del Poder Público, favorecer esa corriente”.122
el jaque-mate de maler
Lo peor estaba por venir y entonces el excónsul podría
confirmar su convicción sobre la peligrosidad de su principal adversario. El 16 de julio de 1910, la Revista de Mérida
había publicado las solicitudes de Thompson al Congreso estatal para la instalación de su complejo hotelero. Poco
después, en 1911, sin fecha precisa, comenzó a circular un
libelo mecanoescrito de 45 fojas firmado por “Adonai,
Ángel Rebelde”, que no era otro que el terrible Teoberto Maler, como se pudo comprobar después.123 El uso del
122
POE de Yucatán, Diario Oficial, 20 de octubre de 1910, p. 7.
El mecanoescrito tiene por título, simplemente, “Chichén” y está firmado por “Adonai, Ángel Rebelde”. Los catalogadores del fondo donde se encuentra lo identificaron, para efectos de su archivamiento, como
“Denuncia hecha contra Edward H. Thompson y Santiago Bolio por la
destrucción y saqueo de las tumbas y ruinas mayas, en lugares como Labná, Uxmal, Xkichnol, Chacmultun, Chichén-Itzá, Mayapan y otros lugares. Adonai, Ángel Rebelde. Mérida, 1911”. AHINAH, 1a. Serie de Papeles Sueltos, leg. 1-B, doc. 2. Se trata de un original bastante maltratado en
sus últimas tres páginas. Hay otro ejemplar, con una paginación diferente
(63 pp.) y en perfecto estado, en la Tozzer Library del Peabody Museum,
Harvard University, que parece ser una copia moderna del original de
1911, y que habría sido reproducida y circulada después del escándalo
123
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
729
pseudónimo debió haberse justificado por la gravedad de
las denuncias, muchas de ellas adornadas con sardónicos
comentarios del autor y uso de apodos insultantes, adjetivos agresivos y denuestos, y por los despiadados y repetidos
ataques contra el Peabody y ”los carniceros de Chicago”,
sin salvar a Putnam ni a Bowditch, “quienes, desde lugar
seguro, dirigen el saqueo de Chichén por viles secuaces
[…] uniendo sus instintos de insaciable rapiña con los sentimientos de odio y envidia contra otros exploradores por
sus grandiosos descubrimientos […]”.124 El grueso de las
denuncias sobre las actividades predatorias del excónsul y
de sus “secuaces” provenían de las observaciones que Maler
había hecho en la visita de 1906, en la comitiva del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Justo Sierra, y en
la que decía haber constatado el desastre que Thompson
había producido en Chichén Itzá con sus actividades. Las
que llevó al proceso judicial contra Thompson (1926). En ella aparece el
verdadero nombre de “Adonai” y lleva el siguiente título: “Apuntes históricos sobre la destrucción de las ruinas mayas de Yucatán, y los culpables de ella, escritos por Teoberto Maler. Mérida, Yucatán, México,
1928”. Sin embargo, el cotejo de ambos ejemplares mostró agregados en
el documento de 1928 que no constan en el de 1911 (además de pequeñas
correcciones sintácticas, actualizaciones ortográficas y la curiosa insistencia en grafiar el nombre del autor como ‘Maller’), razón por la cual se
optó por usar la primera versión. El documento será citado como Maler,
“Chichén”, remitiendo a la paginación (manuscrita y a lápiz) del ejemplar de 1911. Agradezco a mi colaboradora Natalya Leite el cuidadoso
cotejo de las diversas versiones del manuscrito.
124
Maler, “Chichén”, fl. 13. Es incierta la fecha en la que Maler deja de
ser financiado en sus investigaciones por los Bostonians y por el Peabody Museum, aunque algunas fuentes indican el año de 1909 como el del
término de la relación laboral, cuando Maler ya debía estar con 67 años.
Para una biografía sintética, véanse Graham, “Exposing the Maya”;
Gutiérrez Ruvalcaba, Teoberto Maler.
730
GUILLERMO PALACIOS
destrucciones, mutilaciones y desmanes practicados por el
agente del Peabody (incluyendo el libre pastar de su ganado entre las ruinas y dentro de los propios monumentos),125
decía nuestro autor, en un acceso innegable de autoestima,
buscaban borrar el intenso trabajo que él mismo había realizado en Chichén Itzá en 1891 y 1893, pues la nueva visita había permitido comprobar la completa desorganización
del sitio llevada a cabo por el entonces cónsul estadounidense. Una acción, decía el autor del panfleto, basada “en el
odio implacable que el desequilibrado Thompson profesa
a Teoberto Maler a causa de sus numerosos descubrimientos hechos en la Península de Yucatán y, sobre todo, por las
magníficas fotografías y los planos arquitectónicos con que
da a conocer al mundo científico los resultados de sus arriesgadas expediciones”.126 Los ataques incluían con detalle al
cómplice de Thompson, el malogrado Santiago Bolio.127
Al parecer, la gota de agua que hizo derramar la indignación de Maler fue la noticia de la Revista de Mérida sobre las
nuevas pretensiones de empresario turístico del excónsul,
pues el libelo iniciaba manifestando extrañeza por el pedido
y descartando la pretensión de que las ruinas de Chichén Itzá
“cayesen en terrenos de la pequeña finca, abandonada, que
ha adquirido por aquel rumbo, indudablemente con malas
intenciones”.128 El argumento continuaba recordando que los
monumentos que serían el centro de atracción de la empresa del excónsul eran “propiedad de la Nación y no del señor
Thompson o hacendado alguno”, y que los terrenos que él
125
126
127
128
Maler, “Chichén”, fl. 20.
Maler, “Chichén”, fl. 10.
Maler, “Chichén”, fl. 30.
Maler, “Chichén”, fl. 1.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
731
reclamaba para sus plantíos eran en realidad ejidos del pueblo de Pisté. La envidiosa competencia arqueológica salía a
relucir luego en las primeras líneas, en las que Maler, escondido tras su pseudónimo, se refería a sí mismo en altos tonos:
¡Mil millones de pesos se necesitarían en nuestra época —sin
recursos mayores y sin gente— para levantar un Chichén-Itzá,
en todo su esplendor…! ¿Y en cuánto le vendieron a Thompson —hará una veintena de años— aquella hacienda quemada y
abandonada […] que unos inexpertos jóvenes habían adquirido de su pretendido dueño? ¡Algunos dicen que por dos o trescientos pesos…! / Siempre hemos tenido la venta de Chichén
a Thompson como un // acto de la más grande inconveniencia y en extremo antipatriótico…! Por dos o trescientos pesos,
y aunque fuesen dos o tres mil, no vende uno una Ciudad que
constituye la gloria de la América antigua a un vil extranjero
para explotarla y arruinarla. Y menos comete uno semejante
disparate en momentos en que los grandiosos descubrimientos de Teoberto Maler y sus magníficas fotografías y planos por
el mundo entero habían llamado la atención sobre la antigua
civilización de la Península de Yucatán, y comenzaban a afluir
miles de turistas de todos los países del Globo […].129
El verdadero propósito del libelo parecía buscar impedir
una nueva y suprema afrenta —que Thompson aprovechara
las ruinas de Chichén Itzá para construir un resort— cuestionando la legitimidad de la propiedad de la hacienda y elaborando un detallado recuento de la devastación cometida
por el agente del Peabody Museum, cuyos antecedentes se
trazaban hasta la década de 1880. Como lo había hecho con
129
Maler, “Chichén”, fls. 1-2.
732
GUILLERMO PALACIOS
anterioridad, Maler atribuía el nombramiento de un inspector y conservador de las ruinas de Yucatán al “escándalo”
provocado por las excavaciones de “atrevidos explotadores
americanos encabezados por aquel Thompson” en Labná
y Uxmal. A partir de allí, el documento se convertía en un
devastador alegato de los daños irreparables hechos a las
ruinas por las acciones del excónsul, en particular por sus
operaciones dirigidas a sacar moldes de los monumentos
“con densas capas de papel, estopa y engrudo de harina”,130
y otros procedimientos igualmente dañinos, muchos de
ellos destinados, en la versión del autor del panfleto, a destruir intencionalmente vestigios pictóricos, diligentemente
copiados de antemano por Bolio, para mantener el monopolio del saber sobre Chichén Itzá.131 Es decir, como ya lo
había hecho en otras ocasiones, Maler acusaba a Thompson
de haber modificado la escena del crimen en cada uno de los
lugares en que había actuado. Al tiempo que reclamaba una
y otra vez sobre las “mutilaciones” que Bowditch y Putnam
habían practicado sobre “las magníficas publicaciones de
Teoberto Maler”,132 y las igualaba con los destrozos practicados en las ruinas por los “‘fellows’ del Peabody Museum”,
el documento narraba el hallazgo de la draga (“una patibularia maquinaria de fierro”) durante la visita de Sierra y Batres
a Chichén Itzá; describía su funcionamiento y sus efectos:
“Con tanta brutalidad trabajaba la máquina diabólica del
Peabody Museum, que los más objetos, ya frágiles por sí,
130
Maler, “Chichén”, fl. 4. El daño provocado por esa técnica de moldeo
está confirmado en Coggins, “Dredging the Cenote”, p. 11.
131
Maler, “Chichén”, fl. 8.
132
Maler, “Chichén”, fl.23. Acusaciones semejantes en fls. 32, 33, 36,
etcétera.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
733
se despedazaban”, y se mofaba de las engañosas respuestas
de Thompson sobre lo encontrado en el fondo del cenote
(“sólo salieron pedazos de huesos y de trastes de barro”).133
Se refería también a la exploración subacuática, proporcionando informaciones que no constan de ninguna otra fuente, como la de que la tarea estuvo a cargo de “una cuadrilla de
buzos noruegos” (y no griegos), “los patos-zambullidores”,
que habrían sacado grandes cantidades de objetos de oro del
fondo del cenote, valuados por “Americanos, venidos de
Boston” en más de medio millón de pesos de la época.134 El
documento terminaba donde había comenzado, discutiendo la validez de la propiedad del excónsul sobre Chichén, y
133
El asunto de la draga está tratado entre los folios 22 y 28.
En este pasaje está una de las principales diferencias entre los dos
documentos mencionados. El de 1928 inserta un párrafo que no consta en
el de 1911. Refiriéndose al “medio millón de pesos”, agrega: “de los cuales acaso sólo una décima parte (¡y gracias!) llegó a manos de Bowditch y
Putnam, cuyos nombres, en cambio, quedaron inmortalizados con tanto
disparate!… La mayor parte de las preciosidades, según los mismos turistas [?], fue vendida a los millonarios de Nueva York, a donde Thompson
violentamente se había ido, antes que sus ‘amigos’ en Cambridge y Boston se las hubiesen quitado todas. Lo que, empero, no sabían ni sospechaban, era que en la misma hacienda Chichén una gran parte de los objetos
de oro fue fundida apenas salida del Cenote y vendidas // muy en secreto, las barritas de oro a los plateros y dentistas del mismo Mérida, para
engordar el Harem del afamado busca-tesoros!… / Tan deplorable destrucción de cosas tan interesantes que ningún ojo científico llegó a ver y
nadie ha podido dibujar ni fotografiar, constituye una eterna vergüenza
para aquellos yanqui apaches. En Yucatán no hay oro ni metal alguno; ¿de
qué países, hechas por qué Naciones, en qué época han llegado las tales
prendas a Tláloc? Estas preguntas ya nadie resolverá, gracias a Thompson
y sus protectores, los cuales enteramente ofuscados por lo mucho o poco
que habían recibido […]”. A partir de aquí el texto se empareja con el del
documento de 1911. Maler, “Apuntes históricos”, fls. 42-43.
134
734
GUILLERMO PALACIOS
urgiendo a que se examinara la legalidad del acta de la venta de la hacienda, que era probable que se hubiera realizado
con base en “‘títulos’, indudablemente caducos y dudosos
en todos sentidos, en posesión de los Sosa de Valladolid”. En
todo caso, si la anulación judicial de la venta era improbable,
Maler exigía que tanto las ruinas como la hacienda fueran
rodeadas por “una fuerte cerca de alambre” que impidiera
el contacto de unas con la otra y, en última instancia, poner
preso a Thompson y confiscarle la hacienda, una vez que ni
él ni la institución que lo empleaba irían a pagar los cuantiosos daños ocasionados al patrimonio yucateco.135
Thompson acusó el golpe a mediados de 1912, en un
momento delicado pues las nuevas autoridades del estado,
partidarias del movimiento revolucionario que había llevado
a Francisco I. Madero al poder, no participaban de los esquemas del excónsul. Al contrario, enteradas de las denuncias
hechas por “Adonai”, emitieron decretos que congelaban
todo y cualquier trabajo en las ruinas yucatecas, lo que hizo
que Thompson suspendiera sus excavaciones y asumiera un
bajo perfil a la espera de restablecer sus influencias con el nuevo gobierno. Unos meses después, el incombustible excónsul le había dado la vuelta a la situación (o así decía): “Tengo
el agrado de decir que pude contrarrestar la impresión que
Maler dejó entre las autoridades en México, y que ahora
estoy en mejores condiciones que antes, ya que cuento con
una autorización por escrito para emprender prácticamente
todo lo que me interese en la línea que ahora me ocupa”.136
135
Maler, “Chichén”, fls. 44-45.
Thompson a Bowditch. Chichén, 15 de julio de 1912. PMA, Letters
E.H.T a C.P.B. 1910-1912 [1905-1946], box 1, folder 6. Thompson a Bow136
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
735
la revolución cierra el capítulo
El 29 de julio de 1913, en uno más de sus viajes veraniegos a Nueva Inglaterra, Thompson le escribió una misiva a
William J. Bryan, secretario de Estado, en la que se ofrecía
de manera implícita para organizar un levantamiento maya
contra el gobierno de México en el contexto del agravamiento de las tensiones entre ambos países (“el problema actual
e inminente con México”) por causa del movimiento revolucionario mexicano:
Si hubiera una intervención en México, armada o de otro tipo,
la gente del sur de México, Yucatán-Campeche, será probablemente un factor de relevancia, como lo son los yaquis de Sonora. Sé que alguna vez tuve influencia sobre estos pueblos como
quizá ningún // otro hombre blanco haya tenido […] mi largo
periodo de servicio como Cónsul estadounidense me ha curado de deseo alguno de tener un puesto permanente como funcionario. Soy, no obstante, antes que cualquier cosa, ciudadano
estadounidense y, como tal, si se me convoca a dar servicios en
cualquier puesto adecuado // dentro de mi esfera de influencia
conocida, responderé con presteza y lealtad […].137
ditch. Chichén, 4 de septiembre de 1912. PMA, Letters E.H.T. a C.P.B.
1910-1912 [1905-1946], box 1, folder 6.
137
Thompson a William J. Bryan. A bordo del Monterrey, 29 de julio de
1913. NARA, General Records of the Department of State, 1763-2000,
Applications and Recommendations for Appointment to the Consular
and Diplomatic Service, Edward H. Thompson. Hay una corta respuesta
agradeciendo su disposición, enviada a Thompson “por medio del Museo
Peabody”. Private Secretary a Thompson. Care of Peabody Museum.
Washington, 7 de agosto de 1913. Loc. cit.
736
GUILLERMO PALACIOS
En efecto, en ese año de 1913 la Revolución llegaba a las
tierras mayas afectando ranchos y haciendas de compañías
estadounidenses madereras y chicleras, sobre todo en Campeche, en las proximidades de la frontera con Guatemala. El hotel para turistas que Thompson había construido
para redondear sus negocios arqueológicos había funcionado apenas unos meses y en noviembre de 1913 se encontraba ya cerrado, “debido a las condiciones existentes”.138
A fines de 1914 la hacienda Chichén fue asaltada y saqueada
por uno de los bandos ligados al torbellino revolucionario,
obligando al excónsul a cancelar una temporada de conferencias en Estados Unidos programada para los meses de
verano de 1915 y permanecer en sus tierras con el intuito de prevenir nuevos ataques a sus propiedades, lo que no
impidió que ese año parte de sus plantíos fueran destruidos.139 La revolución cerraba así, definitivamente, el capítulo de los Bostonians en Yucatán y dejaba en suspenso,
138
Report regarding Americans in the State of Yucatan, Mexico, Consular District of Progreso, Wilbur T. Gracey, consul. Brought up to date
of November 4, 1913. NARA, Record Group 84, Merida and Progreso
Consular Posts, vol. 13.
139
Thompson a Woodward, Dzitás, s. f. [fecha de recepción en la CWI,
18 de diembre de 1914], en CIW, CAF, Edward H. Thompson, Correspondence 1911-1934, box 4, folder 16; Vogenitz [cónsul de Estados Unidos en Progreso] a. Weddell, American Consul General. Progreso, 14
de diciembre de 1926. NARA, Record Group 84, Merida and Progreso
Consult Posts, vol. 13; Vogenitz, Vice Consul, a Alexander W. Weddell,
American Consul General. Progreso, 14 de diciembre de 1926. NARA,
Record Group 84, Merida and Progreso Consular Posts. Ese mismo año
de 1914 el consulado estadounidense en Progreso fue víctima de un “ataque por muchedumbre”. Vogenitz a Weddell. Progreso, 14 de diciembre de 1926. NARA, Record Group 84, Merida and Progreso Consular Posts, vol. 13.
EL DRAGADO DEL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ
737
por lo pronto, la entrada en acción de la nueva potencia
estadounidense en el “área maya”, la Carnegie Institution
de Washington, que en 1914 haría una tímida e infructuosa aproximación al gobierno de Huerta para establecerse en
Yucatán.
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Justicia e Instrucción Pública, Ciudad de México,
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