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La educación sentimental

2009

56 CATALUÑA VIERNES 4š7š2008 ABC GREC 2008 ROCK «Vents enllà», un encuentro musical con la voz de los poetas del exilio Willy De Ville Concierto de__ Willy de Ville (voz y guitarras). Con Kenny Margolis (piano), Bob Curiano (bajo), Boris Kinberg (percusión), Shawn Murria (batería), Mark Newman (guitarra), Yadonna West (coros), Dorene Wise (coros). Lugar__ Sala Bikini. Fecha__ 2 de junio. Pere Quart, Leon Felipe, Bergamín o Calders son algunos de los autores de los poemas que, en el encuentro, serán interpretados por músicos catalanes y suramericanos ISABEL ROLDÁN BARCELONA.«Hermano tuya es la hacienda, la casa, el caballo y la pistola. Mía es la voz antigua de la tierra. Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo... mas yo te dejo mudo... ¡mudo!... Y ¿cómo vas a recoger el trigo y a alimentar el fuego si yo me llevo la canción». Es la canción a la que se refiere en estos versos León Felipe, la canción que requisaron los expatriados, la canción durante tantas décadas silenciada, la que se canta en este encuentro musical. El concierto «Vents enllà» tiene lugar mañana en la Plaça del Rei. En él, participarán los músicos catalanes Raül Fernández y Sílvia Pérez Cruz, los mejicanos Mauricio Sotelo, Francisco Sotelo, Juan Pablo Villa y el dominicano Guarineix Iquino. Juntos interpretarán canciones originales de los autores Pere Quart, José Bergamín, León Felipe, María Zambrano, Luis Rius, Pere Calders y Josep Carner. El tratamiento artístico de los poemas ha sido concebido desde una óptica contemporánea, en la que, prevalecen los elementos experimentales, fusionados con otros Bajos fondos y altos vuelos ABC La cita es en la Plaça del Rei mañana a las 22.00 precedentes del rock o de la canción de autor. Especialmente original, es la sonoridad de los instrumentos diseñados y fabricados a partir de la fundi- ción de metales por los músicos mejicanos Mauricio y Francisco Sotelo, que serán utilizados para interpretar alguno de los poemas... Bailar salsa con música de Stravinski... El prestigioso coreógrafo israleita Emanuel Gat exhibe hoy hasta el domingo en el Mercat de les Flors dos de sus piezas más reconocidas. Abre el espectáculo el solo «My favorite things» un espectáculo de gran libertad y expresividad con música de John Coltrane. La segunda pieza es La consagración de la primavera, en una particular versión en la que se usan los pasos propios de la salsa. Este ballet, en su día muy polémico, se ha convertido en un clásico de los repertorios de danza del último siglo. «The Rite of Spring» CRÍTICA DE TEATRO «Nunca estuviste tan adorable» Autor y director: Javier Daulte. Escenografía: Ramón Simó. Vestuario: Mariana Polski. Iluminación: José Manuel Guerra. Intérpretes: Anabel Alonso, Albert Ausellé, Lurdes Barba, Carme Poll, Mireia Sanmartín, Francesc Lucchetti. Ruben Ametllé. Grec'08. La Villarroel, 1-VII La educación sentimental SERGI DORIA Cuando hace años escribió y dirigió en Buenos Aires «Nunca estuviste tan adorable», Javier Daulte estaba reuniendo las imágenes, voces y ecos de su familia. Decimos imágenes, voces y ecos porque la obra pretende recrear más un microclima que constituir un recorrido histórico. Aunque abarca dos décadas, desde los cincuenta a los setenta, «Nunca estuviste tan adorable» no incorpora ningun dato cronológico. Cada época se aliña con los ingredientes que nutrieron la cultura del autor: la indumentaria, los anuncios publicitarios, las canciones, las series televisivas, la literatura popular... El dramaturgo evoca a su familia materna y nada nos dice de los hechos exteriores al universo del piso de la calle Olivos donde se desarrolla la acción. En «Nunca estuviste tan adorable» subyace la imaginería que su autor adora; si la pa- tria del hombre es su infancia: he aquí, la de Javier Daulte: la prehistoria de un teatro que conjuga las esencias del melodrama y el musical con la experimentación escénica. De todo eso hay en esta obra proteica, con la abuela materna como eje central, esa Blanca que encarna con nervio Anabel Alonso y que imprime el ritmo que el texto demanda; le acompaña un elenco compenetrado: desde la tía Marta (Lurdes Barba) —maltratada por su maleva hija—, a los jóvenes (Carme Poll, Albert Ausellé, Mireia Sanmartín y Ruben Ametllé). Blanca representa a la clase media que escapó del lumpenaje y recuerda a sus hijos lo mal que se pasa cuando se es pobre. Una mujer que recibe regalos de un misterioso admirador que los rubrica con versos que ABC ella no entiende y un «Usted ya sabe quién». Si Blanca escapó de la pobreza fue gracias a Salvador (Francesc Luchetti), propietario de un taller mecánico que paga a su mujer y sus hijos todos los caprichos; un hombre sencillo que presencia la fantasía burguesa que cada día se escenifica en su casa. Él, como en la canción del ramito de violetas, es el remitente de los regalos y los poemas que encarga a un amanuense del taller. Afortunada conjunción de géneros, nos encontramos ante la piedra de toque del teatro daultiano. Dos horas de crónica familiar que culmina una escena de alta comedia musical. La educación sentimental de un creador escrita con todas sus letras fundacionales. Adorable. DAVID MORÁN Antes de que la música de raíz americana se convirtiese en tendencia de moda, Willy De Ville ya había acumulado horas de vuelo suficientes como para convertirse en el penúltimo maldito del rock y en uno de los más ilustres representantes de ese panteón habitado por los ilustres dramáticos de la música estadounidense. Su coqueteo con el éxito a mediados de los noventa no hizo más que desviar temporalmente el rumbo de un artista que, instalado de nuevo en carreteras secundarias y en salas de medio aforo, continúa desgajando el blues y rebanando la tradición para hacerle un hueco a su ronca y canallesca personalidad. Instalado en esa plácida madurez compositiva que tan bien ejemplifica el reciente «Pistola», el neoyorquino aterró en Bikini con su pose de dandi bohemio y esa garganta remojada en alquitrán y, poco a poco, fue aclimatándose al sonido de una banda que, con el teclado de Kenny Margolis a la cabeza, removió a conciencia las conexiones fronterizas y se sumergió en las profundidades de una banda sonora repleta de acertijos. La inmersión en los lodazales del blues fue total. No fue, es cierto, su mejor noche, pero cuando la voz le acompañaba y los músicos afilaban sus instrumentos para dibujar secas y cortantes sacudidas eléctricas ajenas a cualquier floritura, todas las piezas parecían encajar. De menos a más, la noche empezó a cobrar altura con «Spanish Stroll» y mantuvo una velocidad constante y de crucero que se fue acelerando a medida que sonaban «Heart And Soul», «Hey Joe» o una inevitable «Demasiado corazón» alimentada por el fuelle de los teclados y el vendaval de voces que aportaban las dos coristas. De Ville, mientras tanto, lo manejaba todo cómodamente instalado en un taburete y exhibía con orgullo esa digna y solvente madurez que sólo se puede alcanzar después de pasar unos cuantos años removiendo los bajos fondos del rock americano.