El problema de Kamala con la generación Z
- Kamala Harris es popular entre los votantes jóvenes estadounidenses, como pasó con Barack Obama en 2008. Pero las comparaciones acaban ahí.
- Los demócratas estadounidenses más jóvenes se han vuelto mucho más progresistas en la última década. Además, los temas que entusiasman a los jóvenes están cada vez más alejados de los intereses del electorado más moderado y de mayor edad.
En las 48 horas posteriores a que Kamala Harris anunciara su candidatura a la presidencia el 21 de julio, casi 40.000 personas se registraron para votar en vote.org, el 83% de las cuales eran menores de 35 años. La oleada de apoyo de los jóvenes, según afirmó recientemente Tamara Keith, corresponsal de NPR, indica "una clase de entusiasmo que no habían experimentado desde Obama". Pero, ¿podrá la campaña de Harris aprovechar la energía de los votantes jóvenes del mismo modo que lo hizo Obama hace 16 años hasta la victoria?
Ya en 2008, la campaña de Obama hizo un esfuerzo sin precedentes para dirigirse a los votantes jóvenes. Durante las primarias demócratas, organizó 175 secciones estudiantiles en Iowa, lo que provocó una explosión de participación juvenil en las asambleas electorales. En estados decisivos como Pensilvania y Nevada, los votantes jóvenes tenían más probabilidades de que la campaña de Obama se pusiera en contacto con ellos que los votantes de más edad. La precisión de la campaña, combinada con el mensaje esperanzador e integrador de Obama, contribuyó a que obtuviera una victoria aplastante. En otoño de 2008, el 70% de los votantes jóvenes tenían una opinión favorable de Obama, y dos tercios de los votantes menores de 30 años fueron a votar por él. Ahora, la flamante candidata demócrata quiere seguir el mismo ejemplo.
El problema es que ya no estamos en 2008, y la tarea de Harris es sin duda más difícil. Aunque los votantes jóvenes están más entusiasmados con Harris que con Joe Biden, una reciente encuesta del Pew Research Center reveló que menos de la mitad de los votantes jóvenes tienen una opinión favorable de Harris, y su campaña tiene mucho menos tiempo del habitual para convencerles de que marquen la casilla junto a su nombre este otoño. Tras analizar los datos y hablar con votantes de la generación Z de todo el espectro político, es evidente que el tiempo no es el único obstáculo al que se enfrenta Harris.
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Los votantes jóvenes comparten un atributo fundamental: son votantes bastante móviles. Están empezando a desarrollar intereses y prioridades políticas que determinarán su nivel de participación y su identidad política, y éstas están fuertemente determinadas por el singular clima en el que alcanzan la mayoría de edad. Los jóvenes votantes a los que Harris (y Trump) se dirigen hoy son muy distintos de los que acudían a los mítines de Obama en 2008.
En primer lugar, los jóvenes votantes de hoy están menos vinculados a los partidos políticos. El hundimiento de la confianza pública en las últimas décadas ha coincidido con la aparición de una ascendente tendencia independiente entre los adultos jóvenes. Según Gallup, más de la mitad de la generación Z estadounidense se considera políticamente independiente, lo que supone un aumento de 5 puntos porcentuales respecto a cómo se identificaban los millennials en 2012. Y casi cuatro de cada 10 adultos jóvenes tienen una opinión negativa de ambos partidos políticos, un récord.
La seriedad que caracterizaba la forma en que los jóvenes adultos veían su país a principios de la década de 2000 ha sido sustituida por una negatividad implacable. En 2024, sólo el 21% de los adultos jóvenes dijeron estar "enormemente orgullosos" de ser estadounidenses, un descenso de 34 puntos desde aproximadamente una década antes. Los adultos jóvenes también han expresado un mayor cinismo sobre la excepcionalidad estadounidense. En 2021, el 70% de las personas de 65 años o más dijeron que más países del mundo estarían mucho mejor si adoptaran los valores estadounidenses. Sólo el 43% de los adultos menores de 30 años pensaban lo mismo.
Los temas que entusiasman a los votantes jóvenes están cada vez más alejados de los intereses de un electorado de más edad y más moderado
Durante la mayor parte de sus años de formación, la generación Z ha sido alimentada con una dieta constante de cinismo político. Las investigaciones han demostrado que, a partir de 2012, los medios de comunicación utilizaron cada vez más un lenguaje que denotaba emociones negativas, como ira, miedo, asco y tristeza, en los titulares. Los investigadores creen que la información sobre la interacción que los medios de comunicación recibían de las redes sociales incentivaba el uso de titulares más negativos.
Hunter, un republicano de 25 años de Michigan, confiesa que no confía en ninguno de los dos candidatos. "No creo que Trump sea una persona honesta en absoluto, pero sí creo que tenemos una imagen más clara de quién es porque ya fue presidente durante un mandato y muchos de sus trapos sucios ya se han aireado", opina. "Desconfío de Kamala Harris, por cómo intenta replantear las cosas".
Hunter afirma que "a regañadientes" piensa votar a Trump. (En este artículo nos referimos a los jóvenes votantes por su nombre de pila para que puedan hablar abiertamente de sus opiniones políticas).
En la izquierda, un estudio Pew de 2021 identificó un nuevo grupo llamado "izquierda exterior", descrito como jóvenes demócratas descontentos. Son muy progresistas, laicos y les disgustan los republicanos, pero también tienen poca paciencia con el Partido Demócrata. El ascenso de esta facción ha complicado la política electoral demócrata. Los jóvenes progresistas ejercen mucha más influencia que antes sobre los demócratas, los medios de comunicación y las organizaciones sin ánimo de lucro de tendencia más a la izquierda. David Shor, analista político, sostiene en una entrevista con Politico que los jóvenes progresistas con estudios universitarios están empujando a los demócratas "a utilizar un lenguaje excesivamente ideológico, a no mostrar suficiente moderación en los mensajes o en las políticas y, desde una perspectiva simbólica, a utilizar palabras que los votantes normales literalmente no entienden".
Por ejemplo, la generación Z es la primera que adopta plenamente el uso de etiquetas de género neutro y conceptos como "interseccionalidad" con los que las generaciones mayores no están tan familiarizadas. Los activistas jóvenes con estudios universitarios también fueron los que más presionaron a los demócratas para que dejaran de financiar a la policía. Sin embargo, en esta cuestión, los jóvenes son un caso atípico: una encuesta realizada en 2021 reveló que, aunque el 63% de los jóvenes estaban a favor de "recortar parte de la financiación de los departamentos de policía de tu comunidad y destinarla a servicios sociales", menos de la mitad (37%) de los estadounidenses estaban de acuerdo.
Mientras que Obama se enfrentó a poca presión por parte de los votantes jóvenes para apoyar causas progresistas como el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2008, Harris se ha enfrentado a duras críticas den relación con varios temas: la crisis climática y el apoyo de EEUU a Israel, entre los principales. Su historial como fiscal también ha suscitado las críticas de jóvenes activistas.
Esta tensión refleja una división generacional más profunda entre los votantes demócratas. Los demócratas más jóvenes y los independientes de tendencia demócrata se han vuelto mucho más progresistas en la última década. Pero los temas que entusiasman a los votantes jóvenes están cada vez más alejados de los intereses de un electorado de más edad y más moderado.
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Otra diferencia cada vez mayor entre los votantes jóvenes de 2008 y los de ahora es la creciente división de género. Aproximadamente el mismo número de hombres y mujeres jóvenes tenían una opinión favorable de Obama (72% y 66%, respectivamente) y votaron por él en 2008. Pero en la última década se han separado radicalmente las opiniones políticas de hombres y mujeres jóvenes.
Las mujeres jóvenes se han vuelto más progresistas, y los hombres jóvenes simpatizan notablemente más con el Partido Republicano. Tras apoyar a Biden en 2020, los hombres jóvenes "ahora favorecen el control republicano del Congreso y a Trump como presidente", mientras que las mujeres jóvenes apoyan firmemente a Harris, según una encuesta del Wall Street Journal. En las últimas semanas, las mujeres jóvenes se han entusiasmado más con la candidatura de Harris, pero no así los hombres jóvenes. Una nueva encuesta entre votantes menores de 30 años, realizada en varios estados reñidos, ha revelado que el 59% de las mujeres tienen una opinión favorable de Harris, frente a sólo el 38% de los hombres.
La mayoría de las mujeres jóvenes entrevistadas manifiestan que el hecho de que Harris sea mujer no es un factor decisivo para ellas, pero muchos de sus compañeros varones creen que sí lo es. "Veo a mucha mucha gente, sobre todo de mi edad, que dice: 'Voy a votar a Harris porque va a ser la primera mujer presidenta'", señala Hunter. "Vale, estupendo. ¿Sabes cuáles son sus políticas? 'Bueno, no, pero va a ser la primera mujer presidenta'. Me parece una opinión ridícula, y lo he oído muchas veces".
Por su parte, Harris no ha hecho del carácter histórico de su candidatura un tema de conversación importante. Al hacerlo, está rompiendo con la estrategia de Hillary Clinton de "Estoy con ella" en 2016 y volviendo al enfoque más sutil de Obama. Pero Harris se ha centrado en temas como el aborto, que preocupan a las mujeres jóvenes mucho más que a los hombres. Mientras tanto, el Partido Republicano va a por todas con los hombres jóvenes; un grupo pro-Trump está a punto de invertir 20 millones de dólares para convencerles de que voten a Trump. Y la campaña de Trump ha hecho todo lo posible por presentarlo como un líder fuerte y decidido, un rasgo que es especialmente importante para los hombres. Una reciente encuesta de New York Times/Siena reveló que los hombres eran mucho más propensos a decir que Trump es un líder fuerte que a decir que es inteligente, sensible o que puede propiciar el cambio.
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A medida que ha disminuido la confianza en las instituciones públicas estadounidenses, han aumentado las ventajas de ser considerado un outsider político. Una encuesta de 2018 de la Universidad de Monmouth reveló que, en igualdad de condiciones, la mayoría de los votantes preferirían a un candidato con credenciales de outsider que a uno con amplia experiencia política. Especialmente los votantes jóvenes siempre han desconfiado más de los políticos de carrera.
Así que, para atraer a los jóvenes votantes estadounidenses, Harris tiene que apelar a su deseo de algo nuevo. Pero ahí radica la mayor diferencia entre ella y Obama. Mientras que Obama llegó a la escena como un outsider político que prometía sacudir las cosas, Harris tiene más limitaciones.
Obama irrumpió en la escena nacional en 2004 con un discurso que marcó una generación en la Convención Nacional Demócrata. Lanzó su campaña presidencial a principios de 2007 prometiendo algo diferente y, de paso, reclutando a estudiantes universitarios para la causa. Ganó la nominación venciendo al arquetipo de los candidatos internos, Hillary Clinton. Desde el principio, Obama se posicionó como un outsider, alguien que quería cambiar fundamentalmente la política de siempre. En otoño de 2007, Obama dijo en un famoso discurso de campaña: "No me presento para ajustarme al pensamiento convencional de Washington: me presento para desafiarlo".
Kamala Harris ha tenido una trayectoria política totalmente distinta. Se unió a la candidatura de Joe Biden tras una campaña de primarias poco estimulante que terminó antes de Iowa. Ganó la nominación después de que Biden renunciara y los líderes demócratas se unieran en torno a su candidatura. No es el currículum de una outsider. Es más, como vicepresidenta en funciones, no puede desmarcarse fácilmente de los compromisos políticos actuales de la Casa Blanca ni hacer campaña como alguien que vaya a revolucionar las cosas.
En última instancia, Harris no necesita que los votantes jóvenes la adoren, sino que la voten.
En su discurso de aceptación en la Convención Nacional Demócrata, Harris evitó hacer promesas de promulgar cambios radicales. En su lugar, hizo hincapié en valores conocidos y expuso posiciones políticas bastante estándar: una vuelta a la normalidad tras la incertidumbre y el absurdo de los años de Trump.
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Está claro que muchos jóvenes siguen queriendo que se les inspire la idea de que es posible hacer cosas mejores en sus propias vidas y también para el país. Después de que Harris se convirtiera en la presumible candidata demócrata, las opiniones sobre si el país iba en la dirección correcta se hicieron notablemente más positivas entre los votantes jóvenes. La encuesta de New York Times/Siena reveló que el 27% de los votantes jóvenes afirmaba que el país iba en la dirección correcta, frente al 13% de dos semanas antes. Sin duda, sigue habiendo mucho pesimismo entre los jóvenes, pero se trata de un cambio notable en muy poco tiempo.
Quizá la mayor ventaja que tiene Harris entre los votantes jóvenes es su optimismo sobre el futuro. Mientras que Trump ha hecho a menudo pronósticos funestos y sólo ha ofrecido una visión sombría del presente, la campaña de Harris ha adoptado a propósito una actitud más alegre. Sonríe y se ríe cuando pronuncia su discurso. Su candidato a vicepresidente, Tim Walz, ha sido descrito como un "abrazo de oso andante". Los millennials hambrientos de nostalgia se deleitan con la vuelta al optimismo del "Obamacore".
Pero es demasiado pronto para decir si es suficiente para convencer a la generación Z. Harris tiene ímpetu y parece que los votantes jóvenes le están dando una segunda mirada, pero sus opiniones y prioridades políticas aún no son bien conocidas. "Yo no estaba muy entusiasmada con los candidatos", dice Melanie, una demócrata de 27 años que vive en Florida. "Me sentía todavía bastante convencida de que probablemente votaría a Biden. Ahora que Harris está en la carrera, tengo un poco más de confianza". Difícilmente inspirador.
Una joven con la que hablé en Nevada no paraba de llamarla "Camilla Harrison". (Apoya a Harris, pero no se ha comprometido a votarla). Puede que esta falta de notoriedad ayude en última instancia, dando a Harris una segunda oportunidad de causar una primera impresión entre los votantes jóvenes, pero le va a costar trabajo.
En última instancia, Harris no necesita que los votantes jóvenes la adoren, sólo que la voten. Eso ya será bastante difícil.
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Etiquetas: Trending, Barack Obama, Donald Trump, Estados Unidos, Joe Biden