Ejemplos ?
niversidad de Oviedo. (España) Mi buen amigo: Al fin recibí ejemplar del drama realista y sensacional que tanto ha alborotado en la patria de usted.
Tanto, sin embargo, la mareó el sobrino, alborotado por el olor de juerga que exhalaba el barrio entero, las calles regadas de confeti, los chiquillos vestidos de demonios verdes, azotando a los transeúntes con el rabo, que acabó por decirle: -¡Ay, hijo!
Admirados quedaron de tanta cristiandad los abuelos, pero la madre quedó más admirada; porque, habiendo con las nuevas del cirujano sosegádose algún tanto su alborotado espíritu...
Pero las señoras de la fonda, lo mismo que las fámulas, cuentan y no acaban de aquellas galanuras, de aquellos esplendores desconocidos en el pueblo. Estos Cresos lo tienen todo alborotado a pesar del tiempo santo: son un pecadero perpetuo.
El alcalde, con los vecinos más notables, predicaba paz a los mocetones de las dos familias enemigas, y allá iba el cura, un vejete de Dios, de una casa a otra, recomendando el olvido de las ofensas. Treinta años que los odios de los Rabosas y Casporras traían alborotado a Campanar.
Era un mozo ingenuo, con una de esas delicadezas vestidas de niñerías, de frivolidades; risueño, alborotado, travieso; era una grandeza de espíritu esmaltada de pequeñeces, un corazón.
Cierto que cualquiera se impacienta al mes de estar separado de su mujer, cuando ve detenida su nave de muchos bancos por las borrascas invernales y el mar alborotado; y nosotros hace ya nueve años, con el presente, que aquí permanecemos.
Y reacoplarse en otro tiempo inoxidable con el trino alborotado y en rincones de largos erotismos hollarnos las máscaras sagradas con que fingen cobrarnos alquileres los estados deleznables.
Inquieta, con mal presentimiento, se atrevió a emprender el camino del huerto, cosa que nunca hubiese intentado si el mal no hubiese alborotado sus nervios, por la fuerza de la misma debilidad.
Fue don Zósimo el que más empujaba, quien, sin poder evitarlo, resbaló en los peldaños estrechos y mojados de la escalerilla y se cayó pesadamente al agua, entre el remolino de oleaje alborotado por la maniobra de la embarcación chica al acercarse al vapor.
Los confeccionó ella misma, con trapos suyos, sobre maniquíes de alambre de unas cuantas pulgadas de alto. Había el traje de sociedad, el de calle, el de abrigo y hasta el alborotado, insolente, enorme sombrero.
Lilit ponía orejas de mercader a las voces de don Dimas, y trataba ya, por vía de amonestación, de zabullirlo en un caldero de plomo hirviendo, cuando alborotado el Cocyto y apercibido Satanás del laberinto y causas que lo motivaban, convino en que se pusiese la cosa en tela de juicio.