Muchas gentes salieron por diversos caminos y atajos que existían, pero todas, absolutamente todas, dejando en sus hogares sus pertenencias, es decir, salieron con lo puesto en el cuerpo.
Cuando estuvo segura de no ser acechada, se alzó, abrió nuevo portillo en la cerca e hizo viaje, por atajos y sendas, hasta ganar la carretera a legua y media de distancia.
Deseaba a la vez morirse y vivir en París. Carlos, con nieve o con lluvia, cabalgaba por los atajos. Comía tortillas en las mesas de las granjas, metía su brazo en camas húmedas; recibía en la cara el chorro tibio de las sangrías, escuchaba estertores, examinaba palanganas, levantaba mucha ropa sucia; pero todas las noches encontraba un fuego vivo, la mesa servida, muebles cómodos, y una mujer bien arreglada, encantadora, oliendo a limpio, sin saber de dónde venía este olor a no ser que fuera su piel la que perfumaba su camisa.
Un día, Tomás Walker, que había tenido que dirigirse a un lugar distante, cortó camino, creyendo ahorrarlo, a través del pantano. Como todos los atajos, estaba mal elegido.
Tras la derrota que Boves infligió a los insurrectos en Arguita, el 8 de agosto de 1814, Bolívar abandonó furtivamente a sus tropas, esa misma noche, para dirigirse apresuradamente y por atajos hacia Cumaná, donde pese a las airadas protestas de Ribas se embarcó de inmediato en el "Bianchi", junto con Mariño y otros oficiales.
CAMINOS REALES Capac nan guamanin, que en el tienpo de los Yngas auía seys caminos rreales, los quales gouernó un ynga tocricoc, Anta ynga, estos dichos caminos rreales con sus atajos: El primero camino rreal por el arenal de la Mar de Sur por los llanos, el segundo camino rreal por Chocllo Cocha, Carachi, Quilcata, Uata Cocha, Ura Pampa, el tersero camino rreal por Guaylla Cucho, Queca Machay, Poma Ranra, el quarto camino rreal por Bilcas Guaman, Andaguaylas y Guamanga, Taya Caxa, Xauxa, el sesto camino rreal por la cordellera de la montaña, el sétimo camino rreal de la misma montaña hacia de la Mar del Norte puesto por los Yngas.
Las primeras heridas Melanquetes en su espalda hizo, las próximas Teródamas, Oresítropo prendióse en su antebrazo: más tarde había salido, pero por los atajos del monte anticipada la ruta fue; a ellos, que a su dueño retenían, 235 la restante multitud se une y acumula en su cuerpo sus dientes.
Temblorosas las madres, de pie encima de los adarves, siguen con los ojos la nube de polvo y el resplandor metálico que se desprenden de la armada muchedumbre, la cual, cruzando las malezas, prosigue su camino por los atajos, levantando gran clamor, a que mezclan los alineados corceles el compasado batir de sus cascos en la seca tierra.
A la parte del Poniente, e vuelto al Real, dijo que había visto él alameda, que era de sauces los más gruesos que había visto en todas las Indias; y volviendo al Real, dijo que había hallado en aquellas cabañas muy gran cantidad de venados, y que eran tan grandes los atajos dellos que no los podía contar; dormimos esta noche en unos médanos de arena, a la orilla del río; y estando en un tular, dormiendo, Joan de Carvajal y Diego de Viruega; y pegaron los mozos del Real fuego, que casi se quemaron si no se hubiera acudido a su socorro con mucha diligencia.
Debemos hacerlo aportando nuestra visión de clase a estas cuestiones, incidiendo en la necesidad de cambios revolucionarios globales y no meras reformas, y trabajando sobre la necesidad de conseguirlos desde la autoorganización, el apoyo mutuo y la acción directa y no desde el acceso al poder o atajos “políticos”.
Al Oeste: De este cruce, el curso del Río Buenavista, aguas abajo, hasta confluir en el Estero Rompido, hacia el Oeste, hasta alcanzar el borde Oriental de la Isla de los Atajos y su extensión hacia el Nor-Oeste con el nombre de Estero Pital, hasta confluir con los Esteros Guarumal y Santa Rosa; de este punto, el Estero Santa Rosa hacia el Norte, hasta su desembocadura en el Canal de Jambelí y su extensión por la línea de costa, hasta alcanzar la desembocadura del Estero El Juncal.
Compárame conmigo sobre la justicia, la piedad, la frugalidad, la castidad, tanto la que se abstiene del cuerpo de otro, como de la que cuida del propio. Si no quieres conducirme por atajos, llegaré más fácilmente allí a donde voy.