Junto a lo anterior, aprobamos la ley que perfecciona las medidas sustitutivas a las penas de privación de libertad, que hoy afectan a más de 75 mil condenados, incluyendo el uso del brazalete electrónico, para asegurar el estricto cumplimiento de dichas penas.
La admirable redondez de su muñeca quedaba realzada por un brazalete también adornado y cerrado por un magnífico broche de piedras preciosas, que me hablaban, a la vez, de la riqueza y el buen gusto de quien las llevaba.
Mirón fue un amante desdichado. Venus estaba irritada con él, y él la apaciguó consagrándole un brazalete de oro. Observe usted que fecit se utiliza a menudo por consecravit.
Las plumas eran ordinarias y tiesas; el encaje, basto; los guantes, zurcidos con habilidad; las perlas, descaradamente falsas; el
brazalete, de similor; el pelo, teñido baratamente con agua oxigenada; la tez, clorótica al través de la pintura, y la mano, huesuda y curtida bajo el calado, mano que en el secreto del domicilio tiene que empuñar la escoba y mondar el medio kilo de patatas...
Emilia Pardo Bazán
Le diría más de un ejemplo si tuviera a mano un Gruter o un Ovelli. Es natural que un enamorado sueñe con Venus o imagine que le pida consagrar un brazalete de oro a su estatua.
Traía en el brazo un brazalete de oro con ricas piedras, testimonio y prueba del mucho amor que Orlando le tenía, el cual por largo tiempo usado había.
—Puedo llevarte más lejos que un navío —dijo la serpiente. Se enroscó alrededor del tobillo del principito como un brazalete de oro.
¡Los muertos que han caído, cualquiera que haya sido su brazalete, pertenecen a la patria y pertenecen a la historia, no pertenecen a nadie!
También yo no menos tengo, de diez de peso, un brazalete, de las milésimas de Mercurio hecho (del uno por mil de mis ganancias)".
Lleva este angosto brazo de piedra y arena, como un brazalete, la Cortadura, esto es, una fortaleza construida en tiempo de la gloriosa guerra de la Independencia; separa las violentas olas del Océano de las tranquilas aguas de la bahía, y conduce a la ciudad de San Fernando, que en el fondo de la ensenada abre sus arsenales de la Carraca, como hospitales, a los barcos que, heridos y maltratados en sus azarosas carreras, regresan a sus lares.
Manuel se le quedó viendo, se acordó de aquellos tiempos en que siquiera peleaban, por lo menos había diálogo, recordó lo que don Lupe había dicho, un alma estable, pero sin luz, había que cambiar, volverlo una relación inestable, pero luminosa, al día siguiente le compró un hermoso brazalete de esmeraldas y se lo dejó en su cuarto con una botella medio servida de champaña...
Vamos a organizar —por lo menos a los hombres armados—, vamos a organizarlos dentro del uniforme de la República y de todo el pueblo (APLAUSOS). Los civiles —o mejor dicho— los ciudadanos que no tienen armas que se pongan el brazalete.