Allí se ve, en miniatura de cera, a los
chinos observando en su torre los astros del cielo; allí está el químico Lavoisier, de medias de seda y chupa azul, soplando en su retorta, para ver como está hecho el pedrusco que cayó a la tierra de una estrella rota y fría; allí, entre las figuras de las diferentes razas del hombre, están sentados por tierra, trabajando el pedernal, como los que desenterraron en Dinamarca hace poco, cabezudos y fuertes, los hombres de la edad de bronce.
José Martí
ersión libre de un cuento de Andersen En China vive la gente en millones, como si fuera una familia que no acabase de crecer, y no se gobiernan por sí, como hacen los pueblos de hombres, sino que tienen de gobernante a un emperador, y creen que es hijo del cielo, porque nunca lo ven sino como si fuera el sol, con mucha luz por junto a él, y de oro el palanquín en que lo llevan, y los vestidos de oro. Pero los
chinos están contentos con su emperador, que es un chino como ellos.
José Martí
Y de beber clarete y borgoña, y del mucho comer, se mueren, colorados y gordos, los que se dejan halar en la djirincka, echándose aire con el abanico; los militares ingleses, los empleados franceses, los comerciantes
chinos.
José Martí
Y no porque piensa hacerse una cirugía estética y convertirse en china o traer chinos para Alemania, sino porque advierten los alemanes y son inteligentes, advierten la necesidad de ampliar sus mercados.
Había también allí algunos ladrones
chinos, moviendo los ojos como ratones, y varios estafadores ingleses, que con las manos en los bolsillos miraban irónicamente desfilar la procesión, sacudiendo en el aire la ceniza de sus cigarrillos.
Roberto Arlt
No sé si tú sabrás que su población se compone en su mayor parte de malasios infieles, de
chinos hediondos y de budistas cuya indecencia llega a extremos que no puedes imaginarte.
Roberto Arlt
Por muerte de don Juan Fermín, recayó el título en su pri- mogénito don Juan Fulgencio que era, en lo físico, un feo con efe de fonda de chinos, y en lo moral un candido de los de som- brero con cuña.— ¿Qué se vende en esta tienda?— Cabezas de borrico, contestó amostazado el mercader.— Si la de usted es la de muestra, no compro, y sigo mi camino.— El cuentecito podría aplicársele al de Torre-hermosa.
El acto mencionado contiene estas disposiciones: "Que las siguientes clases de extranjeros serán excluidos de admisión a los Estados Unidos, de acuerdo con las normas existentes que regulan la inmigración, que no sean las relativas a los trabajadores chinos: Todos los idiotas, personas dementes, mendigos o personas que puedan convertirse en una carga pública.
La mórbida sensualidad de los
chinos llega hasta la mutilación de los pies femeninos y otros refinamientos comunes entre los ricos.
Práxedis G. Guerrero
Por esta calle pasaban hacia sus posesiones del campo los
chinos principales, muy tiesos en sus literas doradas conducidas por coolíes.
Roberto Arlt
La ley excluye de entrada a los Estados Unidos ", de acuerdo con las normas existentes que regulan la inmigración, excepto las referidas trabajadores chinos, 'ciertas clases de" extranjeros "o" inmigrantes extranjeros "que llegan a cualquier lugar dentro de los Estados Unidos, con respecto a todos los cuales se requiere que el oficial al mando y los agentes de la embarcación por la que proceden comunicarán el nombre, la nacionalidad, la última residencia y de destino antes de que se desembarcan.
Solía también pasearme por el mercado, donde había infinita variedad de infieles, algunos con los dientes laqueados de negro, otros con la cabeza rapada, los dientes limados y las narices perforadas, así como
chinos de túnicas floreadas, sacerdotes con mantos amarillos, cingaleses conduciendo vacas gibosas y campesinos seguidos de sus lagartos domesticados.
Roberto Arlt