34 Aullad, pastores, y clamad; y revolcaos en el polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son vuestros días para ser vosotros degollados y esparcidos, y caeréis como vaso de codicia.
19 Párate en el camino, y mira, oh moradora de Aroer: pregunta á la que va huyendo, y á la que escapó; dile: ¿Qué ha acontecido? 20 Avergonzóse Moab, porque fué quebrantado: aullad y clamad: denunciad en Arnón que Moab es destruído.
3 Aulla, oh Hesbón, porque destruída es Hai; clamad, hijas de Rabba, vestíos de sacos, endechad, y rodead por los vallados, porque el rey de ellos fué en cautiverio, sus sacerdotes y sus príncipes juntamente.
Pero no, aun así, ha de creerse esto bastante, que si no otra cosa se puede, rubor de su férrea cara de perra saquemos. Clamad juntos, otra vez, con más alta voz: “Adúltera pútrida, devuelve los codicillos, devuelve, pútrida adúltera, los codicillos.” Pero nada conseguimos, en nada se conmueve.
Pastor que guías las nevadas greyes de la ardua sierra a los tendidos llanos; tosco labriego que con tardos bueyes rompes los anchos campos castellanos; tú, que pueblas con vides las laderas; tú, a quien sus frutos de oro dan el naranjo umbroso y las palmeras; tú, que audaz buscas en remotas zonas el ganado tesoro, fiando al mar las combatidas lonas; virgen que con el lloro riegas hoy tus marchitas alegrías; viejo soldado que en la pobre aldea cuentas al nieto, en el hogar oscuro, las victorias sin mancha de otros días; madre infeliz, que sobre el pardo muro de la iglesia desierta, doliente apoyas las mejillas frías: todos cercadme, y cual sagrado coro clamad: -«¡Oh Patria, a quien lloramos muerta!